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Introducción a la Biblia

Introducción

¿Qué es la Biblia? ¿Qué buscamos cuando la tomamos la Biblia en nuestras manos? ¿Qué
esperamos encontrar en sus páginas? Ofrezco algunas ideas hoy, pero espero que sea una
reflexión que cada uno continúa durante el año.

Es un libro, pero no es cualquier libro. ¿Por qué es diferente? Decimos que la Biblia es la
Palabra de Dios. Es un libro inspirado. Dios es su autor principal, pero en un manera
especial. Dios inspiró diferentes personas para escribir lo que Él quiso revelar.

¿Qué buscamos? Buscamos Dios. Buscamos la inspiración para vivir mejor, para encontrar
paz, para saber el camino que nos lleva al cielo, para conocer a Jesús, para crecer en fe,
amor y esperanza.

Dios nos ama. Nos ama mucho, y como cualquier amante, quiere ser conocido y amado
profundamente por su amado. El amante quiere revelarse a su amado. Quiere una unión de
corazones con su amado. Por eso, tiene que revelarse. Tiene que dejar caer la máscara. Y
así es con Dios y nosotros. Dios quiere una relación con nosotros. Quiere ser conocido y
amado por nosotros. Y por eso, tiene que revelarse y revelar su amor a nosotros.

Su medio privilegiado para revelarse es aquí, en este libro. La Biblia es como una carta
amorosa que Dios escribió a mí. ¿No quiere abrirla? ¿No quiere entenderla?

¿Quién es Dios? ¿Qué es su plan por mi vida? Aquí en este libro encontramos las
respuestas de Dios.

El documento del Vaticano II sobre “La Palabra de Dios,” Dei verbum, expresó estas ideas
así.

Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su


voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen
acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En
consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos,
movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo
y recibirlos en su compañía. (DV, 2).
 Dios nos revela a sí mismo y su plan de salvación. Es su fin para la revelación.
 Su plan para nosotros es hacernos hijos adoptivos en Cristo.
 Dios habla con nosotros como amigos.
 Quiere comunicar con nosotros porque quiere una relación con nosotros. La
Biblia es como las primeras palabras de un dialogo.
 Como consecuencia – debemos leer la Biblia en una atmósfera de fe y oración.
Aquí encontramos Dios. Aquí encontramos su plan por mi vida. Y a esa palabra
de Dios tengo que responder.

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No olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura
para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque “a Él hablamos cuando
oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas” (DV, 25).

¿Qué es la Biblia?

La Biblia es una colección de libros o escritos. La palabra “Biblia” deriva de una palabra
griega que significa libros. Se llama Sagrada Escritura porque son escritos inspirados por
Dios. Se llama Palabra de Dios porque en cuanto son inspirados, podemos considerar Dios
como su autor principal. Y eso da a los libros una dimensión orgánica. Es a la vez una
colección de escritos, muy variada, y un libro.

Se llama la primera parte de la Biblia el Antiguo Testamento y la segunda el Nuevo


Testamento. La palabra “testamento” significa el pacto o la alianza que Dios hizo con los
hombres. El tema principal del Antiguo Testamento es la alianza entre Dios y los Israelitas
realizada en monte Sinaí. Y el Nuevo Testamento trata principalmente de la nueva alianza
establecido por Jesucristo.

La historia de salvación comenzó con la llamada de Abraham cerca el año 1850 a. C.


Después, Dios le llamó a Moisés, uno de los descendientes de Abraham, para liberar los
israelitas de su esclavitud en Egipto y guiarles hasta el monte Sinaí. Allí hizo una alianza
con ellos cerca el año 1250 a.C., dándoles una ley y formándoles en un pueblo, Israel.

La Alianza Antigua es el punto central en la historia de Israel. Y desde allí se iba formando
una literatura histórica, recogiendo las tradiciones de sus orígenes y sus vicisitudes después
de la alianza. Surgió una literatura profética, por la actividad de los profetas, que en nombre
de Dios llamaron los israelitas a la fidelidad a la alianza. Surgió una literatura sapiencial,
por pensadores aplicando la ley de la alianza a la vida cotidiana. Y así, la Antiguo
Testamento es la colección de diversos escritos, junto con sus leyes, oraciones, y cantos
(poemas). Es una colección muy variada, tocando diferentes momentos de la historia de
Israel, que comienza con Abraham y su llamada cerca 1850 a. C y termina cerca el año 50
a. C con el libro de Sabiduría.

Toda esta historia era una preparación por la llegada de Jesús. Con su vida y su predicación,
la revelación llegó a su plenitud. Jesús instituyó una nueva alianza con toda la humanidad,
dando origen el nuevo Israel, la Iglesia. La alianza nueva es el punto central en la historia
de la Iglesia. Y desde allí se iba formando una literatura de los evangelios que narra la vida,
milagros y predicación de Jesucristo, junto con la historia de la Iglesia primitiva (Hechos de
Apóstoles), y diversas cartas dirigidas a las iglesias por los apóstoles. El Nuevo Testamento
concluye con el libro de Apocalipsis. Es una colección de escritos, llegando hasta al final
del primer siglo después de Jesucristo, cerca 100 d. C.

El Antiguo Testamento consta de 46 libros. Los primeros cinco libros de la Biblia se llama
el Pentateuco. Los demás libros del Antiguo Testamento son compuestos de libros
históricos, libros sapienciales (y poéticos), y libros proféticos. La lengua original de 39 de
ellos es el hebreo, con algunos pasajes arameos en Esdras. Los 7 restantes, y algunos

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pasajes de Ester y Daniel, nos han llegado en griego, a través de la traducción llamada de
los Setenta.

La Biblia de los judíos es compuesta por estos 39 libros escritos en la lengua hebrea, y los
protestantes en general siguen esa determinación. Por los protestantes y los judíos estos 7
libros tienen un valor histórico pero no les consideran como inspirados por Dios.

En la versión católica tradicional, hay 46 libros aceptados como inspirados. El orden puede
variar entre las ediciones católicas. Tiene que asegurar que su versión de la biblia tiene 46
libros y sigue su índice.

Los 7 libros (Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico) se llaman libros
deuterocanónicos. El Nuevo Testamento consta de 27 libros y nos ha llegado en griego.

El mundo bíblico

Cuando leemos la Biblia entramos en un mundo diferente que el nuestro. Por eso, no es
fácil entenderlo. Los semitas son descendientes de Sem, el primogénito de Noé, e incluyen
tanto los judíos como los árabes y los arameos. En general, la cultura semita es más
comunitaria que individualista, más concreta que especulativa, más poética que científica.
Nosotros tenemos una visión mucho más individualista, racionalista y científica que ellos.

La Biblia no nos presenta con una filosofía de Dios o con definiciones abstractas. Nos
presenta con hechos históricos e intervenciones históricas de Dios.

No es un libro científico. No explica científicamente la composición del mundo, por


ejemplo. No hay ningún conflicto con las teorías de evolución y la Biblia, o la Biblia y la
ciencia en general.

Muchos libros son libros históricos. La historia bíblica es ante todo la historia de salvación,
y por eso tiene un objetivo que va más allá de un simple recuento de algunos eventos en el
pasado. Presenta algo más que unos datos brutos. Nos presenta datos históricos en un
contexto religioso y salvífico.

Como decía San Juan sobre los acontecimientos de Jesús, “Muchas otras señales
milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro.
Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Crean, y
tendrán vida por su Nombre” (Jn 20, 30-31).

Esto exige que los hechos históricos sean leídos en la prospectiva de la salvación que Dios
quiere ofrecer a los hombres. Su fin, entonces, es diferente que ofrecernos un recuento
preciso de los hechos del pasado, como estamos acostumbrados leer en los libros históricos
de nuestro siglo.

La revelación es progresiva. No todo viene a la vez. Por ejemplo, Dios prometió un


redentor para librarnos del pecado en los primeros capítulos de Génesis, pero no sabemos
quién es este persona, o como va a realizarlo, hasta la llegada de Jesús. La revelación llega
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a su plenitud en Jesucristo, con su presencia, sus palabras y sus milagros. Es Dios mismo
que se hizo carne, tomando la naturaleza humana para salvarnos y revelarse a nosotros.

Puntos para la interpretación de la Biblia:

1. La revelación es progresiva y llega a su plenitud en Cristo. Podemos leer el A.T. en un


sentido cristológico. Por ejemplo, viendo en Moisés o Josué o David, figuras de Cristo, que
han preparado el camino para entender ¿quién es Jesús? O ver en los sacrificios del A.T.
una preparación para entender el misterio de la eucaristía.

2. Dios intervino en la historia para salvar el hombre. La historia es importante. Jesús se


encarnó, tomando la naturaleza humana en el seno de la Virgen María. Pero, la historia que
leemos en la Biblia es la historia de salvación. La revelación es netamente histórica y
salvífica.

3. La revelación – la palabra de Dios – viene a nosotros en dos formas: la Sagrada Escritura


y la Tradición. Jesús no solamente predicó la buena noticia, también hizo cosas, enseñando
sus apóstoles hacer lo mismo con su ejemplo, como por ejemplo la celebración Eucarística.
La Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la
inspiración del Espíritu Santo (DV 9).

4. Todos los 46 libros del AT y los 27 libros del NT, con todos sus partes, son inspirados
por Dios. Esto se llama el cañón de la Biblia.

5. Por ser inspirado, la Sagrada Escritura enseña la verdad. El otro lado de la moneda es que
no hay errores en la Biblia. Hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan
firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas
letras para nuestra salvación (DV 11).

6. Cuando pensamos que hay un error en la Biblia, es mejor pensar que no entendemos bien
lo que enseña un texto concreto de la Biblia. Dios es el autor tanto de la Biblia como la
naturaleza. Entonces, no vamos encontrar una verdad probada por la ciencia en conflicto
con una verdad enseñado por la Biblia. La Biblia no es un libro de ciencia. La Biblia enseña
"no cómo va el cielo, sino cómo se va al cielo" (Galileo).

7. Dios escogió algunos hombres (o un pueblo) para poner por escrito lo que él quiso
revelar. Entonces hay dos autores, el hombre y Dios.

8. Para conocer la intención del autor humano hay que investigar:


 Las condiciones del tiempo y la cultura del autor.
 Los géneros literarios usados.
 Las formas de pensar, de hablar o de narrar.
 Las formas que se usaban en el trato mutuo de los hombres.

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9. Hay tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al Espíritu que la
inspiró (cf. DV 12,3):
1. Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura».
2. Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia».
3. Estar atento «a la analogía de la fe» (cf. Rm 12, 6). Esto es la cohesión de las
verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.

Dei Verbum

Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos


entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación
manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las
palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas.
Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta
por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la
revelación (DV, 2).
 Las obras y las palabras de Dios. No simplemente palabras, reflexiones. Dios
interviene en la historia humana. La revelación es netamente histórica y salvífica.
Dios actualmente liberó los descendientes de Abraham de Egipto – y es un símbolo
de la liberación de la esclavitud al pecado. Jesucristo murió en la cruz, que revela y
realiza el plan de salvación.
 La revelación es progresiva. Llega a su plenitud en Cristo, mediador y plenitud de
toda la revelación.

… la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la


inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los
sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el
Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la
expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva
solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por
eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad (DV, 9). 
 La revelación nos llega por dos fuentes: la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición.
 Definición de la Sagrada Escritura: la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en
cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo.
 Los apóstoles no solamente escribieron cartas. También celebró la misa desde muy
temprano.

Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura,
se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, según la fe
apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento
con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios
como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redacción de
los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y

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medios, de forma que obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos
autores, todo y sólo lo que Él quería. (DV, 11).
 Todos los libros, los 46 libros del AT y los 27 libros del NT, con todos sus partes,
son inspirados por Dios. Esto se llama el canon de la Biblia.
 La colaboración de los hombres, usando de sus propias facultades y medios. Ver la
verdad. Iluminado para ver la verdad y motivado para escribirlo o contarlo. Pueden
ser varias etapas –oral y escrito para llegar a nosotros en la forma que tenemos
nosotros. Abraham no escribió. Los semitas eran nómadas, y habían guardado su
propia historia oralmente por generaciones. Después, comenzaron los israelitas
ponerlos por escrito poco poquito. En cada etapa, actuó Dios, inspirándoles.
 Dos autores: Dios y el hombre. Tenemos que respectar y buscar la intención del
autor o autores humanos.

Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como
afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan
firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas
letras para nuestra salvación.
 La inerrancia de la Escritura Santo es la consecuencia lógica de la inspiración. Por
ser inspirados, estos libros nos comunica la verdad, todo la verdad y solamente la
verdad. Sí pensamos que hubo un error en un pasaje, pues no hemos entendido el
pasaje.
 Dios es autor – y el error no es compatible con Dios y el fin que él busca. La
inspiración del Espíritu Santo: para comunicar todo y sólo lo que Dios quería.
 Lo que los autores inspirados afirman es afirmado también por el Espíritu Santo.
Por eso, la Biblia enseña la verdad. hay que confesar que los libros de la Escritura
enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar
en las sagradas letras para nuestra salvación.

Habiendo, pues, hablando Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera


humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que Él quiso
comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los
hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos (DV, 12).
 Para entender la Sagrada Escritura, hay que entender lo que los autores sagrados
quisieron afirmar en sus escritos.
 ¿Qué es la intención del autor humano? Es el primer paso, para entender un pasaje.

Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a “los
géneros literarios”. Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en
los textos de diverso género: histórico, profético, poético o en otros géneros literarios.
Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el
hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según
los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor
sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas
nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo,
como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres (DV, 12).
 Para conocer la intención del autor hay que investigar:

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o Las condiciones del tiempo y la cultura del autor.
o Los géneros literarios usados.
o Las formas de pensar, de hablar o de narrar.
o Las formas que se usaban en el trato mutuo de los hombres.
 Entrar en el mundo, la mentalidad del autor humano.
 La Biblia no es un libro de ciencia.
 La Biblia enseña "no cómo va el cielo, sino cómo se va al cielo" (Galileo)

Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que
se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos
diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta
la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe (DV, 12).
 Como Dios también es el autor, hay que atender al contenido y a la unidad de la
Sagrada Escritura. Da una unidad de los diversos escritos. ¿Qué era la intención de
Dios?
 La Tradición viva de la Iglesia –como la Iglesia vive su fe por ejemplo en oración,
en la liturgia.
 La analogía de la fe – las relaciones entre los elementos.

Catecismo
111-114. El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura
conforme al Espíritu que la inspiró (cf. DV 12,3):
1. Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura».
2. Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia».
3. Estar atento «a la analogía de la fe» (cf. Rm 12, 6). Por «analogía de la fe»
entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la
Revelación.

115 Según una antigua tradición, se pueden distinguir dos sentidos de la Escritura: el
sentido literal y el sentido espiritual; este último se subdivide en sentido alegórico, moral y
anagógico. La concordancia profunda de los cuatro sentidos asegura toda su riqueza a la
lectura viva de la Escritura en la Iglesia.

116 El sentido literal. Es el sentido significado por las palabras de la Escritura y


descubierto por la exégesis que sigue las reglas de la justa interpretación. …Todos los
sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal.

117 El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente el texto de
la Escritura, sino también las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser
signos.
1. El sentido alegórico. Podemos adquirir una comprensión más profunda de los
acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo
es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1 Cor 10, 2).

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2. El sentido moral. Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos
a un obrar justo. Fueron escritos «para nuestra instrucción» (1 Cor 10, 11; cf. Hb 3-
4,11).
3. El sentido anagógico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su significación
eterna, que nos conduce (en griego: «anagoge») hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia
en la tierra es signo de la Jerusalén celeste (cf. Ap 21,1- 22,5).

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