Está en la página 1de 7

EL GIRO ANTROPOLÓGICO DE LA FILOSOFÍA

“EL SIGLO V”

La reflexión sobre la naturaleza había llegado a un callejón sin salida, y no es extraño que,
entonces, el hombre volviera la vista hacia sí mismo, para preguntarse sobre el sentido de su propia
vida, abandonando provisionalmente la consideración de la naturaleza. Además, en Atenas se
establece una vida democrática que la hace propicia para el pensamiento atento al vivir personal,
dejándose de cosmologías. El dominio de la palabra, en efecto, se hace esencial para salir adelante en
la vida: en la asamblea de los ciudadanos, todos tienen el mismo derecho a hablar, e incluso, a veces,
tienen obligación de discutir, escuchar y decidir, si el sorteo les endosa responsabilidades
administrativas.

J. M. Valverde: Vida y muerte de las ideas, pág. 29

Los nuevos sabios del siglo V no disimulan su desinterés por lo que consideran especulaciones teó ricas
de los filó sofos de la naturaleza (Pre-socrá ticos). A pesar de sus innegables aportaciones, las investigaciones de
esos filó sofos no condujeron a una visió n unitaria del mundo; al contrario, en sus explicaciones parecían haber
entrado en un callejó n sin salida. Sobre todo, no han significado una solució n para los problemas del hombre
que ahora son vistos como provenientes no tanto del universo cuanto de la propia realidad humana.

La má s importante aportació n de estos pensadores reside en iniciar una reflexió n sobre las estructuras
políticas y jurídicas de la sociedad helénica y sobre los comportamientos morales del ciudadano.

Se inicia así el llamado giro antropoló gico de la filosofía y con él pasan a primer plano las preocupaciones
por la conducta moral y por los problemas que plantea la organizació n de las sociedades humanas.

Actividad:

1. Señ ala alguna prescripció n que te parezca que está basada en una ley natural y otra que dependa, en
cambio, del entorno social. ¿Qué las diferencia?
2. ¿Qué entienden por el “Derecho Natural del má s fuerte”? ¿Está n de acuerdo con él?
3. Expresa tu acuerdo o desacuerdo con la afirmació n “el hombre es la medida de todas las cosas".
4. ¿Qué significado tiene la afirmació n “Sólo sé, que no se nada”
5. El delincuente ¿es malo o ignorante?

AMBIENTE SOCIOCULTURAL DE LOS SOFISTAS Y SÓCRATES

En la segunda mitad del siglo V a. C. aparecen en Atenas, convertida en centro cultural del mundo
griego, los sofistas.

Los sofistas constituyen un movimiento filosó fico que se desarrolla en Atenas en la segunda mitad del
siglo V a.C., el llamado siglo de Peñ oles, genial estratega, reformador radical de la democracia y gran mecenas
ateniense. Su muerte en 429 a.C., como consecuencia de la peste, coincide con el fin de una época de paz que,
aunque efímera, permitió a Atenas conocer su período de má ximo esplendor.

CONTEXTO HISTÓRICO

El éxito bélico en las Guerras Médicas, a pesar de la desproporció n entre los medios con que contaba
Atenas frente al poderoso ejército persa, desarrolla en los atenienses un fuerte sentido nacionalista: si han
vencido a los persas, se debe al favor de los dioses y la superior areté de Atenas. Segú n la mentalidad griega y
sus ideales humanos, el triunfo es señ al de virtud, de excelencia. Triunfa quien se lo merece y goza del favor de

1
los dioses. El triunfo de Atenas significa que su organizació n es mejor y que su causa es justa, porque ha
merecido el apoyo de los dioses.

El secreto de este mérito lo atribuyen a que todos los ciudadanos con su contribució n solidaria han
hecho posible el triunfo sobre el régimen de tiranía de los persas. Todos, no só lo los aristó cratas, han
respondido, con una gran autodisciplina no impuesta, al sangriento trabajo de la guerra. Se consagra así un
modelo que hace compatibles los valores tradicionales de la aristocracia -el valor, la fama, el éxito- con la
participació n libre y disciplinada de todos los ciudadanos, ante la benevolente mirada de los dioses.

EL SIGLO DE PERICLES
Aunque provenía de familia aristocrática, PERICLES era, un decidido defensor de la democracia. Gran orador
que sabía convencer a los ciudadanos, dirigió con éxito la política de la ciudad de Atenas, a la que convirtió en el
centro de la Liga de Délos, que fue organizada por diversas polis para defenderse de los persas.
El siglo de PERICLES fue una edad de oro de las artes y las ciencias: ESQUILO, SÓFOCLES y EURÍPIDES estrenaban sus
tragedias, ARISTÓFANES sus comedias, arquitectos y escultores trabajaban en la Acrópolis, la filosofía daba un giro
antropológico... y PERICLES afirmaba "somos admirados por los hombres de ahora y seremos admirados por los
del porvenir".

Esta participación de todos, que tan buenos resultados ha dado en la guerra, va a ser un factor de cambio muy
importante en la paz: si a la hora de la guerra, aristócratas y pueblo se han confundido en la defensa de la polis
común, consecuentemente, éste reclama ahora también un puesto de pleno derecho en el gobierno de la nueva
sociedad ateniense.

A partir de ahora ya no es el factor herencia el valor determinante ni el único que da derecho a participar en la
vida pública. Ésta se abre ahora a todos los ciudadanos (condición negada únicamente a los esclavos). Con la
democracia radical de PERICLES, cuyas leyes consagran la isonomía -la igualdad de todos ante la ley-, las capas
populares irrumpen en la vida pública. La batalla se libra ahora en el ágora de la ciudad. La vida del ciudadano se
ventila en las asambleas, en la plaza pública, en los tribunales: ahí es donde es necesario hacerse presente, discutir
las leyes que convienen a la mayoría, desenmascarar los intereses privados o de grupo que pueden esconderse tras
los discursos y las leyes establecidas. Todo esto requiere el saber práctico del discurso y de la elocuencia: "el que
sabe y no se explica claramente es cómo si no pensara", afirma PERICLES.

En este contexto, el saber se convierte en una fuerza social: es importante saber para dominar, para
convencer de las propias opiniones. Interesa un saber práctico, que responda a las situaciones que el hombre vive
cada día.

Estas circunstancias hacen comprensible la buena acogida del saber práctico que ofrecen los sofistas al tiempo
que ponen en cuestión los valores y las leyes tradicionales de la sociedad ateniense y los fundamentos especulativos
del pensamiento anterior, que aparecen insuficientes e incapaces de dar respuesta a la nueva situación que vive la
ciudad-Estado.

Tenemos un régimen de gobierno que no envidia las leyes de otras ciudades, sino que más somos ejemplo para otros que imita-
dores de los demás. Su nombre es democracia, por no depender el gobierno de pocos, sino de un número mayor; de acuerdo
con nuestras leyes, cada cual está en situación de igualdad de derecho en las disensiones privadas, mientras que según el
renombre que cada uno, a juicio de la estimación pública, tiene en algún respecto, es honrado en la cosa pública; y no tanto
por la clase social a que pertenece como por su mérito, ni tampoco en caso de pobreza, si uno puede hacer cualquier beneficio
a la ciudad, se le impide por la oscuridad de su fama (...) Y además nos hemos procurado muchos recreos del espíritu, pues
tenemos juegos y sacrificios anuales y hermosas casas particulares, cosa cuyo disfrute diario aleja las preocupaciones; y a
causa del gran número de habitantes de la ciudad, entran en ella las riquezas de toda la tierra, y así sucede que la utilidad que
obtenemos de los bienes que se producen en nuestro país no es menos real que la que obtenemos de los demás pueblos.
Alocución de Pericles, en los honores a los muertos en la guerra

Actividad:
2
6. ¿Qué características atribuye el estratega PERICLES al gobierno democrá tico de la polis de Atenas?

LOS SOFISTAS

El término "sofista" deriva del griego sofó s, que significa "sabio". Los griegos lo utilizaban para designar
a aquel que destacaba en cualquier saber, bien fuera éste teó rico o prá ctico. Pero referido a esta época tiene un
sentido má s específico: sirve para designar a aquellos "maestros del saber" (sofistés) que se dedican a enseñ ar
a otros cobrando como quien ejerce otro oficio cualquiera. Es, pues, "un oficio" que obedece a las circunstancias
histó ricas del momento.

MAESTROS EN RETÓRICA

La labor intelectual de estos sabios está dirigida a satisfacer la demanda de los ciudadanos atenienses,
muy interesados en participar en la vida política de la ciudad-Estado.

A diferencia de los sabios tradicionales, dedicados a la especulació n y al saber teó rico, los sofistas hacen
su entrada en la vida social como "maestros" de cultura y de virtud capaces de hacer prevalecer sus opiniones
gracias a su ciencia y a su arte de la oratoria y del discurso.

Con el tiempo, esta preocupació n por el saber có mo fuerza prá ctica deriva hacia un abuso de la retó rica
como mero arte de convencer al contrario. De aquí deriva la denominació n peyorativa del término "sofista",
como elaborador de discursos vacíos, y el de "sofisma".

Este lado má s negativo de la sofística coincide con las Guerras del Peloponeso, en las que Atenas y
Esparta, ciudad-Estado de signo totalitario, se disputan la hegemonía del mundo griego. La guerra concluye con
la derrota de Atenas y la implantació n de un gobierno pro-espartano conocido como el de "Los Treinta".

[Habla el sofista Protágoras] Reconozco que soy un sofista y que educo a lo: hombres (...) Joven, si me
acompañas, te sucederá que cada día que estés conmigo regresarás a tu casa hecho mejor, y al siguiente, lo mismo.
Y cada día, continuamente, progresarás hacia lo mejor (...) Los otros [sofistas] abruman a los jóvenes. Por que, a
pesar de que ellos huyen de las especializaciones técnicas, los reconducen de nuevo, en contra de su voluntad, y los
introducen en las ciencias técnicas, enseñándoles cálculos, astronomía, geometría, música (...) En cambio, al acudir
a mí, aprenderá sólo aquello por lo que viene. El objeto de mi enseñanza es el buen juicio respecto a los asuntos
privados para administrar la propia casa lo mejor posible, y en cuanto a los asuntos de la ciudad, la manera de
conducirlos con la máxima capacidad por los actos y por la palabra.
PLATÓN:
Protágoras, 317a-319a

Actividad:

7. ¿Cuá l es la funció n que corresponde a los sofistas?


8. ¿Por qué es tan importante esta funció n?

LAS TEORÍAS SOFISTAS

Los sofistas no constituyen una ú nica escuela sino má s bien un movimiento integrado por numerosos
sabios que comparten algunos convencimientos comunes, en especial:

 Actitud de crítica ante las instituciones, a las que acusan de fundarse en falsas leyes naturales.
 Escepticismo respecto de la capacidad del conocimiento.
 Relativismo ante la verdad.
 Confianza en la educació n y en el valor, de la retó rica* y la dialéctica**.
 Exigencia de pago por su servicio.
3
La coincidencia en estos temas no significa que todos defiendan las mismas posiciones. Se los suele
agrupar en dos etapas, llamadas primera y segunda sofística.

Los sofistas de la primera etapa son anteriores a la Guerra del Peloponeso. Su crítica es menos radical y
má s constructiva. En los sofistas posteriores se acentú a má s la contraposició n entre la naturaleza y las
convenciones sociales y su talante crítico se hace má s amargo.

Entre los sofistas anteriores o de la primera sofística cabe destacar a PROTÁ GORAS y GORGIAS, y entre
los posteriores o de la segunda sofística, a TRASÍMACO y CALICLES.

Conviene advertir que, para reconstruir su pensamiento, nos tenemos que valer de lo que otros dejaron
dicho sobre ellos, particularmente PLATÓ N y ARISTÓ TELES. Ambos se muestran muy críticos con ellos. Sin
embargo, PLATÓ N les prestó gran importancia, como lo demuestra el hecho de que tres sofistas,
concretamente, PROTÁ GORAS, GORGIAS e HlPIAS, dan título a otros tantos diá logos plató nicos, en los que
aparecen sosteniendo una fuerte polémica con PLATÓ N a través del interlocutor SÓ CRATES.

SOFISTAS PRINCIPALES
Anteriores Posteriores
PROTÁGORAS DE ABDERA TRASÍMACO DE CALCEDÓN:
"El hombre es la medida de todas las cosas." "La justicia es lo provechoso para el fuerte."
PRÓDICO DE JULIS CALICLES
"Se toma por divino lo provechoso para los hombres." Enuncia la teoría del derecho natural del más fuerte.
PRÓDICO DE JULIS: CRITIAS:
"Se toma por divino lo provechoso para los hombres." "Los dioses son una invención para atemorizar a los hombres."
HlPIAS DE EllS: ANTIFÓN DE ATENAS:
Proclama la injusticia de las fronteras: "todos los hombres son iguales por "Se puede traspasar la ley si nadie lo advierte."
naturaleza."

CONVENCIONALISMO FRENTE A NATURALEZA


La sociedad griega venía aceptando, como algo inamovible, la existencia de la naturaleza como
generadora de un saber, de unos valores y de unas leyes universalmente vá lidas.
La originalidad de los sofistas reside en poner abiertamente en duda que muchas de las cosas que
habían venido siendo aceptadas como originadas por una llamada ley natural sean otra cosa que realidades
puramente convencionales. También ellos estaban dispuestos a aceptar que las leyes naturales eran
intocables, fijas y necesarias. Pero habían viajado demasiado y habían conocido demasiadas Constituciones en
distintas ciudades como para aceptar sin má s el origen natural y el valor universal de todas las leyes, cuando
para ellos era tan evidente que muchas de las cosas que se habían venido aceptando como resultado de la
naturaleza, no eran otra cosa que construcció n humana.
Los sofistas plantean, pues, abiertamente la necesidad de discutir y distinguir entre lo que realmente es
naturaleza o ley natural y lo que es puro convencionalismo o ley del propio hombre (nomos).
Iusnaturalismo, Unidad 9, IV
Esta discusió n afectaba directamente a las leyes que regían la ciudad. Estas leyes, con el argumento de
que eran naturales, en realidad defendían posiciones ventajosas de grupo y generalizaban los ideales
democráticos de la aristocracia.
La misma Constitució n ateniense era considerada de índole casi sagrada y era creencia comú n que los
antiguos creadores de Constituciones estaban inspirados por Apolo y los legisladores tenían la costumbre de
acudir al Oráculo de Delfos para buscar el consejo. Sometida a discusió n, aparece ahora como resultado de
factores histó ricos y de intereses de grupo. Y lo mismo cabía decir de las demá s leyes de la ciudad: no se puede
aceptar que estén basadas sin má s en la naturaleza, cuando, en realidad, son elaboración humana y, como tales,
cambiantes y convencionales.
Má s aú n, del aná lisis de la naturaleza misma se deduce que no só lo son distintas naturaleza y ley sino
que muchas veces se contradicen. Así, las leyes consagran la fuerza de los débiles cuando la naturaleza parece
confirmar lo contrario. Pero segú n las épocas, los sofistas deducen consecuencias muy distintas de esta con-
traposició n.
4
La primera sofística

La primera sofística comprende a los sofistas anteriores a la guerra del Peloponeso, declarada en 431
a.C. En principio, su crítica intenta fundamentar racionalmente las leyes, los dioses y los valores. Consideran
que los hombres son iguales por naturaleza y tienden a limar las diferencias que se observan, atribuyendo las
desigualdades a la prá ctica social. Sostienen que el hombre mejor dotado naturalmente debe poner su arete*, su
capacidad de éxito, al servicio de la colectividad, y es quien debe gobernar la ciudad porque eso es beneficioso
para la misma. Tal es la opinió n de PROTÁ GORAS DE ABDERA.

Areté: En la sociedad estamentaria anterior a los sofistas, este concepto significaba la superioridad
corporal y espiritual que poseían los nobles para dirigir la sociedad. Con la aparición de los sofistas, y en
un contexto de democracia, la areté se entenderá como la habilidad para alcanzar el éxito en la vida
pública y privada.

La segunda sofística

Los de la segunda sofística establecen una oposició n má s radical entre naturaleza y nomos, y llegan a
una oposició n irreconciliable en CALIOLES. Segú n él, la ley es la má xima injusticia contra la naturaleza, que no
tiene otras leyes que la del má s fuerte y la del placer individual. La ley, má ximo derecho en la Ciudad, lo ú nico
que pretende es el sometimiento de los fuertes a los débiles.

La naturaleza hace a los hombres desiguales; en cambio, la ley tiende a igualarlos. No ha de ser así.
Deben prevalecer en la vida de la ciudad los má s fuertes, há biles y astutos, tal como ocurre en la naturaleza.

Se hace manifiesto el cambio operado desde la primera sofística. Ahora el individuo no pone sus dotes
naturales al servicio de la colectividad sino del triunfo personal aunque padezca la colectividad. La comunidad
se muestra enemiga del individuo. Al entender que la naturaleza justifica el predominio del fuerte sobre el
débil, se acentú an las diferencias entre los ciudadanos y se niega su igualdad.

RELATIVISMO Y ESCEPTICISMO

La discusió n entre naturaleza y nomos ha llevado cuando menos a desconfiar de la validez del saber
tradicional, al poner en duda la existencia de leyes naturales, con valor fijo y universal, que aseguren qué es lo
bueno y lo justo para el hombre.

Si lo natural, cuasi religioso, no sirve para el establecimiento de normas y de valores fijos, só lo queda la
justificació n en funció n de la conveniencia y el acuerdo. De la misma manera: si no existen saberes universales,
se hace necesaria la bú squeda de un saber prá ctico que sirva al ciudadano para regular su vida ordinaria.

El saber al servicio de la utilidad

Así como el acuerdo sustituye a la ley natural, el concepto de verdad se sustituye por el de utilidad. La
desconfianza en la posibilidad de conocer lo que es por naturaleza ha derivado hacia la conformidad con un
conocimiento que le sirva al hombre, que le sea ú til. Por esta razó n, má s que la verdad abstracta de las cosas,
interesa su valor, su utilidad. La auténtica sabiduría consiste en tener opiniones mejores y remedios má s ú tiles.
La sabiduría y el sabio son tales en la medida en que sirven para hacer pasar al hombre a una situació n mejor.

5
Un buen médico, por ejemplo, es aquel que sabe lo suficiente como para hacer que el enfermo pase a
experimentar un estado mejor de salud; un buen orador político será aquel que sabe convencer a los
ciudadanos de que las cosas justas y buenas son precisamente aquellas que son ú tiles a la ciudad.

Esto constituye un relativismo marcadamente escéptico que se caracteriza por la imposibilidad de


obtener verdades universales. De acuerdo con esto, las cosas se perciben segú n las diversas situaciones de cada
uno, y a su vez, la variabilidad de las cosas hace cambiar también la visió n que de ellas tiene el individuo.

[Habla el sofista Cáleles] En la mayor parte de los casos, son contrarias entre sí la naturaleza y la ley (...)
En efecto, por naturaleza es más feo todo lo que es más desventajoso, por ejemplo, sufrir injusticia; pero por ley es más feo
cometerla. Pues ni siquiera esta desgracia, sufrir la injusticia, es propia de un hombre, sino de algún esclavo para quien es
preferible morir a seguir viviendo y quien, aunque reciba un daño y sea ultrajado, no es capaz de defenderse a sí mis mo ni a
otro por el que se interese. Pero, según mi parecer, los que establecen las leyes son los débiles y la multitud. En efecto, miran do
a sí mismos y a su propia utilidad establecen las leyes, disponen las alabanzas y determinan las censuras. Tratando de
atemorizar a los hombres más fuertes y a los capaces de poseer mucho, para que no tengan más que ellos, dicen que adquirir
mucho es feo e injusto, y que eso es cometer injusticia: tratar de poseer más que los otros (...)
Por esta razón, con arreglo a la ley se dice que es injusto y vergonzoso tratar de poseer más que la mayoría, y a esto llaman
cometer injusticia. Pero según creo yo, la naturaleza misma muestra que es justo que el fuerte tenga más que el débil y el
poderoso más que el que no lo es. Y lo demuestra que es así en todas par tes, tanto en los animales como en todas las ciudades y
razas humanas, el hecho de que de este modo se juzga lo justo: que el fuerte domine al débil y posea más. En efecto, ¿en qué
clase de justicia se fundó Jerjes para hacer la guerra a Grecia, o su padre a los escitas, e igualmente, otros infinitos casos que se
podrían citar? Sin embargo, a mi juicio, éstos obran con arreglo a la naturaleza de lo justo, y también, por Zeus, con arreglo a
la ley de la naturaleza.
PLATÓN: Gorgias, 482-484

Actividad:
9. ¿Cuá l es la tesis que defiende este texto?
10. ¿En qué argumentos se basa el autor para sostener dicha tesis?

Los dos principales sofistas: PROTÁGORAS y GORGIAS

"El hombre es la medida de todas las cosas", afirma PROTÁ GORAS. Desde este supuesto, nadie puede
achacar error al otro, porque ninguna opinió n es má s verdadera que otra-, sí cabe que una sea mejor que otra si
así parece a juicio de una mayoría. Quien está convencido de que robar es bueno, por ejemplo, tendrá tal cosa
por verdad mientras siga creyéndolo así. La inmensa mayoría de quienes les parecerá malo eso deberá n
esforzarse en convencerle no de que eso es falso sino de que lo contrario es mejor.

Respecto de los dioses, PROTÁ GORAS negaba toda posibilidad de conocer su existencia, ya que dicho
conocimiento sobrepasa la capacidad humana.

GORGIAS sostiene un escepticismo má s radical, que aparece formulado en tres célebres tesis del má s absoluto
escepticismo:

A. No existe realidad alguna.


B. Si algo existiera, no lo conoceríamos.
C. Aun en el caso de que pudiéramos conocer algo, no podríamos comunicarlo a los demá s.

La relativista postura de PROTÁ GORAS que salvaba la verdad de cualquier opinió n, se convierte en
GORGIAS en el negativo escepticismo de declarar todas las opiniones falsas. En efecto, si nos es imposible
conocer la realidad y aú n má s imposible comunicarla, ninguna opinió n puede ser contrastada con la realidad,
de ahí, su falsedad.

6
Sostengo que la verdad es tal como la he descrito, y que cada uno de nosotros es la medida de lo que es y de lo
que no es; que hay, sin embargo, una diferencia infinita entre un hombre y otro hombre, en cuanto las cosas son y
parecen unas a éste y otras a aquél, y lejos de no reconocer la sabiduría ni los hombres sabios, digo, por el
contrario, que uno es sabio cuando mudando la faz de los objetos, los hace parecer y ser buenos a aquel para
quien parecían y eran malos antes (...)

Lo que parece bueno y justo a cada ciudad es tal para ella, mientras forma este juicio; y el sabio hace que el
bien, y no el mal, sea y parezca tal a cada ciudadano. Por la misma razón, el sofista capaz de formar de este
modo a sus discípulos es sabio.

PLATÓN Teeteto166a-167a

Actividad

11. ¿En qué consiste ser sabio segú n el texto?


12. Define los siguientes términos: nomos - naturaleza - sofista - relativismo -
escepticismo.
13. ¿Qué aportació n suponen para la filosofía los nuevos problemas que afloran en los
discursos de los sofistas?
14. Cita las opiniones que identifican a cada uno de los principales sofistas.
15. ¿A qué obedecen las denominaciones de "período cosmoló gico" y "período
antropoló gico"?
16. ¿Qué diferencia a los sofistas de la segunda época de los de la primera?

También podría gustarte