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ECONOMÍA COMERCIAL

La economía comercial no sería denominada capitalismo si no hubiera sido ella misma, la que en
su necesidad de normar las diferentes modalidades que se iban aperturando desde Europa a
otros lugares del mundo, no hubiera dado forma a la política, creándose la división de poderes,
la división de clases y religiones. El catolicismo intervino en aquellas regulaciones aportando solo
su poder para imponer reglamentos morales y para dar inicio a esa participación acomodaticia
de obtener sin invertir, de hegemonizar la contribución a su causa como un impuesto al
supuesto pecado de la usura, la acumulación y la avaricia, quedándose siempre en segundo
plano, pero muy cerca de los nuevos poderes en funciones. Europa es la cuna de la historia y del
desarrollo del mundo, desde allí se irradió a las nuevas civilizaciones el desarrollo de la
humanidad en casi todas sus facetas. Lo que griegos y romanos y otras civilizaciones importantes
de la historia consiguieron por imposición y por conquista, la actividad comercial de la gran
Europa lo convirtió en economía de mercado, en transacción bilateral. Los grandes desarrollos y
avances de Grecia y Roma en organización política y marco legal, fue absorbido por los grandes
mercaderes de entonces que fueron quedando al frente de los nuevos estados.
Al margen de colosales egos de algunas naciones, reinos o imperios, la Europa Comercial Unida
de ahora, aun con afanes separatistas de algunos poderosos, siempre fue el sueño dorado de la
gran mayoría, pero conservando el respeto por sus etnias, sus costumbres, sus lindes, sus
lenguas, que no tenían por qué mellar la unidad de la moneda que hoy los une y del libre acceso
de un lugar a otro, como gran ejemplo de universalización.
Como en cada faceta que el hombre realiza durante su existencia, se precisa de talento, no hay
en estas lides, según cuenta la historia, mercaderes más talentosos que los fenicios, aquellos que
vincularon el oriente con Europa gracias a su gran calidad de comerciantes y navegantes. La
logística comercial tuvo sus orígenes en las necesidades que los fenicios fueron hallando en el día
con día de su comercio, como la estiba, la carga marítima y el transporte conexo con los
puertos de zarpe y destino.
Darío D’Novoa

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