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CARRETERA

DE MAR
De Omar Sorroza

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19 de julio de 2016

PERSONAJES

A= Él, Tiburón.

B= Ella, Brisa.

PARACAIDISTA= Paracaidista

DON CHUY= Don chuy

CHITO= Abuelo de ella

LICHA= Abuela de ella

PADRE= De él

MAMÁ= De él

TITA= Mamá de ella

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VOLAR ES VIVIR

En un avión.

B: Siempre quise estar aquí.

A: ¿Aquí?

B: Y aquí estamos.

A: Me duele el estómago.

B: ¿Tienes miedo tiburón? ¡Collón!

A: ¡Collona!

B: Siento el vacío.

PARACAIDISTA: ¿Listos?

B: Una…

A: Dos…

B: Y media…

A: Para…

B: Las…

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B/A: Y/de… (Se miran)

PARACAIDISTA: Ya es hora.

B: ¿Qué?

A: Es hora de irme.

B: No digas eso que se atrae. ¿Te quieres morir o qué?

A: A veces hay que aprovechar el mejor momento para decir lo peor.

B: ¡¿Eso qué Tiburón?!

A: Escucha. (MOMENTUM) Esto es lo último que haremos juntos

B: ¿Cómo?

A: Tengo que irme lejos.

B: Voy contigo.

A: Lejos de ti.

B: ¿Qué?

(FINAL MOMENTUM)

PARACAIDISTA: ¡Ya es hora! ¡Hay que saltar!

A: Dame la mano.

B: No lo haré.

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A: ¿Qué?

B: Puede saltar usted con él.

(MOMENTUM)

A: Perdóname.

B: ¿Estas bromeando verdad?

A: Nunca te prometí quedarme.

B: ¿Qué pasa tiburón te me estás retornando? ¿Vas a frenar? Acuérdate, no hay retorno.

A:¡Estamos al límite del tiempo!

(FINAL DEL MOMENTUM)

PARACAIDISTA: ¿Se van a lanzar o no?

B: Lánzate collón, vete al diablo.

A: …

B: Vete a la mierda.

A: …

B: ¿No vas a decir nada?

(MOMENTUM)

A: Te amo.

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B: ¿Me amas? ¿Desde cuándo tú conoces el amor, cabrón?

A: Desde que te conocí.

B: Una vez más: ¡vete a la mierda!

(FINAL DEL MOMENTUM)

A: ¡Mi pescadora hermosa!

B: Lo sabía, lo sabía, lo sabía…

A: Fue un placer.

PARACAIDISTA: Con una chingada ¿van a saltar o no?

A: Regresaré por ti.

B: Ya no estaré para ti.

(CAÌDA CAMARA LE NTA)

LA BOCA DE DON CHUY

Un pequeño puesto de pescados a la orilla del mar.

B: Ahí viene Chuy, hay que preparar la paciencia y los oídos… ¿Qué pasó Chuy? ¿Qué te

voy a dar?

DON CHUY: Lo mismo de siempre Brisa.

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B: Medio de pulpo y uno de camarón cómo no.

DON CHUY: Si chula, ya no se puede comer otra cosa… no si las enfermedades están que

para que te cuento… fíjate que el otro día yo iba caminando por el maleconcito y que se me

antojan unos tacos de camaròn con pulpo y entonces que me meto al puesto de don Pepe…

B: ¡Ay qué boca tan grande tiene el chuy! yo creo que por eso habla tanto… pero sí

también tiene unos dientones ¿cómo se le habrán caído los dos de enfrente? … ¿En qué

aprovecha su tiempo el Chuy? ¿Realmente hace lo que quiere? Yo creo que el sueño del

Chuy es ser locutor…

CHUY: ¡Y que le cae el àrbol encima!

B: pos con esa boca… Si yo pudiera ser otra cosa, sería bailarina, derechita derechita

caminaría. Me movería finamente. Todos los días peinaría mi cabello, bien recogidito y

luego giraría y giraría hasta despeinarme como una gran loca. Me movería como el viento y

no como pez moribundo. Danzaría con el mar al son de las olas, mi corazón sería el sol y el

viento mi respiración. Entonces sí, explotaría con suavidad y coraje. ¡Ay Brisa! Y esas

palabras de dónde las sacaste.

CHUY: ¿Verdad que sí Brisa?

B: Claro Chuy, así es la vida…

CHUY: ¿Entonces què, Brisa? ¿Cuàndo me aceotas una salida al baile?

B: ¿Así es la vida? Pescar, vender y chingarnos ¿es vida? No pues entonces ¿qué es la

muerte? ¿Cómo se irá a morir el chuy?

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CHUY: Te bailo lo que quieras. ¡Una bachatita, salsa, cumbia, norteño, banda!

B: ¿Será de sopetón o lenta y agonizante? Yo le deseo que sea de sopetón, no es que le

desee el mal pero a veces las mejores cosas que suceden son de sopetón. Cuando a mi algo

me sorprende digo: ¡Sopetón!

La vida va rápida como la boca del Chuy pero a veces es necesario parar de sopetón y

mirar. Mirar el sol, los colores del cielo, la forma de las nubes, la piel de los árboles, una

sonrisa, la boca del Chuy…

DON CHUY: ¿Entonces què chula, aceptas?

B: Así es la vida, Chuy.

DON CHUY: ¡Ay Brisa, andas enamorada!

B: No Chuy, no hay tiempo para eso.

DON CHUY:¿Cuánto te debo?

B: Lo de siempre.

DON CHUY: (AGARRÀNDOLE LA MANO) Para todo hay tiempo…

B: Que te vaya bien, Chuy.

LA PISTOLA

Él y su pistola.

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A: Recorrer con mis dedos, con la yema de mis dedos tu piel. Me gusta la velocidad, la

velocidad que sale de ti. (Él dispara… muchos disparos) Me excita. (La examina) Pensar

que la primera vez que te vi me diste miedo. Qué estupidez. ¿Miedo de qué? ¿A qué?

Recuerdo que él te llevaba ceñida al abdomen como patita de conejo. Yo te tenía envidia…

estar con él, todo el tiempo, tú ceñida y yo vagando. Creo que mi padre te quería más que a

mi madre y a mí. Y no lo culpo. Tú vales más la pena que nosotros. Que cualquiera de

nosotros. Tú tienes el control de todo y de todos. Aunque no te creas mucho, yo tengo tu

control. (Se pone la pistola en la cabeza) Dispara… a ver, dispara… ¿qué pasa? ¡Dispara!...

¿no vas a hacerlo?... dispárame… ¡dispárame puta madre! ¿Qué estás esperando… te da

miedo? eres una puta collona. Lo ves, tú puedes manejar el mundo pero yo te manejo a ti.

Vamos, alégrate que hoy es el día, ¿lista?

LLAMADA

A: De acuerdo…

¿Estás seguro de que está ahí?...

¿Solo él?...

Está bien, algo se me ocurrirá…

¿Tienes listo lo que te encargué?...

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Tu parte la tendrás cuando hayas acabado…

Yo prometo y cumplo. Tú cúmpleme y ya está…

Nada puede fallar, ¿entendido?

Bien. Voy para allá…

¿Que si estoy seguro?...

Tan seguro como los huesos de mis viejos.

TÉ CON EL ABUELO

B: ¿Cómo era ella?

CHITO: Una chulada de morenaza de fuego. Hombros fuertes y dorados por el sol. El pelo

largo y negro, onduloso, siempre andaba sonriendo… parecía una sirena.

B: ¿Y usted sabe cómo se conocieron?

CHITO: Bailando. Él la invitó a bailar y ya no la soltó.

B: ¿Y luego?

CHITO: Ya es hora niña, ve a tirar la mojarra.

B: ¿Cómo fue abuelo? Cuénteme. ¿Qué fue de ellos?

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CHITO: Ve a las mojarras, ándale.

B: ¡Chito!

CHITO: Creyeron enamorarse.

B: ¿Y por eso se fueron?

CHITO: El amor duele mija, te hace perder el control de ti mismo. Al amor se le respeta

igual que al mar. Tu madre se enamoró… y el amor la traicionó. ¡Ay de ti, si crees en él!

B: ¿En quién?

CHITO: Pues en el amor

B: ¿Qué pasó con ellos, abuelo?

CHITO: ¡Las mojarras chamaca!

CARRETERA EN TU PIEL

Al volante.

Recorrer con mis dedos, con la yema de mis dedos tu piel.

Me gusta la velocidad.

Me gusta recorrer kilómetros de carretera tras el volante.

Me gusta ver por el retrovisor carros que se quedan atrás.

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Me excita.

Odio los juegos mecánicos porque en ellos, mi vida y la adrenalina que surge no depende

de mí.

No tengo el control.

Nunca he estado en uno, me vale madres, lo imagino.

Por eso prefiero manejar.

Mi vida depende únicamente de mí. ¡De nadie más!

Odio las carreteras con topes, baches, grietas o cualquier cosa que afecte la velocidad.

Entre más velocidad, más cerca estoy de la nada.

200 kilómetros por hora y subiendo.

Acelerar a tope.

Muchas veces imagino que saliendo de la curva estará un pelotón de fusilamiento

tapándome la carretera, apuntando sus metralletas contra mi pecho. Quizás una hilera de

clavos pegada al concreto, o simplemente cien pistolas cargadas esperando a atacar.

Sinceramente eso no me da miedo, incluso me parece patético. ¡Háganlo! ¡Háganlo hijos de

puta! ¡Voy hacia ustedes, este es su momento! Si no freno, ¿qué? ¿Me matarán? ¿Sólo eso

y ya? ¿Es toda la creatividad que amerito? No definitivamente no le temo a frenar.

CURA CON SAL

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Disparo.

A: ¡Oye! Necesito ayuda.

B: …

A: ¡Por favor! no te vayas.

B: Tengo prisa.

A: Tranquila, no quiero hacerte daño. Me dieron un balazo, mira. Tengo que curar la

herida.

B: …

A: ¿Me puedes ayudar?

B: Ahorita regreso, voy por alguien que sepa curar.

A: ¿A dónde vas?

B: A mi casa… por las cosas.

A: Llévame contigo… Por favor, no creo aguantar hasta que vengas.

B: No puedo hacer eso.

A: ¿Por qué?

B: Al abuelo no le gustan las visitas.

A: ¿Ni siquiera porque me estoy desangrando?

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B: …

A: Sólo hazme un torniquete y ya está.

A: …

B: La sal del agua te ayudará a cicatrizar pronto. Es todo lo que puedo hacer por ti. Me

tengo que ir.

A: ¿Tienes algo de comer?

La mujer saca un pescado crudo. Se lo avienta. Sigue su camino.

AGUA CALIENTE

En la playa.

B: ¿Qué?

A: Nada.

B: ¡¿Qué!?

A: Nunca pensé estar aquí.

B: ¿Aquí?

A: Así.

B: ¿Así como?

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A: Así. Tranquilo. Sentado con alguien.

B: ¿Me dirás que nunca has estado con alguien?

A: Por supuesto, pero no así.

B: ¿Entonces?

A: Así, sin ningún pendiente. Sin querer estar en otro lado. Sin huir.

B: ¿Siempre andas huyendo?

A: La mayor parte del tiempo.

B: ¿Desde cuándo?

A: Desde que conocí a mi padre.

B: Cuéntame.

A: No.

B: ¡Cuéntame!

A: Eres una mujer muy terca. Es mejor así.

B: Quiero saber de ti… Me lo he ganado.

A: Mi padre fue un cabrón. Le clavaron seis balazos en la cabeza. Lo sé porque estuve ahí.

No sé cuántos años tendría, no importa, seguramente iba en sexto de primaria o primero de

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secundaria. Nos había llevado de vacaciones. Era la primera vez que lo veía. Me parecía

encantador.

Otro tiempo…

PADRE: ¡Deja ya a Manuela cabrón! Te van a salir pelos en la mano.

A: Yo no le hago eso jefe.

PADRE: ¡Ay chamaco! como si no conociera esos ojos hundidos. ¡Si yo también tuve tu

edad! Tarea de a diario era eso para mí. ¿A poco no se siente a toda madre?

A: No pá, a mí ni me gusta eso.

PADRE: Serás puñal entonces. Es normal mijo, que no te de pena. Nada más hay que

hacerlo con responsabilidad. Poco a poco… una, dos máximo al día, si no luego cuando

quieras estar con una vieja, mira, ya no paraguas.

A: Ni sé cómo se hace.

PADRE: Seguro.

A: … Oye… ¿y dónde te salen los pelos?

Presente…

Sí, lo había hecho. Había ido al hotel con la excusa de ir al baño, pero no. La verdad es que

vi a una morra en la playa y se me antojó. La recuerdo bien. Me llamó la atención porque

millones de pájaros volaban sobre ella (SE SUBE A LA MESA ESPANTANDO LOS

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PÁJAROS). Le picoteaban la cabeza. Ella lloraba e intentaba quitárselas de encima.

“¡Suelta la cubeta!” gritó mi jefe. Pero no obedeció. O no escuchó. O le valió madre y

siguió peleándose con las gaviotas. Sólo recuerdo su silueta perdiéndose en la inmensidad

del mar. Su falda meneándose de aquí para allá. El viento a veces se la alzaba. “¡Sopla más

fuerte!”; pensaba. “Déjame verle las nalguitas.” Y el hijo de la chingada parece que me

escuchó. Nunca antes había visto un calzón de mujer. Era de corazoncitos. Bueno, la verdad

no me acuerdo pero yo lo imaginé de corazoncitos mientras hacía lo mío en el baño del

hotel. Esa pequeña pescadora me desquintó. Sin siquiera saber su nombre, sin haber

cruzado palabra me hizo sentir la sangre en mis venas brincoteando por mi yugular, mi

corazón y mis ojos. Sobre todo mis ojos. Calambres en mis ojos… Después de eso mi papá

diciendo- “Te saldrán pelos en la mano.” “Mi mano no tiene un solo pelo.” “No seas wey,

ya te delataste.”

Y de pronto un estruendo. Dos. Seis. Agua caliente en mi frente, en mis ojos, en mis

manos, en mis pies, en mi paladar. Agua caliente de sangre escurriéndome por el cuerpo. Y

mi padre ahí tirado frente a mí. Y las olas del mar lamiéndole los pies. Y los pájaros

convocándose a dormir sin saber lo que ha ocurrido. Y yo corriendo por la playa sin rumbo.

Sin comprender absolutamente nada de este puto mundo. Y el mar y su vaivén…

¡Qué bonita pescadora!

BAILE BONITO.

CUANDO CREES QUE NADIE TE VE

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CHITO: Ándale mija, despierta que hay mucho que hacer.

B: Abuelo, ¿cómo se llamaba mi mamá?

CHITO: ¡Ya vas a empezar con tus preguntas!

B: ¿Era bonita?

CHITO: Sí, lo era.

B: ¿Y era feliz?

CHITO: Supongo que sí.

B: ¿La extrañas abuelo?

CHITO: Ya chamaca, se nos está juntando el trabajo. Dijo don Chuy que vendrían sus

hijos y la bola de nietos a verlo. Nos hizo un gran pedido. Hay que apurarse a descabezar el

camarón.

B: No te preocupes Chito, ahorita rápido lo hago.

CHITO: Ándale pues. Ahorita regreso hija, voy a descargar. Ya no te me andes

distrayendo. Atenta mija, atenta que esta vida no perdona a los tarugos.

B: Abuelo, anoche no llegaste a dormir.

CHITO: ¡Ah! Qué chamaca tan mirona.

B: ¿Dónde estabas?

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CHITO: Por ahí.

B: A mí se me hace que fue un problemita de faldas.

CHITO: ¡Brisa!

B: No, si doña Betty como que te busca mucho, ¿no abuelo?

CHITO: Estaba con Don Chuy, mija. Nada más. Ándale, ahorita regreso. ¡Atenta!

El viejito se va.

B: La extraña. Sí, sé que la extraña. Es evidente. Si yo llegara a ser madre y mi hijo se me

va, lo extrañaría. Dicen que perder un hijo es el dolor más fuerte que una persona puede

pasar. Por eso no tiene nombre. Si pierdes un esposo, eres la viuda. Una mamá, el huérfano.

Pero un hijo… innombrable… Qué tonterías estoy pensando. Yo no voy a tener hijos. Que

detestable tener que andar escuchando sus berrinches en la madrugada. No, eso no es para

mí. Prefiero seguir escuchando el mar por el resto de mi vida. (Imita el ruido del mar) Las

olas, las gaviotas, el sol, los colores del cielo, las nubes... esa parece un tiburón… Imagino

algunos labios acercándose… (Juega con el pescado a los besos) ¿Qué color, temperatura?

¿Cómo se moverán y me besarán?… (A lo lejos, B. La pescadora lo ve) ¡Sopetón!

¡Sopetón! ¡Sopetón! … ¿Es él? Otra vez él… ¿Me está viendo?... sí, me está viendo…

¡rayos! no me peiné. Tranquila, tu sigue haciendo lo que estás haciendo… no lo veas… ¿Ya

se va?... No, todavía no. ¿Qué me ves? ¿Nunca habías visto a una mujer descabezando

camarones?... Deja de verme… Este no es de por aquí. Lueguito se le ve que no es de por

aquí. Enchamarrado en la playa… ¿Que estará haciendo por aquí?… Me gusta su mirada,

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es como... (Ve la nube de antes) Pues si va a estar ahí paradote viéndome es mejor que sepa

qué es lo que quiere...

DONDE SE ENCUENTRAN LA TIERRA Y EL MAR.

B: ¿Y tú?

A: ¿Y yo?

B: Sí, ¿qué me ves?

A: …

B: ¿Tengo moscas en la cara o qué?

A: …

B: Yo sé que sí, pero ¿qué? En este mundo todos tienen moscas.

A: Concuerdo contigo.

B: ¿No eres de por aquí verdad?

A: No.

B: ¿De dónde eres?

A: De ningún lado.

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B: ¿Cómo qué no? Todo el mundo es de algún lado. Yo, soy de aquí, de la playa, del mar y

las olas. Este es mi lugar. El puerto, el calor, el olor a pescado podrido, camarón seco,

sudor; este es mi lugar, y no reniego de él.

A: …

B: ¿Y qué? ¿De dónde vienes acostumbran a espiar a las personas?

A: ¿Cómo?

B: Sí, a ver a las muchachas y hacerse los que no.

A: No sé de qué me estás hablando.

B: Mira tiburón, ya te vi que me has estado cazando desde hace varios días. Aunque parece

que no, yo me doy cuenta de todo. Mis pájaros me vigilan. Ellos me cuentan todo. ¿Qué?

¿Te apetezco? ¿Te apetezco tiburón? … eso es, el tiburón está cazando al indefenso

pececito para devorárselo todito completo ¿no es así?

A: Déjame en paz.

B: Pero lo que no sabe este tiburón es que a este pez no le dan miedo los tiburones. Sabe

cómo lidiar con ellos. Domarlos incluso. Así que si este tiburón no quiere verse devorado

por este pececito, es mejor que le llegue y no este alardeando por aquí porque no

conseguirá nada.

A: Sólo te quería agradecer.

B: ¿Qué dices?

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A: Sí, la otra noche me ayudaste.

B: …

A: Con la bala.

B: ¡Sopetón!

A: ¿Qué?

B: ¡Nada! Eras tú. Creí que habías muerto.

A: Un tiburón no muere tan fácil.

B: Así es, pero ese día a penas y eras un pequeño pececito asustado.

A: Al perecer me he recuperado.

B: Al parecer…

A: …

B: Me tengo que ir.

A: Toma.

B: ¿Y ese dinero?

A: Por la comida que me diste.

B: Un pescado crudo no cuesta tanto.

A: Los favores sí. Tómalo.

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(Lo toma)

A: De la carretera. Soy de los caminos y la carretera.

CARRETERA EN TU PIEL

Al volante.

A: Recorrer con mis dedos, con la yema de mis dedos tu piel.

Me gusta la velocidad.

Me gusta ver por el retrovisor carros que se quedan atrás.

Me excita.

Entre más velocidad, más cerca estoy de la nada.

Vivo y veo la muerte.

Me seduce.

Te veo.

Me seduces.

Pienso.

Tú, lo maravilloso de tu ser.

No conduce a ningún lugar.

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“Pinche chamaco, te dije que la ventana no.”

“La ventana, no.”

Pienso.

Acelero de reversa.

Me alejo de ti.

Nuevamente la carretera y yo.

200 kilómetros por hora y subiendo.

¡Adiós a todos!

Te veo.

Ahora no huyo.

Te examino.

Un pensamiento me atraviesa.

Picotea mi cabeza.

Quiero recorrer los caminos de tu ser.

Acelerar a tope.

Morirme ahí, en ti si es necesario.

Este vértigo me toma por el lado más vulnerable de mi miedo.

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No tengo control.

“Odio los juegos mecánicos”, recuerdo.

Tu piel me incita a acelerar.

Todo va a mil por hora.

No sé quien conduce.

No veo nada más que a ti.

El viento en nuestros cuerpos.

Me fascina la velocidad. Tu velocidad.

Accidente atroz.

LA CAZA

Un puesto de pescado. Un viejo. Una mujer. Muchos pescados .Moscas. Silencio.

CHITO: …

B: …

CHITO: …

B: …

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CHITO: Tita. Así le decíamos. Era muy guapa. Ya te lo he dicho antes. Todas las personas

que venían al puesto la chuleaban…

B: …

CHITO: … Le gustaba enterrarse en la arena. Eso era lo suyo. A las 5 de la tarde en punto

ya estaba metida en un hoyo en la playa viéndome con sus ojos pispiretos para que la

enterrara. A veces, cuando no había mucha venta tardábamos más en recoger el puesto y

Tita empezaba a llorar… ¡Berrinchuda la mujercita!...

B: Como yo.

CHITO: Como tú… Una vez se perdió en la playa. Ese día la venta estuvo peor que

nunca. Tu abuela no pudo vender ni dos camaroncitos y tuvimos que tirar toda la

mercancía. No teníamos más que 20 kilos de pescado para regresar a la casa y mucho en

que pensar. Cuando de pronto dejé de escuchar sus gritos…

Otro tiempo…

CHITO: ¡Tita!... ¡Tita!... ven para acá chamaca... ¿Has visto a la niña?

LICHA: No. Creí que la estabas viendo.

CHITO: Voy a buscarla, termina de recoger, ahorita regreso.

CHITO:…y me fui por toda la playa gritándole. Le pregunté a todas las personas que

pasaron si no habían visto a una niñita morenita, pelo chino corriendo por ahí, y nadie me

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dio razón de ella. Corrí de punta a punta. Llamé a la policía, a los salvavidas y nada. Pensé

que se la había tragado el mar…

CHITO: ¡Tita! ¡Tita!

LICHA: Lencho, cálmate.

CHITO: Mi niña Licha, nuestra niña. No puede perderse, tiene que estar en algún lugar.

LICHA: ¡Lencho! Ven acá… ¿Y si fueron ellos?

CHITO: ¡Cállate! No hay manera. Debe de estar por aquí.

LICHA: La cosa está muy caliente Lencho.

CHITO: Mi niña está por ahí perdida. Eso es todo.

CHITO: y de pronto, entre los gritos de todos, la risita de tu madre.

Risitas. Risas provenientes de un monto de arena. La multitud se acerca lentamente.

TITA: ¡Bu! ¡Te gané papá, no me encontraste!

CHITO: ¡Tita!

TITA: Te tardaste mucho papá. Ya se me habían dormido las piernas.

CHITO: Perdóname mija, es que te escondiste muy bien.

TITA: No sabes buscar papá, estaba frente a ti.

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CHITO: lo sé mi niña, no sé buscar…

Regreso al presente…

B:. ¿Eso hizo mi mamá? … Me hubiera gustado conocerla… ¡Mi mamá!

CHITO: En eso también se parece a ti.

B: Pero yo no era tan buena escondiéndome.

CHITO: Lo que pasa es que yo me volví un experto buscando…

A: Me das medio kilo de camarón.

B: ¡Sopetón!

CHITO: Ya no tenemos camarón.

A: Entonces, dame dos de lo que me diste la otra noche.

CHITO: Yo le estoy despachando. Dígame, ¿qué le dio la señorita la otra noche?

A: No sé…

B: Mojarras abuelo.

CHITO: Dos mojarras para el joven entonces.

A: Muchas gracias señor. ¿Cuánto le debo?

CHITO: Cien pesos para usted.

B: Hay que pesarlas abuelo.

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CHITO: El joven sabe que le estoy cobrando lo que es. Cien pesos joven.

A: Claro que sí. Aquí tiene.

CHITO: Gracias, que le vaya bien.

A: Igualmente… adiós.

B: Hasta pronto…

CHITO: ¿Qué se trae usted con ese?

B: Nada Chito.

CHITO: ¿Cómo que nada? Dígame porque qué yo sepa en la noche el puesto ya está

cerrado y no se le vende mojarras a nadie. ¡Contésteme! ¿Por qué la veía así ese?

B: No sé abuelo. Lo único que pasó fue que el otro día que fui a tirar las sobras al puerto

me lo encontré tirado en la arena muerto de hambre y le aventé un pescado, es todo.

CHITO: Mira chamaca, yo no sé si me estás mintiendo o no, pero nada más te advierto que

a personas como ese no las quiero en mi puesto ni en mi familia, ¿me oíste?

B: Estás exagerando Chito.

CHITO: Haz caso a lo que te digo chamaca, personas como ese son peligrosas.

B: Yo no lo veo peligroso, abuelo.

CHITO: Son narcos, Brisa, matones, gente maldita de la que no te puedes fiar, entiendes…

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B: …

CHITO: Uno de esos se llevó a tu madre. Por uno de esos no conoces a tu madre chamaca.

Esos malditos me la quitaron. No quiero que pase lo mismo contigo… así es que si ese o

cualquier otro de esos vuelve a venir, no tenemos nada, ¿está claro?

B: Sí.

CHITO: Y las menos palabras posibles.

B: Sí, abuelo.

TORTURA

PURA ACCIÓN

A. A y un hombre. A, un hombre amarrado. A y un hombre amarrado suplicando. A y un

hombre amarrado suplicando por su vida. A y un hombre amarrado suplicando por su vida

en un cuarto vacío. A y un hombre amarrado suplicando por su vida en un cuarto vacío

muy caluroso. A y un hombre. Penumbras, gritos, agonía, placer, risas… más agonía. Así

la vida.

LLUVIA EN LA VENTANA

A: De acuerdo…Entendido…Voy para allá…

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B: ¿Quién era?

A: Trabajo.

B: ¿Exactamente qué haces?

A: Tengo que irme.

B: …

A: Sólo serán unos días.

B: …

A: Superviso mercancía. Es lo que hago. Reviso que la mercancía llegue a su destino. Que

llegue completa. Recibo la paga y se la deposito al patrón. Es todo.

B: ¿Qué mercancía?

A: …

B: Tenía razón el abuelo.

A: Esto es algo que no elegí, de acuerdo.

B: Cada quien elige lo que quiere hacer.

A: ¿Segura?

B: …

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A: En esta vida las cosas no son así. Al menos no para todos. A mí me tocó hacer esto y ni

modo. ¿Qué te gustaría ser? Si dejaras a un lado los pescados… ¿Qué serías?

B: No sé, nunca he pensado en eso.

A: Sí sabes, piénsalo, Si tuvieras la oportunidad de ser algo más, lo que sea, ¿qué serías?

¿Doctora? ¿Abogada? ¿Actriz? ¿Cantante? ¿Presidenta de México?

B: ¡No! ni lo mande dios… Bailarina.

A: ¡Bailarina!

B: Sí, imagino mi cuerpo moviéndose como el mar. Volando como las gaviotas. Siempre

que estoy en el puesto me quedo viendo el horizonte y me imagino eso… ¡No te burles!

A: No lo hago… creo que serías muy buena.

B: ¿Y tú?

A: Piloto.

B: ¡¿Piloto?!

A: De la Náscar…Me gusta la velocidad. Ir muy rápido por todas las carreteras posibles.

Rebasar carros. Tirar del volante en las curvas… Nunca dejo que ningún carro me rebase.

Nunca freno, nunca he pensado frenar… Bueno, sólo una vez… sólo una vez desee frenar.

Lo quise tanto como un niño que espera la llegada de Santa Claus. Tanto como la llegada

de “nuestro salvador Jesucristo”. No pudo ser más ridículo…

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B: Cuéntame.

A: Era tarde, llovía. Yo miraba las gotas escurrir por la ventana. “Parece que el cielo

llora” le dije a mi madre. No prestó atención.

Otro tiempo…

A: De verdad madre, venga a ver, parece que el cielo llora.

MAMÁ: ¡Deja de estar mirando!, te he dicho muchas veces que en esta casa está prohibido

asomarse por la ventana.

A: ¡Pero el cielo llora!

MAMÁ: Mira chamaco, te lo voy a decir solo una vez y espero te quede muy claro para

que no estés preguntando o imaginando cosas; el cielo no llora, no puede llorar porque no

está vivo. Si llueve es porque las nubes se llenan del agua que se evapora con el sol, y

cuando chocan tiran el agua que llevan dentro. Tan sencillo como eso, ¿entiendes? Es

básico. Así que deja tus cursilerías a un lado y quítate de la ventana de una vez por todas.

A: Mamá, pero el cielo llora, mire, nunca había estado así, tan gris.

MAMÁ: Chingado chamaco, que te quites te digo, no ves que te pueden ver y…

A: …Y al poco tiempo cinco sombrerudos ya estaban dentro de mi casa, golpeando a mi

madre. Tumbándole los dientes, descuartizándola a machetazos. Yo miraba escondido en el

sillón…

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MAMÁ: ¡No salgas de aquí, no grites, no llores, no respires! Quédate aquí pase lo que

pase, hasta que todo haya acabado. Pinche chamaco, te dije que la ventana no. Ojalá nunca

seas como tu padre, aunque sería lo mejor que pudieras hacer en la vida.

Presente…

A: …Y me abrazó… Qué fugaz resulta ser el último abrazo de una madre.

Hijos de puta; no tuvieron ni la decencia de dejarla sentir miedo. Llegaron y la mataron

como una mugre mosca. Todo reventó. Su sangre caía lentamente al piso, como… como

una ola de mar, de mar en cámara lenta. Temblé. Quise gritar, salir y matar a todos. Quise

ser grande y golpearlos hasta que mis puños se deshicieran. Quise revivir a mamá. Besarla

como nunca lo había hecho. Desee tanto regresar el tiempo y ser obediente, el morro más

obediente. “La ventana no, la ventana no”. Pero sólo me limité a temblar y guardar

silencio. Es parte de nuestra naturaleza.

Después de eso salí corriendo, nunca volví. Nunca volví a frenar. Nunca más las gotas de

lluvia escurriendo por la ventana. No me gusta. La vida tiene que ir rápido, a mil por hora,

nunca frenar. El mayor error de los hombres es que frenan cuando esta chingadera que

tenemos aquí arriba comienza a palpitar su lucecita roja y nos hace frenar. Ahí vale madre

todo. Viene la duda, la compasión, la vergüenza, la infelicidad… Yo por eso nunca freno,

¡que la curva me agarre por los huevos porque no voy a frenar!

B: Tranquilo tiburón, ahora tendrás que hacerlo porque esta mujercita que tienes a tu lado

te lo pide, no, no te lo pide, te lo exige.

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A: ¿Ah, sí?

B: Sí.

A: Esta bien mujercita… ¡vámonos!

B: ¿A dónde?

A: Lejos.

B: ¿Qué tan lejos?

A: Muy lejos.

B: No puedo.

A: Sí puedes

A/B:…

A: Y lo harás.

EL MUNDO NO MERECE HABLARSE CON AMOR

Pura acción

Él duerme en algún rincón. O lo intenta. O finge dormir. Eso. Finge estar dormido. Se

engaña con eso de querer dormir. No duerme. No quiere dormir. Vigila. Parece esperar

algo. ¿O alguien? Eso es. Espera a alguien mientras finge dormir. No quiere ser

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descubierto. Su objetivo hace dos horas que entró a una lujosa habitación de hotel. No

entra solo. Una bella mujer lo acompaña. Por eso podemos deducir que su objetivo

tampoco duerme. Aún es temprano. El objetivo estará muy ocupado. No queda más que

esperar. ¿Dos horas? ¿Tres horas más? Eso depende en realidad de cómo ha tratado la

vida al objetivo. B recuerda aquella última conversación con su padre. Ríe. Saca su

pistola.

A: Te he descuidado mucho este tiempo. Lo sé. No creas que me he olvidado de ti. Eso

nunca. Sé perfectamente lo que queremos. Lo que hemos querido siempre. No existe nada

en el mundo que cambie eso… ¿Me crees, querida? Nunca te mentiría. Simplemente no sé

qué pasa conmigo últimamente... Nada, no pasa nada conmigo, todo está bajo control. Lo

que estoy haciendo es mera estrategia ¿entiendes? Tenía que hacer algo mientras me

recuperaba y pudiéramos volver a lo nuestro… Conocer la rutina de la víctima, calar sus

movimientos; a qué hora llega, a qué hora se va, cuánta gente lo acompaña. No tengo

porque darte explicaciones. Entre nosotros dos yo soy el que manda y decide cómo

proceder con nuestros asuntos... ¿Lo ves? Ahora es el momento. Tenemos una gran

oportunidad frente a nosotros; por favor, no me falles porque quizás no tendremos otra.

Es sólo que… estoy confundido. Nunca había sentido esto… fragilidad… duda… Sé que

estás pensando que valí madre, pero no, no es así, sencillamente porque el mundo no se

mueve así. El puto mundo no se mueve con amor ¡Y qué bueno! Imagínate que los

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matones más pesados del país mataran con abrazos. O que las protestas hacia nuestro

querido presidente fueran amorosas:

PROBAR NO DECIR ESTO:

“Estimado señor presidente, antes que nada quisiéramos felicitarlo por el gran

trabajo que ha tenido estos 4 años de gobierno. No tenemos intenciones de agobiar

su tranquilidad, solo necesitamos recordarle que debemos hacer algo para reducir

el índice de violencia e impunidad que rige nuestro país. Estamos seguros que su

impresionante coeficiente intelectual, y sobre todo, su gran corazón, reivindicarán

el camino de nuestro México hacia el bien.

Sin más que decir, le damos las gracias y le mandamos un cálido abrazo.

Con amor, EL PUEBLO”.

No, qué porquería. Lo que este país necesita para mejorar son huevos, palabras sucias,

enfrentamientos, sacrificios, sangre… Mandar a matar a todas las ratas muertas de hambre

que están devorándose este intento de sociedad. No amor. No ceguera. Eso es una

verdadera vulgaridad y no mi situación. Así que no me mires así, sabes que tengo razón. El

mundo no merece hablarse con amor.

Él calla. Carga cartucho. Baja del auto. Cierra la puerta. Mira a los lados. Respira.

Camina sigiloso. Corre. El objetivo ha salido y en este momento es encañonado por la

cabeza. Tensión. Todo pronto acabará. Suben al auto. Se van.

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PLAN

B: Llévame contigo.

A: ¿Qué?

B: Vámonos lejos.

A: Creí oírte decir que no podías hacer eso.

B: Creí escucharte afirmar que lo haría.

A: No tengo un lugar donde llevarte. Voy a donde se me pide, nada más.

B: No me importa. Si lo que nos toca es andar recorriendo todo el país en carreteras, eso

haremos.

A: Aquí tienes tu casa, tu puesto, tu familia…¿quieres dejar todo por nada?

B: Lo haré.

A: Qué más quisiera que mi vida fuera así de fácil. No tener esta puta necesidad de estar

escondiéndome todos los días. Cómo quisiera poder ofrecerte la mitad de las cosas que

tienes ahora…

B: ¿Y tú crees que esto es lo que quiero para mí? ¿Quedarme toda la vida tras un puesto de

pescados, haciendo la misma rutina interminable por el resto de mi vida? No tiburón, yo

quiero conocer el mundo, pisar otras ciudades, conocer otra gente, bailar…

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A: Eso no es lo que dijiste cuando te conocí.

B: No sé de qué me estás hablando.

A: “El puerto y los pescados, el olor a pescado podrido, camarón seco; este es mi lugar y no

reniego de él”

B: Sí, lo dije porque era lo único que conocía, lo único a lo que aspiraba; ya no. Ahora te

conozco a ti y contigo conozco el mundo entero. Mira, sé que esto es complicado, también

lo es para mí. Nunca pensé sentir…Esto.

A: ¿Qué?

B: Amor… o lo que sea que esté sintiendo… ¡soy una tonta, lo sé!... pero sí, lo siento, algo

que no había sentido nunca y me gusta. Me da miedo pero me gusta. El abuelo siempre me

advirtió de él; “El amor es un monstruo enorme y se le respeta como al mar” “El amor no

deja nada bueno” “No te dejes filetear por el amor”… bla, bla, bla. Siempre alejándome de

él. Y hasta ahora lo creía, o al menos eso me obligaba a creer. Pero ya no. Si el abuelo

quiere privarme de ello me tendrá que encerrar porque de lo contrario yo me voy contigo.

A: …

B: O qué, ¿el tiburón tiene miedo? ¡Collón!

A: He aprendido a vivir sin miedo.

B: ¿Entonces qué pasa?

A: ¿Estás segura de lo que estás diciendo?

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B: Estoy segura.

A: ¿Y tu abuelo?

B: Él se sabe cuidar sólo.

A: …

B: ¿No dices nada?

A: Está bien.

B: ¿Está bien?

A: Está bien.

B: Está bien.

A: Es perfecto

B: Es excelente.

A: ¡Vámonos!

B: ¡Sí!

Corren, se abrazan. Se besan. Corren. Se jalan. Se tiran. Ruedan. Se levantan. Se

persiguen. Se besan. Se aprietan. Se chupan. Se huelen. Se marcan. Se ríen. Se desvanecen.

Se miran. Se despiden. Se van.

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LA DESPEDIDA

CHITO: ¿Dónde estaba?

B: Por ahí, abuelo.

CHITO: ¿Dónde estaba?

B: Por ahí.

CHITO: Véame a los ojos… ¿Dónde estaba?

B: Te has vuelto muy preguntón, abuelo.

CHITO: Ven Brisa, te voy a contar algo.

B: ¡Ahorita no Chito!

CHITO: ¡Que vengas, te digo!

B: ...

CHITO: Todo este tiempo me has preguntado por tu madre…

B: Sí, pero ya no te preguntare más si eso te molesta.

CHITO: ¡Escucha!... si todo este tiempo no te dije nada es porque… porque… pues porque

no es algo que quiero recordar, así de fácil.

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Las cosas en ese tiempo eran difíciles Brisa, el puesto no nos daba para vivir. Yo tenía que

hacer algo para alimentar a mi familia, mija, para sobrevivir. Un día Tita iba a entrar a la

escuela. Primer año de primaria. Estaba muy contenta de aprender a leer y escribir, esas

cosas que te enseñan en esos lugares, pero sobre todo, estaba muy inquieta por ir a elegir su

material a la papelería central; “El fin de semana iremos, mija, ten paciencia.” Le decía.

Los días pasaban y el fin de semana se acercaba pero el dinero no llegaba. No sabía qué

hacer. Así que me fui a buscar a uno de estos desgraciados, el mero chingón del pueblo

según decían, el patrón. Me presenté hasta la puerta de su casa y le pedí una oportunidad…

Otro tiempo…

CHITO: Patrón, pues yo vengo hasta aquí para pedirle trabajo. Si no me lo quiere dar

mejor máteme de una vez, pera yo a mi casa no regreso igual.

PADRE: A chinga, ¿y cómo qué sabe hacer o qué?

CHITO: Lo que usted mande patrón, yo le entro a lo que me pida.

PADRE: ¿Sabes hacer huevos revueltos?

CHITO: …

PADRE: No se crea hombre. Pues ya está, si usted me promete lealtad puede quedarse.

CHITO: Faltaba más patrón. Muchas gracias.

PADRE: Ándele pues…

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CHITO…Así fue por unos años hasta que un día vino el patrón a decirme que estaba

enamorado de mi hija y que ella le correspondía…

PADRE: Pues así le digo Don Chito, su hija y yo nos vamos a casar. Me la pienso llevar a

la ciudad. Así que los dejo para que se despidan.

CHITO: ¿Qué está diciendo este cabrón?

TITA: Lo que oyes papá.

CHITO: ¿Pero ¿qué estás taruga escuintla? Este señor es un desgraciado. ¿Acaso no has

oído lo que hablan de él?

TITA: Lo amo papá.

CHITO: No me vengas con pendejadas, casi te triplica la edad.

TITA: Eso no me importa. Además fuiste tú quien me lo presentó.

CHITO: Tita, mija, si yo tuve la maldita desgracia de caer en las manos de este señor fue

porque quería lo mejor para ti, no para que te le metieras en las sábanas.

TITA: Pues ya está hecho, papá, no hay marcha atrás.

CHITO: Pues sobre mi cadáver sales de esta casa pinche chamaca.

PADRE: ¿Qué pasa aquí Don Chito? Creo que la niña ya está lo suficientemente

grandecita para tomar sus propias decisiones ¿no cree? Así que le pido de favor que nos dé

su bendición y se despida porque ya nos vamos.

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Regreso al presente…

CHITO: Desde ese día no volví a ver a tu madre. Lo último que supe de ella fue la carta

que venía contigo cuando llegaste a esta casa. Decía que se irían lejos, no me podía decir a

dónde, que las cosas se estaban complicando y que era mejor que yo te cuidara. Y dime tú,

¿qué es de ella ahora?

B: ¿Por qué me cuentas esto ahora?

CHITO: ¿Dónde estabas?

B: ¿Otra vez?

Mire chamaca, no me quiera ver la cara de tarugo porque no la va a encontrar. Ya me han

dicho varias gentes que la han visto con ese hombre de aquí para allá. ¿Qué está pasando

con usted? ¿No se acuerda de lo que le dije sobre esa gente?

B: No lo conoces abuelo, no puedes hablar así de él.

CHITO: Chamaca taruga, ¿usted cree que yo nací ayer? Conozco a esa gente como a la

palma de mi mano. Más de lo que usted puede saber. Sé perfectamente lo que quieren y las

cosas que hacen para conseguirlo.

B: ¿Y qué es lo que quieren?

CHITO: Usarte Brisa, eso es lo que busca, devorarte como un pinche tiburón y luego

escupirte cuando ya no le sirvas… Mire mija, usted es lo que más me importa en esta vida.

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Si a usted algo le pasa no me lo voy a perdonar. Ya perdí a su madre, perdí a su abuela. No

me haga que yo la pierda a usted.

B: Yo sé cuidarme sola.

CHITO: Pues aprende a cuidarte bien. Si te digo que hay peligro aléjate. Escóndete. Los

peces cuando sienten peligro inteligentemente se esconden en los arrecifes. Se cuidan entre

ellos.

B: ¿Entonces por qué diario tenemos peces que vender?

CHITO: …

B ¡Tú la entregaste a ellos! ¡Tú permitiste que ellos la conocieran! Los trajiste a esta familia

y me has mentido todo este tiempo. Toda mi vida me has hecho creer que eres otra persona.

Un hombre ideal. Correcto. Me has manipulado para que yo sea a tu forma. Pero ahora eso

ya no importa. Y ¿sabes qué? No tienes por qué afirmar que la decisión de mi mamá fue un

error porque tal vez no lo fue. Tal vez ella encontró lo que quería y hoy es feliz. Lo único

que sé es que esto que soy, no es lo que quiero para mí.

¡Me voy abuelo! Me voy con él.

CHITO: …

B: Voy a estar bien. Y no tienes nada de qué preocuparte.

CHITO: ..

B: Ya me voy.

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CHITO: …

B: Te quiero mucho, abuelo.

CHITO: Vete.

B: Sopetón.

CARRETERA EN TU PIEL

B: Recorrer con mis dedos, con la yema de mis dedos tu piel.

A: Me gusta la velocidad.

A: 200 kilómetros por hora y subiendo.

B: Adiós a todos.

A: Te veo.

A: Ya no huyo.

B: Quiero recorrer tus caminos.

A: Acelerar a tope.

B: Morirme ahí, en ti.

A: Me gusta la velocidad.

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B: Me seduce tu calma.

A: Te subo a mi nave, o me subo a la tuya, ya no sé.

A: Acelero.

B: Aceleramos.

A: Luego tus cabellos danzando al ritmo del viento.

B: Te veo.

A: El camino desaparece.

B: Sólo estas tú.

A: Este vértigo me toma por el lado más vulnerable de mi miedo.

A: No tengo control.

B: Odio los juegos mecánicos,

A: recuerdo.

A: Tu piel me incita a acelerar.

A: Todo va a mil por hora.

A: No sé quien conduce.

B: No veo nada más que a ti.

AMBOS: El viento en nuestros cuerpos.

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A: Me fascina la velocidad. Tu velocidad.

A: Somos adrenalina.

A: Mi dedos y sus yemas conducen sobre ti como queriendo encontrar el lugar.

B: El lugar ideal.

A: Algún lugar.

B: El que sea.

A: De todas formas nunca he estado ahí.

B: Otra dimensión.

B: Sé que tienes ese poder.

B: Lo sé porque en algún momento del camino lo dijiste.

B: Lo sé porque te creo.

B: Te creo porque me gusta la velocidad.

A: Recorremos los caminos sin saber si quiera hacia qué dirección vamos.

AMBOS: Vamos.

A: Eso es lo importante.

B: Confió que en algún momento llegaremos.

A: Todo lo demás, tu pasado y el mío se va quedando en una imagen del retrovisor.

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B: Me gusta ver por el retrovisor carros que se quedan atrás.

A: Pienso.

A: Pronto llegaremos.

B: Dices.

A: Estamos muy cerca.

B: No me importa llegar, sólo quiero seguir viajando contigo.

A: Y si llegamos, ¿luego qué?

B: Pienso.

B: ¿Luego qué?

A: Dices.

A: Luego a recorrer kilómetros nuevos y encontrar otra dimensión.

B: ¿Qué más da?

B: Qué más da si por fin encuentro mi destino.

A: La yema de mis dedos recorriendo la perfecta carretera en tu piel.

A: No tengo el control.

A: No me importa.

AMBOS: A la mierda el control.

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A: Y si nos tiramos de ¿un paracaídas?

B: ¿Y el control?

A: A la mierda. Hagámoslo.

B: Total, ahora estamos en el cielo.

VOLAR ES VIVIR.

B: Una..

A: Dos…

B: Y media…

A: Para…

B: las…

A/B: De…/y…

PARACAIDISTA: ya es hora.

B: ¿Qué?

A: Es hora de irme.

B: No digas eso que se atrae, ¿Te quieres morir o qué?

A: A veces hay que aprovechar el mejor momento para decir lo peor.

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B: ¡¿Eso qué Tiburón?!

A: Escucha. (MOMENTUM) Esto es lo último que haremos juntos

B: ¿Cómo?

A: Tengo que irme lejos.

B: Voy contigo.

A: Lejos de ti.

B: ¿Qué?

(FINAL MOMENTUM)

PARACAIDISTA: ¡Ya es hora! ¡Hay que saltar!

A: Dame la mano.

B: No lo haré.

A: ¿Qué?

B: Puede saltar usted con él.

(MOMENTUM)

A: Perdóname.

B: ¿Estas bromeando verdad?

A: Nunca te prometí quedarme.

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B: ¿Qué pasa tiburón te me estás retornando? ¿Vas a frenar? Acuérdate, no hay retorno.

A:¡Estamos al límite del tiempo!

(FINAL DEL MOMENTUM)

PARACAIDISTA: ¿Se van a lanzar o no?

B: Lánzate collón, vete al diablo.

A: …

B: Vete a la mierda.

A: …

B: ¿No vas a decir nada?

(MOMENTUM)

A: Te amo.

B: ¿Me amas? ¿Desde cuándo tú conoces el amor, cabrón?

A: Desde que te conocí.

B: Una vez más: ¡vete a la mierda!

(FINAL DEL MOMENTUM)

A: ¡Mi pescadora hermosa!

B: Lo sabía, lo sabía, lo sabía…

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A: Fue un placer.

PARACAIDISTA: Con una chingada ¿van a saltar o no?

A: Regresaré por ti.

B: Ya no estaré para ti.

(CAÌDA CAMARA LE NTA)

LA VENGANZA DULCE HUELE A PEZ

El lugar… un cuarto de hospital. Los personajes… un hombre moribundo y A. Situación…

Venganza.

A: La concha jodida de tu puta nieta huele a un puto pez. ¿Quieres que te lo repita? Pero

piensa que si lo hago tu puto culito se abrirá y saldrán de él todas tus asquerosas tripas al

mundo, y ¿sabes qué? Me da asco. Aunque por otro lado hijo de tus setecientos rollos de

carga de verga vejeta enrollada en el cuello, me gustaría verte berrear como la rata rastrera

que eres, así que te lo diré: La concha jodida de tu puta nieta huele a puto pez podrido, .

¿Sabes por qué? Porque el error del mundo que tenías por nieta me parece repugnante al

igual que su imbécil abuelo, este pedazo de mierda mosqueada al que le estoy hablando. La

enamoré, le hablé de la vida, la alejé de ti. La llevé a lo más alto que pude, y la maté.

Por último, sólo quiero cerrar diciéndote; quisiera tener un poder, el de meterte a placer el

dedo por el culo y verte desangrar muy lentamente. Tener limón y ácido muriático para que

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te salgan llagas y sientas que te quemas por dentro. Hasta sería un bonito gesto que me

suplicaras piedad y yo te vea llorar como un estúpido mocoso. Pero no podría, ¿sabes por

qué? Porque tu culo, tu sangre y toda tu estúpida persona me da asco. Así que sólo prefiero

decirte que, sí, fui yo el que le hice y te hice todo esto; y no pudiste hacer nada para

detenerme. Ahora que lo sabes te aseguro que pasé cada segundo de mi vida este momento.

Cada nueva cosa que aprendía, cada cosa que me obligaba a hacer, aunque a veces no

quisiera, lo hacía con el único propósito de tenerte tal como te tengo ahora para decirte a la

cara: “Entiendo que hayas querido matar a mi padre, eso es algo que él se buscó y quizás

fue el mayor logro de toda tu perra vida. Pero que te hayas metido con mi madre, con mi

mamacita chula que nada tenía que ver, eso es algo de lo que te arrepentirás en esta y todas

las vidas que tengas por delante”.

Hoy por hoy ya no existes, estás postrado en este lugar. Sólo te quedarán mis palabras y lo

que de ellas sufriste por dentro, desde el alma, casi tanto como lo hiciste conmigo.

No vales una chingada, y eso me hace feliz.

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FIN.

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