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EL SILENCIO DE LORCA EN LA CASA DE BERNARDA ALBA

Alba Baranco Pampliega


PEC 1. Artes escénicas

La profusa obra de García Lorca está marcada por una fuerte crítica social influenciada por el
surrealismo de la década de los veinte y los treinta. Temas como el machismo, el luto, los celos y
la pasión están presentes en la tragedia La casa de Bernarda Alba, envuelta en una tradición
cristiana de costumbres fuertemente arraigadas en la España de principios de siglo XX.

La obra está estructurada en tres actos, comenzando con la imposición del luto en toda la casa
tras la muerte del segundo marido de Bernarda Alba. La angustia que Lorca transmite a través de
este escenario de oscuridad, asfixia, represión, se verá reflejado en sus protagonistas, todas ellas
mujeres, donde los sentimientos más humanos son apartados con dureza por la propia Bernarda a
través del silencio. Sin embargo, esta medida provocará el efecto contrario en sus hijas, quienes a
través de ese mutismo expresan sus deseos más ocultos para, finalmente, conducir a la tragedia
en el último acto.

A continuación, analizaremos la función escénica del silencio como parte del universo lorquiano,
y que tiene un papel central en esta representación. Tras un breve comienzo presentado por sus
criadas, Bernarda comienza el primer acto1 pidiendo callar:

(Terminan de entrar las doscientas mujeres y aparece Bernarda y sus cinco hijas.)

BERNARDA – (A la criada) ¡Silencio!

CRIADA – (Llorando) ¡Bernarda!

BERNARDA – Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para
recibir al duelo. Vete. No es éste tu lugar.

1
García Lorca, F. (2017). La casa de Bernarda Alba. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2017.

1
De la misma forma, con el tercer acto 2 la obra concluye imponiendo una vez más el mutismo
entre el resto de los personajes por la propia Bernarda.

BERNARDA – Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija) ¡A
callar he dicho! (A otra hija) ¡Las lágrimas cuando estés sola! Nos hundiremos todas en un mar de luto.
Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho!
¡Silencio!

El silencio es sinónimo de respeto para Bernarda Alba frente a sus hijas y sus criadas, es la
manera de imponer su palabra y su voluntad, coartando al resto de participantes de la obra. Sin
embargo, tras esa prohibición de la palabra hablada, Lorca nos descubre conversaciones
interiores entre los personajes que será un recurso característico del dramaturgo como respuesta a
un teatro entonces «cultivado por el juego disparatado de palabras, la manifestación exagerada
del sentimiento, etc.» (Dougherty, 1986; p.99), abogando así por la sencillez para transmitir el
lenguaje del alma a través de la reflexión que produce el silencio.

El acercamiento de García Lorca por el movimiento surrealista conduce a los personajes de sus
obras a adoptar papeles que cuestionan la moral socialmente aceptada en la época, a la vez que
persigue un análisis del inconsciente del individuo mediante la experimentación del lenguaje
teatral (Paré, 2019; p. 21-22). Se trata de obras donde se abre por completo el alma humana
gracias a recursos como el mutismo, que adquiere un papel primordial frente al discurso
verbalizado.

El teatro sufre así una transformación gracias a la corriente surrealista que aflora entre artistas
como Lorca, que hallan en este movimiento un cauce donde volcar su propia crisis interna a
través de sus personajes, expresando su malestar, sus miedos y preocupaciones, o sus anhelos a
través de sus emociones que tienen como fin último la consecución de la libertad del individuo.3

Esto nos recuerda a la fuerte tradición cristiana que se hace presente en la poética lorquiana,
donde son significativos la solemnidad y el silencio con que se tratan las costumbres que marcan
la identidad de las gentes de la época. La casa de Bernarda Alba es una obra puramente
costumbrista protagonizada por mujeres, donde cada una de ellas simboliza un estereotipo social,

2
García Lorca, F. (2017). La casa de Bernarda Alba. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2017.
3
Casado, M. (08 de noviembre de 2015). «El público» de García Lorca: la destrucción del teatro
convencional. Marina Casado. https://marinacasado.com/tag/surrealismo-lorquiano/

2
mas Lorca sólo permite que accedamos a esta información mediante silencios oportunamente
elegidos.

Un ejemplo claro lo encontramos en la conversación entre Amelia y Martirio cuando ésta


descubre que Adela y Pepe se ven cada noche:

(Pausa. Amelia inicia el mutis.)

MARTIRIO – Amelia.

AMELIA – (En la puerta.) ¿Qué?

(Pausa)

MARTIRIO – Nada.

(Pausa)

AMELIA - ¿Por qué llamaste?

(Pausa)

MARTIRIO – Se me escapó. Fue sin darme cuenta.

(Pausa)

AMELIA – Acuéstate un poco.

Las pausas que se suceden en este diálogo 4 entre las hermanas tienen como objetivo llenar ese
espacio de un silencio reflexivo durante el cual Martirio hace cómplice a Amelia del secreto que
conoce sobre Adela, y que no se atreve a pronunciar en alto. No dicen nada, y lo dicen todo a la
vez.

En otros casos, las criadas y las hijas de Bernarda comparten el mismo espacio escénico y
procuran hablar en voz baja para que su madre no pueda oír sus conversaciones donde se
evidencia una actitud más libre y desenfadada. La Poncia les cuenta así cómo conoció a su
marido, suscitando la curiosidad de las muchachas que se muestran, a la vez que tímidas por la
vergüenza hacia este tipo de conversación, impacientes por conocer más detalles. Amelia,
mientras tanto, se encarga de espiar por la puerta procurando que su madre no las descubra
rompiendo ese mutismo que envuelve la casa en un ambiente de rectitud y firme moralidad.

4
García Lorca, F. (2017). La casa de Bernarda Alba. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2017.

3
Durante esta escena, aparece también una referencia de este silencio a la actitud de sumisión de
las mujeres frente a los hombres en la época. Las hijas de Bernarda no sólo deben obediencia a
su madre, sino que, además, son instruidas para continuar con este modo de comportamiento con
sus futuros maridos. Así, cuando Angustias es preguntada por las demás sobre su conversación
con Pepe en la ventana, ésta se limita a relatar las palabras de él, mientras que ella lo hace a
través del silencio ante la presencia de un hombre, ante el acercamiento que despierta el deseo
sexual, y ante la obediencia y sumisión en la que son educadas.

El alma de estas mujeres habla por sí sola a través de las pausas y momentos de mutismo, no
necesitan palabras habladas para expresar lo que ocurre en el interior de cada una de ellas, ni en
el interior de la casa, donde permanecen recluidas y privadas de la palabra. El silencio se trata
como otra forma de lenguaje, característica puramente humana que nos diferencia del resto de
especies (Villoro, 1996). El teatro lorquiano utiliza este recurso para enfatizar diferentes
actitudes de los personajes, creando pausas que aportan más información acerca del mundo
interior que aparentemente pretenden ocultar mediante el mutismo y, sin embargo, queda
expuesto más que nunca al espectador.

El silencio cumple, por tanto, una función estética en La casa de Bernarda Alba similar a la que
encontramos en otras expresiones artísticas como la danza o la escultura, donde la ausencia de
palabra hablada o de movimiento permiten llevar a cabo una introspección al inconsciente
humano mediante la experiencia artística en la que se sumerge el espectador que atiende a la obra
teatral de García Lorca (Ben-Zvi, 2000; pp. 109-134) donde, indudablemente, «el silencio,
otorga».

4
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ben-Zvi, L. (2000). The Poetics of Silence: Dancing Lorca. Yolanda and David Katz Faculty of
the Arts, Tel Aviv University, 16, 109-134.

Casado, M. (08 de noviembre de 2015). «El público» de García Lorca: la destrucción del teatro
convencional. Marina Casado. https://marinacasado.com/tag/surrealismo-lorquiano/

Dougherty, D. (1986). El lenguaje del silencio en el teatro de García Lorca. Anales de La


Literatura Española Contemporánea, 11(1/2), 91–110. http://www.jstor.org/stable/27741747

García Lorca, F. (2017). La casa de Bernarda Alba. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes, 2017.

Paré, P. (2019). Teatro contemporáneo, panorámica a vuelo de pájaro. UOC.

Villoro, L. (1996). La significación del silencio. México: Ed. Verdelago. ISBN: 968-6767-52-5

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