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UNIVERSIDAD CATOLICA

“NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCION”

FACULTAD ECLESIASTICA DE SAGRADA


TEOLOGIA

TEOLOGIA DE LA LIBERACION

Universidad: Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción"

Facultad: Teología

Asignatura: Metodología Científica

Tema: Teología de la Liberación

Alumno: José Augusto Banegas Seas

Curso: Primer Curso

Sección: Sección A

Profesor: Pbro. José Librado

Asunción-Paraguay 24 de junio del 2021

1
Índice
Introducción……………………………………………………………….3

Capítulo 1…………………………………………………………………..4

Capítulo 2……………………………………………………………………7

Capítulo 3……………………………………………………………………9

Conclusión………………………………………………………………….11

2
Introducción:
Quizás entre ustedes haya quienes se pregunten “¿Qué es eso de la Teología de la
liberación?”, o quizás alguien se enteró de algo pero no sabe bien de qué se trata, o tal
vez haya quien se pregunte si la Teología Liberación es algo del pasado, o qué
perspectivas de futuro tiene.

Primero, quisiera compartir con ustedes sobre qué trata la TL: durante los años ‘60s,
surge en el continente una camada de teólogos católicos y protestantes, que se
formaron en Europa y EE.UU. pero se enfrentan a la necesidad de elaborar teología
desde la realidad sufriente de los pueblos latinoamericanos. En este sentido, el
peruano Gustavo Gutiérrez, quien es considerado como el primero que sentó las bases
de la Teología de la Liberación, reflexiona: “¿Cómo hablar de Dios en un contexto de
injusticia? ¿De qué manera hablar de un Dios que se revela con amor en una realidad
marcada por la pobreza y la opresión? ¿Cómo anunciar al Dios de la vida a personas
que sufren una muerte prematura e injusta? ¿Cómo reconocer el don gratuito de su
amor y su justicia desde el sufrimiento del inocente?

¿Con qué lenguaje decir a los que no son considerados personas que son hijos e hijas
de Dios? En conclusión: El sufrimiento humano, el compromiso con él, las preguntas
que surgen sobre Dios, son el punto de partida y el tema central de la teología de la
liberación”.1 Como vemos, la teología ya deja de mirar el cielo para hacerse concreta,
acompañando los sufrimientos del pueblo oprimido, sus luchas y esperanzas, con
vistas a caminar hacia su liberación plena, un tiempo futuro en donde Dios y el ser
humano se encontrarán, y no habrá llanto ni dolor ni muerte. 2

1
(Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Sígueme. Salamanca, 1988, pág. 19, citado por
Carmen Alegre en “¿Tiene futuro la Teología de la Liberación?” en la revista de la Provincia Mercedaria
Argentina Camino de Libertad, 2007).
2
(Apocalipsis 21:4).

3
Capítulo 1

Orígenes y conceptos

Los orígenes de la Teología de la liberación remontan a años incluso previos al Concilio.


Medellín es un hito en su historia. En la segunda conferencia trabajaron mano a mano
obispos y teólogos. Entre estos, destacó Gustavo Gutiérrez quien por esos mismos
años redactaba el libro publicado en 1971 titulado Teología de la liberación.
Perspectivas, por el cual se le reconoce como el “padre” de esta teología (Gutiérrez
1972).

Entre los teólogos más conocidos se distinguen: J.L. Segundo, J. Comblin, J. Miguez, H.
Assman, R. Muñoz, L. Gera, A. González F., J.C. Scannone, P. Richard, L. Boff, C. Boff, J.
Sobrino, D. Irarrázaval, L.C. Susin, A. Brighenti, C. Mesters, I. Ellacuría, P. Trigo, V.
Codina, E. López, J.B. Libanio, F. Taborda, P. Suess y las mujeres M.A. Aquino, A.M.
Tepedino, E. Támez, M.C. Bingemer, C. Vélez, e I. Gevara. No menciono a las nuevas
generaciones por no alargarme. El comienzo teológico, sin embargo, de la Teología de
la liberación es la constatación de la opresión de los pobres como un hecho repudiado
por Dios. G. Gutiérrez entiende que la Teología de la liberación nace del deseo de
anunciar el Evangelio a “pueblos dominados, clases sociales explotadas, razas
despreciadas y culturas marginadas” (Gutiérrez 1972, p. 22). El problema teológico
más hondo se expresa en la pregunta: “¿Cómo anunciar el Dios de la vida a personas
que sufren una muerte prematura e injusta? ¿Cómo reconocer el don gratuito de su
amor y de su justicia desde el sufrimiento inocente? ¿Con qué lenguaje decir a los que
no son considerados personas que son hijas e hijos de Dios?” (Gutiérrez 1986, pp. 18-
19).

Algunos de estos teólogos, debe decírselo, han sido hostigados, expulsados de las
universidades e incluso asesinados, como es el caso de Ignacio Ellacuría. Su relación
con los episcopados nacionales y con la Congregación para la Doctrina de la fe ha sido
muy difícil. Por cierto, esta Congregación publicó dos documentos –uno de ellos muy
crítico- sobre la Teología de la liberación (1984 y 1986). Pero el mayor problema de
esta teología, al menos su versión más conocida, ha sido irse quedando “sin iglesia”.
Sea por los acelerados procesos de individuación, sea por el descuido de las CEBs
4
(Comunidades eclesiales de base) por parte del clero, cuando no por una política de
recuperación del poder sobre los fieles, la Teología de la liberación ha ido perdiendo su
lugar de arraigo. Por otra parte, tampoco ha podido renovar su combate contra
capitalismo. El intento venezolano de reflotar el discurso revolucionario ha terminado
en el mayor de los fracasos. La revolución cubana, ahora último al comando de Miguel
Díaz-Canel, ya no entusiasma a su pueblo deseoso de libertad y respeto a los derechos
humanos. La resistencia al neoliberalismo corre hoy por carriles más moderados, como
las propuestas del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).

El Papa Francisco, como se ha dicho, le ha dado un segundo aire a la Teología de la


liberación. Por una parte, ha impulsado nuevamente la opción por los pobres,
asumiendo una decidida postura en contra de un tipo de economía que “mata” 3 y que
tiene a la tierra al borde de “catástrofes” 4. Por otra, ha respaldado el trabajo de los
teólogos como no lo había hecho el teólogo Benedicto XVI. 5

Tras la definición que Gutiérrez forjó de la Teología de la liberación en el libro


mencionado, me atrevo a formular una nueva definición que integre clarificaciones
importantes realizadas por los teólogos y teólogas desde entonces. Diría que ella “es
una reflexión sobre la praxis cristiana liberadora de colectivos humanos oprimidos,
hecha a la luz de la tradición de la Iglesia y con los mecanismos de conocimiento de la
realidad las ciencias sociales”

Principales conceptos:

La Teología de la Liberación no es un cuerpo teórico monolítico, sino más bien se trata


de un movimiento compuesto por diversas teologías; sin embargo podríamos
enumerar algunos temas comunes a este conjunto teológico:

La centralidad de la Biblia “y especialmente los evangelios” como fuente


transformadora de las vidas de las personas y los pueblos.

3
(Evangeli gaudium, 53)
4
(Laudato si’,161)
5
(Evangeli Gaudium, 133)

5
Es una teología cristocéntrica, es decir, Jesucristo es el centro, pero ahora se pone de
relieve lo que en teología se llama una cristología (el estudio de Jesucristo) “desde
abajo”, es decir la vida y el ministerio de Jesús de Nazaret, por encima de una
cristología “desde arriba” que le daría más importancia al Cristo celestial (es muy
interesante leer los estudios cristológicos del barcelonés Jon Sobrino, por ejemplo, su
obra Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret).

En este sentido, Jesús, el carpintero, el trabajador pobre de Nazaret, que convoca a


otros pobres para conformar comunidad, nos enseña que Dios opta preferencialmente
por los pobres, y justamente, los pobres son los protagonistas de la nueva iglesia, y los
transformadores de la sociedad.

Por esta razón, la teología de la liberación plantea un concepto que es una novedad
para este tiempo, pero que no es extraño a los y las marxistas, habla de “praxis”, este
es un término de origen griego que significa “práctica”, es decir, es una práctica en
diálogo con la teoría, es una práctica que transforma la realidad para hacerla más
habitable, más digna y justa, en síntesis, acorde al reino de Dios 6.

Además, la TL tiene una perspectiva histórica, lo que en teología se llama “escatología”


(el estudio de los días postreros, el fin de los tiempos) fundada en la promesa del libro
del Apocalipsis, en donde la historia humana llegará a su fin, para dar comienzo a la
historia de Dios, en donde habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, caracterizados por
la ausencia de dolor, de llanto y de muerte. Por nuestra parte, la humanidad, y
especialmente los pobres, tenemos la tarea de ser colaboradores de Dios, en la
construcción de este nuevo tiempo, denominado como “el reino de Dios”.

6
( Militancia y ética cristiana de José Luis Segundo)

6
Capítulo 2

Opción preferencial por los pobres

Para Gustavo Gutiérrez, el término pobre “implica siempre una connotación colectiva y
tiene en cuenta la conflictividad social”. El pobre en la Biblia forma parte de un grupo
social, es un pueblo entero, se trata de “los pobres de la tierra”, es decir, los anawim o
“Pobres de Yahveh” según la Escritura.

Igualmente, Ignacio Ellacuría afirma que el concepto de “pobre” no es ni ahistórico ni


neutro, sino dialéctico; decir “pobre” es suponer que existen aquéllos que despojan al
pobre de lo suyo. Por otra parte, la definición de “pobre” incluye un nivel
específicamente teológico: el pobre es locus theologicus por excelencia; es decir, es en
el pobre donde Dios quiere ser encontrado: “el verdadero cuerpo histórico de Cristo y,
por tanto, el lugar preeminente de su tomar cuerpo y de su incorporación no es la
Iglesia sin más, sino los pobres y los oprimidos del mundo”. A nivel cristológico, el
problema de los pobres es el problema de Jesús. El peso masivo de la dedicación de
Jesús a los pobres, sus ataques no escasos a los ricos y a los dominadores, la elección
de sus apóstoles, la condición de sus seguidores, la orientación de su mensaje, dejan
pocas dudas de cuál fue el sentir y la voluntad preferente de Jesús.

A nivel eclesiológico, los pobres no son una parcela de la Iglesia, sino el núcleo o “lugar
preeminente” del tomar cuerpo Cristo (709). La promoción espiritual y temporal de los
pobres debe ser el afán de la Iglesia; salvación y promoción humana están ligadas en el
plano histórico.

En ulteriores desarrollos de la TL, la noción de pobre se ha ampliado a otras categorías


de opresión o alienación: hay opresiones que se manifiestan en desprecio de tipo
racial, étnico o sexual que requieren tratamiento específico en el ámbito de la TL.

Nos referimos al Dios judeocristiano revelado escatológicamente por su Hijo Jesús. Dios
se revela por su nombre en el proceso de liberación de grupos oprimidos por el imperio
egipcio, proceso que comprende la salida de su zona de influencia y la constitución de
un pueblo liberado, es decir, creyente y fraterno, en el esfuerzo de crear vida y de

7
crearse como pueblo en el desierto donde no había condiciones para vivir.7 En ese
proceso de liberación Dios se revela a los oprimidos como el que va con ellos, dándoles
consistencia cuando se derrumbaban, entereza y solidez cuando sentían que no podían
más, fundamento cuando estaban desfondados, que eso significa el nombre de
Yahveh. Cuando el pueblo se sedentariza, Yahveh se revela como el Dios del
extranjero, el huérfano y la viuda, que son los que no tienen piso para asentarse: Dios
les da la consistencia que la sociedad les niega, rompiendo la fraternidad que debe
caracterizar al pueblo de Dios. En ese trance Dios se revela, a través de la palabra de
los profetas, como un Dios incompatible con la opresión, que exige que se haga justicia
a los oprimidos y que no se explote a los débiles.

Esta predilección de Dios por sus pobres llegó hasta el punto de confiar tanto en ellos
que los eligió como hábitat de su Hijo: así aparecen caracterizados María y José, los
pastores, Simeón y Ana, en el evangelio de la infancia de Lucas.

Así pues, el Dios judeocristiano no es el dios de los dioses y el señor de los señores, el
que culmina y trasciende las jerarquías sociales, un dios que no existe sino que es
proyección de la fuerza de los poderosos y de los anhelos de los débiles, sino el que
está con los de abajo, dándoles consistencia, su misma consistencia, como se reveló en
su Hijo Jesús, una consistencia que no pudieron quebrar los poderes de este mundo y
de la que vivimos y viviremos siempre.

En fin sabiendo todo esto, como iglesia debemos asumir esta postura, ya que somos
Seguidores de este Dios de justica y que toma la condición de hombre y asume la
pobreza de la gente de su tiempo para que a través de este gesto demostrar que es
posible al igual que El, ser testigos de su amor en la realidades más pobres del mundo.
De igual manera la iglesia en los distintos documentos del celam8 nos invita a tener una
postura comprometida con las causas sociales de justicia e igualdad.

7
(opción por los pobres, Gustavo Gutiérrez)
8
(Conferencias episcopales latinoamericanas)

8
Capítulo 3

Aportes a las realidades actuales

El primero es la inversión de la relación entre la teoría teológica y la praxis de la fe. En


los siglos de la Escolástica barroca y de la Neoescolástica, el primado lo había tenido la
ortodoxia, la exactitud en la formulación de las verdades en las que hay que creer. La
Teología de la Liberación opta decididamente por la orto praxis. Lo decisivo es que el
creyente se comporte en su vida cotidiana de acuerdo a su fe en Jesús, que lo siga. Y la
fe es concebida como esencialmente liberadora. La praxis de la fe, que es lo primero, es
praxis de liberación en la historia9. Luego viene la teología como acto segundo, para
reflexionar esa praxis a la luz de la Escritura (y de los demás lugares teológicos). Ahora
bien, dado que la Teología de la Liberación nace –como acabamos de ver– por el
impacto sobrecogedor de la experiencia de la pobreza, en esta praxis la liberación
política y económica ocupa el primer plano y a ratos, incluso, toda la visión. Sin
embargo, como ha subrayado Gustavo Gutiérrez en repetidas ocasiones, desde el
comienzo está claro que esa liberación es sólo el primero de tres niveles, cada vez más
hondo, que constituyen la liberación que busca y ofrece la fe; los otros dos son la
liberación personal y la liberación del pecado. Hay en esta inversión una recuperación
de la savia que recorre toda la Escritura. El Dios que nos presenta tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamento no está interesado en primer lugar en enseñarle a su
pueblo cómo es Él ni quién es Él, sino en intervenir en su historia para salvarlo. Y es en
esa acción histórica, liberadora, de Dios que el pueblo va conociendo quién es y cómo
es su Dios. Es lo que vemos también en los Evangelios; Jesús primero actúa y luego de
algún tiempo plantea a sus discípulos más cercanos la pregunta por su identidad,
confiando en que, por lo que le han visto hacer y decir, podrán inducir quién es él.10 La
intervención histórica de Dios llega precisamente a su extremo en Jesús, porque, en la
encarnación, Dios, en la persona de su Hijo, se hace uno de nosotros para compartir
desde dentro nuestra condición humana. Así, invertir el orden para poner la orto praxis
por sobre la ortodoxia no es más que ser fieles al Dios de Jesús.

9
(Espiritualidad de la liberación Pedro Casaldaliga)
10
(De lado de los pobres Gustavo Gutiérrez)

9
El segundo aporte original de la Teología de la Liberación surge orgánicamente del
anterior. Si lo central de la fe es la praxis de liberación, entonces los creyentes deben
hacer una opción decidida por los pobres, entendiendo que “pobre” es como el
símbolo, la cifra o el sumo analogado que designa a todos los necesitados de
liberación. Esta opción por los pobres que hace el creyente en Jesús no es más que el
eco de la opción de Dios tal como nos lo presenta la Escritura, de modo que, aquí
también, la Teología de la Liberación no hace más que ser fiel al Dios de Jesús. Como lo
que busca la opción por los pobres es su liberación, la Teología de la Liberación se
vincula inevitable y necesariamente con el contexto en que viven los pobres cuya
liberación hay que contribuir a lograr de la manera más eficaz posible; y se vincula
también con las ciencias humanas y sociales que permiten, en principio, percibir con
más claridad lo que está en juego en ese contexto, ayudando así a encontrar los
caminos de una praxis que sea eficazmente transformadora.

Quizás otro aporte puede ser que lo más interesante de la Teología de la Liberación es
la fuerza transformadora de la ideas. El descubrir que a raíz del Concilio Vaticano II
surge un movimiento que es intelectual pero también popular y que pone las ideas se
ponen al servicio de los más pobres. La Teología de la Liberación tiene una expansión
extraordinaria en multitud de países en muy poco tiempo. Esto teólogos, además, no
estaban interconectados ni eran una organización. Era una filosofía de
comportamiento que pretendía cambiar el mundo. También es cierto que nace en un
momento especial. El alumbramiento de la Teología de la Liberación se produce en los
años sesenta. Una década especialmente recordada por la eclosión de los movimientos
sociales.

La Teología de la Liberación latinoamericana caló hondo en no pocas conciencias


cristianas adormecidas, contribuyó a revitalizar importantes movimientos eclesiales
renovadores, ha penetrado en las viejas aulas de seminarios y facultades de teología, y
dejó una impronta en los más prestigiosos y creativos teólogos.

10
Conclusión:

Quisiera concluir esta monografía respondiendo la siguiente pregunta que quizás


algunos se harán, pues es la misma que me hicieron en mi comunidad cuando les hable
sobre el tema que iba desarrollar en la presente monografía “¿Por qué quieres escribir
sobre la teología de la liberación?” porque la teología de la liberación nos presenta
un camino de una iglesia comprometida con las realidades de los distintos pueblos en
los que nos toca servir, no solo de una iglesia consoladora sino de una iglesia que
trabaja con ellos para sanar sus realidades y miserias. Otro de sus puntos que cite en
este trabajo fue, en que esta teología nos ayuda a acercarnos al Jesús del evangelio, un
Jesús simple que nace en un pueblo pobre y desde ahí comparte sus vidas y sus luchas
con esta gente con la que le toco convivir, trabaja codo a codo con ellos y no solo
consuela sino que sana sus dolencias y les muestra como construir un reino de Dios
entre nosotros desde el amor la justicia y la igualdad. La T.L nos muestra un camino
para ser iglesia sinodal que son una de las principales propuesta del Concilio Vaticano
Segundo, una iglesia que sepa compartir sus responsabilidades con la gente sin
aferrarse al poder totalitario que muchas veces ha corrompido y dañado a la iglesia. En
fin la T.L nos muestra una fe que no es la fe de la que habla Marx, diciendo que la fe es
la anestesia del pueblo, sino que la Fe es la que hace despertarse al pueblo que está
cansado de las injusticias y desigualdades a las que muchos son sometidos, esta Fe que
les hace descubrir que son hijos de Dios y que al igual que todos mérense un mundo
más justo y más humanos para todos, una Fe que les hace descubrir que hay un Dios
que se hizo hombre por amor a la humanidad para demostrar que hay que ser capaces
de dar la vida por amor a los otros y más aún que nuestras causas y creencias valen
más que la propia vida. Concluyo con las palabras de Pedro Casaldaliga “la T.L es
necesaria para la Iglesia porque predica dos cosas necesarias para el mundo de hoy
Coherencia Evangélica y un Dios que camina con su pueblo”

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Bibliografía

De lado de los pobres Gustavo Gutiérrez Editorial Paulinas 2004

Espiritualidad de la liberación Pedro Casaldaliga Editorial “Envió” 1993

Militancia y ética cristiana de José Luis Segundo Ediciones Aurora 2003

Opción Por los pobres Gustavo Gutiérrez Editorial Paulinas 1987

Encíclica “Laudato si” Papa Francisco 2015

Encíclica “Evangeli Gaudium” Papa Francisco 2013

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