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El Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono fue
diseñado para reducir la producción y consumo de sustancias que agotan la capa
de ozono reduciendo su abundancia en la atmosfera protegiendo así la frágil capa
de ozono de nuestro planeta. El Protocolo de Montreal original se concertó el 16
de septiembre de 1987 y entró en vigor el 1 de enero de 1989.
La llamada capa de ozono es en realidad una región atmosférica entre los 15 y los
35 km de altura, donde se concentra cerca del 90 % de todo el ozono que existe
en la atmósfera. El ozono se compone de tres átomos de oxígeno, y es un
compuesto muy reactivo, lo que provoca daños en los tejidos de animales y
plantas, al ser inhalado o absorbido (aunque, a bajas concentraciones puede tener
efectos positivos). El aumento de la concentración de ozono en la baja atmósfera,
que se está produciendo hoy día en zonas contaminadas del planeta, es
perjudicial, y está causando serios problemas de salud pública en dichas zonas,
además de contribuir al calentamiento terrestre, por ser un gas de invernadero.
En efecto, el ser humano lleva emitiendo a la atmósfera desde los años 30 del
siglo XX (y, de forma masiva, desde mediados de dicho siglo) diversas familias de
compuestos caracterizados por tener en sus moléculas átomos de cloro (Cl) y/o de
bromo (Br). Muchos de estos compuestos son inertes en la baja atmósfera, pero al
llegar a la estratosfera, la radiación ultravioleta del sol los fotoliza (los rompe),
liberando átomos de Cl y/o Br, que incrementan enormemente la eficacia de los
procesos de destrucción del ozono, lo que provoca el desequilibrio mencionado en
el párrafo anterior, y la destrucción de la capa de ozono. Todos hemos oído hablar
de los CFC, identificados como los primeros culpables de esta destrucción, pero
hay varios tipos más de tales sustancias, como los halones, HCFC, ciertos
hidrocarburos halogenados, como el bromuro de metilo (Br Me), etc.
Las medidas de control y prohibición del uso de los compuestos destructores del
ozono, que comenzaron en 1987 con el Protocolo de Montreal, y se fueron
endureciendo en la década de los 90, en las sucesivas enmiendas al protocolo,
han evitado probablemente una destrucción masiva de la capa de ozono, con los
consiguientes daños a personas y seres vivos en general.
El 16 de septiembre de 2009, la Convención de Viena y el Protocolo de Montreal
se convirtieron en los primeros tratados de la historia de las Naciones Unidas en
lograr la ratificación universal.
Protocolo de Kioto
1. Vapor de agua
2. Dióxido de carbono
3. Metano
4. Óxido de nitrógeno
5. Ozono
Fue inicialmente adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero entró
en vigor hasta 2005. La decimoctava Conferencia de las Partes sobre cambio
climático (COP18) ratificó el segundo periodo de vigencia del Protocolo de Kioto
desde enero de 2013 hasta diciembre de 2020.
El protocolo ha logrado:
1. Que los gobiernos suscribientes establezcan leyes y políticas para cumplir
sus compromisos ambientales.
2. Que las empresas tengan al medio ambiente en cuenta al tomar decisiones
de inversión.
3. Fomentar la creación del mercado del carbono, cuyo fin es lograr la
reducción de emisiones al menor costo.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático fue
firmada por el Gobierno de México en 1992 y ratificada ante la Organización
de las Naciones Unidas en 1993. El protocolo entró en vigor el 16 de febrero de
2005 para las naciones que lo ratificaron, entre ellas México, que lo hizo en el
año 2000.
Además de los compromisos de mitigación de los países desarrollados, el
Protocolo de Kioto promueve el desarrollo sustentable de los países en
desarrollo. México tiene el quinto lugar a nivel mundial en desarrollo de
proyectos MDL (Mecanismo para Desarrollo Limpio) en las áreas de recuperación
de metano, energías renovables, eficiencia energética, procesos industriales y
manejo de desechos, entre otros.