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HISTORIA
Entre 1937 y 1942 se obtuvieron las variedades de maíz Francisco, Pajimaca y Gibara, que se
distribuyeron por todo el continente americano en los años de escasez de la Segunda Guerra
Mundial, siendo las variedades más cultivadas en Guatemala, El Salvador, Panamá,
Nicaragua, Colombia, productividad.
En 1952, después de dieciséis años de trabajo, se obtuvo el primer híbrido comercial cubano
de maíz, el M-11, considerado como el primer híbrido tropical conseguido en el mundo, que se
distribuyó en numerosos países de América y Asia y ocupó el primer lugar en rendimiento
durante muchos años. En pruebas comparativas realizadas en la Estación Experimental de los
Everglades (Florida) y reportadas en 1955 en la Revista “Florida Grower”, los cinco primeros
lugares entre 40 variedades e híbridos de maíz probadas fueron para materiales cubanos: M-
11, M-13, M-12, Cuba Sc-10 y Francisco.
En 1957 se descubrió que el saltahojas (Sogata oryzicola muir.) era el vector de la enfermedad
viral hoja blanca o raya blanca del arroz, que se había convertido en un factor limitante del
cultivo en Cuba y otros países. Desde entonces, mediante el control del vector se logró
establecer el control de la enfermedad.
Estos resultados trascendentes y muchos más que el espacio no permite reflejar, fueron
logrados por hombres que trabajaron en la Estación durante toda su vida creadora y que
murieron en ella, continuadores de la tradición de las investigaciones agrícolas cubanas
iniciadas por Tranquilino Sandalio de Noda en 1817 y que alcanzaron su máxima expresión en
el siglo XIX con Álvaro Reynoso. Entre ellos hay que señalar a las figuras más insignes de las
Ciencias Agrícolas Cubanas en el siglo XX: Juan Tomás Roig y Mesa, que trabajó durante 57
años, Julián Acuña Galé durante 54, Gonzalo Martínez-Fortún durante 48, Stephen Cole
Bruner durante 37. Estos hombres se vieron obligados a luchar contra la incomprensión y la
falta de apoyo oficial y a su lado se formó una pléyade de eminentes especialistas que se
distribuyeron por todo el país y acrecentaron el prestigio de la Institución.
Después del triunfo de la Revolución, la Estación recibió todo el apoyo material y moral por
parte del Estado. Se transformó y modernizó su estructura, para dar lugar en 1974 al actual
Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical (INIFAT), heredero y
continuador de la tradición de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas.
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz visitó en numerosas ocasiones la Institución y presto
todo su apoyo para la rápida introducción de los resultados obtenidos en esta nueva época,
entre los cuales se encuentran los siguientes:
El Primero de Abril del año 2004 se cumplieron 100 años del inicio de las investigaciones. Los
trabajadores que hoy integran el INIFAT en la sede central y en sus estaciones, manifiestan su
total disposición para colaborar en su remozamiento físico y modernización científica,
encaminando su trabajo de tal manera que se multipliquen los resultados de impacto científico,
ambiental, económico y social, con el fin de participar en el incremento de la producción de
alimentos y en el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo cubano. Nos proponemos
también estrechar los vínculos con todas las instituciones nacionales afines y con la mayor
cantidad posible de instituciones internacionales, para compartir las experiencias adquiridas y
utilizarlas conjuntamente en beneficio de otros pueblos del mundo.
El INIFAT, hoy más joven que nunca, con más de 100 años de trabajo, se enorgullece del
historial científico del cual es heredero y realiza todos los esfuerzos posibles para
engrandecerlo. Su historia va estrechamente ligada a la historia de la Agricultura Cubana de
todo el siglo XX y constituye un valioso patrimonio del pueblo de Cuba.
Martínez Fortún nació en Placetas, antigua Provincia de Las Villas, y se graduó de Ing.
Agrónomo en 1909. Comenzó a trabajar en el Negociado de Trabajo y Colonización de la
Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo hasta septiembre de 1910 cuando pasó a la
Estación Experimental como ayudante en el Departamento de Botánica. A partir de ese
momento se convirtió en una de las figuras más importantes de la Estación y su nombre
aparecerá muchas veces a lo largo de la historia ligado a numerosos hechos trascendentales
“Me es grato informarle que el Sr. Secretario del Ramo ha tenido a bien disponerse felicite a
UD. por los eficientes servicios prestados al frente de la Estación Experimental Agronómica,
como Director de la misma”.
En el diario El Mundo aparece un artículo el 18 de mayo de 1935 titulado “Ha hecho el Dr.
Gonzalo Fortún de la Estación Experimental de Stgo. de las Vegas, un Centro Científico”.
Principales Aportes
MARIO CALVINO
A finales de 1917 es nombrado Director de la Estación el Dr. Mario Calvino, hombre eminente
que dio carácter verdaderamente científico al trabajo que allí se desarrollaba. Durante los siete
años que desempeñó la Dirección realizó una labor metódica, científica y práctica dentro de
normas rigurosamente progresistas. Calvino había ganado por oposición la Cátedra de
Agricultura y Horticultura ambulante en Liguria (Italia), dándose a conocer como uno de los
más destacados fitotécnicos de aquel país, transformando los infructuosos campos de la
Riviera en jardines perennes.
Calvino amplió el radio de acción de su cátedra ambulante italiana con su traslado a México y
luego a Cuba. Traspasó fronteras entre países al incorporarse conscientemente a las
condiciones de los países a donde llegó, al hacerse mexicano y cubano., por eso no debe
extrañar que al llegar a Cuba adquiera una comprensión de los problemas que afectaban a la
agricultura cubana diciendo:
“El problema de Cuba está en las grandes extensiones de tierra que todavía hay que poner en
cultivo, en volver la producción más barata sin sacrificar los jornales de los trabajadores y en
obtener de su suelo muchos de los productos que hoy se importan del extranjero... El
campesino cubano hace lo que puede y deseo rendir homenaje a su laboriosidad y capacidad.
Lo que está atrasado en Cuba es el sistema económico social, que considera al campesino
menos de lo que debiera considerarse y aleja de la tierra a las nuevas generaciones.”
El nuevo Director comienza una depuración del personal, cambia las orientaciones y métodos
de trabajo, inmediatamente introduce los más modernos métodos de investigación en caña y
un nuevo sistema de cultivo del boniato, que permitía mayores cosechas en menos tiempo y
reducía los daños del tetuán. Inicia trabajos para obtener variedades de papas adaptadas a
nuestro clima, pone en claro que la malanga no es tubérculo sino rizoma, con lo cual
contribuye eficazmente a su mejoramiento, comprende y hace comprender que además de la
caña y el tabaco existen otros muchos cultivos que deben desarrollarse en el país y concede
una gran importancia a las investigaciones sobre yuca, ñames, plantas oleaginosas, hortalizas,
cucurbitáceas, plantas forrajeras, frijoles, cereales, plantas textiles y aromáticas, plátanos y
frutales en general.
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En su época se crea un servicio de Ingenieros Agrónomos que tendría la responsabilidad de
ocuparse de las tareas de vulgarización agrícola, llevando la
En 1918 se ponen de manifiesto los esfuerzos de Calvino para que se rompiera en Cuba el
sistema de monocultivo, tan riesgoso y comprometedor para la economía nacional.
En 1922 Calvino publicó el libro “Multiplicación de las Plantas”, profusamente ilustrado y que
incluye todos los medios de propagación y las técnicas de hacer injertos, esta obra puede
considerarse clásica en su género y ha sido utilizada como libro de texto en las escuelas de
agricultura de muchos países. En Cuba hizo una generosa distribución, incluyendo a todas las
granjas escuelas agrícolas las cuales establecieron en 1925 el premio Calvino para el alumno
más distinguido de cada curso.
Seis boletines y cinco circulares de la Estación llevan la firma de Calvino, entre ellos “El Abono
Verde y la Rotación Moderna de los Cultivos” (Bol. 39) “Los desperdicios de los Ingenios, la
cachaza y las cenizas” (Bol. 40) “Una leguminosa gigantesca como hierba forrajera para Cuba”
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(Bol.43) y otras. En las revistas agrícolas cubanas aparecieron unos 150 artículos entre 1918 y
1923 que trataban sobre los más diversos cultivos.
En febrero de 1924 Calvino y Eva Mameli se trasladan a San Manuel, en la antigua provincia
de Oriente, con el fin de fundar una Estación Experimental y Escuela Agrícola para el cultivo
de la caña de azúcar en el Central Chaparra. En 1925 regresan a Italia donde Calvino había
sido nombrado miembro de la Comisión para el mejoramiento de la agricultura, el más alto
cuerpo técnico de la economía italiana de aquel tiempo y funda en San Remo la Estación
Experimental de Floricultura y Aclimatación “ Orazio Raimondo” de la que fue Director entre
1927 y 1950.
Calvino murió en su natal San Remo el 25 de octubre de 1951 a los 73 años. Cuando la
noticia de su muerte llegó a Cuba el Dr. Juan Tomás Roig escribió: “Era Calvino un hombre
extraordinariamente dinámico, incansable trabajador que trasmitía dinamismo y entusiasmo a
todos los que trabajaban con él. Aunque de carácter muy enérgico sabía hacerse obedecer
por sus subordinados y además hacerse estimar por todos. Capaz de violentarse ante la
apatía o el descuido, jamás pronunciando una frase grosera u ofensiva ni aún entre los más
humildes. Por el contrario, sabía siempre sacar partido de todo el mundo, haciéndolos trabajar
e interesar en su labor, no desdeñando la colaboración técnica ni aún de empleados inferiores
o de los principiantes. Su expresión favorita “métase dentro”, con lo que quería decir al
empleado que se interesase por su trabajo, obraba maravillas, obteniendo la colaboración de
personas que antes se mostraban indiferentes o abúlicas. La huella dejada por Calvino en la
Agricultura Cubana será difícil de superar así como el afecto que supo inspirar en sus
subordinados y en todos los que tuvieron el honor de tratarlo”.
JULIAN ACUÑA
En 1920 se concede el traslado para la Estación a un joven que trabajaba como segundo
bedel de la Granja Escuela Agrícola de Camagüey. Su nombre era Julián Acuña Galé.
Esta fue la época en que se despertaron en el niño Acuña todos los sentimientos de
curiosidad, de amor a la naturaleza, perseverancia y poder de observación que caracterizan al
hombre de Ciencia. Comenzó a formarse junto a un campesino analfabeto con el cual salía
todos los domingos a recorrer los lugares que rodeaban su humilde vivienda, aprendiendo a
identificar las más variadas especies de animales, plantas y minerales con sus nombres
vulgares. A propósito de esta época dice Acuña:
“Desde nuestra niñez fuimos hacia la naturaleza obedeciendo un impulso espontáneo, por
simple atracción hacia los fenómenos naturales, no significando sacrificio afrontar las
dificultades que implicaría añadir una observación o experiencia más”.
“A los 14 años ya nos eran familiares todas las plantas que fueron conocidas con nombres
vulgares (...) así como la fauna y minerales de la zona, colectando allí nuestras primeras
plantas desconocidas para que fueran identificadas por el Dr. Roig a través del Padre Borrás”.
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Su alborada científica estuvo orientada por otro gran investigador, Stephen Cole Bruner, al
cual vino recomendado por el Dr. Roberto L. Luaces, Director de la Granja Escuela quién
escribió una carta con estas palabras: “Yo estoy seguro de que usted encontrará en este joven
lo que no esperaría encontrar entre cubanos. Uno que piense más en plantas e insectos que
en paseos.”
“Este joven es de campo, conocedor bastante de las plantas y maderas y mucho más amante
de las mismas, pero al mismo tiempo tiene un gran interés por los insectos y los suelos y por
su aplicación agrícola, salvo que es muy parco en el hablar”.
Le pide después que desempeñe la función de maestro, como siempre habría de considerar
Acuña a Roig, con las siguientes palabras:
“Le vuelvo a pedir que esté al tanto de los estudios del muchacho y que especialmente,
recordando sus antiguos tiempos de maestro, me lo encamine por estudios básicos para
ilustración de hombre de ciencias recordándole que él no sabe latín, y no necesito decirle a
UD. cuanta falta hace tal cosa hoy dentro de los estudios de ciencias en Cuba.”
Acuña se convertiría en el hombre más completo que ha tenido la Ciencia Agrícola en Cuba,
fue comisionado por Bruner para estudiar la biología y hábitos del recién descrito insecto
Xylastodoris luteolus Barb, que ataca a la palma real. Constituía esta encomienda una muestra
de la confianza que había inspirado Acuña a Bruner.
En 1921 Acuña fue seleccionado para ocupar una plaza de estudiante – ayudante,
combinando con sus tareas de investigación el estudio, hasta graduarse de Ingeniero
Agrónomo en 1930. Ese mismo año fue nombrado Jefe del Departamento de Botánica y
desde esa posición brindó sus aportes más importantes al país.
Su formación profesional culmina con un viaje de estudio a Estados Unidos, durante un año
entre 1932 y 1933. En aquel país estudia Mejoramiento de Plantas, con especial referencia a
la esterilidad y Botánica Sistemática en el New York Botanical Garden, y recibe la enseñanza
de eminencias mundiales como Britton, Wilson y Small. En la Universidad de Columbia estudia
Citología Vegetal y Fisiología Vegetal.
Estudia nuevas especies con posible utilización económica, buscando constantemente fuentes
de riquezas que permitieran la diversificación agrícola del país, haciendo sus
recomendaciones bien desde su posición de Director de la Estación , cargo que ocupó en
propiedad entre los años 1934 y 1936 y varias veces con carácter provisional, como Jefe del
Departamento de Botánica entre 1930 y 1970, como asesor del Banco Agrícola e Industrial de
Cuba y de numerosas comisiones nacionales, de carácter estatal o privado.
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Ofrece soluciones para los grandes problemas que afectaban las zonas bananeras de
Baracoa y para mejorar las plantaciones de henequén, estudia el Aleurites como fuente de
tung-oil, la higuereta, ramié, el café, la fruta bomba, etc.
Aunque no fue aceptado como profesor de la Universidad de La Habana esto no quiere decir
que renunciara a la enseñanza. Acuña fue por encima de todo un maestro y al igual que Roig
estableció su cátedra en la Estación Experimental Agronómica, allí se complacía en orientar y
ofrecía sus conocimientos sobre un determinado tema a quién iba a consultar. Todos los que
han despuntado en Cuba en algún aspecto de la Botánica Económica tienen algo que
agradecerle a Acuña. Además inició la enseñanza de Suelos y Econología en la Escuela
Forestal y también fue profesor de Botánica Descriptiva de los árboles maderables cubanos en
la misma escuela.
No podemos dejar de referirnos a los estrechos lazos que unieron al sabio con el que fuera su
maestro: el Dr. Juan Tomás Roig. Fueron 50 años de fructífera unión que habría de dejar sus
huellas en ambas personalidades. No puede concebirse a Acuña sin recordar y nombrar a
Roig y viceversa. La colaboración entre los que consideramos como las dos figuras más
importantes de la Ciencia Cubana en el siglo XX constituye un ejemplo de modestia y
entendimiento mutuo que los llevó a realizar una obra extraordinariamente fecunda.
Acuña murió en México en 1973. Sus restos no reposan en la tierra cubana que tanto amó. En
una ocasión dijo: “El tiempo pasa y con él nosotros. El juicio que más me importa es el que de
mí harán dentro de 50 años, cuando ya no queden amigos ni enemigos y solo subsista la obra
realizada”. No ha sido necesario esperar tantos años, en el tiempo transcurrido desde su
muerte su obra ha sido suficientemente analizada y ha demostrado que puede resistir el juicio
más severo de la posteridad.
El Ché elabora una concepción agrobotanica-industrial donde escribe artículos sobre Julián.
En mayo de 1952 después de hacer un recorrido, el Jefe de Sección de Nuevos cultivos del
Departamento de Agricultura de Estados Unidos, escribe sobre los logros de Acuña al director
de la Estación.
Principales aportes
Julian Acuña dedicó 40 años de su vida al empeño por enriquecer el Herbario del
Departamento de Botánica. Como fruto de este esfuerzo, añadió a la fauna cubana 71 especie
nuevas de insectos, una de lagartija y una de moluscos. La flora fue enriquecido con 47
especies descubierta por él y 20 especies que han sido nombradas con su apellido.
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En el transcurso del presente trabajo se ha hablado con detalle de algunos de los resultados
que obtuvo en el cultivo de arroz, en la comisión de Fibras, en las enfermedades virales de la
fruta bomba y otras.
PATRICIO CARDIN
En 1909 entra a formar parte del personal de la Estación Patricio Cardín, el primer cubano que
contribuyó con sus trabajos de Entomología y Patología Vegetal a que la Institución fuera
conocida internacionalmente. Estudió en la Universidad de Amhorst, Massachussets, donde se
especializó en Entomología. Fue nombrado Jefe de Departamento de Entomología y Patología
Vegetal de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, en 1910 cuando
sólo tenía 25 años. En el período de su jefatura trabajaron en el departamento J. R. Johnston
y R. A. Jehle fitopatológos norteamericanos que publicaron importantes trabajos sobre
enfermedades de los cultivos cubanos.
El 29 de septiembre de 1919, cuando sólo contaba con solo 35 años muere como
consecuencia de una intervención quirúrgica que hoy no hubiera tenido trascendencia en su
rápida y corta carrera hizo muchas y valiosas observaciones sobre los hábitos de los insectos
cubanos, especialmente de los que son plagas de los más importantes cultivos y utilizó
métodos de alto nivel científico para aquella época. Sus estudios lo condujeron al
descubrimiento de un género y diecisiete especies nuevas para la ciencia, todos los cuales
llevan su nombre. Numerosos artículos suyos vieron la luz en publicaciones de la Sociedad de
Historia Natural “Felipe Poey” y en la Revista de Agricultura Comercio y Trabajo, así como en
boletines y circulares de la Estación.
Cardín se anticipó a su época y realizó numerosos estudios sobre control biológicos entre los
que pueden citarse los de hongos que atacan a Diatraea saccharalis, los de Microgaster
flaviventris y otros parásitos de las plagas de la yuca, participó en la exposición universal de
San Luis y en la Gran Exposición Internacional de 1911, preparando colecciones de vistosas
mariposas, de las plagas más importante para los cultivos, de plantas enfermas y de métodos
de control fitosanitario utilizados en aquella época.
Despedida de duelo
Palabras pronunciadas por el Dr. Mario Calvino sobre la tumba de Patricio Cardín, el 29 de
septiembre de 1919.
Todavía muy joven, hombre de 35 años, Patricio Cardín ya nos deja una gran labor científica
imperecedera. Se había recibido de Bachiller en Ciencias en la Universidad de Amhorst,
Massachusset, especializándose en Entomología, y por sus méritos científicos, llegó a
conquistar la Jefatura del Departamento en la Estación Experimental Agronómica desde hace
10 años. [...]
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Varios artículos suyos de asuntos entomológicos vieron la luz en las publicaciones de la
Sociedad de Historia Natural “Felipe Poey” y en la “Revista de Agricultura, Comercio y
Trabajo”; entre otros, podemos citar un interesante estudio sobre los insectos que atacan a la
higuereta, publicado en octubre de 1918.
En su rápida carrera entomológica hizo muchas y valiosas observaciones sobre los hábitos de
los insectos cubanos, pues él era, sobre todo, un investigador científico. Varias especies de
insectos, que fueron descubiertos por él, llevan su nombre, habiéndoselas dedicado los
naturalistas americanos, a quienes él las enviaba para su identificación. Le fue dedicado
también un género nuevo de insectos que descubrió.
En lo privado, Patricio Cardín era un hombre bueno y afable, y cuantas personas lo conocieron
y trataron lo han querido. Era el amigo cordial y sincero, incapaz de una mala acción. Modesto
y solitario, había dedicado su vida al estudio de la Entomología, y este estudio de la
Naturaleza le proporcionaba gozo de vivir, como a todo hombre de ciencia, y absorbía toda su
actividad.
STHEPHEN COLE
Desde 1920 estaba afectado por una grave enfermedad degenerativa (ataxia motriz) que le
causaba grandes sufrimientos al caminar y en esas condiciones hacía largas excursiones de
colectas y se trasladaba en ómnibus urbanos desde la Víbora, donde vivía hasta la Estación
de Santiago de las Vegas. Durante sus 38 años de trabajo publicó 125 monografías y artículos
científicos.
Los brillantes y numerosos resultados que obtuvo a lo largo de su carrera en Cuba fueron
reconocidos por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que le concedió la
distinción de Inspector Honorario en 1926 y el 6 de junio de 1939 la Universidad de Carolina
del Norte, donde había realizado sus estudios, le concedió el título de Dr. Honoris Causa. En
octubre de 1944 el gobierno cubano le impone la Orden “Al mérito Agrícola e Industrial” en el
Grado de Oficial y el 10 de octubre de 1950 la Orden “Carlos Manuel de Céspedes” en el
Grado de Caballero.
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El Ing. Julián Acuña solicitó en 1951 que se le concediera el Doctorado Honoris Causa de La
Universidad de La Habana, escribiendo por este motivo:
“Es un deber del cubano servir fielmente a su patria y con ella compartir la gloria, si tenemos la
suerte de lograrlo, pero sin que ello implique hazaña, ya que es deber, pero el extranjero que
nos sirve con desinterés y lealtad y además da gloria a nuestra patria merece, a nuestro juicio,
ser nombrado con las más altas distinciones”.
“Quiero usar esta oportunidad para mencionar el nombre de un investigador brillante que ha
gastado su vida sirviendo a Cuba, cuya obra apenas hemos reconocido, el Sr. S.C. Bruner.
Sus trabajos científicos han sido tan brillantes que así lo reconoció la Universidad de Carolina
del Norte al otorgarle el título de Dr. Honoris Causa en premio a su labor científica desarrollada
en Cuba. También lo han reconocido así un número crecido de especialistas en América y del
Viejo Mundo que han dado su nombre a más de 30 especies nuevas para la Ciencia”.
Esta iniciativa de Acuña no fue atendida por la Universidad. No podemos olvidar que el propio
Julián Acuña y Juan Tomás Roig, los hombres que más prestigio dieron a la Ciencias Cubanas
durante el siglo XX no fueron honrados por la Universidad sino después del triunfo de la
Revolución, que ha dado su verdadero valor a cada trabajador.
Puede decirse que todos los especialistas en Fitopatología y Entomología Agrícola que se
formaron en Cuba recibieron ayuda, la orientación y la enseñanza de Bruner quién falleció el
13 de Agosto de 1953.
Principales Aportes
Stephen Cole Brunner ofreció ayuda, orientación y enseñanza a todos los especialistas en
Fitopatología y Entomología Agrícola que se formaron en Cuba.
Nació en Santiago de las Vegas, el 31 de mayo de 1877. Su abuelo era médico militar adscrito
a la zona de aclimatación de las tropas españolas en Santiago de las Vegas, en el edificio que
después sería Estación Experimental Agronómica. Su padre fue Ing. Mecánico y hablaba
perfectamente Inglés, Francés y Portugués. Al fallecer su padre, Roig comenzó a trabajar a los
12 años como aprendiz de tabaquero para ayudar al sostenimiento de la familia, ocupando un
puesto de tabaquero en la fábrica de Santiago de las Vegas.
En sus ratos libres lee sin cesar y decide emigrar a Cayo Hueso, donde la floreciente industria
atraía a numerosos tabaqueros cubanos, desembarcando en territorio norteamericano cuando
contaba con 17 años. En este lugar frecuentó a Manuel Patricio Delgado, Director del
Periódico Yara y amigo del Apóstol, y al Coronel Juan Monzón, caído posteriormente en los
campos de Cuba. Contribuye con el 10% de su salario a la causa libertadora y comienza a
militar en el Partido Revolucionario Cubano. Regresa a Cuba en el primer barco que sale
después de terminar la guerra y vuelve a su antigua mesa de tabaquero.
Obtiene una plaza de profesor de inglés y enseña en siete escuelas diseminadas por el
Vedado, Atarés y Luyanó. Al suprimirse la enseñanza del idioma Inglés en 1903, volvió a la
primera enseñanza. Ingresa en la Universidad y estudia al mismo tiempo las carreras de Perito
Agrónomo, Farmacia, Ciencias Naturales y Ciencias Físico-Químicas. Fue ayudante de la
Cátedra de Botánica y ganó premios que lo ayudaron a costearse los estudios. En 1910, a los
33 años, se graduó de Dr. en Farmacia. En 1912 terminó las otras tres carreras. Presenta su
tesis para optar por el título de Dr. en Ciencias Naturales el 16 de abril de 1912, ante un
tribunal integrado por los Drs. Gómez de la Maza y Hoffman (Catedráticos de Botánica) y
Carlos de La Torre. Al terminar la disertación y los ejercicios oral y práctico el tribunal, casi sin
consultarse le dio la calificación de sobresaliente. Se llamaba su tesis “Estudio de las
Cactáceas Cubanas”.
Por el esfuerzo realizado entre 1904 y 1917 para obtener cuatro títulos universitarios que le
permitieron iniciarse en la vida científica, Roig llego a ser miembro de la meritoria Legión de
los sabios predicadores en el desierto que ha tenido Cuba, de aquellos que a pesar de los
obstáculos y del desprecio que hacia la ciencia mostraban los gobiernos coloniales y
republicanos, supieron abrirse paso y obtener triunfos trascendentes. Juan Tomás Roig ocupa
un lugar destacado en el devenir científico de Cuba, al lado de Tomás Romay, Felipe Poey,
Carlos J. Finlay, Álvaro Reynoso, Carlos de la Torre, Julián Acuña y otros.
No deben olvidarse las excursiones realizadas por todo el país, hasta las zonas más
desconocidas, inventariando y estudiando los recursos vegetales y acrecentando las
existencias del Herbario de la Estación. El conocimiento adquirido en estas excursiones le
permitió tener una participación decisiva en todos los libros publicados sobre la flora de Cuba
en el siglo XX, siendo coautor de uno de ellos con su antiguo maestro, el Dr. Gómez de la
Maza , en 1914, redactando el capítulo “Flora Cubana” en el Apéndice del Diccionario
Enciclopédico Hispano-Americano, poniendo al día la obra de Pichardo para la famosa
Enciclopedia Seguí y redactando, en colaboración con Julián Acuña, el estudio de varias
familias para el libro “ La Flora de Cuba” del hermano León.
Mantenía relaciones estrechas con los más grandes botánicos del mundo y, casi diariamente,
recibía en su laboratorio a visitantes de todos los países. Numerosas especies nuevas, y hasta
géneros le fueron dedicadas por otros botánicos como reconocimiento a su prestigio, pudiendo
citarse el género Roigia, dedicado por el Dr.Britton, Director del Jardín Botánico de Nueva
York, y especies dedicadas por el sabio alemán Urban o por los americanos Percy Wilson,
Britton, Kearmey, Trilease y otros.
Como Roig era un científico dotado de un extraordinario espíritu práctico, ningún trabajo suyo
se limitaba al éxito inicial, que muchas veces satisface a un investigador, como sería el
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localizar una nueva planta, estudiarla, clasificarla, publicar el descubrimiento y, con ello, dar
por terminada su labor. Como verdadero naturalista que era, con un espíritu profundamente
revolucionario, Roig condicionaba su trabajo a su aplicación práctica en beneficio del País.
Muchas amarguras se vio obligado a sufrir que le sirvieron de acicate para fortalecer su
voluntad, trabajar más y responder a cada injusticia con nuevos triunfos. Tuvo que vencer
maniobras desde que comenzó su vida de maestro en la enseñanza primaria, habiéndose
ganado la enemistad de los que tenían en sus manos su destino por ser enemigo político
declarado de Estrada Palma, Presidente pro-norteamericano. Tuvo que sufrir mucho también
durante su vida de estudiante universitario. Después de obtener sobresaliente en dos cursos
de botánica, con premio especial en el segundo, se presentó a oposición para la plaza de
ayudante. “Fueron tremendas, gané porque en la parte práctica mi contrincante falló, a pesar
de sus “padrinos” y de que el propio profesor sintiera preferencia por él”. Después del triunfo
de la Revolución comentaba así su estancia en las aulas universitarias: “Vi muchas cosas
desagradables de relatar. Solo puedo decir que una de las mejores cosas que ha hecho la
Revolución es sanear la Universidad”.
“En todos los pasos de mi vida, me enfrenté con grandes dificultades. Vencerlas es el único
mérito que me atribuyo”.
A pesar de todos sus méritos, nunca pudo ocupar un puesto de profesor universitario. Su
primer intento, 1916, le causó grandes amarguras. Tan pronto como anunció su aspiración a
quienes tenía como a sus mejores amigos, le volvieron la espalda, combatiendo su aspiración
con los medios más inesperados. Roig cometía el “horrendo crimen” de romper con el frío
academicismo, que se consideraba entonces consustancial con el espíritu científico, y se
mostraba más bien como un divulgador, poniendo sus conocimientos al alcance del más
humilde e iletrado de sus conciudadanos. Si unimos esto a su falta de relaciones públicas,
esencial en la etapa de la República Neocolonial para lograr algo, pueden comprenderse los
grandes obstáculos que se le oponían.
Hay que destacar que los que colaboraban con el trabajo de Roig se sentían compenetrados
con su entusiasmo, su dedicación y su interés. Cuba, evidentemente había adquirido una gran
deuda con Roig, aunque él con su modestia ejemplar, nada reclamaba para sí. Para que la
obra del sabio pasara de la etapa estacionaria a la revolucionaria, era necesario que hubiera
Revolución. Ésta llegó y empezó por la tierra: vino la Reforma Agraria y se desataron todas las
inmensas posibilidades del agro cubano. Llegó la época de la que fueron precursores Alvaro
Reynoso, Juan Tomás Roig y Julián Acuña.
El 1ro de Enero de 1959 se dio cuenta de que iba a empezar su cosecha. Aquel día fue
recibido por Roig con un espíritu juvenil dispuesto a dar el máximo de sus esfuerzos a pesar
de sus 82 años.
No satisfecho con dar su mayor esfuerzo en el trabajo creador, se incorpora a las Milicias
Revolucionarias y luce su uniforme, haciendo guardia en la Estación o participando junto a su
pueblo de Santiago de las Vegas, en cuantos actos se celebraban para apoyar la obra
revolucionaria. Fue Asesor de la Campaña de Alfabetización y de los Círculos de
Alfabetizados, cumpliendo su obra de maestro.
Hoy están creadas todas las condiciones para que la obra del sabio inspire y oriente a las
nuevas generaciones de botánicos, agrónomos y farmacólogos que trabajan sobre las huellas
científicas que les legara durante 58 años en la Estación Experimental Agronómica de
Santiago de las Vegas.
Principales Aportes
Juan Tomás Roig desde el año 1973 se estableció en la Estación Experimental de Güira de
Melena en la cual ha realizado cultivos e investigaciones con distintas plantas medicinales y
aromáticas estudiadas por él.
Hizo valiosos estudios que representó varios años de trabajo para la reconstrucción de la
variedad cubano de tabaco havanense.
Desde los años 40 había hecho gestiones para utilizar el microclima, este método luego se
utilizó en varios lugares.
EVA MAMELI
Como era de esperar la actuación del Dr. Calvino al frente de la Estación resultó todo un éxito,
dando un giro favorable a la agricultura científica cubana. En medio de este clima de arduo
trabajo, se produce un cambio trascendental en su vida. Después de mantener una intensa
correspondencia con una destacada científica italiana, especializada en Botánica, realiza un
breve viaje a Italia, y contrae matrimonio con ella. De esta forma llega a Cuba, a fines del
otoño de 1920, la mujer que sería su compañera de toda la vida: Eva Mameli de Calvino.
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Pocas personas conocen en Cuba a la Dra. Eva Mameli de Calvino. Esta destacada científica
italiana, que permaneció entre nosotros durante seis años, realizó un importante trabajo en
nuestro país, convirtiéndose al mismo tiempo, en la primera mujer que ocupara un cargo
científico y de dirección en la agricultura cubana. Esposa del Dr. Mario Calvino, eminente
figura de las Ciencias Agrícolas y madre del escritor Italo Calvino, importante figura de la
literatura italiana y universal, ella merece también brillar con luz propia junto a este dúo de
grandes.
Nuestro principal objetivo al realizar esta investigación ha sido divulgar la trayectoria laboral y
personal de esta notable mujer, durante su estancia en Cuba, en el período comprendido entre
1920 y 1925.
Para la realización de este trabajo se efectuó una exhaustiva búsqueda bibliográfica, en los
fondos existentes en la Biblioteca “Juan Tomás Roig” y el Archivo Histórico del Instituto de
Investigaciones Fundamentales de Agricultura Tropical, en la Biblioteca Nacional “José Martí” ,
y la Biblioteca del Museo de Historia de la Ciencia y la Tecnología “Carlos J. Finlay”. También
fueron consultados varios documentos de colecciones particulares.
Finalmente podemos decir que la estancia de la Dra. Eva Mameli de Calvino en Cuba resultó
muy provechosa para la agricultura cubana y la Botánica en general, sus numerosos trabajos,
reflejados en varias publicaciones de la época, así lo atestiguan.
Giuliana Eva Mameli nació en Sassari, Cerdeña, en 1886, en el seno de una familia de
tradición republicana, seguidora de las ideas del revolucionario Mazzini. Excelente estudiante,
se graduó de Doctora en Ciencias Naturales en la Universidad de Pavia, en 1907. Trabajó
como ayudante técnica en el Instituto Botánico de Pavia desde el propio año de su graduación
(1907) hasta 1920, fecha en que, después de contraer matrimonio, viaja a Cuba.
Eva conoció al Dr. Mario Calvino por carta. Es de presumir que al principio se relacionaron por
motivos científicos. Luego de mantener una intensa correspondencia, decidieron unir sus
vidas, por ese entonces él se encontraba en Cuba, y realizó un breve viaje a Italia para
contraer matrimonio. La boda se efectuó el 20 de octubre de 1920.
A su llegada a Cuba, Eva encontraría un mundo nuevo. Su casa, situada dentro de los
terrenos de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas donde su esposo
se desempeñaba como director, era un bungalow contiguo al edificio central, cómodo, fresco,
rodeado de hermosos jardines, cuidados con esmero. En aquel entonces Santiago de las
Vegas era una floreciente población de poco más de 20,000 habitantes, incluyendo su núcleo
central y los barrios limítrofes de Rincón, Rancho Boyeros, Calabazar y Aguada del Cura, con
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una activa vida social y cultural. Muchas de las personalidades santiagueras más destacadas
trabajaban precisamente en la Estación. El director Calvino, participaba directa o
indirectamente en estas actividades, como por ejemplo la celebración del Día del Árbol, con
todas las escuelas de la localidad, la celebración del Día de las Madres (por primera vez en
Cuba), etc., por tanto no era de extrañar que al llegar su esposa también se integrara a la vida
sociocultural de la localidad. Prueba de esto es el hecho ocurrido el 20 de mayo de 1922. Ese
día en la Estación se estrenó una nueva bandera cubana. La Dra. Mameli compró de su propio
peculio la nueva enseña nacional y con sus propias manos izó la bandera en medio de la
alegría de todos. Ese año la fiesta del 20 de mayo, tenía un carácter especial pues se
cumplían 20 años de la instauración de la República. Terminado el sencillo acto el Director y
su esposa obsequiaron a los concurrentes con champagne y dulces.
Una de las principales tareas asumidas por la Dra. Mameli en su nuevo cargo, fue la de
continuar la obra iniciada años antes por el Dr. Roig con relación a la recuperación de la
variedad de tabaco “havanensis” pura que se había perdido producto de la devastación de los
campo cubanos a consecuencia de las guerras de independencia. Por tanto su trabajo se
encaminó fundamentalmente a la distribución de semillas puras y a la obtención de semillas
más vigorosas, lo cual llegó a realizar, empleando por primera vez la técnica llamada “poda
floral del tabaco”, que limitaba el número de flores de las plantas destinadas a la producción
de semillas. Tomando como ejemplo el año 1922, vemos que ese año el Departamento de
Botánica distribuyó 212 Kgs. de semilla pura, entre 1345 vegueros. La Dra. Mameli preparó
una circular que incluía con cada entrega, titulada “Prescripciones para la siembra de tabaco”.
Durante su estancia en Cuba se relacionó con los más notables científicos de la época, y por
supuesto, con la Universidad de la Habana. En tres ocasiones presentó trabajos ante la
Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey” (1). El primero, en 1921, Estudios
biológicos sobre el polen y el segundo también en 1921, Estudios anatómicos y fisiológicos
sobre la caña de azúcar en Cuba. Al siguiente año presentó Casos raros de cleistantería
observados en Cuba. Posteriormente estos trabajos fueron publicados en las Memorias de la
Soc. Cubana de Hist. Natural “Felipe Poey”. Fue la primera mujer que publicó trabajos de
Botánica en dicha Sociedad.
El año 1924 traería un nuevo cambio en la vida de Eva. Por iniciativa del Dr. Eugenio Molinet,
administrador de los centrales “Chaparra” y “Delicias”, situados en la antigua provincia de
Oriente (territorio que hoy pertenece a la provincia Las Tunas), estaba por fundarse la Escuela
de Agricultura y la Estación Experimental “Chaparra” para el cultivo de la caña de azúcar y el
Dr. Molinet persuadió al Dr. Calvino para que, con la cooperación de su esposa, y la de un
grupo de expertos, en su mayoría de origen italiano, se encargaran de llevar adelante dicho
proyecto (entre esos especialistas italianos se encontraba el Prof. Filippo Silvestri, quien
finalmente no pudo venir por tener otros compromisos ineludibles).
--- Estudios relacionados con la autonomía y fisiología de la caña con fines prácticos
Debemos señalar que en aquel tiempo los ingenios Chaparra y Delicias, constituían
prácticamente “ingenios modelo”, presentando mejores condiciones que la mayoría de los
existentes en el país. La Escuela y la Estación Experimental para el cultivo de la caña de
azúcar fueron inauguradas el 20 de mayo de 1924. La escuela tenía una capacidad de 36
alumnos varones, menores de 17 años, con preferencia hijos de colonos.
A pesar del gran trabajo desplegado y del entusiasmo que el matrimonio Calvino-Mameli le
prestó a esta tarea, otro nuevo cambio se aproximaba. En 1925, el gobierno italiano, en
reconocimiento a los grandes méritos del Dr. Calvino lo nombra miembro de la Comisión
Nacional para el Mejoramiento de la Agricultura y Director de la recién creada Estación
Experimental de Floricultura y Aclimatación de Sanremo, ciudad natal del Dr. Calvino. De esta
forma se fija la partida para el mes de junio de 1925, una vez terminado el curso en la Escuela
de Agricultura y después de dejar todo organizado en la Estación Experimental para que
prosiguieran las investigaciones.
Antes de partir para Italia regresan a Santiago de las Vegas, donde pasan varios días en su
antigua vivienda de la Estación, con el fin de resolver algunos asuntos pendientes y
despedirse de sus antiguos amigos y compañeros.
Aunque pensaron regresar al poco tiempo, nunca pudieron hacerlo. Muchos años después, en
1951, al morir el Dr. Calvino, el Ing. Portuondo, entonces Director de la Estación Experimental
Agronómica de Santiago de las Vegas, le envió una carta a la Dra. Mameli, que ella respondió
agradecida:
“... mi esposo siempre recordaba a Cuba con afecto sincero y grato, en mi también su país, y
en modo especial la Estación Agronómica han dejado una estela de gratos recuerdos...”
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y trabajadora incansable hasta el fin, añadía:
“... tengo la suerte de poder continuar con el trabajo de mi esposo en floricultura y este es un
alivio a mi grande dolor...”
Durante muchos años más pudo trabajar la Dra. Mameli, su larga y fructífera vida terminó en
1978, a los 92 años, rodeada del respeto y del cariño de su familia, de sus compañeros, de
sus conciudadanos, en Sanremo, ese querido pedazo de su tierra italiana.
Podemos concluir que la estancia de la Dra. Eva Mameli en Cuba fue muy provechosa para la
agricultura cubana, y para la botánica en general. Su presencia marcó el inicio de las
actividades científico-agrícolas de la mujer en nuestro país.
La Dra. Mameli se destacó sobre todo en las investigaciones sobre la caña de azúcar,
contribuyendo de esta forma al desarrollo y mejoramiento de este cultivo. También debemos
destacar su participación en la consolidación de los trabajos de recuperación de la variedad de
tabaco “havanensis” pura.
• Chaparra Agrícola