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LA BICAPITALIDAD DE LA NACIÓN

Tan audaces a lo largo de la historia como para sentirse superior al resto del país y
desafiar sus leyes generales a cambio de concesiones obtusas y egoístas que las
particularicen. Les asiste el pseudo derecho de haber puesto, en los anales de la
historia, la mayor cantidad de presidentes, vicepresidentes, ministros, secretarios y
autoridades nacionales en general, más que la propia capital.
Actúan como una república independiente, donde su alcalde se pretende de la misma
investidura que el propio presidente del país, aun cuando el mismo partido los haya
puesto a los dos en sus respectivos sillones. Ser elegido alcalde de aquella ciudad es
casi subirse al trampolín que lo zambullirá en, por lo menos, una candidatura
presidencial.
Las leyes y los decretos de los presidentes en ejercicio no sirven para ellos, siempre
intentan enmendar las planas que no protagonizan, desconociendo las jurisdicciones,
los fueros y las jerarquías de la estructura política de la nación.
Sus afanes por centralizar el circulante de la actividad económica del país en la
estructura urbana de su ciudad, la ha convertido en la zona más violenta de la
república, por recoger en sus entrañas la ilusión del sueño de la gran ciudad de
muchos connacionales que bajan de la montaña a la rivera, de la sierra a la costa, del
interior hacia su urbe.
Los noticieros televisivos son lanzados al aire desde dos frentes, la capital y desde las
sedes de los medios que en muchos casos son las estaciones principales enclavadas allá.
Las noticias de asunto de estado a escala nacional se reportan desde los frontis de las
dependencias gubernamentales de su ciudad. Los contenidos exclusivos de sus
jurisdicciones lo hacen noticia nacional. Se pretende decir que es el corazón financiero
del país, pero la capital siempre tendrá la atención mundial por encima de cualquier
ambición de despojo de protagonismo nacional.
Son valientes para intentar enfrentarse a su estado tutelar, representado por el
gobierno central de turno, pero al mismo tiempo no tanto como para postularse
como república independiente, y acabar así con la subordinación al régimen
republicano establecido por la Constitución, que es donde empiezan todas sus
transgresiones, obviando la carta magna del país.
Ellos celebran su independencia en fechas muy distintas de los días patrios del país
entero. Con eso demuestran que todo lo quieren distinto, cuando no especial.
Cierran aeropuertos cuando solo lo puede hacer el Ministerio de Transportes y
Comunicaciones. Cierran colegios pese a que el sector de educación los habilita. No
negocian, no solicitan, solo irrumpen, arrasan.
Desde allá se acostumbró a la generalidad de la población nacional a una
bicapitalidad que le hace daño a la nación, que exacerba sus egos propios y atenta
contra la autoestima de las demás provincias, desconociendo fueros y jurisdicciones y
ninguneando derechos ajenos.
Darío D’Novoa

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