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de las ideas
en Occidente
Notas para una comprensión
de la cultura occidental
La Democracia:
el horizonte de la política
La democracia ha sido, pues, frecuentemente concebida, teórica y
prácticamente, como la superación de todo ordenamiento de funcio-
nes públicas. La democracia ática, por ejemplo, puede ser interpre-
tada como un intento de esta dirección. En la posición
predominante de la asamblea del pueblo, el Consejo de los 500
como órgano ejecutivo, el procedimiento de sorteo para la distribu-
ción de las tareas públicas en los ciudadanos, y la breve duración
de los cargos, para tan sólo mencionar unos pocos elementos de
esta protoforma de la democracia europea, se vuelve visible el es-
fuerzo por transformar toda dominación de los funcionarios en el
autogobierno de los ciudadanos.
Graf Kielmannsegg, P.,
“La cuadratura del círculo. Reflexiones sobre el carácter
de la democracia representativa”, en: Höffe, O.–Isensee, J.,
Panorama de la Filosofía Política.Contribuciones alemanas,
Konrad Adenauer Stiftung, Tubinga/Bonn, 2002, p. 147.
ra a aquél que ocuparía tal función. Por otra parte, los tribunales
eran también constituidos por sorteo, y los juicios se desarrollaban
por la habilidad del argumento, más que de la prueba: “Eran los
propios interesados quienes tenían que intervenir ante sus conciu-
dadanos, convertidos ahora en jueces”.35 Esto permitió el importan-
te desarrollo de la oratoria con fines judiciales y políticos, además
del consecuente perfeccionamiento del sistema jurídico y, por tan-
to, de la sociedad.
En este contexto, resulta emblemática la figura de Demóstenes
(384 a. C.), quien, para muchos, entre ellos Cicerón, fue el mejor
de los oradores griegos. En sus escritos se muestra el mismo im-
pulso que la cultura griega incorporó a Occidente: la búsqueda de
la verdad por el ejercicio de la racionalidad, con validez y objeti-
vidad.36 Por otra parte, nos muestra la importancia que tenía la
libertad, como horizonte de la vida pública, pues hasta los escla-
vos gozaban de la libertad de pensamiento,37 el papel central de la
ley,38 y la conciencia de responsabilidad sobre la toma de una de-
cisión que tiene consecuencias para la comunidad.39 Con esto se
añade un horizonte ético de la vida política: el bien común,40 lo
que permite el reclamo de un mal ejercicio de la función pública al
servicio de la sociedad,41 como impunidad y la corrupción.42
Todo esto implica también una comprensión de la ciudad cen-
trada en referentes conceptuales que se hicieron valores confor-
madores de una consciencia de identidad colectiva como sociedad:
libertad, independencia y algo muy cercano a lo que conocemos
contemporáneamente como soberanía.43 Igualmente, existía la
consideración de una seguridad personal expresada en derechos
individuales,44 además de una construcción jurídica de protección
de los mismos.
35 Ibid.
36 Cf. Demóstenes, Contra Filipo, tercer discurso, 2.
37 Cf. Ibid., 3.
38 Cf. Ibid., 5.
39 Cf. Ibid., 15-16.
40 Cf. Ibid., 28-29.
41 Cf. Ibid., 35
42 Cf. Ibid., 37-40.
43 Cf. Ibid., 36.
44 Cf. Ibid., 44.
26 BREVE HISTORIA DE LAS IDEAS EN OCCIDENTE
La Tragedia:
una comprensión del hombre
Esta es la esfera de la belleza, en la que los griegos veían sus imá-
genes reflejadas como en un espejo, los Olímpicos. Sirviéndose de
este espejismo de belleza luchó la voluntad helénica contra el talen-
to para el sufrimiento y para la sabiduría del sufrimiento, que es
un talento correlativo del artístico. […] aquí se ofrece a nuestras
miradas la sublime y alabadísima obra de arte de la tragedia ática
y del ditirambo dramático como meta común de ambos instintos,
cuyo misterioso enlace matrimonial se ha enaltecido, tras prolonga-
da lucha anterior, en tal hijo – que es a la vez Antígona y Casandra.
Nietzsche, F.
El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo,
Alianza, Madrid, 19847, pp. 55 y 58.