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CAPÍTULO 1
La broca del café es una plaga exótica originaria de la zona ecuatorial del África e
introducida accidentalmente al continente americano, en Brasil, a principios del siglo
pasado (Bergamin, 1943). Por eso cuando llega a un lugar con condiciones favorables,
desarrolla todo su potencial biótico sin ninguna restricción y alcanza altos niveles de
población, debido a la carencia de agentes de control que han coevolucionado con ella en
su sitio de origen (Bustillo, 1991).
Los primeros registros sobre las plagas que afectan el cultivo del café datan de hace más
de 100 años, y fueron realizados por el profesor de Ciencias Naturales de la Universidad
Nacional, Nicolás Sáenz (Sáenz, 1893). En su obra Memoria sobre el Cultivo del Cafeto,
describe con detalles el ataque de arañas, que al juntar el follaje con sus finos tejidos, le
causan quemazón. Este problema sólo se volvió a documentar 104 años después por
Cárdenas et al. (1997), en el Avance Técnico No.242, en el que se describe el ataque de
arañas en cafetales del Líbano, Tolima. El profesor Saenz registra también la presencia de
insectos chupadores a los cuales denominó piojos, que en su momento fueron
identificados como Lecanium coffeae y Pseudococcus adonidum, sobre el follaje de las
plantas de café. El primero muy posiblemente se trataba de la especie actualmente
conocida como Saissetia coffeae y el segundo de la especie Planococcus citri.
Finalmente, destacó los ataques esporádicos de langostas y de la hormiga arriera, como
las principales amenazas de las plagas a la caficultura. Sin embargo, anotó que los
insectos relacionados no causaban daños de mucha importancia económica.
Todos los programas de protección de la industria cafetera colombiana han sido posibles
por la visión de los caficultores de conformar una agremiación, que no solo protegiera su
comercio internacional sino que fuera vigilante de los problemas potenciales que
pudieran llegar al país y de generar una tecnología para que los cultivadores del café
fueran exitosos. Fue así como en 1927 un grupo visionario de caficultores creó la
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, FNC, la cual desde esa época empezó a
financiar actividades de investigación, pero fue en el IX Congreso Nacional Cafetero,
según el acuerdo No. 2 del 9 de noviembre de 1938, que se creó el Centro Nacional de
Investigaciones de Café, Cenicafé.
Los registros basados en la Revista Cafetera de Colombia, fundada por la FNC en 1928, y
posteriormente por medio de los medios de divulgación de Cenicafé, muestran una
radiografía de los primeros problemas entomológicos que aquejaban la caficultura. Los
estudiosos de la Entomología, en los inicios de la caficultura colombiana, se dieron a la
tarea de registrar la fauna de artrópodos que se encontraba en los cafetales, pero a
excepción de unos pocos, la mayoría no revestía importancia económica. Un recuento
sucinto de toda esta problemática se presenta a continuación.
Las consultas más frecuentes de los caficultores entre los años 30 y 40 del pasado siglo,
consignadas en la Revista Cafetera de Colombia, estaban relacionadas con las cochinillas
o palomillas de las raíces asociadas con hormigas, el minador de la hoja, arañitas y
escamas en el follaje. El control de los insectos chupadores se basaba en aplicaciones de
petróleo más jabón y agua. Las cochinillas harinosas las trataban en los almácigos de café
con cianuro de potasio antes del transplante y sumergiendo la plántula en creolina. En esa
época la FNC contaba con dos entomólogos, el belga Rene Paul Roba y el colombiano
Mauro Hernández Mesa, quienes trabajaban en la Estación Central “La Esperanza” en
Cundinamarca, y con la asesoría del eminente entomólogo Luis María Murillo, que llevó
a cabo varios estudios sobre insectos del café en Antioquia y en los Santanderes (Murillo,
1931). En esa época Murillo describió la nueva especie de cochinilla de la raíz
encontrada en Antioquia, y que fue denominada Puto (Ceroputo) antioquensis (Murillo).
Más tarde, en 1932, el experto José Sáenz Moreno hizo una descripción de la arañita de
esos cafetales en Antioquia y de acuerdo con esa descripción, es posible que se tratara de
la arañita roja, Oligonychus yothersi. Indicó además que desde lejos el lote de café
infestado mostraba una coloración amarillo rojiza, pero que la plaga sucumbía en las
épocas de lluvia. En esa misma época, Sáenz Moreno dio cuenta de ataques de la hormiga
de Amagá, e informó que ésta destruyó 30 cuadras de cafetales en la finca La Lucía
(Sáenz, 1932).
Desde sus inicios, la naciente FNC se preocupó también por la sanidad del grano de café
para exportación y fue así como en 1932 el Ministro de Industrias, Enrique Olaya
Herrera, firmó el decreto No. 1474 para regular el almacenamiento de café en grano, bajo
condiciones de humedad apropiadas y así librarlo del ataque de insectos o parásitos. Al
respecto, Cabal informó más tarde sobre la magnitud de este problema en las bodegas de
café y los costos incurridos por la Federación para controlar el gorgojo Araecerus
fasciculatus en 1,3 millones de sacos de café (Cabal, 1956).
Rene Paul Roba, entomólogo al servicio de la FNC, en 1936 presentó el primer informe
sobre la presencia del minador de la hoja del cafeto, Leucoptera coffeellum, detectado en
cafetales en Colombia hacia 1924 (Roba, 1936 b; Cárdenas y Benavides, 1974). Este
insecto, en esa época, causó alarma entre los caficultores del Quindío. Roba también
registró en Norte de Santander la presencia de la escama verde, Coccus viridis, en
muchos cafetales pero en niveles que no causaban daño económico. Este insecto lo
observó asociado a la hormiga Crematogaster sp.
Más tarde, Roba hizo un reconocimiento sobre los insectos presentes en los cafetales del
departamento de Caldas, y relacionó el minador, la escama verde, la escama circular, la
hormiga arriera, las cochinillas asociadas a hormigas y el pulgón negro (Roba, 1937a).
Roba también se interesó en el estudio de la asociación de hormigas con las cochinillas
harinosas, y como consecuencia de sus estudios Horace Donisthorpe, del British
Museum, describió la hormiga de la Esperanza como Acropyga robae, en su honor
(Roba, 1937b).
En 1971, Cenicafé inició la publicación de los Avances Técnicos. Por medio de ésta se
mantiene la información a los cafeteros sobre los avances más importantes de la
investigación en café, especialmente los de aplicación inmediata por parte de los
cafeteros. El primer número de esta publicación ilustra sobre los ataques severos de la
arañita roja del cafeto, en los municipios de Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima,
Cundinamarca, Valle del Cauca, Huila y Antioquia, los cuales se atribuyen a sequías
severas en la zona cafetera durante los meses de junio a octubre de 1971.
En 1973 Cenicafé contrató al entomólogo Reinaldo Cárdenas Murillo para que prestara
asesoría a los extensionistas de la FNC en el manejo de insectos plaga. Su actividad
inicial fue atender problemas de defoliadores de la familia Geometridae. En esa época se
registraron nuevos brotes en fincas de La Tebaida, Montenegro, Buenavista, Calarcá y
Armenia en el Quindío, con predominio de las especies Paragonia procidaria Herrich -
Schaefer y P. lanuginosa Schaus. Un análisis de la fauna benéfica mostró que ésta era
muy abundante y que los ataques se debían a prácticas en el cultivo que desfavorecían sus
poblaciones. En las recolecciones de larvas y pupas se encontraron controladores
naturales de los géneros Apanteles sp., Cotesia sp., Protomicroplitis sp., e Iphiaulax sp.
(Hymenoptera: Braconidae), Casinaria sp. (Hymenoptera: Ichneumonidae). Algunos
cafetales fueron tratados con Bacillus thuringiensis con resultados muy satisfactorios.
No se volvió a saber nada de los gusanos medidores hasta 1987, cuando un nuevo brote
de O. hispata se produjo en la misma finca donde se denunció por primera vez, sin
embargo fue controlado eficazmente con una aspersión de B. thuringiensis. En 1996 se
registró otro ataque, esta vez de P. procidaria en Montenegro, el cual fue sometido por
sus controladores naturales Apanteles sp. y Casinaria sp.
El primer registro formal de la cochinilla de las ramas del cafeto, Planococcus citri, se
hizo en 1978 en Chinchiná en la Hacienda Naranjal, donde se encontró una rama con sus
frutos cubiertos por colonias de este chinche harinoso. En marzo de 1985 se encontraron
varios focos de este insecto en una finca de la región de Cambía, municipio de Risaralda,
Caldas, y en dos fincas de Pereira (Cárdenas, 1983). Desde entonces, se ha seguido
encontrando en otras áreas muy esporádicamente, pero en ningún caso con características
de plaga.
En julio de 1988 se denunció la presencia de la broca del café, H. hampei, por un colono
de la vereda Mateplátano, en el municipio de Tumaco, Nariño. Hacia mediados de
agosto, una comisión de la FNC y del ICA realizó un reconocimiento del área sobre la
margen derecha del río Mataje, límite con Ecuador. En las 15.400 hectáreas colonizadas
por unas 35 familias, se encontraron unos 30.000 árboles de Coffea canephora, de los
cuales unos 14.000 estaban en producción y la mayoría con presencia de la broca del
café. Hacia marzo de 1989, se detectó la broca en cafetales de la vereda Yanancha,
municipio de Ancuya, Nariño (Cárdenas y Posada, 2001).
Hypothenemus hampei es la plaga más importante que afecta el café en los países
cafeteros a donde ha llegado. En Colombia, en un lapso de siete años, el insecto se
encontraba distribuido en casi toda la zona cafetera (Bustillo et al., 1998). La presencia
de la broca en Colombia trajo muchas consecuencias, como fue la alarma entre los
caficultores y la reacción de la FNC para implementar estrategias con enfoques
ecológicos y de sostenibilidad para afrontar el problema y evitar que los caficultores
adoptaran prácticas de control irracionales e irrespetuosas con el ecosistema cafetero. Los
estudios se enfocaron hacia el desarrollo de métodos de control con énfasis en agentes
biológicos, que fueran compatibles en programas de manejo integrado de la broca y
llevaran al caficultor al manejo integrado del cultivo, incluyendo prácticas agronómicas
que redujeran o evitaran el incremento de poblaciones de la plaga. La broca del café hizo
que la caficultura colombiana se tecnificara más y creó una mayor conciencia entre los
caficultores sobre la conservación y sostenibilidad de la caficultura, para que continuara
siendo exitosa en producción y competitividad en el mundo.
El libro está dividido en secciones temáticas para agrupar en una forma lógica ciertos
capítulos relacionados, la numeración de éstos es independiente de la Sección para poder
hacer más fácil su localización. Es probable que en más de un capítulo se presenten temas
ya tratados en otros, pero con esto se pretende que el lector pueda abordar el tema tratado
con mayor facilidad. Un caso especial es el énfasis que a través de todo el libro se hace
sobre la broca del café, debido a que es la plaga más importante de la caficultura y su
alusión continuada permite una mayor comprensión de las diferentes estrategias
planteadas para lograr la adopción del manejo propuesto.
Literatura citada
BUSTILLO, A. E.; CÁRDENAS, R.; VILLALBA, D.; BENAVIDES, P.; OROZCO, J.;
POSADA, F. J. 1998. Manejo integrado de la broca del café, Hypothenemus
hampei (Ferrari) en Colombia. Chinchiná, Cenicafé, Editorial Ferisa, Cali,
Colombia. 134 p.
CABAL, C. A. 1956. Biología y control del gorgojo del café, Araecerus fasciculatus (De
Geer). Rev. Facultad. Nacional de Agronomía, Medellín, 17 (49): 49 – 72.
CÁRDENAS, R. 1985. La palomilla de las ramas del cafeto, Planococcus citri (Risso).
Avances Técnicos Cenicafé, No. 125, Chinchiná, Colombia, 2 p.
CÁRDENAS, R.; POSADA, F. J.; BUSTILLO, A. E. 1997. Daños causados por arañas
en los cafetales. Avances Técnicos 242, Cenicafé, Chinchiná, Colombia, 4 p.
DONISTHORPE, H. 1936. Acropyga (Rhizomyrma) robae sp. n.; a new American ant
with remarks on the genus. Entomologist, 69: 108 –111.
MEJÍA F., R. 1931. “La aracnosis del café”. Revista Cafetera de Colombia, 3 (28): 1043
– 1045.
MEJÍA F., R. 1955. Plagas del cafeto en Colombia: la hormiga de Amagá. Revista
Cafetera de Colombia, 12 (127): 4140 – 4147.
POSADA, F. J.; VÉLEZ, M.; HOYOS, J.; CÁRDENAS, R.; PELÁEZ, J. J. 2002.
Reaparece la hormiga loca en la zona central cafetera. Avances Técnicos 302,
Cenicafé, Chinchiná, 4p.
POSADA, F. J.; CÁRDENAS, R.; ARCILA, J.; GIL, F.; MEJÍA, C. G. 2001. Las
babosas causantes del anillado del tallo del cafeto. Avances Técnicos 289,
Cenicafé, Chinchiná, Colombia, 8 p.
ROBA, R. P. 1936b. El minador de las hojas del cafeto Leucoptera coffeella Guer.
Revista Cafetalera de Colombia, 6: 2035 – 2039.
ROBA, R. P. 1936c. La escama verde del cafeto: Coccus viridis Green. Revista Cafetera
de Colombia, 6: 2087– 2091.
SÁENZ, N. 1893. Memoria sobre el cultivo del cafeto. O Guía para la Fundación de un
cafetal en Colombia. 4a edición, Casa editorial de J. J. Pérez – Director F. Ferro,
Bogotá, 183 p.
SÁENZ MORENO, J. 1932. La aracnosis del cafeto. Revista Cafetera de Colombia, 4 (38
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VALENZUELA V, G. O. 1973. Reseña histórica de la entomología económica en
Colombia. In: Memorias del I Congreso de la Sociedad Colombiana de
Entomología, mayo 24 – 25 de 1973, Bogotá, Colombia, p. 8 - 35