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Alonso José Manuel Psicología en Educación

A-5603/1 Año 2020

Comentario: Primera y cuarta carta - Freire

Cuando leía las primeras cartas que Paulo Freire publicó en “Cartas a quien
pretende enseñar”, se me hizo inevitable pensar en esta experiencia que la
cátedra propone de comentar algunos textos sugeridos.

En la primera de las cartas, Freire resalta la importancia de la lectura, tanto la


que corresponde a los textos inscriptos en la currícula pedagógica como a la
lectura del “mundo”, del contexto sociocultural. Considero que en este ejercicio
de lectura-escritura estamos siguiendo esta indicación: leemos textos y
construimos un comentario que implica también una lectura del contexto (la
pandemia de Covid-19). También vale remarcarse la afirmación que hace
Freire hacia el final de la carta: “no es posible leer sin escribir ni escribir sin
leer”. Me parece importante tomar en cuenta esta forma de entender
recíprocamente los actos de lectura y de escritura, entenderlos como
interdependientes en el proceso de aprendizaje. Si sólo hiciésemos lecturas
profundizaríamos el lugar pasivo del educando, haciéndolo depositario de un
saber ya constituido en posesión del educador. Por el contrario, al escribir no
sólo hacemos un trabajo activo de asimilación del contenido; la escritura se
presenta también como la vía para que los saberes ya cristalizados se
resignifiquen según las particularidades de cada educando y del contexto
sociocultural, y para que se produzcan saberes nuevos. En otras palabras, para
que el saber no quede disecado en letra muerta (o letra sagrada) y se lo aborde
en su dinámica, en su condición de incompletud que hace de los saberes algo
inconcluso, abiertos a nuevas adiciones, supresiones, reestructuraciones,
resignificaciones. En resumen, hacer del saber algo vivo a través de la
escritura.

En la segunda carta Freire reivindica el derecho a tener miedo, en el sentido de


que es natural y hasta esperable que dentro de nuestra cultura nos topemos
con imperativos prefabricados sobre cómo se debe leer un texto, cómo
interpretarlo, en qué margen de tiempo debe hacerse, etc. Al miedo no se lo
debe negar, por el contrario, hay que interrogarlo para conocer sus causas y
desde allí poder desarticularlo.
Alonso José Manuel Psicología en Educación
A-5603/1 Año 2020

Lo que plantea Freire rompe con una concepción que podríamos llamar
“intelectualista” del conocimiento y del aprendizaje. Con esto me refiero a que
extiende las fronteras del aprendizaje, de la lectura y de la escritura, más allá
del campo de lo meramente mental y toma también en cuenta los factores
afectivos, intencionales, corporales. El acto de aprender no es algo susceptible
de adjudicarse a uno de los dos polos que componen el dualismo mente-
cuerpo, como si sólo aprendiésemos “con la cabeza”. Esta idea mentalista del
aprendizaje creo que va de la mano con la manera bancaria de entender la
educación, como mera transmisión de datos, excluyendo toda la dimensión
humana, relacional y afectiva que hay en el vínculo educador-educando.

El hecho de revalorizar y atender al papel del miedo en el proceso de aprender


es algo que se hace inevitablemente necesario hoy, frente al contexto socio-
histórico que estamos viviendo.

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