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LA

VIOLACIÓN DE UNA ACTRIZ DE TEATRO


Carla Zúñiga Morales




























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A: ¿Qué es lo que estamos haciendo, Estela? ¿En qué nos hemos convertido? Mira mi piel,
mira mis huesos, con el paso del tiempo nos hemos transformado en cadáveres que hablan
y que se disfrazan y que repiten las mismas palabras pueriles, una y otra vez, todas las
noches.

B: Hablando por teléfono. ¿Aló? ¿Sí? Está vestida y maquillada. Sí. Yo creo que vamos a
poder hacer la función. Tambalea un poco y tal vez aún habla raro. Al menos ya se despertó.
Le di mucho café.

A: ¡Diles que se vayan al infierno!

B: No, no, si no te dice a ti.

A: ¡Los odio! ¡Son unos hipócritas!

B: No, eso tampoco es para ti. Se está poniendo a vomitar, te voy a tener que cortar. Adiós.

A: Me vomité entera.

B: Tranquila.

A: ¿Cómo me pides que me quede tranquila? Estamos en el infierno.

B: No estamos en el infierno. Estamos en tu departamento.

A: Mi departamento es el infierno.

B: No digas eso.

A: Es verdad, es un lugar horrendo, sucio.

B: Este departamento es hermoso.

A: Me siento tan mal.

B: No deberías haber tomado tanto.

A: Quería tomar hasta morirme, pero no me resultó.

B: Para de decir esas cosas tan horribles.

A: Me quiero morir, Estela.

B: Eso sientes ahora, pero no es verdad. A ti te gusta mucho la vida.

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A: Odio la vida, la odio con toda mi alma herida.

B: Toma un poco de agua, ya te vas a sentir bien.

A: No quiero hacer la función.

B: Tienes que hacerla.

A: Te lo suplico.

B: No puedo ayudarte en eso.

A: ¿Por qué tengo que hacerla?

B: Porque firmaste un contrato.

A: Diles que no voy a poder actuar hoy día porque estoy muerta.

B: Aunque estuvieras muerta te obligarían a hacer la función.

A: ¡No! ¡Me niego!

B: Hay temas legales de por medio.

A: Que me metan a la cárcel, de todas maneras no soy libre.

B: No sabes de lo que estás hablando.

A: Ayúdame.

B: ¿Cómo puedo ayudarte?

A: Diles que me dio un infarto. Diles que me tiré por la ventana y que mi cuerpo se
desintegró. Diles que me tragó la tierra, que no sabes donde estoy.

B: Ya saben que estás bien.

A: No estoy bien.

B: Has hecho esta función tantas veces, ¿Por qué ahora no vas a poder hacerla?

A: Porque ahora estoy despierta.

B: ¿Y las otras funciones estabas dormida?

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A: Sí. Estaba completamente dormida. ¿Cómo pude haber sido tan imbécil?

B: ¿Qué fue lo que pasó?

A: La vida es una mierda y yo no me había dado cuenta. Eso pasó.

B: ¿Por qué dices eso?

A: Mira como estoy vestida.

B: Te ves hermosa.

A: Me veo como una idiota. Mira esta peluca. Mira este vestido.

B: ¿Qué hay de malo con tu vestuario?

A: Esta no soy yo.

B: Por supuesto que no eres tú. Estás actuando.

A: Por computador.

B: ¿Qué?

A: Estoy actuando a través de una pantalla.

B: Sí. Como en el cine.

A: No, no es como en el cine. No es nada como en el cine. Mira. Se ve ese sillón de mierda
atrás.

B: ¿Qué tiene ese sillón?

A: Lo odio, odio que se vea ese sillón y que se vea esa pared, odio esa pared con toda mi
alma. Y ese pasillo. Y esa ventana repugnante.

B: ¿Para qué tienes ese sillón y esa pared si los odias?

A: Ya te dije que esta casa es un infierno.

B: Cámbiate de casa.

A: No entiendes nada.

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B: No, no entiendo nada.

A grita aterrorizada como si hubiera visto un fantasma.

B: ¿Qué pasa?

A: Nada, nada.

B: ¿Viste algo?

A: No.

B: Estás temblando.

A: No quiero volver a actuar nunca más en mi vida.

B: Nunca te van a dejar retirarte.

A: ¿No te parece absolutamente deprimente?

B: No. Hay gente que no tiene ni para comer, tienes que dar las gracias por tener trabajo.

A: ¿A quién le tengo que dar las gracias?

B: No sé. Al universo.

A: El universo no existe.

B: ¿Cómo no va a existir?

A: No sé qué hay más allá del firmamento.

B: Estás borracha.

A: No lo suficiente.

B: ¡Deja de tomar!

A: Quiero evadir. No quiero estar acá. Esta vida es demasiado para mí. No soporto esta vida
y menos voy a soportar el teatro.

B: ¿Qué es lo que te pasa?

A: Ya te dije, desperté de un sueño.

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B: ¿De qué sueño?

A: Del sueño imbécil donde yo era una actriz famosa que se hacía millonaria actuando como
idiota en obras horrorosas frente a la computadora.

B: Ese no es un sueño, esa es la realidad.

A: No. La realidad es esta. Soy yo vomitando en este living, manchando ese sillón nefasto y
esa pared funesta.

B: Las obras no son horrorosas.

A: No tienen contenido alguno, son solo palabras vacías, lugares comunes, situaciones
idiotas que a nadie le importan.

B: Tenemos más de mil espectadores por función, ¿Por qué dices que a nadie le importa?

A: La gente solo está ahí para reírse.

B: ¿Y qué tiene que se rían?

A: Se ríen de estupideces.

B: ¿Quién eres tú para decidir de qué se pueden o no se pueden reír las personas?

A: No podemos estar hablando estupideces mientras la gente se está cayendo muerta en la
calle.

B: ¿Entonces porque llegó la peste no podemos volver a reírnos nunca más en la vida?

A: ¡No!

B: La gente necesita reírse.

A: No, la gente necesita llorar, necesita deprimirse, necesita aceptar que este lugar
asqueroso en el que vivimos es la peor desgracia que nos podría haber caído encima.

B: La peste siempre ha estado entre nosotros. Siempre hay injusticias, gente muriéndose,
niños pasando hambre, mujeres abortando de manera clandestina. ¿Y por eso no vamos a
reírnos?

A: No podemos reírnos de frivolidades. Al menos riámonos de nuestro propio dolor o de lo
ridícula y débil que es la existencia humana.

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B: ¿De dónde sacaste todas estas cosas? Tú no eres así.

A: Siempre he sido así, solamente he estado actuando que soy otra. Que soy alegre, que no
me importa ponerme un disfraz terrible, repetir palabras asquerosas, y actuar como una
idiota, sola, mirando a una pantalla negra y vacía como mi alma.

B: Ya todo va a pasar y vas a volver a actuar en el teatro.

A: ¿Qué voy a actuar en el teatro? ¿Estas mismas obras imbéciles que llevo actuando
durante años? Al menos ahora no tengo que mirar a la gente a los ojos.

B: Gracias a estas obras imbéciles has estado haciéndote millonaria.

A: ¿Millonaria? Estoy más pobre que antes, estoy más pobre de lo que nunca he sido.

B: No digas esas cosas, antes de todo esto sí que fuimos pobres. Cuando hacíamos esas
obras serias y dramáticas que tanto añoras, no teníamos público, teníamos que trabajar
gratis, no existíamos para nadie más que para nosotras mismas.

A: Al menos la gente que iba a vernos se conmovía.

B: ¿Quiénes se conmovían? Nuestros propios amigos que iban a vernos por pena. En ese
entonces lo único que queríamos era que nos fuera bien, poder sobrevivir en un país donde
el teatro no le importa a nadie.

A: ¿Qué significa sobrevivir?

B: Esto, vivir bien, poder vivir como las personas normales...

A: Te regalo todo mi dinero, me avergüenza tener ese dinero.

B: ¿Por qué estás así, Berenice?

A: La gente me odia.

B: La gente te ama.

A: No es cierto, me llegan mensajes de odio donde me desean la muerte.

B: La gente del teatro es resentida.

A: La gente del teatro tiene razón. Soy un asco de persona por hacer estas obras, por
trabajar con esta gente, por humillarme de esta manera.

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B: Estás trabajando. Todos se hacen los pobres y los políticos, pero todos quieren ganar
dinero.

A: El dinero no vale nada.

B: En este país si no tienes dinero, entonces te mueres sentada en la sala de espera de la
posta.

A: Quiero volver a ser joven.

B: Aún eres joven.

A: ¿En qué momento me perdí?

B: No te has perdido.

A: Desde hace años que estoy sintiendo la misma sensación espesa en mi interior.

B: ¿Qué sensación?

A: Siento que me estoy hundiendo en el barro. Me hundo, me hundo, se me acaba el aire y
no puedo respirar, ni tampoco puedo salir a la superficie.

B: ¿Por qué sientes eso?

A: Desde que empecé a hacer estas obras idiotas que se me empezó a acabar la vida.

B: Eso no es cierto.

A: Ahora soy un cuerpo vacío que se pone estos disfraces y que habla sin siquiera escuchar
lo que dice.

B: Estás exagerando.

A: Esta obra tiene chistes sobre homosexuales.

B: Por supuesto que tiene chistes sobre homosexuales. No digo que está bien, pero eso hace
reír a la gente.

A: Pero la gente que se ríe de los homosexuales debería estar muerta.

B: No te pongas así.

A: ¿Cómo quieres que me ponga? Me avergüenzo de mí misma.

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B: A veces tenemos que hacer cosas que no compartimos, pero tenemos que hacerlas igual
para poder sobrevivir.

A: Esta obra tiene chistes sobre violación.

B: Sí, pero...

A: Y a mí me violaron.

B: ¿Qué?

A: A mi me violaron.

A B le suena el celular.

A: Contesta.

B: Pero...

A: Contesta.

B: ¿Aló? ¿Sí? Sí. Estamos bien. Sí, está mejor...

A: Gritando por la ventana. ¡Me voy a suicidar!

B: No... esa es la televisión...

A: ¡Odio a toda la humanidad! ¡Sobre todo a mí misma!

B: Sí, todo va a estar bien para la función de hoy día... sí...

A: ¡Y odio el teatro por computadora! ¡Lo odio! ¡Odio tener que actuar en este
departamento maldito que parece un cementerio!

B: Tengo que cortarte porque se está tratando de tirar por la ventana. Chao. ¡Berenice!
Bájate de ahí.

A: Voy a saltar.

B: Ven, ahora.

A: Voy a estrellarme contra el piso y entonces todo este dolor va a llegar a su final.

B: Cierra esa ventana.

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A: Soy demasiado cobarde para tirarme... no valgo nada.

B: Para, Berenice.

A: Empújame tú.

B: Te volviste loca.

A: Empújame hacia abajo. Te lo suplico.

B: Deja de decir esas cosas. No vas a suicidarte.

A: Cada vez que hago esa obra pienso en suicidarme.

B: ¿Por qué piensas en eso?

A vuelve a gritar como si hubiera visto a un fantasma.

B: ¡Tranquila! ¡Tranquila!

A: ¿La viste? ¿La viste ahí parada?

B: ¿A quién?

A: A nadie... a nadie...

B: ¿Qué es lo que está pasando?

A: Nada.

B: Deja de temblar, tranquila, yo estoy aquí.

A: No. Estoy sola. Estoy absolutamente sola.

B: No, eso no es cierto. Toma un poco de agua.

Silencio.

B: Dime qué es lo que te pasa.

A: Estela.

B: ¿Qué?

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A: Cuando repito esos textos siempre pienso: me gustaría estar muerta. Al menos ahí podría
guardar silencio, un silencio eterno, un silencio tan profundo como el fondo del mar.
Siempre me repetía lo mismo en la cabeza, como un mantra. Pero en la función de ayer...

B: ¿Qué ocurrió?

A: Mientras estaba ahí sentada, hablando sola como una estúpida...

B: ¿Qué pasó?

A: Vi unos pies debajo de la cortina.

B: ¿Qué?

A: Vi unos pies de mujer debajo de esa cortina. Al verlos, sentí terror. Me levanté
cuidadosamente, para acercarme a ella. ¿Quién eres? Le pregunté, pero no contestó. Y al
correr la cortina...

B: ¿Qué pasó?

A: La vi. La vi.

B: ¿Quién era?

A: Era yo.

B: ¿Qué?

A: Era yo misma, Estela, cuando joven.

B: No es posible.

A: Si sé que no es posible, pero era yo. Era yo, de 24 años.

B: Tranquila, eso no pasó, debe haber sido un sueño.

A: ¡No fue un sueño! ¡Mira mis brazos, mira estos moretones, mira estas mordeduras en el
cuello!

B: ¿Quién te hizo eso?

A: ¡Ella me lo hizo!

B: Pero, anoche... estuviste en la función, te vi desde mi casa, no noté nada extraño.

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A: Ni tú ni nadie lo debe haber notado. Ustedes solo ven la cáscara, son incapaces de mirar
lo que llevo por dentro.

B: ¿Y qué pasó con la mujer?

A: Desaparecí. Me busqué por todo el departamento, pero no me encontré. Luego tuve que
volver a la función, y seguir actuando frente a esa pantalla negra como el abismo. Y justo
venía la escena del chiste de la violación. Sé que ella estaba aquí por ese chiste. Y no quería
decirlo y empecé a sudar y el corazón me empezó a latir muy rápido. Las piernas me
temblaban. Y sentí asco por mí misma. Hasta que lo dije. Solamente lo dije. Lo vomité, lo
saqué de adentro de mi cabeza.

B: La gente se rio más que nunca con ese chiste.

A: La gente que se ríe con los chistes de violación debería estar muerta.

B: Deja de tomar.

A: No quiero. Quiero intoxicarme.

B: Estás actuando como una niña.

A: Nunca he dejado de sentirme como una niña. En mi cabeza sigo teniendo ocho, y sigo
aterrada, adentro de una pieza oscura, sintiendo que hay una sombra mirándome desde un
rincón.

B: ¿Qué quieres hacer?

A: No voy volver a hacer esta obra de teatro de mierda.

B: Entiendo que no quieras hacerla y que estés afectada. Si quieres tratemos de cancelar
hoy, sin embargo, mañana tienes que hacerla.

A: Que busquen un remplazo.

B: La gente ve la obra para verte a ti. Quieren ver tu casa, quieren ver tu interior.

A: ¿Por qué quieren verme a mí? Creen que porque me han visto en la televisión saben
quien soy, pero ni siquiera yo misma he llegado a conocerme.

B: ¿Por qué dijiste eso hace un rato?

A: ¿Qué dije?

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B: Que te habían violado.

A: Porque es verdad.

B: ¿Cuándo?

A: Hace muchos años.

B: ¿Quién?

A: No puedo decírtelo.

B: ¿Por qué no?

A: Porque no vas a creerme. Y si no me crees me voy a morir.

B: Sí voy a creerte.

A: No quiero seguir haciendo chistes sobre la violación.

B: Hablemos con el dramaturgo para que los cambie.

A: El dramaturgo es un completo imbécil.

B: No es un completo imbécil.

A: Sí lo es. Y nosotras también somos unas completas imbéciles por trabajar con él. Una vez
incluso nos besamos. Eso me hace la más imbécil de todas.

B: Al menos termina la temporada.

A: ¡No!

B: Solo quedan doce funciones.

A: Prefiero tirarme por la ventana.

A B le suena el teléfono.

B: ¿Aló? Sí, ya vamos a entrar. Sí...

A: ¡Siento náuseas de interpretar esta obra de mierda!

B: Eh... no, está haciendo training vocal.

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A: ¡No voy a volver a actuar nunca más en toda mi vida! Solo voy a hacer papeles de perro,
y voy a ladrar, nada más que ladridos van a salir de mi boca, voy a ser el perro más famoso
del teatro contemporáneo.

B: Tomó un cuchillo y se lo puso en el cuello, te tengo que cortar. Sí, si vamos a entrar. Chao.

A: ¡No vamos a entrar!

B: ¡Para con esto! Estás actuando como una imbécil.

A: Soy una imbécil.

B: ¿Qué fue lo que te pasó?

A: Ya te dije, anoche me vi a mí misma cuando joven y esa otra Berenice trató de matarme.

B: ¿Por qué tú misma querrías matarte?

A: ¡Porque odio en lo que me he convertido!

B: ¿En qué te convertiste?

A: En esta vieja cobarde y parapléjica, que se ha traicionado a sí misma una y otra vez, y que
ahora está acá, petrificada, transformándose poco a poco en una estatua.

B: ¿De qué estás hablando?

A: De esta obra horrible.

B: ¿Qué tiene esta obra?

A: Ya la hicimos hace años. Cuando empecé a hacer obras de mierda.

B: Sí, si me acuerdo.

A: Y ahí sucedió.

B: ¿Qué?

A: Ya te dije.

B: ¿Qué te pasó?

A: Me violaron.

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B: ¿Quién?

A: No quiero decírtelo, no quiero.

B: ¡Berenice, por favor!

A: No vas a creerme.

B: ¿Por qué dices eso?

A: Porque tampoco le creíste a Clemencia cuando dijo que la habían violado.

B: Clemencia es una mentirosa.

A: ¿Y a las mujeres mentirosas no las violan?

B: Ella siempre se estaba acostando con todos, no hacía más que provocar a los hombres.

A: ¿Entonces una mujer que se acuesta con todos tampoco puede ser violada?

B: ¡No! Les gustan tanto los hombres, que se va a excitar con cualquier hombre que
aparezca.

A: A Clemencia la violó su hermano, ¿Dices entonces que ella también deseaba a su
hermano?

B: Su hermano nunca la violó.

A: ¿Cómo puedes estar tan segura de eso?

B: Porque conocí a su hermano.

A: ¿Lo conociste tanto que escuchaste sus pensamientos? ¿Lo conociste tanto que entraste
como un gusano a su cabeza y conociste sus impulsos, sus perversiones? ¿Lo conociste tanto
que sabías cuáles eran sus deseos más ocultos, sus secretos más profundos?

B: Tú tampoco la conociste tanto a ella, tampoco entraste en su cabeza, tampoco estuviste
adentro de ella.

A: A las personas las violan y eso es una realidad. La violación parece lejana, parece mentira,
pero a la mayoría de las personas que has conocido en tu vida las han abusado. No somos
más que cuerpos que romper, que mentes que quebrantar, que espíritus que destruir. A mi
padre, a mi madre, a mi hermana, a mí, a ti, a todos nos han ensuciado, nos han llenado de
gusanos y nos han prohibido hablar de eso. Tenemos que meternos los gusanos de nuevo

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adentro nuestro cuando se nos salen por los ojos o por entre medio de los dientes cuando
nos reímos a carcajadas como animales agonizantes.

B: ¡Estás enferma! ¡Voy a llamar a la gente del manicomio para que te encierren de nuevo
y ahora para siempre! ¡Estás absolutamente chiflada! Pero antes vas a hacer esta obra de
mierda, aunque tenga que matarte y amarrarte con cuerdas como a una marioneta.

A: ¿¿Por qué quieres que haga esta obra?? ¿¿A quién estás defendiendo??

B: ¡A mí misma! ¡A mi trabajo!

A: ¡Ándate de mi casa, ándate o te voy a empujar por la ventana!

Ambas mujeres forcejean y se caen encima de las cosas. Botan muchas cosas al suelo. Se
quiebran platos. Se quiebran copas. A le pega una cachetada a B. B le pega un combo a A.
A comienza a sangrar de la boca. Silencio.

A: El director de la obra me violó.

B: ¿Qué?

A: El director de la obra. De esta obra.

B: ¿Raúl?

A: Sí.

B: ¿Cuándo?

A: Hace muchos, muchos años. Cuando fui joven.

B: ¿Cómo?

A: Entró al camarín mientras estábamos en función. Había un acto completo donde yo no
aparecía y me quedaba sola, esperando. Y él entró y... me tiró al piso, me tomó de las
manos... y me violó mientras me miraba a los ojos... yo cerré los ojos, sin embargo, no sirvió
de nada, seguí viéndolo en mi cabeza, mirándome fijo... no sé cuánto tiempo pasó... pero
cuando abrí los ojos él ya se había ido... yo me levanté del piso y comencé a cantar una
canción que me cantaba mi madre para dormir cuando yo era niña... me sequé la sangre...
y volví a salir a escena. Justo me tocaba la parte donde tenía que decir el chiste sobre
violación... y lo dije... no sé cómo lo dije... son solo palabras, me repetía para mis adentros.
El público se rio, pero no todos. Algunas mujeres callaron, otras cerraron los ojos, otras
hacían como que se reían, pero en realidad estaban llorando. Volví a repetir el chiste de la
violación. Y la gente volvió a reír. Lo volví a repetir una tercera vez. Mis compañeros me

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miraban sin entender nada. La gente se empezó a sentir incómoda. Sin embargo, la obra
siguió y todos se olvidaron de ese momento. Al finalizar la función me dije para mis
adentros, tal vez fue un sueño, tal vez todo sucedió en mi cabeza, tal vez yo soy la mala y él
es bueno. Tal vez él no hizo nada y yo lo estoy culpando en mi cabeza. Y me sentí tan
culpable. Siempre había escuchado que las mujeres culpan injustamente a los hombres y yo
no quise ser así, como esas mujeres. Entonces, desesperada, me acerqué al director y le dije
que me hiciera el amor. Y lo hicimos esa noche y él volvió a tomarme de las manos y volvió
a gemir en mi oído. Pero yo dije, esta vez sí es con consentimiento, no como sucedió en mi
imaginación. Y mientras lo hacíamos le pedía disculpas. Perdóname, perdóname por haber
inventado eso en mi cabeza, tú nunca serías capaz, tú y todos esos hombres que han sido
culpados injustamente son las víctimas de mujeres como yo, mujeres con demasiada
imaginación y poco amor propio. Y luego me casé con él. Y luego tuve hijos con él. Y luego
me di cuenta de que en realidad lo odiaba. Lo odiaba a él, a nuestros hijos, nuestro
departamento, estas paredes, ese pasillo. Todo lo odiaba y yo no sabía por qué. Y me sentía
tan culpable y le pedía perdón todas las noches. Perdóname, amor mío, perdóname por no
poder sacarme de adentro esa imagen espantosa del camarín vacío hace tantos, tantos años
atrás. Hasta que un día entré al camarín y lo vi violándote a ti. Yo me quedé petrificada y
salí corriendo. ¿Qué es lo que estoy haciendo? ¿En qué me he convertido? ¿Fue cierto lo
que me ocurrió esa noche? Sin embargo, después los vi riéndose juntos a ti y a él. Y entonces
dije, debe haber sido mi imaginación. Nuevamente estoy culpándolo de algo que él jamás
haría. Y sentí tanta culpa que terminé con él. No te merezco. Eres un hombre demasiado
bueno y yo soy una de esas mujeres que inventan cosas. Y le regalé casi todas mis
pertenencias. Le regalé a mis hijos, le regalé todo porque sentía que estaba en deuda con
él. Sin embargo, me quedé con este departamento. Y seguí actuando en sus obras, una y
otra vez, todas las noches. Hasta que llegó la peste y seguí haciéndolo aquí. Y mi camarín
era este, eran ese sillón y ese pasillo y ese cuadro.

B: Pero, eso que tú dices que pasó, nunca pasó.

A: Eso pensaba yo. Hasta que muchas mujeres me empezaron a escribir. Empezaron a
contarme que Raúl había abusado de ellas. Que las había atacado en el camarín vacío.
Siempre en la mitad de una obra. Pero yo no les hice caso. No les contesté nada. Porque si
lo que ellas dicen es verdad, entonces...

B: Fue un sueño.

A: No fue un sueño. Anoche me desperté y vi todo con claridad. Todo fue cierto. Todo fue
siempre cierto.

B: Pero Raúl sería incapaz de...

A: No lo conoces, sería capaz de eso y más.

B: Pero él a mí nunca me hizo nada...

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A: Sí te hizo. Yo los vi.

B: ¿Cómo no voy a saber si él abusó de mi o no?

A: No me crees.

B: No, no te creo.

A: Eres igual que toda la gente.

B: ¿Por qué tenías que decir eso de mí?

A: ¿Qué dije de ti?

B: Que a mí también me había pasado lo mismo. No fue así.

A: ¡Yo los vi!

B: ¡Tú crees que nos viste, pero no estás segura!

A: A veces cuando nos pasan cosas tan horribles, creemos que no nos pasaron en verdad,
pero eso lo hacemos para sobrevivir, para no morirnos.

B: Estás borracha, estás hablando estupideces.

A: ¡No necesito que me creas! ¡No necesito que nadie me crea!

B: No te pongas así.

A: Ándate.

B: No...

A: Sí, ándate, pensé que eras mi amiga.

B: Soy tu amiga.

A: Pero no creíste lo que te conté.

B: Todo el día has estado desvariando.

A: ¿Estás de parte de él?

B: No.

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A: ¿Por qué me quieres obligar a hacer esta obra de mierda?

B: Es mi trabajo.

A: Tú te ríes con el chiste de la violación.

B: No.

A: Sí, te ríes, te he visto.

B: Basta, Berenice.

A: ¡Ándate! ¡No quiero volver a verte nunca más en mi vida! ¡Eres una arpía!

B: ¡Estás loca!

A: ¡Déjame sola!

A B le suena el teléfono.

A: ¡Contesta! ¡Contesta! ¡Contesta!

B: ¿Aló? Sí, si ya vamos a entrar.

A: ¡Te voy a matar! ¡Un día de estos te voy a matar!

B: Sí, eso te lo está gritando a ti. Tú deberías saber por qué te lo está gritando. No sé si
vamos a poder hacer la función, Raúl. Espera, está rompiendo el computador con un palo,
llámame en cinco minutos, dile al público que espere, sí, tengo otro computador, no,
espera, el otro computador también lo está rompiendo con un palo. Te tengo que dejar,
chao.

A: Nunca más voy a volver a hacer esto, Estela.

B: Perdóname.

A: Perdóname tú.

B: No debí haber reaccionado así.

A: Yo tampoco debí habértelo dicho de esa manera.

B: Rompiste los computadores con un palo.

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A: Sí.

B: Se cancela la función entonces.

A: Sí, la función por computadora. Este absurdo de hablar sola, parada en el living de este
infierno, contando chistes sobre violación.

B: Deja de tomar.

A: Quiero borrarme, quiero dejar de existir.

B: Raúl dijo que vendría para acá.

A: Si viene lo voy a matar.

B: ¿Cómo lo vas a matar?

A: No sé. No lo he pensado aún.

B: Si quieres lo podemos tirar por la ventana.

A: Suena bien.

B: Puede ser que ese sueño que tuviste yo también lo haya tenido. Puede ser que alguna
vez, alguna noche en que me quedé sola en ese camarín vacío, él haya aparecido y me haya
hecho eso que tú dices que me hizo. Incluso puede ser que en ese sueño hayas aparecido
tú, desde el umbral de la puerta, y nos hayas visto y yo te haya pedido ayuda y tú hubieras
salido corriendo. Y tal vez yo también dije: bueno, si Berenice no me ayudó entonces es un
sueño, porque ella jamás me dejaría aquí tirada, con un animal encima, devorándome de a
poco. Y después me olvidé de todo. A veces vuelve a mi mente, pero digo, sí, fue un sueño
que una vez tuve. Y también sentí culpa y por eso siempre quiero darle en el gusto en todo.
Quiero hacerlo feliz. Porque yo tampoco quiero ser una de esas mujeres que acusan
injustamente a los hombres. A esas mujeres nadie las quiere. Y por eso quería que hicieras
la función, para que él no estuviera triste. Y sí me río en el chiste de la violación. No me da
risa, pero me río bien fuerte para que nadie sepa que en algún lugar de mi existencia, eso
también me pasó a mí.

B se sienta al lado de A. Después de un rato le toma la mano.

A: Las mujeres que me escribieron son muchas. Y todas tienen el mismo relato. El mismo
camarín vacío. Una mujer mirando desde el umbral de la puerta que sale corriendo. Lo
mismo siempre. Una y otra vez, la misma historia. No creo que sea un sueño.

B: No, no debe haber sido un sueño.

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A: No.

B: Pasó en realidad.

A: Sí, pasó. ¿La ves?

B: ¿A quién?

A: A mí misma cuando joven.

B: ¿Dónde está?

A: Ahí, parada en el rincón.

B: No la veo. Me gustaría verla.

A: Ya me vas a ver.

B: ¿Y qué vamos a hacer cuando llegue él?

A: No lo sé. Ahí vamos a saber.

B: Entonces esperémoslo.

A: Sí, esperémoslo.

Por la ventana abierta entra una ráfaga de viento frío. Un poco de frío en medio de este
infierno.

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