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Universidad de Cuenca

Facultad de Filosofía y Letras


Nombre: Paúl Trelles
23 de diciembre
Mientras caminaba por las calles de la Ciudad de México en un día frío de diciembre,
Arturo Belano se detuvo en seco al ver un cartel en una pared: "¿Dónde están las
mujeres desaparecidas?". Recordó la época en que él y su amigo Ulises Lima se
dedicaban a la poesía, y cómo la búsqueda de Ulises lo había llevado a lugares
inesperados en su ciudad. Con los ojos fijos en el cartel, Arturo pensó en todas esas
mujeres que habían desaparecido sin dejar rastro. Pensó en cómo la sociedad había
fallado en protegerlas, y en cómo la búsqueda de la verdad sobre su destino había sido
desalentadora para muchas familias. Decidió que, en vez de buscar a Ulises, se dedicaría
a buscar a esas mujeres desaparecidas. Llegando a esa determinación, Arturo inició una
nueva búsqueda que lo llevó a adentrarse aún más en las profundidades de la ciudad y
de la sociedad, enfrentando a aquellos que intentaron detenerlo y luchando contra la
corrupción y la injusticia que habían permitido que esa tragedia ocurriera. El poeta
incansablemente siguió buscando respuestas, averiguando información útil para poder
encontrar pistas. Poco a poco, sus investigaciones lo pusieron en contacto con otras
personas que se dedicaban de una u otra forma a denunciar la situación en la ciudad por
la desaparición de muchas mujeres. En ese día de diciembre, mientras seguía buscando,
se prometió continuar la lucha, sabiendo que había mucho por hacer en esa ciudad, que
las mujeres desaparecidas esperaban que se luchara por ellas y que, como cualquier
poeta, debía dar voz a los que no la tenían.
Universidad de Cuenca
Facultad de Filosofía y Letras
Nombre: Paúl Trelles
17 de abril
Abrí los ojos y me levanté, mis pensamientos aún turbados tras la noche anterior en la
que había visitado una exposición de arte subterráneo. Sentía que había adquirido un
nuevo conocimiento, un secreto sobre la vida que los demás ignoraban totalmente. Traté
de levantarme de la cama, pero estaba agotado, así que decidí volver a dormirme. Sin
embargo, algo me impulsó a levantarme, así que encendí la radio esperando encontrar
algo que pudiera distraerme de mis pensamientos. Pero en vez de eso, me topé con la
terrible noticia de que otro asesinato había ocurrido en Guayaquil y, por si fuera poco,
se trataba de un sicariato. Sentí una mezcla de enojo y tristeza al pensar en qué clase de
mundo vivimos, en el que la violencia parece ser algo normal. Tratando de escapar de
esa realidad, cambié de estación y escuché a locutores de radio hablando sobre un tal
Guillermo Lazo, que no hacía nada y ganaba mucho dinero. Ese comentario me pareció
tan absurdo e injusto, que decidí hacer algo al respecto. Comencé a escribir poesía que
hablaba de la realidad de nuestras ciudades y del mundo en el que vivimos. Me dediqué
a la palabra, consciente de que las palabras escritas son un medio para cambiar la
realidad, aunque sea un poco. Así, la poesía infrarrealista se convirtió en mi forma de
resistencia contra un mundo injusto y corrupto. El mundo puede ser cruel e
incomprensible, pero seguí escribiendo, tejiendo mis letras con la esperanza de que un
día, alguien escuchara mi voz. La poesía siempre ha sido mi camino, mi modo de
resistencia, y seguiría siéndolo a lo largo de toda mi vida.

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