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AUTORES ESPAÑOLES
TOMO VIGÉSIMOCUARTO.
^2>^ BIBLIOTECA
6552,5
AUTORES ESPAÑOLES
DESDE LA FORMACIÓN DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS
W
DÍAS.
COMEDIAS ESCOGIDAS
DE
TOMO PRIMERO.
MADRID.
IMPRENTA Y ESTEREOTIPIA DE M. RIYADENEYRA
SALÓN DEL PRADO, 8.
1853,
Pe?
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G*
0-
C'
» ,
doña María Guzman y Portocarrero y era aunque moza de cántaro parienta del du-
, ,
,
que de Medina, su resistencia había desaparecido. Hecha pues una gran reverencia
muda á la novia , se adelantó el actor á la orilla del tablado para dirigir esta breve alo-
cución al púbHco :
Aquí
Puso fin á esta comedia
Quien si perdiere este pleito
,
pero principalmente de los que llenaban el patio, hubo de sahr entonces, entre ruido-
sas palmadas, un grito unánime de admiración , de entusiasmo y orgullo nacional jus-
tísimo. <r
j
Vítor, Lope clamaba aquella alborozada multitud una vez y otra
! » ; « j Viva
el fénix de los ingenios! jViva Lope de Vega !
de 1625, era un sacerdote septuagenario, caballero del hábito de San Juan, príncipe
déla poesía española, milagro de la naturaleza, pasmo del orbe.
y, PRÓLOGO.
A los once años habia escrito su primera composición dramática.
ochenta y tres.
por los teatros del reino hasta entonces ; mil y quinientas eran á los setenta. Cincuenta
V cuatro comedias por año habia producido en edad tan poco á propósito así para el
trabajo corporal recio como para tareas penosas del espíritu ; en solas vemte y cuatro
horas, mitad en un dia y mitad en otro, componía Lope un drama de dos mil y cuatro-
cientos versos ó mas agigantado
:
y poco menos que increíble esfuerzo, que habia re-
petido en su vida , no dos ni tres ni diez veces solas , sino mas de ciento.
tolas, églogas, entremeses, loas y otra multitud de composiciones, con las cuales
(aunque no en su totalidad) el impresor don Antonio de Sancha formó una colección
de veinte y un tomos en 4.°, que principió á publicarse en Madrid el año de 1776.
Sí todas las obras de Lope se conservaran ellas solas formarían mas de cincuenta y,
ocho tomos como los de esta Biblioteca de catorce á quince lo menos se necesita-
; , ,
rian para incluir las que aun pueden hallarse. No cabe en nuestra Biblioteca tanto ; no
querrían nuestros lectores tal número de volúmenes de un autor mismo : nos es nece-
sario escoger. Se darán pues tres tomos de comedias y uno de obras sueltas escogidas de
Lope, donde se procurará reunir lo mejor que compuso y lo quemas propiamente sirva
breve noticia del argumento de las que he podido haber alas manos y quedan fuera
de la colección. Al catálogo acompañarán observaciones y noticias sobre varios dra-
mas, y, sujeto en lo posible á orden cronológico, reparará la casi arbitraria colocación
que lleven las comedias en los tres tomos : al terminar el último sabré de esto algo
mas que ahora.
Una buena biografía de Lope haría muy al caso á este primer tomo de sus comedías
escogidas. Tiempo há que pensaba escribirla un autor de gran erudición é ingenio,
hábil, y felicísimo sobre todo, para buscar y hallarse á medida de su deseo cuan-
tos documentos necesitare : imprudencia seria empeñarme yo en hacer como cual-
quiera lo que otro puede como ninguno. Mientras el futuro biógrafo de Lope da á luz
su obra , súplala imperfectamente la que nos dejó el doctor Juan Pérez de Montal-
ban , agregándosele aquí algunas noticias tomadas del Diccionario de hijos ilustres de
Madrid, que escribió el diligentísimo don José Alvarez y Baena, y alguna también del
señor Adolfo Federico de Schack, autor de una historia excelente del teatro español,
,,
PROLOGO. vil
publicada en Berlín ocho años há. Con la Fama postuma de Lope , obra de Montalban
su discípulo, con el bien razonado juicio acerca del Fénix de los ingenios que incluyó
en su Manual de literatura el excelentísimo señor don Antonio Gil de Zarate , y un ati-
nado artículo del señor don Adolfo de Castro, sobre el carácter de Lope, que apareció
en las columnas del Semanario pintoresco , y se reproduce aquí, junto á lo demás que
va mencionado, tiene á mi entender el lector lo bastante para saber qué estimación se
hizo de Lope en su siglo y en el pasado , cómo se le aprecia en el dia y cuál concepto
amante no es su primera obra dramática , sino la mas antigua de las que de él conoce-
mos. Lope la compuso, según afirma él propio, cuando tenia los años que entonces
su hijo : este contaría sobre catorce años de edad cuando su padre le dedicaba El ver-
dadero amante ; Lope no aguardó á su decimocuarto abril para producir su primera obra
escénica. «Las escribí de once y doce años,» dice en el Arte nuevo de hacer comedias.
Hubo, sí, de retocarla después, porque las primeras de Lope salieron divididas en
cuatro actos , y El verdadero amante aparece en tres , aunque se nota que el primero
contiene casi tantos versos como juntos los otros ;
prueba de que al modificar Lope
este drama, refundió los dos primeros actos originales en uno.
El verdadero amante, además de ser uno de los primeros ensayos de Lope, reúne la
lindres de Belisa , Quien ama no haga fieros Lo cierto por lo dudoso y La moza de cántaro
,
eran muy conocidas del público desde que aparecieron refundidas en el teatro ; las
De La niña de plata , El perro del hortelano , Las flores de don Juan Los , Tellos de Me-
néses y El premio del bien hablar hay varias ediciones modernas ,
pero faltas de trozos
y aun de escenas considerables, que se han restablecido en esta reimpresión, si-
guiendo el texto autorizado por Lope, es decir, el de la colección suya, que inspec-
cionó en la mayor parte. Así, de los veinte y siete dramas insertos en el presente vo-
lumen, seis apenas eran conocidos, siete no se hallaban en el comercio de libros, y
otros seis solo aparecían incompletos y viciados. El tomo primero pues de las come-
yi„ PRÓLOGO.
dias escogidas de Lope de Vega por el eminente mérito del autor y,
por los escritos de
en escenas, por las razones, buenas ó malas, que alegué al reimprimir en parte el teatro
pero si la doble pronunciación de algunos vocablos en aquel tiempo. Puntúo las cláusu-
las y acentúo las vocales según hoy se estila; escribo, por ejemplo, haber en lugar de aver,
Zaragoza por (^arago^a, Juan en lugar de luán, nube en lugar de nuue; pero imprimo
unas veces de esto , de ello , de él , y otras del , dello y desto ; aquí decidle , allí decilde ; tan
pronto doctor, efecto, concepto, envidia, recibir y ahora, como dotor, efeto, conceto, in-
ansí y asi . propio y proprio , escuro, obscuro y oscuro, etc., etc. De un modo y otro se
supresiones ó añadiduras mal hechas embrollan su desenlace de tal manera, que ape-
nas se entiende la intención del autor. En La niña de plata , que debe ser obra de Lope
y otro, aparecen en el acto 3.° dos personajes con los nombres trocados. La segunda
parte de Los Tellos de Menéses, compuesta en el mismo año que La moza de cántaro,
está escrita en estilo tan diferente, que en conciencia no se la debe tener por obra de
Lope ; en su totalidad no lo es de seguro. Sobre estos y otros semejantes puntos se ha-
blará en las notas.
Reunir en tres tomos las mejores comedias de Lope y otras que son recomendables
por varios títulos es el fin que me he propuesto al emprender esta colección : no se me
pida mas. Lopf:, la mayor gloria de nuestro teatro, una de las mas grandes de Espa-
ña, el poeta con mas facultades de tal que hubo en el mundo, merecía una edición
monumental y completa de sus obras no este pobre y desmedrado rebusco , : si puede
servir de algo á los que emprendan otras mejores, me daré por contento.
Los amigos que, tan generosos como siempre, me han facilitado sus libros para reim-
primir ó cotejar algunas de las piezas incluidas en este volumen, los señores don Agus-
tín Duran y don Aureliano Fernandez-Guerra y Orbe, reciban el sincero testimonio de
gratitud que les es debido. Mas cabal quisieran algunos eruditos á Lope : yo también ;
pero hágala yo , hágala otro, no ha de ser esta su postrera edición. Mientras se hable
castellano en el mundo, y aun después que nuestros sucesores dejen de hablarlo,
tendrá quien reproduzca sus admirables páginas el padre feliz, el portentoso creador
de la escena española.
1^
A LA VIDA Y MUERTE
(Madrid, en la imprenta del Reino, año 1636. Reimpresa en las Obras sueltas de Lope, Madrid, 1776, tomo xx.)
Lope Félix de Vega Carpió (A), portento del orbe, gloria de la nación, lustre de la patria, oráculo
de la lengua, centro de la fama, asumpto de la invidia, cuidado de la fortuna, fénix de los siglos,
principe de los versos, Orfeo de las ciencias, Apolo de las musas, Horacio de los poetas, Virgilio
de los épicos, Homero de los heroicos, Pindaro de los líricos, Sófocles de los trágicos y Terencio
de los cómicos ; único entre los mayores, mayor entre los grandes, y grande á todas luces y en
todas materias.
Nació en Madrid en casas de Jerónimo de Soto en , la puerta de Guadalajara , á 25 do noviem-
bre, año de 562, día de San Lope, obispo de Verona. Bautizóse en 6 de diciembre en la iglesia
parroquial de San Miguel de los Octoes, siendo cura el licenciado Muñoz, y padrinos Antonio Gó-
mez y Luisa Ramírez, su mujer. A los dos primeros abriles de su edad, ya en la viveza de sus ojos,
ya en el donaire de sus travesuras, y ya en la fisonomía de sus facciones, mostró con los amagos lo
que después hizo verdad con las ejecuciones. Iba á la escuela, excediendo conocidamente á los de-
más en la cólera de estudiar las primeras letras y como no podía por la edad formar las palabras,
;
repetía la lición mas con el ademan que con la lengua. De cinco años leía en romance y latín y ;
era tanta su inclinación á los versos, que mientras no supo escribir, repartía su almuerzo con los
otros mayores porque le escribiesen lo que él dictaba. Pasó después á los estudios de la Compa-
ñía, donde en dos años se hizo dueño de la gramática y la retórica y antes de cumplir doce te- ;
nia todas las gracias que permite la juventud curiosa de los mozos, como es danzar, cantar y traer
bien la espada quizá porque sabia que tocaba al buen poeta la noticia destas tres artes, como lo
,
advierte Horacio en su sátira nueve, diciendo que los versos medidos tienen cierto parentesco con
los compases de los pies en el ejercicio de danzar, con el movimiento de las manos en la destreza
de las armas, y con la entonación de las voces en la armonía de la música.
Viéndose ya mas hombre, y libre del miedo de su padre, que ya había muerto, ambicioso de
ver mundo y salir de su patria, se juntó con un amigo suyo, que hoy vive, llamado Hernando
Muñoz, de su mismo genio, y concertaron el viajo, para cuyo intento cada uno se previno de lo /
necesario fuéronse á pié á Segovia, donde compraron un rocín en quince ducados, que enton-/
:
ees no seria malo, por el valor que tenia el dinero pasaron á La-Bañeza y últimamente á Astor-
; ,
ga, arrepentidos ya de su resolución, por verse sin el regalo de su casa y asi determinaron vol- ; ,
verse por el mismo camino que llevaron y faltándoles en Segovia el dinero se fueron entram-
;
,
bos á la platería, el uno á'trocar unos doblones y el otro á vender una cadena. Pero apenas el
platero (escarmentado quizá de haber comprado mal otras veces) vio los doblones y la cadena,
claro está, pensó lo peor, pero lo posible y dio parte á la justicia que luego vino y los prendió;
, ,
mas el juez que debía de estar bien con su conciencia habiéndoles tomado su confesión, y vien-
,
,
do que decían entrambos verdad, porque decían una misma cosa, y que su culpa era mocedad, y
no dehto y en efeto que su modo su hábito y su edad no daban indicios de otra cosa, les díó li-
, ,
;
de los ministros, de hoy, para ocho dias de pleito no hubiera harto en un patrimonio.
que el dia
Luego que llegó á Madritl por no ser su hacienda mucha y tener algún arrimo que ayudase á su
.
lucimiento, se acomodó con don Jerónimo Manrique, obispo de Avila, á quien agradó sumamen-
te con unas églogas que escribió en su nombre, y con la comedia de Lapaüoral de Jacinto que y
•fué la primera que hizo cié tres jornadas, ponpie hasta entonces la comedia consistía solo en un
dialogo de cuatro personas que no pasaba de tres pliegos y destas escribió Lope de Vega mu-
, ,
chas, hasta introducir la novedad de las otras; para que sepan todos que su perfección se debe
damas; y cuantos después acá las han escrito
solo a su talento, pues las halló rústicas y las hizo
(aunque alguno bárbaramente lo niegue), ha sido siguiéndose por esta pauta, como los que apren-
den á escribir, que ponen la materia del maestro debajo del papel, para imitarle en el brioso des-
empeño de los rasgos y en la pertecla tbrma de las letras. Los aplausos que se le siguieron con el
nuevo género de comedias fueron tales, que le obligaron ¡i proseguirlas con tan feliz abundancia,
que i'U muchos años no se vieron en los nitulos de las esquinas mas nombres que el suyo, heroi-
camente repetido. Mas pareciéiidole que seria importante saber de raíz la filosofía, para no ha-
blar en ella acaso (desgracia que sucede á muchos), hizo elección de la insigne universidad de
.\lcal;i, donde cursó cuatro años hasta graduarse siendo el mas lucido de todos sus concurren-
,
tfs, así en las conclusiones como en los exámenes. Supo que estaba el señor duque de Alba en
Madrid, y vino á verle y á besarle la mano, de que se holgó su excelencia mucho, porque le ama-
ba con extremo; y así lo mostró ofreciéndole su casa, y haciéndole, no solo su secretario, sino su
valido favor que pagó Lope con escribir á su orden la ingeniosa Arcadia, enigma misterioso de
:
do a la corte á sus negocios hasta que enamorado de doña Isabel de Urbina hija de don Diego
, , ,
de Urbina, rey de armas y muy conocido en esta villa, hermosa sin artificio, discreta sin bachi-
llería y virtuosa sin afectación, se casó con ella, con permisión de los deudos de entrambas partes.
Mas el desden de la fortuna que siempre mira con ceño la quietud de las seguridades, desbarató á
,
Lope todas estas glorias: ¡qué mucho, si los méritos y las desdichas se dan las manos tan fácilmen-
te! Es pues el caso, que habia en este lugar un hidalgo entre dos luces (que hay también crepús-
culos en el origen de la nobleza como en el nacimiento del dia), de poca hacienda, pero de mu-
cha maña para comer y vestir al uso sin mas oficio que la asistencia en las conversaciones, don-
,
de pedia barato con desahogo á título de decir donaires á los presentes y cortar de vestir á los que
no estaban delante. Supo Lope que una noche habia entretenido la ociosidad del auditorio á su
costa, y disimuló la descortesía, no por temor, sino por desprecio; que hay hombros que aun no
merecen la ira del ofendido; mas viendo (pie porfiaba en su civil tema, cansóse y sin tocar en la ,
critos sin odio y con buen gusto cabe el donaire, pero no la injuria. Picóse el tal maldiciente con
grande extremo; que hay hombros que apodan a todos, y en diciéndoles algo á ellos pierden el
juicio, y remitió su defensa a la espada, enviando á Lope un papel de desafío lance de que salió :
tan airoso, que dejó calificado su brío y enmendada la condición do su contrario (B). Este y otros
desaires de la fortuna, ya negociados de su juventud y ya encarecidos de sus opuestos, le obli-
garon a dejar su casa, su patria y su esposa, con harto sentimiento; si bien se lo tempk) la cor-
tesana acogida que le hizo la ciudad de Valencia y sus ciudadanos mientras fué su huésped. Des-
pués de algunos años que estuvo en los reinos, los afectos naturales de la patria, las floridas
riberas de Manzanares objeto lírico de su pluma, y los justos deseos de ver su esposa, le restitu-
,
yeron á sus brazos con tan destemplado contento que se temió su vida en el mismo regocijo
,
que es tanto melindre de nuestra salud, que peligra en el gozo como en la pena si no es que
i.-l ;
fuese ensayo del diUor que le estaba esperando, pues dentro de un año (C) el agudo acero de la
muerte, que corta y deshace las mas firmes lazadas, se la quitó intempestivamente de los ojos;
golpe que le partió el corazón por medio y que solo pudo hacerle sufrible el respeto á la mano
,
que le tiraba. Sucedió esta desgracia en ocasión de efectuarse la jornada de Inglaterra, que alen-
taba el generoso brazo del excelentísimo señor duque de Medina-Sidonia, á cuya sombra se alis-
tó de soldado, con ánimo de perderla vida, porque acabasen con ella sus congojas. Salió de Ma-
PRELIMINARES. xi
drid, atravesó toda Andalucía, llegó á Cádiz y pasó á Lisboa, donde se embarcó con un her-
la
mano suyo que tenia alférez y habia muchos años que no se vian placer que también le duró
, ;
pocas horas , porque en una refriega que tuvieron con ocho velas de holandeses, le alcanzó una
bala y murió en sus brazos. Y como sea verdad que nunca viene un pesar solo, porque siempre
el que se padece es víspera del que ha de seguirse , sucedió tras tantos azares, que el viento (ti-
rano príncipe de las provincias de Neptuno) con una borrasca continuada malogró, á pesar de
larazón y de la justicia, el noble coraje de tantos esforzados leoiies, cuyo lamentable suceso vol-
vió á Madrid á nuestro Lope mas aprisa que imaginó su ardimiento donde viéndose no muy so-
;
brado, sirvió al marqués de Malpica de secretario, y luego con el mismo oficio al conde de Lé-
mos, que fué el último dueño que tuvo, y que le tuviera siempre, si no le cautivara la belleza de
doña Juana de Guardio, hija también de vecino de Madrid, con quien repitió el matrimonio y de ,
quien tuvo varón y hembra, que es la mayor dicha que pueden tener los casados, porque el pa-
dre quiere á la hija y la madre al hijo, cada uno encareciendo su amor y su gusto si bien á los seis
;
años murió Carlos, que era el primogénito, y quedó sola doña Feliciana de la Vega, que hoy vive
casada con Luis de Usategui. Sintió la madre la falta de su hijo con tan verdadera fatiga, que
nunca volvió en su antigua salud y á la primera enfermedad murió en ocho dias que una calen-
, ;
tura sobre una pesadumbre, de derecho pide la mortaja (D). Quizá para mas bien de la difunta y
para mayor desengaño de Lope que viendo en aquella profanada belleza desteñida la púrpura de
,
sus mejillas, ajada la nieve de su frente, macilento el color de su semblante, quebrados los crista-
les de sus ojos, traspilladas las perlas de sus dientes, helados los marfiles de sus miembros y des-
conocidas las señas de sus facciones, se resolvió ano admitir tercero casamiento y á buscar nuevo
modo de vida humana que le asegurase la divina para cuyo efeto dejó de raíz cuantos estorbos
,
le pudieran embarazar en el siglo. Retiróse de las ocasiones mas leves; trató solo del remedio de
su alma; solicitó el habito de la sagrada orden Tercera, entró en la congregación del Caballero
de Gracia, acudió al servicio de los hospitales, ejercitóse en muchas obras de misericordia, visitó
el templo de Nuestra Señora de Atocha, de quien era muy apasionado, los sábados por voto y
todos los dias por devoción y últimamente, resuelto a lo mejor, se fué á Toledo y volvió sacer-
;
dote. Confesóse generalmente. Dijo la primera misa en el Carmen descalzo, donde tenia su con-
fesor. Hizo un oratorio en su casa, no solo curioso, sino rico, donde celebró todos los dias, me-
nos los precisos de la parroquia y los que dispensaba al amor de una deuda religiosa que tiene
en las Trinitarias descalzas. Y sabiendo que habian hecho los sacerdotes naturales de Madrid una
venerable y santa congregación, cuyo fin es enterrar los clérigos que mueren pobri3S, vestir á
los desnudos, libertar á los presos y ayudar con dinero á los menesterosos, metió una petición
para ser admitido, que al punto se decretó y fué tan perfecto congregante, que jamás faltó á
;
entierro ni á ejercicio de caridad ninguno y así, con mucho exceso de votos le propuso la Con-
;
gregación para capellán mayor suyo ; y quiso la suerte que de cuatro que entraron en ella sa-
liese él solo,que, confesando su insuficiencia para tanto peso, admitió el cargo, al trazó á to-
dos, y cumplió con sus obligaciones tan liberal como cuidadoso.
Con este concierto de vida pasó muchos años, viviendo siempre con tanta atención á su con-
ciencia, con tanto respeto á su estado, con tanto despego al siglo, con tanto afecto a la virtud,
con tanto descuido de su vida y con tanto cuidado de su muerte, que parece la deseaba ó la
suponía muy cerca, porque con mucho tiempo hizo su testamento, en que dejaba, después de
las mandas precisas, por muestra de su amor y para memoria de su voluntad, al señor duque
de Sesa un retrato suyo de grande estimación y todos los papeles que se hallasen al secretario ;
Juan de Pina, por su confidente mas antiguo, cincuenta cuerpos de libros de su estudio, que es-
cogiese á su voluntad; á Alonso Pérez de Montalban, por amigo verdadero del alma, un cua-
dro de nuestra Señora y san José que llevaba al niño Jesús de la mano al doctor Francisco de
,
;
Quintana, por virtuoso, por docto y por muy apasionado suyo, un lienzo de la Fortuna que
navegaba el mar, puesto el pié derecho sobre una bola; al licenciado José de Villena, por so-
lícito en juntar sus obras para tenerlas como reliquias de tal ingenio, una lámina curiosa; á
don Luis Fernandez de Vega, por el deudo que tenían sus casas en la montaña, y porque siem-
pre fué su amigo íntimo y le fió sus pensamientos, un relicario de Roma y á mí, por su alumno
;
y su servidor, un cuadro en que estaba retratado cuando era mozo, sentado en una silla y escri-
ijíendo sobre una mesa que cercaban perros, monstruos, trasgos, monos y otros animales, que
los unos le hacían gestos y los otros le ladraban y él escribía sin hacer caso dellos.
,
1,1 LOPE DE VEGA CARPIÓ.
, No se tiaba con ser tan buena porque sabia que cualquier enfermedad tiene mas
de su salud .
,
peligro en los hombres muy sanos que en los muy achacosos. Fuera de que habia tenido de un
año a esta parte dos disgustos ^como si para una viila no bastase uno) que le tenian casi rendido
á una continua pasión melancólica, que ahora nuevamente se llama hipocondríaca. Viéndole
Alonso Pérez de Montalban, su amigo, tan triste, le convidó á comer el dia de la Transfigura-
ción que fué á tí de agosto y después de haber comido, estando todos tres discurriendo en va-
. ;
rias materias, dijo que era tanta la congoja que le aíligia, que el corazón no le cabia en el cuer-
po, y rogaba á nuestro Señor (jue se la templase con abreviarle la vida, (;omo fuese en servicio
suyo. Respondile yo entonces « No piense vuestra merced en eso; que yo confío en Dios y en la
:
buena complexión que tiene, que se le ha de acabar esc humor y le hemos de ver con la misma
salud de hoy en veinte años.» Y replicó con un género de ternura « ¡Ay, Doctor! ¡plegué á Dios
:
que salgamos deste » No se engañaba no (jue todas eran diligencias del corazón que siempre
! , ;
,
trata verdad a su dueño, y en estas ocasiones hace lo que los señores cuando caminan que envían
,
los criados delante para que les tengan prevenido el aposento. Habia de morir Lope muy presto,
y su corazón, que, profeta, lo adivinaba, enviábale los suspiros adelantados porque tuviese los
desengaños prevenidos; pues á 18 del mismo mes, viernes, dia de San Bartolomé, se levantó
muy de mañana, rezó el oficio divino, dijo misa en su oratorio, regó el jardín y encerróse en su
estudio á mediodía se sintió resfriado ya fuese por el ejercicio que hizo en refrescar las flores, ó
; ,
ya (como afirman los mismos de su casa) por otro mas alto ejercicio, hecho tomando una discipli-
na (Costumbre que tenia todos los viernes en memoria de la pasión de Cristo nuestro Señor), y
averiguado con ver en un aposento donde se retiraba salpicadas las paredes y teñida la disciplina
de reciente sangre así la virtud suele disimularse en los que son buenos, sin hacer ruido ni an-
:
dar melancólicos ni mal vestidos; que la virtud no está reñida con el aseo, que se queda en el
término de la modestia y si la mortificación es indicio de la santidad, también es histrumento de
;
paliar los vicios la hipocrt'sía. Con sentirse indispuesto Lope, y tener licencia para comer carne
por un corrimiento que padecía en los ojos, comió de pescado; que era tan observante católico,
que hacia escrúpulo, aunque lo murmurase su achaque, de faltar á las órdenes de la Iglesia. Es-
taba convidado para la tarde para unas conclusiones do medicina y filosofía, que defendió tres
dias t'l doctor Fernando Cardoso, gran filósofo y muy noticioso de las buenas letras, en el semi-
nario de los escoceses; y hallóse en ellas, donde le dio repentinamente un desmayo, que obligó á
llevarle entre dos de aquellos caballeros á un cuarto del doctor don Sebastian Francisco de Me-
dran©, muy amigo suyo, que está dentro del mismo seminario donde sosegó un poco, hasta que
,
en una silla le trujeron á su casa. Acostóse, llamaron los médicos, que, informados de que había
comido unos huevos duros y unos fideos guisados, presumiéndole embarazado el estómago, le
dieron un minorativo para purgalle y luego, porque la calentura lo pedia, le sangraron, sí bien
;
le descaeció la falta de la sangre, aunque no era buena. Pasó acaso por la misma calle el doctor Juan
de Negrete, médico de cámara de su majestad (que este título y sus aciertos son buenas señas de
su talento, de su ciencia y de su experiencia), y diciéndole que estaba Lope de Vega indispuesto,
le entró á ver, no como médico, porque no era llamado, sino como amigo que deseaba su salud.
Tomóle el pulso, viole también la fatiga del pecho, reconoció la calidad de la sangre y previno el
suceso, diciéndole con mucha blandura que le diesen luego el Santísimo Sacramento, porque
servia de alivio al (juii liabia de morir y de mejoría al que habia d(! sanar. « Pues si vuestra mer-
ced lo dice (respondió Lope muy contbrme), ya debe de ser menester; » y volvióse del otro lado
á pensar bien lo que le esperaba. Despidióse el Doctor, y advirtió que tuviesen cuidado con él, por-
que estaba acabando. Con esto vino á la noche, con la solemnidad que suele, el Viático Santísimo
del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, que recibió con reverencia y lágrimas de alegría, agra-
deciéndole la visita, pues así le daba á entender que como quien quiere honrar al huésped que
,
espera, le sale al camino y le acompaña hasta llevarle á su palacio, así su divina Majestad venia á
recibirle hasta dejarle en las celestes moradas de su eterna gloria. Quedó mas sosegado por dos
horas; pero luego se conoció el peligro evidente, y le trujeron el último remedio de la santa Ex-
trema-unción. Piecibióla, llamó á su hija, echóla su bendición, y despidióse de sus amigos, como
quien se partía para una jornada tan larga. Consolóse mucho con el maestro José de Valdivieso,
porque, ayudándole en aquella congoja, le dijo en pocas palabras muchas razones que le sirvie-
ron de doctrina y de alivio. Preguntó por el padre fray Di igo Niseno, á quien quería y reveren-
ciaba juntamente, por haberle tratado muchos años y haber leido todos sus escritos, y por el
PRELIMINARES. xm
padre maestro Juan Baptista de Ávila , de la compañía de Jesús porque quien en vida le advir-
;
tió como docto de muchas cosas importantes á su salvación y á su crédito, mejor lo haria en la
muerte como religioso y como entendido. Mas no se logró su justo deseo, por estar entonces el
padre Niseno ausente y el padre Ávila enfermo en la cama. Encargó al señor duque de Sesa,
como á su dueño y su testamentario (que siempre le asistía sin faltarle un punto) el amparo de
su hija doña Feliciana de la Vega aconsejó á todos la paz , la virtud y el cuidado de sus concien-
;
cias;dijome á mí que la verdadera fama era ser bueno, y que él trocara cuantos aplausos había
tenido por haber hecho un acto de virtud mas en esta vida y volviéndose á un Cristo crucifica-
;
do, le pidió con fervorosas lágrimas perdón del tiempo que había consumido en pensamientos
humanos, pudiendo haberle empleado en asuntos divinos; que aunque mucha parte de su vida
había gastado en autos sacramentales, historias sagradas, libros devotos, elogios de los santos y
alabanzas de la Virgen Santísima y del Niño recien nacido en todas sus fiestas, quisiera que todo
lo restante de su ocupación fuera semejante á esto. Resignó en las manos de Dios su voluntad,
prometió no ofenderle jamás, aunque viviera muchos años, arrepintióse de haberle ofendido do-
lorosamente confesó que era el mayor pecador que había nacido en el mundo hizo un acto de
, ,
contrición, en que tuvieron mas parte las lágrimas que las razones, llamó en su ayuda los san-
tos de su devoción invocó la piedad de la Virgen Sacratísima de Atocha á quien pidió que,
, ,
pues había sido siempre su valedora, que lo fuese también entonces, y pues tenia en sus brazos
al Juez de su causa, que intercediese por él al darle la sentencia. Dejáronle reposar un poco,
porque dio á entender que se fatigaba pasó la noche con inquietud, y amaneció el lunes ya le-
;
vantado el pecho y tan débil que la falta de la respiración no le dejaba formar las palabras si
, ;
bien tuvo siempre libres las potencias y muy pronto el sentido para responder á los que en aquel
aprieto asistían á sus últimas congojas, que eran siempre el señor duque de Sesa, el señor don
Rafael Ortiz, recibidor de la orden de San Juan don Francisco de Aguilar, el maestro José de
;
de todas órdenes y el reverendísimo padre provincial fray Juan de Ocaña que con su espíritu,
, ,
como de predicador tan grande le esforzaba para que pasase aliviado aquel preciso y temeroso
,
trance. En efecto, oyendo salmos divinos, letanías sagradas, oraciones devotas, avisos católi-
cos, actos de esperanza, profesiones de fe, consuelos suaves, cristianas aclamaciones y llantos
amorosos, los ojos en el cielo, la boca en un crucifijo y el alma en Dios, espiró la suya al eco del
dulcísimo nombre de Jesús y de María, que á un mismo tiempo repitieron todos.
Tratóse de su entierro, de que se encargó el señor duque de Sesa, como su dueño y albacea y
como tan magnánimo príncipe, y determinóse para el martes siguiente á las once. Repartiéronse
muchas limosnas de misas, que es la mas importante honra para el que yace. Convocóse todo el
pueblo sin convidar á ninguno vinieron cofradías, luces, religiosos y clérigos en cantidad; la
;
orden de los caballeros del hábito de San Juan, la de los terceros de San Francisco, la congrega-
ción de los Familiares y la de los Sacerdotes de Madrid, compitiendo piadosamente sobre quién
había de honrar sus hombros con llevar su cuerpo, y consiguiólo la venerable congregación de
los Sacerdotes. Empezóse el entierro según estaba prevenido; y fué tan dilatado, que estaba la
cruz de la parroquia en San Sebastian, y no había salido el cuerpo de su casa, con ser tanto el dis-
trito y haber rodeado una calle (E) á petición de sóror Marcela de Jesús, religiosa de la Trinidad
descalza y muy cercana deuda del difunto, que gustó de verle. Las calles estaban tan pobladas de
gente, que casi se embarazaba el paso al entierro, sin haber balcón ocioso, ventana desocupada
ni coche vacio. Y así, viendo una mujer tanta grandeza, dijo con mucho donaire t Sin duda este
:
entierro es de Lope pues es tan bueno. » Iban con luto al remate del acompañamiento don Luis
,
de Usategui, yerno de Lope, y un sobrino suyo, en medio del señor duque de Sesa y de otros
grandes señores, títulos y caballeros. Llegaron á la iglesia, recibióles la capilla real con música.
Dijose la misa con mucha solemnidad y al último responso viéndole quitar del túmulo para lle-
, ,
varle á la bóveda, clamó la gente con gemidos afectuosos. Depositóse en el tercero nicho por or-
den del señor duque de Sesa, con permisión del doctor Baltasar Carrillo de Aguilera, cura pro-
pio de la parroquia de San Sebastian, y con declaración de la justicia por el secretario Juan de
Pina. Vacióle en cera la cabeza Antonio de Herrera, excelentísimo escultor de su majestad,
y
despidiéronse los amigos llorando la soledad que les hacia Lopb, como quien echa menos una jo-
ya que le han hurtado.
siv LOPE DE VEGA CARPIÓ.
Prosiguiéronse las honras liasta el novenario con la misma costa
y autoridad de música y cera
que primer día y dilatóse el funeral último ocho dias porque estaba ausente el padre fray Ig-
el ,
nacio de Vitoria, y era el elegido para el sermón, con mucho gozo suyo y de todos los discretos,
que a una voz dijeron que tai orador merecía tal difunto, y tal difunto era digno de tal orador.
Entre tanto que se esperaba este gran dia, quiso la venerable congregación de los Sacerdotes
cumplir con los honores de su hermano amantisimo. Aderezóse la iglesia de San Miguel lo mejor
que se pudo, sin exceder las órdenes limitadas en la premática. Cubriéronse de luto los bancales
del coro, donde asistian los congregantes con sobrepellices en compañía del hcenciado José de
,
las Cuevas, su capellán mayor. Acudió gran número de gente, hasta no caber mas en la iglesia,
con muchos señores que a lisonja del señor duque de Sesa y á devoción de Lope se convidaron
, ,
ellos mismos. Dijo la misa de pontifical don fray Gaspar Prieto, obispo de Alguer y electo en El-
na. y predic(» el sermón el doctor Francisco Quintana, de quien me holgara, si fuera posible en
mi amor, ser hoy su mayor enemigo, para ponderar sin sospecha de pasión alguna la pureza en el
lenguaje, la cordura en el asunto, la profundidad en los pensamientos, la ternura en las admi-
raciones, y sobre todo, el hablar á propósito, cumpliendo siempre con su entendimiento y su vo-
luntad; que cuando se juntan, todo se acierta. El lunes siguiente á las ocho de la mañana, con el
deseo de oir al j>adre Ignacio de Vitoria, estaba ocupada toda la iglesia, sin que faltase principe
grande, caballero entendido, cortesano curioso y hombre de buenas letras: unos llevados de la
obligación y otros traídos de la curiosidad. Vino la Capilla, cantó el introito, sahó á decir la misa
el doctor don Cristóbal de la Cámara y Murga, obispo de Salamanca si bien el tumulto de la
;
gente ni dej(i atender á la misa ni di(') lugar á escuchar la música. Púsose en el pulpito el sutilísi-
mo Agustino de nuestros tiempos con muy buena gana de hacer alarde, como lo hizo, de su vo-
luntad, en alabanza de un varón tan famoso y en lisonja de un auditorio tan lucido. Mas fué tanto
el ruido de los mal acomodados, la inquietud de los que llegaron tarde, el cansancio de los que
fueron temprano, el aprieto de algunos y el calor de todos, que no dejó gozar universalmente
de la doctísima oración si bien los que la oyeron bastaron á informar á los demás de lo agudo
;
pilla real, como siempre, sin faltar ninguno de los mejores, con que hicieron la iglesia cielo;
y
predicó el muy reverendo padre fray Francisco de Peralta, antorcha angélica de su sagrada re-
ligión de Predicadores, y predicador tan felice en esta ocasión, que aun la muda retórica del
silencio no basta á ponderarle, porque oró tan á propósito de los méritos delsugeto, tan á me-
dida del gusto de los señores, tan conforme al talento de los doctos, tan bastante al melindre
de los entendidos, tan copioso al afecto de los apasionados, y tan ajustado al genio de los vul-
gares, que no pudiendo los unos y los otros sufrir tanto género de sutilezas sin pagárselas de
contado, introdujeron en el templo un género de ruido devoto y un linaje de rumor pondera-
tivo, cuyas inquietas admiraciones empezaron en aplausos públicos y acabaron en Víctores di-
simulados; con que se dio fin á sus exequias, pero no á sus honras, pues ahora las harán eter-
nas con sus elogios panegíricos los divinos Apolos de Manzanares á imitación del Tracio Orfeo,
,
que á pié llevaba tras sí los montes con la dulcísima consonancia de sus himnos y yo, que mas
;
le quise, daré princij)¡o á sus loores para que los adelanten sonoros cisnes con voces mejor
lapluma, escribiéndole de su mano una carta muy amorosa y favorable y dándole el hái^ito de,
San Juan con título de doctor en teología. No hay villa, ciudad, provincia señorío ó reino que no
,
haya solicitado su correspondencia. No hay casa de hombre curioso que no tenga su retrato, ó ya
en papel, ó ya en lámina, ó ya en henzo. Vinieron muchos desde sus tierras solo á desengañarse
de que era hombre. Enseñábanle en Madrid á los forasteros como en otras partes un templo un ,
palacio y un edificio. íbanse los hombres tras él cuando le topaban en la calle y echábanle ben- ,
diciones las mujeres cuando le vian desde las ventanas. Hicieron le costosos presentes personas que
solo le conocían por el nombre. Escribiéronle varios elogios en su alabanza muchos varones gra-
ves sin haberle visto, y laureáronle en Roma por solo, por único, por raro y por eminentísimo,
sin haber día ni hora que no tuviese ocasión alguna para su desvanecimiento, á no ser tan humil-
de como prudente y tan desconfiado como modesto.
Fué el poeta mas rico y mas pobre de nuestros tiempos. Mas rico porque las dádivas de los
,
señores y particulares llegan á diez mil ducados. Lo que le valieron las comedias, contadas á qui-
nientos reales , ochenta mil ducados los autos seis mil la ganancia de las impresiones mil
; , ;
y ,
seiscientos, y los dotes de entrambos matrimonios, siete mil, que hacen mas de cien mil ducados;
fuera de doscientos y cincuenta de que le hizo merced su majestad en una pensión de Galicia;
ciento y cincuenta de una capellanía que le cupo en Ávila por antigüedad de criado de don Jeró-
nimo Manrique cuarenta de una casa pequeña que tenia junto á la calle de la Cruz trescientos
; ;
de una prestamera que le dio en un lugar suyo el excelentísimo señor duque de Sesa su amigo, ,
su valedor, su dueño y su heroico Mecenas y mas cuatrocientos ducados para su plato de mu-
; ,
chos años á esta parte, porque le dijo que no quería escribir mas comedias sin otras liberalida- ;
des secretas de tanta cantidad, que, hablando una vez el mismo Lope de las finezas del Duque su ,
señor, aseguró que le habia dado en el discurso de su vida veinte y cuatro mil ducados en dine-
ro grandeza digna solamente de príncipe tan soberano que con esto se dice todo. Y fué tam-
:
,
bién el mas pobre, porque fué tan liberal, que casi se pasaba á pródigo, y tuvo tan encendida ca-
ridad, que jamás le pidió pobre limosna en público ó en secreto que se la negase antes bien se ;
la daba doblada si era vergonzante, y si conocía que llegaba la necesidad á extrema, le vestía des-
de el zapato hasta el sombrero. Hacia en su oratorio muchas fiestas á los santos, y con mas vir-
tuoso exceso la de Cristo nuestro Señor en su nacimiento, buscando para esto, no solo figuras co-
munes, sino de costa, de novedad y de riqueza. Convidaba á los amigos, sin tasa en el regalo.
Gastaba en pinturas y libros sin reparar en el dinero y así le vino á quedar tan poco de cuanto
; ,
tuvo, que apenas dejó seis mil ducados en casa y muebles. Fué hombre de mucha salud, porque
fué muy templado en los humores, muy suelto en los miembros, muy ágil en las fuerzas, muy
proporcionado en las facciones y muy ligero de pies y manos y así estaba bueno siempre por-
, ,
que andaba mucho sin cansarse, y es el ejercicio el mas útil remedio de la naturaleza. Era dis-
creto en las conversaciones, modesto en las visitas, atento en los actos públicos, importuno en
los negocios ajenos, descuidado en los suyos proprios, apacible con su familia, juglar con los
amigos, mesurado con los señores, generoso con los forasteros, galante con las mujeres y cor-
tesano con los hombres; si bien se cansaba mucho de los que regateaban el sombrero siendo el
tafetán tan barato de los que tomaban tabaco habiendo de hablar con gente honrada de los que
, ,
se teñían las canas quedándose con los años y con los achaques de los que decían mal de las
,
mujeres sabiendo que nacieron dellas de los que creían á las gitanas estando vestidos de negro,
,
y de los que preguntaban su edad á los otros no habiendo de casarse con ellos.
Escribió él solo mas en número y en calidad que todos los poetas antiguos y modernos y si no, ;
pónganse sus obras (que no es dificultoso, pues todos las tenemos en las librerías) y las de Lope
en una balanza, y se verá la ventaja con la experiencia. Las comedias representadas llegan á mil
y ochocientas (F). Los autos sacramentales pasan de cuatrocientos. Los libros y papeles impresos,
muchos como se verá en estos títulos La /erwsaíen co/?(/MÍsífl(?a La Dragontea, La Arcadia, El
, : ,
Peregrino, Elpatrojí de Madrid, Los pastores de Belén, Im beatificación de san Isidro, El Certa-
men, con comedias del mismo santo; La Filomena, La Circe, Las rimas humanas. Las rimas
sacras. Los triunfos divinos, Los soliloquios amorosos. La corona trágica de María Estuarda, La
Vírge7i de la Almudena, La Isagoge á las lecciones de los estudios reales de la compañía de Jesús, El
laurel de Apolo, El epítome de su vida. La Dorotea, El Burguillos, El huerto deshecho. Los desagra-
vios de Cristo, La égloga de Eliso, en la muerte del reverendísimo padre maestro fray Hortensio
Félix Paravicino; La fiesta nueva del palacio ó retiro nuevo. La égloga de Filis á la décima musa,
xti LOPE DE VEGA CARPIÓ.
La égloga (k AmahUs li la reina Cristiamsima de Francia, El nacimiento del Principe nuestro
se-
ñor. La congregación de los Sacerdotes de Madrid, La égloga panegírica al serenísimo
infante don
Carlos, que Dios ttMiga; Los elogios d la muerte de Juan Blas de Castro, La venida
del excelentí-
simo scfwr duque de Osuna á España La Pira sacra, en la muerte del excelentísimo
,
señor don
Gonzalo Fernandez, de Córdoba; unas Himas nuevas que dejó para imprimir, veinte
y y cuatro to-
mos de comedias; que en todos son cincuenta cuerpos, sin los versos menores que hizo á parti-
culares asuntos, porque no hubo suceso que no publicasen sus elogios (G), casamiento
grande á
quien no hiciese epitalamio, parto feliz quien no escribiese natalicio, muerte de príncipe á
¡i
quien
no consagrase elegía, victoria imeva a quien no dedicase epigrama, santo á quien no celebrara
con villancicos, fiesta pública que no luciese con encomios, y certamen literario á que
no asis-
tiese como secretario para repetirle y como presidente para juzgarle sin
otras muchas obras que
;
no salían en su nombre, cuya cantidad no tiene medida, porque aun la misma aritmética, sise
era-
peñara en contar sus versos, ó se rindiera á la prolijidad, ó como mercader que quiebra,
hiciera
pleito de acreedores de sus números por no gastarlos pues el mismo Lope
, con ser tanta su mo-
;
destia, dijo de sí en un papel impreso tque salia toda su vida á cinco pliegos
cada día »; que, mul-
tiplicados por su edad, hacen ciento y treinta y tres mil
y doscientos y veinte y cinco pliegos, que
aun no parece posible en el estudio de muchos hombres. A que se añade ser tan atento,
tan pru-
dente y tan católico en cuanto escribía, que con ser tanto, nunca el desvelo cuidadoso
de la In-
quisición halló palabra, opinión, pensamiento ni sentido que calificarle.
No hubo escritor entre griegos, latinos, italianos y españoles que le igualaseen tener todas las
i ircuustancias de perfecto poetaporque, miradas con atención sus obras, es fuerza confesar que
;
dernos. Alcanzó por sus aciertos un modo de alabanza, que aun no pudo imaginarse
de hombre
mortal pues creció tanto la opinicm de que era bueno cuanto escribía,
,
que se hizo adagio común
para alabar una cosa de buena decir que era de Lope de suerte que las
joyas, los diamantes, las
;
puituras, las galas, las telas, las llores, las frutas, las comidas
y los pescados, y cuantas cosas
hay criadas se encar(;cian de buenas solamente con decir que eran
suyas, porque su nombre las
calificaba. Elogio admirado de todos
y merecido de ninguno ; si bien, mirado á buena luz, no es
nuevo; que ejemplar tiene, pero tan alto tan superior tan divino, que le añade
y ,
lustre y crédito
cas!mfimto porque es Dios solamente quien dio ocasión primero á este género de
;
encomio. Para
cuya ilustración se ha de suponer que los hebreos no usan de superlativos cuando quieren alabar
algunajiosa y así es cierto que se valen del nombre de Dios para su realce. Dícelo
; , David en el
salmo 59, pues para pintar unos montes los llama t montes de Dios», sin dilatarse
como poeta,
que lo fué divino, en encarecer su altura, sus verdores su eminencia.
y Explican este lugar Belar-
PRELIMINARES. •
xvii
mino, Arias Montano, Juan Bautista Folengio, Genebrardo y el padre Lorino, diciendo que en lla-
marlos montes de Dios los llamó grandes, sublimes y superiores porque, siendo Dios su dueño,
;
su nombre solo sirvió de alabanza. El capitulo sexto del Génesis llama á unos hombres hijos de
Dios, V dice Oleastro que quiso con su nombre encarecer la grandeza en la estatura de aquellos
hombres v Ecequiel, en el capítulo primero, para ponderar que unas revelaciones que Dios le
;
comunicó eran misteriosísimas, las llama visiones de Dios, como lo notan agudamente Nicolao de
Lira, la Glosa ordinaria. Tertuliano, Teodoreto, san Basilio el Grande, y con mas particulari-
dad Cornelio á Lapide, que expresamente con Oleastro afirma que es frásis común de los judíos
para ponderar cualquiera cosa decir que es de Dios. De suerte que lo que en nuestra lengua es
hispanismo del nombre de Lope podemos decir que fué primero hebraísmo del nombre de Dios
,
en la Escritura honor para Lope grande empero, á mi ver para el señor duque de Sesa mucho
: , ,
mayor. Paréceme, Señor excelentísimo (hablo con vuestra excelencia ahora, porque deseaba
mucho la ocasión presente) paréceme. Señor, digo otra vez, que tendrá por paradoja esta propo-
;
sición y no es sino verdad legítima, cuya prueba se verá cahficada en tres razones, que hacen un
,
silogismo evidente. Todas las cosas buenas fueron de Lope esto nadie lo ignora Lope fué siem-
, ;
pre todo de vuestra excelencia esto todos lo saben luego vuestra excelencia es dueño de Lope
, ;
y de todo lo que le toca. La consecuencia es tan clara, que no necesita de prueba, porque ella se
está publicando á voces; y así, para encarecer la persona de vuestra excelencia es ocioso repe-
tirle lo clarísimo de su sangre , lo venerado de su valor, lo aplaudido de su entendimiento lo ,
grande portantes lados, lo imperioso por tantas jurisdicciones y lo amable por tan heroicas pren-
das, sino llamarle dueño de Lope con que se excusan los demás títulos, pues esos y otros muchos
;
mas entran en el número de las cosas buenas sea abono deste modo de ponderación el Espíri-
:
tu Santo en el capítulo veinte y seis del Génesis y en el tercero del Éxodo, donde dice Dios, para
acreditarse con los incrédulos de su omnipotencia y darles á entender su deidad altísima que es ,
Dios de Abraliam. Admírase CorneUo á Lapide, explicando este lugar en sus Comentarios, de
que, pudiéndose llamar Dios de todas las criaturas, se satisfaga con que sepan que lo es de Abra-
ham solamente y responde el mismo Cornelio que era Abraham tan puro tan virtuoso tan
;
, ,
venerable tan santo y tan bien querido que le bastó á Dios para la reducción de aquellos infie-
, ,
les y para la demostración de su infinito poder llamarse Dios de un varón tan justo. La aplica-
ción es tan fácil y tan consecuente, que nadie puede huir la cara á su intehgencia y así, para ;
no malograr el tiempo, vuelvo á proseguir los elogios de nuestro Lope, que es lo mismo que
volver á las alabanzas de vuestra excelencia.
Tuvo un espíritu tan generoso y una inclinación tan noble de ilustrar su nación su patria y ,
sus amigos, que hizo vanidad virtuosa de que no hubiese hazañoso príncipe, varón celebrado,
catedrático docto, predicador provecto, capitán valiente, pintor insigne, artífice famoso y poe-
ta elegante,que no celebrase en sus escritos ; si bien con todo esto no se pudo librar de emula-
ciones; que hacer beneficios y hacer ingratos no son dos cosas ; pues mientras vivió, á vueltas de
los honores que por otras partes granjeaba, siempre estuvo padeciendo sátiras de los maldicien-
tes, detracciones de los ignorantes, libelos de los enemigos, notas de los mal intencionados,
correcciones de los melindrosos y invectivas de los bachilleres, con tanto extremo, que solo su
muerte pudo ser asilo de su seguridad haciendo la lástima lo que no pudo recabar el mérito,
,
pues muchos de los que le lloraron muerto fueron los mismos que le murmuraron vivo bien ;
así como á Moisen los israelitas, que, según Oleastro, nunca le alabaron en vida; antes, en lu-
gar de agradecerle los milagros, ya exprimiendo las piedras para apagar su sed insaciable, ya
haciendo calles en los páramos del mar para que pasasen seguros, y otros infinitos favores á
este modo, le tiraban piedras; y viéndole morir plañeron amargamente diciendo « ¡Ay tristes
:
de nosotros, 'que perdimos nuestro profeta santo!» Que no es novedad, aunque es desdicha,
liaber manester raorirse un hombre grande para hacerse bienquisto y aun plegué á Dios que
,
así lo quede; que hay envidia tan terca, que conserva un odio sobre una muerte, y pasa el ren-
cor de esotra parte de la vida. Pero ¿qué importa, si solo con dejarla en su afán, repetido sin
provecho, se castiga su destemplanza? Y mas hoy, que ha de estar viendo, aunque la pese, en fa-
vor deste felicísimo héroe tantas glorias de pompas funerales, tantos honores de príncipes au-
gustos, tantos aplausos de concursos nobles, tantos sufi-agios de corazones piadosos, tantas lá-
grimas de afectos apasionados, tantos créditos de predicadores insignes, tantas inscripciones de
varones doctos, y tantos dulcísimos metros de diferentes Sénecas y Virgilios, que están virtuo-
L-i. 6
xvm LOPE DE VEGA CARPIÓ.
sámente quejosos de la fortuna porque ya no está pronto el jaspe, prevenido el mármol y ap;
rejado el bronce, ó para la estatua, ó para la urna, ó para el sepulcro, ó para todo; que to<
lo merece quien nació para milagro de la naturaleza y murió para crédito de la posteridad,
si alguno hiciere escrúpulo de que este linaje de honores se haga con un hombre parlicula
vuelva los ojos á las historias, haga memoria de las noticias y consulte las canas de la antigin
dad y verá en ellas cómo se festejaron los cadáveres de los singulares varones en otros tien
,
pos. Por el cuerpo de Homero batallaron siete ciudades en sangrienta contienda; y no solo
edificaron templo todas, sino que Grecia le batió moneda, que se llamaba homeria, para memc
ria eterna de su nombre. Estando Alejandro sobre Atenas, determinado al último asalto, Xu^
nuevas de que dentro de la ciudad habia muerto Sófocles, poeta trágico, y que le querían er
terrar; y purque la asistencia del asalti» no impidiese el último beneficio al poeta, suspemlió i
orden que tenia dado por tres dias; y entrando después, derribando las casas, reservó la é
Fíndaro por lu mismo, con las vidas de todos sus deudos. Roberto, rey de Ñapóles, pidió al p€
trarca recibiese de su mano el laurel de principe de los poetas de Italia. Honorio y Claudio, eni
peradores, consagraron estatuas en el foro Trajano á Claudio, poeta elegantísimo. Roma man
dó colocar las cenizas de Enio. Domiciano sentaba á su mesa á Estacio y Vespasiano hablaba
,
todas horas con Valerio, y en su muerte les asistieron para honrallos. El emperador Elio Ver
estimó á Marcial de manera, que puso después de muerto su retrato entre los augustos empe
radores. Augusto César tu\o á Virgilio por su privado íntimo; y mandando el mismo poeta e
su testamento ([uemar su Eneida, no solamente lo excusó Augusto, sino que compuso nuevo
versos en su alabanza. Al insigne Camoens, único poeta, le hizo Lisboa solemnísimas honras. E
duque del Infantado fabricó capilla y urna al celebrado Juan de Mena en Guadalajara. Y lo qu
es mas para el intento nuestro, el invictísimo emperador Carlos V, viendo una vez herido á Gaí-
cilaso de la salió con su gente a defenderle. Y sabiendo en otra ocasión, de alh á mu
Vega,
chos dias, que habían muerto unos villanos enemigos nuestros, despeñándole de una torr
le
donde le tenían preso, puso sitio á la torre, y en entrándola, con ser tan piadoso, no dejó vivi
á ninguno dellos, en venganza del muerto, á quien estimaba por gran poeta.
Todo esto es verdad constante luego si Lope de Vega solo monta mas que todos los poeta
;
juntos, digno será del premio que merece cualquiera; y si es verdad también que muchos au-
tores gastaron toda una vida en encarecer una virtud particular; como la grandeza en Alejandro
la ciencia en Ptolomeo, la justicia en Numa Pompilio, la clemencia en Julio César, el ñigeni(
dicho, liberal, docto, justo, blando, ingenioso, constante, poeta, circunspecto pobre verda-
,
,
dero, magnánimo, perdonador, temj)lado y humildísimo? Pues si esto es así, y de mas á ma:
murió tan prevenido de (lilig(!ncias para su salvación, (juc hizo certidumbres nuestras esperan-
zas (tales fueron sus resignaciones en la voluntad de Dios, tales las lagrimas que vertieron suí
ojos enternecidos, y tales los actos de contrición verdadera que pronunciaron sus labios afec-
tuosos) ;,quL' importa que la detracción blasfeme, que la calumnia brame, que la ignoranci;
,
murmure, que el lencor informe, que el (íngaño porfíe, que la soberbia ladre, que el odio per-
severe y que la envidia escupa veneno en lugar di^ saliva sí esta de nuestra parte la verdaí
,
dando voces, la fama publicando triunfos, las naciones previniendo lauros, los reinos consul-
tando estatuas, y toda la redondez del orbe erigiendo pirámides á su memoria, por el mas in-
signe varón que han conocido y venerado entrambos mundos, (d de Euroi)a por la presencia
j
el de Améiica por la noticia? Y ¿qué importa, hnalmente, cuantos émulos quiera introducir h
cavilación, si tiene Lope de su parte por defensa, asilo y sagrado la magnífica piedad de Feli-
pe IV el Grande, imitador en todo del invencible Carlos V, su bisabuelo; por Mecenas al se-
ñor dutjue dt; .Sesa, su amigo y su valedor verdadero;
y por piadosa madre á la ilustre villa
de Madrid, (jue siempre le trató con veneración, honrándole con aplausos en la vida y aplau-
dii-ndole con lágrimas en la muerte? ¿Qué mucho, si perdió en tres dias su mayor tesoro, que-
dando sin el Apolo que alumbraba sus tinieblas, sin el Orfeo que suspendía sus sentidos, sin la
lira que cantaba sus hazañas, sin la pluma que repetía sus fiestas, sin el espíritu que celebraba
sus santos, sin la voz que pregonaba sus antigüedades, sin el ingenio que divertía sus pesadum-
bres, y sin el hijo que la honraba con solo su nombre?
: :
Ds esposos, vivieron pacífica y amorosamente, y lo- las Rimas de Lope de Vega (parte i, soneto 178).
*aron los frutos de tres liijos.» {Schícli, Historia déla literatura y arte dramática
Lope, en la epístola titulada Belardo á Amarilis, en España, tomo ii, pág. 170.)
le puede verse en la colección de sus obras sueltas, Las composiciones mencionadas son estas
mo primero , escribe los tercetos siguientes :
SONETO.
Tiene su silla en la bordada alfombra Mi bien, nacido de mis propios males,
De Castilla el valor de la montaña, Retrato celestial de mi Belisa ',
Que el valle de Carriedo España nombra. Que en mudas voces y con dulce risa
I -
Allí otro tiempo se cifraba España,
AUi tuve principio mas /qué importa
;
Mi destierro y consuelo hiciste iguales
Segunda vez de mis entrañas sales;
Nacer laurel y ser humilde caña? Mas pues tu blanco pié los cielos pisa,
Falta dinoro allí , la tierra es corta : ¿Por qué el de un hombre en tierra lan aprisa
•rt parte xv, y en la precisión de dejar ambos la patria, ' .\Dagrama de Isabel.
) ) : , ,
uMontalbau dice que doña Juaua sintió con tal ex- ((La carrera fué por la calle de Francos, la de San
tremo la muerte de su hijo, que nunca volvió á su an- Agustín, que hace frente á las vistas del convento de
tigua salud, y á la primera enfermedad murió en ocho las Trinitarias Descalzas^, y por donde pasó para que le
ilias;masel mismo Loi'E, en h cí[íi¿í\ Carla de Bclardo viese su hija Marcela; la de Cantarranas, la de León, la
á AmanUs, a3egura que murió de sobreparto de la hi- plazuela de Antón Martin y calle de Atocha. » (Alvarez
ja. No quiso exponerse á tercera pérdida, ó ya por ahor- Y Baena.
rarse de sentimientos, ó ya porque doña María de Lu-
jan lo tuvo tan prendado, que no le dejó libertad para
ello, Y prodigándole sus favores, consiguió los frutos ((En la Égloga á Claudio, escrita por los años de
que pudiera haber adquirido lioitamenle por el vínculo 1632, y en la La moza de cántaro, se de-
conclusión de
de! matrimonio. En itJOj le dio una niña, que se llamó clara Lope autor de mil y quinientas comedias... Mon-
Marcela, y en la temprana edad de quince años entró re- talban en la Fama postuma le atribuye mil ochocien-
ligiosa de coro, á 28 de febrero de lü2i, en el convento tas... Pero según todos los fundamentos de la crítica,
de Trinitarias Descalzas de esta corte (nueve años des- es de suponer que las comedias de Lope no pasaron mu-
pués de su fundación), trocando el nombre de doña cho de las mil y quinientas ya dichas, pues sabemos
Marcela del Carpió en el de sor Marcela de San Félix; que muchos años antes de su muerte cesó de escribir-
profesó al año siguiente, y murió en 9 de enero de 1688 las ( Montalban lo dice así muchos años ^ ) y que ob- , ,
con excelente opinión. Las solemnidades de entrada y tuvo del duque de Sesa una pensión en resarcimiento
profesión las cuenta el mismo Lope en la epístola á don del perjuicio que tal resolución le ocasionaba. Después
Francisco de Herrera Maldonado, con dulce y
estilo tan del año 1632 solo vivió Lope tres mas.» (Schack.)
patético, que enternece al mas yerto de corazón. Allí
dice que se adornó el templo de ricas telas y varias ri-
quezas; que fué la madrina de la desposada la marque- Una Relación de la jornada de las entregas de las
sa de la Tela ;
que asistió el marqués de Povar con la serenísimas señoras doña Ana reina de Francia y ,
,
íiores ;
que cantaron las letras, que él liabia compuesto, ses de otubre. y noviembre de este año cíe 1 615 , la cual
Florian, Poncey Valdés, célebres músicos y cantores de se halla manuscrita en la Biblioteca Nacional, estan-
la real capilla; y que predicó el padre maestro fray te H, número fíO, concluye así
Hortensio Félix Paravicino : circunstancias en que se ve ((En la jornada ha andado el famoso poeta Lope de
la general estimación que se habla granjeado Lofe de Vega Pedro Mantuano y otros dos, tomando por me-
,
todo el mundo. En el año de 1606, que fué el siguiente moria todo lo que pasaba para hacer historia dello de- :
al nacimiento de Marcela, tuvo otro hijo en la misma llos se sabrá todo lo sucedido.»
doña María de Lujan, que en el año de 1620, en que se
celebró la ;uAía;)0í'7¿ca ala bealiíicacion de san Isidro, II.
no había cumplido catorce años, é hizo la primera glo- Asi creo yo se deben entender aquellos versos céle-
sa del certamen :i.° con el nombre de Lope Félix el
bres :
y turcos, y nmrió á los quince años en un bajel que na- Juan, puso Lope estos versos :
(
Manual de Literatura segunda parte.)
,
Frey Lope Félix de Vega Carpió fué que gozó de mas fama en su tiempo y el in-
el escritor
genio mas portentoso que ha producido naturaleza. Debió su inmensa popularidad, no solo á
la
la prodigiosa fecundidad de su pluma, sino también á que, apartándose del camino seguido por
sus antecesores, y abandonando
exclusivo de la poesía erudita, no se desdeñó de escribir
el culto
para el vulgo, y fundó, en esto sus principales laureles.
al contrario,
Fénix íle los ingenios le llamó su siglo y con efecto tal nombre merece si se atiende á su rica
;
fantasía, á su variada imaginación al don portentoso que tenia para acomodarse á todos los gé-
,
neros y crear toda clase de invenciones, á la flexibilidad de su estilo, que á cualquier asunto se
acomodaba, que no conocía dificultades, siendo siempre puro natural y fluido en fin, á su in-
, ;
cansable laboriosidad que unida á su fácil vena le hizo componer tal número de obras que
, , ,
,
composición mas corta hasta el poema épico, todos los recorrió, no siempre con acierto, es ver-
dad, pero asombrando en todos. No obstante, el que mas ejercitó su pluma, el que le hizo ser
ídolo de su siglo, el que le ha granjeado eterna fama, aun entre las naciones extranjeras, fué el
género dramático, de que en reaUdad debe considerársele como creador y padre, así en España
como en toda Europa.
Y con efecto, aquí está su verdadero mérito porque, prescindiendo del valor intrínseco de sus
;
dramas, ello es que él creó una poesía popular en España, y apartándose de la servil imitación
de los antiguos, adivinó el drama de la edad moderna, é impuso á este género de composición el
verdadero carácter que en la actual civilización le corresponde. Hizo mas introdujo en la poesía :
popular el lenguaje poético que le faltaba y con este servicio la sacó del estado de abatimiento
,
eñ que yacia la hizo gustar hasta de los eruditos fué ocasión de que los buenos ingenios se de-
, ,
no ha tenido bastante en cuenta. Por él, aunque mas bien sentido que apreciado de sus con-
se le
temporáneos, logró aquella fama inmensa que le granjeó el aplauso de grandes plebeyos, la
y
admiración de los extraños, las consideraciones de los reyes, las recompensas de sumos pontífi-
es y por él ejerció tanta influencia en la literatura de su siglo, así dentro
•
; como fuera de su patria.
Sin embargo, si llegó á lo sumo el aura popular de Lope durante su vida , después de su muerte.
» ,
tieron en vituperios y t'altii ijuien quisiera confundir á tan grande hombre con los mas des-
. no
preciables ilramaturgos. Injusticia fue esta mucho mas inexcusable que el desmedido aplauso que
se le tributara en vida. Al menos este se fundaba en un mérito real, en el prestigio que no puede
menos de acompañar al genio, en sus facultades portentosas, que si abusó de ellas lastimosamente,
el mismo abuso demuestra cuan grandes y poderosas eran. Libríís ahora á la par de aquel pres-
tigio v lie toda preocupación nacida de doctrinas literarias, apreciamos á Lope en lo que vale y
juzgamos de su mérito con imparcial templanza.
Si consideramos solo el númert) de sus escritos, la- historia literaria no presenta ejemplo
semejante de una fecundidad que parece fabulosa y aun cuando no tuviese otro mérito, su nom-
;
bre viviría siempre en la memoria de los hombres, como uno de a(}uellos prodigios que la natura-
leza no ofrece mas que una vez sola. i\o hubo género d(í poesía que no cultivase, desde el madri-
gal hasta la oda, desde la égloga hasta la comedia, desde la novela hasta la epopeya: todo lo
recorrió v en todo dejó señales de su privilegiado talento. Se lee en el prefacio de un libro im-
preso en U)Ü4, que a la edad de cuarenta y dos años llenaban mas de veinte y tres mil hojas los
versos que hasta entonces habia Ikm'Iio para el teatro. En 1648 asegura él mismo que llegaban á
ochocientas las comedias que llevaba compuestas y en 1620 á novecientas. Cuando en 1629 pu-
,
blicó la vigésima parte de sus obras dramáticas, decia que le quedaba todavía tiempo para escri-
bir hasta mil y setecientas. Por último, en 165o, año de su muerte afirman Pérez de Montalban
,
y el sabio don Nicolás Antonio que ascendía á mil ochocientas el número de sus comedias. Estas
son en tres jornadas y en verso todas se representaron y la mitad se imprimieron. De ellas hubo
;
muchas que no le costaron masque un día de trabajo, como él mismo lo asegura en estos versos :
A estas mil ochocientas comedias hay que añadir cuatrocientos autos sacramentales, un gran
número de intermedios, muchos poemas épicos , didácticos y burlescos; epístolas, disertaciones,
composiciones sueltas é infinidad de sonetos. Se ha calculado que en los setenta años de su vida
le tocan á cada dia ocho paginas, y casi todas ellas de poesía. Sus escritos todos componen el nú-
mero de ciento treinta y tres mil páginas y veinte y un millones de versos.
Facilidad iucreible, mas asombrosa que envidiable si se reflexiona en los peligros á que arras-
tra, y que extravió tan frecuentemente al mismo Lope.
Por lo que llevamos dicho hasta ahora acerca de los progresos que habia tenido nuestra escena,
se debe haber visto cuan incierta habia sido en su marcha, produciendo solo, ya farsas chocarre-
ras é indecentes, aunque á veces llenas de chiste y gracia, ya novelas dialogadas, en las que el
embrollo suplia la falta de interés, ya dramas monstruosos bárbaramente atroces, qu(í aun no lo-
graba sostener el lujo de poesía que se prodigaba en ellos. Cuando apareció Lope, teníamos mu-
chas obras dramáticas; pero carecíamos todavía de un verdadero teatro. Se conocía que era pre-
ciso seguir diferente rumbo que los antiguos; pero no se atinaba con el verdadero hacíanse en- ;
sayos de todas clases, y ninguno correspondía al deseo general, ninguno acertaba con el verdadero
gusto de la nación tal vez el pueblo bajo se solazaba con las groseras farsas que solían presen-
:
társele tal vez los esfuerzos de algunos para dar decoro á la escena con mas nobles argumentos
,
y mas culto lenguaje merecían los aplausos de las personas ilustradas pero no existía un espec- ;
táculo que excítase á un tiempo las simpatías de todos, que gustase á todos sin distinción de cla-
ses; que formase, en fin, un teatro nacional. Entre las toscas producciones de los unos y los es-
fuerzos casi convulsivos de los otros, no se encontraba una obra de que un verdadero español
pudiese decir < Hé aquí mi drama.
:
Si se recuerdan los caracteres que hemos señalado á nuestra poesía para ser nacional, caracte-
res deducidos tanto de las diferencias que distinguen la civilización moderna de la antigua como ,
de las circunstancias pohticas y religiosas de nuestro país, se verá que las obras dramáticas de
PRELIMINARES. xxni
que hemos hablado Imsta ahora carecían de ellos casi absolutamente. Convenían todos en repe-
ler la sencillez clásica pero no se reproducía en las comedías el espirítualismo de los tiempos
;
la poesía de tales obras no era la que se necesitaba descuidada ó pretensiosa, ya le faltaba armo-
:
nía ya le sobraba estudio careciendo de la gala faciUdad y soltura que halaga el oído ó de
,
, , ,
aquella metafísica propia del espíritu cristiano y caballeresco, que, si no siempre es clara é inte-
ligible, arrulla al menos produciendo una especie de arrobamiento indefinible y delicioso.
,
Todo esto provenia de no haberse aun verificado la unión tan necesaria de las dos literaturas
que, creciendo á la par en un mismo suelo y adoptando un mismo idioma, eran sin embargo, ,
extrañas la una á la otra. Pero en medio de este apartamiento habían ido creciendo tanto las dos,
que sahendo del estrecho ámbito en que ya no cabían hubieron de acercarse, de ponerse en
, ,
contacto, y por último, de confundirse; bien así como los círculos concéntricos que forman dos
piedras al caer en el agua, crecen, se ensanchan se tocan y confunden. El momento era lle-
,
manecían apartadas con pocas comunicaciones entre sí mientras la lengua era tosca y grosera,
,
pudieron y debieron caminar separadas, é indiferentes la una para la otra la literatura popular
,
y la erudita no echándose de menos entre los españoles ningún lazo común literario. Pero en el
,
momento en que formamos un gran pueblo, en que adquirimos influencia y preponderancia en-
tre las naciones europeas, y en que nuestra lengua desechando su rudeza, tomó asiento entre
,
las lenguas cultas, fué ya indispensable semejante lazo, y hubo de existir una lit<íratura común á
todos y que en todos causase entusiasmo. Esta vez no fué la poesía la primera que tuvo semejante
gloria la prosa se le adelantó, y los libros de caballería, que acertaron á reproducir el espíritu de
;
la época, se granjearon las simpatías generales, siendo los primeros escritores que agradaron á la
vez á grandes y pequeños, á sabios é ignorantes, á nobles y plebeyos, á hombres y mujeres, y á
todas las edades. Pero los libros de caballería, reducidos á la lectura solitaria, destituidos de las
galas poéticas y de otras cualidades esenciales tenían que caer y ceder el campo á otra literatura
,
mas variada, mas galana, mas amena, mas simpática, en fin, por estar destinada especialmente
á agradar, no en el silencio del gabinete sino en el bullicio de la sociedad, donde las sensaciones
,
se comunican y excitan unas á otras, donde adquieren mayor intensidad con las muestras de pla-
cer ó desagrado que arrancan ostensiblemente á todos. Tal fué la poesía dramática que sucedió
en abundancia y popularidad á los libros de caballería pero que conservó muchas de las dotes
,
de estos mismos libros, tan gratos durante siglo y medio á la nación española y sin las cuales no
,
viente de imaginación, que buscaba las impresiones íntimas del alma mas bien que las de los sen-
tidos, los efectos de la lucha de las pasiones, y no los resultados del fatalismo en un pueblo an-
;
sioso de asuntos complicados curioso de examinarse á sí mismo, lleno de fe para con los hechos
,
maravillosos y las enredadas situaciones, ¿cómo habían de bastar a interesarle las sencillas y
breves combinaciones que caben en un cuadro clásico ? Nuestro genio especial abarcaba un in-
menso espacio poético para tenerle suspenso y entretenido en el teatro necesitaba una historia
;
xnv LOPE DE VEGA CARPIÓ.
ontora un poema , épico completo. Poco nos importaba que el poeta corriese de oriente á occi-
dente que jiasase de siglos a siglos pues como nuestro drama era una historia, y eso buscábamos
, ;
alli, volábamos en el teatro con el poeta como seguíamos en un libro al historiador. La curiosidad
que nos conducía á la escena, y nuestra imaginación, abarcaban las creaciones del ingenio y ya ;
in el cielo ó ya en el abismo, estábamos contentos si, como en la tierra, velamos al héroe (}ue con
natural que se revistiese de todos los tonos de la poesía necesitábamos en iin que la lírica, la
; , ,
épica, la narrativa ostentasen todos los recursos en el teatro; porque, acostumbrados á la gala,
riqueza y abundancia de nuestra hermosa lengua, los oídos españoles no podían renunciar, ni
aun en el drama, los encantos de sus variados y armoniosos sonidos.
Necesidades de tal tamaño y extensión no podían satisfacerse en el estrecho círculo que con-
tenía la de los pueblos antiguos, ni tan encontrados y diversos elementos amalgamarse y colo-
carse convenientemente dentro de Cueva, Virués y los Argensolas habían cono-
él. Ya Juan de la
1ido la precisión de exceder tan cortos limites pero, como eran eruditos por fe, no lo hicieron
;
con la debida resolución. Luchando sus doctrinas académicas con la necesidad, fueron tímidos y
no se atrevieron de lleno á seguir el intento del pueblo por lo cual, en vez de inventar un siste-
;
ma nuevo é independíente del antiguo clásico y con formas propias y originales , solo produjeron
monstruosos dramas, compuestos de elementos inconciliables.
»Al ingenio grande audaz, eminentemente español de Lope estaba reservado comprender é
,
inventar un sistema dramático que fuese verdadera expresión de nuestras necesidades intelec-
tuales y morales. Por inspiración ó por sentimiento íntimo, ([uizá mas que por estudio, halló el
drama español; y formándolo con la quinta esencia del carácter indígena le apropió además ,
cuanto no era incompatible con él y habíamos adquirido de los extraños. Cultivado el árbol de
nuestra poesía ]»ñpular, creció magnifico y robusto hasta las nubes, y sus vigorosas ramas asom-
braron la culta Kurupa. Modelo fué de ella casi un siglo entero, y sus mayores ingenios se alimen-
taron de su sustancia para producir obras análogas en cuanto lo permitía la diferente índole de
las naciones para quienes escribían.
>Y no se crea, ya lo hemos dicho, (jue Lope se apartó voluntariamente de las reglas clásicas
por solo apartarse de ellas lo hizo si para crear otro sistema, mas instintivo á la verdad que ra-
;
zonado. No dejó á su país desierto de poesía nacional, ni produjo monstruos como los que le pre-
cedieron. El drama popular y grosero que existia antes que el suyo tambieri tomó una parte muy
esencial en su nueva creación, porque en él se hallaba el tipo característico del pueblo. Salió,
empero, de sus manos libre de la bárbara corteza que lo cubría, salió adecuado á los progresos
que se habían verificado en la cultura social. Qué diferencia enorme no se nota con efecto en-
;,
tre las sales groseras y el lenguaje de las antiguas farsas, si se comparan con las gracias oportunas
y decentes de Lope ? Y ¿ qué diremos de la expresión noble y caballeresca de los amoríos intro-
ducidos en sus dramas? Esto es todo invención suya no existía en las farsas, si bien ya se halla-
;
esta< se olvidara, jamás hubiera conseguido representar ni satisfacer las necesidades de un pue-
blo pues sii;ndo ellas mismas esencialmente necesarias, son una parte del instinto con que el
,
pueblo concibe y siente la belleza. Por inspiración se apartó de aquellas Lope, por inspiración
conservó estas, y por inspiración hicieron otro tanto los grandes poetas, que, dedicados á produ-
cir, jamás se ocuparon (mi la critic;'. filosófica ni en escribir reglas, que á jwstcriori s<! dedujeron de
sus obras.
>El teatro de Lope de Vega es una prueba del mas extenso y sólido saber. La teología, la ju-
risprudencia, la filosofía, las bellas artes,y hasta las mas mecánicas, todo lo abraza en él, nada le
era extraño ni peregrino. Allí está consignada toda la ciencia de su siglo y de su nación allí sus
,
usos y costumbres allí su fe y creencias religiosas , allí sus principios morales y políticos allí
, ,
sus necesidades gustos y placeres alli lo que contenia su originalidad ; y alli mejor que en la
, ;
PRELIMINARES. xxv
historia, que respeta y adula á los individuos, se pintaban con verdad en seres ideales atributos
que coiistituian entre el pueblo la idea de lo bueno y de lo malo, de lo útil y de lo dañoso, y has-
ta el extravío que produce en los juicios humanos la constitución social y la educación.
I
sEl caos que desembrolló Lope de Vega para fundar el sistema dramático, hasta ahora mas bien
i sentido que definido, fué inmenso. Las sencillas églogas de Juan de la Encina las comedias, ya mas ;
cuitase ingeniosas, de Torres Naharro las farsas de Lope de Rueda, Timoneda y otros, incrusta-
;
das de cuentos novelescos los dramas informes, hinchadamente épicos y gigantescos de Cueva,
;
Argensola y Virués, que olian todavía á la erudición del mal gusto el amor humano, asimilado al
;
entre nosotros por Boscan y Garcilaso la gracia sencilla y tierna que caracterizaba nuestras can-
;
ciones populares el tono épico, grave y solemne con que en nuestros romances heroicos ó de
;
historia se cantaron las glorias los desastres y la constancia nacional ; la gala y brio descriptivo
,
de los romances moriscos y caballerescos todo, todo existia ya, todo era popular en la civiliza-
:
ción castellana á principios del siglo xvu. Solo faltaba una inteligencia superior que, abarcando
con una mirada sola este caos de elementos diseminados, y despojándolos de sus formas divergen-
tes, supiese ponerlos en armonía para crear un todo conveniente, cuya belleza simpatizase con
las masas populares á quienes debia servir de instrucción de moralidad de placer y de recreo,
, ,
y á quienes, en fin, como un espejo se debia retratar para sí propias y para la posteridad.
íPues bien el hombre que supo aproximar elementos tan distantes y edificar con ellos un mo-
,
numento real é idealmente bollo y armonioso fué Lope de Vega. Creó su drama, y creado, se lo
presentó al pueblo y le dijo « Hé aquí tu poema hé aquí la verdadera creación que debes con-
: ;
tinuar para ser sublime, para ser original é independiente porque esta obra aunque salida de
; ,
mis manos, es propia tuya, porque se ha formado de tus leyes, tus costumbres, tu saber, tus
gustos, tus sentimientos, tus creencias, y en fin, de tu propia sustancia. Tú fuiste el mármol que
contenia la imagen de la belleza, y yo el artista cuya intehgencia comprendió dónde estaba ocul-
ta y cuyo cincel la despojó de su corteza tú fuiste el diamante, yo el que le labré é hice compe-
;
tir en brillo con el sol. » La nación, atónita y embelesada, aceptó el presente del gran poeta y ciñó
sus sienes con inmarcesible corona de gloria, de gratitud y respeto, y la fama llevó su nombre
y
sus obras inmortales á los otros climas. *
Para consumar tan grande obra necesitaba Lope ser lo que fué: un verdadero portento, un
monstruo de la naturaleza. El cielo había reunido en aquel hombre extraordinario el genio de
muchos poetas juntos, prodigándole los tesoros de la imaginación y de la mas rica fantasía, el don
de inventar y de trazar cuadros infinitamente variados facilidad, soltura, elegancia, claridad,
:
armonía, todo en él se reúne es un manantial que á todo basta y que jamás se agota. Su poesía
;
es porgeneral dulce y fluida, como el agua Ihnpia de una fuente pura, que fluye sin obstáculo
lo
alguno su expresión deja pocas veces de ser clara inteligible para todos y exenta de los defec-
; ,
tos de culteranismo y mal gusto que afearon á muchos escritores de su época y la siguiente los ;
argumentos de sus dramas son variados y siempre felices, á ])esar de ser tantos y tan prontamente
concebidos los caracteres de sus personajes, si no perfectos siempre en la ejecución bellos en la
; ,
fina y culta sobresale en él no ofendiendo nunca el decoro por lo general descubre una sen-
,
y ;
sibihdad viva y delicada que mueve é interesa, sin que le falte a veces fuerza y sublimidad bien ,
á ser desatinada y delirante por la aglomeración confusa de incidentes desligados entre sí como ,
en Cueva y Virués. La fábula de Lope está llena de movimiento, de situaciones, de lances hasta ;
creación de esta parte tan principal de la poesía dramática, en la que sobresalió, señaladamente
cuando poma en escena caracteres femeniles. Nadie ha descrito con mas verdad ni al mismo
tiempo con mas ingenio y, por decirlo asi, con mas efusión del alma, la ternura y constancia del
corazón nmjeril , el valor del bello sexo en las situaciones mas difíciles de la vida, y la disposición
a hacer los mayores sacrihcios por el objeto amado. Su manera de sentir el amor y los celos está
expresada en numerosas comedias de Lope con una variedad admirable correspondiente á
las ,
las casi inliiiitas situaciones que inventó para describirla. En los demás caracteres, generalmente
liablando. observó la debida decencia. El lenguajt; tlel padre anciano no es como el del joven
anumte del monarca poderoso, del criado, del pastor, del villano. Nada de esto se veia en los
,
que le precedieron cuando mas, supieron trazar algunos caracteres generales, pero no los indi-
:
viduales, que son los que la comedia requiere y fué tan notable la mejora que en esta parte in-
;
trodujo que el mismo se alababa de ella diciendo con razón en su Égloga á Claudio
, ,
Tampoco sabian sus antecesores manejar el diálogo con verdad, gracia y soltura. Algo se no-
taba ya de esto en Lope de Rueda mas ; solo en la parte jocosa. Lope de Vega enseñó el modo de
hacer hablar entre á los interlocutores de todas clases con verdad, viveza y naturalidad, hu-
si
yendo de los largos razonamientos, haciendo que las réplicas fuesen prontas, oportunas, ade-
cuadas a la situación y al personaje. En suma, como ya hemos dicho, antes de Lope existían co-
medias pero él creó el arte dramática.
;
Mas si esta arte le debió tanto, ¿hizo por ella todo lo que hubiera podido? ¿La llevó al grado
de perfección de que era susceptible en su tiempo? A nosotros nos parece que no, y en esto ve-
mos la gran culpa de Lope. Sin quitar al teatro español su originalidad, sin defraudarle de una
sola de las buenas cualidades con que supo dotarle, en nuestro juicio debió darle mas perfectas
formas é introducir en el un gusto mas depurado. El mismo lo conoció, se acusó de ello, y este
testimonio es mas poderoso (jue todas las excusas que se puedan inventar para disculparle.
Si tuvo grande inventiva, no fué tan afortunado en la composición ó disposición de la ñíbula, que
casi siempre es defectuosa señaladamente cuando se aproxima el desenlace. Su genio le inspi-
,
raba una buena idea poníase á trabajar, y generalmente empezaba bien, porque entonces le ani-
;
maba la inspiración pero caminando sin plan y siempre deprisa, se iba extraviando y se cansaba.
;
Añadía escenas á escenas conforme se le ocurrían aunque no tuviesen entre si la conexión ne- ,
cesaria saliaii unas buenas, otras malas ya se cansaba, y su composición se resentía de la fatiga
:
;
ocasionada por el excesivo trabajo; ya por un nuevo impulso ó recobradas sus fuerzas, volvía la
insjjiracion, y era otra vez el inimitable Lope. Guando llegaba el desenlace, el cansancio, la dificul-
tad de atar tanto cabo suelto y de llevar á un fin común tan varios incidentes, el ansia de acabar,
le hacían echar mano de cualquier medio y resultaba el final tan malo como buena había sido la
,
exposición. Asi de todos los poetas dramáticos es el que tiene mayor número de escenas admi-
,
rables y menor de comedias buenas. Esto consiste en que la invención pertenece al genio y es
hija de la inspiración ; pero la composición lo es del talento
y del arte. Las escenas, los diálogos
y los versos se hacen dictando la musa de la fantasía pero la disposición y el enlace de las diver-
;
sas partes del rlrama ,modo que camine artificiosamente á su fin prepare la catástrofe y man-
de ,
tenga espectador
al siempre suspenso, esto requiere mucha meditación y gran detenimiento.
Estas últimas cualidades son las que le faltaron á Lope para ser perfecto y su falta le precipitó ,
en grandes extravíos. Entregándose sin freno alguno á su lastimosa facilidad, demasiado pronto
á tomar la pluma, é impaciente por acabar, sacrifica el conjunto á los pormenores, y desgracia lo
esencial por los accesorios. Corre sin saber adonde marcha ni cuándo parará ; no se concede el
PRELIMINARES. xxvn
tiempo de respirar siquiera, y á lo mejor so queda sin aliento. Semejante al pródigo, derrama in-
consideradamente sus tesoros, en vez de distribuirlos con cordura y en medio de tantas riquezas,
;
aparece muy á menudo pobre y miserable. Asi, Lope para ser apreciado en lo que vale necesita
presentarse cargado con el inmenso caudal de sus obras vistas juntas asombran y dejan anona-
:
dado al que las contempla; desmenuzadas, se pierde el prestigio, y no pocas veces causan extraño
desagrado. Se pueden comparar á un inmenso paisaje que desde lejos presenta imponentes ma-
sas de árboles y montes nubes y variados celajes el conjunto sorprende y asombra pero inter-
, :
;
nándose en él se desvanece la ilusión y á par de bellas llores sombras agradables y fuentes de-
, ,
liciosas, se encuentran sitios agrestes, rocas incultas, extensos eriales, cenagales inmundos
y ;
por todas partes la maleza ahoga la vegetación, que de lejos parecía tan lozana.
'
Y no estuvo todo el daño en lo bueno que dejó de hacer, sino en el mal ejemplo que diera, sien-
do imitado en sus defectos por la mayor parte de sus contemporáneos y sucesores. Como una de
las cualidades que en él mas sorprendieron fué su inmensa fecundidad todos sus imitadores cre-
,
yeron que no eran poetas dramáticos si no eran también fecundos, y diéronse todos á escribir
comedias á destajo, produciéndolas a cientos. Quedándose aun en esta parte muy atrás, no le aven-
tajaron en Tas demás y excepto algunos pocos que indudablemente produjeron obras mejores
;
que las suyas, el vulgo de los dramaturgos escribió todavía con mas desarreglo y menos gusto.
Acostumbró además Lope á componer, no para el arte, sino para el pueblo únicamente y según su
capricho. Si es cierto que el poeta, y mas el dramático, tiene que escribir para el pueblo, también
lo es que no debe constituirse en servil adulador de sus gustos, con frecuencia depravados. El
cielo no le da el ingenio para esto solo, y es su obligación corregir lo que el buen gusto y la razón
desaprueban. El arte le ha de merecer también algún esfuerzo, y el está para perfeccionarlo que ;
la gran dificultad y la verdadera gloria consisten, no en agradar a la plebe á expensas del arte no ;
tampoco en sujetarse á este sin consideración a los gustos del pueblo, sino en atender á las dos
cosas juntamente, eji hermanar estos dos fines indispensables y en vencer todos los obstáculos
que ofrece tan ardua empresa. Si Lope hubiera hecho esto, no se diria de él que ha escrito mil
ochocientas comedias pero tendríamos unas pocas que sabriamos de memoria.
;
Basta ya sobre las bellezas y los defectos de Lope de Vega y sobre la influencia que tuvo en el
teatro moderno. Contraigámonos ahora á hablar mas particularmente de sus comedias.
Estas se pueden dividir en varias clases :
ticarse los vicios de ciertas personas y clases, hubo de limitarse á las mas abyectas y bajas, como
en el Paifian Castrucho. En estas obras no es Lope tan culto y urbano como en las demás pero ;
original y mejor que en ningún otro. A él deben referirse muchas en que, aunque se introduzcan
reyes y emperadores, la fábula no versa sobre hechos históricos sino sobre lances de amor y ce-
,
los. Es también el que mas se cultivó por todos nuestros antiguos poetas dramáticos y en el que
so y el Pastor Fido de Guarini pero dando mas complicación é interés á la fiíbula. Sobresalió en
,
él por las excelentes descripciones poéticas que admite. En todas las obras de Lope se ve el placer
con que describe las bellezas sencillas, las escenas hermosas de la naturaleza, las dulzuras de la
vida del campo y la sencillez de costumbres que es consiguiente á ella pero introdujo también
;
del Carpió. En las comedias de este género se observa en Lope mas celeridad que en otro alguno,
y se acercó mas á la manera de Cueva y Virués muchas fueron comedias de circunstancias.
:
^j" La tragedia puso el título de tragedia á algunas de sus composiciones porque el desenlace
:
era lastimoso, aunque la forma fuese la misma que en los demás dramas de modo que no hay ;
mas diferencia entre lo que él llama comedia y lo que tal vez intitula tragedia, que el ser en la pri-
mera el desenlace feliz y en la segunda funesto.
6.^ Las comedias mitológicas por lo general son comedias de teatro.
:
!
;
trodujesen los demonios, saliendo por escotillón y los ángeles por nubes. Estos dos últimos gé-
,
neros por si son ya bastante inferiores el uno por ser de una creencia que no nos pertenece y el
:
,
otro por acercar demasiailo al auilitorio los objetos de la suya. No tienen en Lope bastante mérito.
8.* La comedia tilosólica ó ideal, en que se conoce la intención de desenvolver alguna máxi-
ma de moral universal género en que Lope se elevó apenas sobre la comedia de intriga, y que
.
Calderón llevó después a tan alto grado de perfección son pocas también las que tiene de esta
;
clase í.
Muclio habria que citar de Lope; pero es difícil elegir en tal cúmulo de obras. Sus comedias mas
nombradas, ó por lo menos las que mas se han conservado en el teatro basta estos últimos tieno-
pos, son £/ anzuelo de Fenisa ; Obras son amores, y no buenas razones ; ¡Si no vieran las mujeres
:
Ims llores de don Juan ; La esclava de su galán ; La moza de cántaro ; Querer su propia desdicha
Los milagros del desprecio: El castigo sin venganza; La estrella de Sevilla; El premio del bieti ha-
blar Por la puente, Juana ; El mejor alcalde el Bey; Lo cierto por lo dudoso; El perro del hortelano;
:
La dama melindrosa ; Los Tellos de Mencses ; Amar sin saber á quién ; El acero de Madrid ; La ilus-
:re (regona; La hermosa fea; El mayor imposible ; La boba para los otros y discreta para sí. En el
prólogo del Peregrino en su patria puso Lope una lista de ias comedias que habia publicado hasta
entonces.
Lope, que se ensayó en todos los géneros, no podia menos de imitar una de las obras que mas
celebridad tenian, y que, sin ser verdadera comedia, ofrecía sus formas, La Celestina. Hizo La Do-
rotea, que como aquella, es una novela en diálogo y aunque está lejos de igualarla, hubo de de-
, ;
jará su autor bastante satisfecho, puesto que hablando de ella dice « Por ventura de mí lamas
:
qu«-rida.i Está dividida en cinco actos, que este nombre les da, y no el de jornadas, y escrita en
prosa con intercalación de bastantes composiciones poéticas. Como novela tiene poco interés y es
cansada de leer pero el lenguaje es bellísimo, y sobre todo los versos son de los mejores de Lope,
;
' Del)emos esla clasilicacion al piüfuiulo humanista y excelenle critico, maestro incansable de la juventud, don Al-
heño Lista y Aragón , cuyo fallecimiento acaecido en 5 de octubre de t848, llenó de luto á los verdaderos amantes de las
,
RELACIÓN
ENTRE LAS COSTUMBRES Y LOS ESCRITOS DE LOPE DE VEGA,
«Con dos flores de un jardín, seis cuadros de pintura y algunos libros, vivo sin envidia, sin
deseo, sin temor y sin esperanza; vencedor de mi fortuna, desengañado de la grandeza, retirado
en la misma confusión alegre en la necesidad y si bien incierto del fin no temeroso de que es
, , ,
tan cierto. Con esta filosofía camino por donde mas me puedo apartar de la ignorancia, desviando
las piedras de la calumnia y las trampas de la envidia.
Así describía su carácter el ingenioso poeta español Lope de Vega, en la dedicatoria que hizo de
su comedia El Alcalde mayor á cierto amigo residente en la ciudad de Méjico. Con tales costum-
bres y con tal manera de pensar, es claroque sus versos nacieron en la sencillez y tranquilidad
de ánimo en la práctica de las
, virtudes en el des])recio de las riquezas y en la admiración de
,
la hermosura.
Lope de Vega manifestaba sinceramente sus pensamientos. Por eso, mientras mas bellos son
los objetos que describe los pinta con mayores encantos y atractivos. La inocencia de las aves,
,
los afectos de un amor puro, la belleza de una doncella, las galas de las flores, hijas del mayo, y
las mansas corrientes de los ríos y de los arroyos se hallan retratados en sus escritos con la sen-
,
cillez de la verdad con fluidos y suavísimos versos, y con palabras y frases mas suaves todavía.
,
En el vario discurso de su larga vida así seglar como sacerdote Lope de Vega se dejó regir
, ,
constantemente por el amor con que acataba la justicia, la razón, la virtud y la hermosura. Ni
la ira podía cegarle el entendimiento hasta el punto de vengar por medio de las armas las preten-
sas injurias ni la codicia desviarle de la honestidad de sus costumbres.
,
ticas.
El Salustio senador romano era muy distinto del autor de las admirables historias de la Con-
juración de Catilina y de la Guerra de Ywjurta.YX Lope de Vega sacerdote español no se dife-
renciaba del poeta que tan bien solía encomendar en sus escritos la sencillez de vida y el ejerci-
cio de las virtudes.
Cuando
seglar compuso uña comedia intitulada El asalto de Maesbicht, para celebrar la victo-
riaque recientemente habían adquirido las armas españolas en los Países-Bajos, donde corrían
entonces tantos arroyos de sangre, y donde tanta gente de nuestra nación iba á perecer en de-^
fensa de las ambiciones de la casa de Austria.
Acertó, ó mas bien tuvo el poco acierto de poner Lope de Vega, entre las personas que repre-
sentaban en su comedia, un alférez de los que mas sé habían distinguido en \íipresa{comú en aquel
tiempo se decia sin incurrir en galicismos) de la plaza de Maestricht. El actor encargado de reci-
—
xtx LOPE DE VEGA CARPIÓ.
tar el papel ora de ruin persona. Terminada la representación de la comedia con feliz suceso,
cierto hidaliio, muy
descolorido y enojado, llamó aparte al bueno de Lope y le dijo t que habia ,
sido muy mal término dar el papel del alférez ;que era hermano suyo) á un comediante tan villa-
no de talle y de tanta cobardía en las maneras, cuando su pariente tenia buena presencia y gen-
til espíritu, según lo mostrabaii sus proezas Lope, al oír querella tan extraña, se excusó lo mejor
>
.
que pudo en tan inesperado trance. Pero el hidalgo no se satisfizo con sus excusas; y así, le pre-
vino que si no entregaba el papel a otro representante, desde luego se diese por desafiado. Lope,
hombre pacitieo é inofensivo, al escuciiar tali^s bravezas, ofrc^ció cumplir lo que el hermano
del alférez tan vivamente solicitaba. Diii el papel á otro actor de buen rostro y mejor talle, y le
encargó que hiciese muchos ademanes de valiente, con h» cual se serenó el hidalgo, y en vez de
acuchillar al poeta, le envió unos regalos '.
Esta suavidad del carácter de Lope de Vega, en la edad viril y en un tiempo en que la educa-
ción y las costumbres exaltaban los brios, permaneció igual aun en los dias de la vejez, cuando
los achaques, los desengaños de las vanidades del mundo y de la constancia de los amigos, y la
gran fama puilieran haber agriado su condición y encendido su orgullo.
<rn hombre iracumlo y mal advertido desalió á Lope hallándole en estado que ya los hábitos
,
eclesiásticos Ife excusaban la respuesta. Instó el que desafiaba, y empuñando la espada, enojado
mas con su silencio, le dijo Ea, salgamos fuera.
: — —
Vamos dijo Lope, poniéndose con mucho ,
Esto refiere fray Francisco de Peralta en un sermón predicado en las exequias de Lope, Ma-
drid, IGoo; obra bastante rara '-.
Lope de Vega era además un hombre modelo de modestia. Ni los aplausos lo engreían ni la
estimación universal lo cegaba. Para él fueron tormentos irresistibles las honras merecidas que
le tributaban por su ingenio los reyes y los grandes.
Su intimo amigo y compañero inseparable, (d doctor Francisco de Quintana, autor de varias
novelas y poesías celebradas en aquel siglo, predicó también en otras exequias de Lope. En su
sermón impreso igualmente en Madrid el año de 1635 liay curiosísimas noticias acerca del ca-
, ,
rácter y costundires de Lope de Veca. Ninguna d(! ellas ha sido conocida por los biógrafos de este
esclarecido ingenio, porque el original del elogio fúnebrí! de Quintana es de una rareza singular 5.
Véase cómo describe un constante amigo de Lope su modestia Los príncipes, así eclesiásti-: 'í
cos como
seglares, le veneraron, y aun le desearon , quejándose de que no los visitase pero él se
;
portaba tan templadanieníe en estas honras, (|ue á la queja de un principe grande, eclesiástico,
de (}ue no le veia, respondió: —
Yo vi(!ra mas veces á vuestra ilustrísima si me hiciera menos ho-
nores cuando le veo.— Secretario fué en su juventud de dos principes grandes, y cuando estimaban
mas su persona, los dejó por huir de las lisonjas y estimaciones de sus familias y estaba tan desen-
;
' Lope refiere este suceso en una (h- sus novelas. (Nota del autor del articulo.)
' Está reimpreso en la Colección de lax obras sueltas de Lope,
tomo xix.
' Reimpreso en »•! tomo xix de las Olrras sueltas de Lope.
; , , ; , ;
PRELIMINARES. xxxi
casa quien respondiese, salió él mismo, y vio que el que llamaba, sobre pobre, sacerdote y ciego,
llevaba la indecencia de un asqueroso sombrero. Miró si tenia qué darle; no se halló con cosa
considerable y llevado de su piedad quitóse el sombrero que tenia en la cabeza, y püsoselo al
, ,
pobre. Súpose necesariamente este suceso, porque no pudo salir de casa con los amigos que le
asistían , testigos fieles de esta verdad hasta que uno de ellos hizo diligencia para que le lleva-
,
sen otro.»
Con esta condición tan afable, tan caritativa, tan generosa, pronta á ejercitar el bien , sensi-
ble ante la desdicha lo mismo que ante
hermosura, acostumbrada á la sencillez de las costum-
la
bres, llena de delicados afectos, no mancillada con los crímenes, Lope de Vega habia de escri-
bir necesariamente versos de una suavidad extraordinaria y ser uno de los pintores que han ,
se contentaba solo con encontrarlas en los campos, en los jardines y en las selvas, ya en las de-
licadas flores, ya en el cantar de las sencillas aves, ya en las mansas corrientes de los arroyuelos,
ya en las sombras y frescuras de las silenciosas llorestas. Lope se traslada con el pensamiento ala
rústica casa de un labrador, y describe admirablemente y con un entusiasmo singular la riqueza
de los frutos naturales depositados en aquel albergue. Véase la descripción que se lee en su co-
media intitulada El vaquero de Morana :
Algún año sea tan bueno Rompan del aire los filos
En tierras propias y extrañas Las cañas de los barbechos,
Que seguemos con guadañas Y toque el trigo los techos
Como en los prados el heno; En las trojes y en los silos.
Vístase el prado librea No solo en siega, en vendimia
Con la yerba cada hora Os dé el cielo tal tesoro.
Vierta aquí su copia Flora, Que hagáis los vasos de oro
Y su abundancia Amaltea; Que agora tenéis de alquimia.
.
Sin embargo, Lope de Vega á pesar de la pureza de su alma, no manchada con los vicios que
,
afeaban costumbres de sus contemporáneos, como buen autor dramático, supo retratarlas
las
admirablemente, incluyendo á todos, desde Felipe II, castigador de su hijo don Carlos y de
Juan de Escobedo, hasta las busconas y rufianes que vivian de la estafa y en los mayores crí-
,
menes.
, Para describir la muerte de Juan de Escobedo secretario de don Juan de Austria, dada por
,
Antonio Pérez de orden de Felipe II, y para afear la persecución que hizo este soberano ásu pri-
vado por haber ejecutado sus disposiciones, compuso Lope de Vega su tragedia intitulada La es-
trella de Sevilla. Tal se cree por algunos críticos en vista de la semejanza de los sucesos en ella
referidos con los que admiró el mundo durante el reinado de Felipe y considerando que la ac- ,
ción de esa traí^cdia se finge en el reinado de don Sancho el Bravo, tiempo del cual no se con-
serva noticia alguna igual tocante á Sancho Ortiz ni á la familiaantigua sevillana de los Taberas.
También Lope en el reinado de Felipe III compuso otra tragedia con el título de El castigo sin
venganza, donde un duque ideal de Ferrara manda matar á su hijo por tener amores con su ma-
drastra acción en que la corte de Madrid vio retratado al príncipe don Carlos á Isabel de Valois
: ,
y á Felipe II, según las voces que corrían entonces acerca de este suceso fuera de España. La
tragedia, al siguiente día de su representación, fué prohibida.
Lope de Vega, para pintar la sociedad española de su tiempo, recorrió todos los estados, y al
fin desde los palacios descendió á las vidas de las busconas en su comedia El anzuelo de Fenisa,
,
MmAXDO un dia el retrato de vuestro hermano Carlos Félix, que, de edad de cuatro años, está
en mi estudio, me preguntastes qué significaba una celada que, puesta sobre un libro en una
mesa, tenia por alma del cuerpo esta empresa Fata sciunt; y no os respondí entonces porque
:
rae pareció que no érades capaz de la respuesta. Ya que tenéis edad, y comenzáis á entender los
principios de la lengua latina sabed que tienen los hombres para vivir en el mundo cuando no
, ,
pueden heredar á sus padres mas que un hmitado descanso dos inclinaciones una á las armas, , :
y otra á las letras, que son las que aquella celada y libro significan con la letra que en aquellos ,
tiernos aTios dice que el cielo sabe cuál de aquellas dos inclinaciones tuviera Carlos si no le hu-
biera, como salteador, la muerte arrebatado á mis brazos y robado á mis ojos, puesto que á me-
jor vida, dolorosamente ,
por de hermosura y entendimiento,
las partes que concurrían en él
con esperanzas de que habia de mejorar mi memoria sobreviviendo á mis años, por la razón del
curso de la naturaleza, orden sujeta á los accidentes de la vida. Vos quedastes en su lugar no sé ,
con cuál genio, cuya definición os darán Pausánias y Plutarco cuando sepáis entenderlos, el
uno en los Acaicos, y el otro en la Vida de Bruto. Ni aun conozco la calidad de vuestro ingenio;
que san Agustín tuvo por felicísimo al que nacia con él, como en el libro cuarto de la Ciudad de
Dios lo siente el Santo y fué opinión de Cicerón y de Aristóteles la ventaja que hace al arte la
;
naturaleza, á quien afrenta Plinio pensando que la cultura de las artes se debe á la avaricia; bien que
casi siempre es verdad cuando no las estudia el gran señor y príncipe y aun entonces puede ser ,
vanidad, y no virtud, como se ha visto en muchos. Mas ¿para qué os persuado con autores, cuando
aun estáis en los primeros rudimentos de la lengua latina? Cosa que no podéis excusar, aunque si
hubiera quien os enseñara bien la castellana, me contentara mas de que la supiérades; porque
he visto muchos que, ignorando su lengua, se precian soberbios de la latina, y todo lo que está
en la vulgar desprecian , sin acordarse que los griegos no escribieron en latin, ni los latinos en
griego ; y os confieso que me causa risa ver algunos hombres preciarse de poetas latinos, y en es-
cribiendo en su lengua parecer bárbaros ; de donde conoceréis que no nacieron poetas, porque
el verdaderode quien se dice que ha de tener uno cada siglo en su lengua escribe y en ella es
, ,
también deben sus patrias esta honra ; y lo sintió el celestial ingenio de fray Luis de León que ,
pretendió siempre honrarla, escribiendo en ella, como también le sucedió á fray Luis de Grana-
da, después de muchos sermones que hay suyos en y en ella escribieron fray Fer-
la lengua latina;
nando del Castillo , fray Agustín de Avila doctor Mariana y otros exce-
, el packe Ribadeneyra , el ,
lentes ingenios, sus historias. No os desanimo para que con menos cuidado estudiéis esta reina de
las lenguas, tercera en orden á las del mundo, aunque mas común que todas; procuralda saber,
porque no sepáis lengua tan engendradora de soberbios, que tan pocos pueden saber que la sa- y
lí) De lo que en la dedicatoria dice el autor se inilere que no fué la primera , pues omite circunstancia de lauto bulto.
En el Arte nuevo de hacer comedias asegura que á la edad de doce y aun á la de once afios ya las escribía.
, ,
o COMEDIAS ESCOCIDAS DE LOPE DE VEGA CARPIÓ.
beií;, que un catedrático do jjrrit'iío, natural de Guipúzcoa, hallándose en su escuela de Alcalá asal-
tado de improviso de muchos señores de la corte or() en vizcaíno delante dellos, y fué tenido por
,
hombre insigne, hasta que un secretario de un príncipe, que era de la misma patria, deshizo el
atrevido engaño, diciendo que le había entendido. En una de aquellas lamosas librerías de Sevilla
brero tan hebreo es esto como esotro.» Vos me liabréis entendiíjio; y en razón de la inclinación,
que fué el no tengo mas que os advertir, si no os inclináredes á las letras
principio de esta carta,
humanas de que
,
y que les saquéis las sentencias, sin dejar
tengáis pocos libros, y esos selectos ,
pasar cosa que leáis notable sin hnea y margen y sí por vuestra desdicha vuestra sangre os in-
, ;
clinare a hacer versos (cosa de que Dios os Ubre), advertid que no sea vuestro principal estudio,
porque os puede distraer de lo importante, y no os dará provecho. Tened en esto templanza; no
sepáis versos de memoria, ni los digáis á nadie que mientras menos tuviéredes desto, tendréis
;
mas de opinión y de juicio y en esta materia y lo que os importa seguir vuestros estudios sin esta
; ,
remora, no busquéis, Lope, ejemplo mas que el inio, pues aunque viváis muchos años no llega-
réis á hacer á los señores de a uestra patria tantos servicios como yo, para pedir mas premio, y ten-
go, como sabéis,, pobre casa, igual cama y mesa, y un huertecillo cuyas flores me divierten cuida-
dos y me danconcetos. Libraréisos con esto de que os conozcan que por la opinión de muchos es
;
^ran desdicha, y así tenía por jeroglífico un hombre docto deste tiempo un espejo en un árbol,
a quien unos muchachos tiraban piedras, con esta letra Periculosits splendor. Yo he escrito no-
:
vecientas comedias, doce libros de diversos sugetos, prosa y verso, y tantos papeles sueltos de
varios sugetos, que no llegará jamás lo impreso á lo que está por imprimir; y he adquirido ene-
migos, censores, asechanzas, envidias, notas, reprehensiones y cuidados; perdido el tiempo
preciosísimo, y llegada la non iutcUccta senechis que dijo Ausonio, sin dejaros mas que estos
,
inútiles consejos. Esta comedia, llamada El verdadero Amante, quise dedicaros, por haberla escrito
de los años que vos tenéis que aunque entonces se celebraba conoceréis por ella mis rudos
;
,
principios con pacto y condición que no la toméis por ejemplar, para que no os veáis escuchado
;
Nota. E«la pnslnral fie El verdadero Amante, por ser el primer drnma do Lope incluido en nuestra colección, se
reimprime sin diviision de escenas, para que vean los lectores de la Biblioteca cu (|ué forma publicó el autor sus co-
medius.
, ; , —
: ;
, —
; ,, , ! ,, , ,
EL VERDADERO AMANTE.
FIGURAS DE LA COMEDIA-
Representóla RÍOS.
Las hojas destas olivas. Pues en el aire, sospecho. Anímate. ¿Qué has tenido?
Por donde amor me subió, ¿Estásdormido ó despierto?
UN PASTOR. Mis esperanzas y yo JACINTO.
En nada os disgustaremos, Nos hepios pedazos hecho.
Ni la gran Diosa permita ¿Que te casaste, Amaranta? Estoy despierto y dormido
Que su selva despreciemos. ¡Muerto soy! Estoy sano, estoy herido.
¡Hola Cese el baile y grita.
! Estoy vivo y estoy muerto.
OTRO. Sale DANTEO. Tal me tiene mi dolor.
Pues lo mandáis, cesaremos. DANTEO.
DANTEO. [Sin ver á Jacinto.)
SACERDOTE. Pues duerme y vela pastor, ,
Asiste á nuestro deseo. Que tuvo pecho amoroso. A Belarda á amar te inclinas.
Por el despojo y trofeo Dile que se abrase y arda
JACINTO.
Que se te ofrece este dia, Que pene, padezca'y muera.
Y venga en tu compañía Pues que le adora Belarda, Ni aun la ceniza ade\inas
Kl sacro dios Himeneo. De toda nuestra ribera Del fuego en que estoy ardiendo.
Doristo con Amaranta La pastora mas gallarda. DANTEO.
Quieren tu yugo amoroso No es este amor, que provoca No disimules conmigo.
Asiste pues Juno santa
, .\ una alma á volverse loca
JACINTO.
Y el lazo dificultoso Malicia que imaginé
De la coyunda levanta Por Dios Danteo que inoras
Que de su boca lo sé , ,
{Aparte. Quiéronu' disimuhu'. ¿Qué dices? Que vivo como rey sin desearlo.
JACINTO. CORIDON.
f.allaiulo el sucoso triste.) I
me quiero poner
ííalan Mira , Señor, si te niuercis CORIDON.
Que me lia tenido enluladu Nunca la causa fué lanía Vuelve en tu seso, cobra tu sentido.
Oe un des|>osorio el placer. Pues se ha casado Amaranta MENALCA.
Y pues (pie tantos lo van La |)ren(la que
tanto (juieres.
Mírala en brazos ajenos,
Ganado está muy bien cuando perdido.
Bien es tiuc vaya galán.
Y que de .su gloria llenos... CORIDON.
¡Euristo!
Sale EURISTO.
— Mas conviéneme que calle Pues quieres que así sea, dime, cuerdo,
Que suena gente en él valle, ¿Cómo podrás gozar mientras que vives
Y es Menalca cuando menos (Vase.) Tu Belarda gentil ?
EURISTO.
MENALCA.
¿Qué mandas? Salen MENALCA y COHIDOiN.
Viviendo en ella.
JACINTO.
MENALCA. CORIDON.
Presto
Trae volando á este puesto ¿Conoces, dime, Coiidon alguno ,
Cabrás dentro muy bien
i
EL VERDADERO AM.\NTE.
ponibra á su corriente, Y siendo tú mi esperanza... MENALCA.
Que (ia
Heperiiitio ypnseciiél MENALCA. Bien me has dicho bien me enseñas
.
Que pasa de enojo á rabia!) Ama, pues tanto mereces, Me has traido á despeñar!
¡Oh Menalca! A tiempo vienes. Y pon tu intento por obra ¿Quién te dijo mi suceso?
Que si mucha paga ofreces. MENALCA.
ME>ALCA.
Por una á ciento se cobra están!
Siempre al tiempo que te agravia ¡Qué bien te
Que puesto que merecieras I
JACl.NTO. (Áp.)
BELARDA. En mi (lafio la venganza.
Y á los dos. Que el laurel que le previenes
A fe que «1 pastor es sabio.
JACINTO. Se le marchite en las sienes,
BELARDA.
Guárdeos el cielo.
Como lo está mi esperanza
No sé qué te diese en pago O c|ue en fuego se resuelva ,
BELARDA.
De este don , te certilico. O cuando al (|ue te idolatra
Y á vos La suerte humana revuelva
HE>AL(U. Parte de mi vida os dé. En los áspides se vuelva
Con poco me satisfago.
ÁCIMO. J Que mataron á Cleopatra
DELARDA. No sino á vos de la mía; Mas pues tan poco restauro.
Pero tü das como rico Y no digo parte della; Arda en su cabeza el lauro
Y yo como ^H)bre pago. Que toda es vuestra , y podría Como Hércules ardió
JACl.NTO. {Ap.) Si os preciáis de poseella En la camisa que dio
CORIDOX.
Darme otra deuda mayor. BELARDA.
Voy me , y pinto BELARDA. Vivo estás.
En tus faldas un abril. Vase.) Yo pienso que la tendréis, CORIDON.
(
EL VERDADERO AMANTE.
COBIDON. Por vivo en el corazón Que en el desposorio estamos.
Y creo \o
¿Qué te quiere este pastor? ¿Vístele?
BELARDA. MENALCA.
One tal como ella serás,
Pues no dio fruto jamás Quiere crecer tus amores. No por mi
,
fe.
¡Oh ingrata Belarda! Ponte No falta mucha afición Ponme el laurel; que me aguarda
A querer un monte fiero Que los cria como madre Doristo á su tiesta y boda
Y alma disponte;
á darle el Al pecho de la razón. Y vén conmigo ; que en toda
Oue pues por un monte muero. BELARDA. Otra mayor se te aguarda.
Bien puedo querer á un monte. ¡Bien á fe! Toma, Danteo, BELARDA.
Pon en un monte tu amor Tuerce esta guirnalda en tanto , Toma , y mira qué te pones;
Tan inmoble á mi dolor; Que hablamos de mi deseo; Que á fe que te la tejió
Y harás que le adore y quiera Teje aqueste laurel santo, Uno de aquellos leones.
Y ¡ojalá que un monte fuera, Por quien suspiró Peneo,
Y que no fuera un pastor! MENALCA.
Y con esta cinta le ata.
Pues también lo seré yo
Mas dime, ¿dónde se fué? DANTEO.
¿Aqui no quedó contigo? Después que tú me corones.
Que me place.
BELARDA. ( Vanse. )
JACINTO.
Partióse ay triste y (jucdé
i
!
¿Y para quién?
Llorando, sin él conmigo. ,
BELARDA.
C0RID0\. Para el pastor que me mata. Suena grita y baile de pastores, y sa-
Sin fe te sobra la fe. JACINTO. len DORISTO v AMARANTA, novios;
Dime , ¿por qué se partió? No, no sus hojas le den PELORO, padrino; EREISA, ma-
BELARDA. A quien las vuelve de plata. drina; DÜRIDA, pastora; ERGASTÜ,
Porque aqui me defendió Soy tan pobre, que permito pastor.
De un leou y fué ,
tras él. Que la goce y me la quilo
,
EREUSA.
COKIDON. Porque un pobre tanto pieide,
Que este laurel siempre verde Mejor están en lo bajo,
¡León!
Ya le volverá marchito. Y ordénese alguna tiesta;
BELARDA.
Mal conservamos el bien Que ya, si el baile os molesta.
Furioso y cruel Descansaréis del trabajo,
Que es nuestra ventura tal
Que deste monte bajó. Y pasaremos la siesta.
Que cuando mucho nos den,
i.\y Dios! ¿Si le ha de matar? Doristo, ¿estás bien sentado?
Le convertimos en mal.
COKIDON. DANTEO. DORISTO.
Ten Belarda no me males
, ,
A Meualca siento. Júzgalo, pues tengo al lado
Con oirte lastimar; JACINTO. A mi dulce y cara esposa...
Que sangre te puedo dar ¿A quién? AMARANTA.
Con que la suya rescates.
DANTEO. En merecerte dichosa.
Yo voy á hacer de manera
Que viva aunque si él nmriera
,
A Menalca.
JACINTO. DANTEO.
Viviera yo mas no es justo ;
Salen JACINTO y
Que yo viva á tu disgusto, Pues sus, vamos.
Y que tu gusto se muera. BELARDA. jACiJiTO. {Ap. á Dánico.)
Sea de mi cuerpo triste ¿Y el verte? Ya llevo el color trocado.
Sepultura este león JACINTO. ¿Cómo he de poder hablar?
No de aquel á quien le diste Luego podrás; Danteo, da el parabién.
, ; , ; — ) , , , , —,,
,
Aíjui sentaros podréis, Pues yo le visto ¡Oh qué bien está vestido
Aunque al humilde igualéis De lo que nunca me visto. Este soldado polido!
Vuestro valor sin igual. Bravos colores tenemos.
DANTEO.
A fe que ha de ir muy galán
Que te declares espero. A la guerra que se ofrece.
Sale DELARDA.
CORIDON. ¡Oh qué gallardo parece!
CELARDA. ¿Ya no sabes que es de verde Todos mirándole van.
No os quisiera perturbar La esperanza (|ue perdi. Buena es la pluma leonada.
Tan buena consersacion Que nunca niela vestí? AMARANTA.
blas la mucha obligación DÓRIDA. Leonada.
Por fuerza me obliga á entrar. DANTEO.
Que se pierde, que se pierde.
Gócense por muchos años. Y el borceguí
DANTEO.
AMAUANTA. No es malo porque es turquí
Calla, Dórida. ,
EL VERDADERO AMANTE. 9
DANTEO. DÓRIDA. ELAUDA.
¡Hola, Menalca, esüi aijuí! Blanca. ¿No ves que eso no es decei le?
¡Hola, hola, iMiibelusaiio! DANTEO. PADRINO.
Tírale del brazo. Es mia, Eu el juego sí. Callad.
i'Aitr.ixo. Porque lo negro me agrada. BELARDA.
¡Hola! MADRINA. Alto pues; si es libertad
MENALCA. Negro. A vuestra cuenta se asiente.
¿Qué es eso? Encarnado. DANTEO. JACINTO.
DAMEO. Y la cinta de oro Toma mi n'istica mano
¡Dien! Es buena con la roseta. Baja fu cielo á mi suelo
BELARDA. ERGASTO. O mi suelo suba al cielo
le den. No hasido mala la treta. Ue tu cielo soberano.
Su penitencia
DAMEO. Pague Peloro, ¡ah Peloro! {En dándole la mano, se pone .\maranta
PADRINO. el lienzo en los ojos.)
Y tú la mereces sola.
¿Pues?... No me abrases tunto.
{Ap. ¡Ay Dios!
MENALCA.
MADRINA. Hasme muerto, hasme encendido,
Pues ¿ya no dije encarnado? Pues cual ícaro atj'evido.
Pague el señor padrino.
DANTEO. Caigo en el mar de mi llanto.
PADRINO. Cuándo mi cuerpo mortal
Anda , loco, embebecido.
MENALCA.
Par diez que me descuidé, Se vuelva en ceniza poca,
Con los mozos que envié Est(í lugar de tu boca
Alto; penitencia pido. 41 Por la harina al molino. Quedará siempre inmortal
PADRINO.
DANTEO. Que del tiempo los agravios
Dénsela; que lia confesad* No pueden hacerle guerra,
Esa disculpa no abona.
DANTEO. Pues no ha de volverse tierra
Mando, con su parecer.
Yo mando que aquel laurel
Lo que fué cielo en tus labios.)
Que Ereusa , su mujer...
Ponga á Jacinto, y que diga MENALCA.
PADRINO.
Que es mas digna su fatiga ¿Qué? {Ap. ¿Qué
es esto, cielo cruel?
De coronarse con él. DANTEO. Qué es esto, cielo inliumano?
%ENALCA. Delarda besa su mano,
Le haga una mamona. ¡
Y yo le doy mi laurel!
No mandes eso. PADRINO. Ya"no lo puedo sufrir.)
DANTEO. Obedezco, aunque es mi daño. Adiós , señores ; que tengo
Perdona Mucho que hacer; luego vengo,
DANTEO.
Y obedece. Luego. {Ap. Si vuelvo á vivir.) {Vase.)
¿Quién la sella?
'
MENALCA.
CORIDON. PADRINO.
No es razón
Que es un laurel de un león Por Dios , yo. ¿Por qué Menalca se va?
Que me puso una leona. PADRINO. DELARDA.
PADRINO. i
Qué papirote me dio Debe de tener qué hacer.
ha de ser, ¿qué {Ap. Oh hideputa picaño!) DANTEO.
Si te detienes? ¡
DANTEO.
MENALCA. ¿Al juego no hay que volver?
Adelante. Así que, digo
Porque del indigno soy, DÓRIDA.
Que el soldado lleva espada
Jacinto, el laurel te doy:
Con la guarnición dorada. No vuelvas que cansas ;
ya.
Corona tus dignas sienes. Amaranta, ¿por qué lloras?
PADRINO.
JACINTO. AMARANTA.
¡Ofrézcole al enemigo
Prosigue el juego adelante. No lloro.
Dorada , sesenta veces. DÓRIDA.
MENALCA. DANTEO.
Pues ¿qué es aquesto?
Caro me cuesta la fiesta Y que va con tanto brio ¿Cómo ese lienzo te has puesto
Dura penitencia es esta. A entrar en un desafio. Para eclipsar mis auroras?
BELARDA. Que se admiran los jueces. Pase de presto el nublado
Y á tu pecado importante. Mueve la planta gallarda Salga el sol muéstrese el día.
,
BELARDA.
Bien quedaría.
Sí ,
porque engendra deseo. De vuestra luz eclipsado.
ERGASTO. ¿Llámanmeámi? ¿Quién os pudo dar enojos?
MENALCA.
Prosigue el juego , Danteo AMARANTA.
Que es esto nunca acabar. ¡ Bueno es eso
Belarda, cuando pasó.
{Ap. Cielos, he perdido el seso
Con su ropa me cegó.
\ !
DANTEO.
Cogido os han con el robo.
Par diez , que él parte brioso {Ap. ¿Qué es esto? A Jacinto mira.) ÜELARDA.
•Con el capotillo verde,
BELARDA. Cegaran antes mis ojos.
Claio oscuro...
Digo, Señor ,
que perdí. ¿Fué cuando [ledi la mano?
CORIDON. AMARANTA.
MENALCA. {Ap.)
Verde verde. Cuando mano pediste.
,
¿Que no mirándome á mí la
DANTEO. Tan largo espacio se admira? lUen al descuido lo hiciste;
f OH (>/ . ij derriba al padrino , que lia —] Mal tuego se prenda en el, Dura mucho.
""" *
de estar vestido de Marga.) Que las entrañas le abrase!
' "' '
'
CORIDON.
Su frente fingida y doble Ni un momento
JIADRINA.
Coroné del ramo noble Que el bien (me se pierde junto
¡ Ay triste! ¡Y qué grau ruido! Que fué digno de la mia.
¿Si es el toro? Solo dura hasra aquel punto
La que apenas merecía Que es cierlíisu perdimienlo.
CORIDON. Enebro, acebuche ó roble.
mismo Y esto es fáen de entender,
El e?. Ay triste! Que el seso |)ierdo
¡
Mirando el fácil sugeto
PADRINO. Cuando de aquel sueño vano Del pecho de una mujer,
Guárdenle para después. Para la muerte recuerdo, Que es pocas veces perfeto,
Si eslá causado y corrido. Y cuando de aípiella mano. Y nunca en el buen querer.
CORIDOS. De aquella mano me acuerdo. Y fuera desto, es mejor
Por la mano le gané Para que entienda lu ar|pr;
Ya es larde; él viene.
Pues que primero la amé Pues si á matarle le animas.
DÓRIDA. Mas ¡triste! <.qué me sirvió? Verá lo mucho que eslinias
Amaranla, Que la mano me ganó Su desden y tu favor.
Huye por esa emboscada. Borrando el punto á mi fe. Y al lili no puedes dejar
AMARANTA. ¿Viste que le dio la mano, De matarle en tiempo alguno;
¡ \\ pobre I
Y que ella le dio su boca? Y baste, para acabar,
MADRINA. Luego según esto, es llano
,
Que no ha de gozar ninguno
¡Ay triste!
Que él ganó el bien que le loca , Lo que no puedes gozar.
y que yo la adoro en vano. MENALCA.
DÓRICA.
¡Oh condición de mujer.
i
Ay cuitada! Tan enseñada á jugar! Basta. No sé, le prometo.
Vaya en tus pies .\talanta.
Fortuna le has de llamar, Qué furia, si no es Alelo,
{Sale el toro.) Pues gana el que ha de perder, Se me reviste en el pecho.
COItlDON. Y pierde el que ha de ganar. Yo esloy de tí satisfecho;
Avive, señor Peloro. Ay Dios! ¡Qué mal le aconsejas,
¡
Solo le encargo el secreto.
Si ya (le mi bien Ití alejas. A(]ui le puedes ipiedar; •
PADRINO.
Olvidada de mis obras! Que hoy tengo de acabar.
le
¡ Ah hosquillo! vente á mí.
Hoy no se ha de ver con vida
¿No ves el dueño que cobras :
Cuya vida te darán Que no sale d*; nobleza Plega á .Inpiler que halle
I'or lo que fiesa de |)lata? Cuando le lienta el rigor. De lodo huena respuesta.
Cobra el amor que tequila Si á Jacinlo doy la muerte. ¿Es Coridon? Es sin duda.
, : . —, , ; !,' , ; ! ;: —
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, , ,
EL VERDADERO AMANTE. 11
CORIDON. Aunque mejor acabado JACINTO.
¡
Oh Ergaslo Seas bien venido.
!
Que el de Doristo. Vé con Dios.
¿Dónde?... JACINTO. ERGASTO.
ERGASTO. ¿Mejor? Con los dos quede. (Vase.)
Donde me ha traído Nunca me ponga el amor JACINTO.
Aquel que todo lo muda. En mas venturoso estado Por Dios Belarda que puede
,
,
CORIDON. Con las prendas que mas quiero. Con su marido enterralla.
¿Por qué has dejado tu aldea? ERGASTO. ¿Qué piensa el padre hacer della?
¿Cómo quedan los casados? Mejor tengáis la ventura BELARDA.
ERGASTO. Pues que ya en la sepultura ¿Quelaentierre?
:Ah Coridon Mal logrados! Reposa.
JACINTO.
Ko hay bien que seguro sea. BELARDA.
Ya sabes cómo Doristo Ansi lo digo.
¿Deque manera?
Llevó á vivir á su haciendíi BELARDA.
ERGASTO.
Su esposa, su amada prenda. No mas; casarla contigo.
Murió Doristo otro dia Para enterrarte con
(JORIDOX. ella.
De su boda desdichada.
Toda mudanza he visto,
la JACINTO.
Y supe cómo le fuiste BELARDA.
¿Es burla? Antes en tierra extranjera
Con el padre de Araaranta. Tenga incierta sepultura,
ERGASTO.
ERGASTO. Y á manos de mi locura
Oye; que desdicha tanta Fuera pesada. En vuestra desgracia muera.
Jamás de tus ojos viste. Murió en la |)resencia mia. Sin que aun en" tiempos después
Murió el pastor de improviso.
En estos brazos pagó Mi cuerpo enlierre la tierra
Lo que á la muerte se debe. Que tanta ventura encierra.
CORIDON.
JACINTO. Pisándola vuestros pies.
¿Doristo es muerto?
¿De qué enfermedad tan breve? ¿Estáis burlando conmigo,
ERGASTO. O merezco vuestros celos?
Sí , muerto. ERGASTO.
BELARDA.
CORIDON. De un desmayo que le dio.
Saben, Jacinto, los cielos
¿Es cierto, Ergasto? BELARDA.
Si estoy burlando contigo.
ERGASTO. ¡Brava desgracia por cierto. Oh traidor! ¿Piensas que ignoro
¡
'
Muy cierto. Que me llega al corazón Que has adorado á Amaranía
Llegó su punto preciso. ERGASTO. Con fe tan injusta y tanta
AMARANTA.
Ya tú sabes la muerte deDorislo;
¿Posible es que has de dejarme? Fuilo un tiem|K); mas ¡ay triste!
Pero porque mi hija te la cuente,
I
Como no fué amor de peso, ¿A cuál de enlianibos le daré la palma? JACINTO. {Ap.) .
Púdolo el viento llevar. Mas¿quién podrá juzgarlos mas perfetos ¿Mas que se pierde otra prenda?
Era de un árbol mi amor; Que yo, mmi proprio pecho conociendo BELARDA.
Amaranta para si La causa que es mejor, por los efetos.
Cortó una imagen de mí, Pues el que amaba estoy aborreciendo, Y aun querrás con él casarte.
BELARDA. BELARDA.
La mano en prendas te doy
Para ser luyo. ! ¿ Que desa suerte murió? ¡Ay qué dolor tan (;ruel
BELARDA. AMARANTA. Yo muero; tenme conligo.
Y'o soy... 3Iur¡ó, amiga, desla suerte. AMARANTA.
— Gente viene: un poco aguarda. BELARDA. ¡ Ay
Dios! ¿Qué nueva ocasión?...
Tan poco sientes su muerte. ¡Qué color tan amarillo!
Sale GLICEI'dO y AMARANTA , y t.N Que liarlo mas la siento yo, JACINTO. {Ap.)
CRIADO SUíJO. I'ues á llorar me provoco,
¿Mas que tengo yo el anillo
Y tú eslás de pasaliemj)o.
Del dedo del corazón ?
CLICEniO.
AMARANTA. AMARANTA.
Alabo mucho que de aquesta suerte Conocíle poco tiempo,
Lleves con discreción, hija Amaranla, Y ansí el sentimiento es poco. ¡ Triste ! ¿Qué tengo de hacer?
De tu marido la temprana muerte. Igualo al li(Mnpo(,'l dolor, JACINTO.
Aquí podrás, pues tu desdicha es'tanla Y esto n(j es de |iecho ingrato; (Ap.Ahora bien quiero llegar;
Pasar mejor la pena f|ne te agualda, '
Que á nosotras solo (d trato
,
EL VERDADERO Al^IANTE.
Busca mejor ¿ Daré voces con mi mal — Que hay grande mal encubierto;
O mas conveniente medio. con mi mal callaré? Y si licencia me das.
AMARANTA. ¡ Ay fe de viento , en arena El principio y íin sabrás.
Firmada , y con agua escrita glici:rio.
¿Agua no podrás traella? Pecho que el alma me quita
que me
¡
JACINTO.
Y no digas ([ue me voy, Que es mujer y tiene celos,
A mi padre, cuando venga. Y hará cualquier desatino.
¡
Ah mi señora ah mi prenda ,
ERGASTO. GLICKRIO.
Ah mi dulce bien recuerda. !
Poco de su pecho has Que por ninguna se cobra. ¿Puede llamarse con ra>,on la muerte
visto;
Que la tiene aborrecida.
¡Qué poco amor te enloquece Mas fiera suerte que la vida larga
Porque el enfermo amador Del que eu casarse tuvo mala suerte?
M EN ALCA.
Conoced ajeno amor ¿Iguala del inlierno pena amarga.
Ah buen Erga.sto! ¿aquí estabas?
¡
Por el mismo que padece. Ni de los varios elementos guerra
EHGASTO. Del mal casado á la penosa carga?
¡OhMenalca! huyendo,y¥EUClO tras Si no lo niegas, mira ¡cuánto yerra
Sfl/e JACINTO
MENALCA.
él con un cayado. Quien me quiere casar con mi enemiga!
¿Qut'buscaljas? CORIDON.
EUGASTO. FELICIO.
¡Ved las mudanzas que el amor encierra!
Una relosa perdida. ¿Ansí, traidor, infamia de los hombres. Agora |):ii:i sicniínc, agora digo
Tal libertad me respondéis tan presto?
¡
EL VERDADERO AMANTE.
Verás que no es razón acompañarme Tanto las almas á su fuerza mueve. Y lo que el mió ha de sor:
Siendo tan pobre, con quien no es muy Los azadones y los cetros de oro Veréis en mi industria tal
C"*^^- Junta como la muerte, en una liga;
, Lo que es agudo en el mal
MENALCA.
Condena el libre pecho á eterno lloro, El ingenio de mujer.
(Ap. Ahora será bien aventurarme.) Y aun á vivir en cuerpo ajeno obliga. Sabréis , y sabe todo aqueste valle.
Jacinto , si eso temes , hoy te aplica Que fui querida del traidor Jacinto,
Justo remedio tu fortuna diestra.
Sfl/eA!\IAR.\NTA. De quien ahora soy aborrecida
FELICIO. Con el extremo que de Clicia Apolo.
Espantóme de ver que no replica. AMARANTA.
Casáronme mis |)adres con Doristo,
¡De qnt' manera la ventura nuestra (Para si. Ya de su guerra mortal Para mi muerte y á disgusto suyo.
Se puede mejorar? Mis celos en paz estén En el segundo dia de mis bodas.
MENALCA. Pues con las nuevas del bien Sabéis que de improviso quedó muerto.
Escucha, advierte, Se va templando mi mal.) Cosa que ha sido murmurada tanto.
Pastores, ¿habéis por dicha Podéis los dos jurar que este Jacinto
Verás de mi nobleza alguna muestra.
Visto á Glicerio?
Condolido de ver la pobre suerte Comunicaba con los dos mil veces
Désta pastora triste y mal lograda
MENALCA. Darle un veneno por casar conmigo;
Y de vuestra amistad el nudo fuerte. ¡ Oh pastora, \' yo de la traición daré querella.
Yo te daré una cédula tirmada A quien la fortuna ahora Pues como todos saben que me amaba ,
De darte mil cabezas de ganado Puso en la mayor desdicha Y' ven mi esposo de improviso muerto,
El dia que contigo esté casada. Hemos por lo menos visto ¿Quién duda que no den crédito al caso,
FELICIO.
Aquel tu ingrato pastor Y preso le sentencien á la muerte?
Por quien te fuera mejor Podré yo entonces con piedad fingida,
Pastor, el mas gallardo que
el dorado
Que te viviera Doristo.
,
A las obligaciones infinitas [vivo. Sabes que á Belarda adoro, Y' por ventura mas de lo que piensas.
Que debo á aquella por quien muero y Y'temo, si él te dejase. Vamos á darle parte á la justicia;
¿Posible puede ser estando escritas
, Que con Belarda se case. No sea que del valle se nos vaya
En medio de la frente, no se lean? Causa de mi eterno lloro. Con el temor del enojado padre.
FELICIO. Mira en qué punto me tiene
¡
MENALCA.
,Traidor, traidor! tu muerte solicitas. La fortuna que me sigue
Pues vamos, Amaranta, y está á punto
Yo pienso hacer que hoy borradas sean AMARANTA.
Para que des querella en avisándote;
Con sangre tuya. Aguarda , aguarda ¿Tanto el cielo me persigue? Por(|ue primero por el vulgo todo
[aguarda. ¿Cuál Dios á matarme viene? Conviene que el negocio publiquemos.
JACINTO. ¡Pobre de mí ¿Qué he de hacer !
Para después mejor mover á lástima.
•
Nunca tus ojos venganza vean.
tal Sin mi adorado enemigo?
AMARANTA.
(Vanse lóselos.) ¿Que tan mal está conmigo?
Vamos; que en vuestras manos va mi vi-
CORIDON.
CORIDON. t"^-
MENALCA.
El ánimo suspenso me acobarda Tú podrás conocer.
lo
Mas cuando adelante pase. Y la mía en las manos do Belarda.
Menalca, la oxtrañeza del suceso.
¡Mira si es adorado de Belarda! Cree, si el traidor te deja {Yause, y queda Condón solo.)
Que no será con la queja CORIDON.
MENALCA.
De que con otra se case ¡Qué bueno me lleváis, amor tirano!
Calla ; que estoy para perder el seso con Belarda á lo menos;
j'
Y así en este punto determino ¿Pareceos que he ganado en vuestras fo-
Que yo le haré mil pedazos, [rias?
Hacer un loco y temerario exceso. Y en sus brazos estos brazos
jQue no me hiciera mi cruel destino Mirad qué de traiciones hago en esto!
Vendrán de su sangre llenos. ¡
Salen los pastores d prender á .lACIN- Pues vamos. Í)anteo, como yo voy,
TO V &0S Ai.CALDKS vii.i.A>os entran
, No vaya quien mal me quiere.
y queda solo Danteo.)
;
{Yause ,
( Vase.)
por ana puerta , y salen por otra , y DANTEO.
DAXTEO.
AMAUAMA. Si el tiempo de la verdad Padres fieros, rigurosos.
Ks el padre y desengaño, No os acabáis de entender.
JACINTO.
Yo fio qiii' por lu daño ¡Buen medio queréis hacer
Suben los ciólos l;i voniml dol caso; So desfuhia la maldad. De dos extremos viciosos!
Y olios, á quioii oroiuio la malicia ¡Pobrí- tle ti, tlostlicliado
Me librarán tle vuesü-as niauos lioras. Jacinto, mozo afligido. Sale JACINTO.
{Vase.) De enemigos perseguido
ALCALDE 1." Y de amigos envidiado! JACINTO.
¡
Que se nos fué el traidor ¡
Qué cansado y muerto vengo!
MEXALCA. Sale BELARDA. Vengo del vivir cansado ,
DANTEO.
Juro al sol que os fuerte. ¿Si tendrá fin mi deseo,
¡Hi do putn rapaz, y cuan ligero No huyas, Danteo soy.
.
O por lo menos mis dias?
Jugaba del bastón á todas paríes ¿Qué embuste es este tan nuevo, JACINTO.
ALCALDE 2." Tan riguroso y cruel ¡Cielos! ¿Que contigo estoy?
No lo digas do burla Bortolano Quo urden al alma de aquel ¿Estamos seguros?
fzo, , ;
Que juro á non del sol quo traigo un bra- Que apenas nond)rar me atrevo? DAXTEO.
Do un palo quo me dio, que en quince ¿Adonde islas, mi Jacinto? Sí;
r\o sera mucho no tomar la azada, [dias ¡Desventurada de mí! Que esta peña nos encubre
ALCALDE 1." DAXTEO. Y esta quiebra, que la parte.
Alborotado vengo dol caletre. No llores, Bclartla, ansí. Del camino la mas parte
Por toda la semana me perdonen; Aunque el natural destinto Hasta la senda descubre.
Que no daré sentencia de provecho. Obliga á los anímalos JACINTO.
AMAUAXTA. A sentir las cosas tanto; ¡Ay Danteo! ¿Y mi Belarda?
Por(pie el remedio, y no el llanto, ¿Cómo quedaba?
Señores, no os dé pena que él se vaya
Previene el íin do los males.
Que el cielo propio le traerá al castigo. DANTEO.
¡Qué bien á sufrir te enseñas,
MEXALCA. Pues que ya por tu ocasión Muy buena.
llovido tiene á ira á todo ol pueblo, Teñido en sangre el vellón JACINTO.
Viondo la muerte que el traidor lia dado Deja por zarzas y peñas! ¿Siente mi pena?
Al buen Dojisto, cuya muerte siento. Ayer, que la humildad suya
DANTEO.
DAXTEO. Mas á su extremo llegó.
Verter sangre le vi yo. ¿Tu pena?
Paso, paso, Menalca; que te mira
Sangre suya y sangro tuya Ni tiene fe ni la guarda.
El enojado Júpiter- no digas
Que á su cruel padre vi Vila, y no la hubiera visto;
Que le mató Jacinto; que bien sabes Que quizá fuera mejor
Que le habéis acusado de malicia. Que recios golpes le daba
Y vi que el pastor se holgaba Dijome : «Vaya el traidor
MEXALCA. Que dio la muerte á Doristo,
Do verter sangre por tí.
Hablas adonde es fuerza que te salgas Echóle de su cabana Y cásese con su dama
Con lo que dices rústico; mas cree,
Su padre, fiero enemigo Que para siempre conmigo
Que no le alabarás. Y él llora á .su propio amigo Acabó.»
ALCALDE 4." Necesidad tan extraña. JACINTO.
BELARDA.
Y asi, la voy á buscar,
ALCALDE 1." Portpio adelante no pase.
Pues Que me lo digas ileseo,
alto; vamos. Escóndete.
Andemos estas liuertas y cabanas;
Si sabes adonde eslá.
JACINTO.
Quesial traidor hallamos, ¡voloal .soto, DAXTEO.
De la muerte
Que se ha de hacer un hecho que á ál- En cueva que e.stá enfrente
la Revivo en quo muerto estaba.
[guien [icsel Del álamo de la fuente. Esta vida me faltaba.
, ! , !! —
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EL VERDADERO A.MANTE. 17
Me busca en veras y burlas! Muerto porque no te vi, Hablen los que las ofenden;
¡Triste! (¡ue apenas, de hambre, Ya vivo porque te veo. Que yo diré á boca llena
Junto el uno al otro labio. BELARDA.
Que de una mujer que es buena
Muerte, ¿con tan vil agravio Mil cosas buenas se aprenden.
¡Oh prenda tan justamente
Cortas la vital estambre? BELARDA.
De lo mejor de mi pecho!
La vida á la muerte iguale; ¿Cómo estás? Dinie, ¿qué has hecho Come come. ,
Iré cual dices. Danteo. BELARDA. Huye, traidor; que algún dia
Pierde cuidado; que estoy Viniendo he mojado el pan A las manos me vendrás.
Diestra en este monte , y voy Quizá lagrimas serán ¡Cómo, cómo! ¿Que aquí estás?
Ahora con mi deseo Que habrán en la cesta entrado. ¡
Buena insolencia á fé mia !
Que de la mano me lleva Cómelas, Jacinto. Pues Señora ¿es bueno eso?
, ,
EL VERDADERO AJLVME 19
¿Daba en la veleta el vienloV Que haya de sufrir.
tal Me dijo : a Esta plata y oro
tíateque le ha engañado, Irme quiero á la justicia Para mi prenda se guarde;
Y diiiie , ¿qué parte es él Y' decir que este traidor Que por su rara belleza.
A que de muerte cruel Al inocente pastor Valor y virtudes tantas.
Libre á un hombre condenado? Ha acusado de malicia, Discreción y gentileza.
FELICIO. Y' que vine á consentillo Sobre esta humilde riqueza
¿Eso me dices, traidor? Por su nuulia diligencia, Pondrá sus hermosas plantas.
\' que mi
Pues si eso no fuera parte. i)rüi)ía conciencia —Dame esa mano, no huvas.
Yo su padre, ¿había de hablarle
,
Hoy me fuerza á descubrillo. Ata aquestas y las tuyas,
'
Con tanta amistad y amor? Y aunque á mí me den la muerte. Tu bello rostro levanta.
Muy bueno está! Yo he de hacer Porque también se la den
i GLICERIO.
Que en este dia le dé Pensaré que mayor bien
Llega tú, hija Amaranta,
La mano, palabra y fe No puede hacerme la suerte.
El casamiento se impida.
Quizá le dará las suyas.
De que lia de ser su mujer.
Ouédate para quien eres. (Vase.)
Belarda ha de perdonar. AJIARANTA.
Porque no se ha de casar Pues ¿cómo, hermana, tan brava
Sale JAaNTO. Mientras yo tuviere vida. (Vase.) Contra Menalca te muestras?
Dale aquesa mano, acaba;
CORIDON.
Que bien sabes que yo estaba
No hay que dudar del concierto,
Jacinto.
Salen los dos alcaldes y MENALCA, Presente á ocasiones vuestras.
JACIMO, BELARDA, GLICERIO, FELICIO y Yo sé que bien le has querido.
AMARANTA. MENALCA.
¿Es cierto?
Ya me tiene aborrecido.
CORIDON.
alcalde i.° Tú se lo ruegas en vano.
Muy cierto.
¿De qué sirve que os mostréis,
¿Qué mayor probauza quieres? AMARANTA.
Señora Belarda esquiva ,
¿iNo te basta lo que has visto? Menalca, dame esa mano
¡
Y que tanto os extrañéis Pierde esta vez de atrevido.
JACINTO. En cosa que ansí yo viva
j ,
Si , Coridon ; cierto es. Que ganáis y no perdéis? MENALCA.
CORIDON. ¡A Menalca despreciáis, Vesla aquí. Mas oye,
" mira.
Tu padre quiere después Y tan de veras juráis Que no la enojes.
Darte en lugar de Doristo. Que no seréis su mujer AMARANTA.
Dravamente lo rodea. alcalde 2.* Aguarda.
JACINTO. Aun no quiere responder. Ya templa el fin de su ira.
El cielo me vengue del ¿Para qué la importunáis? Dame esa mano, Belarda.
Y' antes mi padre cruel
FELICIO. MENALCA.
Muerto en sus brazos me vea.
Hija si agora viviera
, Ves que se enfada y relira.
Y presto me verá muerto Vuestro muerto honrado padre, ¡Oh! ¡mal haya el corazón
Pues que Belarda se casa ,
Y así tan rebelde os viera Adonde tan sin razón
Y el fuego que á mi alma abrasa Mas fuerza que vuestra madre
Saldrá por el lado abierto,
Ha vivido tigre hircana
En el negocio pusiera; ALCALDE \.°
Ay falsa ¿Que el sí le disto?
i !
Que, fuera de la riqueza
Murieras sin darle el si. Por Dios que me viene gana
Tiene Menalca nobleza ,
Prendelde luego.
No me acuerdo de mis quejas. Que sea mas venturoso.
BELARDA.
¡Pobre de tí pues también , FELICIO.
Pierdes el bien que perdi! Oh bien de mi deseo
Aunque el respeto me niegue ¡
UENALCA. Como en lugar do mi marido qnodi Hoy mueve mi conciencia á que declare
No permitáis. Señor, que asi le tenga. Que si el me le t|uil6, no está obligado La verdad deste caso.
Suelte los brazos; daUle su castigo. De daime mas de lo que me ha quitado. MENALCA. (Ap.)
ALCALDE 1.* ALCALDE 1." ¿Qué es aquesto?
Sed preso. Vivas mil años. Ea, que esto os hecho, CORIDON.
JACINTO. laciulo , dala aquesa mano tuya. Amaranta, movida do su pena,
Ya lo soy , morir de?eo. JACIXTO- A Menalca y á mí nos ha |)odido
BELARUA. Que juremos que fué Dorislo muerto
Primero me verán pedazos hecho
Oh cuántos años ba que no te veo A manos de .lacinto con veneno,
¡
Que aquose casamiento se concluya. P(Misando que con miedo de la muerto
MENALCA. {Hincase de rodillas su padre.) La recibióla |»or su amada esposa.
Hasta ; que tonian como burla el caso.
FELICIO. Aquesto es la verdad; y aípii me mueve
[cho?
GLICERIO.
¿Tienes por dicha * de diamante el pe-
El ciclo justo ,
que justicia pide,
¿Por qué lloráis , Feiicio , desa suerte? ¿A qué furia permites (jue atril)uya Que no muera .Jacinto.
MENALCA.
A aquesta sangre que te dio la vida. FELICIO.
Paso no ; le llevéis. Oid os ruego. Rogaréselo yo, rogarle quiero. No mas este negocio está encontrado;
:
Hablalle quiero. Por todo lo que debes á mis ojos, Y si pedis los unos y los otros.
Habernos de gastar nuestras haciendas,
ALCALDE 1.° A (piien tan tiernas lágrimas les cuestas,
Te |)ido (pie te casos, pastor mió; Y mas si de ciudad viene justicia.
Hablalle te permito. Tomad mi parecer, señor Feiicio,
AMARAMA. Que menos mal lo pasará mi alma
Viéndote vivo aunque con otra vivas.
,
Y demos á .lacinto su Bolarda;
Dime, Jacinto, ¿has muerto á mi marido? Y en pago de que son testigos falsos.
JACINTO.
[aquesto? Casemos á Menalca y Amaranta;
JACINTO.
¡Oh falsa! ¿Tal me ruegas? ¿Qué es Que á Coridon, porque esto se sosiegue.
Yo le maté.
Solo un momento que de vida tengo Yo le daré á mi hija con mi hacienda.
FELICIO.
¿Hubo de darme al lin tal desengaño? FELICIO.
Del todo soy perdido. Debe de ser misterio de los dioses
Hijo, ¿por qué confiesas dése modo? Al Senado le enfadan cumplimientos.
Que no pueda morir hombre ninguno
¿Estás loco por dicha? * Ya nuestra historia declarada queda:
i'.oM hay mujer constan te.
i'ngafio(le(|ue
Llévese cada cual su prenda amada;
JACINTO. A voces pido muerto, muerte pido.
Que aquí so acaba la comedia nuestra
Amor, que excede Alto, de aquí me lleven.
A (piien su autor, porcl amor constante,
' Acaso. 2 Acaso. hcúiópornombveEl verdadero Amante.
; ! , , ! ! ; ,, , , , ; .
EL MOLINO.
PERSONAS.
La escena es en España
EL MOLINO.
PRINCIPE. PRÍNCIPE. PRINCIi'K.
l'ues ¿cómo le llamaréis? Di, ¿cuándo? Déjame.
DUQUESA. DUQUESA. DUQUESA.
Tema , locura y furor. Agora. Otras veces
PRÍNCIPE. PRINCirE. Que os fuésedes os rogaba.
Pues que me mandas partir? ¡Y tanta priesa me das Llora mas arrepentido.
Antes el tener f)erdida ¿Qué es esto, Celia, qué es esto? (Vaiise.)
La vida , será mejor. ¿Hay alguna novedad?
DUQUESA. Mi bien , ya es mucha crueldad.
Pierde mi vida, traidor; DUQUESA. Sala del real Palacio.
Que la llevas con tu vida. Huye por Dios huye presto.
,
,
Huye, escápate. ¿Qué aguardas? Temo que te hallen aqui, ESCENA VIII.
CONDE. Y te maten á mis ojos.
Para que en ver tus des[)OJos EL PRÍNCIPE, VALERIO, ARSELO,
Sola tQ vida pudiera
Me maten sin hierro á mí. GALO.
Hacer que Próspero huyera :
Serás luego descubierto Toma el abrazo postrero. Por loco S(! tendrá el que no lo diere,
(Que Ditío postrero esta vez; l'ero para saber si acaso escribía
tiene ya los criados
Kl Principe sobornados) Que después de la partida A C(!lia, y la Duquesa le res|(onde,
Y á manos de alguno muerto Seré tu esposa. Esbienquepongasá losmuros guardas;
Y como es a(|uesta huerta CONDE. Y en todas las (|ue tienes escogidas.
Mas aldea que ciudad De Arselo y Galo, que (ni'sciiícs 'ieues.
Eso (lida
Y está en esta soledad Puedes hacer tan justa eonlianza
El alma , que es el juez.
Tan guardarla y eneubiorla Mira que solo le encargo
Como merecen dos soldados tales.
Cuando entrases allá dentro, Hidalgos, belicosos y valientes.
Que si á dicha me olvidares,
El salir es imposible, Y otro nuevo amor tomares GALO.
Y á mi honor es convenible En cstíi destierro largo. Por tu valor, Valerio valeroso.
Quitar cití mal encueniro. Como el Principe no hoa Que siempre á tus hechuras favoreces,
! ! ; ; , , ;, . , , ; , ,: ;
EL MOLINO.
Póng-anos do quisiere nuestro príncipe Iréine por no enojarle. Pero si no lo estoy, estoy prendada
Que pesado sueño de la iiodie
ni el RUFINO. A peligro de fama, vida y honra.
Ni aun otras mil prolijas ciicuastaiicias Bien haces en apartarlo Tu hijoloestorba, de quien soy forzada,
Divertirán un poco nuestros áuiíaos. Agora de su presencia. Pues pretende ver cierta mi deshonra
ARSELO. Estórbale, Señor, rtnnedio mío.
PRÍNCIPE.
Pues la ocasión legitima me honra.
Yocreo, gran señor, del buen deseo íréme desesperado. Yo soy hija del conde Leonadío,
Con (jue en aqueste caso le servimos. Por dar í;usIu a tu rigor. Viejo, y enfermo de seiTÍrleen guerras,
Que lia de llegar á colmo tu esperauza. Del mundo. fuego indiano y
.\1 al llamenco frío.
PRÍNCIPE. RUFINO. Saben aquesto conquistadas tierras
Mas (]ue esto fio yo del valor vuestro, Calla, señor; Que tienes hoy por él y tú lo sal)es; ,
Y la paga de todo es á mi cargo. Que es padre , al (in , aunque airado. Aunque de tu memoria lo deslierras.
{Vanse Arsclo y Galo.) {\anse el Principe y Valerio.) Amor, que nunca vino en gruesas naves,
Con salva ni alboroto, mas secreto.
ESCENA IX.
ESCENA XI.
Hasta tomar del corazón las llaves;
¡
('oniosomos igiiales en efelo
EL PlUXCIPE, VALERIO. EL REY, RUFLXO; después, UN PAJE. I
A mí y al conde Próspero nos puso
De matrimonio el yugo mas peifeto.
PRÍNCIPE. Nunca á pedinne el Duque se dispuso.
REY.
¿Qué le parece, Valerio?
Oh mozo mal advertido De miedo que tu hijo, como agora,
i
PRÍNCIPE. I
ESCENA Xn. A toda fuerza el daño.
Salte allá fuera. Aunque haya sido grande atrevimiento Mi reino te daré, si la conquisto.
PRÍNCIPE. Venir, excelso Rey, á tu presencia; RUFINO.
Eso no, Mas como de mujer el sentimiento
¡Tan presto tanto amor!
Mientras estás enojado. Sea parte de justicia y de clemencia
Que en tu pecho real el cielo puso. REY.
REY. Ya me acobardas.
Salle allá fuera.
Me dieron para aquesto esta licencia.
Estarás es[)antado y aun confuso Tirano amor, en ver cómo has podido
PRÍNCIPE. De ver que una mujer, y no casada Romper (U'l[icchoycorazon las guardas.
Paciencia. A semejante hazaña se dispuso Como anuhiatla torre me has batido,
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Que por su libertad será la mía. LAMPO, tirándole salvado. — EL Que me habéis dado con veros.
Y al Príncipe podemos engañalle. CONDE , dormido. LAURA.
RUFINO. Mas señal de molineros.
LAURA.
De tu valor y de tu ingenio fia. CONDE.
Aguárdame, burlador. ¿Sóislo vos?
REY.
En eso solo mi remedio dejo. MELAMPO. LAURA.
Vamos; que luego que se acabe el dia. Si me alcanzas. Y aquí nacida.
En achaque de ver al Duque viejo. LAURA. CONDE.
Cual su largo servicio merecía Alcanzarte ¿Sois hija del dueño?
Veré de aquestos ojos el espejo. Fuera lícito á mi honor
LAURA.
(Vanse.) Que, según leyes de amor.
Ventaja pudiera darte No;
Porque venciera á Atalanta El dueño es mas ancho y largo
Y á la amazona que espanta Empero soy hija yo
Bosque, é inmediato á 61 un molino. Pues por los trigos corría Del que lo tiene á su cargo,
Y en las espigas ponia Y por un año arrendó.
ESCENA XIV. De una en otra la planta. El dueño es dueño de brio :
EL MOLINO. . 27
Ha de dormir el sentido. LAURA. LAURA.
Habiendo ya el sol salido ¿Qué dices? •
¡Pues qué! ¿Llamaste Martin?
yue salió con vuestros ojos. CONDE.
I CONDE.
Despierto estoy , y contento Que no eres tea
El mismo nombre.
De que una noche que os cuento Y que has de hacerme un placer. I
LAURA.
LADRA.
¿De adonde eres?
Pensélo.
CONDE.
CONDE.
Ay suerte cruel
De aquí soy, de Belmirar; ACTO SEGUNDO.
¡
lÜ^
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EL MOLINO. 29
Que son la luz de los mies. Lo que he de llorar agora. Lleva los ojos vendados.
CONDE. Y-a viuda de dos maridos CONDE.
Soy primero que casada. Bien ciegos de harina van.
Mejor dijeras dos rios, ,
LAURA. De la corte?
LAURA.
Y créemequeha puesto en salvo el peclío.
No soy tan blanda aunque , necia. Por tierra en postas, y por agua en naves
¿Que te vas? Y es buscalle intentaílo sin provecho
CONDE.
CONDE. Y' así es mejor que con industria acabes
\x> sé bien , Laura , quién eres ;
Que sin duda que te asió Bien ves que no puedo mas Lo que no pueden fuerzas ni derecho,
Con montera y sayo nuevo. Y que luego he de volver. Y en ver que has admitido mi consejo.
LAURA. Voy á llevar esta harina Te juzgo en pocos años cuerdo y viejo.
A casa de la Duquesa. Venga'el Conde fingido, y por Ta puerta
¡Por esas cosas me muevo
LAURA. De Celia pase con sus guardas preso
Debo de ser niña yo.
Que si aquesta prisión tiene por cierta
Mas me agrada tu capote Nunca de mandarte cesa
No hay duda que de pena pierda elseso.
Lleno de "harina y salvado Mi padre.
CONDE.
Y como á veces el rigor concierta
Que su sayo agironado Lo mas dificultoso de un suceso.
De damasco y chamelote. Bien adevina. Finge matarle ; que si bien le quiere.
Pégame toda esa harina Si de mi servicio piensa
Por velle libre hará cuanto pudiere.
En aqueste pecho y brazos Que has de ser el galardón. Y por ventura (que es mujer) podría
Mi alma, con dos abrazos. LAURA. (Viéndolemuerto.pues creerá su muer-
CONDE. Hame dado el corazón Trocar por esperanza tan baldía [le)
Gracia tienes peregrina. Que te vas para mi ofensa. La posesión de amarle y de quererte.
(Abrázanse.) CONDE. príncipe.
{Ap. ¡ Ah
Celia! si aquesto vieras, ¿Cómo? ¡Bien hava aquel que sus secretos fia
¡A qué risa te incitara!) LAURA. Del hombre sabio, pues acerba suerte
LAURA. Que alguna mujer Y estrella rigurosa mudar sabe [be
¿Aun no me Mielves la cara? Te lleva con tanta prisa. Con la experiencia y ciencia que en él ca-
¿Luego enojaste de veras? CONDE. ¿Es tiempo ya que aquel balcón deen-
Reciba luz con sus divinos ojos , [frente
CONDE. Bien corazón te avisa
el
Estoy muy sucio y trocado ;
Como las rojas luces del oriente.
Que la voy , mi vida á ver ,
Del claro sol con sus cabellos rojos?
;
LAURA. PRÍNCIPE.
¿\'qué milagro tan nuevo,
Según yo tengo ventura Martin que el alma te mueva?
,
Llama esta gente
En amar quién me aborrezca Dícenme que es muy hermosa Con el Conde fingido y sus despojos
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Queda atado Como porque vos le amáis, Dijo el Rey que poseerte
En una encina de este bosque espeso. Y' que os habéis de holgar
El Condecen mucho espacio
De que gusto recibe,
lo
Tenía?
{Vase el Principe.) DUQUESA.
Nuevas os doy que ya vive
EL SOLDADO. Dices muy bien
Con placer y sin pesar.
A la puerta de Celia nos paremos Excusado es el temor.
DUQUESA.
Que es orden que del Principe traemos. El Rey me ha cobrado amor,
¿De qué suerte? Y aun me desea también
{Páranse con el preso.) :
Que me esperéis os ruego, si algo valgo, Mas gloria que al Conde pena. ( Vaso.) Esta casa?
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EL MOLINO. 51
DUQUESA. DUQUESA. CONDE.
Si ;
que es niia. Sí no lo fuera No tengáis tanto por Dios , ;
Con que esta puerta guardamos De .'iu salud desespero Nohe de creer que tú eres.
No te espantes que tengamos Y si cual tigre no he sido CONDE.
Con todos cuenta y razón ; En saliendo de su cueva Abrázame, no te alteres.
Que el Principe no pretende Cuando el cazador le lleva ¿Qué temes?
Enojarte, mas honraite.
El hijo recien nacido, DUQUESA.
Buscando en aquesta parte F]s que el Rey y mi aliciou Espera un poco.
Quien te deshonra y ofende.
Me han dado palabra y fe CONDE.
Que es el Conde ; qué podría
Que á Próspero gozaré.
Con este mismo villano ¿Qué tienes?
Aunque viviese en prisión. DUQUESA.
Escribirte de su mano.
CONDE. Fuíte á abrazar,
CONDE.
El OS debe de pagar Y dióme imaginación
Mejor diréis de la mia.
Ese amor y justo oficio Que no eres tú.
En eso debe de estar. Y del vuestro es gran indicio CONDE.
DUQUESA. Poneros conmigo á halilar;
¿Qué razón.
Si esoandáis por inquirir. Que al fin , por tratar del Conde
Desde luego os podréis ir Me habéis tratado en expreso Mi bien , te obliga á dudar?
Que no tenéis que buscar. De que le han llevado preso DUQUESA.
GALO. Y que una cárcel lo esconde ¿Es tu rostro ese que veo?
¿Cómo así? Y no despreciáis mi traje. CONDE.
DUQUESA. Lleno de harina y pobreza. Aunque con máscara vengo
Porque no há una hora DUQUESA. De la harina que tengo,
Que ha pasado por aquí Tratar del Conde es riqueza Próspero soy.
Preso. Para mí , de gran linaje. DUQUESA.
CONDE. CONDE. Yo
lo creo
¿Preso? Mi alma se determina
¿Es acaso vuestro esposo.
DUQUESA.
Que habláis como su mujer?
A darte dos mil abrazos.
Yo le vi. CONDE.
DUQUESA. "
Mas no me conocerá
¿Cómo mi bien , has sufíitlú {Sale el Conde y púnese en medio.)
Pues vos no me conocistes.
.
,
Y creer que soy el preso Y yo la sabré vengar. Con esas cuentas á mi?
Pues consiste solo en eso TEODORA.
PRÍNCIPE.
Venirte yo á ver y hablar Este villano es así
Mejor podrás estorballa
Y aun seria l)uen engaño Con solo hacer mi gusto. ¿ No le conoces , Señora
?
Que al Hev fueses muy sentida, DUQUESA.
Para pediilemi vida. VALERIO. {Ap. al Principe.)
Hermano pues que así es
Libre de peligro y daño Llega, y quítale el disgusto. ,
EL MOLINO. 53
Duerma en su cama, seguro Y tener por pasar la dulce gloria [do , DUQUESA. ;
En lo que toca á la cuenta Harto lugar tuviste de miralla El Conde, mi marido, en el castillo
Cada dia escribirá, V aun de poder decir tu pensamiento. Con guardas tiene el Principe encerrado.
Si hay buena memoria allá, Y es lo peor que su cruel cuchillo
REY.
Y lo que recibe asienta. Ya dicen que amenaza su garganta
Y con esto andad con Dios.
,
no estuviera allí el Duque, su padre
Si
A vos le pido , Rey , á vos nie humillo.
Aunque en presencia de su padre el Du-
CONDE. REY.
No pude tanto detener los ojos [iiue , [branta.
Vivas mil años, Señora Que no hablase y diese larga cuent;i Las piedras cnanto mas hombres que- ,
,
Con quien te habla y mira aliora. ( Vase.) De lo que dentro el pecho aposentaba Duíjuesa vuestro llanto, y mueve á pena; ,
Que los ojos, Rufino amigo, suelen Y mas con mas razón quien tiene tanta. ,
,
ESCENA XV. Ser lenguas del amor, cuando la lengua Pero decidme una amistad tan buena :
Está atada por miedo ó por el tiempo. Como seria daros libre al Conde
EL PRÍNCIPE, LA DUQUESA, TEO- Y negando mi sangre por la ajena,
DORA VALERIO. ,
ESCENA XVII. ¿Merece galardón?
PRÍNCIPE. DUQUESA.
Él lo dice por los dos.
UN PAJE.— Dichos. Por vos responde
Discreto el villano anduvo. PAJE. El mismo bien que pretendéis hacerme,
TEODORA. (.4/3.) Una dama Señor en una silla
, ,
Y el beneficio al premio corresponde.
Harto bien lo ha despachado. Cubierta toda de bayeta negra REY.
DIOCESA. Aunque y edad no es de viuda,
el traje A quien tan liberal quiere entenderme.
Licenciaaguarda para entrará hablarte. No es necesario declararme tanto
El mayor gusto me ha dado :
\ UL'stra alteza me jierdone. ¡Ay, Rufino amigo! Que el Principe no sabe lo que intento.
El corazón me dice que esta es Celia Aunque á las guardas todas causeespan-
PRINCIPE. (.4/3. á Valerio.) Al Conde saca libre y al momento [to,
Que me viene á pedir el Conde preso,
Ya Valerio
,
¿Qué haré?
, el sol se pone Por cuya pena viste negro luto. —
A mí y á Celia nos le trae.
,
Ásela el brazo. Trocara el suyo, y venturoso fuera [lado Comoá esclava que compra en estepun-
,
!
, ,! ! ! , ,; ; ; ;!, ! ; , ;
Pues tienen mas rigor en otras leyes! Y agradece que luego no lo hago.
Pues el dolor y mi desilicha l;!rdan Yauíos, Rulino ; deja ese cobarde. ESCENA II.
RUFINO.
(Ya se Rufino.) Y harto malas.
Sus ropas la acompañan y la espada Determinado estoy, pues cielo y suelo, PRÍNCIPE.
Que mas horrendo el caso pronostica. Amor, mi padre, Celia y mi Ibrtima ¿Cómo asi?
Son contra mí y procuran mi tormento. VALERIO.
DUQUESA.
De no hacer resistencia ni pedirles Patios y salas
¡Oh príncipe cruel Oh mano airada
!
El daño que me causan todos juntos. De palacio hallé cubiertas
¡Ayalma hermosa! desde el cieloaplica Iréme de la corte, y aun del mundo
mi De postas , que me hizo ciertas
Tiis divinos oidos á llanto.
Donde jamás las nuevas de mi muerte La fama con prestas alas. '
DUQUESA. [tO,
¿De dónde vienen?
VALERIO.
Aunque me cause el verte muerto espan-
Avertevoy,porqueentusangrecnvnelta De Francia.
Mejor pida justicia al cielo santo. ACTO TERCERO. PnÍNClPE.
REY. Serán de poca importancia.
Tenia. Dosque y vista exlei'ior del mulhio. Ya sé las nuevas que son
RUFINO. Pero están del corazón
Espera, Señora.
ESCENA PRIMERA. Una infinita distancia.
REY.
¿Es eso del casamiento,
EL PRÍNCIPE. Que de Francia se decía?
Tenia.
VALERIO.
DUQUESA. El cielo está cansado de sufrirme,
Suelta, Y yo de ir contra él no estoy cansado Y con tanto fundamento.
¡.lusticia, ciclos, deste rey tirano! MÍ ¡ladre, reino y Celia me han dejado, Que mañana antes del dia
{Vase.) Y yo no puedo del los eximirme. Sale el sol de tu contento.
,, ,,
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EL MOLINO.
PRINCIPE. CONDE.
CONDE.
¿Qué sol? Haréle de tal manera Bien se os parece en la cara
VALERIO. Que me aborrezca y te quiera Que sois hombre principal.
El de tu mujer,
Y á darte á Laura me obligo.
PRÍNCIPE.
Que tu padre hizo traer MELAMPO. Yo os he visto en otra parte.
Y el de Francia te ha enviado. ¿A Laura?
CONDE. CONDE.
PRÍNCIPE.
Estaría de otro arte.
Pues será sol eclipsado A Laura.
Porque no la pienso ver. MELAMPO. PRÍNCIPE.
No, sino de aquesa suerte.
VALERIO. Esos pies
Pues ¿qué sirve que te apartes Son dignos de aquesta boca. CONDE.
Si han despachado correos Así se espanta la muerte,
CONDE.
Que te busquen por mil partes? Y la vida se reparte.
La mano bastará pues.
PRÍNCIPE. PRÍNCIPE.
it Haz cuenta (jue esos deseos MELAMPO.
Era en cas de la Duquesa.
La mano y el alma.
Nacieron, Valerio, en martes; VALERIO.
Que pues él me desterró CONDE.
De Celia: ¿no la conoces?
Cuando matarme intentó Toca;
No ha de hallarme cuando quiere; Que esa basta que me des. CONDE.
Y el que culpa no tuviere, MELAMPO. Nuesama, por Dios , es esa.
Que se sufra como yo. En fin , ¿que aborrecerás PRÍNCIPE.
VALERIO. A Laura? Y de quien lo dice á voces.
Pues ¿qué ha pecado Madama, CONDE. VALERIO.
Que viene para tu esposa Pienso hacer mas Mas que le piden confiesa.
Y como á esposo te ama? Que si me
la traes aquí
CONDE.
PRÍNCIPE. Haré que te quiera á tí.
¿Sois VOS también su criado?
A Celia tengo por diosa, MELAMPO.
PRÍNCIPE.
A Celia mi "alma llama. Lo que es imposible harás.
Apártate del camino; Mas por verte aborrecella Soy un hombre que le adora
Que sale deste molino En mi presencia, yo voy Y soy un cautivo herrado.
Gente que baja á la presa. A traella. CONDE.
Estos son de la Duquesa : CONDE. ¡ Oxte , puto ! ¿ A mi señora ?
¿Cómo á sus pies no me inclino? Ve por ella.
Vos saldréis descalabrado.
MELAMPO. PRÍNCIPE.
ESCENA lU. Contento y pagado estoy Si tú supieras quién soy.
Solo en que te burles della. {Vase.)
Dirías que lo merezco.
EL CONDE, MELAMPO. —Dichos.
CONDE.
MELAMPO. ESCENA IV. Ya que al diablo os doy
lo sé ; "
Yo os lo ofrezco desde a(¡ui. Que sus brazos toqué la vez [irimera. Martirio del pecho mío.
PRÍNCIPE. ¡Ah tiempo! á tí que loca el desengaño Martillo de hierro frió,
Y yo esta en galardón. De cuanto encubre la mentira llera, Que rompe un alma de cera
El fuego de la fénix presto imita, ¿Posible es que eres tan duro
(Dale una cadena de oro.)
Y aquesta vida muerta resucita. Que divides á los dos.
CONDE. Salga,que es ju.sto, del villano traje Que me dejas?...
¿Es de oro? Quien no nació de sangre de villanos; CONDE.
PRÍNCIPE. Reciba nuevo lustre mi linaje, Sí por Dios.
,
Puesqueyo lojuro... \
¿Tú me aborreces á mí? quien te desea,
A(|ui está
PRÍNCIPE. CONDE. I
Laura. ¿Quién habrá que crea
¿Que al fin liarás que la vea? Y contigo me burlaba. I
Tu d^esengaño y mi fe ? ,
;, , ; , , ,; ,,; , :;,!
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;
EL MOLINO.
¿No miras el desconcierto I
Solo en servirte y agradarle fundo Y cuando hacerme fuerza el Rey intente.
Que haces con conmigo.
él y (
Lo que merezco, lo que soy y valgo, Todo es morir, y moriré [irimero.
Pues dejas un cieVlo amigo : Y en que quieras hacerme tu segundo.
Por un enemigo cierto? j
jamás verás que de tu gusto salgo ESCENA X,
¡Por qué, ingrata no me quieres.
,
I
Sin ti no tengo en nada mi persona
Pues que conoces mi amor? Por tí pretendo yo merecer algo. EL PP.ÍNCIPE , úe villano, con un costal
LAURA. ^
Sola es esta humildad la que me abona, al hombro, y EL CO^DE con él. —
que es Y la que puede enriquecer mi gusto.
Mp. Para un lionihre traidor
Si este amor, Celia, se me galardona.
Dichas.
Poco valen las mujeres CONDE.
Un muerto conde no te dé tlisguslo
Mas pues este me dejó.
Pues se te ofrece un rey en lugar suyo No tengáis miedo, Pascual,
No se lia de burlar de mí
Recíbele por él , pues es tan j usto. i
i TEODORA.
Suele volver como loco Mas desto se te sigue la bajeza
De hacer á tu vasallo igual contigo; Los molineros.
A querer lo que dejó.) I
Deténgase su mercé
Habrá dos dias ó tres Porque en aquestos términos espero
¿Nove que la ensuciaré
Que mi padre me hablaba Alegrarme, vestirme y componerme.
Con los nuevos compañeros?
De que casarme trataba REY.
Como ya tan viejo es; i DUQUESA.
Vivo en tus ojos, en lu ausencia muero
Y de Martin y de ti Pues, Martin, ¿acompañado?
Aunque no quieras, Celia, socorrerme;
Me dijo que yo escogiese Y pues que la venida de mi nuera CONDE.
El que mas gusto me diese;
Será muy presto, por venir á verme. No podido estorbar.
lo lie
Pero no le he dado el si. Por mas que lo he procurado.
Yo parto á recibilla y bien quisiera;
Vé á mi padre, y di que quiero Que se hiciese la boda con contento. DUQUESA.
Que tú .seas mi "marido Dios sabe si por tí mejor la hiciera.
Pues lo tiene merecido Ya no te quiero abrazar.
En ti, Celia, estará mi pensamiento.
j
Ni lo tendrá mi deseo.
Habla bajo y sin temor Que en este tiempo he i>erdido,
!
EL MOLINO. od
Si á Laura no quieres mal, En todo os hizo peregrina el cielo. RUFINO.
Romper tienes ios zapatos. ¿Como ha venido la Princesa, Alberto? ¿Cuándo viene la Duquesa?
C0>DE. ALBERTO. CONDE.
Todos Bailamos á ratos El mar le hizo, Señor, algunos dias Por esa senda atraviesa.
V mas con esta madrina. El mal alojamiento que ella suele ;
RUFINO.
LERIDA>0. Mas, gloria al cielo, no fué nada todo.
Madrina tenéis de fama.
¿Diste cuenta de la harina? REY.
PRÍNCIPE. (.4/;.)
CO.NDE. Espantada estaréis, .Madama hermosa.
Este es Rufino, criado
Servid á viejos ingratos.
Que el Princi|)e no salga á recibiros
Del Rey: quiérome esconder.
Mas pensando que fuera la venida
LERIDANO. RUFINO.
Por tierra por la posta fué á buscaros.
,
¿Has llevado las carretas? Mas dentro de dos dias tendrá aviso, ¿Cuándo la Boda ha de ser?
CONDE. Y dará vuelta con deseo y gana
,
CONDE.
Bien nos podemos volver; De recibir aquesos dulces brazos. Agora está concertado.
Bien lo hacen las muletas. PRINCESA.
RUFINO.
lerida.no. Pésame á mí que mi señor el Principe
A hahlar la Duquesa voy :
¡Gran Boda! Sin causa haya tomado este trabajo
Quedad con Dios.
CONDE. Mas bien se vengará de nuestra burla
Con el deseo y gana de esperallo. CONDE.
Pienso romper
Seis pares de castañetas. {Habrá ruido dentro diciendo : Para Él os guarde.
,
Y puede ser que no lo haya sabido Para puder serviros con contento.
CONDE.
Si ya no fuese caso que ocupado ( Vanse y queda Rufino solu.) ,
De que aquí los desposemos Con las dos que .son mis hijas,
A dejarte de querer.
Mas pues ya soy molinero, Y buen agüero tengamos Pues honras y regocijas
Y no ablando jamás,
te
Que esta su boda lo es La boda.
Moler tenj^'o hasta no mas
De alguna que hacer esi)ero. REY.
Aquese pecho de acero; DUQUESA. ¡Qué cosas pasan!
Que por mas que piedra seas ÍAp. Acá se siente el agüero Este villano es discreto,
Es molino de diamante •ara tu gusto al revés.) Y viendo que soy padrino.
La tirmeza de un amante Pues alto, casero amigo, No halla mozo en el molino
A quien la muerte deseas. Y vos, Martin, allá entremos, Que no le case en efeto.
DUQUESA. Y los novios sacaremos LERIDANO.
Para que vengan conmigo ; En fin Señor, ¿que gustáis
,
también,
Si tú la diste
¿yué mucho quererte mal ?
Y mirad que habéis de hacer Que se hagan estas bodas
Cierto negocio por mí. Con gran alegría todas?
PRÍNCIPE.
LERIDANO. REY.
Moler tengo pedi'inal
Haré, Señora, por tí
Y otras muchas que traigáis.
Con agua de tu desden.
Cualquier cosa. MELAMPO.
LERIDANO.
DUQUESA. ¿Vuestra palabra real
El Rey viene.
Así ha de ser. Obligais,justo ó injusto.
PRÍNCIPE.
Aquí me aparto; (Vanse todos, menos el Principe.) De no recibir disgusto?
Que quiero ver REY.
la Princesa. (Apártase.)
ESCENA XVIII. En mi vida he visto tal.
EL MOLINO. 41
Que humilde estoy á tus pies; De mujer que tiene amor. MELAMPO.
Que vida ó muerte me d»ís, En mi macho me
REY. lo fui.
Humilde á tus pies estoy. De comer. Señor, procuro.
En este traje he vivido, Paciencia: engañado he sido.
Todos os habéis casado. Que es la perfeta hidalguía.
Huyendo el tiero rigor
Del Principe mi señor, Gozad vuestra mocedad REY.
A quien también perdón pido. Que bien veo que mi edad Renta os doy desde este dia.
Se excusa dése cuidado.
REY. MELAMPO.
¿Quién es aqueste villano? LAURA. ¿Cierto?
PRÍNCIPE. ¡Ah señor Conde! REY.
Tu hijo soy, que á tus plantas CONDE. Pues que se lo juro...
Pido de mis culpas tantas. ¡ Ah Señora CONDE.
Señor, tu perdón y mano. Piedra de mi fuerte muro.
LAURA.
Aunque estoy en este traje Sabed que ya vuestro soy.
En que mi enojo me puso. ¿Érades vos galán
el
CONDE. REY.
Y dadme esa mano y brazos.
Yo lo mismo os aseguro
PRINCESA. Sí por Dios.
Y así entrarnos bien podemos
De vuestra esclava son lazos, LAURA. Donde el casamiento haremos.
Que los doy desde este dia. ¿Cierto?
LADRA.
REY. CONDE. ¿Cierto?
Estoy de manera mudo, Pues que se lo juro... DUQUESA.
Que no sé qué responder Pues que yo
LAURA. lo juro...
Y entre el pesar y placer
Lo que estoy mirando dudo. Basta , que burla de mí. CONDE.
¡ Ah, Celia, mucho has sabido
Yo fui dichoso con tino.
REY.
Pues que mi mal se remedia.
DUQUESA.
Hazañas fueron , Señor
Desde hoy los molineros
Se tengan por caballeros.
— Y aquí acaba la comedia,
Gran senado, del Molino.
: , ,
EL DOMINE LUCAS,
COMEDIA DE LOPE DE VEGA CARPIÓ;
OÍ contar alguna parte desta fábula de cuyos principios había sido testigo dando por autor de su
, ;
ballero que digo, y escribíla en el estilo que corría entonces; hállela en esta ocasión pidiendo li-
mosna como las demás, tan rota y desconocida cual suelen estar los que salieron de su tierra para
soldados con las galas y plumas de la nueva sangre , y vuelven después de muchos años con una
pierna de palo, medio brazo un ojo menos, y el vestido de la munición sin color determinada
, :
hice por corregirla, y bien ó mal, sale á luz con el nombre del mayor amigo. Saben muchos que
lo es Miesamerced, y sería cansada la disculpa de no ofrecerle cosas mayores, mas dignas de su
ingenio pero muchas veces no dan los hombres á lo que aman las cosas de mas precio, sino las
;
que mas estiman. Tenia yo en la memoria esta comedia por las causas que refiero, y porque re-
presentándola Melchor de Villalba, hombre que en su profesión no tuvo quien le precediese, ni
habemos conocido quien le igualase, era por aquellos tiempos de las bien escuchadas como ahora ,
se dice por las mujeres de las bien prendidas; y así, la quise poner en esta parte entre otras de mas
consideración, no sé si de mas gusto, y dedicándola al nombre devuesamerced, calificarla lejos de
toda lisonja, que en tantos años de amor fuera locura; y mas añadiendo á las amistades recebidas
tantas obligaciones, que solo le ha faltado á vuesamerced haber escrito la mitad de mis versos,
porque en las elecciones , disposiciones y pensamientos siempre le he debido la mejor parte y con ,
su consejo, puesto en el papel con menos miedo la pluma; que no quieren las cosas del ingenio ser
menos comunicadas que los edificios que se fabrican, si han de acertarse, mayormente deste gé-
nero en que se ha de agradar á tanta diferencia de entendimientos, dificultad mayor que la de los
pintores, donde repara mas el vulgo en la alegría de las colores que en la sunetría de las figuras.
En tres partes dividió Plutarco la amistad que á mi parecer ninguno con mas claridad y acerta-
;
miento. Para amar los amigos, dijo que era necesario buen juicio (aquí entiendo en el escogerlos),
deleite en el conversarlos y seguridad de su ánimo en las necesidades que se ofreciesen todas
,
;
tres partes he hallado en vuesamerced confirmadas en tantas ocasiones, que como este amor co-
menzó á los principios de la vida tendrá la misma fuerza hasta los últimos fines de su término;
,
EL DOMINE LUCAS.
PERSONAS.
IXOníANO , estudiante LISANDRO, corregidor.
LUCRECIA dama. , FABRICIO , nalan.
(jalan. PLÁCIDO, fsmT/fl/zo.
ALBERTO, es/«rf/ffH/t', (ja- LEONARDA, dama. DORISTO, w7/a?i(/.
ROSARDO LA VI NO.
UN MESONERO.
, galán.
lan. Dos PAJES.
DECIO, capigorrón. ¡NEBRO.
FLLGEXCIO, viejo. Criados.
FABRICIO.
En Salamanca prestados, Pues adiós. Entra adelante.
Y estábamos disculpados [Yanse Fulgencio , Lucrecia, Leonar-
Ni yo dejar de obligaros.
Saliendo otras muchas veces. da y los pajes.)
¿Qué os parece desie día, Pero yo juro enmendallo,
Señor Fulgencio?
Ofreciéndose ocasión.
FULGENCIO.
ESCENA II.
FULGENCIO.
Que está FABRICIO, ROSARDO.
¡Que hoy no saliese un rejón.
Alba diferente ya
Ni un hombre solo á caballo!
De lo que en mi edad solía ROSARDO.
Que por mí
;
Ciertoque os he de reñir,
fe, que á esta fiesta El viejo nos ha corrido.
Vi toda una corte aquí
Pues no salir causa fué
Y que aquesta plaza vi Que un forastero y á pié FABRICIO.
Pudiese hacer y decir. Oh cuánta envidia he tenido
Mas adornada y compuesta. ¡
Al venturoso estudiante!
ROSARDO. ¡Qué soberbias cuchilladas
¿Mas que la corte? ¿Decis por el estudiante
Que le daba al toro
De Salamanca?
FABRICIO. ROSARDO.
FULGENCIO.
Sin duda Y tales,
Que lo fué la que algún día ¿Pues quién? Que no ttivieron i^jaales,
El viejo Duque tenia. LUCRECIA. Y pueden ser celebradas.
FABRICIO. Bien anduvo. ¡Gallardos brazos!
El tiempo lo acaba y muda FABRICIO.
Fué hombre de gran valor. Anduvo bien; ¡Soberbios!
,, ; ,,
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EL DÓMINE LUCAS. io
Puf s coda vez que herían ESCENA IV. Que cuatro pequeñas leguas
Poca resistencia hacian Que hay de Salamanca aquí
Cuero, carne, Inieso y nervios. FLORIANO, ALBERTO. Andaré por verte á tí
EL DÓMINE LUCAS. 47
Pero es pensamiento vano; ESCENA IX. FULGENCIO.
Que mi padre te ha traído Aguardad: dároslo han.
A que Rosardo te vea, FULGENCIO.— Dichas. ¡Qué importuno sois! ¡Jesus!
En razoa de que desea...
FULGENCIO. {Ap.)
— Vé tú por dio.
LEONARDA.
LUCRECIA.
Oilo. Yo sé
LDCRECIA. Cómo esto se ha de tratar. Yo voy. {Vase.)
Hacerle tu marido. LUCRECIA. {Ap. á Leonardo.) FULGENCIO.
y esto está medio tratado
¿Mas que ya te viene á hablar?... ¡Qué importuno sois, hermano
Y no podrás volver
te
FLORIANO.
LEONARDA. {Ap. á Lucrecia.)
Que lia de quedar, dijo ayer,
íscrito y efetuado. Lucrecia, ¿qué le diré? Con pan de tan bella mano,
Por hoy satisfecho estoy.
|K LEOKARDA. FULGENCIO.
jNo se ba de hacer con un si Sobrina...
Y aqueste yo le he de dar? LEONARDA. ESCENA XI.
Pues quiéíosele negar, Tío y señor... UN CRIADO.— LEONARDA, FUL-
Y podré librarme asi. FULGENCIO. GENCIO FLORIANO.
,
LL'CRECIA. Solo á buscarte he venido.
Mudable debes de ser. LEONARDA. CRIADO.
LEONARDA. Ya la ocasión he sabido Rosardo está en el jardín
Tú con extremo lo eres, Y que me has hecho favor. Que viene á hablarte Señor. ,
Que hoy se ¿Quién está acá?... El tiempo me dio tiempo; y con su vue-
si ya no es ido.
irá ,
{Ap. Basta; que esta necia ha dado FULGENCIO. Esta ocasión presente me ha ofrecido.
En poner nuevo cuidado Si la fortuna me ha favorecido,
¿No hay alguno
Adonde yo le he tenido; ¿Quién debe al cieloloqueyoen el suelo?
Que responda en esta casa?
Que yo se que es Floriano, Eché la hacienda por salvar la vida
¿Alguu criado? ¡Hola, gente!
Y viene al lugar por mí En tu piélago, amor, y llegué al puerto
LUCRECIA. Pidiendo, como pobre, la comida.
Aunque jamas lo entendí
De su lengua ni su mano; Ya es ido impertinente.
el Ya de la vida estoy seguro y cierto
Perosélo desús ojos, Señor, adelante pasa. ¿Qué milagro me queda que te pida [to?
Que hablan y escriben mas.) FULGENCIO. Después dehaberle dado vida á un muer-
LEONARDA. Digo pues que te ha pedido
Tratando acaso estarás Por mujer este Rosardo ESCENA XIII.
Darme ocasiones de enojos. Que , como ves , es gallardo
LUCRECIA, co«j3fl«.— FLORIANO.
Muy rico y muy bien nacido.
LUCRECIA. Trajete de Salamanca
¡Yo! ¿cómo? LUCRECIA.
Para que, viniendo aqui...
LFONARDA. ¡Hola, hermano!
{Sale Floriano con los vestidos que qnl
Dando á mi tío tó al capigorrón.)
FLORIANO.
De mis desatinos cuenta. ¡Mi señora!
FLORIANO.
LUCRECIA. LUCRECIA.
Quien asi mi amor afrenta, ¿Quién está acá?
¿Estáis ahí?
No debe de ver que es mío. FULGENCIO. FLORIANO.
Digo que saber quisiera No hay ahí ¿No lo ve?
¿
Nuevas dése hombre que darte. Quien dé á ese pobre una blanca? No puedo mover el pié
LEONARDA. Entró, hermano, entra en buen hora. Ni fuera posible ahora.
Solo eso, Lucrecia, es parte Veamos qué nos queréis. LUCRECIA.
Para que ya no le quiera. ¿Quién sois?
¿Estáis enfermo?
^0 le dejo desde ahora FLORIANO.
FLORIANO.
Porque nunca una mujer Ya , Señor, lo veis.
Mas presto viene á querer Mortal.
El que vuestro auxilio implora,
Que cuando hay competidora.— Pavper escholasticús, LUCRECIA.
rulgencio viene. Que pide un poco de pan. Pues no .se os echa de ver.
I
, , ;; )
; ; , ,, , , !
LUCRECIA.
Oh dichoso fingimiento!
¿Estudiáis filosofía
importa. LUCRECIA. {Ap.)
ÍS'o
O qué es aquesto que habláis?
FLORIAXO. ¡Qué cara! Qué entendimiento!
FLORIANO.
Eso solo temo. FLORIANO. {Ap.)
Para que el alma entendáis
LUCRECIA. Hablar romance (|uerria. Alma , esfuérzate y porfia. (
Vase.\
¿Moriréis? Pero, si aquí no hay lugar.
FLORIANO. Porque no digáis que he sido ESCENA XIV.
Remedio aplico. Ingrato al pan que he comido.
El pan os (juiero pagar. LUCRECIA.
LUCRECIA.
¿Cómo? ¿Tenéis algún doloicillo
¡Lo que ha podido moverme
FLORIANO. O alguna secreta falta ?
El traer curia de favor!
Que jarabes tomo. LUCRECIA. Por(;iic es gian despertador
!
! !: , : ,,
! ;, ;: , ,,, !
Cosa que el alma no supo Se emplea nuiy bien en él.. Que así de casaros trata.
Obedeced pues es justo,.
,
Poco hará si no me mata
ESCENA XVII. A vuestro padre, Señora; Después de quitarme el seso.
Que no os va menos ahora Ya estoy aquí; ya llegué
FLORIANO.— LUCRECIA. Que tener provecho y gusto; A lo mas que pretendí;
Que por ser yo bien nacido ,, De la tempestad salí
FLORIANO. Lo que es verdad aconsejo. Y en el puerto me anegué.
Pues ¿qué habernos negociado? Aunque á Floriano dejo ¡Pluguiera á Dios que muriera
¿Hame señor recibido, Por vos perdiendo el sentido. Entre aquellas ondas bravas,
O ya de casa me voy? Pero él os dirá lo propio. Dulce amor, que levantabas
LUCRKCIA. Según es hombre de bien (¡Fiero olvido! ¡ausencia llera!)
¡Oh Lúeas! muriendo estoy. .\unque por quereros bien Y no ahora que en el puerto
Parece consejo impropio. Me veo favorecido.
FLORIANO.
Rosardo es buen caballero. Cierto de mi bien perdido,
¡Vos! ¿Deque? Notorio en este lugar. Y de mi remedio incierto.
LUCRECIA. Con quien os podéis honrar LUCRECIA.
Pierdo el sentido. Mejor que de un forastero.
Floriano es advenedizo. Floriano, á quien ha visto
FLOBIAXO.
Pobre estudiante, aunque honrado, Tantas pruebas de mi fe,
¿No se mitigó el dolor
Poco importa que las dé
Con esa oración que os di? Y que solo os ha obligado
Con lo que ayer veis que hizo'. Con el llanto que resisto.
LUCRECLA. Hu('lL;onie (]ue hayas probado
Que fué cosa" para vos
Cuando la recé, creí Bien excusada en verdad Los qii ilutes de aquel oro
Que era acabado el rigor, Y para él necedad Con cuyíj valor te adoro,
Y sentí tanto consuelo. Si no lo remedia Dios. Y su tineza tocado.
Que no entendí que podía Bueno es que al vuestro dejéis Y pues ya no hay qué decir
¡
Bajar el tiempo en un dia Por un matador de toros Mas de lo que visto has,
Mis esperanzas del cielo.
¿Qué respetos qué decoros.
,
O tú mi esposo serás,
Porque ese tu Floriano, O tú me verás morir.
Qué obligación le tenéis?
Que aquese papel te dio, L!n papef que os ha enviado Mi padre quiere curarte,
Esa quien le diera yo Con un pobre como yo Siendo tú el médico mió,
De mujer palabra y mano ¿Es mas que esto? Porque de mi desvarío
¡Tanto como esto le quiero Eres medicina y parte.
Desde el punto que le vi! LUCRECIA. Aquí tendrás aposento,
Pero ya ¡triste de mí! Amigo, no; Y aun dos creo que tendrás,
De gozalle desespero. Pero es mucho haberle amado. Porque en mi alma estarás.
Porque mi padre me fuerza Y este amor es de tal suerte. Para ser huésped de asiento.
,
A dar la mano á Rosardo. Que ya tu consejo es vano. Y pues que tiempo tenemos
FLORIANO. Porque en solo Floriano Para contar nuestras cosas,
Desde este punto acobardo Está mi vida ó mi muerte. De las que son sospechosas
Todo el valor que me estuerzí. Y no digas que naciste Las ocasiones quitemos.
¡Qué oigo , triste de mi Menos que como villano. Créeme que estoy corrida
Pues aquí contra Floriano De no haberte conocido
LUCRECIA.
La amiga lengua moviste. Aunque es mas culpa el veslido
¿Qué dices? Yo tenia negociado Que el ser yo desconocida;
FLORIAN'O.
Que os queiásedes aquí; Que ya el a'lma me avisaba.
Que es caso extraño. Pero pues sois contra mí
,
Si vo creerla quisiera;
LUCRECIA. Ya me habéis desobligado. Pero de cualquier manera,
Extraño para mi daño, No estaréis en casa un punto En tu pensamiento estaba.
Pero nuevo para tí. A la de Rosardo, hermano; Ya es hora de ir á comer.
Que aquí vive Floriano, Apercibe tinta y pluma ;
FLORIANO.
Y Rosardo está difunto. Que habernos de hacer la suma
¿Qué es lo que piensas hacer? ¡Con qué suspensión y calma be un inliuito querer;
LUCRECIA. Me reprehende el grosero! Que esta ha de ser la cubierta
Resistir, aunque me mate. ¡Por cierto, gentil tercero Con que podremos hablar.
FLORIANO. Paraíiallemi alma! FLORIANO.
Es este el primer combate, ¿De Floriano dice mal.
Y sois Lucrecia mujer.
, ,
Que no hay en la corte dama Dame esos pies á besar,
Que no lo quiera por fama Gloria de mi cielo abierta,
¿Cómo habéis de resistir.
Si vuestro padre lo quiere? Y porque no tiene igual? A cuvo sol desde hoy
Pártete de mi presencia Ofrezco un águila nueva
LUCRECIA. Que en esos rayos se prueba
Aunque descubras el caso.
Resistir cuanto pudiere, Para conocer quien soy.
FLORIANO.
Y poder hasta morir. Pues espacio me prometes.
FLORIANO. Domina, domina, paso; No quiero ahora cansarte.
¿Es caballero ese hombre? Que es esa mucha licencia» Mas solamente avisarte
LUCRECIA. LUCRECIA.
Que el casamiento no acetes;
Que yo te daré invención
Si. ¡Cómo! ¿no os puedo yo ecT;ar?
Con ía que burles á todos.
FLOniANO.
FLORIANO. LUCRECIA.
¿Y es galán?
LUCRECIA. Defenecí , mi bien , la mano, Cuando falten nuevos modos,
Por extremo. Porque echáis á Floriano Morir es resolución.
FLORIANO.
De su dichoso lugar. FLORIANO.
Yo soy el que os ha querido
Agora de nuevo temo. Aquel vuestro esclavc soy. Vivirás, pues que yo espero
¿Cómo decís que es su nombre? De quien el alma , que os doy. Gozarte con mucho gusto.
LUCRECIA. Os habla al mejor sentido. LUCRECIA.
Rosardo. Yo aquel <me, siempre callando,'
FLORIANO. Hable tanto con los ojos. Muy bien sabe el cielo justo
Ya caigo en él. Para que en un mar de enojoa Que eres mi amor verdadero.
! , ,, ; ! : !
EL DÓMINE LUCAS.
54
FtOBIANO. Y le quiere
para sí, FULGENCIO.
Estaré este tiempo en calma. Floriano me quiere <á mi.
E.spera.—
LUCftECIA. LUCRECIA. Leonarda, aquí está Rosardo,
Ya aperciben la comida. Codicia el falle y la renta
A quien la palabra niegas.
FLORIANO. Pero yo te quiero tanto. LEONARDA. (Ap.)
Que ño te le he de quitar. ¡Qué descuidado que llegas
Adiós, Lucrecia querida.
LEONARDA. De que yo engañarte aguardo
LUCRECIA.
Adiós, Dómine del alma. ¿Quién ha de poder turbar FULGENCIO.
Lo que ordena el cielo santo? Yo, que por ti se la di.
El quiere que Floriano Si no te quieres casar,
Sea mi esposo: ya lo es. Mi hija le quiero dar.
ACTO SEGUNDO. LUCRECIA. LEONARDA.
Digo que luego le des Digo mil veces que sí.
La le, la palabra y mano.
ESCENA PRIMERA. A mí me sirve Fabricio,
FULGENCIO.
¡Cómo sf! Pues ¿no decías
De quien yo seré mujer;
LEONARDA, LUCRECIA. I Mas también has de entender
Que procuraba tu daño?
Que te hago en esto servicio. LUCRECIA. (Ap.)
LEONARDA.
Vuelve á decir, por mi vida
Y vengo á avisar
así te ¡Oh qué bien que va el engaño!
De que á hablarte han de venir, LEONARDA.
Amada prima ese cuento.
,
Y con instancia pedir Señor, múdanse los dias.
LUCRECIA. El que le has de negar.
sí, Hoy sale el sol y mañana
¿Cuento? Y mira loque te quiero, ,
FLORIANO.
O no me queréis. Señora. Por ¿has de comenzar.
¿Porqué, Señora? Mostrad. LUCRECIA. (Escribe.)
LUCRECIA.
LUCRECIA.
Antes por lo que os estimo, Comienzo.
Mal de rodillas estáis. Dejalde que así me agrada
; FLORIANO.
Porque no ha de estar manchada
FLORIANO.
que
Una F has hecho.
Lengua trata verdad.
Diré, si esto me estorbáis. LUCRECIA.
FLORIANO.
Que es por lo que á vos me ari imo. ¿F? Pues perdona, hermano;
Yo estoy bien , y estoy tan bien ¿lia de quedarlo el papel?
; , ; ,; ,; — ;, , ,
EL DÓMINE LUCAS.
Que iba á poner Floriano Hacer llana la escritura, ROSARDO.
Como le tengo en el pecho Y que no resulte error.
¡Hay locura semejante!
Y si Lucrecia queria, Mi hija está aquí también,
Ya touo una cosa es. Y el dómine que la enseña. FULGENCIO.
FLORIANO. ¡Hola, Lúeas! ¿Quién es ese?
Deja esa letra, y después ROSARDO. LEONARDA.
Comienza, por vida mia, Creo que sueña. El estudiante.
Porque es uso en corte usado, FLORIANO. (.4 Lucrecia.) ¿Para qué fe admiras desto?
Cuando la carta se íirma.
Formad las letras mas bien. ¿Piensas que no lo he sabido,
Poner antes de la firma Y que has querido engañarme
La letra del nombre amado. FULGENCIO. Teniéudole, para hablarme,
¿No oyes que te estoy llamando? Detrás de un paño escondido?
LUCRECIA.
FLORIANO. ¿Piensas, engañoso fio.
¿Luego la F está bien? Darle á tu hija Lucrecia?
Tu padre está aquí , Señora.
FLORIANO. Pues cree que le desprecia
Extremadamente LUCRECIA.
está. Solo por saber que es mío.
¿Hay en que te sirva ahora? No me quites mi contento.
LUCRECIA.
La L he formado ya. FULGENCIO. Con Floriano estoy casada.
¿No ves lo que estoy tratando? PLÁCIDO.
FLORIANO.
Vé por Leonarda, tii prima.
Haz la U. La escritura es extremada,
LUCRECIA. LUCRECIA. Y extremado el casamiento.
Y la C también. Ya voy por ella. Señor. ( Vase. ) Si ya con otro lo está,
PLÁCIDO. LEONARDA.
FLORIANO.
Haz la E. Vaya, llame algún amigo; Ya supe vuestra intención,
LUCRECIA. Que bien será menester. Y no fia el corazón
¿Está buena? FLORIANO. Las palabras de la boca.
El pastor estaba aquí. Escondióse Floriano
FLORIANO.
FULGENCIO. Y por eso dije allí
Si.
Una y mil veces que sí
LUCRECIA. ¿A qué ha venido?
Y le di palabra y mano.
El ojo un poco cegué FLORIANO.
ROSARDO.
Mas ¿cómo podrá una ciega A llevar
Dar ojos á quien le faltan? Recado de quesear.
¿Qué es esto? Qué furia es esta?
Deshonra mia, ¿qué dices?
FLORIANO. ¿Quieres que le llame?
¿Cómo ahora te desdices
Tres letras solas te faltan. FULGENCIO. De aquella dulce respuesta?
A esa C otro punto llega. Sí; ¿Qué es esto, enemiga mia?
LUCRECIA. Que que firme aguardo
solo á FULGENCIO.
¡Linda letra es esta/, Leonarda lo que nos dijo. Lucrecia, ¿de qué está loca?
Que tiene poco que hacer! Para partirme al cortijo.
LUCRECIA.
{Vase Floriano.)
FLORIANO. Sospecho que la provoca
La A falta por poner. Alguna melancolía.
ESCENA V.
Ella dio en triste después
LUCRECIA.
¿Está bien? LEONARDA LUCRECIA.— FULGEN-
,
Que la tratan de casar.
FLORIANO. CIO, ROSARDO, PLÁCIDO. FUL&ENCIO.
Bien está así. Vuélvela, Rosardo, á hablar;
LEONARDA. {Ap. á Lucrecio.) Que amor ó locura es.
LUCRECIA.
¿Cómo dice aquí? ¡Yo casarme con Rosardo! ROSARDO.
¿Quién, prima, lo concertó? Mi bien, ¿que se os ha olvidado
FLORIANO.
LUCRECIA. Que vuestro marido soy?
Lticrecia.
Tú misma lo prometiste. LEONARDA.
LUCRECIA.
LEONARDA. Casada Rosardo estoy,
, ,
La firma en blanco he dejado.
Fué por lo que me dijiste; Y tú dos veces casado.
FLORIANO. Que no por quererle yo. ¿A Lucrecia no te dieron?
Tu castidad has firmado. ¿Para qué vuelves á mi?
ROSARDO.
LUCRECIA. Leonarda viene. ROSARDO.
Fué la de Roma muy necia. No me dieron sino á tí
LEONARDA.
FLORIANO. O tus palabras mintieron.
He venido
Dame papel por tu vida
el , A saber lo que me quieres. LEONARDA.
Que quiero guardar tu nombre
FULGENCIO. Que ya supe vuestro enredo
Contra la visión de un hombre.
Di que de Rosardo eres Por quitarme mi marido,
Mujer, y él es tu marido Y cómo estaba escondido...
ESCENA IV. Que ya está aquí el escribano; ROSARDO.
FULGENCIO, ROSARDO, PLÁCIDO. Y firmaréislo los dos. ¿Quién?
LEONARDA. LEONARDA.
Dichos.
¡ He de casarme con vos Floriano.
PLÁCIDO. (.1 Fulgencio.) Si lo estoy con Floriano! ROSARDO.
La traza tengo entendida
ROSARDO. ¡Bueno quedo!
Y sé que sois su tutor.
¡Cómo, cómo! LEONARDA.
FULGENCIO. FULGENCIO.
Plácido, aquí se procura
¿Piensas que no sé muy bien
¿Qué es aquesto? Que por mujer me pidió?
;, —
—
; : ; ! —
! ,,;
Calla.
FULGENCIO.
FLORIANO.
¿Qué Florianosson estos?
DORISTO. ROSARDO.
Hablando he de morir.
Por muclios años y buenos ¿No me diréis qué han comido?
Todo á tu yiisto siieeda. ROSARDO.
FULGENCIO.
FLOKIANO. ¿Qué OS va á vos. Dómine, en eslo? Unas setas que han traído
Ya por testigos no queda. FLORIANO. Algunos villanos destos.
PL.ioiDO. Defiendo mi teología. Yo apostaré (|ue tenian
ROSARDO. Ponzoña y que los han muerto.
Testigos es lo de menos.
Miraa Señor, (jue es locura
. ¿Por qué causa? ROSARDO.
Curalda ; des|»ués se hará. FLORIANO. Eso es sin duda, eso es cierto,
FLLGENCIO. Porque es mía, Y por eso desvarían.
Deslo no se trale ya Y me la quitan tan presto. DORISTO.
Que quiero ponería en cura. PLÁCIDO. Yo lastraje, y juraré
Rosardo, Lucrecia es vuestra :
Que no tenían ninguna.
Para los dos servirán Este mozo es buen cristiano,
Y habla como estudiante. PLÁCIDO.
Los testigos que aqui están.
No pase ahora adelante ¿ Eran de prado ó laguna?
Muestra la mano.
La boda. DORISTO.
LlCIiECIA.
FULGENCIO. (A Floriano.) Del monte las arranqué
¿Qué? Que junto á un roble nacían.
Calla, villano.
FULGE.NCIO.
FLORIANO. {Llorando.) PLÁCIDO.
Muestra.
jSeñor, no lo permitáis Curallos será mejor.
LUCRECIA. l*or vuestro divino amor! Traigan triaca.
¡Cómo muestra! ¿Pues no hay mas FULGENCIO.
FLORIANO.
De, en fallando, dar en mi? Es amor.
i
Hay mas gracioso doctor!
FULGENCIO. LUCRECIA. {Ap. á Floriano.)
ROSARDO.
Esto me conviene así. Mi bien por triaca envían.
,
Si luego no se la das, Hermano, ¿deque lloráis?
FLORIANO.
¡Vive Dios que te!... FLORIANO.
Bien habré yo menester;
la
LUCRECIA. ¿No he de llorar un pecado Que harta ponzoña he tragado.
Detente Contra el Dómine y Maestro? LEONARDA. [Ap.)
Que ese término no es hijo '
FULGENCIO. Como á loca me han tratado,
De tu valor. Y deben de ser.
¿No es bajo temor el vuestro ellos lo
FULGENCIO.
Por un tonto, mi criado? FULGENCIO.
¿Quién te dijo Dale allí luego la mano. {A Lucrecia.) Entraos adentro los tres.
Que no es término decente?
FLORIANO. LEONARDA.
Soy padre, y lo puedo hacer.
Señores , que es herejía
¡
Aunque hagas mas invenciones
LUCRECIA.
¡Que se ha casado este día Y géneros de traiciones
¡Ved á qué punto he llegado! Lucrecia con Floriano Floriano mi esposo es.
FULGEJiCIO. FULGENCIO. LUCRECIA.
Esto ha de quedar lirmado. (A Rosardo.) ¿ Floriano? No lo creas.
¿Otro Floriano? ¡Rueño!
Lucrecia es vuestra mujer. Porque ha de ser mi marido.
Algo han estos dos comido.
Vos, Lucas, y vos, Dorislo, FLORIANO.
Testigos destb seréis. FLORIANO.
Digo que testigo he sido,
FLORIANO. Floriano es su marido :
EL DÓMINE LUCAS. SS
Fué ajena fuerza que no proiúa falta. ¿En qué funda Fabricio su locura?
,
ESCENA Xn.
FABRICIO. ROSARDO.
¡
Que ú dijiste ¡Que tan
! sin vergüenza El sabe la ocasión y quién la ha dado. DORISTO, CRIADOS.— DíCiiOS.
Lo confiesas, traidor FLORIANO. FULGENCIO.
ROSARDO. Aqui está mi señora con su prima. Lleven aquestas damas á la aldea
Habla mas (}uedo; No vivan mas en Alba solo un punto.
Que no habrá amor que tu locura venza, ESCENA XI. (A los criados.)
Ni tanto atrevimiento sufrir puedo. Vé á aderezar el coche tú. Felino,
LUCRECIA LEONARDA. — FULGEN-
,
Lleva recado de cocina y cama.
FABRICIO.
CIO, R0S.\RDO, FLORIANO. No repliquen palabra vayan luego.:
;.?on invenciones nueras , son por diclia Mas buenas señas pondré
;, Hay algo acaso que dar De la arca en que le metió.
Para quitarme todavía mi esposo? aqueste pobre estudiante?
.V
Pues todo he de escribirlo á Tioriano. Quées lo que he visto delante DECIO.
¡
'
FLORIANO.
DECIÜ.-FLORIANO. Pues el padre los desposa.
I
No te faltará dinero.
FABRICIO.
DECIO. DECIO.
i
EL DÓMINE LUCAS. 57
LATINO. FULGENCIO. FABRICIO.
Menos esa causa aplico Esto escucho y á esto vengo Hombre hay que por tres
¡
doblones
Por sustancial fundamenlo ¿Qué me habéis de hacer á mí? .lurara contra su padre.
Oue vos le igualáis en todo,
FABRICIO. {Vanse.)
Y en nobleza le excedéis.
Pedir mi esposa con ellos.
FABniCIO.
FDLr.r.NCIO.
Como deudo respondéis.
¿Y qué fuerza tendrán ellos.
L AVINO. Campo y vista exterior de la alquería
Si ha dado á Rosardo el sí?
de Fulgencio.
Y aquí me liallaréis á todo,
FABRICIO.
Y no hay en todo el lugar
(iUanto mas en el linaje,
La justicia os lo dirá. ESCENA XVIII.
Honjhi'e que mas se aventaje, FULGENCIO. (Ajo.)
Y lo pueda sustentar. Menester es buena prisa LEONARDA LUCRECIA.
,
ara lo
No hay remedio que mas cuadre Que por otras manos muere.
1 que pienso hacer. Como
1
Aguarda. FULGENCIO.
¿Qué hábito es esle?
¡Vive el cielo, de matarte! *
FLORIANO. LEONARDA.
¡Qué buenas melancolías! DORISTO.
El que es mió.
Tan triste Leonarda estoy, ,
¿Que no quieres sosegarte?
LUCRECIA. ,
EL DÓMINE LUCAS. SO
Si el propósito no mudas.
ACTO TERCERO. LUCRECIA.
Tenella así no era justo.
FULGENCIO.
Ya espero yo tu martirio. Pues ¿qué haré contra su gusto?
Sala en casa de Fulgencio, en Alba de Tórmes. FULGENCIO. FLORIANO.
¡Qué! ¿santa pensabas ser? Tirano medio tomabas;
ESCENA PRIMERA. Las carnes te he de poner Que no ha de ser el castigo
Como las hojas de un lirio. Igual en todas mujeres.
FULGEiNCIO, LUCRECIA, FLORIANO, Ténmela Lúeas , , aquí. Y es bien que mires quién eres.
(ie dómine Meas.
FLORIANO. FULGENCIO.
FULGENCIO. Yo la tendré con firmeza ; Pues ¿qué haré, Lúeas amigo?
¿Cómo que no has de casarte?
Que es bien que tanta dureza Dame, pues eres discreto.
Se me entregue solo á mí. Un consejo de tu mano.
LUCRECIA.
FULGENCIO. FLORIANO.
A ti de ti mismo apelo.
Ásela bien desos brazos. (Vase.) Mal puede el enfermo al sano.
FULGENCIO.
FLORIANO. FULGENCIO.
No, sino al cielo; que el cielo
Solo á tu remedio es parte. Mira por dónde se mete
¡ Como estudiante, en efeto.
Mira, enemiga, que importa Tu padre á ser alcahuete
FLORIANO.
Que des la palabra luego. Destos dichosos abrazos!
Mira , lo que yo hiciera
LUCRECIA. LUCRECIA. Si esta cuestión fuera mía
Arroja mi cuerpo al fuego. Cuando me quite la vida Era dejar la porfía
Saca el alma , el cuello corta (Que de su crueldad lo espero) De que á Rosardo quisiera
,
Y no me mandes casar, Yo estoy contenta que muero ; Y hacerle conira el honor
Cosa que tanto aborrezco. A buena coluna asida. Una gentil amenaza.
¿Qué temes? FLLGKNCIO.
FULGENCIO.
FLORIANO.
¿Que esto de tí no merezco ¿Pues cómo?
Tu pensamiento. FLORIANO.
Con poder ni con rogar?
Dame el sí.
(Vuelve Fulgencio con una cuerda.) Escucha
la traza;
Y casarte sin mi gusto. Aunque conozca que su gusto yerra. Se casará con Rosardo.
LUCRECIA. En vano el hombre á la mujer desvia FULGENCIO.
Si yo á Fabricio deseo, De su opinión rebelde, y la importuna iMiora bien, la prueba aguardo.
Del bien que presente veo Al blando ruego y al desnudo acero
Aunque se ofenda mi honra.
Me venga el mayor disgusto.
Porque , si es por amor lo que porfía,
Contará las estrellas una á una FLORIANO.
FULGENCIO.
Y las arenas de la mar primero. ¿Qué honra pierdes , si esto pasa
¡Mirad qué buen juramento Solamente entre tí y ella?
A mi que presente estoy ESCENA III. Cosa es que no ha de sabella
FLORIANO. (Ap.) Ninguno fuera de casa.
No es sino á mí que yo soy ;
FLORIANO. — FULGENCIO. FULGENCIO.
Señor de su pensamiento. FLORIANO. Voy á ponerle ese miedo;
FULGENCIO. Sin duda que ya tomaste Que quiero intentallo todo. (Vase.)
¿Estás resuelta? Con Lucrecia nuevo acuerdo, FLORIANO.
LUCRECIA. Y ha sido parecer cuerdo.
deslemodo
¡Oh, si hiciese
¿Eso dudas? FULGENCIO. Algún provechoso enredo! —
FULGENCIO. Y tú ¿por qué la dejaste? Gente siento en el portal.
Bien te puedes confesar; FLORIANO.
Que te tengo de matar, Porque , como te tardabas,
!! , ; ;; : ;
FLORIANO.
Y ya fus papeles dejo.
Dómine Lúeas, yo estoy Como i)edazos de espejo
Perdido, a fe de quien soy. Escuchad. Riñendo están Que al muladar se arrojó.
Fl orí ANO. Fulgencio y su hija.
(Tira unas cartas y vase.)
Dello me habéis dado indicio. FABRICIO.
¿No va el pleito bien fundado"? Deseo ESCENA VI.
FABRICIO. Saber la causa.
Bien pero sois menester. FLORI.VXO. FLORIANO.
;
FLORIAXO.
•
Eso creo.
Mejor de lo que pensaba
Yo, Señor, ¿qué puedo hacer? FABRICIO.
Ha sucedido el enredo :
FABRICIO. Oye las voces que dan. Libre de los celos quedo
Darme el bien que me han negado. Que aqueste necio me daba.
FLORIANO.
ESCENA V. ¡Olí papeles enemigos!
Rien á mi poder vengáis
Pues ¿está en mi mano? Dejaos tomar, no me huyáis ;
FULGENCIO y LVC.nECAK, dentro.
FABRICIO.
Dichos. Que liemos de ser muy amigos.
Sí. Veamos qué dice a(iui.
FABRICIO.
DECIO. — FLORIANO.
Que aqui me habéis visto entrar. ¡Cómo,cóiTio! DECIO.
FLORIA>0.
FLORIANO.
Floríano , puedo entrar?
Pues yo, Señor, ¿cuándo os vi?
¡Qué! No es nada;
¿
FABRICIO.
FLORIANO.
Que solo una noche fué.
Rien puedes, Decio, llegar,
Abrid la mano y callad. FABRICIO.
Y mi Alberto, si está ahí.—
FLORIAXO. ¡Vos con Lucrecia! los papeles.
Quiero guardar
¡Yivit üomiims in crelis FLORIANO. DECIO.
Cum sanctis etcum anqélis. Yo pues. Entra, Alberto.
Que no haíra tal maldad FABRICIO.
Uien á Lucas conocéis
¡
¿Y esla por mujer pretendo? ESCENA VIII.
FABRICIO.
¡'.'uego de Dios!
Acabad, dómine Lúeas. LUCRECIA. (Dentro.) ALBERTO, de (•«»/;»/). — FLORIANO,
FLORIANO. No me ofendo DECIO.
h'e in tentationem me inducas; Que aquese esposo me düs.
BasU las que me
ponéis. Ése es igual para mí. ALBERTO.
FABRICIO. FABRICIO. ¡Oh Floriano!
¡!\lirad si ella loconlicsa! FLORIANO.
Dejaos de hablar lalin,
(|U(í la pedi me pesa :
Y tomad estos doblones. 1)(!
¡Oh amigo! Oh mi propio hermano!
Yo la dejo desde aquí. Tiempo es ya que me consueles.
FLOniANO.
FL'LGENCio. (Dentro.) ALBERTO.
Ruinas son vuestras razones;
No sé vo si el dueño es ruin. ¿Por qué dejas á Fabricio? ¿Cómo es esto que me escribes?
Y de mi, aunque no valjío FLORIANO. FLORIANO.
Nada en el traje en que estoy, Porque es mi muj(;r le deja.
Es que te quiero casar.
Creed que coi:io vos soy FABRICIO.
ALBEHTO.
Tan caballero y hiilai;¿o. Por cierto, ¡gentil parej.a!
Todo el oro de la tierra ¿Adonde?
¡Con un mozo de servicio! FLORIANO.
One mi [¡obreza contraste, Dómine, ¿sois hechicero?
Os iiromelo que no ba«te, En este lugar.
FLORIANO.
Si un sijílo me hiciese ííucrra. ALBERTO.
TeniiO en esta rojia pobie No; soy hombre como vos.
¿Y es en la casa que vives?
In alma de oro tan rica. FCLGF.Ncio. (Dentro.)
« FLORIANO.
Que lo que la vTieslra a[.lica Matartetengo, por Dios.
Puede convertir en cobre. Adivinaste lo cierto.
FABRICIO.
Tellaeo pleito tenéis,
I'ucs testigos sobornáis. Ni oiría ni verla quiero — ¿Cómo?
ALBERTO.
EL DÜiliiNE LUCAS. 01
floria:vo. I
A que ves lehayáis amado ESCENA X.
Esta me estorba tambieu Y á su amor correspondido.
El remedio de mi vida. ¿Voy bien? {Ap. á Fioriano.) FULGENCIO.— LEONARDA ,
ALRERTO.
Cuando de vos tuvo aviso. LEONARDA.
¡Bravas quimeras inventas! Que gozase el bien presente, Dejad, Señor, de atormentarla tanto.
FLORIANO. Sino esconderos de mi
FLORIANO.
Esta tu remedio es Codicioso del valor
Que de vos cuentan , Señor, Ofenderála mas mientras m:is ande.
ALBERTO.
Y porque yo os quiero ansí {Vase Leonarda.)
¿Qué resultará después?
Que la vista nunca fué FULGENCIO.
FLORIANO. Quien de vos me alicionó
¿.\ quién no da su pertinacia e.spanto?
¿Ahora el después me cuentas? La fama sí, que bastó .Ni que yo como padre se lo mande.
Casémoste una por una ; Para que yo el alma os dé. Ni que le luegue por el cielo santo.
Que después, ¿qué hay que temer? Si gustáis', por vuestra (juedo Como sí fuese yo su humilde liet-hura,
ALBERTO. A pesar deste tirano. Hallan remedió en condición tan dura.
Cosa me mandas hacer ALBERTO. FLORIANO.
Que á toda razón repúna. Y'aos doy. Señora, la mano ¿Con quién quiere casarse?
Pero si nuestra amistad Con cuanto del alma puedo.
Jamás cosa nos negó FULGENCIO.
LEONARDA.
Y yo soy tú , y tú eres yo, Eso me admira;
Y'o os recibo por mi esposo.
Y éntrambos'de uno mitad Que á Fabricio me dice que ai¡orrece.
¿Cómo excederé tu gusto? FLORIANO.
FLORIANO.
Muéstrame aquesa mujer. Y'o soy de todo testigo,
Y" lasdos manos bendigo. ¿Luego ya por Fabricio no suspira?
FLORIANO.
LEONARDA. FULGENCIO.
Ya conozco que ha de ser
En que ella ha venido al justo. ¡Dichosa yo! Con nombralle á Fabricio se entristece.
ALBERTO. ALBERTO. FL0RIA>0.
jYo dichoso! ¿YáRosardo?
Si es la que sale , es extremo.
FLORIANO. FULGENCIO.
FLORLANO.
Esta, mi Alberto, es Leonarda. ¡Extremado casamiento! Respóndeme con ira.
ALBERTO. FLORIANO.
ALBERTO.
Alba es un corto lugar : Pues ¿á cuál de los dos el alma ofrece?
¿Quieres que la hable?
¿Podré en él secreto estar? FULGENCIO.
FLORIANO.
FLORIANO. A todos dice no con alma y boca.
Aguarda;
Bien podrás en mi aposento.
No te turbes. FLORIANO.
Entra sin que visto seas
ALBERTO. ¿Y qué imaginas deso?
Deste viejo escrupuloso.
Eso temo.
ALBERTO. FULGENCIO.
ESCENA IX.
Adiós. Que está loca.
LEONARDA.
LEONARDA. — üiCHOs. Adiós, dulce esposo. ESCENA XI.
Aqui estoy yo. Y acudirás luego aquí. Si la prisaque has dado por casarme,
DECtO. Cum[)liendo tu palabra y juramento
LEONARDA. Era para encubrir y deshonrarme,
Harélo, Señor, ansí.
¿Quién es, di, quien me engañó? Fulgencio, de tu honra el detrimento,
FLORIANO. El cielo permitió desengañarme,
FLORIANO.
Punto en boca que es razón. Y á Fabricio tomó por instrumento.
¿Que en tus engaños no caes? ;
Dadme esas manos, señora Y no has de perder de mi Que dársela á Fabricio no querías.
Leonarda ; que tiempo es ya. La diligencia que has hecho. Cumplir diciendo ol(li;,'aciones niias?
LEONARDA. Por esta infame de (u íiija loca
FLORIANO.
¡Jesús! ¿Vos sois Fioriano? ¡Que á tu casa y hacienda fuego ocharas,
Todo lo debo á mi pecho Y que tu vida y honra fuera poca!
ALBERTO. En nada te sirvo á ti.
FUI. CENCÍO.
Yo soy. Señora, y aquel
LEONARDA.
Que á vuestro tio cruel Bien conoce en tus razones claras
.se
¿Cómo?
Por vos le pedi la mano FLORIANO.
Que el vino ó la htcura te provoca;
Que ya Lúeas me escribió Que .solo en él ó en ella las hallaras.
Que á Lucrecia me ofrecía Que babeo tibi graticm ¿Qué dices de mi honra ni qué vicio ,
Por quilar'e a Lucrecia su marido. Le ha corrido y disfamado. ¿Ya el dios de amor te ha picado?
¿Cou el Üoniiiie dices? ALBKUTO. ALBERTO.
ROSARDO. ¿Y paró?... Y á él mismo doy por testigo.
Sí , con este. FLORIANO. FLORIANO.
FI.ORIANO. En que
dos van los Voy á escribir el papel
A hacer prender á Fabricio Sobre la íirnia.
¡Conmigo! ¡Hay tal maldad! ¡Oh vil, infa-
Que iiiramalla es claro indicio
FILGENCIO. t-'"*-'- ALBERTO.
Que es porque no se la dan.
La vida haré que la maldad le cueste, Dien haces
ALBERTO. Él ha de hacer esas paces.
¡yue porque no la doy me la disfame!
ó sü riyor me pieste.
Y tú ¿qué piensas hacer? Oblígala mucho en él.
Paciencia el cielo
FLORIANO. {Yanse.)
FI.ORIANO.
Probar que ha sido verdad.
;.Yno es mejor que á {ajusticia líame
Rosardo, pues que en esto es (líendido, ALBERTO.
Plaza.
Oeutrambos?que eres padreyél marido. ¿Con quién?
Fl'I.GENCIO. FLORIANO. ESCENA XIII.
Vamos allá que importa el desajiravio
; La dilic'ulíad
De una deshonra como aquesta mia. En la probanza ha de ser. LISANDRO, corregidor; FULGENCIO,
ROSARDO. Pero mira yo he guardado,
: ROSARDO, FABRICIO, NEBRO, LA-
Desde (lue enseño á Lucrecia, VINO.
Llévalo por justicia como sabio
V\\ |)aiiel que
alma precia el
En la verdad el sabio se conlia CORREGIDOR.
Por tener su nombre amado.
Y si quieres mejor venfíar tu agravio, Parecen mal en amistades hechas
Ella hizo aquesta lirma
>io lo encomiendes á tu sanjíre tria ; Y en mí presencia es justo que se excu-
Que yo la tenjío como fuego vivo, {!^e enseña Ja firma de Lucrecia.)
Rosardo, las palabras injuriosas; [sen.
Y por propia la (luieroy la recibo. No mas de para aprender Que esta persona representa el Duque,
Pero ahora vendrá á ser
FCLGENCIO. {Señalando á si mismo.)
Lo (pie esta verdad confirma,
Dejemos por ahora Lis espadas Y es justo que en aquesto se interponga
Porque puedo encima della
yue para d vulgo importan,
los papeles Su autoridad y la de aquesta vara
Una cédula escribir,
Porque en las honras mal averiguadas Que los buenos respetan la justicia,
Y que es mi mujer decir.
Lisoretamente las palabras cortan : Y los malos no temen al castigo.
Los que ¡irueban verdades apuradas ALBERTO. Averiguarse con razones puede
Las armas en sus términos reportan ; ¿Qué importa si niega ella? El que la tiene de los dos en esto.
Y dan, para probar lo que penetras, FLORIANO. FULGENCIO.
La sangre manchas y la tinta letras. Yo sé que no ha de negar. Yo digo que querello de Fabricio
RO.SARDO. ALBERTO. Conid disfamador de mi honra y casa, -
Pues vamos; que quedaba en este punto Si es así , no hay que receles. Porque no le he (juerido dar mi hija.
La justicia en la plaza y el culpado. FABRICIO.
FLORIANO.
(VflHíe Fulgencio y Rosardo.) ¿En qué te he disfamado si á tí propio
,
También de ciertos papeles
FLORIANO. Oí decir lo que en la plaza dije?
Me tengo de aprovecliar.
¡Oh cómo se traza bien ALBERTO. FULGENCIO.
¿Quién imaginara tal? ¡A mí! ¿Dónde?
¿Son suyos?
Ya soy á Ulises igual FABRICIO.
FLORIANO.
Su astuto nombre me den.
Si suyos son En til casa.
¿Qué haré para que esto pare ,
;
EL DÓMINE LUCAS. 63
Que contra toflos defendió tu parte FLORIANO. '
Esto es mentira y invención notoria.
El ília que me daban á Lucrecia. Cánones y leyes ROSARDO.
Llamarle importa vayan á buscalle.
; Y soy por Salamanca licenciado.' Pide, Señor, que prendan á Fabricio.
CORREGIDOR. [mo. CORREGIDOR.
FULGENCIO.
Noes menester que ya se ofrece él mis- ¿Tú?
; Que prendas á Fabricio te requiero.
FLORIANO.
Yo. FABRICIO.
ESGENA XIV. CORREGIDOR. ¡A mí ¡¿Porqué?
FLOrJANO.— Dichos Pues ¿cómo desa suerte vives, FULGENCIO.
Sirves, pides por Dios y, sin paráfrases. Porcpie es invención tuva
FULGENCIO. Andas hecho bribón pbr las tabernas? Que te has aprovechado deste loco,
A buen tiempo has venido. FLORIA>0. Y has hecho aquesta cédula ungida.
CORREGIDOR. Ninguno con verdad podrá decirlo FARRICIO.
No le hables; Que donde yo servi pedí y me mandan,
, ¿Es menester prenderme para eso?
Que quiero examinarle yo primero. Es solamente en casa de Fulgencio;
CORREGIDOR.
Dómine Lúeas, puesto que vinistes Y para lo que fué, ya lo habéis visto;
Ni yo iiuedo prendelle sin testigos.
Enfermo y pobre á casa de Fulgencio Que al fin estoy casado con su hija.
Y de su mano socorrido fuistes FULGENCIO.
ROSARDO.
Mirad quenohay respeto que os obligue ¿Con Lucrecia Pues echa mano del infame Dómine
?
A que en daño del alma juréis falso, Que él dirá la verdad en el tormento.
Y que es el cielomas perfecto amigo. FLORIANO.
FLORIANO.
Padre y socorro y verdadero amparo. Su padre ¿no lo dice?
Sea tormento el de tu propia hija
el
FLORIANO. FULGENCIO. Aunque será el descanso de mi alma.
Pues ¿para qué es agora tanta arenga? ¡Y'o lo dije, traidor! ¡
Fuera Condéneme su lengua, y si ella dice
Declárate conmigo sin preámbulos; CORREGIDOR. Que aquesto no es verdad pónme en un ,
Artitices mecánicos y en todo Tengan respeto á la justicia todos. Meterse en San Esteban de camino.
,
Pues á quien sabe y sabeque importa lo Que Fabricio y sus deudos le delienden. FLORIANO. [los.
Preciarse un hombre, como voshonia- FULGENCIO. ¡
Qué no me iré, aunque me echéis á
: [la-
[do.
no me quejo del pero es muy justo
\"a ;
FULGENCIO.
De decir verdad sobra este prólogo
la ,
Que de vosotros todos forme queja. ¡Ay pobre viejo!
¿Fabricio ha entrado hoy en vuestia ca-
Que á un loco dais, en mi deshonra, cré- FABRICIO.
FLORI.\NO. L''^- [dito.
FLORiANO. Dómine, ¿qué es esto?
Entró á buscarme.
Si soy loco, no quiero ser creído; FLORIANO.
CORREGIDOR. Mas si de lo que digo doy probanza,
Dómine desta casa seré presto.
¿Habló con vos? ¿Por qué no me tendían por hombre
(Vanse.)
FLORIANO. FULGENCIO. [cuerdo?
Un poco. Pues ¿qué probanza tienes, enemigo?
CORREGIDOR.
FLORIANO. Portal de un mesón.
¿Qué oyó á Fulgencio que á Lucrecia di-
[jo?
¿De Lucrecia no basta aquesta cédula
FLORIANO.
Y dos papeles suyos amorosos ESCENA XV.
Que conmigo la halló. De letra ajena, aunque de pro|)ia nota,
CORREGIDOR. Poique escribir entonces no sabia? DECIO, UN MESONERO.
¿Cierto? FULGENCIO. DECIO.
FLORIANO. ¡Cédula de Lucrecia ¡Palabras tan afrentosas
Sin duda. FLORIANO. Me habéis de decir á mi!
CORREGIDOR.
Esta presento, MESONERO.
¿Qué respondes?
Lisandro, por mi abono y sean testigos ;
¿Qué es del vestido que os di,
FULGENCIO. Que se la doy y entrego. Medias, plumas y otras cosas?
Confieso que lo dije. DECIO.
CORREGIDOR.
FARRICIO. Está seguro Cuando entré en vuestro mesón,
Pues ¿para qué de mí querellas? Que no te faltará. Muestra la liriiia ¿No me vistes por criado
FULGENCIO. . FLORIANO. De Floriano?
Ove; MESONERO.
La cédula leed.
Que eso es maldad; que fué invención Habéis dado
CORREGIDOR.
[de Lúeas, Muestras de fino ladrón.
Porque , haciendo á Lucrecia esta ame- Asi comienza. Verdad es que os vi con él
[naza, (Lee.) «Digo yo, Lucrecia Fulgencia, Pero ya con él no estáis:
Hiciese con Rosardo casamiento
el wque siempre que me sea pedido por Cuatro días liá que andáis
Temiendo el detrimento de su lionra. wLúcas de Madrid, estudiante que en En este lugar sin él.
»mi casa vivo, me entregaré ¡lor su pro- lina carta me trajisles
CORREGIDOR.
«pia mujer, sin para ello alegar cosa en Para que el vestido os diese
¿Y fué tuyo el consejo ?
»contrario, ponjue de mi propia voliin- Y no querria que fuese
FLORIANO. ))tad hago este casamiento. Lucrecia — Fingida.
No lo niego. »Fulgencia.» DECIO.
CORREGIDOR. FULGENCIO. [euerdos Y VOS ¿qué la hicistes?
;Pnes esío aconsejaba un estudiante! ¡Hay maldad semejante! ¿Que hombres MESONERO.
¿Qué h.is estudiado? Puedan creer una maldad tan grande? Guardada la tengo aquí.
, ! ! ,; ,
CORREGIDOR. (A Fulgt'ncio.)
Que me he lievaiio el vestido? I
*;-ííP;' í.'!-'**i>WK
, ; ! , , ,, ,; , —
, ,;,, ! :
EL DÓMINE LÚC.\S. Cj
LEONARDA. MESONERO. Aunque yo tengo por cierii).
¡No est;') mala la invención A que me sacjuen los dientes. Según en él mismo estoy,
Que te azotasen mereces. (.4 Floriano. Vase Leonarda.) Qiu' yo Fliiiíanu soy,
(
L-i.
LA VIUDA VALENCIANA,
COMEDIA DE LOPE DE VEGA CARPIÓ,
Después que supe que vuesamerced habia enviudado en tan pocos años, que aunque las par-
tes y gracias de su marido la obligaran á sentimiento, la poca edad la excusara, pues es aforismo
en los discretos mirar por lo que falta, y no por lo que dejan , me determiné á dirigirle esta come-
dia, cuyo título es La Viuda valenciana: no maliciosamente; que fuera grave culpa dar á vuesa-
merced tan indignos ejemplos. Discreta fué Leonarda (así lo es vuesamerced y así se llama) en
hallar remedio para su soledad, sin empañar su honor; que como la gala del nadar es saber guar-
dar la ropa, así también lo parece acudir á la voluntad sin faltar á la opinión. Lo mas seguro es
no rendirla pero si pocos años, mucha hermosura, bizarro brío y ejercitado entendimiento dieren
;
tal vez oído á la lisonja de algún ocioso, no le estará mal al peligro haber leído esta tabula; que
esgrimiendo no se llama herida la que recibe otra ni el músico merece este nombre si arrastran-
,
do los dedos por las cuerdas no tañe limpio. Muchos se han de oponer á tan linda cátedra: perdo-
nen los críticos esta voz linda; que Fernando de Herrera, honor de la lengua castellana y su Co-
lon primero, no la despreció jamás ni dejó de alabarla, como se ve en sus Comentos; pero pues
á vuesamerced no se le ha de dar nada del, ni de sus prólogos, ni de mí ni de esta comedia,
,
volvamos al consejo; que de los maduros le han de tomar los agraces, ó no llegarán jamás á darle á
otros. Opuestos pues los altos para secretos gustos, los iguales para bendiciones públicas, será
fuerza que vuesamerced confusa consulte sus íntimas privanzas, si no lo fueren mas sus priva-
ciones. Aquí es donde entra La Viuda valenciana, espejo en que vuesamerced se tocará mejor
que en los cristales de Venecia, y se acordará de mí, que se la dedico. No fué todo mentira; que
sino pasó á la letra, á lo mas sustancial no hice mas de darle lo verisímil, á imitación de las muje-
res que se afeitan. Estoy escribiendo á vuesamerced y pensando en lo que piensa de sí con ojos
verdes cejas y pestañas negras, y en cantidad cabellos rizos y copiosos, boca (juc pone en cui-
,
dado los que la miran cuando se rie, manos blancas, gentileza de cuerpo y libertad de conciencia
en materia de sujeción, pues la señora muerte, en ligura de redentor de la Merced, la sacó do
Conslanlinopla y de los baños de un hombre que comenzaba á barbar por los ojos y acababa en
los dedos de los pies. Oí decir que su madre del tal difunto era de Osuna, ó que al hacerse pre-
ñada pensó en un cofre: la imaginación hace caso; no nos metamos con los filósofos, que creen
mas á las acciones del espíritu que á la naturaleza de la común herencia él tenia estas gracias, y
;
por añadidura el mas grosero entendimiento que ha tenido celoso después que se usa estorbar
mucho y regalar poco. Suelen decir por encarecimiento de desdichados « Fulano tiene mala som-
:
bra. No la tuvo mujer, tan mala desde que hay sol y siéndolo vuesamerced de hermosura, se es-
))
;
pantaban muchos de verla con tan mala sombra. ¡Bien haya la muerte! No sé quién está mal con
ella, pues lo que no pudiera remediar física humana, acabó ella en cinco días con una purga sin
tiempo, dos sangrías anticipadas y tener el médico mas aíicion á su libertad de vuesamerced queá
la vida de su marido. Puedo asegurarle que se vengó de todos con sola la duda en que nos tenia si
Ü8 COMEDIAS ESCOGIDAS DE LOPE DE VEGA CARPIÓ.
se habia de morir <^quedarse tanto era el deseo de que se fuese no porque tM fiíltase pues siem-
: ; ,
pre laltó, siiio porque Iiabieudo imaginado que nos dejaba, fuera desesperaeion el volver á verle.
Bien creerá vuesamerced euán lejos estaré yo de su oposición ; y asi, debe creerme el deseo do
su bien, libre de interrs lunnano; porque, ¿(piién no aduiira tantas gracias, tanta hermosura y
celestial ingenio? Si vuesamerced hace versos, se rinden Laura, lerracina Ana liins, alemana; Sa- ;
fo, griega; Valeria, latina, y Argentarla, española si toma en las manos un instrumento, á su di-
;
vina voz é incomparable destreza, el padre dcsta música, Vicente Espinel, se suspendiera atónito;
si escribe un papel, la lengua castellana
compite con la mejor, la pureza del hablar cortesano co-
bra arrogancia, el donaire iguala á la gravedad, y lo grave a la dulzura; si danza, parece que con
el aire se lleva tras si los ojos , con almas, y que con los chapines pisa los deseos.
la disi)osicion las
Mas ;cómo soy yo tan atrevido, que donde todo es milagro ponga lunares con mi rudeza, y como
mal pintor, dc^sacredite el original con la imperfección de mi retrato? Vuesamerced repare en
mis deseos, de quien sacará mejor lo que no acierto á decir, que lo puede ])reguntaral espejo: per-
donará á mi pluma, y en el del alma reiraíaní mas vivo su entendimiento. Dios guarde á vue- —
samerced.
Su capcUan y aficionado sernidor,
LA VIUDA VALENCIANA.
PERSONAS.
LVCEyfAO, viejo. CXmLO, galán. LISANDIU) galán. ,
Que si de ai^uda se precia, De que de antojo murió, JULIA, con un ctffft/ro. — LEONARDA.
Esta nuiv cerca de necia, Porcjue á ver no se asomó
Y aun de venirse á perder. El monstruo que entró |)or Roma ; JULIA.
Yo, después que me falto Ni la que con et carbón Aun no le acertaba á hallar.
Mi Camilo, que Dios tiene, Pintó la sombra al marido,
j
LE0\ARDA. {Aparte.)
Que á hacer el olicio viene I Que tuvo, sii'iiilo partido,
IJel alma (|iie me llevó. En igual veneíacioii. Resistid , castos intentos.
I
Que suele ser conocida De acabarse bien tan cara. —Entrad en esta escritura.
—
I
i.a mucha de una mujer ¿Adonde te esconderás —No quiero. ¡Ah sí! ¿No queréis?
En irse y venirse á ver, De la envidia y vulgo vil Yo os haré, infame, que entréis.
Después" de una vez vestida. Aunque en un año y en mil Si el brío de ahora os dura.—
Y yo, conforme á mi estado. No salgas de donde estás? Y que mientras mas me postro.
Hago en eso mas delito. Que con sol abras tu puerta Me haga muy mas apriesa
LICENCIO.
Y cierres á la oración De dos títulos condesa,
Que los que mas linces son Cocentaina y Puñoenrostro.
A enojo siempre me incito
No vean ventana abierta;
Con tu melindre extremado. I
Yo he dicho.
Que un átomo, que el sol mismo LUCENCIO.
¿Es mucho que una mujer '
No entre en casa tan rara. Acabado has
Que ha de estar un dia compuesta Por si escura , y por tí clara
Vaya á ver si está bien puesta Como oración en latín.
Cielo en parte, en parte abismo; LEONARDA.
La toca ó el alliler? ,
demás.
,
liesta regla universal Que al lili vence la v(;idad ¡Qué mujer tan arrogante!
De feas y melinrlrosas. Y vuela buena lama
la ,
(Vaiise.)
Mírate ,
j' guárdete Dios Que es fénix que de su llama
! ; ; , ; ,,
, ,, ; , ; , ,,
,; , , —
LA VIUDA VALENCIANA. 71
Calle. OTÓN. Aunque elque he tenido puedo
Adviértós Contar á los dos sin miedo.
ESCENA V. Que así se habia deoir; Como palabra me deis
Que son tales sus antojos. Que los vuestros contaréis.
LISANDP.O.
ririba
Que habia, cuando se empieza LIS.\NDR0.
cuando es-
Á tratar de sus enojos Por mi parte lo concedo.
Rompe una peña el a^iia
De estar libre la cabeza
Por curso en ella su corriente,
lai'íio OTÓN.
Y descubiertos los ojos.
Y á la scíiur del luhrador valiente No porque á verdad aspira. Y yo por mi parte.
Se huniiila el pino y la arrutjada oliva. Que antes de ella se retira V.VLERIO.
De su fruto el caudal la palma altiva Mas porque son menester Oid,
Rinde, aunque tarde, Á la africaua gente; Muchos ojos j)ara ver Y galardón de mi amor
el
Viene el novillo al yugo, y la serpiente Tan agradable mentira. Desle favor presumid.
A la voz del encanto se derriba. OTÓN.
Fabrica un escultor una litiura [da, LISANDRO.
Di, Valerio tu favor.
De un mármol duro, de una piedra liela- Rien á Otón se lo parece ,
Y viene á tener ser lo que no era ; Que por la hermosa viuda VALERIO.
Y' por mas que mi amor vencer procura Se deshace y desvanece. Ya comienzo.
Una mujer hermosa y delicada. OTO.N. LISANDRO.
Con ser mujer, está rebelde y liera. Y de vos pondremos duda Di.
;,
Es el alma enamorada
[cese. Con mi guitarra en su calle
De mariposa turbada
El bien y el mal para mi mal ofrécese Me tocó san .luán maitines.
Que habrá de morir allí. Habia hecho una glosa
Pero en un punto el bien muérese y ná-
[cese, VALERIO. Por mi mal la glosa hice.
Y luego la esperanza desparécese. ¿Yo por Leona rd a? Empecé á cantar mas tierno
LISANDRO. Que un tiempo Piramo á Tisfe :
jAh Tulio ! aquí lie menester Que no me han dado la muerte Y'o, Señora , sé un remedio.
retóricos colores.
Para mayor desventura. LEONARDA.
i'us
Cantaban la vez primera
Y pues que asi me declaro. ¿No he mandado callar?
te
Con su voz ronca los gallos, Créeme (]ue algún hechizo Si no te hubiera criado,
Respondiéndose muy lejos Este viejo astuto hizo La cara te deshiciera.
Los del lugar y del camiio, Contra mi helado reparo; Vesme ardiendo, ¡y como fiera
Cuanilo de nuestra viuda. Que llevarme a(|uesta tarde Te burlas de mi cuidado
Como un reloj concertado, A buscar mi vituperio Pues remedio he de tener
La ventana con los ojos No carece de misterio. Sin perder mi punto y fama,
Y la calle midoá pasos. JULIA. Y he de aplacar esta llama
Estaba el cielo n^as negro Dios de pensallo me guarde. Cruel.
?ueun portugués embozado, Tan ignorante está él JULIA.
esta causa erré la reja
cá De lo que te ha sucedido. Todo puede ser.
Dos ventanas mas abajo. Como ese mismo que ha sido
Vivia un buen zapatero Basilisco tan cruel. ESCENA IX.
Donde yo con grau cuidado
URDAN. —
¡
Malditos sus ojos sean,
Puse los ojos, por ver Dichas.
Que á la primer vista pueden
La casa en que viven tantos; Hacer que otros ciegos queden URUAN.
Y' vi en un balcón un bullo.
LEONARDA. ¡Oh Gracias á Dios que os hallo
! !
LA VIUDA VALENCIANA.
Dile (ú que no me esrrihn. CAMILO. Qué barba tan aseada!
FLORO. Camilo, y vivo á San Juan. <)ué mano tan regalada!
FLORO. LR[iA>.
Cuando le vi relucir!
¿Que aun eso no es de provecho? Dígolo porque se asiente
Su buena gracia, galán. LEONARDA.
CAMILO. Ahora bien ya no es posible
,
FLORO.
Es cosa de pasatiemi)0. Sufrir el fuego insuIVi ble
Yo Floro.
LKONARDA. De que me siento morir.
ÜRBAN.
Urban, ¿ves es!e mancebo? Amigos, grande flaqueza
Dasta yo vuelvo
:
Os parecerá la mía
tRCAN. A la iglesia.
Pero mi pecho contia
;
LEONARDA. VALERIO.
Julia , ¿es esto conveniente
Ya lo sé. A mi encerramiento ? Paso no os alboroleis.
,
, ,; ; O , , , ! !! , ,, ,; ;
LA VU:DA VALENCIANA.
LEO.NAnDA. URBAN.
¿Liliertatles vendéis?me En hablalla y en tocalla
ACTO SEGUNDO.
¡Libros, por mi fe extremados! ,
Habrá luz con que se vea.
Hola , cargaldos de palos. Si os pesare y os cansare,
Ciimpo y entrada á un puente. Es de noche.
VALERIO.
No volváis.
CAMILO.
No harán tal ;
que irnos sabremos. ESCENA PRIMERA.
No hay que repare
OT0\.
Mas que en el ir tan cubierto.
CAMILO.
Ni esa afrenta sufriremos. URBAN.
CRIADO 2.°
Esa es la ley del concierto. ¡Buen ánimo pensamiento
,
¡No están los gabachos malos! Mirad si hay mas ([ue os declare. De temeridad vestido
CRIADO 1.° CAMILO. Al puesto habemos venido
Donde vuestro atrevimiento
Con pastillas y perfumes ¿Que cubierto tengo de ir?
Me lleva á vencer vencido.
Aguarda otro para entrar. URBAN.
C) u
Entre el temor y el deseo.
CRIADO Y desa suerte Camilo , Con quien batallo y peleo.
Ea, empiecen á bajar. Habéis de entrar y salir. Tantas veces quedo y voy.
VALERIO. CAMILO. Que con estar donde estoy.
Brava industria bravo estilo
Otras tantas no lo creo.
¡Que en tal crueldad te resumes! i
,
l'RDAN.
Esperando á ver salir Que pues sin ojos estoy,
El tímido conejuelo, Bien puede echarme la capa.
Camilo, aqueste secreto Y el pescador por asir ¿Quién oyó jamás tal cosa?
Ha de ser entre los dos. El pez simple en el anzuelo? ¿Que una mujer tan hermosa.
CAMILO. Pues yo, mozo y orgulloso Que tanto á un hombre desea.
Pues me da el alma esa dama, ¿Qué me excusó temeroso No permita que la vea?
¿No me liara su fama? De ver este encantamento?) ¡Qué fama tan vergonzosa!
¿No pudiera vo servilla, Camina que soy contento.
;
Y ¿qué sé yo si pensando
Yhablalla, vellayoilla, URBAN. Que abrazó algún ángel bello,
Y saber cómo se llama? A un demonio enlazo el cuello.
Si vais, vos seréis dichoso.
URBAN.
Que á escuras anda volando
CAMILO. Porque es indigno de vello?
No habemos de hablar en eso A la hora concertada ¿O que fuese alguna vieja,
Que en queriendo saber algo, En la puente me hallaréis. Ya sin pestaña ni ceja
Queda perdido el suceso. Con unos dientes postizos.
URBAN.
CAMILO. ¡Qué noche tan regalada Que me hiciese con hechizos
Juro por la fe de hidalgo Con aquel ángel tendréis! Andar como simple oveja?
Que me hacéis perder el seso. ¿O fuese alguna cuitada
CAMILO.
Si yo tuviera enemigos. Herida del mal fianci's
Los cielos me son testigos
A lo menos encantada. Que me hiciese andar después,
Que era engaño claro y visto UBBAN. Por un hora de posada
Mas no hay hombre tan bienquisto Ella estará prevenida. .Muerto dos años ó tres?
Ni que tenga mas amigos. Adiós. Mas gente viene á la puente.
Fuera deso estoy contento
, CAMILO.
Que digáis que hasta el retrete Ya vueslia partida ESCENA n.
Entre armado á mi contento, Aguardo.
Y que lleve un pistolete. URBAX. URBAN, de máscara ;/ con un capirote
URDAN. Será muy presto. de bayeta en la mano. CAMILO. —
Lleva uno, lleva ciento. CAMILO. {Ap.)
Si no os falta habilidad
URBAN.
Valor, gusto y voluntad ,
Yo be de saber lo que es esto Solo está un hombre. ¿Qué gente?
Que el interés lo atrnpella,
Aunque me cueste la vida.
CAMILO.
(íozais la cara mas bella
¿Es acaso aquel amigo?
Que tiene aquesta ciudad.
URBAN.
CAMILO.
Quien te sirve está contigo.
/.Qué importa que bella sea
Si á escuras he de gozalla? CAMILO.
Antes presumo que es fea. ¡Que eslo un hombre cuerdo intente!
! ,, , , , ; ; ,! ; ! ,, ,
^0 niego que es muy dichosa ¿No fuera de cha melóle? ¿Qué importa, si el despensero
Mas sea fea o herniosa (Pone Urlxm el capirote á Camilo.) Compra el pavo y el ca|)on?
Para aborrecer y amar, ¿Hay mucho que andar? Ahora, yo no liede dormir
Si á escuras la he de gozar, Cien noches, y he dcí acudir
URIJAN.
¿No es lodo una misma cosa? Todas a su calle y puerta,
Gran rato. Y si alguno la d(!s|)ierla,
URDAN. CAMU.O.
¡Vive Dios, (pío ha de morir!
¿Una misma ? De qué suerte?
;.
.\hora llevadme al rio, Y'a el sufrir la escarcha helada,
l'n cuer|)o grueso y perlcto Y reniojaréismeel brio.
¿No hay mas gusto que AuiKpje aquí poco se usa,
despierte,
Que locar un es(iueieto URBAN. O el sueño, no se me excusa.
Como jiiutan á la nuierte? Todo es verdad cuanto os trato. Piedra soy de su portada ,
Lo hermoso es como el olor, No os enojéis, señor mió. Como si fuera Medusa. ( Vase.)
I
Aunque la dama me cueste Ser tan casta y tan honesta, Un mancel)0 varonil.
Que tan [poco me costó I
LA VIUDA VALENCIAN.A.
LF.ONAnDA. rué en mi alma vuestra boca, AMILO.
f;,No ves que eso es fahuloso... Que ha dado centellas puras. En tí\ sagrado de brazos
Ji después ver y li:ilil;ir'.'
(le Yesca ha sido el corazón No podrán acometerme.
Y en la toi re contra el viento Que era maleria dispuesta No por su miedo, por Dios
í.uz le solían encender; Y el golpe fué la res|)uesla, fQue pues vine, no le tuve).
\ a(|ui nu la lia de tener Y la lengua el eslabón. Mano y deseos deluvt».
Dentro del mismo a[)OScnto. Tengo una luz encendida Mas por mandármelo vos.
Si dijeras el romano En el alma que os ve y trata., Qué bello cuerpo tetieis
¡
JL'LIA.
Porque parece invención Bravos cuadros y pinturas
Dame albricias. Haber tinieblas y fuego. Pero todo queda á escuras
Si no es mi fianza buena y Con tales ojos cerrados.
LEONARDA. No se comience la historia ¿Que no hay aquí quien me abone?
No lo creo. Y pues es lirnbo sin gloria Quien me ama ¿no me lia? ,
Vuesamerced me perdone;
Toma aquel manteo, Que aunque lanoche ha pintado.
Deja luz con que se vea.
Que cuando de su lealtad
Julia , que ayer me quité.
Mas experiencia se tenga
JULIA.
Yo soy un hidalgo noble
Haremos que á casa venga
Que si cara á cara os trato.
¿Es aquel de oro y morado? C-on mas luz y claridad.
Fio de mi honrado trato
LEONARDA. Siéntese, y no se alborote.
Que os parezca bien al doble.
Dame la máscara presto, Esto he de alcanzar de vos. CAMILO. (A Urban.)
Y loma la tuya. Ea, dadme aquesa mano. Si lacaza no he de ver,
LEONARDA. Tornadme amigo , á poner
,
ESCENA VI.
¿Mi mano? Tomad.
Pigüelas y capirote.
Mas valdrá para estar quedo
CAMILO, con el capirote puesto; L'R- CAMILO. No tener ojos ni oidos
BAN. — LEONARDA y JULIA , con Y'a es llano Porque se van los sentidos
máscaras. Que lo concedéis, por Dios. Tras aquello que ver puedo.
JULIA. (Ap. á Vrhan.) En descubriendo el halcón
CRBAN,
Para que la caza vea.
Al puesto A íe que no es necio el hombre.
Ya está cierta la pelea
^amilo, habernos llegado. URIíAN. Y' es suyo aquel corazón.
CAMILO. Dien habla. Pero aquí después de vella
,
silla al momento. En
j
'
No me la apretéis, ¡.lesü!
I
Y Mieslra
esclava !
CAMILO. ESCENA VII.
Es la que de hablar acaba.
Esta mano es de Esaú,
CAMILO.
\
Y la voz no sé de quién.
LEONARDA, CAMILO, URBAN
(Oh pesia quien me parió! LEONARDA. CAMILO.
lí\ capirote me quito.
Traigan luz por eso solo. ¿Qué colación, pesia á mi?
(Quítasele.) •
Camilo, no os alujáis En verdad que es muy leido. Escucho. Esta va por mí.
Do verme eseoiultM- asi IBRAX. CAMILO. (A Julia.)
Que iiay arlos. Señor, en mí
i
No lo toméis tan polido; Vos tendréis iris por nombre.
Que vos aliora iiiiiorais. Que en verdad que es zanahoria. Que es de Diana mensajera,
Yo os vi y el alma os rendi
.
Entro, y la bebida saco. (Ví/íc.) Y vos Mercurio.
De suerte en eierlo hifíar.
,
LEONARDA.
CAMILO.
Que no me exeusé ño dar
Donaire tiene por cierto. ¿Pudiera
Fin á mi eiiiiiado asi.
Este remeilio hus(]ué Pero hagamos un concierto. Darse á todos mejor nombre?
Para que entréis liontle estáis, LEOXARDA. {A¡).) URBAN.
Y para (|ue noilijiais Es discreto y es bellaco. En fin, ¿que Mercurio á mi?
Con (¡uien ni on iiué izarte liu^. CAMILO.
Baco ¿no fuera mejor?
Si i)ensais que aijuesto ha sido JULIA.
No tener crédito on vos. Si estopasa entre los tres.
Que sois vos y estos criados. Escucha un poco, hablador.
Bien quedará entre los dos
Averifíuado y reñido. Para hablar ó ser llamados, URDAN.
Joyas os daré en valor Sin nombres, trabajo es. Escuclio. Esta va por mí.
Quiéroosios poner fingidos;
De dos mil ducados. LEONARDA.
Que yo asi me entenderé.
CAMILO. Va es tarde, y es bien ([ue os vais;
{Vuelve Urban con la bebida.) Qu(! hablando no se ha sentido
¡, üuenas?
URDAN. Tiempo y noche que han corrido.
LEONARDA.
Bebed. CAMILO.
;Ho1a ! Dame esas cadenas CAMILO.
Y ese brinco, dios de amor. ¿Que al fin cubierta os quedáis?
Luego beberé.
Dame... LEONARDA.
URDAN.
CAMILO. Noches quedan , mi Camilo
Bebed.
Paso, no pidáis Esto por ahora baste.
JULIA.
Eso que me dais enojos. Llévale dtmde le hallaste, {A Urban.)
;
Están divertidos.
Mas quisiera vuestros ojos \ Hola por el mismo estilo.
!
URRAN.
Que cuantas joyas me dais. URDAN.
Diéradesme osos zaliros, (Ap. Estos mozos confitados,
Encajaos el capirote.
Y rubíes y perlas
los Todo almíbar y jalea
Que no hay ninfa que tal sea CAMILO.
Desa boca que por verlas ;
I
LEONARDA. CAMILO.
I Mostrad : beberé. Ah bien ligero!
Deseo que mas os sobre i
CAMILO. LEONARDA.
I
(Ap. Tras tanta plata, ;,qué espero?) i
I
Que dura |)or treinta primas!
Y Asid la pretina bien.
JULIA, con la colación. — Dichos. Esta,
Camilo, por vos;
esta,
por los dos;
.lulia, CAMILO.
Que bien bebe quien l)ien ama. Adiós , señora Diana.
Jl'LIA.
JULIA. LEONARDA.
La colación viene.
Escucha, ó vete de ahí jAy cuánto tarda mañana!
! ¡
Si.
CAMILO.
Por mi vida, que probéis.
¿No es luna y alumbra?
CAMILO. Cjíle,
LEONARDA.
Si ese juramento hacéis
Haya mil muertes aquí.
Si. ESCENA IX.
CAMILO.
Quiero líjmar el veneno, VALERIO embozado. ,
Que Alejandro del doctor; ¿No se escurece y desdora? [cistcs,
Que donde la fe es mayor, UliBAN. Sospechas, que al mas cuerdo enloque-
^o le hace el daño ajeno. ¡Oh qué bien Y en el mas escogido entendimiento
L'RBAN. JULIA. Representastes mas quimeras varias
¡Oh lo que sabe de historia! Escucha ahora. Que la imaginación profunda suele
, , , ! , , ,; , ,
! ! , ; ,
LA VllDA VALENCIANA. 79
Del pintor qiie diseña alguna mñqnina Abren franca libertad. ALGUACIL.
O el poeta qiu' traza aiijun discurso, Viuda ya no hay quien crea
,
Yo soy quien debo.
^Dónde lleváis mi loca fantasía Que estáis sin dueño secreto Vuesas mercedes ¿quieren compañía?
A desvelarse cuando lodos duermen? Del alma puríjue en efelo
,
OTÓN.
Ya el estrellado carro con su guia Andáis triste y no sois fea.
Mujer bella, rica y moza Quedar nos cumi)le aquí.
Parece (¡ue se humilla á su descanso,
Y declinando van las seis hermanas, (Que basta libre y mujer). ALGUACIL.
Con la que enire ellas vergonzosa vive; Yo no tengo de creer
Que no se regala y goza
Pues adiós. — Vamos.
Y' de vosotras,
yo, solicitado LISANDRO.
Nó como estrella estoy en luz ardiendo. Porque aunque mas me digáis.
¡Que siempre en todo juntos nos halla-
Mas como fuego del eterno abismo Huyendo segunda boda
[inos!
Por donde dicen que encendido sale, Que sois angélica toda,
Doyme á Dios si vos no amáis. {Vanse los alguaciles y el escribano.)
Cuyas bocas jamás de darle cesan. ,
Hazle salir, con dar lugar al alba. ¡Oh casa del mayor peso de! mundo! VALERIO.
Mas ¿cómo podré yo saberlo solo. Ya os arriman gigantes á la puerta Otón es bravo arquitecto.
Siendo esta casa como un tiempo Tébas, Ya están vuestras colunas revestidas. OTÓN.
Queseilustraba decien puertasgrandes? ¡Denocheguardasá las puertas! ¡Bueno! Y á Valerio ¿ qué le falta?
Gente viene tomemos esta esquina
: Afequeadondetantasguardasponen,
LIS.\NDRO.
De la portada , á ver dónde camina. Que hay escondido algún tesoro rico.
Si asisten al sustento de la casa
Para portada tan alta
{Retírase. )
Sirvamos todos de cslantales juntos. Los tres hicimos efecto.
ESCENA X. Y pues«l irme es caso sin remedio. Pero tíñeos mil ventajas.
OTÓN, embozado; VALERIO, á un lado Hagan lugar; que yo me pongo en medio. VALERIO.
{Púnese entre Valerio ij Otón.) Estar en medio son mil.
de la portada de la casa de Leonarda. ¡
OTÓN.
OTÓN. ESCENA XII. Sino vienf" el alguacil
Cierta cuestiónde amigos y parientes Todos nos hacemos rajas.
Algüaciles.UN ESCRIBANO.— Dichos.
Me ha detenido perdonadme, calle,
:
LISANDRO. .
Y (¡uc á tantos se Íia negado, Pero mucho del caso te desvias CAMILO.
A le que hay algún criado Muéstrame en él mas descubierto el pe- Podráme costar la vida
Si acaso de mi crédito le lias; [cho, Floro, aqueste atrevimiento;
yue al lado de noche a|)lica.
Y entre los cpie tiene, IJrban
Y muéstrame esta viuda, porque el vella Que si Psiques vio al amor,
Que es bellacon y discreto. Me importa para darles nuevas della. X quien á escuras gozaba ,
Tengo sospecha en efeto Encargáronme mucho que la viese; Perdió la gloria en que estaba,
One hace olicio de galán Que allá tiene gran fama de hermosura. Y negoció su dolor.
Ponjue no se aparta della LUCENCIO. FLORO.
Y anda bien puesto y vestido. Eso podria ser si ella quisiese; Pues ¿qué has de hacer encantado.
Siempre se burla atrevido, Mas es mas que su fama su clausura. Enamorado sin ver?
Y habla en secreto con ella. Y .nun(|ue de oiilo i)or ahora os pese. CAMILO.
OTON. Sabed queesla mujer masbronca y dura
Imitar á amor, y ser
Que lia criado la sierra mas
fragosa
Vive Dios ! que ahora he caldo Sin ojos enamorado.
¡
Supuesto que es discreta y que es her-
En una maldad tan clara. [mosa. FLORO.
Yo le cortaré lacara,
Há un mes y mas que ya no la visito, ¿No puedes Revar un yeso
O no seré bien nacido.
Sobre esto (le tratarle casamientos; Con que }a puerta señales?
¿Quién duda que esto es así ? Que de mi enojo y suyo en esto quito CAMILO.
VALERIO. Malas palabras y d(!sabrimienlos Tiene el hombre industrias lales,
Yo SOY de ese parecer; Y si el de aquesc hidalgo solicito Que me hace perder el seso.
Que cosas le he visto hacer Seián, sospecho, vanos pensamiíMitos; Fuera de la puerta estoy
De (jue sospeciioso fui. Porque quien no se casa aqui en Valen- Y dice que estoy en cas;:.
Y desde aqui le prometo Menos hará para Madrid ausencia, [cia.
FLORO.
Una grande cuchillada. Con todo eso , diligencia haremos.
ROSANO.
Un coche de damas pasa.
LISANURO.
CAMILO.
Dejad algo, si os agrada Mucho me habéis. Señor, desconsolado;
Pero será razón (lue lo intentemos. Ybaja,áfedequi(msoy,
Para el dueño del secreto
Porque diga, aunque mal , que he nego- Del una hermosa viuda.
Que también le be yo de dar
LUCENCio. [ciado. FLORO.
una eu medio dosas dos.
oroN. Digo que ordenaré de que hoy la hable- Y no es mala la criada.
[mos
Amanecido ha per Dios.
Que siempre á Ercino estuve yo obliga-
¡Que dulce es el murnmrar!
i
[ílo-
ESCENA XVII.
Vamos y hablémonos hoy. !
leonarda.
Qué narices que le corlo!
'
FLORO. {A Camilo.)
Esta huerta es extremada.
¡
LA VIUDA VALENCIANA. 81
Jl-LIA. Tal duda en mi fe Señora. , No se me da te prometo.
,
¡Ay, Señora! ja le vi. Si un ángel de hermosa fuese, Lo que por mi Floro, á ellas.
,
CAMILO.
Y una romana en valor. Esta no vale dos clavos.
No es posible (jue el amor Ni cuantas puedes nombrar.
¿Hay algo en que os sirva aquí ?
A mi imposible perdiese. Porque es querer comparar
LKOJíARDA. {Áp. á Julia.) Los reyes con los esclavos.
LEONARUA.
¿Habí arele?
Si la viésedes, yo os juro
Yo te digo que lamia
nxiA. Es algún ángel sin duda.
Que os trocase el desengaño.
Habla con él FLORO.
campo CAMILO.
Que tocio el esta solo.
LEONARÜA. Bien puedo estar dése daño ¿Tan mala era la viuda?
Yo os agradezco el favor. Por muchas causas seguro; CAMILO.
CAMILO. Que con las manos la tiento, Así, así; pasar podia.
Y la frente es extremada ;
Débese vuestro valor,
á FLORO.
La nariz erticionada,
Como rquesla luz n Apolo. |
Mucho la luz estimáis, Y un Mercurio embajador! ÜP.BAN, con la espada desnuda, reti-
Para no ser ciego. No tiene el mundo valor rándose de OTÓN, LISANDRO y
» CAMILO. Cuando de su cielo viene. VALERIO.— Dichos.
Nace LEONARDA.
De una falta que me hace, Vos sois extraño galán. L'RBAN.
Que uo es bien que la sepáis. Nunca tal oi decir. ¡Tres hombres á uno solo!
LEONARDA. CAMILO. OTON.
Ello se entiende : ¿es de amot? Ni á nadie he visto sufrir ¡Muera el perro!
CAMU-O. La escuridad que me dan.
CREAN.
Pues mas os espantaréis, Y aunque en parle mi alegría
Con este rigor se aniebla. ¿No me diréis qué ofensa os hice?
Si de mi dama sabéis
El divino resplandor.
Mas quiero yo mi tiniebla VALERIO.
Que alguno estima su dia. ¡Muera!
LKONARDA.
LEON.iRDA. CAMILO.
¿Es por encarecimiento?
¿Y cómo os llaman? Paso, señores ténganse ya basta.
, :
CA>!II,0.
CAMILO. Si estar yo de por medio en cortesía
No, sino porque es Diana De caballero recebirse suele,
Tan divma y soberana , Camilo.
Camilo soy , y amigo soy de lodos,
Que no la veo y la siento. LEONARDA.
FLORO. Urban.)
(.4
LEONARDA. Es justo saber el nombre
De un mas que Amadis de un hombre Ponte detrás.
¿Cómo, Diana? ¿La luna? ,
URBAN.
Que ama por tal estilo.
CAMILO. Vinieran uno á uno...
Ahora bien por muchos años
,
La propia
Vuestra Diana gocéis. OTÓN.
LEO>'.\RDA.
Pues no andáis bien; CAMILO. Él tuvo en vos, Camilo, buen padrino;
Que esa mil vistas la ven; Si vivo, no lo dudéis, Que es un lacayo vil desvergonzado. ,
LEONARDA. ¿Por qué no la requei)rabas? Decid, hombre del diablo, ¿qué habéis
Y en losefetos lo veis. Que es una viuda bella A aquestos caballeros?
¿Hay mujer por quien ahora Que andan mil muertos por ella. URBAN.
La dej asedes? CAMILO. Buen Camilo, [juro
CAMILO.
,En mi pensamiento estabas! Después de ocharme á vuestios pies, os
agravioMe Por ella ni otras mas bellas, Que ni en obra, palabra ó pensamiento
De que ponga vuestro labio Respeto de mi sugeto, Les ofendí jamás.
L-i. 6
,; , , !, ; ,
: — , ,! , ,, ,!, ,
Que hay muciio que averiguar, Si hubieras venido en coche. Hallariasme rnuy rota
Y en la calle no estás bien. ¡Ay, amarga que ya veo
,
Muy pobre, muy despreciada,
Fuera de que á mi me ven, De adonde el aire te vino! Cuando te di en casa entrada.
Y tengo que negociar. LEONARDA. (Ap. á Julia.)
LEONARDA.
CELIA. Galardón es este diño ¿No ves cómo se alborota?
¡Tú á mi casa Pues no has ¡do
!
Do mi loco y mal deseo. ¡Oh quién lo que hablan oyera
En dos meses, ¿y tan loca ¡Oh quién no te conociera,
,
JULIA.
Me ves que crea tal boca
, Como tú á mi, pues así. ¿No era mejor irte ácasa,
A corazón tan fingido? Como no me ves á mí. Que no esjierar de quien pasa
No, amigo; que si se escapa, Te gozara y no te viera Que alguno te conociera ?
Será andarme tras el viento. ¡Fiad de los juramentos, Fuera desto , ya anochece.
,, , ! ,, , ,; , ; ,;
LA VIUDA VALENCIANA. 83
tEONARDA. A mi obligación resisto. Esta noche llamarás
Eso y el estar tapada Si la viera como á vos, Aquel galán de la puente.
Hace que no importe nada. Y bella como vos fuera. UREAN.
JULIA.
No dudo que la quisiera.
Harélo liberalmente.
Mas son celos , me parece. LEO.NARDA. LEONARDA.
En mi vida lo pensara. ¿Y de veras? Tú, Julia, cuenta tendrás
Que por tales aventuras CAMILO. De la puerlecílla falsa.
Dama que se goza á escuras, Si, por Dios,
URDAN.
Fuera coa celos tan clara. Porque sois vos una perla
Y me he de cansar al cabo Tu tío en casa te espera.
CELIA.
De ser de una dama esclavo, LEONARDA.
¿Hombre yo?
CAMILO. Que no me consiente el verla. ¡Bien ! Porque pena tan fiera
Ce , le digo. OTON.
CAMILO. LEONARDA, JLLIA. ¿No basta ser pena mía?
¿A mi embozadas? Con eso entendido está.
LEONARDA.
LEONARDA. ¿ Qué dolor al mío se iguala
¡Oh traidor ¿Que no bastaba
!
Pues á la cosa mas mala
No somos tan declaradas La ofensa que aquí me hacia. Me ha traído mí furor?
Como esa necia lo ha sido. Que requebrarme quería ?
¿Es acaso la Diana LISANDRO.
Que dijistes en la huerta? JULIA. ¿Cómo?
De desengañarte acaba. OTÓN.
CAMILO.
No ha sido malo el sermón A mi comiiotidor
{Ap. Esta viudilla anda muerta Si le sabes entender. Hace favor y regala.
Por ser conmigo liviana.)
Suphcoos que os destapéis, LEONARDA. LISANDRO.
Porque no lo parezcáis. Mejor me le supo hacer Cansada está paciencia la
Que si viera la ocasión. De sufrir celos y agravios
LEONARDA.
Muila quedo. ¿Que no supe Cuando es paz la competencia;
Huélgome que lo que amáis Hablar? Mas sabed que es de hombres sabios
Tan presto lo aborieceis. JULIA. Esa cuerda diligencia.
CAMILO, Fué sermón muy alto. OTON.
Son esas divinidades LEONARDA. No estoy deso arrepentido,
Acá ciertas fantasías, Pero necio y corrido
niíiy
Son unas noches sin dias,
Un súbito sobresalto
No hay sentido que no ocupe. De que quite aqueste Urban
Y unas mentiras verdades. A tanto mozo galán
Aquesta noche y no mas.
Son unos gustos inciertos Galardón tan merecido.
Y un buen manjar sin sazón,
Aunque por lo comedido,
Verás como le despido. Yo soy un hombre arriscado
Una liesta en Cdiifíisíon Y aunque hubiera cien Camilos
Y unos sueños que son ciertos. JULIA.
Para su defensa y lado,
Es andar de noche en huertas, Ydesto¿quéledirás? Una vez fuera los (¡los,
Es lo no visto íingir, LEONARDA. El volviera colorado.
Y es contar y recibir Este Camilo, ¿quién es,
¿Yo le había de hablar desto?
Dineros á luces muertas. Que asi trata del arnés?
Qué donosa necedad
Si vos me queréis á mí i
Sentaos.
Y otro criado también
VALERIO.
Con espada os acompañe.
0T0\. Escudero el mas honrado
¿Dónde? Que salir de España pudo, LUCENCIO.
Que á tener has acertado ¿Quién ha de haber que me dañe?
LISANDUO.
El mas reluciente escudo LEONARDA.
En aquese puro suelo.
De tus armas adornado;
Cada cual en su herreruelo, Y'a yo sé que os quieren bien.
Tna medalla hacer quiero.
Y á su lado la rodela. LUCENCIO.
Aunque pobre caballero,
VALERIO. De plata y de mil tesoros Del hombre estoy muy contento;
Esta noche poco vela Do estén como el cinco oros Que parte bien despachado.
La blanca luna en el cielo. «La viuda y su escudero.» LEONARDA.
OTOX. OTOX. Digo, tio, que me agrado
Andará como la viuda, En las celestes alturas De hacer casamiento
este
Cíin los cercos de humedad. Siendo Géminis su nombre, Que habiendo á mil propios sido
Es para llover sin duda. Hay un signo en dos liguras. Áspera, disculpa espero
Una mujer, otra hondire. En querer á un forastero.
LISANDRO.
Pegados en carnes puras. LUCENCIO.
¡No hubiera en esta ciudad
Y'o no soy buen estreliero
Lna hechicera barbuda! Ventura el hombre ha tenido.
Pero, por Dios verdadero. Ricas albricias le esperan
VALERIO. Que cada noche imagino En allegando á Madrid.
¿Para qué ? Que están como aqueste sino
LISANDRO. «La viuda y su escudero. » LEONARDA. ( A Julla.)
Para que hiciera Que se aperciban decid.
VALERIO.
Que por treinta se muriera. ¡Hola! la puerta han abierto,
JULIA.
OTÓN. Y Lrban embozado sale.
Ya esperan y desesperan.
Mejor para que olvidara OTON. LUCENCIO.
l'n traidor, á cuya cara Adiós.
¿Quién?
Hoy un beneliciü espera. VALERIO. LEONARDA.
VALERIO. ürban. Él vaya contigo.
Una sátira le hagamos. OTON. ( Vase Lucencio.)
Todo se ha de perdonar. Porque revés que doy yo. Fuese que es gran bellacon.
;
LA VIUDA VALENCIANA. 87
No pueden sufrir ser feas. Celos ahora juzgo que es mal término;
,
» Y no tengáis temor de que es engaño
¿Corrido te lias? Sino porque el amor que te he tenido jjQue al íin el que es mas fuerte poco
LEONARDA. Pensaba hacer de tí mejor emjileo. [dura.
Ello es tu gusto no te contradigo.
: »Venid Camilo á ver mi fe tan pura;
, ,
No lo creas.
«Que esta noche os darán el desengaño,
Si está de Dios, el hombre no lo estorbe.
JULIA. Vé por Celia á su casa, y bablaréla. «O á lo menos la muestra dése p^iño,
Pues ¿hay afrenta mayor? vQue por su afrenta defenderse jura.
FLORO.
IRCAN. »No soy quien vos pensáis y aM de- ;
,
Dar lici ncia á mi lengua y á mi boca, CELIA. De que estoy, que pierdo el seso.
Para palabras de vergüenza poca. El cielo aumente esos gallardos años. LKONARüA.
Desde aquesta mañana que me diste ,
FLORO.
Aquel piipel que al escudero diese, ¡Y qué! ¿tan mal le han herido?
Ella desesperada que en su vida Con no haberse cerrado bien la noche. LEONARDA.
La volvieras á ver, y porque todas Aquel tu enmascarado está á la puerta. Y'¿no le hacéis regalar?
Oyen muy bien aquesto de casarse, Fulgencio me lo dijo y que este leas. LUCENCIO.
También me dio palabra y juramento. A casa le he de llevar,
CAMILO. [caras?
Ve sigustasdehacernieuiibienian gran- Y hacer que nadie lo entienda;
En consideración de mis servicios [de ,'
¿Que noquieren ilejarme aquestas más-
¿Todavía esta vieja me persigue? Que es conveniente á tu honor.
Pues sabes que mis padres te criaron, ¿Hay recado de escribir?
Y que he sido tu esclavo desde entonces. FLORO. Porque es razón advertir
CAMILO. Lee; veamos qué es lo que te escribe. A ese hidalgo y su señor.
Floro no pienses tú que á mi me pesa
, CAMILO. [ra; LEONARDA.
Que le cases con Celia y porque tengo
, (Lee.) fíCreersede ligero no es cordu- ¡Hola! poned unas velas
Habiendo sido Celia cosa mia »Que suele resultar en propio daño Allá en mi cuadra.
! ,, — ; —
, ! ! , !
La escena es en el Piamonte *.
I ACTO PRIMERO.
¿Tú te pretendes casar
Sin mi gusto?
Por eso no te la pido.
GERARDO.
LUPERCIO. ¿Cómo?
Calle. Escucha. LUPERCIO.
GERARDO. Porque me la has dado.
ESCENA PRIMERA. GERARDO.
Di.
GERARDO, LUPERCIO. LUPERCIO.
¡Ah, cordero en el vestido,
Y en piel de lobo aforrado!
GERARDO. ¿Quién te ha dicho que me caso? Dime luego la verdad :
Mas porque no está á mi cuenta. Poder pleno y absoluto? Rinde un caballo andaluz
LUPERCIO.
Con la espuela rigurosa,
GERARDO. O con el presto arcabuz
Porque el ¡tadre y el señor, ¿Qué tienes tú contra mí El ciervo ó liebre medrosa.
La justicia y el mayor Si tu mandado ejecuto?
¿Qué quieres ? Qué has menester?
No pueden hacer afrenta. GERARDO. ¿Quiérete coger cercado
Anles yo me vengo en tí Mi sangre. Por pobre aquesa mujer?
De la (¡ue me has hecho á mi. LUPERCIO. ¿Qué debes? Qué te han prestado?
Si un loco puede afrentar. La que has sacado, Qué es lo que empeñaste ayer?
* Asi parece por unas expresiones que se lallan en el acto tercero aunque de otras
; del primer acto pudiera inferirse que ¡os princi-
pales iiersonajes de la comedia son cspaüoh
, ,! , ;;
, :! ! , , ! ! ,
Estoy, LUPERCIO.
\ mi bendición te alcance.
Sabino , para matarme. Mido esta bolsa y no mas.—
LlPERClO.
SABINO. Camina.
Llorar me has hecho. SABINO.
¡
Deso comeremos hoy!
GERARDO. ¿Traeré un capón?
¿Que no hay plata?
¿ Hay quien vea LUPERCIO.
LUPERCIO.
Tu humildad ? Trae un pavo.
Ni un adarme.
LIPERCIO.
Dichoso lance!
Ahora á venderme voy. SABINO.
;
!
SABINO. ESCENA IV.
Bueno
Pues, señor viejo, paciencia ; i
FULGENCIA, CELAURO.
LUPERCIO.
Que vive Dios, que está hecho,
Y que es vana resistencia A Italia me quiero ir.
CELAURO.
De un determinado pecho SABINO.
no haber venido
Diga que el
Castigo ni diligencia. Y que se quede al sereno De lo que digo procede.
Piensa un padre que no hay mas Tu mujer y hijos...
De cásate y no te cases, FULGENCIA.
LUPERCIO.
Y que no exceda jamás O asir ¿ Tanto mi desdicha puede ?
Un hijo de estos compases Algún vaso de veneno. CELAURO.
Y amor no danza á compás. SABINO. Mucho en querer lo has sido,
el
Es muy vieja esta pasión
Querrás brindarme ? Porque eres extremada
si
Con mil trabajos prolijos ¿
Para mas confirmación LUPERCIO. En discreción y hermosura,
Y con dos hermosos hijos, No quiero Fué pensión de tu ventura
Sellos desta provisión, Sino bebérmele entero. Ser en amor desdichada.
, , ;, ;
,! ,, , ; ; ,; ,;,, ,;, ! ! ;
Al vivo fuego quiere asir la llama ; ¿ Qué tengo mas que probar,
Y cómo! Que acá no quiere venir ?
i
La jaula rompe al tigre y abre al loco,
Si es secreto que me fia.
En el mar busca la perdida joya, LUPERCIO.
FULGENCIA.
Y escupe cuando menos á los cielos
¡Notable paciencia mia! No le podrá persuadir
La espada del contrario tiene en poco,
¿Cómo de burlas lo tomo? Todo el mundo sí se enoja. ,
Y el caballo de Grecia lleva á Troya,
Ahora bien ¿de qué manera
:
Quien quiere averiguar sus propios ce- FULGENCIA.
Podré verlo? llos. ¿ Eso, Señor, os congoja ?
, ,
: : - ! ) ;,! ! ,; : ! ;
! !
enseñan traiciones.
A Sabino, su criado, Donde te
Escucha.
Hecho un rico despensero ; SABINO.
(Hablan ap. Celauro y Lupercio.)
(,)u(! la ilota del dinero Veinte escudos me dio á mí.
FULGE.NCiA. (.4;;.) Ya debe de haber llegado. De ciento y veinte que ahora
Sin duda hoy Pavos, perdices, capones, Sacó al viejo , y yo los vi
Se traza la muerte mia. Buena ternera y jamones Y seque dijo, Señora,
nublándole está al oido Alegre estaba comprando, Que eran todos para tí.
Debe de ser el concierto Y comprándolo trocando Ea, desecha el recalo.
Entre los dos prevenido. Muy regalados doblones. Porque mostrarle inhumana
Si esto escucho, si esto advierto, FULGENCIA. Parece en lu pecho ingrato
¿Qué aguardo al mayor sentido?
¿Qué dices? Como quien niega que gana,
¿ Si hablaré? Si le diré Por no obligarse al barato.
RISELO.
Mis celos á mi enemigo? Linda cena te he traído
Lo que te cuento. i
SABINO. Vos veréis que de alegre taño y canto. Yo tengo en mi poder. Dios me destruya.
Sí; pero loque me lia dicho ¿Dónde decis que viven esas damas? FULGENCIA.
No bueno, á le de espafu!!.
es
CELAURO. {Ap. \
Hase visto maldad como la suya !)
Entra y mira en lo que entiende, Que no tienes dinero?
Todo se OS ha olvidado con el juego. ¿
Porque es amor como duende,
Por la que yo me abraso en vivas llamas. LUPERCIO.
Que siempre escucha y acecha.
Celoso el padre, pierde su sosiego Ni una blanca.
RISELO. Yo por guaídar sus honras y sus famas,
Voy. FULGENCIA.
A su ventana disfrazado llego
SABINO. ¿Ni hoy tu padrele ha dadocien ducados?
El padre me conoce, y se ha corrido
Mas ¿de qué laaprovecha, Dequeleofenda quien su amigo ha sido. LUPERCIO.
SiLupercio no la ofende? Ella con el castigo ha confesado ¡Sí , que es su mano liberal y franca!
Vase Biselo.) Que esotroynosoy yo,y en esta prueba, ¡Allí los tienepara mí contados!
(
Queda para esta noche concertado Si entrarayo en la cueva en Salamanca,
ESCENA XII. Que como no sea yo mejor lo lleva. Y sacara seis diablos conjurados,
Llegad á la ventana disfrazado; No le sacara de un doblón arriba.
CELAURO, LUPERCIO. — SABINO. Que engaños en amor no es cosa nueva, FULGENCIA.
Y como el viejo vea el desengaño.
¿Así viva mi Esteban?
CELAURO. No temeremos de su enojo el daño.
Desdicha ha sido, y para mí de suerte, LUPERCIO.
LUPERCIO.
Por haberos sacado desta casa Así viva.
Así lo entiendo, pues si aquesto pasa
Que no es menos dolor el de la muerte: Como se traza el padre se asegura.
,
FULGENCIA.
Con tal rigor el corazón me pasa. ¿Que no os ha dado nada?
CELAURO.
LUPERCIO.
Y como antes entraré en su casa, [ra. LUPERCIO.
Menos, por vida vuestra me divierte ,
Que que alma de mi amor procu- ¿Qué es aquesto?
es lo el
Que así mi condición notéis escasa.
Celauro, yo he perdido, ya está hecho, FULGENCIA.
\ es lodo sentimiento sin provecho. ESCENA XIV. ¿PorvidadeEnriquilo?
Sabino... LUPERCIO.
SABI.NO.
FULGENCÍA.— Dichos.
Y de vos propia.
M¡ señor...
fulgencía. FULGENCIA.
I-UPERCIO. La mano liberal Miraldobien.
(.Ap. , la vista escasa
¿ Qué hay de Fulgencía ? Trae Lupei'cio en esta coyuntura.) LUPERCIO.
SABINO. ¿ Es acaso Celauro convidado ? Verdad os digo en esto.
La cena truje , y á mirarla es ida. CELAURO. Si palos,para dar, no es voz impropia
LCPERCIO. No es nuevo el verme en vuestra casa hon- Que por vuestra defensa descompuesto ,
Parle y dile que sal^a á mi presencia Pero de buena gana lo aceptara, [rado. Su báculo, me ha dado tanta cojiia.
Que ya espero lenella desabrida. A no tener qué hacer; y asi Fulgencia, ,
Que hoy me cosíais la sangre desle lienzo.
Licencia os pido. FULGENCIA.
SABINO. (.4;;.)
CEEAIRO. LUPERCIO.
Parábades también á lo gallardo. ¡
Qué divertida estás ! El lienzo suelta.
; , ,, ; ,; ; , , ; ; ,
CELAURO. LEONELA.
Sala en casa de Leonela. Satisfecho estoy. Parte; que en la reja espero.
LEONELA. CELAURO.
ESCENA XVI. Pues di. Advierte que si te turbas.
CELAURO. Me puedes quitar la vida.
LEONELA, CELAURO. LEONELA.
Escucha, por tu vida.
LEONELA. En una casa de juego, Quien ama todo lo duda.
Del luyo esto y mas confio. Tigre de Hircauia en la furia, Pues por saberlos muere,
; , , ,, :, ! , , ; , , ,, , ,
Ko han desengañado,
le [tiGmo, Parece que es deí que lo da sustento. OTAVIO.
Cuando escondiendo el que mostraba No tiene igual con los tesoros deludías, Hoy muero,
Les muestra el rostro airado, ARISTO.
CF.LAÜRO. Advierte el fin.
Y se convierte en furia del infierno
Dices muy bien que en esas ocasiones OTAVIO.
Ya ves aquí dos caras. ;
Verás que la regala y la requiebra, Que puede de placer matar un hombre. LUPERCIO.
Y que su bien la llama LUPERCIO. Porque no hay fuerzas en mí
Y está como una vibora ó culebra ¿No estoy bien empleado por tu vida? Hasta que vos me las dais ;
ARISTO.
Suplicóos que algún favor
Coníirme esta confianza.
Mas nueva me parece que ella sale,
LUPERCIO. leom:la.
Quisiera que te hallaras en la cena, OTAVIO.
Síharé, por mi fe, si alcanza
l'orque fué por extremo regalada. Matarle quiero.
Tanto la mano de amor.
CELAL'RO. ARISTO.
LIPERCIO.
Para tí por lo menos Tente; que ha venido
, lo seria. Con me
,
Bastantemente apcrcebido el hombre la vuestra contento.
LUPERCIO. Que uno está rebozado en esta esíjuina LEO.NELA.
No lo digas de burlas que no bay cosa Y dos vienen ahora en retaguarda
; Es imposible alcanzar.
, ; ; ; ; , !
le paso.
ARISTO.
LUPERCIO. De aquesta punta
CELAURO. Mira que está haciendo extremos.
¿Es amigo?
OTAVIO.
FULGENCIA. ;No ve que estoy de por medio?
es amigo; Ya no hay hablarnos los dos.
No Lleva, Alfredo, á ese galán.
Que vos no lo sabéis ser. ALFREDO. LEO.NELA.
LUPERCIO. Vamos, Señor. ¿No queréis?
FULGENCIA. OTAVIO.
¿En qué os ofendo?
No.
FULGENCIA. ¿Qué no harán
LEONELA.
En hablar Celos? ¡Oh mal sin remedio!
Pues adiós;
Esta mujer. (Yanse Fulgencia y Alfredo sosegán
,
LUPERCIO.
^
dula.) Que mañana nos veremos.
¡Eslohabiaí CELAURO.
¿Es vuestra? Echa tú por esta calle,
FULGENCIA. Y no os encontréis los dos. ACTO SEGUNDO.
Si fuera mia, LUPEUCIO.
Yo la supiera guardar. hospedada
¿Sabes quién es? Sala de una casa donde está
LUPERCIO. CELAURO. I''ulgi;ncia.
FULGENCIA.
En tan estrechos lazos obbgadas ?
Esto basta , y dame pena
,., , , , ; , ; , ; ! , ;;
L-i.
, ; ,; ;
, , , ;; , , !
,
FULGENCIA.
No digo quien le esciibió. Subiendo del pié ala mano,
FLLGENCIA. Y de ella al brazo después, Mi Leonela, adiós, y ved
Y desde el brazo al abrazo, Que me habéis de ver.
•
¡Vive Dios , que estoy de suerte. SAlílNO. Vén alegra aquella casa;
,
LEONELA.
Si vieras partes tan bellas. LEONELA.
Mas almas dieras por ellas Ea, que es cosa de risa.
Que por lo exterior le has dado. ARISTO.
Menos lástima tuviera
CELACRO. A tu dolor inhumano No, sino de llanto es;
Cuéntame Leonela mia
,
Si lo que es amor, hermano, Que los ojos en los pies
,
Algo de aquel ángel santo. Libre del mismo amor viera. Le he visto ayudiir á misa.
Pero tengo amor también Este i'apel me dejó
LEONELA.
Y'conozco tu disgusto Para que te diese.
jSanto? No te alargues tanto, Auncpie del me alegro y gusto, LEONELA.
Que toques en herejía. Pues me (juitasle mi bien. Muestra.
CELAIRO. Hablé á Lupercio por tí
ARISTO.
Mira, bien puedo llamar Y violo mi amado Otavio,
Ángel santo una mujer Que sentido desle agravio, ¡Qué amor, qué amistad la nuestra!
Virtuosa, sin hacer Vive quejoso de mi. Sintí Señor, ¿qué haré yo ?
,
[triste!
Pues es mal hecho.
OTAVIO.
OTAVIO. Si desteengaño tengo el alma asida,
No es.
Eso no, señora mia; Engaño que de muchos me divierte?
Sí lo han de saber después.
Que solo mi amor queria Poique con este engaño se resiste
La fuerza del engaño de la vida, CELAURO.
Ver si es el tuyo tan fuerte.
Porque todo es engaño hasta la muerte. ¡Sin saberlo ellos ni yo!
LEONELA. Meted mano, Otavio.
¡Jesús! ¿Que no es verdad? ESCENA XII. OTAVIO.
OTAVIO. Oíd.
No. ALFREDO, ARISTO, OTAVIO.— CELAURO.
LEONELA. CELALRO. No hay oir.
¿Cómo entraste? OTAVIO.
OTAVIO. ALFREDO.
Eso es furor.
Vi á tu hermano Aquí está Celauro. {Riñen.)
Salir fuera. OTAVIO.
LEONELA. Aquí ESCENA XIV.
Ese tirano Está Otavio que ha venido
,
BISELO LUPERCIO.— Dichos.
,
{Huye.)
ALFREDO. (A Olavio.) Valdránme manos y pies.
Mi señor que hablaros tiene. CELAURO.
¿Conoceisme?
ESCENA XV.
OTAVIO.
Notable desdicha ha sido. OTAVIO. ARISTO Y ALFREDO ,
que salen ri-
Sin duda que entrar me vio. Si , y muy bien. ñíí^rfo. — CELAURO, LUPERCIO,
¿Adonde queda? CELAURO. RISELO.
ALFREDO. ¿Y mis padres?
OTAVIO. ARISTO.
En la puerta
De FulL'encia. Son honrados. Tente, hombre.
! , ;, ,, , , ! , ,
! ¡
LUPERCIO.
De aquel cabello colgado,
En que estuve aprisionado No puedo; ESCENA XX.
Con los liierros de tu nombre! Que de verla tengo miedo,
Tu lunar ó luna amengua Y de no verla mayor. LUPERCIO , í;¿s//s¿Hío .
—FULGENCIA.
Su viva color leonada, CELAURO.
Ya de tu infamia eclipsada, ¿Verla? FULGENCIA.
Y menguada de tu mengua. LUPERCIO. ¿Eres tú , Señor? Si, él es.
¡Oh maldiga Dios mi boca,
, Impórtame infinito. Dame esos brazos que adoro ,
Tarde ó nunca volveré. Que no ha hecho cosa el cielo Qué enojo es este y desden?
CELAURO. Como yo, sino yo mismo. i
Vos el sombrero en los ojos!
Ves cómo fuera mejor
;,
Amor ¿qué es tu pensamiento?
, ¡Vos los ojos en el suelo.
Mas ¿qué pregunto yo ,
te Que estos tienen por despojos!
Dejarle estar con tu engaño?
Después que el alma te dio Decidme por Dios del cielo ,
LUPERCIO. ,
Pero si acaso no es justo Me detiene, que no. vea Porque un retrato me quede
Decidme vuestro disgusto... La venganza de mi honor, De esa cara, talle y brío;
— Mas esta réplica es fea Que es'lo que el alma desea? Que este consolarme puede.
Que para que justo sea ¡Oh amor que en tener mi acero
,
Va que os vais con tal desvío.
Basta ser de vuestro gusto. Como con alas estás,
Veis aquí el pecho, | asalde Eres ángel, aunque fiero! ESCENA XXIII.
De suerte que no loquéis Basta , que pudiste mas
Este inocente; guardalde Basta ; obedecerte quiero. SABINO con , los dos niños.— Dicnos.
O heridme si vos queréis, Y pues (jue nadie ha sabido
Y por la herida sacalde Que con esta estoy casado, SABINO.
Que os juro, dulce Señor, ¿Qué obligación me ha corrido? Aquí los niños están.
Que en mi vida os ofendí Qué léveseme han obligado LLPERCIO.
Si no es ofensa el amor De las que tiene un marido?
Que quereros mas que á mi
el Alto, dejalla es mejor.)
Vente conmigo.
Me obligaba á algún rigor. SABINO.
'iHola, Biselo, Sabino!
Hoy salisíes de mis brazos Yo iré.
¿Por qué casos tan siniestros
Queréis hacerlos pedazos
ESCENA XXI. FL'LGENCIA.
Espérate y me verán
Pudiendo hacer de los vuestros
A mi cuello estrechos lazos? SABINO, BISELO. — Dichos. Que verlos yo no podré,
;
^
LL'PERCIO.
SABINO. Cuando en cólera me abraso!
Calla, Quítalos de ahi.
¿Pues, Señor, ¿qué ira es esta?
Calla sierpe venenosa
, FLLGENCIA.
LLI'ERCIO.
Que entre la yerba se halla, ¡Señor!
Flor de adelfa, araña en rosa, Vaya no haya mas respuesta.
,
—Ángeles, besadme.
Con mas hierros que una malla. Traed á Esteban y á Enrique.
FLLGENCIA. LLPERCIO.
Ko quiera? saber lo que es
Suelta.
Que no habrá muerte decente. Ea, nadie le replique.
Fl'LGENCIA. FLLGENCIA.
SAGINO. (Ap.)
Alto, Señor, si asi es. ¡A mí con tanto rigor!
Tragedia ha sidola fiesta.
Dejadme como inocente ,
,
LLPERCIO.
Que me arrodille á esos pies. ( Vanse
Sabino ij Biselo.)
Suelta, adúltera, resuelta
Ya que todo se me niega
Que cubráis mis ojos ruega ESCENA XXII. En la infamia de mi honor.
FLLGENCIA.
Con una toca mi boca ;
Con que te van mis lágrimas siguiendo, Que se Ío compre de seda? ¿Cómo se llama esta ald^a?
Que ya mis pies se quedan FELICIO. SlRENO.
Atrás, pues no podrán cuando mas pue- Ved i
lo que el demonio enreda La que veis es San Germán,
Cual la tigre parida [dan? BELARDO. Y por esta senda van
A quien el cazador los hijos lleva, Vended mi buey. A Olavia y á Claridea.
Y en los hijos la vida. BELARDO.
FEI.ICIO.
Salgo furiosa de la oculta cueva
¿Cuál? Padre ¿veis este vestido?
Y voy al agua adonde ,
Que no acaba una vida tan errada Comprar sayuelo y íaldJÍla No me va tan poco en ello,
Pues no hay cosa que acierte, El mejor que halle en la villa. Cuando sabido lo haya;
M alguna en que no viva lastimada?
FELICIO.
Porcpie sabed que me caso,
Y ¿en qué tendrá esperanza Si no lo habéis por enojo,
Quien desea su mal, y aun mal no al- Tú gastas bien tu dinero. Y me ha venido en antojo
¿Posible es que no pueda, [cunza? BELARDO. Vestir la novia de raso.
Ya que el dolor no pueda, el miedo En vuestro tiempo ei a bien Este buen viejo es mi padre,
Desta áspera arboleda [grave Vestir las novias de paño. Gran hombre de mi desprecio;
Tanto en mis tuerzas, que mi vida aca- Sabed padre, que este año
, Pero sabed que es un necio
¿ Quién dice que es flaqueza, [be? Se muda el paño tamhien. Desde el vientre de su madre.
>i fué , nuestra común naturaleza? FELICIO. Diz que de paño no exceda,
¡AyDios! qué gran rijido! Que la seda viste el Rey;
¡
Pues bien haces si le mudas;
j Si fuese alguna fiera rigurosa Y yo con vender un buey.
Comü la que el ves'iuo 1
* Si20. Hago una reina de seda.
! , ; , , , ; ; ,, : —
,
It
; , , , ! , ; ;
¿triste estáis?
Por prenda suya también. Piedad.
Luego LUPERCIO.
GERARDO. FlILGENCIA. {Ap.)
¿Que este es padre de mi bien?
¿Qué piedad, traidor,
Estoy
Sin que tu sangre derrame?
Perdiendo á gran prisa el seso ¡Oh cielo cuánto te debo
,
A quien desnudaste?
FULGE.NCIA. BELARDO.
Sin duda á mi centro voy.
ESCENA VII.
¡Ay triste!
¿Qué daño os ha sucedido? LUPERCIO. LUPERCIO.
GERARDO.
Di presto lo que la hiciste.
He perdido un honrado hijo Ásperos montes, de tinieblas llenos BELARDO.
Por no haberle yo estimado Por resistir al sol con vuestras ramas ,
¿Debimela de comer ?
O no haberle merecido. Cuevas de lobos, y leones camas.
LUPERCIO.
Y porque Dios me depare De sierpes, basiliscos y venenos;
Lo que perdí estoy contento
, Cielo, que con relámpagos y truenos Di presto ó aquesta espada
,
CELARDO.
SINDO, PINARDO. — LUPERCIO. Fueron de vuestro padre nacimiento.
Aquí gocé de mis primeros días.
g. Esperad que voy por gente. (Vase.) BELARDO.
;
Libre del mal queen los presentes siento.
Digo que me le quitó, Todas aquestas huertas eran mias
ESCENA IX. Y que con él se me va. Y cuanto por aquí refresca el viento.
SlRENO. Pues hoja sin ser mía no se mueve
LUPERCIO.
¿No sabremos dónde está ? Ni oveja arroyo destos prados bebe.
Trae diez trae doce, trae veinte, Mi padre quiso que á la corte fuese
, BELARDO.
Trae mil, trae el mundo todo, Al apuntar de mi primero bozo,
Entre estas ramas quedó.
Porque ya yo estoy de modo Y el cíelo quiso que á •Fulgencia viese.
OliSINDO. La madre vuestra y de mi honor destrozo;
Que no tengo qué temer.
Estos espesos castaños Y el amor quiso que á un traidor creyese.
¡Triste! ¿Qué habemos de hacer.
Muerta aquella que solia
Un ejército cubrieran. Libre y precipitado como mozo
Ser alma por quien vivia LUPERCIO. (Ap.) Para perder por tan ligera cosa
Este espíritu cansado? Estos villanos se alteran Vosotros vuestra madre, y yo mi esposa.
Que aunque es verdad que afrentado Para aumento de mis daños. Llamemos pues, á ver si algún criado
Di en venirme como loco. Quiero del monte salir De los quecuancío está mi padre ausente
No la he querido tan poco Con mis hijos al aldea; Ciuardan su casa, nos da un pan prestado
Que aunque me agravia la olvide. Que ellos son causa (pie sea Ó de limosna en la ocasión presente.
¡Oh cielos! venganza pide Hoy mi enemigo el morir; Cual pródigo á sus puertas he llegado;
La muerte de nii Fulgencia: Que si hijos no tuviera Pero guardo ganado diferente
Por eso diulme paciencia Que son del alma pedazos, Que sois vosotros mis corderos tiernos,
O quitadme el sentimiento. O los matara en mis brazos, Quejosos de mis ásperos gobiernos.
Toro feroz y sangriento. O entre sus brazos muriera. (Vase.) ¡Ah de casa! Ah gente honrada!
Que mueras corrido en coso, ¡Criados de buen señor !
FULGENCIA. — Dichos.
, ,
103
CÜ.MEDLYS ESCOGIDAS DE LOPE DE YECA CARPIÓ.
FlLCENCrA. ESCENA XV. Que lu noble y casto pecho
Me ha robado el corazón.
Suelta, traidor.
GERARDO.— FULGENCIA, sis mijos. Tú has de mandar esta hacienda;
1,11'ERCIO. Tus hijos la heredarán.
Soltarélos; GERAUnO. FULGENCIA. (/tp.)
Y cree que me lia pesado
1
Suelta.
Harás Que habéis de heredar su hacienda.
FiL cencía. {Yanse.)
Espera, espera. Como quien eres, á fe;
Que es hombre que ha sido rico;
(Vasc Lupercio apresuradamente.)
Y de un traidor confiado, Bosque.
Se va triste y desterrado:
ESCENA XIV. Yo por él le lo suplico. ESCENA XVII.
GERARDO.
FULGENCIA y sus iiuos. SIRENO, FELICIO, PINARDO, comCE-
Mayores cosas Terencía ,
Ventura de mis cuidados. En tanto que el cuchillo deste estuche ¡Esposo amado!
Y pues solo vais á ver Pasa este pecho y abre puerta al alma. LUPERCIO.
De vuestra hacienda el agravio GERARDO. Desvia, falsa, engañosa.
O el aumento, amigo Otavio, Tenelda, amigos. Gentede mi hacienda, FULGENCIA.
Con vuestra hermosa mujer Salid todos aquí, tenelda lodos.
Deteneos aquí dos dias. Fué esta boda fabulosa
Para darte algún cuidado.
OTAVIO. ESCENA XXIII. Tu padre con ignorancia,
¿Qué dices, Leonela? Y yo por traerte aquí,
LEO.NELA. Pastores. — Dichos. Lo habemos Iraxado así
Digo Que no hay cosa de importancia.
Que obedecer tal amigo GERARDO.
GERARDO.
Son honras vuestras y mias. Hija , ya que me falta mí Lupercio,
No pierda yo Desla manera ¿yo soy
Apadrinemos su boda. tu alegre compañía.
Serás mí El engañado?
hija , herederas mi hacienda
GERARDO.
Tus hijos son mis nietos. FULGENCIA.
¡Hola ! sacadnos asientos.
OTAVIO. Es forzoso.
Hay desdicha
¡
GERARDO.
Que con esta , Leonela se compare, Pues quiero ser el quejoso
¡Ah señora Fulgencia! Que al fin de los dos lo estoy.
LOS EMBUSTES DE CELAURO. 111
FI'IXFNCIA. LEONELA.
GERARDO.
No harns; que los dos aquí Estoy. Lupercio sin mí. ,
Pregunta Aristóteles doctísimo maestro, la causa por qué los hombres desean mas parecer
,
buenos que serlo y no lo parecer, y responde él mismo que porque solus homo Jionoris est par-
,
ticeps, lo que también dijo en los Tópicos; de que nace que cualquiera lo apetece; pero la natu-
raleza huye el trabajo. Vniutes auicm non nisi labore conscquimur. Y á este propósito trae Marco
Antonio Zimara las palabras del mismo filósofo en el primero de los Elencos: que la naturaleza
de los sofistas es desear mas parecer sabios, que serlo y no lo parecer. Notablemente cuadra con
algunos arrogantes desta edad este problema, que con ingenios bárbaros, cortos estudios ó
ningunos, quieren adquirir la opinión que no merecen; y pareciéndoles que los otros la consi-
guen, escurecen sus vigilias con sus desprecios. Terrible razón de estado de la envidia, pensar
¡
que matando la opinión de los otros con improperios, suceden ellos en el mayorazgo de la fama,
que no se adquiere con violencia, detracción y envidia, sino con méritos, obras y trabajos, á quien
llamó Stobeo padres de la buena fama! Fué opinión de San Gregorio, que no era perfecto en sus
obras á quien conlradecia la malicia de su lengua iYt'C in sermone laudabiUs qui hoc quod loquitur
:
opere non ostcndit. Mas ¿ quién persuadirá á la calumnia, hará paces con la envidia, y humillara la
arrogancia? Cuando Platón dijo que el hombre recibe gloria de lo que sabe, sintió laque natu-
ralmente reconoce en sí y se sigue al virtuoso estudio, y esta jamás excedió las justas márgenes
de la humildad, fundamento de la mas alta sabiduría. Ya vuesamerced, por lo que ha vivido en
España y su corte habrá conocido y visto lo que digo y asimismo en muchos sabios y doctos de-
,
,
sear mas serlo que parecerlo, si bien no huyendo el premio á sus desvelos, méritos y trabajos; y
otros cuya ignorancia le quiere á pesar de la razón y del conocimiento ajeno, por quien dijo el
,
poeta toledano
Si estuvieran contentos de sí mismos.
No murmuraran del ingenio ajeno.
Verdaderamente halló Diógenes bien la semejanza destos hombres en las armas lustrosas y do-
radas, pues non similia sunt interiora exterioribiis. Si el ánimo es cobarde y la arrogante aparien-
cia cubre la interior ignorancia, señor maestro, creamos que son locos; y á este propósito lea
vuesamerced esta comedia, que tiene el mismo título, y sale á luz á la sombra de su clarísimo nom-
bre, que en tan tiernos años solicita la espectacionde tan insignes frutos. Mas no la mire con los
ojos del arte que á las antiguas, griegas y latinas, terencianas ó aristofánicas en cuyas lenguas ,
están docto como nos muestran sus escritos; de quien fuera justo que yo hiciera aquí grandes
elogios; pero basta el de nuestro amigo :
sino con la benignidad que ha mostrado siempre honrando y defendiendo mis escritos de la
,
calumnia de algunos que, después de imitallos, los condenan, y cuyas objeciones no sirven mas
que de mostrar sus ánimos; porque neccsse est (por o¡)inion del filósofo) alteram partcm contra-
diclionis esse veram.
Capellán de vuesamerced y
Lope de Vega Carpió.
L-i. S
LOS LOCOS DE VALENCIA
FLORIANO.
VALERIO.
KFINERO.
ERÍFILA.
FEDRA.
; ! , ; ,,, ,, ,
ERÍFILA.
ERÍFILA. Ño es este pequeño indicio
¿Para qué? j
LEOXATO.
j
Que há dias que no le lengo.
Para nonada. Y aun la camisa. Pues ¿qué dirá quien me viere?
Yo te lo diré después. ¡Ay Dios! gente suena ya. {Retírase.)
I
ERÍFILA.
ERÍFILA.
i Espérate , quitaréla.
¿liase acabado el dinero? I Pero mira...
LEOXATO. LEONATO.
¿Paia que puedo pedillas? No repliques. {Suca la dafja.)
, , ; ! ,! , ; ;, ! ,
Filosofía estudiaba. i
VALERIO. MARTIN.
PISANO. ¿Quién es aquella mujer?
I
Eran grandes estudiantes, tal desgracia me .suceda! Que vos llevéis si llegáis.
Ay de mi
Prendas del cielo, aunque mías. ESCENA VIII.
i Pues el administrador.
¡Robarme y aprisionarme! Que es tu tio y mi señor. FLOKWyiO fingiendo el loco, con su
(Llévanla los dos locos en peso. ) Salió ya del hospital,
,
sayo. — Dichas.
PISANO. No te parezca tan mal
Mañana podréis hablarme; Que yo te enseñe mi amor. FLORIANO.
Que Ule imi)orta el ir aqui. FEDRA. ¡Grillos á mi ¿por qué ó cómo?
!
¿Que en fin quieres bien un loco? ¿Sois vos desfa casa honrada
VALERIO.
El discreto mayordomo?
Id, Pisano, en hora buena, LAIDA.
Seguidme jRies, si os agrada
Y al buen administrador Amor, Señora, lo es, Veréis (pié lágrimas tomo.
Le agradeced el favor Y no es amor si lo es poco. Que conmigo no es bastante
De l() que á Beltran ordena. FEDRA. El veros hacer gigante
Y dejalde sin prisión Aunque me veis pastorcillo;
¿Cosa que por él lo estés?
Mientras la furia le deja. Que os daré con un ladrillo,
LAIDA.
PISANO.
A Y no turrón de Alicante.
Si haré; pero
vencelle me provoco.
si se queja. FEDRA.
Jaula ha de haber. FEDRA.
¡Ay Laida! huyamos.
Pues un hombre de hoy venido
VALERIO. LAIDA.
Ya te ha quitado el sentido,
Y es razón. Rieii se ve que te falló. Detente;
{Yase Pisano.) Que con quien le enoja es bravo,
LAIDA.
Y manso ordinariamente.
ESCENA El talle que me engañó
VI. líien cuerdo me ha parecido. FLORIANO.
.\o ha sido de verle hablar Aquí tenéis un esclavo.
VALERIO. Cuerdo humilde y diligente.
La locura (jue me esfuerza, ,
jMuy buen lance echó mi suerte Sino de verle callar. No os alteréis, deteneos;
Í'm él suceso de hoy FEDRA.
Que ni entre los indios feos
Ni en Etiopia naci
Pues desta ocasión estoy Pues ¿cómo el silencio fuerza El amor me trujo aqui
<^asi al punto de la muerte A querer y desear? Por ejemplo de deseos.
Llevé con temor no poco
LAIDA. Soy un hombre que no soy.
Al hospital á Floriano,
¿No nos mueve una juntura Porque ser no es menester;
Donde dejo un cuerdo sano,
Cuando es de extraña hermosura? Que sin ser, mejor estoy,
Y traigo un enfermo loco.
Pues asi me mueve á mi. Y ansí, disfrazo mi ser
Después que vi la mujer
Que agora llevan de aquí,
A un mármol el alma di. Porque huyendo de ser voy.
O todo el seso perdi, VEDRA. Fui estudiante de desdichas,
O no tengo qué perder. Principios son de locura. Y aprendí tantas , qiifí dichas
¡Jesús que gran perfecion ¡
A un loco mudo y de piedra No hay hombre mas desdichado;
:
i
Dien dicen que es accidente Diste el alma! Auníjue aqueste sayo ha dado
Lo que pasa fácilmente Nuevo principio á mis dichas.
LAIDA.
Por la vista al corazón. Quise bien una mujer
El alma di
Entre discreta y hermosa.
¿Era mujer lo que vi A una piedra, hermosa Fcdra.
O era algún ángel del cielo? Libre y de buen parecer;
FEDRA. Que á no .ser ella piadosa
¿Estoy en mi ? Que recelo
Medrarás, pobre de ti Yo no f)erdiera mi ser.
Todo estoy fuera de mi. ¡
Si desembarcan fragatas,
A quien deba mi salud. MARTIN.
Verme cautivo en Argel FEDRA. Pague.
O en el rio y sin zapatas ¿Que tendrá tanta virtud ? .
ERÍFILA.
I'^ntre el agua y el cordel. FLORIANO. ¡Presa á mí desta manera!
Mirad que os digo verdades ;
Será mi norte y mi polo.
¡\o me descubráis ninguna. MARTIN.
LAIDA. No es bien que la ley se esliague.
LAIDA.
Mejor es esta encarnada. Pague luego.
Ya temo que del te agrades. TOMÁS.
F LORIAN o.
FEDRA. ¿Quién en mi mal os desvela .
Pague ó muera.
¡Quién fuera , Laida, la luna La bella malmaridada? FLORIANO.
Destas locas voluntades Pido azúcar y canela ¿Qué gente?
LAIDA. ¡Y daisme paja y cebada MARTIN.
¿Luego ya te pagas del las? LAIDA. Gente de paz.
FEDRA. Siempre tuve este recelo. TOMÁS.
Solo quisiera crecellas FLORIANO. ¿Quién os mete á vos en eso ?
En el punto que esta veo. A los recelos decildes ERÍFILA. (Ap.)
Que no levanten el \uelo. Va soy de seso incapaz
LAIDA.
Porque son alas humildes
¿Qué vale un loco deseo? Que en lugar donde no hay seso
Para volar á mi cielo.
Es la opinión pertinaz.
FEDRA. FEDRA. Alto yo quiero ser loca
;
Asegura de perdellas. Esta es mejor, porque es verde. Pues ya no hay otro remedio,
LAIDA. (Dale una ci?ita. Auntfue la causa no es poca,
Celos me dan tus razones. FLORIANO. Y este furor viva en medio
Del daño que me provoca.
FEDRA. Sí,porqueta] esperanza
En ningún tiempo se pierde. PISANO.
Como estás loca, los tienes.
Quiero hacer una mudanza Quédese aqui mientras vengo,
FLORIANO. Que de la vuestra me acuerde. Y guardaos de hacella mal. (Vase.)
Para celosas pasiones, FEDRA.
Ponerse aceite en las sienes
¿Cómo? ¿Del pasado amor? ESCENA X.
Y darse de mojicones;
O si no , sangre caliente FLORIANO. FLORIANO, ERÍFILA, MARTIN,
De murciégalo en la frente; De danzar diréis mejor, TOMÁS.
Que si á quitar pelos vale. Entendeldo allá no mas.
También lo que en ella sale LAIDA. FLORIANO. (Ap.)
Con el celoso accidente; Di tú que loca no estás. ¿Qué es lo que á mis ojos tengo?
y si los celos son cuernos Para un rayo celestial
FEDRA.
¿Quién hay que del los se escape? Del sol la vista prevengo.
¡Vive amor, que son eternos Calla Laida que es error.
,
,
¡Oh peregrina belleza
Por mas que Pan se los tape Estoyme acpii entreteniendo,
Pobreza de mi ventura,
Con hojas de álamos tiernos! Y porque no se enfurezca,
Y de los cielos riqueza
Esto del celoso abismo Mil disi)arates sufriendo.
Corona de la hermosura
Y'a ha pasado por mi mismo FLORIANO. (Ap.) Bien de la naturaleza!
Oid que de cuernos tales
; Temo que me parezca,
bien ¿Estoy conmigo ó sin mí?
Y de celos desiguales Por(}ue sé que á Celia ofendo. TOMÁS.
Quiero hacer un silogismo. Aunque ya Celia cruel
,
Pague luego.
Todo hombre que ama es celoso; Pues te pudiste trocar, MARTIN.
Todo celoso los tiene. Podrá mi pecho fiel.
Porque es al temor forzoso, Paga aquí.
FEDRA.
Pues de imaginarlos viene ERÍFILA.
Aquel efecto enojoso; Gente suena. ¿Ilanme de hallar
¿Qué he de pagar?
Que de obra ó pensamiento. Sola aqui Laida con él?
, ,
TOMÁS.
Es hacer torres de viento LAIDA.
Pensar que nadie se guarda. La patente.
No, Señora; salte presto.
Si bien hay silla y albarda ERÍFILA.
Subamos al corredor;
De menos ó mas tormento; No la tengo.
Que no es pensamiento honesto.
Que una cosa es el temer, FLORIANO.
El que tiene posesión ( Vanse las dos.
¡Ah buena gente!
Lo que puede suceder, FLORIANO.
Y diferente MARTIN.
ocasión ¡Con qué noche de dolor
Ser caso de padecer. Tan bello sol se me ha puesto! ¿Habláis con nosotros?
,; !! ,! !!) ! , , , , , ;
FLORIANO.
Sus grados y fuiulamenlo,
La enU-ada. Denme mi caballo y lanza.
á
De fuera esta la beldad
FI.ORI.VNO. Y' un vestido de nuulanza
Y vacío el aposento.
Por ella la pagaré, Hecho de todas colores,
ERÍFILA. (.1/;.)
Si esta süilija es agrada.
(Ap. Pues dejo viejos amores.
Este loco desdichado Por una nueva esperanza.)
MAHTI>'. Es como un vaso dorailo
ERÍFILA.
Muestra, á ver. Que está lleno de veneno,
TOMÁS. i'udiéndole tener lleno Tenme tú de aquese estribo.
Buena es íi fe. Licor ai'oiiiali/.ado. FLORIANO.
Pero con lodo, confieso ¡Y cómo si telerdi'é!
M.\RTl>".
Que sin seso me podría Que eres alma i)or quion vivo.
¿Va ompennrla ó rcuialada? Quitar gran parte del seso. ERÍFILA.
FLORIANO. FLORIANO. {Ap.) ¡Oh ladrón ¿muerdésme ! el pié?
Como os diere mas coiilenlo.
Dichosa prisión la mía FLORIANO.
TOMÁS. Si el mismo amor está preso.
Ladrón no que soy cautivo.
Vivas mil años, amén. Ya es esto darle sospecha. ;
ERÍFILA.
MARTÍN. ERÍFILA. (Ap.)
¿Sabes que soy Doralice?
Avisa á todo el convento Quizá de verme i)ai'ada
Que hoy hay fruta de sartén Que me da gusto sosi)e(lia. FLORIANO.
Y almojábanas de viento. FLORIANO. (Ap.) Tu hermosura me lo dice.
Si la pienso hablar sin seso. Y vuelvo á dormir tam'íien. Aquí dice que llegó
ERÍFILA. (.1/).) ;,Soy yo la que de Leonato Y un poco de agua pidió
;,En qué pienso, que no huyo? Fui engañada, y sin recato En casa de un za¡)alero.
Él miedo yo le confieso Padres y |)a!iia dejé, ERÍFILA.
Mas el detenerme es suyo. Yarre|)eiilida lloré ¿Cómo te llamas?
¡(Jué buena presencia y talle!
La bajeza de su trato?
FLORIANO.
¡Oh temor déjame hablalle,
!
Pues ^,qué es lo que pienso aquí?
Deliran.
ü déjame ir, voluntad. ¿ Quien me trujo , o cómo vine
FLORIANO. (.1p.)
A estar tan fuera de mí? ERÍFILA.
¡Que un hombre loco me incline Pues ¿no eras tú don Roldan?
iDivina hermosa beldad
,
Casi á llevarme tras sí
Hable amor, la lengua calle. FLORIANO.
;.En nué pienso? Qué imagino ?
ERÍFILA. (.!/}.) Sin duda que con razón
Y como dolióte goce,
¡Extraña manera delioii.lirc! Por otro igual desatino
Hoy seré todos les doce
;,Que tanto bien te dio el cielo Que á una mesa comen pan.
Me han traído á esta prisión
Con tal censo ? En que á ser loca me inclino. ERÍFILA.
FLORIANO. {Ap.) ¿Qué dudo? Qué estoy pensando?) ¿Conoces á Calaínos?
El mundo asombro Loca soy. FLORIANO.
Ver la hermosura del suelo FLORIANO. Y fuimil veces con él
Abatida crm lal nombre. (Ap. Ya
está eclipsando A caza de golondrinos.
¡Que de tan alta hermosura Las dos estrellas su furia.) ERÍFILA.
r uese pensión tu locura ¡ Ay no hagas tal injuria
!
(^oiTuptihle y generable
ERÍFILA. De mi seso enajenada.
Oh cuerpo en algo diverso Afuera, afuera. FLORIANO.
Del otro mundo, admirable FLORIANO. (.Ap.) (Ap. Parece que ha conocido
En dos parles de las tres ¿Qué aguardo? Que no me falta sentido.
Conforme á los otros es Estando loco mi bien, Cúmpleme disimular.)
Mas cu la parte tercera. ¿Para qué el sentido guardo? Quiero salir á cazar;
, , :, , ; , ; : ,,, , !,
; , , ;
¡Malos años y mal mes! No se sabe hasta agora cosa tuya. Que dicen que me perdí
Denme el hilo portugués; Ni se sabrá tampoco, si los cit-íos En este mismo lugar.
Que quiero hacer un garbín. No se conjuran en tu daño y mió. Y' no es poco que me acuerde
FLORIANO. De quien vivo y por quien muero
Que menos memoria esjiero
ESCENA XII. Pues ¿qué es esto, Valerio? Qué suceso Adonde el seso se pierde.
Puede alternr tu cuerda compostura? Con tan extraño tormento
PISANO. — Dichos. ¿Quiénmudó lu color? Quién ha vencido El amor me ha combatido.
Tu raro entendimiento, v ha trocado Que ya no tengo sentido.
PISA NO. De su lugar tu corazón y el mío? Sino .solo sentimiento.
Ya Señora vuestra saya á punto
está , , VALERIO. De mi locura me espanto;
Kntráos acá que quiero qiie se os pruc-
;
¿No trujeron agora aquí una loca Que de oídas, aunque poco.
Y vos, Bellran, no os alleguéis á el la; [be. Kas hermosa que el orden de los cielos, Creí que amor era loco.
Que sois muy gentilhombre y atrevido, Que los i)Ianetas y los elementos, Mas no que lo fuese tanto.
Y donde no gobierna entendimiento, Y que todo lo que es mortal criatura? Por sus ilolores secretos
Tiene mucho lugar el apetito. Conozco ya su rigor
FLORIANO.
ERÍFILA. ¿ Qué ha de dar un loco amor
¿ Es cosa tuya , dime aquella
, loca ?
¿Qué os viene deso á vos, barba de he- Sino tan locos efelos?
VALERIO. l'n loco, y por otra loco.
[i"^.ie"?
FLORiANO.
No es cosa mía ;
pero yo soy suyo. Que es menos obligación.
¿Qué os viene deso á vos, cresta de gallo? Me ha hecho camaleón
FLORIAXO.
PISANO.
Espera, vén conmigo á aquella sala. Cuando sus colores toco.
;. Y'a me le defendéis? Huélgome dello; Que estádesocupada y tiene asientos, No sé qué tiene ¡ay de mí!
Que no os veréis con él hasta la fiesta Y dirásme despacio tu suceso. Que hechiza cualquier cordura.
Üe los benditos niños Inocentes. Mas ay ¿qué mayor locura
¡ !
VALERIO.
ERÍFILA.
Que no ver que estaba aquí ?
¡Ay Dios!
¡Mal año para vos que yo soy libre! FLOriANO. FLORIAXO. {Ap.)
Y imedo hacer de mi capote un trasgo ¿Suspiras? Ya que desta he de guardarme
Y de mi corazón unas alforjas. Y' conozco su inlencion
VALERIO.
PISAXO. Quiero , huyendo su pasión
Entra , acabad. ¡ Bueno Pierdo
! el soso.
Con mi pasión remediarme.
ERÍFILA. Fingiréme menos cuerdo
Adiós, hermoso loco. De lo que otras veces fui.
FEDRA. {Ap.)
Divina loca ,
FLORIANO.
adiós.
ACTO SEGUNDO. Por un loco estoy sin mí.
PISANO. ¡
Qué injustamente me pierdo!
FLORIAJiO.
Poquito á poco. ESCENA PRIMERA.
{Llévase áEn'fíla.) ¿Habéis visto por allá
FLOIilANO. Lna cosa que perdí?
ESCENA XIII. Cansada estar pudiera la fortuna
FEDRA.
Pues no hay contento que esperar de un Y cuando me bastaran los enojos Membrillos y zanahoria.
floco.
De mi fiero mortal desasosiego, Que echó en arrope de Coria
Cuando á faltar entre los cuerdos viene. Quieren mis hados que el mayor amigo Él poeta Juan de Mena!
Pesa tu daño, y tu provecho pesa: Sirva por instrumento á mi castigo.
FEDRA. {Ap.)
Di'jame en paz; que no es razón tampoco ValiM'io, que es de todo mi secreto
.\rcljivo, anifiaro, defensor y asilo, presto le vuelve el seso
Qué
Perder el seso por quien uo le tiene. ¡
No me agradezcas ni á fineza tengas A titulo de que es parienta suya Como sé lo que has perdido,
Que tan aprisa tus visitas haga Porque con el honor que se reijuiere Adonde está tu sentido.
i'ues vengo agora con negocio propio A su primero ser la restituya. Porque yo te lo trujera!
! , , ; ,
; , , , ;
, ; ,; ! ;,
¿Qué, ¡lor mi vida? Pues quitáosla. Que me habéis dado los dos.
FLoniANO. FEDRA. FLORIANO.
l'na borrica parida Mejor es Elvira plega á los santos
,
Con una toca de papos. Que me la quites tu á mi. Que si yo la quiero bien.
FLORIANO. Que me mate una sartén
FEDRA. (Ap.) Con sus duelos y quebrantos,
¿Que esto no desenamore. Ya desato la lazad.i.
Y si no soy Mandricardo
Sino que obligue á deseo? (Desátale una cinta de la cabeza.) Y esclavo de Doralice,
FLORIANO. FEDRA. {Ap.) Por cosa que jamás hice
Hace el no seros muy ico ¡Ay Dios! ¿Si le abrazaré? Me vistan de paño pardo.
Que mi esperanza mejore; ¿Si podré? Mas bien podré ;
Como ella es mujer burlona
Que .si bien os parecí Que es loco, y no importa nada. Y criada cuesta casa.
Siendo tan cuerda mujer, Jugamos de i)asa |)asa
FLORIANO.
líien lo puedo parecer Y iiicele la mamona.
A ¿Andaisme en las faltriqueras? Si otra cosa hemos tratado
quien me parece á mí.
¿Algo me queréis hurtar? Yo y aquesta chocarrera.
FEDRA.
FEDRA. {Ap.) Luego en tu desgracia muera
¡Qué lindo ingenio tendría Frito, cocido y asado.
Por la beldad natural. Aun no me atrevo á juntar
Si curase deste mal Los brazos. ¡Oh amor! ¿qué esperas? ERÍFILA.
Perro ,
¿agora os hacéis bobo?
FLORIANO.
¿Ya habláis en íilosofia?
ESCENA III. Asado os ()uicid laiubien,
Y si no me sabéis bien,
Y aun tenéis mucha razón ERÍFILA con sayo de girones
, ¡j una Os haré echar en adobo.
Que el ingenio tiene aumento
Con buen temperamento,
el
cuperucilla de loca. — Dichos. Luego que vine á esta casa
Puse los ojos en vos
Y la buena complexión ERIFILA. Poifiue no me diese tos
Ayuda á su movimiento. El juego de pasa pasa.
Porque del alma ya es llano No me desagrada el lazo.
'
,
menos;
iguales sois a lo Mandricardo halléis de ser.
Que ha de ser el cuerpo humano Aunque pese á Rodamonte,
l3e sus obras instrumento.
Por muchos años y buenos
Gocéis los dos el abrazo. FLORIANO. {Ap.)
FEDRA. ¿Erais vos el que quería
¿Qué hiciste de aquella cinta \Oh amor de por medio ! ponte
Ser mí esposo , Mandricardo? Y enseña aquesta mujer
Que de esperanza te di? Desil(! agora me acobiudo
Dale agora su sentido.
FLORIANO. De loque |iensado liabia.
Si á quien le tiene le quilas.
Perdíla luego que vi Y vos casada secreta
,
ERÍFILA. {Ap.)
La figura por la pinta; Doncella de Dinamarca,
Que corno no estaba ciego ¿Miráis si sois de la marca Amor, pues al cielo imitas
De amor ni de conlianza Con esta lanza jineta? Enmienda á loque has perdido.
Descarté aquella es|)eranza Si sois cuerda , ¿qué queréis Si esto no es naturaleza
Porque me entró mejor juego. Ser entre los locos loca? Dale su seso á este mostró.
¿P(jr ípié tanto cuello y toca FLORIANO. {Ap.)
FEDRA.
Y tantas galas traéis?
¿Qué te entró?
Sali al'uera , noramala
¡Oh amor jion alma en un rostro
!
FL0RIA\O.
De en casa de un i)adre hidalgo, Al señor cchá unos grillos,
Y se me fué como galgo Y á la dama unas esposas.
Ahorcado esté el traidor Sin llevarme el corazón. ERÍFILA. {Ap.)
Al humo como salchicha. Y porque me halló esta gente
Deseo que engendra el ver A serlo fueran dichosas
Dando voces deslocada De los pies que han de sufrillos.
Pero es contrario sugeto. Me trajeron agarrada
Porque el tin deste es su efeto, ¿Que han de aprisionar mi bien?
Al audiencia del tiniente.
Y de amor aborrecer. FLORIAXO.
FLORIANO.
ERÍFILA. (Ap.) Ponédmelo todo á mí;
Pues yo dicen que maté Que yo tuve culpa,
¡
Ay amor, qué bien empiezas!
,
Un príncipe de Aragón
PISANO.
FLORIANO. Y por tan fuerte ocasión
En esta cárcel me entré. ¡Ah:¿sí?
Deseo, en fin de lo hermoso. ,
Hago FLORIANO.
Dicen que hay dos y es forzoso , y guardo el cuello
el loco ,
Que haya también dos bellezas, Del solivianos a ;«fl/o; A mí pues. Matusalén.
La liernmsura corporal, Que mas quiero sufrir palo {Ap. Quisiérame hacer furioso;
Y la otra intclecliva. Que no perder el resuello. Pero temo la prisión.)
De quien el cielo te priva {Vuelven en si.) MARTIN.
Solo por hacerme mal , n
¿No sabéis la condición
ERÍFILA.
Pues te falta el ornamento De aqueste lios|)ilal mocoso?
Del alma mas necesario. ¿Díceslo de veras? ,
¡Pluguiera á Dios, oh [)rimo, que lo fuera! Que ha niiicrío, según dicen, á Reinero, ERÍFILA.
Muerto es sin duda , y por desgracia Y le van á buscar por todo el mundo La fe y palabra te doy...
[muerto Con retrato que llevan de su rostro.
TOMÁS.
A manos de un varón de la montaña , FLORIANO, [sabe-s? ¿De qué?
En cuya l)usca vengo, entreoíros muchos (Ap. ¡Válgame el cielo! ) Y tú ¿de qué lo ERÍriLA.
Que á varias partes vamos repartidos. TOMÁS. De comerme un higo.
PISANO. Un hombre de Aragón que del portero TOMÁS.
¿Quién duda que se haga diligencia? Ks primo según dicen
, , ha venido
Luego ¿no quieres casarte ?
¡Plega á Dios que le halléis ! que á fe que ¡ín busca suya, y su retrato trae.
ERÍFILA.
[os fuese Llámase á !o que pienso...
Una prisión de crédito y provecho. Si hubiera cura, sí hiciera.
FLOKIANO.
LIBERTO. TOMÁS.
¿Cómo?
¡Que por un cura cualquiera
Todos llevamos retratado el rostro; TOMÁS.
Que han hecho copias del en Zaragoza Empieza
Me pierda yo de gozarte
me ha ERÍFILA.
Para que no se pierda por industria. Por flor, y lo demás se olvidado.
P1SA>0. FLORIANO. ¿Sabes quién está ordenado
Í)e hacer este casamiento?
Ilolgárame de verle por extremo. ¿Dijo por dicha Floriano?
TOMÁS.
LIBERTO. TOMÁS.
¿Quién?
Presto podréis cumplir ese deseo. El mismo; ERÍFILA.
Esleeselmaitudor. [Muestra un7-etraío.) Asi , así , Floriano, que era un hombre
Deliran.
PISANO.
De treinta años , un año mas ó menos.
TOMÁS.
¡Gentil presencia! FLORIANO,
¿Dícesloá tiento?
¿Cómo dicen las letras? Y ¿adonde fué?
ERÍFILA.
LIBERTO. TOMÁS.
Antes tengo pensado.
lo
Floriano Sin duda á ver la casa ; Llámamele por tu vida;
Mtatisswz veinte y nueve ó treinta. Que nadie viene aqui que no la vea. Que prima ha cantado ya,
PISA>0. FLORIANO. Y á los dos nos casará.
Miradoel rostro, me ha movido á lástima. Por Dios que pienso ver ese retrato.
,
Y por tormento suave. Hablemos en nuestras cosas. Siempre me hacéis mala obra,
Venga aquel por quien es poco FLORIAXO. Y mas ahora que andáis
Que el seso y la vida pierda. • Con esotro bel lacón
¿Que echaron esposas?
al fin te
Por quien tengo el alma cuerda ¡6h hierro dichoso y duro!
Que busca mi perdición.
Y el entendimiento loco; Oh hierro que has acertado ERÍFILA.
Que es tal aquella hermosura A ser prisión venturosa ¿Quién sois vos? ¿A quién buscáis?
Por quien vivo y por quien muero En la parte mas hermosa LIBERTO.
Que para siempre no quiero Que ha dado!
el cielo á la tierra
Yo hermana vengo
, , á buscar
Volver á mayor cordura. ¿Mate hecho alguna señal?
Un famoso delincuente.
I
Ha sido tan atrevido?
ESCENA XIV. j
¿No está muy agradecido FLORIANO.
De gozar de gloria tal? Sospecho que está presente,
FLORIANO, //snaí/fl /fl cara. -ERÍFILA. Mas no es posible que encarne: Y que no le habéis de hallar.
j
Que enternecido de ti, LIBERTO.
FLORIANO. l'Ap.) Se habrá recogido en sí
i
Lo postrero puede ser.
Bueno vengo desta vez Por no lastimar tu carne.
Con la máscara fingida ERÍFILA.
¡Oh , quién ese hierro fuera
Bien parece (|ue esta vida Por gozar de tal tesoro, ¿Que ha hecho?
Es un juego de ajedrez. O por convertirse en oro LIBERTO.
¡Oh cómo es mudable y vana I i Que tu mano enriqueciera Mató el tirano
Y échase en esto de ver, :
¡Que tal te traten por mi A un rey-
Que una pieza blanca ayer 1 Áquesas carnes hermosas! ERÍFILA.
Puede ser negra mañana. ERÍFILA. ¿Y el nombre?
j
:
Manillas son, que no esposas, LIBERTO.
Deliran. Estas que sufro por tí.
i Es Floriano.
I
Joyas son que amor me dio; ERÍFILA.
Elvira. I No es bien que esposas las llames:
ERÍFILA. i
Que no quiero yo que ames Pues veis aquí su mujer.
¿ A qué efeto '
Pero no que me entiendan la del pecho. Beltran quedaos aqui que en siendo Que nunca el alma se burla.
, ;
VERINO. [tiempo, FLORIANO.
¿Tú sabes lo que es alma? Yoosenviaré á avisar. —Vamos, Verino. Mi bien si es de otra manera
,
Que pienso que con él competir puede, Aquellos quede aquestemal se escapan.
PISANO, con un azote; LAIDA, TO- Este puede á su lado alzar la frente BELARDO.
MÁS, MARTIN, BELARDO, MOR- Por una de las siete maravillas Pocos por esa parte se las dieran
DACHO, CALANDRIO y otkos locos. Que la piedad en este mundo ha hecho. Aunque de todo es bien darle infinitas.
LEONATO. CABALLERO.
PISANO. Es obra digna de ciudad tan bella ¿Porqué, Belardo?
Pasen delante, y pónganse por orden, Y sin habella visto me pesara
BELARDO.
Sin hacer ni decir cosa que enfade. De haber dejado sus labrados muros
Porque alegren la gente que los vea, Fuera de que la dama que te he dicho.
Poi que en este tiempo
Y den liberalmente la limosna. Dicen que en esta casa estaba loca,
No me daréis un hombre tan peí ledo.
Y de vella en extremo me holgaría. Que no haya hecho alguna gran locura,
TOMÁS. Y vos podéis juzgar por vuestro pecho
iNo sabe qué ha dehacer?Estarse quedo CABALLERO. Lo que conozco yo por vuestra frente.
Y llevar el azote poco á poco. Déjame ver de espacio aquestos locos. CABALLERO.
MARTIN. ["nos i,awa PISANO. ¡Jesús! ¿Es este hombre quiromántico?
¿Hay quién nos dé limosna? Hay qui»ai ¡Ah se&or gentilhombre! PISANO.
Alguna caridad á aquestos pobres? Fué muy buen estudiante, como dicen,
LEONATO.
BELARDO,
feos? Y no mal matemático y astrólogo,
¿Mandáis algo?
¿Hay quién les dé limosna á aquestos lo- LAIDA.
PISANO.
MORDACHO. ¡Que esté Beltran agora descuidado
Saber quién es aqueste caballero. De que por él estoy en este punto!
Ut , sol , fa , sol , re , mi , sol , fa , re, ut.
LEONATO. CALANDRIO.
CALANDRIO.
Eu tenho já determinado em tudo No aunque le sirvo;
lo sabré decir, Coimbra me malou e den vida.
Porque há dos dias, y no mas, que es- ;0h montes de Coimbra, fcrmoseados
Que minha dama falle co seu pai ;
'
Ese verso es tomado del Petrarca, Mas bien se a sj que es noble en su pr^^- motete iguala á La Susana,
Y corresponde muito con Ovidio. [seucia, Digan lo que dijeren cuantos cantan.
LAIDA. (Ap.) Fuera de que en su trato lo conozco; CABALLERO.
Que yo, como lo veis, soy castellano.
Extraños son los temas quehan tomado.
Todo fué comenzar esta locura;
Que apenas juraria que estoy cuerda PJSANO. PISANO.
Tanto puede eu las cosas la costumbre. Pedirle quiero , si mandáis, limosna. Veos tíQ iucliuadü á gustar dellos,
¡
, ; ! ; , ' , ,, ;
LEONATO. GERARDO.
FLORIANO.
Señor.
¿Vos? ¿A qué efeto? Elvira , ¿cómo te vienes?
CABALLERO. Coseos luego la boca ¿Del remedio Luyendo sales?
Ya eres padrino. Con un poco de hilo prieto. ERÍFILA.
VIÍUINO.
Como no está deseado. ¿Hay tan extraña mudanza?
Sabed que hay muclio que hacer. VALERIO.
Aquí viene el dcsi osado.
GERARDO. ¿Por Beltran? Sin duda alguna
GERARDO.
Ea dejad
, disparates. Que este loco es hechicero.
Salgárnosle á recebir.
FLORIANO. FLORIANO.
ESGEr^A XII.
Antes de aqucso no trates, No os enojéis , compañero
Porque verdades diremos. Pues que no hay razón ninguna;
Locos, que salen de dos en dos; MAR- MORDACHO. Que yó ¿qué ofensaos he hecl.o?
ERÍFILA.
Pois que contente me acho? traidor?
¿Que te has casado,
GERARDO. MORDACnO. FLORIANO.
Siéntense los dos aquí, Pardiez, Calandrio, bailemos.
Y Laida será madrina.
Cáseme como te fuiste,
,
Si quiere aqueste gabacho.
Y i)»rque me aborreciste,
LAIDA. GERARDO. T(Miieiido á Valerio amor;
¿Madrina me hacéis á mi? Antes yo mismo os lo ruego. Con quien desde aqui le digo
,
Volve'.éme á la cocina, Mandad (¡ue nos toquen luego, Que If vuelvas pnnjue es justo
,
¡Por el dia en que jjací I Y ayudarános Belardo. Que á tus parientes des gusto.
Baste que sutVa los cuernos, ERÍFILA.
BELARDO.
Sin padecer dos inüeinos
En penar y consentir. De pesado me acol)ardo ¿Que te has casado, enemigo?
Pero no diréis (jue os niego. FLORIANO. (Ap.)
VERINO.
{¡lacen eslos una máscara de locos, y que es de veras.
Detente. Ella piensa
vanse en acabando.
LAIDA. ERÍFILA.
Quiérome ir ¿Que ya, traidor, fementioo.
Que tengo los ojos tiernos. Para siempre te he ¡)erdido?
, , ) ,, , »
; ,, , , ,, ,
;; , ,
FLORIANO. (Ap.) Poro (lime, ¿de qué suerte Pero decid, Floriano,
¿Cosa que esta diga aquí Fué suceso tan extraño? ¿Quién es Elvira, esta loca?
Mi historia parte por parte? REINERO. LEONATO.
ERÍFILA.
Mi muerte ha sido un engaño. Eso á mí solo me toca,
¿Piensas, traidor Floriano, Si me ([uiere dar la mano;
FLORIANO. Que yo soy criado suyo,
Con ese sayo ungido?...
FLORIANO. ¿Engaño? pues ¿cómo? Y de su padre lo fui.
REINERO. GERARDO.
(^P-l Vive Dios ,
que soy perdido !
;.Kncubrir tie aijuesta suerte Por hermosura y linaje De en casa de un padre honrado.
Del gran Reineio la muerte? Después de las muchas fiestas Tan hidalgo y estimado,
Que hice en su misma calle, Cuanto después os diré.
GERARDO.
Torneos de á pié famosos, Aquí la truje á Valencia,
¿De Reinero? Espera un poco. De galas y de plumajes; Donde el ánimo perdí
¡Traidor! Tú eres Floriano,
;.
Sortijas llenas de cifras, Porque á su padre temí
El que mataste á Reinero? Con invenciones iguales Y ansí, hice della ausencia.
FLORIANO. En que las letras docian Las joyas que le tomé,
Callad, que es loca. (Áp. Yo muero Lo mas que las almas saben; Tres mil ducados valdrán;
Dt'sla vez. ¡Oh amor tirano! Muchos toros , en que hice Que todas juntas están
¡Mal liava el que su secreto Suertes, venturas y lances, Y sin falta las daré.
Descubre á mujer ninguna !) Y cuyo arrugado cuello Halláronla dando voces,
Hizo mi espada dos partes; Y por loca la trujeron.
GERARDO.
Y de algunas gentilezas. Donde estos amores fueron
Oían bien me dio la fortuna. En que á todos fui agradable. Tan grandes como conoces.
Las albricias te prometo. Sino es á la ingrata Celia, Dame , Erítila ,
perdón
Asiide todos muy bien. Que vive para matarme Que este es tu nombre , y no Elvira.
PISANO. Pues cuando puse mas bien GERARDO.
¡Oh traidor! ;.Con este engaño Al caballo el acicate.
El es suceso que admira
Si decían : « Dios te guie,
Quieres r^ímediar tu daño, Y me pone en confusión.
Y que la muerte nos dea? Ella , « Un estribo te arrastre;»
¿Casaránse, según eso?
Salí á rondarla una noche
GERARDO. Harto escura , porque salen FLORIANO.
Yo de Valerio me quejo Entonces á ver su lumbre Eso no; que la ha querido
Que ha sido quien me engañó. Los murciégalos amantes Valerio, por quien yo he sido
VALERIO. Yo con espada y rodela Libre de peor suceso.
Ser su amigo me forzó Y con un broquel un paje El se casará con ella.
A darle ayuda y consejo. Aunque sin este venían VALERIO.
Otros dos con dos montantes.
CABALLERO. Esforzarla voluntad
Aquel paje del broquel Con el rigor y amistad
Sino ha hecho mas delito Traía mi nombre y traje,
Que vuestro gusto atropella.
Que dar á Reinero muerte A quien tú diste una herida, Pero vuestras voluntades
Soltalde. De que ya difunto yace. Están conformes; y ansí,
GERARDO. Yo mandé.que de los otros No es bien apartar por mí
Pues ¿de qué suerte? Nadie siguiese el alcance, Tan estrechas amistades.
Sino que el muerto del suelo
CABALLERO. Levantasen al instante. FLORIANO.
¡Oh cielo santo y bendito! Hice que por la ciudad En mayor obligación
¡Cuántas maravillas son Fama de mí muerte echasen Valerio, me habéis echado,
Las que salen de tu mano! Moviendo á piedad las piedras Pues dos vidas me habéis dado
¿Conócesme, Floriano? De una desgracia tan grande, En esta loca prisión.
FLORIANO. Por ver si se condolía Dame esa mano, mi bien;
En la muerte de mis males, Que todo ha sido fingido.
¿Es sombra ó es ilusión?
La que jamás en la vida Recíbeme por marido,
CA" LERO. Tuvo lástima notable. Y por tu esclavo también.
Yo soy, no te causo espanto. Laslimó nueva
la triste ERÍFILA.
Al viejo Coiide mi padre,
FLORIANO. La mano y el alma y todo,
Haciendo mil diligencias
¡Principe ¿que no eres muerto? Dueño de mi libertad.
!
Por hallarle y por hallarme;
VALERIO. Porque hice que en secreto REINERO.
¿Es Reinero? Al paje muerto enterrasen, En tan gran solenídad
Y partí de Zaragoza .lusto es que se cumpla todo.
CABALLERO.
Otro día por la tarde. Valerio, pues ya sabéis
El mismo. Aíjuí he sabido que Celia Quién es Fedra , y quién ha sido
VALERIO. Por mí grandes llantos hace; El casamiento fingido,
¿Cierto? Y ansí, pienso volver vivo Gusto que vos le acabéis.
Donde de nuevo me mate. Quiero que os caséis con ella.
CABALLERO (Ó REl.NERO).
Porque el Conde mas se alegre. VALERIO.
Yo soy; no te admires tanto. Conmigo quiero llevarte;
A tener Fedra sentido
VALERIO. Que es bien lleve un muerto á un loco Fueras, Príncipe, servido,
Pues Señor, ¿no Que tan bien fingirlo sabe.
Y yo dichoso en querella.
te mató
Floriano? FLORIANO.
,
FEDRA.
REINERO. Por tan extraño suceso En eso no hay que culparme;
No, pues vivo. Gracias al cíelo se den. Que aunque por ti le perdí
, ;; ;
Y de lo mucho que os quiero Podrás remediar tus penas; El hospital de los locos.
, ;; ; ; ,
L4 ESTRELLA DE SEVILLA.
PERSONAS.
EL REY DON SANCHO EL FARFAN DE RIBERA , alcalde BUSTO TABERA. DON MANUEL.
BRAVO. mayor. ESTRELLA dama. , CLARINDO, gracioso.
DON ARFAS. DON GONZALO DE ULLOA. TEODORA. UN ALCAIDE.
DON PEDRO DE GUZMAN, FERNÁN PÉREZ DE MEDINA. MATILDE. Acompañamiento.
alcalde mayor. DON SANCHO ORTIZ. DON ÍÑIGO OSORIO. Criados. Músicos. Gente.
La escena es en Sevilla.
Que á vuestro amparo lie de hacerme cima se leen allí de este modo : Blanca y rubia vendrá á ser
Rey de Gibraltar, (|ue duerme Las vidas. Mármol y azófar; y obligas.
Descuidado en las colunas AniAS. Como adelante prosigas,
Y con prósperas fortunas Asi lo siento, y salisfeclio A oir lü^quemeda pena.
Haré que de mi se acuerde ^.
Su majestad de los dos
Qucila de \uestro deseo.
5 Con dice en la edición antigua.
i Falla un verso á esta derinia. Donde se ve que sobran algunas palabras en (> Con dice aquí también en la edición an-
* Acuerde no es consóname de hacerme \-
el primero ó en el segundo de estos versos, tigua.
duerme. y falta uno entero. 7 Lffdice en la edición primitiva.
, ' ; ; ;; ; ,
REY.
Que en la esfera sevillana De vuestro padre, y en tanto
Es sol, si estrella es su hermana Que estáis con luto y con llanto, Vos sois un gran caballero,
Que estrella y sol se han juntado. En mi corle descansad, -f.-'-' BUSTO,
REY. DOS GONZALO. De eso he dado á España indicio;
En buena estrella he llegado Con la mesma pretcnsión Pero-conforme á mi oficio.
A Sevilla tendré en ella
: Fernán Pérez de Medina Señor, los aumentos quiero.
Fuerte favor, si es tan bella Viene, y llevar imagina REY.
Como la deseo; ya Por servicios el bastón
Todo rae sucederá Pues yo los puedo aumentar.
Que en fin adalid ha sido
Muy bien, con tan buena estrella. Diez años, y con la espada BUSTO.
Los nácares de Granada Divinas y humanas leyes
El resto de esta décima se lee en la edi-
*
De rubíes ha teñido; Dan potestad á los reyes;
ción antigaa así :
Y {)or eso adelantarme Pero no les dan lugar
Si es mas bella Quise. A los vasallos á ser
Que el sol, icomo así la o/ende?
Mas Sevilla no se entiende,
REY, Con sus reyes atrevidos.
Mereciendo su arrebol; Verémeen ello; Porque con ellos medidos,
Llamárase sol, pues es sol Que supuesto que he de hacello, Gran Señor, deben tener
Que vivifica jr enciende. Quiero en ello consultarme. Sus deseos; y así, yo,
: ; ; ; , ; , ;; , ; ;
'Dtan general délas fronterasdeArchido- BUSTO. Sin ella son destos modos
,
Dna, atento que mi padre, estándole sir- Son mis verdades espejos iodos cuerdos; pero lodos
wviendo mas tiempo de catorceaños,ha- Y así, en ellas os miráis. No en todas. Señor, lo son.
vciendo notables servicios á Dios por
REY. Aquel murmura hoy de aijuel
«vuestra corona, murió en una escara-
Sois un grande caballero, Que de otro ayer murmm'ó
»muza. Pido justicia, etc.»- <t\^^^t\
Y en mi cámara y palacio <•.•• que ejecutó.
— Si de su padre el valor
Quiero que asistáis despacio.
(jue la ley
Ejecuta él tiemjio en él.
Ha heredado don Gonzalo,
Porque yo conmigo os quiero. Su honra en una balanza
El oficio le señalo, -t'. ••
¿Sois casado? Pone en otra poner puedes
;
"'
ESTRELLA. \
Que con arrullos roncos ^ ,C.t'<H Tristeza y alegría Los contratos; que su ley
Talamos hace de los huecos ti'oncí
En cuidado me han puesto, No ha de atropellar lo justo.
C^«^'- DON SANCHO. kíjitrate dentro, Estrella.
SANCHO.
i
Ay cómo agradece
te
ESTRELLA
Mi vida esos deseos Si el Reyquiere torcer,
la
¡Válgame Dios El tiempo meatropella.
!
¿Quién fuerza le ¡jodrá hacer,
Los etéreos trofeos
De la fama apetece {Vanse Estrella // Matilde.) ;;;l)ieiuiü interés ó gusto?
;
Y la tristeza decid.
A perturbar mi dulce casamiento.
UA1II.ÜE.
Con aplauso á Sevilla,
¡Ay hermoso lacayo BUSTO. No goces los imjierios de Castilla.
Que al son de la almohaza eres poeta! De su cámara me ha hecho. Bien de don Sandio el Bravo
l\\'^ t.,',-
CLARINDO. DON SANCHO. Mereces el renombre; que en las obras
¡Ay mi dicha! También es gusto.
De conocerte acabo.
MATILDE. Pues portu crueldad tal nombre cobras;
BUSTO.
Pero Dios las humilla.
¡Ay dichoso! Al pesar De Sevilla salgamos;
CLARINDO. Vamos. Vamos á GiJ)rallar, donde las vidas
No tiene tantos aves un leproso. DON SANCHO. (Ap.) En su riesgo perdamos.
DON SANCHO. Que me ha de costar CLARINDO.
Algún cuidado sospecho.
¿Qué dice al fin tu hermano? Sin ir allá las damos por perdidas.
BUSTO.
ESTRELLA. DON SANCHO.
Que hechas las escrituras Díjome que no casara
\ Estrella, porque él quena
Con Estrella tan bella,
Tan lirmes y seguras. ¿Cómo vengo á tener tan mala estrella?
Casarla, y se prefería,
El casamiento es llano, j^* ,
rilas ay, que es rigurosa
Y que el darte la mano .^.^
Cuando yo no la dotara, i
<
A hacerfo y dalla marido Y en mi son sus electos desdichados
Unos dias dilate r^ V-'' v ' ""
A su gusto. CLARINDO.
Hasta que él s^revenga.
DON SANCHO. -4 DON SANCHO. Por esta estrella hermosa \
Tú
dyíste Morimos como huevos estrellados ; V^
Mejor fuera en tortilla. \^^>Jk " 1
Mi amor quiere que tenga
Misero fin, si el tiumpo le combate.
Que estabas alegre y triste; ^
mí con tu enojo,
á
Si el tiempo se detiene, Y tú el gusto tener puedes
Habla á mi hermano. Que en la cámara del Rey,
; , , ' , , ,, ; , , ; !
Por el camino !a.v.Ui |ft Medio dormidas ías aves," Una cédula del Rey svA-*- * '
T
Será , si me dais licencia La imul rugan y recuerdan, Uv-->>'
Con su íirma y de su letra.
Que no tengo apercebida Y del desvelo llorosa ,
.
Toiias la^ noclies requiebra; DON ARIAS. Busque tras mí vuestra alteza*
Quo osle descuido en los hombres ¡Buena queda la esclavilla, Lo escuro del corredor.
iuiiuitas honras cuesta. A fe de noble Vanse.)
(
DOS ARIAS. REY.
Y ¿á qué hora te parece Recelo ESCENA II.
Que venga el Rey? Que me vende el sol del cielo
En la Estrella de Sevilla. DON MANUEL, BUSTO, DON ÍÑIGO
MATILDE.
Señor, venga BUSTO.
A las once que ya entonces
;
Esta es mi posada.
Estará acostada. ACTO SEGUNDO. DON IÑIGO.
DON ARL\S.
Adiós.
Lleva
Esta esmeralda en memoria Calle. BUSTO.
De las mercedes que esperas. Es temprano para mí.
(Vanse.)
ESCENA PRIMERA. DON MANUEL.
EL REY. DON ARIAS y MATILDE, á No habéis de pasar de aqui.
/a
puerta de casa de Busto. BUSTO.
Salón del alcázar.
Basta.
ESCENA XIV. MATILDE. DON IÑIGO.
Solo será mas seguro;
Tenemos los dos
DON IÑIGO OSÜRIO, BUSTO y DON Cierta visita que hacer.
Que iodos reposan ya.
M.\NUEL, con llaves doradas. BUSTO.
REY.
DON MANUEL. ¿Y Estrella? ¿Qué OS pareció Feliciana?
Goce vuestra señoría MATILDE. DON MANUEL.
La llave y cámara y vea ,
Durmiendo está, En el alcázar mañana
El aumento que desea. Y el cuarto en que duerme, oscuro. Amigo en esa mujer
,
Aunque me amenaza el suelo, DON ARIAS. {Ap. al Rey.) Osorio, Juanico, Andrés!
Viéndome tan levanlailo;^i'i..i^* í*
Todas con el interés Todos duermen. ¡Justa, Inés!
Que como impensadamente '
El que honra tan de repente. Divina cosa es reinar. Y de los sentidos dueño.
DON ARIAS. {Éntrase en su casa.)
ESCENA XV. ¿Quién lo puede resistir?
donarías.— Dichos. REY.
/ Al solo he de subir,
fin ,
Sala de casa de Busto.
DON ARIAS. Para mas disimular.
A recoger, caballeros; ESCENA IV.
DON ARIAS.
Que quiere el Rey escribir.
¿Solo te aventuras hoy? EL REY, MATILDE; después,
DON MANUEL.
REY. BUSTO.
Vamos pues á divertir
La noche. Pues díme, ¿en qué me aventuro?
MATILDE.
Y cuando no esté seguro,
{Vanse Busto don tingo y don Ma- Pienso que es el que llamaba
,
¿Conmigo mismo no voy?
nuel.) Mi señor. ¡Perdida soy!
Vete.
ESCENA XVI. DONARÍAS. REY.
¿No dijiste que venia
EL RE Y. — donarías. i Dónde aguardaré?
Al alba?
REY. MATILDE.
REY. Desviado de la calle, Desdicha es mia.
¿Que sus luceros En parle donde te halle.
Esta noche he de gozar, {Sale Busto, y el Rey se emboza.)
Don Arias? DON ARIAS. BUSTO.
DON ARIAS. En San Marcos entraré.
( Vase.) ¡Matilde!
La esclavina REY. MATILDE.
Es extremada. .
¿A qué hora Busto vendrá ? ¡Ay Dios Yo me voy.
!
Vén conmigo.
¡El, Rey había de estar REY, embozado, BUSTO. MATILDE.
Sus vasallos ofendiendo
¿Dónde voy?
De nuevo en esto me ofendo; CRUDOS.
Por esto os he de malar. ¿Qué es esto? BUSTO.
Aunque mas me porlieis ; k ,, .
REY. (Ap.) Vasá que te vea el Rey;
Y ya que á mí me ofendáis,
'
Dijeran que imaginaron. Con el papel en las manos. Con sus destemplados giros
Si la espalda no volviera, REY. La campana de las Cuevas,
Temiendo ser conocido; ;Hay tal rabia! Lisonja del cielo empíreo.
Y vengo desta manera. Entré en casa y topé en ella.
DON ARIAS. ,
Mas ¿de quién podré fiar ¡Y me levantas del lecho. Volvió la espalda , y no pudo
Este secreto? Solo, triste y afligido! Ser de nadie conocido.
DON ARIAS. Confuso estás y turbado. Conjuré la esclava ; y ella
De mí. Diine, ¿has visto alguu delito Sin mostralle de Dionisio
REY. En que cómplice yo sea? Los tormentos confesó ,
De quien el moro ha temblado ¡Yo delito! Mas ya entiendo Porque su aliento nocivo ',
¿Está culpado?
¡Yo cédula Yo papel! !
REY.
Qué Mas en vos que no en él
!
Señor. .
REY. en BdsIoii, ano de iS40, y no .«e lee en la
REY. (Ap.) anii:,'ii;i (|uc nos sirve de original.
ini|)icsi()n
Hallándole descuidado - falla un verso que consuene con cice-
Galán es. Puedes matarle. le II ¡es,
L-i.
10
: , ! —
, ,
,
U6 comedí \S ESCOCIDAS DE LOPE DE VEGA CARPIÓ.
r.unndo lo nbrnis no os asombre; i
Mas con el miedo y gusto DON SANCHO. (.4/?.)
Mir;.d oiie he oiclu (locir Me olvidaba del Bey, y no era justo. Y yo desdicha en hallaros,
En Sevilla que es muy hombre. Ya est.T el papel abierto. Porcpie me buscáis a(|ui
DON SANCHO. Quiero saber quién ha descreí muerto. Para darme vida á mi;
Presto, Safior, lo sabremos. {Lee.) « Al que nnierte habéis de dar, Pero yo para malares.
iüEs. Sandio, á Buslo Tabera.i»
ursTO.
RKY. — ¡Válgame Dios! Que esto quiera!¡
Ya, hermano, el plazo llegó
Los dos, Sancho, solamente ¡Tras una suerte un azar
Esle secreto subamos. Toda esta vida es jugar De vuestras dichosas bodas.
No hav que advertiros; pri;dente Una cartela imperfeta, DON SANCHO. (.\p.)
Sois vos oblad y callemos.
:
,
{Vase.) Mal barajada, y sujeta Mas de mis desdichas todas,
A desdichas y á pesares; ^ Decirte pudiera yo.
ESCENA XII. Que es toda en cientos y azares ¡Válgame Dios ¡'¿Quién se vio
Como juego de cartela. Jamás en tanto pesar?
CLARLNDO.— DON SANCHO. Pintada la suerte vi; ¡Que aqui tengo de matar
Mas luego se despintó Al que mas bien he querido!
CI.AniNDO. Y el naipe se barajó Que á su hermana haya perdido!
¿Habia de encontrarte Para darme muerte á mí. Que con todo he de acabar!
Cuando nuevas tan du Ices vengoá darte? Miraré si dice asi... BUSTO.
Dame, Señor, aibvicias Peí o yo no lo leyera
Ya por escritura estáis
De las glorias ma\ores que Si el papel no ló dijera.
codicias. Casado con doña Esti ella.
Quiérole otra vez mirar.
DON SANCHO. {Lee.) «Al que muerte habéis de dar, DON SANCHO.
¿Agora de humor vienes? «Es, Sancho, á Busto Tabcra.» Casarme quise con ella ;
'
¡Qué dices! La alegría [mia? {IjCe.) «Al que muerte habéis de dar, Y estoy, Sancho Orliz, corrido... '
Jle ha de matar. ¿Que Estrella ha de ser )>Es , Sancho, á Buslo Tabera.a DON SANCHO.
El hermoso lucero ¿Si le mala por Estrella ^ Mas lo estoy yo.
Del alba ;,es para mí? Del sol espero El Rey, que servilla trata ?...*$'"'''""''
BUSTO.
Que los dorados rayos Si por Estrella lé mala :
,
¡Vos! ¿Deque?
En abismos de luz'pinten desmayos. Pues no muera aquí por ella.
{Lee) «Esposo, ya ha llegado Ot'endelley defendella DON SANCHO.
íEI venturoso jtlazo deseado Quiero. —
Mas soy caballero, De hablaros.
»Mi hermano va á buscarte Y no he de hacer lo que quiero, BUSTO.
»Solo por darme vida y por premiarte. Sino loque debo hacer. Si en mi honra y fe
iiSi del tiempo te acuerdas, Pues ¿qué debo obedecer? Algún defecto advertís.
«Búscale luego, y la ocasión no pierdas. La ley que fuere primero. Como villano menlis,
kTu Estrella.^) —
Ay íbi'ma Ixilla!
¡
Mas no hay ley que á aquesto obligue. Y aqui os lo sustentaré. {Mete mano.)
¿Oue bien no he de alcanzar con tal es- Mas si hay"; que aunque injusto el Rey, DON SANCHO.
Avisa al mayonlomo [trella? ¿Qué has de sustentar, villano?
De la dichosa sujeción que tomo, A él después Dios le castigue.
{Ap. Perdone amor; que el exceso
Y que saque al momento Mi loco amor se niiligiie;
Del Rey me ha quitado el seso,
Las libreas que están para este intento Que aunque me cuesle disgusto
,
Y es elresislirme en vano.)
^En casa reservadas, Acudir al Rey es justo:
^' {Riñen.)
Y saijuen las calie/.as coronadas Busto muera , Busto muera
^^^j^
^
"^^
Mis lacayos y pajes
De hermosaspesadumbres de plumajes.
Pues ya no hay quien decir quiera
«Viva' Busto, viva Busto.»
:
CUSTO.
¡Muerto soy! Deten la mano. {Cae.)
Y si albricias codicias, Perdóname, Estrella hermosa; DON SANCHO.
Toma aqueste jacinto por albricias; Que no es jiequeño castigo
Ay que estoy fuera de mí,
¡ ,
Que el sol landiien te diera, Perderle y ser tu enemigo.
Y sin sentido le heri!
Cuando la piedra del anillo fuera. ¿Qué he hacer? ¿Puedo otra cosa? Mas aípií, hermano, le pido
CI.AniNlJO.
ESCENA Que ya que cobré el sentido.
Vivas masque la piedra,
A tu esposa enlazado como hiedra;
Y pues tanto le precio.
DUSTO.— DON SANCHO.
XIV.
Que tú me mates á mí.
Quede tu espada envainada j
En mi pecho; abre con ella
M
Vivas, Señor, masañosquenoun necio. nusTO. Puerta al alma.
{\ase.) Cuñado, suerte dichosa BUSTO.
He tenido en encontraros. A doña Estrella
ESCENA XIII.
1 F;ilta (>n esta décima un verso que con-
Os dejo, hermano, encargada.
Adiós. {Muere.)
suene ron (lado.
DON SANCHO. 2 Kiilia un verso : (Ion Cándirlo María Tri-
DON SANCHO.
gueros (|ue retundió esta comedia,
, lo su- Rigurosa espada,
Duscar Busto quiero;
á pliócon este : Sangrienta y fiera homicida.
Que entre deseos y esperanzas muero. Es obedecerle ley. Si uie has quitado la vida.
: ; ; " ; ,
'
Partida por medio está.
t;Hü;DUSrO, ?/¡«é;;/o. I
I ESTRELI.A.
No importa que esté partida;
DON PF.nno. Sala en casa de Busto.
I
i
Que es bien que las piedras sientan
iQué es esto? Deten la mano. Mis contentos y alegrías.
DON SANCHO. I
ESCENA XVII. 1
DONARÍAS. — Dichos. !
TEODORA. fstrfit a.
;
Es, Señora, que la sangre
Pero... ¿(¡ué es esto?
DO.N ARIAS. Se lia asomado á las mejillas
DON peIiro.
¿Qué es esto? ¡
F ntre temor y \ergüen/a.
Solo á celebrar tus dichas. Los desastres y desdichas
DON SANCHO.
Se hicieron para los hombres;
Un liero rigor; ESTRELLA.
Que es mar de llanto esta vida.
Que tanto en los hombres labra Ya me
parece que llega, El señor Busto Tabera
L na cumplida palabra
I
estrftla.
Decidle al Rey mi señor F>ntre mil tiernas caricias.
\
Suerte enemiga!
C!ue liei.eu lo.s sevillanos
i
Ya me
parece que dice
¡
Las palabras en las manos, Mil ternezas, y que oidas, DON PEDRO.
Como lo veis, pues por ellas Sale el alma p'-r los ojos, El consuelo que aqui os queda
Atrepellan las Estrellas Disimulando sus niñas. Es que está el lie.o homicida,
Y no hacen caso de hermanos. ¡Ay venturoso dial Sancho Orliz de las Roelas,
DON PEDRO. Lsia ha sido, Teodora, eslrella niia. Preso, y del se hará justicia
Dio muerte á Rusto Tabera. TEODORA.
Mañana sin ialla...*
^.
'^'' " estrella.
DON ARIAS. Parece que gente suena.
¡Hay tan temerario exceso! Cayó espejo. De envidia,
el {Álzale.) Dejadme, gente enemiga
Elbristal, dentro la hoja, (,'ue en vuestras lenguas traéis
DON SANCHO.
De una luna hizo inlinilas. ,
'
'
' ' De los infiernos las iras.
Prendedme, llevadme preso .
TEonnuA.
Hay quien lo escuche y no muera?
Me lii7.o el amor intentar, v\^*-'M</'" Piedra soy, pues estoy viva.
Pues meha ol)lií;adü á malar, Señora, si. ¡Ay riguroso dia!
Y me obligado a nioi ir
lia
, ESTRELLA. Esta, amigos, ha sido eslrella mia.
Pues por él vengo á pedir Bien hizo, porque imagina Pero si hay piedad humana,
La muerie que él me lia de dar! Que aguardo el cristal,' Teodora Maladme.
,
Loco Seguidla.
está. En albricias.
rON SANCHO. !
ESTRELLA. CLAIÜNDO.
Yo, atropello Señora...
si Pues yo quiero
Mi gusto, guardo la lev. Feriarte aquesas albricias. 1 Verso incompleto.
; ! »
: ; ' . : ; ;
REY.
Tomad esta soilija, y en Triana
DON MANUEL. ' '
A Anaxáíjoras, y hurla /
¿Le matasteis? De aquesta suerte los dos
De los latinos y griegos -
DON PEDRO. Por qué murió; solo sé Un caso muy mal pensado,
Entrad. Que le maté sin saberlo. Y anduvisteis poco cuerdo.
CLARINDO. DON PEDRO. ^ , !
^ FARFAN.
Que vienen. Señor, sospecho Pues parece alevosía- iL'-^V ''
Al cabildo de Sevilla
Estos á notificarte Matarle sin causa. \ Habéis ofendido y puesto ,
Cuando la muerte por horas Que cumplo lo que prometo; Ceniza soy de sarmientos.
Le amenaza, y por momentos Y si él es don Sancho el Bravo,
La sentencia está aguardando r DON SANCHO.
Yo ese mismo nombre tengo. t -
Y'a estamos en la otra vida.
Del fulminado proceso, Decidle que bien pudiera t)i^^^-> 'vo-A*
¿Con música se entretiene? CLARINDO.
Tener pajiel mas me afrento ;
DI» SANCHO. j^*.'-^ Asidla», lievaille preso Idos con Dios; acabad.
Al otro nuuulo , a la cárcel Libre estáis. Y os detenéis!
Si andan coches por acá,
¡
Deslruiraii el inlierno.
De So\illa por el viento. \ — ¿Qué miráis? Qué os suspendéis?
l'ent si el inüerno es V,o ' • ' '
^ —
¿Cómo? TapiKlüs los ojos ji^i.\ '^ Tiem|)o jiicrde el que se tarda:
Para que vuele sin miedo. Id que el caballo os aguarda,
¿Cómo esciibauos no vemos? ,
CLAniNDO.
Ya — En sus hombros
está laj)ado. En (|ue encaparos podéis.
A! punto Diablo Cojuelo
el Dineros tiene el criado
No los quieren recebir
Porque acá no inventen pleitos.
Alia ¡longa de un
le — sallo. ,
Para el camino.
¿De un salto? Yo soy contento.^ DON SANCHO.
DON SANCHO. Camina y lleva también
,
Señora
Pues en él pleitos no hay. De la mano al compañero. Dame esos pies.
Bueno ha de ser el inlierno. {Da una vuella, ¡j (líjale.)
ESTRELLA.
CLARINÜÜ. Y'a estáis en el mundo, amigo.
Id que ahora
¿Dneno?* Quedaos á Lios. Con Dios quedo. — No es tiempo.
;
honor.
Allí está el tirano DON SANCHO. DON SANCHO.
Cargado de muchos necios ¡Dios dijo!
Voy con cuidado.
Que por la honra padecen. CLARINDO. Sepa yo quién me ha librado,
DON SANCltO. Sí, Señor que ; Poiípie sepa agradecer
Quiórome juntar con ellos. Este demonio ,
primero Tal merced.
Honor, un necio y honrado Que lo fuese , fué ciistiano ESTRELLA.
"".'•'
Viene a ser criado vuestro Bautizado y es gallego "^-^ '
,
Una mujer
Por no exceder vuestras leyes. De Cal-de-Francos. Vuestra aficionada soy.
Mal anillo lo habéis hecho
. ,
DON SANCHO. Que la libertad os doy,
Porque el verdadero honor Parece Teniéndola ea mi poder.
Consiste ya en no tenerlo. Que de un éxtasis recuerdo. Id con Dios.
¡A mi me buscáis allá, ¡Válgame Dios! Ay Estrella, DON SANCHO.
¡
LA ESTRELLA DE SEVILLA.
Que es bien que te pierda asi ESTRELLA. Y el Pontífice romano
D d>a, fué abrirle l'ueiza. No digo que las torzajs, Flores de virtudes bellas
Entro, donde alegre aguarda Sino que eijuidad se haga Que os guarnecen y acompañan.
La muerte. En la justicia. Id con Dios.
REY. DON PEDRO. {Vase Farfan.)
>'o he visto gente Señor,
Mas gentil ni mas cristiana La causa de nuestras causas ESCENA XV.
Que desta ciudad callen
la :
Es vuestra alteza en su ftat:
traéis lirmada
Mayor, que le desterremos Es la
UN CRIADO. — EL REY; después, los A Gibraltar ó á Granada, ¿Asi, villanos, cumplís
ALCALDES. Donde en mi servicio tenga A vuestro rey la palabra?
L'na muerte voluntaria. ¡Vive Dios!
CRIADO. ¿Qué decís? FARFAN.
Aquí DON PEDRO. Lo prometido .
Ver á vuestra alteza aguardan Que soy don Pedro Con las vidas, con las almas \
Decid que entren con sus varaju Por lai potencias humanas.
"' REY.
(Vase el criado.) Por la tierra, jiorel cielo.
Si yo puedo, á Sancho Orliz Dadme esos brazos, don Pedro Que ninguno dellos haga
He de cumfdir la palabra. De Guzman; que no esperaba Cosa mal hecha ó mal dicha.
Sin que mi rigor se entienda. Yo menos de un pecho noble. DON PEDRO.
Id con Dios haced que salga
:
{Salen los dos alcaldes.)
Luego Farfan de Ribera. Como á vasallos nos manda;
DON PEDRO. /
(,i/).'Monles la lisonja allana.) ;(< Mas como alcaldes mayores,
Ya, gran Señor, sustanciada Vase don Pedro.) No pidas injuslas ca^l^as;
(
La culpa, pide el proceso Que aíjuollo es estar sin ellas,
La sentencia. ESCENA XIV, Y aquesto es estar con varas,
REY. Y el cabildo de Sevilla
Sustanciadla: FARFAN. — EL REY. Es quien es.
Con tu rigor mis desgracias? DON SANCHO. Que ver sienijire al homicida
Yo maté a Bustoí Tal)era; Solo De mi hermano en mesa y cama
Maladme, muera quien mata. Me ha de dar pena.
Ese descargo aguardaba
Haz, Señor, misericordia,
Mi honor. El Rey me mandó DON SANCHO.
Haciendo justicia.
Matarle ; que yo una hazaña Y' ámí
RET. Tan íiera no cometiera. Estar siempre con la hermana
Aguarda. Si el Rey no me lo mandara. Del que maté injustamente.
¿Quién te mandó darle muerte? REY. Queriéndolo como el alma.
D0.\ SANCHO. ESTRELLA.
Digo que es verdad.
Un papel. Pues ¿libres quedamos?
REÍ. FARFAN.
Así DON SANCHO.
¿De quién?
Sevilla se desagravia; Sí.
DON SANCHO.
Que pues mandasteis matalle. ESTRELLA.
Si hablara Sin duda os daría causa.
El papel, ello dijera; Pues adiós.
REY.
Que es cosa evidente y clara; DON SANCHO.
Slas los papeles rompidos Admirado me ha dejado Adiós.
Dan confusas las ¡alaliras. La nobleza sevillana. REY.
Solo sé que di la muerte DON SANCHO. Aguarda.
Al hombre que mas amaba, Yo á cumplir salgo el destierro. ESTRELLA.
Por haberlo prometido. Cumpliéndome otra palabra
Mas aqui á tus pies aguarda Señor, no ha de ser mi esposo
Que me disteis. Hombre que a mi hermano mata.
Estrella mi muerte heroica,
REY. Aunque le quiero y le adoro. ( Vase.)
Y aun no es bastante venganza.
Yo la ofrezco. DON SANCHO.
REY.
Estrella, yo os he casado
DON SANCHO. Y yo, Señor, por amarla.
Con un grantle de mi casa, Yo dije que aquella dama No es justicia que lo sea. (
Yase.)
Wozo, galán, y en Castilla ^ Por mujer habias de darme REY.
^
PrincipCj y señor de salva ; Que yo quisiera. ¡Grande fe!
Y en premio desto os pedimos, REY. DON ARIAS.
Con su perdón, nuestra gracia
Asi pasa. ¡Grande constancia!
Que no es justo que se niegue.
DON SANCHO. CLARINDO. (Ap.)
ESTRELLA.
Ya, Señor, estoy casada,
si Pues á doña Estrella pido, Mas me parece locura.
Vaya libre Sancho Ortiz. Y aquí á sus divinas plantas REY.
No ejecutes mi venganza. El perdón de mi error pido.
Toda esta gente me espanta.
DON SANCHO. ESTRELLA. DON PEDRO.
lAl fin me das el perdón Sancho Ortiz, yo estoy casada.
Tiene esta gente Sevilla.
Porque su alteza te casa ? DON SANCHO.
REY.
ESTRELLA. ¡Casada!
Casarle pienso y casarla
Sí, por eso te perdono. ESTRELLA.
Como merece.
DON SANCHO. Si.
CLARINDO.
¿Y quedáis asi vengada DON SANCHO.
Y
aquí
De mi agravio? Y'o estoy muerto
¡
Esta tragedia os consagra
ESTRELLA. REY. dando á La Estrella
Lope,
Y satisfecha.
Estrella, esta es mi palabra. De Sevilla eterna lama, '
LA DISCRETA ENAMORADA.
PERSONAS.
La escena es en Madrid.
BEI.ISA.
que se quedan á un lado de la calle, FENISA. (Ap.)
¿Extremos haces agora?
FEMSA.
distantes dt; — BELISA y FENISA. ¿Que á qu^en no sabe de mí
Amase con tal rigor?
Pues ;,no he de sentir. Señora , CEBARDA. (.4 Lucindo.) (,Hie no me
conozca este hombre,
Que por momentos me acabes? Que soy lu querida prenda? Y que nie niueía por él?
; ,
Miente, por lu vida y mia; ¡ Ay, mí Lucindo y mi iiion ! Belisa, el ser vecino ((pie en efi'lo,
Q>ue antes monja ser quería, ¡
Quién viese tan dulce día Me repararen vuestra c;is;i)
obii|,':i á
Y sin gusto me casé. De su me ha dado buen conecto.
viiiuii
FEMSA.
ESCENA VII. Veo larde y mañana cuanto pasa
Tras esto sé de coro su nobleza,
Pues ¿cómo fuiste celosa EL CAPITÁN HERNARDO, muii gnJan,
('orno suele inforniar.se (|uien se casa;
De mi pudre, que Dios haya? con áíi gorra de plumas, c.í/juda // da-
\
Correr l.i posta áFiáiides desde Kspañ?, La novia del Capitán. Supliré en regalo y galas
Consumen la robusta í^aliardia BELISA. Los defectos de la'edad.
Que los lloridos años acompaña. Lejos sus intentos van FEMSA.
Dios haya á Carlos Quinto, (pie decia Y estoy corrida por Dios. Con tu honor y calidad.
,
Que la posta y la mar le envejecieron, Señor, mis años igualas.
Cuando apenas cuarenta y seiscumplia. FEMSA. {.Ap.)
Deja la humildad aquí.
Yo naci el año de sesenta, y fueron ¡Ay sueño de mi afición
Pues ya soy tuya.
El Du(pie y la Duquesa mis padrinos, ¡Qiié bien pues que me engañé
.
CAPITÁN.
Cuvas Albas España dieron.
tal luz á Por vuestras burlas diré ,
Dijiste?
Que si fuera de bronce me acabaran. BEI.1SA.
Kn lin, señoras, somos hoy vecinos. FEMSA.
Fenisa aunque estoy corrida
Mucho los viejos una casa amparan
,
ya no es suya
Sí ,
;
De haber pensado casarme. Quien se ha de llamar de tí.
Los mozos son polilla de la hacienda, No lo estoy de imaginarme
[ran. CAPITÁN.
De tu verde edad vencida.
Que unos á andar comienzan, y otros pa- Discreta eres procura ;
¿Otro favor ? Pesia tal
¡
Mi edad no es bien vuestra virtud ofenda; Persuadirte á lo que ves. ¡No fuera en Flándes aquesto,
[mo, Para que se echara el reslo
FEMSA.
Que eslov muy ágil fuerte, como y d uer-
, Con un feslin general!
Y sé á un caballo gobernar la rienda. Si á tuedad vence interés Torneo habia de haber.
[fermo; A mi edad vence hermosura. Por vida del Capilan ;
Yo ])iensn que en mi vida he estado en- Los viejos que habéis gozado
,
Y si licencia me dan ,
FE.MSA.
Es extremada. LUCINDO.
Sospecho ¡Qué discreta y qué cortés! ¿Que no he sacado la espada,
Que disimulas el pesar que tienes. DORISTEO. Haciéndome tantos tiros?
BELISA. Todo en su talle me agrada. Pues vive Dios, que he de darte
¡
DORISTEO. LUCINDO.
¿Qué es salir? Está despacio.
Si haré.
LICINDO. ¿Y á mí. Señora?
GERARDA. HERNANDO.
Mis celos no me le dan.
¿Estás loco?
HERNANDO.
A vos SÍ.
LUCINDO.
LUCINDO.
Es esta casa un palacio; Pues ¿qué importa?
Mostrándosele estarán. ¿No ves aquello ?
HERNANDO.
En solo ver niñerías HERNANDO. [Ap. Ú LUCilldO.)
¿No importa, si toi)0 acaso
Huv dos semanas enteras. Por Dios,
Gente de palabras corla?
Andarán las galerías... Que es infamia estar aquí.
— Mejor esté yo en galeras, LUCINDO.
LUCINDO.
Que la sirviera dos dias. Saldré vo muy
presto al paso.
Duscarémos invención Hernando, voz reporta.
la
LUCINDO.
I'ara (|ue entienda que vengo
de Gerarda Llega, y habla esa mujer.
Si en galeras Aquí con otra ocasión. Pregunta si vio unas damas.
Amia al remo este dichoso GERARDA. [A DOTlSteO.)
Que agora en salir se tarda, HERNANDO.
Salir esta noche tengo; Bien dices, déjame hacer.
í\o sé yo cuál envidioso
A la ribera le aguarda.
Acompañarme es razón.
Pues no agradas porque amas,
¡Av de mi, Hernando, que quiero DORISTEO. Celos serán menester.
Una mujer diestra astula , ¿Dónde iréis? ¡Ah , mi señora Gerarda!
De amor vano y lisonjero, GERARDA.
GERARDA.
Des[it;ja(la y resoluta, Pienso que al Prado.
¿Eres tú, Hernando?
Y con una alma de acero! Venid por mí.
DORISTEO. HERNANDO.
HERNANDO.
Yo vendré. Vo soy.
Que el amor cause aücion
! ,! .! ! . ;! , , , ;
¿Qué quieres? Todo hoy ando en busca tuya. ! GERARDA. -LUCINDO. HERNANDO,
HERX.\>DO. LUCINDO. I
Que me suelo yo reii" ¿Cómo que honrada no es? Has tratado casamiento? [
Dos tragos de agua de azar. Pero diraslo por nu Que para matarme á mí,
A quien debe de adorar. Quieres casarte con él.
HERNA>DO. (Ap.)
LUCINDO. GER.\RDA.
Macacao.
¿Que también te quiere á ü? ¿Yo que en mi vida le vi?
GER.iRDA. .
Pienso que le has vuelto loco. A hacerme tan malas obras. De edad y ex|)er¡enc¡a tanta ; >
, ! ! ; !; , , ,,!
Póntele.
Sentémonos. DORISTEO.
HERNANDO.
FINARDO. Algo debe de buscar
Gran mal recelo.
Todo es Prado. Que de casa se le fué.
LUCINDO.
DORISTEO. GERARDA.
Canta solo.
Haz saya del herreruelo. 1
Asi se suele decir.
¿Templaron vuesas mercedes? LISEO. HERNANDO. |
GERARDA. Sí ;
pero no has de templar. A esos árboles te vé,
Subilla. HERNANDO.
Y de mujer te disfraza.
(.4;;. a su amo.)
DORISTEO. En voz la conocí.
HERNANDO.
la
Eso digo yo. Voy mas temo que
; esta traza...
LLCINDO.
FACIÓ. LUCINDO.
¿Luego es Gerarda?
¿Comienzo? Vé, majadero.
DORISTEO. HERNANDO. HERNANDO.
Empozar Sin duda. Yo iré
podéis.
FABIO. LUCINDO. Mas defenderme le toca , \
i
Triste de mí
MÚSICOS. {Tocan y cantan.) LUCINDO. fnes!
HERNANDO.
Cuando tan hermosa os miro, Qué mal se cura
invencio- amor con
De amor suspiro, ¿Qué tenemos? ¡
\an á gozar tanto bien; Mas me acerco. Tienen el alma alguna vez dormida:
; ! ! ! ,! , ,
Y eso que tú has hecho agora El ángel vengo yo á ser. ¿Entiendes de estrellas?
Ha sido un notable yerro ¿Qué es esto Señor ? , FINARDO.
Que es señora principal, LUCINDO. Sé
Y te ha de costar la vida. ¡Oh Hernando! Que el carro ha de estar allí
DORISTEO.
La ventanahan abierto; espera, aguarda.
GERARDA.
Que esto veo Desgracia ha sido, por Dios,
¡
Estudiado parecía Una venganza tan fuerte? Aquí mis ojos están.
Señor...
Lo que Lucindo decía Buscar á Finardo quiero.
CAPITÁN.
Y lo que ella preguntaba; Para que á Lucindo saque
Supe que se llamaba
al fin IJonde, pues es caballero, {Ap. De enojo estoy lleno.
Esta dama
Estefanía O saquemos el acero Para danzar eras bueno.
Y que es mujer principal O casándose me aplaque. LUCINDO.
Que un criado, á un rayo igual Hoy muere sí no se casa ¿Cómo?
Vino á decir que en su casa ¡Oh vil hermana! ¿Esto pasa? CAPITÁN.
La echaron menos. Mas, justa ley me condena Eres cierto y galán.
DORISTEO. Que no anda bien en la ajena LUCINDO.
Que pasa Quien ha de guardar su casa.
¡
{Vaiise.)
¿No me mandaste venir?
Por mí una desdicha igual CAPITÁN.
Pero es dicha ¿cómo dices :
Mucho os preciáis de galán. Si á Tántalo en el agua consideras. Que pasa alguna gente, y no querría
CAPITÁN.
Verás que ya le tengo por divisa Se dijese en Jladrid mi casamiento.
Porque si aquel ni fruta ni agua toca. [Hablan bajo.)
Si celos enojo dan
Yo vi su boca y no llegué á su boca.
Dame la mano de amigos.
FEMSA.
HERNANDO. ESCENA XXI.
No me atrevo sin testigos.
¿No te bastó la mano?
DORISTEO, FINARDO. — Dichos.
LLCINDO.
CAPITÁN".
Presentes , Señora , están
Templó el fuego DORISTEO.
Celos , amor y deseo. Arrimando la nieve de su mano. Hablando está con su p^dre.
Porque salió á la boca el alma luego. FINARDO.
FEMSA. Hecha un volcan de amor, por agua en Pues apártale; que importa.
Con justos celos Señor, ,
[vano. DORISTEO. {A Lucindo.)
De vuestro Lucindo os veo. ¿Qué me dirás cuando á la boca llego?
Una palabra os quisiera.
CAPITÁN. HERNANDO. LUCINDO.
¿Prosigue en tenerte amor? ¿Mordístela?
Estoy con mi padre agora;
FEMSA. LUCINDO.
Pero sepamos loque es
Y aun me cansa. No sé ¿mármol
;
indiano
iUiscarnie con tanta cólera;
CAPITÁN. Cristal de roca, quieres que mordiese? Que después habrá lugar (.1 su padre.)
Yo lo creo.
¿No basta, si es imagen, que la bese? De responderos á solas.
FEMSA. HERNANDO. {Apártase á hablar con Lucindo.)
Anoche sentí ruido
Tu padre. CAPITÁN.
LUCINDO.
A la reja , y dióme un miedo. ¿Qué quieren estos Hernando? ,
Yo iré con él y dos á dos podremos Que templarás aquese enojo espero.
Aqui vuesti'o anciano padre. ,
LA DISCRETA ENAMORADA. i 71
Hoy quiero probar tu seso. A vuestro valor. Señora. ¿Qué ha de ser de nuestro amor,
Veamos cómo requiebras — ¿No va bueno? {Ap. á Lucindo.) Sí de tí con tal rigor
Esta vieja. LUCINDO. Este padre me desvia?
HERNANDO. Pesia tal ¡
No te descuides, mi bien
Hoy me celebras Que hablas con gran discreción !
Que apresura mi partida.
Por único. HERNANDO. FENISA.
LLCINDO. No tengas pena mi vida.
Estoy hecho un Cicerón. ,
A fe que quedo galán. FENISA. {En voz baja.) Da traza cómo salgamos
HERNANDO. ¡Cé, Lucindo! padres enemigos.
l)<>stos
¡.\h Lucindo, cómo dan Hacienda tienes y amigos;
LUCINDO.
Los vestidos talle y brio! Adonde quisieres vamos.
¿Quiénes? Discreta y enamorada
LLCINDO.
FEPilSA. Me sueles Lucindo hacer;
Quedo; al balcón han salido. Quien Mas ya solo quiero ser
El alma y vida te ha dado. Mujer y determinada.
ESCENA II. Llega, mientras entretiene LUCINDO.
FENISA Y BEL1S.\ que salen , á una re- A la loca de mi madre Si tienes resolución
ja alta.— bicnos. Tu criado. De que te saque de aqui
HERNANDO. Animo me sobra á mí
KELISA. Si mi padre. Para igual ejecución.
Dame Fenisa, , lugar Como viejo , á querer viene Esta noche, gloria mía,
,,
, ,, , ; ,, ! ;
LIJCINDO.
LUCINDO. DORISTEO.
Muy bien lo puede jurar.
Vén tras mí. Pero ¿qué fué ¿De quién has de huir?
BELISA.
Aquello que le has pedido? GERARDA.
Satisfecha estoy, mi bien.
De tí, 5
HERNANDO.
HERNANDO. Un menudo. Que eres mi esposo diciendo. *
Dejando aquesto tamhien LUCINDO. Sacarás la daga...
¿Tienes algo que me dar? ¿Yeso pudo DORISTEO.
Porque en dándome un enojo Pedir tu lengua, grosero? I5ien.
O en jurando alguna cosa
HERNANDO. GERARDA.
Me da una hambre esi)antosa;
Soy preñada con antojo. TÚ negocias por entero, Pondrános en paz su gente;
Yo negocio por menudo. Quedarémealli también.
BELISA.
(Yanse.) Donde á Fenisa le cuente
¿Gana tienes de comer? Que quiero á Lucindo bien,
HEUNANÜO. Y que por él me matabas;
Rabio, por Dios. Que te llame, y en secreto
Sala en casa de Gcrarda.
Te diga lo que dudabas.
BELISA.
Todo es malo ESCENA IV. DORISTEO.
Cuanto hay en casa un regalo ¡Gentil industria! En efeto
;
DORISTEO, GERARDA. De mujer.
Jiañana te quiero hacer.
¿Qué conserva comes bien ? GERABDA.
GERARDA.
Que soy en dulces notable; ¿Su ingenio alabas?
Sosiega el pecho celoso
l3e guindas es ra/.onahle DORISTEO.
Que yo sabré si es verdad.
Y de perada también. ¡ Oh mujeres
Duraznos es extremada. DORISTEO. GERARDA.
¿Qué conserva haré? Sospecho que temeroso Y españolas...
HEItNANDO. De alguna temeridad,
DORISTEO.
A (|ii(: o!)liga un caso honroso,
Un menudo Dijo (pie el nombre íingia,
Camina.
Con su perejil que dudo GEftARDA.
;
Y ii!('! á tiento Estefanía,
Que la haya tal, bien lavada. I'()r(|ne su padre en mi daño
Si estamos solas,
BELISA. Me (lijo por desengaño Ella dirá la verdad.
¿Deso gustas? Pues hallaste Cómo á Fenisa servia. DORISTEO.
La limpieza la sazón ,
GERARDA. Mujeres con voluntad
Y el buen gusto. El padre acaso pensó Son como la mar con olas.
HERNANDO. Que á Fenisa amabas... (Vanse.)
¡Buen lance habernos echado! De gran peligro os ha librado el cielo. Que quien la alaba de hermosa.
; , ! ,, ,, , ; , ! , , ,
;
/ Por solo hacerle pesar Que cuando muda el tiempo, basta un Yo soy mujer de tu padre,
Que le tengo de abrasar Para que su verdor trueque en desmayo. Esto es verdad y esto siento.
Con el fuego en que me abraso. [ños, Si mi madre no te agrada.
Y pues que vos le queréis No mas gustos de amor, que son enga- Mas señora, mas honrada
Gozadle por largos años. Que llevan la razón por los cabellos"; Que tu dama Estefanía,
GERARDA. No sufra el alma tan injustos daños. Vete á buscarla, y porfía;
No quiero bienesya, por no perdellos; Que es dulce la fruta hurtada.
;.Que vos me hacéis tantos dafsos Blas ¿cómo olvidaré con desengaños. Mas guarda; que su marido
Y que vos nmerto me habéis? Si dicen que se aumenta amor con ellos? Te busca.
Que vos os llamáis Fenisa? LUCIXDO.
FEXISA. ESCENA X. En lo que has hablado,
Estad segura que ya Celosa te he conocido.
Lucindo vuestro será. LL'CINDO.— FENISA. Sin duda te han engañado
GERARDA. Con ese nombre fingido.
LUCINDO. Mi lacayo Hernando fué
Mi desengañóos avisa.
Con determinación,
la Una ii'kíic Estefanía;
Es el hombre mas traidor. Helia Fenisa, de ser
Mas mudable y lisonjero Que asi al Prado le Heve.
lín tan dichosa ocasión No dilates fénix mía
,
Que ha visto el mundo. Tu esposo, y tú mi mnjcr, El galardón de mi fe;
FENISA. Que nombres seguros son, Que si he visto á Estefanía,
No quiero lie tenido atrevimiento , La vida me quite el cielo.
Mas desengaños, amor. De llegar á tu aposento, Fálteme el sol, falte el día
Adiós, gustos atrevidos. Y dejo un coche en la calle, Sepúlteme vivo el suelo,
¿Vuestro nombre? Que de ese gallardo talle Y pierda tu luz , luz mia.
GERARDA. Viene á ser alojamiento. Mira quete han engañado.
Vén sin poner dilación
, Porque Hernando disfrazado
Estefanía.
Al coche, fénix divina Ha sido la Estefanía.
FEXISA. Porque en aquesta ocasión FENISA.
Bien su padre me decía Te quiero hacer Proser[)ina Conozco tu alevosía;
No eran sus celos fingidos. Deste abrasado Pluton.
Tarde, Lucindo, has llegado,
Ya sabia vuestro nombre. ¿Qué te suspendes? Qué miras?
Ya sé todo lo que pasa.
Y no me hagas perder
FENISA. El respeto que has de ser
;
' FEMSA.
FEMSA. Decirle puedo
Pusieron en paz los celos
Eso da voces , salta ; Que fui yo esa dama un día.
sí ,
Su verdad y mí desden.
Que ya vendrá mi marido. FENISA. {Ap. Perdí gallarda ocasión
LCCINDO. ¿Tú esadama? De gozarle á mí contento;
¡Válgame Dios! HERNANDO. Mas no faltará invención.
FEMSA. Hoy será mi casamiento
Disfrazado
Valga pues. Con un manto, estuve al lado
En casa y con bendición.)
Madre, no estés divertida.
LL'CINUO. De cierta dama. En efelo
larérae? " Después que esta cautelosa
•
Di celos, y esto secreto.
FEMSA. Mujer, falsa y atrevida,
No sepa que lo he contado.
Vino sin vida, celosa,
Necedad. Que mí señor la quería
Para quitarnos la vida.
LCCINDO. Antes que os viese; y después
Os juro, señora mía. Ha estado Lucindo aquí
Pues ¿qué haré? Y me ha dicho que te adora.
FEMSA. Que un tigre á sus ojos es,
Casarte.
Aunque se cansa y porfía BELISA.
Que anda perdida y celosa. ¿Es cierto?
LUCIXDO. FEMSA.
¿Ves FENISA.
Esto pasa ansí.
Como fué mi amor verdad Sin dúdame han engañado.
Pero díceme. Señora,
Y tu liviandad lo es? HERNANDO. Que hablando á su padre en tí
¿Ves cómo vine por tí, Yo sé que no hay otra cosa Le halla muy desabrido
Y que como hombre cumplí Que le dé en Madrid cuidado En que .sea tu marido,
Loque anoche concerté? Sino vos, Fenísa hermosa. Y que es forzoso en efeto
Ves cómo mujer te hallé, Mas ¿qué le diré? El casaros de secreto.
Y no mujer para mi ?
Ves cómo es bien empleado FENISA. BELISA.
Todo cuanto mal decimos No sé Siempre lo tuve entendido.
De vosotras? Ves que he estado. Que viene mi madre aquí. No quisiera el capitán
Conforme el concierto hicimos, Huye. Que su hijo se casara
Prevenido y confiado? HERNANDO. Porque murmurar podrán
Pues plegué á Dios que te veas,
¡
Por allí me iré. {Vfíse.) Que el viejo goza esa cara,
Y tan presto, arrepentida, Y que á Lucaido me dan.
Que tú mi venganza seas! ESCENA XII. — Pues mí marido ha de ser.
Que en lo que toca á mi vida FE.MSA.
Será que tú deseas.
lo BELISA.— FENISA.
El dice que en tu aposento
Goza á mi padre que es padre ;
Te quiere esta noche ver.
BELISA.
Y es mejor que yo en efe lo
Ya, Fenísa, despedí BELISA.
Puesto quémenoste cuadre;
Que yo seré tan discreto Aquel hombre. ¿Qué sientes de eso?
Que la mujer trueque en madre; FENISA. FE.MSA.
Que pues mi padre me envía Y ¿cómo fué? ¿Qué siento?
A Portugal, porque tal BELISA. Que allí serás su mujer.
Delito en quererte hacia.
No sé si podré, de risa, BELISA.
Me pasaré á Portugal Contarte lo que ha pasado.
Por la libertad, que es mía. Trázalo, pues anochece.
(Vase.)
FENISA. FENISA.
FEMSA.
¡Ay Dios! detente Señor... <
De todo, madre, me avisa. Vete á prevenir, y calla.
— Pero no, que es cauteloso. ^ BELISA. BELISA.
Vaya esta vez el traidor. ^ De verle se ha enamorado. Mi ventura me enloquece
FENISA. Por no darle que envidíalla.
ESCENA XI. ¿Tan presto? No digo lo que me ofrece.
BELISA. Voy á perfumarlo todo
HERNANDO.— FEMSA. Y que esté con grande aseo.
Escucha, Fenísa;
HERNANDO. Que te quiere por mujer. FE.MSA.
Oye, escucha. FENISA. Hazlo, madre, de ese modo.
FEMSA. ¿Siendo casado? {Vase Belisa.)
¿Que haces señas?* BELISA. ¡Qué bien mis bodas rodeo,
HERNANDO. Es enredo Y el nuevo engaño acomodo!
¡Tan en esta ocasión! ^
tibia Que esta mujer quiso hacer.
¿ Cómo ese rigor me enseñas? '^
FENISA.
ESCENA XIII.
¿No vino Lucindo aquí,
Según me dijo, Que son celos tengo miedo. EL CAPITÁN.— FENISA.
por tí?
FENISA. BELISA.
Celos debieron de ser. CAPITÁN.
Ya estamos desconcertados.
Contóme que concertaron ¿Es mi Fenisa?
HERNANDO.
¿Cómo? Que se hiciese su marido. FENISA.
Porque los dos sospecharon Soy quien te desea.
12 3 4 5 Seis versos de dos quintillas in- Él que su hermana ha servido, ¿Adonde está Lucindo? Que mi madre
completas. Y ella que aquí le engañaron... Ya quitíre efeluar el casamiento.
! , , ! , : ! ; !
FINARDO.
DORISTEO.
Y aun treinta habrá.
ESCENA XVIII. ¿Echó escala ?
GERARDA.
FINARDO.
EL C.\P1TAN, con barba diferente, ¡A fe que es Fenisa honesta
Y suben ya.
muy hecha, en habito de noche ; VUL- Llama con una invención
DORISTEO. Para que quién son sepamos.
RUNATO.— Dichos. ¿Qué casa es esta?
FINARDO.
FINARDO.
CAPITÁN. (.4 Fulminato.) Fuego, que hay fuego digamos.
No sé.
Ya puedes volverte á casa. Que esfuerza es lo mas seguro, DORISTEO.
FINARDO. {Ap. á borisleo.) Pues por la puerta y el muro Y no con poca razón
Gente pasa. Tanto enemigo se ve. FINARDO. (A voces.)
DORISTEO. DORISTEO. ¡Fuego, fuego!
Y encubierta. ¿Suben los dos? DORISTEO.
FINARDO. FINARDO. ¡Fuego!
Creo que para á la puerta; Así pasa. GERARDA.
Que de la puerta no pasa. DORISTEO. Fuego
¡
FINARDO.
¿Quién? cha encendida. GEnxnüX, DO-
Pase adelante, galán.
GERARDA. RISTEO, FINARDO.
FÜLMl.NATO.
Yo. CAPITÁN.
Perdonen...
DORISTEO. DORISTEO. ¿Fuego en la casa?
¿EsGerarda?
Perdón le dan. C ELISA.
GERARDA.
FULMINATO. ¿Qué es esto?
Tuya no, ;
Que por otros los tenia. LLCINDO.
(Vnse.) De Doristeo soy ya.
DORISTEO. ¿Fuego en casa?
DORISTEO.
Yo soy ese Doristeo.' FENISA.
¡Corrido estoy , vive Dios
GERARDA.
¿Fuego en casa?
FINARDO.
¡TÚ! Pues ¿(|ué buscas aquí? HERNANDO.
iQué gran dote es la virtud
• DORISTEO.
¿Dónde, Señor, está el fuego?
DORISTEO.
A tí te busco. GERARDA.
Tal les dé Dios la salud.
GERARDA. Entre vosotros está
FINARDO. Pero nadie lo verá,
Pues quedo. ¡ Túá mi
Estando el honor tan ciego.
DORISTEO. FINARDO.
¡
Dentro de una casa honrada
¿Cómo? Con un mismo intento os veo. De una mujer como vos
FINARDO.
Tú por Fenisa venias , Hay dos hombres!
Y tú por Lucindo vienes. DORISTEO.
Otros dos.
DORISTEO. ¿Cómodos?
Es sin duda. Y aun tres.
GERARDA. HERNANDO.
Razón tienes. ¡Hermosa empanada!
BELISA.
• Dos vpr.sos sueltos entro dos redon-
2
dillas: deben faltar otros dos. Yo con mi marido estoy.
L-! 19
; , , . ,, , , ,
CAHPIO
COMCm.VS r.SCOGIDAS DE LOPE DE VEGA
178 FENIS\.
Aunque mis contrarios sean ,
Di Lucindo, ¿á un padre
.
Te goce amen muchos años.
, ,
Que allá cenan estas damas.
Los buenos hijos engañan? DORISTEO. HERNANDO.
LICINDO. I
LUCINDO.
\ ella , como ves me paga.
,
FiNAuno. I
Desigual paga de mi obligación, desigual titulo á un hombre tan discreto, y desigual lugar al que
vuestra merced tiene en mi opinión es el ofrecerle esta comedia pero igual la voluntad á las deu-
;
das, y igual la escuela donde sucede el alma desta fábula á los estudios de vuestra merced, y igual
mi conocimiento de su ingenio al deseo de servirle. Leí el Secretario, obra tan digna suya, con la
atención y gusto que merecía (que no hay pasar deste encarecimiento); y deseando que salga
á luz, le suplico no sea de los que esperan á dejar sus obras en el peligro de los amigos, en la me-
moria de los olvidos, ó en el hurto de los ambiciosos de honra con las vigilias ajenas. El libro es
tal, que si algo le puede hacer sospechoso, es mi aprobación, ya sea por mi amor, ya por mi igno-
rancia y cierto que el confesarla no es lo que llamó san Agustín hermosa templanza, sino tenerla
;
por cierta. Si se hallara en el mundo un secretario como vuestra merced le pinta, pensáramos
que podia haber un Ciro como le describe Jenofonte pero justo es poner tan altamente sus vir-
;
tudes y partes para que sepan los que lo son á qué grado pueden llegar, y las que han menester
para ser perfetos ; que no porque piense el Filósofo en sus Físicos que aquel lo es cui nihil deest,
quedan excluidos los que de aquel todo tienen las mayores partes. Las de un insigne poeta me
holgara mucho que describiera vuestra merced; aunque no sé de qué podia servir á muchos, que
con solo un limitado natural se atreven á imaginarse perfetos. ¡Bien haya el que repartió los jui-
cios de los hombres, pues no hay uno que quisiese trocar el que tiene, ni conocer que hay otro!
Cuidado causa esta milicia, que es como batallón intestino, alojado en nuestros oidos, aunque nos
pese. Dichoso quien se retira asi! Que para saber esto, también es soledad la corte como el aldea;
¡
y en un carmen de esa insigne ciudad pueden los deseos acompañar á un hombre con los ejér-
citos de Jérjes. Vuestra merced lea esta fábula, con la noticia que tiene de que en aquel célebre
Colegio nunca falta un bobo esto sin malicia, pues no pasa á sus dueños; que fuera de alU, bien
;
sé que no falta; pero es mas lejos de las ciencias y mas cerca de la ignorancia.
Pues ¿qué has de hacer sin consuelo Que vive á lo cortesano, Que se pudiera excusar
En tal desdicha, don Juan? Seguro de su valor, Como una tia , ó que dar
A sus deudos parecía Pueda á un hombre mayor guerra?
DON JUAN.
Formando desto querella. ¿Qué es estoque llaman tía?
Matarme perder la vida
,
Que á una principal doncella Di , Tristan, ¿(juién lo inventó.
En que mi pena consiste Ni era bien ni convenia. ¿Por dónde en el mundo entró
Porque una cosa tan triste Entrábanle á visitar Tan grande desdicha mía?
Mejor estará perdida. Mil caballeros mancebos ¿Hay mar que mas naves sorba
Hoy me han llevado á Valencia Y estos generosos luievos Que una fia de parientes ?
El aliento en que respiro. Que aquí vienen á gastar ¡Qué tiene de inconvenientes!
La misma luz con que miro, La primer .sangre y la plata ¿Qué no enfada? Qué no estorba?
Del alma la misma esencia Primera del avariento Padres y bermanas se mueren
El movimiento con quien Padre, en cuyo pensamiento Siempre queda alguna tia,
Se sustenta el corazón, Mas el amor se dilata Que nos desliace y porfía
Mi propia imaginación Que los esperados cursos. Contra lo que todos quieren.
\' mis discursos también;
Aquí espadas negras luego El primer tío del mundo
Hoy la junta y armonía O naipes eran su juego; j
Fué Cain mira ¡quién son
;
Que para vivir iguales Aquí sus largos discursos Pero basta una razón
Los instrumentos vitales Sobre aticiones y votos En que sus malicias fundo,
Con tal concierto tenia. Aquí cenas y meriendas. Y es que á todos los villanos
Hoy no soy y si algo soy
; En que se alargaban riendas, Llaman tios siendo gente ,
MARÍN.
¿Mas que dices serafín
Por que es esperanza Y que su candida tez ESCENA III.
Üe fruto.
La comparas á los ampos
GARCERAN. LISARDA V FULGENCIA , con muñios;
Que de la nieve descienden
Dices verdad Cuando por enero emprentien EN ESCUDERO.— Dichos.
Pero la facilidad Igualar montes y campos?
Con una dicha se alcanza.
(|ue FCLGENCIA.
Mas que dices que tenia
Suélese también tener Por mejillas dos claveles?
Mucho madruga el calor,
Eo perderse. Señora tia , en Valencia.
GARCERAN.
MARÍN. LISARDA.
No podrá ¿Burlaste ya, como sueles? Ks esta tierra Fulgencia ,
Mas fuerza tiene el amor Por su honesta castidad Lo que Marin me contó
Ea esos ojos hermosos. Y en ayunas le bendice Tengo yo por desatino.
Siete mañanas. MARÍN.
MARÍN.
LISARDA. ¿No quieres que le bendiga?
Como digo, no se halló,
Lisarda mi mal remedio,
á
¿Quién dice, LISARDA.
,
Aunque puse de por medio Marín, esa necedad? ¿Por qué le ha de bendecir,
Cuanto Galeno alcanzó. MARÍN. Ni yo tengo de sufrir
Dijome cierta mujer ¿Necedad? Por Dios Lisarda , Que esto en Valencia se diga?
Oue estaba hechizado, y creo Que no hay en toda Valencia MARÍN.
Que si es hechizo un deseo. Mayor hombre. Da licencia.
¿No? Pues yo haré que mañana
Hechizos deben de ser. Aunque el decillo acobarda, Amanezcan á esa puerta
LISARDA. A Fulgencia, tu sobrina. Mil pobres.
Que bendiga á Garceran. LISARDA.
Gordo estás para hechizado.
LISARDA. ¿Y es cosa cierta?
MAP.IN.
El verte medio truhán MARÍN.
No es hechizo que enflaquece; Apenas me determina
Que amor que no se merece Tenia por cierta y |ior llana.
Para enojarme contigo.
Corre despacio y templado. Mira si es mejor sufrir
MARÍN. Que bendiga á Garceran.
Lo que enflaquece es deber,
Es fiar y es confiar; En cosas de caridad , LISARDA.
Mujer que quiere mandar, Tu virtud y santidad
¿Quiere enojarse conmigo? (Ap. Ahora bien , estos darán
Que basta decir mujer.
El servirá ingrato dueño, ¿Esa es la buena opinión A Valencia qué decir
Que teda toda Valencia? Si no consiento en su ruego.)
El pleitear con razón
Garceran venga , no mas.
El forzar la inclinación LISARDA.
El poco sustento y sueño MARÍN.
Pues ¿por qué ha de echar Fulgencia
El andar en opiniones A uu hombre su bendición? Ahora sí que darás
La honra que hailos padecen
,
¿Partes pueden concurrir, A sus hechizos sosiego.
Los estudios enflaíiuecen Marin, en una doncella. Si entra dentro.
Y las largas pretensiones. Ni por c;)st;i ni por bella. FULGENCIA.
Enflaquece el intentar, Para poder bendecir? Yo ¿qué sé
Y el sufrir verse su jeto MARÍN. De lo que te enoja á tí?
Á un necio, que por discreto LISARDA.
Le quieren canonizar. Si está la virtud en ser
También enflaquece oir Doncella casta y hermosa, Venid cuando no esté aquí
Malos versos, cantar mal, ¿Parécete á tí que es cosa Julio.¿Entendéis?
Y al que era ayer vuestro igual Que no puede suceder? GARCERAN.
Hoy mandar y hoy presumir. LISARDA.
Yo vendré.
Enflaquece una visita. De los hechizos oí
{Vanse Lisarda Fulgencia y el escu-
Si no os da mucho contento Que todos son cosas tales.
,
MAIilN. OCTAVIO.
MARÍN.
Dije que en Valencia Madruga mucho mañana; Cuando tú en mi casa entrabas.
Muchas hacen diligencia
Que has de ir por su bendición. ¿Preguntábate eso á ti?
Para poderte engañar {Vanse.^ DON JUAN.
Mas que tú de puro honesto
,
Yo nunca tu hermana hablé.
Resistes á su aíicion,
OCTAVIO.
Y una dellas con pasión Sala en Salamanca en casa ile don Juan. El venirte yo á buscar
Te ha hechizado y descompuesto
Mas que un remedio te dan ¿Puede dar que sospechar,
Bendecirte una doncella.
:
ESCENA V. Si de paso pregunté
I
A tu hermana cómo estaba?
GARCERAN. OCTAVIO, CELIA.
I
DON JUAN.
¿Y ha de ser ella?
CELIA. Si la enviaste á Valencia
MARÍN. Por recatos de tu ausencia
Después que mi hermano vino,
Con Y alguno que la miraba
i
ella
Ando con este recato.
Puedes hablar, Garceran. I
Ya no hay quien de vos me prive. ESCENA VIII. Pero advierte que también
CELIA.
Traigo del de ayer respuesta.
mi de tan alto bien
Ni á MARÍN. — Dichas. LISARDA.
Aunque hace resistencia ¿Hay insolencia como esta?
Al gozo deste placer MARÍN. ¿Que es lo que mis ojos ven?
Ln pesar. ¿Estás aqui? FULGENCIA.
LISARDA.
OCTAVIO. Dios, Garceran , te bendiga.
Hame dado gran placer Que sirva de; medicina Ya sé que me engañas ; mira
Ir en el coche por ella A un caballero hechizado? ;
Que me provocas á ira.
)! , , ; , , , ! ,
Que no doy voces? Que estoy?... Que vaya con mas presteza A Salamanca partimos.
FULGENCIA. Desde Chacona á Tampico. MARÍN.
Advierte Garceran mió
, Cuando estés en Salamanca
¿Túá Salamanca?
Que aunque de muchos dolores Seré arriero de libros
Se descansa dando gritos, De vuestras cartas de amor; GARCERAN.
En este importa el silencio Y por no ser conocido. Yo , pues.
Tu vida y mi honor. Me fingiré licenciado Pon tres ó cuatro vestidos
GARCERAX. Que yo sé que por lo lino En una maleta luego.
Me ha dado borla Segovia. MARÍN.
No ha sido
Este suceso desdicha, GARCERAN. Ni respondo ni replico.
Ni fuerza del hado impío, Mi bien aunque es desvarío
,
GARCERAN.
Ni influencia de los cielos. Tomarse tanta licencia
Ni mudanzas de los signos, Un hombre que es tan indigno Adiós, amada Valencia
Ni oposición de la luna Por ser el último bien Hermosos campos Elisios;
Ni otro sangriento prodigio; Dame un abrazo. Que voy siguiendo mi sol
Sino rayo acelerado FULGENCIA.
A los castellanos fríos.
Que sobre nosotros vino MARÍN.
Ya he dicho
Para abrasar hasta el alma Que he de ser tuya. Eso es menos. Adiós, dulce malvasia,
Las potencias y sentidos. Congrete, hipocrás, mariscos;
(Abrázanse.)
¿Dónde vas? Dónde me dejas? Que voy siguiendo á mi amo
¿Es posible que han tenido GARCERAN.
Al Tórmes salamantiuino,
Trtn tristes y ásperos fines ¡Ay Dios! quién fuera contigo! Donde sin ser estudiante,
Tan regalados principios ? ¿Acordarásle de mi. Me den algún beneficio.
¿Que DO te han de ver mis ojos? Que con un amor tan limpio
MARI>. Te he querido en solo un mes
De tu locura me admiro. ¡
Lo que pudiera en mil siglos ?
Advierte, Señor, que estás FULGENCIA.
Donde, si fueres sentido, Por esos brazos lo juro
Nos han de quitar la vida. Pero yo también te pido
GARCERAN. Que de mi tengas memoria.
Marin, ya estoy sin juicio. GARCERAN.
Ni discurre laíazon, Fulgencia , Dios me es testigo
, ; ,, , ,, , , , ; ;; , , , ; , :: ,;
Pues acuerdóme que aquí DON JDAX. {A Fulgencia.) Que pienso que me aperciben
No os hallábades tan mal. El cuarto en que he de vivir
Esta vez me dijo amor
FULGENCIA. Que sola hallaros podría Y' quiero verle asear.
Es mi patria natural; Creíle , por lo que tiene DON JUAN.
Que en Salamanca nací. De adivino, y vine á veros. ¿De espacio queréis estar?
Y esta tristeza es cuidado Dadme , divinos luceros. FULGENCIA. (Ap.)
Del que mis lios tendrán. La luz que del sol os tiene
,
Apriesa pienso morir. {Vase.)
CELÍA. Tan cerca que me abraséis. ,
Que le debistes amor Que anticipáis los abrazos DON JUAN, CELIA.
Y no le mirastes mal. Que en esperanza tenéis.
FÜLGENCIA. DON JUAN.
DON JUAN.
De un hombre tan principal ¿Qué es esto?
¿No he de ser vuestro marido? CELIA.
Siempre lo tuve á lavor. FULGENCIA.
Y muy contenta he venido Ya ¿no lo ves?
De saber vuestro concierto; Pues por eso es bien don Juan ,
DON JUAN.
Que no merezco por cierto Que os tema como á galán Di hermana ¿ qué ha de ser esto?
, ,
Tan noble y galán marido. Tan cerca de arrepentido. ¡Bien que esperaba tan presto.
Mas no puedo por ahora DON JUAN. Hoy se me dilata un mes!
Determinarme á casar. Y'o os vi mas tierna en Castilla. CELIA.
CELIA. FULGENCIA. Melindres son valencianos;
¿Qué es lo que os puede faltar. No he perdido en Y'alencia.
lo Allá los aprendería.
Si no es contento Señora ?
,
DON JU.AN. DON JUAN.
FLLGEXCIA. ¡Bravas mudanzas de ausencia! Les estilos, Celia mía,
Salud; que en ella consiste FULGE.NCIA. Son allá muy cortesanos.
El tener, Celia contento. ,
No creas que es aprendido;
De ausencia ¿qué ,
os maravilla?
CELIA. Natural debe de ser.
DON JUAN.
¿Salud os falta? CELIA.
I
Sien ir, estar y volver
FULGENCIA. i
Dos meses no habéis estado... Querrásete encarecer
Esto siento, Por el nombre de marido.
FULGENCI.A.
Y sin ella vengo triste.
I Todas nos hacemos graves
Montes se hubieran mudado, En tocando en este nombre.
CELIA. Cuanto mas una mujer.
I
DON JUAN.
Si lo ha causado el camino DON JUAN.
Tu marido Octavio es hombre
Ño será , Fulgencia nada. ,
I
1
Tuve en el vuestro, y fiado Que sé que Octavio me adora?
CELIA.
,
Que él se obligó de hacer cierto DON JUAN.
veo venir aquí.
Si os Lo que tratamos los dos. Ay, que muero por Fulgencia!
Donde alma y casa os ofrezco FULGENCIA.
¡
FULGENCIA.
FCLGEXCIA. Debió de'hallar en Valencia.
¿Hálleme yo en el concierto?
Pues si yo os doy la razón ,
{Vaiise.)
Señora Celia no es justo
,
¿Qué firma tuvistes mía?
Que atribuyáis á disgusto DON JUAN.
Cosas que del cielo son. ,
Entre honrados caballeros
CELIA. Remíteiise á los aceros
No os quiero humilde forzada Las palabras.
Pero si me hacéis merced FULGENCIA.
Por hermana me tened
I
¿Valentía?
, ; , : ! ;, ,; ,
niSELO.
Y'o pienso que le haría un gran servicio
I
Si este bobo á su casa le irevase.
Extraña. I
RISEI.O. I
GARCERAN. i
RISELO.
Que me declaréis prelentlo I
FULGENCIA.
Como agora se confirme.
FULGENCIA.
ESCENA XVII. ¡.AyDios!
Presumiendo ingratitud.
CELIA.
FÜLGENCI.\.— CELl.Y, GARCER.\N, ¿Habló? Cerca de mudarme estuve.
DO.\JUA>,M.\RL\. Salió el sol, pasó la nube.
GARCERAN.
GARCERAN.
FÜLGESCIA. Mal conocéis vos
Templado habéis el laúd.
Aquel salmo ó salmorejo.
Con vergüenza vuelvo á veros. DONJUÁN.
MARÍN. [Ap. á Fulgencia.)
DON JIA>. Si el simple os enoja, haré
Estaréis arrepentida. Advierte que aunque es locura, Que se vaya.
Es nacida de tu amor. FULGENCIA.
GARCERAN.
Hola, mujer relamida, Antes me alegra.
¿Por qué no amáis á Gaiféros?
ESCENA XIX. GARCERAN.
FLLGENCIA. DON JU.\N, con agua. — Dichos. Pues, señor cara de suegra,
¡Jesús! ¿ Sabe cómo le daré?
DOX JCAN. DON JIAN. DON JUA.X.
¡Ay Dios! Esta es el agua. ¿Qué me darás?
GARCERAN. GARCERAN.
GARCERAN.
¿Qué leba dado? Pesadumbre.
Mejor
DON JUAN.
DON JUAN. Tengan mis cosas ventura
Que la ha de beber Fulgencia. .Ahora bien, quiéreos dejar;
Fulgencia se desmayó.
Que á Celia tengo que hablar.
CELIA. DON JLAN.
GARCERAN.
Tal sobresalto le dio ¿Porqué, Pablos?
Ver este simple á su lado. Pues nunca Dios os alumbre,
GARCERAN. Por mas preñado que estéis
MARÍN. Porque ya De deseos y de antojos.
No es feo que obligue á exiremos. Lágrimas beber podrá, CELIA.
CELIA. Agua de azar de Valencia. Vamos.
Id, don Juan, mandad sacar Dad el agua á Juan Vicario. FULGENCIA. {Ap. á Garceraii.)
Un poco de agua de azar. MARÍN. ¿Que te ven mis ojos?
GARCERAN. ¡Malos años para vos! MARÍN.
Naranjos somos, lloremos. GARCERAN. Quedo, paso; que os perdéis.
DON JUAN. Pues sus, dénos á los dos... CELIA.
Voy por agua. ( Vase.) Aguardiente y letuario. Bien quedas entretenida.
GARCERAN. DON JOAN. Luego á verle volveré.
Traed vino. ¿Qué tenéis, Fulgencia mia? DON JUAN.
FULGENCIA. ¡Desmayo , Celia ¿Qué fué?
!
ESCENA PRIMERA. !
A su tio deste bobo,
OCTAVIO. Que ha dado
; ya en estudiar,
OCTAVIO, CELIA. ¡ Y de mi hermana '
Ay plaza de la Olivera!
Piensan los enamorados ¡
MARÍN.
Por su calle á solaviento,
Mas há de un que espero
hor;i Tan cruel y áspera vida Y es menester hacer hora
l'ara hablarte, dueño niio. Que sois del alma enemigos
Porque no erremos el juego.
GARCKRAN. Mas tuertes que ella los tiene.
mundo viene MARÍN.
¿Has buscado con cuidado Octavio á ser
Lleno de falsos amigos; Pienso que en el Tabladillo
Él vestido'? Algunos nos conocieron
MARÍN. Tú, la carne (pie manida
,
¿Qué tenemos? ¿ Hay mareta ? CELIA. ¿Hay quien conozca del cielo?
GARCERAN. Justo castigo me viene LUCINDO.
Y aun fortuna habrá Marin. ,
De emparentar con vosotros. Por allí he visto á Saturno.
Locos, necios, ignorantes. RISELO.
MARÍN.
FULGENCIA. Dadle diablo; que es un puerco,
al
¿Anda á la orilla el delfin,
Quedo Celia , poco á poco. Mortífero y desabrido
O qué viento la iiuiuiela? ,
No puede parar en bien. Por mi honor; pero á lo menos Que solamente me acuerdo
No ha de gozarme don Juan. ;)e íjue mi madre y la burra
{Yaiise.) Parieron á un mismo tiempo
{Yanse.)
Y muriéndose mi madre,
ESCENA XIV. A la burra me pusieron
De cuya leche salí
CELIA, FULGENCIA. Calle.
Con aqueste entendimiento.
FÜLGENCIA. ESCENA XV. GERARDO.
Muy necia Celia anduviste
, ,
La hora se ha de saber
Y muy cuQada conmigo.
l'dSELO, GERARDO, LUCINDO MA- ,
Por el norte.
RÍN; GARCERAN, muy bizar7-o, con RISELO.
CELIA.
capa, eítjiada y broquel; los músicos, Allí esta Venus,
Yo usé Fulgencia contigo
, ,
con instnimenlos. Temperans Mariis malitiam
Lo mismo (jue tú quisiste. Con su femenino aspecto.
Pues nada le pregunté RISELO. Es paraninfo del sol.
De lo que á tu boca oí,
Por Dios que vestido Pablos, Llámase á las tardes Héspero,
¿Por qué te quejas de mí ,
Si el secreto no guardé?
No pudi(!ra conocerlo Como lo dijo Virgilio
Ningún hombre en Salamanca. En sus bucólicos versos:
Cuando tú, desconliada
¡te domum saturae, venlt
De ver mas á Garceran GARCERAN.
Hesperus, ite capellae.
Me dijiste que á don Juan ¡A la fe que vengo bueno!
GARCERAN. (Ap. á Marín.)
Estabas mas inclinada No me I(j (luiten señores. ,
FLLGENCIA.
No me arrojo á un desatino. Señor mió , ¡ tan galán
I
CELIA.
Dox ¡v\y. GARCERAN. I
¿Tan pronto te has levantado
Pues digo otra vez que vino ¿Parézcoos mejor asi? ¡
M.ARIN.
Con los ojos embozados. FULGENCIA. Huye, Señor.
Para matarse conmigo
I
" GARCERAN.
Garceran.
Lo que sois me parecéis. I
FCLGENCIA.
Desde que estuvo en Valencia. Para'aplacarlos así. j
¿Tan presto?
OCTAVIO. Primero que entrambos fui
CELIA. (Ap.)
Si Garceran por Fulgencia Con otro intento , os confieso; 1
Kn Salamanca escondido
,
Y tienes atrenmíento
Para no suí'rir la pena. Que no hay mar, montes ni guardas. De tratar su casamiento
{Yanse.) Desde aqui á Madrid habrá i Y despreciar á don Juan ?
¡Vive Dios que si no fuera
Lindas posadas secretas ,
DON JCAN.
Pues desde Toledo á Almansa
FULGENCIA, MAPJN ; á«/)Kí?s, GAR- ¿Qué puede ponerte miedo? I
Noget
CERAiM. Pues en entrando en ma térra, I Que hagas demostraciones
¡Cap de lilis! ais hordegats, I
Octavio , con tus razones
MARÍN. Dorinots cfiatellanats, I
De pecho enojado y íiero.
¿Oué puede haber sucedido, Nafrarles la (/alta esquerra. I
A Celia me he de llevar;
Pues que ninguno parece? Casarásle, habrá sarao. I Tristan depósito sea.
,? ; , ,, : ; ;,,,:,; . ; ,, , , ,,;; !, ,
OCTAVIO. La maí ¡
Que á mi me dijo im discreto
m Joan , que lo vea
Qae nacieron los podas
.u lo ha de mandar. y De la falta dd dinero.
TBISTAS.
SOTE JCA5.
Pues si es noble , aunque sea psAsre
> cTiinplido d coocierto \ 1 tinos. ;Qoé importa? Demos un medio.
i es de Garceran. Pues d(m Juan dio su palabra
Gaü CERAS.
OCTATK». Pira aqueste casamiento,
e tú. don Joan,
Si yo atinara al remedio
!No fuera desatinado.
Y con buen gusto de Octavio
j
Iré á buscarlo y traerlo.
,, I.:. V ^r ¡I ¡a puente, TBISTAX. OCTAVIO.
.1 ier ilusión. Señores, alguno demos; Por mi . si gusta don Juan,
DOS jrA:5. Que no es razón que esto pase A serle amigo me ofrezco.
verdades son. Entre tales caballeros.
DOS JCAS.
CELU.
DOS JCAS. Yo , que lo consioito digo.
--!á presente; El medio es llevarme á Celia.
GARCERAS.
de aquí OCTAVIO.
Ir-
Pues alto, cásenme luego.
- plumas
.
y galas. Si yo sin la vida quedo. CELU.
TAVio. {A FulQfncia.) GARCERA5. Desvíate , bestia , allá.
c'^r.--^ igualas.
.
..
Tate . tate , borrachMies GARCERAS.
Di, -
Tate , tale , majaderos '
;xcu. ||
Si ninguno quiere serlo.
- hablé. La barba trae crecida TBISTAS.
&JiBI5.
Y' d
sayo con mil remiendos.
Di . Fulgencia , dónde eStá
FCLGESCU. Y acábense estos enredos.
Yo Ñovjeñora; á la fe
i^'ue es Idemás disparate.
Don Juan , ¿por qué á Celia llevas? FCLGESCU.
DOS JCAS. Yeisle ahi.
CELU.
Porque fué nuestro concierto OCTAVIO.
-tronóle vi, ¿Quién? ¿Pabks?
yue tu fueses mi mujer.
liarceran
.1
rCLGESCIA. GARCERAS.
•.
. ,; roio galau.
_
Si:
¿Y si ya no puedo serlo?
ESCENA DOS JCAS. XOL Yo . que va lo digo en seso.
Garceran soy. veisme aquí,
GARCJAN, en hábito del bobo, como Eso aguardo de lumeboca
acuerdo
Y el que anoche los aceros
\ anoche . si bien
antes. — Dichos. Dije á Garceran (ese hombre
Quiso s-acar con don Juan.
Vi ea Valencia el bien que esp«o.
GARCER.OÍ. Que >^ se llama tu dueño, Con vuestro gusto, este dia
l'or verle tan comedido.
*
1se trata de mi.) Quitáronmele tan presto
Tan galán y tan discreto, Que con desesperación,
«^Tachos! ¿Qué es esto?
oue me dijo que si acaso
"ana os juntáis t Lo«) le vine siguiendo.
Lntendiera mis deseos
iuerzo concertáis Paredóme didbrazarme
>"o solo no te quisi^a.
Por poder hallar mi centro
II
iíicadle presto. I
.
Mas que al mas amigo y deudo
-á ;ii2un convidado? ,
uü veis disfrazado. .
Espoad una palabra. GARCERAS.
Octavio ii-'.-'a GABCERAS.
m- dé 'jtl;:^ Dame Señora . esos brazos
.
: :
Dinero HARtS.
I
~ t.>ijos creerlo, De medio a medio.
--dad. CABCEBAS.
Esto hice por mi amo.
• '
la tengo Por esa faltilla sola
GARCERAS.
.: ...Bjer. Hay en el mundo escuderos
que padezco I)u'eñas pajes y lacayos
.
Mi hacienda tendrás en premio,
Porque demos con mis bodas
•
LA NOCHE TOLEDANA.
PERSONAS.
La escena es en Toledo
BELTRAN. I
Una lición para olvido
ACTO PRIMERO. Vé, Julio, y con discreción. .. Ni una treta para engaños?
JULIO. I
Es posible que no ves
De la manera que llego
Voy con la que á tí te sobra. ( Yasc.)
Sala ó patio de un mesón.
A jugar de amor el juego,
Con mas alas en los pies
ESCENA II. i
A Illescas.
A memorias de mujer, Ser firme de pensamiento,
BELTRAN. Causa de tantas quimeras? O tener nobleza en él?
Dala al diablo treinta veces; BELTRAN.
Hoy se va un coche.
Que asi nos puso á los dos. Yo soy de amor un fullero;
Que el sol le puede invidiar
Que aun aqui temo por Dios , Que al juego de los amores.
Para salir en su oriente.
El rigor de ios jueces. Aunque mas le den favores.
Después que el otro quebró
Faetón, cuando no llegó FLORENCIO. Siempre gana el lisonjero.
Con su carrera á occidente. Elmió me da mas pena En baraja desatada
FLORENCIO. Que la herida de aquel hombre. Que otro primero jugó,
BELTRAN. ¿Porque he de perderme yo.
De damas debe de ser. Ni en la que está cercenada?
¿A quién habrá que no asombre
BELTR.\N. Si la que conmigo juega
Tu fe, de fealdades llena?
Y hermosas, á fe de hidalgo. Los encuentros me señala,
¡
Con mujer que te obligó
yo tengo voto en algo ¿Parécete á ti que es gala
Si A celos y á cuchilladas
Desto que llaman mujer. Ser yo su gallina ciega?
Tienes fe Bien empleadas
!
GERARDA.
O de Ecija... y luego
al rollo
JL1.I0. ¡Qué buen aire!
Comprará un par de capones.
Las espuelas os quitad. Pues ya no habrá perdigones; CELIO.
BKLTRA.N. Y poniéndolos al fuego. La gallardía advertid.
Bien dices, porque imafiino Se asarán y estando asados,
;
GERARDA.
Que ellas á la iíjlesia van, Comerás en esta tierra.
Dios leperdone, Madrid,
Y porque es bien (¡no las veas. Si quien pregunta no yerra.
Que tuviste de donaire
Aunque me pesa que seas FLORENCIO.
¡
liELTRAN. GERARDA.
BELTRAN.
Dos. Florencio, ha de llevar, Ser forasteras
Las unas para alcanzar, De aqui á un rato Lo merece siempre ansí
Y las otras para huir. Volveremos á comer. Que van tras la novedad
FLORENCIO. FLORENCIO. Los hombres con desatino.
¿Que Otra mujer voy á ver? LUCRECIA.
¿Qué mujer hará favor
Ay Lisena Mucha gente de camino
A un hombre tan de camino? ¡
FLORENCIO. LUCINDO.
O está loca ó yo lo estoy
¡Quiéralo el cíelo!
O la fortuna está loca. Dadme el paño.
O el tiempo perdió el jiiicio. LISENA. CAPITÁN.
Hasta saber con qué indicio Veisle allí. Mas corto levanto el vuelo.
De amor en mis celos loca, FLORENCIO. Con el temor de caer.
Teniío de negar quien soy.
¿Quién OS trujo á este niesou? Nunca pongo el pensamiento
Aunque niasme llore y diga.) Donde lenga fuerza alguna
¿Há mucho que estáis, amiga LISENA. El tiempo \iila fortuna.
Aqui en casa? El decirme el corazón Ni pueda llevarle el viento.
LISENA. Que estaba su dueño aquí. ¿Vos estáis enamorado
Habrá que estoy FLORENCIO. Desla dama de Madrid?
Cosa de un año y un mes. Y ¿si es ya de otra? LCCINDO.
FLORENCIO. Perdido estoy.
lis::na.
Echad agua. CAPITÁN.
Los dos Advertid
LISENA.
Sabremos mudar de prendas.
Que me place. En la bajeza que he dado.
FLORENCIO. Ni yo camino en el mar
FLORE.NCIO.
Id á hacer vuestras haciendas. Ni en el viento ni al sol miro.
,
Solo fie oíros hablar ¿Pues cómo yo , (|ue atrevido Aquel palacio.
He venido á sospechar Andando con el marqués CAP'TAN.
Que hay dnencie en este mesen. De Santa Cruz y después ,
Manos hermosas, ¡ku' Dios,
Y si es ansi no penséis
,
Con el Archiduque, he sido Que otro instrumento os conviene.
Que sois el doliente vos Del turco y del rebelado
LISENA.
I )e ese dolor (|ue por Dios,
;
Flamenco rayo en la guerra
,
X rio vuelto, señores. ye amor? ¿Qué temo? Qué aguardo? GERARDA.— LISENA.
Ganancia de pescadores. ¿ Soy yo el que fuerte y gallardo,
,
GERARDA.
CAPITÁN. Anima, acomete, esfuerza?
¿El que asalta al escuadrón, ¿Con quién das voces, Inés?
¿También á vos se os antoja?
A la galera, al navio? LISENA.
LUCINDO. Amor, ¿ dónde está mi brío?
No; pero el que hablare á Inés, ¡Oh mi señora Gerarda!
¿Qué has hecho á mi corazón ?
Tercie por mí con Gerarda. Con ese necio, que aguarda
Vuélvemelo ¿tú no ves :
CAPITÁN.
I
LISENA. GERARDA.
¿Cómo puedo estar despacio
Si es muy poco , diga presto Adonde hay tanto que hacer? Dime la verdad , Inés:
Que ando, como ve, ocupada. Suelte; qué voy á barrer. ;Ha sido amor ó interés?
;; ; : , , , ! , ,, ; , . . ,
el ri^íor.
Su pecho? —
¿Qué te inquietas? LISENA.
Que tienes? No puede ser.
GERARDA. GERARDA. BELTRAN.
Tú á lo menos disculparas ¿Qué be de tener? ¿Cómo?
Cualquiera deseo, Inés; Mi hermano es hombre. LISENA.
Que es muy justo que le des LISENA. Hay duende.
Sien tus méritos reparas. Es ansí.
Mas , pues me has declarado BELTRAN.
GERARDA.
Lo mas , que es decir que quieres Y la daré...
Y que el galán que pi-elieres ¿Que le quiere tanto? LISENA.
Tendrá esta noche tu lado, LISESA. ¿Qué?
Dime cuál de los dos es Si, BELTRAN.
Ansí logres tu deseo. Si bien me supo querer. Un esluche.
LISENA. GERARDA. LISENA.
Muy cuidadosa le veo ¿Que esta noche ha concertado Barbero debe de ser.
Vo te lo diré después. Verle? BELTRAN.
GERARDA. LISEXA.
Muy su servidor sí soy. ( Xase Lisena.)
Vuelve, dótenle y advierte Y con tanta afición
Que solo es este cuidado Que en prendas que de amor son ESCENA V.
Gusto de ver si has echado me ha dado.
Esta sortija
El dado con buena suerk>. Y aunque tan pobre me ves. FLORENCIO.-GERABDA, BELTRAN.
¿Quién por mi vida? Y no mientas.
, Cree de mis pensamientos
LISESA. Que á tales atrevimientos FLORENCIO.
(Ap. Bien se traza mi inveficion.) No me moviera interés. ¿Cómo en tu desgracia estoy?
;.En amores de mesón Amor me mueve; que estoy GERARDA.
Saber secretos intentas? Perdida.
GERARDA. Di lú cómo soy mujer.
No te lo niego por mi BELTRAN.
Que confesar que ha de ser Gran bien me has hecho.
Es lo mas que puedo hacer (Ap. Y boy saldrá de mi pechp ¿Qué tenemos? ¿Hay capote?
Su amor , á fe de quien soy ílay ceño? Hay capa
aguadera?
En esta ocasión por tí.
Por honra del caballero, Y no será grande hazaña FLORENCIO.
Gerarda, te encubro el nombre. Que hoy salga quien hoy entró.) No Iiá un hora que tu bien era.
GERARDA. LISENA. (Ap.) BELTRAN.
Pues ¿qué pierde ningún hombre? Bravamenle lo sintió.
No bav paz que no se alborote,
Si entran de por medio
LISENA. celos.
Su calidad considero;
ESCENA IV.
¿Cuánto va que estás Gerarda ,
gallarda
FLORENCIO BELTRAN. — Dichas.
Y que nunca en el sayal De la fregona
Con principios de recelos?
,
Suele estar envuelto el oro
Sin que pierda su decoro. BELTRAN. Yo holgaría de saber
Si dest'e enojo soy
parte,
GERARDA.
Cosa, vive Dios, extraña Poríiue puedo asegurarte
No sientas de ti tan mal; Y que si yo no la viera. Con iiuc vive en mi poder.
Que si el mismo amor posara No la creyera á ninguno. Ksti-coiicicrlo hemos hecho
Inés, en este mesón, FLORENCIO. {Ap. á Beltran.) Siempre (pie vamos los dos
Pudiera con afición
Aqui están las dos. Algún camino; y por Dios,
Rendirse á tu hermosa cara.
BELTRAN.
Que te hablo abierto el pecho.
Y como se suele dar damas
El ha de hablar cuantas
A la huéspeda el dinero Si alguno
Le ofrecieren sus personas.
Que lo guarde, considero Me contara esta quimera Yo con todas las fregonas
oue amor te diera á guardar Lo tuviera á bernardina. Que nos hicieren las camas.
Las flechas de sus despojos, ¿Que esta es Li.sena , Florencio? Así que Inés me ha locado
,
Aunque de rayos son iiechas;
Que para guardar sus flechas.
FLORENCIO. Y es demi juridicion,
Eran muy propios tus ojos. Quedo, Beltrau con , silencio. Y al rededo" del mesón
BELTRAN. Cinco leguas.
LISENA. GERARDA.
Lisonjas os ha enseñado Quien ama y se determinp. Si has pensado,
El deseo de saber No habrá cosa que no intente.
, , ,:; ,;,;,,
,, , ,, ; ,, ; ,, , , ! ! , !
Dos jardines, dos desiertos, Pero mírales los pies; ¿Celosía yo? ¿Y qué tal?
Dos con ojos y dos tuertos Que yo conozco un discreto De ébano de Portugal.
Dos sucios y dos curiosos Que esa rueda deshacía LISENA.
Dos damas y dos fregonas Luego que los pies les vía ¡Deliran
Para que en pasando el agua, Que es espantoso defeto. BELTRAN.
Haya sin ir á la fragua Cuando pinta algún pintor
¡Inés!
.\I demonio, ya después
Aquellas mismas personas. LISENA.
Tú Deltran no has de pensar Que ha hecho el rostro, en los pies
, ,
Florencio no me engañó
Pues ¿qué pien.sas tú que son BELTRAN.
Pero quísome engañar. Fregonas? Diablos pintados. ¿Qué importa que tú las des?
Y si es que las ocasiones BELTRAN. LISENA.
Le dan las damas, sin duda Esas llevan mis cuidados Ya no imporla. ¡ Triste caso
Que, pues de dama se nmda Y nodamazasde don. BELTRAN.
Trocastes juridiciones. GERARDA. Cerarda, guárdame el paso; (/l/j.ffe//a.)
Ya Florencio en tu aíicion
Tiene tanta señoría
Al tinte huele, Deltran Que quiero abrazar á Inés.
Quien tíñe ; al olio el pintor, GERARDA.
Que como chanciliería
Se entra en tu juridiclon.
A lapesca el pescador.
Abrázala; que a(|uí estoy.
El que curte a! cordobán
Dilc que siendo galau Mas págame en otro tanto.
Las fregonas al fregado.
De las damas que no es justo , LISENA. {Ap.)
Que IVegonice su gusto, RELTRAN.
De lo (]ue sufro me espanto.
Pues es tu oíicio, Deltran; ¿Y no es pastilla mejor
Que Inés no es lugar que cae Que el ai lilicíal olor,
FLORENCIO. (A Gerarda.)
Cinco leguas del mesón El melindre y el cuidado? ¿Eres mía?
Pues de tu juridicion Ahora bien cuando de todas , GERARDA.
Hoy á la suya la trae. Digas mal déjame á Inés.
, Tuya soy.
Esta noche ha concertado GERARDA. LISENA.
Tener su lado de Inés, ¡Tuya soy!
¿Que en fin , luya es?
, Deltran
Y por prenda , si lo es. BELTRAN.
BELTRAN.
Una sortija le ha dado. ¿Que tú eresmia?
Pues quien me ha de amar á mi Y esta noche son las bodas.
LISEN.\.
No ha de tener pensamientos GER\RDA.
De tan bajos fundamentos, ¿Cómo, si ella me ha contado No digo á tí.
LISEXA. LISENA.
Con cuantos nombres hallaras.
Si me pasaras el pecho.
Beltran, que pierdo el sentido. ¿Cómo, Deliran cuatro dias ,
Si me hicieras una afrenta
Lisena soy , ¿no lo ves? De ausencia á Florencio han puesto Pública , si me escribieras
FLORENCIO. (.4 Gerardo.) De tal suerte, y descompuesto Libelos , no me ofendieras
Sin ti no vivo. Las obligaciones mias? Mas, ni quien mi agravio intenta,
LISEXA. ¿Cómo Beltran? ¿No era ayer
,
Que con decirme que quiero
{Ap. ¿Esto sufre La que en Granada le vi Mujer de manto. Es verdad
El cielo? ¡Oh rigor eterno! Llorar mas tierno por mí
Que me muestra voluntad,
¡Oh celos, color de iniierno Que la mas tierna mujer? Y respondo lisonjero
Llama azul de piedra azufre I
Cómo, Beltran un hidalgo ,
Pero ¿yo interés ni amor?
¡Sin tino vivo!
Llora y miente vende infama , ,
Quédale con Dios, Lisena
BELTRAX. lina mujer que lo llama
Que me has dado mucha pena. (Yase.)
¿Es posible Su bien?
BELTRAN. LISENA.
Que sin mi no vives ya?
De juicio salgo Oye, espera. ¿Hay tal rigor?
LISENA. ¡Desdichada suerte mia!
Con ver lo que Beltraneas.
De los requiebros de allá
Lisena, si he de dejar Todo me deja. ¿Qué haré.
Soy, Deliran, eco invisible. Pues ya no hay cosa que esté
De llamarte Inés, y hablar
Respondo al postrer" acento En las cosas que deseas. En el lugar que solia?
A la voz de aquel Narciso Oye y mira que le has dado ¡Ah traidor, que disimulas!
Que en aquesta fuente quiso ,
¡Bella labradora
Y ¿estaba en ellas? Los cortos y los prolijos.
FINEO. ALFÉREZ.
ALFÉREZ.
No. Cisnes son de la mar Tonta
Hermosa
ALFÉREZ. Mi! pretendientes anfibios.
Y limpia como mil oros.
Mil cosas cuentan dellas. FlNEO.
FINEO.
FINEO. ¡Notable es aquel palacio
Si la quiere el Capitán ¡Edificio peregrino!
Y el Alférez , yo querria
Lo que yo he visto os diré.,
Crandes maravillas tiene Calerías, salas , cuadras.
Servir en su comiiafíia. Mármoles y jaspes lisos.
El católico Filipo,
ALFÉREZ. Aumentadas en España, La capilla y corredores
No sé, por Dios si os querrán
, De su abuelo y padre invicto; Y aquel retablo divino
Que es hosca como un novillo. Y si maravillas fueran Del Ticiano y el reloj
,
,
Me decid de qué estáis triste. Del Embajador prosigo Están sirviendo á Filipo,
;
Que hay ocasión harto buena Nunca Dios te dé salud Aquí está Inés.
Para divertirla un poco. Ni á ese necio capitán. LUCINDO.
En ese aposento entrad ¡Dueños mis negocios van! ¡Inés mia!
Quitaos espuelas y botas ; .Arded, celosa mquietud, LISENA.
Que desembarcan mil flotas Maladme el pecho , romped Por Dios, que ando á buscarte.
De damas en la ciudad, Salga el llanto por los ojos.
LUCINDO.
A ver la famosa liesta Destílense mis enojos.
Que hay rejones y lanzadas Arded corazón arded. , ,
¿Cómo has hablado á Gerarda?
Y las penas ocupadas Arded triste corazón , LISENA.
Siempre son menos molestas. Para que siendo alquitara. A las dos, Lucindo, hablé
Naturaleza, por varia^ Vierta el agua por la cara Por los dos.
Mas hermosa suele ser: Venenos de su pasión. RISELO.
También dicen que ha de haber Arded sin cesar de arder, Discreción fué.
Una justa literaria; Y aun(|ue es mi muerte al)rasarnie,
LUCINDO.
Y pues picáis de poeta Valedme vos con matarme.
Al premio escribir podeis- Pues yo no os puedo valer. Y ¿qué responden?
LISENA.
FIXEO.
¿Qué sugetos? ESCENA XII. Aguarda.
ALFÉREZ. Que aquesta noche os quedéis
Mas de seis.
GERARDA LUCRECIA.— LISENA. , A dormir en el mesoii
Y os harán conversación
FINEO. GERARDA. Desde las doce á las seis.
¿Hay glosa? ¡Oh Inés gran mal
!
¡ I.LCINDO.
ALFÉREZ.
Y un pié que aprieta:
LISENA. ¿A dormir ? Pues ¿de qué modo?
«De Dios es insigne hazaña Ay de mi ¡ LISENA.
¿Qué os puede haber sucedido? Dándoos aposento yo
í Ana Maurifia, á la sazón de cuatro años, GERARDA. Que Gerarda lo trató
primogénita de Felipe III. ¡Un forastero ha venido De aquesta manera todo.
, ,, ; , ! ; , , ! ; ,
¡Cosas extrañas suceden! Que puesto que hasta mañana Por donde entrar podréis al monesterio.
Algunas parecen sueños Solo tengo de lugar, FLORENCIO.
Tales que los mismos dueños
, A fe (¡ue se han de acordar Pues alto ; en vuestro amparo meconfio.
Mi'nos entenderlos pueden. De /a Noclie Toledana. BELTRAN.
Vine siguiendo á Gerarda
Con muy celosa pasión Huésped, ¿es este salto peligroso?
Y vide en este mesón HUÉSPED.
lina villana gallarda,
Que me ha puesto mas antojos ACTO TERCERO. Es muy fácil , por Dios.
BELTRAN.
Que á un caballo desbocado
Por eso, digo;
Con que no poco he templado
La furia de aquellos ojos.
ESCENA PRIMERA. pue no soy muy ligero y pues el cielo .
CAPITÁN. (Dentro.)
Las noches áticas. Quiero que á solas esté.
-Vbran aquí.
FLORENCIO. GERARDA.
FLORENCIO.
Golpes dan. ¿Digo ¿Dónde mi Florencio fué?
liELTRAN.
Que nos prendan? LISENA.
Que si no es mi fantasía
Escapar de aquel perro fué milagro. De íiguras é imagines inermes,
Así jamás de su humedad enfermes,
|
A toda la compañía
BELTRAN. Inés ha desaliado.
Ni el tiempo de sus céliros te prive
Y'o, ii lo menos, no fui tan venturoso. j
Sin duda que lodos salen.
Porque goce, primero que te huyas,
FLORENCIO. I Otros dos viniendo van;
I De Inés, corona de tus luces Jiellas,
¿Mordióte? Haz que me miren con piedad las tuyas;
Que rendido el capitán,
BELTRAN.
¡
A la posada.
ESCRIBANO. Consiste de un amante el bien mas alto.
ALGUACIL i."
Estos son de la cuadrilla LUCRECIA.
Y ¿de dónde
De aquel hurto de Sevüln. Por dicha, ¿hízose mal?
Vienen?
ALGUACIL 1." LISENA.
ALGUACIL 2." (.4;^ al Escribano.)
Turbado resiionde.
Si; pero poco sutiles. ¿Deque?
Tomé dice el bellacon, LUCRECIA.
Estos, ladrones serán
Y' el otro dice Marzal.
Apartadlos. Del salto.
Vayan á la cárcel real.
ESCRIBANO. LISENA.
FLORENCIO.
Decís bien. Entra; que bueno está, pues te desea.
Señores...
Este asid , y apartad este. Mas por sí te escuchare algún curioso,
ALGUACIL 1."
{Sepáranlos.) Finge que eres Inés porque no sea
,
Vaya el ladrón.
BELTRAN. (Ap.) Deslustrado tu nombre generoso.
ALGUACIL 2."
;Plegueá Dios que no nos cueste LUCRECIA.
Que ha de ir mañana á galeras.
M'is de lo pasado , amen Como toda esta noche se pasea
¡Brava prisión hemos hecho!
¡Mala noche por tejados, Este patio por tí , será forzoso.
Jiesvanes y palomares, BELTRAN. (Af.)
LISENA.
Caballerizas, pajares; Que nos azotan sosi)echo.
De que os llamen Inés tengo avisados,
Pulgas, coces y bocados FLORENCIO. (Ap.)
Lucrecia, á vuestros dos enamorados.
Por huir de la justicia; ¡Hay mas extrañas quimeras!
Y al cabo venir á dar LUCRECIA.
Con ella! ¡Gentil azar! 1 Falta un verso. ¿Que no dirán jamás el nombre nuestro?
— ;; , ,, , ! , ! ! , , ) —, ,
LA NOCHE TOLEDANA.
LISE.XA. Cuando arrebatoáun corchapinla hoja, ESCRIBANO.
Ni vosotras. Y lo mismo Beltran dilo; que creo
:
Vístase , acabe.
LUCRECIA. Que cuanto me ha pasado se me antoja.
HUÉSPED. [Dentro.)
Ya sé lo que me importa. BELTRAN.
Ya voy.
Quédate á Dios. (Vase.) ¿Qué es menester en esto mas rodeo? ¡Qué dichoso en mozos soy!
A cintarazos cada cual se arroja Todo es comer y desorden.
ESCENA XXIII. Hacia el Alcázar; mas con gran vent.')ia. ¿Quién es? [Asúmase á una ventana, j
Puesto que a([uel nos sigue, aijiiel ataja.
LISENA. Damos los dos en una zanja abierta ALGUACIL 1."
Y pasa la justicia por encima La justicia es.
Oh sol ! si el rayo nieslro
i
Tan ciegos, por un lado, que fué cierta HUÉSPED.
De mis enredos el discurso acorta
La libertad, que el hombre tantoeslima. Pues qué quiere antes del día?
La vaisa iinkistria del ingenio diestro ¿
Salimos, y llegamos á la puerta ALGUACIL 2."
Será muerte corla
la lela (¡ue la
Deste mesón , á deshacer la euima.
Mas yo espero que el alba matizada ¿Qué huéspedes tiene?
Me verá de sus flores coronada. ¿Qué hay de las damas?
HUÉSPED.
Yo triunfaré del enemigo mió [ño; ,
LISENA.
Había
Puesque su dama he dado al propio due- Entra que te aguarda;
Anoche de Madrid tres
,
Que en la verdad de mi tirmeza lio A tí Lucrecia aquí, y á tí Gerarda. l>os do Granada , un soldado,
Que le despierte del injusto sueno. FLORENCIO. Y pienso que un capitán.
¡Oh fuerza de mujer Oh industria ! ! Oh Voy. Adiós ; que pues tú la causa diste,
[hrio, ESCIIIBANO.
Gerarda es ya mi dueño.
Que de una noche el término pequeño Llame luego donde están.
LISENA.
De suerte á sus desdichas acomoda. HUÉSPED.
Que excede al curso de la vida toda! Entra mas quedo. ¿Si se habrán ido á sagrado
(.4p.
Yo, sin perder aquel honor que debo Iré por ella; que mi amor resiste
Por donde los avisé ?
A los mayores de quien vengo honrada, A tu crueldad con el valor que puedo.
Vístanse todos, señores.
Con nueva industria , con engaño nuevo, BELTRAN. ¿Hay algo?
Tengo toda esta gente sosegada En fin, ¿por ella vas? ALGUACIL 1."
Mas primero dará su lumbre Febo LISENA.
Que esté su pretensión desengañada Los dos mayores
Porque todos me esperan de mil modos,
Sí voy. ¡Ay triste! Ladrones...
Y están cerrados y engañados todos, [lo? BELTRAN. HUÉSPED.
Golpes sientoen la puerta. ¿Qué es a([ues- ¿Si para aquí la noche de Toledo? ¡Rúen lance eché!
¿Hay nuevo mal? Hay nueva desventura? LISENA. {Ap.) ALGUACIL 2.°
No paraaqui; que con mayor engaño Que han venido á esta ciudad.
ESCENA XXIV. Comienza el vuestro, y cesará mí daño. ESCRIKANO.
BELTRAN, FLORENCIO.—LISENA. {Vanse.) ¿No se acaban de vestir?
HUÉSPED.
BELTRAN. (Deiitro.)
Ya todos quieren salir.
Abran aqui. Calle y vista exterior del racsoii.
LISENA. [Quítase de la ventana el Huésped ij
¿Quién llama?
ESCENA XXV. abre después la puerta.)
ALGUACIL 1.°
FLORE.NCio. (Dentro.) Los ALGUACILES, EL ESCRIBANO,
Abrid las puertas. Entrad.
Abre, Inés, presto. GEJiyE.; después, EL HUÉSPED.
[Entran en el mesón los alfjuaciles,
LISENA.
ALGUACIL I." Escribano y gente.)
La voz es de Florencio. ¡Oh gran ventura!
Yo voy á abrir. Digo que entraron aqui
Y que esta puerta se abrió.
(Abre y salen Florencio y Beltran.)
ALGUACIL 2." Patio del mesón.
Señor, tan descompuesto!
¡
El ruido sentí yo.
FLORENCIO. ESCRIBANO.
ESCENA XXVI.
¡Oh noche, la mas áspera y escura Yyo los golpes sentí.
Que he tenido en mi vida
EL CAPITÁN, LOS alguaciles, EL ES-
i
Llama. CRIBANO EL HUÉSPED, gente; ,
LISENA. ALGUACIL 1."
¿De qué suerte? después, EL ALYÉnEZ.
¡Ah de arriba!
FLORENCIO. ALGUACIL 2." capitán.
Con mil peligros de prisión y muerte. Ah de casa! ¿Es muy gran delito acaso
i
Alférez y Capitán. ¡
Que entró verme, y está aquí.
á HUÉSPED.
ESCRIBANO. ¿Es delito una fregona Pues ayer recebí;
la
Y los demás, ¿no abrirán?
i
Con un hombre que camina? Que si hubiera cuatro días,
¡
Ayer la hablé en la crocina. A la gente que juntara,
CAPITÁN.
{Sale Gerarda.) Zocodover no bastara.
De me caigo en veros
risa
i
LA NOCHE TOLEDANA.
ALGLACIL 2.'^ FLORENCIO. BELTRAN.
Este parece en el habla; Y a mi Yo á Biselo.
Mas dicen todos que son Lisena.
ALFÉREZ.
(iaballeros de Granada; ALGUACIL 2.°
Eso no; guarda la cara.
Y pues que son caballeros, Pues eso basta.
Escúchenme dos palabras. FLORENCIO. (A los alguocUes.)
Dense las manos aquí
<,Son estas damas iguales Con fe y palabra jurada Vuesas mercedes se vengan
A su valor? Oá la cárcel juntos vengan. Hoy á cenar á esta casa
ALGUACIL 1." FINEO.
Llevarán cincuenta escudos
Para principio de paga.
Todos callan. Yo doy la mano á Gerarda.
ALGUACIL i,°
ALGUACIL 2.° LUCINDO.
Yo á Lucrecia. Mil años todos se gocen.
Si son ¡guales les digo.
FLORENCIO. RELTRAN.
FINEO.
Yo á Lisena ¡ Bueno ! la vida nos tasan.
A mi Gerarda me iguala. Y cumpliré la palabra. FLORENCIO.
LUCIXDO. CAPITÁN. Aqui da Senado noble
,
L~i.
LA CORONA MERECIDA
COMEDIA DE LOPE DE VEGA CARPIÓ,
¿A quién se podia dedicar mas justamente La Corona merecida, que á quien merece tantas cuan-
tas virtudes la adornan, donde se verifica que si las cosas convienen con los nombres, el que le
dieron á vuesamerced no fué sin causa ? Diferencias de coronas tenia Roma cuando premiaba la
virtud militar de sus soldados: asi las tienen las gracias y virtudes, no de los árboles de Mai'te,
sino de aquellas que con diversas flores dan las musas, aun en las naciones bárbaras, porque
la virtud es de la naturaleza del sol, que haciendo de la fama cielo, discurre el mundo. La se-
gunda parte de mis Rimas di á luz con el nombre de vuesamerced, poniendo á la puerta un án-
gel que supliese con su respeto lo que faltó mi pluma; y de entonces, ni mis sucesos me han
dejado continuar el agradecimiento fn público, ni tuvo cosa digna de tan alto ingenio; mas vien-
do agora que el sugeto desta comedia era la historia de una señora tan celebrada por La Corona
merecida, que con ella dio honor á España, gloria á su nombre, y nombre á sus descendientes,
valiéndome mas del título y de la hazaña que de lo que de mi parte pudiera con otro ingenio
servirle de ornamento, quise, atrevido, dedicar á vuesamerced mas el nombre desta dama que
mi estudio y así, le suplico afectuosamente reciba La Corona merecida de mano de las musas, en
;
tanto que de sus mismas virtudes se las ofrezcan mayores mis deseos. Dios guarde á vuesamerced.
Su capellán ,
LA CORONA MERECIDA.
PERSONAS.
KL REY DON ALFONSO MU. ! UN ESCUDERO. SAUSO, alcalde villtmo. Villanos.
DOyi^lGO, con de. DOSA SOL. AGÓN, re oidor villuno. Danzantes.
DON MANRIQUE. DOS A ELVIRA. UN SACRISTÁN. acompañamiemo.
DON PEDIU) DE LARA. LUCINDA. VIVAR. Damas.
DON .ALVARO. RELARDO, alcalde villniw. ORDOiVO. Músicos.
MADAMA LEONOR. ÜN LACAYO. UN PAJE.
I
Quien mata por los oidos.
Que disminuye el placer {\anse.)
La gloria que se dilata.
i
EL REY DON ALFONSO VIII, DON PE- Un ángel que después sea
, ESCENA II.
De la misma proporción.
DRO DE LARA, DON MANRIQUE,
REY. BELARDO , SALISO, AGÓN.
EL CONDE DON IÑIGO.
No solo será la fama
REY. Igual al vivo ; mas veo
Que ha de encender mi deseo Mira , Retardo que echáis
,
¿Qué nuevas hay de mi esposa? A perder todo el Concejo;
DOX i.ÑIGO. En mas verdadera llama.
Dice el regidor Alejo
Que nueve leguas eslá DON PEDKO.
Que todo el pueblo empeñáis.
De Burgos. Tiempo tienes de llegar Gastar lo que es necesario
REY. Antes que eutre, si ahora parles. Es bueno , por buenos modos
;, Dicese ya REY. Pero empeñarnos á todos
Queesbeniiosa? Sus encarecidas partes Es negocio temerario.
DON IÑIGO. Me obligan á anticipar Celébrese á maravilla
Y muy hermosa. Estas vistas con razón. La venida de la Reina
¿Qué vestidos tomaremos? Que en tin en las almas reina
REY.
DON IÑIGO.
Como en Burgos y en Castilla;
Es inglesa y es Leonor. Pero querer que quedemos.
DON MANRIQUE. Si al solencubrir queremos, Por gastar vos los ducados
Y es divina maiavilla.
Nubes necesarias son Toda la vida empeñados
Aunque pienso que si nace Los que de propios tenemos
DON PEDRO. Tu sol, y la luna ves.
No habrá tenido Castilla Eso no es de buen alcalde.
Que es fuerza que Inz le des.
Señora de mas valor. BELARDO.
Como el del cielo lo hace.
REY. ¿Queréis vos, por vuestra vida,
DON PEDRO.
¿Dónde llegan á comer? Que una reina tan lucida
Si te disfrazas galán , Viniese á vernos de balde?
DON MANRIQUE. Luego han de conocer;
te
¡Voto al sol , ([ue he de empeñar
Cuatro ó seis leguas de aquí. Pero puédeste poner Las dehesas y los pozos
REY. Una montera y gahan. Y hasta las mozas y mozos
¿Estará esta noche allí? En forma de labradores. Casados y por casar
Como que á las fiestas vamos. Si viene el Rey de Toledo
DON MANRIQUE.
Habrá por fuerza de ser, REY. A Burgos, adonde está,
Pues entra en Burgos mañana. Ya por disfraz comenzamos; Pudiendo casarse allá
No es mala señal de amores. Y estarse en su casa quedo,
REY.
Deseo amarla por Dios, Solo por hernos servicio,
Agora, fñigo, loes; ¿Quién dejará de empeñar
Por quién es y por mi gusto.
Y pues las leguas son tres Cuanto pudiera topar?
O cuatro, y la tierra es llana. DON ÍÑIGO.
AGÓN.
Gusto me darla, embozado, Es deseo noble y justo
Queeu un coche... Que sois un alma los dos. Calla que estáis sin juicio.
;
La Reina es mejor que vos, Lo vi por blancura tanta ¿Qué habernos de presentalla?
Y los ha de ver danzar. Descender hasta los pechos. SALISO.
AGÓN. Que, si vinieran desnudos. Cuanto en el suelo se halle.
Ello va ya de borrasca. Fueran de Medusa escudos Desde el durazno al melón
SALISO.
Contra amorosos despechos. Aunque no sé bien si ingleses
Y por estas soberanas Son muy amigos de fruta.
Dejalde; que es un erizo.
Partes, en un fabordon
BELARDO.
AGÓN. Canté dos kiries al son
Si el presente se ejecuta.
Ya que la danza se hizo, De las mejores campanas.
Tendrán que comer dos meses.
¿De qué sirvió la tarasca? BELARDO.
( Vanse Belardo Saliso y Agón.)
,
y BELARDO. Par Dios, Mendo , que podéis,
Yo la hice y no hagáis fieros
, Por deste dia
la gloria , ESCENA V.
Aunque os pese hasta los codos, Ser sacristán en Turquía.
Porque á los ingleses todos ¡Qué hermosa vista tenéis DOxÑA SOL, LUCINDA EL ESCU- ,
Si os dijese, caballeros,
De no ver que en su arrebol Por el Rey me habla,
Desta bella labradora Cuando se levanta el sol
LUCINDA.
la cortina el alba.
I
Fué agüero ser labrador ¿Ni á los que vienen conmigo? Llamarme en mi aldea ahora
Y el tosco traje vestir. DOÑA SOL. La señora labradora.
De lo que me ha sucedido. No los he visto jamás.
Madre del señor Infante!
Sin duda y es justa ley ¡Gentil fama! ¿No lo ve?
DON ÍÑIGO. [Ap. (i doña Sol.)
,
mas
Hinca , Sancha la rodilla, se Vuelve á encender
.'
En su celestial belleza.
(
,
Que
Date en los pechos. DON ÍÑIGO.
Esta es pobre labradora... i
¡Rien! !
Que os quieren ciertos deseos Porque no queme su fama
Y' aborrecerla también
i Hacer reina de Castilla. Y de Rúrgos la he sacado.
Que todo acaba en un hora I DOÑA SOL. Cerraréla en un retrete.
Y es condición de los hombres. I
No se burle palaciego
,
DOÑA SOL.
REY. j
Que no son Ijestias acá. Pues ¡qué! ¿querrías, hermano
'
{Descúbrese.)
Quedo, por Dios. Véisla allí. I
DON ÍÑIGO.
Si el Rey es mozo y liviano,
DON MANRIQUE. Por poco tiempo será:
¡
Sí. i
Y eso ¿ es poco?
DOÑA SOL.
DON MANRIQUE. {Apártase á hablar con Lucinda.)
Yo soy.
Pues no temas no te asombres. , \ DON íÑiGO. (i;;.)
;De qué te has descolorido? DON ÍÑIGO.
i ¿Que es posible
¿Qué te ha dado esta mujer? Que esto haya agradado al Rey? Cúbrete.
DOÑA SOL.
REY. Como en el gusto no hay ley
Ya estoy cubierta. {Cúbrese.)
¿Qué mas hechizos que ver? I
Es un bárbaro terrible.
DON MANRIQUE. DOÑA SOL. {Ap. á SU criada.) DON ÍÑIGO.
j
Luego ¿basilisco ha sido? I Rasta, Lucinda; que aijuel Solo advierte que á la puerta
REY. Que allá en la iglesia w.a habló De mi deshonor estoy.
No soy de aquellos que pueden
I
Si le miran. I
En el traje que traemos, DOÑA SOL.
Por ver antes á su esposa. Ríen;
DON
i
i.VIGO.
Quiero ir
LUCINDA. Ni yo soy mujer también
A ver tanta perfecion... '
Si ;
pero os graciosa cosa Para quéinfamados queden.
; ; ; —
, , ? , , , ,; ,, ; , !, ;
Ninguno, par Dios. Doña Sol me agrada mas. Llegado á que ansí lo vea
BELARDO. Porque me abrasó de amor. Dos cielos sus ojos son.
DON PEDRO. Dos mil soles sus cabellos,
Yo ¿queréis que ánimo lenga? Perlas y coral la boca
SALISO. Mírala desde esta parte,
Sus manos cristal de roca,
Y mira lo que merece.
Ea, Belardo, aoabati; Claveles sus labios bellos.
Decidle á su majestad REY.
Es de un cisne su garganta
Que nuiy en buena liora venga Como un ángel me parece En blancura y en color,
Y no os turbéis. Mas no es posible que aparte Sus pechos cárcel de amor,
BEI.ARPO. De Sol la imaginación. Con grillos de nieve tanta.
Daisnie grita. Esto Pedro, es dar la palma
,
LA CORONA MERECIDA.
SAL ISO. Que no se gana en un hora. ¡Hablando á Sol ¿Qué es aquesto ?!
Suplicóos que me escuchéis, Que es de necios poríiar. Que no digas otra cosa,
Y no os encubráis de mi. {Vuélvese don Pedro al Rey.) i'ues mal tu sangre conoces;
DOÑA SOL. REY. Que si rey del mundo fuera
Que os conozco negar puedo; ¿Podréla, don Pedro, hablar? No llegara ni pudiera...
Pero no que no he sabido DON PEDRO. DON ÍÑIGO.
Que hayáis con el Rey venido Mejor es que la dejéis, Quedo , Sol ; no demos voces.
A Burgos desde Toledo Cran Señor, por vuestra vida; DOÑA SOL.
Que aunque el traje oculta al hombre. Porque no hay cosa tan loca A que le tocara un rayo
Aquí el hombre se declara. Como una miijer que toca Desle sol que su temor ;
DON PEDRO. Eti discreta y presumida. Solo pone á su calor
Yo soy don Pedro de Lara. Habla de vos de la suerte Nieblas con tan vil desmayo.
DOÑA SOL. Que si fuera el alma el traje. DON IÑIGO.
Ya OS conozco por el noml)re. REY. No te alteres.
DON PEDRO. Como el traje fué el lenguaje, DOÑA SOL.
Hoy ¿habéis al Rey hablado? Pero mas dulce que fuerte. ¿Cómo no?
Su hermano lo habrá causado;
DOÑA SOL. DON ÍÑIGO.
Esto el tiempo lo ha de hacer.
Hoy hablé al Rey. óyeme hasta el fui.
Desde Burgos disfrazado. La nueva Reina ha llegado. Ni el ser hijos de quien sabes.
DON PEDRO. Que al Rey no he podido hallar. Ni nietos de quien oisle;
Al Rey habéis muerto. REY. Porque la virtud consiste
En los pensamientos graves.
DOÑA SOL. Si á quien soy no desdijera
Satisfecho estoy de ti;
¿Yo? A hablarla , don Pedio, fuera.
Pero sé la condición
DON PEDRO. DON PEDRO. Deste hombre.
De una flecha queda herido, Bien puedes; llégala á hablar.— DOÑA SOL.
DOÑA SOL. Tente que el Conde ha venido.
; ¿Por qué razón
¿Era yo Dólfos ISellido, REY. Quieres persuadirme asi ?
Que al rey don Sancho malo? Haz como que no le ves DON ÍÑIGO.
DON PEDRO. Y vente tras mí. Porque pongamos remedio
¡Pluguiera á Dios que á Zamora DON PEDRO.
Al poder que pues volvió
; ,
Eso mismo que te agrada. Con voluntad limpia y llana, DON ÍÑIGO.
Y á ella licencia doy Temor de Alfonso me mueve.)
Y cuando tal haya sido {Ap.
La violencia de su mano, Para que os dé mano y brazos. Sea dentro de seis dias
Mejor podrá que tu hermano, DON ALVARO. Que de Burgos volveré;
Defenderte tu marido. Suspended Sol los abrazos.
, , Que casadoel Rey podré ,
LA CORONA MERECIDA.
Quien sola una vez me vio; REY. ESCENA II.
Pero no lo estaré yo Bien dices; porque en efeto
Si sola una vez la vi. Mas para tener dolor DON IÑIGO, dentro.— EL REY, DON
Presto, amor, el alma encantas, Mueve el mas necio amador PEDRO Y DON MANRIQUE, en la calle.
Aunque á la razón le pese. Que eltercero mas discreto.
¡Que sola una vez la viese, DoH íñigo ¿quedó allá? DON IÑIGO. {Dentro.)
I que me matase tantas Alzad las mesas, y venga
DON MANRIQUE.
DON MANRIQUE. Hoy no le he visto en palacio. Música.
¿Posible es que tanto daño REY.
REY.
Causó de una vista amor, ¡Válgame Dios!
Pues vamonos mas de espacio
Aunque la vieras. Señor, No esté por ventura acá.
¡Cómo música á las dos!
Gomo á Bersabé en el baño? Dado me ha en el pensamiento. DON PEDRO.
REY. Si hoy todo dia ha faltado
el Puede ser. Señor, que tenga
Lo que no agrada y convida ,
Que á ver á su hermana ha estado. Huéspedes.
Don Manrique, en el instante DON MANRIQUE. REY.
Que el hombre lo ve delante, Ruido en su casa siento. ¡Una mujer
No agrada en toda la vida. REY. Por casar! Manrique, no;
El verdadero veneno Si no es que íñigo volvió
¿Ruido tan farde? Mira
Es el que hace luego estrago Y fiestas la quiere hacer.
Tanto con tomar un trago
Que ya todos dormirán.
DON MANRIQUE. DON MANRIQUE.
Como todo el vaso lleno. Sin duda has dado en lo cierto;
Despiertos Señor, están ,
DO.N MANRIQUE. Porque viendo que acomodas
Y hay tantas voces que admira. ,
¿Cómo, Señor, la grandeza
DON PEDRO.
Tu partida hechas las bodas.
,
LACAYO.
¿Duerme ya? Estaba el conde don Iñigo
Don íñigo , el sacristán LACAYO. Sentado en la cabecera,
Lainez y Sol están Yo lo declaro. Y al lado derecho estaba
,
Y lodo el proceso junto. Siendo noche, ¿no está claro Doña Sol como el sol bella.
,
Sin duda que la casó Que tú me olvides y que yO te quiera? Elamor es de los cielos,
Iñigo porque no fuera
,
{Vanse.) Y ellos del infierno son.
Un rey señor de aquel mar, LEONOR.
Donde nacen tantas perlas.
La traza ha sido del Conde; Vuelve á llamar, doña Elvira
Salón del alcázar de Burgos. Los músicos.
El Conde Manrique muera., ,
DOÑA ELVIRA.
DON MANRIQUE. ESCENA VI.
Mira Señor, que te engañas
,
Bien harás
Y advierte que amor teciega. MADAMA LEONOR DOÑA ELVIRA. , En divertirte ,y podrás ;
Harán por fuerza [ra. Y no de reina, obligada (Siéntanse las damas, y cantan los mú-
Que un duro mármol se convierta en ce- sicos.)
De verla aíligiransí.
REY. LEONOR. MÚSICOS.
VuéKoniehas el cuerpo al alma. ¿No me pudiera avisar Ahora sabréis de celos, corazón;
diamante valiera
Si este De cualquier cosa (|ue hiciera, Que pensáis que son celos.
si
Don Manrique , seis ciudades, Para que yo no estuviera Infiernos del alma son.
, ,
; , ; , , , ;;,; , ,
Como el alba hermosa y pura Pues habíale, y sabe A la aldea que él contó;
Con música amanecéis. Dónde fué el Rey. Que cierto sol le llevó
LEONOR. {\anse la Reina y los músicos.) Que nunca amanece en él
Con tan larga ausencia escura. ESCENA XI. Con (luien está desposada.
Dorad coa nuevo arrebol DOÑA ELVIRA.
Nubes de agua engendradoras, DOÑA ELVIRA DON PEDRO DON, ,
Mentira tan bien formada
Pues en venir á estas horas MANRIQUE. Algún crédito merece.
Teoeis condición de sol.
DON PEDRO. {Ap. á don Manrique.) DON PEDRO.
REY.
por Dios, Hoy la llave, No tenga de vida un hora
Cuando lo fuera
Don Manrique, el Roy me hadado;
,
Si no es el Rey el galán,
Que muy nuevo lo parezco,
Mirad sí importa agradar Y si á otros negocios van
Si en dos albas amanezco,
A los reyes en su gusto. Mis pensamientos. Señora.
Que son la del cielo y vos. Y aun los suyos son en vano,
Dos albas y dos orientes, DON MANRiQUE.
Y será su intención vana
En las Indias y en España Fuera de que hacello es justo
Que es de don Iñigo hermana
El sol dora y acompaña ; Es camino de medrar.
Que llaman el Castellano,
Pelo en cielos diferentes. DOÑA ELVIRA. Hombre de tanto valor.
Mal puedo en el vuestro solo Con vuestra licencia quiero , Que aun el Rey no le hace ofensa,
Lo que él en dos cielos hace. A don Pedro hablar.
LEONOR. DOÑA ELVIRA,
DON MANRIQUE.
Acostaos, mi bien; que nace
Pues ¿qué es lo que Alfonso piensa
Señora,
Con invidia vuestra Apolo Con ese imposible amor?
Vos la tenéis desde ahora.
Que habéis venido cansado. En el corredor le espero DON PEDRO.
REY. (Áp. á don Pedro.) Y mirad si hay otra cosa Mocedades.
En que os sirva esta merced. DOÑA ELVIRA.
¿Quién le ha dicho donde fui?
DON PEDRO. DOÑA ELVIRA. Pues ¿ahora
Que soy muy vuestra creed. Es tiempo de mocedades?
Sino ha enviado tras tí
Nadie puede haberla hablado. {Yase don Manrique.) DON PEDRO.
REY. Nunca con las majestades
,
Yo te he dicho la verdad
De noche,' porque temía DOÑA ELVIRA, DON PEDRO. Y te suplico no creas.
Al sol que el sol me podia
Si hacerme merced deseas,
;
Tarde el aviso. (Ap. Por Dios, DOÑA ELVIRA. Don Pedro adiós, y perdona;
,
Que la verdad le confieso La Reina no los pidió, Que está esperando la Reina,
Porque se temple con eso, Y yo á vos celos os pido. DON PEDRO.
Y descansemos los dos; ¿Pareceos bien , es bien hecho
Dame un favor.
Que no hay gu.slo como hablar Que quien me ha dicho (¡ue soy
DOÑA ELVIRA,
bel agravio al agraviado. Su dueño y por él me estoy
,
Es bueno para enemigo. Querrá el Rey quitar tu vida Discreta con su marido.
Nunca estando muy contento,
,
De enmedio ile su deseo;
Mis servicios ha pagado; Y será mayor rodeo
Y ahora estando enojado
,
De .su es|)eVanza perdida.
Salón del alcázar de Rúrgos.
Del secreto casamiento Vive tü, que has de vivir
.
Que si aborreced marido, Que en viendo mujer celosa. Por quien estoy muerto y vivo!)
¿Qué castigo ni qué lazos No hay para los hombres cosa, LEONOR. {Ap. á doña Elvira.)
Cómo tener en los brazos Y mas si es propia mujer. ¿Voy bien?
Lo que tiene aborrecido? Que los desatine tanto, DOÑA ELVIRA.
DOÑA ELVIRA. Y obligue á cualquier desprecio. Es el propio modo.
De cualquier manera acierta LEONOR. Venccrásle.
La que le regala en ellos j
Amor con celos es necio. LEONOR.
Que no se alcauza sin ellos De que ya callo me espanto. No lo creo.
Lo que en ellos se concierta. DOÑA ELVIRA. REY. {Ap.)
Retirarse con los celos Si tarda el bien que deseo,
Pues cuéntate por perdida.
Y dividir el estado, Declararéme del lodo.
LEONOR.
Es libertad del casado,
Y de la casada duelos ¿Es esa la del aldea? ESCENA XVII.
Que ella en soledad le llora, DOÑA ELVIRA.
Y él se alegra en compañía. ¿Cuál otra quieres que sea?
DON MANRIQUE. —Dichos.
LEONOR. LEONOR. D0.\ MANRIQUE.
Llegarse á quien se desvia Don íñigo el conde pide
Pues ya estamos de partida:
Mucho del amor, desdora. Quedaráse en Rúrgos ella, A vuestra alteza licencia.
Tibieza en Alfonso, Elvira, REY. {Ap. á don Pedro.)
Yirémeá Toledo yo;
Tan al principio, no es bueno. Y ¿cuál hombre se ausentó. Que topase en la presencia
O vino á mi pecho ajeno, Que no olvide á la mas bella?
¡
De la Reina!
U otra causa le retira. DON PEDRO.
Ya se duerme si le hablo, DOÑA ELVIRA.
Y' tan helado se junta. Esa verdad concedo.
te ¿Qué te impide?
Que mil veces me pregunta Si á cortes quiere llamar DON MANRIQUE.
Una razón y un vocablo. El Rey, cuando quiera hablar Tu camarero mayor
Pues quien'no escucha en la cama Burgos, hablará Toledo. Viene con él.
Donde hay tal silencio, Elvira, LEONOR. LEONOR.
O tiene amor con mentira, Oh qué contento me has dado ¿Habéis hecho
¡
¡ Ay
consejos vanos Yo me quemo. Viendo que el padre la emplea
LEONOR. {Ap. á doña Elvira.) LEONOR,
En hombre que no la amó,
{.^p.)
Celos viven. Fara llorando cegó :
¿Esto tengo de sufrir?..
REY.
¿Qué habrá que posible sea?
DOÑA ELVIRA. {.\p.)
Si Dula con una toca
Señora, haz peclio español. Amor reina.
Se dejó matar primero
REY. {\anselos reyes.) Si á Hipólito en el mar fiero
Reina, haced sentar á Sol. DON IÑIGO. Le despedazó la foca,
Vamos, Sol. Y si Es[iurina se afea
DOÑA SOL.
DON ALVARO. El rostro con mil heridas,
Señor, yo os vengo á servir.
Contento estoy. Y se quitara mil vidas,
LEO.NOR.
{Yanse doña Sol, don ín/go y don Al- ¿Qué habrá que posible sea?
Sentaos, Sol.
varo.) Si Cíane y Medulina
REY. A sus padres degollaron.
Sol, sentáog DON MANRIQUE.
Porque, ciegos, las gozaron.
La Reina lo quiere ausi. El Rey se abrasa.
Del vino, que á amor inclina;
LEONOR. {Ap.) DON PEDRO. Sino pudo Estenobea
Rasla ; que estamos aquí A Sol mira. Vencer á Relerofon,
Celos y amor en saraos..^ DON ¡ÜANRIQUE. Ni aquel romanea Damon,
REY. ¿Qué os ha dicho doña Elvira? ¿Qué habrá que posible sea?
A don Alvaro cubriera, DON PEDRO. DON PEDRO.
íñigo, á no ser criado :
Que muy en su gracia estoy. Verdad es que tu paciencia
Mucho en verle me he pagado. Gran Señor, tiene la culpa
DON MANRIQUE.
DON IÑIGO. Relia es Sol. Aunque es bastante disculpa
Señor, quisiera que fuera DON PEDRO. Una honrada resistencia,
El mayor César del mundo, De un ángel copia. ün año y mas, desde el día
Porque tuviera valor Que en la gran Toledo entraste,
DON MANRIQUE.
Para serviros, Señor; Vencer á Sol procuraste
Pero en su lealtad lo fundo. Mucho temo que este sol Con ruego y la porfía
el
No es muy rico caballero; A nuestro rey español Y con ser verdad ansí
Pero su antigua nobleza Nos le ha de hacer de Etiopia.
Que dos solsticios pasó.
Sangre ha dado á vuestra alteza. Nunca este sol acabó
REY. De querer hacerle en ti.
Darle con que viva espero. En los ejemplos que das.
Sea, Sol, para bien vuestro ACTO TERCERO. Con que su alabanza intenfrs.
El casamiento. Griegas y romanas cuentas
DOÑA SOL. Pero españolas jamás
Señor,
Salón del alcázar de Toledo. A principes poderosos
Hicieron ese holocausto
Vos solo tenéis valor.
Vos solo sois el bien nuestro. ESCENA PRIMERA. De sus vidas por un : casto
Hallarás dos mil viciosos.
REY. EL REY, DON PEDRO. REY.
Reina, dalda el parabién.
Sol merece que la honréis. DON PEDRO. Don Pedro ya tuvo hermana
,
REY.
REY.
A quien debo el reino mió
A Penélope no pudo Y posesión dest;i tierra,
Muy bien venidos seáis. En ausencia de veinte años. Y aun la vida que pequeño ,
L-i. 16
,, ; ; : ,.,
; ; , , ;, !; ,
, !
D0>' PEDRO.
Como esas cosas verás LEONOR.
Mientras á Sol no gozares No es mi sol el que os ofende,
La que le lie dicho mil veces
Querer tanto á su marido.
Mas dame tú que te ame Que ese apenas os calienta
Pues no le pone en olvido Y que pase amor por ti Otro mas bajo lo intenta
Lo mucho que tú mereces.
Que luego dirás de mí Y mas sobre vos se extiende;
Que he sido tercero infame. Que como tan bajo está ,
RF.Y.
REY. Alcanza mas á ofenderos;
¿Será ausentarle de aquí Que mal puede daño haceros
Algún remedio? Pedro, bien puedo decir
Que es de poco entendimiento El que por alto se va.
DON PEDRO. REY.
Quien castiga el [lonsamiento
INinguno. Y olcnde por venir.
lo Sí es bajo aseguróos yo
,
Imita su penitencia, Pues ¿algo tiene amor? Gloria ungida. De telas de plata finas
Y no imites su delito. ¿Qué tiene bueno amor? Algún secreto. Las cubiertas con mil franjas,
Todo lo vence amor, griegos y godos. Y de hechuras de naranjas
REY.
Nadie se escai)a el mundo está sujeto.
,
Rorlas á las cuatro esquinas.
Pues ¿qué industriame darás ¿Con qué engaña el amor? De varios
Para prendelle? Verlos podrá vuestra alteza
[modos. Desde aqueste corredor.
DON PEDRO. ¡Oh amor! vuelve por ti; dime, ¿á qué REY.
Vestir [efeto
Dos moros, que han de venir Todos le infaman y te buscan todos? El moro muestra valor
Cuando tú en consejo estás Y agradec ida nobleza.
En Otra ocasión y dia, ESCENA III. ¿Son los doce que me escribe?
Con una carta imitada DON ÍÑIGO.
Que Almanzor, rey de Granada, LEONOR. — EL REY. Si , Señor.
Has de decir que fe envia REY.
LEONOR.
Y con ella otra también. Dad el melado
Que de don Alvaro tenga ¿Cómo se halla vuestra alteza? A don Alvaro.
Firma falsa y que contenga,
REY. DON ALVARO.
Una traición." Mejor, mi bien , me he sentido. Obligado
REY. LEONOR. Queda el que de tí recibe
Dices bien. ¿Durmió bien? Caballo de tanta eslima ,
DON PEDRO. REY. A emplealle en una hazañn.
Con esta le prenderás Rien he dormido LEONOR. {Ap.)
Y al querer darle la muerte. Duéleme algo !a cabeza, ¡Con qué lisonjas le engaña
Vendrá doña Sol de suerte, Y entretenerme querría. Con qué favores le anima
, ;
. — —
, , ,! ,, ; , ! , ! « , ! , ,
Y que los oigáis os ruego. (A la Reina.) REY. {Leyendo otra carta.) »Que te ha dado Maniloro,
LEONOR. ¿Es posible que se crea )jSabes que tengo deseo
Haceisme dos mil favores. De un cristiano tal enredo? «De dar á Alfonso la muerte,
Qué es lo que mis ojos ven »Y la corona ponerte
¡
En que si te deshonrara. Por vos la doy libertad; Pesado estás, habiéndome tú puesto
Nunca el Rey te castigara
I
i
Que á fe que desla maldad En aquesta invención.
Respeto de til mujer. ¡
Alguna parle tendría. DON PEDRO.
DON ALVARO. (Vase la Reina.) Harto bien dices,
¿Que el Rey pretende á mi esposa? —Id , Manr¡([ue, y en la torre Y esto es lo mismo que te dije.
DON ALVARO. Mas, pues nos hemos amado. después, DOÑA SOL y EL ESCUDERO.
Has dado Hagamos , Sol , una cosa :
PAJE.
Luz á un alma que ofendida , Yo muero por ser tú hermosa,
De confusión, no acertaba Muere tú por ser yo honrado. Doña Sol viene aquí.
A salir de 3(jueste enredo. {Don Manrique se lleva á don Alvaro.) DON PEDRO.
Esa es la causa. ¿Que puedo ¡Mira si obra!
Hacer? Hoy mi vida acaba. ESCENA VII. Fingete grave.
Sol , Iñigo , es virtuosa. REY.
Yo lo sé ; mas los casados EL REY, DON PEDRO. Fingiréme piedra;
Son mil veces desdichados Mas no podré. Di que entre.
Que tienen mujer hermosa. DON PEDRO. (lase el paje.)
Dame esos brazos, y di A compasión me mueve. Ahora creo
A Sol que muero por ella; REY. Que voy derecho al fin de mi deseo.
Mas que me holgara de vella ¿Do qué modo {Salen doña Sol y su escudero.)
Menos bella para mí. Puede moverte á compasión don Alvaro? DOÑA SOL.
Suelen los que aman decir DON PEDRO. No te pido con lágrimas mi esposo,
Que los mata, ó lo procura, Nohabiendode morir, temblando quedo Ni que de mi dolor tengas mancilla.
be su dama la hermosura, El íin desle suceso; que es muy jiropio Invito rey, Alfonso poderoso.
Y todos suelen mentir;
Alta rama del tronco de Castilla
De la mentira no tener salida
Pero yo, aunque injusta ley.
Sin mucho deshonor de quien la intenta. Porque .si en los delitos es forzoso
Diré con verdad forzosa
REY. [humilla,
Que por ser Sol tan hermosa,
Debajo de que todo va fundado Cuando que pide al que ha de dar se
el
Me ha dado la muerte un rey. Como sé (jue en don Alvaro no cabe.
DON ÍÑIGO. En que viva tu rey, ¿de qué te afliges?
Vengo contenta de que e! Rey lo sabe.
Hago testigo este llanto
DON PEDRO.
Don'Alvaro, Señor, es caballero
í>on (|ue me has enternecido Quisiera que vivieras de olra suerte. De vuestra casa y sangre, decendienle
(Porque en mi vida he sentido REY. De Lain Calvo, aquel juez primero
Ninguna desdicha tanto), Consígase mi gusto, fjue estoy loco, Que ansí eslimó la castellana gente.
Que ese dia moriré; Y no repares en el lin que nunca ;
¿Porqué hadedaráun bárbaro tan liero
Pero yo espero en el cielo Fué valiente jamás quien el íin mira. La corona real de vuestra frente.
Que tendrá tu mal consuelo. DON PEDRO. Habiéndole vos hecho mil mercedes?
Pues que tu inocencia ve. No sé si escucharán estas paredes; [ro.
Muestra valor, pues Por eso son los mas valicmtes locos,
le tienes.
Porque no consideran la salida.
Mas no lo harán ; y ansí hablarémoscla-
,
Que el fuerte vencedor goce al vencido. ESCUDERO. Yo pienso que, aunque cristiana
Con el secreto que de vos espero. Que me ha espantado Querrá, como la romana.
Aili podéis entrar desconocido: El ver que te hayas rendido. Ser Lucrecia de Toledo.
Hasta que os acompañe un caballero; DOÑA SOL. LUCINDA.
Que yo sé bien quehabiéndoniegozado, La vida de mi marido ¿Quieres que vaya á mirar
i'agar no puedo lo que os he costado. Me ha forzado y me ha obligado. Muy quedilo lo que intenta?
Acabaréis con tantas pretensiones, {Vase el escudero. ESCUDERO.
Y acabaré con tantas amenazas LUCINDA. Vé, Lucinda, con gran cuenta,
Yo dejaré las vanas dilaciones,
Y vos las falsedades y las trazas. ¿Es posible que intentase Por si se quiere matar.
El Rey tan gran testimonio? LUCINDA.
Ni quitéis á mi esposo las prisiones.
Porque mi honor se escape de las plazas DOÑA SOL. Voy que aunque tenga cerrado,
;
Y no entienda la Reina, mi señora. Cosa que traza el demonio, Daré mil voces al cielo.
Que á su cama real nací traidora. ¿En qué quieres que parase? ESCUDERO.
Venid, Alfonso, gozaréis por fuerza ¡Cuan desdichada nací! •
Ni tiene libertad vuestro albcdrío, fza, Viniera de Ingalaterra, Nacen de un injusto amor
Tiempo vendrá que le paguéis al doble Para desventura y guerra
Tan gran ofensa á Dios y á un hombre De mi vida y de mi honor! ESCENA XII.
¿Quién pensara tanto mal?
REY. [noble.
Y si esto habia de ser, EL REY , DON PEDRO. — EL ESCU-
Espera, Sol, espera. DERO.
¡
Nunca yo fuera mujer
{Yanse doña Sol y el escudero.) De un hombre tan principal! {Está oscura la sala.)
Gozárame el Rey entonces,
ESCENA IX. Y no donde ahora escrita DON PEDRO.
La infamia que solicita Entra quedito. Señor.
EL REY, DON PEDRO. Quede eternamente en broncos.
Las carnes me están temblando. REY.
DON PFDRO. Dadme esas manos hermosas.
{Vuelve el escudero con una hacha en-
No des voces; cendida.) ESCUDERO.
Que llegarán á oidos de quien sabes. Soy, Señor, el escudero.
ESCUDERO.
REY. r.EY.
Señora, el Lacha está aquí.
¿Desa manera mi amistad conoces? 1 Ah hermano mió!
DOÑA SOL. . . . . i
D0>" PEDRO.
¡Ay cielos! volved por mi. ¿Dónde está Sol?
¡Graves palabras! ESCUDERO.
Pues veis que os estoy llamando.
REV.
ESCUDERO. Con gran frío.
En extremo graves. ¿Es para que al Rey alumbre REY.
DON PEDRO. Cuando suba? Andad decid que aquí, espero.
Pues da lugar, Señor, á que la goces, DOÑA SOL. ESCUDERO.
Y te da como á rey su honor las llaves, Necio estás Voy, Señor. {Vase.)
néjate de buscalla y persuadilla. Que un ciego no ha de ver mas REY.
REY. A escuras que con la lumbre. De la pasión.
¡Quién ¡apudierahacerreinaen Castilla! Dame el hacha. Le ha dado algún accidente.
¿Es posible, don Pedro, que ha rendido ESCUDERO. DON PEDRO.
Esta liera mujer su altivo pecho? ¿Para qué? Como por fuerza consiente,
DON PEDRO. DOÑA SOL. Tendrá mucha alteración.
Tanto pudo el amor de su marido : Quedaos entrambos aquí. Con su gusto una mujer.
Mira si fué la iudustiia de provecho. ESCUDERO. Presto á la traición se arroja
REY ¿Dónde vas, Señora, ansí? Mas sin él mucho se enoja. ,
LUCINDA.
LUCINDA. Solo dice mi señora
¿Dónde irá? Que esperéis, Señor, aquí...
Sala cu casa de don Alvaro, en Toledo.
ESCUDERO. REY-
No lo sé. Temblando estoy. Salios todos.
ESCENA X. LUCINDA.
LUCINDA.
DOÑA SOL, EL ESCUDERO, LUCLNDA. Todo es desventuras hoy. Que ansí
Soy manzana colorada ¡Piensa el Rey que tienes fuego! Decismuy bien; hablad ádonManriquc.
En el corazón podrida. ,
DOÑA SOL. DON ÍÑlGO.
Mire estos brazos su alteza Fuego tengo, fuego ha sido.
{Descúbrelos.) A que os tenja
las obligaciones
Oue no lo digas te pido,
Llenos de sangre y llagas. De nuevo añadiré la de don Alvaro.
la Y que me cures te ruego.
REY. Contóme la merced que le habéis hecho.
{Va?ise.)
¡Quedo, quedo! No me hagas DON MANRIQUE.
Mas asco. ¡Oh falsa belleza! Yo fui su preso y ,
á él y á vos os pido
Quita estos paños sangrientos Calle. Me perdonéis la falta del regalo.
Que estómago me mueven.
el DON ÍÑlGO.
¡Cuántas hermosuras deben ESCENA XVII. ¿Vais á palacio?
De tener estos cimientos
¡Ved lo que yo deseaba
DON ALVARO DON MANRIQUE.
, DON MANRIQUE.
Ved por lo que me perdía! DON MANRIQUE. Voy.
DOÑA SOL. Mandóme el Rey de la prisión sacaros DON ÍÑIGO.
Señor, yo me defendía Con aqueste papel. Pues juntos vamos.
, — , ,, ,; ,, ;,!,, ;;, , , , , ,, , ;;, ,; ; ,'
¡
Reina niia de Castilla, Que tú sola á todas llevas
!
Que á serlo vengas de España Laureles, [taimas y olivas.
Salón dispuesto y adornado para ver nuas i
Oye á una noble mujer España queda obligada
fiestas. Eii defensa de su fama. A la virtud peregrina
Que tú con el pié me arrojes, De tu casto y noble pecho.
ESCENA XIX. Gran Señora, destas gradas. Por (|uien ganó tanta estima:
Me obliga públicamente Castilla dirá tus loores,
Por un con música , salen LA
lado , A que te diga la causa; Sol hermosa, Sol divina.
REI>".\, con corona, y damas ; por Que Luzbel cayó del cielo Desde la cuna del sol
otrosalen ELREYy acompañamiento; Por soberbia y- arrogancia Hasta la cama en que espira
después, DOÑA SOL , DON ÍÑIGO v Pero no es justo que yo Que tú nuevo sol has sido
Del luyo inocente caiga. Con aquella hacha encendida.
DON .\LVARO. Salió de Burgos su alteza Otro Faetón en el carro
LEO>OR. Cuando veuisle, Madama, Para abrasarte á tí misma.
A verte , á una pobre aldea Yo me quito esta corona
Ya se pueden comenzar
Donde yo tenia mi casa. Porque es razón y justicia
Las fiestas,
Yióme i>r¡niero que á ti, Que corone tu cabeza
REY.
Y contento de mi gracia, Como á reina de Castilla.
No hay para mí Solicitóme en secreto...
Fiestas como vos.
Y porque el famoso hecho
Los presentes ¿por qué callan? En memoria eterna viva
LEONOR. Casóme mi hermano apriesa De tu resistencia honrada
Aquí Tan apriesa que no estaba
, Y de mi corona rica
.\ penas casado el Rey
Tome doña Ana lugar. Tú y cuantos de tí desciendan
{Siéntase una dama á los pies de la Rei-
Y mis bodas celebradas. Dejen de su casa antigua
na.— Salen doña Súpolo, y dióle este oGcio; El apellido, pues hoy
Sol, don Alvaro y
Y' aunque imaginé la causa
don Iñigo.) Tu virtud los apellida,
Callé porque mi marido
,
Y'por aquesta corona
bO.\ .ÍLV.\R0.
No sospechase la infamia. Se llamen desde este dia
Ya están los Reyes sentados. De Burgos vine á Toledo Coroneles pai-a siempre.
D0>" IÑIGO. L'n año habrá que me cansa
Y la coronada Reina Con terceros con promesas
,
REY.
Hoy entre las damas reina. Pero no le importa nada. Cuanto ha dicho el Rey confirma.
.
De su sol rayos dorados. Solo le valió la industria Doy á la Reina mis brazos.
DON ALVARO. Pues con una carta falsa Por lo que en esto me obliga
Le prendió por la sospecha
,
Don Alvaro los dé á Sol
¿Sentaráse Sol allí?
De los moros de Granada. Y yo les doy cuatro villas.
DON ÍÑIGO. Yo, por librar mi marido, Y' crea mi camarero
EL AUSENTE EN EL LUGAR.
PERSONAS.
La escena es en Toledo.
PAULA.
ELISA LAURENCIA, PAULA
, y SABI-
Muy honrada y principal.
PAULA.
NA con mantos; MAESE JUAN y Estoy perdida.
,
SABINA.
MARQUINA. SABINA.
¿Hay madre?
¿Págate?
PAULA.
ELISA. PAULA.
Pues si la hubiera
Mánrleme vuesanierced; Landre le dé;
A misa también viniera.
Que se va tras cuantas ve.
Que le quedo aticionada.
SABINA. Mas ya que sabes mi vida
LAURENCIA.
¿Tienes buen dueño? ¿Cómo no me dices algo
Yo á serviros obligada.
Por muy vuestra me tened PAULA. De lo que hay allá también?
¡Y qué tal Tu señora ¿quiere bien?
ELISA.
SABINA. SABINA.
De hoy mas ser devota quiero
Desla iglesia. ¿Hay mas hijos? Quiere bien á cierto hidalgo.
LALREXCIA. PAULA. PAULA.
Un mancebo. Criado tendrá.
Guárdeos Dios;
Que es un retrato de Elisa SABINA.
Que yo por veros á vos
,
A laaniisiad pniíésada.
Un no sé qué la desvia Que no pasaran en Fez.
De la quietud de su estado
No suelo püiR'inie nada MAESE JUAN.
Pero á veces tengo gusto
Poro con mucho cuidado
De su honor, por vida mia. ¿Pan y dos reales ?
De ponerme... Oid aparte, MARQUINA.
SABINA.
{Lajan la voz.
Yo fuera
Si le tenéis de sabello. ¿Quién duda que será gala
Principe.
PALXA. {A Sabina.) Y amor para casamiento?
MAFSE JUAN.
PAULA.
Digo que me huelgo dello; ¿Quitaré el medio?
Que vendré mañana á hablarle. En honesto encerramiento MABQllNA.
SABINA. La mas recogida iguala.
SABINA. Aun eso fuera remedio
No ha de faltar ocasión De toda mi casa.
¿Til á la cuenta , no estarás
Pues nuestras amas han hecho ,
MAESE JUAN.
Sin otro poco de amor?
Amistad de que á mi pecho
,
Hiciera
Pagues tan justa afición. PAULA.
Juramento que era gente
Fuera dcstó no habrá fiesta
. Sí tengo.
; , ,; ; — ;!, ; ;, ;;
Peor. ¿Y podrá
LAURENCIA.
MAESE JUAN. De visita recibirme?
Sentir tengo vuestra ausencia.
¿Lleváis recaditos? LAURENCIA.
ELtSA.
MARQUINA. Iráscon un papel mío.
Ea ,
i)or mi vida engaños.
,
Fingiéndole mí 'criado.
Esos no fueran delitos.
LAURENCIA. FISBERTO. {A Sabina.)
MAESE JUAN.
¿Engaños? ¡Guárdeme Dios! Y ella , diga ¿cómo ha estado?
¿Suele valer esto reales? ,
SABINA. SABINA.
MARQUINA. Paula, adiós.
Y entra al nombre de escudero Hábleme con menos brio
Í'AÜLA.
Por la puerta de la hambre. Que estoy un poco celosa.
Adiós , Sabina.
MAESE JUAN. LAURENCIA. (A FeHcíano.)
ELISA.
Quedo: ¿hacéis medias de estambre? Dame la mano, Marquina.
No me puedo detener.
MARQUINA. FELICIANO.
MARQUINA.
Ahora bien decirlo quiero En fin, ¿la tengo de ver?
,
¿Qué habéis hablado las dos
Pero, hablando con perdón. LAURENCIA.
Que así os habéis detenido?
Sabed que yo soy poeta... ELISA. Verás una dama hermosa.
MAESE JUAN. Cosas de mujeres son. FELICIANO.
¿Poeta? Guárdete, Señora, el cíelo.
{Vanse Elisa Paula ^ ij Marquina.)
MARQUINA. FISBERTO. (A Sabina.)
Tan mala seta. ESCENA II. Adiós, reina.
Que os puede dar compasión. SABINA.
MAESE JUAN. FELICIANO FISBERTO. LAUREN-
, — Estoy sin gusto.
¿Deso lloráis? CIA SABINA MAESE JLAN.
, ,
{Vanse Laurencia, Sabina y Maese
MARQUINA. Juan.)
FiSRERTo. (Aj). á Feliciano.)
¿No queréis
Llegaste á buena ocasión.
Que lo sienta?
FELICIANO.
ESCENA III.
MAESE JUAN.
IVo, por iJios;
No poca ventura ha sido. FELICIANO, FISBERTO.
Que conozco mas de dos Detente un poco , Laurencia
¿Mas de dos? y aun mas de seis. Así Dios te haga dichosa FELICIANO.
Que se holgaran de sabello. Como gallarda y hermosa. ¡Gallardo talle!
Vos ¿ no estáis examinado? LAURENCIA. FISBERTO.
MARQUINA. ¡Qué graciosa impertinencia Es al justo
Eso es ello, ¡mal pecado! i*udisteme ver aquí De un ángel cifra y modelo.
Todo el dia, y cuando vienes FELICIANO.
MAESE JUAN. De tu gusto, me detienes.
Pues qué, ¿castigan por ello? Merece, Fisberto, amor;
FELICIANO. Y este amar en esperanza
MARQUINA. Agora por Dios , salí Mientras el bien no se alcanza.
,
Nuestras amas se van ya; Que me ha detenido en casa Hace la causa mayor.
Veámonos y os diré
, Persona de obligación. ¡Qué bien pisa Qué bien lleva
!
CARLOS.
Que llegue tan fuerte día.
Apenas pude esperar Por el alma (jue le adora.
¿Dónde está?
Que de la villa saliese. MARQUINA.
ESTERAN. {Ap. (i Paula.)
ELISA. En la sala está.
¿De qué es la melancolía ?
Ya estaba para espirar ELISA. (.4 Carlos.)
PAULA.
No hay nave que padeciese ¿Quieres que le dé licencia?
¿Quién le mete en eso agora ?
Tanta tormenta en el mar. CARLOS.
Pero advierte Carlos mío ESTERAN.
,
¿Quién es Laurencia?
Que no es bien que á desvarío ¿No me puedo yo meter?
ELISA.
.luzgues esta liberlad PAULA.
Una dama
Si miras mi voluntad Ni él ni su ánima.
Como de tu amor conlio. Con quien hoy he estado en misa.
ESTEBAN.
CARLOS.
CARLOS. Advierla
¿Libertad te ha parecido Que me suelen responder Toma el recado.
EL AUSENTE EN EL LUGAR.
OCTAVIO. AURELIO. Que quieren forzarte el alma.
en forma de bestia, nomeespanta.
Si está Mis brazos quiero daros. ¿Qué respondes?
AURELIO. FELICIANO. ELISA.
¿Sabéis acaso que esta casa es mia? Yo los míos. Carlos mió...
FELICIANO. AURELIO. Mió no. que hablé turbada...
Vamos en casa de mi hermano. Carlos tuyo y mió un tiempo.
,
A no sal)er que es niestra aquesta rasa,
Que para mi muerte basta
No hubiera puesto yo los pies en ella. FELICIANO.
Cuando palabra te di
AIRELIO. Vamos.
De ser tuya ¿quién pensara ,
Pasaos allí. FISBERTO. (Ap. á su amo.) Que hallara un Sansón tan fuerte
FELICIANO. (Áp.) ¿Que te casaste? El templo de mi esperanza?
Yo pierdo aquí la vida. FELICIANO. Aqueste mancebo ciego
AIRELIO. Sí. A las colunas se abraza
Di , Elisa , que mejor dijera Eiicia FISBERTO. De mis pensamientos hoy,
¿Quién es este mancebo ? ¿Qué hará Laurencia
Y á todos juntos nos mata.
ELISA.
Entre cuantos imposibles
FELICIANO.
El que
Tu imaginación hallara
él ha dicho. Lo que hice yo. Para olvidarte, mi bien
AURELIO.
FISBERTO. Ni hacer de mi amor mudanza.
¿Cómo entró aquí?
¿Qué fué? La obediencia de mi padre
ELISA.
FELICIANO.
Fué , como ves , reservada
Con un recado falso En llegando áque es mi dueño,
Tener paciencia.
De Laurencia su dama.
, Cesa el gusto , el amor para.
(Vanse Aurelio, Feliciano, Octavio, El me
dio este ser que tengo;
OCTAVIO.
Fisberta y Marqidna.) A la sombra de sus alas
(Ap. ¡ Vive el cielo.
Que estees el mismo que Laurencia ado- He vivido no es razón
:
Este mancebo aquí , no lo tratemos Que á las manos que la siembran ¿Qué llamas
Que de La verde «Aquí está Elisa»? Mujer,
tus pensamientos yo lo creo. y soberbia palma.
Soy padre, tengo un hijo que á mi crédito Sospecho que como mina Que es el nombre que declara
Sucederá mañana. No repliques Por la boca reventara Mejor la mudanza vuestra;
i.
A cuanto vieres que mi honoremprende. El alquitrán que en el pecho
Porque sois muerte y mudanza.
Si Elisa estuviera aquí
ELISA. Me estaba abrasando el alma.
Cuando vi que Feliciano Cumpliérame su palabra.
Si yo fui desdichada, si mi estrella
No está en sí pero está en mí
Me puso en ocasión de tantos daños, Te hablaba te enamoraba
,
;
Que no quieres casarte, han de matarte. Del cielo de tus favores Que á sus pies dorados brama.
Al infierno de mis ansias.
Camaleón vengo á ser.
mete mano
Si quieres defenderte ,
Señor, yo gano tanto en ser esclavo. Conozco que estoy despierto; Que en la primera batalla
Que no esposo, de Elisa, vuestra hija Porque, aunque en sueños, me espanta Una pistola me borre
Que alabo la piedad del justo cielo Que [)or quien no fuera yo Tu rostro. Elisa, del alma.
Que os trujo en ocasión que aquí me ha- Tantas desdichas pasaran. ¡Obediencia dices ¿Cuándo !
Y haremos los conciertos v escrituras. > ¿Cómo te detienes? Mira Yo fuera; he nacido honrada,
, ;, ; , ! ; , ! : ,
LAURENCIA.
Allá me lleven sus cargas LAURENCIA.
;
¿Parecerále tan bien ? Algo has visto ó has oido.
V si le casares...
¿No te dijo que te quiero.
PAULA. SABINA. Que le alabo que le adoro ,
LAURENCIA.
—¿Cómo lo diré?
¡Ay, fuerte obligación
A v, honra, asi- ! LAURENCIA.
A de un generoso jieeíio
la virtud
Tuyo el engaño habrá sido.
[da !
Mi bien y el tuyo han llegado. No tardes;
La justa que habéis hecho
resistencia Que me matas.
En tanto amor, me cosUirá la vida.
FELICIANO.
No sé si ya me siento arre[)eiitida ESCENA XV.
Que contra ainorno havfiieizíi dcprove- i
Ay Laurencia!
Pero saldrá del alma á mi despcclio cho;
|
FELICIANO, FISBERTO. - Dichas. ¡Casado!
Cuando al honor la [>osesioii le inijiida.' LAURENCIA.
¡Casada yo sin tí Triste suceso
!
FISBERTO. Calla.
¡
Eslaráles ya bailando
LAURENCIA. Como á Flándes nos partimos.
La boda en el cuerpo á todos
Déjame saber mi muerte. {Yase.) Los soldados no decimos,
V de diferentes modos
FELICIANO. Como aquí, caballeriza.
Comida y galas buscando;
Escucha. CARLOS. ¡Y quieres que á verte vengan!
FISBERTO. ¿Salen estas plumas bien? CARLOS. {Asomándose.)
Furiosa parte. ESTEBAN.
Digo que son , majadero.
FELICIANO. Que pareces un virote. &- -•
ESTEBAN.
Tenia Sabina. Pero di, mi matalote c* 1 i.-
,
¿Tú lo ves?
SACIÑA. ¿Ha de ir á Flándes también ?
CÁBEOS.
No puedo. {Vase.)
Que tiene talle, por Dios
Üe quedarse á hacer la cuenta A SU escudero
FELICIANO. Y á Paula.
Aquí en la prímei a venta.
¿Qué he de hacer? ESTEBAN.
CARLOS.
FISUERTO. Pues alto tengan ;
¡Qué! Bien andarán los dos.
Note acobardes; Las bestias en compañía Las puertas de par en par.
Que alguna industria ha de haber. .\ndan mas. CÁHLOS.
FELICIANO. ESTEBAN. Abre borracho.
,
L-i. 17
; ! ,, , , ——
;,, ! , ; ,
; , , .
Molino y emprenta fuera. Haga de celos arder. Vele á hablar, habla con él.
CARLOS. LAURENCIA. SABINA.
Hoy veré á Elisa. i Quién ? Escríbeme tú un papel.
ESTEBAN. SABINA. LAURENCIA.
¿Tü? £1 mismo que ha dejado De mi libertad me espanto.
, ,; !,, ,, ,
, , ! ! , ! ,
LAURENCIA.
Que si presente estuviera... ELISA.
Estoy de vuestra partida
FISBERTO. Pues ¿qué haré yo, que me muero?
La vida me ha de costar. Tan helada , que en mi vida
Le diera... Me he visto en mayor cuidado.
PAL'LA. PAULA.
¿ Cómo ó por (jué causa os vais?
¿Con qué le diera? Bien lo puedes estorbar, ¿Es por celos esta ausencia?
FISBERTO. ELISA. Que ya, sin saber Laurencia
Con este pomo en los dientes. Paula, remediarlo quiero. La ciencia que profesáis,
Vaya en buen hora el honor. Adivina la ocasión.
PALLA.
Si es que algún remedio sabes. CARLOS.
¡Pomo! ¡Jesús! ¿es de azar?
PAULA. Para con vos, lo he fingido.
FISBERTO. Por dar pena á quien ha sido
Como eso contigo acabes
Por temer á Feliciano... Me ha par(!Cido el mejor La causa.
PALLA. Dejar esta casa luego, LAURENCIA.
Bueno eslá, baje la mano; Y irte á la de alguna amiga, Tenéis razón.
Que no es libro de cantar. Donde yo que estás le diga. Y con saber que no os vais
! , ,,,, , —
! ; , , ,; ! ! !, ;
La cruz no mas.
Se han de entender al revés.
I-AURENCIA. ELISA.
SACIÑA.
Bien entráis. Porque de mí tendrás, Laurencia hermo-
Nuestros amos me parece ,
Es cosa evidente. De qué vengaj-nos. Mas viendo que mí bien se parte á Fl;'n-
Esta raya que atraviesa SABINA. Por no me ver casar, y tan aprisa, [des
Es que otra mujer llegó, Fisberto Que ya queda en la posta, mis entrañas
Y este galán os quitó. Me deja. Se han de manera enternecido, > tan o
! , , ,, ! ! . , , ; ;; ; ; !
(Ap. á Octavio.)
De suerte que ¡lasó cual suele el rayo.
OCTAVIO FELICIANO.— Dichos. Que por dar pesadumbre, por darcelos,
Que apenas de la vista se percibe. ,
Viene con él; atápate y escóndete. La villa que guardé para Laurencia!
¿Que tan poca prisa os distes?
FELICIANO. (Ap.)
;X'né obediencia fué lamia? ELISA.
El alma ¿no nació libre? ¡Válame Dios
No voy menos picado y afligido
Dios ¿no me dio libertad? Que no la quiero menos. ¡Qué venganza
LAURENCIA.
Pues ¿qué es lo que dije y hice? Ha lomado de mi si fuese cierto!
Poneos las dos los mantos.-
¿Adonde hallaré mi bien ? SADiNA. [Ap. úsu ama.)
¿Por dónde podré seguirle? ELISA.
Con una piedra misma los has muerto.
¡Cielos Si el alma me deja
! Aquí detrás me escondo. {Vanse Feliciano y Octavio.)
El cuerpo ¿de qué me sirve? {Éntranse Elisa y Paula donde están
¡Oh notable imposible! Curios 1/ Esteban. Salen Feliciano — ESCENA XV.
¿Que es ido Carlos y que Elisa vive? y Octavio.)
¡Plega á Dios que si volviere,
Donde mi padre me obligue
OCTAVIO. CARLOS, ELISA, ESTEBAN y PAU-
¿Porqué causa, LA saliendo de donde estaban ocul-
Á obedecerle jamás. Laurencia se escondieron estas damas?
,
Fué fingido
Casada conFelíciano.
CARLOS. Por cosas que le importan mas lo cierto ;
CARLOS.
Que me tenga no es posible. Es que Carlos, Octavio, es mi marido,
¿No ves que me está adorando? Yo soy mujer de Carlos. Mi bien, escucha.
ESTEBAN. FELICIANO. ELISA.
ESTEBAN. ELISA.
CARLOS.
Abrió. ¡Que ! No se irá. '
Ya el alma te conoció.
CARLOS.
CARLOS. Luna veloz, mar instable.
Apártate, como
¿Cómo no.
agora no tenia
que eres Ibista
Si esta tarde se ha partido? Pensamiento de partirme;
Y'o, que estoy allí animado.
ELISA. Qu(! soy hombre, que soy firmo,
ESTEBAN.
¿Carlos es ido? Y eia verdad mi porfía.
Habla como yo, embozado,
CARLOS. Peio agora desde aquí
Ya que ser ¡o fjue soy quieres.
Ya es ido. I'ienso salir del lugar.
{Embózame.) ELISA. Pero quiérome vengar.
¿Se partió? Oye.
CARLOS. ELISA.
Ya se partió. Lo que quieres di.
, , ! ; ! ,
vivir desesperados.
Por delétos despreciada?
OCTAVIO. La muerte ó la vida.
AURELIO.
Pienso, Señor, quedeLanrenciahermo- ELISA.
Debe de estar prendado Feliciano, [sa No será persona honrada
Hermano,
Y cjue esta ha sido treta cautelosa. Quien lo [¡resuma de ti.
Tuya soy, mi rostro hierra.
Df jale estar ; que tiene de villano ELISA.
OCTAVIO.
Algo, que por la corte se murmura. ¿Cómo no, si estando hecho,
Por casar á Feliciano,
Al'RELIO. Y cerca de ejecutar.
Quedaré fiobre en mi (ierra;
menos Queda, como ves, deshecho?
El por lo es hombre liviano. (.\p. Que lo que yo gat:o a(|uí
;>!;! haya la sospecha mal segura AURELIO. Es, <|ue si él queda casado,
Que tuve de mi tlisa! pues por ella Contra el rigor popular Me queda Laurencia á mi.)
; ; ; ,
EL AUSENTE EN EL LUGAR.
ACÜEl.IO, El venir mi amor agora ,
Aprestemos la jornada,
Que Octavio sea soldado A traerte el desengaño? i Pues queda desengañada,
Por d^rle remedio á tí LAURENCIA. 1 Y yo de su engaño cierto.
Bien te dijo yo mil veces
Es cosa puesta en razón ¿Tú desengaños á mi?
Mas yo ¿con qué viviré? Que era todo falsednd
FELICIANO.
Que mujer trate verdad.
ELISA. Luego ¿pueden ser maj-oros?
LAURENCIA.
Padre, á mi honor y oi)iii¡oa
FISDERTO.
Ahora remedio se dé, ¿Qué mejor trato mereces?
Laurencia, porque no ignores FELICIANO.
Pues los iuiitortantes son;
Que todo ha sido por ti.
Que vos viviréis conmigo.
Yo quiero satisfacerte.
Quédate, Laurencia, adiós.
ALRELIO. Ya el casamiento cesó, LAURENCIA.
Ahora bien, pues quieres darte Y' quien ayer te ofendió. Va se de veras?
A quien ha usado contigo Hoy vuelve rendido á verte. FELICIANO.
Ese término, no es parte Ya'queda todo acabado; Qué bien!
¡
Ver que á ser pobre me obligo No tienes mas que temer. LAURENCIA.
Para no dar tu belleza LAURENCIA. ¿A Flándes?
A quien con tanta bajeza Pues ¿puédese deshacer FELICIANO.
Ha tratado tu valor,
Jurado, escrito y firmado? ¿Pues no?
Y hombre en lin que puso amor,
No en ti, sino en tu riqueza. FISEERTO. SABINA.
Yo digo que soy contento De común conseutimieuta ¿Y también
De pasar lo qué me queda Se deshizo. Fisberlo?
De vida en un aposento LAURENCIA. nSBERTO.
Pobre, porque hacerse pueda, Luego ¿ya También.
Elisa, tu casamiento. Carlos seguro podra SABINA.
Si quien comienza á vivir, Pi'oseguir su pensamiento? ¿Los dos?
Como Octavio, está animoso. FISBERTO. FISBERTO.
Yo, tan cerca de morir,
Carlos se fué ayer ; no creo Los dos, pues que tú nos dejas.
;.Por qué he de estar temeroso,
Que le verá Elisa mas. SABINA.
Sino esforzarme y sufrir?
LAURENCIA. ¿No que es muy fria?
Vé, Octavio, y di á tu cuñado ves tierra
Que álos seis mil, cuatro añado, ¿Cierto?
FISBERTO.
FELICIANO.
Y que diez mil le daré. Llevar desta se podria,
Basta; que me das
OCTAVIO. Sabina, algunas pellejas.
Celos por lindo rodeo.
Yo voy. SAItlNA.
Carlos es ido, ¿qué quieres?
ELISA.
LAURENCIA. No, sino algunas albardas.
El cielo te dé.
verme es ido? LAURENCIA.
Por el remedio que has dado ¿Que Carlos sin
A mi honor, tan larga vida. FELICIANO. Quiero parecer mujer.
Que alcances los casamientos ¿Fingirás que le has querido? FELICIANO.
De tus nietos. FISBERTO. {A Laurencia.) ¿En qué, Laurencia?
ALRELIO. LAURENCIA.
En dia que las mujeres
Si ofendida En creer.
Pueden vengarse de quien
De los bajos pensamientos
Les dio celos, no hay tratar FELICIANO.
De quien no fuiste querida,
De que sabrán perdonar, Side mi fe te acobardas
Me pones en tal rigor.
Y' mas si buscarlas ven.
Que ruegues será mejor ¿Enquién la tendrás?
Laurencia, pues Feliciano LAURENCIA.
Que abrevie el cielo mis años. Tus celos ha satisfecho.
ELISA.
¿Que soy
Vuelve su amor á tu pecho,
Por quien has dejado a Elisa?
Tú verás mis desengaños Y no le abrases en vano.
FELICIANO.
De los engaños de amor. Deja de decir que quieres
{Vatise.) A Carlos ausente ya Mi bien, todo es burla y risa.
Habíale, pues ves que está Esta palabra te doy
Rendido. De ser tuyo hasta la muerte.
LAURENCIA. LAURENCIA.
Sala en casa de Laurencia.
¡Qué extraño eres! Diga mal della.
ESCENA X. Vayase á buscar á Elisa FELICIANO.
Déjeme estar en mi casa. No es justo;
LAURENCIA. FELICIANO, FISBER- FELICIANO. Que es mujer.
TO SABINA. , Da celos, castiga, abrasa, LAURENCIA.
Mátame, véngate aprisa. Déme este gusto.
LAIRENCIA. Pues ¡vive Dios que he de ser FELICIANO.
¿Que te atrevas desa suerte Otro Carlos, y irme á Flándes!
A entrar donde estoy? Pues ¿querrásme?
FisuERTo. (A Laurencia.)
LAURENCIA.
FELICUXO. Habíale.
Mucho.
Laurencia, LAURENCIA.
¿Quién podrá hacer resistencia FELICIANO.
No me lo mandes. Advierte.
A un enemigo tan fuerte? FISBERTO.
Y yo no viniera atjui Digo que es necia y que es fea.
¡Qué temeraria mujer!
Si no te hubiera obligado. LAURENCIA.
Mira que está reventando
LAURENCIA. Por llorar. No digas mas, tuya soy.
¿Cómo, habiéndote casado? LAURENCIA. (Abrázanse.)
FELICIANO. Descanse un poco. FISBERTO.
No me he casado por ti. FISBERTO. Y yo, ¿voyme ó no me voy?
LAURENCIA. SABINA.
¿Quieres que se vuelva loco?
¡Por mí! ¡Qué gracioso engaño! I FELICIANO. ¿ Cómo quiere que le crea?
FELICIANO. FISBERTO.
I
Deja de estarla rogando;
¿Engaño llamas, Señora, No le digas mas, tisberlo; Porque te quiero.
; ! ;
A todos sus amigos y parientes. Y toda el alma desnuda. Carlos, de tan buena escuela.
Vente conmigo, y bésale las manos; Pero sobre todo siento Si te consuelas de Elisa,
Que va queda la novia componiéndose, Que Carlos se haya partido; De Feliciano lo estoy.
LA NINA DE PLATA.
PERSONAS.
DOROTEA , la Niña de Plata. DON JUAN. FÉLIX hermano de Dorotea.
, Moros.
TEODORA, Ha suya. CHACÓN, /ffcayo. MARCELA, (/flWff. Criados.
DON ENRIQUE, infante. ZULEMA. LEONELO. Gente.
EL MAESTRE DE SANTIAGO ALÍ. UN ESCUDERO. Mtísicos.
DON ARIAS. EL VEINTICUATRO pa- UNA ESCLAVA. Acompañamiento.
EL REY DON PEDRO. dre de don Juan UN PAJE.
La escena es en Sevilla.
,
Castilla y Andalucía. Tantas que á las tres la añaden A un rey hacéis detener.
,
L-i. 18
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¡
Quién estuviera de humor Un extremo en tilígrana
Es á cuenta de lamia; Paraoir tus valentías!
Y no hay en qué reparar. Un dije un hilo de pita
,
Que de vuestra parte están Como demonio dirás; Una mujer para todo
La inclinación y el amor; Porque el dia que se suelta Para polvo y para lodo
Pero de un avaro viejo, No hay libertad tan resuelta, Para burlas , para veras
La codicia y el consejo Que no se le rinda mas. Destas de rúa y camino
.Masde hacienda que de honor. ¿"Han venido aquestos celos Sin melindre, sin milagro.
Con esto rae voy de aquí í)e Castilla, por ventura? Que tienen su gordo y magro,
No quiero que nadie vea DON JUAN. Como perníl de tocino
Que si habláis con Dorotea, Mujeres que duran mas
Bien pudiera la hermosura.
Pasa delante de mi. ( Vase.) Que un zapato de batjueta
Admiración de los cielos
DOROTEA. Dárselos al mismo sol. No vieras en esta seta
Don Juan bien , dice mi tia. No son celos, es desden. Tus pensamientos jamás;
Va que vuestro padre os casa CHACÓN. Que mejores son mostrencos.
Ño es justo que en esta casa Mas ya que desto te incitas
Lueco ¿note quieren bien? ¿No has visto en unas cajitas
Aunque es mas vuestra que mia de español.
MeliVidr(í,á fe
Tan públicamente habléis. Unos bolilos flamencos?
Pero sangraste en salud. Pues así imagino yo
Lo que es el recato os ruego
DON JUAN. Esas damas delicadas:
Al Alcázar vamos luego,
Y allá mi bien, me veréis
, Por abundancia de gusto Son buenas para miradas.
Que yo haciéndole á mi honor No me fjuejo que no es justo
;
Mas para jugadas no.
La salva pues es tan justo
,
Mas traigo justa inquietud ¡Rúen boiazo, fjue es mohína.
Os quiero bien por mi gusto De que ñiude Dorotea Pesia tal y estese en pié.
!
LA NIÑA DE PLATA.
DO.N JUAX. I Principio y fin, como precioso anillo, No por eso llegó donde podia ,
¿Cómo? ! Doña Sol de Guzman dijo su esfera: Porque un órgano mismo, menos diestro
CHACÓN. !
De tela de oro y de diamantes era. Le tañe un sacristán que un gran maos-
¿Xolo echas de ver? La de lo verde (y con razón se atrevo [tro.
Si esa niña que te mata, A lo verde su rostro) es por quien vela No aboga el que jamás vio las escuelas
Quieres que en tu vista asista, Desnudo amor entre su blanca nieve. Como aquel que inventó los textos mis-
("uando uno no tiene vista MAESTRE. Ni cura la mujer ó el sacainuelas [mos,
Se pone niñas de plata. Su nombre di. Queá Hipócrates no vio los aforismos.
DON JL'AX. DON ARIAS. DON ARIAS.
Vén al Alcázar conmigo Doña Casilda
Vola. Señor, injustamente te desvelas.
Que allá me dice que Va. De grande ingenio y de estatura breve, No iguala Dorotea los abismos [racio;
CHACO:<. Vestida de color flor de canela Del arte de escribir, no á Homero, á Ho-
Colgado y ^^stoso está.
Estaba en un balcón doña Teodora Escribe á uso de corte y de palacio. —
Enriquez: no era sol; maseraaurora. Pero entre algunas queá mirar las salas
Voy al Alcázar contigo.
Doña Ana Téllez carmesí vestía, Del Alcázar vinieron , serafines
DON JUAN.
Y nácar doña Juana de Arellano ; Desta ciudad, aunque les faltan alas,
Pues quedo y no te alborotes, Raso color de mar doña María
,
La Niña está. Señor, en susjardines.
Y aquella sierpe la riña. Núñez y doña Laura Altamirano
,
DON ENRIQUE, EL MAESTRE, DON Vestida de tabí de rosa seca... Tu fama me robó desde Castilla
ARIAS. Mas ya la vista en un balcón retrata La memoria, y aquí me roba el alma.
La niña celestial. Niña de Plata. DOROTEA.
DON ENRIQIE.
DON ENRIQUE. ¿Eso causa á su alteza maravilla?
Ninguno lo sabrá como don Arias.
El Maestre se ríe , y por mi vida DON ENRIQUE.
MAESTRE.
Que no sé yo por qué. Allá me hirió y aquí metiene en calma.
Es caballero noble de Sevilla. MAESTRE. DOROTEA.
DON ARIAS. Malicia es esa. Famosa es la Giralda de Sevilla
Aunque sus maravillas sean tan varias Que aunque la celebráis, estáis sin vida. La del escudo, el cáliz yla palma
Esa fuera mas alta maravilla. DON ENRIQUE, Por la fama pudiera y fa grandeza
Las regiones remotas y contrarias
El mar innavegable, cuya orilla
Que reparéis en que la \i me pesa. Su alteza enamorarse de su alteza.
Álabástesla vos de entretenida DON ENRIQUE.
.lamas áncora vio de nave nuestra
Y de que hasta la envidia la confiesa Volved: ¿no pasáis de aquí?
De sus grandezas el ai)lauso muestra.
Por única entre damas de Sevilla DOROTEA.
MAESTRE. Décima musa octava maravilla. ,
DON ENRIQUE.
ESCUDiíRO. DON JUAN.
Quisiera
Muy bien.
ESCUDERO. Vísteme esa cota luego
Que .su alieza conociera Que es noche de regocijo.
Quién es la casa en que esloy. Siempre tengáis buena fama ,
LA NISA DE PLATA.
CHACOX. DON JUAN. Fueran ó reales 6 barr:\s,
[
Otro debe de ser del nombre mió (Vanse.) Del Infante me llamó,
El que tiene ese potro y que conoce i'orque imaginó que yo
De caballos. Señor; que solo tengo Era algún Félix que ha dado
Esloqueosdigo y veinte ó treinta libros, Sala en casa de Dorotea. En criar potros y hacer
A que soy en extremo aficionado Estudio en caballos fui :
Pasa en la calle
la fiesta REY.
Gran discreción gran belleza.
Si tiene bueno ó mal talle
,
Por qué os llamaron, deseo
Ea, venga el agua luego.
No lo habernos visto acá. Saber, en toda Sevilla,
DOROTEA. De plata. ¿Es por maravilla
Estima aquesta quietud.
Yo voy.
De las gracias que en vos veo?
DON JUAN. DON ENRIQUE.
DOROTEA.
Si estimo; mas estoy loco. Eso no.
Todo me parece poco, No, Señor ; mas porque he sido
DOROTEA. [Al escudero.) De muchos solicitada
Y conozco tu virtud.
Escalante, Y'por estar obligada
ESCENA Traed agua al señor Infante. Del honor, con que he vivido.
XVII.
[Vaseel escudero.) Enfermé de pensamiento;
UN ESCUDERO. — Dichos. DON ENRIQUE. [Ap. ú Durotca.) Y temiendo que amor mata,
Quise ofrecerme de plata
Quedaos vosa darme fuego.
ESCUDERO. Ál templo del casamiento.
¿Con este descuido estás? REY.
MAESTRE.
DOROTEA.
¿Qué tiene Enrique, Maestre? [Ap.áél.)
¡Bien, por el hábito santo
¿De qué he de tener cuidado? MAESTRE. De Santiago ! —
Yo traía
ESCUDERO. Antojos desta mujer. Estas reliquias, que habia
Tres reyes se han apeado REY. Estimado siempre en tanto.
En nuestro zaguán, no mas. ¿Tan presto? Que á mi hermano no las diera
MAESTRE. Y á Dorotea las doy.
CHACÓN.
Dicen que al ver REY.
Ni fueron mas á Belén.
No es meiiosler quien le muestre Vamonos.
ESCUDERO. Por donde alma
al .se va, DON ENRIQUE. [Ap.)
Reyes son , si son tan buenos A la voluntad y al gusto. Confuso VOY.
,, ; , —,,! ,, , ! ! ;! , ; !
¿Tú? CHACÓN.
Pero primero quisiera
dama DON JUAN. Fuese.
Que nos dijera esta
DON JUAN.
Cuál le agrada de los lies Si.
¡Ah fiera
Por mas galau. DOROTEA.
MAESTRE. CHACÓN.
Muestra el pulso.
¡Ah puerco espin!
Justo es. DON JUAN.
¿TÚ mi mano? DON JUAN.
DO«OTE.\.
fama. ¿Tú me la llegas á asir? Vuélveme todas mis prendas.
Preguntádselo á la
Daréte mil puñaladas. CHACÓN.
BFY.
de decir.
DOROTEA. Llamemos un alguacil.
Vos uos lo habéis
¿Sin confesión? DON JUAN.
DOROTEA.
DON JUAN. Mi muerte Chacón , celebras
,
Que me place, si es forzoso. ¡
LA NIÑA DE PLATA.
Í281
Marcela vivir podrán MARCELA.
,
Yo llamo con mas razón
Juntos juntos vibran Y'o la quisiera ocupar
,
,
Pues del alma la recibo.
Dos tiffres y dos leones. En ocasión semejante, Mi libertad reden jioii.
Un hidalgo y un villano, Mientras junto á la Alameda La amorosa enfermedad
Y dos poetas en paz, Una me deja un letrado En salud se me ha trocado,
Cosa extraña y incapaz Que han proveído. La cárcel en libertad;
De trato y concierto humano Que á dármela se han juntado
FÉLIX.
Y dos damas no podrán La Merced y Trinidad.
Vivir juntas, siendo hermosas; He pensado
Que todo el tiempo que (jueda La merced de un desengaño,
Oue envidiosas y celosas La trinidad del acuerdo
Será mucha discreción
Eternamente andarán. De tres potencias, que el daño
Que ahorres ese dinero.
MAKCEL4. Miraron donde me pierdo
MARCELA.
Añade, si es una dellas En el Argel de mi engaño;
Si tienes las llaves, quiero
Necia Que á desengañarme del
Pasarme luego.
FÉLIX. Con la Trinidad que digo.
FÉLIX.
IS'o es poco Leonora. Vino la Merced á Argeí;
Estas son. Mucho pudieron con'inigo.
MARCELA.
MARCELA. Que estaba prendado en él.
Preciase muy de señora
Vamos los dos. Despertó mi entendimiento
Compite con'las estrellas.
FÉLIX. A mi memoria dormida,
FÉLIX.
Luego al punto Y dando consentimiento
¿No sabes cómo mi hermana Haz que la ropa te pasen. La voluntad ofendida.
A la casa se pasó Fué trinidad en mi intento.
Que tú dejaste , aunque yo
MARCELA.
Si algunos hombres Y en librarme convenidos.
La vivo de malagana? se hallasen,
Podrá venir todo junto. De limosnas de mis daños.
MARCELA. Para cobrar mis sentidos.
¿A FÉLIX.
la casa que dejé? Di por rescate dos años.
A traértelos me ofrezco. Aunque ya estaban perdidos,
FÉLIX.
A La casa en el dueño gana. Oh santa Merced yo adoro
la misma. i !
DON JUAN. [Abriendo el papel.) Digo que iremos los dos: CHACÓN.
¡Bueno es esto!
Tal es la fuerza y virtud
Desla dulce encantadora. Cuando asadores.
vi los
LEONELO. Me .salieron mas colores
¿Cómo ansí? Que á un ave que asando van.
DON JUAN. ¡Ah perros! dije entre mí,
El papel es un soneto. ¿ No era mejor un marido
; ,,, !, ! , ,, ;; ; ,,! , !;
, ,,
Las glorias
'
ZULEMA.
Que corren mas que el tiempo y la fortu-
Preciada de su honor y su nobleza. Los cielos soberanos
Adargas y jinetas las guarnecen '
Tu deslionor, no casarse
En tanto que este aplique Pretendió desol)lij;aise,
ESCENA X.
Remedios á su amor ó a su accidente, Vio tu ürmeza y la mia
i DOROTEA.
Don Arias, y su vida pronostique. Y con tan poca ocasión
Por otra parte quiero yo que intente ¡Ay triste! ¡cuan necia di
Como entrar aqui el hilante,
Mi libertad á un tirano
El interés curar á esta señora Muy á lo celoso amante
De dureza que en
¿Qué mas he podido hacer
la el pecho siente. Finge mal de corazón.
Que darle satisfacion?
fiO.N ARIAS. No (piisd mas de una sombra Yo mudé casa, en razón
¿Cómo? Para huir de obligaciones,
De i)retendenne esconder
REY. Eu que muy necia le pones. A los ruegos del Infante
En
de las Armas mora
la calle DOROTEA. Promesas y montes de oro;
Son señas de su casa dos halcones ¿Sombra de un rey se asonihr;
, si Por el suyo y mi decoro
Azules que al salir el sol los dora.
,
¿Qué sabes tú si ha sabido He sido un lirme diamante.
Si á mano izquierda como vas te pones. Yo le escribí y le envié
Las diligencias que ha hecho?
Te llamarán las llores y claveles Las joyas: ¿cómo su trato
TEODORA.
Que encubren de su dueño las traiciones. Con un destien tan ingrato
Llévale pues seis pares de doseles Si no han sido de provecho,
¿De (jne se muestra orendido? Paga mi amorosa fe?
(Asi llaman aquí las colgaduras). No\!S posible. Subir quiero
Con cuadros que ensidiarlos pueda Apc- Que solo el mudarte aquí
Al balcón ; ([ue podrá ser
Acom|iaña doseles y pinturas [les
Por(|ue de ti no supiese
Le obligaba á que te diese Me venga esta noche á ver;
De dos piezas de lela y terciopelo. Que bien creerá que le espero.
Satisfaciones á tí.
D0> AlilAS. El no responderme abona
El oro ablanda hasta las peñas duras. DOROTEA. Que para verme se apresta
REY. De eso está tan olvidado. Ponpie no hay mejor respuesta
Llévale mil escudos (que recelo Que aun no sabe que acjuí vivo. Que de la misma persona. ( Vase.)
Que es pobre esa mujer) y dos cadenas TEODORA.
Que valgan otros mil. Pena de verte recibo
my ARIAS. Con tan injusto cuidado. Calle en que están las casas de Dorotea y
Cayó en el suelo.
Y esta noche mucho mas Marcela.
Que con la pena que tienes,
REY. A lareja vas y vienes, ESCENA XI.
Como es Enrique nuevo en estas penas, Pero sin provecho vas
No sabe que las damas quieren oro Que don Juan entretenido
DON JUAN, LEONELO CHACÓN, ; á lo
Que no viven de sangre de las venas. Én casa de alguna dama. bravo.
Con él le curaré mejor que el moro. Eso que debe á tu fama LE0\EL0. (Señalando la casa eu que vi-
{Vanse.) Tendrá ya puesto en olvido. vió Marcela.)
¡Bien le casarás agora!
Esta es, don Juan casa de Marcela;
, la
DOROTEA. Mas pienso que con mas gusto
te inclinas
Sala en la nueva casa de Dorutca. Pues ¿qué he perdido? A la de aquella niña en quien la tienes.
TEODORA. Porque despuésqueentramosen la calle,
ESCENA IX.
Opinión. Todo es mirar sus puertas y balcones.
DOROTEA, TEODORA. DOROTEA. DON JUAN.
Ea comience un sermón.
,
No te espantes, Leoncio, que se vayan
TEODORA. Vayase Al hábito los ojos, que tenian,
á acostar. Señora.
Tengo, por recien mudada, Baste mi pena: ¿qué quiere? Y mas viendo tan cerca aquella casa.
En esta casa temor. Donde está una mujer, que á ser de pie-
TEODORA.
DOROTEA. Y no de plata, mereciera de oro [dra,
Aun no ha venido tu hermano. Estatuas por divina.
Todo nace del rigor
De tu condición cansada. DOROTEA. CHACÓN.
Pues ya no tienes por quien ¿No sabes ya cuan liviano Ya tenemos
Estar celosa de mí. Por Marcela vive y muere? Memorias de la niña: ¡buenos vamos!
Porque con mudarme aquí. No sabes ya que hoy le ha dado Pues porque se te quiten los bostezos
Todo se mudó también. La casa en que hemos vivido? Con que sospiras ya, como borrico
Después que el Infante entró TEODORA. Que ha conocido el prado de su aldea
En la casa que dejamos Harta desvergüenza ha.sido; Quiero decirte loque vi esta tarde.
Y después que nos mudamos. Dios sabe que me ha pesado. DON JUAN.
Nunca mas don Juan me habló. DOROTEA. ¿Qué? por tu vida.
¿Qué es hablarme? Ni aun pasar
Pues ¿qué daño se te sigue, CHACÓN.
La calle.
TEODORA.
Si ya no vives allí? Que en su casa entraba
Véie a acostar. Don A rías, gran privado del Infante.
¿Senecios del?
TEODORA. Llevaban dos criados ricas piezas
DOROTEA. De telas de oro, y otros dos dineros
Eso sí.
Hoy en un tierno papel En cantidad al íin joyas de principe.
¿Es posible que te obligue ,
Y embida tres piedras mas. Eso es mentira. ¿Cómo te fué con 3Iarcela?
DON JUAN. (A Dorotea.) DON JUAN. DON JUAN.
Esperad, Todas las joyas le di.
Si oyendo, Marcela , estás
Que desde aquí tuyo soy.
líoy me ha escrito este papel LEONELO.
Y liie ha enviado con él ¿Las joyas?
Abre ese balcón y advierte...
Para mas seguridad DON JUAN.
DOROTEA. (Ap.) Unas joyas q\ie le dieron Si.
¡Ay triste! Aqueste es don Juan El Rey y los dos Infantes LEONELO.
Que de Marcela galán Si el dar prueba los amantes
¿Todas?
La requiebra desta suerte. Y amores las obras fueron,
DON JUAN.
Sin duda que no ha sabido Para que vos entendáis
Que á su casa me he mudado. Lo que la estimo, un listón ^í;
Él viene á verla engañado Echad por ese balcón Que amor sin alas no vuela.
Ventura notable ha sido. Puesto que al sol le [ñdais LEONELO.
Fingirme quiero .Marcela Del cabello que os enlaza ¿Y tomólas?
Quierome desengañar. Y atadas en él, veréis DON JUAN.
DON JUAN. (.4 Leoncio y Chacón.) Si quiero que las gocéis. Con la mano.
En las rejas oigo hablar; DOROTEA. LEONELO.
Los dos os poned envela No me disgusta la traza. ¿De qué suerte?
Guardando esas dos esquinas. Pero ¿qué'os mueve á desprecio DON JUAN.
LEONELO. Tan grande? A su balcón
Ponte á esa esquina. Chacón. DON JUAN. Las subió con un listón :
llo saliendo de la casa donde vivió Mi hacienda te daré, todo soy tuyo.
,
LEONELO.
¿Qué dices desto. Chacón?
Dorotea, —
Dichos.
Robaré
Mañana
al
te
Veinticuatro, por Dios vivo.
daré dos mil escudos.
{Ap. fi él.)
CHACÓN. MARCELA. DOROTEA. [do.
Que esto ya me lo sabia Las señas esperaba. Quedo, quedo, don Juan; que si hecalla-
, : ,; ,;, ; ; ; ,
LA NLNA DE PLATA.
Mas cuando tocas tanlo al honor mió, LEONELO. Que tiene toda Sevilla.
Quiero que de tu error te desengañes. Ven Chacón.
,
MÚSICOS. {Cantan.)
¿No conoces mi voz? ¿ Tan ciego vives"? CHACÓN.
Caminad, suspiros,
Dorotea soy yo no soy Marcela ;
, ¿Qué tenemos? ¿Hay tinieblas? .Adonde soléis,
Marcela esla que el Rey lleva consigo. LEONELO. y si duerme mi niña^
Aqui vivió Marcela; que esta casa No la recordéis.
¿Por qué lo dices?
Pul' liuir del Infante vivo agora
Y esa Marcela, en la que yo vivia. CHACÓN. DON ENRIQUE.
Óyeme bien, y mírame á la cara Si hay lamentaciones ¡Extremada, y mas que buena!
ISo me afrentes mañana por Sevilla ; Y' escuridad , ¿qué quieres que te diga ? ¡Linda letra!"
Que soy mejorque tú y en honra puedo. LEONELO. MÚSICO.
Decir que puedo competir conmigo La Kiña está enojada por Marcela. te agrada?
¿Esta
Quenohaymashonraquelaqueyotengo, DON ENRIQUE.
CHACÓN.
Testigos éstas joyas que me has dado.
Pues déle un tres , y cesarán las riñas Niña dormida y guardada
Pues que yo te las di por no tenellas;
Que es antiguo remedio para niñas. Fué la causa de mi pena.
Que quiero mas desnudas mis paredes
(Vanse.) ¡Excelente, linda cosa!
\ vestido mi honor, que á treinta infantes. ¿Quién la hizo?
Vete villano, vete con Marcela ;
,
L-i. 19
, , ; ; ; , , ; : ;;
Di el sugeto.
Que á mano
izquierda dccicnde.
Después que vimos que era todo engaño, CHACÓN.
Es de mi aposento, el cual V que es Teodora tan constante y lirnie,
I
'
Mas me holgara
Que estando el muro rendido, ¿Yenla bebida no?
I
Pero donde habrá cuidado, I Cuando bebe el señor, verás que baja ¿Hay cuerdos con amor?
! : ;! ; ; :
LA-NIÑA DE PLATA.
29Í
CHACÓN'. CHACÓN. DOROTEA.
Sin amor, pocos. Diga Teodora agora qne es honrada. Pues ¿por dónde entraste aqui?
DON JUAN. Entre cuatro paredes encerrada.
DON ENRIQUE.
Yo me muero de amor. DON JUAN. Con estas llaves entré,
CHACÓN. ¡Válgame el cielo! De tu tia las compré.
Y yo de sueño. CHACÓN. Seis mil ducados me cuestan,
DON JUAN. Valga, y lleve presto. Y seiscientos mil se aprestan,
Si pagas tan (irme fe.
Yo me tenpo la culpa : fui celoso. DON JUAN.
Por meaos, de un ángel de los cielos.
lo Romper quiero las puertas. DOROTEA.
CHACÓN. ¡Mi tia!
LEONELO.
Don .luán, lente; DON ENRIQUE.
Extrañas sabandijas son los celos.
Que sin duda el que ha entrado es el In- La misma.
DON JUAN.
¿Haslos tenido tú? [fante, DOROTEA.
Porque este rebozado es el Maestre. Advierte
CHACÓN,
Vamonos de la calle por tu vida
, Que es noble.
¿No eres mas tonto? Que no es esta ocasión para [¡erderte.
¿No ves que son los celos como sarna, DON ENRIQUE.
Dios quiere que esto veas con tus ojos,
Que ninguno se escapa de tenerla? Para que des buena vejez, que es justo,
Amor me convierte.
LEONELO. A los padres que tienes, tan honrados. Como á Júpiter, en lluvia :
¡</,M^
t
, ; :; ; , ; « ; ; ; ; ;
! ; —
,, , .
,
;
Cumplir un rey lo que debe:
Mas envidia le tengan que mancilla. -^
Deudas las palabras son. Vamos los dos donde esto se coacierte.
I-EONELO. Yo la he dado á aquel criado DON JUAN.
Üon Juan es mozo agora, aunque es dis- Que agora conmigo viene ¡Oh cuánto la codicia desatina!
[creto. Y una hermosa hermana tiene Cuando yo os suplicaba padre mió. ,
Que no pase la calle de la Niña. Para joyas á Teodora A Chacón envié cerca del alba
VEINTICUATRO. Que es'pobre en extremo agora; Y vio cómo salia y que en la calle ,
Y para vos , Veinticuatro Le esperaban don Arias y el Maestre.
Luego ¿quiérela él?
Me da mi hermano el Maestre VEINTICUATRO. (A Leofíelo.)
LEONELO. Un hábito de Santiago.
Celos tan grandes Con esto mi deuda pago. ¿Tú viste entrar á don Enrique?
Lo muestran bien. VEINTICUATRO.
LEONELO.
YEINTICÜATRO. En todo
No sé, Seiíor, cómo os mueslrc Dice don Juan verdad.
Querrá que á don Juan riña. Debido agradecimiento.
Dile que entre Adrián.
,
VEINTICUATRO.
DON ENRIQUE.
(Vase el criado.) ¿Y tule viste.
Con ir después á palacio. Chacón , alba?
salir al
LEONEI.O. Donde tratemos despacio
CHACÓN.
Por Dios, que andes La forma del casamiento.
•Ya quoria
Con él como quien eres. ¿Respondéis que si?
Correr la noche su cortina lóbrega,
VE1NT1CÜ.\TR0. VEINTICUATRO.
Y aparecer la luz del alba candida
Cuando ciña Señor Como dicen poetas en esdrújulos.
La espada que dejé, verás mi pecho. i
Mil veces digoque si. Cuando salió de ver la Niña el Principe,
LEONELO. DON ENRIQUE. Dejándola preñada de dos cónsules.
Será de tu valor heroico hecho. Quedaos con Dios. Yo cumplí VEINTICUATRO. [l)ÍtOS
Félix, mi deuda en rigor. Pues, hijo, aunque me dieran tanloshá-
ESCENA X. FÉLIX. Cuantos la religión darme pudiera,
Mil veces beso tus pies.
Y la dotara Eniique en las dos Indias,
FÉLIX. — EL
VEINTICUATRO, LEO- Mi hermana voy á avisar. Para Chacón no la tomara.
^ELO: después, DON ENRIQUE. {Yanse don Enrique y Félix.)
CHACÓN.
¡Cómo!
FÉLIX. VEINTICUATRO.
¿Nohallasleotro mas Iristey desdichado?
El Infante , mi señor. Vé me , Leonelo, á llamar DON JUAN.
En persona quiere hablarte. A don Juan.
LEOXKLO. Esto te digo estando enamorado.
VEINTICUATRO. VEINTICUATRO.
No tengo en mi casa parle Ya ¿no le ves?
Darte quiero mis brazos, y con ellos
Donde quepa tal favor;
Mi bendición. Mas vamos á palacio.
Pero pudiendo llamarme ESCENA XI.
Donde al Infante con honrada excusa
Su mucha
alteza, es
FÉLIX.
llaneza...
DON JUAN CHACÓN. ,
— EL VEINTI- Podré decir que estabas tú casado
CUATRO, LEONELO. Cuando lo prometí , no lo sabiendo.
Mira que llega su alteza. DON JUA^^
VEINTICUATRO. DON JUAN. Yo llevaré mujer, como tú quieras.
Quiero por la tierra echarme. Viendo, Señor, entrar á don Enrique, VEINTICUATRO.
{Sale don Enrique.) Tanta pena me dio que si pudiera
,
I
¿Fingida?
¿Qué es esto, invicto Señor? Me fuera en este punto de Sevilla. DON JUAN.
Infantes te visitan ¿ Qué te quieren?
¡ !
Si que no ha de ser de veras.
DON ENRIQUE. ;
VEINTICUATRO. VEINTICUATRO.
Veinticuatro aunque os espaule
,
La visita de un Infante Huélgomede que estés tan ignorante; Pues Leonelo y Chacón serán testigos.
,
Bien cabe en vuestro valor. Que, por lo menos, me darás albricias. CHACÓN.
La Niña es tu mujer: " ' '
DON ENIilQLE.
Mas confuso estoy agora. — DON ENRIQUE.
Enrique, aquesto declara. ¿Qué dices?
Maestre, mas viles nombres
Merezco que aquí me das DON ENRIQUE. VEINTICUATRO.
Pero yo sé que no ha sido Presto verás en qué para Lo que me pesa y me pasa.
Flaqueza. Que es en casarse Teodora.
DON ENRIQUE.
REY. REY.
¿Tú eres don Juan ?
Pues ¿qué? ¿Con quién?
DON ENRIQUE. DON JUAN.
DON ENRIQUE. Si Señor.
Ya viene con quién. ,
Anda Enrique no
, , [procures VEINTICUATRO. (A dou Juaii.) Que honrar sus vasallos andan,
Hacerte valiente agora. Estos engaños se hacen !
Después de besar sus pies,
DON ARIAS. ¡Así los reyes se engañan
Di cómo estabas casado,
Si Enrique casar (|ueria
Aquí ha llegado Teodora. Y que á Marcela obligado
MAESTRE. La mano es bien que le des. A Teodora, ¿no bastaba
Para que os viniera bien.
¿Mas que viene á que la cures? DON JUAN. Ser mi sangre y vos ser nada?
REY. No conozcan á Marcela ¡Vive Dios que desde aquí
,
¡Teodora! pues ¿á qué efeto? Y se entienda la invención. A los dos en esa plaza
DON ENRIQUE. Han de cortar la cabeza!
MAESTRE.
El novio y su padre son. VEINTICUATRO.
¿Mas que se viene á quejar
De la fuerza ? REY. Señor, escucha la causa,
Mas tu intención me desvela. Parecerále piadosa.
REY.
Anoche don Juan estaba
¿Qué
es forzar? {Sale Félix.)
Con los que presentes miras
Antes la tuvo respeto. VEINTICUATRO. A la puerta desta dama
Pues esiá su majestad Y vio que con una llave
Presente, haciéndole salva, Entró el Inlaní*' en su casa
,, , , ,, , ; ; ,, ,
DON JUA\.
Me dijo toda la historia I Otros tantos que doy yo.
Del nombre de mí mujer.
Que entre ella y don Juanpasaba. ; . MAESTRE.
REY.
Matarse quiso ¡detuve Pues no es razón que se vaya
Su brazo; y viendo que tanta
i
'
Que á su padre quiero hacer
Llamada el Coritas í/ff/fl/f.
De hombre que sui)o \eucerse
Alcaide de nuestro alcázar. DOROTEA.
(Que es el mayor lauro y palma). I
*) ^
LA DAMA BOBA.
PERSONAS.
Ha de cuanto pueda,
ACTO PRIMERO. Antes.
llegar,
Es natural
TURIN.
CARPIÓ.
COMEDL\S ESCOGIDAS DE LOPE DE VEG.\
¿i)8 Tiene muchas flores de oro.
i
USEO.
Con esperar y sufrir. i NISE.
Holííara.porirconvos, Contemplo de sangre igual
Bien las merece Heliodoro,
Lleváramos un camino. Dos cosas tan desiguales ;
Si soy.
A su noble nacimiento Miré el principio y cánseme.
LISEO. Supliendo el entendimiento NISE.
Luego ¿podréis conocer Con el oro. Es que no se da á entender,
MSEO.
La persona que os nombrare? Con el artiíicio griego.
ESTUDIANTE. Él hizo mal. Hasta el quinto libro, y luego
Mucho sentís
! ; ! , , ,,, , !, , ; , , ,
LA DAMA BUBA.
209
Usanla mucho alemanes MAESTpO.
!
NISE.
Y flamencos. Aprende á deletrear. Quiere ol padre uuestro
FINEA. (Dale una palmeta, y ella echa á correr Que aprendamos.
¡Qué galanes tras él.)
FINEA.
Van todos estos detrás! FINEA.
r.. ,
^3 yo sé
MAESTRO. ¡Oh perro! ¿Aquesta es palmeta? El padre nuestix).
Letras son estas también. MAESTRO. NISE.
FINEA. Pues ¿qué pensabas ? No digo
¿Tantas hay? FINEA. Sino nuestro , y el castigo
el
MAESTRO. Aguarda. {Le embiste.) Por darte memoria fué.
Veinte y tres son. CELIA. FINEA.
FI.NEA. Ella le mata. Póngame un hilo en el dedo
Ahora , vaya de lición MAESTRO. Y no aquel palo en la palma.
Que yo la diré muy bien. Ya tarda CELIA.
MAESTRO. Tu favor, Nise discreta. ¿Mas que se tésale el alma
¿Qué es esta? NISE.
Si lo sabe?
A tu maestro! ¿Qué FINEA.
FI.NEA. ¡ es esto?
MAESTRO. Muerta quedo.
¿Esta? No sé.
Ténganla ahí. ¡
üh Celia no se lo digas
!
En el aposento;
Que se van ¿no me decías? ,
De rey.
i Cuando la gata de casa
, ,; :,
,;, . ,, , ! ,, , , , , ;
¡Profundos
A decir «¡Ay, ay, ay. ay.
:
I
Del calor.
Hubo temerarios gritos. MSE. I MSE.
No es burla ()arió seis galos.
:
Caballeros... Con inquietud
Tan remendados y lindos, FF.MSO.
Escucho lo que no entiendo.
Que pudieran á ser pias, ,
Esta vez DUARDO.
Tirar el coche mas rico'.
De un soneto de Duardo El elemento en nosotros
Regocijados bajaron
Por vuestro ingenio gallardo. Es fuego.
De los tejados vecinos, Os hemos de hacer jiiez.
Caballetes y terrados. MSE.
MISE. ¿Entendéis vosotros?
Todos sus deudos y amigos
Lamicol , Aramizaldo ¡A mi que soy de Finca
, DUARDO.
Marfuz, Marramao. Miscito Hermana y sangre! \
El claro sol que estáis viendo
Tumbahollin con IMel de zorra , LAL'P.ENCIO. Fmel cielo, fuego es,
Rabicorto, Zapaqiiildo; A vos sola Y luego el entendimiento
l'nos vestidos de blanco, Que sois Sibila española, Seráfico ;
pero siento
Y otros de negro vestidos, No Cumana ni Eritrea ; Que así difieren los tres :
FEMSO. DUARDO.
Cuál el gorrión astuto,
Cuál el simple palomino. Vuestra rara discreción
I
Donde estás,
Trazando quedan agora. Imposible de alabar. I
Lo son.
Fué justamente elegida. MSE.
Para mayor regocijo,
Fn su gatesco senado. Oid , Señora , á Duardo. I
Yo no escucho mas.
Correr cañas cinco á cinco. TVISE. De no entenderte corrida.
Vén presto que si los ves Escribe fácil.
; Vaya soneto ; ya aguardo
el
Dirás que parecen niños, DUARDO.
Aunque de indigna, corrida.
Y darás á la parida Platón
DUAiíDO. (Lee.)
El parabién de los hijos. A lo que en cosas divinas
«La calidad elementar resiste Escribió, puso cortinas;
FINF.A.
Mi amor, que á la virtud celeste aspira Que lalcscual eslas, son
No me pudieras contar Y en las mentes angélicas se mira Maleiiiá ticas figuras
Cosa para el gusto mió Donde la idea del calor consiste.
De mayor contenlamiento. Y enigmas.
«No ya como elemento el fuego viste MSE.
CLARA. El alma, cuyo vuelo al sol admira; Oye, Laurencio.
Camina. Que de inferiores mundos se relira
{Hablan aparte.)
FINEA. A donde el serafín ardiendo asiste.
Tras tí camino. »No puede elementar fuego abrasar- FEMSO. (A Duardo.)
{Yanse Fine a y Clara.) La virtud celestial, que vivilica, [me; Ella os ha puesto silencio.
Invidia elverme á la suprema alzarme. DUARDO.
ESCENA VIII. xQuedondeel fuego angélico me apli- Temió las cosas obscuras.
¿Cómo podrá mortal poder tocarme? ca,
FEíMSO.
NISE CELIA.
, Que eteino y íin conlradicion implica.»
Es mujer.
MSE. DUARDO.
MSE. Ni una palabra entendí. La claridad
¿Hay locura semejante? DUARDO. Esa todos agradable,
CELIA. Que se escriba ó que se hable.
Pues en parle se leyera.
Y Clara es boba también. Que mas de alguno dijera MSE. {Ap. a Laurencio.)
MSE. Por arrogancia «Yo sí.»:
¿Cómo va de voluntad?
Por eso la quiere bien. La intención ó el argumento LAURENCIO.
CKLIA. Es pintar al que ya llega. tiene en
Libre d<;l amor que ciega
Como quien la tí.
LAURENCIO. LAURENCIO.
Que es muy extremado.
Porque la saeta soy. Clara, su boba criada.
DUARDO.
Que desde la una voy PEDRO.
Habréis los dos murmurado Por lo que el circulo alcanza. Sospecho que es mas taimi'il-.i
Que hacéis versos en efeto. Señalaba á Nise... Que boba.
LAURENCIO. PEDRO. LAURENCIO.
Ya no es menester hacellos Si. Demos los dos
Para saber murmurallos LAURENCIO. En enamorarlas.
Que se atreve á ccnsurallos PEDRO.
Quieu no se ati'eve á entendellos.
Pues ya señala á Finea.
PEDRO.
Oeo
DUARDO. Que Clara será tercera
¿Eso quieres que te crea?
Los dos tenemos que hacer Mas fácil.
Licencia nos podéis dar. LAURENCIO. LAURENCIO.
FEMSO. ¿Por qué no, si hay causa? De esa manera
Lasleyes de no estorbar PEDRO. Seguro va mi deseo.
Queremos obedecpr. Di. PEDRO.
LAURENCIO. LAURENCIO. Ellas vienen ; disimula.
Malicia es esa. Nise es una hora hermosa LAURENCIO.
Fiíiea las doce scni
FEMSO. Harélo, si está en mi mano.
Hora de mas bendición
No
es tal. Mas descansada y copiosa. PEDRO.
La divina Nise es vuestra A doce el olicial
las ¿Que ha de poder un cristiano
O por lo menos lo muestra. Descansa y bástale sor
,
Enamorar una nuila?
LAURENCIO. Hora entonces de comer. LAURENCIO.
Pudiera , á tener igual. Tan precisa y natural. Buena cara y talle tiene.
Quiero decir que Finca PEDRO.
{Vanse Duardo y Feniso.)
Hora de sustento es,
Asi fuera el alma.
(kiyo descanso , ya ve?
Cuánto el hombre le desea.
,; , ;, : ;; , , ! ,, ,, ! ,
Señor... OCTAVIO.
Ya está en Madrid tu marido.
FINEA. LISEO. (Ap. á Turin.) Pues ¿tú le limpias?
Siempre tu memoria es poca. ¡Linda tonta! FINEA.
¿i\ü me le diste en un naipe? OCTAVIO. ¿Qué importa?
OCTAVIO. ¿Cómo venis del camino? LISEO. (.4p.)
Esa es la figura soja ,
LISEO. Media barba me ha llevado.
Que estaba allí retratada; Con los deseosen hoja Lindamente me enamera.
Que lo vivo viene agora. Que siempre le hacen mas largo OCTAVIO. (Ap.)
FINEA. ¿Hay padre n)as desdichado?
ESCENA XVI. Ese mache de la noria Quiero , pues no se reporta
haber pedido, Llevarme de aqui á Finea.
CELIA, OCTAVIO, iMSE FFSEA. Pudieras ,
Que anda como una |)ersooa. LISEO. (Ap.)
CLARA luego LISEO y TLHLN.
; ,
MSE. Tarde descanso se cobra.
el
CELIA. Calla, hermana. Que en tal desdicha se pierde
Aquí está el señor Liseo, FINEA. OCTAVIO.
Alteado de una posta. Callad vos. Entrad adentro vosotras
OCTAVIO. OCTAVIO. A prevenirle la cama.
Mira, bija, que has de estar Aunque honesta y virtuosa FINEA.
Muv prudente y muy señora. Es Finea deste humor. La mía pienso que sobra
[Salen Liseo tj Turin, de camino.) I.ISEO. Para los dos.
Y por un demonio un ángel ? En lugar que saben pocos. En mí ¿(pié efetos haréis
Este venturoso dia,v
TÜRIX. LAURENCIO.
Visto con tanta alegría
Digo que razón te sobra; ¡Linda malicia! Después de tantos enojos,
Que no está el gusto en el oi o FENISO.
Siendo vos luz destos ojos.
Que son el oro y las horas Extremada. Siendo vos alma en la mia?
Muy distiulas. DUARDO. LAURENCIO.
LISEO.
Difícil cosa es saber. A estar enfermo llegué
Desde aquí
LAURENCIO. El tieiniiO(iue lio os serví;
Picnuncio la dama boba.
Sí pero fácil creer
;
Que fué lo mas que senU,
Que sabe el que poco ó nada. Aunque sin mi culpa fu¿.
FENISO. Yo vuestros males pasé.
Como cuerpo que ¡mimáis;
ACTO SEGUNDO. ¡Qué divino entendimiento
Tiene Nise
Vosmoviiiiiciito me dajs.
OCTAVIO. — Dichas.
(,>ueno es mucha rustiqueza Con leer, con escribir.
Kl traellos en los pies; Con danzar, y todo es nada ;
LA DAMA ROBA.
307
OCTAVIO. CLARA. ESCENA Xni.
{Ap. ¡En buenos pasos and a i
A tus palabras atenta
Mi pobre honor por una y otra banda ,
De tus mudanzas me admiro. OCTAVIO, TLRIN. — Dichos.
La discreta con necios en concetos, I Parece que te Irasformas
Y la boba en amores con discretos. I
En otra. OCTAVIO.
A estaño hay llevarla por castigo, [so.) FIXEA. Turin, ¿aquesta dices que es pendencia?
Ymas, quelo vendrá á entender suespo-
I
I
Én otro dirás. TURIX.
Hija mirad que estoy muy enojado.
,
I CLARA, Conocieron de lejos tu presencia
No os dejéis abrazar: ¿entendéis, hija? Y habrán disimulado.
I
Es maestro con quien mas
FIXEA. Para aprender te conformas.
I
OCTAVIO.
No haré mas ; y cierto que me pesa
k)
! FIXEA. ¡Oh caballeros!
Porclue nr.e pareció muy bien el hombre. ¿Solos aquí?
Con todo eso seré ,
OCTAVIO. Obediente al padre mió; LISEO.
i
FINEA.
Pues que vos, dilatando el casamiento. Yo te vi menos discreta.
Habéis dado mas fuerzas á mi intento FINEA.
Ya me ha pesado. Y porque cuando llegan obligadas Y yo mas segura á tí.
CLARA. A desnudarse en campo las espadas.
Va no puedes proseguir NISE.
Se han de decir verdades llanamente;
La voluntad de Laurencio. Que es hombre vil quien en el campo ¿Quién te va trocando asi?
Quién te da lición secreta?
FIXEA. LISEO. [miente.
Otra memoria es la tuya
Clara no la diferencio Pues yo os prometo de ayudaros
,
tanto. ¿Tomaste la anacardína?
Con el dejar desenlir. Que venga á ser tan vuestra como creo.
Yo no sé lo que esto ha sido FINEA.
LAURENCIO. Ni de Aria ni Catalina
Después que el hombre me vio.
Porque Y yo con Nise haré por bien , Liseo He tomado lición suya.
si es que siento vo
El se ha llevado
Lo (jue veréis. La misma (pie ser solía
el sentido.
Si como imagino en él
,
LISEO. porque solo he mudado
•Soy.
CLARA.
LISEO.— MSE. LALREACIO. Como Pedro lo fué mío,
Agora entré. FIXEA.
LlSEO. LISEO.
De verlos hablar me rio
:Hate contado mis ansias Luego ¿ á tí
En este milagro nuestro.
Laurencio , discreta Nise? Te hablaba y te requebraba.
CLARA.
MSE. Aunque me miraba á mí
Aquella discreta ingrata? Gran fuerza tiene el amor.
¿Qué me dices? ¿Sueñas ó hablas?
Catedrático divino.
LISEO.
LAURENCIO.
Liseo, aquesta es discreta;
Palabra me dio Laurencio
No podrás, si no la engañas,
ESCENA III.
Pe ayndar mis esperanzas,
Quitarle del pensamiento
Viendo que las pongo en ti. OCTAVIO, MISENO.— Dichas.
El inijiosible que aguarda;
NISE.
Porque yo soy de Finca. MiSF.xo. (.1/3. ú Octavio.)
Pienso que de hablar te cansas LlSEO.
Con tu esposa , ó que se embota Yo pienso (jue es el camino
En la rudeza que labras Simi remedio no trazas De su remedio mejot.
El cuchillo de tu ingenio,
Cuéntame loco de amor. Y ya pues habéis llegado
,
\ hablarla
[lara volver á
LAL'RENCIO. A ver con entendimiento
Quieres darte un filo en mi. Déjame el remedio y calla; A Finea que es
,
conteiyto
Porque burlar un discreto Nunca de vos esperad(^,
LISEO.
Es la mayor alabanza. A Nise podéis casar
Verdades son las que trata Con este mozo gallardo.
Mi amor, Nise; no mentiras. OCTAVIO.
Escúchame.
NISE. Vos solamente á t|uaido
¡Qué inconstancia, ACTO TERCERO. Pudiérades abonar.
¡\Iozuelome parecía
Qué locura, error, traición
Destos que se desvanecen,
A mi (ladre y á mi hermana!
Id en buen hora Liseo.
,
ESCENA PRIMERA. A quien agora enloquecen
La arrogancia y la poesía.
I-ISEO.
FINEA. No son gracias de marido
: manera me pagas
Desla Sonetos: Nise es tentada
Tan desatinado amor? Amor, divina invención
i
De académica endiosada,
MSE. De conservar la belleza Y á casa los ha Iraido.
Pues si es desatino, basta. De nuestra naturaleza. ¿Quién la mete á una mujer
Accidente ó elección! Con Petrarca y Garcilaso
ESCENA XXIII. Extraños efelos son Siendo su Virgilio y Taso
Los que de tu ciencia nacen, Hilar, labrar y coser?
LAURENCIO. — Dichos. Pues las tinieblas deshacen Ayer sus librillos vi
Pues hacen hablar los mudos Papeles y escritos varios;
LAURENCIO. (A/3.) Pues los ingenios mas rudOs Pensé qiie devocionarios
Hablando está con Liseo Sabios y discretos hacen. Y desta suerte leí
Si Liseo se declara, No há dos meses que vivia « Historia de dos amantes.
Nise ha de entender sin duda A las bestias tan igual Sacada de lengua griega,
Que mislisonjas la engañan. Que aun el alma racional RÍ7Tias de Lope de Vega,
Sospecho que ya me ha visto. '
Parece que nótenla: Calatea, áe CervanU's;
NISE. ¡
Con el animal sentía El zamores de Lisboa,
Ycrecia cnn la planta; Los pastores de Belén
Oh gloria de mi esperanza j
¡
La razón divina y santa Comedias de don Guillen
LISEO. I
LA DAMA BODA. 3H
Ea el parir y el criar. A las dos llama á lición. TLRIN.
OCTAVIO. OCTAVIO. A ser dejar de querer
¡Qué gentiles devociones! Él viene á buena ocasión. A Nise, fuera el mejor.
Si Duardo hace canciones Vaya un criado á llamar LISEO.
Bien los podemos casar. Los músicos, porque vea El mismo, porque Finea
MISENO. Liseo á lo que ha llegada Me ha de vengar de su agravio.
Finea.
Es poeta caballero; TURIN.
No temáis, hará por gusto {Vase el criado.)
No te tengo por tan sabio.
Versos. Que esa discreción te crea.
OCTAVIO. ESCENA VI.
Y no ha de ser el casarse
Con mucho disgusto OCTAVIO, MSE, FINEA, LISEO, MI- Por vengarse de un desden
Los de Kise considero. Que nunca se casó bien
Temo y en razón lo fundo SENO, CLARA, TLHIN; iiK'go, EL
, Quien se casó por vengarse.
Si eu e.>to da que ha de haher ,
CRIADO, EL MAESTRO DE DAN- Porque es discreta Finea
Un don Quijote mujer ZAR, y MÚSICOS. Y porque el seso cobró
Que dé que reir al mundo. (Pues de Nise no sé yo
LISEO. (Ap.)
Que tan entendida sea).
ESCENA IV. Amor engañado. Será bien casarte luego.
Hoy volveréis á Finea;
íMSE LISEO, , TURLV— Diciíos. Que muchas veces anior.
LISEO.
Disfrazado en
Miseno ha venido rq tí;
LisF.o. (Ap. á Nise.) la vengau::a
Hace una justa mudanza Algo tratan contra mí.
Trálasme con tal desden,
Desde un desden á un favor. TURIN.
Que pienso que he de apelar
Adonde sepan tratar {Sale el criado.) Que lo mires bien le ruego.
Mis obligaciones bien. CRIADO. LISEO.
Pues advierte, Nise bella Ya losmúsicos venían. No hay mas: á pedirla voy.
Que ya Finea es sagrado (Salen los músicos y el maestro de TURIN.
Que un amor tan desdeñado danzar.) El cielo tus pasos guie
Puede hallar remedio eu ella. Y del error te desvie
OCTAVIO.
NI SE.
Muy bien venidos seáis. En que yo por Celia estoy.
Liseo , el hacerme fieros
LISEO. (Vase Liseo.)
(.4/;.)
Fuera bien considerado Que enamore amor á un liombre
Hoy, pensamientos, vengáis ]
• MSE.
OCTAVIO. LAURENCIO.
Yo no pongo culpa en ella (Ap. á Miseno. Tratemos nuestro con- ¿Tanta quietud y silencio?
Ni en
De Duardo con Finea.) [cierto TURIN.
el curso naturaJ
Hijas, yo tengo que hablar.
Porque Laurencio es un heliibre Hay obligaciones muchas
Tan hidalgo y caballero, FINEA. Para callar un discreto
Que puede honrar... \'o nací para agradar. Y yo muy discreto soy.
LISEO. OCTAVIO. (Ap.) LAURENCIO.
Paso. ¿Quién hay que mis dichas crea ? ¿Qué hay de Liseo?
NISE. (Vanse todos, menos Liseo y Turin.) TURIN.
Quiero A eso voy.
Que reverenciéis su nombre. ESCENA VII. Fuese á casar.
LISEO. PEDRO.
A no estar tan cerca LISEO, TURIN. ¡Buen secreto!
Octavio...
OCTAVIO. LISEO. TURIN.
¡
Oh Liseo! Turin... Está tan enamorado
LISEO. TURIN. De la señora Finea
¡Oh mi señor! Señor, ¿queme quieres? Sino es que venganza sea
MSE. (Ap.) LISEO. De Nise, que me ha jurado
Que se ha de tener amor
í. Quiérote comunicar
Que luego se ha de casar
Por fuerza ? Notable agravio í ¡ Uu nuevo gusto. Y es ido á pedirla á Octavio.
L.URENCIO.
TÜRIN.
ESCENA V.
Si es dar Podré yo llamarme á agravio.
Obran por los instrumentos, Siempre Finea y Laurencio Tan bellaco y socarrón
Por ios sentidos y partes .luntos: sin duda se tienen NISE. (A Finea.)
De que se organiza el cuerpo. Amor; no es posible meaos.
Y tú, que disimulando
CELIA. Estás la traición que has hecho,
FINEA.
¿Longaniza come el alma?
Yo sospecho que te engañas. Lleno de engaños el pecho.
NISE. Con que me estás abrasando,
TL'RiN. {Ap. á su amo.)
Desde aqui los escuchen^s^ ¿Piensas que le has de gozar?
¿Por qué te cansas?
{Escóndense.) FINEA.
LISEO.
LAURENCIO. ¿TÚ me has dado pez á mí.
No puedo Ni sirena ', ni yo fui
Pensar sino que es locura. ¿Qué puede hermosa Finea,
,
OCTAVIO.
Y las músicas cesaron pués, CLARA.
Que ya son pocos mis dias.
¿Qué es aquesto? Por allá los podéis dar, LAURENCIO.
FINEA. Sí os faltan telas y rasos Todo se ha echado á perder.
Almas me piden á mí. Que no hay tales Garcílasos Nise mi amor le ha contado.
¿Soy yo purgatorio? Como dinero y callar. Dime , ¿qué habernos de hacer.
NISE. Este venden por dos reales, Si á verte no puedo entrar?
Sí. Y tiene tales sonetos FINEA.
Elegantes y discretos. No salir.
FINEA.
Que vos no los haréis tales. LAURENCIO.
Pues procura salir presto.
Ya no habéis de estar aquí. ¿Dónde he de estar?
OCTAVIO. Con ese achaque, id con Dios. FINEA.
¿No me diréis la ocasión LAURENCIO.
Yo ¿no te sabré esconder?
De vuestro enojo ? Y es muy justo , como vos laure;<cio.
FINEA. Me deis mí mujer á mí. ¿Dónde?
Querer OCTAVIO. FINEA.
Nise á fuerza del saber.
,
¿Qué mujer os tengo yo? Yo tengo un desván
Pedir lo que no es razón.
LAURENCIO. Famoso para esconderte.
Almas sirenas y peces
,
Finea. ¡Clara!...
Dice que me ha dado á mí.
OCTAVIO. {Sale Clara.)
OCTAVIO.
¿Finea? CLARA.
¿Hase vuelto á boba? L.\URENCIO. Mí señora...
MSE. Aquí FINEA.
Sí. Hay tres testigos del sí
Advierte
OCTAVIO. Que há mas de un mes que me dio.
Que mis desdichas están
Pienso que tú la embobeces. OCTAVIO. En tu mano por secreto
:
Y ¿cuando no?
OCTAVIO. FINEA,
Pues eso es muy fácil cosa. No. ESCENA XVIII.
NISE. , OCTAVIO. FINEA.
En paz tu casa tendrás. ¿Qué espero?
Mas cuando simple no sea ¿Por qué de imposible trato
Con Líseo está casada Aqueste mí loco amor?
, ; ,,, ! ; ! — , ,! ,
;, ; ,
LA DAMA BOBA.
ólo
En llegándose á saber í OCTAVIO. Si no te casas , Señor,
Una voluntad no hav cosa Tente, loca
,
,
¿dónde vas? Te han de decir mas de siete:
Mas triste y escandalosa
FINEA. «¡Miren la bobada! ))
Para una honrada mujer.
Lo que tiene de secreto, Padre, yo voy á esconderme. LISEO.
Eso tiene amor de gusto. OCTAVIO. Vamos
Hija , Liseo no importa. Que mí temor se resuelve
ESCENA XIX. De no se casar á bobas.
FIXEA.
No yerra quien obedece; TCRIX.
OCTAVIO. — FINEA. Que no me ha de ver jamás ;
Qu'e se case me parece
OCTAVIO. (Dentro.) Sino quien mi esposo fuere. ^ ^ohus quien sin dinero
(Yasc \
¿Qué quiere, padre? A la fe, ¿Que la quiera , Octavio, quieres? En el desván el quecanta
De bobos no hay que fiar. Con voz de carro de bueyes,
OCTAVIO.
OCTAVIO. Y el que viene de Muleyes
Tiene razón achacosa
Pues yo lo he de remediar. Pero es limpia hermosa, y tiene
Y á los godos se levanta.
,
FI>EA. Finalmente...
Tanto doblón, que podría
FIXEA.
¿Cómo, si el otro se fué? Doblar el mármol mas fuerte.
¿Querrías cuarenta mil Espera un poco;
OCTAVIO.
Escudos con una fénix? Que viene mi padre aquí.
Pues te engañan fácilmente
Los hombres en nendo alguno ¿Es coja ó manca Finea?
,
OCTAVIO.
Y advierte que has mandado.
lo
ESCENA XXII. Hija, escucha.
OCTAVIO. FIXEA.
Una y mil veces. LISEO, TURIN.
Cuando vea
Como me lo habéis mandado.
ESCENA XX. LISEO.
Que estáis solo.
¿Qué me dices?
LISEO,TURIN.— Dichos. TIRIX. ' OCTAVIO.
Que te aprestes, Espera un poco;
LISEO. (Ap.) Y con Finea te cases. Que te he casado.
Si quise Porque sí veinte mereces FIXEA.
Con tantas veras á Nise Porque sufras una boba ¡Que nombres
Mal puedo haberla olvidad^». Te añaden los otros veinte Casamiento donde hay hombres!
, , , , , , , ; , ;, ,;
MISENO.
Y hubo Juanelos que á él
De las que la primavera Subieron agua sin soga.
Oid : que hemos concertado En prados fértiles borda. Él ¿no me mandó esconder?
Que os caséis. Tendió unos blancos manteles, Pues suya es la culpa toda.
FINEA. A quien hicieron corona ¡ Sola en un
desván Mal año !
Gracia tenéis. Dos hombres, ella y Finea? Ya sabe que soy medrosa.
No ha de haber hija obediente OCTAVIO. OCTAVIO.
Sino yo voyme al desván.
:
¡Hombres! Buena va mi honra. Corlaréle aquella lengua
MISENO. ¿Conocístelos? Rasgaréle aquella boca.
Pues ¿no es Feniso galán? CELIA. MISENO.
flNEA. No pude. Octavio , vos sois discreto.
Al desván, señor pariente. NISE. Ya sabéis que tanto monta
{Vaiise Finea y Clara.) Mira bien si se te antoja, Cortar como desatar.
Celia. OCTAVIO.
ESCENA XXV. OCTAVIO.
¿Cuál me aconsejáis que escoja?
Noser.T Laurencio, MISENO.
OCTAVIO, MSENO,DU ARDO, FENISO Que está en Toledo. Desatar.
DÜARDO. OCTAVIO.
DÜARDO.
Reporta Señor Feniso,
Vuestra desdicha he sabido,
Señor, tu furia: los dos Si la voluntad es obra,
\ siento , como es razón.
Lo veremos. Recebid la voluntad.
FEMSO. OCTAVIO. Y vos, Duardo la propia.,
¡Qué lástima! DO, FENISO, CELIA. Gocen los que el premio gozan
DÜARDO. De sus justas esperanzas.
DÜARDO.
Nise bella LAURENCIO.
Con Liseo viene aquí., No suceda alguna cosa.
{Ap. Todo corre viento en popa.)
NISE.
¿Daré á Finea la mano?
ESCENA XXVI. No hará que ;
es cuerdo mi padre. OCTAVIO.
FENISO.
NISE, LISEO, TI RIN.— Dichos; des- Dásela, boba ingeniosa.
pués, CELIA. Cierto que es divina joya LISEO.
El entendimiento. ¿Y yo á Nise?
NISE. {Ap. á Liseo.) LlSEO. OCTAVIO.
Es doblar la voluntad Siempre Vos también.
De mi aticion. Yerra , Duardo , el que ignora. TURIN.
LISEO. DUARDO. ¿Y la Clara socarrona
Templa agora De eso os podréis alabar, Que llevaba los gazapos?
Bella Nise, tus desdenes; Nise, pues en toda Europa CLARA.
Que se va amor por la i)oáta No tiene igual vuestro ingenio. Mandómelo mi señora.
A la casa del agravio. MSEO. TURIN.
{Sale Celia.) ¡Oh cuál los engullirían!
Con SU hermosura conforma.
CELIA. PEDRO.
¡Señora!... ESCENA XXVIII. Y Pedro, ¿no es bien que coma
NISE. Algún hueso, como perro,
¿Qué hay? LAURENCIO, con la espada desmida; De la mesa destas bodas?
CELIA. FINEA, rf«/sís/?fl/das; PEDRO, CLA- FINEA.
Una cosa RA; OCTAVIO, tras d/os.— Dichos. Clara es tuya.
Que os ha de causar espanto. NISE. (A Tiirin.)
OCTAVIO. OCTAVIO. Y tuya Celia.
Di lo que es. Mil vidas he de quitar TURIN.
CELIA. A quien el honor me roba. Será mi bota y mi novia.
Yo vi que agora LAURENCIO. DUARDO.
Llevaba Clara un tabaque Detened la espada. Octavio. Vos y yo solos quedamos.
Con dos perdices dos lonjas ,
Yo soy, que estoy con mi esposa. Dadme acá esa mano hermosa.
Dos conejos, pan, toallas. DUARDO. FENISO.
Cuchillo, salero y bo(,a.
Teneos, Octavio.— ¿Es Laurencio? Al Senado la pedid.
Seguila y vi que al desvaa
OCTAVIO. Si nuestras faltas perdonan
Caminaba.
OCTAVIO. ¿Quién pudiera ser agora Que aquí para los discretos
Sino Laurencio , mi infamia ? Da lin la Comedia boba.
Celia loc^
! ;; ; ,
PERSONAS.
TIBERIO. UN ALGUACIL. PRUDENCIO. FLORA.
LISARDA. UN ESCRIBANO. FELISA R DO.
)
I
UN ESCUDERO.
ELFSO. BELISA. CARRILLO. Alguaciles.
!
A mas de
si
seis pretendientes. Ninguno dellos con ella;
LISARDA. A todos faltas les pone.
i¡
¿Con dos hijos? TIBERIO.
Sala en casa de Lisarda.
TIBERIO. Pues Belisa me perdone;
ESCENA PRIMERA. Y con doce. Que aunque es tan discreta y bella.
LISARDA.
No se ha de desvanecer
LISARDA, TIBERIO. En arrogancias injustas.
Mal tu pecho me conoce.
LISARDA.
TIBERIO.
TIBERIO. Tiberio, si hablarla gustas,
Tú negarás lo que sientes.
En fin, ¿se ha quitado el luto? Y quieres darla á entender
LISARDA. Esta locura en que ha dado,
LISABDA.
¿Qué esnegar? Cien mil ducados Hoy está hermosa y gallarda.
Há mas de un año la muerte Mi marido me dejó Que ciertas vistas aguarda;
De su padre. Mas con dos hijos, que yo Habíala.
TIBEniO. Pienso ver pronto casados;
TIBERIO.
Desa suerte Y recogerme á la aldea
Podremos decir que es fruto Con una esclava no mas I
Estoy enojado,
De la tristeza el contento. Y un escudero. i
Y á fe que se ha de casar
LISARDA. De mi mano, aunque no quiera.
TIBERIO. j
¿Quién hay que tal gracia escuche? Es cosa I La causa esperando estoy.
¿Mataste la celosía? Cansada, aunque es de luimor; BELISA.
BELISA. Y entre tantos majaderos Porque presumo que estoy
Hay uno que me ha quebrado Sentada en cuatro doctores^
Hice alo menos lugar
Las manos. Ay! queme han dado,
Por lioncle pude mirar ¡
TIBERIO.
Flora, dolores "tan lieros,
Quien por la calle venia. ¿Cómo va de casamiento?
Que no los puedo sufrir.
Mas presto vino el castigo BELISA.
Pues en vez del caballero. FLORA.
Mira que aun no te he traído i Mal, tio: nadie me agrada.
Pasó...
FI.OBA. La almohadilla. TIBERIO.
TIBERIO.
La calentura. Fuera deso, no podia
FLORA. I Tu padre soy. Llamarme mis ojos.
BELISA. LISARDA.
¿Quedó I
Calla.
Calor alguno? I
No la traigas de verduras;
BELISA. 1 Que ayer de sentarme en ella BELISA.
Mal de estómago me dio. Pues llamarle yo mi ojo.
Tantico; I
BELISA. LISARDA.
BELISA. I
¿Qué tiene?
Un lagarto de Santiago? I
I
BELISA. ESCENA V.
BELISA.
Imaginé, ELISO, FABIO.
Calla,madre que me espantas.
;
¡
Ojos no, mas prendas sacan. Que es rica, bien nacida y muy hermosa.
En mi vida le abrazara.
{Sale Flora) ELISO.
TIBERIO.
FLORA. Belisa tiene extraño pensamiento
Sobrina, llámase así En no agradarse de ninguna cosa :
Aquella cruz colorada. Cuatro novios por lo menos
Aguardan. Cada dia en la corte hay nuevo cuento
Que es espada, y no es lagarto. Desla dama cansada y enfadosa,
LISARDA.
BELISA. Porque son sus melindres, postres y an-
¿Dónde?
Hastaba la semejanza Alivio de cansados caminantes. [tes
FLORA.
Para matarme de miedo. Verdad es que mil cosas le levantan.
¡.Jesús! En la sala.
Costumbre de los cuciilos, que en efelo
TIBERIO. LISARDA. Van creciendo contados (jue adelantan;
¿Mas quedesmayas?
le ¿Quién son? Todos cuantos los cuentan un conecto.
'
Pues, sobrina, si ninguno FLORA. Todoslos hombres dice que la espantan,
Te agrada, y la edad se pasa Fabricio. Ni ella le quiere necio ni discreto.
í'.omo la flor, tiempo viene BELISA. Si es alto, porque sobra de lo justo.
A quien le tiene y le aguarda Ya he visto Si es bajo, porque falta.
En que después se arrepiente. A Fabricio. FABIO.
LISARDA. TIBERIO. ¡Lindo gusto!
¿Llaman? ¿En qué te cansa ELISO.
FLORA. Fabricio ? Un hombre desechó i)orque tenia
Si. BELISA. Un lunar en la cara, y por bermejo
LISARDA. En barba y cabeza A un caballero.
-Mira quien llama. Tiene ciertas mo.scas blancas, FABIO.
Y cuando ya hay tantas moscas. Mas razón tenia.
ESCENA III. Es que el verano se acaba. ELI.SO.
FLORA. ¿Porqué?
EN ALGUACIL y UN ESCRIBANO. El otro es médico. FABIO.
DjCHOS. BELISA. Por loque dicen del pellejo.
¡Lindo! ELISO.
ALf.üACIL.
Con médico si(Miipre en casa, Mirando un novio muy galán un dia,
Siempre entramos sin licencia.
Pensaré que esldv ciilVM'iua. Dijo, viénilole linipiocdinocsiicjo :
TIltERlO.
Frío me da de cuartanas. «Masque dormir con este inentccalo.
Siempre la tienen las varas. Tiemblo... Ti, ti, ti... ¡.Icsus! Quiero comer, que es bueno para plato.»
ALGUACIL. Hola, llévame á la cama. FABIO.
Los términos han pasado TIBERIO. (.4p. « Lisarda.) En Alcorcen pudiera hacer Belisa
Mira si quieres, Lisarda, Si no fuera mi sobrina. Un desposado, que es famoso el barro.
Que saque prendas á Eliso. La diera dos bofetadas. ELISO.
TIBERIO. LISARDA. Así le tuvo Eva burla y risa
:
¿Con Eliso en pleito andas? No lo oiga, ¡triste de mi! Hace del mas galán, del mas bizarro.
! ; ; , ; ; !; , !
Mi plata y tapicería
FABIO. Tan felizmente, que burlados queden.
Y si falta (que podría),
Yo voy. (Vase.) ELISO.
Satisfacion se os hará
ELISA. Por su desdicha conocerlos pueden. Con otras prendas.
Aqui estará Celia encubierta, {Vase Fabio.) ESCRIBANO.
Ytú,miénlrasremediobusquesóhalles.
Muy bien.
CELIA. ESCENA IX.
Vamos.
Bien dice, mientras algo se concierta el alguacil, el escribano
ELISO. ( \anse
Que dos mancebos de gallardos talles, y Fabio.)
Que me vieron venir, no dirán nada.
Tirano amor, cuya opinión temática
ELISO.
Nos muestra bien ia librería histórica, ESCENA XI.
No temas: que no harán sí es gente hon-
Escura ciencia en lengua metafórica ¡
[rada ELISO.
De la eslinge de Tébas enigmática :
ESCENA VIII. ¡ Dichoso el que se
queda en tu gra-
[mática, Yo estaba engañado.
FADIO. — Dichos. Y no y retórica,
llega á tu lógica Basta, que siendo el buscado,
Pues el que sabe mas de tu teórica. Y el perseguido también.
FABIO. Menos lo muestra en tu experiencia prá- Pensé que era Felisardo.
¡ Gran desdicha! ¡ ctica! Mas liien es que estén así.
¿Qué dices? Los sabios y los bárbaros salvájicos, Que mi deuda presto aguardo
;, ; —; : ; —
LISARDA.
Pues dime que no
•
ESCENA XIV. Mas ¿qué podrá resultarme?
lo fué ¿Que daño puede venirme?
No querer al caballero FELISARDO v CELIA, de esclavos.- Todo es servir ocho días.
""
Toledano.
Dichos. BELISA.
BELISA.
Bien dices; y tú podrás
Darte espero alguacil.
Hablarle.
La razón.
Yo los saqué, porque creo LISARDA.
LISARDA.
Que un gran servicio te hago. Si él está firme,
Yo no la sé.
dinero
LISARDA. Yo le haré con el
BELISA. Que los deje, aunque no quiera.
Daréle carta de pago.
Tenia grandes los ojos, Tal gracia en los moros veo, Esclavo...
Y algo el mirar espantado :
De los dos mil, y aun á ti FELISARDO.
j
FELISARDO. FELISARDO.
Una muía y que una bestia
Pedro me llamo. ¿Anda fuera? ,