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“Los periodistas debemos regresar a lo básico de

este oficio”

EL PERIODISTA ES UN
CONTADOR DE HISTORIAS

Por Domingo Varas Loli

“El Perú es un país desarticulado y los peruanos son


los únicos culpables”, sostiene respecto de la
reciente crisis en el país sudamericano.


Juan Cruz Ruiz. MARÍA PISACA

Un denominador común en la obra del


connotado periodista Juan Cruz Ruiz es que en
todos sus libros, crónicas y reportajes cuenta
historias. Este es el hilo conductor que recorre
desde Crónica de la nada hecha pedazos,
ganadora del Premio Benito Pérez Armas de
novela en 1972, hasta Egos revueltos, una
colección de perfiles literarios y anécdotas
sobre los entresijos del mundo de la cultura.

Una historia pendiente, Serena, Exceso de


equipaje, El territorio de la memoria, Una
memoria de El País, La foto de los suecos, El
peso de la fama, Una historia pendiente, La playa
del horizonte, Retrato de un hombre desnudo,
Ojalá octubre, Muchas veces me pediste que te
contara esos años o Contra el insulto forman
parte de su bibliografía.
En esta entrevista habla sobre el rol de la prensa
en contextos de crisis, la dramática situación del
Perú y los desafíos del periodismo para seguir
siendo el oficio más maravilloso del mundo.
Juan Cruz (Tenerife, 1948) es uno de los pocos
periodistas de raza que, no obstante los años y los
gajes del oficio, afronta sus tareas cotidianas con el
entusiasmo de un debutante. “Hoy se publicará una
entrevista mía con Nuccio Ordine”, me dice
arrellanado en su oficina de Prensa Ibérica, un
conglomerado de medios de prensa en el que ejerce
el cargo de adjunto del director. O sea, es el
número dos de este buque insignia del periodismo
español.
Para romper el hielo previo a la entrevista resalto su
actividad vertiginosa, rasgo congénito de un
auténtico periodista. No ha hecho ninguna tregua
durante su larga trayectoria de periodista que
comenzó a los trece años en “Aire Libre”, un
periódico de Tenerife. Se autodefine como un
coleccionista de palabras, un grafómano que ha
escrito más de cuarenta libros de variado género y
registro.

- Sí, me siento bien ejerciendo mi


vocación, aunque no crea que no he pensado
en el retiro- dice moviendo la cabeza con
énfasis.

- ¿Qué opinas de la crisis que está


viviendo el Perú?- Le pregunto a bocajarro no
sin cierto resquemor por comenzar una
entrevista con el icono del periodismo
cultural de Hispanoamérica indagando sobre
la candente actualidad del Perú, un país cuya
enésima crisis desafía las categorías del
pensamiento cartesiano.

-“No puedo señalar en qué momento comenzó esta


crisis en el Perú porque este país atrajo nuestra
atención fundamentalmente por su literatura y las
artes en general: los poemas de César Vallejo, la
prosa de Arguedas, la poesía de Blanca Varela, la
pintura de Fernando de Szyslo y el cenit de toda esta
pléyade de artistas fue, sin duda, la obra de Mario
Vargas Llosa que ejerció enorme influencia entre los
jóvenes lectores españoles y cuya impronta se
advierte en la novelística de los mejores escritores
de lengua castellana. Y por si esto fuera poco cómo
no recordar las novelas de Alfredo Bryce Echenique
y las de Alonso Cueto que han contado cada uno
desde su perspectiva la realidad de ese país. Por eso
lo que acontece en el Perú es una desgracia”
Pero, entonces, ¿en qué momento se produce este
divorcio entre la intelectualidad peruana y la
realidad nacional que se ha venido deteriorando
hasta configurar la actual crisis que parece un
verdadero callejón sin salida?
Los vivaces ojos del periodista español se posan
sobre mí, como si recién se hubiera percatado de mi
presencia. “Bueno, en España en las vísperas de la
Guerra Civil surgió un grupo de autores, pintores,
filósofos extraordinarios que no pudieron impedir la
barbarie. El Perú es un país desarticulado y los
peruanos son los únicos culpables”- asevera
contundente. Y ante su tono definitivo le pregunto a
qué se debe que repitamos errores pasados, le cito
el libro de Alfredo Barnechea La república
embrujada que sostiene que una suerte de
maldición ronda sobre nuestro destino colectivo.
“No son maldiciones porque estas se refieren a
sucesos naturales en los que no interviene la
voluntad humana. Los países se rompen por muchos
factores, entre ellos porque sucumben al fascismo,
el mayor veneno del siglo XX. ¿Quiénes iban a
pensar que Francia, Italia y Alemania caerían
seducidos por este fenómeno disociador que es el
fascismo? Ningún país está a salvo de dar el salto al
fascismo y la corrupción rampante como ocurrió en
el régimen del fujimontesinismo”, concluye.

“Y en este escenario ¿cuál es el papel de la prensa?”.


Sin pensarlo dos veces dice que la prensa es un
baluarte importantísimo de la democracia. “La
prensa es el vehículo del pensamiento y puede crear
las condiciones que justifiquen el surgimiento de
movimientos fascistas o extremismos que en mi país
causaron mucho horror y desencuentros.”
“¿Tú crees que el Perú vive circunstancias que se
asemejan a las que vivió España antes del estallido
de la Guerra Civil?”. En realidad, no puedo evitar
que ante la guerra de Ucrania o conflictos sociales
en el Perú y ataques a la izquierda en Argentina o
Uruguay vislumbre el surgimiento de fascismos o
extremismos que arrasan o causan graves perjuicios.

En muchos casos la prensa constituye parte del


problema y también uno de los factores para
solucionarlo. No crees que el periodismo en general
debe volver a sus fuentes primigenias.
Portada de uno de los libros más leídos de Juan
Cruz.

Creo que es fundamental que los periodistas


regresemos a lo básico de este oficio que, según el
periodista Eugenio Scalfari, primer director del
diario italiano La Repubblica, se sintetiza en esta
suerte de aforismo: “El periodista es gente que le
dice a la gente lo que le pasa a la gente”.

Juan Cruz desde los inicios de su carrera periodística


se ha dedicado al arte de contar historias, pues en él
coexisten armónicamente la vocación del narrador
con la de periodista. Nunca ha sentido que el
periodismo es la tumba de la literatura como el
personaje Santiago Zavala de Conversación en La
Catedral. Ya en un clima más distendido, después de
declarar que admira la obra periodística de Gustavo
Gorriti, Jacqueline Fawks, Alonso Cueto y, por
supuesto, de Mario Vargas Llosa, a quien no duda
en calificar como el más grande periodista peruano,
le pregunto si ya ha sentido el llamado de los
cuarteles de invierno. Me miró fijamente y dijo no
sin cierto aire de melancolía que sí “lo he pensado y
está cerca. Pero entonces me dedicaré a escribir
para los periódicos”. Por lo pronto, ya en estos días
está escribiendo la continuación de Egos revueltos y
Almíbar, una novela cuya trama prefiere mantener
oculta para no hacer de aguafiestas de sus propios
lectores.

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