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Ergonomía y

Psicosociología
aplicada a la PRL y
Medicina del
Trabajo
Tema 9. El sistema nervioso
Contenido
Presentación ........................................................................................... 3
1. Aspectos generales de la naturaleza humana ............................................. 4
2. Subdivisión anatómica del encéfalo ........................................................ 6
3. Córtex cerebral ................................................................................ 7
4. Áreas funcionales .............................................................................. 9
4.1. Áreas motoras ........................................................................................ 9
4.2. Áreas sensoriales ..................................................................................... 9
4.3. Áreas de asociación ................................................................................. 10
5. Diencéfalo ..................................................................................... 12
5.1. Tálamo ................................................................................................ 12
5.2. Epitálamo ............................................................................................ 12
5.3. Hipotálamo ........................................................................................... 13
6. Cerebelo ....................................................................................... 14
7. Médula espinal ................................................................................ 15
8. Sistema nervioso autónomo ................................................................. 17
Referencias bibliográficas .......................................................................... 18

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Ergonomía y Psicosociología aplicada a la PRL y Medicina del Trabajo

El sistema nervioso

Presentación
En este recursos vamos a conocer los aspectos que definen, a nivel de nuestro sistema nervioso, los procesos
relacionados con la percepción y la generación de respuestas del ser humano en su relación con su entorno
físico, considerando tres procesos básicos: su adaptación al medio, en primer lugar, sus procesos internos de
procesamiento de la información, en segundo lugar y, en tercer lugar, la elaboración de respuestas, más o
menos complejas, en un proceso adaptativo, pudiéndose observar, en ocasiones, algunas respuestas más
elaboradas en busca de modificar el ambiente y obtener un mayor beneficio.

En los procesos intervinientes en las relaciones con el entorno laboral, el trabajador precisa de los mismos
procesos sensoriales y dispone de los mismos recursos fisiológicos, por ello, se hace necesario conocer las
características físicas del trabajador, su funcionamiento y limitaciones para poder diseñar un entorno de
trabajo saludable que garantice que el desempeño profesional sea fuente de satisfacción y esté ausente de
riesgo, si en su diseño no se han contemplado unos requisitos mínimos aceptables.

Los objetivos de este recurso son:

• Analizar los aspectos fisiológicos del cuerpo humano a nivel del sistema nervioso, en
el proceso estímulo-respuesta.

• Reconocer los puntos esenciales para que el diseño de puestos sea el más adecuado
y para que este sea el más saludable.

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1. Aspectos generales de la naturaleza humana


Forma parte de la naturaleza humana tratar de comprender y predecir los acontecimientos que afectan a
nuestras vidas. Ya nuestros ancestros, hace mucho tiempo, vieron que el interior del ser humano se parecía
mucho al de los animales, pero también se dieron cuenta de que somos claramente diferentes:

Humanos Pensaban, planeaban, hablaban y planificaban guerras

Animales Podían ser útiles para los humanos, pero tambien peligrosos

Sin embargo, no podían amenazar la supremacía del homo sapiens como pensadores, parlantes y
planeadores.

Si en el interior no estaba la diferencia, ¿a qué se debía la superioridad humana? Las partes pensantes del
cuerpo no se podían ver al abrir o cortar al ser humano; su disección burda no proporcionaría muchas
claves.

Es más, la escuela aristotélica (siglo IV a.C.) partía de la idea de que el cerebro era una víscera quieta y
fría, sin sangre, con la restringida función de segregar un fluido reductor del calor generado en el corazón,
por lo que sus funciones eran puramente fisiológicas y, además, nuestros cerebros no son en realidad
desproporcionadamente grandes en relación al tamaño de nuestros cuerpos: 1,6 Kg en el caso del hombre y
1,5 en las mujeres, diferencia que obedece a términos relativos sobre el peso corporal; no siendo un factor
determinante el de su capacidad, sino su complejidad en sus interconexiones neuronales.

El problema más importante en las ciencias biológicas es uno que, hasta hace muy poco, muchos científicos
no consideraban en absoluto como un tema adecuado para la investigación científica. Es este: ¿cómo
exactamente causa la conciencia los procesos neurobiológicos del cerebro?

La enorme variedad de estímulos que nos afectan desencadenan secuencias de procesos neurobiológicos que,
a fin de cuentas, causan estados subjetivos, internos, coherentes, bien ordenados y unificados de conciencia
y sensaciones. Ahora bien, ¿qué ocurre exactamente entre el acoso de los estímulos a nuestros receptores y
la experiencia de la conciencia, y cómo exactamente los procesos intermedios causan los estados
conscientes? El problema no se restringe a los casos perceptivos sencillos, sino que incluye las experiencias
de acciones voluntarias, procesos internos tales como la preocupación, recordar, emocionarse o sentir
angustia; todo un conjunto de sensaciones que no son posibles explicarlas con los simples procesos de
estímulos y respuestas que afectan al cerebro. Toda esta estructura, enormemente compleja, está
perfectamente guardada en un espacio menor que el de un balón de futbol: el cerebro.

El cerebro recibe información del ambiente, toma decisiones y organiza comportamientos; estamos muy
familiarizados con la información, inputs, de naturaleza sensorial: visión, audición, tacto, etc., al igual que
con las órdenes que generamos, outpus, que parten de nuestro cerebro a través de los nervios que controlan
nuestros músculos y que nos sirven para mover nuestro cuerpo. El cerebro forma parte del sistema nervioso,
que consta, por un lado, del encéfalo y la médula espinal, que forman el sistema nervioso central (SNC); y
los nervios craneales, los nervios espinales y los ganglios periféricos, que forman el sistema nervioso
periférico (SNP).

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El SNC está encerrado y protegido por hueso; el encéfalo por el cráneo y la médula espinal que se encuentra
a lo largo de la columna vertebral. El SNP se encuentra distribuido por todo el cuerpo, por lo que el cerebro
y la médula espinal se comunican con el resto del cuerpo a través de estos nervios que, dependiendo de su
origen, los denominamos craneales y espinales.

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2. Subdivisión anatómica del encéfalo


El encéfalo se divide en anterior, medio y posterior y, a su vez, cada una de estas partes pasan a subdividirse
en otras más, que indicamos en el cuadro siguiente:

División principal Subdivisión Estructuras principales

Córtex cerebral

Telencéfalo Ganglios basales

Encéfalo anterior Sistema límbico

Tálamo
Diencéfalo
Hipotálamo

Techo
Encéfalo medio Mesencéfalo
Tegmento

Cerebelo
Metencéfalo
Encéfalo posterior Puente

Mielencéfalo Médula oblongada

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3. Córtex cerebral
Por su importancia y por su papel en el mando de todo el sistema nervioso, el córtex nos permite percibir,
comunicar, recordar, entender, apreciar e iniciar los movimientos voluntarios, todos ellos como
comportamientos asociados a las funciones conscientes o consciencia. Está compuesto de sustancia gris,
debido a la agrupación de los cuerpos de las neuronas (somas neuronales), dendritas y axones no
mielinizados, además de glía y vasos sanguíneos, pero sin tractos nerviosos. Presenta un grosor aproximado
de unos 3 mm, pero por su gran cantidad de circunvoluciones puede llegar a aumentar su superficie hasta
triplicarla, suponiendo aproximadamente el 40 % de la masa cerebral.

Como hemos comentado, la superficie de la corteza cerebral está marcada por las circunvoluciones,
separadas entre sí por depresiones llamadas surcos que dividen la superficie en distintas zonas. Algunos de
estos surcos, al ser más profundos, y denominados cisuras, separan las grandes regiones del cerebro, siendo
muy prominentes y constantes en todos los individuos, y son marcas anatómicas importantes.

La mayor de las cisuras es longitudinal y transversal, separando al cerebro en dos hemisferios, el izquierdo
y el derecho. Dentro de cada hemisferio, y dividido por algunas cisuras menos profundas, se encuentran los
lóbulos, que se denominan en función del hueso que los protege (frontal, parietal, temporal y occipital). El
surco central, también denominada cisura de Rolando, separa el lóbulo frontal del parietal. Alrededor de
la cisura de Rolando, en cada hemisferio, existen dos importantes circunvoluciones: la precentral anterior
y la postcentral en la parte posterior. El límite entre el lóbulo parietal y el occipital lo marca, sobre todo,
el surco parieto-temporo-occipital.

Según algunos investigadores, el cerebro de Einstein contaba con alguna cisura más, con lo que podía contar
con mayor superficie del córtex.

En la cara lateral de cada hemisferio hay un gran surco, la cisura de Silvio, que separa al lóbulo temporal
del occipital y parietal. Encerrado en la cisura de Silviom nos encontramos el quinto lóbulo cerebral o ínsula
de Reil.

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Muy importante:

Cada hemisferio se encarga de las funciones motoras y sensoriales del lado contralateral del
cuerpo que, aunque simétrico, aparentemente, son algo diferentes en cuanto a sus funciones,
pues existe una lateralización (especialización) de las funciones corticales.

Las funciones del cerebro son de una enorme complejidad dado que ninguna de las áreas funciona en
solitario; y el comportamiento consciente supone del uso de su totalidad, de una y otra forma.

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4. Áreas funcionales
El córtex contiene tres áreas funcionales.

4.1. Áreas motoras

Situadas en la parte posterior de los lóbulos frontales e incluyen:

• Córtex motor primario: situado en la circunvolución precentral del lóbulo frontal en cada
hemisferio y nos da la facilidad de controlar, de forma consciente, los movimientos de nuestros
músculos esqueléticos.

• Córtex premotor: situado interiormente por delante del anterior. Esta zona controla los
movimientos aprendidos y repetitivos o que siguen un patrón determinado (tocar un instrumento
o usar el teclado del ordenador). Coordina, una vez condicionados, los movimientos voluntarios
coordinadamente de grupos musculares.

• Área de Broca: Tradicionalmente considerada como el área dominante y relacionada con el


lenguaje (movimiento coordinado de lengua, labios y garganta), aunque recientemente se ha
comprobado que tiene funciones más complejas al estar relacionada con las acciones de
planificación.

4.2. Áreas sensoriales

A diferencia de las áreas motoras, que se encuentran en el lóbulo frontal, estas áreas se localizan en los
lóbulos parietales, temporales y occipitales y tiene como función la recepción de información de nuestros
sentidos. Son las siguientes:

• Córtex somatosensorial primario: localizado en la circunvolución postcentral del lóbulo parietal.


Las neuronas de esta zona reciben la información proveniente de los exteroceptores y
propioceptores periféricos e identifican la región que está siendo estimulada. Las percepciones
llegan de forma cruzada y la cantidad de córtex sensorial implicada es proporcional a lo sensible
que sea esa parte, y no al tamaño de la región corporal (homúnculo somatosensorial).

• Área somatosensorial de asociación: situada inmediatamente posterior al córtex


somatosensorial y tiene múltiples conexiones. La principal función de esta zona es la de integrar
y analizar las diferentes sensaciones recibidas (temperatura, presión, etc.).

• Áreas visuales: situadas en la parte posterior del lóbulo occipital, reciben la información visual
originada en las retinas. Esta zona se comunica con el área primaria para interpretar y evaluar
los estímulos visuales según las experiencias previas, lo que nos permite reconocer e interpretar
los estímulos que percibimos.

• Áreas auditivas: cada una de las áreas auditivas primarias está situadas en el margen superior
del lóbulo temporal, bordeando la cisura de Silvio. Los impulsos sonoros recibidos llegan a esta
área donde son identificados en cuanto a tono, ritmo y volumen.

• Córtex olfatorio: situado en las caras mediales de los lóbulos temporales, en una pequeña zona
denominada “lóbulo piriforme” y forma parte del rinencéfalo, más desarrollado en los animales,
ya que los seres humanos lo han sustituido por el sistema límbico, encargado de las emociones.

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• Córtex gustativo: encargado de los estímulos gustativos y está situado en el lóbulo parietal, en
la zona correspondiente a la lengua del córtex somatosensorial primerio.

4.3. Áreas de asociación

Estas áreas se comunican con el córtex motor y con otras áreas de asociación sensitiva para analizar,
reconocer y actuar en función de los impulsos sensoriales. Cada una de estas áreas tiene múltiples inputs
y outputs, siendo su funcionamiento tremendamente complejo. Se diferencian las siguientes áreas:

• Córtex prefrontal: situado en las porciones anteriores de los lóbulos frontales. Es la zona más
compleja de la corteza cerebral, relacionada con la inteligencia, las capacidades de aprendizaje
y la personalidad. Esta zona se desarrolla en edades tempranas, por ello, se estima la importancia
de la retroalimentación del entorno social del individuo. Esta zona también está muy relacionada
con el estado de ánimo y con el sistema límbico (cerebro emocional).

• Área general de interpretación: denominada “área gnóstica”, que se encuentra en la


denominada área “parieto-temporo-occipital” y solo en el hemisferio dominante. Recibe inputs
de todas las áreas de asociación sensoriales y almacena patrones de memoria asociados a
sensaciones, integrando todas las señales que se reciben, convirtiéndolas en un solo pensamiento
interpretativo, asociándolas con las emociones para decidir sobre la respuesta necesaria.

• Áreas del lenguaje: se encuentra en la parte posterior del lóbulo temporal del hemisferio
dominante, donde podemos encontrar las áreas de Broca y de Wernicke, denominada el área del
habla. Parece ser que los componentes no verbales, asociados con las emociones del lenguaje, se
encuentran en las mismas zonas contralaterales y modulan el tono de voz, los gestos y expresiones
emocionales, a la vez de ayudarnos a entender los contenidos emocionales de lo que escuchamos.

Aunque de forma involuntaria utilizamos ambos hemisferios cerebrales para cualquier tipo de actividad y
ambos son prácticamente idénticos, existe una importante división funcional entre ambos, fenómeno
denominado lateralidad, término asociado a la dominancia del hemisferio donde se ubica el lenguaje que

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en el 90 % de los individuos es el hemisferio izquierdo, además, este hemisferio se encarga del cálculo
matemático y la lógica, siendo el derecho el encargado de las habilidades visuales y espaciales, intuición,
emociones y apreciación del arte. Está asociado con la creatividad y la introspección. El 10 % restante de la
población se encuadran en el grupo de zurdos, en los que el hemisferio derecho es el dominante. En
cualquier caso, ambos hemisferios se encuentran completamente interconectados a través de la sustancia
blanca que une las áreas cerebrales, el córtex y los centros inferiores del SNC.

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5. Diencéfalo
Formando el núcleo central de la parte anterior del cerebro nos encontramos con el diencéfalo, que está
rodeado por lo hemisferios cerebrales y consta de tres estructuras simétricas, que son las siguientes:

Diencéfalo

Tálamo Epitálamo Hipotálamo

5.1. Tálamo

Constituye el 80 % de la masa del diencéfalo y tiene como función la selección y edición de la información
recibida; los impulsos que tienen funciones similares se agrupan y se envían a través de la cápsula interna
hacia la zona de correspondiente del córtex cerebral.

5.2. Epitálamo

Situando por debajo del tálamo, según indica su nombre, es el centro de control visceral del cuerpo, y
es de vital importancia para el mantenimiento de la homeostasis. Está relacionado con las siguientes
funciones:

• Control automático: regula la actividad del sistema nervioso involuntario, por lo que controla la
tensión arterial, la frecuencia cardiaca, los procesos digestivos, la respiración y, por ejemplo, el
tamaño de la pupila.

• Respuesta emocional y de la conducta: forma parte del sistema límbico presentando múltiples
conexiones con las áreas de asociación de la corteza y centros cerebrales. Está involucrada con
la percepción del dolor, miedo, placer, etc., así como con los ritmos biológicos e impulsos.

• Temperatura corporal: como termostato del cuerpo, a través de ciertas neuronas que
monitorizan la temperatura de la sangre para poner en marcha los mecanismos de enfriamiento
o retención del calor y así mantener la temperatura del cuerpo constante.

• Ingesta de alimentos: como respuesta al nivel de determinados nutrientes (glucosa, aminoácidos,


etc.) o de algunas hormonas, el hipotálamo regula las sensaciones de hambre o saciedad.

• Nivel hídrico y sensación de sed: un exceso de osmorreceptores excitan los núcleos


hipotalámicos encargados de estimular la liberación de la hormona antidiurética en la
neurohipófisis, haciendo que los riñones retengan o no el agua.

• Sueño y vigilia: a través de nuestro reloj biológico se marca el ritmo de sueño y vigilia en
respuesta a los impulsos de la luz y la obscuridad que se recibe a través de las vías ópticas.

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• Sistema endocrino: Controlando la secreción de la hipófisis anterior de las hormonas que libera
y por otro lado sobre los núcleos supraópticos y paraventriculares que segregan la hormona
antidiurética y oxitocina.

5.3. Hipotálamo

Es la porción más dorsal del diencéfalo y forma el techo del tercer ventrículo. De su borde anterior sale
la glándula pineal, que segrega la hormona melatonina que, junto con los núcleos del hipotálamo, parece
estar involucrada con la regulación del ritmo sueño-vigilia y, en algunos aspectos, con el estado de
ánimo. Los plexos coroideos, encargados de formar el líquido cefalorraquídeo, son también parte del
hipotálamo.

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6. Cerebelo
Es la segunda estructura, en cuanto a tamaño, del encéfalo, suponiendo el 10 % de la masa encefálica; consta
de dos hemisferios conectados entre sí por medio del vermis cerebeloso.

Misión: procesamiento de los inputs que se reciben desde la corteza cerebral, el tronco cerebral y receptores
sensoriales, con el fin de sincronizar y proporcionar el patrón adecuado de las contracciones musculares
esqueléticas necesarias que intervienen en la coordinación y precisión de movimientos, tratándose, en todo
caso, de movimientos a nivel inconsciente.

Muy importante:

Sin el cerebelo, resultaría imposible ponerse en pie, caminar o efectuar cualquier movimiento
coordinado; recibe información visual, auditiva, vestibular y somatosensorial, integrando toda
la información y modifica el flujo motor, ejerciendo un efecto de coordinación y
homogeneizador de los movimientos.

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7. Médula espinal
La principal función de la médula espinal es la de distribuir fibras motoras a los efectores del cuerpo
(glándulas y músculos), y recoger la información somasotensorial que será pasada al encéfalo, disponiendo
de cierto grado de autonomía al localizarse en ella algunos circuitos de control reflejo. Está protegida por
la columna vertebral, compuesta por 24 vértebras, pero ocupando solo las 2/3 partes de ella, siendo el resto
del espacio ocupado por las raíces espinales (grupo de nervios) que componen la cauda equin (cola de
caballo).

La médula espinal, como el encéfalo, se compone de materia blanca y materia gris, pero se diferencia en
que su materia blanca se encuentra en el exterior y la gris en el interior.

El cerebro y la médula espinal se comunican con los músculos esqueléticos y los sistemas sensitivos del resto
del cuerpo por medio de los nervios craneales y los nervios espinales. Las glándulas, los músculos lisos y el
músculo cardiaco, están regulados por el sistema nervioso autónomo, formado por ramales de nervios
espinales y craneales y los ganglios autónomos asociados.

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8. Sistema nervioso autónomo


El sistema nervioso autónomo (SNA) está relacionado con la regulación del músculo liso, el músculo cardiaco
y las glándulas. Los músculos lisos se encuentran en la piel (asociados a los folículos pilosos), en los vasos
sanguíneos, en el ojo (controlando el tamaño de la pupila y la acomodación del cristalino) y en la pared de
los esfínteres del intestino, la vesícula biliar y la vejiga urinaria. Este SNA consiste en dos sistemas
anatómicamente separados; el simpático y el parasimpático.

• Sistema simpático. La división simpática del SNA suele entrar en funcionamiento cuando se requieren
procesos catabólicos, es decir, aquello que implica consumo de energía a partir de las reservas
almacenadas en el cuerpo, por ejemplo: el aumento del flujo sanguíneo a los músculos esqueléticos,
la piloerección (carne de gallina), o la secreción de epinefrina, que da como resultado un aumento
de la frecuencia cardiaca y elevación en la concentración de azúcares en la sangre.

• Sistema parasimpático. Por el contrario, el sistema parasimpático está relacionado con efectos que
apoyan actividades anabólicas, es decir, aquellas encargadas de almacenar energía en el cuerpo.
Efectos como la salivación, la motilidad gástrica e intestinal, la secreción de jugos digestivos y el
aumento de la irrigación sanguínea al aparato gastrointestinal son mediados por esta división
parasimpática.

El conjunto de procesos anabólicos y catabólicos del cuerpo constituyen el metabolismo.

Ambos sistemas pueden tener su separación clara desde el punto de vista anatómico, pero es muy
importante tener en cuenta que ambos funcionan en conjunto y cooperación, pudiendo contrarrestar uno
a otro en situaciones extremas, causando efecto sobre un órgano y contrarrestando sobre otro que, en
situaciones normales, trabajarían a la par.

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Referencias bibliográficas
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8. Nathan, P. (1972). El sistema nervioso. In Nathan P., ed. El fantástico mundo del cerebro. Caracas:
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9. Rosselli, A. (2000). La mente y el cerebro a través de los siglos. Acta Neurol Colomb 1993; 9: 21921.
Interamericana.

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