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Neurociencia, libertad, salud mental.

Neuroscience, freedom, mental health.

Xabier Etxeberria Mauleon


Catedrático Emérito de Ética. Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto.

Resumen: El debate en torno a la existencia o no de la libertad es una constante en


filosofía. Cuando el saber científico se consolidó en la forma en que hoy lo conocemos,
entró a participar en él. Hoy es especialmente relevante para esta cuestión su expresión
como saber neurocientífico. Es el que, desde la filosofía, se tiene presente aquí, al
abordarse esta problemática. En concreto, se sitúa la argumentación en lo que se conoce
como “neurociencia de la ética”, en la que se persigue descubrir las bases neuronales
de la conducta humana que calificamos como “moral”. Y dentro de ella, se debate su
interpretación determinista a la hora de abordar la fundamentación cerebral de esa
conducta y la definición de sus leyes “morales”. Se concluye la reflexión proyectando el
resultado de la misma sobre el ámbito de la atención a la salud mental.1
Palabras clave: Neurociencia, neurodeterminismo, libertad moral, salud mental.

Abstract: NEUROSCIENCE, FREEDOM, MENTAL HEALTH. The debate about the existence
of freedom is a constant in philosophy. When scientific knowledge was consolidated
as we know it today, it was introduced in it. Today, its expression as neuroscience is
especially relevant to this issue. It is this expression which is taken into consideration
here, from the philosophical perspective, to address this problem. Specifically, the
analysis is placed in the field known as “neuroscience of ethics”. Such field seeks to
discover the neural basis of human behavior which we describe as “moral”. Within it,
its deterministic interpretation when addressing the cerebral basis of such conduct and
the definition of “moral” laws are debated. This reflection is concluded projecting the
outcome of it on the field of mental health care.
Key words: neuroscience, neurodeterminism, moral freedom, mental health.

1. El neurodeterminismo la naturaleza, en el que se sintetizan causalida-


des de origen múltiple, internas y externas a la
Aunque no todos los defensores del neurodeter-
persona, así como el curso evolutivo que, entre
minismo lo expresan de la misma forma, podría otras cosas, ha generado el cerebro que procesa.
ser definido así: el comportamiento de las perso-
nas es siempre el resultado causal necesario de La tesis estaría avalada por los experimentos de
un procesamiento cerebral sometido a leyes de Libet y posteriores. Muestran, se indica, que los

1
T exto algo ampliado de la intervención del autor en la mesa de debate “El libre albedrío y la responsabilidad: implicaciones en el
ámbito de la salud mental”, dentro de las VII Jornadas de la Red de Salud Mental de Bizkaia, Bilbao, 9 y 10 de junio de 2016.

Norte de salud mental, 2017, vol. XIV, nº 56: 69-79.


Xabier Etxeberria Mauleon

potenciales cerebrales se adelantan a la decisión Pero no cae solo el lenguaje. Caen, conjuntamen-
consciente del agente, aunque sea en milisegun- te con la ética, las instituciones que se sustentan
dos. Esto es, que es el cerebro el que determina en lo que ese lenguaje significa. Por supuesto,
lo que vamos a hacer (prepara el movimiento de el Derecho, en especial el penal, pero también
la mano antes de que seamos conscientes de la política con intencionalidad transformadora,
decidirlo), aunque, como lo ignoramos, creemos la religión que va más allá de la contemplación
que es nuestra decisión consciente la que causa de lo que es, incluyo la sanidad o la educación
la acción. Pero se trata de una ilusión, pues es el guiadas por esa misma intención de mejora,
proceso cerebral, sobre el que no tenemos con- etc. Igualmente, se trastoca el modo como en-
trol, el que ha determinado la consciencia. Por tendemos muchas de nuestras relaciones inter-
tanto, no existe capacidad de decidir libremente humanas, como las afectivas o las de cuidado.
nuestros actos. En palabras de Smith: “en algún Decisivamente, caen los derechos humanos y su
punto, las cosas que están predeterminadas enraizamiento en la dignidad universal. Todo ello
neurológicamente son aceptadas y asumidas deja de tener sentido, fundamentado como está
como propias por la conciencia”. (1) en una libertad que pasa a ser considerada como
ilusoria.
Algunos se expresan como deterministas con-
tundentes y otros probabilísticos: dados los da- Cae también la responsabilidad, en cuanto que
tos experimentales de que disponemos tenemos desaparece la imputabilidad. La que antecede a
que concluir, con bases sólidas, en la tesis de la nuestras acciones y la que sigue a ellas. La res-
ilusión de la libertad, aunque no haya que des- ponsabilidad ante nosotros mismos y ante los
echar la posibilidad de que nuevos experimentos otros. La responsabilidad por la acción en sí y por
apuntaran a que existe. En cualquier caso, la di- sus consecuencias. Pues de lo que es necesaria-
lucidación sobre si hay o no libertad correspon- mente no cabe dar cuenta. Lo único que queda
dería a la neurociencia y los saberes anexos a es la respuesta necesaria al estímulo causal.
ella, no a la filosofía.
3. ¿Mantener la ilusión de libertad?
2. Implicaciones del neurodeterminismo
En principio, la coherencia determinista pediría,
Una implicación clave de este determinismo –y tras la lucidez encontrada, actuar en consecuen-
de todos– es que la clásica distinción de la filo- cia, transformar lenguaje, instituciones y rela-
sofía moral entre el “es” y el “debe”, dado que ciones, no como acto de libertad, sino como con-
presupone la libertad, desaparece. En el fondo, secuencia necesaria de la lucidez. En cuestiones
todo son hechos. Propiamente, ya no hay leyes puntuales así lo proponen quienes niegan la li-
morales que regulen algunos de estos hechos bertad. Pero no percibo que entre ellos haya una
–acciones humanas–. Aunque se hable de códi- propuesta firme y sistemática de cambio global.
gos de conducta seleccionados en la evolución y ¿Por qué? Podría decirse que se debe a que ello
asentados en nuestro cerebro –se mencionarán parece remitir a una intencionalidad que presu-
más adelante–, si se interpretan determinista- pone libertad, lo que sería contradictorio. Pero
mente, son meras leyes biológicas a las que no la razón de fondo más efectiva es que tal hori-
se les puede llamar éticas. zonte tiende a asustar. Este parece ser el motivo
de que neurocientíficos como Rubia, quien se
Esto tiene unas consecuencias fortísimas de apoya en el filósofo Smilansky, propongan con-
las que debemos ser conscientes. Cuando cae servar la ilusión de la libertad, pues nos ayuda
la libertad, cae la intencionalidad, la teleología, a mantener “aspectos cruciales de nuestra rea-
la valoración de los actos, la exhortación y el lidad moral y personal”. Habría que conservarla
mandato, la culpabilidad y el arrepentimiento, como una “ficción útil” para el orden y cohesión
la incriminación –y por tanto, la distinción moral de la sociedad, pero “sin creernos nuestros pro-
entre víctimas y victimarios en sentido moral–, pios engaños”. (2)
etc. Ser determinista coherente pide una revolu-
ción en el lenguaje, del que habría que desterrar El autor parece ignorar que una ilusión funcio-
todas estas referencias. na como si no fuera ilusión solo cuando se des-

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conoce que lo es. ¿Se trataría de que solo las la extensión, en una unificación que también se
élites fueran conscientes de la ilusión? Pero, da en el hombre. En concreto, la mente humana
además, ¿cómo probar que defender que sea es la idea del cuerpo, es decir, hay una depen-
mantenida no es un acto de decisión libre sino dencia física de la primera, tesis, por cierto, que
solo un acto necesario que “parece libre”, in- puede avalar una investigación científica de ella
cluso para el sujeto que no cree en la libertad? a la manera de la neurociencia, aunque Spinoza
¿Cómo entender que la consciencia de ilusión la plantee en el marco de una metafísica espe-
no sea una causa que genere consecuencias culativa, como fruto de una deducción lógica a
necesarias de transformación del lenguaje y de priori.
la realidad?
Como se ve, se trata de una metafísica contun-
¿O podría decirse, con otra perspectiva, que los dentemente determinista. No existe causa final
humanos hemos experimentado una extraña en la realidad, solo causa eficiente (con lo que,
evolución, en la que el lenguaje, la consciencia, por cierto, y de nuevo, todo podría caer bajo la
la limitada programación fija de nuestras res- investigación científica). No hay imperfecciones
puestas a los estímulos, provocan primero la ilu- ni males en la naturaleza; los percibimos así
sión de la libertad, alientan luego la conciencia porque el alcance de nuestra visión de ella es
de esa ilusión, pero, a continuación, empujan muy limitado. Del mismo modo, si los humanos
a que se mantenga como si no lo fuera? ¿Que, nos creemos libres es porque desconocemos las
parafraseando a Sartre aunque en contextos de causas eficientes que nos impulsan a querer y
significación muy diferentes, estaríamos conde- desear. Es decir, la libertad es fruto de la igno-
nados a sentirnos libres y a considerar forzada- rancia (4).
mente nuestra conducta como si lo fuéramos?
Extraño determinismo este, que pide a la vez A pesar de lo cual, sorprendentemente, Spinoza
defenderlo y actuar “etsi non daretur”, como si nos propone una ética, nos exhorta a un cami-
no existiera. no moral, a avanzar desde las emociones pasi-
vas, que son ideas inadecuadas (por ejemplo, el
odio) a las emociones activas, las que emergen
4. Una mirada a clásicos de la filosofía de la mente (cuando comprendo que aquel a
La neurociencia que da razón de sí misma tiende quien odio obró por necesidad, ceso de odiarle
a enfrentarse al dualismo cartesiano de mente y porque es una emoción irracional; esto es, todos
cuerpo, pensamiento y extensión, en interacción los hombres somos excusables de todo). Cuando
problemática; y, si es determinista, a citar en su comprendo la determinación general y lo subya-
favor a Spinoza. Esto es, los dos grandes raciona- cente a las emociones pasivas, me libero de la
listas están en su punto de mira. servidumbre de estas.

Descartes no es solo dualista. Es nítido defen- Como se ve, hay aquí una gran afinidad con la
sor de la libertad. La duda metódica con la que propuesta estoica de la apatheia, de la acogida
comienza su propuesta filosófica es un acto de serena de lo que es y acontece por necesidad. En
libertad, la presupone. La libertad es para él una ambos casos se nos invita a una modalidad de
idea innata, evidente: merecemos alabanza o aceptación de la determinación que, en sí, pide
inculpación porque somos dueños de nuestras un ejercicio de la libertad, pues supone un es-
acciones. Que de hecho alabemos e inculpemos fuerzo a favor de un progreso intelectual que es
lo pone de manifiesto. visto como progreso moral. Se proclama así un
determinismo absoluto que acaba teniendo una
Para Spinoza, en cambio, el todo –Deus sive na- grieta, aparentemente pequeña pero muy signifi-
tura– es una sustancia infinita que se expresa en cativa, pues tal determinismo se quiebra cuando
modificaciones de manera necesaria, es decir, le surgen fisuras. Una nueva muestra, añadida
que es causa inmanente de todas ellas en cade- a las consideraciones anteriores, de la enorme
nas finitas de causalidad, subyaciendo a ellas. dificultad de sostener coherentemente el deter-
(3) Se trata de un sistema único que puede ser minismo en el ámbito de la acción humana, de
concebido bajo el atributo del pensamiento o de la praxis.

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5. A favor de una frágil y condicionada periencia del mal– preñadas de sentido, en este
libertad moral caso, en relación con la libertad. Considero es-
pecialmente rica en este ámbito la presentación
Defender la libertad no significa negar dinámi- que hace Ricoeur de nuestra libertad encarnada,
cas de causalidad presentes en el ser humano. en la que el cuerpo es mediador de la conciencia
Muchas de nuestras acciones se rigen por ellas. intencional y a la vez generador de límites, en la
Significa solo defender que hay un espacio en el que se imbrican lo voluntario y lo involuntario, el
que prevalece la iniciativa libre del sujeto. Aun- obrar y el consentir, la falibilidad y la perfectibi-
que se trate de un espacio limitado y de una ini- lidad, lo arqueológico y lo teleológico del deseo
ciativa frágil. De una libertad condicionada por –teniendo aquí como contraste a Freud–, la con-
factores físicos, biológicos, psíquicos y sociales. ciencia del mal que ponemos con nuestra liber-
Implicando sentimientos y razones conscientes tad, junto con la del mal que nos tienta y arrastra
que no excluyen supuestos inconscientes. Con la y con la del mal que nos desborda. Al percibirnos
posibilidad de ser bloqueada por avatares y por en esta complejidad, que aquí no puedo entrar
poderes humanos externos y de ser herida por ni siquiera a sintetizar, afirmamos nuestro libre
trastornos internos, “mentales”. arbitrio, pero, paradójicamente, tensionado con
Evidentemente, resulta fácil combatir la exis- lo que sentimos como siervo arbitrio.(6)
tencia de una libertad que regula autosuficien-
El determinista neurológico tiene que hacerse
temente el conjunto de nuestras acciones. Es lo
cargo de que su tesis implica negar una libertad
que hace Rubia –y lo que parece presupuso Spi-
no absoluta sino concebible en términos como
noza– cuando dice: “Pensemos lo que significa-
estos, la que hace que allá donde él describe una
ría tener libertad. Necesitaríamos ser conscien-
elección supuestamente libre como “determi-
tes de todos los factores que determinan nues-
nada”, el defensor habitual de la libertad la lea
tros pensamientos y acciones y tener un control
como “elección condicionada”.(7) Debiendo aña-
absoluto sobre ellos”(5). Me distancio de su
dirse, además, que no está condicionada solo la
afirmación no tanto porque defiendo la libertad,
elección; lo está su puesta en práctica: puedo
sino porque no comparto esa noción de libertad.
elegir algo que luego factores externos me impi-
El determinista reconoce que su tesis es contra- den coactivamente realizar, o que factores inter-
intuitiva: nos experimentamos libres. Es lo que nos me dificultan llevar a cabo.
hace espontáneamente difícil, subraya, que re-
conozcamos como ilusión una libertad así sen- 6. Sobre la noción de libertad moral
tida. Su expectativa está en que sea la evidencia
científica la que nos abra los ojos. Ahora bien, Si los experimentos neurocientíficos sobre la li-
antes de entrar a considerar esta última cues- bertad deben tener presente la fragilidad y com-
tión, se imponen dos observaciones sobre la plejidad fenomenológica de ella, deben tener
premisa de arranque: en primer lugar, las intui- igualmente presente su naturaleza. Más allá de
ciones de libertad del común de los mortales no la concepción de libertad que tengan sus impul-
son intuiciones de libertad omnímoda, sino frá- sores, la que fácticamente está presupuesta en
gil, limitada y condicionada; y en segundo lugar, ellos no puede ser considerada libertad moral:
hay que reconocer que son confusas, por lo que se limita a la posibilidad de elección entre dos
es muy conveniente una reflexión filosófica que alternativas simples sin carga ética y sin que se
las clarifique y discierna. precise una argumentación que, sintetizando
razones y sentimientos, cupiera considerarse
La filosofía está haciendo esta tarea y tiene un moral. Se asemeja, en ese sentido, a la arbitra-
método para ella, el método fenomenológico, riedad del deseo. La que, por ejemplo, está pre-
que pretende describir con todo rigor las vi- sente en un niño de tres años cuando, sin haber
vencias de la conciencia; mejorado, desde mi desarrollado aún su capacidad de autonomía,
punto de vista, cuando avanza hacia el método expresa sus preferencias alimentarias. Murillo y
hermenéutico, interpretativo de producciones Giménez-Amaya observan oportunamente que
culturales –simbólicas, metafóricas, narrativas, se acaba considerando libres a los “impulsos
especialmente, en este tema, en torno a la ex- conscientes de llevar a cabo una acción” (como

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pulsar el botón izquierdo o el derecho), contexto canza hay algo o no hay nada y si es o no cognos-
en el que es normal que “el espacio de motiva- cible por otras vías; es agnóstico a este respecto.
ción lo ocupen las urgencias pulsionales”.(8) En cuanto al segundo supuesto, el determinista
piensa que ya se ha demostrado la inexistencia
La libertad moral en ejercicio no es la mera de la libertad, o que se está en vías de hacerlo.
complejización de tal modalidad de elección. Es Pero es muy discutible que pueda hacerse una
otra cosa. Es libertad que decide argumentando demostración científica, tanto del determinismo
moralmente y con disposición a ejecutar lo de- como del indeterminismo de la libertad. Libet
cidido, cuestionando la espontaneidad de los dice que ambos son “creencias especulativas”.
deseos, entre posibilidades que no son indife- (9) Por mi parte me adhiero a la tesis de que nin-
rentes respecto al bien y al mal, sintiéndose por guno está sujeto a la demostración racional cien-
eso no solo autora primaria sino también respon- tífica o teórica, pero que hay además una razo-
sable de la iniciativa a que avoca la elección. En nabilidad práctica desde la que se puede afirmar,
concreto, quien se considera así libre: a) decide, según su modo de saber, la libertad. Con ello, me
a través de criterios morales argumentados y alineo con lo básico del enfoque kantiano, aun-
contextualizados en las situaciones, una acción que no con todo lo que se incluye en él.
u omisión; b) decide también, atento al cono-
cimiento de sí mismo y de sus circunstancias, Asumamos, nos dice Kant, que la libertad es in-
modos de desarrollo de su carácter moral, a los demostrable desde el uso teórico de la razón,
que llamamos virtudes; c) enmarca decisiones pero abordémosla desde su uso en la praxis
puntuales en planes o proyectos de vida globa- humana. Constatamos entonces que, ante el fac-
les –su supradecisión– llamados a guiarse por tum de que la ley moral se nos muestra nítida-
la autenticidad. Y en todas estas decisiones –y mente pensada en el seno de nuestra razón prác-
sus correspondientes deliberaciones– entran en tica, tenemos que postular que la libertad queda
juego referencias memoriales y disposicionales, contundentemente afirmada para esa misma
unas conscientes y otras inconscientes, que si a razón (no para la razón teórica), como condición
veces pueden condicionar y limitar la decisión, de posibilidad de la moralidad. Dicho con sus pa-
en otras ocasiones en las que concentran el poso labras: “la libertad es sin duda la ratio essendi
de decisiones pasadas, la potencian claramente. de la ley moral, pero la ley moral es la ratio cog-
noscendi de la libertad. […] si no hubiera libertad
Los experimentos realizados, con los que se pre- alguna, no podría de ningún modo encontrarse
tende demostrar el determinismo de la volun- la ley moral en nosotros”.(10) Añado por mi parte
tad, no se confrontan con nada de esto. Podría que de esta consideración no tiene por qué deri-
aducirse que hay que comenzar por lo sencillo. varse necesariamente, como ocurre en Kant, que
Vale. Pero de eso sencillo no se pueden extraer la libertad postulada es una libertad absoluta, en
conclusiones que engloben a lo complejo. Podría el sentido de que tiene que desligarse en su ejer-
contraobjetarse señalando que si se es determi- cicio de inclinaciones, deseos y contextos. Habrá
nista en lo sencillo se será en lo complejo. Pero que reconocer, por el contrario, que se trata de
lo complejo no es la complicación de lo sencillo, una libertad ligada a ellos.
sino, como he adelantado, otra cosa.
A esta razón a favor de la libertad hay que aña-
7. A
 favor de la libertad moral neuro-genética dirle la aportada por la fenomenología ajustada
de la vivencia subjetiva de libertad, a la que an-
y culturalmente enraizada
tes hice referencia, que nos muestra a su vez sus
El determinista que afirma que lo es porque no modalidades y límites. E, igualmente, la expe-
existe ninguna comprobación empírica de la exis- riencia intersubjetiva de libertad, en la que nos
tencia de la libertad presupone: a) que no hay percibimos capaces de discernir entre relaciones
más conocimiento cierto que el científico experi- moralmente correctas e incorrectas, relaciones
mental; b) que es viable una comprobación em- libres y opresoras, responsables y no responsa-
pírica de su inexistencia. Pero el primer supuesto bles; aunque en ocasiones haya espacios de am-
no puede probarse desde el saber empírico: des- bigüedad, que los catalogamos así precisamente
de él no cabe decidir si más allá de lo que él al- en referencia a la libertad.

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La articulación de todo ello, pienso, permite de- a la decisión consciente. En principio, se señala
fender una consistente razonabilidad práctica de que el que en ellos se alerte a los sujetos en vis-
la existencia de la libertad. O si se quiere, formu- tas a la actividad de mover el brazo, no hace ex-
lado en un lenguaje más próximo para la razón traño que el potencial cerebral de disposición se
científica, ofrece claramente una mayor razona- ponga en marcha antes de la decisión consciente
bilidad y plausibilidad para la tesis de la libertad de moverlo. Pero, yendo al fondo de la cuestión,
frágil que para la del determinismo. María Vázquez observa, creo que oportunamen-
te, que “si afirmamos que el sustrato biológico
Matizando lo antes dicho, la ciencia no tiene por de la mente es el cerebro, necesariamente se
qué ser totalmente ajena a esta afirmación de la tiene que cumplir que todo proceso mental sea
libertad. ¿Por qué no pensar que la especie hu- precedido de una actividad neuronal concreta.
mana se encuentra en condiciones de proponer- […] Lo verdaderamente sorprendente, con los
se fines y de tomar decisiones desde su voluntad conocimientos científicos actuales, sería que se
libre, precisamente como resultado de su proce- demostrara conciencia previa a los procesos bio-
so evolutivo genético y neuronal científicamente lógicos que la posibilitan. Lo que muestran los
descriptible, que le ha aportado aptitudes lin- experimentos de Libet y Haynes (y muchos otros)
güísticas, así como una racionalidad deliberativa es que en la toma de decisiones participan pro-
imbricada complejamente con las emociones? Es cesos inconscientes, que resultan esenciales, lo
lo que considera Joaquín Gil (11) que puede con- que no niega la posibilidad de un control cons-
cluirse a partir del planteamiento del darwinista ciente”.(13)
Dawkins. La ciencia de la evolución no demos-
traría la libertad, pero mostraría que existen sus Dicho todo esto, debe añadirse que, desde la te-
condiciones biológicas de posibilidad, las que, sis de la libertad, la neurociencia no solo no debe
conjuntamente con los contextos culturales, la ser rechazada, sino que tiene que ser conside-
hacen a la vez viable y limitada, además de en- rada como fuente de aportaciones relevantes.
carnada y enraizada. Evidentemente, si es interpretada de modo no
determinista, algo que no solo hacen filósofos
8. A
 portaciones de la neurociencia (entre los cuales también hay deterministas)(14)
a la libertad moral postulada sino científicos (entre los cuales también hay no
deterministas)(15).
Hasta ahora, he avanzado las siguientes argu-
mentaciones contra la tesis determinista: 1) la En esta interpretación se parte del supuesto
enorme dificultad, cuando no imposibilidad, de que el cerebro es necesario para realizar las
que tiene de sostenerse coherentemente en el dinámicas de la moralidad, que hay bases neu-
ámbito de la acción humana; 2) que lo que ex- ronales de las emociones, pensamientos y con-
plica en clave de determinación, se deja explicar ductas humanas que es positivo conocer. Son
mejor en clave de condicionamiento;(12) 3) que condición necesaria de la libertad, pero no con-
presupone un prejuicio cientifista respecto a dición suficiente-causante (sustitutoria). En ese
los límites y modos de conocimiento y se cierra sentido, por un lado la posibilitan y por otro la
al conocimiento de la razón práctica; 4) que los condicionan. Participan a su modo en las deci-
experimentos neuropsicológicos que pretenden siones, pero no las toman. Es, por eso, muy posi-
probarla abordan una situación dilemática arti- tivo que la neurociencia siga investigando cómo
ficial y muy simple, que no cabe extrapolar au- interviene el cerebro en la toma de decisiones
tomáticamente a la gran complejidad de lo que morales libres, avanzando respecto a los tímidos
consideramos libertad moral. pasos que ha dado hasta ahora.

Hay, además, objeciones directamente ligadas a La “neurociencia de la ética” no solo está es-
la metodología de los experimentos, que no sé tudiando los procesos de toma de decisiones.
valorar en su justeza, por lo que me inhibo de También trata de encontrar códigos de conducta,
hacerlo. Pero sí quiero subrayar una observación potencialmente universales, basados en el fun-
clave respecto al famoso y básico dato de que, cionamiento del cerebro humano. Se han encon-
en ellos, los potenciales cerebrales se adelanten trado tendencias conductuales que ya sabíamos,

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como la de que al dar una respuesta “moral”, nos 9. Implicaciones del debate en el ámbito
influye más la situación de la gente cercana; o de la salud mental
la de que tenemos la capacidad de “reciprocar”,
de saltarnos la tendencia de amparar a los próxi- Comencemos considerando la hipótesis determi-
mos, a los “nuestros”, para amparar a otros, si nista y luego la de la libertad tal como han sido
hay expectativas de reciprocidad. Serían meca- presentadas aquí.
nismos surgidos a través de la evolución con fi-
1. Para el determinismo, el trastorno mental no
nes adaptativos y de supervivencia.
es nunca algo que el paciente ha causado con
Pues bien, hallazgos como estos pueden tener su iniciativa libre. Es algo que tenía que aconte-
dos lecturas. La primera es que se trata de ver- cer. Evidentemente, si todo el mundo estuviera
daderos códigos de conducta, que constituirían convencido de esto, el estigma y el menosprecio
la auténtica ética universal (Gazzaniga y Mora) que aún pesa sobre las personas con problemas
(16). Pueden además interpretarse determinis- de salud mental, desaparecería totalmente. No
tamente, lo que significa que los cumplimos son responsables de nada, porque nadie lo es. A
necesariamente, sin que se pueda elegir su estos efectos, da lo mismo que su trastorno sea
(no)seguimiento, con lo que no deberían lla- fruto causal de una caída que le dañó el cerebro,
marse códigos éticos. La segunda lectura los del consumo excesivo deseado de alcohol o de
ve como inclinaciones, asentadas en el cerebro la experimentación de un cirujano que le utilizó
a través de la evolución. La filosofía moral las como medio.
ha conocido desde siempre, aunque el saber
neurológico-genético le permite ahora consta- De ello se deriva que la asunción del enfoque
tar su enorme enraizamiento en el ser humano. determinista impone redefinir ciertos saberes
Pero, además, desde una ética de la libertad, de la psiquiatría y la psicología clínica, esos que
no considerándolas en sí leyes morales, se ha consideran algunos trastornos psicóticos como
preguntado si deben ser seguidas o no. Habién- vivencias en las que el paciente experimenta
dose destacado dos posturas al respecto: la de que la propia voluntad es suplantada por algo o
orientación kantiana que propone dejarlas de alguien distinto a uno mismo, sea situado en su
lado en la constitución y seguimiento de los im- interior o en el exterior. Pide, además, redefinir
perativos morales, y la de inspiración aristoté- el horizonte de “curación”: no puede consistir en
lica –más comprensiva de lo que somos los hu- conseguir que el enfermo “recupere” el sentido y
manos– que propone que sean enmarcadas en ejercicio ajustados de su autonomía y responsa-
y moduladas por las auténticas leyes y virtudes bilidad –no existen–, sino a lo más, y con cierta
morales, con las correspondientes transforma- contradicción con los postulados supuestos, en
ciones prácticas(16). que encuentre la lucidez y serenidad en la com-
prensión del determinismo, que engloba todo
La moralidad reconoce así las dimensiones posi- englobándole a él en lo que es y hace.(17)
tivas de solidaridad de las tendencias indicadas,
pero también las dimensiones peligrosas, pues Desde el punto de vista de la responsabilidad
predisponen igualmente a la violencia contra el moral, da también igual que, ya sufriendo el
extraño o el no reciprocante. Es solo con estos trastorno, la persona tenga una conducta pací-
distanciamientos como puede concebirse y de- fica, autoagresiva o heteroagresiva. No hay que
fenderse que todos los humanos, por el hecho plantearse si tiene o no algún nivel de respon-
de serlo, somos sujetos de dignidad inalienable, sabilidad, porque nadie la tiene en ningún nivel.
que la solidaridad debe tener alcance universal. Evidentemente, desde el punto de vista del su-
Aunque luego, las antedichas tendencias compli- frimiento, de ella y de otros, no da lo mismo ni
quen grandemente la realización de conductas tener o no el trastorno, ni tener una u otra ten-
coherentes con la dignidad proclamada. El que dencia conductual. ¿Pero puede decirse que ese
las neurociencias nos muestren el por qué bioló- sufrimiento que experimenta o causa supone un
gico de esta “insociable sociabilidad” humana, mal? No un mal moral que “debe ser” evitado,
que diría Kant, es una aportación nada desdeña- porque el “debe” ha desaparecido. Y en visiones
ble para poder afrontarla mejor. como la de los estoicos o Spinoza ni siquiera es

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un mal; lo concebimos así por nuestra incapa- cepción de libertad que estoy defendiendo aquí
cidad de percibir el conjunto de la realidad –en implica condicionamientos, fragilidad y límites,
su evolución, se añade ahora– que implicaría el que empujan al dinamismo de la comprensión,
bien, o que estaría gobernada por el Logos. Es complementario –y no sustitutivo– del de asigna-
cierto que esta es ya una visión metafísica, no ción de responsabilidad. Por último, vivida como
científica, del sentido, pero también lo sería con- libertad moral asentada en la dignidad, esta im-
cebir que en la realidad férreamente determina- plica en quienes no tienen el trastorno el deber
da hay evolución hacia el progreso o hay presen- de atender en sus necesidades humanas a toda
cia necesaria del mal. persona con trastorno, deber correspondiente al
derecho de esta a ser atendida, más allá de las
Consideremos ahora la perspectiva de quien responsabilidades que haya podido tener en su
atiende a la persona con trastorno mental. Que trastorno.
el trastorno desaparezca, no es algo que depen-
da de –o que esté facilitado por– la iniciativa libre Como puede verse, la estigmatización no está en
del primero (la del psiquiatra, el familiar, el pro- el enfoque de libertad, sino en el ejercicio inde-
pio afectado atendiéndose a sí mismo): podrá bido de esa libertad –negador de la dignidad de
haber interacciones subjetivas causales entre quien sufre el trastorno mental– por parte de de-
estos y otros sujetos, pero estarán reguladas por terminados sectores de la población. Como tal,
la necesidad, tanto en su existencia como en sus que tengamos libertad posibilita que cuando se
modos. Modos estos que pueden ser opuestos: da esa estigmatización se tenga responsabilidad
un familiar puede pretender dedicarse intensa- por ella; como posibilita igualmente que se den
mente a la “cura” de quien en la familia tiene una actitudes morales profundamente expresivas de
depresión severa y otro tratar de acabar con su la justicia y solidaridad hacia quien tiene un tras-
vida porque le resulta incordiante; no cabe im- torno mental, actitudes que comienzan con la
putación moral en ningún caso porque ambas denuncia de la estigmatización. Es ciertamente
respuestas son igualmente necesarias. una tarea difícil, pero encuentro más difícil aún
que se logre ese objetivo desde el neurodetermi-
Indicaba que la terapia coherente con el determi- nismo, el cual contempla como ley asentada en
nismo es la del logro de lucidez sobre lo que es el cerebro una búsqueda prioritaria de supervi-
necesariamente. Pero, como subrayé con Spino- vencia del grupo que fuerza a marginar a los “dé-
za, proponerse eso frente a no proponérselo, es biles”. Además, considero que no se estigmatiza
muestra de un ejercicio básico de libertad, que prioritariamente a las personas con problemas
agrieta el determinismo. En neurocientíficos de- relevantes de salud mental porque se les asigna
terministas que quieren aplicar su saber a reali- culpabilidad, sino por una mezcla de desprecio
dades como la del trastorno mental (o enferme- y temor hacia ellas que, desde el determinismo,
dad cerebral) y en profesionales, suele ser fácil hay que aceptar como hecho necesario, mientras
encontrar estas grietas, que, creo, si consideran que, desde la libertad moral, hay que combatir
que no deben ser suturadas, les deberían llevar a con toda firmeza.
replantearse su defensa del determinismo.
Con el enfoque de libertad adquiere toda su rele-
2. Pasemos ahora a la consideración del trastor- vancia el criterio diagnóstico de que ciertos tras-
no mental dese el enfoque de libertad. Se le acu- tornos deben ser identificados como heridas en
sa de que favorece la estigmatización del pacien- la conciencia y el ejercicio de la autonomía mo-
te, al asignarle culpabilidad por su enfermedad. ral y en la correspondiente responsabilidad. Así
Es cierto que este enfoque llama a la responsa- como el criterio terapéutico de que el trabajo de
bilidad, por ejemplo, en el consumo de alcohol, reconstrucción de la autonomía y responsabili-
que en algunos puede implicar un cierto grado dad dañadas, en colaboración respetuosa con el
de responsabilización en el trastorno a que les paciente, marca un horizonte decisivo para su re-
conduzca. Ahora bien, en primer lugar, estas res- cuperación. Desde el supuesto de que la libertad
ponsabilidades se dan en pocas personas con humana es libertad condicionada, se trata de lo-
trastorno y como responsabilidades parciales, grar que consiga disfrutar de una autonomía con
difíciles de juzgar desde fuera. Además, la con- dinámicas de condicionamiento razonables, esto

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Neurociencia, libertad, salud mental

es, con dinámicas de libertad suficientemente ri- rapéutica y el trabajo sobre la “mente”, con sus
cas como para merecer ser llamadas así. referencias a la historia y narrativa vital y a los
contextos familiares y socioculturales, quedan
A su vez, la colaboración de profesionales, fami- totalmente relativizados, cuando no puramente
liares y otras personas en los procesos de acom- desechados, etc. Los autores que estoy tenien-
pañamiento y recuperación de la persona con do presentes –un neurólogo y una psicóloga
problemas de salud mental, pasa a ser una de- clínica–, ante este unilateralismo, abocan a una
cisión moral libre, que tiene que concretarse en conclusión que considero razonable: hay que dar
estrategias respetuosas de la dignidad de esta, la relevancia que merece, en el diagnóstico y en
y a la vez lo más eficaces posibles, implicando la terapia, a los reflejos en la biología cerebral de
denuncia de toda estigmatización, marginación y los trastornos mentales, pero sin renunciar a la
manipulación que sufran. Como ya he adelanta- mente –que debe ser concebida como encarna-
do todas las personas con trastornos mentales da y arraigada en un contexto–, ni reducirla a su
son sujetos de derechos de respeto y derechos sustrato biológico.
de atención.
Concluyo esta intervención alentando la pro-
3. Por último, volviendo al determinismo, si moción de diálogos intensos y sistemáticos,
este se expresa como determinismo neuroesen- plasmados si es posible en investigaciones
cialista duro, el que reduce la identidad perso- compartidas, entre la disciplina neurocientífica
nal al cerebro, acarrea otros problemas para la y la filosófica. En nuestro contexto son aún muy
atención profesional que aquí solo menciono, discretos y parciales. Pero son muy necesarios
apoyado en otros autores por ser una cuestión para un aprendizaje e interpelación mutuos que
que desborda mi especialidad.(18) En ese mar- redunden en la mejor realización de aspectos
co, lo que hay son no trastornos mentales sino clave del bien público, como, por ejemplo, el de
enfermedades cerebrales, implicando: que la la salud mental que aquí hemos considerado,
psiquiatría tiene que migrar a la neurología; con el correspondiente beneficio para todas las
que la terapia dominante tiene que ir por la vía personas implicadas y, en la práctica, para toda
de los fármacos y la cirugía; que la relación te- la ciudadanía.

Contacto
Xabier Etxeberria Mauleon • xetxemau@deusto.es

Referencias 4. Spinoza lo expresa muy plásticamente –aun-


que con cierta complicación argumental– en
1. Citado por Gil, J., “El espacio de la libertad en
la carta a Schuller (accesible en internet).
el seno del determinismo neurológico”, en
Imaginemos una piedra con conciencia que es
VV.AA., Bioética, neuroética, libertad y justicia,
arrojada por una mano o fuerza que descono-
Granada, Comares, 2013, p. 897.
ce. Mientras continúa moviéndose solo tiene
2. Ibid p. 843. conciencia de su “esfuerzo” y considera su
movimiento como fruto de su libertad. Pero,
3. Copleston hace una presentación muy adecua- evidentemente, lo que le mueve es ese impul-
da, de cara a nuestro tema, de la filosofía de so que ignora. Esta es, concluye, la “famosa li-
Spinoza, en su Historia de la filosofía, vol IV, bertad humana que todos se jactan de tener”:
Barcelona, Ariel (accesible en internet: www. una ilusión producida por la ignorancia.
olimon.org/uan/copleston_spinoza.pdf ). Me
inspiro aquí en ella. 5. Op.cit. p. 840.

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Xabier Etxeberria Mauleon

6. Véanse sus libros: Philosophie de la volonté muestre fehacientemente que no se cum-


1: Le volontaire et l’involontarie, Paris, Au- ple su pretensión universal para que caiga
bier, 1988 (1ª ed. 1950), Philosophie de la vo- como tal (conexión con el tema popperiano
lonté 2: Finitude et culpabilité, París, Aubier, de la falsabilidad), y pase a ser cuanto más
1988 (1ª ed 1960) y De l’interpretación. Essai tendencia probabilista. Pero aquí cabe una
sur Freud, Paris, Seuil, 1965. El segundo y el trampa: que sea el objetante el que convierta
tercero están traducidos al español: Finitud en ley universal lo que combate, y que luego
y culpabilidad, Madrid, Trotta, 2004 y Freud: muestre ejemplos que palmariamente no la
una interpretación de la cultura¸ Madrid, Siglo cumplen. El determinista que con ejemplos
XXI, 1970. cuestiona una propuesta de libertad que diga
que todos los humanos la ejercemos siem-
7. El liberalismo –libertarismo– individualista pre y en su expresión absoluta, cuestiona la
“ambiental”, ese que dice “puedes conseguir
concepción de libertad que él ha formulado,
todo lo que te propones con fuerza de volun-
y hace que caiga esa concepción, pero no las
tad”, aún tiende a inclinarse a una concepción
propuestas de libertad que sostienen que no
de la libertad no absoluta pero sí mucho me-
todos los humanos la tenemos, ni siempre, y
nos condicionada de lo que en realidad está.
que nadie la tiene en su expresión absoluta,
Ahora bien, cualquier análisis lúcido y despre-
sino en expresiones condicionadas y frágiles.
juiciado de la realidad, así como cualquier re-
Los ejemplos que entonces se citan, suelen
flexión que se hace cargo del momento crítico
quedar mucho mejor situados en el enfoque
de los llamados “maestros de la sospecha”
de la libertad condicionada aunque tampoco
(Marx, Nietzsche, Freud) aunque se distancie
hay que pretender que la demuestren empí-
de sus conclusiones, tienen que asumir la te-
sis de la fragilidad constitutiva de la libertad ricamente. Piénsese en el conocido ejemplo
humana. trabajado por Churchland de quien tiene con-
ductas sexuales compulsivas que podrían
8. “Tiempo de conciencia y libertad: considera- parecer libres, que se descubre que se deben
ciones en torno a los experimentos de Libet a un tumor en el hipotálamo, que, extirpado,
y colaboradores”, en Acta Philosophica II/17 abre paso a conductas no compulsivas.
(2008), 304).
13. “¿Somos esclavos de nuestro cerebro?
9. Podría decirse para ambas, siguiendo los cri- Neurociencia, determinismo y libertad”, en
terios falsacionistas propuestos inicialmente VV.AA., Bioética, neuroética, libertad y justi-
por Popper, que ninguna de las dos tesis es cia, Granada, Comares, 2013, p. 1045.
empíricamente falsable.
14. Por ejemplo Churchland, P. “The Big Ques-
10. Crítica de la razón práctica, Salamanca, Sí- tions: Do we have free will?” (2006), en web
gueme, 1994, p. 16 en nota. de: philosophyfaculty.ucsd.edu [acceso el 15-
5-2016].
11. Op.cit, p. 901.
15. Por ejemplo: Fuster, J., Cerebro y libertad. Los
12. Los ejemplos en la argumentación son de- cimientos cerebrales de nuestra capacidad
licadísimos. Para ilustrar una idea o para para elegir, Barcelona, Ariel. Resalta que el
cuestionar un punto de vista pueden ser libre albedrío tiene límites, pero aceptándolo.
muy fecundos, y en el peor de los casos solo
son inadecuados. Para probar la verdad de 16. Véase: Gazzinaga, M.S., El cerebro ético, Bar-
una ley valen muy difícilmente y pueden ser celona, Paidós, 2006; Mora, F., Neurocultura,
tramposos: más que ejemplos, tienen que Madrid, Alianza, 2007.
mostrarse como expresión fiable de lo que
es en sí la ley, lo que es prácticamente im- 17. Sobre esta cuestión véase: Cortina, A. “Neu-
posible por su particularidad. Para probar la roética: ¿Las bases cerebrales de una ética
falsedad de una ley o principio general val- universal con relevancia política?”, Isegoría,
drían más fácilmente: basta que el ejemplo 42 (2010) 129-148. También de esta autora,

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Neurociencia, libertad, salud mental

sobre la temática aquí tratada: Neuroética y


neuropolítica: sugerencias para la educación
moral, Madrid, Tecnos, 2011; y “La conquista
de la libertad. Una perspectiva neuroética”,
en Blanco, A. y Núñez, M.P. (eds), La bioéti-
ca y el arte de elegir, Madrid, Asociación de
Bioética Fundamental y Clínica, Madrid, 2014,
p. 16-26.

18. Reasumo a mi modo ideas que encuentro


en Vázquez, M. y Vázquez, J.F. “Neuroética y
psiquiatría. Hacia un modelo integrador de
los trastornos sociales”, en VV.AA., Bioética,
neuroética, libertad y justicia, Granada, Co-
mares, 2013, p. 1021-1038.

19. Véase ibid.

• Recibido: 3/8/2016.
• Aceptado: 16/10/2016.

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