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El triunfo del poder como fracaso del mal

Nunca imaginé que fuera tan fácil destruir una nación. Sobre todo, a través de las ideas
manipuladoras de la mente sicópata y criminal de un delincuente que maquinó en la fosa de
su inconsciente un plan irracional que llamó socialismo, que intentó inicialmente ponerlo
en práctica arremetiendo con las armas la paz democrática, el cual quedó posteriormente
consumado con la destrucción total de la democracia, igual como hizo el tirano Macbeth
contra el Rey Duncan, a quien asesinó a puñaladas para arrebatarle el trono. Antes de
asaltar el poder, Macbeth recibió la profecía de tres brujas anunciándole que será Rey, que
la convierte en su obsesión. Del mismo modo, el Macbeth del siglo XXI confesó que duró
años, obcecado, tramando tomar el poder y también se apoyó en la brujería, particularmente
en los brujos babalaos quienes le presagiaron que se convertiría en presidente de su país a
pesar de su incapacidad y brutalidad para conducirlo, que lo demostró con su lema favorito
“ser rico es malo”, y lo ejecutó en la práctica con “ser pobre es bueno”, con consecuencias
desastrosas, saqueando al país y convirtiéndolo en un desierto de miseria. Por ello todo lo
que empieza maquinalmente mal se fortalece con el mal, a modo de la feroz onda expansiva
de una bomba atómica que pulveriza todo lo que encuentra a su paso.
El poder es criminal porque se fundamenta en el mal. En nuestro país se han potenciado las
fuerzas del mal mediante una cofradía criminal que truncó el porvenir de la nación
socavando sus riquezas y toda esperanza humana, asediando el destino de los ciudadanos a
través de la mentira, la humillación, la manipulación y la quiebra del lenguaje que nos hizo
involucionar a un estado de incultura, de limitación de ideas y pensamiento. No hay justicia
humana, ni menos de tribunal, porque la gente pasa hambre y muere de hambre, muchos
pierden la vida por consumir comida descompuesta en los basureros, otros mueren de dolor
y sufrimiento en los hospitales o en sus casas por no tener medicamentos para sanarse y
asistencia médica oportuna cuando la requieren, y muchos niños, jóvenes y adultos se han
suicidado invadidos por estados depresivos por no soportar la tragedia social inducida que
padecemos, los jóvenes han tenido que abandonar sus estudios, y muchos el país en éxodo
masivo forzoso impulsado por la indolencia y la violencia del Estado, buscando la patria
que perdieron en cualquier escenario del mundo que no terminan de encontrar, para trabajar
como bestias de carga todos los días de la semana, sin descanso, para medio comprar pocos
alimentos; los ciudadanos laboran gratis al Estado, pues eliminaron los sueldos y un alto
porcentaje está desempleado, pero los aspectos más trágicos de la ruina del país se expresan
en la extrema pobreza, la desintegración de la familia y la educación. Inducir a las personas
a morir de hambre, dolor y sufrimiento es atroz terrorismo de Estado. A esta tragedia
nacional no se aplica justicia. A los criminales que han desangrado el país extrayendo de
sus arcas miles de millones de dólares en cantidades extremadamente altas, las cuales
necesitarán muchos años para su cálculo aproximado, se les administra justicia
multiplicando su libertad, dejándolos que disfruten de las riquezas que saquearon al país
viajando por el mundo, hospedándose en hoteles de lujo, adquiriendo propiedades muy
costosas en otros países que sólo ellos, sus parientes y sus cómplices pueden gozar: lujosas
mansiones, aviones de última generación, relojes y ropa de marca, caballos de paso,
vehículos de alta gama, lingotes de oro, diamantes y diversos recursos minerales de mucho
valor extraídos del arco minero.
Lo insólito es que el Estado y las instituciones responsables se enteran mucho tiempo
después que se consuma la depredación de los recursos, a pesar de que la alta jerarquía de
la siniestra cofradía siempre anuncia que llevaban tiempo haciendo las averiguaciones.
Tenían conocimiento del hecho, pero le estaban dando tiempo a los delincuentes, sus
cómplices, que culminaran el atraco. El Estado, si es que se puede llamar así, y sus
instituciones son inocentes, nunca saben nada. Representan siluetas de cartón pegadas en la
pared. ¿Quién es responsable de llevar el control de los recursos que recibe el país por
cualquier transacción comercial que éste realice con terceros? Lo que realmente prevalece
en la cofradía es la complicidad y la ley del silencio, procedimiento que aplican las bandas
criminales. ¿Hasta cuándo van a continuar ocasionándole más daño al país como demonios
enloquecidos? ¿no se cansan de mentir, de seguir acusando al pasado y al imperio del
desastre y la miseria en la que hundieron al país, señalando que ustedes son los buenos y los
otros los malvados? Usualmente los tiranos ven amenazas por todos lados cuando han
ocasionado mucho daño. Lo mismo le ocurre a Macbeth cada vez que comete un crimen. Se
convierte en un cobarde después de consumar el delito. Al igual que Macbeth, la locura los
hace alucinar. ¡Qué descaro Dios mío! Sólo los individuos con cara de mojón actúan así.
Ya llevan un cuarto de siglo dándole palos a la piñata y comiéndose la torta.
En otro país y en otras circunstancias el funcionario responsable renuncia y se pone a la
orden de la justicia. En nuestro país fue destituido un Presidente demócrata por 250.000 $
de la partida secreta, lo cual se supone que el mandatario podía hacer uso de ella para
cualquier eventualidad. Si comparamos esta cifra, aunque no justificamos si pudo ser una
acción indebida, con el saqueo monstruoso que se ha ejecutado hoy a la nación, podemos
afirmar que aquella destitución del Presidente fue injusta. Habría que pedirle disculpas a la
memoria de ese mandatario y registrarla en los libros de historia. Sin embargo, el
Presidente aceptó la destitución como es el deber ser de un auténtico demócrata. La Corte
Suprema de Justicia funcionaba para todos. Entonces había democracia a pesar de las fallas
que pudo tener ésta. Una vez escuché de la boca del referido mandatario esta frase
lapidaria: un pueblo que quiere ser libre nadie lo puede detener. En efecto, la fuerza de
rebelión ciudadana es superior a esa trampa llamada Estado que utilizan los que ostentan el
poder creando leyes como un traje a su medida, para dominar y someter a los pendejos. Qué
lamentable que los dirigentes de la época de los 40 años de democracia que tuvimos no
supieron estimar plenamente el luminoso tesoro que es la democracia. Muchas veces un
descuido o un pequeño error provoca una tragedia, pues el demonio se cuela con rapidez
por cualquier rendija. Era trascendental educar a los jóvenes en los valores de la
democracia. Solo a través de la educación y la cultura podemos consolidar la democracia.
Lamentablemente la educación está en este momento devastada por el totalitarismo, que
atropella a los docentes y a la gente con el propósito de neutralizarlos, arrinconándolos en
la extrema pobreza. Ahora con esta cofradía delirante que ostenta el poder, que ha
despojado a la nación de sus riquezas, no pasa nada. Sin embargo, este despojo criminal no
puede quedar impune como tampoco puede quedar impune la tragedia social inducida por
el demonio que debe estar en la quinta paila del infierno encendido en fuego, disfrutando de
la tragedia que causó al país y sus cómplices que continúan ejecutándola. Ante este reparto
y saqueo que padecemos sería necesario hacer una revisión del concepto de soberanía.
Tarde o temprano habrá de llegar la justicia Divina y humana.

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