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ESTUDIO BIBLICO TIQUICO 2023

Domingo 26 de marzo de 2023

“Justicia, Sinceridad E Integridad, Exigencias De Dios A Su Pueblo”

Lección: Levítico Cap. 25, versículos 13 al 17. En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión. Y
cuando vendiereis algo a vuestro prójimo, o comprareis de mano de vuestro prójimo, no engañe ninguno a su
hermano. Conforme al número de los años después del jubileo comprarás de tu prójimo; conforme al número de los años
de los frutos te venderá él a ti. Cuanto mayor fuere el número de los años, aumentarás el precio, y cuanto menor fuere el
número, disminuirás el precio; porque según el número de las cosechas te venderá él. Y no engañe ninguno a su prójimo,
sino temed a vuestro Dios; porque yo soy Jehová vuestro Dios.

Comentario general: a. El anuncio inicial (25:8–13)


Después de siete años de reposo se debía tener un año especial. El jubileo tenía lugar cada cincuenta años y extendía el
barbecho del año cuarenta y nueve un tiempo más. Comenzaba con el son de una trompeta el día de la expiación
proclamando libertad por toda la tierra para sus habitantes (v. 10). El año comenzaba el día del nuevo comienzo, cuando
toda la nación acababa de recibir perdón por su pecado. El año entero se caracterizaría por las ideas de la libertad y el
regreso. La libertad del trabajo y la libertad de las deudas debían ir de la mano para restaurar lazos familiares rotos y
devolver la propiedad a las familias que la hubieran perdido. La esperanza de volver a las raíces el año de jubileo sostendría
a muchos que sufrieran tiempos difíciles.
b. Las implicaciones iniciales (25:14–22)
Hay dos implicaciones inmediatas. La primera es la implicación del año para los derechos a la propiedad y a los valores.
Los versículos 14–19 explican que el precio que hay que pagar por una propiedad entre años de jubileo depende de lo lejos
que esté en el tiempo el siguiente año de jubileo. Mientras más tiempo falte, más cara es la propiedad. Esto es porque en
el año de jubileo toda propiedad que haya pasado a ser de otra persona desde el año de jubileo anterior vuelve a pertenecer
a los dueños originales. Cuando se compraba una propiedad era como un arrendamiento y, por lo tanto, el valor se calculaba
siguiendo una escala descendiente según el tiempo que faltara para el siguiente año de liquidación. Este sistema eliminaba
cualquier posibilidad de especulación.
El sistema no era fruto de conveniencia política, sino una defensa inevitable de un número de principios espirituales clave.
Toda propiedad le pertenecía a Dios en última instancia (v. 23) y nadie podía tratarlo como posesión suya. En realidad, las
personas solamente la ocupaban por la gracia de Dios durante un período de tiempo, ya fuera largo o corto. Y después
encontramos el principio de la solidaridad comunitaria. La orden no os hagáis mal uno a otro aparece dos veces en este
corto párrafo (vv. 14, 17).
Los vecinos que se encontraran en tiempos difíciles y tuvieran que vender su tierra para sobrevivir no debían ser
explotados por otros. Las deudas podían minar fácilmente las bases sociales de Israel y el respeto de unos a otros como
iguales. Estas normas estaban diseñadas para asegurar que esto no ocurriera. Un tercer principio espiritual estaba en el
respeto por la familia y por el clan. Las tierras familiares pasaban de una generación a otra y era casi como un “derecho
divino”. En el año de jubileo la propiedad volvía a pertenecer a aquellos que la habían perdido, así la estructura de la familia
y del clan de Israel permanecía intacta. Todo esto lleva al otro gran principio que hay detrás de estas normas. Están
diseñadas para impedir que los ricos se enriquezcan a costa de los pobres, que a su vez empobrecerían. El jubileo limita la
avaricia.
La segunda implicación que se trata aquí es la pregunta que ya se ha hecho, de cómo el pueblo debía abastecerse sin
realizar trabajos agrícolas durante el año de jubileo. El ciclo normal de los años de reposo producía que no hubiera cosecha
por humanos al séptimo año, y la cosecha del año anterior tendría que ser suficiente para los dos años. Cuando se añadía
un año de jubileo al año de reposo, la cosecha anterior tendría que durar tres años. Los versículos 18–22 reconocen los
miedos que esto provocaría. Pero Dios promete proveerles lo suficiente como para cubrir sus necesidades (v. 22). La
abundante cosecha de ese año les duraría hasta que pudieran recoger la cosecha de nuevo al noveno año. Como hemos
mencionado anteriormente, aquí tenemos una prueba para ver hasta qué punto Israel confiaba en el Dios del pacto.

Texto: “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y
mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que
prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas” (1ª de Reyes Cap. 2, Versíc. 3).

Comentario general del texto: Últimas instrucciones de David al nuevo rey, 2:1–11. Esta sección representa
una inserción editorial entre 1:53 y lo que encontramos en lo sucesivo. La estructura de esta unidad es típica para informar
la muerte de una persona de renombre.
Tales reportajes tradicionalmente contienen lo siguiente: (1) Una introducción que alude a la edad avanzada y a la muerte
inminente, (2) un discurso de despedida que contiene amonestaciones o profecías, y (3) una conclusión que informa sobre
la muerte y sepultura del personaje aludido. (Ver Gén. 49:1–50:13; Jos. 23:1–24:30; Deut. 31–33.) El historiador
Deuteronómico hace uso de este patrón de forma clara. David pelea su última batalla: la de la muerte. Como guerrero
sobrevive a sus presentimientos: “Ahora bien, algún día voy a perecer por la mano de...” (1 Sam. 27:1). ¿Cuántos años

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pasan entre el ascenso de Salomón al trono y la muerte de David? No se sabe a ciencia cierta (1 Crón. 22:6–29:25). Es
posible que hubiera un correinado.
Las instrucciones de David tienen la fuerza de una orden. En otras palabras, dice a su hijo: “Sé un hombre sabio, prudente,
justo y magnánimo; combina la justicia con la benevolencia y la misericordia. Pero, sobre todo, sé fiel y obediente a la
voluntad de tu Rey. El futuro y destino de tu reinado y de tu dinastía dependerán de tu fiel cumplimiento a las promesas a
David.”
¿Tendría el padre poca confianza en su hijo? Debía conocer muy bien a quien había sido criado en la comodidad, holganza
y lujos de la vida de palacio, y entre mujeres. ¿Conservaría aún Salomón el gusto por ese tipo de vida? En cambio, él,
David, había sido formado en la rígida disciplina del campo, de las cuevas, en el fragor de la guerra.
Por otro lado, la prudencia había obligado a David a ser indulgente. Algunos de sus hombres de mayor confianza habían
caído en el desfavor real. Este fue el caso con su anterior ministro de Defensa, el general Joab. Para la seguridad del Estado,
hay que tomar precauciones. Ha llegado la hora de ajustar cuentas.
Igual fue el caso de Simei (2 Sam. 16:5–8 y 19:16–18). David había perdonado las injurias hechas a su persona. Pero la
majestad real y el principio de autoridad habían sido agraviados. Ahora tiene que ser castigado como delito contra el Estado.
Por esto aconsejó al sucesor que fuera inexorable en el ejercicio del deber. Maldecir al rey era una ofensa capital (Exo.
22:28). Además, se consideraba que la maldición tenía fuerza activa vigente y sólo podía ser neutralizada con la muerte
del culpable. Aquí debe hablar la voz de la justicia, no la de la venganza.
Pero el magnánimo anciano no puede olvidar a quien le había socorrido cuando tuvo que exiliarse por la rebelión de su
propio hijo (2 Sam. 17:27 y 19:32). Hasta recomienda que los hijos de Barzillai fueran incluidos en la familia real.

Semillero homilético: Sé fuerte, sé hombre 2:1–4


Introducción: Antes de morir, el rey David le dio a su hijo y sucesor palabras vitales de consejo. Salomón, un hombre
muy joven aún, asumiría al trono de Israel encarando la intriga política, la oposición de miembros de su propia familia, y
las decisiones múltiples y difíciles de gobernar a un pueblo único. Por todo ello, iba a necesitar una fuerza especial. Aunque
nuestros jóvenes, al entrar al mundo de la adultez, quizá no van a ser reyes políticos, sí se van a enfrentar con la complejidad
de nuestro mundo moderno y necesitarán recursos de fuerza para tomar decisiones adecuadas. Veamos cómo David sugirió
que Salomón se esforzara y por qué debió hacerlo.
Cómo se esfuerza para ganar al mundo.
Guardando la ley de Dios.
Andando en los caminos de Dios.
Por qué esforzarse.
Para que tenga éxito en la vida.
Para que la línea de los familiares quienes cumplen los mandatos de Dios no se rompa.
Conclusión: Nuestro consejo a los jóvenes adultos que están por tomar las riendas de nuestro mundo es que guarden
los mandatos de Dios y que anden en sus caminos. Así que, pueden esperar las bendiciones de Dios en sus vidas, y pueden
tener la satisfacción de saber que continúan la línea de creyentes en nuestra familia para el beneficio de nuestros
descendientes.
Verdades prácticas
Las historias de David, Adonías y Salomón hacen recordar al lector la importancia de tener relaciones apropiadas con
nuestros hijos, y de enseñarles los preceptos de Dios. Se ha dicho que un pueblo siempre está a una sola generación de la
herejía bíblica. Cuando uno les dé consejos a sus hijos, como lo hizo David con Salomón, vale apelar al papel de cada
generación como eslabón en la cadena de fe.

1er Titulo: Jubileo: año de gozo en Jehová y de restitución. Versículos 13. En este año de jubileo volveréis cada
uno a vuestra posesión. (Léase: Levítico 27.24. En el año del jubileo, volverá la tierra a aquél de quien él la compró,
cuya es la herencia de la tierra.).

Comentario del texto bíblico Versíc 13:


▬ a. En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión: Cuando Israel llegó a la Tierra Prometida, la
tierra fue asignada según las tribus y las familias. Estas parcelas iniciales de tierra serían la posesión permanente de esas
familias y, por lo tanto, la tierra en Israel nunca podría ser vendida permanentemente; solo podría ser arrendada, y la
cantidad del arrendamiento se basaría en el número de los años que quedaran hasta el jubileo.
-1. En los capítulos 13 al 21 de Josué, la Tierra Prometida fue dividida entre las tribus de Israel. Cada tribu recibió un área
dentro de la tierra, y cada clan o unidad familiar grande de las tribus recibió su porción dentro de esa tierra. Estas eran las
asignaciones a las que se volvía cada año del jubileo. Lo que Dios le dio a un clan o unidad familiar grande en Josué 13-21
iba a ser suyo para siempre.
-2. Esto significaba que ninguna familia estaría para siempre sin tierra. Cada cincuenta años, cada familia tendría la
oportunidad de empezar de nuevo.
-3. Volveréis cada uno a vuestra posesión: Los creyentes son ciudadanos del cielo (Filipenses 3:20). Llegará el día en
que oiremos el sonido de una trompeta (1 Tesalonicenses 4:16-17) y llegaremos a nuestro verdadero y eterno hogar.

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2° Titulo: Dios demanda equidad a sus hijos. Versículos 14 al 16. Y cuando vendiereis algo a vuestro prójimo, o
comprareis de mano de vuestro prójimo, no engañe ninguno a su hermano. Conforme al número de los años después del
jubileo comprarás de tu prójimo; conforme al número de los años de los frutos te venderá él a ti. Cuanto mayor fuere el
número de los años, aumentarás el precio, y cuanto menor fuere el número, disminuirás el precio; porque según el número
de las cosechas te venderá él. (Léase: Ezequiel 18:7 al 9. ni oprimiere a ninguno; que al deudor devolviere su prenda,
que no cometiere robo, y que diere de su pan al hambriento y cubriere al desnudo con vestido, que no prestare a interés
ni tomare usura; que de la maldad retrajere su mano, e hiciere juicio verdadero entre hombre y hombre, en mis ordenanzas
caminare, y guardare mis decretos para hacer rectamente, éste es justo; éste vivirá, dice Jehová el Señor. ▬ Proverbios
16:11. Peso y balanzas justas son de Jehová; Obra suya son todas las pesas de la bolsa.).

Comentario de Ezequiel 18: Luego del principio que podemos llamar general, comienza la lista de virtudes y pecados
o defectos que están relacionados con Levítico 18–19. Notemos que usa la misma terminología; en algunos casos son
presentadas de manera positiva como una virtud y negativa como un pecado (por ejemplo, v. 7: devuelve su prenda, comp.
v. 12 no devuelve la prenda); mientras que en la mayoría la forma negativa es la virtud y la positiva el pecado (por ejemplo,
v. 6, no come sobre los montes, comp. con v. 11, come sobre los montes). La más completa de las listas es la que se
encuentra en el primer ejemplo y que se puede agrupar de la siguiente manera:
En primer lugar, el justo es aquel que rinde culto a Jehovah solo como el verdadero Dios. Esto está representado por
frases como come sobre los montes/alza sus ojos hacia los ídolos. Aquí vemos el rechazo de las prácticas paganas y los
dioses falsos. La primera frase no tiene paralelos en el AT, posiblemente se refiera a las fiestas celebradas en honor a la
presencia de los dioses (ver Éxo. 32:4–6).
En segundo lugar, la persona justa es aquella que tiene una conducta moral de acuerdo con las demandas del pacto;
guarda y mantiene la fidelidad matrimonial y la pureza moral.
El adulterio es condenado de manera clara en toda la Escritura. La segunda expresión, unirse a mujer menstruosa, se
refiere a una práctica que era considerada como exceder los límites de lo permitido (ver Lev. 18:19, 20).
En tercer lugar, la persona justa es aquella que tiene una vida “económica” acorde con las demandas de la Palabra,
especialmente con los que están en desventaja (ver por ejemplo Éxo. 22:25). Los otros son tratados con bondad,
generosidad y justicia. Esta persona no roba, ni hace lo malo o abusa de cualquiera, sobre todo el necesitado, sino da
comida y viste a los pobres.
En cuarto lugar, se mencionan en la segunda parte del v. 8 dos conductas que pueden llamarse menos específicas que
las anteriores. La primera retrae su mano de la maldad, merece una aclaración. La palabra que se traduce maldad sería
mejor traducida “injusticia”, esto la relaciona con la siguiente: obra verdadera justicia entre hombre y hombre. Parece ser
una referencia a Levítico 19:15 y 35.
Finalmente, la persona justa respeta y observa la ley divina y humana (v. 9). Esta es una virtud que es comprensiva; si
tiene esta actitud entonces todas las otras resultarán. El final del v. 9 cierra el primer ejemplo, que como mencionamos es
clave para entender los otros, con la afirmación vivirá. Esta expresión debe entenderse en el contexto de lo que está
tratando el profeta: escapará del juicio o castigo que está a punto de llegar.

Proverbios 16:11: El v. 11 muestra la participación de Dios en el comercio y la rectitud de aquél (ver 11:1, 26; 20:10,
14, 23). De modo que el Señor se interesa por toda la sociedad y el bienestar del pueblo. No se encuentra solamente en
algún recinto religioso sino en todo el mundo creado por Dios y por eso es sagrado.

3er Titulo: El temor a Dios, impide hacer mal al prójimo. Versículo 17. Y no engañe ninguno a su prójimo, sino
temed a vuestro Dios; porque yo soy Jehová vuestro Dios. (Léase: Gálatas 6:7. No os engañéis; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. y 10. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos
bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. ▬ 1ª a los tesalonicenses 4:6. que ninguno agravie ni engañe
en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado.).

Y no engañe ninguno a su prójimo: Aunque esto era extremadamente caritativo y ventajoso para las familias de Israel,
no era un sistema socialista, porque solo se redistribuía la tierra. De la manera más efectiva, esto ayudaba a proteger
contra la existencia de una subclase permanente en Israel.
(1). No sabemos con certeza si el año del jubileo se guardó alguna vez. Jeremías 34:8-15 describe un intento de implementar
algunos de los principios del jubileo. «Exactamente hasta qué punto el concepto del año del jubileo se respetó a través de
la historia de los israelitas es difícil de afirmar por falta de evidencia directa». (Harrison)
(2). Sin embargo, cualquiera que fuera la medida en que se respetara, este sistema era una bendición para Israel en el
mundo antiguo. Significaba que ningún clan o unidad familiar grande era para siempre pobre; cada cincuenta años había
un «reajuste» en la economía de Israel con deudas canceladas, sirvientes liberados y el retorno de la tierra. Sin embargo,
esto funcionaba para una sociedad basada en la agricultura, y la agricultura en la escala posible en los tiempos premodernos.
También funcionaba para una sociedad que no tuviera un crecimiento demográfico radical a lo largo de los siglos.

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(3). La economía de Israel bajo la ley de Dios, incluyendo la ley del jubileo, encontró un camino intermedio entre el
capitalismo desenfrenado y la opresión de una economía controlada por el estado. «El jubileo era una institución maravillosa,
y era de gran ayuda a la religión, la libertad y la independencia del pueblo judío». (Clarke)
(4). «Las deudas debían ser perdonadas, los esclavos emancipados, de manera que las montañas de riqueza y los valles
de pobreza fueran nivelados de alguna manera, y la nación devuelta a su marco original de simple comunidad agrícola de
pequeños propietarios, cada uno “sentado bajo su propia vid e higuera”». (Maclaren)
(5). Hoy día, algunos de los principios del año del jubileo serían una bendición para la sociedad moderna; por ejemplo, un
sistema de cancelación de deudas cada cincuenta años. Sin embargo, ya que Dios no asignó tierra para la gente moderna
en todo el mundo como lo hizo para Israel en Josué 13-21, no podemos tomar cada principio de un jubileo y aplicarlo al
mundo moderno.

Gálatas 6:7: Ahora el apóstol pasa a resumir no sólo lo que acaba de decir en cuanto a suplir las necesidades de los
pastores, sino también en cuanto a todas las exhortaciones contenidas en su carta. Todo lo resume como sigue: 7. No os
engañéis: Dios no es burlado; porque todo lo que un hombre siembra, eso también segará … Esta regla está
vigente no sólo para los miembros de la iglesia; vale para todo ser humano. Dios no puede ser burlado. No permite que
nadie se burle de su evangelio o de las exhortaciones implícitas en él. No pasará inadvertido que le menospreciemos
pensando “Dios ha muerto”. Por el contrario, toda persona recibirá el pago según sus obras (véase sobre v. 5). Por supuesto,
esto también quiere decir que la forma en que uno reaccione a la presente carta, en la que se defiende la doctrina de la
justificación por la fe sin las obras de la ley contra sus detractores (sean legalistas o libertinos), no pasará desapercibida
por Dios, sino que será definitivamente tomada en cuenta.
[10]. Por tanto, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos … Otra vez lo negativo—“No se cansen”,
“No se desmayen”—es seguido por lo positivo, “Hagamos bien”. El perseverar en las buenas obras como un producto de la
gracia es algo que Pablo constantemente está instando (3:3; 5:7, 18, 25; 6:2). Dios preserva a su pueblo por medio de la
perseverancia de ellos. El poder para perseverar procede de él; la responsabilidad es de ellos. Por consiguiente, mientras
tengamos oportunidad—y dado que la tenemos—hagamos bien a todos en cada y toda oportunidad que se nos presente.
El creyente ha sido puesto en la tierra con ese propósito. La mejor forma de preparar para la segunda venida de Cristo es
usar al máximo toda oportunidad para servirle. Además, este servicio debe rendirse a todos sin tomar en cuenta la raza, la
nacionalidad, la clase, la religión, el sexo o cualquier otra cosa. Así como el amor activo de nuestro Señor traspasó fronteras
(Lc. 9:54, 55; 10:25–37; 17:11–19; Jn. 4:42; 1 Ti. 4:10), el nuestro también debe hacerlo. Sin embargo, esto no significa
que no haya áreas de preocupación especial. Esto ha de esperarse. Los padres, por ejemplo, tienen un deber para con sus
vecinos, pero su primera obligación es para con sus niños. Lo mismo sucede aquí. Pablo dice: y especialmente a los que
pertenecemos a la familia de la fe. En esto también debemos imitar a nuestro Padre celestial, “que es Salvador de
todos los hombres, especialmente de los que creen”. Para la explicación de este texto, véase C.N.T. sobre 1 Ti. 4:10. Nótese
bien la expresión, llena de consuelo, “la familia de la fe”. Todos los creyentes constituyen una familia, “la familia del Padre”
(véase C.N.T. sobre Ef. 3:14, 15). Véase también 1 Co. 3:9; Ef. 2:19; 1 Ti. 3:15; y no nos olvidemos del Salmo 133. Con la
expresión “la familia de la fe” se indica a quienes participan del evangelio. En cuanto a la ayuda material, ¿no sería del todo
probable que esta “familia de la fe” misma fuese la que estuviera en mayor necesidad de ayuda?

Comentario de 1ª a los Tes. 4: 3–8. A causa del problema exegético envuelto en los versículos 3–8 y con el propósito
de hacer ver la relación de las varias partes entre sí y a la vez con el todo, se hace necesario presentar estos seis versículos
juntos, como una unidad, y hacerlo en tal forma que estas relaciones salten a la vista de inmediato.
Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación,
(a) que os abstengáis de inmoralidad,
(b) que cada uno de vosotros sepa cómo tomar esposa para sí en santificación y honor, no en pasión de
concupiscencia como los gentiles que no conocen a Dios;
(c) que (nadie) se propase de lo que es decoroso y defraude a su hermano en este asunto, porque vengador
es el Señor en todas estas cosas, como anteriormente os hemos dicho y testificado solemnemente. Porque
no nos ha llamado Dios a inmundicia sino a santificación. Por tanto, el que rechaza (este mandato), no
rechaza a hombre sino a Dios que también os da su Santo Espíritu.
Así pues, queda en evidencia de inmediato, de acuerdo a la más simple construcción (también la más lógica según
creemos) que las palabras Esta … voluntad de Dios … vuestra santificación está en aposición.
Las tres clausulas coordinadas (a, b, y c) se agregan para posterior ilustración (en otras palabras, son cumbres del
concepto vuestra santificación. (Véase también en el versículo 9.) Están en aposición con ella y le dan cierta aplicación
limitada. También (b) arroja luz sobre (a), (a) sobre (b), (c) sobre (b), y (b) sobre (c). Aunque (b) y (c) son paralelas entre
sí y en cierto sentido también con (a), sin embargo, pueden ser consideradas como ofreciendo una ilustración específica de
(a).
La cláusula “porque vengador es el Señor en todas estas cosas …” modifica a (a), (b), y (c) como las palabras mismas
todas estas cosas lo indican. El sentido de la cláusula es: Dios venga la inmoralidad, y en particular, el tomar una esposa
en pasión de concupiscencia, y la maldad de propasarse de lo que es justo, el defraudar al hermano en asuntos de relaciones
maritales. Dios castiga al hombre que rehúsa caminar por la senda de la santificación. Esto es verdad, “porque Dios no nos

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llamó a inmundicia sino a santificación”. La cláusula final—“Por tanto, el que rechaza (esta instrucción) no rechaza a hombre
sino a Dios que también os da su Santo Espíritu”—revela que por cuanto fue Dios mismo que nos llamó en relación con la
santificación, quien se oponga a su amonestación, se opone rotundamente a él (véase C.N.T. sobre Juan 13:20; cf. 1 Sa.
8:7; Lc. 10:16), y es tanto más reprensible por cuanto el autor de la santificación es a la vez el gran don de Dios a la iglesia.
De lo que precede, entendemos que Pablo está discutiendo un asunto, no dos. Está discutiendo la santificación, y aquí
en los versículos 3–8, en forma especial, el deber de cada uno de abstenerse de inmoralidad, como la que practican, por
ejemplo, aquellos que en lugar de tomar una esposa y de hacerlo en forma tal que resulte en armonía con los requerimientos
de la santificación, se dejan llevar por la lujuria; o, indiferentes a los límites de la decencia, entran en relaciones ilícitas,
clandestinas, con la esposa o la hija de su hermano. Aunque el hermano que ha sido víctima de tales artimañas y así
defraudado, no llegue nunca a descubrir el mal que fue hecho en contra de él, existe, no obstante, un Vengador, Dios (cf.
Lv. 25:14, 17; Sal. 94:1). Esto lo había declarado Pablo en forma solemne cuando aún estaba con ellos. Ojalá que los
creyentes de Tesalónica, tan recientemente convertidos de un mundo en que semejantes prácticas pecaminosas
prevalecían, tengan presente que fueron llamados para salir del mundo, y no con el propósito de cometer inmundicia. Que
el llamado está en relación con la gran obra de santificación que el Espíritu Santo, don de Dios a la iglesia, está realizando
en sus corazones. Respecto al nombre, carácter, venida, y obra del Espíritu Santo véase C.N.T. sobre Juan 14:16, 17, 26;
15:26; 16:7, 8, 13–15.
Esto, en breve, parece ser el claro significado de todo el pasaje (versículos 3–8). Existen, no obstante, ciertos traductores
y comentadores partidarios de un punto de vista, que en un aspecto importante difiere radicalmente del nuestro. Su
perspectiva equivale a lo siguiente: que Pablo en este breve párrafo condena dos vicios, que son inmoralidad y prácticas
deshonestas en los negocios. El versículo 6 lo traducen entonces como sigue (o en este orden): “que nadie se propase y
engañe a su hermano en negocios”. Creemos, sin embargo, que la razón la tienen los que traducen: “que nadie se propase
de lo que es decoroso y defraude a su hermano en este asunto”.
Nuestros argumentos para adoptar esta traducción, “que nadie se propase de lo que es decoroso y defraude a su hermano
en este asunto” son las siguientes:
(1) Cuando se inicia un tema con tanto sentimiento, y viene un brusco giro hacia algo totalmente diferente (como “en
negocios”), nos toma de sorpresa. Pablo está hablando acerca de la santificación, y en conexión a esto, sobre la abstención
de la inmoralidad y la inmundicia. La santificación, la inmoralidad, y la inmundicia, son las palabras claves de todo el pasaje
(versículos 3–8).
(2) El mandato, “que cada uno de vosotros sepa tomar (κτᾶσθαι presente infinitivo; por tanto, no es poseer, para lo cual
convendría más bien el tiempo perfecto) una esposa (literalmente vaso, que es un término usado también por los rabíes
para esposa) para sí en santificación y honor” indudablemente está apoyando la idea de que la πρᾶγμα acerca de la cual
Pablo habla en el versículo 6 es la de la pureza del sexo y relaciones maritales. Se debería elegir esposa para sí, y junto
con esto, el poder santificador de Dios que es la motivación para dar a la esposa la honra debida, lo cual debería ser una
realidad práctica. La maldad de defraudar vergonzosamente a un hermano (practicando la inmoralidad con su esposa o su
hija) en lugar de tomar honestamente una esposa para sí, es aquí fuertemente condenada.
(3) Nuestra interpretación recibe también el apoyo de Pablo cuando dice en otro pasaje que guarda cierto paralelo: 1 Co.
7:2, y cf. versículo 39: a fin de no caer en la tentación de cometer inmoralidad el hombre deber tener su propia esposa. El
matrimonio, además, ha de ser en el Señor.
(4) Los verbos a. propasarse, o atravesar o ser más astuto que (ὑπερβαίνω—ειν, que ocurren solamente aquí en el Nuevo
Testamento), ya sea usado intransitivamente (propasarse de los que es justo) o transitivamente (ser más astuto que o
engañar a fuerza de tretas al hermano), y b. tomar más que, tomar ventaja sobre, defraudar (πλεονεκτωε͂ιν), son muy
adecuados en conexión con las prácticas inmorales en cuanto a relaciones sexuales. (No es correcto pensar que solamente
se puedan aplicar a transacciones comerciales.) Tales pecados se practican comúnmente en secreto: el padre o el esposo
no sospechan lo que está sucediendo y sus derechos son pisoteados; está siendo defraudado. Pero Dios lo sabe, ¡y
procederá como vengador!
(5) En ningún lugar del Nuevo Testamento la palabra πράγμα significa negocio, sino que su significado es siempre cosa,
asunto (algunas veces, hecho, práctica).

Amén, para la honra y gloria de Dios.

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