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Transversalizar la ESI desde los cuerpos:

revisitar experiencias de enseñanza y aprendizaje


en la escuela secundaria
Módulo 2. Cuerpos, materia y discursos: ¿solo dos sexos?

Introducción
¡Les damos la bienvenida!
En este segundo módulo del curso nos proponemos conocer el proceso sociocultural e
histórico de construcción de la diferencia sexual. ¿Solo dos sexos? Vamos a reflexionar sobre
cómo el territorio del cuerpo se imaginó y nombró bajo el binarismo sexual: femenino y
masculino. Retomando a la bióloga feminista Anne Fausto-Sterling, historizaremos las formas
en que empezamos a pensar que solo habitamos cuerpos femeninos o masculinos. ¿Y las
corporalidades intersexuales? ¿Los cuerpos trans y travestis?
El recorrido propuesto incluye enfoques respecto a la diferencia sexual y a cómo la teoría
feminista debatió el espacio del cuerpo mediante las categorías género, discurso y
materialidad, culminando en la elaboración de diálogos entre estos marcos y algunas
aproximaciones para pensar estas problemáticas desde el curriculum prioritario y desde la
dinámica escolar de la Educación Secundaria.

Objetivos
● Comprender la diferencia sexual como construcción sociohistórica y cultural.
● Reflexionar sobre los aportes de la teoría feminista respecto del cuerpo y la diferencia
sexual.
● Problematizar la producción de procesos de visibilización, hipervisibilización e
invisibilización de las corporalidades en la trama escolar de la Educación Secundaria.
● Ensayar algunas líneas de trabajo para transversalizar un abordaje de la construcción
de la diferencia sexual de los cuerpos en la enseñanza de las distintas áreas y
disciplinas.

Contenidos
● La construcción histórica de la diferencia sexual: ¿solo dos sexos? La historia y la
biología en debate.
● Conceptualizaciones sobre el cuerpo en la teoría feminista: cyborg, performatividad y
cuerpo-territorio.

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● ¿Cómo pensamos los cuerpos visibles, invisibles e hipervisibles en la trama escolar de
la Educación Secundaria?

Estos itinerarios proponen tres recorridos posibles, para pensar y problematizar los cuerpos,
previo a la lectura del módulo. Pueden verlos en cualquier orden. Cada uno de ellos parte de
una pregunta que sugerimos tener siempre presente (antes, durante y después del recorrido).
Registren todos los sentires y pensares que interpelen a sus cuerpos.
Invitamos a elegir su propia aventura.
¡Esperamos que lo disfruten!

La construcción histórica de la diferencia sexual: ¿solo dos sexos? La


historia y la biología en debate

Comencemos este recorrido con un fragmento de un relato que nos comparte Mauro Cabral,
activista trans e intersex.

“¿De qué estamos hechos los monstruos? ¿Qué material sobrenatural nos constituye, qué
lógica no euclidiana nos informa, qué reglas organizan el orden de nuestras apariciones y
desvanecimientos?”, pregunta Mauro Cabral. “Básicamente… de carne”, responde; y estas

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preguntas y respuestas nos envuelven y devuelven, en sintonía con lo trabajado en el
módulo 1. Otras preguntas como: ¿qué monstruos se han construido a lo largo de la historia?
¿Cómo se han moldeado nuestras carnes? ¿Cómo se han construido nuestros cuerpos
sexuados? ¿Qué marcos de sentido se han edificado para explicar el arte de alfarería simbólica
de nuestras corporalidades?
A continuación, les presentamos algunos recorridos teóricos para aproximarnos a estas
preguntas y reflexionar respecto a las formas hegemónicas de organización y lectura de
nuestros cuerpos: macho/hembra, hombre/mujer: ¿solo dos sexos?

Del modelo del sexo único al modelo de la diferencia sexual


Los estudios de Thomas Laqueur (1994) nos invitan a recorrer en clave histórica la literatura
médica, especialmente, los manuales de anatomía, identificando en el proceso de construcción
del cuerpo dos modelos: el modelo unisexo y el modelo de los dos sexos.
El modelo de unisexo, vigente desde la Antigüedad hasta finales del siglo XVII, afirmaba que
mujer y hombre eran anatómicamente iguales, pero metafísicamente diferentes. Por ejemplo,
Galeno, médico y cirujano griego en el Imperio Romano (siglo II d. C.) desarrolló explicaciones
(e imágenes) donde los órganos reproductores de todos eran esencialmente masculinos: la
falta de calor vital (perfección) hacía que esos órganos no descendieran o maduraran. Este
calor produce la deformación, contracción e inversión de la carne, dando como resultado a “la
mujer”, es decir, una falla en la perfección buscada, “la imperfección”. Podemos visualizar esto,
por ejemplo, en la concepción de la vagina como pene invertido, con el escroto haciendo de
útero y los testículos de ovarios. Miremos las imágenes.

La imagen que vemos es una vagina representada como pene.


La anatomía de Galeno constituyó durante muchos siglos el modelo hegemónico de
significación del cuerpo en Occidente. Regido por una “metafísica de la jerarquía”, el hombre
devendría en el ser ideal y la mujer no sería más que la versión inferior de este. Los “hallazgos”

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construidos en este tiempo justificaron esta concepción jerárquica de los cuerpos, en la cual el
hombre era el parámetro, la norma.
Esta concepción de carne única puede visualizarse en distintas representaciones, como por
ejemplo en el libro que vimos en el módulo 1 de Andrés Vesalio, De Humani. Corporis Fabrica.

Hacia finales del siglo XVIII, los cambios políticos y culturales, resignificaron el modelo de una
sola carne y se construyó un nuevo marco de sentido respecto a los cuerpos: el modelo de la
diferencia sexual.
En este modelo, los genitales fueron interpretados como el epicentro de la diferencia sexual.
Laqueur nos muestra cómo, por ejemplo, los testículos, órganos que habían sido comunes a
ambos sexos, tuvieron su propio nombre como consecuencia del “descubrimiento del esperma
y el huevo”. “En algún momento del siglo XVIII, ‘testículo’ pasó a designar sin ambigüedades la
gónada masculina (…) Los ‘ovarios’ ya no eran las ‘piedras femeninas’ o los ‘testículos
femeninos’, y pasaban a significar su equivalente femenino” (Laqueur, 1994, p. 275).
¿Por qué se produjo el desplazamiento de un modelo de interpretación de los cuerpos unisexo
(una sola carne) a un modelo de los dos sexos (diferencia sexual)? Laquer plantea una
hipótesis sugerente: los hallazgos científicos no fueron los que motorizaron estos cambios
interpretativos, sino las revoluciones epistemológicas y políticas. Para el autor, las nuevas
sensibilidades políticas sobre la democracia liberal, los derechos y la jerarquía entre los sexos
encontró en esas representaciones de sexos antinómicos una forma de naturalizar
desigualdades.
En síntesis: no había más descubrimientos sobre la realidad de los cuerpos, sino nuevas
interpretaciones políticas sobre la diferencia sexual.
¿Y los cuerpos no binarios? ¿Qué pasa con quienes no se “acomodan” a los estrictos casilleros
de femenino y masculino?

Miremos la foto

¿Qué miramos cuando vemos este cuerpo? ¿Dónde se detienen


nuestros ojos? ¿Dónde queremos hacer “zoom”? ¿Qué queremos
descifrar? ¿Qué formas de mirar hemos aprendido? ¿Qué palabras
usamos para describir este cuerpo? ¿Qué pronombre? ¿Qué
preguntas intentan responder nuestros marcos de pensamiento?

Hermaphrodite and a dog in a ráiler ráiler, Maryland.


Foto de Diane Arbus.

¿Podemos afirmar la idea de que la diferencia sexual es una construcción? Las teorías y
explicaciones que fundamentan el contenido y significado de esa diferencia sexual no han sido

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siempre las mismas. La medicina, la biología, la anatomía, la historia, la sociología, la filosofía
(entre otras) han constituido disciplinas que han producido y contribuido a la construcción de
regímenes de normalización respecto al cuerpo, tanto en la elaboración de un marco de
pensamiento para leer y analizar las corporalidades como para intervenirlas.
En estos regímenes de normalización podemos observar el funcionamiento de una norma de
género, que prescribe existencias esperables para cada una de nuestras partes del cuerpo,
dependiendo de si se trata de cuerpos “masculinos” o cuerpos “femeninos”, es decir, binarias.
Pero ¿qué define que un cuerpo sea masculino o femenino? ¿El sexo? ¿Y qué es el sexo? ¿Una
organización en dos de nuestros cuerpos? ¿Con qué criterios? ¿Con qué fundamentos?
Recorramos los trabajos de la bióloga feminista Anne Fausto-Sterling (2006) para pensar
estas construcciones, donde problematiza, a través de distintas historias reales, los genitales
como un primer organizador de la norma que construye al binarismo sexual. Lo que definía
que un cuerpo fuera clasificado como femenino o masculino era la existencia de genitales
(visibles y exteriores “normales”).

Falométro: indica el tamaño de un pene o un clítoris normal.


Fausto-Sterling (2006).

Fausto-Sterling recupera literatura clínica respecto al protocolo seguido por la medicina en


casos de nacimiento de personas intersexuales1: nace un cuerpo que no tiene definidas las
características sexuales (órganos genitales externos) y un equipo de expertos define el sexo
en función de la mejor adaptación de los genitales existentes a “una vida sexual normal”. Las
clasificaciones clínicas de estos “desórdenes” corporales se revierten con terapias hormonales,
cirugías correctivas y tratamientos psiquiátricos. Este conjunto de expertos presentan como
“solución” un tratamiento para “corregir” el cuerpo en cuestión y construir un cuerpo con un
solo sexo (o ¿un sexo en un cuerpo?). Las intervenciones biomédicas sobre las corporalidades
intersex prometen ordenar una nueva naturaleza sexual, única, sin ambigüedades2.
1
¿Qué es la intersexualidad? Ver “La ‘I’ de LGBTIQ: ¿Qué es la intersexualidad?” (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
2017).
2
Sobre este tema, pueden leer la entrevista a Marina Elichiry (2019), donde se refiere a las intervenciones quirúrgicas realizadas a
niños y niñas interesex con el objetivo de “normalizar” cuerpos que no están enfermos ni en riesgo de salud: “Mutilación y tortura
de niñxs y bebés en la Argentina”.

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Uno de los casos más resonantes es el del psicólogo John Money y su paciente David Reimer.
Money era defensor de que el género era adquirido y no innato y experto en el estudio de las
“anomalías de los caracteres sexuales” y en las terapias de reasignación sexual. Con el caso
Reimer demostró inicialmente la posibilidad de resocializar a un niño nacido varón que, tras un
accidente en su circuncisión cuando tenía ocho meses, fue socializado como una niña, Brenda.
En Estados Unidos fue conocido como el caso John/Joan. Intervenciones cruentas y terapias
hormonales construyeron una mujer sobre el cuerpo de un varón circuncidado: no se puede
ser hombre sin pene. David renunció a la identidad femenina asignada y se suicidó en el año
2004.

Les proponemos tomar contacto con el relato en primera de persona de David Reimer.

En Argentina, estas intervenciones de reasignación sexual sobre corporalidades intersex


fueron investigadas por Luciana Lavigne (2009), quien analizó a médicos que intervenían en el
campo de reasignación de sexo, y Cecilia Rustoyburu (2015), que desde una mirada histórica
problematizó la corrección sexual con tratamientos hormonales en niños y niñas en la primera
mitad del siglo XX. En ambas investigaciones los presupuestos de Fausto-Sterling de una
política de género sobre los cuerpos son guiados por trabajo empírico con fuentes de la
Sociedad Argentina de Pediatría o de la Sociedad Argentina de Endocrinología que avalan esas
intervenciones correctivas.
La OMS calcula que el 1,7 % de la población no entra dentro de las categorías binarias
masculino y femenino, y que existen, según Mauro Cabral, más de cuarenta formas de ser
intersexuales.

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Los distintos casos que recupera Fausto-Sterling (2006) ejemplifican cómo los cuerpos de
personas intersexuales han sido objeto de numerosas investigaciones, estudios, usos, abusos,
violaciones, mutilaciones.
La insistencia en que somos cuerpos de un solo sexo, con genitales de forma, tamaño, color,
longitud, grosor, consistencia y textura preestablecidos3 produce cuerpos para un sexo:
En vez de forzarnos a admitir la naturaleza social de nuestras ideas sobre la diferencia sexual,
nuestras cada vez más sofisticadas técnicas médicas nos han permitido, al convertir tales
cuerpos en masculinos o femeninos, insistir en que la gente, es por naturaleza, o varón o
mujer, con independencia de que los nacimientos intersexuales sean notablemente frecuentes
y puedan estar aumentando. (Fausto-Sterling, 2006, p. 75)

Fausto-Sterling analizará también otros indicadores que sexualizan binariamente la materia


del cuerpo: las hormonas sexuadas (se entienden como femeninas y masculinas por los
órganos que afectan) y los debates sobre el cuerpo calloso y el tamaño del cerebro. Allí
también la ciencia médica y la biología buscaron pistas para construir de una vez y para
siempre la diferencia sexual.
A partir de lo recorrido, podemos preguntarnos: si el género precede al sexo, ¿género y sexo
son lo mismo?; si género y sexo son lo mismo, ¿por qué debería haber solo dos formas de
construir los cuerpos?

El “cuerpo” en la teoría feminista: discusiones respecto al cuerpo y


la diferencia sexual
Brevemente, nos gustaría rescatar aquí de forma esquemática los aportes de la teoría
feminista para pensar el lugar del cuerpo, los cuerpos, la corporalidad y, sobre todo, la
diferencia sexual.

Fotoperformance, Liliana Maresca (1983).

3
Anne Fausto-Sterling (2006) sistematiza una escala en centímetros del tamaño considerado aceptable para un clítoris y un
pene de un niño o niña: de 0 a 1 centímetros, un clítoris es considerado médicamente aceptable; de 1 a 2 centímetros,
inaceptable. Un pene que mida de 3 a 5 centímetros es considerado aceptable; de 1 a 2 centímetros, inaceptable.

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Recordemos, como señalamos en el módulo 1, que algunos de los conceptos como
embodiment (corporalidad) y performatividad fueron resignificados por la teoría feminista. En
el recorrido del apartado anterior presentamos cómo la biología y la biomedicina construyeron
en los cuerpos una grilla de interpretación de la diferencia sexual binaria. Desde la premisa de
Simone de Beauvoir (2008 [1949]) acerca de que la anatomía no es destino y su pregunta
sobre si “segregan femeneidad los ovarios” hasta los debates respecto de volver a pensar al
cuerpo desde metáforas biologicistas no evolucionistas, los debates sobre el locus del cuerpo
en la teoría feminista son dinámicos, intensos y permanentes.

A continuación, vamos a recuperar tres conceptos sobre la corporalidad desde los aportes
feministas que podemos problematizar en y desde la escuela.

Las y los invitamos a visitar la infografía “Corporalidad. Tres conceptos para pensar
desde la escuela”.

Otras expresiones que iremos trabajando en los próximos módulos y que derivan de estas
lecturas sobre cuerpo, materia, experiencia y diferencia sexual son la de cuerpo gestante o
cuerpo menstrual, que problematizan el lugar de lo biológico en la corporalidad.

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La Asociación Argentina para la
Investigación en Historia de las
Mujeres y Estudios de Género se
constituyó en el año 2017 con
representantes de universidades,
centros e institutos de todo el
país.

En su página web encontrarán


actividades, boletines, podcast y publicaciones que les permitirán imaginar abordajes en el
aula de los temas referidos a la investigación social con perspectiva de género desde el
campo de la investigación argentina.

¿Cómo pensamos los cuerpos visibles, invisibles e hipervisibles en la


trama escolar de la Educación Secundaria?

¿Cómo nos hacemos visibles en las instituciones educativas? ¿Cómo leemos, miramos,
escuchamos otros cuerpos? ¿Cómo habitan la escuela los cuerpos? ¿Qué pueden decir? ¿Qué
pueden expresar? ¿Cómo pueden moverse? ¿Qué se espera de ellos? ¿Cómo se encarna la
diferencia sexual? ¿Qué performances le exige la norma de género en este espacio-tiempo
específico? ¿Cómo existimos en la escuela? ¿Qué existencias se habilitan? ¿Cuáles son
exiliadas?

En primera persona

Les proponemos tomar contacto con los siguientes relatos en primera persona y
aproximarnos a los interrogantes compartidos:

“Un elefante rosa en un zoológico. Una historia, muchas historias”, de Sandro Ulloa (2016).

“El armario de la maestra tortillera”, de val flores4 (2009).

4
val flores escribe su nombre y apellido en minúscula como intervención lingüística de disrupción de la gramática normativa.
Este uso se inscribe en una genealogía de feministas que han llevado adelante la misma práctica política, como la autora bell
hooks, quien con el uso de las minúsculas intenta resaltar la importancia de lo que está diciendo y no el nombre propio.

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A lo largo de la historia, la escuela ha implementado una operatoria generizante de los
cuerpos. Desde la prescripción de contenidos diferenciada según género5 hasta la construcción
de armarios para “guardar” y silenciar las formas de vivir el cuerpo y la sexualidad no
heterosexual.
Como trabajamos en el módulo anterior, la escuela como institución moderna nacida y
significada en marcos de disciplinamiento y normalización ha participado de forma activa en la
producción de corporalidades.
Estos procesos establecieron las condiciones de inteligibilidad de los cuerpos en el espacio
escolar, produciendo a su vez cuerpos hipervisibles, que se construyen como focos de
problemas a corregir, encauzar. Su invisibilidad o mimetización a los repertorios legitimados
(binarios, heterosexuales) son las maneras posibles y habilitadas para habitar el espacio
escolar.
En este terreno de abyección edificado, circulan cuerpos metonímicos, cuerpos disimulables,
cuerpos excéntricos6 que construyen desde el exilio formas de resistencia a lo normado. La
fuga inaugura una posición política pedagógica revulsiva que trama procesos de enseñanza y
aprendizaje transgresores, buscando desestabilizar los regímenes de poder que limitan las
existencias posibles a dos. Esta pedagogía afirma que toda educación es sexual (Morgade y
otros, 2011) y nos invita a revisar los supuestos que se mueven en nuestras prácticas docentes
y a indagar y revisitar lo que decimos, lo que callamos, lo que expresamos y lo que silenciamos.
En esta sintonía, y con el objetivo de comenzar a ejercitar una pedagogía transgresora, les
proponemos a continuación distintos tópicos para transversalizar un abordaje de la
construcción de la diferencia sexual de los cuerpos en la enseñanza de las distintas áreas:
● La perspectiva de género para revisar las formas de producción de conocimiento y las
relaciones entre naturaleza y cultura desde esa perspectiva.
● La construcción de la diferencia sexual desde miradas sociohistóricas y culturales.
● Problematizar los modos en que las corporalidades trans, travestis, intersex, no binarias
como existencias corporales fueron invisibilizadas y “corregidas” en función de la
“verdad del sexo”.
● Los conceptos de cuerpo, género, sexo dentro de los regímenes heteronormativos y las
propuestas de “fuga”.
● La narración de la experiencia corporal en el relato en primera persona: un itinerario de la
identidad corporal.
● El debate sobre las formas de conocimiento de la experiencia corporal: el discurso, la
materialidad del cuerpo, el lugar de la experiencia “encarnada”.

5
Al respecto, los y las invitamos a releer la Ley N.° 1420, artículo N.° 6: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/normas/5421.pdf.
6
Lopes Louro (2019) usa este término para referirse a todos los que de alguna manera no están en el centro, es decir, que se
corren de esa identidad masculina, blanca, heterosexual.

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● El trabajo con imágenes, relatos y discursos que detecten estereotipos corporales
binarios y se pregunten por la representación más allá de las figuraciones masculinas y
femeninas.
● La relación entre la corporalidad y la subjetividad: ¿qué puede un cuerpo?
● La producción por regímenes heterosexistas de cuerpos visibles, invisibles e
hipervisibilizados en el ámbito de la escuela.

Lecturas ampliatorias
Beauvoir, S. de (2008 [1949]). El segundo sexo. Buenos Aires: Debolsillo.

Butler, J. (1990). Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity. New York:
Routledge.

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En D. Jones y otros (Coords.). La producción de la sexualidad. Políticas y regulaciones
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políticas del desacato. Tropismos de la disidencia. Santiago de Chile: Palinodia.

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Autor(es): Equipo de la Dirección de Formación Docente Permanente. Dirección


Provincial de Educación Superior, DGCyE. Provincia de Buenos Aires (2022)

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