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En el Perú, en pleno siglo XXI, aún existe la discriminación, desigualdad y la exclusión, lo que hace que el país se divida en 2

mundos. Totalmente opuestos, siendo el entorno más pobre la victima del entorno que tiene poder, y que abusa de él para
menospreciar, humillar y explotar al que no tiene como defenderse. En las obras de José María Arguedas encontraremos ese
encuentro entre los 2 mundos.

“Un hombrecito se encaminó a la casa-hacienda de su patrón. Como era siervo iba a cumplir el turno de pongo, sirviente en la
gran residencia. Era pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas, viejas. El gran señor, patrón de
la hacienda, no pudo contener la risa cuando el hombrecito lo saludó en el corredor de la residencia. --¿Eres gente u otra cosa?—
le preguntó delante de todos los hombres y mujeres que estaban de servicio. Humillándose, el pongo no contestó”.

“Uno de los momentos álgidos de la novela se produce cuando las mujeres salen a la calle a protestar porque no se les ha
entregado la parte de sal que les corresponde y tratan de asaltar el almacén. Ernesto se unirá a esta manifestación y será
severamente castigado por los sacerdotes del colegio, ya que consideran que lo que hizo Ernesto fue ayudar a cometer un robo.
La rebelión de las indias es rápidamente reprimida por los soldados, quienes castigan a varias de las mujeres azotándolas
públicamente”.

“Al anochecer, cuando los siervos se reunían para rezar el avemaría, en el corredor de la casa-hacienda, a esa hora, el patrón
martirizaba siempre al pongo delante de toda la servidumbre; lo sacudía como un trozo de pellejo. Lo empujaba de la cabeza y lo
obligaba a que se arrodillara y, así, cuando ya estaba hincado, le daba golpes suaves en la cara. —Creo que eres perro. ¡Ladra!—
le decía. El hombrecito no podía ladrar. –Ponte en cuatro patas—le ordenaba entonces. El pongo obedecía, y daba unos pasos en
cuatro patas”.

“Otro de los momentos más importantes de la historia es cuando Ernesto rompe su amistad con dos de los internos por
defender a las indias de sus comentarios soeces. Esa pelea supone el momento en el cual termina de producirse la
transformación total de Ernesto en alguien capaz de asumir la responsabilidad que conlleva ser una persona íntegra”.

“Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor. –Recemos
el padrenuestro—decía luego el patrón a sus indios, que esperaban en fila. El pongo se levantaba a pocos, y no podía rezar
porque no estaba en el lugar que le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie. En el oscurecer, los siervos bajaban del
corredor al patio y se dirigían al caserío de la hacienda. --¡Vete pancita!—solía ordenar, después, el patrón al pongo. Y así, todos
los días, el patrón hacía revolcarse a su nuevo pongo, delante de la servidumbre. Lo obligaba a reírse, a fingir llanto. Lo entregó a
la mofa de sus iguales, los colonos”.

“La vida en el colegio y la relación entre los alumnos y los sacerdotes se tensa en varios momentos, produciéndose peleas e
incluso huidas de algunos alumnos que abandonan el internado sin que vuelva a saberse nada de ellos”.

Como vemos, lo que José María Arguedas nos quiere dar a conocer, mediante sus obras, es como se da la relación entre dos
mundos el cual el que tiene poder y dinero aprovecha eso para maltratar, explotar y hasta humillar al que no tiene nada, al más
débil, al que no puede defenderse frente al abuso que vive. En la actualidad, lamentablemente siguen ocurriendo estos casos en
donde se dividen entre “blancos e indios” lo que hace que nuestra sociedad viva con ese estereotipo que lejos de
complementarnos hace que nos dividamos aún más, llegando a tener discusiones o peleas entre nosotros mismos, José María
Arguedas mediante sus obras quiere que esto no ocurra más, para que no se sigan dando este tipo de situaciones, y podamos
desarrollarnos como país.

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