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La segunda venida de Cristo, el cielo y la herencia eterna que los creyentes recibirán. Cuando Cristo regrese, tanto los vivos como los muertos lo verán y los justos recibirán coronas y arpas. En el cielo, los redimidos disfrutarán de gozo eterno, adorando a Dios y a Cristo y viviendo en perfecta armonía. Al final, los creyentes verán a Dios cara a cara y disfrutarán de su presencia para siempre.
La segunda venida de Cristo, el cielo y la herencia eterna que los creyentes recibirán. Cuando Cristo regrese, tanto los vivos como los muertos lo verán y los justos recibirán coronas y arpas. En el cielo, los redimidos disfrutarán de gozo eterno, adorando a Dios y a Cristo y viviendo en perfecta armonía. Al final, los creyentes verán a Dios cara a cara y disfrutarán de su presencia para siempre.
La segunda venida de Cristo, el cielo y la herencia eterna que los creyentes recibirán. Cuando Cristo regrese, tanto los vivos como los muertos lo verán y los justos recibirán coronas y arpas. En el cielo, los redimidos disfrutarán de gozo eterno, adorando a Dios y a Cristo y viviendo en perfecta armonía. Al final, los creyentes verán a Dios cara a cara y disfrutarán de su presencia para siempre.
- Los cristianos pueden morir; pero la vida de Cristo está en ellos. - Por la fe, su vida ha llegado a ser nuestra. - ¿Nos estamos preparando para él? ¿Estamos listos de modo que si cayéramos dormidos podríamos hacerlo con la esperanza en Jesucristo? - En 1 Tesalonicenses, Pablo nos asegura que tanto vivos como muertos veremos a Jesús al mismo tiempo. Lo cual fue representado en la transfiguración del monte, donde Jesús es revestido de gloria y acompañado por: Moisés quien representa a los resucitados, y por Elías quien representa a los que serán trasladados. - La promesa mencionada anteriormente nos asegura que no estaremos separados por siempre, y nos da la esperanza de que nos volveremos a encontrar con nuestros amados que duermen en Jesús. - Pero no solo son los justos quienes verán a Jesús volviendo, si no los impíos, especialmente quienes fueron participes de su sufrimiento aquí en la tierra, quienes tratarán de esconderse por todos lados. - El viaje al cielo dura 7 días, personalmente creo que ni se sienten, ya que la pura emoción y tranquilidad de estar con el Salvador es suficiente, al llegar Jesús nos entrega arpas y coronas, y nos da la bienvenida con la aseguranza de que hemos sido hallados justos gracias a él. - Todos formamos un cuadrado en el cual Jesús es quien resalta, y nos dedicamos a alabarlo. Entonces él abre las puertas de la santa ciudad y nos presenta al Padre, quien ve su imagen en los redimidos. - Todos estamos contentos, tanto Jesús y el Padre que al ver a aquellos por quien tanto habían trabajado y esperado por fin están reunidos con ellos, como nosotros que nos vemos unos a otros ahí. - El momento culminante llega cuando los dos Adanes se encuentran. Jesús está de pie con los brazos abiertos para recibir a su hijo quien se postra ante sus pies, quien llevaba sobre si el pesar de una vida llena de pesar y ahora está de vuelta en su hogar. - En el cuadrado, frente al mar de cristal, los 144000 comienzan a entonar su himno, que solo ellos conocen porque es el cántico de su experiencia.
CAPÍTULO 6: NUESTRA HERENCIA ETERNA
- Es imposible expresar todo lo que el Señor nos tiene preparado, pero hay quienes les resulta muy difícil aceptar las condiciones que estas glorias traen. - No podemos recibir la herencia que es el cielo, antes de recibir personalmente a Cristo. Y cuando él venga es que nos concederá la inmortalidad. - El Espíritu Santo es quien obra para nuestra transformación a semejanza a Cristo. - “Quiera Dios que todos podamos comprender y tener en cuenta los goces que esperan a los que mantienen sus ojos sobre el modelo, Cristo Jesús, y buscan en esta vida formar un carácter semejante al suyo.” - Si el cuerpo mortal decae, los principios de su fe son su sustento, porque son participes de la naturaleza divina. - Que satisfacción habrá en cada corazón que se dedicó a promover la obra de Dios en la tierra cuando escuche la voz de Jesús decirle: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros…”. - Su promesa, es el título de propiedad en el reino de gloria. - Una corona, una palma y un arpa para cada santo, que no puede parar de adorar a Dios, y de sumergirse en el ambiente santo y de gozo que inunda a todos.
CAPÍTULO 7: UNA ATMÓSFERA CELESTIAL
- El tiempo que pasamos en esta tierra, con aflicciones y angustias representan el invierno. Pero cuando Cristo venga, entonces será el verano del cristiano, las pruebas y tristezas habrán acabado. - Cada prueba pasada parece insignificante frente al incomparable peso de gloria que rodea en el cielo. - Todos seremos una familia feliz y unida. - La realización de la esperanza es infinitamente mayor que las expectativas. - Una vez allá, Jesús no explicará las enigmáticas disposiciones a través de las cuales nos guio a fin de perfeccionar nuestro carácter. - Los que vayan a unirse con el coro angelical en sus himnos de alabanza deben aprender aquí en la tierra el cántico del cielo. - El dolor es inexistente en el ambiente celestial. - Si la santidad no tiene atractivos para nosotros, podemos estar seguros de que nuestra esperanza en el cielo es vana. - El cielo se rige por orden, la igualdad y no hay lugar para el egoísmo, porque reina un espíritu de amor puro.
CAPÍTULO 8: AL FIN CARA A CARA
- Cuando Jesús ascendió al cielo, dejó una nueva idea del cielo para sus discípulos. Ya que era la casa de su amigo personal, con quien habían pasado tantas cosas juntos, a quien habían llegado a amar y reverenciar. - La frase de los ángeles: “Este mismo Jesús”, quedó grabado en sus mentes y fue una esperanza para toda su vida. Ese mismo Jesús vendría por ellos y le daría la bienvenida a su hogar. - Podremos ver a Dios cara a cara, tal y como es, ya que habremos sido revestidos de inmortalidad. - Esta vez, Jesús viene como el Rey que es, con toda la gloria y majestuosidad que merece, y da la bienvenida a esta gloria para sus hijos. - Al tomar la naturaleza humana Jesús, se formó un vínculo entre Dios y la humanidad que no puede romperse, y de esta manera nos envuelve a todos en el seno de su amor infinito.
La lectura textual de estos capítulos es emocionante y envolvente, hace que el corazón se
llene de esperanza y de anhelo de pertenecer a este grupo de hijos que disfrutan de la compañía de su creador, quien les tiene un mundo lleno de glorias por su gran amor.
Elena G. White. (2003) La segunda venida y el cielo. Pacific Press Publishing Association.