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Los sucesos precedentes de esta semana final parecen ser relatados por los
escritores de los Evangelios dentro del claro contexto ya sea del domingo, del
lunes o del martes, tal como han sido presentados. El momento exacto de lo
que sucede después de esos acontecimientos, sin embargo, parece ser menos
cierto. Juan es particular narra solo ligeramente los hechos comprendidos
entre la entrada triunfal de Jesús y la así llamada “última cena” que Jesús
comparte con sus discípulos. Refiriéndose a diversas reacciones públicas
durante ese período, Juan advierte que, a pesar de la enseñanza y de las
obras milagrosas de Jesús, todavía hay mucha gente que no cree o que tiene
miedo de reconocer su fe. Luego Juan registra lo que es al parecer la última
apelación pública de Jesús ante su subsiguiente arresto. Como no hay
evidencias de que esos sucesos ocurrieran en cualquiera de los tres días
anteriores, se establecen aquí como si hubieran sucedido el miércoles, si bien
ese marco temporal es especulativo.
Primero, en una semana final llena de acción, ¿qué motivo existe para creer
que habría un día entero de inactividad, o de actividad, que se deja sin
registro?
El relato de Juan elimina toda duda de que esta cena sucediera antes de la
verdadera cena de la Pascua. Cuando Jesús le dice a Judas durante la cena
que haga lo que está por hacer, algunos de los otros discípulos
“pensaban……. Que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la
fiesta”. Es más, los judíos que arrestaron a Jesús no entrarán al palacio de
Pilato por temor a ser ceremonialmente inmundos, y, por lo tanto, no poder
comer la Pascua. Más convincente es el hecho de que, el día de la crucifixión
de Jesús, llanamente se llama el día “de la preparación de la Pascua”, el día
en que se mata el cordero pascual para la cena de la Pascua, que se realiza
la noche de ese día.
Por lo tanto, hay firmes evidencias de que la última cena se lleva a cabo en la
noche previa al día de la preparación, que, de acuerdo con el cálculo
moderno, sería el miércoles por la noche. Partiendo de esa suposición, los
sucesos relacionados con este miércoles final, incluyen no solo la última
enseñanza de Jesús en público, sino también el relato de Pedro y Juan
buscando el Aposento Alto, y, haciendo los preparativos para la celebración
de la Pascua.
Miércoles en la mañana
Jesús enseña en el Templo, miércoles en la mañana Luc 21: 37-38
Hay muchos que todavía no creen Jn 12 : 37
La incredulidad cumple la profecía Jn 12: 38-41
Algunos tienen miedo Jn 12: 42-43
Apelación pública final Jn 12: 44-50
Miércoles en la tarde
Los discípulos hacen preparativos, miércoles en la tarde, en el Aposento
Alto, Luc 22: 7-13; Mat 26: 17-19; Mrc 14: 12-16
El Aposento Alto
Con el complot de matar a Jesús tomando su forma final, y con el clamor por
su vida alcanzando un crescendo, un Aposento Alto es Jerusalén se convierte
en la calma en el centro de la tormenta. Aquí Jesús y sus discípulos escogidos
se apartan para esperar la participación en la fiesta de la Pascua.
Indudablemente, porque Jesús ha indicado que la llegada de su reino es
inminente, los apóstoles comienzan a discutir acerca de quién de ellos es el
más grande. ¿Es inconcebible que, tras haber estado con Jesús a lo largo de
todo su ministerio, y, habiendo escuchado todas sus enseñanzas sobre la
naturaleza del reino, sus 12 escogidos sigan teniendo aspiraciones políticas
de poder y rango dentro de un reino terrenal? ¿Qué tiene que hacer Jesús
para convencerlos que no es así? Adoptando el papel de un siervo, Jesús
comienza a lavar los pies de sus discípulos a fin de enseñarles la necesidad,
no de poder y posición, sino de humildad y servicio a los demás.
A medida que progresa la cena, Jesús toma el pan y el vino, y les dice a sus
discípulos que participen de ellos como símbolos de su cuerpo y de su sangre,
instituyendo, así, su especial recordatorio y pacto con todos sus discípulos.
Luego, como para prepararse par el sello del pacto, Jesús revela a Judas
como quien lo traiciona, y lo envía a completar su traición, cada vez más
cercana.
Lo que sigue es un llamado al amor mutuo, no solo a causa de las pequeñas
rivalidades que continúan dividiendo a los discípulos, sino también porque
Jesús sabe que ellos necesitarán apoyarse, uno en el otro, para poder
soportar los retos que pronto vendrán.
Cuando Jesús les dice que va a partir, Pedro responde que quiere seguirlo. Y
cuando Jesús le dice que no puede ir con Él esta vez, Pedro insiste en que, de
ser necesario, está dispuesto a morir por Jesús.
Lucas y Juan registran la primera de las dos advertencias a Pedro de que él
negará a Jesús antes que amanezca.
El Discurso Final
Solo Juan registra el discurso final de Jesús con sus discípulos escogidos.
Ocurre cuando Jesús y sus discípulos continúan hacia el Monte de los Olivos,
justo antes de cruzar el Valle del Cedrón, que forma la frontera oriental de
Jerusalén.
Cada palabra que pronuncia Jesús refleja el peso que siente al dejar a estos
hombres para que finalicen la obra que Él ha comenzado. Jesús los alienta en
su fe y les promete que en su nombre harán grandes obras. De nuevo los
llama al amor mutuo a fin de soportar la inevitable persecución que les
espera. Explicando la necesidad de su partida, Jesús les promete que no los
va a dejar solos. Jesús les afirma de nuevo que el Espíritu Santo estará con
ellos y los guiará en su misión.
El discurso final comienza con una alegoría acerca de la vid y los pámpanos
como una lección de dar fruto a través de Cristo.
Miércoles en la noche
Al final de este discurso de despedida queda poco tiempo para la soledad o la
reflexión. El momento de la traición está cerca. Muy pronto Judas conducirá
a los oficiales de los principales sacerdotes hasta Jesús y lo traicionará ante
la presencia del resto de los apóstoles. Así que el escenario está listo, y el
arresto está por suceder. A medida que se acerca a la hora de la traición, el
registro comienza ahora con Jesús conduciendo a sus discípulos hasta una
arboleda de olivos conocida como Getsemaní, en el Monte de los Olivos, justo
al este de Jerusalén. Al llegar al tranquilo huerto, el corazón de Jesús
claramente se siente pesado ante la perspectiva de los sucesos que pronto
tendrán lugar. Tomando a Pedro, Jacobo y Juan con Él, Jesús va solo todavía
más lejos, a un lugar tranquilo, donde agoniza en oración con el Padre. Y su
soledad durante ese momento crítico se ve incrementada cuando, al regresar
a sus discípulos, los encuentra durmiendo.
Salida hacia Getsemaní Mrc 14: 32-34; Jn 18: 1; Mat 26: 36-38; Luc 22: 40
Jesús ora en agonía Luc 22: 41-45; Mat 26: 39; Mrc 14: 35-36
Jesús ora por segunda vez Mat 26: 40-42; Mrc 14: 37-39; Luc 22: 46
Jesús ora por tercera vez Mat 26: 43-46; Mrc 14: 40-42
Judas traiciona a Jesús Mrc 14: 43-45; Luc 22: 47-48; Jn 18: 2-3; Mat 26:
47-50ª
La seguridad de los discípulos garantizada Jn 18: 4-9
Pedro corta una oreja Mat 26: 50b – 54; Mrc 14: 46-47; Luc 22: 49-51; Jn
18: 10-11
Jesús increpa a causa del arresto Luc 22: 52-53; Mat 26: 55-56ª; Mrc 14:
48-49
Jesús es arrestado Mat 26: 56b; Mrc 14: 50-52; Jn 18: 12ª
Encajado en el registro del juicio a Jesús ante los líderes judíos, hay un
conmovedor relato de la lucha personal de Pedro por su lealtad a Jesús. En el
huerto, Pedro había sido característicamente impulsivo al correr a defender a
Jesús. Pero ahora, cuando comienza a comprender la gravedad del arresto de
Jesús, Pedro se da cuenta del propio peligro que corre. Cuando se le acusa
de ser uno de los discípulos de Jesús, se muestra débil y niega tal asociación.
En tres ocasiones diferentes, durante esta larga noche, y ante una cantidad de
acusadores diferentes, Pedro lo negará con vehemencia, y hasta blasfemará a
fin de protegerse a sí mismo.