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Exclusión de policías como testigos de oídas de la declaración del imputado, ¿una

cuestión de impertinencia o inobservancia de garantías fundamentales?, por


Gabriel Cisternas Zenteno

El derecho del imputado a guardar silencio y a no autoincriminarse reconoce como


fuente, en el ámbito de los tratados internacionales ratificados por Chile y que se
encuentran vigentes, a la Convención Americana de Derechos Humanos y al Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que proscriben la obligación de
declarar contra sí mismo y de confesarse culpable. A nivel constitucional, el artículo
19, N° 7, letra f), de la Constitución, consagra el derecho a no ser obligado a declarar
bajo juramento sobre hecho propio.

En el ámbito legal, el Código Procesal Penal, en sus artículos 93, letra g), 135 y 195,
entre otros, reconoce el derecho a guardar silencio, proclama la libertad del
imputado para declarar y establece prohibiciones respecto de su declaración. Aún
más, el artículo 340 inciso final del referido cuerpo legal prohíbe al Tribunal
“condenar a una persona con el solo mérito de su propia declaración”.

En virtud de esta garantía, el imputado no tiene el deber de colaborar en su perjuicio


ni de auxiliar a los órganos de persecución penal en forma alguna. Se trata de aplicar
la noción fundamental del proceso penal, en orden a que el imputado no constituye
un medio de prueba ni el acusador debe contar con su colaboración para que
prospere la pretensión punitiva. La búsqueda de la verdad procesal se realiza frente
a un sujeto de derechos.

En nuestro ordenamiento jurídico esta garantía es renunciable por el imputado, en


cuyo caso “todo lo que manifieste podrá ser usado en su contra.” (artículos 93, letra g) del
Código Procesal Penal) En la práctica, se ha implementado un mecanismo destinado
a evitar el posterior silencio del imputado, o incluso su retractación. Tal es el caso de
las declaraciones policiales en juicio oral acerca de lo expuesto por el imputado, esto
es, la declaración de los policías como testigos de oídas.

Si bien este mecanismo parecía no controvertir derecho o garantía alguna, se ha


alzado últimamente cierta corriente jurisprudencial que se ha inclinado por excluir
a los policías como testigos de oídas (procesos RIT 6367-2016, 1006-2019, 1007-2019,
1062-2019 y 1063-2019, del 7º Juzgado de Garantía de Santiago), interpretando que
aún cuando no exista inobservancia de garantías fundamentales en la obtención del
relato del imputado -declaración voluntariamente prestada con advertencia de
derechos y con asistencia de abogado defensor, libre de apremios amenazas o
coacciones-, igualmente sería una prueba a excluir en base a la causal de
impertinencia. Para fundar lo anterior, invoca esta corriente el artículo 98 del Código
Procesal Penal, que establece la declaración del imputado como medio de defensa, no
de inculpación, y como el relato se ha obtenido en una diligencia de investigación, sería
aplicable entonces el artículo 334 del Código Procesal Penal, asimilándose la
declaración de los policías a un registro de esta clase, cuya incorporación al juicio
oral se encuentra proscrita –salvo excepciones– por el referido artículo 334.

En mi opinión, la declaración de los policías como testigos de oídas de un testimonio


voluntariamente prestado, con advertencia de derechos y con asistencia de abogado
defensor, libre de apremios, amenazas o coacciones, no constituye una prueba
impertinente ni obtenida con inobservancia de garantías fundamentales, pero
evidentemente vulnera el derecho del imputado a guardar silencio y a no
autoincriminarse, por lo que su exclusión puede justificarse en virtud de esa ilicitud,
mas no por impertinencia.

Si bien se podría considerar que la discusión es meramente académica, tiene efectos


prácticos relevantes, pues el artículo 277 del Código Procesal Penal sólo permite
recurrir en contra del auto de apertura del juicio oral por la exclusión de pruebas
que provinieren de actuaciones o diligencias que hubieren sido declaradas nulas, o
bien, de aquellas que hubieren sido obtenidas con inobservancia de garantías
fundamentales, deviniendo en inexpugnable la causal de impertinencia.

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