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Editado por
Federação Espírita Portuguesa
Praceta do Casal Cascais 4, r/c, Alto da Damaia,
Lisboa
ISSN 2184-8068
Depósito Legal 403263/15
© copyright 2023
Año 166
Nº11
CEI | Trimestral | abril 2023
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Coordenación Editorial
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Web
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Arte y diseño
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Índice
JUSSARA KORNGOLD EDITORIAL
JORGE ELARRAT RESPONSABILIDAD PERSONAL Y LEY DE
CAUSA Y EFECTO
HELIO BLUME LA LEY DE ACCIÓN Y REACCIÓN EN LA
EVOLUCIÓN DEL SER HUMANO
BRUNO LINS QUINTANILHA ¿QUÉ ES LA CARIDAD?
UNA PROPUESTA PARA MIRAR
FRANCISCO RIBEIRO REVISITANDO LA REVISTA ESPÍRITA
FRAUDES ESPÍRITAS - abril 1859
DAVID LIESENBERG PLANO HISTÓRICO
BREVE HISTORIA DE LAS IDEAS ESPÍRITAS
EN SUECIA
DARCY NEVES MOREIRA LA NUEVA GENERACIÓN
¿SABÍAS QUE TUS HIJOS SON ESPÍRITUS
QUE VUELVEN A LA ENCARNACIÓN?
DIVALDO PEREIRA FRANCO CONFERENCIAS FAMILIARES DE
ULTRATUMBA
ENTREVISTA ENTREVISTA A MARIA APARECIDA
BERGMAN
EDITORIAL
JUSSARA KORNGOLD
Traducido por:
Víctor Ruano Regueiro
JORGE ELARRAT
BIO:
Jorge Elarrat - Jorge Elarrat es espírita desde 1980, activo en
las actividades de la Juventud, trabajador en las áreas de
Estudio y Doctrina y de la Unificación del Movimiento Espírita
en la Federación Espírita de Rondônia (FERO).
TRADUCIDO
POR:
Víctor Ruano Regueiro
RESUMEN:
Las informaciones de la Doctrina Espírita sobre la cuestión
de las responsabilidades y la discusión sobre la Ley de Causa
y Efecto exigen reflexionar sobre el proceso de evolución de
la criatura humana - fenómeno por el cual el Espíritu va
desarrollando sus diversas potencialidades, hasta llegar al
ser humano responsable por sus actos y evaluados por su
propia conciencia, asumiendo la responsabilidad personal
ante la Ley y comenzando a amar.
PALABRAS
CLAVE:
Ley de Causa y Efecto, Responsabilidad, Libre albedrío,
instinto, inteligencia.
1
Delanne, “La Evolución Anímica”, Cap. II.
Mientras el ser esté en condición de animal, aunque esté en proceso de transición,
pero no haya alcanzado la condición de homo sapiens, no podemos decir que es
Espíritu. Sólo se está ensayando, acercándose a la condición de Espíritu, pero sigue
siendo un principio espiritual.
Llamamos principio inteligente al principio espiritual en la etapa que precede a la
condición de Espíritu. En esa etapa el ser es un principio inteligente que, tras
adquirir un pensamiento continuo, continúa su evolución ahora llamado Hombre
(Espíritu).
Es un proceso idéntico al que transforma al niño en adulto. La persona es la misma,
sólo que, en un momento dado pasa a ser considerada adulta, en razón de su
grado de madurez. Ocurre lo mismo con el principio inteligente, que adquiere
gradualmente características de Espíritu cada vez con más frecuencia, hasta que
se convierte en Espíritu a causa del pensamiento continuo, porque comienza a
razonar permanentemente.
En este momento, muchas cosas cambian: su pensamiento deja de estar
fragmentado; pasando a llamarse Espíritu en lugar de principio inteligente, porque
actúa principalmente por inteligencia; su parte espiritual, llamada protoforma (que
es el nombre que la literatura espírita da al cuerpo espiritual anterior al
periespíritu), ahora se llama periespíritu, que es lo que está alrededor del Espíritu;
y, finalmente, comienza a tener libre albedrío, algo que antes no tenía, porque
actuaba por instinto, impulsado únicamente por las cosas que tenía almacenadas
en su interior. Ahora, en la condición de Espíritu, adquiere el poder de decidir.
Es por esta razón que no podemos considerar que el caballo o el perro tengan
libre albedrío. Tienen destellos de inteligencia, pero no se les puede llamar
Espíritus. Como consecuencia de no tener libre albedrío, no tienen responsabilidad
bajo la Ley de Causa y Efecto.
Todos los seres que aún no tienen la inteligencia completamente desarrollada no
pueden ser considerados responsables ante esta Ley, lo que significa, en la
práctica, que cuando el león se come a una cebra, no tiene la culpa, porque no
actuó con inteligencia, actuó por instinto. Si actuó por instinto, la Ley de Causa y
Efecto no le alcanza, no le ofrece castigo. Por eso no hay animales espiritualmente
comprometidos, endeudados, etc.
Ningún animal sufre consecuencias ni tiene responsabilidad espiritual por las
cosas que le suceden, porque aún no tiene la condición de responsabilizarse de
su existencia. Como consecuencia de este fenómeno de animalidad, si no tiene
responsabilidades ante la Ley de Causa y Efecto, tampoco tienen experiencias
expiatorias. Los animales tienen terribles enfermedades, sufren accidentes,
pueden quedar mutilados, pero ninguna de estas experiencias está ligada a otras
existencias anteriores. Son solo experiencias de prueba, relacionadas con su
aprendizaje y le darán una percepción que contribuye al desarrollo de ciertos
puntos de crecimiento en cuanto a su comprensión de las cosas.
Cuando, por ejemplo, un animal intenta cruzar un riachuelo y de repente se le
acerca un cocodrilo y se lo come durante la travesía, estamos ante una experiencia
de prueba, que le permitirá empezar a darse cuenta de que cuando llega al borde
del riachuelo para cruzarlo, tiene que ver si hay cocodrilos y calcular la distancia a
la que se encuentran, el tiempo que le lleva para cruzarlo, para saber si merece la
pena cruzarlo o no. Entonces, este cálculo que tiene que hacer entre distancia,
velocidad y tiempo es parte de su desarrollo. Las experiencias de cáncer, de dolor,
por las que pasan algunos animales, no tienen ningún fundamento espiritual
anterior. Ocurren debido al aprendizaje. El animal sufre, pero no es infeliz. La
infelicidad sólo existe en el ser humano porque razona sobre su dolor. El
sufrimiento no es señal del castigo de Dios, es inherente a la vida misma. El animal
tiene sufrimiento, pero no reflexiona sobre su dolor dentro de sí mismo.
El hombre, habiendo cruzado la frontera de la condición animal para la humana,
comienza a mostrar la capacidad de reflexionar sobre su dolor. Antes solo era
necesario que el animal desarrollara el instinto, que el animal ganara la capacidad
de defenderse, de correr y saltar. Cuando alcanzamos la condición hominal, ya
empezamos a tener reflexiones diferentes, una nueva etapa con inteligencia y
libre albedrío. En consecuencia, surge la responsabilidad por las acciones
cometidas.
Un hombre primitivo que mata a otro, al que todavía nadie ha enseñado a no matar,
que ha sido un animal durante miles de años y nunca ha tenido que rendir cuentas,
no tiene la misma responsabilidad que un hombre civilizado que comete el mismo
acto.
La responsabilidad del individuo le alcanza en la medida en que comprende lo
que hace. Es necesario que comprenda los errores que comete para ser
sancionado por ellos.
En El Libro de los Espíritus, en el capítulo dedicado a la “Ley Divina”, podemos leer:
“un hombre civilizado que comete una simple injusticia es mucho más culpable
que un salvaje que se entrega a sus instintos”. (Kardec 2014, 301)
Esto se debe a que el salvaje que se entrega a sus instintos acaba de salir de la
vida animal donde no era responsable de sus actos. Él está en su infancia espiritual
y todavía tiene una noción limitada de las cosas, pero ya no está completamente
exento, él recibe una pequeña observación por lo que hace. Nótese que el libro
dice “es más culpable”, lo que quiere decir que el otro también es culpable, pero
menos, porque sabe poco.
Ahora, en la condición de humanos, ya no tenemos solo experiencias de prueba.
Para que aprendamos, tenemos que tener experiencias expiatorias, que son
aquellas en que repetimos experiencias pasadas en las que no actuamos
correctamente, para ver si ahora acertamos.
Por ejemplo, en el pasado alguien ve una comunidad más primitiva y decide
explotarla. Cuando decide hacerlo, lo hace con inteligencia y no con ingenuidad.
Este individuo es un alma vieja, inteligente y egoísta. Entonces, el necesita
aprender que no puede hacer eso. Que está mal.
Puede suceder que reencarne en la misma comunidad que explotó, destruyó,
degradó sus condiciones de salud, puso en entredicho su permanencia en ese
lugar. Cuando renazca, entre sus explotados, estará en esa comunidad como si
también fuera un Espíritu principiante, sólo que no lo es. Es mucho más inteligente
y la comunidad no sigue su razonamiento y rápidamente se convierte en el líder
de este grupo. Ahora, en la piel de aquellos a los que explotó, querrá defender sus
intereses.
No sirve de nada querer tener ventajas sobre los demás. La Ley de Causa y Efecto
trae responsabilidad. El animal no tiene responsabilidad; el hombre recién salido
de la animalidad, en la infancia espiritual, tiene una pequeña responsabilidad. Pero
a medida que aprende y desarrolla la inteligencia, que se vuelve más capaz, las
responsabilidades se vuelven mayores. Sabe más, entonces puede ser alcanzado
por la Ley de manera más intensa, para que se dé cuenta de que no puede seguir
por el mismo camino.
Cuando comenzamos a entender estas cosas, nos damos cuenta de que Jesús
tenía razón cuando dijo: "A quien mucho se le ha dado, mucho se le exigirá".
Es interesante que algunas personas digan que quieren permanecer ignorantes,
para seguir haciendo lo que quieran sin tener que rendir cuentas.
Sólo la frase correcta sería: A quien mucho se le dará, mucho, mucho más rápida
será su evolución, pero si se equivoca, ¡se le cobrará! ¡Al final, vale la pena!
Negarse a aprender para que no te cobren cuando cometes un error es como
querer volver a casa a oscuras. ¿Qué sería mejor? ¿Ir andando a oscuras hasta
llegar o ir con una lámpara encendida para llegar más rápido? Con la lámpara
encendida vemos los huecos, evitamos los peligros y llegaremos más rápido a
casa.
Si nos equivocamos, se nos cobrará, pero eso es, si nos equivocamos. Si
aprendemos, si tenemos más conocimiento, caminaremos con mucha más
velocidad en la vida.
Hay otra reflexión que es interesante, que es cuestionarse ¿quién nos cobrará si
nos equivocamos? La Doctrina Espírita indica que es nuestra propia conciencia.
Fijémonos: si no lo supiéramos, nuestra conciencia no nos acusaría, pero ahora que
lo sabemos, somos conscientes de lo que hacemos, por lo tanto, nuestra
conciencia nos acusa. Entonces, nuestras responsabilidades ante la Ley de Causa
y Efecto son resultado de nuestro proceso de desarrollo. Y no hay ninguna
posibilidad de ser realmente bueno si antes no hemos tenido estas experiencias.
Por eso El Libro de los Espíritus nos dice que el conocimiento intelectual viene
primero y sólo después el conocimiento moral2. Cuando se habla de conocimiento
intelectual en esta pregunta, no se trata del conocimiento de la escuela, de los
libros o de la academia, se trata del conocimiento del animal que está
aprendiendo, del hombre sencillo que se está desarrollando, adquiriendo
experiencias, conviviendo, teniendo muchas encarnaciones.
En la pregunta 108 de la misma obra se describen los Espíritus benévolos, que son
la primera clase de los buenos Espíritus, “los que han avanzado más en el campo
moral que en el intelectual”. (Kardec 2014, 97)
¿Cómo se explica esta respuesta si antes se decía que el desarrollo intelectual
debe venir primero y la moral después? Es porque anteriormente de lo que
hablamos es de experiencia de vida. En la pregunta 108, la idea es diferente. El
Espíritu ha experimentado, vivido, pero no tiene academia, le falta conocimiento
técnico y científico. Con eso él puede convertirse en un Espíritu benévolo,
tendiendo al bien, haciendo el bien y disfrutando haciéndolo, pero no avanzará
2
Kardec, “El Libro de los Espíritus”, preg.108.
más en la escala espírita. En adelante, los Espíritus sabios, los Espíritus de sabiduría
y los Espíritus superiores tienen este conocimiento técnico para poder ayudar a la
espiritualidad a hacer la correcta obra del bien. Para ser verdaderamente bueno,
se debe adquirir el conocimiento técnico de la vida, lo que implica una
aproximación a las verdades científicas.
Lo que estamos explorando aquí son las diferentes etapas de crecimiento de las
personas con sus responsabilidades. Recapitulando:
- Primera etapa – la etapa animal – etapa del instinto;
- Segunda etapa - Es la de la inteligencia, el conocimiento y la razón. Como el
Hombre tiene razón y no sabe cómo usarla, se vuelve egoísta, orgulloso,
ambicioso y la inteligencia termina trayendo una serie de experiencias negativas
que son experiencias expiatorias, que llevan al aprendizaje de que el mal no hace
el bien y es necesario pasar a la siguiente etapa;
- Tercera etapa - es la fase del desarrollo intelectual - aquí el crecimiento que se
le pide al Hombre no se limita a la inteligencia. Es necesario también el
conocimiento moral. La puerta del futuro ahora solo se abre con dos llaves. Antes,
para abrir la puerta del futuro bastaba una llave, la de la inteligencia. Ahora, para
abrir la puerta del futuro, necesitamos dos llaves: una para la inteligencia, y otra
para la moral. Sólo entonces se abrirá la puerta del futuro. Cualquiera que no haya
desarrollado la moral no entrará. No necesitas una moral gigantesca, basta sentir
que necesitas cambiar.
Esta es la belleza de la lectura que la Doctrina Espírita nos ofrece sobre el mundo
de la regeneración. No se exige que seamos espíritus trascendentes. Solo que,
para pasar a la siguiente fase, desarrollamos el entendimiento de que es
realmente necesario comenzar a desarrollar el campo moral.
En El Evangelio según el Espiritismo leemos que el hombre en su inicio sólo tenía
instintos, más avanzado y corrompido tiene sensaciones, emociones, es
apremiado por el goce de las cosas materiales, y más adelante desarrolla el
sentido moral, cuando aparece el florecimiento de los sentimientos y las
cuestiones espirituales3. Esta sería la relación entre la responsabilidad del Hombre
y la Ley de Causa y Efecto - cuanto más me elevo; más me pongo espiritualmente
ante la Ley, más entiendo, más me exige la Ley, pero, como resultado, estoy
mucho, mucho más feliz con el conocimiento que tengo. Esta es la grandeza y la
belleza de la Ley en la que estamos insertos. Dios nos creó para la felicidad
completa y esta felicidad sucederá a medida que usemos nuestra responsabilidad
para actuar bien frente a la Ley de Causa y Efecto. Cuando hacemos esto,
ejercitando el amor, somos libres.
En resumen, estamos en la vida para aprender a amar y ese es el objetivo de las
etapas de instinto e inteligencia que ya quedan atrás.
El llamado de hoy es para desarrollar el amor, superar nuestra pequeñez y seguir
adelante con decisión, porque Dios quiere darnos la felicidad, pero la felicidad sólo
llega cuando amamos.
3
Cf. Kardec, “El Evangelio según el Espiritismo”, 192.
Este es el llamado: ¡asumir nuestra responsabilidad personal ante la Ley,
comenzar a amar para ser plenamente felices!
Bibliografía
DELANNE, Gabriel. 1889. La Evolución Anímica. Brasilia: FEB.
KARDEC, Allan. 2013. El Libro de los Espíritus. Brasilia: FEB.
KARDEC, Allan. 1988. El Evangelio Según el Espiritismo. Brasilia: FEB.
LA LEY DE ACCIÓN Y REACCIÓN EN LA EVOLUCIÓN DEL SER
HUMANO
HELIO BLUME
BIO:
Helio Blume es director de la FEB desde 2008, coordina los
cursos y actividades de educación de adultos y el área de
Asistencia Espiritual por el Consejo Federativo Nacional de
la FEB. Es Tesorero del Consejo Espírita Internacional,
secretario general del Consejo Federal de Medicina
Veterinaria, vicepresidente de la Asociación Panamericana
de Ciencias Veterinarias y consejero de América Latina en la
Asociación Mundial de Medicina Veterinaria.
TRADUCIDO
POR:
Víctor Ruano Regueiro
RESUMEN:
La Doctrina Espírita nos ayuda a comprender los diferentes
conceptos y concepciones de la Ley de Causa y Efecto y las
diversas interpretaciones religiosas de la Justicia Divina que
están vinculadas al libre albedrío individual y colectivo, y a la
ley de amor, justicia y caridad. También nos hace reflexionar
sobre la evolución del ser humano, su voluntad, la libertad
de elección, el determinismo, dejándole la responsabilidad
de sus actos, donde es imprescindible que el desarrollo de
la inteligencia vaya acompañado de un progreso moral.
PALABRAS
CLAVE:
Ley de Causa y Efecto, Justicia Divina, Libre albedrío,
Voluntad y Libertad.
1- Causa y Efecto
Objetivos
La expresión "causa y efecto" se utiliza para especificar las consecuencias
(efectos) generadas por las acciones humanas (causas). Tiene similitudes con la
tercera ley de gravitación universal y del movimiento, conocidas como "las leyes
de Newton", que fueron definidas por el científico inglés Isaac Newton (1643-1727).
Esta ley se rige por los siguientes principios:
1. Cuando un cuerpo A ejerce una fuerza sobre un cuerpo B, simultáneamente el
cuerpo B ejerce una fuerza sobre el cuerpo A, de la misma intensidad, pero en
sentido contrario, constituyendo el llamado par acción-reacción de la interacción
de contacto. Tales fuerzas tienen, en principio, la misma intensidad, dirección, pero
actúan en sentidos opuestos.
2. Ambas fuerzas tienen la misma naturaleza, de lo contrario no habría contacto.
3. La interacción de fuerzas se produce en el mismo campo y entre dos cuerpos.
4. Durante el contacto y la interacción, las fuerzas no se equilibran ni se anulan
entre sí, ya que se originan de cuerpos diferentes (cada cuerpo conserva su propia
fuerza).
Como ejemplo, recordemos el acto de nadar. El nadador se desliza en la piscina
porque aplica una fuerza (acción) sobre el agua, con la ayuda de sus manos y pies;
a continuación, desplaza un volumen de líquido hacia atrás, haciendo que el agua
imprima otra fuerza (reacción) al líquido, hecho que permite al nadador
desplazarse. Se observa, por tanto, que la fuerza aplicada por el nadador sobre el
líquido, llamada acción, se encuentra con la fuerza procedente del agua, llamada
reacción. El resultado final (nadar) sólo se produce porque ambas fuerzas, la del
nadador y la del agua, tienen la misma intensidad, aunque en direcciones
opuestas. En otras palabras, la fuerza que el nadador aplica sobre el agua es
similar a la fuerza que le empuja hacia delante, ejercida por el agua.
El principio newtoniano de acción y reacción guarda una relación simbólica con
los conceptos de Pena del Talión, Karma (o carma), Justicia Divina y Ley de Acción
y Reacción.
Pena del Talión
Consiste en la estricta reciprocidad que existe entre delito y castigo, denominada
apropiadamente represalia. Esta ley, frecuentemente expresada por la máxima ojo
por ojo, diente por diente, es una de las más antiguas que se conocen, cuyos
indicios fueron encontrados en el Código de Hammurabi (un antiguo conjunto de
leyes escrito en Babilonia en 1780 a.C.).
La Pena del Talión prescribe que el castigo sea de la magnitud exacta del delito,
basándose en el principio de reciprocidad. Es decir, si una persona causó la muerte
de alguien, este asesino debe ser asesinado por ese crimen de la misma manera
que se cometió el asesinato. Por ejemplo, si alguien matara a una persona por la
espada, también moriría por la espada. Si fuera por lapidación, la muerte del
asesino sería por lapidación.
Para la Doctrina Espírita la Ley del Talión es considerada implacable, ya que no
considera las causas ni los atenuantes y tampoco el perdón. Para Emmanuel, se
trata de una ley que: "[...] prevalece para todos los Espíritus que aún no han
construido el santuario del amor en sus corazones, y que representan a casi todos
los seres humanos. Atrapados, todavía, en los milenios del pasado, no han
pensado en aceptar y aplicarse a sí mismos el Evangelio, permaneciendo
prisioneros en círculos viciosos de dolorosas reencarnaciones expiatorias o
purificadoras. Moisés presentó a la Revelación el rostro divino de la Justicia; pero,
con Jesús, el hombre del mundo recibió el código perfecto del Amor. Si Moisés
enseñó 'ojo por ojo, diente por diente', Jesucristo aclaró que 'el amor cubre
multitud de pecados'" (Xavier 2008, 221-2)
Karma o carma
Es un término que se centra en las acciones humanas y sus consecuencias, de uso
común en distintas doctrinas religiosas de concepción orientalista, como el
budismo, el hinduismo y la teosofía, aunque cada una de estas religiones tiene su
propia interpretación.
Algunos espíritas utilizan inadecuadamente la palabra karma, de la misma forma
que la Pena del Talión, aplicándola como sinónimo de la Ley de Causa y Efecto,
hecho que debe ser evitado, ya que, para el Espiritismo, ambas leyes no están
necesariamente ligadas al libre albedrío, individual y colectivo, y a la ley de amor,
de justicia y caridad.
Para el hinduismo y el budismo, el hombre es esclavo de los renacimientos
sucesivos, es decir, nunca puede escapar a la reencarnación, debido a la
existencia de un karma individual y particular, impulsado por sus propios
pensamientos, palabras y acciones, que se manifiesta inexorablemente en el ciclo
nacimiento-muerte-renacimiento. Para estas religiones "el hombre recoge lo que
ha sembrado". No existe "destino ciego" ni "providencia divina". El resultado fluye
automáticamente de las propias acciones. Por lo tanto, es tan imposible escapar
de tu karma como de tu propia sombra..." (Hellen, Notaker y Gaarder 2001, 54)
Justicia divina
La Ley de Causa y Efecto está directamente relacionada con la noción que se tiene
de la justicia y, más aún, de la justicia divina.
Justicia significa, en sentido estricto, respeto a la igualdad de todos los
ciudadanos. Es el principio básico que pretende mantener el orden social
mediante la preservación de los derechos individuales y colectivos, expresados
en forma jurídica.
Platón interpreta la justicia como el sentido que el hombre justo da a su vida,
aunque no posea muchos bienes.
Aristóteles presenta un concepto de justicia centrado en el contenido de las leyes,
donde el principio de igualdad se entiende de dos maneras, lo que origina dos
especies de justicia: Distributiva y Correctiva. La justicia distributiva que tiene como
ámbito fundamental la división de los bienes y honores de la comunidad, según la
noción de que cada uno perciba la ventaja adecuada a sus méritos. La justicia
correctiva se dirige a los objetos, relegando los méritos, pero midiendo
impersonalmente el beneficio o daño que cada uno puede soportar4.
La comprensión de la justicia divina está sujeta a diferentes interpretaciones
religiosas; sin embargo, hay unanimidad en que Dios quiere el bien para todos sus
hijos, brindándoles infinitas condiciones para su perfeccionamiento espiritual. De
esa manera, Emmanuel enseña cómo entender la justicia divina: "No digas que
Dios condena a alguien a suplicios eternos. En la medida en que podemos percibir
el Pensamiento Divino, inmanente en todos los seres y en todas las cosas, el
4
Cf. Nunes, “El concepto de justica en Aristóteles”, 24-32.
Creador se manifiesta a nosotros -criaturas conscientes pero imperfectas- a través
de leyes que expresan sus objetivos hacia el Bien Supremo. Es inútil que los
dignatarios de tal o cual principio religioso te presenten al Todo-Perfecto como un
soberano purpurado, susceptible de encolerizarse ante la falta de vasallaje o de
exultar ante la adulación. […] Dios es amor. Amor que se extiende desde el átomo
a las estrellas. Pero Él también es justicia. Justicia que Él atribuye a cada Espíritu
según su propia elección. Siendo amor, concede a la conciencia errante tantas
experiencias como desee para rectificarse. Al ser justicia, ignora cualquier
privilegio que se le pueda imponer. Por tanto, no afirmes que Dios halaga o
condena. […] El Creador ha creado a todas las criaturas para que todas se
engrandezcan. Por eso, siendo amor, llenó su camino de bendiciones y luces, y,
siendo justicia, determinó darnos a cada uno, voluntad y raza”. Xavier 2008a, 175-
7).
Ley de Acción y Reacción según el Espiritismo
También llamada Ley de Causa y Efecto, presenta las siguientes características:
a. El ser humano tiene libre albedrío para construir su destino.
b. Como resultado de la ley de libertad y del nivel evolutivo en el que se encuentra,
el Espíritu hace elecciones correctas o incorrectas, que se incorporan a su
patrimonio espiritual y sirven de referencia para nuevas elecciones. Las elecciones
desafortunadas causan sufrimiento al Espíritu porque, aunque no comprenda
mejor el proceso de acción y reacción, la repercusión de sus actos, la voz de su
conciencia le alerta de que ha cometido una ofensa contra la Ley de Dios.
c. Las equivocaciones o errores cometidos se reparan a través de las sucesivas
reencarnaciones, por medio de pruebas, siempre basadas en el divino amor-
justicia-misericordia.
d. Los procesos de reparación y los nuevos aprendizajes se definen en la
planificación reencarnatoria, que no es inflexible ni infalible.
La manifestación de la Ley de Causa y Efecto representa la elección de pruebas
definidas o aceptados por el reencarnante. Y tales pruebas están siempre
relacionadas con las faltas que deben ser expiadas. Si triunfa en ellas, se eleva; si
sucumbe, debe empezar de nuevo.
Aunque el Espíritu encarnado no se acuerde de los males cometidos, el olvido de
las faltas cometidas no es obstáculo para el perfeccionamiento del Espíritu,
porque, aunque no las recuerde con precisión, el hecho de haberlas conocido en
la erraticidad y el deseo de repararlas, le guían por intuición y le dan el
pensamiento de resistir al mal. Este pensamiento es la voz de la conciencia,
secundada por los Espíritus que le asisten, si escucha las buenas inspiraciones que
le sugieren. Aunque el hombre no conozca los mismos actos que realizó en sus
existencias anteriores, siempre puede conocer de qué clase de faltas fue culpable
y cuál fue su carácter dominante. Basta con estudiarse a sí mismo, y juzgar lo que
ha sido, no por lo que es, sino por sus tendencias. Las vicisitudes de la vida corporal
son, al mismo tiempo, expiación de las faltas pasadas y pruebas para el futuro, y
pueden esclarecernos sobre lo que hemos sido y lo que hemos hecho, del mismo
modo que en este mundo, juzgamos los actos de un culpable por el castigo que
la ley le inflige.
La reparación de las faltas, desencadenada por la Ley de Causa y Efecto, según la
interpretación espírita, no se manifiesta como la única elección, ni como una
"camisa de fuerza" de pruebas. El ser humano que ya revela tener alguna
comprensión de la Ley de Dios, puede perfectamente optar por pagar sus deudas
ejerciendo la ley del amor.
2. LIBRE ALBEDRÍO
Según los diccionarios, el libre albedrío es la "posibilidad de decidir, de elegir
según la propia voluntad, libre de todo condicionamiento, motivo o causa
determinante".5
Todo indica que la expresión "libre albedrío" fue utilizada por primera vez por San
Agustín (354-430), pero desde la antigüedad el libre albedrío ha sido objeto de
análisis y debate, convirtiéndose en una cuestión central en la historia de la
filosofía y de la ciencia, ya que el concepto de libre albedrío tiene implicaciones
religiosas, morales, psicológicas y científicas.
Para la Doctrina Espírita, el libre albedrío está necesariamente relacionado con la
cuestión de la evolución y de las responsabilidades individuales y su desarrollo
acompaña al de la inteligencia y aumenta la responsabilidad de nuestros actos.
Sin embargo, para que las acciones humanas se consideren beneficiosas, no basta
con el desarrollo de la inteligencia, sino que es necesario que vaya acompañado
de un progreso moral.
El progreso completo es la meta, pero los pueblos, como los individuos, sólo lo
alcanzan gradualmente. Mientras no se desarrolle en ellos el sentido moral, puede
ocurrir incluso que utilicen su inteligencia para la práctica del mal. La moral y la
inteligencia son dos fuerzas que sólo se equilibran con el paso del tiempo.
La vida en sociedad es una conquista evolutiva de la Humanidad y la mejora de
las relaciones personales que conducen a una vida armoniosa y solidaria se basa
en principios universalmente aceptados, especificados por la ética y la moral.
Hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros es una regla
universal de conducta y de relaciones humanas, enseñada por Jesús.
El Espiritismo considera que "el libre albedrío es, por tanto, la expansión de la
personalidad y de la conciencia. Para ser libre es necesario querer serlo y
esforzarse por serlo, liberándonos de la esclavitud de la ignorancia y de las bajas
pasiones, sustituyendo el imperio de las sensaciones y de los instintos por el de la
razón" (Kardec 2008, 473)
Libre albedrío, voluntad y libertad
En sentido genérico, podemos decir que hay libertad individual cuando la persona
piensa y actúa por sí misma, por decisión propia. Sin embargo, al considerar los
valores éticos y morales, nos damos cuenta de que el hombre tiene una libertad
relativa, no absoluta, porque el límite de manifestación de la voluntad individual
termina cuando comienza la libertad de los demás.
La libertad, en sentido filosófico, tiene dos conceptos: a) ausencia de sumisión y
servidumbre, condiciones opuestas a la opresión y la esclavitud humanas; b)
5
Cf. “Diccionario Houaiss de la lengua portuguesa”, 1190.
autonomía y espontaneidad en la manifestación de la voluntad o los deseos
humanos.
En el binomio libertad-voluntad, se observa que la voluntad de ser libre es la
fuerza que impulsa a obtener la libertad, haciendo al individuo independiente. Sin
embargo, si este binomio no se entiende bien, surgen conflictos relacionados que
pueden desembocar en procesos patológicos o incluso hasta de naturaleza
delictiva.
La mayoría de los filósofos, desde la antigüedad hasta nuestros días, admiten que
ningún hombre tiene una libertad ilimitada y total. Afirmaba Aristóteles (384-322
a.C.) que "tanto la virtud como el vicio dependen de la voluntad del individuo".
(Aranha y Martins 2003, 318)
Tomás de Aquino (1227-1274), filósofo católico medieval, admitió que el libre
albedrío es la causa que determina la acción del individuo. "Esto se debe a que los
seres humanos actúan según su juicio, esa fuerza cognitiva por la que pueden
elegir entre direcciones opuestas". (Aranha y Martins 2003, 318)
Para René Descartes (1596-1650), una persona actúa con más libertad cuando
comprende las alternativas que implica una elección.
Para la Doctrina Espírita, la voluntad es gestión esclarecida y vigilante, rigiendo
todos los sectores de la acción mental. La Divina Providencia se lo concedió como
una aureola luminosa a la razón, luego del laborioso y multimilenario periplo del
ser por las oscuras provincias del instinto. Para apreciar su importancia, basta
recordar que es el timón de todo tipo de fuerza incorporado a nuestro
conocimiento. “El cerebro es el dínamo que produce la energía mental, según su
capacidad de reflexión; sin embargo, en la voluntad tenemos el dominio que la
dirige en tal o cual dirección, estableciendo causas que comandan los problemas
del destino.
Sin ella, el deseo puede comprar al engaño siglos de aflictiva reparación y
sufrimiento, la inteligencia puede quedar aprisionada en el pantano de la
criminalidad, la imaginación puede generar peligrosos monstruos en la sombra, y
la memoria, no obstante, fiel a su función registradora, según el destino que le
asigna la naturaleza, puede caer en deplorable relajación. Sólo la voluntad es
suficientemente fuerte para sostener la armonía del espíritu". (Xavier 2008b, 13-15)
Libre albedrío y determinismo
Muchas escuelas filosóficas del pasado, remotas o recientes, especialmente las
que asociaban el libre albedrío a prácticas religiosas, defendían la idea de que los
actos humanos estarían guiados por un determinismo impuesto por Dios. No hay
nada absurdo en esta forma de pensar, siempre que no se considere un
determinismo ciego e inexorable, en el que el hombre no tendría la menor
posibilidad de opinar sobre los acontecimientos de su vida, puesto que éstos ya
estarían definidos por la divinidad. Muchos fanáticos religiosos y pensadores
radicales han seguido este camino, obviamente equivocados.
A la luz de la Doctrina Espírita es posible aceptar que algunos actos de la vida
sigan un determinismo relativo, relacionado con la planificación reencarnatoria, sin
embargo, tal planificación es pasible de cambio, no es rígida o inflexible. Todo
depende de la forma en que el individuo conduce su existencia y de cómo se
posiciona ante los desafíos de la vida.
El determinismo fue útil a la ciencia, especialmente para la física, la química y la
biología para determinar sus leyes básicas y establecer relaciones entre la
ocurrencia de los hechos y los mecanismos que los rigen. El problema, sin
embargo, era extender el concepto determinista a las acciones humanas, que son
todas realizadas por un ser pensante.
Los filósofos materialistas, y en particular los de la escuela positivista de Auguste
Comte (1798-1857), concluyeron que la libre elección es una mera ilusión y que
todos los actos humanos son simples eslabones de una cadena causal universal.
El Espiritismo, a su vez, considera que nada ocurre sin el conocimiento de Dios,
pero no significa que exista un control divino absoluto, que impida la manifestación
de la voluntad del Hombre. De hecho, Dios da al Espíritu libertad de elección,
dejándole la responsabilidad de sus actos.
Según la Doctrina Espírita, el Hombre desarrolla su capacidad de hacer elecciones
más correctas, de saber utilizar correctamente el libre albedrío, a medida que
evoluciona espiritualmente, por medio de la adquisición de conocimientos y de la
moral. En estas condiciones aprende a distinguir el bien del mal. Léon Denis, el
admirable filósofo espírita, escribe:
"La libertad es la condición necesaria del alma humana que, sin ella, no podría
construir su destino".
"La libertad y la responsabilidad son correlativas en el ser y aumentan con su
elevación; es la responsabilidad del hombre la que hace su dignidad y su
moralidad. Sin ella, no sería más que un autómata, un peón de las fuerzas del
entorno: la noción de moralidad es inseparable de la de libertad".
"La responsabilidad se establece por el testimonio de la conciencia, que nos
aprueba o censura según la naturaleza de nuestros actos. La sensación de
remordimiento es una prueba más demostrativa que todos los argumentos
filosóficos."
"El libre albedrío es, por tanto, la expansión de la personalidad y de la conciencia.
Para ser libres es necesario querer serlo y hacer el esfuerzo de llegar a serlo,
liberándonos de la esclavitud de la ignorancia y de las bajas pasiones,
sustituyendo el imperio de las sensaciones y de los instintos por el de la razón."
(Denis 2008, 477-8)
Bibliografía
ARANHA, Maria L. e Maria H MARTINS. 2003. Filosofando: introdução à filosofia. [Filosofando:
introducción a la filosofía] São Paulo: Moderna.
DENIS, Léon. 2008. El problema del ser, del destino y del dolor. Colección Léon Denis. Rio de Janeiro:
FEB.
HELLEN, Victor, Henry Notaker e Jostein Gaarder. 2001. O livro das religiões. [El libro de las religiones]
[Tradução de Isa Mara Lando]. São Paulo: Companhia das Letras.
HOUAISS, Antônio, Mauro Sales e Francisco M. Franco. 2009. Dicionário Houaiss da língua
portuguesa. [Diccionario Houaiss de la lengua portuguesa] Rio de Janeiro: Objetiva.
KARDEC, Allan. 2008. El Libro de los Espíritus. [Tradução de Evandro Noleto Bezerra]. Rio de Janeiro:
FEB.
NUNES, Cláudio Pedrosa. 2000. “O conceito de justiça em Aristóteles”. Revista do Tribunal Regional
do Trabalho da 13ª Região. [El concepto de justicia de Aristóteles”. Revista del Juzgado Regional del
Trabajo de la 13ª Región] Joao Pessoa. (v. 8, n. 1: 24-32).
XAVIER, Francisco C. (Emmanuel, Espírito). 2008. El Consolador. Rio de Janeiro: FEB. 2008, pregunta
272, p. 221-222.
XAVIER, Francisco C. (Emmanuel, Espírito). 2008a. Justica divina. Rio de Janeiro: FEB.
XAVIER, Francisco C. (Emmanuel, Espírito). 2008b. Pensamiento y vida. Rio de Janeiro: FEB.
¿QUÉ ES LA CARIDAD?
UNA PROPUESTA PARA MIRAR
BIO:
Bruno Lins Quintanilha trabaja en Sociedade Espírita
Sorella y en la Casa Espírita Eurípedes Barsanulfo, ambas
en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil.
TRADUCIDO POR:
Víctor Ruano Regueiro
RESUMEN:
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre el
significado de la caridad, principio que es un pilar de la ética
espírita y que sirve también como una especie de síntesis
de la doctrina. Defiendo la tesis de que la caridad necesita
ser vista de manera amplia y profunda, siendo no sólo un
acto puntual de generosidad, sino una forma de mirar,
sentir y relacionarse con la vida y la sociedad. En definitiva,
la forma en que propongo ver la caridad tiene el potencial
de transformar el mundo cultural y socialmente, hacia una
sociedad menos violenta, más justa y generosa...
PALABRAS
CLAVES:
Caridad; Amor; Espiritismo; Sociedad.
6
Vale la pena señalar que incluso el individuo que entiende la caridad como estas actitudes
específicas de compasión o ayuda, aún se beneficia de alguna manera, ya que muchas veces se
le anima a empezar a prestar atención al dolor, a la miseria, a las desigualdades y, con ello, puede
llegar a sensibilizarse, a pensar en aspectos de la vida y de la sociedad en los que antes no había
pensado, puede incluso cambiar en algunas actitudes y pensamientos y convertirse en alguien un
poco más sensible, humanista y ético.
concretas o trabajo voluntario únicamente, sino que sería una forma de ver y
relacionarse con el mundo donde el respeto, la no violencia, la empatía y el
altruismo serían los valores fundamentales7.
De esta forma, ejercer mi labor profesional con honestidad, buscando
relacionarme de forma humanista y ética, sería caridad; escuchar y acoger a un
amigo que necesita desahogarse, llorar juntos y apoyarlo en su reconstrucción
sería caridad; tratar a los miembros de mi familia y a los que viven conmigo con
educación, con amabilidad, como me gustaría que me tratasen, sería caridad; ser
padre o madre presente, acogedor y amoroso sería caridad; extinguir la cultura
del machismo y la violencia contra la mujer sería caridad; extinguir cualquier tipo
de racismo sería caridad; acabar con la lgbtfobia sería caridad; actuar para reducir
las desigualdades sociales sería caridad; actuar política y socialmente por más
democracia e inclusión sería caridad; actuar por la preservación del medio
ambiente y el respeto a todas las formas de vida sería caridad; extinguir –a través
de la no violencia– todas las formas de explotación, opresión y violencia sería
caridad.
En mi opinión, la justicia social es también caridad8. Considero una disminución del
Espiritismo que veamos la caridad sólo como gestos ocasionales, disociados de
las cuestiones macroestructurales de la sociedad. No me gusta ver la caridad
como una especie de favor, sino como un acto de amor en sus múltiples
expresiones. La caridad no debe ser solo un día que reservamos para ser
voluntariado; ella debe ser una forma de mirar, sentir, actuar y relacionarse con la
vida, las personas y la sociedad.
La caridad en el primer sentido aquí presentado tiene efectos positivos pero
limitados, sin llegar a los temas y problemas centrales de la sociedad. Además,
esta concepción muchas veces puede acabar, incluso inconscientemente,
estimulando la alienación o la acomodación. La segunda concepción de la caridad,
en cambio, es amplia y tiene el potencial de cambiar el estado de las cosas,
7
Cabe señalar que el mismo Kardec discutió también, en el primer artículo de la Revista Espírita de
diciembre de 1868, sobre diferentes acepciones del término caridad: “La caridad es el alma del
Espiritismo; resume todos los deberes del hombre para consigo mismo y para con sus semejantes,
por lo que se puede decir que no hay verdadero espírita sin caridad.
Pero la caridad sigue siendo una de esas palabras con múltiples significados, cuyo alcance
completo debe ser bien entendido; y si los Espíritus no cesan de predicarlo y definirlo, es porque
probablemente reconocen que todavía es necesario.
El campo de la caridad es muy vasto; comprende dos grandes divisiones que, a falta de términos
especiales, pueden designarse con las expresiones caridad benéfica y caridad benevolente.
El primero es de fácil comprensión, que es naturalmente proporcional a los recursos materiales
disponibles; pero la segunda está al alcance de todos, tanto de los más pobres como de los más
ricos. Si la beneficencia se limita por la fuerza, nada más que la voluntad podría poner límites a la
benevolencia.
¿Qué se necesita, entonces, para practicar la caridad benevolente? Amar al prójimo como a uno
mismo. Pues si amas a tu prójimo como a ti mismo, te amarás mucho; actuarás con los demás como
querrías que los demás actuaran contigo; no querrás hacer daño a nadie, porque no querrías que
te lo hicieran a ti.” (KARDEC, sin fecha, p. 492-493)
8
Entiendo aquí por justicia social: que todas las personas tengan la oportunidad de trabajar y vivir
en condiciones dignas; que tengan acceso a alimentos de calidad, servicios sanitarios, educación,
seguridad y ocio; que tengan la posibilidad de desarrollar al máximo todas sus potencialidades y
capacidades.
Promover la justicia social sería respetar y promover los derechos humanos, tal y como se recogen
en la Carta de la ONU (véase la Declaración Universal de los Derechos Humanos).
haciendo cambios más profundos hacia la construcción de un mundo donde no
exista el hambre, la violencia, la opresión, la explotación.
En El Libro de los Espíritus hay claridad por su parte sobre la indiferencia:
642. Para agradar a Dios y asegurar tu posición futura, ¿será suficiente que el
hombre no haga el mal?
"No; debe hacer el bien hasta el límite de sus fuerzas, porque responderá de
cualquier mal que haya resultado por no haber practicado el bien. (Kardec 2012,
387)
Todavía en la misma obra, los Espíritus y Kardec apuntan a una concepción amplia
y profunda de la caridad:
886. ¿Cuál es el verdadero significado de la palabra caridad, tal como la entendió
Jesús?
“Benevolencia para con todos, indulgencia por las imperfecciones de los demás,
perdón de las ofensas”.
El amor y la caridad son el complemento de la ley de justicia, porque amar al
prójimo es hacerle todo el bien que nos es posible y que nos gustaría que nos
hicieran. Tal es el significado de estas palabras de Jesús: Amaos unos a otros como
hermanos.
La caridad, según Jesús, no se limita a la limosna, abarca todas las relaciones en
las que nos encontramos con nuestros semejantes, sean nuestros inferiores,
nuestros iguales o nuestros superiores. (...) (Kardec 2012, 497)
Se puede ver en la pregunta anterior que los Espíritus no señalan ningún acto
estrictamente material como caridad: “Benevolencia para con todos, indulgencia
por las imperfecciones de los demás, perdón de las ofensas” son todos actos y
posturas independientes de los recursos materiales y, en cierta medida, son
accesibles a todas las personas de buena voluntad, independientemente de sus
creencias, culturas o religiones.
Kardec (2005, 86) afirma en su viaje de 1862 por Francia que “sin caridad no hay
institución humana estable; (...)”. Es decir, sin esta mentalidad de respeto, no
violencia, empatía y altruismo, las relaciones humanas, políticas, sociales e
institucionales carecen de estabilidad, serían como la casa construida sobre la
arena, a la que se refiere Jesús en uno de sus discursos 9.
Además, cabe señalar que, a mi modo de ver, la caridad no consiste en poner en
movimiento el amor sólo en relación con los demás, sino también en relación con
nosotros mismos. La caridad también significaría cuidarnos física y
psicológicamente, respetando nuestros límites, practicando el autoamor, el
autocuidado. Vale recordar que el principio de amar al prójimo como así mismo es
de doble sentido, porque para hacer circular el amor al otro, yo también necesito
estar bien; ¿cómo puedo dar luz a alguien si yo mismo estoy, en este momento,
en sombras? Hay momentos en los que necesitamos recibir cariño y acogimiento.
Es necesario que el amor esté diseñado para nosotros y para los demás para que
pueda haber equilibrio, salud.
9
Evangelio de Mateo, capítulo 7, versículo 24.
También vale la pena recordar que el amor es una construcción, un esfuerzo, una
siembra gradual, y no solo un regalo gratuito, fácil, rápido. Henrique Vieira señala
que:
“El amor no es destino, suerte y no puede ser una idealización, es ante todo un
camino que se recorre, una decisión y una forma de vivir. Pensar en el amor como
un camino es pensar en el amor como una actitud, una construcción artesanal, un
hacer cotidiano. Debe manifestarse concretamente en nuestra vida diaria”. (Vieira
2019, 41)
Por último, pero no menos importante, creo que nadie tiene derecho a imponer
ideas y actitudes a los demás. No tengo derecho a imponer mi visión de la caridad
a los demás como si tuviera toda la razón, porque eso también sería falta de
caridad. Cada uno tiene su momento, sus exigencias, sus contextos y, a veces,
querer imponer al otro lo que me conviene puede ser desastroso. De esta forma,
es muy importante saber respetar, dialogar, escuchar, intercambiar de forma sana,
equilibrada, sin violencia. Al fin y al cabo, esto también es amor en movimiento,
que, a su vez, también es caridad.
Bibliografía
KARDEC, Allan. 2012. El Libro de los Espíritus: principios de la Doctrina Espírita [traducción de Guillón
Ribeiro]. Rio de Janeiro: FEB.
KARDEC, Allan. [s.d.]. Revista Espírita – Jornal de Estudios Psicológicos. [traducción de Evandro
Noleto Bezerra]. Brasilia: FEB. (1867).
KARDEC, Allan. 2005. Viaje Espírita em 1862 y otros viajes de Allan Kardec. [traducción de Evandro
Noleto Bezerra]. Rio de Janeiro: FEB.
MICHAELIS. Dicionário. Verbete “caridade”. Disponível em:
<https://michaelis.uol.com.br/moderno-portugues/busca/portugues-brasileiro/caridade/>
Acesso em 27 jan 2022.
VIEIRA, Henrique. 2019. O Amor como Revolução. [El amor como revolución] Rio de Janeiro: Objetiva.
REVISITANDO LA REVISTA ESPÍRITA
FRAUDES ESPÍRITAS - abril 1859
FRANCISCO RIBEIRO
BIO:
Francisco Ribeiro es licenciado en Medicina Tradicional
China. Fue monitor de Estudios Espíritas y
conferenciante. Actualmente colabora como
conferenciante con la Federación Espírita Portuguesa.
TRADUCIDO POR:
Víctor Ruano Regueiro
PALABRAS CLAVE:
Fraudes Espíritas, Estudio, Fe Raciocinada.
10
Cuenta la mitología griega que Zeus, después de haber conquistado el Olimpo, determinó que
cada vez que los hombres mataran un animal debían ofrecer a los dioses una parte de ese animal,
una parte que él elegiría. Ambicioso y egoísta, Zeus siempre elegía las mejores partes, dejando la
grasa, los huesos y los tendones para los hombres. Prometeo, que era amigo de los hombres, ideó
un plan para engañar a Zeus. Viendo que algunos hombres acababan de matar un buey, les sugirió
que metieran toda la carne buena en un saco y el resto, incluidos los huesos, las grasas y los
El éxito o el fracaso de los intentos de fraude estarán estrechamente ligados a dos
factores: el primero será la astucia de quien pretende engañar; su habilidad para
utilizar las palabras, para crear ilusiones y convencernos de que esas ilusiones son
la verdad. Se trata de un factor que escapa a nuestro control. El segundo factor es
la preparación del interlocutor. Y esta está en nuestras manos.
También hay un factor a tener en cuenta, que es el interés.
Allan Kardec nos dice en el artículo en cuestión que: “el fraude siempre tiene un
objetivo, algún interés material; donde no hay nada que ganar, no habrá ningún
interés en engañar”.
Este interés puede manifestarse de diversas formas, desde la obtención de dinero
o bienes materiales hasta el prestigio social, aunque sea dentro de una pequeña
comunidad. En este último caso, como el fraudulento no busca, al menos
ostensiblemente ventajas materiales, a veces se descuida un análisis cuidadoso
de lo que dice y hace, con la justificación de que no tiene ningún interés material.
Allan Kardec, en el artículo en cuestión, examina más atentamente cómo pueden
producirse ciertos fraudes, cómo identificarlos y cómo identificar a los verdaderos
médiums.
El Codificador refiere que “hay [fenómenos] que evidentemente desafían toda la
habilidad de la prestidigitación, como son, en particular, el movimiento de objetos
sin contacto, la suspensión de cuerpos pesados en el espacio, los golpes desde
distintos lados, las apariciones, etc., y sin embargo, para algunos de estos
fenómenos, se podría, hasta cierto punto, simularlos, hasta tal punto ha
progresado el arte de la imitación”.
Pero la ciencia ha avanzado enormemente en los últimos 200 años, haciendo
posible hoy simular acontecimientos que, de ser reales, pondrían en tela de juicio
todo lo que sabemos sobre física, química, biología, etc. Tal es el arte del
ilusionismo, que hace desaparecer la Estatua de la Libertad o un crucero; que
permite a un hombre transformarse en mujer en una fracción de segundo; etc.
En el campo de la ciencia actual contamos con innumerables investigaciones en
el ámbito del magnetismo, que permiten a los objetos flotar en el espacio sin
ningún punto de apoyo o, mediante la manipulación del campo magnético,
desplazándose vertical u horizontalmente.
Todo esto para concluir que ciertos fraudes que habrían sido muy difíciles en la
época de Allan Kardec, hoy serían fáciles y baratos de realizar.
Entonces, ¿qué podemos hacer para evitarlos?
El primer paso será aceptar que si hoy no hay manifestaciones físicas como en la
época de Allan Kardec, es porque cumplieron su función en su momento y hoy ya
tendones, en otro. Luego presentó ambos sacos a Zeus para que eligiera. El saco que contenía los
huesos era más grande que el que contenía la carne buena. Lleno de codicia, Zeus elige el saco
más grande. De este modo, Prometeo engaña a Zeus para que elija el saco que sólo contenía los
huesos y la grasa del buey.
https://www.theoi.com/Titan/TitanPrometheus.html consultado el 4 de enero de
2020.
no es necesario que continúen con la misma intensidad. El fenómeno ha dado
paso a consecuencias morales.
Pero los fraudes espíritas no se limitan a los efectos físicos, extendiéndose
también a los efectos intelectuales. Este es otro problema que se presenta a
cualquier persona interesada en la Doctrina Espírita.
Los fraudes de manifestaciones intelectuales pueden tomar varias formas. La
primera, y la más fácil de comprender, envuelve un médium ostensivo y uno o más
Espíritus mistificadores.
Este tipo de situación muchas veces suele involucrar a un médium que ejerce su
mediumnidad a cambio de dinero. El cliente lo busca para obtener una solución a
un problema específico; el médium recurre a los Espíritus que trabajan con él para
obtener las respuestas necesarias y casi siempre estos Espíritus, a través del
médium, revelan informaciones verdaderas que serían imposibles de ser
conocidas por el médium, reforzando la falsa creencia en su poder. Es importante
destacar que estos casos no pueden ser incluidos en las manifestaciones
mediúmnicas orientadas por los preceptos espíritas, por lo tanto, no nos referimos
a médiums espíritas, aunque se autodenominen como tales.
Sucede que los Espíritus no están sujetos a las mismas leyes físicas que rigen
nuestros cuerpos materiales, por lo que pueden moverse libremente por la
corteza terrestre, entrar en los hogares y obtener las informaciones que necesitan.
También pueden leer en la mente los deseos más secretos de cada persona y así
revelarlos, a través del médium. Por supuesto, estos aspectos no definen todas las
capacidades que los Espíritus tienen y que pueden utilizar para engañar al
reencarnado. Y, en consecuencia, estas mistificaciones pueden ocurrir también en
grupos serios, que no tienen el propósito de obtener cualquier tipo de
remuneración material y que no encuentran otro interés que la práctica del bien.
En esos casos, se dan para ponerlas a prueba. Las comunicaciones pueden
aparecer aparentemente confiables, pero con conceptos erróneos o
distorsionados, o incluso con consejos y orientaciones impositivas y muy
específicas, tratando de explotar la credulidad y la buena voluntad de los
reencarnados, ciertamente, en este caso, desconocedores en profundidad de
todos los aspectos de la fenomenología mediúmnica tan bien explorada por Allan
Kardec en El Libro de los Médiums y, posteriormente, desenvuelta por varios otros
autores reencarnados y desencarnados. De ahí que el estudio, ya sea del dirigente
de la reunión, de los médiums ostensivos o de los médiums que los apoyan, tenga
que ser continuo.
Dejando de lado los casos de simulación de la mediumnidad propiamente dicha,
ligados a un fraude consciente de quien pretende ser médium ostensivo11, la
cuestión es: ¿Cómo podemos protegernos contra tales fraudes?
11
Innegablemente, hay personas dotadas de varios tipos de recursos que consiguen simular la
existencia de facultades mediúmnicas de forma muy creíble. Por ejemplo, cuando poseen amplios
conocimientos sobre el cliente, lo que hoy en día, con los recursos digitales disponibles, no es
difícil de conseguir. Están los “especialistas” en lectura de microexpresiones, capaces de hacer una
lectura más o menos precisa del cliente. Están los estudiosos del comportamiento humano, que
pueden hacer ciertas predicciones con mayor o menor exactitud, nada de esto tiene que ver con
la mediumnidad.
Como ya se dijo, el primer punto es que la mediumnidad con Jesús, la
mediumnidad ejercida según los parámetros de la Doctrina Espírita, no se paga;
no cobra nada y se ejerce en recogimiento y respetuosamente.
El punto siguiente es el estudio. El estudio puede parecer aburrido, irrazonable e
injustificado. Pero es nuestra única defensa contra la mistificación.
Como afirma Léon Denis: “Aquel que, descuidándose del estudio de la ciencia y
de la filosofía de los Espíritus, penetra bruscamente en el dominio de lo invisible y
se entrega, sin reservas a sus manifestaciones, se encuentra inmediatamente en
contacto con millares de seres cuyos actos y palabras no tiene ningún medio de
comprobar. Su ignorancia lo entregará desarmado a su influencia (...) Sin saber
nada de leyes morales, aislado en el seno de un mundo donde alucinación y
realidad se confunden, tendrá todo que temer: la mentira, la ironía, la obsesión”
(Denis 1990, 237).
También debemos recordar que nuestra existencia material, por muy larga que
sea, es sólo un destello ante la Eternidad. Nuestra condición natural es la de
Espíritus desencarnados, por lo tanto, estudiar las ciencias del Espíritu es
comprender la sociedad invisible en la que también nos movemos y prepararnos
para el día en que retornaremos a nuestro estado natural. Ese conocimiento nos
ayuda a comprender de forma más racional la dimensión espiritual y a quienes la
habitan, además de las verdaderas causas de nuestros dolores y dificultades y lo
transitorias que son, contribuyendo para que ya no nos rebelemos contra la Divina
Providencia, sino que aceptemos como justos todos los contratiempos, no
buscando en la mediumnidad soluciones que ella no puede traernos.
En El Evangelio según el Espiritismo, capítulo VI, punto 5, el Espíritu de Verdad nos
da la famosa recomendación: “¡Espíritas! Amaos, esta es el primer mandamiento;
instruíos, este es el segundo”. Nótese que “instruíos” puede extenderse a las
diversas áreas del conocimiento Humano.
La invitación al conocimiento que los Espíritus nos dejan no se limita al Espiritismo.
Un espírita muy culto relativamente a los conocimientos doctrinarios, pero poco
conocedor de las ciencias humanas, será fácilmente engañado por un hábil
prestidigitador que utilice recursos tecnológicos para sus “artes”. De la misma
forma, un espírita muy versado en ciencias humanas, pero poco dedicado al
estudio de la Doctrina, será fácilmente engañado por un mistificador reencarnado
o desencarnado.
Para concluir, presentamos las palabras intemporales de Allan Kardec:
“Lo que es preciso hacer, (...), es observar cuidadosamente las circunstancias, y
sobre todo tener en cuenta el carácter y la posición de las personas, el objetivo y
el interés que puedan tener en engañar: ahí reside el mejor de los controles,
porque son esas circunstancias las que suscitan todos los motivos de sospecha.”12
Analizar bien los fenómenos, someterlos todos al tamiz de la razón; tener espíritu
crítico y no tener miedo a evaluar incluso las fuentes que otros nos dicen que son
las más reputadas. Estudiar continuamente y llegar a nuestras propias
conclusiones sobre los hechos.
12
Kardec, “Revista Espírita”, abril 1859.
“Reconocemos en la charlatanería una gran habilidad y fructíferos recursos, pero
aún no conocemos en ella el don de dar el conocimiento a un ignorante, o el
espíritu a quien no lo tiene.”13
Bibliografía
DENIS, Léon. 1990. Después de la Muerte. Rio de Janeiro: FEB.
13
Ídem
PLANO HISTÓRICO
BREVE HISTORIA DE LAS IDEAS ESPÍRITAS EN SUECIA
DAVID LIESENBERG
TRADUCIDO POR:
Víctor Ruano Regueiro
14
Proporcionado amablemente por Charles Kempf, que sirvió en gran medida como base para este
texto.
15
El Lector podrá seguir estos desarrollos en este Número de la Revue Spirite, en la Entrevista.
(Nota de la Coordinación Editorial)
LA NUEVA GENERACIÓN
¿SABÍAS QUE TUS HIJOS SON ESPÍRITUS QUE VUELVEN A LA
ENCARNACIÓN?
BIO:
Darcy Neves Moreira es educadora, formada en
orientación educativa y con un curso de extensión en
Violencia Doméstica. Es espírita desde la adolescencia y
actualmente participa de las actividades del Centro
Espírita Jorge Niemeyer, en Vila Isabel, Rio de Janeiro -
Brasil. Forma parte del Consejo de Administración del
Consejo Espírita del Estado de Río de Janeiro - CEERJ.
TRADUCIDO POR:
Víctor Ruano Regueiro
RESUMEN:
En este artículo, se invita a padres responsables, tutores,
educadores y evangelizadores a reflexionar sobre una
nueva forma de mirar a los niños y jóvenes; Espíritus que
vuelven a la experiencia carnal en espera de cuidados y
orientación.
PALABRAS CLAVE:
cuna, renacimiento, educación del espíritu, reflexión,
educadores.
Los periódicos ofrecen materiales que pueden utilizarse en los grupos de estudio
de nuestros centros espíritas. He aquí una de ellas, publicada en los periódicos de
Luanda, municipio de Viana, África. Un bebé de sólo un mes y veinte días causaba
asombro, porque pronunciaba palabras como "mamá, vamos ahora… padre".
Algunas personas miraban y lo calificaban de maravilla, otros miraban con miedo
y curiosidad. Era extraordinario. El cura decía: "Bendigamos a este niño. Tengo la
esperanza de ver su futuro".
Es una rara noticia, pero quizás podamos decir que este caso no es único. Su
característica nos hace apelar a los contenidos liberadores de la Doctrina Espírita,
que orienta de la siguiente manera: el bebé, lejos de ser alguien que inicia un
camino en esta vida, es un ser que vuelve a la experiencia carnal para continuar
su proceso de crecimiento espiritual, no sólo consigo mismo, sino abriendo
espacios para el crecimiento de la comunidad en la que actuará.
El caso mencionado al principio se refiere a lo ocurrido en un pequeño pueblo,
con poca divulgación, pero hay mucha información sobre niños que, desde
pequeños, se manifiestan aportando detalles de sus vidas pasadas. Hay
testimonios que están siendo confirmados por innumerables investigaciones,
como las del Dr. Ian Stevenson, en su libro 20 casos sugestivos de reencarnación.
Ante este hecho, volvemos a las fuentes doctrinales, con Hermínio Miranda, en su
precioso libro Nuestros hijos son Espíritus, entendiendo que ese ser que renace
es único, trae un bagaje acumulado de experiencias y renace en estas tierras para
crecer. De ahí la necesidad de que quienes les sirven de "guías" - sus padres y
tutores - se apropien de esta preciosa información divulgada por el Espiritismo,
para ayudarles y apoyarles. Ellos se presentan con la apariencia de inocencia,
trayendo características de su propia herencia espiritual - las "semillas del destino",
como dice André Luiz en su libro Evolución en dos mundos.
La propuesta de la Doctrina Espírita, al traer contenido sobre la inmortalidad del
alma, es presentar informaciones sobre esta fase de la vida del Espíritu, buscando
ayudar a padres, madres, abuelos, tutores y evangelizadores en la compleja pero
divina tarea de la educación del Espíritu.
Emmanuel, siempre atento al programa de evangelización del ser, afirma: “Cada
niño y joven del mundo es un proyecto de la Sabiduría Divina al servicio de la
Humanidad (...)”16. Son las provisiones que Dios establece en el Mundo para
estructurar una nueva humanidad y que, con la mirada puesta en el “devenir”,
transita por la Tierra buscando crecer en la comprensión de su misión y
enriqueciendo a los que aún están en la retaguardia en los caminos de la evolución
espiritual.
Se destacan por sus ideas innatas y su deseo en el bien, que es necesario
incentivar desde temprana edad.
Así, seguimos acompañando el regreso de Espíritus más avanzados, historiadores,
filósofos, escritores, artistas; Espíritus que vibran en el bien, que llegan envueltos
en cuerpos tan sutiles, pidiendo guía y acogida.
De esta manera se concluye que nuestra misión es de gran relevancia, incluso
entre aquellos cuyos cuerpos tienen deficiencias - marcas que se traducen en
dolor, y con regularidad dolor severo.
De ahí el llamado a comprometernos en la búsqueda de información y recursos
espirituales, llenando sus almas con las investiduras del Evangelio de luz, para que
superen las carencias del alma y del cuerpo, retratos de semillas mal cuidadas en
siglos que se pierden en el tiempo, pero que la bondad del Señor nos permite
reencontrarnos con un nuevo rumbo.
Hablar con nuestros hijos mientras duermen y el tiempo semanal del Evangelio en
Casa son buenas prácticas en el camino de la educación del espíritu.
16
Ver Xavier, Religión de los Espíritus, Cap. 54-Jóvenes.
¡Saludamos, pues, a nuestros queridos amigos, a nuestros hijos, confirmando la
tarea definida en el plano espiritual, en ser agentes, intermediarios de las falanges
que actúan en el programa de evangelización de las almas en la Tierra!
Bibliografía
MIRANDA, Hermínio. 2000. Nossos Filhos são Espíritos. [Nuestros hijos son Espíritus] [s.l.]: Lachâtre.
XAVIER, Francisco C. (Emmanuel, Espíritu). 2012. Religión de los Espíritus. Brasília: FEB
XAVIER, Francisco C. e Waldo Vieira (André Luiz, Espíritu). 1987. Evolución en dos Mundos. Rio de
Janeiro: FEB.
CONFERENCIAS FAMILIARES DE ULTRATUMBA
TRADUCIDO POR:
Víctor Ruano Regueiro