Está en la página 1de 8

Ciencia Política - Lecturas

Unidad I
1. Tema Elementos fundamentales del pensamiento político griego
Objetivo de la lectura: introducir al alumno en la reflexión política del mundo clásico,
específicamente en la Grecia del 450 a.C. para ver el contexto de la Polis y los aportes de la filosofía
a la política, así como las tensiones epistemológicas entre la naturaleza y el artificio como
fundamento de la comunidad política.
Lectura 1
L. BANDIERI (2003). Res publica, Rudimentos de Ciencia política, Fascículos EDUCA, Buenos Aires,
pp. 1 – 13.
LA CATEGORÍA DE LO POLÍTICO
La Política y lo Político
1. Todos tenemos, en mayor o menor grado, una noción inmediata de qué es aquello a que nos
referimos cuando hablamos de la política. Política, en primera aproximación, es lo que hacen los
políticos. A pesar de su evidente circularidad1, esta noción inmediata resulta útil como arranque de
nuestras reflexiones. La palabra “política”, empleada en expresiones tales como “Fulano hace
política” o “a mí la política no me interesa”, se refiere a una actividad, abierta de modo ideal a todo
el mundo, aunque desarrollada preferentemente por profesionales, a los que llamamos por eso
“políticos”, cuyos mensajes conocemos también de preferencia a través de noticias y comentarios
transmitidos por los medios de comunicación (media).
2. La política resulta, pues, una actividad que se manifiesta en una serie de fenómenos variables y
contingentes2: debates, elecciones, discursos, entrevistas, marchas, enfrentamientos, revoluciones,
etc. La actividad política así considera-da, que puede atraernos, disgustarnos o caernos indiferente,
existe, bajo muy di-versas manifestaciones, desde que podemos rastrear históricamente grupos
humanos organizados y asentados. La política aparece cuando la familia y los sistemas de
parentesco resultan incapaces de regular satisfactoriamente los conflictos intra e intergrupales, y
de fijar de objetivos comunes para el grupo. Esto indica que, si bien la política no surge
inmediatamente como actividad distinguible y autónoma en las primigenias asociaciones humanas,
se manifiesta como tal apenas estas últimas superan el umbral de la regulación familiar33.
3. Lo cierto es que tal actividad se desarrolló sin encontrar una denominación específica, y con muy
diversas modalidades, hasta hace unos 2500 años. Por entonces, coincidentemente con los procesos
de democratización en Atenas, Sicilia y las colonias griegas en el Asia Menor, y en forma paralela al
surgimiento en ese mismo ámbito de la expresión “filosofía” y sus derivados, aparecieron, para


Capítulo 1, numerales 1 a 20
1
CIRCULARIDAD: se repite la misma cosa con distintas palabras. Así, política es lo que hacen los políticos y
políticos son los que hacen política. También se llama, a esta forma de argumentación, tautología, del griego
tautos, el mismo, y logos, palabra o discurso.
2
FENÓMENO (gr. phainomenon) es lo que aparece inmediatamente a la experiencia sensible. CONTINGENTE
es lo que puede aparecer o no, opuesto tanto a lo necesario (lo que no puede no ser) como a lo determinado
y previsible.
3
Aristóteles (‘Política”, 1253b) parece insinuar que la historia de las organizaciones sociales en su etapa
prepolítica parte de la familia, sigue con la aldea, que es un agrupamiento de familias emparentadas y
continúa con el ethnos, que agrupa a las comunidades del mismo origen. Bien entendido que, hasta allí, la
polis no ha hecho aún su aparición.

2
Ciencia Política - Lecturas

designar aquella actividad autónoma, las palabras “política” y “político”, origina-das todas ellas en
la voz polis4 (por eso dicha palabra, así como numerosos términos griegos, habrán de repetirse en
lo que sigue). La polis designaba a la ciudad, no en el sentido topográfico de planta urbana, sino
como espacio sacro e institucional donde los ciudadanos debatían y decidían sobre los asuntos que
interesaban a todos, es decir, sobre las cosas públicas. A partir de entonces, la actividad autónoma
que hemos señalado toma un nombre, la política, y encuentra un campo delimitado donde
desenvolverse, la polis, tanto en sus conflictos inter-nos como en su relación con las otras póleis5.
4. El vocablo política (tá politiká, neutro plural, literalmente “las cosas de la ciudad”) se aplicó
entonces, dos milenios y medio atrás, no tanto a la actividad en sí misma sino más bien al estudio o
reflexión sobre esa actividad. La palabra política y sus expresiones subsidiarias surgen, pues, para
designar el examen de los fenómenos más que los fenómenos mismos; en otras palabras, para
designar una forma de saber –de “ciencia”– acerca de una práctica antes que una forma de actuar
dicha práctica. Los griegos de dos milenios y medio atrás no se dijeron: “esto que hacemos en la
asamblea o tal otra cosa que urde Pericles vamos a llamarlo desde ahora política porque tiene que
ver con la polis”. Más bien se interrogaron: ¿qué es esto que llamamos polis? ¿Por qué vivir en la
polis nos diferencia del resto del mundo que conocemos? ¿Cuál es la mejor organización para la
polis, la mejor politeía6? ¿Cuál es el tamaño ideal para la polis?, etc. Era la primera vez que tales
interrogantes se planteaban, esto es, la primera vez que se hacía ciencia con esa actividad que
comenzaba a llamarse política, y llegaron tan lejos en la búsqueda de respuestas satisfactorias que,
aunque lo que ellos denominaban “político”, “ciudadano” o “democracia”, p. ej., está muy lejos de
coincidir con el sentido y alcance que damos hoy a esas expresiones, debemos recurrir
incesantemente a la fuente griega si queremos profundizar en nuestra disciplina.
5. Para comenzar a comprender a los antiguos griegos en este punto, debemos tener presente que,
para ellos, más allá de corrientes o escuelas, la polis era la forma superior de la coexistencia y
convivencia entre ciudadanos, y la política sólo podía tener lugar en el ámbito de la polis. Los que
no vivían en póleis no podían tener vida política, aunque en sus imperios, reinos y ciudades hubiese
gobernantes y gobernados y una organización que estableciese sus mutuas relaciones. Los
desprovistos del arte político y de la reflexión sobre él, eran hoí bárba-roi, los bárbaros. Aristóteles,
que recopiló ciento cincuenta y ocho constituciones de póleis griegas, también compiló unas
Costumbres y leyes bárbaras, lo que muestra que los griegos reconocían que aquellos poseían
instituciones, pero no política. Allí había coexistencia social, pero no convivencia política.
6. Hoy, a la inversa de los antiguos, cuando hablamos de política nos referimos a la actividad política
y no a la reflexión sobre ella. Para señalar la diferencia entre la política como fenómeno y su
consideración teórica, se utiliza para esta segunda forma de aproximación el neutro lo político7.
Volviendo a nuestra somera circularidad de inicio, “la política” es lo que hacen los políticos y “lo
político” es lo que estudian los científicos políticos o politólogos8. La política resulta,

4
Polis es palabra intraducible. La forma de la organización política que ella expresa no resulta rendida por
expresiones como “ciudad”, “Estado” o “ciudad-Estado”.
5
Plural de pólis.
6
È politeía significaba para los griegos, aproximadamente, lo que conocemos hoy por constitución de un
Estado, sea escrita, como la nuestra, sea consuetudinaria, como la inglesa. Cicerón lo tradujo como res publica
y, por eso, la Politeía de Platón se vierte como “República” en nuestro idioma. En puridad, la expresión latina
de re publica (acerca de la cosa pública) equivale a la griega tá politiká, arriba referida.
7
Ver Julien Freund, “L’essence du politique”, Paris, Sirey, 1985, p. 44/5
8
Sobre la expresión “politologíaª” para referirse a la ciencia política, ver Marcel Prélot, “La Ciencia Política”,
trad. de Thomas Moro Simpson, EUDEBA, Bs. As., 1985, p. 10 y sigs. “Científico político”, political scientist, se
utiliza en el área anglosajona; politólogo en la europea continental.

3
Ciencia Política - Lecturas

primordialmente, un arte de ejecución y el político que lo ejercita no lo aprende en los libros de los
politólogos, aunque pueda servirse de su consejo, sino en el terreno de la práctica. Lo político, en
cambio, se refiere a los actos, conductas y representaciones mentales que caracterizan un campo
específico de la actividad humana, y que se repiten recurrentemente, determinando así los límites
y alcances del campo en cuestión. Lo político requiere observadores y no actores. Por eso, de un
politólogo rara vez obtendremos un político.
7. Respecto de la política-actividad, es decir, de la política como tejné, ars, arte, nuestra actitud
puede ser de atracción, indiferencia o rechazo. El grupo de quienes ejercen ese arte a tiempo
completo jamás ha sido demasiado numeroso y el resto puede acercarse o no a tal actividad en
algún momento de su vida. Hoy prevalece una actitud de “huida” de la política, así como,
inversamente, en la segunda mitad del siglo pasado teñía casi todas las actividades, bajo el lema de
“todo es política”. Fuera de estos ciclos de afirmaciones y rechazos, aproximaciones y
distanciamientos, lo que no cabe es la posibilidad de negarla, derogarla o sustituirla por otra
actividad distinta que haga sus veces. Aquel arte autónomo que llamamos la política resulta
inseparable del desenvolvimiento de toda asociación humana que supere los límites de la
agrupación de parientes. Siempre habrá política y políticos entre nosotros, aunque no nos gusten o
aunque disfracen su actividad bajo otras denominaciones. Su arte se desenvuelve bajo formas y
maneras variables, contingentes y hasta casuales, cuyas vicisitudes pueblan las noticias y crónicas y
cuya proteica9 diversidad registra la historia.
8. En cuanto a la reflexión sobre lo político, no podemos desentendernos de ella ni nos cabe el
rechazo, aunque la practiquemos a un nivel rudimental. Incluso para señalar nuestro repudio o
desinterés respecto de la política como actividad, debemos partir de una idea acerca de lo político
como dato básico de nuestra existencia. Lo político, referido a presupuestos permanentes y
necesarios de actos, conductas y representaciones mentales, nos engloba y alcanza a todos, aún a
los que desprecian la política-actividad. Que lo político constituya el objeto de estudio de una
disciplina específica, la Ciencia Política, no significa que resulte un campo de conocimiento en el que
sólo deban interesarse los especialistas en esa disciplina. Sobre los campos del conocimiento
práctico10, es decir, lo económico, lo jurídico, lo ético, lo estético, lo político, etc., todos poseemos
nociones inmediatas, pareceres, puntos de vista, estructurados de acuerdo con nuestra experiencia
y estudio. Acerca de lo útil, lo justo, lo bueno, lo bello, cada uno lleva consigo un complejo de
sentimientos y conocimientos. Lo mismo ocurre respecto de lo político. Hasta donde llega nuestra
memoria y hasta donde alcanza nuestra comprensión simbólica, estamos en situación y adoptamos
actitudes que tienen que ver con la noción de lo político. Delimitar esa noción, establecer los

9
PROTEICO: que cambia de forma.
10
La división entre conocimientos prácticos y conocimientos teóricos simplifica de modo bipartito la distinción
tripartita (ciencias teoréticas, ciencias prácticas, ciencias poéticas) que Aristóteles traza, como de pasada, en
algunos lugares de su obra. En los “Tópicos” (L. VIII, 1, 157ª) dice “los conocimientos unos son contemplativos
[o teóricos], otros prácticos y otros creativos [productivos o poéticos]”. En “Metafísica”, L. VI, 1, 1025b, dice
“toda operación del entendimiento (diánoia) es práctica, factiva [poietiké, productiva o poética] o
especulativa”. En el mismo lugar dice que el principio de las cosas prácticas “lo tienen en el que las practica y
es el propósito [proaíresis, que puede traducirse también como elección], pues lo practicable y lo propuesto
son lo mismo”. Algunos comentaristas de Aristóteles, siguiendo a Alejandro de Afrodisia (s. II d.J.C), realizaron
ya está simplificación bipartita entre conocimientos teoréticos y conocimientos prácticos. Se trata de distintos
tipos de conocimiento según distintos tipos de objetos perseguidos. Mientras que los conocimientos teóricos
o especulativos persiguen el ‘ser” del objeto, los prácticos persiguen el “hacer” (agricultura, mecánica,
finanzas, etc.) o el “obrar” (derecho, economía, ética, política, etc.). Los teóricos apuntan al qué y los prácticos
al para qué, a la finalidad.

4
Ciencia Política - Lecturas

presupuestos o criterios que permitan caracterizarla y desarrollarlos en sus diversas


manifestaciones, es la tarea que se propone la presente obra, a la altura de los rudimentos. Al
desarrollar y profundizar la noción de lo político, deberemos estudiar, ante todo, lo invariante, es
decir, aquello que el hombre no puede modificar a voluntad y, en cambio, recibe como un dato de
la “naturaleza de las cosas”11 inherentes a su condición de ser que se presenta y con-vive asociado
con otros seres de su misma especie.
9. Junto a estos aspectos invariantes de lo político, estudiaremos, al mismo nivel rudimental, las
formas e instituciones que el hombre ha imaginado y establecido para realizar y desenvolver, en el
tiempo histórico, aquellos presupuestos necesarios, insuprimibles e inmodificables. Esas formas e
instituciones represen-tan la faz creativa y el ejercicio de la libertad de acción, elección y decisión
del hombre, que así crea lo que el filósofo napolitano Juan Bautista Vico llamó “el mundo histórico
y civil”. En su puesta en práctica es donde la política como actividad artística ha mostrado sus
cumbres y sus fosas, su excelencia y –también– su miseria.
El Hombre, Animal Político
10. Con los alcances arriba señalados, podemos interpretar la famosa frase de Aristóteles acerca del
hombre como zoon politikon, animal político12.
11. Ante todo, transcribamos el texto en cuestión:
“Deducimos de ello que, de modo manifiesto, la polis integra las cosas naturales y que el hombre es por
naturaleza un animal político [anthropos phy-sei politikon zoon], de modo que aquel que vive fuera de la
polis, siempre que no sea por el azar de las circunstancias, resulta un ser degradado o un ser
sobrehumano”
Naturaleza, en griego, es physis. Para Aristóteles, convivir en la polis es conforme a la physis; la
existencia fuera de ella resulta antinatural. Para Aristóteles, la naturaleza de una cosa es lo que ella
resulta en la culminación de su normal desarrollo; por eso, también la asimila a finalidad (télos). Así
como la physis del hombre se expresa plenamente en el adulto, aunque ya está presente en el
desarrollo normal del niño, la physis de la agrupación humana se expresa plena-mente en la polis13,
aunque ya esté presente en la familia y en el propio individuo. Porque en éste existe una tendencia
natural –conforme a la physis– a convivir con los otros en la polis: es un animal “político”, es decir,
cívico o civil.
12. Animal político, en este contexto, es más que animal social. El hombre es un animal social entre
otras especies de animales sociales. Pero sólo él resulta animal político. Todo lo político resulta
social, en el sentido de que presupone interacción humana, pero no todo lo social resulta político.
Zoon politikon es animal que tiene necesidad de la polis, que alcanza en ella su plenitud. El hombre,
animal social, coexiste con otros. El hombre, como animal político, con-vive con los demás La
palabra –logos– añade casi inmediatamente Aristóteles, es el instrumento que ha permitido al
hombre, a diferencia del resto de los animales, edificar el mundo simbólico de lo político. El hombre,
animal político que se sirve de símbolos para expresar su relación con sus semejantes y con el mundo
circundante, descubre y crea a través del lenguaje el mundo simbólico de lo político. Esto en-seña

11
La “naturaleza de las cosas” políticas parte del hecho de que jamás ha existido una agrupación humana que,
su-perada la regulación parental, no haya conocido actividad política, con presupuestos en la necesidad de
ritualizar el conflicto acerca de los asuntos públicos en una pacificación asegurada por un orden sustentado
en alguna forma de poder. A partir de un momento dado de la historia, lo político se manifiesta como un dato.
12
“Política”, I, 1253ª.
13
Agrega que, por naturaleza, la polis es anterior a la familia y a cada uno de nosotros, aunque no lo sea
cronológicamente.

5
Ciencia Política - Lecturas

desde sus líneas iniciales el primer tratado propiamente científico acerca de nuestra disciplina14 que
haya llegado hasta nosotros: la “Política” de Aristóteles. Y advierte que si la voz (phonè), es común
a todos los animales, la palabra o logos pertenece exclusivamente al animal político hombre, es
decir, al ciudadano (polites) de la polis, a efectos de poder debatir con ella acerca de los asuntos
públicos, en vista de perseguir lo útil y desechar lo dañoso, y pronunciarse, en consecuencia, acerca
de lo justo e injusto.
13. Vemos, pues, que para Aristóteles, el hombre como animal político no es cualquier hombre, sino
únicamente el ciudadano, el polites que puede intervenir legítimamente en los debates sobre los
asuntos públicos de su polis, la clave de cuya libertad consiste en la participación activa y constante
en aquéllos. La mujer, el extranjero, el esclavo, tienen voz, pero carecen del logos deliberativo. Hoy
esta restricción nos parece inaceptable, aunque la famosa locución zoon politikon continúa siendo
válida, ahora extendida a la especie humana, pero con nuevas matizaciones que compensan esta
extensión con otros recortes. Porque esa consideración del hombre ante todo como ciudadano,
como animal cívico que debate sobre los asuntos públicos en lugares públicos, ha sufrido grandes
transformaciones. La esfera de lo público se ha ido achicando y agrisando en nuestro tiempo,
transformada por los media, que manejan la agenda de tales asuntos, en una rama del espectáculo.
La noción de ciudadanía se ha ido trivializando y pue-den poseerse varias simultáneamente. La
libertad se define como el grado de goce que puede alcanzarse en nuestra vida privada. La deserción
de los espacios públicos, abandonados a la marginalidad y el delito, se acompaña de un proceso de
encapsulamiento (cocooning)1515 donde la casa y el lugar de trabajo se convierten en ámbitos
cerrados y protegidos, desconectados del medio social circundante. Al mismo tiempo, la esfera
privada es penetrada constantemente, más que por agencias estatales, por empresas y
organizaciones privadas que poseen nuestros datos y los explotan en su beneficio. Paralelamente,
los media han convertido la privacidad en mercancía que se ventila como espectáculo (los paparazzi
persiguiendo a los “ricos y famosos”). De todos modos, esa dimensión de politicidad que la fórmula
zoon politikon expresa no puede derogarse, ya que sus presupuestos, como vimos, no se asientan
en un acto de voluntad individual sino en la “naturaleza de las cosas” sociales.
14. Junto a la penetrante claridad de análisis que ha atravesado los siglos, la “Política” aristotélica
nos muestra una patética falta de sintonía, que también se perpetúa hasta hoy, entre la ciencia
política y el objeto de su estudio. En efecto, Aristóteles, científico realista y objetivo si los hubo,
coloca como límites in-franqueables del universo simbólico de lo político los muros de la polis al
modo ateniense, cuando ya su discípulo Alejandro había ampliado tales límites a partir del imperio
de cuño oriental, pensándolo para grandes espacios y pluralidad de etnias. Por lo tanto, aquella
enseñanza de su antiguo maestro debía resultarle algo estrecha. Ya vimos que a los antiguos griegos
les costaba entender que hubiese alguna forma de alcanzar la plenitud de la vida política fuera de
la forma organizativa de la polis, y Aristóteles no fue ajeno a esta limitación. El filósofo alemán Jorge
Guillermo Federico Hegel expresó este retraso del instrumental del conocimiento para registrar los
cambios de la práctica, recordando que el búho de Minerva emprende su vuelo tan sólo al caer el

14
Existieron obras sobre la política como arte, aún antes de que la expresión “política” naciera. Así, el
Arthasastra indio, atribuido a Kautilya, canciller de la poderosa dinastía india de los Maurya, hacia el s. IV a.C.
Ver Heinrich Zimmer, “Filosofías de la India”, trad. de J.A. Vázquez, EUDEBA, 1965, ps. 39/42. También la
referencia en Max Weber, “E’ Trabajo Intelectual como Profesión”, trad. de Adan Kovacsics Meszaros, ed.
Bruguera, Madrid, 1983, p. 148.
15
Cocoon en inglés es cápsula, vaina o capullo. Cocconing alude a la actitud de encierro –encapsulamiento- en
la esfera privada, propia de las últimas décadas del siglo XX.

6
Ciencia Política - Lecturas

día16. Hoy atravesamos una época semejante a la que tocara a Aristóteles, en lo que respecta a la
transformación de la forma o figura de la organización política predominante. El papel de la polis
para el mundo griego antiguo, es decir, el de forma o figura política ideal, lo cumplió durante buena
parte del siglo XX el Estado nación, hasta el punto que se llegó a identificar ciencia política con teoría
del Estado. Así como la polis hizo su tiempo como figura de la organización política, ocurre hoy con
el Estado nación, en medio del proceso de globalización y mundialización17. Quizás se esté
planteando de nuevo el problema del tamaño ideal de la unidad política, sobre el que tanto
reflexionaron los griegos18. Lo cierto es que la figura estatal desaparece (como sucedió antes con
ciudades, reinos e imperios) y no se vislumbra aún cuál es aquélla que habrá de sucederla. Hasta
que el búho de la ciencia política pueda levantar su vuelo crepuscular y el zoon politikon alcance
ponerle otro nombre a una figura preferida de la organización política.
Concepción Socrática y Concepción Protagórica de los Fenómenos Políticos

16
En el prólogo a la “Filosofía del Derecho”. El buho, o la lechuza, fue uno de los atributos de Palas Atenea (la
Minerva romana) y a ella se asociaba por el brillo penetrante de su mirada, volviéndose así el ave símbolo de
la sabiduría asignada a la diosa.
17
Sobre globalización y mundialización, ver Luis María Bandieri. “¿Soberanía Global vs. Soberanía Nacional? –
Hacia una micropolítica federativa”, I Jornadas Nacionales de Derecho Natural, Universidad Católica de Cuyo,
San Luis, 14/16 de junio de 2001, consultar en www.epoliticos.com.ar. Mundialización es el género y
globalización la especie. ”Globalización” alude a una forma de mundialización consistente en la presencia
omnímoda y ubicua de mecanismos o “soportes” impersonales como las redes tecnológicas de comunicación,
los mercados financieros y, en general, los aparatos ajustados a “elecciones racionales” conforme la fórmula
binaria costo/beneficio y el objetivo de maximizar estos últimos. Aquellos soportes resultan portadores de su
propia lógica interna, cuyas conclusiones resultan de sistemas expertos y que se satisfacen a ellos mismos en
el desenvolvimiento de su propio mecanismo. La globalización se refiere, pues, a una metafórica malla
impersonal, autosuficiente e inexorable, que prescinde del hombre, reducido a una especie de ente anticuado,
periférico y, pronto, quizás hasta virtual. La globalización va aún más allá del planteo, ya de por sí algo
trastornante, de un espacio para considerar el desenvolvimiento de nuestras vidas que equivalga al mundo
entero y no a la comarca, a un “dónde” demarcado. En aquélla no se apela a referencia espacial alguna.
Tampoco figura referencia al hombre, expresado por sus preferencias en percentiles sobre gráficos de barra
o de torta, esto es, reducido a superstición estadística. La metáfora globalizadora es la de un entramado de
redes, donde el centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna. Junto a la globalización reticular
[en forma de red], que prescinde del hombre y de la dimensión espaciotemporal en que aquél transcurre su
vida existe otra forma de mundialización, que a veces se confunde con la primera, pero que es diversa de
aquélla. Me refiero a la tendencia hacia un imperio planetario. Hago referencia al carácter de superpotencia
planetaria que asumen los EE.UU., con mayor fuerza desde 1991 (fecha del derrumbe del imperio soviético)
y, con especial inflexión, desde el 11 de septiembre de 2001. Es la primera vez en la historia del hombre que
una potencia se presenta como superior a todas las demás, simultáneamente en el plano militar, económico
y tecnológico, teniendo como objetivo el dominio político sobre una ecúmene que coincide con el planeta
entero. Tenemos, pues, la actuación simultánea de dos tendencias hacia la mundialización. Una, conforme a
la razón tecnológica. Otra, conforme a la razón política. Ambas razones, en la versión que tenemos ante
nuestros ojos, se presentan como maximizadoras, absolutizadoras y expansivas, es decir, carecen de la noción
de límite y medida y su lema es “siempre más”. Desde este punto de vista, una y otra están enfermas de
hybris, la arrogante desmesura que en la mitología griega era trágicamente puesta en su lugar por obra de
Némesis.
18
Aristóteles (“Política”, 1326b) dice que una polis compuesta de un una población muy grande no sería una
polis, ya que el heraldo, esto es, el encargado de transmitir las noticias sobre los asuntos públicos estaría
materialmente impedido de anunciarlas. Hacia el fin de su vida, Platón, en “Las Leyes” (738a), calcula el
número ideal en 5040 ciudadanos.

7
Ciencia Política - Lecturas

15. Para Aristóteles, como vimos, la polis pertenecía al orden de la physis. Esta última expresión
repetimos, debe entenderse en el sentido de un resorte interior que hace que algo o alguien se
desenvuelvan como lo hace. Los sofistas, otros contribuyentes a la creación y desarrollo de la ciencia
política, afirmaron por su parte que la polis pertenecía al orden de las convenciones humanas
(thésis19). Los sofistas, como sabemos, eran profesores de retórica y de las artes que hoy se llaman
de la “comunicación social”, venidos generalmente al brillo de Atenas desde las ciudades y colonias
griegas situadas en la Tracia (sobre los Balcanes), el Asia Menor o Sicilia. Aparecen cuando la
democracia ateniense había impuesto la toma de las decisiones políticas y judiciales por asambleas
o vastos jurados populares. Sus alumnos, que pagaban muy bien por sus lecciones, eran jóvenes
pertenecientes en su mayoría a la buena sociedad ateniense, que procuraban aprender las artes de
la persuasión para mantenerse como una minoría capaz de manejar en sentido favorable las
decisiones de aquellas asambleas. Sócrates y su discípulo Platón criticaron duramente estas
enseñanzas, que consideraban una instrumentalización del logos, únicamente destinado a la
búsqueda de la verdad. El grueso tradicionalista de la sociedad ateniense, para el cual los
fundamentos de la polis se encontraban en los vínculos sacros que ligaban la ciudad a los dioses,
opinaba que, tanto los sofistas como Sócrates, traían las cuestiones propias del cielo a la tierra y,
haciéndolas objeto de discusión por los jóvenes, conseguían que estos no respetasen ni a los padres
ni a las divinidades. Fue el origen de la acusación de corrupción y de impiedad (asébeia), que habrá
de costarle a Sócrates la muerte y a Protágoras el exilio.
16. Los sofistas, al parecer, llegaron a la conclusión de que hasta allí se había entendido extraer de
la physis un modelo necesario de organización para la polis, mientras que, en puridad, se procedía
a la inversa, es decir, a partir del modelo de la polis se había edificado el modelo de la physis,
politizando –por así decir– la naturaleza. En otras palabras, se había trasladado el universo simbólico
de lo político al universo simbólico de la naturaleza. Protágoras, el más importan-te de los sofistas,
afirmó aquello que habría largamente de sobrevivirlo:
“el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en
cuento que no son”20.
17. Para comprender debidamente esta frase, clave de la llamada teoría del homo mensura, del
hombre medida, hay que advertir que el hombre al que se refiere Protágoras no es el individuo
aislado ni el género humano en su conjunto. Como los griegos de su tiempo, por “hombre” entendía
al polites, al ciudadano. Sobre todo aquello que en la polis se considera valioso, justo, bueno, nunca
se puede afirmar, según el sofista, que lo sea así conforme la naturaleza, de acuerdo con la physis21.
Es el parecer de la comunidad lo que lo establece como valioso, justo, bueno, etc. En otras palabras,
es la decisión política que se funda en un acuerdo social la que establece la constelación de los
valores comunitarios. Estos valores no son objetivos, sino intersubjetivos, resultantes del acuerdo
de los ciudadanos, de los politai. Como se ve, Protágoras afirma un relativismo de los valores, que
se fundan en la convención social.
18. Cuando hablamos de las invariantes de lo político, que resultan del da-to de la sociabilidad
humana, dijimos que eran la base y punto de partida de la aproximación científica al estudio de los
fenómenos políticos. Sobre esas bases ya determinadas se ejerce la creatividad del político y su arte.
Para el pensamiento griego antiguo, la vida en la polis, la vida del polites en el ágora (mercado y sitio

19
Thésis equivale e implantación, imposición, aserto. De allí proviene nuestra expresión “tesis”.
20
La expresión más acertada de la fórmula según Sexto Empírico; pueden encontrarse referencias en Platón,
Aristóteles y Cicerón. Ver “Protágoras –fragmentos y testimonios”, trad., introd. y notas de José Barrio
Gutiérrez, Aguilar, Madrid, 1973, p. 74 y sigs.
21
Ver la intervención de Protágoras en el diálogo platónico “Teeteto”, 166d y sigs.

8
Ciencia Política - Lecturas

de debates, a la vez), en el continuo debate sobre las cosas públicas, constituía la forma superior de
la existencia y de la convivencia humanas. Aristóteles se refería a la polis como la comunidad política
–koinonía politiké– más alta a que podía aspirar el hombre, en el que culminaban, por el proceso de
su physis interna, la comunidad familiar y la aldeana. Dejó a un lado, como vimos, otras formas de
la vida política de su tiempo, como el imperio despótico oriental, cuyo modelo adoptaría, como
político práctico, su discípulo Alejandro Magno. Lo importante a retener es que, ya supusiesen que
la polis reflejaba el orden de la physis, o la convención de sus ciudadanos, no hubo en el
pensamiento griego clásico planteo alguno que relativizara la polis o la considerase una organización
junto a otras organizaciones políticas posibles, provisoria y destinada a perecer. (Algo parecido
sucederá en nuestro tiempo con los teóricos del Estado nación moderno).
19. Dentro de este contexto, puede entenderse el enfoque de Protágoras sobre los orígenes de la
polis y de la política22. La fábula (mythos) que narra el sofista comienza cuando existían los dioses,
pero no aún los seres vivos. Los dioses los modelaron y ordenaron a Prometeo y Epimeteo23 que
distribuyeran entre las criaturas las cualidades que les fuesen más convenientes. Epimeteo lo hizo
con todas las especies animales, pero olvidó reservarlas para el hombre, que quedó así sumido en
la carencia y el desamparo. Prometeo, para remediarlo, robó a Atenea el secreto de las artes y a
Hefaistos el fuego. Lo único que no pudo procurar-se fue la virtud o capacidad para la política
(politiké areté) que Zeus custodiaba en su acrópolis24. El hombre desarrolló rápidamente sus artes,
se sirvió del fuego y honró a los dioses, pero vivió al principio disperso, sin que se lograra constituir
la polis. Al no poseer el arte de la política, que predispone para la guerra, quedó a merced de las
fieras. Entonces, los hombres se asociaron, pero, por carecer de aquel arte, se dañaban
mutuamente. Debió intervenir Zeus, quien envió a Hermes para que repartiese entre los hombre
aidos (deber de pudor y respeto mutuo) y díke (el sentimiento de la justicia), como elementos
ordenadores y promovedores de la amistad o concordia (philía), sin la cual no puede darse la
comunidad política (koinonía politiké). Este reparto se hizo a todos los hombres por igual. Y la ley
dictada por Zeus, concluía la fábula, fue que se castigase con la muerte a quien no compartiese aidos
y díke.
20. Para el sofista, el arte de la política permite que los hombres no se dañen recíprocamente, es
decir, regula el conflicto ínsito a la vida en común. El hombre, para Protágoras, también es un animal
político, a partir de la precariedad de su condición inicial, pero la physis no lo provee de ningún
modelo necesario de organización política. Al contrario, en un primer momento queda a merced de
las fieras y, cuando se agrupa en ciudades, éstas resultan destruidas por la discordia. Se ve aquí la
diferencia: el animal político aristotélico desemboca necesaria y naturalmente en la polis; el animal
político protagórico arriba a la polis sólo si conviene con sus semejantes en aceptar los sentimientos
de pudor y justicia en las mutuas relaciones. No es que para el sofista la asociación humana sur-ja
de la convención. El hombre de Protágoras es sociable por naturaleza, a causa de su desamparo
inicial, pero esa sociabilidad sólo alcanza a producir relaciones interindividuales de coexistencia y
yuxtaposición. El contrato es el acto jurídico propio de la yuxtaposición, que comunica y pone en
correspondencia los intereses de cada individuo contratante. Si imperan el respeto mutuo y el
sentimiento de lo justo, se produce una elevación del grupo a la comunidad política (koinonía
politiké), en la que rige la concordia (philía).

22
Ver Platón, “Protágoras”, 320c y sigs.
23
Prometeo y Epimeteo eran titanes, seres semidivinos y hermanos entre sí, aunque disímiles, según sugiere
el relato.

También podría gustarte