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BERNARDA ALBA.
Los objetos.
- El bastón de Bernarda. Simboliza el poder, la autoridad. Bernarda se sirve de él para
imponer silencio y para golpear a sus hijas. Por eso, cuando Adela se enfrenta a su
madre y rompe el bastón, proclama su victoria sobre la autoridad materna.
- El abanico de flores y el vestido verde de Adela. Son signos de su rebeldía, de su
oposición a las normas emanadas del poder autoritario. El verde en Lorca como color
simboliza, a veces, la muerte
- El retrato de Pepe el Romano que tiene Angustias simboliza el deseo y la frustración
de las hermanas. Es de Angustias, quien, en realidad, “ha perdido” ya al Romano;
Martirio lo esconde porque ella no puede aspirar a conseguir el original.
- Las flores en el pelo y la oveja de Mª Josefa. Las flores son símbolo de rebeldía, de
libertad, de amor, de pasión. La oveja que lleva en sus brazos admite varias
interpretaciones. Puede entenderse como un signo de locura; puede, también, aludir al
instinto maternal de las mujeres frustrado por la imposibilidad de conocer varón.
- El caballo representa la pasión sexual, el instinto.
Los colores también tienen un valor simbólico. El contraste entre el negro y el blanco
es muy revelador
El blanco simboliza la vida, la alegría el amor, la libertad; por eso son blancas las
sábanas que cosen y bordan las muchachas, los encajes para la boda, las enaguas de la
Criada y de Adela, las estrellas, el pelo y la oveja de Mª Josefa y el caballo garañón. En
las paredes representa la pureza. La pérdida de esa blancura simboliza la pérdida de la
pureza. El negro simboliza la tristeza, el odio, la represión y la muerte; así los trajes
son de luto y los abanicos son negros, Adela muere de noche.
Los decorados.
Si nos fijamos, los tres actos coinciden en la sencillez y sobriedad de sus elementos.
Los tres tienden a fortalecer la sensación de monotonía y enclaustramiento.
En el primer acto destaca la blancura de sus “muros gruesos” que evitan que las
cosas de dentro puedan salir al exterior. Incomunicación. El mobiliario sugiere la
ausencia de calor de hogar.
El segundo acto Se da un movimiento simbólico hacia el interior de la casa. Tiene
valor simbólico la menor blancura de las paredes.
El tercer acto en el patio interior de la casa. Apenas hay luz. Es de noche. Presagio
de tragedia
El espacio visible: la casa.
La casa es el lugar central de la obra; en cierto modo, el verdadero protagonista. La
casa simboliza el espacio cerrado, el lugar inhóspito en donde han de vivir recluidas,
encerradas, las hijas de Bernarda. Por eso la casa recibe denominaciones peyorativas en
boca de los personajes: es un infierno para Angustias; es un convento y una casa de
guerra para Poncia; y es un presidio para Adela.
Dentro de la casa están las cadenas, el calor, el odio, el silencio, el negro de luto.
El espacio aludido: el mundo exterior.
En la obra se alude en numerosas ocasiones al mundo exterior: el pueblo, el río, el
olivar, el campo; lugares en los que se manifiesta el erotismo, según la poética
lorquiana. La ventana y el corral son los lugares de encuentro con el mundo exterior. El
corral el lugar del amor prohibido, de las relaciones eróticas condenadas por la moral.
La ventana es para el amor de los novios permitidos y es allí donde tienen lugar las
conversaciones entre Angustias y Pepe y donde esperó Martirio inútilmente a Enrique
Humanes. Las mujeres acuden a mirar por la ventana a través de la cual se establece el
contacto con el mundo exterior y con el hombre.
Resulta obvio que Lorca tenía gran conciencia social, pero de ahí no se puede
concluir que Bernarda Alba sea una obra política.
El subtítulo de la obra, “Drama de mujeres en los pueblos de España” ha
originado ciertos problemas. No es un intento de presentar las mujeres de todos los
pueblos españoles. Debemos recordar que Lorca es muy aficionado a los extremos.
Bernarda, como Yerma y otros casos, es un caso extraordinario dentro del marco del
“fenómeno andaluz”.
No hay duda de que hay crítica social, pero no tiene como blanco la sociedad
española, ni siquiera toda la sociedad andaluza. Bernarda es estricta, tradicional,
intolerante hasta el máximo, pero no representa a España., ni siquiera representa a su
pueblo. Sólo representa lo que es, una mujer desgraciada cuya razón de ser es el odio y
la represión que impone a los otros, una mujer que emplea el código socio-moral de su
sociedad para estos fines. Es un ser malévolo en su manera de emplear su propia
autoridad. Actúa mal en el modo de emplear el poder que la jerarquía y el código social
le confieren. La crítica social en la obra se dirige contra la perversión y el abuso de
poder, y contra la hipocresía.
Bernarda es el personaje de autoridad y ley social. Al otro extremo, al lado de la
individualidad y ley natural, está Adela. El conflicto de Bernarda y Adela es un
conflicto universal. La lucha entre la ley individual anárquica manifestada sobre todo en
la sexualidad de Adela y la ley social, la necesidad autoritaria de Bernarda de reprimir
esta individualidad, no puede ser más universalmente humana. Lorca estudia aquí el
problema moral y humano, critica las dos fuerzas, lo que interesa es la lucha misma en
su fuerza teatral.