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Como los hermanos, Pedro y Andrés, Felipe era natural de Betsaida, en el Lago de
Genesaret (Juan 1, 44). También él estaba entre los que rodeaban al Bautista cuando
éste señaló por primera vez a Jesús como el Cordero de Dios. Al día siguiente de la
llamada de Pedro, cuando estaba a punto de partir para Galilea, Jesús se encontró con
Felipe y le llamó al Apostolado con las palabras, “Sígueme”. Felipe obedeció la
llamada, y poco después trajo a Natanael como nuevo discípulo (Juan 1, 43-45). Con
ocasión de la selección y envío de los doce, Felipe está incluido entre los Apóstoles
propiamente dichos. Su nombre figura en el quinto lugar de las tres listas (Mateo, 10, 2-
4; Marcos, 3, 14-19; Lucas, 6, 13-16) detrás de las dos parejas de hermanos, Pedro y
Andrés, Santiago y Juan. El Cuarto Evangelio registra tres episodios referentes a Felipe
que ocurrieron durante la vida pública del Salvador:
. Cuando Felipe, después de que Cristo hubiera hablado a sus Apóstoles de conocer y
ver al Padre, le dijo: “ Señor, muéstranos al Padre y nos basta”, recibe la respuesta: “El
que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (14, 8-9).
La tradición del Siglo II referente a él es insegura, tanto más cuanto que se registra una
tradición similar respecto a Felipe el Diácono y Evangelista – un fenómeno que debe ser
resultado de una confusión causada por la existencia de dos Felipes. En su carta a San
Víctor, escrita hacia 189-98, el obispo Polícrates de Éfeso menciona entre las “grandes
lumbreras”, a quienes el Señor buscará “el último día”, a “Felipe, uno de los Doce
Apóstoles, que está enterrado en Hierópolis con sus dos hijas, que llegaron vírgenes a
la vejez”, y una tercera hija, que “llevó una vida en el Espíritu Santo y descansa en
Éfeso”. Por otro lado, según el Diálogo de Cayo, dirigido contra un montanista llamado
Proclo, éste afirmó que “hubo cuatro profetisas, las hijas de Felipe, en Hierópolis en
Asia donde aún está situada su tumba y la de su padre”. Los Hechos de los Apóstoles
(21, 8-9) en realidad mencionan cuatro profetisas, las hijas del diácono y “Evangelista”
Felipe, como viviendo entonces en Cesarea con su padre, y Eusebio, que da los
extractos arriba citados (Hist. Eccl., III, xxxii), refiere a éste último la afirmación de
Proclo.
La afirmación del obispo Polícrates tiene en sí misma más autoridad, pero es
extraordinario que se mencione a tres hijas vírgenes del Apóstol Felipe (dos enterradas
en Hierópolis), y que el diácono Felipe haya tenido también cuatro hijas, y que se diga
que hayan sido enterradas en Hierópolis. Aquí también quizá debemos suponer que se
haya producido una confusión entre los dos Felipes, aunque es difícil decidir cuál de los
dos, el Apóstol o el diácono, fue enterrado en Hierópolis. Muchos historiadores
modernos creen que fue el diácono; sin embargo, es posible que el Apóstol fuera
enterrado allí y que el diácono también viviera y trabajara allí y fuera allí enterrado con
tres de sus hijas y que estas fueran después erróneamente consideradas como hijas del
Apóstol. Los apócrifos “Hechos de Felipe”, que son, sin embargo, puramente
legendarios y un tejido de fábulas, también se refieren a la muerte de Felipe en
Hierópolis. Los restos del Felipe que fue enterrado en Hierópolis fueron más tarde
trasladados, (como los del Apóstol) a Constantinopla y de allí a la iglesia de los Dodici
Apostoli de Roma. La fiesta del Apóstol se celebra en la Iglesia Romana el 1 de Mayo
(junto con la de Santiago el Menor), y en la Iglesia Griega el 14 de Noviembre.
(Nota del Traductor: La última reforma del calendario litúrgico trasladó la fiesta de los
Apóstoles Felipe y Santiago al día 3 de Mayo)
Acta SS., Mayo, I, 11-2; BATIFFOL, en Analecta Bollandiana, IX (1890), 204 y ss.; LIPSIUS, Die
Apokryphen Apostelgeschicten und Apostellegenden, II, II (Brunswick, 1884), 1 y ss.; Bibl. Hagriogr.
Latina, II, 991; sobre los dos Felipes cf. ZAHN en Forschungen sur Gesch. Des neutestamentl. Kanons,
VI (Erlangen, 1900), 158 y ss.
J. P. KIRSCH
Transcrito por John Looby
Traducido por Francisco Vázquez