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UNIDAD 1.
FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA DIDÁCTICA DE
LA FILOSOFÍA
Sin embargo, para este autor tales estados en los cuales se encuentra
el hombre no agotan lo que nos mueve a filosofar. Él asegura que en la
existencia misma se encuentra el sentido del filosofar. La filosofía es un
trascender, es decir es un hacer en el que la reflexión, la reflexión
trascendente y la representación de la tarea son espacios en los cuales
el hombre desarrolla su propio sentido de la vida.
Felix García Moriyón en su texto para qué sirve enseñar filosofía plantea
tres sentidos que podría tener esta práctica y que conduciría
precisamente por tres caminos distintos su desarrollo. Así mismo, tales
orientaciones que puede tener la filosofía llevarían a una discusión
interesante sobre la relación que el mismo Kant plantea sobre la
cuestión de si enseñar filosofía o enseñar a filosofar. Tales
características que puede tomar la filosofía son:
Qué es la filosofía, para qué sirve, cómo enseñar filosofía serán pues
cuestiones que a lo largo de este capítulo se propone reflexionar a partir
de textos claves en los cuales se ha desarrollado esta reflexión abriendo
otras posibles preguntas relacionadas justamente con la didáctica de la
filosofía.
Pero también aquí subsiste el límite. Sólo allí donde los Estados se
hallaran en situación de que cada ciudadano fuese para el otro tal como
lo requiere la solidaridad absoluta, sólo allí podrían estar seguras en
conjunto la justicia y la libertad. Pues sólo entonces si se le hace justicia
a alguien se oponen los demás como un solo hombre. Mas nunca ha
sido así. Siempre es un círculo limitado de hombres, o bien son sólo
individuos sueltos, los que se asisten realmente unos a otros en los
casos más extremos, incluso en medio de la impotencia. No hay estado,
ni iglesia, ni sociedad que proteja absolutamente. Semejante protección
fue la bella ilusión de tiempos tranquilos en los que permanecía velado
el límite.
La educación, como cualquier otro proceso, tiene una finalidad, hay algo
que se enseña, pero su grandeza es al mismo tiempo su debilidad, pues
lo que se pretende como fin está mediado por la subjetividad. Unos
pueden ser los ideales racionales que se persiguen como respuesta a las
necesidades cognitivas o teóricas, y otros ideales que persiguen
intereses prácticos, como respuesta a las necesidades convivenciales,
éticas o morales más sentidas del entorno.
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
Octavi Fullat
objetivos
APRENDIZAJE
PROFESOR METODOS
Escuela de Ciencias de la Educación
CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
___________________________________________________
Tomado del libro: GÓMEZ, Simón Mario (1983). Didáctica de la
Filosofía. Bogotá: Ed. USTA. P. 30 – 57
CONCEPTO DE DIDÁCTICA
CONTORNO DE LA DIDÁCTICA
*
STÖCKER, Karl, Principios de didáctica moderna, Kapelusz, Buenos Aires, 1964, p.6.
*
TITONE, Renzo, Metodología didáctica, Rialp, S. A., Madrid, 1966, p. 35.
*
MATTOS, Luís A. de, Compendio de didáctica general, Kapelusz, Buenos Aires, 1967, p. 27.
*
NERICI, Imídeo G., Hacia una didáctica general dinámica, Kapelusz, Buenos Aires, 1977, p. 54.
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ALUMNO ASIGNATURA
objetivos
APRENDIZAJE
PROFESOR METODOS
*
Si tuviéramos que jerarquizar los elementos tendríamos que dar la mayor importancia al alumno.
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"autoritarismo", ni tampoco el individuo "inaccesible" que sólo sabe para
él y que, a menudo, deja a sus alumnos a la deriva. En la actividad
pedagógica, no sólo aprende el alumno; también aprende el docente
(de las pautas de los alumnos, de la evolución de las ciencias, de las
innovaciones metodológicas, etc.). Por ello, aquella célebre frase de
Comenio (fundador de la didáctica), "docendo docemur" ("enseñando
aprendemos"), debería ser su constante divisa. El profesor ha de ser
pues un infatigable aprendiz, investigador y productor de nuevas
orientaciones.
No son los alumnos para las asignaturas sino las asignaturas para los
alumnos. Tales matices tienen que ser captados por quienes enseñan, lo
mismo que por quienes aprenden, para que la labor académica no
degenere en el cansancio, el aburrimiento o la rutina.
CLASES DE DIDÁCTICA
*
Cada uno de los elementos del proceso de enseñanza-aprendizaje responde a una pregunta pedagógica:
— ¿Quién aprende?......................... el alumno
— ¿Con quién aprende?...................... el profesor
— ¿Qué aprende?.......................... las asignaturas
— ¿Cómo las aprende?....................... los métodos
— ¿Para qué las aprende?..................... los objetivos
**
PIAGET, J., citado por Gabriel de la Mora en Didáctica magna de J. A. Comenio, en el prólogo de la edición española
de la Editorial Porrúa, S. A., México, 1976.
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*
Alguna vez la didáctica de la filosofía apareció bajo la denominación de "Didáctica especial" para distinguirla de otras,
por ejemplo, de la didáctica del español. No estamos de acuerdo con tal denominación aunque, ciertamente, la didáctica
de la filosofía sea especial. El hecho de llevar como apelativo el nombre de alguna asignatura hace ya que una didáctica
sea especial. Por ello nos parece suficiente decir: Didáctica de X asignatura. . . como Didáctica de la lengua española, o
Didáctica de la filosofía (como en el caso presente), para indicar que estas didácticas son "especiales".
**
FERNÁNDEZ HUERTA, J., "Didáctica", en Diccionario de Pedagogía Labor, Labor, S. A., 2a. ed., Barcelona, 1970.
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b) Respecto al fin:
— Remoto: Ética;
— próximo: Pedagogía.
c) Respecto al sujeto:
— Remoto: Antropología y sociología;
— próximo: Psicología y psicosociología.
DIDÁCTICA Y METODOLOGÍA
Confusión de términos
*
LAVARA, Elíseo, Didáctica, Colección Tiempo y Educación, Compañía Bibliográfica Española, S. A., Madrid, 1968,
p. 505.
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los métodos. Otros autores hablan explícitamente de metodología
didáctica o de "métodos didácticos".
Método
Clasificaciones de métodos:
Métodos psicológicos. Son los que llevan una investigación, del plano
del objeto (verdad), al plano del sujeto (aprendiz), teniendo en cuenta
su edad, mentalidad, sexo, diferencias individuales, medio, etc. Se
basan por lo tanto, en el conocimiento, la observación, y la comprensión
de los seres humanos en cuanto tales.
Metodología
*
Como veremos más adelante se consideran dos métodos generales: la inducción y la deducción. El análisis y la síntesis
serían "procedimientos" correspondientes a los anteriores. Esto con el fin de organizar y simplificar la terminología.
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Método didáctico
a) Principio de finalidad
b) principio de ordenación
c) principio de la adecuación
d) principio de la economía
e) principio de la orientación.
*
El "principio de la finalidad". . . "apunta a realizar objetivos educativos, concebidos nítidamente y siempre mantenidos
en foco en la conciencia del profesor y de los discípulos. . .".
El "principio de la ordenación". . . "supone la disposición ordenada de los datos de la materia, de los medios auxiliares y
de los procedimientos, en progresión bien calculada para llevar el aprendizaje de los alumnos al resultado deseado con
seguridad y eficacia".
El "principio de la adecuación". . . "procura adecuar los datos de la materia a la capacidad y a las limitaciones reales de
los alumnos a quienes se aplica. . .".
El "principio de la economía". . . "procura cumplir sus objetivos de la manera más rápida, fácil y económica, evitando
desperdicios de tiempo, materiales y esfuerzo, tanto de los alumnos como del profesor".
El "principio de la orientación". . . "procura dar a los alumnos una orientación segura, concreta y definida para que
aprendan eficazmente todo aquello que deben aprender", MATTOS, Luís A. de, Compendio de didáctica general,
Kapelusz, Buenos Aires, 1972, p. 82.
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a) Lenguaje didáctico,
c) acción didáctica**.
**
"El lenguaje es el medio necesario de comunicación, dilucidación y orientación de que se vale el profesor para guiar a
los alumnos en su aprendizaje. Los medios auxiliares y el material didáctico son el instrumental de trabajo que profesor y
alumnos necesitan emplear para ilustrar, demostrar, concretar, aplicar y registrar lo que se ha aprendido. La acción
didáctica activa el estudio mediante tareas, ejercicios, debates, demostraciones y otros trabajos realizados en clase", (o
fuera de clase). Op. cit-, p. 83.
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Métodos. Procedimientos. Formas. Técnicas. Recursos. Sistemas.
Métodos
Ya hemos dicho anteriormente que los "métodos" son los "caminos" que
se siguen para la enseñanza, la investigación o el estudio.
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En cualquiera de dichas actividades encontramos dos caminos o
"métodos generales": la inducción y la deducción.
LEY
CASO
CASO
LEY
CASO
Procedimientos
Procedimientos inductivos
EJ.
CO.
EX. N
O
CCI
OB. U
I ND
AN.
CASO
Procedimientos deductivos
LEY
GE.
SIN.
DE.
DE
DU COM.
CC
IO
N AP.
SI.
CASO
Formas de enseñanza
FORMAS DE ENSEÑANZA
Interna
(s. internos)
OBJETIVAS - INTUICIÓN Externa
(s. externos)
EXPOSICIÓN ( acroamática)
VERBALES
INTERROGACIÓN (erotemática)
Técnicas de enseñanza**
*
El éxito de la forma expositiva depende de la personalidad del profesor y de su dominio de la materia y del alumnado.
De la interrogación se ha dicho que: "es para el maestro, el arte de las artes y la forma más didáctica de enseñar" (Ruiz
Amado), que es la "corona de la habilidad magistral y punto culminante de la vida docente", (Diesterweg), y que "saber
interrogar, es saber enseñar" (L. Vessiot).
**
Tomamos la terminología técnica de la microenseñanza, enfoque o método reciente para la formación del personal
docente, concebida para dinamizar y agilizar el ejercicio que se conoce como "práctica docente", la cual busca un enlace
entre los conocimientos teóricos y su aplicación en la función magistral.
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palabra "técnica", en este contexto, tiene un sentido específico que da a
la didáctica su carácter de "arte" al cual se ha aludido anteriormente.
— Técnica de exposición
Recursos didácticos
***
Quizá, choque, a primera vista, la noción de forma y de técnica, y, tal vez. usted se confunda un poco cuando tratamos
de la exposición o de la interrogación tanto como forma que como técnica. Pero, conviene aclarar, que no es lo mismo
exponer interrogar, simplemente, que exponer e interrogar "técnicamente". Siempre, en clase, se expone o se interroga,
pero, muchas veces, se hace sin "habilidad", y, por ello se "compromete" un aprendizaje.
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las "máquinas de enseñar", los circuitos cerrados de televisión, etc.,
etc.
Sistemas de enseñanza
*
La autoevaluación consiste en llevar al educando a realizar la apreciación de sus propios resultados en el proceso de su
aprendizaje, comprobados por las diversas formas de verificación y a través de su propia observación. Imídeo Nérici:
Hacia una didáctica general dinámica, Kapelusz, Buenos Aires, 1977, p. 464. La heteroevaluación es la apreciación o
juicio que una persona hace de los resultados obtenidos por otra. "Aunque, a primera vista pueda parecer lo contrario, una
fuerte dosis de 'subjetividad' es el común denominador de ambos enfoques (autoevaluación y heteroevaluación),
representada esta subjetividad por los intereses, actitudes y opiniones personales del observador (ya se observe a sí
mismo o a otros), que tienden a 'acentuar lo favorable, disimular lo indiferente o disfrazar lo desfavorable' o viceversa, a
acentuar lo desfavorable, disfrazar lo favorable o interpretar arbitrariamente lo indiferente, sembrando de prejuicios la
ruta de una auténtica evaluación objetiva". Juan Noriega, en Enciclopedia de didáctica aplicada, dirigida por A. Maíllo,
Labor, S. A., T. I, p. 690.
*
"Docimologie et examens", Institut Pédagogique National, Centre Regional de Documentation Pédagogique, Lyon.
**
"Non scholae sed vitae discimus". Esto es particularmente aplicable a la situación de exámenes. Muchos alumnos
trabajan en función de un evento transitorio como este, y fijan así, de hecho, un término temporal a su aprendizaje,
(muchos tienen como meta el sacar "buenas notas", o, simplemente "el no rajarse").
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1.1.4 Lección 4 Didáctica de la Filosofía
Con frases como esta, Fullat plantea cómo la pregunta misma por el
sentido de la filosofía, la inquietud por la intención de las acciones
didácticas encaminadas hacia el desarrollo del filosofar y las dudas
relacionadas con el lugar de los conceptos, de la verdad o de nociones
clásicas en la evolución del pensamiento, son aspectos propios de la
esencia de la filosofía y cobran sentido en su misma dinámica
indagatoria.
DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
Octavi Fullat
*
HEGEL, Leçons sur l'histoire de la philosophie; Kd. Gallimard; París, 1954; pág. 319.
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deras preguntas del presente no siempre coinciden con aquellas que la
moda social impone ruidosamente. Una página de Platón da mucho más
a pensar que el editorial escrito por un periodista inteligente. La filosofía
universitaria hará mofa de una probable sociedad tecnocrática que se
autoconsidere capaz de resolver con eficiencia todos los problemas que
los hombres nos planteamos, sea con cordura o con desvarío. La filoso-
fía se muestra inútil —y aquí radica una de sus grandezas, en este,
precisamente, no servir para nada— en vistas a resolver la dislexia o el
analfabetismo, pero se interrogará sobre el hecho de por qué el hombre
puede y tiene que leer o qué significa la lectura para la especie humana.
La filosofía no es taumatúrgica —la taumaturgia es tarea de los técnicos
—, no pone remedio ni a las calamidades públicas ni a los tormentos
individuales; a lo sumo se esfuerza para que los poderes económicos y
políticos no nos desvalijen la conciencia. El filósofo no es consejero del
Príncipe —los tales son simplemente ideólogos —, tampoco es terapeuta
—nada resuelve—, ni profeta —no promete nada—; se limita a proponer
la lucidez de la conciencia —cosa siempre muy intempestiva e irritable—
para que los hombres sean algo más que bestias promocionadas y
robots eficaces.
"Ne doit done pas apprendre des pensées, mais á penser; on ne doit
pas le porter, mais le guider si l'on veut qu'il soit un jour capable de
marcher de lui-meme."
*
KANT, Annoce du programme des leqons durant le semestre d'hivern 1765-1766; Ed. Vrin; París, 1966,
pág. 68.
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verdad
emite emite
libremente libremente
juicios juicios
1 2
profesor alumno
de de
filosofía filosofía
OBJETIVOS DE LA
ENSEÑANZA-APRENDIZAJE DE LA FILOSOFÍA A NIVEL MEDIO
Mario Gómez
*
Teleología (Gr. τέλος — fin + λόγος — estudio) conjunto de consideraciones sobre la noción de finalidad y de causas
finales.
**
LEMUS, Luís A., Pedagogía - Temas fundamentales, Buenos Aires, Kapelusz, S. A., 1968, p. 169.
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No vamos a detenernos en una logomaquia o disputa de palabras, que
nos desviaría de nuestro camino, nos distraería y haría más remoto el
logro de la meta que ahora nos estamos proponiendo: el reconocimien-
to de la importancia de objetivos didácticos.
*
MAGER, Robert F., Pour éveiller le désir l'apprendre, París, Gauthier-Villars Editeur, 1969, p. 13.
**
Finis prius in intentione, ultimus in executione
***
MATTOS, Luiz A., Compendio de didáctica general, Buenos Aires, Kapelusz, S. A., 1963, p. 51.
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principio causal que primero aparece en la esfera inte-
lectual, pero que se realiza, por último, en la esfera de la
ejecución"****.
****
MATTOS, Luiz A., ib., p. 51.
*****
Ibid. p. 51.
*
"Al presentar a la filosofía dentro del conjunto del saber y la cultura y comparar su
enseñanza con la de otras disciplinas se hizo claro que, como forma de conocimiento y como tipo de educación, ella es
una realidad cultural muy peculiar y poco común, difícil por tanto de lograr, a tal punto que hay quienes no creen posible
ni conveniente su inclusión en el ciclo de estudios secundarios. Hemos examinado sus argumentos y como resultado del
examen nos inclinamos por una opinión favorable a la incorporación de la filosofía en el curriculum escolar. . . Aparte de
los datos y determinaciones socioculturales concernientes al medio en el cual se va a enseñar filosofía se exige un
reconocimiento y un análisis especial de las finalidades que guían la educación filosófica en la escuela secundaria".
SALAZAR BONDY, A., Didáctica de la filosofía, p. 37.
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nuevas perspectivas, nueva dimensión a la vida de los jóvenes, dentro
de la escuela y fuera de ella.
Con todo, nos atrevemos a afirmar que, sin una adecuada, certera y
dosificada orientación filosófica (la que tampoco es especialización), la
educación media sería inconsistente, quedaría trunca, y los estudiantes,
*
"En el curso de los diez últimos años es cuando ha tomado cuerpo realmente la idea de la educación permanente. Sería
indudablemente un error ver en ella un descubrimiento de nuestro tiempo. La idea de continuidad del proceso educativo
no es nueva. Conscientemente o no, el ser humano no cesa de instruirse a lo largo de toda su vida, y en primer término
bajo la influencia de los ambientes donde transcurre su existencia, y por efecto de las experiencias que vienen a modelar
su comportamiento, su concepción de la vida y los contenidos de su saber. Lo que ocurre es que esta dinámica natural no
encontraba apenas hasta ahora estructuras en que apoyarse para trascender el azar e inscribirse en el sentido de un
proyecto deliberado; sobre todo, las ideas recibidas acerca de la instrucción, por definición escolar y juvenil, le solían
prohibir concebirlas en términos de educación. Y es verdad que en el espacio de unos pocos años, una misma evidencia
práctica se ha impuesto de un extremo del mundo a otro, la mayoría de los hombres no están suficientemente equipados
para responder a las condiciones y a los albures de una viva vivida en la segunda mitad del siglo XX. . . Por
consecuencia, se ha demostrado que la empresa educativa no será eficaz, justa y humana sino al precio de
transformaciones radicales que afectan a la sustancia del acto educativo, del espacio educativo y del tiempo de la
educación, en una palabra, avalan el concepto de educación permanente". Aprender a ser, p.p. 218-219. Informe de la
Comisión Internacional para el Desarrollo de la Educación - UNESCO. 1971
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como sucede con no poca frecuencia, saldrían a enfrentarse con la gran
problemática de la existencia indefensos y despistados.
Objetivos generales
*
Dice el autor que "hay una finalidad teórica o cognoscitiva que debe perseguir la enseñanza de la filosofía: permitirle al
alumno adquirir con nuevas categorías, una noción crítica y totalizadora del mundo, no como producto acabado sino
como un modo de ver la realidad animado por su propio pensamiento". Y añade: "La virtualidad de esta visión no se
agota en las ideas y los juicios ya emitidos sino en las nuevas posibilidades de formulación que están en germen en la
conciencia actual y necesitan el esfuerzo de una reflexión incesante para tomar una figura determinada", op. cit., p. 38.
**
Según el mismo autor: hay que "buscar, entre otras cosas, que el educando gane y consolide, al terminar sus estudios
secundarios, una capacidad de enjuiciar la realidad y la existencia según modelos racionales estrictos y con la conciencia
de que hay siempre una posibilidad abierta de enriquecimiento, rectificación de las ideas y valores que aceptamos en la
vida cotidiana y en la práctica de las ciencias. . . Se busca que el alumno desarrolle en sí las virtualidades propias del
pensamiento racional y que de este modo se realice como inteligencia", id., pp. 38-39.
***
A este respecto, Salazar Bondy explica: "No se trata ciertamente de justificar por un practicismo banal la existencia de
la materia de filosofía en el colegio, satisfaciendo así, con demasiada facilidad, la demanda de una prueba de eficacia, de
utilidad inmediata, que parte siempre de los alumnos menos despiertos o menos cultivados que comienzan a estudiar
filosofía". Y, agrega: ..."...al hilo de las clases y actividades de un curso, mediante el diálogo, la explicación de textos, las
lecciones de exposición y crítica y los otros procedimientos didácticos, el maestro va enseñando al alumno cómo pensar,
cómo argumentar y establecer la verdad o la falsedad de una aseveración, cuáles son los medios más seguros para
determinar el contenido válido de un conocimiento o una práctica. De este modo va desplegando ante el joven y va
forjando en él gradualmente todo un arte del discurso racional, que sin recetas abstractas ni reglas fijas, le proporciona,
sin embargo, un medio de conceptuar la realidad, de analizar y fundamentar la ciencia y la acción y abrirse a la
comprensión del mundo y a la vida como totalidad", pp. 39-40.
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c. Favorecer el equilibrio y la madurez entre el pensamiento
abstracto y la reflexión.
****
FRANCO, Ramón, Guía de la educación media, Medellín, Bedout, 1968, p. 103.
*
ILLERA M., Jesús Antonio, "Aproximación a un modelo de didáctica en filosofía", cf. Franciscanum. Revista de la
Universidad de San Buenaventura, No. 70, Bogotá, 1982, p. 43.
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Objetivos especiales
Objetivos específicos
Los objetivos específicos son los que más cuidado requieren por parte
del profesor, en la planificación de las actividades docentes, en la
elaboración y en la formulación y, por parte de los alumnos, en la
ejecución de las tareas que se les asignen.
- Describir las condiciones bajo las cuales dicha conducta deba recurrir
Describir las condiciones bajo las cuales una conducta (o mejor dicho,
un cambio de conducta) deba ocurrir, es indicar aquello que se da
(condición dada), aquello que se permite (consulta, ayudas, etc.), o
aquello que se prohíbe (acudir a alguien o servirse de algo), para
realizar una actividad (prueba, evaluación).
*
MAGER, Robert. Objetivos para la enseñanza efectiva, Caracas, librería Salesiana, 1971
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"caballo de batalla" de educadores, didactas y diseñadores de la
instrucción, es la noción de "conducta".
Las conductas son variables, en relación con los objetivos, que sirven
para ilustrar a los docentes en relación con los antecedentes de los
alumnos, y para guiar el proceso enseñanza-aprendizaje hacia nuevas
metas.
*
DICK, Walter y CAREY, Lou, Diseño sistemático de la instrucción, (título original: The systematic design of
instruction), (trad.) Voluntad Editores, S. A., Bogotá, 1979, p. 100.
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- La situación (equivale a las "condiciones" de Mager)
-la acción*.
Veamos dos ejemplos, propuestos por estos autores, que nos permitirán
comprender mejor los criterios anteriores.
Primer ejemplo:
*
GAGNE, R. M., Principios básicos del aprendizaje para la instrucción, México. Diana, 1975, p. 85.
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solución de problemas)
mecanografíese (acción)
Segundo ejemplo:
Usted habrá podido deducir que entre los autores aquí citados existe
cierta concordancia de pensamiento, e incluso, en la forma de
expresión, se advierten algunas constantes didácticas.
**
GAGNE, R. M., y BRIGGS, L. J., La planificación de la enseñanza —sus principios—, México, Trillas, 1979, p. 96
***
GAGNE, R. M., y BRIGGS, L. J., op. cit. p. 109.
*
BLOOM, Benjamín S. y otros, Taxonomía de los objetivos de la educación, Alcoy (España), Marfil, S. A„ 1973. Esta
obra de Bloom y de sus colaboradores, (M. D. Engelhart, E. J. Furst, W. H. Hill, D. R. Krathwohl y B. B. Masia),
destinada al estudio de los "objetivos cognoscitivos" (vol. I) y de los "objetivos afectivos" (vol. II) "resultado de una larga
serie de investigaciones realizadas por ese numeroso equipo de profesores que se ha propuesto fijar con el máximo rigor
científico los objetivos de la educación", es ampliamente recomendable para todo profesor.
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mostrarse al alumno la forma como puede lograr su aprendizaje. Todos
ellos enfatizan la importancia de los "verbos" con los cuales se enuncian
los objetivos específicos.
A B
Verbos abiertos Verbos abiertos
a pocas a muchas
interpretaciones interpretaciones
ANALIZAR ACEPTAR
APAREAR ACORDARSE
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APLICAR ACOSTUMBRARSE
CAMBIAR ADVERTIR
CATALOGAR APRECIAR
CATEGORIZAR APRENDER
CLASIFICAR CAPTAR
COMPARAR COMPRENDER
CONTRASTAR CONOCER
CREAR CONSIDERAR
DEDUCIR CREER
DEFINIR DARSE CUENTA DE
DEMOSTRAR DISFRUTAR
DIAGRAMAR DIVERTIRSE
DISCRIMINAR ENTENDER
DISEÑAR ESFORZARSE
ELABORAR ESTUDIAR
ELEGIR IMAGINARSE
ENUMERAR INTENTAR
ESCRIBIR GOZAR
EXPLICAR GUSTAR
FORMULAR JUSTIFICAR
IDENTIFICAR JUZGAR
JERARQUIZAR PENSAR
PLANTEAR SABER
RECONOCER SUPONER
SEÑALAR TENER FE EN...
SINTETIZAR TOMAR NOTA DE...
SUBRAYAR VALORAR
TRAZAR TRATAR DE ...
UBICAR
CODIGO
C. d = lo que se da
C. p = lo que se permite
C = Condiciones
P. cal = Patrón de rend. = calidad
Ejemplos:
c. El alumno subrayará (I) en una lista dada (C.d.) con una línea los
"seres posibles", con dos los seres reales, y con tres los seres de razón
(P.cal.) al menos en un 70% correctamente (P. can.).
Objetivos y resultados
Para que usted se forme una idea lo más clara posible de esto, le
invitamos a observar, detenidamente, el esquema siguiente:
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OBJETIVO
RESULTADO
EVALUACIÓN
Dicha evaluación sirve, por una parte al alumno, para mejorar sus
resultados y reforzar sus objetivos, revisar su material y su
metodología, y para validar y dar "calidad" a su enseñanza.
Usted, en su condición de estudiante de esta asignatura, ya ha realizado
algunas autoevaluaciones ¿verdad?
y,
Así:
Si su objetivo fue:
Otro ejemplo:
Si su objetivo fue:
1 . ú tile s b e lle z a
2 . b ió lo g o s ju s t i c i a
3 . ló g ic o s ra z ó n
4 . e s té tic o s s in d é re s is
5 . é tic o s d in e r o
6 . r e lig io s o s s a lu d
v e rd a d
s a n tid a d
e le g a n c ia
p ie d a d
¡¡¡IMPORTANTE!!!
.
* Clasificación y jerarquía de valores propuesta por Max Scheler (1874-1928), filósofo alemán. Dicha clasificación va de
menos a más.
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1.2 Capítulo 2. Educación Filosófica
La discusión que se presenta a continuación hace parte de la reflexión
contemporánea acerca del sentido de la enseñanza de la filosofía
superando la orientación que tradicionalmente ha tomado este saber
como una práctica escolar en los últimos grados de la formación media
vocacional.
Creo que la filosofía es precisamente aquel saber que reúne esta doble
condición: la de perfeccionarse a sí mismo por un permanente ejercicio de
autoexamen y la de ayudar a perfeccionar a otros por medio del examen
permanente de sus conceptos fundamentales. Esa capacidad de la filosofía para
realizar esta doble tarea de perfeccionarse a sí misma al tiempo que perfecciona
a las demás disciplinas radica en la naturaleza misma de su oficio, que es
precisamente el de examinar los conceptos -tanto los suyos propios como los de
las otras ciencias- y el de plantear problemas. (Pineda, 2006)
La lectura del texto, presentado con permiso del autor, ofrecerá por lo
tanto insumos importantes para la reflexión que nos ocupa centrada
hasta este momento en la pregunta por el sentido de la enseñanza de la
filosofía: ¿Para qué sirve enseñar filosofía?
Así pues, Los cuatro momentos que aborda el autor: de dónde surge la
pretensión de una educación filosófica, noción de educación filosófica,
qué se propone una educación filosófica y el desarrollo del pensamiento
superior serán punto de partida para la discusión que nos ocupa y
posibilitará la distinción entre la enseñanza de la filosofía de forma
tradicional y una educación filosófica.
(*)
Profesor Asociado Facultad de Filosofía, Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia). Trabajo
presentado en el Congreso “Filosofía, Pedagogía y Enseñanza de la Filosofía”, organizado por la Universidad
de Antioquia y la Universidad Pedagógica Nacional (Medellín, Agosto 26-29 de 2003).
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una cultura transmitía sus saberes, sus ritos y costumbres, su
peculiaridad física y espiritual, a las generaciones posteriores; la
educación de los últimos siglos se ha caracterizado por concebirse a sí
misma como aquello que le permite a la humanidad vivir “según la
perspectiva de un futuro mejor posible” (para usar la expresión
kantiana)1 o como “el factor clave del desarrollo”, según rezan las
declaraciones de los organismos nacionales e internacionales en materia
de educación2.
Desde esta nueva manera de enfocar las cosas, la educación se
autodefine por medio de calificativos como “progresiva”, “liberadora”,
“formadora del pensamiento crítico”, “reflexiva” y tantos otros que
buscan poner de presente el hecho de que ésta no se limita a transmitir
de una generación a otra conocimientos, habilidades y valores, sino
que, más bien, se define a sí misma como formadora de una sociedad
mejor en el futuro y de un individuo que es capaz de conducir su vida
de una forma racional y autónoma.
Esta forma “moderna” de ver la educación le impone, desde
luego, a ésta nuevas metas: la formación de un pensamiento sistémico
y crítico, la constitución de una moralidad autónoma y responsable, el
desarrollo de las capacidades creativas de los individuos o la búsqueda
de espacios para el surgimiento de nuevas formas de convivencia y
solidaridad, al tiempo que la invita a rechazar todo lo que no se adapte
al nuevo enfoque como una forma “tradicional” o “bancaria” (para usar
el término que hiciera famoso Paulo Freire) de concebir el acto
educativo.
Los nuevos desarrollos de las ciencias y las artes, por otra parte,
no dejan de plantear nuevos retos al mundo educativo. La educación,
entonces, al tiempo que busca incorporar en los currículos los
conocimientos y métodos aportados por los nuevos desarrollos de las
1
En tal sentido se pronuncia Kant en la introducción a su Pedagogía. Dice allí: “El género humano debe
sacar poco a poco de sí mismo, por su propio esfuerzo, todas las disposiciones naturales de la humanidad. (...)
Es probable que la educación vaya mejorándose constantemente, y que cada generación dé un paso hacia la
perfección de la humanidad; pues tras la educación está el gran secreto de la perfección de la naturaleza
humana. (...) Encanta imaginarse que la naturaleza humana se desenvolverá cada vez mejor por la educación,
y que ello se puede producir en una forma adecuada a la humanidad. Descúbrese aquí la perspectiva de una
dicha futura para la especie humana” (pp. 30-32).
2
Véase a este respecto algunos de los más importantes documentos sobre educación, como el Informe a la
UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors,
bajo el título La educación encierra un tesoro, Madrid, Santillana-Unesco, 1996; el Informe del Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), redactado por Hernando Gómez Buendía, y publicado bajo el
título Educación: la agenda del siglo XXI. Hacia un desarrollo humano, Bogotá, PNUD-Tercer Mundo
Editores, 1998; o el Plan Decenal de Educación. En todos estos documentos, y en muchos otros textos de
política y legislación educativa, esta premisa, que “la educación es el factor clave del desarrollo”, está
siempre presente.
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CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
ciencias naturales y humanas, hace el esfuerzo por vincular el ideal del
trabajo con la actividad escolar o se preocupa por ofrecer un espacio
para el desarrollo corporal y para la expresión libre y creativa por medio
de las artes. Todo ello, sin embargo, no nos parece suficiente si, tras
estos nuevos desarrollos, no se incorpora la posibilidad de un más
amplio despliegue de todas nuestras facultades humanas; y
especialmente si, tras esos desarrollos, no vemos un perfeccionamiento
cada vez más claro de aquello que, según hemos considerado desde
siempre, nos distingue de una forma particular de las otras especies
animales: nuestra capacidad de pensar de forma autónoma, crítica y
reflexiva.
En el presente escrito me propongo defender la posibilidad y
necesidad de un estilo de educación al que llamaré “educación
filosófica” y que consiste en lo esencial en un modo de educación
centrado en el desarrollo del pensamiento superior en modalidades
diversas y a partir de un diálogo permanente entre las diversas
disciplinas de la enseñanza bajo la coordinación de la filosofía como
“ciencia directiva”. Para ello, empezaré por mostrar de dónde surge esta
pretensión de un modelo tal de educación, así como de clarificar un
poco más la noción misma de “educación filosófica”, para, a
continuación, ocuparme de sus principales componentes, así como de
sus fines más importantes y de algunas de las estrategias
fundamentales que pueden y deben permitir el aprendizaje de una
mejor forma de pensar. Me referiré, finalmente, a las diversas
modalidades de “pensamiento superior” que es preciso tomar en cuenta
para su desarrollo en una propuesta de educación filosófica.
Nadie puede decirle a otra persona cómo debe pensar, del mismo modo que
nadie debe instruirlo en cómo ha de respirar o hacer que circule su sangre. No
obstante, es posible indicar y describir a grandes rasgos las distintas maneras en
que los hombres piensan realmente. Algunas de ellas son mejores que otras y se
pueden enunciar las razones por las cuales son mejores. Quien comprende
cuáles son las mejores maneras de pensar y por qué son mejores puede, si lo
desea, modificar su propia manera de pensar para que resulte más eficaz, es
decir, para realizar mejor el trabajo que el pensamiento es capaz de realizar y
que otras operaciones mentales no pueden llevar a cabo con la misma eficacia4.
3
Sobre el modo como entiendo la diferencia y la relación entre enseñar y aprender, véase mi artículo “Sobre
enseñar y aprender en filosofía”, en Universitas Philosophica N° 37, Bogotá, Facultad de Filosofía Pontificia
Universidad Javeriana, Diciembre 2001, pp. 129-144.
4
DEWEY, John: Cómo pensamos. Nueva exposición de las relaciones entre pensamiento reflexivo y proceso
educativo, Barcelona, Paidos, 1989, p. 21.
5
Utilizo el término “ciencia directiva” en un sentido semejante a como Aristóteles señala, en su Ética
Nicomaquea (Libro I, cap. 2) que la política es una “ciencia directiva” (o arquitectónica) en el campo de lo
práctico, pues reúne los fines de todas las demás ciencias prácticas y se ocupa del objeto práctico por
excelencia: el bien humano. Mi hipótesis de trabajo es, como se verá a continuación, que la filosófía es y
debe ser precisamente aquella “ciencia directiva” en el campo de la educación, pues sólo una educación
filosófica será capaz de responder con eficiencia y profundidad a las retos más importantes de nuestro actual
contexto educativo.
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“directivo”?6.
Creo que la filosofía es precisamente aquel saber que reúne esta
doble condición: la de perfeccionarse a sí mismo por un permanente
ejercicio de autoexamen y la de ayudar a perfeccionar a otros por
medio del examen permanente de sus conceptos fundamentales. Esa
capacidad de la filosofía para realizar esta doble tarea de perfeccionarse
a sí misma al tiempo que perfecciona a las demás disciplinas radica en
la naturaleza misma de su oficio, que es precisamente el de examinar
los conceptos -tanto los suyos propios como los de las otras ciencias- y
el de plantear problemas. “La filosofía -nos dice Lipman- se siente
atraída por lo problemático y controversial, por las dificultades
conceptuales que están al acecho en las grietas e intersticios de
nuestros esquemas conceptuales”7. En cuanto problematizadora y
crítica, la filosofía es un saber generador de pensamiento y tiene tal
posibilidad de generar problemas a cada saber específico que es posible
elaborar una filosofía de las matemáticas, una filosofía de la historia,
una filosofía de la religión, una filosofía de las ciencias naturales, e
incluso una filosofía de las artes, del deporte, etc. La filosofía, pues, en
la medida en que se ocupa de los aspectos problemáticos de las
diversas disciplinas, y en que es capaz de promover un examen más
detallado de los fundamentos de cada saber, es precisamente aquel
saber que en la medida misma en que se perfecciona a sí mismo está
en capacidad de ayudar a que otros saberes se perfeccionen.
Cuando uso aquí el término “la filosofía”, sin embargo, no me
refiero ésta como saber acabado, como “doctrina” fija y eterna, sino
como actividad reflexiva constante centrada en el ejercicio del
cuestionamiento y en el examen atento de sus presupuestos,
consecuencias y métodos. No es la filosofía como saber acabado lo que,
en mi concepto, debería ser el eje articulador de nuestros currículos,
sino precisamente el ejercicio de cuestionamiento que ésta propone.
Como lo indica bellamente Antonio Gramsci en su artículo “En búsqueda
6
El presente asunto es planteado de forma interesante por el filósofo norteamericano Matthew Lipman en su
artículo “The Role of Philosophy in Education for Thinking”, en su libro Philosophy Goes to School,
Philadelphia, Temple University Press, 1988, pp. 29-34. Existe una traducción al español de este artículo,
realizada por Gonzalo Fernández, bajo el título “El papel de la filosofía en la educación del pensar”, en la
Revista Diálogo Filosófico, Año 3, Sept-Dic. 1.987, N° 9, pp. 344-354. En este artículo, Lipman -intentando
responder a la tesis socrática, desarrollada en la discusión con Trasímaco en el Libro I de la República, según
la cual no hay ninguna disciplina o forma de indagación que sea capaz de procurarse su propio
perfeccionamiento- se pregunta si no será posible que exista por lo menos una disciplina que, además de
procurarse su propio perfeccionamiento, esté en capacidad de perfeccionar a otras. Su respuesta es, por
supuesto, que la filosofía es precisamente aquel saber que reúne esta doble condición: al tiempo que se
perfecciona a sí mismo es capaz de perfeccionar a otras, en la medida en que puede procurar una mejor
comprensión de cada una de las demás disciplinas.
7
LIPMAN, Matthew: art. cit., p. 33 (La traducción es mía).
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del principio educativo”8, toda propuesta curricular requiere de una
disciplina básica que la articule: en la escuela clásica fueron las
llamadas “artes liberales”, en la escolástica medieval el estudio
metódico de la obra de Aristóteles, en el humanismo renacentista el
estudio de las lenguas clásicas, en la educación científico-técnica actual
seguramente lo son las matemáticas. Dicha “disciplina básica del
currículo” ha de servir para que el alumno desarrolle las habilidades
más básicas, para que realice las distinciones y relaciones conceptuales
más fundamentales, para que, en fin, se provea de las herramientas
más esenciales para el buen ejercicio del pensar tanto en esa materia
particular como en otras materias de su aprendizaje.
8
Cfr. GRAMSCI, Antonio: Los intelectuales y la organización de la cultura, Buenos Aires, Nueva Visión,
2000, pp. 121-130. En este texto, el famoso marxista italiano hace una crítica sumamente interesante de la
reforma de la educación desarrollada por el fascismo, la famosa reforma Gentile, en la cual, aunque se otorga
un lugar preponderante a la filosofía como saber, se hace de ésta un mero instrumento de adoctrinamiento. En
tal caso se encuentra la filosofía desprovista de lo que le es más esencial: su capacidad crítica.
9
El programa “Filosofía para niños”, escrito y desarrollado por Matthew Lipman, Ann Margaret Sharp y
muchos otros filósofos a lo largo del mundo en los últimos 30 años es un buen modelo de la educación
filosófica que pretendo. De hecho, algunas de las ideas que aquí expongo provienen del trabajo que, desde
hace ya casi quince años, vengo desarrollando con dicho programa. De todas maneras, la idea de una
“educación filosófica” es necesariamente más amplia que cualquier programa particular. Una presentación
general de dicho programa puede verse en mi artículo “Filosofía para niños: un proyecto de educación
filosófica”, publicado recientemente como separata N° 3 de la revista Cultura, de la Conferencia Nacional
Católica de Educación y Cultura (CONACED), Bogotá, 2003. Una presentación interesante de los nuevos
rumbos que, hacia el futuro, debería tomar la práctica de investigación filosófica con niños puede verse en la
Conferencia Inaugural del IX Congreso Internacional del ICPIC (Consejo Internacional para la Investigación
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pretensión de un modo de enseñar y de aprender que está en su
conjunto atravesado por las características más relevantes de una
actitud filosófica: el afán por preguntarlo todo y someter a permanente
examen todas nuestras creencias, juicios, sentimientos y valoraciones;
la insistencia permanente en la búsqueda de “mejores razones” para lo
que decimos, sentimos o pensamos; la sensibilidad permanente hacia el
lenguaje y sus diversos usos; o la permanente actitud de sospecha que
nos lleva a considerar en cada una de nuestras proposiciones sus
presupuestos más profundos y sus consecuencias más remotas. Esta
actitud filosofante no se debería reducir, por supuesto, a un único y
exclusivo saber ni sería propio de un solo tipo de aprendizaje o
enseñanza. Debería, más bien, transferirse al aprendizaje de cualquier
saber posible, tanto intelectual como práctico, tanto vital como
profesional.
Debe el maestro acostumbrar al discípulo a pasar por el tamiz todas las ideas
que le transmita y hacer de modo que su cabeza no dé albergue a nada por la
simple autoridad y crédito. Los principios de Aristóteles, como los de los estoicos
o los de los epicúreos, no deben ser para él doctrina incontrovertible;
propongásele semejante diversidad de juicios, él escogerá si puede, y si no,
permanecerá en la duda:
Filosófica con niños), en Brasilia en el año 1999, a cargo del filósofo argentino Walter Kohan; está publicada
bajo el título “Filosofía e infancia: la pregunta por sí misma” en KOHAN, Walter y WAKSMANN, Vera
(comps.): Filosofía para niños. Discusiones y propuestas, Buenos Aires, Edic. Novedades Educativas, 2000.
Algunas observaciones sobre el desarrollo de “Filosofía para niños” en nuestro país pueden consultarse en el
informe de investigación presentado a Colciencias sobre la experiencia de trabajo con el programa en
mención en el Colegio del santo Angel, de Bogotá.
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(Que, no menos que saber, dudar me agrada, Dante)
10
MONTAIGNE, Michel de: De la educación de los hijos, Madrid, F.C.E., 1997, pp. 25-26.
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socrática de que “una vida sin examen no merece ser vivida”11, deberá
completarse con un esfuerzo sistemático por clarificar los límites de
nuestra capacidad racional y por pensar de una forma sistemática cómo
es posible la formación más adecuada de nuestro entendimiento. Tal fue
la tarea emprendida por buena parte de los filósofos modernos, y de
una forma particular por el más grande de todos ellos: Kant.
Para que esto sea posible, sin embargo, no basta con que nos
atrevamos a hacer nuestros propios juicios de forma independiente. Es
preciso “aquilatar” nuestros juicios, y para ello hay exigencias internas
del proceder racional, así como exigencias provenientes de nuestra
conciencia de que tenemos una perspectiva limitada en la elaboración
de nuestros juicios. Consciente de ello, el propio Kant elabora en su
Crítica de la facultad de juzgar13 tres preceptos básicos que han de
11
PLATÓN. Apología de Sócrates, 38 a.
12
KANT, Emmanuel: “¿Qué es la ilustración?”, en Filosofía de la historia, México, F.C.E.
13
Cfr. KANT, Emmanuel: Crítica de la facultad de juzgar, § 40. Utilizo la versión de este texto kantiano
publicada por Monte Avila Editores, de Venezuela, 1991. En esta edición, el pasaje en mención corresponde
a las páginas 204-206.
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servir como base fundamental para el ejercicio de la razón. Tales
preceptos son los siguientes:
14
Ibídem, pp. 205-206.
15
Ibídem, p. 206.
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conjunto de proposiciones que deben ser aprendidas y memorizadas o
como una colección de opiniones ilustres16.
18
DARWIN, Charles: Autobiografía, Madrid, Alianza Editorial, 1993, p. 21. (El subrayado es mío).
19
Una observación semejante nos la ofrece Carl Sagan en su famoso artículo “¿Podemos conocer el
Universo? Reflexiones sobre un grano de sal”, en su libro El cerebro de Broca. Reflexiones sobre el
apasionante mundo de la ciencia, Barcelona, Grijalbo, 1984, pp. 29-36.
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un examen de los métodos de cada saber particular. No se trata sólo de
aprender, por ejemplo, biología y de luego reflexionar sobre el
contenido aprendido; se trata precisamente de aprender
reflexivamente, es decir, haciéndose preguntas, planteándose
problemas, interactuando con los métodos de la disciplina; pero, sobre
todo, haciendo el esfuerzo por construir conceptos en términos de los
cuales ofrecemos explicaciones válidas en un determinado campo del
saber o interpretaciones juiciosas y relevantes de las situaciones vitales
en que nos hallamos inmersos.
20
Me limito sólo a señalar dos de ellos, de los que poseo alguna información básica. El primero es un
proyecto de educación en el campo de las matemáticas que pretende ser una propuesta de “aprendizaje
filosófico” de las matemáticas, desarrollado por educadores canadienses. Información un poco más completa
sobre este proyecto puede verse en el artículo de Marie-France Daniel y otros: “Ideas y textos para pensar
filosóficamente la matemática en la escuela primaria”, en el libro de Walter Kohan y Vera Waksmann
(comps.): ¿Qué es filosofía para niños? Ideas y propuestas para pensar la educación, Buenos Aires,
Universidad de Buenos Aires, 1997, pp. 109-128. El segundo es el proyecto ECODIÄLOGO, desarrollado
por el grupo IREF (Instituto para la investigación sobre la Enseñanza Filosófica), de Barcelona, en el cual, en
torno a las nociones generales de los cuatro elementos (agua, aire, tierra y fuego) se combinan distintas
perspectivas de reflexión provenientes del arte (música, pintura, poesía, etc.), la ciencia natural y la reflexión
filosófica en orden a promover en los niños una reflexión sobre sus formas de percepción y su
responsabilidad con el entorno natural en que viven. Los materiales básicos de este proyecto se encuentran en
varios idiomas en un CD-ROM elaborado por el Grupo IREF y se pueden consultar por Internet en la
siguiente dirección: www.grupiref.org
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Además del problema de enseñar resultados sin enseñar los procesos del
conocimiento, existe un problema esencial: en la escuela se enseña sin filosofía;
y ése es el mayor desastre de la educación. Se enseña geografía sin filosofía,
biología sin filosofía, historia sin filosofía, filosofía sin filosofía, etc. Entiendo por
filosofía la posibilidad de pensar las cosas, de hacer preguntas, de ver
contradicciones. Asumo el concepto de filosofía en un sentido muy amplio, en el
sentido griego de “amor a la sabiduría”. Es un filósofo el hombre que quiere
saber; el hombre que aspira a que el saber sea la realización de su ser; el
hombre que quiere saber por qué hace algo, para qué lo hace, para quién lo
hace; el hombre que tiene una exigencia de autonomía. El hombre que está
inscrito en una búsqueda de universalidad es también un filósofo, así como aquel
que quiere ser consecuente con los resultados de su investigación21.
21
ZULETA, Estanislao: Educación y democracia. Un campo de combate, Bogotá, Fundación Estanislao
Zuleta-Corporación Tercer Milenio, 1995, pp. 25-26.
22
Cfr. KANT, Emmanuel: Pedagogía, pp. 32-33.
23
SPLITTER, Laurance y SHARP, Ann Margaret: La otra educación. Filosofía para niños y la comunidad
de indagación, Buenos Aires, Manantial, 1.996, pp. 22-23.
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No entraré aquí a definir lo que significa ser razonable, pues ello
requiere de una discusión teórica bastante amplia, para la cual se
requeriría un más amplio espacio24. Me limitaré, por ahora, a indicar
que la idea de una educación filosófica implica una concepción global,
de conjunto, sobre la educación, más que el simple desarrollo de una
tarea concreta con miras al mejoramiento estratégico de nuestras
prácticas educativas. Si nos tomamos en serio la idea de una educación
filosófica nos veremos obligados a replantear tanto los fines como los
métodos, tanto los contenidos como los programas, tanto las políticas
educativas y las estrategias didácticas como incluso los principios y
rutinas básicas de nuestra organización escolar; en fin, tendremos que
reorientar el conjunto de nuestra actual educación. Me ocuparé por lo
pronto de formular los que considero los objetivos más generales que
debe proponerse una educación filosófica. Entre ellos considero los
siguientes:
24
Sobre el punto hay aportes muy valiosos en la filosofía contemporánea. Cfr., entre muchas otras cosas, el
libro de Dearden, Hirst y Peters Educación y desarrollo de la razón. Formación del sentido crítico, Madrid,
Narcea, 1.982. De allí son especialmente valiosos para la comprensión de este asunto los artículos de D. Pole
(“El concepto de razón”), G. Ryle (“Un animal racional”), M. Black (“Razonabilidad”) y R. S. Peters (“La
razón y la pasión”). En la actualidad estoy comenzando un proyecto de investigación sobre “la construcción
de buenas razones” con la Facultad de Filosofía de la Universidad Javeriana en donde espero profundizar
mucho más en los supuestos e implicaciones de este concepto de “razonabilidad”.
25
A este respecto se puede consultar el capítulo 11, “Animar a los niños para que sean lógicos”, del libro de
matthew Lipman, Ann Margaret Sharp y Frederick Oscanyan: La filosofía en el aula, Madrid, Ediciones de la
Torre, 1992, pp. 231-260.
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aprendiz un especial cuidado por el uso de su pensamiento y su
lenguaje, lo que implica, además de desarrollar hábitos de
coherencia, una permanente atención a las falacias presentes en el
habla cotidiana, una preocupación permanente por definir los
términos que utiliza y, sobre todo, un cuidadoso examen de los
múltiples razonamientos (analógicos, silogísticos, condicionales, etc.)
que construye en su vida cotidiana.
26
Una propuesta interesante de lo que podría ser esta “dimensión ética” de un proyecto de educación
filosófica nos la ofrece Michael Pritchard en su artículo “Desarrollo moral y filosofía para niños”, en el libro
de Félix García Moriyón (comp.): Crecimiento moral y filosofía para niños, Bilbao, Desclée de Brouwer,
1.998, pp. 69-112.
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3. El incremento de la capacidad para “interpretar” (descubrir y
construir significado). Nuestra vida se caracteriza por una
permanente búsqueda y construcción de significado, y como bien lo
ha destacado Bruno Bettelheim, la vida en su conjunto, e incluso la
propia vida infantil, puede entenderse como una permanente “lucha
por el significado”27. No nos preparamos, sin embargo, para explorar
los significados de las cosas, tanto aquellas que se nos dan a través
de la experiencia sensorial directa como aquellas que construimos
por interacciones entre símbolos (los textos que leemos, las obras de
arte, etc.). “Descubrir y construir significado” debería ser uno de los
fines fundamentales de todo proceso educativo, ya que, en cierto
modo, nuestra vida es también un permanente esfuerzo por
interpretar (en el doble sentido de descubrir y construir significado)
tanto los textos diversos que leemos como para las situaciones que
vivimos, las obras que apreciamos y, en general, todas las formas de
expresión presentes en nuestro contexto cultural. Sin embargo, con
frecuencia lo pasamos por alto, con lo cual despojamos a los
estudiantes de la posibilidad de gozar con la propia experiencia del
descubrimiento y no les colaboramos en su afán por aprender a
interpretar la realidad. Para ello será preciso permitirle a los niños
que reconozcan diferencias y semejanzas, que establezcan diversos
tipos de relaciones (de partes a todos, de medios a fines, etc.), que
aprendan a describir de modo preciso y significativo las situaciones
en que se involucran y que se entrenen en analizar estrategias
mentales y juegos de lenguaje. Todo ello debe proponerse una
educación filosófica que aspira no sólo a una mayor comprensión
racional del mundo, sino a crear las disposiciones necesarias para
que podamos obtener un más alto gozo de nuestra existencia en la
medida en que nos enfrentamos con un mundo que resulte para
nosotros cada vez más significativo.
30
Una interesante propuesta para el desarrollo de una educación filosófica basada en el debate racional de
ideas la ofrece el filósofo francés Oscar Brenifier en su libro Enseigner par le débat, Paris, Nathan, 2002.
Este libro, además, se complementa con otra serie de textos en donde se ofrecen diversos modelos de diálogo
filosófico, en donde se identifican las dificultades que presenta su ejercicio, así como las soluciones posibles
a tales obstáculos. Dichos diálogos versan sobre temas como “La conciencia, el inconsciente y el sujeto”, “La
opinión, el conocimiento y la verdad”, “Razón y sensibilidad”, “Arte y belleza”, “Estado y sociedad”,
“Libertad y determinismo”.
31
En los diálogos platónicos, especialmente en los llamados “socráticos” (como Apología, Critón y
Eutifrón), puede verse claramente cómo Sócrates le preocupa no sólo el examen de argumentos teóricos, sino
el ejercicio del examen como una forma de perfeccionamiento personal. Este interés por el
autoperfeccionamiento se percibe igualmente en muchas de las obras morales de Séneca. Pero, sin duda, el
más bello ejemplo, en la Antigüedad, de la filosofía concebida como tarea de perfeccionamiento personal la
encontramos en el Enquiridion, de Epicteto (Barcelona, Anthropos, 1991).
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representa una opción radical por el modo de vida democrático,
tanto en el espacio de la escuela como en el de la sociedad en
general. Es, entonces, sobre todo, una propuesta de formación para
la convivencia civilizada entre ciudadanos libres e iguales. En cuanto
propuesta de formación política no se limita, sin embargo a la simple
retórica de los derechos y deberes ciudadanos; y evita al máximo,
quedarse en los meros gestos y clichés en que se han convertido las
prácticas políticas en la sociedad informatizada. La clave de una
auténtica sociedad democrática no está tanto en la existencia de
procedimientos o instituciones determinadas (parlamentos, sistemas
electorales, derechos reconocidos, constituciones escritas, etc.)
cuanto en el hecho de que los ciudadanos se acostumbren a pensar
por sí mismos, a hacer -para decirlo en los términos de Kant- un
“ejercicio público de la razón”32. El “pensar por sí mismo” no es,
como ya lo hemos insinuado, un ejercicio solitario. Es, más bien,
solidario, en cuanto se hace tanto mejor en la medida en que
nuestras perspectivas son confrontadas en una comunidad de
indagación y en que nosotros mismos, en cuanto agentes racionales
y morales, internalizamos los procedimientos de dicha comunidad y
ganamos para nuestras propias vidas una perspectiva democrática.
Para crear una sociedad auténticamente democrática (pues aquí la
democracia no se identifica con alguna forma de gobierno
históricamente consolidada), lo esencial es crear un ambiente
democrático, y el lugar en que primero podría ello hacerse es
precisamente en aquella institución que, por su propia naturaleza,
puede prefigurar mejor el tipo de sociedad que deseamos: la
institución escolar33.
34
Hay aquí, sin duda, ejemplos interesantes que pueden ser citados, como el ya indicado proyecto
Ecodiálogo, al que hicimos referencia en la nota 20, o incluso ciertas formas narrativas de acceso al saber
matemático como la que encontramos en el bello libro de Carlo Frabetti Alicia en el país de los números.
Muchos de los procedimientos y estrategias mentales propios de la ciencia natural se pueden explorar de
forma muy interesante a través de la literatura policiaca, especialmente los casos de Sherlock Holmes, de Sir
Arthur Conan Doyle. Sobre esto último, tuve ocasión de hacer un trabajo para Ediciones Siruela, de España,
en donde los jóvenes pueden encontrar múltiples herramientas para la reflexión filosófica a partir de la
lectura de cinco relatos de Conan Doyle. Está publicado bajo el título Cinco aventuras de Sherlock Holmes
en la Biblioteca Escolar de Filosofía de Ediciones Siruela.
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superior”, como podrá verse a continuación.
Antes de entrar en materia, debemos resolver previamente una
objeción posible: ¿por qué hablar de “pensamiento superior” y de
diversas formas de éste? ¿Acaso no existe simplemente una forma
correcta de pensar y a ella deberíamos ajustarnos todos? ¿No es
precisamente una de las tareas fundamentales del trabajo filosófico la
de establecer las reglas de un pensamiento correcto y no tenemos,
acaso, para ello una disciplina filosófica, la lógica, que nos ayuda a
entender cuándo razonamos de forma correcta y cuándo lo hacemos
incorrectamente? ¿Existen, pues, muchas formas posibles de pensar o
hay sólo una forma correcta de pensar?
Ante todo creo que no debemos confundir los conceptos: una cosa
es razonar de forma correcta, esto es, ateniéndose a las reglas básicas
de la lógica formal, lo que nos garantiza una forma de pensamiento
sistemático y riguroso, y, sobre todo, nos permite no incurrir en errores
de forma en nuestros procesos mentales; y otra cosa distinta es pensar
mejor, es decir, de forma más eficiente, comprehensiva y profunda.
35
No debemos, pues, plantear el asunto de la relación entre pensar correctamente/pensar mejor como un
dilema indisoluble. Una cosa no excluye la otra, como nos lo sugieren los personajes de la novela de
Matthew Lipman El descubrimiento de Harry en uno de los textos que hemos tomado como epígrafes de este
ensayo.
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distintos fines y, de acuerdo con ello, utilizamos distintas estrategias.
Podríamos decir que hay distintas maneras de situarse el pensamiento
ante la realidad. Indicaré por lo menos tres de ellas:
1) En algunas circunstancias se pretende alcanzar ante un problema
determinado, y a través del examen, comprensión y sistematización
de ciertas reglas, soluciones efectivas a los problemas que
desencadenaron un proceso de indagación; llamaré a esto una
perspectiva resolutoria, pues lo que busca clarificar es cómo
encontramos solución a un problema y cómo sabemos que
efectivamente esa es la solución correcta.
2) Hay una segunda perspectiva en la cual se examinan los problemas
mismos, ya no tanto a partir de reglas, sino, más bien, con el fin de
establecer su significado e implicaciones posibles (en esta
perspectiva no interesan tanto las reglas como los problemas
mismos en cuya investigación nos comprometemos a fondo); llamaré
a esto una perspectiva problemática, pues se caracteriza por
ahondar en el problema mismo, antes que en solucionarlo,
examinándolo a la luz de sus supuestos, consecuencias, modos de
argumentación, etc.;
3) En otras ocasiones se trata de pensar desde una perspectiva en la
cual no importa tanto los problemas o sus soluciones teóricas cuanto
la forma como el pensamiento nos ayuda a modelar la realidad, sea
ésta la realidad física, simbólica o social (en este caso el
pensamiento se materializa en obras, que pueden ir desde los
inventos tecnológicos, hasta las teorías y las obras de arte de todo
tipo y las formas de organización social); llamaré a esto una
perspectiva creadora de realidad, puesto que se trata de una
forma de situarse ante el pensamiento en la cual éste busca formas
específicas de modelamiento o transformación de la realidad a través
de la creación de instrumentos, símbolos, teorías, formas de
convivencia social, etc.36
36
En cierto sentido, estas tres “perspectivas” del pensamiento corresponden con los tres tipos de ciencias
según Aristóteles. Como bien lo subraya el Estagirita, “todo pensar discursivo es o práctico o productivo o
teórico” (Metafísica 1025 b 25). El hecho que aquí se quiere subrayar es precisamente que, cuando pensamos
o intentamos construir algún tipo de saber, lo hacemos con uno de estos tres fines básicos: comprender mejor
un problema (asunto de las ciencias téoricas), resolver un problema de orden práctico (finalidad de las
ciencias prácticas) o hacer hábilmente una obra (propósito de las ciencias productivas).
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CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
por medio de las prácticas escolares. Cada una de estas “formas de
pensamiento superior” se apoya, además, en prácticas específicas de
las disciplinas de la enseñanza que las desarrollan de una forma
peculiar. Aunque toda forma de clasificación resulta reduccionista, pues
no puede dar cuenta de múltiples matices, presento a continuación un
cuadro preliminar sobre estas formas de pensamiento superior tal
como, en mi concepto, pueden ser organizadas para un más adecuado
desarrollo en al ámbito de un proyecto de educación filosófica. Después
de presentar dicho cuadro entraré a caracterizar más a fondo cada una
de dichas formas de “pensamiento superior”.
37
Lo que aquí llamo “intuición” es algo semejante a lo que los ingleses suelen llamar “insight”, es decir, esa
capacidad para “atar todos los cabos” de un problema en un acto singular de pensamiento y ofrecer una
respuesta consistente al problema planteado. Uno de los ejemplos más interesantes de este tipo de “intuición”
podría ser la famosa anécdota de Arquímedes, que, al ver cómo sube el nivel de la bañera, encuentra una
respuesta al problema que le había sido planteado previamente por el rey de Siracusa sobre si la corona que le
había fabricado su orfebre es o no de oro puro. Un análisis muy sugerente del “insight” es la que nos ofrece
Bernard Lonergan en su famosa obra Insight. Un estudio sobre la comprensión humana (Salamanca,
Sígueme, 1998).
38
Una buena descripción de estos dos primeros modelos de pensamiento se encuentra en BRUNER, Jerome:
El proceso de la educación, México, UTEHA, 1968, Capítulo IV: “Pensamiento intuitivo y analítico” (pp.
85-106).
39
“Crítico” no se debe confundir con “negativo”. Ser crítico no es mostrar el aspecto negativo de una cosa o
situación, sino saber utilizar “herramientas de juicio” (criterios) para hacer mejores juicios. Los términos
“crítico” y “criterio” se forman a partir del verbo griego krino, que significa precisamente juzgar, discernir.
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utilizamos para hacer un mejor juicio sobre su conducta en el colegio. El
uso de criterios variados y relevantes hace que el discernimiento que
hagamos sobre una situación resulte mucho más ponderado. De otra
parte, el uso permanente de criterios que se proponen, se aplican y se
evalúan de forma constante, hace que ésta sea una forma de
pensamiento esencialmente autocorrectiva que, en vez de guiarse por
principios absolutos, examina en cada caso las circunstancias que
determinan un contexto. El pensamiento crítico es, entonces, un
pensamiento que se rige por criterios, es autocorrectivo y sensible al
contexto40. El auténtico pensador crítico es aquel que, cuando se
plantea un problema, busca todo tipo de criterios para su examen y,
aunque las soluciones que ofrezca no sean siempre las más adecuadas,
sabe “poner el dedo en la llaga” de los problemas, y obliga a un nuevo
examen de los principales puntos problemáticos de un asunto. Su forma
de pensar es, entonces, autocorrectiva y, si bien no sigue reglas
específicas, se deja guiar por las particularidades del contexto en que se
desenvuelve. El espíritu crítico, comprendido en este sentido, es de
suma importancia en una educación filosófica, pues el pensamiento
crítico es portador de un sentido de insatisfacción permanente ante toda
respuesta e invita permanentemente a examinar tanto los procesos
como los resultados. Esta insatisfacción y ese deseo constante de
plantear problemas propios del pensamiento crítico son esenciales en el
cultivo de una mente filosófica.
40
Esta es la definición de “pensamiento crítico” propuesta por Matthew Lipman. Al respecto puede verse su
artículo “Critical Thinking: What Can It be?”, en Educational Leadership, Vol. 46, N° 1, Septiembre de
1988, pp. 38-43. Yo mismo he hecho una traducción al español de este artículo de Lipman, que fue publicada
en Itinerario Educativo, Nos. 28-29-30, Bogotá, Universidad de San Buenaventura, 1997, pp. 205-216.
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conclusiones después de un detenido examen, análisis e investigación
personal41. Esto, por supuesto, suele hacerlo más lento, y lo obliga con
frecuencia a dar diversos “rodeos” sobre las cosas. El hombre que
desarrolla un pensamiento reflexivo va casi siempre lento, a menudo se
confunde; sin embargo, es persistente y está siempre elaborando y
reelaborando sus ideas; y, por ello, siempre llega más lejos que los
demás. Es él, por cierto, el que ve “el fondo” del problema y logra, con
su persistencia y con su esfuerzo de reflexión permanente,
comprometer a todos sus demás compañeros en el asunto. Nada más
propio de una educación filosófica que este cultivo del pensamiento
reflexivo, que se hace ahondando en los problemas, planteando las
contradicciones, resolviendo las aporías propias de todo examen
racional bien elaborado.
41
Un examen bastante completo del pensamiento reflexivo, de sus procesos y características lo realiza el
filósofo norteamericano John Dewey en su obra Cómo pensamos, ya citada en la nota 4 de este escrito.
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Hablar de pensamiento solidario podría sonar algo forzado,
pues no es lo propio del pensamiento “solidarizarse” con nadie. Sin
embargo, no queremos dejar de lado una cierta dimensión “ético-
política” del pensamiento, que es lo que precisamente pretendo sugerir
con la expresión “pensamiento solidario”. Como lo había indicado el
propio Kant, al hablar de sus “tres máximas del entendimiento humano
común”, un buen pensamiento es aquel que sabe ponerse en la
perspectiva de otros, de ver las cosas poniéndose en su lugar para
“cuidar” de él. Quien piensa de una forma solidaria es precisamente
aquel que sabe ponerse en la perspectiva de otro, que es capaz de ver
las cosas desde su punto de vista, de considerar sus necesidades y de
desarrollar una comprensión simpatética con él. “Cuida de ti mismo” y
“cuida de los otros” constituyen dos máximas esenciales de la ética
desde la antigüedad griega. Quien se guía por estas máximas y las
incorpora en sus formas de pensamiento es alguien que se hace capaz
de pensar siempre en términos de cuidado de los otros. La idea que
mejor expresa hoy día esta capacidad de ponerse en la perspectiva de
otros, y de intentar pensar desde allí, es la de solidaridad. Una
caracterización más completa de esta forma de pensamiento superior es
algo que aún está en construcción. Sin embargo, creo que es también
labor de una educación filosófica ayudar a los alumnos a que piensen
los problemas que se planteen dentro de una perspectiva universal de
justicia como la que está sugerida, por ejemplo, en el sexto estadio del
desarrollo moral de Kohlberg o en una ética de pretensiones
universalistas como la kantiana. Una persona que piensa de forma
solidaria es alguien que, siempre que piensa en un problema, lo hace en
términos de derechos y oportunidades sociales y que tiene por principio
básico de todos sus pensamientos una regla general de justicia.
42
ZULETA, Estanislao: Educación y democracia. Un campo de combate, pp. 107 y 109-110.
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1.3 Capítulo 3. El Pensamiento Reflexivo y La Educación
Los niños al llegar a la Escuela por primera vez experimentan una dura
transición ya que salen de un mundo en el que se les ha favorecido la
espontaneidad, la creatividad e iniciativa personal pasando a un
ambiente cerrado, estable y estructurado en el que todo es regulado y
explícito. La escolarización actual, por lo tanto, no provee incentivos
intelectuales ni posibilita el desarrollo del pensamiento.
*
DERRIDA, J: Qui a peur de la philosophic?
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reconstruir la educación en la línea de la investigación científica. A
otros, la filosofía les parecía demasiado difícil para los niños, demasiado
frívola o árida; otros pensaban, incluso, que era demasiado peligrosa.
¿Qué había en la filosofía para dar pie a estos temores?
Esta es, por tanto, una de las razones para separar a los jóvenes y a la
filosofía: hacerlo es proteger a la filosofía porque, si los niños se
dedican a ella, será indigna a los ojos de los adultos. La otra razón es la
de proteger a los adolescentes: la dialéctica puede subvertirlos,
corromperlos, contaminarles de malicia. Hay que admitir que estas
razones se han aceptado como concluyentes desde que PLATÓN las
escribió, y que se ha invocado su autoridad para detener las iniciativas
educativas que podrían haber permitido que los niños accedieran más
pronto a la filosofía. ¿Qué tenemos que decir a esto? ¿Estaba PLATÓN
equivocado al oponerse tan enérgicamente a la preparación dialéctica
de los jóvenes en el libro VII? Puede ser útil aquí tener en cuenta el
cuadro de la Atenas intelectual pintado por GILBERT RYLE. RYLE nos
ofrece una descripción sumamente especulativa de la forma en que se
enseñaban a los estudiantes los procedimientos y técnicas erísticas. La
disputa intelectual era importantísima: se designaba a los participantes
para defender o atacar ciertas tesis sin tener en cuenta sus creencias
personales, y a través de estos procedimientos de «tribunal de
discusión», afirma RYLE, se fomentaba y conseguía la capacidad de ser
convincentes en la argumentación. Estas condiciones de discusión «eran
el principio del razonamiento filosófico». No hay nada en la explicación
de RYLE que indique que encuentra alguna objeción a estas técnicas de
instrucción sofística.
Por otra parte, en realidad RYLE parece pensar que SÓCRATES tampoco
solía distinguir entre argumentación filosófica y filosofía. Arguye así
que, en la Apología, SÓCRATES da «sólo una respuesta superficial a la
acusación de impiedad, pero presenta una prolongada defensa de la
práctica del diálogo examinatorio». RYLE identifica ese ejercicio con el
«método socrático» y nos dice que lo que más le preocupaba a
SÓCRATES era la justificación del derecho a practicarlo*.
Aquí debemos andar con mucho cuidado. Una cosa es decir que el de-
bate y la argumentación pueden ser recursos útiles en la preparación'
de los que están interesados en el razonamiento filosófico, y otra cosa
totalmente distinta es suponer que la filosofía se reduce a
*
RYLE, GILBERT: «Plato» in The Encyclopedia of Philosophy, ed. Paul Edwards. New York: Macmillan, 1967.
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argumentación. El método erístico de enseñanza, introducido
seguramente en Atenas por el sofista PROTÁGORAS, puede haber sido
apropiado para preparar futuros abogados y políticos, pero ¿era
realmente útil para todos los demás (incluyendo a los aspirantes a
filósofos), que buscaban una perspectiva más razonable de la vida?
Sería muy extraño que SÓCRATES, para quien era de la mayor impor-
tancia el análisis en común de los conceptos esenciales para la conducta
y la vida, hubiera estado de acuerdo en equiparar esa fundamental
actividad con los fríos procedimientos técnicos de la argumentación
dialéctica. Lo que SÓCRATES subrayaba era el continuo ejercicio de la
investigación filosófica siguiendo el razonamiento hasta donde nos lleve
(confiado en que nos lleve a donde nos lleve, allí se encontrará la
sabiduría), no la violencia y el sonido de las armaduras de las batallas
dialécticas, donde el interés no estaba en la verdad, sino en la victoria.
Fácilmente se puede suponer, por tanto, que lo que PLATÓN estaba con-
denando en el libro VII de La República, no era que los niños
practicaran la filosofía como tal, sino la reducción de ésta a los
ejercicios sofísticos de dialéctica o retórica, cuyos efectos sobre los
jóvenes serían especialmente devastadores y desmoralizantes. ¿Hay
mejor forma de garantizar la amoralidad del adulto que enseñando a un
niño que una creencia es tan defendible como cualquier otra y que lo
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justo es fruto de la fuerza argumentativa? Podemos imaginar a PLATÓN
diciendo que si ésta es la forma en que los jóvenes van a utilizar la
filosofía, entonces es mucho mejor que no la toquen en absoluto.
*
PLATÓN: Gorgias, 485, en Obras Completas. Ed. J. A. Mígucz. Madrid: Aguilar, 1969. pp. 383-384
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para niños, pero son lo bastante pragmáticos como para rechazarlo a su
vez. Les gusta lo que logra cuando los chicos la practican. Pueden
ignorar totalmente que con ella se cumple la recomendación pedagógica
de PLATÓN de «enseñar con el juego y no por la fuerza». Aunque puede
no ser fácil introducirla, para ellos es suficiente con que funcione
cuando se introduce correctamente.
*
SANTAYANA, GEORGE: «Ultimate Religion», en Obiter Scripia, ed. Justus Buchler and Benjamin Schwartz. New
York: Scribner’s, 1936.
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educativo es imperfecto, sino que sus imperfecciones son más
responsables que lo que hemos estado dispuestos a admitir de las
graves condiciones en las que se encuentra el mundo. Si nos quejamos
de que nuestros líderes y el electorado se ocupan sólo de sí mismos y
de que son incultos, debemos recordar que son el fruto de nuestro
sistema educativo. Si alegamos, como factor atenuante, que también
son fruto de sus casas y familias, hay que recordar que los insensatos
padres y abuelos de esas familias son igualmente resultado del mismo
proceso educativo. Como educadores tenemos una grave res-
ponsabilidad en la insensatez de la población mundial.
Hay, por tanto, un argumento más reducido y otro más amplio en favor
de la filosofía para niños. El primero consiste simplemente en el hecho
de que realiza una sana contribución al curriculum actual y al aula. Pero
la mayor justificación consistiría en que representa paradigmáticamente
la educación del futuro como una forma de vida que aún no ha sido
puesta en práctica y como una clase de praxis. La reforma educativa
debe tomar como modelo heurístico la investigación filosófica
compartida en el aula. Sin la guía de semejante paradigma, seguiremos
sin rumbo y el curriculum seguirá siendo un cajón de sastre.
Para estar completamente educado, uno debe ser capaz de tratar cada
disciplina como un lenguaje y pensar con fluidez en ese lenguaje;
manejar el razonamiento, como todo lo demás, teniendo en cuenta que
el razonamiento se fomenta en el contexto filosófico; y mostrar los
logros educativos no sólo como adquisición de propiedades
intelectuales, o acumulación de riqueza espiritual, sino como una
asimilación original que permite ampliar ésta. Ya que la filosofía es la
disciplina que mejor prepara para pensar en términos de otras
asignaturas, hay que asignarle un papel central tanto en las primeras
como en las siguientes etapas del proceso educativo.
Hay una buena razón para pensar que el modelo de todas y cada una
de las aulas, aquel al que buscan acercarse y a veces lo consiguen, es la
comunidad de investigación. Por investigación entendemos, por
supuesto, constancia en la exploración autocorrectiva de lemas que se
perciben al mismo tiempo como algo problemático c importante. De
ningún modo queremos decir que la investigación ponga mayor interés
en el descubrimiento que en la invención, o en actividades gobernadas
por reglas que en actividades improvisadas. Los que crean obras de arte
practican esa investigación tanto como los que escriben nuevos tratados
epistemológicos o realizan nuevos descubrimientos en biología.
Asimilar la cultura
La transición al texto
Por ejemplo, una de las novelas de Filosofía para Niños presenta a una
chica ciega hablando sobre un accidente en el que ha estado presente.
Los lectores de 3.° y 4.° curso de Kio y Gus tienen que distinguir entre
lo que ella ha percibido y lo que deduce, lo que acepta como verdadero
basándose en el testimonio de otros y lo que deduce de ese testimonio.
Lo que es especialmente significativo, sin embargo, es que los lectores
deben deducir lo que la chica deduce, suponer lo que ella supone y
adivinar lo que ella cree. No estudian esos actos mentales, sino que se
ven obligados a realizarlos y a ponerlos en práctica con eficacia.
in fe r ir in fe r ir
d e fin ir d e fin ir
c o n c e b ir c o n c e b ir
a s u m ir a s u m ir
s o s p e c h a r s o s p e c h a r
e tc . e tc .
F ig u r a 1
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El fermento de la actividad mental que vemos aquí es el aspecto de
autoobservación de la mente funcionando. Obviamente debemos
aprender cómo hacerlo, porque es poco probable que los chicos razonen
mejor si no pueden razonar sobre cómo razonan.
Los niños verán la educación como una aventura irresistible sólo cuando
los profesores la sientan así, y si las escuelas de pedagogía son
incapaces de inculcar en los profesores este amor a las asignaturas que
enseñan, tendremos que buscar otras formas de preparar profesores.
Pero hoy hay alternativas que no existían antes, y las diferencias que
pueden introducir esas alternativas pueden ser muy significativas.
Debemos estar preparados para oír repetidamente desde todos los
rincones de la comunidad educativa que la meta de la educación es
crear alumnos reflexivos y razonables, y que esto puede lograrse
enseñando «habilidades de pensamiento», Debemos prepararnos
también para esperar que compitan por entrar en las escuelas todo tipo
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de enfoques pseudofilosóficos. Es una responsabilidad nuestra
dedicarnos tan enérgicamente a distinguir lo filosófico de lo
pseudofilosófico, como a distinguir lo filosófico de lo no-filosófico.
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1.3.4 . Lección 14. Condiciones para la enseñanza del
pensamiento filosófico
_________________________________________________________
Tomado del libro: LIPMAN, Mathew, SHARP Ann Margaret,
OSCAYAN, Frederick (1992). La Filosofía en el Aula. Madrid: Ed.
De la Torre. p. 170 - 191
___________________________________________________
Evitar el adoctrinamiento
Por otra parte, hay profesores que sienten que deben tener mucho
cuidado de no revelar ningún valor durante su enseñanza. Creen que su
método de enseñanza está «libre de valores» y que debe permanecer
así. Todos los profesores revelan sus valores a través de lo que dicen y
hacen, ya sea a través de inflexiones de la voz, gestos o expresiones fa-
ciales, la manera de llevar la clase o de hacer un examen. El
profesorado de pensamiento filosófico, por lo tanto, debe ser consciente
en todo momento del riesgo de incitar intencional o no intencionalmente
a los niños a que adopten su propio conjunto de valores de manera no
crítica. Tampoco pueden escapar al hecho de que los niños emulan a
aquellos cuya experiencia del mundo es más amplia y profunda que la
de ellos mismos. Las actitudes del profesor, cualesquiera que éstas
sean, van a tener un peso considerable para los jóvenes que están
inseguros acerca del significado de su propia experiencia.
Segunda, hay otras formas de actividad para las cuáles estas reglas
constituyen obstáculos más que ayudas. Por ejemplo, los niños pueden
encontrarse con que sus juegos no necesitan ser consistentes, que las
tareas de la casa no necesitan ser comprensivas, y que sus impulsos
poéticos son bloqueados si se les pide que sean más coherentes. En
otras palabras, coherencia, comprensión y consistencia son valores
apropiados para la discusión filosófica y la investigación pero no para
otros aspectos de la vida de una persona que incluyen las
características de espontaneidad, aleatoriedad o rutina, para los Cuáles
los valores mencionados anteriormente son irrelevantes.
Además, incluso si una niña expresa una opinión y estás seguro que no
está basada en conocimiento factual, tu compromiso con el crecimiento
de esa niña será tu guía de acción. En lugar de minimizarlos, sería más
productivo el establecer una relación mutua de confianza y empatía que
pueda llevarlos a admitir que no saben todas las respuestas y que,
como tú, algunas veces perciben el mundo como algo confuso y
frustrante. Una vez que esto sucede, puedes comenzar el lento proceso
de ayudarles a que clarifiquen sus propios puntos de vista, llevándolos a
darse cuenta de lo que dichos puntos de vista implican en términos de
presuposiciones y consecuencias, ofreciéndoles nuevas alternativas y
dándoles las herramientas que necesitan para poder pensar por sí mis-
mos acerca de asuntos que les conciernen.
Todo el mundo conoce el letrero que dice PIENSA, y casi todos se dan
cuenta de que el letrero no anima para nada a pensar; si algún efecto
tiene, es el de inhibir el pensamiento. Las ideas no pueden producirse
por decreto. Lo que sí se puede hacer es crear un ambiente hospitalario
para el buen pensar, y reconocer que los niños tienen estilos muy diver-
sos de comportamiento mental, cada uno de los cuales necesita ser
alentado de forma más o menos diferente.
Por lo tanto, el rol del profesor es el de ayudar a que los niños dominen
medios como las reglas de la inferencia lógica y las normas que se
deben seguir en la discusión dentro del aula. No es tu rol decirles a los
estudiantes cuáles deben ser sus filosofías de la vida. En este respecto,
sigue el ejemplo de las novelas. En esos libros, a los niños les cuesta
trabajo entender, mantienen sus puntos de vista tentativamente, están
abiertos a sugerencias nuevas y están comprometidos con un tipo de in-
vestigación comunitaria en la que los individuos aprenden unos de otros
así como de su propia experiencia. Siempre que puedas alentar a tus
estudiantes para que se identifiquen con estos procedimientos, no
tendrás que preocuparte de hacer que los niños piensen, porque ellos se
embarcarán en el proceso de todo corazón y por su propia voluntad.
Mantener la pertinencia
Supón que un niño menciona que unas niñas se burlaron de él. Esta
puede ser una oportunidad que se le presenta a una profesora para
lidiar con este ejemplo específico, y puede convertirse en una nueva
experiencia de humillación para el niño. Una dirección que puede tomar
la discusión es la de por qué ocurrió la burla, de si la merecía, de si les
hizo algo a las niñas el día anterior, etc. Otra dirección que la discusión
puede tomar, si la profesora la guía cuidadosamente, es hacia una
discusión sobre la burla en sí misma: qué se logra con una burla, si es
que algo se logra; por que la gente se burla de otra gente, y de qué
puede ser un síntoma el burlarse. Al final, la discusión puede abrir la
amplia pregunta filosófica acerca de lo que es justo. Pero esto no
sucederá de modo frecuente a menos que la profesora ejerza el rol de
guía, dirigiendo con delicadeza la discusión de lo específico hacia lo
general.
Los niños a esta edad pueden querer compartir sus puntos de vista
acerca del sexo, acerca de lo que está bien y lo que está mal, acerca de
sus relaciones con sus familias y otros asuntos similares. Lo importante
es que el profesor se de cuenta de que estos temas bien pueden
constituir tierra fértil para una discusión filosófica, pero sólo si el
movimiento de la discusión se aleja de los aspectos intensamente
privados y personales de los comentarios y se encamina hacia los
aspectos del problema más inclusivos, comprensivos y constructivos.
Una discusión filosófica es provechosa si se mueve de lo que es a lo que
puede ser, o del caso específico a una comprensión más amplia. No es
una discusión filosófica si los niños simplemente sacan a la luz sus
problemas, o se expresan emocionalmente, o usan la hora como una
oportunidad para deleitarse unos a otros con letanías de supuestas
injusticias, o buscan llamar la atención contando anécdotas personales.
Pero estos comentarios pueden ser el comienzo de una discusión
filosófica en las manos de un profesor hábil. Depende del profesor el
determinar si el comentario tiene implicaciones filosóficas y cuáles son
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lo temas filosóficos implícitos, y el conducir gradualmente a los niños
hacia una discusión de estos temas.
Cuando una profesora escucha a una niña decirle a otro «estás retra-
sado» (o «que asco», o «injusto», o «repulsivo»), estas son oportunida-
des para tratar de descubrir los criterios mediante los cuales determina-
mos lo que es beneficioso, lo que es justo, o lo que es hermoso. En
otras palabras, lo que la profesora está tratando de lograr es que los
niños hagan explícito el criterio que están usando cuando hacen
afirmaciones como «que asco», «injusto», «repulsivo», qué patrones
están usando al hacer dichas observaciones. Conforme la discusión
comienza a girar en torno a dichos criterios y patrones, la profesora
sabe que la discusión se construye sobre bases sólidas.
Es muy probable que los niños en el aula estén muy atentos a la ma-
nera en que el profesor opera en esta zona de discreción, entre lo que
es claramente pertinente y lo que claramente no es pertinente. Rápida-
mente van a estar probando y tanteando el terreno para ver hasta qué
punto pueden ser personales, anecdóticos, subjetivos, sin provocar que
el profesor responda negativamente. Si han tenido experiencias en las
que el profesor ha trabajado basándose en sus comentarios personales
y los ha guiado hacia una discusión filosófica, probablemente querrán
volver a tener dichas experiencias. Si, por otra parte, averiguan que el
profesor tolera la discusión sin un sentido y una meta definida,
continuaran platicando sin ninguna dirección hasta que se aburran.
Hacer preguntas
Para ayudar a los niños a que piensen por sí mismos, para llevarlos a
que se vuelvan independientes, ingeniosos, individuos auto-suficientes,
pregúntate: « ¿De qué sirve el que yo les dé rápidamente las
respuestas cada vez que hacen preguntas?» « ¿Qué bien se logra con
que memoricen la información de los libros de texto sin tratar de
entender los conceptos o las presuposiciones implícitas?» « ¿Sirvo yo a
los niños como modelo de una persona que constantemente cuestiona,
que busca siempre respuestas más apropiadas, que está más
interesada en el diálogo y el descubrimiento que en la memorización de
hechos?»
Los profesores que pretenden saberlo todo les causan un doble perjuicio
a sus alumnos. Primero, al darles las respuestas que ellos deberían
descubrir por sí mismos, dichos profesores no consiguen preparar a los
estudiantes para el día en que les falte el apoyo de los adultos y queden
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a la merced de sus propios y precarios recursos. O, cuando llegue el día
en el que el modelo de profesor omnisciente se derrumbe, cuando los
niños averigüen que el profesor no tiene todas las respuestas, su
seguridad y confianza pueden resquebrajarse, y una vez más quedan
indefensos porque no han sido alentados a desarrollar las herramientas
que necesitan para encontrar sus propias respuestas. En segundo lugar,
dichos profesores crean en sus estudiantes el modelo o ideal de la
persona educada como alguien que lo sabe todo, en lugar de el de una
persona que es intelectualmente abierta, curiosa, autocrítica, y capaz
de admitir ignorancia o indecisión.
Más aún, cuando una profesora pretende saberlo todo, los niños se van
con la idea de que el conocimiento consiste en respuestas: algo fuera
de uno mismo que ha de ser memorizado, en lugar de algo que ha de
ser descubierto y creado. En lugar de involucrar al niño en el proceso de
adquisición de conocimiento, la profesora con todas las respuestas (o el
profesor que insiste en que los niños repitan respuestas) ha privado a
dichos niños de un placer que les será tan útil en años venideros, la
satisfacción de encontrar respuestas por sí mismos. La relación cutre
esta satisfacción y el ser una persona imaginativa, curiosa y vivaz
intelectualmente es muy substancial.
Cuando les preguntas a los niños «¿Por que?» los desafías a que pro-
fundicen en sus propias presuposiciones, a que hagan mejor uso de sus
recursos intelectuales, a que descubran propuestas más imaginativas y
creativas de las que hubieran logrado si tu rol ante ellos fuera el de pro-
veedor de datos. Incluso cuando hay situaciones en las que es
apropiado dar respuestas, hay maneras de hacerlo que abren el asunto
más y favorecen la investigación de los niños en lugar de cerrarlo.
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Esta característica del cuestionamiento, que es esencial para alentar a
los niños a pensar filosóficamente, se manifiesta no sólo en cómo una
profesora les contesta a los niños, sino en la manera en que lleva la
enseñanza a lo largo del día. Si la profesora alienta a los niños a que
acepten respuestas, a no ser críticos, a memorizar datos que no
entienden, si se concentra en darles exámenes que no requieren de su
creatividad o su entendimiento activo, sus estudiantes probablemente
se lleven la impresión de que se vuelven más educados conforme
asimilan más dalos. Y difícilmente es ésta la mejor manera de concebir
la educación.
El punto principal de este diálogo es que niños como éste pueden ser
inducidos a buscar evidencias en las que basar su creencia en la
existencia de una figura histórica como George Washington, o en
sucesos históricos. Se les lleva a realizar una incursión dentro de la
naturaleza de la historia. Se dan cuenta de lo que sería necesario
considerar si se llegara a afirmar que la creencia en la existencia de
George Washington era falsa. De este modo, por medio de una
pregunta aparentemente incongruente, la profesora ha llevado al
estudiante desde una actitud de espectador de la historia a una
comprensión personal de cómo se pueden explicar ciertos hechos o
incidentes históricos. Es este movimiento de espectador a participante
el que permite al niño asumir un rol más activo en el proceso mismo de
la investigación.
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No es fácil saber qué preguntas hacer, cuándo hacerlas y cómo hacer la
pregunta apropiada. Más aún, no es suficiente tener unas cuantas pre-
guntas a mano en nuestro repertorio; es igualmente importante que se
hagan en una secuencia tal que la discusión avance hacia una culmi-
nación.
Dar respuestas
Rara vez hay alguna justificación para que un profesor desaliente ac-
tivamente al niño a que encuentre respuestas. Lo más importante es
que se ayude a los niños a desarrollar una mente abierta y flexible
gracias a la cual deseen sustituir las respuestas que ya no funcionan por
otras más efectivas. En este sentido, las respuestas son creencias.
Mientras que nuestras creencias sean efectivas para lidiar con los
problemas que confrontamos en la vida, no existe ninguna razón para
que las abandonemos. Incluso cuando los niños se ven obligados a
hacer frente a datos conflictivos, no existe razón urgente para que
abandonen sus creencias, aunque puede ser el momento para que
comiencen a buscar una explicación más idónea.
Supón que un profesor le dice a una niña, «El problema es que no tie-
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nes la información correcta.» La niña contesta, « ¿En dónde la
consigo?» Un compañero sugiere, «Ve y busca.» Pero otra dice,
«Búscala en la enciclopedia.» En este momento, obviamente se ha
planteado una pregunta sobre en qué consisten los hechos. El rol del
profesor en dicha discusión será el de alentar a los niños, a través del
cuestionamiento y la clarificación, para que lleven el análisis tan lejos
como les sea posible.
Escuchar
Los niños buscan modelos en los que puedan confiar. Pero un modelo
que simplemente es coherente no es suficiente para proporcionar el tipo
de orientación de los adultos que los niños requieren. Un modelo debe
ser capaz de ofrecer a los niños el beneficio de la experiencia adulta
cuando ellos lo necesiten. El profesor descuidado es aquel que nunca
hace las distinciones apropiadas, o no los corrige cuando fracasan al
agrupar cosas que deben ir juntas. Esto puede constituir una influencia
desafortunada para los niños, pues sólo si el profesor muestra la
importancia de hacer distinciones y agrupaciones correctas y manifiesta
en su comportamiento diario que aprecia dichas distinciones, podrá
llevar a los niños a actuar de modo similar. La profesora que escucha a
un niña pequeña decir: «La noche pasada, comí papas y vegetales
durante la cena» o «Hay Chevrolets y autos en la carretera», y no
cuestiona dichos agrupamientos, está fracasando en una de las mayores
responsabilidades de la enseñanza. Por otra parte, el profesor que da
ejemplo de alguien que sí realiza esas distinciones, está dando al niño
un modelo de escrupulosidad intelectual que bien puede tener
relevancia a lo largo de la vida del niño.
.
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___________________________________________________
Tomado del libro: FULLAT, Octavi (1988). Filosofía de la
Educación. Barcelona. Ed. Vicens Vives. p. 131-136
___________________________________________________
EL FENÓMENO EDUCACIÓN
Octavi Fullat
Cultura
Hombre Educación
EDUCACIÓN DE HO MBRES
Educación
liberadora,
o eleutérica
Herencia
o descodificadora, y
Ambiente personal
Informaciones,
actitudes,
Programación
habilidades Educación como
genética
aprendizaje (learning)
Procesos
m adurativos;
Transacciones
(Culturalización o
con el m edio
Individuo socialización
no-humano
hum ano o programación social)
(Transacciones con el
m edio humano)
Escuela de Ciencias de la Educación
CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
EDUCACIÓN DE ANIMALES
Educación liberadora
ambiente
Informaciones,
herencia Programación actitudes,
genética habilidades
Educación como
Individuo, learning
animal ambiente (doma y domesticación)
salvaje
Individuo
animal domado
o doméstico
METODOLOGÍA DIDÁCTICO-FILOSÓFICA
Simón Mario Gómez
La experiencia docente nos enseña a diario que para que las clases sean
amenas, funcionales y productivas, deben desarrollarse de manera
clara, ordenada, articulada y dinámica, esto es, metódica.
Cuando los alumnos se quejan, con razón muchas veces, de que tal o
cual profesor "no sabe enseñar", "no tiene método", cuando presentan
lagunas y fallas en su aprendizaje, están acusando, consciente o in-
conscientemente, deficiencias didácticas imputables, en primer término,
a quien conduce el proceso docente-discente.
Sin embargo, hay una noción sobre la que sí queremos insistir, cuando
nos encontramos abocados a una situación específica y concreta: la
enseñanza de la filosofía. Nos referimos al llamado método didáctico, es
decir, al método propio de las actividades escolares, aquel que conjuga
el aspecto científico de la asignatura que se enseña, con las condiciones
de quienes la aprenden.
*
LEMUS, L. A., Pedagogía. Temas fundamentales, Kapelusz, S. A., Buenos Aires, 1969, p. 263.
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CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
psicología de los alumnos que han de asimilarlos.
*
SALAZAR BONDY, A., Didáctica de la filosofía, Aries, Lima, 1967, p.93
**
SALAZAR B., A., op. cit., pp. 93-95.
***
RAPP, F., cf. "Método" en Conceptos fundamentales de filosofía, de H. Krings, H., Baumgartner, Ch., Wid, y otros,
Herder, Barcelona, 1978, p. 546.
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La metodología didáctico-filosófica, será, en síntesis, una combinación y
una articulación de los diversos métodos, procedimientos formas y
técnicas de enseñanza, en las que deben estar comprometidos tanto los
profesores como los alumnos.
El debate que hemos ido llevando también nos hace afirmar que la
pedagogía y la filosofía se relacionan estrechamente a través de la
reflexión que la filosofía de la educación nos propone y desde los
fundamentos epistemológicos de la pedagogía y la educación. De esta
manera la comprensión de la didáctica será no sólo el planteamiento de
metodologías de trabajo sino el resultado de este diálogo entre dos
saberes que entran en juego en el momento mismo de formación
humana.
CUADRO 1
LA ELABORACIÓN DE GUÍAS
Rafael Gòmez Pardo
Sin embargo, ello no quiere decir que todavía logré suscitar otro tipo
aprendizaje distinto al de la enseñanza de contenidos. Muchas de la
guías están elaboradas de tal modo que lo único que logran es
reemplazar al docente. Como el docente, suministran contenidos acerca
de una asignatura, y luego, evalúan esos contenidos mediante la
aprendizaje por repetición. La función de la guías así elaboradas resulta
poco fecunda. No se trata de proponer una metodología para el
elaboración de guías que reemplacen al docente (que enseña
contenidos). La actividad enseñanza contenidos no es lo
suficientemente interesante y productiva para que merezca ser
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reemplazado por un medio como la guía. Por el contrario, se busca
mediante las guía realizar ciertas funciones en el proceso aprendizaje
que con frecuencia el docente no puede realizar por sí solo aunque sí
puede motivarlas. A diferencia del aprendizaje por repetición, se busca
mediante la guía potenciar el aprendizaje por descubrimiento pese al
mismo tiempo aprendizaje significativo.
Recomendaciones Generales
Vamos a terminar este acercamiento al tema de la elaboración de guías
con algunas recomendaciones que pretenden evitar ciertos errores, los
cuales sentido dificultan que esta propuesta sea una herramienta
motivadora, fecunda y ágil en el proceso del desarrollo de
competencias.
Gran parte de los problemas del mundo actual sobre todo lo que
concierne a la tan mencionada y poco pensada "crisis de valores"
corresponde a que no hemos sabido aprovechar desde una "pedagogía
de los medios" su poder conformador de subjetividades, de patrones de
conducta, y por el contrario, responsabilizamos a la escuela de un
problema que le atañe la sociedad. Es común encontrar que frente la
educación que todos los días imparte la sociedad por sus medios
crecientes lleva salvador es, la escuela se reduce educar utópica mente
para una sociedad que no existe, desarticulada en muchos aspectos de
ella. En la escuela el joven escucha hasta el hastío o discursos de los
que se habla de la importancia de reelegirse en el comportamiento con
el otro por valores morales, pero en la sociedad, incluso no este es
profesional como cuando se dedican trabajo, el joven encuentra que los
medios de comunicación son la gran vitrina de un gran mercado cuyo
punto de partida no requiere practicar esos principios éticos,
pregonados en la escuela, puesto que allí como ninguna otra parte se
concibe al otro común objeto, como medio para alcanzar cierto éxito.
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Así como la educación no se reduce la escolaridad, la pedagogía en esta
reduce al ámbito escolar como tampoco al ámbito de la educación del
niño. Todos estamos constantemente educando a medida que vivimos.
En los nuevos medios ya hace una pedagogía donde, en la mayoría de
los casos, se suele utilizar al otro común medio común objeto. El
proyecto de integrar la pedagogía del todo de la cultura es muy vasto y
ésta fuera del alcance de este capítulo. Para que sea posible "pedagogía
sarda cultura Sierra " se requiere, quizás, que la política comience por
pensar de manera integrar la ciudad y la cultura, y asimismo, que las
diferentes instituciones se planteen metas afines a este proyecto. Es
cierto que ya se están dando pasos importantes en administración
pública pero falta mucho por hacer. Por ejemplo: para pedagogía sana
cultura se requiere incluir en este proyecto otro no menos complejo y
vasto; el de "pedagogía sarda tecnologías Sierra " lo cual implica, en
primer lugar, comenzar por aclarar que entendemos por ello.
Las respuestas a alguna de las anteriores preguntas tienen que ver con
las condiciones actuales entre la misma sociedad gesta los procesos de
socialización y aprendizaje en relación con los recelos de
implementación de tecnología. Por ejemplo: en un mundo global, los
problemas tienden a ser globales, y se requiere una discusión global de
sus problemas. El escenario de esa discusión no puede ser ya la plaza
pública, y se requiere de una tecnología la comunicación capaz de
convocar a todos los actores y representantes de intereses sociales para
colocar los del diálogo si se trata enseñar, ¿por ser necesario la
investigación y (o) aplicación de la tecnología? ¿Qué relación hay entre
lo que se enseña pretende enseñar y tales medios? ¿Es una relación
causal, casual, necesaria o arbitraria? ¿Es una relación cultural
radiológica? ¿Es la tecnología el nuevo pensamiento a priori histórico o
mundo de la vida que legitima el controlará todos los procesos de
pensamiento? ¿Es el nuevo "micro fascismo" de la vida cotidiana? La
técnica y la tecnología determinan el mundo de la vida del hombre
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CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
actual de una manera que no es aún clara para el hombre mismo, ni
siquiera para el filósofo. Es una tarea aún interesada (Heidegger,
1989ª, p.76), que linda a veces entre posiciones Apologéticas o, en el
polo opuesto, apocalípticas, ninguna de las cuales puede conservar las
heridas que se requiere para pensar filosóficamente el problema.
Tal discusión queda abierta buscando que las lecturas y las propuestas
didácticas aquí presentadas contribuyan en la buena ubicación del
filosofar en los procesos educativos actuales en los que la escuela , la
familia y en sí la sociedad participan activamente.
LA FILOSOFÍA Y LA ESCUELA
Víctor Andrés Rojas Chávez.
Los niños al llegar a la Escuela por primera vez experimentan una dura
transición ya que salen de un mundo en el que se les ha favorecido la
espontaneidad, la creatividad e iniciativa personal pasando a un
ambiente cerrado, estable y estructurado en el que todo es regulado y
explícito. La escolarización actual, por lo tanto, no provee incentivos
intelectuales ni posibilita el desarrollo del pensamiento.
Este cuento debía ser distinto de aquellos en los que los adultos
explican benévolamente las diferencias entre pensar bien y pensar
mal. Debía ser algo que los jóvenes lectores pudieran descubrir por sí
mismos con poca ayuda de los adultos. Los niños de la historia debían
construir una pequeña comunidad de investigación, en la que cada
cual participara en la búsqueda cooperativa y en el descubrimiento de
modos de pensar más efectivos. La idea de Lipman era que los niños
reales pudieran identificarse con los niños de la historia.
Fue así como les surgió la idea de crear un cuento que llevara el
nombre del fundador de la lógica (Aristóteles), decide llamarle a su
cuento “Harry Stottlemeier’s Discovery” (El descubrimiento de Ari
Stóteles).
Se puede afirmar que FpN consiste en una actividad que busca hacer
de los niños “filósofos”, es decir amantes del saber con una gran
capacidad reflexiva y con herramientas intelectuales para perseguir
argumentativamente un problema. FpN es un programa que promueve
el desarrollo de la capacidad de razonamiento, de la comprensión
ética, de la capacidad para descubrir significado en la experiencia, de
la creatividad y el crecimiento personal e interpersonal.
Comunidad de investigación
Este proceso es realizado solo cuando el uno no sólo habla y el otro sólo
interrumpe, sino cuando ambos participan alternadamente, hablando e
interrumpiendo.
Una vez, hará ya casi sesenta años, aserramos con Heidegger un tronco en
la selva negra, valiéndonos de una sierra de leñador, una de esas sierras
que manejaban entre dos, halando el uno de un lado y el otro de otro lado.
Cuando cumplí ochenta años reprodujo la prensa la fotografía en la que
Heidegger y yo aparecemos aserrando juntos; un periodista me preguntó:
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CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
¿cuál de los dos aserraba mejor? Este hombre no entendía nada del
asunto.
Cuando se asierra con una de esas sierras no puede haber uno que lo haga
mejor que el otro. Lo mismo precisamente ocurre en el hablar con alguien ,
no puede haber uno que hable mejor que el otro, porque sólo el
comprenderse a sí mismo es el sentido del hablar. Sólo al moverse
libremente por entre la madera, corta la sierra. Esta es pues la peculiar
manera de ser del lenguaje que se forma así en la pregunta y respuesta;
es un diálogo sin fin en el que nos movemos como hablantes.
ESTRATEGIAS COGNITIVAS
Mónica Velasco L. Vidrio
Objetivos:
Objetivos:
Objetivos:
- Los anteriores y
- Atención a las estructuras semánticas y sintácticas en el lenguaje
- Identificación y manejo de la ambigüedad
- Razonar sobre la naturaleza y su relación con las personas
- Razonar sobre cómo nuestros sentidos nos ayudan a conocer
- Diferentes experiencias culturales
Objetivos:
Los anteriores y
Objetivos:
Objetivos:
Escuela de Ciencias de la Educación
CURSO: DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
Objetivos:
Objetivos:
Consideraciones finales
Crecer lleva tiempo, así como lograr que los niños sean
interdependientes y que valores esa interdependencia, y parte
importante del trabajo con Filosofía para Niños es ayudar a que los
alumnos sientan profundamente que necesitan de los demás para
crecer como personas. Es importante que los niños se den cuenta de
que pensar en grupo, junto con otros, sin dejar de lado la propia
individualidad, es mucho más valioso que tratar de sacar conclusiones
en forma aislada, y bajo una sola perspectiva.
Lógica formal
Nuevas propuestas
Conocimiento y sabiduría
Esta idea de sabiduría muestra el ideal de sabio. Este hombre era así
llamado porque poseía todas las condiciones necesarias para pronunciar
juicios reflexivos y maduros. Era sabio el hombre virtuoso αρητη, areté
que significa cualidad o disposición habitual a obrar bien en sentido
moral; es decir, la sabiduría no implica solamente la posesión de
conocimientos elevados, fuera de la vida social, sino fundamentalmente
involucra una actitud prudente ante la existencia –phronesis ϕρονησις.
La sabiduría así entendida hace referencia a una condición de vida no a
una cuestión meramente intelectual.