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TRANSTORNOS ALIMENTICIOS

Los trastornos alimentarios son enfermedades graves que afectan tanto la salud física como la
mental. Estas afecciones incluyen problemas en la forma de pensar sobre la comida, la
alimentación, el peso y la figura, así como en los comportamientos alimentarios. Estos síntomas
pueden afectar tu salud, tus emociones y tu capacidad para desenvolverte en ámbitos importantes
de la vida.

Si no se tratan de manera eficaz, los trastornos alimentarios pueden convertirse en problemas


crónicos y, en algunos casos, pueden causar la muerte. Los trastornos alimentarios más
frecuentes son la anorexia, la bulimia y el trastorno alimentario compulsivo.

La mayoría de los trastornos alimentarios implica centrarse demasiado en el peso, la forma del
cuerpo y la comida. Esto puede derivar en comportamientos alimentarios peligrosos. Estos
comportamientos pueden afectar gravemente la capacidad de obtener la nutrición que el cuerpo
necesita. Los trastornos alimentarios pueden dañar el corazón, el aparato digestivo, los huesos,
los dientes y la boca. Pueden llevar a otras enfermedades. También están relacionados con la
depresión, la ansiedad, las autolesiones y los pensamientos y comportamientos suicidas.

Con el tratamiento adecuado, puedes volver a tener hábitos alimentarios más saludables y
aprender formas más sanas de pensar sobre la comida y el cuerpo. También puedes revertir o
reducir los problemas graves causados por el trastorno alimentario.

Los trastornos de la alimentación más frecuentes incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia


nerviosa, el trastorno por atracón y el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de
alimentos. Cada uno de estos trastornos está asociado con diferentes síntomas, pero a veces
coinciden.

Síntomas
Los síntomas varían según el tipo de trastorno alimentario. La anorexia, la bulimia y el trastorno
alimentario compulsivo son los trastornos alimentarios más comunes. Las personas con dichos
trastornos pueden tener diferentes tallas y tipos de cuerpo.

Cuándo consultar al médico

Un trastorno alimentario puede ser difícil de controlar o superar sin ayuda. Cuanto antes recibas
tratamiento, más probabilidades tendrás de una recuperación completa. A veces las personas
pueden tener comportamientos alimentarios problemáticos que son similares a algunos de los
síntomas de un trastorno alimentario, pero los síntomas no cumplen con las pautas para el
diagnóstico de un trastorno alimentario. Sin embargo, estos comportamientos alimentarios
problemáticos pueden afectar gravemente la salud y el bienestar.

Si tienes comportamientos alimentarios problemáticos que te causan angustia o afectan tu vida o


tu salud, o si crees que tienes un trastorno alimentario, busca ayuda médica.

Pedirle encarecidamente a un ser querido que busque tratamiento

Muchas personas que tienen trastornos alimentarios piensan que no necesitan tratamiento. Una
de las características principales de muchos trastornos alimentarios es no darse cuenta de la
gravedad de los síntomas. Además, la culpa y la vergüenza suelen hacer que las personas eviten
pedir ayuda.

Si te preocupa algún amigo o familiar, pídele que hable con un proveedor de atención médica de
inmediato. Aunque esa persona no esté lista para admitir que tiene un problema con la comida,
puedes iniciar la conversación expresándole que estás preocupado y deseas escucharla.

Algunas de las señales de alerta que pueden indicar la presencia de un trastorno alimentario son
las siguientes:

 Evitar comidas o refrigerios, o poner excusas para no comer.

 Tener una dieta muy restringida que no ha sido recetada por un profesional de la salud
capacitado.

 Darle mucha importancia a la comida o la alimentación saludable, especialmente si eso


significa evitar participar en eventos comunes, como banquetes deportivos, comer torta de
cumpleaños o salir a cenar.

 Hacer comida para uno mismo en lugar de comer lo que come la familia.

 Apartarse de las actividades sociales frecuentes.

 Estar preocupado o quejarse continuamente por no estar en forma o por tener sobrepeso, y
hablar de perder peso.

 Mirarse en el espejo con frecuencia para ver lo que se percibe como defectos.

 Comer mucha cantidad de comida de manera reiterada.

 Usar suplementos alimenticios, laxantes o productos herbarios para perder peso.

 Ejercitarse mucho más que una persona promedio. Esto incluye no tomarse días de
descanso o de vacaciones por lesión o enfermedad, o negarse a asistir a eventos sociales u
otros eventos comunes por la necesidad de hacer ejercicio.
 Callosidades en los nudillos por meterse los dedos en la boca para vomitar.

 Los problemas de pérdida del esmalte de los dientes pueden ser un signo de vomitar
reiteradamente.

 Abandonar la mesa durante las comidas o apenas se termina de comer para usar el baño.

 Hablar de depresión, enojo, vergüenza o culpa respecto de los hábitos alimenticios.

 Comer en secreto.

Si te preocupa tener un trastorno alimentario o que tu hijo lo tenga, ponte en contacto con un
proveedor de atención médica para hablar sobre este tema. Si es necesario, pide que te remitan a
un proveedor de atención para la salud mental con experiencia en los trastornos de la
alimentación. O, si tu seguro de salud te lo permite, comunícate con un experto directamente.

Causas
Se desconoce la causa exacta de los trastornos de alimentación. Al igual que ocurre con otras
afecciones de salud mental, puede haber distintas causas, como las siguientes:

 Genética. Es posible que algunas personas tengan genes que aumentan el riesgo de
desarrollar un trastorno alimentario.

 Biología. Los factores biológicos, como los cambios en las sustancias químicas del cerebro,
pueden influir en estos trastornos.

Factores de riesgo
Cualquier persona puede desarrollar un trastorno alimentario. Los trastornos alimentarios suelen
comenzar durante la adolescencia y la juventud, aunque pueden producirse a cualquier edad.

Ciertos factores pueden incrementar el riesgo de desarrollar trastornos alimentarios, como los
siguientes:

 Antecedentes familiares. Los trastornos alimentarios son más probables en personas con


padres o hermanos que han tenido ese tipo de trastorno.

 Otros problemas de salud mental. Los traumas, la ansiedad, la depresión, el trastorno


obsesivo compulsivo y otros problemas de salud mental pueden aumentar las probabilidades
de tener un trastorno alimentario.

 Dietas e inanición. Hacer dieta con frecuencia es un factor de riesgo para desarrollar un


trastorno alimentario, en especial si el peso corporal sube y baja constantemente al iniciar y
abandonar nuevas dietas. Existen pruebas sólidas de que muchos de los síntomas de un
trastorno alimentario son síntomas de inanición. La inanición afecta al cerebro y puede llevar
a cambios en el estado de ánimo, pensamiento inflexible, ansiedad y reducción del apetito.
Esto puede hacer que se mantengan la ingesta insuficiente de alimentos o las conductas
alimentarias problemáticas y que resulte difícil recuperar los hábitos de alimentación
saludable.

 Antecedentes de acoso por el peso. Las personas que han sido acosadas o sujeto de
burlas por su peso son más propensas a desarrollar problemas con la alimentación o
trastornos alimentarios. Entre ellas, se incluyen las personas a quienes han avergonzado por
su peso sus compañeros, profesionales de atención médica, entrenadores, maestros o
familiares.

 Estrés. Los cambios pueden causar estrés, ya sea el comienzo de la universidad, una


mudanza, un trabajo nuevo o problemas familiares o de pareja. Y el estrés puede aumentar el
riesgo de presentar un trastorno alimentario.

Complicaciones
Los trastornos alimentarios causan complicaciones muy variadas, algunas de las cuales ponen en
riesgo la vida. Cuanto mayor es la gravedad del trastorno o cuanto más perdura, más probable es
que se presenten complicaciones graves. Estas pueden ser algunas de ellas:

 Problemas de salud graves.

 Depresión y ansiedad.

 Pensamientos o conductas suicidas.

 Problemas con el crecimiento y el desarrollo.

 Problemas sociales y en las relaciones.

 Trastornos por consumo de sustancias adictivas.

 Problemas en el trabajo y la escuela.

 Muerte.

Prevención
No hay una forma segura de prevenir los trastornos alimentarios, pero puedes tomar medidas para
desarrollar hábitos alimentarios saludables. Si tienes un hijo, puedes ayudarle a reducir el riesgo
de que desarrolle trastornos alimentarios.

Adultos

Para desarrollar hábitos de alimentación saludable y comportamientos de un estilo de vida


saludable:
 Elige una dieta saludable rica en granos o cereales integrales, frutas y verduras. Limita el
consumo de sal, azúcar, alcohol, grasas saturadas y grasas trans. Evita las dietas extremas.
Si debes perder peso, habla con el proveedor de atención médica o con un dietista para crear
un plan que satisfaga tus necesidades.

 No uses suplementos alimenticios, laxantes ni productos herbarios para bajar de peso.

 Haz suficiente actividad física. Cada semana, haz al menos 150 minutos de actividad


aeróbica, como caminar a paso ligero. Elige actividades que disfrutes para que sea más
probable que las hagas.

 Busca ayuda para los problemas de salud mental, como depresión, ansiedad o problemas
con la autoestima y la imagen corporal.

Para ver más pautas sobre alimentos y nutrición, así como actividad física, ingresa a health.gov.

Habla con el proveedor de atención médica si tienes inquietudes sobre tus conductas alimenticias.
El tratamiento temprano puede evitar que el problema empeore.

Niños

Estas son algunas maneras de ayudar a tu hijo a desarrollar conductas alimentarias saludables:

 Evita hacer dieta en presencia de tu hijo. Es posible que los hábitos alimentarios familiares
influyan en las relaciones que los niños desarrollan con la comida. Comer en familia te da la
oportunidad de enseñarle a tu hijo sobre los peligros de hacer dietas. También te ayuda a
observar si tu hijo come suficiente cantidad y variedad de alimentos.

 Habla con tu hijo. Existen muchos sitios web y otros espacios en las redes sociales que
fomentan ideas peligrosas, como proponer que la anorexia es la elección de un estilo de vida
y no un trastorno alimentario. Algunos sitios alientan a los adolescentes a comenzar dietas
restrictivas. Es importante corregir este tipo de ideas erróneas. Habla con tu hijo sobre los
riesgos de tomar decisiones poco saludables en cuanto a la alimentación.

 Alienta y refuerza una imagen corporal saludable en tu hijo, independientemente de su


figura o talla. Habla con tu hijo sobre la imagen que tiene de sí mismo y tranquilízalo
diciéndole que las formas del cuerpo pueden ser diferentes. No critiques tu propio cuerpo
delante de tu hijo. Los mensajes de aceptación y respeto pueden ayudar a desarrollar una
autoestima sana. También pueden desarrollar resiliencia, la capacidad de recuperarse con
rapidez de situaciones difíciles. Estas habilidades pueden ayudar a los niños a sobrellevar los
momentos desafiantes de la adolescencia y la juventud.

 Pide ayuda al proveedor de atención médica de tu hijo. En las visitas del niño sano, los
proveedores de atención médica podrían identificar los signos tempranos de un trastorno
alimentario. Pueden preguntar al niño sobre sus hábitos alimentarios. Estas consultas
incluyen el control de los percentiles de estatura y peso y del índice de masa corporal, que
pueden advertirles a ti y al proveedor de atención médica de tu hijo de cualquier cambio
importante.

Ofrece tu ayuda

Si te das cuenta de que un familiar o amigo muestra signos de un trastorno alimentario, considera
la posibilidad de hablar con esa persona sobre tu preocupación por su bienestar. Tal vez no
puedas evitar que desarrolle un trastorno alimentario, pero tenderle la mano con compasión puede
alentar a la persona a buscar tratamiento.

¿Qué es la anorexia nerviosa?


La anorexia nerviosa es una afección en la que las personas evitan comer,
restringen los alimentos severamente o solo comen cantidades muy pequeñas de
ciertos alimentos. También pueden pesarse una y otra vez. Incluso cuando están
peligrosamente por debajo del peso normal, estas personas pueden verse a sí
mismas como si tuvieran sobrepeso.

Los síntomas de la anorexia nerviosa incluyen:

 alimentación extremadamente restringida o ejercicio intensivo y excesivo;


 delgadez extrema (emaciación);
 intentos constantes para adelgazar y resistencia a mantener un peso normal o saludable;
 temor intenso de subir de peso;
 imagen corporal distorsionada o una autoestima sumamente influenciada por las percepciones del
peso y la forma del cuerpo;
 rechazo a aceptar lo grave que es tener un bajo peso corporal.

La anorexia nerviosa puede ser fatal. Tiene una tasa de muerte (mortalidad) extremadamente
alta, en comparación con otros trastornos mentales. Las personas con anorexia corren el riesgo de
morir por complicaciones médicas asociadas con la inanición (hambre). El suicidio es la segunda
causa principal de muerte en las personas diagnosticadas con anorexia nerviosa.

¿Qué es la bulimia nerviosa?


Las personas con bulimia nerviosa tienen episodios recurrentes en los que consumen cantidades
inusualmente grandes de comida. Suelen sentir una pérdida de control sobre estos episodios de
atracones. A estos atracones les siguen comportamientos para compensar por el exceso de
comida, como vómitos forzados, uso exagerado de laxantes o diuréticos, ayunos, ejercicio
excesivo, o una combinación de estos. A diferencia de las personas con anorexia nerviosa, las
personas con bulimia nerviosa pueden mantener un peso saludable o tener exceso de peso.

Los síntomas y las consecuencias para la salud de la bulimia nerviosa incluyen:

 dolor e inflamación crónica de la garganta;


 inflamación de las glándulas salivales en la zona del cuello y la mandíbula;
 esmalte dental desgastado y mayor sensibilidad y caries en los dientes, como resultado de la
exposición al ácido del estómago al vomitar;
 reflujo ácido y otros problemas gastrointestinales;
 malestar e irritación intestinal debido al uso inadecuado de laxantes;
 deshidratación grave por las purgas;
 desequilibrio de los electrolitos (con niveles demasiados bajos o demasiados altos de sodio,
calcio, potasio y otros minerales) lo que pueden originar un accidente cerebrovascular o ataque al
corazón.

¿Qué es el trastorno por atracón?


El trastorno por atracón es una afección en la que las personas pierden el control sobre lo que
comen y tienen episodios recurrentes de ingerir cantidades inusualmente grandes de alimentos. A
diferencia de la bulimia nerviosa, a los episodios de atracones no les siguen purgas, exceso de
ejercicio o ayunos. Por esta razón, las personas con el trastorno por atracón a menudo tienen
exceso de peso o son obesas.

Los síntomas de este trastorno incluyen:

 consumir cantidades inusualmente grandes de alimentos en un período corto de tiempo, como, por
ejemplo, en dos horas;
 comer rápidamente durante los episodios de atracones;
 comer incluso cuando está lleno o no tiene hambre;
 comer hasta estar tan lleno que se siente incómodo;
 comer solo o en secreto para evitar sentirse avergonzado;
 tener sentimientos de angustia, vergüenza o culpa por comer;
 hacer dietas frecuentes, posiblemente sin perder peso.

¿Qué es el trastorno por evitación y restricción


de la ingesta de alimentos?
El trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos, anteriormente conocido como
trastorno de alimentación selectiva, es una afección en la que las personas limitan la cantidad o el
tipo de alimentos que ingieren. A diferencia de la anorexia nerviosa, las personas con este
trastorno no tienen una imagen corporal distorsionada ni un temor extremo a aumentar de peso.
Este trastorno es más frecuente en la niñez media y por lo general su inicio es más temprano que
otros trastornos de la alimentación. Muchos niños pasan por fases de ser quisquillosos a la hora
de comer, pero un niño con trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos no
consume suficientes calorías para crecer y desarrollarse adecuadamente, y un adulto con este
trastorno no consume suficientes calorías para mantener las funciones básicas del cuerpo.

Los síntomas de este trastorno incluyen:

 restricción dramática de los tipos o la cantidad de alimentos consumidos;


 falta de apetito o de interés en la comida;
 pérdida drástica de peso;
 malestar estomacal, dolor abdominal u otros problemas gastrointestinales sin otra causa conocida;
 selección limitada de alimentos favoritos que se va haciendo aún más limitada ("comer de forma
quisquillosa" que empeora progresivamente).

¿Cómo se tratan los trastornos de la


alimentación?
Es posible tratar con éxito los trastornos de la alimentación. La detección y el tratamiento
temprano son importantes para una recuperación total. Las personas con trastornos de
alimentación tienen un mayor riesgo de suicidio y de complicaciones médicas.

Los miembros de la familia pueden desempeñar un papel fundamental en el tratamiento, ya que pueden
alentar a la persona con problemas de alimentación o de imagen corporal a que busque ayuda. Los
familiares también pueden brindar apoyo durante el tratamiento y pueden ser grandes aliados tanto para la
persona como para el proveedor de atención médica. Existen investigaciones que sugieren que la
incorporación de la familia al tratamiento para los trastornos de la alimentación puede mejorar los
resultados del tratamiento, especialmente para los adolescentes.

Los planes de tratamiento para los trastornos de la alimentación incluyen psicoterapia, atención y
controles médicos, asesoramiento nutricional, medicamentos o una combinación de estos
enfoques. Los objetivos habituales del tratamiento incluyen:

 restaurar una nutrición adecuada


 alcanzar un peso saludable
 reducir el exceso de ejercicio
 detener los comportamientos de atracones y purgas

Las personas con trastornos de la alimentación también pueden tener otros trastornos mentales (como
depresión o ansiedad) o problemas con el consumo de sustancias. Es fundamental tratar cualquier afección
concurrente como parte del plan de tratamiento.

Las formas específicas de psicoterapia ("terapia de diálogo") y los enfoques cognitivo-conductuales pueden
tratar eficazmente ciertos trastornos de la alimentación.

Diagnóstico
Los trastornos de la alimentación se diagnostican a partir de los síntomas y de una revisión de las
conductas y los hábitos alimenticios. Puedes ver tanto a un proveedor de atención médica como a
un profesional de la salud mental para obtener un diagnóstico.

Para el diagnóstico, podría ser necesario lo siguiente:

 Examen físico. Probablemente, el proveedor de atención médica te examine para descartar


otras causas médicas para tus problemas de alimentación. También puede pedir análisis de
laboratorio.

 Evaluación de salud mental. Un profesional de la salud mental puede preguntarte sobre tus
pensamientos, sentimientos, y conductas y hábitos alimenticios. También podría pedirte que
respondas una serie de preguntas para ayudar con el diagnóstico.

 Otros estudios. Se podrían hacer otras pruebas para buscar complicaciones relacionadas
con tus problemas alimenticios.

Tratamiento
El mejor tratamiento para un trastorno de la alimentación requiere un trabajo en equipo.
Generalmente, el equipo se compone de tu proveedor principal de atención médica, un profesional
de salud mental y, a veces, un dietista diplomado. Busca profesionales con experiencia en el
tratamiento de trastornos de la alimentación.

El tratamiento depende de tu tipo específico de trastorno de la alimentación. Pero, en general,


incluye lo siguiente:

 Aprendizaje sobre la nutrición adecuada.

 Aprendizaje sobre cómo desarrollar hábitos de alimentación saludable.

 Orientación sobre cómo alcanzar un peso saludable si tienes bajo peso.

 Terapia conductual, a veces denominada psicoterapia.

 Medicamentos, de ser necesario.

Si tu vida corre riesgo, es posible que debas ir a un hospital de inmediato.

Terapia conductual

Ciertas terapias conductuales pueden ser eficaces para tratar los trastornos de la alimentación.
Entre ellas se incluyen las siguientes:
 Tratamiento basado en la familia. El tratamiento basado en la familia es un tratamiento
ambulatorio para niños y adolescentes con anorexia. También es probable que sea eficaz
para la bulimia y otros comportamientos alimenticios problemáticos. La familia participa para
garantizar que el niño u otro familiar siga patrones de alimentación saludable y mantenga un
peso saludable.

 Terapia cognitivo conductual. La terapia cognitivo conductual se usa comúnmente en el


tratamiento de trastornos de la alimentación, especialmente la bulimia, el trastorno
alimentario compulsivo y otros comportamientos problemáticos respecto a la alimentación.
Con mayor frecuencia, se usa un tipo de terapia cognitivo conductual llamada terapia
cognitivo conductual mejorada. Aprenderás a controlar y mejorar tus hábitos alimenticios y tu
estado de ánimo, desarrollar la capacidad para resolver problemas y explorar formas
saludables de afrontar las situaciones estresantes.

Medicamentos

Los medicamentos no pueden curar un trastorno alimentario. Se ha demostrado que ningún


medicamento ayuda con el aumento de peso o para el tratamiento de la anorexia. En el caso de la
bulimia o el trastorno alimentario compulsivo, algunos medicamentos pueden ayudar a controlar
los impulsos de atracones o depuraciones, o a controlar la atención extrema que se le presta a la
comida y la dieta.

Una internación o un programa diurno

Si tienes problemas graves de salud relacionados con un trastorno de la alimentación, el


proveedor de atención médica podría recomendarte que te quedes en el hospital durante un
tiempo. Ciertas clínicas se especializan en el tratamiento de personas con trastornos de la
alimentación. Algunas pueden ofrecer programas diurnos, en lugar de una internación. Es posible
que los programas especializados para trastornos de la alimentación ofrezcan un tratamiento más
intensivo durante períodos más largos.

Reducir el estrés y la ansiedad

Algunos abordajes y tratamientos complementarios pueden ayudar a reducir el estrés y la


ansiedad. También promueven la relajación y ayudan a aumentar la sensación de bienestar.
Algunos ejemplos de estos tratamientos son:

 Acupuntura.

 Masajes.

 Yoga.

 Meditación.
Estrategias de afrontamiento y apoyo
Es difícil controlar un trastorno alimentario cuando recibes mensajes contradictorios de los medios
de comunicación, la cultura y, a veces, tu familia o los amigos. Si tú o un ser querido padecen un
trastorno alimentario, consulta con tu médico o con un profesional de la salud mental sobre cómo
afrontarlo y cómo recibir apoyo emocional.

Aprender estrategias de afrontamiento eficaces y obtener el apoyo que necesitas de tu familia y


amigos son vitales para el éxito del tratamiento.

Preparación para la consulta


A continuación encontrarás información que te ayudará a prepararte para la cita médica. Puedes
pedirle a un familiar o amigo que te acompañe para darte apoyo y ayudarte a recordar. Un familiar
podría darle al proveedor de atención médica una imagen más completa de tu vida doméstica.

Qué puedes hacer

Antes de la cita médica, prepara una lista de lo siguiente:

 Cualquier síntoma que tengas, incluso los que no parezcan estar relacionados con el
motivo de la cita médica. Trata de recordar cuándo comenzaron los síntomas.

 Información personal esencial, como situaciones muy estresantes o cambios recientes en


tu vida.

 Todos los medicamentos, incluidos los de venta libre, las vitaminas, los productos herbarios
u otros suplementos que estés tomando y sus dosis.

 Preguntas para hacerle al proveedor de atención médica o proveedor de atención para la


salud mental para no olvidarte de consultarle todo lo que quieres saber.

Algunas de las preguntas que podrías hacer incluyen las siguientes:

 ¿Cree que tengo un trastorno alimentario?

 ¿Qué tipo de pruebas necesito hacerme? ¿Estas pruebas requieren alguna preparación
especial?

 ¿Esta afección es temporal o persistente?

 ¿Cuáles son los tratamientos disponibles y cuál me recomienda?

 ¿De qué manera el tratamiento afectará mi peso?


 ¿Hay algún folleto u otro material impreso que pueda consultar? ¿Qué sitios web me
sugiere?

No dudes en hacer otras preguntas que tengas durante la cita médica.

Qué esperar del médico

Es probable que el proveedor de atención médica o el proveedor de atención para la salud mental
te haga varias preguntas, como las siguientes:

 Háblame sobre tus hábitos alimenticios.

 ¿Hace cuánto tiempo que estás preocupado por tu peso?

 ¿Haces ejercicio? ¿Con qué frecuencia haces ejercicio, y durante cuánto tiempo?

 ¿Has encontrado otras maneras de bajar de peso?

 ¿Tienes algún síntoma físico?

 ¿Vomitaste alguna vez porque te sentías demasiado lleno?

 ¿Expresaron otras personas preocupación por tu peso?

 ¿Piensas en comida con frecuencia?

 ¿Alguna vez comes a escondidas?

 ¿Alguna vez alguno de tus familiares tuvo síntomas o un diagnóstico de un trastorno de la


alimentación?

Es posible que el proveedor de atención médica te haga otras preguntas según tus respuestas,
síntomas y necesidades. Prepárate para contestar preguntas, de modo que tengas tiempo de
conversar sobre lo que sea más importante para ti.

Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes


Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades psiquiátricas
complejas, multicausadas, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres
jóvenes. El diagnóstico más frecuente durante la adolescencia es el de TCA no
especificado, seguido por el de anorexia nervosa y bulimia nervosa. Todos estos
trastornos comparten síntomas cardinales tales como la preocupación excesiva por la
comida, peso y/o figura corporal y el uso de medidas no saludables para controlar o
reducir el peso corporal.

Los TCA muchas veces se acompañan de complicaciones médicas así como


psicológicas que potencialmente pueden dejar secuelas irreversibles para el desarrollo
del adolescente. Para evitar la cronicidad del trastorno, se recomienda un tratamiento
temprano lo cual requiere de un diagnóstico y derivación oportunos a un equipo
especializado.

Una gran parte de las adolescentes que sufre de estos trastornos no consulta
directamente por ello ya que, en general, la conciencia de enfermedad y motivación
para el cambio son escasas, a pesar de que la salud física y psicológica se encuentre
severamente amenazada por la enfermedad. Las adolescentes, muchas veces son
detectadas por sus padres, profesores o pares, siendo forzadamente llevadas a consultar.
Las consultas, en estos casos, se realizan a médicos generales, nutricionistas o
nutriólogos o, en una gran proporción a médicos que pueden atender a los problemas
asociados a los TCA (por ejemplo, problemas ginecológicos tales como ausencia de
menstruaciones, dentales tales como erosiones del esmalte, etc.). Este hecho remarca la
importancia de que los médicos no especialistas en el tema posean las herramientas
necesarias que les permitan sospechar el diagnóstico y actuar oportunamente para
conseguir una derivación exitosa a un equipo especializado de profesionales.

A pesar del interés clínico y de investigación por estos trastornos y las graves
consecuencias que conllevan, hasta el momento los resultados de tratamiento son de
moderada significancia o insatisfactorios. Las pacientes más jóvenes con AN tienen la
mejor tasa de recuperación (entre 50 y 70%), mientras que, en general, las tasas de
recuperación del resto de los TCA apenas llegan al 50% (8-10). Los tratamientos
basados en evidencia para los adolescentes también son escasos.

Este artículo tiene como objetivo:

 a)

Brindar una revisión actualizada de los criterios diagnósticos y características clínicas


de los TCA.

 b)

Proporcionar una visión general de las alternativas de tratamiento para adolescentes


con TCA.

 c)
Proveer de algunos elementos de manejo para médicos no especialistas en salud
mental.

Características clínicas de los trastornos alimentarios en


adolescentesDiagnóstico

Las definiciones y categorización de los TCA en las clasificaciones internacionales


continúan siendo materia de debate. El principal desafío radica en la dificultad para
separar los síntomas diagnósticos y conductas asociadas a los TCA que frecuentemente
se sobreponen unos con otros en las categorías actualmente vigentes (11). Las dos
principales categorizaciones internacionales, el DSM-IV (Manual Diagnóstico y
Estadístico de Trastornos Mentales; 6) y el CIE-10 (Clasificación Internacional de
Enfermedad; 7) describen las tres clases principales de TCA antes mencionadas:
Anorexia Nervosa, Bulimia Nervosa (BN) y Trastornos Alimentarios No Especificados
(TANE, según DSM-IV) o Trastornos Alimentarios Atípicos (según CIE-10). Los
límites entre estas categorías se basan en el grado de desviación del peso normal, el
patrón de alimentación y las medidas para controlar el peso utilizadas por quienes los
sufren (12).

En la actual revisión de los criterios del DSM-IV en miras del lanzamiento de la


5  edición de este manual, se espera superar algunos de los problemas más comunes de
a

la clasificación para su aplicación clínica. Los esfuerzos generales están puestos en a)


lograr una mejor y más homogénea caracterización de los TANE ya que es una de las
categorías más ampliamente utilizada en settings clínicos con una prevalencia que varía
entre un 50 y 70% entre los individuos con TCA (13), b) evaluar la validez y utilidad
del diagnóstico de Trastorno por Atracón, actualmente clasificado como TANE (14), y
c) considerar en la redefinición de los criterios diagnósticos, la migración que
frecuentemente se da entre AN y BN y entre los patrones restrictivos y
compulsivo/purgativo en AN.

Otro tema en discusión, es que la aplicación de los criterios hasta ahora establecidos
para TCA es compleja en el caso de las adolescentes, dadas las características propias
de la adolescencia y sus procesos de desarrollo. En esta línea, el grupo de trabajo para
la clasificación de los TCA para niños y adolescentes, acordó proponer ciertos cambios
en la clasificación actual que se resumen en: a) establecer límites menores y más
sensibles al desarrollo en el caso de las adolescentes para determinar la severidad de los
síntomas (ej. disminuir la frecuencia de las conductas purgativas requerida y considerar
la desviación significativa de las curvas del desarrollo caso a caso como criterio
diagnóstico más que guiarse por puntos de corte estandarizados), b) que se pueda
considerar indicadores conductuales de los rasgos psicológicos de los TCA en lugar de
pedir que sean reportados por la misma paciente (ej. considerar la negación a comer
como equivalente al temor a engordar) y que se debe alertar a los profesionales sobre la
limitación de algunas adolescentes para declarar este tipo de síntomas, y c) la inclusión
de múltiples informantes para evaluar los síntomas (ej. padres).

Estos cambios ayudarían a los clínicos que trabajan con adolescentes a superar algunas
de las dificultades diagnósticas actuales que generan barreras para el tratamiento. Por
ejemplo, rasgos clínicos como el retraso en el desarrollo puberal, retardo en el
crecimiento o dificultad para adquirir los minerales óseos, pueden ocurrir a niveles
subclínicos del trastorno así como en las adolescentes más tempranas pueden existir
dificultades relacionadas con la alimentación, imagen corporal o hábitos para el control
del peso que no cumplen los criterios para un TCA (1). Por lo tanto, se recomienda que
el diagnóstico de los TCA en la adolescencia, siguiendo los criterios mencionados más
adelante, se realice en el contexto de las características del desarrollo puberal y
adolescente normales.

Los trastornos psiquiátricos más frecuentes ligados a la AN son la depresión, trastornos


de ansiedad y, en particular, obsesivo-compulsivos (34-36). La depresión puede
servista como una consecuencia de la desnutrición más que un desorden precedente o
una enfermedad independiente, mientras que los trastornos obsesivo-compulsivos se
tienden a presentar en forma independiente de la AN y muchas veces la preceden
(12, 28). Conductas impulsivas tales como autoagresiones y abuso de sustancias
también se han descrito frecuentemente asociadas a AN (37). En términos de rasgos de
personalidad, los más comunes son los rasgos obsesivo-compulsivos y limítrofes.
Finalmente, algunos desórdenes del desarrollo también se han encontrado presentes en
adolescentes con AN, especialmente síndromes del espectro autista (38).
Las comorbilidades psiquiátricas en pacientes con BN también son comunes. En las
adolescentes principalmente se observan trastornos del estado de ánimo, trastornos de
ansiedad, síndrome por déficit atencional con hiperactividad, trastorno obsesivo-
compulsivo, conductas impulsivas, trastorno de personalidad límite, baja autoestima,
autoagresiones e intentos de suicidio (36, 37, 39, 40). La BN tipo purgativa ha sido
también asociada a conductas adictivas (41).

Tratamiento para adolescentes con TCA

El tratamiento para adolescentes con TCA debe contemplar la complejidad


biopsicosocial de estas enfermedades junto con las características propias de esta etapa
de la vida. El tratamiento óptimo implica, por lo mismo, la acción de un equipo
interdisciplinario que esté capacitado para abordar las múltiples facetas de estos
trastornos. Este equipo idealmente debiese estar comprendido por un médico
especialista en el desarrollo adolescente, especialista en nutrición (ya sea nutricionista
o nutriólogo), especialistas en salud mental (psiquiatra y psicólogo) y, en los casos de
hospitalización, enfermeras especialistas en el manejo de los TCA. Todos estos
profesionales debiesen ser profesionales con experiencia en la evaluación y tratamiento
de los TCA y en salud adolescente (1). Dada la prevalencia de las complicaciones
médicas y psiquiátricas en estos trastornos, el tratamiento tiene que poder ofrecer
varios niveles de cuidado (ambulatorio, ambulatorio intensivo, hospitalización parcial,
hospitalización completa).

Aunque las opciones de tratamiento para adolescentes con TCA son diversas, la meta del mismo es una sola:
ayudar al adolescente a lograr alcanzar y mantener su salud física y psicológica. Desafortunadamente, la
evidencia científica en relación al éxito del tratamiento para la población adolescente es escasa.

Si bien los TCA son trastornos psiquiátricos, estos no pueden ser atendidos sin considerar la salud física de
quien lo sufre. Por esta razón, el logro de patrones de alimentación saludable resulta clave para proveer las
bases mínimas para el resto del tratamiento. De este modo, la evaluación médica y su seguimiento es un
componente fundamental especialmente en la primera fase del tratamiento. Las intervenciones en salud
mental, por otro lado, deben cubrir la psicopatología propia de los TCA, las tareas psicosociales del periodo
adolescente y las condiciones comórbidas. Los tratamientos para TCA son generalmente largos,
recomendándose el seguimiento hasta 4 años luego del alta, en el caso de las adolescentes.
Motivación y tratamiento de los TCA

La efectividad de los tratamientos tanto para AN como para BN es, hasta el momento, poco satisfactoria. Una
de las particularidades de los TCA que probablemente está a la base de estos pobres resultados es que, a
diferencia de otros trastornos de salud mental, la motivación para recuperarse es muy baja y el trastorno es en
sí mismo altamente valorado. La motivación es el principal motor para la recuperación de cualquier trastorno
y se ha demostrado que las terapias convencionales fallan cuando la motivación es baja.

En el caso de la AN, es altamente probable que la adolescente no reconozca que tiene un problema. Su
presentación en una consulta, por lo tanto, implica frecuentemente un cierto grado de coerción por parte de la
familia u otros profesionales de la salud que hayan detectado el problema. Por lo mismo, no están listas para
modificar su conducta y, más aún, valoran su enfermedad incluso aunque ésta conlleve un riesgo de vida. En
el caso de la BN u otras formas de TCA, puede existir una mayor motivación para el cambio de por lo menos
algunas de las conductas ligadas a la enfermedad. Las adolescentes con BN por ejemplo, se muestran más
motivadas a disminuir los atracones y las conductas purgativas, pero menos motivadas a dejar la conducta de
dieta o tolerar un peso normal (42). Así, resolver la ambivalencia para el cambio se mantiene como un
desafío para el tratamiento.

En este contexto, el modelo de la Entrevista Motivacional (EM) ha sido utilizado en forma creciente en el
campo de los TCA (43). Este modelo de entrevista tiene por objetivo lograr incrementar la motivación
intrínseca del paciente. Implica un enfoque directivo pero no impositivo, donde se trabaja la resistencia al
cambio y se reconocen y resuelven las ambivalencias que éste produce. La EM se sirve de ciertas estrategias
fundamentales (uso de preguntas abiertas, reforzar al paciente, resumir lo que el paciente ha dicho durante la
entrevista, fomentar la autoeficacia) para ayudar al paciente a reconocer su problema y sus consecuencias y,
así, motivarse a cambiar (43). Sin embargo, se requieren de algunas modificaciones para aplicación del
modelo estándar de la EM al tratamiento de los TCA las cuales dependen del tipo de TCA y severidad con
que se presente. Por ejemplo, muchas adolescentes con AN presentan interferida su capacidad para tomar
decisiones autónomas, ya sea porque son muy jóvenes o están muy debilitadas por la enfermedad. En estos
casos, se puede igualmente trabajar desde la perspectiva de la EM aunque estableciendo algunos aspectos
“no-negociables” para trabajar (por ejemplo, alcanzar un nivel aceptable de estado nutricional). Se ha visto
que el uso de estrategias motivacionales en el tratamiento de los TCA mejora en general la adherencia al
mismo y tiene un efecto positivo en la reducción de conductas purgativas en adolescentes con BN y TANE
(44).
Finalmente, el trabajo motivacional no sólo ha sido útil en el tratamiento con las adolescentes con TCA sino
también en el trabajo con sus familias. Se ha desarrollado una forma de trabajo grupal con padres a quienes
se les entrena en EM como una forma de acompañar efectivamente a sus hijas en el camino de la
recuperación y, además, implica un trabajo personal de los cuidadores (45).

Tratamiento para anorexia nervosa

Las guías internacionales recomiendan, en el caso de la AN, que el tratamiento se realice en forma
ambulatoria en primera instancia, usando la alternativa de hospitalización para aquellos casos que no
respondan ambulatoriamente, presenten alto riesgo vital y escasos recursos psicosociales (ver Tabla 5). La
hospitalización en estos casos debe combinar la realimentación con las intervenciones psicológicas. La
recomendación que cuenta con mayor acuerdo entre los especialistas e investigadores, es que se utilicen
intervenciones familiares que aborden directamente el trastorno alimentario. La evidencia apoya los
tratamientos con base familiar particularmente a las terapias derivadas del Modelo Maudsley de Tratamiento
(46, 47) donde la familia es vista como el principal recurso para ayudar a la adolescente a recuperarse. Este
modelo ha sido examinado en varios estudios controlados logrando una efectividad de un 50 a 70%. La
efectividad mejora notablemente en el caso de adolescentes con TCA de corta duración y donde el nivel de
conflicto familiar no es muy alto (48). En el caso de familias con formas extremas de sobreprotección o
criticismo (alta emoción expresada) los resultados del tratamiento son mejores cuando la adolescente y su
familia son atendidos por separado versus las terapias familiares combinadas (49). La terapia cognitivo
conductual, que se usa en adultos, no ha sido extensivamente estudiada para adolescentes con AN. La terapia
individual focalizada en la adolescencia ha mostrado similar efectividad al final del tratamiento que la terapia
basada en la familia (50). Otras terapias a ser consideradas incluyen la terapia cognitivoanalítica, la terapia
interpersonal y la terapia focal psicodinámica.

Tratamiento para bulimia nervosa

El tratamiento de la BN ha sido mucho más extensamente abordado en estudios


científicos que en el caso de la AN. De acuerdo a la evidencia, el tratamiento más
efectivo para adolescentes mayores (sobre 15 años) es la terapia cognitivo-conductual
la cual se focaliza en las actitudes, pensamientos y conductas que mantienen el
trastorno. Esta terapia tiene por duración entre 16 y 20 sesiones a lo largo de 4 -5 meses
como mínimo. El uso de manuales de autoayuda para las fases iniciales de tratamiento
también ha sido apoyado por los estudios en el área. La terapia interpersonal ha
demostrado igualmente ser efectiva, pero de resultados más lentos que la terapia
cognitivo-conductual (54). La terapia basada en la familia no ha tenido resultados tan
promisorios en BN como para el tratamiento de AN. Existen dos estudios que han
medido la eficacia de este tipo de terapia en comparación con otros tratamientos. Uno
de ellos sugiere que la terapia cognitivo-conductual tendría ciertas ventajas en relación
a la terapia basada en la familia en la reducción de los costos y rapidez de respuesta
(55). El segundo estudio sugiere que la terapia basada en la familia presenta mejores
resultados que la terapia interpersonal (56). La terapia conductual dialéctica también ha
demostrado cierta efectividad en adolescentes tardíos con BN. Finalmente, la evidencia
es insuficiente para postular que cualquiera de las psicoterapias para BN tiene algún
efecto en la reducción del peso corporal.

Los antidepresivos, como la fluoxetina, han demostrado tener un efecto positivo en la


disminución de los atracones y purgas llevando a una disminución sintomática que
varía entre un 50 y 70% dentro de las primeras semanas de tratamiento.Además, mejora
notablemente la sintomatología de patologías psiquiátricas comórbidas tales como
depresión o síntomas obsesivo-compulsivos. Sin embargo, la evidencia en relación a
los efectos a largo plazo de esta medicación es aún limitada (11).

En el caso de los TANE la evidencia es extremadamente escasa. Las guías de


tratamiento sugieren utilizar las recomendaciones adecuadas para el trastorno al que
más se asemeje el TANE que presente la adolescente (57).

El futuro en el tratamiento de los TCA

Dado el insatisfactorio escenario en términos de efectividad de los tratamientos


actualmente disponibles para los TCA, se ha hecho un llamado a generar modelos de
comprensión de la enfermedad que permitan sentar las bases para el desarrollo e
implementación de nuevas tecnologías de tratamiento. Uno de éstos, es el modelo
interpersonal para AN, desarrollado por Schmidt y Treasure (58). Este modelo es
innovador ya que se basa en evidencia científica sobre los factores que mantienen la
enfermedad e incluye recientes hallazgos de la investigación en neuropsicología,
cognición social y personalidad en AN. El modelo describe factores intra e
interpersonales que mantienen el TCA y las estrategias para abordarlos. Se basa en una
formulación clínica de cada caso, es manualizado, diseñado a la medida de las
necesidades de la paciente y con intervenciones modularizadas, con una clara jerarquía
de los procedimientos empleados. Si bien fue originalmente diseñado para AN, tiene
utilidad teórica y clínica para pacientes con BN u otros TCA.

Los factores de mantención descritos en este modelo son:

 -

Factores cognitivos: rigidez cognitiva y estilo de pensamiento focalizado en los


detalles. Estos factores están presentes antes del desarrollo de la enfermedad, se
acentúan durante la fase aguda de la enfermedad y persisten en muchos pacientes,
incluso después de recuperarse. Se ha demostrado que estos rasgos cognitivos están
también presentes en hermanas sanas de las afectadas, lo cual presupone un
componente genético en su origen.

 -

Estilo socioemocional: Las dificultades socioemocionales de las pacientes con TCA


están presentes antes del desarrollo del desorden, aunque la desconexión emocional se
agudiza durante la enfermedad. Se demuestra en niveles altos de evitación y
sentimientos de “anestesia” emocional. Estudios en procesamiento emocional muestran
que el reconocimiento de las emociones básicas está limitado en personas que
desarrollan AN aún antes de presentar el desorden, y persiste después de la
recuperación. Sin embargo, este rasgo no se presenta en personas con BN. Por otro
lado, un sesgo hacia claves sociales especialmente aquellas relacionadas con agresión
está presente en AN y BN, persistiendo después de la recuperación. La expresión
emocional está también disminuida en pacientes con AN quienes, a su vez, presentarían
dificultades en la capacidad para resolver problemas (59-61).

 -

Pensamientos Pro TCA: Las creencias positivas sobre el TCA que se desarrollan


posterior a su inicio, es otro de los factores de mantención de estos trastornos (por
ejemplo, la sensación de maestría y control sobre el peso). Se ha visto que las personas
con TCA desarrollan una serie de creencias afirmativas que favorecen la identificación
del trastorno consigo mismas. Estas creencias generan parte de las dificultades
mencionadas en relación a la escasa motivación para la recuperación. Es fundamental
la comprensión de estas creencias por parte del equipo tratante, así como su inclusión
en el tratamiento, para evitar generar mayores resistencias al cambio.

 -

Factores interpersonales: Las reacciones emocionales de los familiares cercanos a la


adolescente con TCA, particularmente de sus padres, pueden contribuir reforzando
inadvertidamente los síntomas de TCA. Esto se relaciona con la alta emoción
expresada y la acomodación de la familia al TCA (62).

Para cada uno de estos factores se han desarrollado estrategias de intervención que
actualmente están en distintas etapas de validación. Por ejemplo, la terapia de
remediación cognitiva está diseñada para abordar los estilos de pensamiento (63) y
también existe una versión menos intensiva para pacientes ambulatorios basada en el
feedback de las evaluaciones neuropsicológicas de la paciente (64). Intervenciones para
padres y cuidadores de personas con TCA en forma de talleres o educación a distancia
vía DVD, también se han desarrollado para trabajar el factor interpersonal (65, 66).

Evaluación médica de los TCA

Como se mencionó anteriormente, los TCA se asocian a complicaciones físicas severas


las que pueden ocurrir durante la fase aguda de la enfermedad así también como en el
estado crónico o durante la recuperación. Los síntomas físicos pueden jugar un rol
clave en la motivación de una adolescente para buscar e involucrarse en un tratamiento.

La evaluación médica debe tomar en cuenta las necesidades y características de las


adolescentes en el contexto de su edad, desarrollo puberal y nivel de actividad física
(1). Tiene por objetivo detectar cualquier problema médico que acompañe el cuadro del
TCA así como establecer la necesidad de abordar cuanto antes los peligrosos síntomas
físicos que pueden poner en riesgo la vida del paciente y prevenir las complicaciones a
largo plazo. Como primera intervención el cuidadoso y comprensivo examen e
investigación médica debe ayudar a descartar las causas orgánicas que pudieran
explicar la pérdida de peso en la adolescente. En el caso de que lo presente, especial
atención debe ponerse en la evaluación de grupos atípicos tales como hombres y niños
cuyo TCA puede no ser fácilmente sospechado. Debe ser llevada a cabo al ingreso de
la paciente y repetida subsecuentemente dependiendo de la aparición de síntomas
nuevos o cambios en los síntomas físicos presentes en la primera evaluación. En los
casos de alto riesgo inicial, debe repetirse ante cualquier aumento o disminución de
peso. Junto con esto, se requiere de que la paciente y su familia, sea educados en
aspectos claves de la enfermedad. Así, los profesionales que conformen el equipo
tratante tienen que estar entrenados en brindar psicoeducación en aspectos tales como
origen, mantención y secuelas de los TCA, ciclo de la enfermedad, alimentación y
ejercicio saludable, metabolismo, peso, etc. La psicoeducación juega un rol importante
en fomentar el reconocimiento del problema y, a través de éste, la motivación para
recuperarse.

Los parámetros físicos que pueden utilizarse para evaluar la severidad médica o el
compromiso nutricional en pacientes con TCA, se listan en la Tabla 4. Este examen
incluye a) mediciones de peso, altura, cálculo del percentil peso/talla e índice de masa
corporal (IMC), b) fuerza muscular, c) examen de los sistemas cardiovasculares,
respiratorio, abdominal y sistema nervioso central, y d) piel, dientes y garganta. En el
caso particular de las adolescentes, es central examinar el grado de desarrollo
alcanzado y cualquier desviación de la curva de desarrollo normal del adolescente.
Herramientas tales como el IMC o los percentiles peso/talla y los gráficos de peso,
pueden utilizarse colaborativamente con los pacientes y sus familias para mantener el
foco en las conductas clave para ser abordadas en el tratamiento. Finalmente, existen
circunstancias médicas como psiquiátricas que ameritaran la hospitalización de las
adolescentes con TCA. Los criterios de hospitalización para un paciente adolescente se
describen en la Tabla 5.

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