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Gloria indescriptible
Vi la hermosura y la gloria extraordinaria de Jesús. Su rostro era
más brillante que el sol al mediodía. Su manto era más blanco que
el blanco más blanco. ¡Cómo podría [...]. describiros las glorias del
cielo y a los amantes ángeles cantando y tocando sus decacordios!—
Carta 3, 1851.
No me es posible describir las maravillas que vi. ¡Oh, si yo
supiera el idioma de Canaán! ¡Entonces podría contar algo de la
gloria del mundo mejor!—Primeros Escritos, 19 (1851).
Las palabras son demasiado pobres para intentar una descrip-
ción del cielo. Siempre que se vuelve a presentar ante mi vista, el
espectáculo me anonada de admiración. Arrobada por el insuperable
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dos ahora por medio del telescopio; cuando, borrada la mancha del
pecado, toda la tierra aparezca en “la hermosura de Jehová nuestro
Dios”! Allí el estudiante de la ciencia podrá leer los informes de la
creación, sin hallar señales de la ley del mal. Escuchará la música
de las voces de la naturaleza y no descubrirá ninguna nota de llanto
ni voz de dolor [...].
Todos los tesoros del universo serán abiertos al estudio de los
hijos de Dios. Entraremos con inefable deleite en el gozo y en la
sabiduría de los seres no caídos. Compartiremos los tesoros ganados
durante siglos y siglos pasados en la contemplación de la obra de
[253] Dios.—La Educación, 303, 307 (1903).
Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable
vuelo hacia los lejanos mundos—mundos a los cuales el espectáculo
de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que
entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida [...].
Con visión clara consideran la magnificencia de la creación—soles y
estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado cir-
cuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra
escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más gran-
des, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.—Seguridad y
Paz en el Conflicto de los Siglos, 736 (1911).