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LOS GÉNEROS LITERARIOS

GÉNERO NARRATIVO GÉNERO LÍRICO GÉNERO TEATRAL

DEFINICIÓN Conjunto de hechos ficticios o Expresión de emociones y Conjunto de hechos


reales contados por un narrador sentimientos por parte de un representados en un escenario
y protagonizados por unos yo lírico ante un público mediante el
personajes situados en un diálogo mantenido entre
espacio y un tiempo. personajes

FORMA prosa verso diálogo

 Narrador  Rima  Personajes

ELEMENTOS  Personajes  Estrofas  Acotaciones

 Tiempo/espacio

SUBGÉNEROS  Cuento  Canción  Tragedia


 Relato  Elegía  Comedia
 Novela  Romance  Tragicomedia
 Fábula  Soneto  Ópera
Desmayarse, atreverse, estar furioso, Bernarda: Igual que si hubiera pasado por ella una manada de cabras. (La Poncia
áspero, tierno, liberal, esquivo,
limpia el suelo) Niña, dame un abanico.
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso: Amelia: Tome usted. (Le da un abanico redondo con flores rojas y verdes.)
Bernarda: (Arrojando el abanico al suelo) ¿Es éste el abanico que se da a una
No hallar fuera del bien centro y reposo, viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre.
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo, Martirio: Tome usted el mío.
satisfecho, ofendido, receloso: Bernarda: ¿Y tú?
Martirio: Yo no tengo calor.
huir el rostro al claro desengaño,
Bernarda: Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño: de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con
ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo.
creer que el cielo en un infierno cabe;
Mientras, podéis empezar a bordaros el ajuar. En el arca tengo veinte piezas de hilo
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe. con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede bordarlas.

Lope de Vega La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca

Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada. En casa de
los Oblonsky andaba todo trastrocado. La esposa acababa de enterarse de que su marido mantenía relaciones con la institutriz francesa y se
había apresurado a declararle que no podía seguir viviendo con él. Semejante situación duraba ya tres días y era tan dolorosa para los
esposos como para los demás miembros de la familia. Todos, incluso los criados, sentían la íntima impresión de que aquella vida en común
no tenía ya sentido y que, incluso en una posada, se encuentran más unidos los huéspedes de lo que ahora se sentían ellos entre sí.

Anna Karenina, Leon Tolstoi

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