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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0014/2013-L

Sucre, 20 de febrero de 2013

SALA LIQUIDADORA TRANSITORIA


Magistrada Relatora: Dra. Carmen Silvana Sandoval Landívar
Acción popular
Expediente: 2009-20773-42-AP
Departamento: Pando

En revisión la Resolución 25 de 19 de octubre de 2009, cursante de fs. 233 a 235 vta., dentro de la
acción popular interpuesta por Lucio Ayala Siripi, Presidente de la Central Indígena de Pueblos
Originarios de la Amazonía de Pando (CIPOAP) contra Julio Urapotina Aguararupa, Director
Departamental a.i. del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) Pando; Juan Wilder Suárez
Velarde, Director Departamental de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra
(ABT); Heriberto Larrea García, Responsable de la Unidad Operativa de Bosque y Tierra de Riberalta;
Landelino Rafael Bandeira Arze, Prefecto y Comandante a.i. -ahora Gobernador del Departamento-
de Pando; Osvaldo Fernández Zabaleta, representante de la Secretaría de Medio Ambiente, Forestal
de Tierra y Recursos Hídricos y Esteban Molina, Alcalde del ahora Gobierno Autónomo Municipal de
Nueva Esperanza del mismo departamento.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Mediante memoriales presentados el 7 y 12 de octubre de 2009, cursante de fs. 31 a 33 vta.; y 74 y


vta., la parte accionante expresó lo siguiente:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

Señaló que el pueblo indígena Pacahuara, se encuentra en peligro de extinción; su territorio se ubica
en el departamento de Pando, provincia Federico Román, cantón Manoa, municipio Nueva
Esperanza; es un pueblo no contactado y en aislamiento voluntario; es nómada que no desea tener
contacto con la civilización, pero piden el respeto de su territorio, su forma de vida individual y
colectiva; además, que en el mismo sector habita la comunidad indígena Tacana la Selva, quienes
viven de la recolección de castaña, palmito y “otros” recursos no maderables, en espera de que se
les consolide su territorio.

Alega que, en el mismo lugar las empresas Maderera Boliviana Etienne (MABET S.A.), URKUPIÑA y
BOLITAL entre “otras”, explotan madera con el fundamento que fueron beneficiadas con la
concesión forestal; en razón a ello cercaron todo el sector, impidiendo el paso de cualquier
particular, especialmente de los indígenas, señalando que son tierras privadas, empezaron a talar
árboles de castaña, realizar apertura de caminos destruyendo toda casa o vivienda de indígenas en
el lugar, construyendo en pleno río Negro en más de 300.- m2, una especie de represa, con esterillas
de troncos de madera de castaña y otras para facilitar el paso de los camiones, que antes lo hacían
en pontones.

Asimismo, indica que con ese actuar de las empresas madereras, se afectan los derechos de los
pueblos indígenas no contactados como ser los Pacahuaras, obligándolos a abandonar su territorio
ancestral de forma indirecta, afectando su forma de vida, sus usos y costumbres; así también se
pone en peligro el medio ambiente con la construcción de la citada represa en pleno río, poniendo
en peligro toda una biodiversidad; toda vez que, las autoridades del departamento de Pando,
quienes debieran proteger los bosques y el territorio, en total desconocimiento a la actual
Constitución Política del Estado, constantemente amenazan con efectuar el desalojo de esas “tierras
fiscales”, a quienes están reconocidos por la CIPOAP, además, sin considerar que al no ser
contactados difícilmente pudieron en su momento pedir el saneamiento de tierras; no obstante, los
indígenas de Tacana la Selva, fueron notificados por funcionarios de la ABT, e INRA de Pando, con
resoluciones administrativas que disponen como medida precautoria el desalojo de esas tierras
fiscales “no disponibles” por ser asentamientos ilegales.

Manifiesta que, con la finalidad de dar solución a ese problema, se conformó una comisión integrada
por el INRA de Pando, ABT, MABET S.A. y CIPOAP para verificar la denuncia tanto de MABET como de
los indígenas Tacanas la Selva, se constituyeron en Riberalta, el 26 y 27 de septiembre de 2009;
empero, no asistieron las autoridades departamentales ni el propietario de la empresa; sin embargo,
se pudo advertir lo denunciado por los indígenas, que el actuar de las empresas madereras, pone en
peligro el medio ambiente con la construcción de puntos de rodeo de madera y represas, tala de
castaña y de árboles, encontrándose en riesgo de extinción a una etnia como son los Pacahuaras,
afectando su espacio y territorio donde desarrollan sus actividades como pueblos nómadas, pese a
que el INRA de Pando conoce de la petición de determinar reserva o territorio indígena en todo el
sector donde se encuentran las empresas madereras, niegan ese derecho, con el argumento que ya
habría concluido el saneamiento de tierras en el referido departamento, y esas son consideradas
tierras fiscales no disponibles y no permiten asentamientos indígenas; por lo que, solicitan el respeto
a su territorio y a su forma de vida, conforme lo establece el art. 31.I de la Constitución Política del
Estado (CPE).

En cuanto al entonces Prefecto, Secretario de Medio Ambiente, Forestal, Tierra y Recursos Hídricos y
al Alcalde de Nueva Esperanza, éstos de acuerdo a la Ley del Medio Ambiente, son responsables del
cuidado y protección de los recursos naturales en el departamento de Pando, esto mediante las
instancias de sus dependencia.

Concluye señalando que, al no tener un medio eficaz para hacer conocer este atropello, acude a la
presente acción popular como medio de defensa que no requiere el agotamiento de la vía judicial o
administrativa, ante el incumplimiento de las obligaciones que tienen las autoridades encargadas de
controlar el medio ambiente, los bosques y la tierra.

I.1.2. Derecho supuestamente vulnerado

Señala como vulnerado el derecho a la petición, citando al efecto los arts. 24, 30.II y 31.I y II de la
CPE.

I.1.3. Petitorio

La parte accionante solicitó se declare la “procedencia” del “derecho de petición” y se conceda la


tutela ordenándose lo siguiente: a) La paralización de explotación de madera en todo lo referente a
las concesiones forestales especialmente de la empresa MABET S.A. y otras en la provincia Federico
Román del departamento de Pando; b) Ordenar al INRA de Pando para que inicie los trámites y
gestiones necesarias para poder establecer una reserva o tierras indígenas en todo el territorio
Pacahuara, que están en manos de concesiones forestales; c) Ordenar toda paralización de desalojo
de hermanos indígenas Tacanas la Selva hasta tanto y cuanto no se determine la extensión total de
la reserva indígena en la citada provincia; y, d) La reparación de daños y perjuicios ocasionados a los
pueblos indígenas.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

Instalada la audiencia pública el 9 de octubre de 2009, la misma que fue suspendida, por la
existencia de terceros interesados que no fueron notificados, en ese sentido, Evelyn Salgueiro
Velasco, Vocal de la entonces Corte Superior del Distrito Judicial de Pando, dio un plazo de “tres
días” para que CIPOAP cumpla con dicha observación, señalando el domicilio de los terceros
interesados (fs. 58). Cumplidas las observaciones, se instaló nuevamente la audiencia el 19 de
octubre de 2009, tal cual consta del acta cursante de fs. 230 a 232 vta.

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La parte accionante por intermedio de su abogado en audiencia, ratificó in extenso los argumentos
expuestos en su memorial de demanda, puntualizando que no obtuvieron respuesta de la denuncia
que hicieron a la ABT sobre la destrucción del medio ambiente, así como a la solicitud de dotación
de tierras. Asimismo, ampliándola manifestó: 1) Existe una omisión en la falta de cumplimiento,
porque el art. 46 de la Ley Forestal (LF), está siendo mal interpretado, ya que no se ajusta en nada a
los pueblos indígenas que son reconocidos por la CIPOAP; y, 2) Que los asentamientos son legales,
por ese motivo la Resolución de desalojo no se adecúa.

Con el derecho a la réplica, el abogado del accionante, señaló que: i) Las organizaciones de los
pueblos indígenas son recientes; es decir, desde 1998, se fueron consolidando de a poco, pero en
Pando no había una organización fortificada que sepan sus derechos; y, ii) Es cierto que existen
concesiones forestales, pero lo inconcebible es que no puedan convivir con los pueblos indígenas, el
problema no solo atinge a ellos sino a todo el departamento de Pando, ya que no se beneficia en
nada, toda vez, que las empresas tiene su sede en Beni-Riberalta y La Paz y solicitan una pausa
ecológica.

I.2.2.Informe de las autoridades demandadas

Juan Wilder Suárez Velarde, Director Departamental de Pando de la ABT, a través del informe
escrito, cursante de fs. 70 a 71 vta., señaló lo siguiente: a) Que la comunidad indígena Tacana la
Selva, vive de la recolección de castaña, palmito y “otros” recursos no maderables y se encuentran
esperando se consolide su territorio, es una afirmación incoherente, debido a que la parte
accionante confirma que dichos comunarios no se encuentran legalmente establecidos en el lugar,
más aún si se considera que la concesión MABET S.A, realiza sus operaciones de aprovechamiento
forestal sostenible en un área de concesión forestal otorgada a través de la Resolución
Administrativa (RA) 056/97 de 31 de julio de 1997, emitida en estricto cumplimiento de lo dispuesto
en el art. 29.III de la LF; b) La concesión forestal es un acto administrativo por el cual la extinta
Superintendencia Forestal -hoy ABT- otorga a personas individuales o colectivas el derecho exclusivo
de aprovechamiento de recursos forestales en un área específicamente delimitada de tierras
fiscales, y resulta por demás extraño que luego de más de doce años de otorgada la concesión, dicha
comunidad se encuentre en tierras ancestrales y en situación de aislamiento, pretendiendo paralizar
operaciones legalmente autorizadas; c) Las concesiones están otorgadas sobre tierras fiscales; es
decir, tierras que pertenecen al Estado Boliviano y las mismas están sujetas a los resultados del
proceso de saneamiento a ejecutarse en el departamento de Pando por el INRA, el que está
concluido, afirmación también señalada en el memorial de la presente acción; d) “A la fecha” no se
ha reconocido derecho de titularidad alguna en el área de los supuestos afectados por la autoridad
legal competente (INRA); y, e) De acuerdo a lo establecido en la Ley Forestal es deber de la ABT
supervigilar el cabal cumplimiento del régimen forestal, disponiendo las medidas correctivas y
sanciones pertinentes y conforme al principio que establece de “in dubio pro bosque (la duda
favorece al bosque)” (sic), es necesario precautelar el régimen forestal, en ese sentido la ABT, emitió
la RA RDABTDDA 214/2009 de 15 de septiembre, que dispone como medida precautoria desalojar a
los contraventores y ocupantes ilegales e intimar a abandonar los predios ocupados por la
comunidad indígena Tacana La Selva, ubicada en el municipio Nueva Esperanza.

Julio Urapotina Aguararupa, Director Departamental a.i. del INRA Pando, a través del informe escrito
que cursa de fs. 220 a 226, y en audiencia expresó que: El departamento de Pando se encuentra
saneado y a la “fecha” tiene ciento dieciocho solicitudes de asentamientos y en los que no figura la
demanda de la comunidad Tacana La Selva, sino de Nueva Unión y al no estar identificada dicha
comunidad y no tener autorización de asentamiento, el INRA emitió la resolución de desalojo en
razón a que todas las tierras fiscales son del Estado y el INRA tiene la administración para
distribuirlas, y los asentamientos de ellos son recientes, la comunidad Tacana La Selva se atribuyen
ser Tacanas, pero son de Santa Ana de Yacuma, por tanto serían Movimas, por lo que pide se
desestime esta acción.

Juan Wilder Suárez Velarde, Director Departamental de la ABT, mediante memorial cursante de fs.
70 a 71 vta.; y en audiencia manifestó aclarando: que la construcción de puentes es temporal que se
utiliza para extraer madera y luego se destruyen, las otras imágenes son concesiones que en un 80%
se corta y 20% se deja para semillero, y que no son represas, sino atajados por donde circula el agua
por debajo.

Heriberto Larrea García, Responsable de la Unidad Operativa de Bosques y Tierra de Riberalta de la


ABT, mediante informe escrito cursante de fs. 103 s 194 vta., señaló lo siguiente: 1) La acción
popular interpuesta, se reduce a una exposición larga e inconducente sobre la supuesta existencia
de un pueblo indígena con aislamiento voluntario denominado Pacahuara; 2) El accionante ha
equivocado la vía procesal, él mismo sostiene que la comunidad indígena Tacana La Selva, vive de
recolección de castaña, palmito y otros recursos no maderables y que se encuentran en procura que
se consolide su territorio; 3) Afirmación que es incoherente, ya que el mismo accionante confirma
que dichos comunarios no se encuentran legalmente establecidos en el lugar; 4) Respecto a la
concesión forestal, el art. 29.III de la LF, por el cual la extinta Superintendencia Forestal, otorgó a
personas individuales o colectivas el derecho exclusivo de aprovechamiento de recursos forestales y
después de mas de doce años de la concesión, la referida comunidad pretende paralizar operaciones
legalmente autorizadas; 5) El proceso de saneamiento en el departamento de Pando se encuentra
concluido, así también lo mencionó el accionante, por lo que a la fecha no se ha reconocido derecho
de titularidad en el área a los supuestos afectados; y, 6) Por lo que pidió condenación con multa por
al temeridad o malicia del accionante.

En audiencia, el representante legal del Prefecto -ahora Gobernador- del departamento de Pando,
indicó que no se demostró la legitimación pasiva de su representado, toda vez que la parte
accionante refiere a la ABT y al INRA, más no a la entonces prefectura.

Oswaldo Fernández Zabaleta, en representación de la Secretaria de Medio Ambiente, Forestal,


Tierra y Recursos Hídricos, en audiencia manifestó lo siguiente: Se ratifican en lo expuesto
anteriormente, ya que la Unidad de Medio Ambiente es parte integrante de la estructura de la
entonces Prefectura de Pando.
Esteban Molina, Alcalde del ahora Gobierno Autónomo Municipal de Nueva Esperanza, pese a su
legal notificación, cursante a fs. 84, no se presentó a la audiencia ni hizo llegar informe alguno.
1.2.3. Intervención del tercero interesado

Emil Eduardo Lujan Melazzini, representante legal de la empresa MABET S.A., por informe escrito
cursante de fs. 105 a 121, señaló lo siguiente: i) Por RA 47/2006, la Superintendencia Forestal
resolvió reconocer a la empresa señalada, como titular del derecho forestal de la concesión
otorgada mediante RA 26/1997; ii) El año 2008, les vulneraron su pacífica posesión por la irrupción
en el área de la concesión forestal “San Joaquín” liderados por Armando Paz Arroyo denominados
“Comunidad Nueva Unión”; iii) Por tal motivo la indicada empresa, denunció este hecho al INRA de
Pando y en la vía de conciliación se les otorgó dotación de tierras fiscales contiguas al área asignada
para la concesión forestal; iv) Armando Paz Arroyo, burlando los convenios, en su afán desmedido de
obtener la concesión forestal “San Joaquín” -a pesar de tener dotación de tierras fiscales- creó una
nueva comunidad con el nombre de “La Selva” y para otros hechos la denominó comunidad “La
Brasilera”; v) La mencionada empresa cumpliendo el art. 9 de la LF, denunció dichos hechos ante la
ABT y junto a la Unidad Operativa de Riberalta y la Dirección Departamental de la ABT de Pando,
iniciaron la investigación, por lo que dieron plazo a Armando Paz Arroya para que presente sus
descargos y no habiéndolos presentado conforme a ley dictaron la Resolución Administrativa de
desalojo; vi) La acción popular presentada, a más de una versión errada de los hechos, no señaló con
claridad cuáles son los agravios que han cometido las autoridades demandadas; y, vii) Finalmente
pidió que se declare “improcedente” la presente acción popular.

Waldemar Becerra Becerra, quien se presentó como tercero interesado, empresario maderero de
una empresa concesionaria, aunque no identificó el nombre de la misma, en audiencia señaló
conocer todo el territorio de los Pacahuaras, que nunca conoció un indígena y para poblar esa región
se dio acertadamente concesiones, ya que esas comunidades no se sometieron en su oportunidad al
saneamiento simple de tierras.

I.2.4. Intervención del Ministerio Público

El Fiscal de Distrito de Pando, en audiencia manifestó lo siguiente: a) No debe confundirse con la


acción de cumplimiento respecto a los derechos o intereses colectivos, existen tres tipos de
intereses: 1) Intereses difusos, que uno de los derechos es de carácter indeterminado; por ejemplo:
el medio ambiente sano, “seguridad jurídica” y salubridad pública; 2) Interés individual homogéneo,
derivado de un mismo hecho, por ejemplo: el derecho de los consumidores o usuarios; 3) Interés en
sentido estricto, que deriva del mismo hecho, ejemplo comunidad indígena o afroboliviana, ahora
deben tener alguna evidencia legal de reconocimiento por el Estado; b) Lo primero que solicitan es la
paralización de todo trabajo de concesión forestal; empero, no fueron recurridas las empresas; en
segundo lugar se ordene al INRA de Pando, el establecimiento de tierras, para ello hay una ley que
regula lo que se necesita; c) La tercera pretensión es la paralización de todo desalojo a los pueblos
de Tacana La Selva, y el Tribunal no es competente para ello; y, d) Respecto al cuarto punto, de
daños y perjuicios, no se ha demostrado la generalidad de todos los pueblos, en consecuencia no
existe amenaza o violación de derecho o intereses, solicita la improcedencia de la presente acción
tutelar.

I.2.5. Resolución

La Sala Civil, Familiar, Social, de la Niñez y Adolescencia de la Corte Superior del Distrito Judicial -
ahora Tribunal Departamental de Justicia- de Pando, constituida en Tribunal de garantías, mediante
Resolución 25 de 19 de octubre de 2009, cursante de fs. 233 a 235 vta., denegó la tutela solicitada y
también “la improcedencia en cuanto a la Prefectura de Pando y la Secretaría de Medio ambiente de
la misma repartición” (sic), con los siguientes fundamentos: 1) Se advierte que el INRA tiene
predisposición de otorgar tierras previa tramitación, por lo tanto no se pueden desconocer las leyes,
si la parte accionante tiene algún derecho sobre las tierras, debe hacer valer estos derechos ante
dicha institución; 2) El derecho de explotación de las empresas es conforme a la Ley Forestal, por lo
que no se puede ordenar la paralización; 3) No se demostró que las etnias que están asentadas en el
territorio de Tacana la Selva o Pacahuara estén reconocidas por el Estado o que hayan nacido a la
vida jurídica a través de una Organización Territorial de Base (OTB) o una Resolución Prefectural; 4)
En relación a que el INRA, inicie los trámites y gestiones para establecer reserva y tierra indígena,
son incompetentes para determinar dicha situación; 5) En cuanto a ordenar la paralización de
desalojo de los indígenas de Tacana la Selva, se ha demostrado que existe un procedimiento
planteado ante el INRA el que deberá determinar lo que fuere de ley y las partes tienen derecho a
impugnar; y, 6) Respecto a la Prefectura y el Secretario del Medio Ambiente, al no haber participado
en el asunto, ni haber tenido conocimiento del mismo, corresponde declarar la “improcedencia” por
falta de legitimación pasiva.

I.3. Consideraciones de Sala

Por mandato de las normas previstas por el art. 20.I y II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; la
Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional, conformó la Sala Liquidadora Transitoria,
posesionando a los Magistrados de la misma, el 15 de febrero de 2012, a objeto de la liquidación de
las acciones tutelares ingresadas a los Tribunales de garantías hasta el 31 de diciembre de 2011,
modificada por la Disposición Transitoria Segunda del Código Procesal Constitucional vigente desde
el 6 de agosto de 2012. Con la referida competencia, se procedió al sorteo de la presente causa,
dictándose la Resolución dentro de plazo.

I.4. Trámite ante el Tribunal Constitucional

Sorteado el expediente en análisis, y ante la ausencia de suficiente literal que le permita a este
Tribunal efectuar un estudio cabal para su resolución, a solicitud de la Magistrada Relatora,
mediante Auto Constitucional 0017/2012-CA/S-L de 15 de mayo, se solicitó documentación
complementaria, reanudándose el plazo mediante Decreto de 21 de enero de 2013; por lo que, la
presente Sentencia Constitucional Plurinacional es pronunciada dentro de plazo.

II. CONCLUSIONES

Del análisis del expediente y de la prueba aportada, se concluye lo siguiente:

II.1. Mediante Resolución 056/97 de 31 de julio de 1997, la entonces Superintendencia


Forestal en el marco de sus atribuciones resolvió otorgar a la empresa maderera Mamoré Cabrera
Ltda., con matrícula de comercio 4-6094-7, representada legalmente por Armando Cabrera Rosado,
una concesión forestal en la cantidad de 49.487.- has., de tierras fiscales, ubicadas en la provincia
Gral. Federico Román del departamento de Pando, por un plazo de cuarenta años prorrogables
sucesivamente por periodos quinquenales (fs. 64 a 67).

II.2. Por Resolución 74/2004 de 26 de julio, la Superintendencia Forestal, resuelve


autorizar a la empresa Maderera Mamoré Cabrera Ltda., a realizar la cesión a favor de la empresa
MABET S.A., con matrícula de comercio 00013391 de su concesión forestal ubicada en la provincia
Gral. Federico Román del departamento de Pando con una superficie de 49.487.- has., de tierras
fiscales obtenida mediante RA 056/97 (fs. 68 a 69).
II.3. Certificado del INRA DGAT-AAHH 0001/2009 de 12 de octubre, mediante el cual
certifica que revisados los libros y archivos, se evidencia que no cursa solicitud alguna sobre
dotación de tierras fiscales por parte de pueblos indígenas Pacahuara y Tacana de la provincia Gral.
Federico Román del departamento de Pando (fs. 218).

II.4. Cursa el Estatuto Orgánico de CIPOAP (fs. 2 a 19).

II.5. La Prefectura del Departamento de Pando, otorgó la personalidad jurídica, mediante


Resolución Prefectural 55/2009 de 23 de marzo a la CIPOAP (fs. 21). Mediante Resolución 1/2008 de
30 de marzo, el representante de la organización accionante demuestra ser Presidente de la Central
Indígena de Pando (fs. 22 y vta.).

II.6. Memorial de 8 de agosto de 2009, de la CIPOAP al INRA de Pando; por el cual se


apersona y demanda la dotación de tierras para la comunidad indígena Pacahuara (fs. 215 y vta.).

II.7. Mediante Auto Administrativo AUABTRIBPAS 017/2009 de 15 de septiembre,


Heriberto Larrea García, Responsable de la Unidad Operativa de Bosque, de Riberalta, dependiente
de la ABT, dispuso el inicio de proceso administrativo contra Armando Paz Arroyo, Cleider Loras
Canamari, en representación del grupo de personas asentadas ilegalmente en la concesión forestal
MABET S.A. (ex San Joaquín) sobre la presunta contravención de desmonte ilegal de una superficie
de 6,28.- has. (fs. 23 a 26).

II.8. Por RA RD-ABT-DDPA 214/2009 de 15 de septiembre, el Director Departamental de


Pando de la ABT, resuelve como medida precautoria desalojar a los contraventores y ocupantes
ilegales e intimar a abandonar los predios ocupados, por la comunidad indígena Tacana la Selva
ubicados en el municipio Nueva Esperanza, provincia Gral. Federico Román del departamento de
Pando, dentro del plazo de setenta y dos horas “posteriores a la notificación con la presente, bajo
apercibimiento de ser desalojados con el auxilio de la Policía Nacional, ó en su defecto a la
guarnición más cercana de las Fuerzas Armadas, conforme al art. 59 del Reglamento de la Ley
Forestal” (sic) (fs. 61 a 63).

II.9. Oficio enviado por la CIPOAP a Juan Wilder Suárez Velarde - ABT PANDO, de 22 de
septiembre de 2009, pidiendo “suspensión de desalojo y presencia en dicho acto” (sic) (fs. 208 y
209).

II.10. Nota enviado por la CIPOAP a Julio Urapotina Aguararupa, Director Departamental del INRA
de Pando, el 22 de septiembre de 2009, pidiendo “suspensión de desalojo” (sic) (fs. 210 y 211).

II.11. El 2 de octubre de 2009, la parte accionante, solicitó al Director del INRA de Pando, copia
legalizada de la RA 0005/2009 de 7 de septiembre, dentro del caso MABET-LA SELVA de igual forma
solicitó al Director de la ABT Regional Pando, copia legalizada de la RA RD-ABT-DDPA- 214/2009 de
15 de septiembre, dictada por Juan Wilder Suárez Velarde (fs. 27 y 28).

II.12. Mediante informe, la Dirección General de Saneamiento, Jefatura Región Llanos sobre las
“Demandas de pueblos indígenas Tacana y Pacahuara de Pando” (sic), de 13 de octubre de 2009,
señala: “no se ha identificado demandas de reconocimiento de derechos a favor de pueblos
indígenas. Se destaca que el proceso de saneamiento de la provincia Gral. Federico Román ha
concluido con la Resolución Administrativa RA-SS 0412/2007 de “(…) 29 de junio de 2007, por la que
conforme lo disponía el art. 235 del Reglamento Agrario ahora derogado, se ha declarado área
saneada e identificado Tierras Fiscales, las mismas que han sido puestas a conocimiento de la
Dirección General de Administración de Tierras, lo que significa que cualquier demanda realizada en
forma posterior al saneamiento debe ser de conocimiento de la citada dirección” (sic) (fs. 219).

II.13. Fotocopia del “Estudio de los Pacahuaras Aislados en Pando”. Central Indígena de Pueblos
Originarios de la Amazonia de Pando. CIPOAP. Álvaro Diez Astete, Consultor. Agosto, 2009. Su
importancia se debe a que se trata de uno de los pocos estudios sobre los indígenas que habitan la
zona objeto de la presente acción popular y mapas, cuya importancia es la ubicación de la zona
objeto de la presente acción tutelar (fs. 204 a 207).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Lucio Ayala Siripi, en su condición de Presidente de la CIPOAP, ahora accionante, alega la vulneración
del derecho a petición y de los arts. 30.II y 31.I y II de la CPE, de los pueblos indígenas Pacahuaras y
Tacana La Selva; toda vez que, en el mismo territorio que habitan estos pueblos indígenas, las
empresas MABET S.A., URKUPIÑA y BOLITAL entre “otras”, explotan madera con el argumento que
fueron beneficiadas con concesiones forestales, afectando sus derechos de pueblos indígenas no
contactados, obligándolos a abandonar su territorio ancestral de forma indirecta, su forma de vida,
sus usos y costumbres; así también ponen en peligro el medio ambiente con la construcción de una
represa en pleno río, poniendo en peligro toda una biodiversidad y las autoridades del
departamento de Pando ahora demandadas que debieran proteger los bosques y el territorio, en
total desconocimiento de la actual Constitución Política del Estado, constantemente amenazan con
efectuar el desalojo de esas “tierras fiscales” a los citados pueblos, sin considerar que al no ser
contactados difícilmente pudieron en su momento pedir el saneamiento de tierras; no obstante, los
indígenas de Tacana la Selva, fueron notificados por funcionarios de la ABT e INRA de Pando, con
resoluciones administrativas que disponen como medida precautoria el desalojo de esas tierras
fiscales “no disponibles” por ser asentamientos ilegales. En consecuencia, corresponde en revisión,
verificar si tales argumentos son evidentes a fin de conceder o denegar la tutela solicitada.

III.1. Naturaleza jurídica de la acción popular

La Constitución Política del Estado se funda en la pluralidad y el pluralismo jurídico, cultural, político,
lingüístico y económico con el propósito de lograr que el Estado garantice el bien estar, la seguridad,
el desarrollo y la dignidad de las personas, naciones comunidades y pueblos indígenas que habitan
este Estado; en el cumplimiento de los principios ético-morales, valores y derechos constitucionales
"para vivir bien” (art. 8.II de la CPE). Estos derechos son inviolables, universales, independientes e
indivisibles, por lo cual es deber del Estado protegerlos.

De igual manera, el art. 9 de la CPE, establece como fines y funciones esenciales del Estado “además
de los que establece la Constitución y la ley”, la construcción de una sociedad justa y armoniosa,
cuyas bases sean la descolonización sin discriminación, con plena justicia social para lograr
consolidar las identidades plurinacionales. Siendo necesario preservar como patrimonio la
plurinacionalidad y promover un aprovechamiento responsable y planificado de los recursos
naturales.

Por lo tanto, la acción popular es de las principales innovaciones introducidas en la Norma Suprema,
dentro de las garantías constitucionales como una acción de defensa tutelar, que hace posible la
materialización de los derechos fundamentales, consagrados en la Constitución Política del Estado y
las leyes, cuando violen o amenacen con violar derechos e intereses colectivos o difusos; así, el art.
135 de la CPE, dispuso que: “La Acción Popular procederá contra todo acto u omisión de las
autoridades o de personas individuales o colectivas que violen o amenacen con violar derechos e
intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, el
medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por esta Constitución”.
Asimismo la SC 1018/2011-R de 22 de junio, en su Fundamento Jurídico III.1.2 con referencia a la
naturaleza jurídica de la acción popular, considera que: “…está integrada por una serie de actos de
procedimiento como la demanda, el informe, la audiencia, la resolución y posterior revisión por el
Tribunal Constitucional, que configuran un proceso constitucional autónomo, de carácter
extraordinario, tramitación especial y sumaria, en el que se impugna la lesión de derechos colectivos
o difusos, existe en tal sentido una pretensión, partes discrepantes, un procedimiento específico
conforme al cual se desarrolla la acción, y un juez o tribunal que la resuelve.

Cabe resaltar que esta acción está prevista en nuestra Ley Fundamental como una acción de
defensa, entendiéndola como el derecho que tiene toda persona -individual o colectiva- de solicitar
la protección a sus derechos e intereses colectivos -o difusos-; de ahí que también se configure como
una garantía prevista por la Ley Superior, con una triple finalidad: 1) Preventiva, evitando que una
amenaza lesione los derechos e intereses bajo su protección; 2) Suspensiva, por cuanto tiene como
efecto hacer cesar el acto lesivo a los derechos e intereses tutelado en la acción; y, 3) Restitutoria,
por cuanto se restituye el goce de los derechos colectivos afectados a su estado anterior”.

De la norma constitucional desarrollada, se tiene que esta garantía jurisdiccional, se


caracteriza por poseer un carácter preventivo y restaurador de los derechos e intereses colectivos;
de esta manera se materializa la protección de los mismos, estableciendo, además la indivisibilidad
en la protección de estos derechos que pertenecen a todos y tiene efecto erga omnes pues los
efectos son para todos los que integran el grupo vulnerado.

III.2. Características, ámbito de protección y de las disposiciones referidas a la acción popular

El art. 136 de la CPE, establece: “I. La Acción Popular podrá interponerse durante el tiempo que
subsista la vulneración o la amenaza a los derechos e intereses colectivos. Para interponer esta
acción no será necesario agotar la vía judicial o administrativa que pueda existir.
II. Podrá interponer esta acción cualquier persona, a título individual o en representación de una
colectividad y, con carácter obligatorio, el Ministerio Público y el Defensor del Pueblo, cuando por el
ejercicio de sus funciones tengan conocimiento de estos actos. Se aplicará el procedimiento de la
Acción de Amparo Constitucional” (las negrillas son nuestras).

Al respecto, la SC 0788/2011-R de 30 de mayo, en el Fundamento Jurídico III.1, establece sobre la


naturaleza jurídica de la acción popular, que ésta “…se caracteriza por poseer un carácter preventivo
y restaurador de los derechos e intereses colectivos. El art. 135 de la CPE, determina que procederá:
‘…contra todo acto u omisión de las autoridades o de personas individuales o colectivas que violen o
amenacen con violar derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la
seguridad y salubridad pública, el medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por esta
Constitución’. Norma que tiene una configuración constitucional destinada a la defensa de los
derechos e intereses colectivos.

La legislación colombiana consigna similares características que la nuestra; es así que el art. 2 de la
Ley 472 de 5 de agosto de 1998 promulgada en dicho país, señala que: ‘Las acciones populares se
ejercen para evitar el daño contingente, hacer cesar el peligro, la amenaza, la vulneración o agravio
sobre los derechos e intereses colectivos, o restituir las cosas a su estado anterior cuando fuere
posible’. Criterio que responde perfectamente a nuestra realidad nacional y por lo tanto aplicable a
los casos concretos” (las negrillas son nuestras).

De esta manera, la acción popular al considerar los derechos e intereses colectivos y difusos puede
ser interpuesta por cualquier persona a título individual o en representación de una colectividad, sin
poder expreso, contra aquella persona natural o jurídica, o contra la autoridad pública cuya
actuación y omisión se considere que amenaza o viola el derecho o interés colectivo; y con carácter
obligatorio debe ser ejercida por el Ministerio Público y el Defensor del Pueblo, cuando en el
desempeño de sus funciones tengan conocimiento de estos actos. Siendo ésta una característica
propia de esta acción tutelar.

Asimismo, la mencionada SC 0788/2011-R, al referirse “La sumariedad, responde a la naturaleza de


la tutela efectiva, en cuanto a su forma de inicio y conclusión de la acción, se llevará a cabo en plazos
muy breves y en una sola audiencia donde se producirá toda la prueba necesaria, en la que se
emitirá la resolución final, sin perjuicio de su remisión ante el Tribunal Constitucional para revisión,
cumpliendo similar procedimiento al establecido para la acción de amparo constitucional”.

Con referencia a la inmediatez, el art. 136 de la CPE, citado, es claro cuando establece: “I. La Acción
Popular podrá interponerse durante el tiempo que subsista la vulneración o la amenaza a los
derechos e intereses colectivos(…)”. No existiendo plazos máximos o mínimos para la interposición
de esta acción. Al respecto, la SC 1971/2011-R de 7 de diciembre, nos dice: ”Conforme ya mencionó
el Tribunal Constitucional, la acción popular tiene particularidades excepcionales respecto a las
demás acciones de defensa, ya que no tiene un plazo de caducidad para ser ejercida, sin embargo, el
plazo para su interposición está estrictamente limitado al tiempo que dure o subsista la violación o
amenaza de los derechos e intereses colectivos”.

En cuanto a la subsidiaridad, el art. 136 de la CPE, claramente establecen la segunda parte del
parágrafo I. “…Para interponer esta acción no será necesario agotar la vía judicial o administrativa
que pueda existir”.

III.3. Respecto a la legitimación activa y pasiva de la acción popular

III.3.1. Sobre la representación de los pueblos indígena originario campesinos a la luz del
constitucionalismo plural imperante en el ámbito de la legitimación activa y pasiva

Este Tribunal, mediante la SCP 0645/2012 de 23 de julio, ha realizado el entendimiento sobre la


importancia del reconocimiento de las instituciones que como entes colectivos integradores son
representativas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, lo cual en sí mismo se
constituye en una manifestación de la libre determinación de estos pueblos, garantizada por la
Constitución Política del Estado y los Tratados y Convenios Internacionales que integran el bloque de
constitucionalidad referentes al tema; por lo tanto, garantizando, el respeto de sus normas y
procedimientos propios, que legitiman sus autoridades y representantes, cuya acreditación al no
estar investida de formalismos no pueden ser exigidas a través de documentos como por ejemplo el
poder notarial para hacer valer sus derechos en instancias administrativas, judiciales y, por
consiguiente constitucionales, ya que el mandato está implícitamente inserto en su ejercicio de
autoridad emanada de su pueblo.

En lo referente a la personería jurídica, la mencionada SCP 0645/2012 de 23 de julio, acorde señaló


con “Este entendimiento establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso
Comunidad indígena Yakye Axa vs. Paraguay, cuando señaló: ‘La Corte considera que el
otorgamiento de personería jurídica sirve para hacer operativos los derechos ya existentes de las
comunidades indígenas, que los vienen ejerciendo históricamente y no a partir de su nacimiento
como personas jurídicas. Sus sistemas de organización política, social, económica, cultural y
religiosa, y los derechos que ello apareja, como la designación de sus propios líderes y el derecho a
reclamar sus tierras tradicionales, son reconocidos no a la persona jurídica que debe inscribirse para
cumplir con un formalismo legal, sino a la comunidad en sí misma que la propia Constitución
paraguaya reconoce como preexistente al Estado’” (las negrillas son nuestros). Derechos
reconocidos en el preámbulo de nuestra Constitución Política del Estado.

III.3.2. Legitimación activa

De acuerdo a la jurisprudencia constitucional, la legitimación activa es la capacidad procesal


reconocida a la persona natural o jurídica para interponer acciones de defensa.

Al respecto, el art. 136.II de la CPE establece: “II. Podrá interponer esta acción cualquier persona, a
título individual o en representación de una colectividad y, con carácter obligatorio, el Ministerio
Público y el Defensor del Pueblo, cuando por el ejercicio de sus funciones tengan conocimiento de
estos actos. Se aplicará el procedimiento de la Acción de Amparo Constitucional” (las negrillas son
nuestras).

La SCP 1422/2012 de 24 de septiembre, al desarrollar el Fundamento Jurídico IV.2. refiere: “Las


naciones y pueblos indígena originario campesinos. Alcances y elementos configuradores a la luz del
régimen constitucional imperante.

El preámbulo de la Constitución, señala que la construcción del nuevo Estado, está basada en el
respeto e igualdad entre todos, dentro de los alcances de los principios de complementariedad,
solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde
predomine la búsqueda del vivir bien, con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política
y cultural de los habitantes de esta tierra y en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo,
educación, salud y vivienda para todos. En ese orden, a partir de estas pautas axiomáticas, el art. 30
de la Constitución, inserto en la parte dogmática de esta Norma Suprema, disciplina los derechos
colectivos de los pueblos indígenas, originarios y campesinos, reconociéndolos como sujetos
colectivos de derechos (art. 30.I de la CPE), disposición constitucional que debe ser interpretada -de
acuerdo al principio de unidad constitucional-, armónicamente con la cláusula estructural del Estado
plasmada en el art. 1 de la CPE, que consolida al pluralismo como el elemento estructurante del
Estado. Asimismo, el art. 30.1 de la Constitución, debe ser interpretado en el marco de los alcances
dogmáticos del principio de libre determinación de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos plasmados en el art. 2 del texto fundamental.

A partir del marco constitucional antes descrito, se tiene que los pueblos y naciones indígenas
originario campesinos son titulares de derechos colectivos, aspecto que consolida la visión propia de
una construcción colectiva del Estado, en ese contexto, el segundo parágrafo del art. 30 de la
Constitución, disciplina el catálogo de derechos, el cual no puede ser considerado como una cláusula
constitucional cerrada, sino por el contrario un listado abierto de derechos al cual, a través de la
interpretación constitucional, podrán incluirse otros derechos de naturaleza colectiva propios de los
pueblos indígenas, originarios y campesinos.

En efecto, entre los derechos colectivos disciplinados por el art. 30.II de la Constitución, se
encuentra el derecho a ‘existir libremente’ (art. 30.II.1 de la CPE), el cual, constituye el postulado
esencial para el ejercicio de la libre determinación de los pueblos y naciones indígenas originario
campesinos.

En efecto, este derecho colectivo asegura la libertad de desarrollo social y cultural a colectividades
cohesionadas por elementos antropológicos y culturales comunes como ser: La identidad cultural;
idioma; organización administrativa; organización territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y
cosmovisión propia, entre otras características de cohesión colectiva.
En el ámbito de lo señalado, en armonía con los elementos de cohesión colectiva antes descritos, la
Constitución Política del Estado reconoce los derechos de los pueblos y naciones indígena originario
campesinas a la identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas, costumbres y a su
propia cosmovisión (art. 30.II.2 de la CPE), elementos a los cuales debe incluirse el derecho a la
territorialidad (art. 30.II.4), para que el principio de libre determinación plasmado en el art. 2
concordante con el art. 30.II.4 de la CPE, tenga un efecto útil a la teleología y esencia del pluralismo,
la interculturalidad y la descolonización como elementos esenciales de la refundación del Estado; en
este marco, los componentes antes descritos, serán los elementos necesarios para la identificación
de los pueblos y naciones indígena originario campesinas en el Estado Plurinacional de Bolivia, para
consagrar así los derechos colectivos referentes al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y
económicos enmarcados en su cosmovisión (art. 30.II.14 de la CPE), consolidando también que sus
instituciones sean parte de la estructura general del Estado (art. 30.II.5 de la CPE), asegurando así el
valor plural supremo referente al vivir bien en un Estado Unitario cuyo diseño responde a los
postulados del pluralismo, la interculturalidad y la descolonización.

Por lo expresado, se tiene que la identificación de naciones y pueblos indígenas originario


campesinos en el Estado Plurinacional de Bolivia, para la aplicación de los derechos colectivos
consagrados por el régimen constitucional imperante, deberá contemplar la existencia de los
elementos de cohesión referentes a la identidad cultural; idioma; organización administrativa;
organización territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y cosmovisión propia, entre otras
características de cohesión colectiva.

Ahora bien, los aspectos antes citados, configuran a los pueblos y naciones indígena originario
campesinas como sujetos colectivos de derecho; en ese orden, por razones de orden socio-
históricas, debe entenderse a este término como un concepto compuesto e inescindible, que
comprende a poblaciones indígenas de tierras altas, tierras bajas y zonas geográficas intermedias
sometidas a un proceso de mestizaje, razón por la cual este concepto se compone de los elementos
indígena-originario-campesino con una semántica socio-histórica indivisible.

En coherencia con lo señalado, debe precisarse además que en el contexto de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, su estructura organizativa por razones también de orden socio-
histórico, podría estar compuesta por organizaciones campesinas, juntas vecinales u otras
modalidades organizativas que reflejen un proceso de mestizaje vivido en el País, en estos casos, el
reconocimiento de derechos colectivos como naciones y pueblos indígena originario campesinos,
responderá a la concurrencia de cualquiera de los elementos de cohesión colectiva descritos supra,
es decir a la existencia de identidad cultural; idioma; organización administrativa; organización
territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y cosmovisión propia, entre otras; por tanto, a pesar
de la influencia de elementos organizativos propios de un proceso de mestizaje, en la medida en la
cual se identifique cualquiera de los elementos de cohesión colectiva antes señalados, la colectividad
será sujeta de derechos colectivos y le será aplicables todos los efectos del art. 30 en sus dos
parágrafos de la Constitución, así como los efectos del principio de libre-determinación inherente a
los pueblos y naciones indígenas originario y campesinos plasmado en el segundo artículo de la CPE.

Asimismo, los miembros de estas colectividades con elementos comunes de cohesión que los
configure como naciones y pueblos indígena originario campesinos, gozarán de derechos
individuales a ser interpretados en contextos interculturales y de acuerdo a valores plurales
supremos…”.

Además, debe aplicarse para esta temática el corpus iure de derecho de los pueblos indígenas
plasmado en el bloque de convencionalidad imperante e inserto en el bloque de constitucionalidad
del Estado Plurinacional de Bolivia, referido en el Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT).

Asimismo, como ya se mencionó en el Fundamento Jurídico III.3.1 de esta Sentencia Constitucional


Plurinacional, de acuerdo a la SCP 0645/2012, por el principio de informalidad que rige la acción
popular no es necesario el poder notarial de representación que se exige para la admisión de las
otras acciones tutelares (las negrillas son nuestras).

III.3.3. Legitimación pasiva

En cuanto a la legitimación pasiva, ésta ha sido entendida por este Tribunal como la coincidencia que
se debe dar entre la autoridad o particular que presuntamente causó la vulneración o la amenaza y
aquella contra quien se dirige la acción, conforme al citado entendimiento y de acuerdo a los arts.
135 de la CPE y 68 del Código procesal Constitucional (CPCo) que dice: “La Acción Popular tiene por
objeto garantizar los derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, espacio,
seguridad y salubridad pública, medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por la
Constitución Política del Estado, cuando ellos por acto u omisión de las autoridades o de personas
naturales o jurídicas son violadas o amenazados”(las negrillas son nuestras).

Por lo anterior, se concluye que cualquier particular o funcionario público de los órganos del Estado
puede ser sujeto pasivo de esta acción.

Con referencia a esta acción tutelar, este Tribunal ha establecido mediante la SC 1018/2011-R de 22
de junio, sobre la protección inmediata en razón a la naturaleza de los derechos protegidos, no
corresponde la regla ni la subregla sobre la legitimación pasiva con referencia a los órganos
colegiados o tribunales que asumieron la resolución o determinación impugnada: “Por otra parte,
este Tribunal, de manera reiterada en las acciones de amparo constitucional, ha señalado que
tratándose de tribunales u órganos colegiados, tienen legitimación pasiva todos los miembros que
asumieron la determinación o resolución impugnada (SSCC 0059/2004-R, 0711/2005-R, 0554/2006-
R, entre otras); sub regla que si bien, a prima facie tendría que ser aplicada también a las acciones
populares; sin embargo, atendiendo al carácter informal de la acción popular -que puede ser
presentada sin agotar los medios de impugnación existentes- y en virtud a la naturaleza de los
derechos protegidos que requieren protección inmediata, se concluye que en la acción popular no es
posible denegar la tutela por dicha sub regla que, además fue creada dentro del recurso -ahora
acción- de amparo constitucional.

Dicho entendimiento, por otra parte, resulta coherente con lo establecido en el art. 98 de la LTCP,
que entre los requisitos de la acción popular, al hacer referencia a la parte demandada, señala:
‘Indicar el nombre y domicilio de la parte demandada o de su representante legal’; no siendo
imprescindible, por ende, identificar a todos los que componen el órgano colegiado”’ (las negrillas
fueron añadidas).

III.3.4. Tercero interesado

Por su naturaleza, la acción popular al tratar derechos e intereses colectivos y difusos, no se


considera al tercero interesado, por lo cual no es requisito de admisibilidad de la acción popular
notificar al tercero interesado; sin embargo, si alguna persona o grupo de personas considera que
con la resolución se pueden afectar sus derechos, pueden presentarse en la audiencia y, si el
Tribunal lo considera pertinente, ser oídos en la misma.

En casos que deba intervenir el Estado, la SC 0353/2012 de 22 de junio en su Fundamento Jurídico


III.1. se refiere a las acciones de defensa y el rol de la Procuraduría General del Estado : “…debe
establecerse que la Procuraduría General del Estado tampoco tiene la calidad de tercero interesado
en acciones de defensa, por cuanto cuando no sea parte procesal directa en la causa que dio origen
a la activación del control tutelar de constitucionalidad, no es razonable su notificación en procesos
tutelares en calidad de tercero interesado, porque sus roles de supervisión ya desarrollados supra,
no se enmarcan dentro del alcance de los terceros interesados en acciones de defensa”.

III.4. Derechos tutelados por la acción popular

Del contexto previsto en el art. 135 de la CPE, se tiene que la acción popular, se encuentra destinada
a la protección de los derechos e intereses colectivos relacionados con el patrimonio, el espacio, la
seguridad y salubridad pública, el medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por la
Constitución.

Al referirnos a los derechos colectivos o intereses difusos, éstos trascienden al individuo, nos
referimos a los denominados derechos de tercera generación, que protegen ya no los derechos e
intereses del individuo sino de un grupo humano, que habita un lugar determinado y que sufre la
violación de sus derechos e intereses, lo cual le otorga carácter difuso.

Al respecto, Mauro Capelletti, principal impulsor de la doctrina de los derechos e intereses colectivos
y difusos, se refiere al problema social que surge a la luz de los nuevos derechos y busca “asegurar el
acceso a la justicia para estos grupos de personas no organizadas”; “los derechos sociales se refieren
a vastas categorías de personas y solamente un sistema procesal distinto del tradicional estará en
grado de asegurar una protección eficaz… “; debiéndose tener en cuenta a los grupos vulnerables de
la sociedad, por razones de sexo, religiosas, étnicas u otros. Más adelante, sostiene que “los
intereses colectivos o difusos no pertenecen exactamente al derecho público, poseen características
sui géneris. Se encuentran- en cierto sentido-en la mitad del camino de los derechos privados y los
públicos. En otras palabras, son públicos solamente en el sentido de que se refieren a las categorías
o grupos de personas, pero que por lo demás son y permanecen como ciudadanos privados”.

Por su parte, María del Pilar Hernández Martínez nos dice: “caracterizamos comprensivamente
como difusos aquellos intereses que pertenecen a todos y cada uno de los que conforman una
colectividad humana que se nuclean en torno a un bien de la vida y que, siendo lesionados, carecen
de vías de tutela en función al desconocimiento real de aquellos que han sido afectados o conocidos
por falta de legitimación procesal del colectivo para hacer valer el interés particular”.

Asimismo, Crescencio Martínez Geminiano, los define como: “aquellos que corresponden a un
número indeterminado de personas que no está agrupadas o asociadas para la defensa de sus
intereses comunes, sino que forman conglomerados dispersos, como son los integrados por los
consumidores, las víctimas de contaminación ambiental, los interesados en defender el patrimonio
artístico y cultural y otros".

Ahora bien, se debe plantear las diferencias y similitudes existentes entre los intereses y derechos
colectivos; y, los intereses y derechos difusos. En ese sentido, este Tribunal ha establecido en la SCP
0276/2012 de 4 de junio, señala: “Al respecto, la SCP 0176/2012 de 14 de mayo, siguiendo el
razonamiento de la SC 1018/2011-R de 22 de junio, ha establecido que ‘De la interpretación
teleológica, gramatical (art. 196. II de la CPE) y sistemática (art. 6.II de la LTCP), que facultan a este
tribunal, de las normas referidas, puede extraerse que la acción popular otorga protección a lo
siguiente:

a) Los derechos e intereses colectivos objeto de protección constitucional explícita por la


acción popular son: el patrimonio, el espacio, la seguridad, la salubridad pública y el medio ambiente
referidos expresamente por los arts. 135 de la CPE y 94 de la LTCP.

En este sentido, el concepto de derecho colectivo latu sensu incorpora e implica a los derechos
colectivos propiamente tales y a los derechos difusos, así la SC 1018/2011-R de 22 de junio, sostuvo
que: 'Como se ha señalado la Constitución Política del Estado sostiene que la acción popular procede
contra actos u omisiones que amenacen violar o violen derechos e intereses colectivos, sin hacer
referencia a los intereses difusos; sin embargo, dicha norma debe ser interpretada sistemáticamente
y, en ese sentido, debe tenerse en cuenta que el mismo art. 135 de la CPE, hace referencia, como
derechos e intereses protegidos, al patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, los
cuales, con base en la distinción efectuada en el punto anterior, son específicamente considerados
difusos y no así colectivos.

Consiguientemente, a partir de una interpretación sistemática del art. 135 de la CPE, se debe
concluir que la acción popular protege, además de derechos e intereses colectivos, derechos e
intereses difusos -ambos contenidos bajo el nomen iuris 'Derechos Colectivos'.

(…)

Respecto a la diferenciación entre derechos o intereses colectivos, difusos e individuales


homogéneos, se tiene que:

'i) Derechos o intereses colectivos en sentido estricto, correspondientes a un colectivo identificado o


identificable como son por ejemplo las naciones y pueblos indígena originario campesinos (art. 30.II
de la CPE), cuyos componentes están organizados y mantienen relaciones orgánicas entre sí;

ii) Derechos o intereses difusos, que corresponden a una pluralidad de personas que no pueden
determinarse, lo que puede suceder por ejemplo cuando la distribución de un medicamento dañado
amenaza a todo potencial usuario. Asimismo, por la naturaleza de estas circunstancias no existe la
posibilidad de concebir que la pluralidad de sujetos estén organizados mediante mecanismos de
coordinación de voluntades y menos que tengan una relación orgánica entre sí;

iii) Derechos o intereses individuales homogéneos -que en el marco de la SC 1018/2011-R de 22 de


junio, se denominan intereses de grupo-, corresponden a un conjunto de personas que
accidentalmente se encuentran en una misma situación cuyos componentes individualmente
cuentan con derechos subjetivos por un «origen común» siendo sus acciones procesales divisibles,
pero que en virtud al principio de economía procesal se pueden tratar de forma colectiva, aspecto
que sucede por ejemplo cuando un producto defectuoso provocó daños en la salud de varios
individuos, en dichos casos los afectados buscarán el resarcimiento, pero para no iniciar sucesivas
demandas civiles en detrimento a la administración de justicia pueden resolverse en una misma
sentencia.

En ese sentido, se puede colegir que los derechos o intereses colectivos en sentido estricto y los
derechos o intereses difusos que en esencia son transindividuales e indivisibles y necesariamente
requieren una solución unitaria y uniforme, son tutelables por la acción popular, mientras que los
derechos o intereses individuales homogéneos al tratarse de derechos subjetivos donde se busca el
resarcimiento no se tutelan a través de la acción popular, puesto que en el derecho comparado se
protegen por las acciones de grupo (Colombia) donde la sentencia determinará diferentes grados de
afectación y de reparación económica’.

b) Otros derechos de similar naturaleza; es decir, de carácter colectivo o difuso -diferentes a los
explícitamente enunciados- contenidos en normas que integren en bloque de constitucionalidad
(art. 410.II de la CPE) o incluso en normas legales de características similares a los referidos e
indispensables para el vivir bien, en su carácter colectivo, lo que concuerda con el concepto de
progresividad que rige a los derechos, como sucede con el derecho al agua, que se constituye en un
derecho autónomo y con eficacia directa que en su dimensión colectiva como derecho difuso y
colectivo, encuentra protección por la acción popular.

c) Otros derechos incluso subjetivos por estar relacionados o vinculados con los derechos
expresamente referidos por el art. 135 de la CPE o con los implícitos referidos por la cláusula abierta
contenida en la misma norma constitucional en virtud al principio de interrelación de los derechos
fundamentales contenido en el art. 13.I de la CPE, que instrumentalicen o hagan efectivos a los
mismos.

Dicho razonamiento encuentra mayor sentido si se considera el principio de indivisibilidad e


interdependencia de todos los derechos previstos en el art. 13.I de la CPE y la Declaración y
Programa de Acción de Viena de 1993, que reafirma que todos los derechos son indivisibles,
interrelacionados e interdependientes, que no se constituyen en estancos separados los unos de
otros sino necesarios en su globalidad para alcanzar un bienestar común y el vivir bien, esto implica
que la restricción al núcleo esencial de un derecho pueda afectar negativamente a los demás.

Ello mismo provoca reconocer el fenómeno de la conexidad, así si bien el legislador constituyente,
diferenció la acción de amparo constitucional para la tutela de derechos subjetivos y la acción
popular para la protección de los derechos e intereses colectivos, es posible que una misma causa,
afecte tanto a derechos subjetivos como a derechos colectivos; de forma que, la tutela del derecho
subjetivo mediante el amparo constitucional eventualmente e indirectamente puede alcanzar a la
tutela del derecho colectivo y la tutela que otorga la acción popular puede incluir a derechos
subjetivos.

De la Sentencia Constitucional Plurinacional citada, se puede precisar que a través de la acción


popular se tutela los derechos colectivos propiamente dichos y los derechos difusos y no así los
interese individuales, económicos, sociales y culturales que se encuentran tutelados por otras
acciones como la acción de amparo constitucional, de libertad de protección y de privacidad”.

III.5. Constitución Política del Estado y bloque de constitucionalidad

El bloque de constitucionalidad establecido en el art. 410 de la CPE, al tutelar los derechos humanos
reconoce los derechos de tercera generación, derechos de los pueblos o derechos de la solidaridad
de los pueblos, que están consagrados en disposiciones de algunas convenciones internacionales
sobre derechos humanos, entre los que se encuentran: derecho a la libre determinación, derecho a
la independencia económica y política, derecho a la identidad nacional y cultural, derecho a la paz,
derecho a la coexistencia pacífica, derecho al entendimiento y confianza, la cooperación
internacional y regional, la justicia internacional, el uso de los avances de las ciencias y la tecnología,
la solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos y ecológicos, el medio ambiente,
el patrimonio común de la humanidad, el desarrollo que permita una vida digna. El Estado debe
velar por el efectivo disfrute de estos derechos y realizar las acciones necesarias para
salvaguardarlos porque representan las más altas aspiraciones del ser humano.

De igual manera, el art. 13.IV de la CPE establece que: “Los tratados y convenios internacionales
ratificados por la Asamblea Legislativa Plurinacional que reconocen los derechos humanos y
prohíben su limitación en los Estados de Excepción prevalecen en el orden interno. Los derechos y
deberes consagrados en esta Constitución se interpretarán de conformidad con los Tratados
internacionales de derechos humanos ratificados por Bolivia”.
Por otra parte, el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos y Sociales y el Convenio 169 de la OIT, además de referirse a la libre determinación de
los pueblos, establecen derechos inherentes a los pueblos indígenas, que en Bolivia se denominan
naciones y pueblos indígena originario campesino.

III.6. El bloque de constitucionalidad y tratados internacionales sobre los pueblos indígenas y


pueblos aislados

Los derechos de los pueblos indígenas, incluidos los pueblos en aislamiento y en contacto inicial, son
objeto de protección por parte de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Por lo
tanto se cuenta con un primer marco jurídico de derechos humanos genérico, centrado en los
instrumentos internacionales.

III.6.1. Sistema Universal de Protección de Derechos Humanos

En este contexto, el art. 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), establece
que: “En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a las
personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en común con los
demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia
religión y a emplear su propio idioma”. Además de los derechos establecidos en el citado artículo,
aplicables a los pueblos indígenas, incluidos los que se encuentran en aislamiento y en contacto
inicial, existen otros derechos como el derecho a la vida, a la salud o la autodeterminación
igualmente reconocida por el derecho internacional de los derechos humanos.

Los derechos de los pueblos indígenas han sido desarrollados por la jurisprudencia emanada de los
diferentes órganos de vigilancia de los tratados internacionales, fundamentalmente del Comité de
Derechos Humanos y el Comité contra la Discriminación Racial. El Comité de Derechos Humanos,
sobre la base del art. 27 del PIDCP, ha desarrollado la interdependencia entre los derechos culturales
de los pueblos indígenas y otros derechos como el derecho a la autodeterminación, a los territorios y
recursos naturales, a la cultura y a las prácticas religiosas.

Por último, ha de prestarse una especial atención a las recomendaciones emitidas por estos Comités
en relación a los derechos que establecen los tratados internacionales y para garantizar el
reconocimiento de diversos derechos importantes para los pueblos indígenas, más concretamente
los pueblos en aislamiento y contacto inicial como los derechos territoriales, culturales o a la salud.

Entre todas estas recomendaciones que han sido planteadas por los diversos Comités podemos
destacar las observaciones generales del Comité de Derechos Humanos 23*, sobre el derecho de las
minorías (art. 27 del PIDCP), y 27 sobre la libertad de circulación (art. 12 del citado Pacto)**.
También es importante la observación general 14*** del Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales sobre el derecho al más alto nivel posible de salud (art. 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y la Recomendación general 23 del Comité para la
Eliminación de la Discriminación Racial (CERD)**** relativa a los derechos de los pueblos indígenas.

El derecho a la vida se reconoce en la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 3) y el Pacto


Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 6). El derecho a la salud está recogido en la
Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 25) el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (art. 12). El derecho a mantener sus formas de vida está recogido
en diversos instrumentos internacionales, como la Declaración Universal de Derechos Humanos o el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 27). El derecho a la autodeterminación está
recogido en el art. 1 de ambos Pactos Internacionales de derechos humanos.

El Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la Naciones Unidas, durante su quinta sesión
de reuniones, recomendó:

“1. Los pueblos indígenas en aislamiento voluntario o en contacto inicial tienen derecho a
permanecer en dicha condición y de vivir libremente y de acuerdo a sus culturas.

2. Los Estados adoptarán medidas y políticas adecuadas, con conocimiento y participación de los
pueblos y las organizaciones indígenas, para reconocer, respetar y proteger las tierras, territorios,
medio ambiente y culturas de estos pueblos, así como su vida e integridad individual y colectiva.

3. El Foro recomienda que los Estados presten especial atención a la situación de los pueblos
indígenas con los que no se haya entrado en contacto, los pueblos que se hayan aislado
voluntariamente y los pueblos que se encuentren en localidades aisladas distantes, así como los
pueblos desplazados de comunidades indígenas. El Foro recomienda que el Relator Especial sobre la
Situación de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas preste
especial atención en sus informes anuales a la situación de esos pueblos.

El Foro también considera que la situación de esos pueblos debe ser el tema de una reunión
internacional especial durante el Segundo Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del
Mundo”. Y en mayo de 2006 volvió a recomendar:

“El Foro Permanente reitera la recomendación que formuló en su cuarto período de sesiones acerca
de los pueblos indígenas que se han aislado voluntariamente o semivoluntariamente y aquellos con
los que no se haya entrado en contacto, e insta a los gobiernos, las organizaciones de los pueblos
indígenas, las organizaciones no gubernamentales y los órganos multilaterales a que tomen nota de
la aplicación de la Declaración de Belém sobre los pueblos indígenas aislados del Amazonas y el Gran
Chaco, así como del Convenio 169 de la OIT, la legislación nacional y las órdenes de los tribunales
que protegen y mantienen los derechos de esos pueblos indígenas y sus territorios designados en
todo el mundo a vivir aislados si así prefieren. El Foro Permanente insta a los gobiernos, al sistema
de las Naciones Unidas, la sociedad civil y las organizaciones de los pueblos indígenas a que
cooperen para garantizar inmediatamente la prohibición efectiva de la injerencia externa, la
agresión, la asimilación forzosa y los actos y procedimientos de genocidio. Las medidas de
protección deberían comprender la salvaguardia de su entorno natural y sus medios de vida, y
servicios móviles de atención sanitaria que sean invasivos al mínimo y se presten con sensibilidad
cultural”.

III.6.2.Convenio 169 de la OIT

El art. 1.1.(b) del Convenio 169 de la OIT dispone que dicho tratado se aplicará a los pueblos en
países independientes, considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que
habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista
o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea
su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y
políticas, o parte de ellas.

El art. 1.2 del mismo Convenio establece: “La conciencia de su identidad indígena o tribal deberá
considerarse un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las
disposiciones del presente Convenio.”

Asimismo, de acuerdo a la Convención, “los Pueblos indígenas en aislamiento voluntario son


aquellas etnias que por decisión propia han decidido mantenerse al margen del contacto con otros
pueblos y vivir en su territorio de acuerdo a sus costumbres ancestrales” (las negrillas son nuestras).

Por su parte, Raquel Irigoyen, considera que sobre la identificación de los pueblos indígenas” en
primer lugar, cabe aclarar a qué sujeto nos referimos. El derecho internacional identifica como
pueblos indígenas aquellos pueblos que pre- existen a los estados actuales (hecho histórico),
conservan en todo o en parte sus instituciones sociales , políticas, culturales, o modos de vida
(vigencia actual), y que tienen autoconciencia de su ‘propia identidad’ (criterio subjetivo).

En relación con el derecho de propiedad indígena, los órganos del sistema interamericano han usado
expresamente las disposiciones del Convenio 169 de la OIT tal y como ha explicado la Corte
Interamericana, “al analizar el contenido y alcance del artículo 21 de la Convención, en relación con
la propiedad comunitaria de los miembros de comunidades indígenas, la Corte ha tomado en cuenta
el Convenio 169 de la OIT, a la luz de las reglas generales de interpretación establecidas en el
artículo 29 de la Convención, para interpretar las disposiciones del citado artículo 21 de acuerdo con
la evolución del sistema interamericano, habida consideración del desarrollo experimentado en esta
materia en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”.

Para la CIDH, el Convenio 169 de la OIT “es el instrumento internacional de derechos humanos
específico más relevante para los derechos de los indígenas”, por lo cual es directamente pertinente
para la interpretación del alcance de los derechos de los pueblos indígenas y tribales y sus
miembros, en particular bajo la Declaración Americana.

III.7. El Sistema Interamericano de los derechos Humanos: Comisión Interamericana de Derechos


Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y los Derechos de los Pueblos Indígenas y
Tribales

Con el fin de salvaguardar los derechos esenciales del hombre en el continente americano, la
Convención instrumentó dos órganos competentes para conocer de las violaciones a los derechos
humanos: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.

III.7.1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos fue creada por resolución de la Quinta Reunión
de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en Santiago de Chile en 1959. La CIDH fue
formalmente establecida en 1960, cuando el Consejo de la Organización aprobó su Estatuto. Su
Reglamento, sancionado en 1980, ha sido modificado en varias oportunidades, la última de ellas en
2006.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos es uno de los dos órganos del Sistema
Interamericano responsables de la promoción y protección de los derechos humanos. Está integrada
por siete miembros, elegidos por la Asamblea General, quienes ejercen sus funciones con carácter
individual por un período de cuatro años, reelegibles por una sola vez.

III.7.2. La Corte Interamericana de Derechos Humanos

Con sede en San José Costa Rica, es una institución judicial autónoma de la Organización de los
Estados Americanos cuyo objetivo es la aplicación e interpretación de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y de otros tratados concernientes al mismo asunto y fue establecida en
1979.

III.7.3. Los derechos de los pueblos indígenas y tribales en el ámbito interamericano

Mediante la publicación “Derechos de los Pueblos Indígenas y Tribales sobre sus Tierras Ancestrales
y Recursos Naturales-Normas y jurisprudencia del Sistema Interamericano de Derechos Humanos”,
de 2010, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, considera que: “Los pueblos indígenas y
tribales tienen formas de vida únicas, y su cosmovisión se basa en su estrecha relación con la tierra.
Las tierras tradicionalmente utilizadas y ocupadas por ellos son un factor primordial de su vitalidad
física, cultural y espiritual. Esta relación única con el territorio tradicional puede expresarse de
distintas maneras, dependiendo del pueblo indígena particular del que se trate y de sus
circunstancias específicas; puede incluir el uso o presencia tradicionales, la preservación de sitios
sagrados o ceremoniales, asentamientos o cultivos esporádicos, recolección estacional o nómada,
cacería y pesca, el uso consuetudinario de recursos naturales u otros elementos característicos de la
cultura indígena o tribal.” Continúa, “Como lo ha señalado la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, ‘para las comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión
de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente,
inclusive para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras. La garantía del
derecho a la propiedad comunitaria de los pueblos indígenas debe tomar en cuenta que la tierra
está estrechamente relacionada con sus tradiciones y expresiones orales, sus costumbres y lenguas,
sus artes y rituales, sus conocimientos y usos relacionados con la naturaleza, sus artes culinarias, el
derecho consuetudinario, su vestimenta, filosofía y valores. El Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial también ha concluido que los derechos territoriales de los pueblos indígenas
son únicos, y abarcan una tradición y una identificación cultural de los pueblos indígenas con sus
tierras que ha sido generalmente reconocida”.

“El derecho a la propiedad bajo el artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
tiene, por ende, una importancia singular para los pueblos indígenas y tribales, porque la garantía
del derecho a la propiedad territorial es una base fundamental para el desarrollo de la cultura, la
vida espiritual, la integridad y la supervivencia económica de las comunidades indígenas. Es un
derecho al territorio que incluye el uso y disfrute de sus derechos naturales. Se relaciona
directamente, incluso como un pre‐requisito, con los derechos a la existencia en condiciones dignas,
a la alimentación, al agua, a la salud, a la vida, al honor, a la dignidad, a la libertad de conciencia y
religión, a la libertad de asociación, a los derechos de la familia, y a la libertad de movimiento y
residencia. A lo largo de las Américas, los pueblos indígenas y tribales insisten en que el Estado ‘les
garantice en forma efectiva su derecho a vivir en su territorio ancestral y poder así no sólo realizar
sus actividades tradicionales de subsistencia, sino también preservar su identidad cultural” (las
negrillas son nuestras).

“De tiempo atrás, los órganos del sistema interamericano han prestado una particular atención al
derecho de los pueblos indígenas y tribales a la propiedad comunal sobre sus tierras y recursos
naturales, como un derecho en sí mismo, y en tanto garantía del disfrute efectivo de otros derechos
básicos. Para la CIDH, ‘la protección del derecho a la propiedad de los pueblos indígenas sobre sus
territorios ancestrales es un asunto de especial importancia, porque su goce efectivo implica no sólo
la protección de una unidad económica sino la protección de los derechos humanos de una
colectividad que basa su desarrollo económico, social y cultural en la relación con la tierra’. La Corte
Interamericana; a su vez, ha subrayado que los derechos territoriales de los pueblos indígenas se
relacionan con “el derecho colectivo a la supervivencia como pueblo organizado, con el control de su
hábitat como una condición necesaria para la reproducción de su cultura, para su propio desarrollo y
para llevar a cabo sus planes de vida”(las negrillas son nuestras).

Asimismo, una materia central de la cuestión indígena ha sido el tema de la tierra, concepto
comprensivo del derecho a la tierra, su uso y conservación. Al respecto, la Corte Interamericana tuvo
la oportunidad de resolver sobre esta materia en “el caso Comunidad Mayagna (Sumo) AwasTingni,
en el cual se alegaba que “el Estado de Nicaragua no había demarcado las tierras comunales de la
Comunidad Awas Tingni, ni había tomado medidas efectivas que aseguraran los derechos de
propiedad de dicha Comunidad en sus tierras ancestrales y recursos naturales. También se alegaba
que el Estado había otorgado una concesión en las tierras de la Comunidad sin su consentimiento y
no había garantizado un recurso efectivo para responder a las reclamaciones de la Comunidad sobre
su derecho de propiedad. La sentencia de la Corte se hizo cargo del tema del derecho a la propiedad
garantizado en el artículo 21.1 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos interpretándolo
a la luz de las especiales características del derecho de propiedad de la tierra para los indígenas. En
primer lugar, determinó que, conforme a las normas interpretativas aplicables (artículos 21 y 29.b de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, además de los trabajos preparatorios de la
Convención y la propia legislación interna de Nicaragua), la Corte podía comprender dentro de la
protección del artículo 21 el derecho a la propiedad en el marco particular del derecho de
“propiedad comunal” consagrado en la legislación interna de Nicaragua. Este es un primer punto
que merece ser destacado, ya que la Corte realizó una interpretación progresiva del derecho de
propiedad, en cuanto lo utilizó a la luz de las necesidades del caso concreto, ampliando el contenido
tradicional del derecho de propiedad, es decir, como un derecho típicamente individual a una
concepción que permitiera comprender dicho derecho a la luz de las instituciones indígenas sobre el
derecho de propiedad, como un derecho de ejercicio colectivo y con implicaciones culturales
particulares. Una vez determinado el campo conceptual sobre el que se aplicaría el análisis, la Corte
pasa a realizar algunas consideraciones respecto de la especial naturaleza del derecho de propiedad
de las comunidades indígenas, aplicables a toda la realidad del continente. Destaca la Corte que
“entre los indígenas existe una tradición comunitaria sobre una forma comunal de la propiedad
colectiva de la tierra, en el sentido de que la pertenencia de ésta no se centra en un individuo sino
en el grupo y su comunidad. Los indígenas por el hecho de su propia existencia tienen derecho a vivir
libremente en sus propios territorios; la estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra
debe de ser reconocida y comprendida como la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual,
su integridad y su supervivencia económica. Para las comunidades indígenas la relación con la tierra
no es meramente una cuestión de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del
que deben gozar plenamente, inclusive para preservar su legado cultural y transmitirlo a las
generaciones futuras”. Vale la pena destacar dos cuestiones que claramente establece la Corte que
deben considerar los Estados en materia de propiedad indígena. La primera, el reconocimiento de la
propiedad colectiva de la tierra en el marco del art. 21.1 de la CADH, fijando como núcleo del
derecho la titularidad grupal y comunitaria sobre la tierra, acorde con los criterios generales
desarrollados internacionalmente en esta materia. Segundo, la Corte va más allá de la sola fijación
del contenido del derecho de propiedad y hace un vínculo directo entre la cultura indígena y el
derecho a la tierra, como base para el desarrollo cultural y la preservación del legado y su
transmisión a las generaciones futuras, recogiendo una nueva visión del derecho a la tierra, no sólo
como un derecho de propiedad, sino como una manifestación cultural. En definitiva, ambos criterios
debieran estar presentes en las políticas públicas que implementen los Estados en materia de
propiedad indígena para los efectos de cumplir con sus obligaciones internacionales emanadas de la
CADH: reconocimiento de la propiedad colectiva de la tierra y su vinculación con los aspectos
culturales y de sobrevivencia de los grupos indígenas” (las negrillas son nuestras).

Por su parte, la Corte también entra al análisis de un tema central en la propiedad indígena, cual es,
cómo acreditar el dominio. Al efecto “la Corte recurre al derecho consuetudinario como el elemento
definitorio, reconociendo que ‘producto de la costumbre, la posesión de la tierra debería bastar para
que las comunidades indígenas que carezcan de un título real sobre la propiedad de la tierra
obtengan el reconocimiento oficial de dicha propiedad y el consiguiente registro’. Es decir, el
derecho consuetudinario servirá para determinar el goce y ejercicio del derecho de propiedad, así
como criterio de prueba de la titularidad en caso de conflicto, primando por sobre la legislación
estatal (título real). El Estado deberá reconocer oficialmente la propiedad de la tierra acreditada
mediante el derecho consuetudinario y deberá proceder a registrarla de acuerdo a su derecho
interno”.

“Este es un cambio absoluto de perspectiva; en efecto, a criterio de la Corte, es la legislación


nacional la que debe adecuarse al derecho consuetudinario para resolver los conflictos en torno a la
propiedad de la tierra y el Estado deberá proveer los mecanismos institucionales y administrativos
para hacer efectivo este derecho. Es destacable el hecho que la Corte no sólo reconozca elementos
propios de la cultura indígena, sino que extraiga consecuencias prácticas de dicho reconocimiento y
obligue al Estado a actuar en consecuencia.

La Corte se hace cargo del problema de la efectividad y seguridad en el goce del derecho de
propiedad. Aún en el caso de que el Estado reconozca la propiedad indígena, si no toma las medidas
adecuadas para su delimitación y demarcación, el derecho no se goza plenamente, manteniéndose a
las comunidades en un estado de incertidumbre e inseguridad que el Estado debe reparar. No actuar
de esta forma genera una situación de inseguridad y permite acciones del propio Estado que son
violatorias de los derechos que emanan de la propiedad de la tierra, como el otorgamiento de
concesiones mineras a terceros” (las negrillas son nuestras).

Por último, “la Corte hace un vínculo interesante entre el respeto del derecho de propiedad del
artículo 21.1 y la obligación general de respeto y garantía del art. 1.1 de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos en materia de atribución de responsabilidad internacional al Estado. La
responsabilidad de organizar el aparato público tomar medidas adecuadas para garantizar el goce y
ejercicio del derecho de propiedad indígena es de todo el Estado y sus agentes, de forma tal que “la
acción u omisión de cualquier autoridad pública, independientemente de su jerarquía, constituye un
hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la
Convención Americana”. De esta forma, comprometen la responsabilidad del Estado todas aquellas
autoridades que no toman las medidas adecuadas para garantizar el derecho a la propiedad de las
comunidades indígenas; las que no hacen primar las normas consuetudinarias acerca del goce del
derecho, como de su reconocimiento en la legislación interna y en la administración y registro de la
tierra; las que omiten tomar las medidas para delimitar y marcar dichos territorios; las que conceden
su explotación a terceros, o permiten que esto ocurra. Es decir, cualquier actividad del Estado y sus
agentes, ya sea de acción u omisión, que no permita el libre goce y ejercicio del derecho a la tierra
sobre la base de las particularidades de la cultura indígena hace incurrir al Estado en responsabilidad
internacional” (el resaltado nos corresponde).

III.7.4. Convención Americana sobre Derechos Humanos

La Convención Americana de Derechos Humanos, más conocida como Pacto de San José de Costa
Rica, firmada en febrero de 1993, en vigencia internacional desde el 22 de noviembre de 1969,
aprobada en Bolivia por Ley No. 1430 con el debido depósito de la Ratificación ante la Secretaría
General de la Organización de Estados Americanos (OEA), forma parte del Sistema Jurídico
Internacional y Nacional de los Derechos Humanos (DDHH). Fue suscrita después de realizarse la
Conferencia Especializada Interamericana de Derechos Humanos. Constituye una de las bases del
Sistema Interamericano.

El derecho a la propiedad bajo el art. 21 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene,


una importancia especial para los pueblos indígenas y tribales, porque la garantía del derecho a la
propiedad territorial es una base fundamental para el desarrollo de la cultura, la vida espiritual, la
integridad y la supervivencia económica de las comunidades indígenas (las negrillas son nuestras).

Hace algunos años los órganos del sistema interamericano han comenzado a dar mayor atención al
derecho de los pueblos indígenas y tribales, a la propiedad comunal sobre sus tierras y recursos
naturales, como un derecho en sí mismo, y en tanto garantía del disfrute efectivo de otros derechos
básicos. Para la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso ya citado suscitado en
Nicaragua, “la protección del derecho a la propiedad de los pueblos indígenas sobre sus territorios
ancestrales es un asunto de especial importancia, porque su goce efectivo implica no sólo la
protección de una unidad económica sino la protección de los derechos humanos de una
colectividad que basa su desarrollo económico, social y cultural en la relación con la tierra”.
Asimismo, la Corte Interamericana, a su vez, ha subrayado que los derechos territoriales de los
pueblos indígenas se relacionan con “el derecho colectivo a la supervivencia como pueblo
organizado, con el control de su hábitat como una condición necesaria para la reproducción de su
cultura, para su propio desarrollo y para llevar a cabo sus planes de vida”.

III.7.5. El Sistema Interamericano de Derechos Humanos- Caso Saramaka vs. Surinam, sentencia de
28 de noviembre de 2007, Corte Interamericana de Derechos Humanos

Sobre el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, la SC 0110/2010-R de 10 de mayo, ha


realizado el siguiente entendimiento en su Fundamento Jurídico III.3 “El Sistema Interamericano de
Derechos Humanos. Fundamentos y efectos de las Sentencias emanadas de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH).
Luego de la sangrienta lección histórica que dejó el ‘La Segunda Guerra Mundial’ en Europa, en el
plano internacional surgió la necesidad de resguardar Derechos Humanos a través de mecanismos
supra-nacionales que de manera continua y efectiva subordinen en cuanto a sus decisiones y control
tanto a regímenes legales internos y actos de autoridad que puedan afectar estos derechos,
concepción que cimentó las bases de un Derecho Internacional de los Derechos Humanos, rama
dentro de la cual, se diseñaron tres sistemas de protección específicos de Derechos Humanos: El
Europeo; el Interamericano y el Africano.

A la luz del caso de autos, es imperante estudiar los fundamentos del Sistema Interamericano de
Protección de Derechos Humanos, a cuyo efecto, en principio, debe señalarse que éste es un
conjunto de herramientas normativas y jurisdiccionales cuyo diseño cohesiona armoniosamente la
dogmática y esencia de derechos considerados inherentes al ser humano por su naturaleza óptica,
con instituciones cuya activación garantizan un respeto efectivo de estos derechos. En mérito a lo
expuesto, se tiene que la sistematicidad del mismo, hace que el contenido de sus herramientas
normativas y las decisiones emanadas de sus mecanismos institucionales, se enraícen de tal manera
en el orden interno de los países miembros, que sus postulados no solamente forman parte de este
precepto, sino que se constituyen en informadores del régimen interno, el cual, se sujeta y
subordina en cuanto a su contenido a éste, armonizándose de esta manera el orden nacional con el
orden supranacional de los Derechos Humanos, siendo por tanto esta ‘sistematicidad’ el
fundamento y la razón de ser de esta ingeniería supranacional destinada a la protección real y
efectiva de Derechos Humanos.

En mérito a lo expuesto, se tiene que los elementos normativos y las decisiones jurisdiccionales que
emanen de este sistema no son aislados e independientes del sistema legal interno, de hecho, la
efectividad en cuanto a la protección de los derechos fundamentales, solamente está garantizada en
tanto y cuanto el orden interno asuma en lo referente a su contenido los alcances y efectos de estas
normas y decisiones emergentes del Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos.
En efecto, la doctrina del bloque de constitucionalidad reconocida por el art. 410 de la CPE,
contempla como parte del mismo a los Tratados Internacionales referentes a Derechos Humanos,
entre los cuales inequívocamente se encuentra el Pacto de San José de Costa Rica, denominado
también Convención Interamericana de Derechos Humanos, ratificado por Bolivia mediante Ley
1599 de 18 de octubre de 1994, norma que por su esencia y temática se encuentra amparada por el
principio de supremacía constitucional, postulado a partir del cual, se sustenta el eje estructural de
la jerarquía normativa imperante en el Estado Plurinacional de Bolivia.

En efecto, el Pacto de San José de Costa Rica, como norma componente del bloque de
constitucionalidad, está constituido por tres partes esenciales, estrictamente vinculadas entre sí: la
primera, conformada por el preámbulo, la segunda denominada dogmática y la tercera referente a
la parte orgánica. Precisamente, el Capítulo VIII de este instrumento regula a la CIDH Interamericana
de Derechos Humanos, en consecuencia, siguiendo un criterio de interpretación constitucional
‘sistémico’, debe establecerse que este órgano y por ende las decisiones que de él emanan, forman
parte también de este bloque de constitucionalidad.

Esto es así por dos razones jurídicas concretas a saber: 1) El objeto de la competencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos; y, 2) La aplicación de la doctrina del efecto útil de las
sentencias que versan sobre Derechos Humanos.

En efecto, al ser la CIDH el último y máximo garante en el plano supranacional del respeto a los
Derechos Humanos, el objeto de su competencia y las decisiones que en ejercicio de ella emanan,
constituyen piedras angulares para garantizar efectivamente la vigencia del ‘Estado Constitucional’,
que contemporáneamente se traduce en el Estado Social y Democrático de Derecho, cuyos ejes
principales entre otros, son precisamente la vigencia de los Derechos Humanos y la existencia de
mecanismos eficaces que los hagan valer, por eso es que las Sentencias emanadas de este órgano
forman parte del bloque de constitucionalidad y fundamentan no solamente la actuación de los
agentes públicos, sino también subordinan en cuanto a su contenido a toda la normativa infra-
constitucional vigente.

Asimismo, otra razón para sustentar, en el orden interno, la jerarquía constitucional de las
Sentencias emanadas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es la llamada doctrina del
efecto útil de las Sentencias que versan sobre Derechos Humanos, la misma que fue desarrollada por
la propia Corte Interamericana. En efecto, las Sentencias emitidas luego de una constatación de
vulneración a Derechos Humanos, generan para el Estado infractor responsabilidad internacional,
premisa a partir de la cual, el estado asume obligaciones internacionales de cumplimiento
ineludibles e inexcusables.

Desde la óptica del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el cumplimiento de estas
obligaciones internacionales, responde a un principio esencial que sustenta el propio Sistema
Intermericano de Protección de Derechos Humanos, que es el de ‘buena fe’, llamado también ‘pacta
suntservanda’, en virtud del cual, los Estados deben atender sus obligaciones internacionales,
fundamento por demás sustentado para argumentar que los estados miembros de este sistema, no
pueden por razones de orden interno dejar de asumir esta responsabilidad internacional.

Por lo expuesto, se puede afirmar que es precisamente el principio de buena fe, el que reviste a las
Sentencias de la CIDH el efecto útil o de protección efectiva, siendo por tanto plenamente
justificable la ubicación de estas Sentencias dentro del llamado bloque de constitucionalidad.

En el marco del panorama descrito, se colige que inequívocamente las Sentencias emanadas de la
CIDH, por su naturaleza y efectos, no se encuentran por debajo ni de la Constitución Política del
Estado tampoco de las normas jurídicas infra-constitucionales, sino por el contrario, forman parte
del bloque de constitucionalidad y a partir del alcance del principio de supremacía constitucional
que alcanza a las normas que integran este bloque, son fundamentadoras e informadoras de todo el
orden jurídico interno, debiendo el mismo adecuarse plenamente a su contenido para consagrar así
la vigencia plena del ‘Estado Constitucional’ enmarcado en la operatividad del Sistema
Interamericano de Protección a Derechos Humanos”.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su artículo 25 establece que: “1. Toda


persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los
jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal
violación sea cometida por personas que actúen en el ejercicio de sus funciones oficiales.

2. Los Estados Partes se comprometen:

a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre
los derechos de toda persona que interponga el recurso;

b) a desarrollar la posibilidad de recurso judicial; y,

c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya
estimado procedente el recurso”.

En la sentencia de 28 de noviembre de 2007, Saramaka vs. Surinam, la Comisión Interamericana de


Derechos Humanos, al referirse a los integrantes del pueblo Saramaka, como una comunidad tribal
sujeta a medidas especiales que garanticen el en ejercicio de sus derechos, en el entendimiento 86,
“con base en el Art. 1.1 de la Convención, que los miembros de los pueblos indígenas y tribales
precisan ciertas medidas especiales para garantizar el ejercicio pleno de sus derechos, en especial
respecto del goce de sus derechos de propiedad, a fin de garantizar su supervivencia física y
cultural”

Asimismo, en el entendimiento 89, sostiene que: “la estrecha vinculación de los pueblo indígenas
con sus tierras tradicionales y los recursos naturales ligados a su cultura que ahí se encuentren , así
como los elementos incorporales que se desprendan de ellos, deben ser salvaguardados por el Art.
21 de la Convención Americana”.

En el entendimiento 90 de la sentencia, explica que “las decisiones de la Corte al respecto, se han


basado en la relación especial que los integrantes de los pueblos indígenas y tribales tienen con su
territorio, y en la necesidad de proteger su derecho a ese territorio a fin de garantizar la
supervivencia física y cultural de dichos pueblos. En este sentido, la Corte ha afirmado que: la
estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra debe de ser reconocida y comprendida
como la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual, su integridad y su supervivencia
económica. Para las comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión
de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente
(…) para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras”.

En el entendimiento 132 de la Sentencia, reconoce la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, que fue aprobada por la ONU el año 2007, con lo cual dicha
Declaración es aplicable a Bolivia en el ámbito del Art. 410 de la CPE.
La Declaración, afirma que “todos los pueblos contribuyen a la diversidad y riqueza de las
civilizaciones y culturas, que constituyen el patrimonio común de la humanidad”; reconoce “la
urgente necesidad de respetar y promover los derechos intrínsecos de los pueblos indígenas, que
derivan de sus estructuras políticas, económicas y sociales y de sus culturas, de sus tradiciones
espirituales, de su historia y de su filosofía, especialmente los derechos a sus tierras, territorios y
recursos y también, “la urgente necesidad de respetar y promover los derechos de los pueblos
indígenas afirmados en tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos con los Estados”; así como
“el respeto de los conocimientos, las culturas y las prácticas tradicionales indígenas contribuye al
desarrollo sostenible y equitativo y a la ordenación adecuada del medio ambiente”. Considera,
además, “que los derechos afirmados en los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos entre
los Estados y los pueblos indígenas son, en algunas situaciones, asuntos de preocupación, interés,
responsabilidad y carácter internacional” y que “los tratados, acuerdos y demás arreglos
constructivos, y las relaciones que representan, sirven de base para el fortalecimiento de la
asociación entre los pueblos indígenas y los Estados”.

Con el convencimiento de que el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en la


presente Declaración fomentará las relaciones armoniosas y de cooperación entre los Estados y los
pueblos indígenas, basadas en los principios de la justicia, la democracia, el respeto de los derechos
humanos, la no discriminación y la buena fe. Por lo tanto, alienta “a los Estados a que respeten y
cumplan eficazmente todas sus obligaciones para con los pueblos indígenas dimanantes de los
instrumentos internacionales, en particular las relativas a los derechos humanos, en consulta y
cooperación con los pueblos interesados, con “solidaridad y respeto mutuo”.

Más adelante la Declaración establece:

“Artículo 1. Los indígenas tienen derecho, como pueblos o como individuos, al disfrute pleno de
todos los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos en la Carta de las Naciones
Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos 4 y las normas internacionales de derechos
humanos.

Artículo 7.2. Los pueblos indígenas tienen el derecho colectivo a vivir en libertad, paz y seguridad
como pueblos distintos y no serán sometidos a ningún acto de genocidio ni a ningún otro acto de
violencia, incluido el traslado forzado de niños del grupo a otro grupo.

El Artículo 8

1. Los pueblos y los individuos indígenas tienen derecho a no ser sometidos a una asimilación
forzada ni a la destrucción de su cultura.

2. Los Estados establecerán mecanismos eficaces para la prevención y el resarcimiento de:

a) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia privarlos de su integridad como pueblos distintos
o de sus valores culturales o su identidad étnica;

b) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia desposeerlos de sus tierras, territorios o recursos;

c) Toda forma de traslado forzado de población que tenga por objeto o consecuencia la violación o el
menoscabo de cualquiera de sus derechos;

d) Toda forma de asimilación o integración forzada.


Artículo 9

Los pueblos y los individuos indígenas tienen derecho a pertenecer a una comunidad o nación
indígena, de conformidad con las tradiciones y costumbres de la comunidad o nación de que se
trate. Del ejercicio de ese derecho no puede resultar discriminación de ningún tipo.

Artículo 11

1. Los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres
culturales. Ello incluye el derecho a mantener, proteger y desarrollar las manifestaciones pasadas,
presentes y futuras de sus culturas, como lugares arqueológicos e históricos, objetos, diseños,
ceremonias, tecnologías, artes visuales e interpretativas y literaturas.

2. Los Estados proporcionarán reparación por medio de mecanismos eficaces, que podrán incluir la
restitución, establecidos conjuntamente con los pueblos indígenas, respecto de los bienes culturales,
intelectuales, religiosos y espirituales de que hayan sido privados sin su consentimiento libre, previo
e informado o en violación de sus leyes, tradiciones y costumbres.

Artículo 25

Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y fortalecer su propia relación espiritual con las
tierras, territorios, aguas, mares costeros y otros recursos que tradicionalmente han poseído u
ocupado y utilizado y a asumir las responsabilidades que a ese respecto les incumben para con las
generaciones venideras.

Artículo 26

1. Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han
poseído, ocupado o utilizado o adquirido.

2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras,
territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otro tipo tradicional de
ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.

3. Los Estados asegurarán el reconocimiento y protección jurídicos de esas tierras, territorios y


recursos. Dicho reconocimiento respetará debidamente las costumbres, las tradiciones y los
sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas de que se trate.

Artículo 27

Los Estados establecerán y aplicarán, conjuntamente con los pueblos indígenas pertinentes, un
proceso equitativo, independiente, imparcial, abierto y transparente, en el que se reconozcan
debidamente las leyes, tradiciones, costumbres y sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos
indígenas, para reconocer y adjudicar los derechos de los pueblos indígenas en relación con sus
tierras, territorios y recursos, comprendidos aquellos que tradicionalmente han poseído u ocupado o
utilizado. Los pueblos indígenas tendrán derecho a participar en este proceso

Artículo 28

1. Los pueblos indígenas tienen derecho a la reparación, por medios que pueden incluir la restitución
o, cuando ello no sea posible, una indemnización justa y equitativa por las tierras, los territorios y los
recursos que tradicionalmente hayan poseído u ocupado o utilizado y que hayan sido confiscados,
tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo e informado.

2. Salvo que los pueblos interesados hayan convenido libremente en otra cosa, la indemnización
consistirá en tierras, territorios y recursos de igual calidad, extensión y condición jurídica o en una
indemnización monetaria u otra reparación adecuada.

Artículo 29

1. Los pueblos indígenas tienen derecho a la conservación y protección del medio ambiente y de la
capacidad productiva de sus tierras o territorios y recursos. Los Estados deberán establecer y
ejecutar programas de asistencia a los pueblos indígenas para asegurar esa conservación y
protección, sin discriminación.
(…)

Artículo 33

1. Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar su propia identidad o pertenencia conforme a
sus costumbres y tradiciones. Ello no menoscaba el derecho de las personas indígenas a obtener la
ciudadanía de los Estados en que viven.

2. Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar las estructuras y a elegir la composición de sus
instituciones de conformidad con sus propios procedimientos.

(…)

Artículo 37

1. Los pueblos indígenas tienen derecho a que los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos
concertados con los Estados o sus sucesores sean reconocidos, observados y aplicados y a que los
Estados acaten y respeten esos tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos.

(…)

Artículo 43

Los derechos reconocidos en la presente Declaración constituyen las normas mínimas para la
supervivencia, la dignidad y el bienestar de los pueblos indígenas del mundo.

Artículo 44

Todos los derechos y las libertades reconocidos en la presente Declaración se garantizan por igual al
hombre y a la mujer indígenas”.

III.7.6. La costumbre internacional o derecho internacional consuetudinario sobre la propiedad de


los pueblos indígenas

Los órganos interamericanos también han fundamentado jurídicamente el derecho a la propiedad


territorial de los pueblos indígenas y tribales en la costumbre internacional. Para la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, existe una norma de derecho internacional consuetudinario
mediante la cual se afirman los derechos de los pueblos indígenas sobre sus tierras tradicionales.
Estos marcos internacionales deben tenerse en cuenta sin desmerecer la jurisprudencia o normativa
nacional que pueda existir para la protección de los pueblos en aislamiento y en contacto inicial,
siempre y cuando se muestren coherentes con los estándares internacionales.

III.8. Los derechos impugnados a través de esta acción popular

En cuanto al derecho de petición, si bien es un derecho protegido por la acción de amparo


constitucional; sin embargo, cuando lo que se denuncia es el derecho a petición como derecho
subjetivo o particular inherente a un grupo de personas, considerando este derecho a petición como
fundamental del ser humano que le permite dirigirse ante las autoridades públicas a fin de solicitar,
reclamar u observar sobre lo que le incumbe, debiendo el poder público resolver y responder de
manera inmediata, sin dilación alguna, ya sea de manera positiva o negativa sobre el asunto objeto
de la petición.

Al respecto es claro el art. 24 de la CPE, cuando establece: “Toda persona tiene derecho a la petición
de manera individual o colectiva, sea oral o escrita, y a la obtención de respuesta formal y pronta.
Para el ejercicio de este derecho no se exigirá más requisito que la identificación del peticionario”
(las negrillas son nuestras).

La Sentencia T-301/98 dela Corte Constitucional de Colombia define: “El derecho de petición, es una
garantía constitucional que le permite a los ciudadanos formular solicitudes respetuosas a las
autoridades y obtener consecuentemente una respuesta pronta, oportuna y completa sobre el
particular, la cual debe necesariamente ‘ser llevada al conocimiento del solicitante’, para que se
garantice eficazmente este derecho. Desde este punto de vista, el derecho de petición involucra no
solo la posibilidad de acudir ante la administración, sino que supone, además, un resultado de ésta,
que se manifiesta en la obtención de una pronta resolución. Sin este últimoelemento, el derecho de
petición no se realiza, pues es esencial al mismo” (las negrillas son nuestras).

La acción popular supone la protección de derechos colectivos y difusos; sin embargo, por su propia
característica goza del principio de informalidad, por lo cual, cualquier persona perteneciente a una
comunidad o grupo afectado puede acudir ante el juez para defender dicha colectividad,
obteniendo, simultáneamente, la protección del propio interés.

Es así que la SC 0788/2011-R de 30 de mayo, al considerar el derecho de petición realiza el siguiente


entendimiento: “…conforme corrigió la parte accionante en la audiencia de la presente acción, lo
que se denuncia, es en realidad, la vulneración del derecho de petición, como derecho subjetivo o
particular inherente a un grupo de personas; el que se recogió por la SC 0885/2010-R de 10 de
agosto, donde se señaló lo siguiente: ‘...El derecho de petición considerado como un derecho
fundamental del ser humano, consiste en la facultad de toda persona para dirigirse a las autoridades
públicas a fin de reclamar, pedir u observar alguna cosa incumbente a aquella, consagrándose como
un derecho de los ciudadanos tendiente a morigerar el poder omnímodo del Estado,
constituyéndose en un instrumento de particular importancia para que la sociedad civil pueda
controlar a sus autoridades y hacer valer sus derechos. Es así que el derecho a formular peticiones
(…) se refiere precisamente al derecho fundamental cuyo núcleo esencial comprende la respuesta
pronta y oportuna, resolviendo en lo posible la petición en sí misma, es decir resolviendo el asunto
objeto de la petición…’.

‘…una vez planteada la petición, cualquiera sea el motivo de la misma, la persona adquiere el
derecho de obtener pronta resolución, lo que significa que el Estado está obligado a resolver la
petición. Sin embargo, el sentido de la decisión dependerá de las circunstancias de cada caso en
particular y, en esa medida podrá ser positiva o negativa’”.

Asimismo, la parte accionante alega la vulneración de los siguientes artículos de la Constitución


Política del Estado:

“Artículo 30.II. En el marco de la unidad del Estado y de acuerdo con esta Constitución las naciones y
pueblos indígena originario campesinos gozan de los siguientes derechos:

1. A existir libremente.

2. A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas y costumbres, y a su propia


cosmovisión.

(…)

4. A la libre determinación y territorialidad.

(…)

6. A la titulación colectiva de tierras y territorios.

7. A la protección de sus lugares sagrados.

(…)

10. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovechamiento adecuado de los
ecosistemas.

(…)

16. A la participación en los beneficios de la explotación de los recursos naturales en sus territorios.

17. A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos
naturales renovables existentes en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente
adquiridos por terceros.

(…)

Artículo 31.I. Las naciones y pueblos indígena originarios en peligro de extinción, en situación de
aislamiento voluntario y no contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida
individual y colectiva. II. Las naciones y pueblos indígenas en aislamiento y no contactados gozan del
derecho a mantenerse en esa condición, a la delimitación y consolidación legal del territorio que
ocupan y habitan” (las negrillas son nuestras).

III.9. Los pueblos indígenas aislados

Es necesario realizar un mejor entendimiento del problema planteado en la presente acción tutelar,
por lo cual debemos conocer los antecedentes del
mismo para alcanzar una adecuada ponderación del presente caso.

Hace menos de una década que la ONU, de la cual el Estado boliviano es miembro, ha considerado
en el ámbito de la defensa de los derechos humanos, un tema de mucha importancia como ser la
protección de los pueblos indígenas del mundo, mediante el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, que, en cooperación con la AECID, GINEBRA, mayo 2012, indica:
“El 16 de diciembre de 2005, la Asamblea General de la Naciones Unidas, aprobó el Programa de
Acción para el Segundo Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, en el cual se
hacen dos recomendaciones específicas relativas a pueblos indígenas en aislamiento y en contacto
inicial.

A nivel internacional se recomienda "el establecimiento de un mecanismo mundial encargado de


supervisar la situación de los pueblos indígenas que viven aislados voluntariamente y corren peligro
de extinción".

A nivel nacional se recomienda “la adopción de un marco de protección especial para los pueblos
indígenas que viven aislados voluntariamente y que los gobiernos establezcan políticas especiales
para asegurar la protección y los derechos de los pueblos indígenas que tienen pequeñas
poblaciones y corren riesgo de extinción" (las negrillas son nuestras).

Entendiendo que “los pueblos en aislamiento son pueblos o segmentos de pueblos indígenas que no
mantienen contactos regulares con la población mayoritaria y que además suelen rehuir todo tipo
de contacto con personas ajenas a su grupo. También pueden ser grupos pertenecientes a diversos
pueblos ya contactados que tras una relación intermitente con las sociedades envolventes deciden
volver a una situación de aislamiento como estrategia de supervivencia y rompen voluntariamente
todas las relaciones que pudieran tener con dichas sociedades. En su mayoría, los pueblos aislados
viven en bosques tropicales y/o zonas de difícil acceso no transitadas, lugares que muy a menudo
cuentan con grandes recursos naturales. Para estos pueblos el aislamiento no ha sido una opción
voluntaria sino una estrategia de supervivencia. Es preciso establecer una distinción entre ambos
grupos; el nivel de vulnerabilidad de los grupos que no han sido nunca contactados es mayor al de
aquéllos que si bien han desarrollado relaciones sociales con la sociedad mayoritaria, han decidido
volver a su situación de aislamiento. Asimismo, y por dicha razón, la necesidad de protección es
mayor en el caso de los no contactados”.

“Si bien no existe consenso sobre el término que debe utilizarse para denominar a estos pueblos, en
este contexto se puede interpretar el aislamiento como aquella situación en la que un pueblo
indígena o parte de él no ha desarrollado relaciones sociales sostenidas con los demás integrantes
de la sociedad nacional o que habiéndolas desarrollado, han optado por descontinuarlas”.

“En algunos países se los conoce como inter alia, pueblos libres, no contactados, ocultos, invisibles o
en aislamiento voluntario. A pesar de las formulaciones diferentes, todas ellas hacen referencia al
mismo concepto” (las negrillas son nuestras).

III.9.1. Sobre las pruebas de su existencia

Por la vulnerabilidad, presunción de existencia, se produce la inversión de la carga de la prueba.


Parámetros de flexibilización máxima, vulnerabilidad del accionante no puede comprobar su
existencia. La carga probatoria sobre su existencia debe ser por parte del Estado. Debe protegerlos
ya que son altamente vulnerables.

La Sentencia T 025/2004 de la Corte Constitucional de Colombia, si bien no es de carácter vinculante;


sin embargo, es referencial en cuanto se trata de sobre la protección de grupos vulnerables,
considera que las autoridades están obligadas a corregir las desigualdades sociales, adoptando e
implementando políticas, programas o medidas cuyo objetivo sea lograr igualdad real de
condiciones y oportunidades; para lograrlo, el Estado debe dar cumplimiento a las mismas,
aplicando la jurisprudencia constitucional colombiana de la “cláusula de erradicación de las
injusticias presentes”; absteniéndose de promover políticas o programas ostensiblemente
regresivos, cuyo resultado puede conducir a agravar la situación de injusticia o marginación que se
quiere corregir. Más adelante, en las consideraciones y fundamentos 8.1. establece: “Tal como lo ha
señalado de manera reiterada esta Corporación, el hecho de que Colombia sea un Estado Social de
Derecho le imprime un sentido, un carácter y unos objetivos específicos a la organización estatal en
su conjunto, y que resulta -en consecuencia- vinculante para las autoridades, quienes deberán guiar
su actuación hacia el logro de los cometidos particulares propios de tal sistema: la promoción de
condiciones de vida dignas para todas las personas, y la solución de las desigualdades reales que se
presentan en la sociedad, con miras a instaurar un orden justo” (las negrillas son nuestras).

Finalmente, considera que en un Estado Social de Derecho, los deberes de las autoridades “no se
circunscriben a los derechos llamados de segunda generación. Por el contrario, en determinadas
circunstancias el goce efectivo del derecho a la vida en condiciones de dignidad y de otras libertades
básicas puede depender de acciones positivas de las autoridades para garantizar la dimensión
prestacional de tales derechos y libertades. Tales acciones positivas, cuando están dirigidas a
responder a las necesidades de muchas personas, pueden desarrollarse progresivamente para
garantizar la efectividad de la faceta programática y prestacional de un derecho constitucional,
siempre que los mínimos de satisfacción hayan sido asegurados a todos”.

Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, al referirse a
los pueblos no contactados, recomienda que en aquellas situaciones en las que se requiera
identificar la existencia de estos pueblos, como por ejemplo la demarcación de tierras o la
delimitación de zonas de amortiguamiento, las únicas acciones que deben ser emprendidas para su
identificación son las acciones indirectas, para lo cual “los Estados deberán realizar estudios previos
de reconocimiento, que incluirán un análisis antropológico que contenga estudios sobre la tradición
oral en la zona de influencia, las relaciones de parentesco con posibles comunidades cercanas y las
evidencias físicas con un período de registro no mayor de tres años encontradas por un equipo
técnico de trabajo de campo que sustenten la existencia de un pueblo en situación de aislamiento o
en situación de contacto inicial” (las negrillas son nuestras).

De igual manera, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos considera
que el estudio previo de reconocimiento, “debe identificar al pueblo e indicar un estimado de su
población y de las tierras que habitan. Para la realización de estos estudios previos de
reconocimiento, los Estados deberán contar con la participación de las organizaciones indígenas
nacionales y regionales y locales y de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan por la
protección de los pueblos en aislamiento” (negrillas añadidas).

Un aspecto que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, considera
importante, es que el principio de no contacto ha de ser siempre asumido como una condición
fundamental al realizar estas acciones. Sin embargo, el no contacto no deberá ser en ningún caso
considerado como prueba de la inexistencia de estos pueblos, más bien se pueden tener en cuenta
diferentes pruebas como ser campamentos o enseres abandonados, relatos de contactos contados
por pueblos cercanos y/o testimonios de indígenas que por una u otra razón abandonaron la
condición de aislamiento u otros.

III.9.2. Los pueblos indígenas en contacto inicial

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sobre el tema nos dice en
su informe que: “Los pueblos en contacto inicial son pueblos que mantienen un contacto reciente
con la población mayoritaria; pueden ser también pueblos que a pesar de mantener contacto desde
tiempo atrás, nunca han llegado a conocer con exactitud los patrones y códigos de relación de la
población mayoritaria. Esto puede deberse a que estos pueblos mantienen una situación de semi
aislamiento, o a que las relaciones con la población mayoritaria no son permanentes, sino
intermitentes. Los pueblos ‘en contacto inicial’ son pueblos que previamente permanecían ‘en
aislamiento’ y que bien forzados por agentes externos, bien por decisión del grupo o por factores de
otro tipo, entran en contacto con la población mayoritaria. De esta manera podríamos hablar bajo la
categorización de pueblos en contacto inicial de pueblos en contacto intermitente, en contacto
permanente, en peligro de extinción y pueblos extinguidos”.

III.9.3. Características de los pueblos indígenas aislados o en contacto inicial

Según el citado informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,
“A pesar de la gran diversidad y heterogeneidad que presentan estos pueblos, se pueden identificar
algunas características generales comunes a todos ellos:

a) Son pueblos altamente integrados en los ecosistemas en los que habitan y de los cuales forman
parte, manteniendo una estrecha relación de interdependencia con el medio ambiente en el que
desarrollan sus vidas y su cultura. Poseen un profundo conocimiento de su medio ambiente, lo que
les permite vivir de manera autosuficiente generación tras generación, razón por la cual el
mantenimiento de sus territorios es de vital importancia para todos ellos.

b) Son pueblos que no conocen el funcionamiento de la sociedad mayoritaria y que, por lo tanto, se
encuentran en una situación de indefensión y extrema vulnerabilidad ante los diversos actores que
tratan de acercarse a ellos, o que tratan de acompañar su proceso de relación con el resto de la
sociedad, como en el caso de los pueblos en contacto inicial.

c) Son pueblos altamente vulnerables, que en la mayoría de los casos se encuentran en grave peligro
de extinción. Su extremada vulnerabilidad se agrava ante las amenazas y agresiones que sufren sus
territorios que ponen en peligro directamente el mantenimiento de sus culturas y de sus formas de
vida, debido a que generalmente, los procesos de contacto vienen acompañados de impactos
drásticos en sus territorios que alteran irremediablemente sus relaciones con su medio ambiente y
modifican, a menudo radicalmente, las formas de vida y las prácticas culturales de estos pueblos. La
vulnerabilidad se agrava, aún más, ante las violaciones de derechos humanos que sufren
habitualmente por actores que buscan explotar los recursos naturales presentes en sus territorios y
ante la impunidad que generalmente rodea a las agresiones que sufren estos pueblos y sus
ecosistemas” (las negrillas nos corresponden).

III.9.4. Derechos humanos que se deben tener en cuenta para la protección de estos pueblos

Por otra parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, considera
que “al hablar de los derechos humanos de los pueblos en aislamiento y en contacto inicial, un
primer factor primordial a tener en cuenta es que se trata de personas que deben gozar de todos los
derechos humanos contenidos en los estándares internacionales.
Los derechos humanos han de ser leídos atendiendo a la particularidad del no contacto o del
contacto reciente de estos pueblos, sin olvidar las amenazas o problemas que enfrentan, desde el
punto de vista del ejercicio de los derechos humanos y su situación de particular vulnerabilidad. En
esta lectura se pueden mencionar algunos derechos como el derecho a la vida, a la integridad física,
psíquica y moral, a la autodeterminación, a las tierras, territorios y recursos, a la cultura, al
mantenimiento de sus prácticas tradicionales y ancestrales, a definir sus modelos de desarrollo y al
consentimiento previo, libre e informado. Y sobre todo a una interpretación que asegure la
implementación de los derechos de estos pueblos, tales como libre determinación, derecho al
territorio y derecho al manteniendo de sus propias culturas.

El derecho de la libre determinación contenido en los artículos 1 de los Pactos Internacionales de


derechos civiles y políticos y económicos, sociales y culturales; y en los artículos 3, 4 y 5 de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, significa el respeto
a sus estrategias de sobrevivencia física y cultural, según sus usos y costumbres, que puede
comprender el aislamiento, como contactos y formas selectivas de convivencia. La decisión de
mantener su aislamiento puede ser entendida como una de las diversas formas de expresar el
ejercicio del derecho a la autodeterminación, que pude contribuir al respeto de otros derechos.
Respetando la decisión de mantenerse en aislamiento y garantizando dicha opción a través del
desarrollo de políticas públicas y normativa dirigidas a la consecución de tal fin, se está protegiendo
a estos pueblos de cualquier contacto.

El derecho al territorio, referido en los arts. 10, 26, 27, 28, 29, 30 y 32 de la Declaración de la ONU
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas resulta fundamental, ya que en el caso de los pueblos
indígenas en aislamiento y en contacto inicial la interdependencia con el medio ambiente es total y
esta les permite mantener sus vidas y culturas, gracias a los conocimientos profundos que tienen
sobre los usos, aplicaciones y cuidados de su entorno. Esto significa que el respeto de su decisión de
mantenerse en aislamiento requiere que se garantice y respete el ejercicio de sus derechos
territoriales, ya que cualquier agresión ambiental que sufran significaría una agresión a sus culturas y
la puesta en riesgo del mantenimiento de su aislamiento.

El derecho a la cultura, referido en el art. 15 del Pacto Internacional de derechos económicos,


sociales y culturales y artículos 8, 9, 11, 12, 13, 14, 15 y 16 de la mencionada Declaración, contribuye
a preservar y a practicar sus tradiciones y costumbres culturales. Son pueblos muy vulnerables,
cuyas culturas están en permanente riesgo de desaparecer, por lo que su protección resulta
fundamental. No obstante no debemos olvidar que la condición fundamental para preservar las
culturas de estos pueblos se encuentra precisamente en garantizar la supervivencia física de los
mismos”.

III.10. La Constitución Política del Estado: Los pueblos indígena, originario campesinos y los
pueblos aislados

La Constitución Política del Estado, reconoce la existencia desde tiempos inmemoriales de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos y el dominio ancestral sobre sus territorios,
garantizando su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho
a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la
consolidación de sus entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la ley (art. 2 de la CPE).

Asimismo, establece como oficiales los idiomas del Estado el castellano y los idiomas de los pueblos
indígena originario campesinos asentados en territorio boliviano (art. 5 de la CPE).

En el art. 8.II de la CPE, establece que: “El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad,
inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía,
transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación,
bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y
bienes sociales para vivir bien”.

El art. 9 de la Norma Suprema considera que: “Son fines y funciones esenciales del Estado, además
de lo que establece la Constitución y la ley:
1. Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin
discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades
plurinacionales.

2. Garantizar el bienestar, el desarrollo, la seguridad y la protección e igual dignidad de las


personas, las naciones, los pueblos y las comunidades, y fomentar el respeto mutuo y el diálogo
intracultural, intercultural y plurilingüe.

3. Reafirmar y consolidar la unidad del país, y preservar como patrimonio histórico y humano la
diversidad plurinacional.

(...)”.

De igual manera, en el art. 14 de la CPE, establece que: “I. Todo ser humano tiene personalidad y
capacidad jurídica con arreglo a las leyes y goza de los derechos reconocidos por esta Constitución,
sin distinción alguna.

II. El Estado prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en razón de sexo, color, edad,
orientación sexual, identidad de género, origen, cultura, nacionalidad, ciudadanía, idioma, credo
religioso, ideología, filiación política o filosófica, estado civil, condición económica o social, tipo de
ocupación, grado de instrucción, discapacidad, embarazo, u otras que tengan por objetivo o
resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de
los derechos de toda persona.

III. El Estado garantiza a todas las personas y colectividades, sin discriminación alguna, el libre y
eficaz ejercicio de los derechos establecidos en esta Constitución, las leyes y los tratados
internacionales de derechos humanos.

(...)”.

El Capítulo Cuarto de la Ley Fundamental, establece los derechos de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos. Al respecto, el art. 30.I. define el concepto de nación y pueblo indígena
originario campesino como “…toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma,
tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a la
invasión colonial española” (las negrillas son nuestras).

Más adelante, el parágrafo II del mismo artículo establece que “En el marco de la unidad del Estado
y de acuerdo con esta Constitución las naciones y pueblos indígena originario campesinos gozan de
los siguientes derechos:

1. A existir libremente.

2. A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas y costumbres, y a su


propia cosmovisión.

3. A que la identidad cultural de cada uno de sus miembros, si así lo desea, se inscriba junto a
la ciudadanía boliviana en su cédula de identidad, pasaporte u otros documentos de identificación
con validez legal.

4. A la libre determinación y territorialidad.


5. A que sus instituciones sean parte de la estructura general del Estado.

6. A la titulación colectiva de tierras y territorios.

7. A la protección de sus lugares sagrados.

8. A crear y administrar sistemas, medios y redes de comunicación propios.

9. A que sus saberes y conocimientos tradicionales, su medicina tradicional, sus idiomas, sus rituales
y sus símbolos y vestimentas sean valorados, respetados y promocionados.

10. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovechamiento adecuado de los
ecosistemas.

11. A la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y conocimientos, así como a su
valoración, uso, promoción y desarrollo.

12. A una educación intracultural, intercultural y plurilingüe en todo el sistema educativo.

13. Al sistema de salud universal y gratuito que respete su cosmovisión y prácticas tradicionales.

14. Al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos acorde a su cosmovisión.

15. A ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular a través de sus


instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de
afectarles. En este marco, se respetará y garantizará el derecho a la consulta previa obligatoria,
realizada por el Estado, de buena fe y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales
no renovables en el territorio que habitan.

16. A la participación en los beneficios de la explotación de los recursos naturales en sus


territorios.

17. A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo de los


recursos naturales renovables existentes en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente
adquiridos por terceros; y,

18. A la participación en los órganos e instituciones del Estado” (las negrillas son nuestras).

En el parágrafo III del mismo artículo constitucional, establece que “El Estado garantiza, respeta y
protege los derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos consagrados en esta
Constitución y la ley”.

En cuanto a las naciones y pueblos indígenas en aislamiento y no contactados, art. 31.I. establece
que aquellos que se encuentran en “…peligro de extinción, en situación de aislamiento voluntario y
no contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida individual y colectiva”; II. dice
que “…gozan del derecho a mantenerse en esa condición, a la delimitación y consolidación legal del
territorio que ocupan y habitan” (las negrillas son nuestras).

El Capítulo Quinto, de los Derechos Sociales y Económicos, en la Sección I sobre el Medio Ambiente,
en el art. 33 de la CPE, establece que “Las personas tienen derecho a un medio ambiente saludable,
protegido y equilibrado. El ejercicio de este derecho debe permitir a los individuos y colectividades
de las presentes y futuras generaciones, además de otros seres vivos, desarrollarse de manera
normal y permanente”.

En cuanto a las Relaciones Internacionales, el art. 255.I de la citada Norma Suprema considera que
“Las relaciones internacionales y la negociación, suscripción y ratificación de los tratados
internacionales responden a los fines del Estado en función de la soberanía y de los intereses del
pueblo”; y, de acuerdo al art. 257.I, “Los tratados internacionales ratificados forman parte del
ordenamiento jurídico interno con rango de ley”.

Con referencia a tierra y territorio, mediante el art. 393 de la CPE, señala: “El Estado reconoce,
protege y garantiza la propiedad individual y comunitaria o colectiva de la tierra, en tanto cumpla
una función social o una función económica social, según corresponda”, y; así como en el art. 394.III
“El Estado reconoce, protege y garantiza la propiedad comunitaria o colectiva, que comprende el
territorio indígena originario campesino, las comunidades interculturales originarias y de las
comunidades campesinas. La propiedad colectiva se declara indivisible, imprescriptible,
inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta al pago de impuestos a la propiedad agraria.
Las comunidades podrán ser tituladas reconociendo la complementariedad entre derechos
colectivos e individuales respetando la unidad territorial con identidad” (las negrillas son nuestras).

Sobre la auto identificación, el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes en su art. 1 señala:

“1. El presente Convenio se aplica:

a) a los pueblos tribales en países independientes, cuyas condiciones sociales, culturales y


económicas les distingan de otros sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos total o
parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o por una legislación especial;

b) a los pueblos en países independientes, considerados indígenas por el hecho de descender de


poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la
época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y
que, cualquiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales,
económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.

2. La conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio fundamental para


determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente Convenio.

3. La utilización del término ‘pueblos’ en este Convenio no deberá interpretarse en el sentido de que
tenga implicación alguna en lo que atañe a los derechos que pueda conferirse a dicho término en el
derecho internacional”.

En concordancia con lo referido, Aguilar Cavallo señala que “el concepto de indígena está basado
también en la identificación colectiva que el propio pueblo indígena pueda hacer de sí mismo, y, por
lo tanto, de cada uno de sus miembros. El auto reconocimiento, es decir, el derecho de la
comunidad a definir sus propios miembros, es un ejercicio de identidad colectiva indígena. En
definitiva, lo que define a un pueblo indígena y determina su visión holística del mundo es la
identidad que él tiene de sí mismo en cuanto comunidad que forma parte de la naturaleza, de ‘lo
creado’. En consecuencia, sólo los propios indígenas pueden determinar quiénes comparten sus
valores cosmogónicos”.

Por su parte, Rodolfo Stavenhagen, Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos y
libertades fundamentales de los indígenas, observó que: "en lo que respecta a la pertenencia
individual, las comunidades indígenas suelen aplicar sus propios criterios, y, si bien algunos Estados
reglamentan la pertenencia individual, se acepta cada vez más que el derecho a decidir quién es o no
es indígena pertenece exclusivamente a los propios indígenas".

Esta es la visión adoptada por el Convenio 169 de la OIT, el cual en su art. 1.2, establece que: “La
conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio fundamental para
determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente Convenio. Al mismo
tiempo, ésta es la posición asumida por la Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los
Pueblos Indígenas, la que no obstante no contiene una definición de estos últimos, por el contrario,
reconoce el derecho de autoidentificación de los pueblos indígenas, en su art. 33.1. (Op. Cit).

Igual criterio es el que asume, la Corte Constitucional de Colombia a través de su Sentencia T-


703/08, que con similar razonamiento estableció que: “…del derecho al autogobierno, así como de la
prohibición para los Estados de intervenir en el ámbito propio de sus asuntos, se deriva un derecho
para las comunidades indígenas de autoidentificarse e identificar a sus semejantes como parte de la
comunidad.

En virtud de lo anterior, las comunidades indígenas ostentan un derecho a: i) ser reconocidas por el
Estado y la sociedad como tales, en virtud de una conciencia de identidad cultural diversa, y; ii) a que
no se pueda negar arbitrariamente la identidad real de la comunidad y de sus miembros”. Corte
Constitucional de Colombia

III.11. Informe presentado por la Unidad de Descolonización del Tribunal Constitucional


Plurinacional

Por la naturaleza de la controversia, se solicitó a la Secretaria Técnica del Tribunal Constitucional


Plurinacional, la realización de un peritaje cultural-antropológico, por lo que mediante nota
032/2012 de 1 de junio, hizo llegar el mismo, denominado “Informe Técnico Multidisciplinario del
Pueblo Indígena Pacahuara”; realizado por la Unidad de Descolonización; además, cursa en obrados
el Informe Técnico TCP/ST/UD/JIOC 007/2012 de 17 de julio, con referencia “Informe de Análisis
Situacional del Pueblo Indígena Tacana”, emitido por la Unidad de Descolonización. Cursa también
en antecedentes Informe Técnico sobre “Pueblos Indígenas en Situación de Aislamiento” de 16 de
mayo de 2012, de la Unidad de Tratados Internacionales y Asuntos Indígenas. En mérito a esta
documentación, desde una óptica propia de antropología jurídica, se concluye en los siguientes
aspectos relevantes para la resolución de la presente acción de libertad.

III.12. Las Tierras Fiscales, Tierras Comunitarias de Origen, Constitución Política del Estado en el
ordenamiento jurídico

Juan Pablo Chumacero, investigador de la Fundación Tierra, considera que el concepto de tierra
fiscal como el término que se emplea para denominar aquellos espacios que forman parte del
territorio nacional de un país y que no tienen asignados derechos propietarios a favor de una
persona natural o jurídica, razón por la cual deben ser administrados por el Estado. Así, tierras
fiscales son los terrenos baldíos, las concesiones forestales, los parques nacionales, las reservas
naturales, las zonas de dominio público y las tierras disponibles para asentamientos humanos. Al
respecto el art. 395.I de la CPE establece: “Las tierras fiscales serán dotadas a indígena originario
campesinos, comunidades interculturales originarias, afrobolivianos y comunidades campesinas que
no las posean o las posean insuficientemente, de acuerdo con una política estatal que atienda a las
realidades ecológicas y geográficas, así como a las necesidades poblacionales, sociales, culturales y
económicas…”. Finalmente, “El Estado regulará el mercado de tierras, evitando la acumulación en
superficies mayores a las reconocidas por la ley, así como su división en superficies menores a la
establecida para la pequeña propiedad” (art. 396 de la CPE) (las negrillas son nuestras).

Asimismo, la Constitución Política del Estado señala en su art. 403.I “Se reconoce la integralidad del
territorio indígena originario campesino, que incluye el derecho a la tierra, al uso y aprovechamiento
exclusivo de los recursos naturales renovables en las condiciones determinadas por la ley; a la
consulta previa e informada y a la participación en los beneficios por la explotación de los recursos
naturales no renovables que se encuentran en sus territorios; la facultad de aplicar sus normas
propias, administrados por sus estructuras de representación y la definición de su desarrollo de
acuerdo a sus criterios culturales y principios de convivencia armónica con la naturaleza. Los
territorios indígena originario campesinos podrán estar compuestos por comunidades”. De igual
manera, el parágrafo II, dice: “El territorio indígena originario campesino comprende áreas de
producción, áreas de aprovechamiento y conservación de los recursos naturales y espacios de
reproducción social, espiritual y cultural. La ley establecerá el procedimiento para el reconocimiento
de estos derechos”.

Por otra parte, el art. 405.4 de la CPE, destaca: “La significación y el respeto de las comunidades
indígena originario campesinas en todas las dimensiones de su vida”, mientras que el art. 404,
establece que “el Servicio Boliviano de Reforma Agraria, cuya máxima autoridades el Presidente del
Estado, es la entidad responsable de planificar, ejecutar y consolidar el proceso de reforma agraria y
tiene jurisdicción en todo el territorio del país”.

Asimismo, Juan Pablo Chumacero afirma que en Bolivia, luego de quince años de saneamiento y
regularización del derecho propietario agrario, la cantidad de tierras fiscales identificadas es
importante y están siendo reclamadas por diversos movimientos sociales rurales que demandan más
tierras, para su sector. Finalmente, la Constitución Política del Estado, en el art. 394.I, garantiza
“…los derechos legalmente adquiridos por propietarios particulares cuyos predios se encuentren
ubicados al interior de territorios indígena, originario campesinos” (las negrillas son nuestras).

Con referencia a las Tierras Comunitarias de Origen, el art. 293 de la Norma Suprema establece: “I.
La autonomía indígena basada en territorios indígenas consolidados y aquellos en proceso; una vez
consolidados, se constituirá por la voluntad expresada de su población en consulta en conformidad a
sus normas y procedimientos propios como único requisito exigible”. Complementando en la
Disposición Transitoria Séptima: “A efectos de la aplicación del parágrafo I del artículo 293 de esta
Constitución, el territorio indígena tendrá como base de su delimitación a las Tierras Comunitarias
de Origen. En el plazo de un año desde la elección del Órgano Ejecutivo y Legislativo, la categoría de
Tierra Comunitaria de Origen se sujetará a un trámite administrativo de conversión a Territorio
Indígena Originario Campesino, en el marco establecido en esta Constitución”.

De igual manera, art. 41.I de la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria (LSNRA), respecto a la
clasificación y extensiones de la propiedad agraria nos dice que: “Solar Campesino, Pequeña
Propiedad, Mediana Propiedad, Empresa Agropecuaria, Tierras Comunitarias de Origen y
Propiedades Comunarias.

1. El Solar Campesino constituye el lugar de residencia del campesino y su familia. Es indivisible


y tiene carácter de patrimonio familiar inembargable;

2. La Pequeña Propiedad es la fuente de recursos de subsistencia del titular y su familia. Es indivisible


y tiene carácter de patrimonio familiar inembargable;

3. La mediana Propiedad es la que pertenece a personas naturales o jurídicas y se explota con el


concurso de su propietario, de trabajadores asalariados, eventuales o permanentes y empleando
medios técnico-mecánicos, de tal manera que su volumen principal de producción se destine al
mercado. Podrá ser transferida, pignorada o hipotecada conforme a la ley civil;

4. La Empresa Agropecuaria es la que pertenece a personas naturales o jurídicas y se explota con


capital suplementario, régimen de trabajo asalariado y empleo de medios técnicos modernos. Podrá
ser transferida, pignorada o hipotecada conforme a la ley civil;

5. Las Tierras Comunitarias de Origen son los espacios geográficos que constituyen el hábitat
de los pueblos y comunidades indígenas y originarias, a los cuales han tenido tradicionalmente
acceso y donde mantienen y desarrollan sus propias formas de Organización económica, social y
cultural, de modo que aseguran su sobrevivencia y desarrollo. Son inalienables, indivisibles,
irreversibles, colectivas, compuestas por comunidades o mancomunidades, inembargables e
imprescriptibles; y,

6. Las Propiedades Comunarias son aquellas tituladas colectivamente a comunidades


campesinas y ex haciendas y constituyen la fuente de subsistencia de sus propietarios. Son
inalienables, indivisibles, irreversibles, colectivas, inembargables e imprescriptibles.

II. Las características y, si fuere el caso, las extensiones de la propiedad agraria, sin afectar el
derecho propietario de sus titulares, serán objeto de reglamentación especial considerando las
zonas agroecológicas, la capacidad de uso mayor de la tierra y su productividad, en armonía con los
planes y estrategias de conservación y protección de la biodiversidad, manejo de cuencas,
ordenamiento territorial y desarrollo económico” (las negrillas son nuestras).

Las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), es una modalidad de propiedad agraria reconocida por la
Constitución de 1994, donde pueblos campesinos y comunidades indígenas desarrollan sistemas de
organización económica, social y cultural comunitarios.

La TCO, puede ser titulada reconociendo la complementariedad entre derechos colectivos e


individuales y respetando la unidad territorial con identidad. La distribución y redistribución de
tierras para el uso y aprovechamiento familiar, dentro de la TCO, se rige por las reglas de la
comunidad, de acuerdo a sus usos y costumbres.

III.13. El caso de los Pakawara o Pacahuara

La Constitución Política del Estado, reconoce la existencia precolonial de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos y el dominio ancestral sobre sus territorios, en este marco reconoce
en su art.5 como idiomas oficiales del Estado el castellano y todos los idiomas de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos incluido el idioma “Pacawara”. De acuerdo al informe
emitido por la Unidad de Descolonización de la Secretaria Técnica de este Tribunal, en Bolivia existen
treinta y tres etnias o formaciones etnosociales distintas, reconocidas oficialmente como tales, entre
la cuales podemos encontrar a la etnia Pacawara, también conocida como Pacahuara (actualmente
conformada por once personas contactadas y un número no definido de no contactadas), clasificada
por antropólogos entre los pueblos con alta vulnerabilidad de tierras bajas debido a su extinción
física y condiciones de vida extremadamente crítica.

El antropólogo y geógrafo Carlos Camacho Nassar, define la condición de vulnerabilidad de los


pueblos como aquellos en riesgo de etnocidio y desaparición física como resultado de sus relaciones
asimétricas con las sociedades y culturas hegemónicas y la agresión que sufren contra su
organización social, su economía, su cosmovisión, sus recursos naturales y su territorio,
estableciendo los siguientes criterios generales para definir la vulnerabilidad al etnocidio de un
pueblo indígena:

• Vulnerabilidad demográfica. Este criterio se refiere a cuando un pueblo tiene una población cerca
del umbral crítico para su reproducción biológica.

• Vulnerabilidad geopolítica. Se aplica a los pueblos que se encuentran ubicados en las fronteras
internacionales y por ellos enfrentan más amenazas.

• Vulnerabilidad por superposición de derechos de uso. Se trata de la adjudicación de concesiones


madereras, mineras, de exploración y explotación de hidrocarburos sobre territorios indígenas.

• Vulnerabilidad por migración. Bajo este criterio se califican las reducciones forzadas hacia otros
territorios distintos de su espacio tradicional. También es la salida del territorio original debido a
emigración económica, migraciones laborales estacionales, migración forzada CAMACHO, Nassar
Carlos; Entre el Etnocidio y la Extinción, Pueblos Indígenas Aislados, en contacto inicial e
intermitente en las tierras bajas de Bolivia; Informe 6- IWGIA 2010. Pag.12, “Los 17 ó 18 Pakawara
pertenecen a la familia lingüística pano. Su hábitat es el extremo norte del departamento de Beni y
partes del departamento de Pando. Se menciona frecuentemente la existencia de Pakawara
silvícolas, pero las informaciones son poco concretas. En las últimas décadas, Bolivia ha legalizado
una serie de grandes parques nacionales y otros territorios protegidos, que se encuentran
naturalmente en regiones que al tiempo de su formación presentaban medio ambientes vírgenes y
con muy reducida población. A partir del año 1994 el Gobierno boliviano introdujo el concepto de
TCO, abriendo paso a la formación de extensos territorios comunales de los diferentes pueblos
indígenas, ante todo de las Tierras Bajas de Bolivia. También las TCO se formaron en zonas con
medio ambientes vírgenes y con poca presencia de terceros. Estas especies de territorios protegidos
abren y garantizan espacios legales, donde pueblos y grupos indígenas sin contacto pueden existir
con relativa tranquilidad. Y son estos parques, regiones protegidas y TCO los que albergan a los
últimos grupos indígenas sin contacto. Pero las grandes dimensiones de estas regiones protegidas
dificultan un control eficiente de sus linderos. Son pan de cada día las denuncias sobre saqueadores
de recursos naturales y también colonos en busca de tierras para cultivar, que penetran en parques
y territorios indígenas. Los asentamientos y chaqueos de colonos sin tierra sólo podrán ser frenados
cuando el Gobierno logre arreglar el problema de la tierra y liberar grandes cantidades de zonas sin
trabajar para una reestructuración de la tenencia de tierras. La legislación existe, faltó la voluntad
política. El peligro más grande para los pueblos aislados lo constituyen los saqueadores de los
recursos naturales, que en posibles encuentros pueden cometer atrocidades contra ellos. El actual
Gobierno ha comenzado a resolver y regular el problema de la tierra y dar pasos para resguardar
mejor las áreas protegidas y sus reservas naturales, una obra gigantesca que todavía requiere
muchos esfuerzos”.

Según el Atlas Sociolingüístico de pueblos indígenas de América el idioma Pacahuara (o pacaguara,


pakahuma, pakawara) se habla en el departamento de Beni, en la provincia Vaca diez, en la
Comunidad de Tujuré, cerca de la comunidad de Chácobo del Alto Ivón, en el departamento de
Pando, provincia Nicolás Suárez, en Cobija. Pertenece a la familia lingüística Pano.

Este mismo estudio señala que en la actualidad quedan seis hablantes, en un grupo étnico de
cuarenta y seis miembros. Asimismo, afirma que la mayoría de los Pacahuaras viven hoy en la ciudad
de Cobija. Constata la existencia de unas ocho familias Pacahuaras sin contacto, dispersas entre los
ríos Negro y Pacahuara, en la provincia de Federico Román, departamento de Pando.

Por otra parte refiere a los Pacahuaras que se ha asimilado lingüísticamente al Chácobo, que residen
en la comunidad de Tujuré, enclave en territorio Chácobo señalando textualmente que los niños
asisten a una escuela de Alto Ivón en el cual la educación se da en Chácobo y en castellano. Lo cual
implicaría la paulatina a culturización y paulatina desaparición de su lengua nativa.

III.14. Antecedentes históricos

La base de la información disponible sobre los Pacahuara la brindan los datos etnográficos recogidos
por los exploradores de la Amazonía durante el siglo XIX. A través de ellos, se sabe que los Pacahuara
eran una sociedad de cazadores y recolectores, aunque también cultivaban maíz, yuca, plátano, ají y
camote.

Eran hábiles navegantes y usaban canoas fabricadas en madera; Armentia avistó una de doce varas
de largo y tres cuartas de ancho, donde cabían ocho personas; sus remos eran de forma de
cucharones.

Los Pacahuaras de Tujuré tienen acceso a la misma tierra que los Chácobos para cazar, pescar o
recolectar castaña y palmito. También siembran una parcela, actividad que realizan muy de vez en
cuando desde que fueron trasladados, pues la costumbre cazadora aún recolectores aún influye
mucho en el contexto de sus hábitos.

III.14.1. Su Territorio

Para describir los territorios donde habitaban y habitan actualmente los Pacahuaras, es necesario
referirse a su etnohistoria, de donde se concluye que este pueblo ha transitado por diferentes zonas
de Beni y Pando, resultado de este proceso histórico la situación actual del pueblo Pacahuara se
clasifica en dos zonas: Pacahuaras contactados en una TCO compartida con el pueblo Chácobo en el
municipio de Riberalta, en la provincia beniana Vaca Díez del Departamento de Beni; un segundo
grupo de Pacahuaras aislados o no contactados en la provincia de Nicolás Suarez del departamento
de Pando.

III.14.2. Etnohistoria de sus territorios ancestrales

Dentro la bibliografía consultada, diversos autores coinciden en señalar que los Pacahuaras fueron
numerosos, el Antropólogo Pablo Cingolani afirma que este pueblo históricamente vivía en un
inmenso territorio que más o menos se encuentra delimitada por los ríos Acre y Abuná, al norte; el
río Madera y la confluencia del Iténez con el río Mamoré, por el este, hasta alcanzar, por el sur el
lago Rogaguado que actualmente forma parte de los departamentos bolivianos de Pando y Beni.

El recorrido de los Pacahuaras se encuentra en diferentes lugares de Pando, vivían en Bolpebra en el


municipio Nicolás Suarez de la provincia Mukden de la segunda sección, posteriormente pasaron por
la primera sección Campo Ana de la misma provincia; asimismo, por el municipio de Costa Rica hasta
llegar al municipio de San Pablo de la provincia Manuripi, estos descansos de los pueblos indígenas
de Pacahuara, de la misma forma ha recorrido por los municipios de Agua Dulce, Exaltación y Bolívar
de la provincia Madre de Dios del departamento de Pando.

Los primeros contactos con ellos se dieron en 1678. Fue el padre Francisco Simón José de Souza, en
1785, que fundó las misiones de Cavinas; con Cavinas, Pacahuaras y Tiriguas. En 1796, religiosos de
la Misión de Exaltación de Cayubaba lograron incorporar a unos cuantos indígenas Pacahuara y
Sinabo a su reducción, pero éstos pronto escaparon.

En el auge del caucho y la goma significó el etnocidio de este pueblo; muchos murieron como
esclavos o fueron eliminados en su intento de huir de aquella esclavitud. Algunos fueron llevados a
la refundada Misión de Cavinas para ser preservados, pero otros fugaron hacia el interior de los
bosques para librarse de los abusos y de los atropellos del hombre blanco.

Según Pablo Cingolani, en su libro Amazonia Blues, durante el siglo XX, en los años veinte, se
tuvieron noticias de la existencia de grupos Pacahuaras en el arroyo del mismo nombre, afluente del
río Negro; a su vez, tributario del Abuná, y algunos en el río Orthon, en el departamento de Pando,
así como otros que se encontraban en el río Jenejoya, cerca del Biata, en el departamento de Beni.

Asimismo, Cingolani señala que las causas de esta progresiva disminución de su población se debe
principalmente a:

1 . Empieza la decadencia del grupo, fue, en la época del caucho (1880 1914).

2 . Los Pacahuara fueron diezmados, sea por genocidio, sea por ser forzados a trabajar en los
gomales.

3 . Pero si algo caracterizó a estos indígenas, y aquí también las crónicas convergen, fue un
indomable espíritu de libertad y de defensa de su autodeterminación. Por eso, fueron muchos
también los que fugaron y se internaron en la selva y por los ríos menores, lejos de la muerte segura
que traían consigo los caucheros.

4 . En 1965, misioneros del Instituto Lingüístico de Verano trasladaron a territorio chácobo -


parientes lingüísticos- a un grupo de pacahuaras que se había refugiado en el arroyo del mismo
nombre, afluente del Río Negro, y en el Río Orthon, en el actual departamento boliviano de Pando.

5. De allí, que los Pacahuara hoy viven en Tujuré, Municipio de Riberalta, Departamento del Beni.

III.14.3. Ubicación actual en el departamento de Pando

Varias fuentes citan la existencia de un grupo de familias Pacahuaras no contactados entre los ríos
Negro, Pacahuaras y Abuná, en la localidad de Santa Rosa de Abuná, del cantón rio Negro del
municipio de Nueva Manoa, Primera Sección de la provincia Federico Román del departamento de
Pando.

Pablo Cingolani, en su libro Amazonia Blues presenta un informe de la expedición realizada por el
equipo de investigación del Foro Boliviano de Medio Ambiente y desarrollo (FOBOMADE),
coordinado por el mismo autor y a través de informe de labores campo,nos expone en torno a la
existencia de grupos o individuos del pueblo indígena Pacahuara en condición de aislamiento en el
Departamento de Pando, mismo que es presentado ante la Directiva de la CIPOAP, en noviembre de
2009.

La expedición ha sido realizada en los territorios atravesados por el río Negro, río arriba, desde su
desembocadura en el río Abuná; estos territorios corresponden administrativamente al Cantón Río
Negro del municipio de Nueva Manoa, primera sección de la provincia Gral. Federico Román, en el
extremo oriental del departamento de Pando y limitan al norte con el estado de Rondônia de la
República Federativa del Brasil. Próxima a la zona se encuentra la localidad y centro turístico de
Fortaleza do Abuná. Del lado boliviano, solo se ubica la capitanía de Puerto Menor. En esta
expedición buscaron al dirigente campesino Carlos Chupinavi, el único testimoniante del informe de
Álvaro Díez Astete que asevera haber visto personalmente a un pacahuara aislado. Al mismo que no
pudieron contactar personalmente.
“De acuerdo a los testimonios recogidos, se procedió a la grabación de varios testimonios con
informaciones sobre la presencia de pacahuaras al interior de la selva. En síntesis, estos testimonios
apuntan todos en la misma dirección: cada zafra (recolección) anual de castaña en el monte, hecho
que ocurre en la época de lluvias entre noviembre y febrero, cientos de personas ingresan a
territorios formalmente deshabitados y vacíos a cumplir esa labor. Cada vez, se reportan hallazgos
de huellas, cortes de rama en senderos y de señales de advertencia (palos cruzados). Ellos atribuyen
esas evidencias a la presencia de pacahuaras “libres”. En la mente de los trabajadores de la castaña,
parte del proletariado agrario del Norte Amazónico, existe la convicción firme en la existencia de
pacahuaras al interior de la selva. Desde ya, es obvio decir que ellos son los mejores conocedores de
la geografía de esos territorios. Todos están conscientes también de que ese era el hábitat histórico
del pueblo pacahuara y que si grupos o familias siguen habitando allí, es una necesidad protegerlos”.

“José Destre Postigo, ex alcalde de Riberalta (…) trabaja en contacto permanente con el pueblo
Chacobo, en los ríos Yata, Benicito e Ivón, en cuyo territorio habitan los últimos miembros del
pueblo Pacahuara, trasladados allí por el Instituto Lingüístico de Verano (hoy Misión Nuevas Tribus).
Ellos descartan la existencia de grupos de pacahuaras aislados en el territorio contiguo del
departamento de Pando; sin embargo, no descartan que un grupo haya cruzado al Brasil y cuyo
destino es completamente incierto. A la vez, Destre apoyó este testimonio con exploraciones
encabezadas en el Departamento de Pando desde Riberalta, a través del sector del Río Negro, hasta
el Río Abuná…”.

Finalmente, concluye que:

“Con relación a mis consideraciones y conclusiones sobre la existencia de hermanos pacahuaras


aislados, debo decir que sibien no tenemos evidencia física (huellas, señales, campamentos, etc.),
está claro que la ideología y las creencias de los habitantes de la selva la dan como un hecho
indudable. Lamentablemente, la única persona que había visto un pacahuara con sus ojos, no fue
hallada por nosotros, por los motivos ya referidos. Sin embargo, hemos explorado una enorme
extensión del territorio histórico de los pacahuaras, y dados el aislamiento relativo de los mismos y
la ausencia de cualquier población civil, es necesario insistir en la continuidad de los trabajos para
seguir buscando esas evidencias que están respaldadas, insistimos, en la mayoría de los testimonios
de los conocedores de la zona, rumbeadores de madera y castañeros, algunos de los cuales
participaron con nosotros de la expedición”.
De igual manera, en el Atlas Sociolingüístico se afirma que sigue habiendo un grupo de Pacahuaras
no contactados de unas cincuenta personas en su territorio original entre los ríos Negro y Pacahuara,
cerca de la frontera con Brasil.

Por otra parte, tanto Álvaro Díez Astete en Pueblos Indígenas de las Tierras Bajas como Ana María
Lema en su Pueblos Indígenas de la Amazonía boliviana, hacen referencia, además de los grupos
aislados, a la existencia de otro grupo de Pacahuaras que vive mezclado con los indios Karipuna o
Kawahiha (Caripunas en Bolivia) en el territorio que poseen situado en el estado brasileño de
Rondônia, próximo a la frontera oriental del departamento de Pando con la República de Brasil.
Aparte de pertenecer al mismo grupo lingüístico Pano, la historia de los Caripuna es similar a la de
los Pacahuaras: fueron diezmados durante la época del caucho (Nicolás Suárez, el Rey del Caucho
boliviano, se jactaba de haber exterminado a los caripunas que impedían el paso seguro a través de
las cachuelas del Río Madera). Diversas fuentes brasileñas confirman que los sobrevivientes
Caripunas son entre 14 y no más de 25 pero ninguna menciona la existencia de Pacahuaras entre
ellos.

Es un grupo étnico prácticamente desestructurado como tal. Muy pocos de ellos aún viven por el rio
Abuná (Pando), y otros 6 familias radican cerca de las comunidad de San Matías de Pacahuara, a
donde fueron “corridos” por los brasileros que explotan castaña en el bolsón de Rapi-Ran (Pando).
(Análisis sociodemográfico: población nativas, La Paz: INE, según Prada es 6 familias existentes en el
territorio de Beni y Pando, que esto siendo un pueblo indígena no contactado solo acercamiento es
válida hasta un momento ya sea testificado).

El año 1965, algunos Pacahuaras de la provincia Federico Román (Pando) fueron trasladados por el
Instituto Lingüístico de Verano a Tujuré, comunidad de los Chacobo (Beni), donde actualmente sólo
son nueve personas, en proceso de “chacobizaje”.

Pacahuaras contactados en Alto Ivon, de la provincia Vaca Diez del departamento de Beni

Según Vincent Brackelaire, en su informe de la gestión 2006 señala la existencia de Pacahuaras ya


contactados, que en 2006 constituían una pequeña familia de unas 10 personas que viven con los
Chácobo (tienen una TCO común).
Esta familia fue trasladada desde el río Pacahuara por los misioneros del Instituto Lingüístico de
Verano y los de Nuevas Tribus, al lugar donde actualmente habitan; que tienen su localización en el
Alto Ivon, de la provincia Vaca Díez del departamento de Beni.

Según Álvaro Díez Astete, la evangelización a la que fueron forzados los indígenas que habitan en
Tujuré, primero por los misioneros del ILV y luego por la Misión Evangélica Suiza, no ha logrado sus
propósitos.

Por lo cual es evidente que 1) El pueblo indígena Pacahuara es pre-existente al Estado. Por su
situación de extinción debido al etnocidio histórico y desplazamiento territorial al que fue sometido
es considerado un pueblo de alta vulnerabilidad.2)La situación actual del pueblo Pacahuara se
clasifica en dos zonas: Pacahuaras contactados en una TCO compartida con el pueblo Chácobo en el
municipio de Riberalta, en la provincia Vaca Díez del departamento de Beni; un segundo grupo de
Pacahuaras aislados o no contactados en la provincia de Nicolás Suárez del departamento de Pando,
este último se encuentra confirmado por su territorio ancestral; y, 3) Constituye de vital importancia
reconstituir los derechos del pueblo indígena Pacahuara, reconocerlo en sus territorios ante la
presunción de su existencia y realizar estudios antropológicos más profundos para resguardar sus
derechos de manera eficiente.

III.15. Sobre el pueblo Tacana o Takana, su ubicación geográfica

Desde tiempos ancestrales, se ubica al pueblo Tacana o Takana en el norte de La Paz, entre los ríos
Beni, Madre de Dios, Madidi y Tuichi, y que su territorio se extendía -según la relación de D. Juan
Álvarez Maldonado- por el río Magno o Madrede Dios, hasta el río de Parabre (Pando o Tambopata),
abarcando los actuales territorios de Bolivia, Brasil y Perú en sus áreas limítrofes.

De acuerdo al documento publicado por USAID, “Pueblo indígena Tacana, Consolidación y gestión
territorial”, sus ancestros tradicionalmente mantuvieron contactos culturales y relaciones de
intercambio de productos, a través del trueque, con los pueblos de las tierras altas. Sin embargo,
existieron enfrentamientos por territorio.

“En 1617 se crea la misión de Trinidad del Yariapu, organizada por los Franciscanos, y en 1713 se
traslada a la actual Tumupasha. Posteriormente, se formaron en esta zona las misiones de Ixiamas y
San José de Uchupiamonas con grupos de diferentes pueblos, como los Tacanas, Pamainos,
Saparunas, Toromonas, Araonas, Marcanis, Chiyulos (Chilluvos), Huacayanas y Guarisas. Es así, que
estos grupos de misionados, de la misma familia lingüística de los ocupantes originarios, constituyen
el antecedente más inmediato de las comunidades que actualmente se encuentran en la TCO Tacana
II, Puerto Pérez, Las Mercedes, El Tigre y Toromonas.

Durante la República se originó el auge de la quinua y más tarde, hacia finales del siglo XIX, el auge
de la goma, dando lugar a la llegada de colonizadores a la región y a cambios en nuestro sistema de
vida. Estos cambios económicos significaron también la pérdida de nuestro territorio ancestral que,
con el tiempo y la llegada de los nuevos colonizadores, éste se fue reduciendo aún más y perdiendo
valores naturales debido a la extracción irracional de los recursos naturales, como ocurrió con la
explotación y el saqueo de la madera a partir de los años setenta del siglo XX.

Asimismo, ante los gobiernos dictatoriales, y a raíz de la aplicación de políticas estatales, se


repartieron tierras en grandes extensiones en la provincia Abel Iturralde, así como concesiones
forestales, que afectaron las áreas donde estaban nuestras comunidades. Con la penetración de la
carretera se inició el proceso de colonización, sin planificación y de manera desorganizada. La gente
llegaba atraída por la ilusión de la implementación del proyecto de ingenio azucarero del Maige,
ubicado en San Buenaventura que finalmente no resultó”.

III.16. El pueblo Movima

Al haber sido mencionados en la presente acción tutelar no podemos dejar de aclarar que se trata
de un pueblo indígena muy numeroso. Tradicionalmente, su territorio se extendía desde los
márgenes del río Mamoré hasta la zona de San Borja (departamento de Beni) y al este hasta los
lugares ocupados por los Kayuvaba.

“El primero que consiguió un contacto con los Movimafue el padre Gregorio de Bolívar, que se
encontró con ellos el año 1621. A inicios del siglo XVIII, el padre Altamirano los vuelve a contactar,
dando cuenta de la existencia de unos 20.000 indígenas que se encontraban en “80 poblaciones
pequeñas”. La primera misión entre los Movimafue la de San Lorenzo, fundada por el padre Baltasar
Espinoza en 1708; a esta fundación siguieron las de San Luis, San Pablo, San Borja y Reyes. Cuando
en San Lorenzo el padre Altamirano fue muerto por los Movima, se abandonó la Misión, que fue
trasladada a Santa Ana de Yacuma y fundada de nuevo bajo este nombre. En los años treinta del
siglo XIX, Alcides D'Orbigny encontró a los Movima expandidos en el centro del Beni, colindando con
los pueblos Kayuvabaal norte, Kanichanaal este y los Mojeñosal sur y sureste.

Durante el primer auge de la goma, los Movima fueron forzados, mediante el ‘enganche’, a trabajar
en los gomales. Durante este tiempo muchos perecieron por enfermedades desconocidas. Las
comunidades se quedaron desintegradas, y gran parte de su territorio despojado de gente.

Después de la formación del departamento de Beni en 1842, las reducciones se disolvieron.

Entre los Movima sigue vigente el respeto frente a los amos de las esferas de la naturaleza y de los
animales, una cosmovisión que convive con las creencias cristianas que influyen de gran manera
entre la población. Los médicos tradicionales o curanderos conocen innumerables plantas
medicinales y son llamadas desde lejos para atender enfermos. Sigue, aunque en el secreto, el
chamanismo, que se ocupa de varias enfermedades que no se curan en el hospital.

Actualmente, en su forma de vida, los Movimase acercan a la de los campesinos, guardando


solamente pocos elementos de sus tradiciones indígenas, de los cuales destacan las fiestas.

El pueblo Movima está organizado en torno a la Central de Pueblos Étnicos del Beni.”
“En lo referente a tierra y territorio el acceso a su territorio es limitado, debido a que los dueños de
las haciendas han alambrado sus terrenos, lo que dificulta a los indígenas el acceso a los recursos
naturales. Las comunidades que habitan dentro del territorio multiétnico cuenta con título de Tierra
Comunitaria de Origen, otorgado en el marco de la Ley 1715, el año 2003.”
III.17. Organización Política y Social, la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB)
como ente integrador, incluye la CIPOAP

La CIDOB integra organizaciones regionales como la Central Indígena de la Región Amazónica de


Bolivia (CIRABO), con jurisdicción en la Amazonía norte y sede en Riberalta y la CIPOAP, con su sede
en Cobija, las que representan a los pueblos Chácobo, EsseEjja, Cavineño, Araona, Tacana,
Machineri, Yaminahua y Pacahuara; integra también a la Capitanía del Alto y Bajo Izozog (CABI) que
maneja el Parque Nacional KaáYya.

Los Pacahuaras contactados están representados por la Subcentral Chácobo, afiliada a la CIRABO y,
por consiguiente, a la CIDOB.

Es necesario aclarar que la CIPOAP, representa a los pueblos indígenas de Pando y la CIRABO a los
pueblos indígenas de la región amazónica, incluyendo el Departamento del Beni.

En efecto, la comunidad Pacahuara de Tujuré, prácticamente es una unidad doméstica compuesta


por nueve personas y en la que al fallecimiento del padre de los Pacahuaras (jefe de la unidad
doméstica), el hijo mayor debió asumir el rol de nuevo jefe. Que corresponde por la sucesión
hereditaria de sus costumbres. Su matrimonio es monógamo y preponderante exogámico, ya que
bajo las actuales condiciones, los matrimonios se llevan a cabo con sus parientes Chácobos.

III.18. El derecho a la defensa y el debido proceso de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos

La SCP 0820/2012 de 20 de agosto, con relación al derecho a la defensa y el debido proceso,


estableció: “La Constitución Política del Estado, como Norma Suprema del ordenamiento, señala que
Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, y define
como uno de los fines esenciales del Estado, el garantizar el cumplimiento de los principios, valores,
derechos y deberes reconocidos y consagrados por ella. La voluntad del constituyente en este
sentido, hizo que la Ley Fundamental configure la protección de los derechos fundamentales y
garantías constitucionales de las personas y de las naciones y pueblos indígenas originario
campesinos como uno de los ejes más importantes del Estado.

Para hacer efectivos estos derechos y no queden los mismos como simples enunciados, se ha
instituido la acción de amparo constitucional (antes instituida como ‘recurso de amparo
constitucional’), así como, por otra parte, el Tribunal Constitucional Plurinacional, como el Órgano
llamado a precautelar el respeto y vigencia de los derechos y garantías constitucionales.

Con relación al debido proceso, la Constitución Política del Estado en el Capítulo Primero de las
Garantías Jurisdiccionales, del Título IV de la Primera Parte, en el art. 115.II señala que ‘El Estado
garantizará el derecho al debido proceso…’ así como en el art. 117.I prevé que: ‘ninguna persona
puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un debido proceso...’”.

Por otra parte, la SC 1422/2012 de 24 de septiembre, establece en su Fundamento Jurídico “IV. (…)
Ahora bien, en mérito al objeto y causa de la presente acción de tutela, con la finalidad de
desarrollar una coherente argumentación jurídico-constitucional, este fallo desarrollará las
siguientes problemáticas jurídico-constitucionales: a) Los alcances de la refundación del Estado
Plurinacional de Bolivia a la luz de los principios del pluralismo, la interculturalidad y la
descolonización; b) Las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos. Alcances y elementos
configuradores a la luz del régimen constitucional imperante; (…) e) La interpretación de derechos
fundamentales en contextos inter e intra culturales.

(…)

IV.1. Los alcances de la refundación del Estado Plurinacional de Bolivia a la luz del pluralismo, la
interculturalidad y la descolonización

El Estado Plurinacional de Bolivia, fue refundado a partir de la Constitución aprobada por Referendo
Constitucional de 25 de enero de 2009 y promulgada el 7 de febrero del mismo año.

Esta refundación, implica el diseño de un nuevo modelo de Estado, el cual se estructura a partir del
‘pluralismo’ como elemento fundante del Estado; en ese orden, la cláusula estructural de la
Constitución plasmada en su primer artículo, consagra el pluralismo como el eje esencial de la
reforma constitucional, diseño que se encuentra en armonía con el preámbulo de esta Norma
Suprema.

En base al pluralismo como elemento estructurante del nuevo modelo de Estado, la función
constituyente, en mérito a factores históricos, sociológicos y culturales, consolida la protección y
efectivo reconocimiento constitucional de las naciones y pueblos indígena originario campesinos,
asegurando una real materialización del pluralismo, con la consagración taxativa del principio de
‘libre determinación’ plasmada en el art. 2 del texto constitucional, postulado que asegura una real
inclusión de estas colectividades en la estructura del modelo estatal bajo criterios de
interculuralidad, complementariedad y a la luz de la doctrina de la ‘descolonización’.

En efecto, a partir de la concepción del pluralismo como elemento fundante del Estado, el modelo
de Estado, se estructura sobre la base de derechos individuales y también derechos con incidencia
colectiva, pero además, la concepción del pluralismo y la interculturalidad, configuran un diseño de
valores plurales rectores destinados a consolidar el vivir bien, en ese orden y al abrigo de la
estructura axiomática plasmada en el Preámbulo de la Constitución la interculturalidad, asegura que
los valores plurales supremos, se complementen en una sociedad plural e irradien de contenido
todos los actos de la vida social, incluidos aquellos procedimientos o decisiones emanadas de los
pueblos y naciones indígenas originarios campesinos.

En el contexto de lo señalado, es pertinente indicar que la función constituyente, en el marco del


principio de separación de funciones plasmado en el art. 12.1 de la CPE, disciplina en los arts. 178 y
ss., la estructura y atribuciones del Órgano Judicial, por lo que a la luz del pluralismo e
interculturalidad, se colige que la administración plural de justicia, es única en el Estado
Plurinacional de Bolivia y ha sido encomendada al Órgano Judicial, quien en el marco del principio de
unidad jurisdiccional, génesis constitucional de la función jurisdiccional plural, es ejercida por la
jurisdicción ordinaria; la jurisdicción agroambiental, la jurisdicción indígena originaria y campesina y
las jurisdicciones especializadas.

En el marco de lo mencionado, es imperante establecer que el pluralismo jurídico, genera como


efecto en el modelo de Estado, la consagración de un pluralismo de fuentes jurídicas, aspecto que
implica la superación del Estado Monista; en este orden, en mérito a este aspecto, se tiene que el
orden jurídico imperante en el Estado Plurinacional de Bolivia está conformado por dos elementos
esenciales: 1) La Constitución como primera fuente directa de derecho; y, 2) las normas y
procedimientos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, también como fuente
directa de derecho.

En base a estos dos aspectos y en armonía con los postulados propios del pluralismo y la
interculturalidad, se colige que el sistema jurídico imperante, está compuesto por normas de
carácter positivo y también por normas no necesariamente positivizadas, las cuales configuran lo
que en teoría constitucional contemporánea se conoce como inter-legalidad, concepto en virtud del
cual, se entiende que las fuentes jurídicas plurales son autónomas pero interdependientes
axiomáticamente en aplicación al principio de complementariedad, el cual a su vez encuentra razón
de ser en la interculturalidad y el pluralismo como elementos fundantes del Estado; en ese orden, a
partir de los alcances de los elementos teóricos descritos, se establece que precisamente el
pluralismo jurídico y la inter-legalidad, son conceptos que sustentan en el marco del principio de
unidad jurisdiccional y a la luz del pluralismo y la interculturalidad como elementos estructurantes
de la refundación del Estado, el diseño del ejercicio tripartito de la jurisdicción ordinaria; la
jurisdicción agroambiental y la jurisdicción indígena originaria campesina.

En efecto, esta inter-legalidad y la administración tripartita de justicia plural, en la refundación del


Estado, consolidan los paradigmas de la descolonización, concepto que desde el punto de vista
epistemológico, implica que no existen saberes concluidos ni conocimientos absolutos e
incuestionables, por lo tanto, los saberes emergentes de un pluralismo cultural, deben
complementarse entre sí para consolidar así una sociedad plural incluida en una estructura estatal
unitaria.

En mérito a estos tres aspectos, es decir el pluralismo, la interculturalidad y la descolonización y en


el marco del objeto y causa de la presente acción tutelar, infra, se desarrollarán las características
configuradoras de las Naciones y Pueblos Indígena originario campesinos.

IV.2. Las naciones y pueblos indígena originario campesinos. Alcances y elementos configuradores a
la luz del régimen constitucional imperante

El preámbulo de la Constitución, señala que la construcción del nuevo Estado, está basada en el
respeto e igualdad entre todos, dentro de los alcances de los principios de complementariedad,
solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde
predomine la búsqueda del vivir bien, con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política
y cultural de los habitantes de esta tierra y en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo,
educación, salud y vivienda para todos. En ese orden, a partir de estas pautas axiomáticas, el art. 30
de la Constitución, inserto en la parte dogmática de esta Norma Suprema, disciplina los derechos
colectivos de los pueblos indígenas, originarios y campesinos, reconociéndolos como sujetos
colectivos de derechos (art. 30.I de la CPE), disposición constitucional que debe ser interpretada -de
acuerdo al principio de unidad constitucional-, armónicamente con la cláusula estructural del Estado
plasmada en el art. 1 de la CPE, que consolida al pluralismo como el elemento estructurante del
Estado. Asimismo, el art. 30.1 de la Constitución, debe ser interpretado en el marco de los alcances
dogmáticos del principio de libre determinación de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos plasmados en el art. 2 del texto fundamental.

A partir del marco constitucional antes descrito, se tiene que los pueblos y naciones indígenas
originario campesinos son titulares de derechos colectivos, aspecto que consolida la visión propia de
una construcción colectiva del Estado, en ese contexto, el segundo parágrafo del art. 30 de la
Constitución, disciplina el catálogo de derechos, el cual no puede ser considerado como una cláusula
constitucional cerrada, sino por el contrario un listado abierto de derechos al cual, a través de la
interpretación constitucional, podrán incluirse otros derechos de naturaleza colectiva propios de los
pueblos indígenas, originarios y campesinos.

En efecto, entre los derechos colectivos disciplinados por el art. 30.II de la Constitución, se
encuentra el derecho a ‘existir libremente’ (art. 30.II.1 de la CPE), el cual, constituye el postulado
esencial para el ejercicio de la libre determinación de los pueblos y naciones indígenas originario
campesinos.

En efecto, este derecho colectivo asegura la libertad de desarrollo social y cultural a colectividades
cohesionadas por elementos antropológicos y culturales comunes como ser: La identidad cultural;
idioma; organización administrativa; organización territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y
cosmovisión propia, entre otras características de cohesión colectiva.
En el ámbito de lo señalado, en armonía con los elementos de cohesión colectiva antes descritos, la
Constitución Política del Estado reconoce los derechos de los pueblos y naciones indígena originario
campesinas a la identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas, costumbres y a su
propia cosmovisión (art. 30.II.2 de la CPE), elementos a los cuales debe incluirse el derecho a la
territorialidad (art. 30.II.4), para que el principio de libre determinación plasmado en el art. 2
concordante con el art. 30.II.4 de la CPE, tenga un efecto útil a la teleología y esencia del pluralismo,
la interculturalidad y la descolonización como elementos esenciales de la refundación del Estado; en
este marco, los componentes antes descritos, serán los elementos necesarios para la identificación
de los pueblos y naciones indígena originario campesinas en el Estado Plurinacional de Bolivia, para
consagrar así los derechos colectivos referentes al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y
económicos enmarcados en su cosmovisión (art. 30.II.14 de la CPE), consolidando también que sus
instituciones sean parte de la estructura general del Estado (art. 30.II.5 de la CPE), asegurando así el
valor plural supremo referente al vivir bien en un Estado Unitario cuyo diseño responde a los
postulados del pluralismo, la interculturalidad y la descolonización.

Por lo expresado, se tiene que la identificación de naciones y pueblos indígenas originario


campesinos en el Estado Plurinacional de Bolivia, para la aplicación de los derechos colectivos
consagrados por el régimen constitucional imperante, deberá contemplar la existencia de los
elementos de cohesión referentes a la identidad cultural; idioma; organización administrativa;
organización territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y cosmovisión propia, entre otras
características de cohesión colectiva.

Ahora bien, los aspectos antes citados, configuran a los pueblos y naciones indígena originario
campesinas como sujetos colectivos de derecho; en ese orden, por razones de orden socio-
históricas, debe entenderse a este término como un concepto compuesto e inescindible, que
comprende a poblaciones indígenas de tierras altas, tierras bajas y zonas geográficas intermedias
sometidas a un proceso de mestizaje, razón por la cual este concepto se compone de los elementos
indígena-originario-campesino con una semántica socio-histórica indivisible.

En coherencia con lo señalado, debe precisarse además que en el contexto de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, su estructura organizativa por razones también de orden socio-
histórico, podría estar compuesta por organizaciones campesinas, juntas vecinales u otras
modalidades organizativas que reflejen un proceso de mestizaje vivido en el País, en estos casos, el
reconocimiento de derechos colectivos como naciones y pueblos indígena originario campesinos,
responderá a la concurrencia de cualquiera de los elementos de cohesión colectiva descritos supra,
es decir a la existencia de identidad cultural; idioma; organización administrativa; organización
territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y cosmovisión propia, entre otras; por tanto, a pesar
de la influencia de elementos organizativos propios de un proceso de mestizaje, en la medida en la
cual se identifique cualquiera de los elementos de cohesión colectiva antes señalados, la colectividad
será sujeta de derechos colectivos y le será aplicables todos los efectos del art. 30 en sus dos
parágrafos de la Constitución, así como los efectos del principio de libre-determinación inherente a
los pueblos y naciones indígenas originario y campesinos plasmado en el segundo artículo de la CPE.

Asimismo, los miembros de estas colectividades con elementos comunes de cohesión que los
configure como naciones y pueblos indígena originario campesinos, gozarán de derechos
individuales a ser interpretados en contextos interculturales y de acuerdo a valores plurales
supremos tal como se explicará infra.

(…)

IV.5 La interpretación de derechos fundamentales en contextos interculturales. Desarrollo de la


interpretación intercultural y el paradigma del vivir bien

La interpretación intercultural de derechos fundamentales, prima facie, encuentra sustento en el


valor axiomático de la Constitución, en ese orden, debe precisarse que el preámbulo de la
Constitución, señala que la construcción del nuevo Estado, está basada en el respeto e igualdad
entre todos, dentro de los alcances de los principios de complementariedad, solidaridad, armonía y
equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del
vivir bien, con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes
de este tierra y en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud y vivienda para
todos.

A partir de la concepción del pluralismo como elemento fundante del Estado, el modelo de Estado,
se estructura sobre la base de derechos individuales y también derechos con incidencia colectiva,
pero además, la concepción del pluralismo y la interculturalidad, configuran un diseño de valores
rectores en mérito de los cuales se concibe una Constitución axiomática.

En efecto, la Constitución aprobada en 2009, se caracteriza no solamente por su ‘valor normativo’,


sino esencialmente por su ‘valor axiomático’. En efecto, ésta característica tipifica a la Norma del
Estado Plurinacional de Bolivia como una Constitución Axiomática, en mérito de la cual, el fenómeno
de constitucionalización del ordenamiento jurídico, es decir, el proceso de irradiación de contenido
en las normas infra-constitucionales y en todos los actos de la vida social, no solamente comprende
normas constitucionales positivizadas, sino también, valores supremos directrices del orden
constitucional.

En este contexto, es pertinente señalar que el pluralismo y la interculturalidad, constituyen los


elementos de refundación del Estado Plurinacional de Bolivia, en mérito de los cuales, el Valor
Axiomático de la Constitución, adquiere un matiz particular, ya que las directrices principistas y los
valores plurales supremos en el Estado Plurinacional de Bolivia, irradiarán de contenido a todos los
actos infra-constitucionales incluidas las decisiones de las autoridades indígena originario
campesinas; además, en virtud al principio de complementariedad que postula la interculturalidad,
estos valores plurales supremos irradiaran toda la vida social armonizando así las bases sociológicas
de una sociedad plural, consolidando una verdadera cohesión y armonía social.

En efecto, el pluralismo como elemento fundante del Estado Plurinacional de Bolivia, implica el
reconocimiento de una pluriculturalidad y por ende un pluralismo axiomático, que postula valores
plurales supremos insertos en el Preámbulo de la Constitución y también en su art. 8.

Así, se puede destacar que entre los valores plurales supremos que guían al Estado Plurinacional de
Bolivia, se encuentran la igualdad, la complementariedad, la solidaridad, reciprocidad, armonía, la
inclusión, transparencia, igualdad de condiciones, bienestar común, responsabilidad, entre otros, los
cuales, a su vez, en el marco de la interculturalidad, se complementan con los valores ético-morales
plasmados en el art. 8.1 de la Constitución, como ser el ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas
flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón); suma qamaña (vivir bien); el ñandereko (vida armoniosa);
tekokavi (vida buena); ivimaraei (tierra sin mal) y qhapajñan (camino o vida noble) entre otros, los
cuales, al encontrarse insertos en la parte dogmática de la Constitución, irradiarán de contenido a la
inter-legalidad desarrollada en el Fundamento Jurídico IV. 1 de la presente Sentencia Constitucional,
para consolidar así el valor esencial y fin primordial del Estado Plurinacional de Bolivia, que es el
‘vivir bien’.

Por lo expuesto y a la luz de la Constitución Axiomática, es pertinente en este estado de cosas,


fundamentar el paradigma del vivir bien, como pauta específica de interpretación intercultural de
derechos fundamentales.

En efecto, a la luz de los principios de interculturalidad, complementariedad y descolonización, los


derechos fundamentales vigentes para los miembros de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, no pueden seguir las mismas pautas de interpretación ni pueden contener los mismos
elementos configurativos propios de los núcleos duros de derechos fundamentales en contextos
diferentes a la jurisdicción indígena originario campesina. En esta perspectiva, el paradigma del vivir
bien, se configura como una verdadera pauta de interpretación inter e intra cultural de derechos
fundamentales, a partir de la cual, los valores plurales supremos irradian de contenido los actos y
decisiones que emanan de la justicia indígena originaria campesina, constituyendo además una
garantía plural destinada a evitar decisiones desproporcionadas y contrarias a las guías axiomáticas
del Estado Plurinacional de Bolivia.

En el orden de ideas expresado, se tiene que el paradigma del vivir bien, somete a sus postulados a
todas las decisiones emergentes del ejercicio de la jurisdicción indígena originario campesina, por lo
que en el supuesto de activarse el control tutelar de constitucionalidad a través de acciones de
defensa como ser la acción de libertad, las decisiones de la jurisdicción indígena originaria
campesina denunciadas como lesivas a derechos fundamentales en contextos interculturales, en el
ejercicio del control plural de constitucionalidad, deberán analizarse en el marco de los siguientes
parámetros de axiomaticidad proporcional y razonable propios del paradigma del vivir bien: a)
armonía axiomática; b) decisión acorde con cosmovisión propia; c) ritualismos armónicos con
procedimientos, normas tradicionalmente utilizados de acuerdo a la cosmovisión propia de cada
nación y pueblo indígena originario campesina; y, d) Proporcionalidad y necesidad estricta”.

III.19.El debido proceso y las garantías judiciales en el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos
indígenas

El art. 12 de la Ley del Estado 1257, que eleva a rango de ley el Convenio 169 de la OIT sobre
Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la referida organización, establece que:
“Los pueblos interesados deberán tener protección contra la violación de sus derechos, y poder
iniciar procedimientos legales, sea personalmente o bien por conducto de sus organismos
representativos, para asegurar el respeto efectivo de tales derechos. Deberán tomarse medidas para
garantizar que los miembros de dichos pueblos puedan comprender y hacerse comprender en
procedimientos legales, facilitándoles, si fuese necesario, intérpretes u otros medios eficaces” (las
negrillas son nuestras).

“El nuevo diseño dogmático de la Constitución Política del Estado, que incorpora como
directriz irradiadora y transversal en todo el texto constitucional al principio del pluralismo, como
emergencia de la cualidad plurinacional del nuevo Estado boliviano, conlleva a la necesidad de
asumir la incorporación de matices propios de esta cualidad en todos los órdenes de su organización
política, administrativa, social, económica, entre otras. Tal exigencia es aún más evidente en el
campo jurídico, y de modo particular en la tramitación de procesos judiciales y procedimientos
administrativos donde se encuentren involucrados las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, ya sea actuando como sujetos colectivos o como personas individuales.

De este modo, tomando en cuenta que el debido proceso es una garantía inherente a
cualquier ciudadano bajo jurisdicción estatal, que debe hacerse efectiva en la tramitación de
procesos judiciales o administrativos, a consecuencia de los cuales pueden verse afectados derechos
fundamentales; en el caso de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, dicha garantía
resulta indispensable dada su especial condición, como resultado de sus características propias,
condiciones económicas y sociales, sus instituciones representativas y, normas y procedimientos
propios; la eventual afectación de sus derechos y garantías repercute de modo más sensible que si
se diera en otros sectores de la población. Más aún cuando dentro de un proceso administrativo o
judicial no se ha garantizado por parte del Estado el derecho a la defensa que asiste a cualquier
ciudadano y peor aún, si como emergencia de ello, se ha deducido una Resolución desfavorable y
lesiva de sus derechos fundamentales que les asisten como sujetos colectivos.

Con relación al debido proceso y las garantías judiciales la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay estableció: ‘Los recursos efectivos
que los Estados deben ofrecer conforme al artículo 25 de la Convención Americana, deben ser
sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal (artículo 8 de la Convención),
todo ello dentro de la obligación general a cargo de los mismos Estados de garantizar el libre y pleno
ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a toda persona que se encuentre bajo su
jurisdicción. En este sentido, la Corte ha considerado que el debido proceso legal debe respetarse en
el procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento cuya decisión pueda afectar los
derechos de las personas. En lo que respecta a pueblos indígenas, es indispensable que los Estados
otorguen una protección efectiva que tome en cuenta sus particularidades propias, sus
características económicas y sociales, así como su situación de especial vulnerabilidad, su derecho
consuetudinario, valores, usos y costumbres’ (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso
Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de
junio de 2005, No. 16, párr. 62 y 63).

La citada jurisprudencia interamericana también ha sido confirmada en el caso de la


comunidad indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay, señalando: ‘…la Corte recuerda que el debido
proceso legal debe respetarse en el procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento
cuya decisión pueda afectar los derechos de las personas. Asimismo, conforme a la jurisprudencia
del Tribunal, es indispensable que los Estados otorguen una protección efectiva que tome en cuenta
las particularidades propias de los pueblos indígenas, sus características económicas y sociales, así
como su situación de especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres’” (SCP 0645/2012 de 23 de julio) (las negrillas nos corresponden).

III.20. El Instituto Nacional de Reforma Agraria y la Autoridad de Fiscalización y Control Social de


Bosques y Tierras

El art. 388 de la CPE, señala que: “Las comunidades indígena originario campesinas situadas dentro
de áreas forestales serán titulares del derecho exclusivo de su aprovechamiento y de su gestión, de
acuerdo con la ley”. Sin embargo, con referencia a los recursos naturales, el art. 349.II establece que
“El Estado reconocerá, respetará y otorgará derechos propietarios individuales y colectivos sobre la
tierra, así como derechos de uso y aprovechamiento sobre otros recursos naturales” (las negrillas
son nuestras).
Con referencia a la Norma Forestal, al tratar jurídicamente las ocupaciones de hecho, en su art. 14.III
de la LF establece: “Cualquiera que a partir de la vigencia de la presente ley ocupe de hecho tierras
de protección, áreas protegidas o reservas forestales, o haga uso de sus recursos sin título que lo
habilite, será notificado por la autoridad administrativa competente para que desaloje las mismas.
La resolución administrativa contendrá necesariamente las medidas precautorias a que se refiere el
art. 46. La resolución podrá ser impugnada por la vía administrativa”; a su vez, el
parágrafo V del mismo artículo es claro cuando se refiera a: “Las áreas efectivamente trabajadas en
tierras de protección en virtud de dotaciones legalmente otorgadas con anterioridad a la vigencia de
la presente ley, estarán sujetas a las limitaciones y prácticas especiales de manejo a establecerse en
el reglamento, debiendo mantenerse intacta la cobertura arbórea de las áreas aún no convertidas,
bajo causal de reversión del Área total dotada, sin perjuicio de las medidas precautorias establecidas
en el Artículo 46”; el parágrafo IV regula: “Sin perjuicio de las disposiciones legales del caso, las áreas
ocupadas de hecho en tierras de protección con anterioridad a la vigencia de la presente ley en
ningún caso podrán ser ampliadas, quedando sujeta cualquier ampliación a lo dispuesto en el
parágrafo III del presente artículo. En caso de reincidencia, el desalojo se producirá respecto del
total del área ocupada”; finalmente, el parágrafo VI dice que: “No se reputarán ocupaciones de
hecho las áreas de asentamiento tradicionalmente ocupadas por los pueblos indígenas, así como las
tierras sobre las que hayan tenido inveterado acceso para el desarrollo de su cultura y subsistencia”
(las negrillas son nuestras).

En cuanto al otorgamiento y control de los derechos forestales, la Ley Forestal establece:

“ARTICULO 26º.- (Origen y condicionalidad de los derechos forestales)

Los derechos de aprovechamiento forestal sólo se adquieren por otorgamiento del Estado conforme
a ley y se conservan en la medida en que su ejercicio conlleve la protección y utilización sostenible
de los bosques y tierras forestales, de conformidad con las normas y prescripciones de la materia.

(…)

ARTÍCULO 29º.- (Concesión forestal)

I. La concesión forestal es el acto administrativo por el cual la Superintendencia Forestal otorga a


personas individuales o colectivas el derecho exclusivo de aprovechamiento de recursos forestales
en un área específicamente delimitada de tierras fiscales. El régimen de tratamiento a la vida
silvestre, la biodiversidad, los recursos genéticos y cualquier otro de carácter especial, se rige por la
legislación específica de la materia.

(…)

ARTÍCULO 32º.- (Autorización de aprovechamiento en tierras de propiedad privada y en tierras


comunitarias de origen)

I. La autorización de utilización forestal en tierras de propiedad privada sólo puede ser otorgada a
requerimiento del propietario o con su consentimiento expreso y está sujeta a las mismas
características de la concesión, excepto las que no le sean aplicables. El titular de la autorización
paga la patente mínima sobre el área intervenida anualmente según el Plan de Manejo aprobado.
No está sujeto al impuesto predial por las áreas de producción forestal y de protección. Es revocable
conforme a la presente ley.

II. Se garantiza a los pueblos indígenas la exclusividad en el aprovechamiento forestal en las tierras
comunitarias de origen debidamente reconocidas de acuerdo al artículo 171º de la Constitución
Política del Estado y a la Ley Nº 1257 que ratifica el Convenio Nº 169 de la Organización
Internacional del Trabajo. El área intervenida anualmente está sujeta al pago de la patente de
aprovechamiento forestal mínima. Son aplicables a estas autorizaciones las normas establecidas en
el parágrafo IV del artículo anterior.

III. No requiere autorización previa el derecho al uso tradicional y doméstico, con fines de
subsistencia, de los recursos forestales por parte de las poblaciones rurales en las áreas que ocupan,
así como de los pueblos indígenas dentro de sus tierras forestales comunitarias de origen. Asimismo
se garantiza a los propietarios este derecho dentro de su propiedad para fines no comerciales. La
reglamentación determinará los recursos de protección contra el abuso de este derecho” (las
negrillas son nuestras).

Por otra parte, el Decreto Supremo (DS) 24453 de 21 de diciembre de 1996, reglamentó a la Ley
Forestal en su Capítulo II, establece:

“CLASES DE DERECHOS

ARTICULO 78°.-

(…)

VI. Para los contratos subsidiarios que se celebren con pueblos y comunidades indígenas rigen,
además, las siguientes condiciones:

a) La decisión de celebrar el contrato debe ser del total conocimiento y de la entera disposición
del pueblo o la comunidad en su conjunto. Asimismo, no debe contravenir las normas que exigen sus
usos y costumbres.

b) Para el plan de manejo se tomarán en cuenta las exigencias establecidas por el presente
reglamento con respecto a los aspectos sociales.

c) La agrupación debe tener una participación en los organismos ejecutores del contrato que
tienen capacidad de decisión.

d) El pueblo o comunidad tiene participación en los beneficios de por lo menos un 50%.

e) El plazo máximo de un contrato subsidiario es de diez años.

f) El titular del contrato subsidiario deberá contratar mano de obra exclusivamente del pueblo
o comunidad, y desarrollar procesos de calificación de mano de obra.

(…)”.

Asimismo, la Ley de Reconducción Comunitaria de Reforma Agraria, modificatoria de la Ley del


Servicio Nacional de Reforma Agraria de 18 de octubre de 1996, en sus disposiciones finales
establece:

“DISPOSICION FINAL TERCERA.- (BENEFICIARIO EN LOS TÍTULOS DE TIERRAS COMUNITARIAS DE


ORIGEN). En los títulos ejecutoriales que se emitan como resultado del proceso de saneamiento y
procesos de dotación a favor de los pueblos indígenas y originarios como Tierras Comunitarias de
Origen, necesariamente se deberá consignar como beneficiario o titular al pueblo indígena y
originario. El Instituto Nacional de Reforma Agraria velará de oficio por que este aspecto se consigne
en el título correspondiente. Los títulos ejecutoriales emitidos con anterioridad a la presente Ley
podrán ser subsanados de oficio o a pedido de parte.

(…)

DISPOSICION FINAL DÉCIMO PRIMERA (APOYO A COMUNIDADES DOTADAS CON TIERRAS FISCALES).
El Estado apoyará técnica y económicamente a las comunidades campesinas, indígenas y originarias,
beneficiadas con dotación de tierras fiscales, para el efectivo desarrollo de sus potencialidades
productivas, conforme al uso sostenible de la tierra, de conformidad con el artículo 168 de la
Constitución Política del Estado”.

Por su parte, el Reglamento de la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria, modificada por la Ley
3545, de Reconducción Comunitaria de Reforma Agraria, aprobado a través del DS 29215 de 2 de
agosto de 2007, establece:

“ARTÍCULO 4°.- (FINALIDADES)

(…)

f) Efectivizar la distribución y redistribución colectiva de tierras fiscales disponibles y recuperadas en


beneficio de los pueblos y comunidades indígenas originarias, campesinas, sin tierra o con tierra
insuficiente.

(…)

ARTICULO 17°.- (TRÁFICO Y VENTA DE TIERRAS DE COMUNIDAD)

De existir indicios o evidencia de la existencia de personas que pretendan constituir o constituyan


comunidades campesinas, pueblos indígenas u originarios, en contravención a las normas vigentes y
con la finalidad de realizar negocios o transacciones con tierras de comunidad, así como de
evidenciarse indicios o comprobarse la venta o transferencia de tierras de comunidad que por su
propia naturaleza son inalienables, las autoridades y funcionarios del Instituto Nacional de Reforma
Agraria, Superintendencias Agraria y Forestal y otras instancias, denunciarán los hechos al Ministerio
Público para el inicio de la acción penal por los delitos de estelionato, estafa y otros que
correspondan, constituyéndose estas instituciones y el Instituto Nacional de Reforma Agraria en
parte, dentro de los indicados procesos.

Sin perjuicio de lo señalado, las personas que estuvieren involucradas, no podrán acceder bajo
ningún título a nuevos procesos de distribución de tierras en ninguna parte del territorio de la
República”.

El mismo Reglamento, sobre la dotación y conversión de Tierras Comunitarias de Origen y


Compensación, regula el ámbito de aplicación y garantías:

“ARTÍCULO 353.- (GARANTIAS DE LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDIGENAS U ORIGINARIOS)

El proceso de saneamiento garantiza el derecho de la propiedad agraria sobre las Tierras


Comunitarias de Origen, ejercido por los pueblos indígenas u originarios en sus espacios históricos y
ancestrales, desarrollando el derecho colectivo y comunitario a través de sus formas tradicionales de
organización, en el marco del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y el Artículo
171 de la Constitución Política del Estado.

ARTÍCULO 354°.- (DELIMITACION DE LAS TIERRAS COMUNITARIAS DE ORIGEN)

El Instituto Nacional de Reforma Agraria en el proceso de saneamiento define y consolida el derecho


de propiedad sobre las Tierras Comunitarias de Origen, sin subordinación ni limitación respecto a las
unidades político administrativas. Las autoridades político administrativas no tienen competencia
alguna en la delimitación, demarcación y definición de colindancias de las Tierras Comunitarias de
Origen”.

De igual manera, el DS 29215, en el Título XIV referente a los desalojos, en el Capítulo I establece el
procedimiento a seguir en el desalojo de asentamientos y ocupaciones de hecho en tierras fiscales
de la siguiente manera:

“ARTICULO 451°.- (IMPROCEDENCIA DEL DESALOJO DE COMUNIDADES EN AREAS PROTEGIDAS)

Los pueblos o comunidades indígenas campesinas, originarias, pequeñas propiedades y personas


amparadas en norma expresa, con posesión anterior a la Ley Nº 1715, sobre áreas protegidas, no
serán pasibles a la ejecución del proceso de desalojo, en tanto no se ejecute el proceso de
saneamiento en el área.

ARTICULO 452°.- (DESALOJOS DE ACUERDO A LA LEY FORESTAL)

Los desalojos que se dispongan en ejecución del régimen agrario, de acuerdo a lo previsto en la Ley y
este Reglamento son independientes de los que se ejecuten en aplicación de la Ley Nº 1700,
Forestal.”

III.21.La necesidad de la reconducción del proceso de acción de cumplimiento a la tramitación de


una acción popular en base a los principios de interpretación constitucional

Al respecto y conforme a los nuevos lineamientos de la Constitución Política del Estado la SCP
0645/2012 de 23 de julio, estableció: “Los alcances del control de constitucionalidad en relación al
sistema de control tutelar implementado en el marco del nuevo orden constitucional y que a su vez
responde a una nueva concepción axiológica que la guía, ha incorporado -especialmente- dos nuevas
acciones de defensa como es el caso de la acción de cumplimiento y la acción popular, cuyo ámbito
de tutela encuentra una diferencia sustancial con el tradicional amparo constitucional, el hábeas
corpus -ahora acción de libertad- y el hábeas data -ahora acción de protección de privacidad-, que si
bien tienen como objetivo la protección directa de derechos fundamentales subjetivos, esta tarea no
se halla ligada a la afectación o incidencia directa en una colectividad, como sucede en el caso de la
acción de cumplimiento y la acción popular, constituyendo precisamente ésta una de sus cualidades
esenciales, que las diferencian de las primeras y a partir de las cuales se definen sus requisitos de
contenido y sus específicos procesos de tramitación y resolución.

Ahora bien, tal implementación, como ya se dijo, se configura en el marco de un nuevo orden
constitucional, cuya realización efectiva aún se encuentra en un periodo de ‘transición
constitucional’, por el cual no se puede exigir a las partes el cumplimiento cabal de los requisitos de
procedencia de dos nuevas acciones de defensa, cuyas condiciones de admisibilidad aún
permanecen en construcción a través de la jurisprudencia constitucional, sobre todo con relación a
la acción de cumplimiento, cuya naturaleza procesal y ámbito de protección aún permanece en
discusión y sujeta a interpretaciones distintas; situación contraria acontece con relación a la acción
popular, puesto que debido a la configuración flexible de sus requisitos de contenido guiadas por el
principio de informalismo, no ofrece mayores inconvenientes a la hora de resolverse, lo que por
supuesto no significa que su desarrollo jurisprudencial haya concluido.

Sin embargo, ésta es una razón sustancial -pero no la única- por la cual se justifica que frente a una
acción presentada, el intérprete advierta que los contenidos de la demanda se acomodan más a la
tramitación de otra acción de defensa (acción de libertad, de protección de privacidad, amparo
constitucional, acción popular) y de esta manera pueda, al amparo de los principios de eficacia de los
derechos fundamentales, economía procesal, prevalencia del derecho sustantivo sobre el derecho
adjetivo, pro actione y iura novit curia, reconducir la tramitación de la acción de cumplimiento a un
proceso de acción de libertad, de protección de privacidad, amparo constitucional o acción popular,
atendiendo ciertos requisitos a ser desarrollados por la jurisprudencia constitucional en el caso
específico, donde se advierta la necesidad de reconducir su tramitación a otro proceso
constitucional.

Precisamente son los principios antes mencionados que constituyen la razón primordial por la cual
debe operarse la reconducción del proceso constitucional; así se tiene que, no obstante las acciones
de defensa tienen delimitados sus requisitos de admisibilidad así como un procedimiento específico
y que en su tramitación, según la naturaleza de la acción de defensa invocada, deben exigirse la
concurrencia de formalismos que ayudan a preservar su naturaleza excepcional, ello no significa que
deba darse prioridad a estas formalidades, entendidas como una unidad, por encima de la esencia
misma del sistema de control tutelar cuyo fin primordial es el resguardo de derechos fundamentales
y garantías constitucionales, por lo cual deberá extenderse la comprensión del alcance de
exigibilidad de estos requisitos, a fin de garantizar la tutela constitucional efectiva y la esencia de los
procesos constitucionales.

De esta manera, cuando se advierta que de los antecedentes de la demanda de acción de


cumplimiento invocada, se pueden extraer los requisitos de contenido para la tramitación de una
acción popular, a efectos de la reconducción del proceso, deberá tenerse presente la concurrencia
de las siguientes reglas:
a) Se evidencie error en la vía procesal elegida, lo cual guarda relación con el rol esencial del juez
constitucional que advierte una voluntad implícita del accionante, aunque la misma no haya sido
planteada correctamente en la demanda.

b) Se cumplan los requisitos inexcusables de la demanda de acción popular, en ese sentido,


principalmente se identifiquen a través de los hechos denunciados, derechos o intereses colectivos o
difusos y un sujeto de derecho colectivo.

c) No se modifiquen el petitorio ni los hechos que sustentan la demanda, por cuanto supondría que
el juzgador sustituya al accionante, alterando su naturaleza imparcial.

d) Se preserve el derecho a la defensa de la parte demandada, es decir, que la misma haya tenido la
oportunidad de contraponerse a la pretensión de la parte demandante; ejerciendo de modo
sustancial su derecho de defensa, puesto que en ningún caso se puede habilitar la tutela de un
derecho fundamental dejando desprotegido a otro de la misma clase.

e) Exista riesgo de irreparabilidad del o los derechos o intereses colectivos o difusos; es decir, la
reconducción sólo será posible si existe una necesidad apremiante de evitar la ocurrencia de un
daño irreparable en los derechos fundamentales involucrados, aspecto que guarda relación con el
principio de economía procesal y tutela judicial efectiva.
Es preciso establecer que la reconducción de la tramitación de una acción de cumplimiento a una
acción popular deberá producirse siempre a favor y nunca en perjuicio de la parte accionante.

Esta figura es admisible en el derecho comparado; tal es el caso del Tribunal Constitucional de Perú,
que establece la ‘conversión’ de una acción de cumplimiento a una acción de amparo constitucional
en base al principio iura novit curia, que en el Expediente 2763-2003-AC/TC, sostuvo que: ‘…el
objeto de la demanda no es tanto demandar el cumplimiento de la Ley N.° 27550, sino más bien
cuestionar un comportamiento lesivo de derechos constitucionales, y que por ello la vía idónea para
resolver la controversia no es la acción de cumplimiento, sino el amparo. Aunque en aplicación del
principio de suplencia de la queja deficiente, previsto en el artículo 7.° de la Ley N.° 23506, se podría
declarar la nulidad del procedimiento seguido y devolver los actuados al juez competente a efectos
de que la pretensión sea tramitada como amparo, este Tribunal considera innecesaria la aplicación
de tal principio, habida cuenta de la urgencia de restituir los derechos reclamados y de la correlativa
necesidad de que el presente proceso se resuelva de forma oportuna y efectiva, de modo que se
pronunciará de inmediato sobre el fondo de la controversia…’ procediéndose en su parte resolutiva
a “Declarar FUNDADA la demanda interpuesta, la que debe entenderse como acción de amparo”.

III.22. Análisis del caso concreto

En el caso de autos, se evidencia que Lucio Ayala Siripi acude a esta acción popular en su condición
de Presidente de la CIPOAP accionante, institución que aglutina a los pueblos originarios del
departamento de Pando, invocando la vulneración del derecho a la petición conforme los arts. 24,
30.II y 31.I y II de la CPE, al no dar curso a su solicitud el Director Departamental del INRA de Pando,
de determinar reserva o territorio indígena en todo el sector donde se encuentran las empresas
madereras MABET S.A, URKUPIÑA y BOLITAL, territorio donde se encuentra la comunidad Tacana La
Selva y Pacahuaras.

Previo al ingreso del análisis de la problemática planteada es preciso establecer la naturaleza jurídica
de la acción popular a objeto de determinar el cumplimiento o incumplimiento de algunos
presupuestos como son el de legitimación activa y pasiva, principio constitucional de subsidiariedad
e inmediatez; es en ese entendido, conforme se ha desarrollado en el Fundamento Jurídico III.1. la
Constitución Política del Estado se funda en el pluralismo jurídico y la pluralidad cultural para lograr
un Estado que garantice “el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad,
complementariedad, solidaridad, armonía”; así como el bienestar, el desarrollo y la dignidad de las
personas que conforman comunidades y pueblos indígenas que habitan este Estado. Estos derechos
son inviolables, universales, independientes e indivisibles, por lo cual es deber del Estado
protegerlos, para el “vivir bien”.

De igual manera, el art. 9 de la CPE, establece como fines y funciones esenciales del Estado “además
de los que establece la Constitución y la ley”, la construcción de una sociedad justa y armoniosa,
cuyas bases sean la descolonización sin discriminación, con plena justicia social para lograr
consolidar las identidades plurinacionales. Siendo necesario preservar como patrimonio la
plurinacionalidad y promover un aprovechamiento responsable y planificado de los recursos
naturales.

Asimismo, la acción popular es una de las principales innovaciones de la Norma Suprema, que en el
art. 135 la establece como una acción tutelar que procede: “…contra todo acto u omisión de las
autoridades o de personas individuales o colectivas que violen o amenacen con violar derechos e
intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, el
medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por esta Constitución”. Norma que tiene
como objetivo la defensa de los derechos e intereses colectivos. Por lo cual, en cuanto a la
legitimación activa puede ser presentada de manera individual o colectiva, personal o en
representación de una colectividad; no precisando poder notarial expreso para tal representación,
conforme el desarrollo del Fundamento Jurídico III.3.1. la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional ha sido interpuesta por el Presidente de la Central Indígena de Pueblos Amazónicos de
Pando (CIPOAP) que representa a los pueblos indígenas del departamento de Pando.

Al respecto, la SC 0645/2012, acorde con el entendimiento establecido por la Corte Interamericana


de Derechos Humanos en el caso Comunidad indígena Yakye Axa vs. Paraguay, cuando señaló: “La
Corte considera que el otorgamiento de personería jurídica sirve para hacer operativos los derechos
ya existentes de las comunidades indígenas, que los vienen ejerciendo históricamente y no a partir
de su nacimiento como personas jurídicas. Sus sistemas de organización política, social, económica,
cultural y religiosa, y los derechos que ello apareja, como la designación de sus propios líderes y el
derecho a reclamar sus tierras tradicionales, son reconocidos no a la persona jurídica que debe
inscribirse para cumplir con un formalismo legal, sino a la comunidad en sí misma que la propia
Constitución paraguaya reconoce como preexistente al Estado” (las negrillas son nuestras). Derechos
reconocidos en el preámbulo de la Ley Fundamental.

Con referencia a la legitimación pasiva, cumple con lo establecido en la Norma Suprema, ya que se
plantea la acción contra autoridades que mediante la omisión de respuesta a la petición presentada
al INRA Pando de determinar” reserva o territorio indígena” en el territorio donde actualmente
existen concesiones madereras y que históricamente son territorios ancestrales de los indígenas
Pacahuaras; en el presente caso se evidencia que fue planteado contra los Directores
Departamentales del INRA y de la ABT de Pando, el Responsable de la Unidad Operativa del Bosque
y Tierra, el Prefecto y Comandante a.i. -ahora Gobernador del Departamento de Pando, el
representante de la Secretaría de Medio Ambiente, Forestal de Tierra y Recursos Hídricos y el
Alcalde de Gobierno Autónomo Municipal de Nueva Esperanza, quienes efectuaron el saneamiento
de tierras en ese sector y dieron en concesión a favor de las empresas madereras MABET S.A.,
URKUPIÑA y BOLITAL, para la explotación de madera, por lo que, se determina que la presente
acción cumple con la legitimación pasiva, ya que son esas autoridades, las que presumiblemente se
encuentran violando los derechos colectivos de estos pueblos indígenas. Activándose, de esta
manera la legitimación pasiva.

Prescinde del principio de inmediatez, de acuerdo a lo establecido en el art. 136 de la CPE, y


desarrollado en el Fundamento Jurídico III.2 de este fallo podrá interponerse durante el tiempo que
subsista la vulneración o amenaza de los derechos e intereses colectivos y del principio de
subsidiaridad.
De lo referido, concluye que se ha cumplido con los presupuestos necesarios para la admisión de la
presente acción.

De la norma constitucional desarrollada, y de lo expuesto en los Fundamentos Jurídicos III.2 y III.4 de


la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, se tiene que esta acción tutelar se caracteriza por
poseer un carácter preventivo y restaurador de los derechos e intereses colectivos; de esta manera
se materializa la protección de los derechos, estableciendo, además la indivisibilidad en la protección
de estos derechos que pertenecen a todos y tiene efecto erga omnes pues los efectos son para
todos los que integran el grupo vulnerado.

Debemos aclarar, que de acuerdo a lo desarrollado en el Fundamento Jurídico III.3.4, por la


naturaleza de la acción popular al tratar derechos colectivos, no se tiene en cuenta a los terceros
interesados; sin embargo, éstos pueden asistir a la audiencia y se oídos para precautelar su derechos
constitucionales y fundamentales si el resultado de la acción podría causarles daño. Sin embargo, no
constituye un requisito de admisión de la acción, aspecto que debió haberse tomado en cuenta por
el Tribunal de garantías y no suspender por este motivo las audiencias señaladas.

Ahora bien, una vez desvirtuada la posible improcedencia de la presente acción popular por
incumplimiento de alguno de los presupuestos o principios constitucionales, ingresaremos al análisis
de fondo de la problemática planteada; es así, que en primera instancia analizamos los derechos
impugnados, que son el derecho a la petición y los art. 30.II y 31.I y II de la CPE. En cuanto al derecho
a la petición dispuesto en el art. 24 la misma dispone: “Toda persona tiene derecho a la petición de
manera individual o colectiva, sea oral o escrita, y a la obtención de respuesta formal y pronta. Para
el ejercicio de este derecho no se exigirá más requisito que la identificación del peticionario”; al
respecto, la Sentencia T-301/98 de la Corte Constitucional de Colombia, considera que este derecho
no solo involucra la posibilidad de acudir ante la administración, sino que supone la obtención de
pronta resolución.

De acuerdo al Fundamento Jurídico III.8 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional,


cuando lo que se denuncia es el derecho subjetivo o particular inherente a un grupo de personas,
considerando el derecho de petición como derecho fundamental del ser humano, que le permite
dirigirse ante la autoridad con el propósito de solicitar, reclamar u observar lo que le atañe, es deber
del poder público dar inmediata respuesta, sea negativa o positiva sobre lo solicitado mediante la
petición, lo cual hace posible tutelar este derecho mediante la acción popular.

En aplicación del razonamiento efectuado en la SCP 0645/2012 desarrollada en el Fundamento


Jurídico III.21 del presente fallo, referido a la reconducción de la tramitación de una acción, en el
presente caso con referencia al derecho a la petición se debe tomar en cuenta que si bien la
jurisprudencia constitucional, establece que es un derecho que debe ser analizado y tutelado
mediante la acción de amparo constitucional, no debemos de olvidar que nos encontramos frente a
pueblos indígena originario campesinos, que se encuentran en peligro de extinción, que son pueblos
no contactados; es decir, que no quieren tener contacto con la civilización y por lo tanto se
encuentran dentro de los grupos vulnerables, que merecen la protección del Estado, motivo por el
cual, se establece que en este tipo de situaciones, en los que este de por medio la participación de
grupos vulnerables y/o los que tengan relación con la violación de derechos e intereses colectivos,
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, el medio ambiente y
otros de similar naturaleza reconocidos por la constitución, podrá invocarse el derecho a la petición
mediante la acción popular y tutelarse la misma, siempre y cuando se establezca su vulneración, de
forma simultáneamente con los demás derechos propios de esta acción.

En este caso, la petición de un representante de una organización indígena que se encuentra en


peligro de extinción, como es el pueblo indígena Pacahuara, cuya ubicación es el departamento de
Pando, provincia Gral. Federico Román, cantón Manoa, municipio Nueva Esperanza, pueblo no
contactado, nómada y en aislamiento voluntario, no quieren tener contacto con la civilización, pues
caso contrario ya lo hubieran hecho, ante el avance de las empresas que explotan madera y otros
productos. De esta manera, es preciso referirnos a los antecedentes de estos pueblos indígenas,
como es el caso de los Pacahuaras. La Ley Fundamental en su art. 2 reconoce la existencia
precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y el dominio ancestral sobre
sus territorios; en este marco, reconoce en su art. 5 como idiomas oficiales del Estado el castellano y
todos los idiomas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos incluido el idioma
“Pacawara”, tal como podrá advertirse en el desarrollo del Fundamento Jurídico III.11 y III.12 de la
presente Sentencia Constitucional Plurinacional. Asimismo, art. 5.I de la CPE, reconoce como oficial
entre otros el idioma “pacawara”, entonces declara la existencia del pueblo como parte de la
pluralidad de naciones que conforman el Estado Plurinacional de Bolivia, aspecto que no puede ser
obviado por las autoridades del INRA y la ABT.
La presente acción establece que la petición realizada ante el INRA con relación a que se tengan en
cuenta los pueblos asentados en la zona desde tiempos ancestrales, como establece el preámbulo
de la Norma Suprema y, más aún al tratarse de pueblos que se encuentran en peligro de extinción,
en aislamiento voluntario y no contactados, quienes, no fueron tomados en cuenta en los procesos
de saneamiento justamente por esa su condición al no tener contacto con personas que no
pertenecen a su comunidad y no supieron del proceso de saneamiento que efectuó el INRA, lo que
no quiere decir que debe desconocérselos, más al contrario, como se ha expuesto, merecen la
protección del Estado establecida en la Constitución Política del Estado y en los Tratados
Internacionales, tal como se podrá advertir del Fundamento Jurídico III.7 de esta Sentencia, de los
cuales se citan algunos como ser: los informes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos (ACNUDH), en cooperación con la AECID, GINEBRA, en el cual se hacen dos
recomendaciones específicas relativas a pueblos indígenas en aislamiento y en contacto inicial: 1) A
nivel internacional se recomienda "el establecimiento de un mecanismo mundial encargado de
supervisar la situación de los pueblos indígenas que viven aislados voluntariamente y corren peligro
de extinción"; 2) A nivel nacional recomienda la adopción "de un marco de protección especial para
los pueblos indígenas que viven aislados voluntariamente y que los gobiernos establezcan políticas
especiales para asegurar la protección y los derechos de los pueblos indígenas que tienen pequeñas
poblaciones y corren riesgo de extinción"; los derechos que se deben tomar en cuenta son los
contenidos en el art. 1 de los Pactos Internacionales de Derechos Civiles, Políticos, Económicos,
Sociales y Culturales y los artículos 3, 4 y 5 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas desarrollados en el Fundamento Jurídico III.7.4, los mismos que al
amparo del art. 410.II de la CPE se encuentran dentro del bloque de constitucionalidad que está
integrado por los tratados y convenios internacionales en materia de derechos humanos y las
normas de derecho comunitario ratificados por el país, en ese contexto se tiene el art. 27 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Convenio 169 de la OIT; Comisión Interamericana,
Convención Americana de Derechos Humanos, Declaración Americana de los Derechos de los
Pueblos Indígenas y otros, desarrollados precedentemente.

De lo anterior se puede evidenciar que con referencia a lo expuesto por la parte accionante,
explicando cómo se vulneraron estos derechos, al no ser considerada su petición por las autoridades
demandadas, quienes sin justificar tal actitud no contestaron a la solicitud realizada a nombre del
pueblo Pacahuara, más bien mediante informe escrito Juan Wilder Suárez Velarde, Director
Departamental de la ABT expresó que “A la fecha no se ha reconocido derecho de titularidad alguna
en el área de los supuestos afectados por la autoridad competente (INRA)” (sic); al igual que Julio
Urapotina Aguararupa, Director del INRA Pando, quien mediante informe escrito expresó: “El
departamento de Pando se encuentra saneado y a la fecha tiene 118 solicitudes de asentamientos y
en los que no figura la demanda de la comunidad Tacana La Selva, sino de Nueva Unión y al no estar
identificada dicha comunidad y no tener autorización de asentamiento, el INRA emitió la resolución
de desalojo en razón de que todas las tierras fiscales son del estado y el INRA tiene la administración
de ellos para distribuirlas, y los asentamientos son recientes, la comunidad La Selva se atribuyen ser
Tacanas, pero son de santa Ana del Yacuma, por tanto serían Movimas” (sic). Realizando un análisis
de lo expuesto, podemos evidenciar violación al art. 24 de la CPE, que establece el derecho de toda
persona a la petición de manera individual o colectiva , sea oral o escrita, y a la obtención de
respuesta formal y pronta para el ejercicio de este derecho no se exigirá más que el requisito de
identificación del peticionario” (ya se aclaró sobre la personalidad del peticionante en el caso de los
pueblos indígenas, especialmente de los pueblos indígenas aislados, no contactados o en contacto
inicial); sin embargo, de los informes presentados en audiencia por las autoridades demandadas es
evidente que no han dado respuesta a la petición de la institución accionante porque ni siquiera la
tienen registrada, demostrando franca negligencia, ya que dicha petición puede ser formulada de
manera escrita u oral.
Con referencia a los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, el Convenio 169 de la OIT
considera que “son aquellas etnias que por decisión propia han decidido mantenerse al margen del
contacto con otros pueblos y vivir en su territorio de acuerdo a sus costumbres ancestrales”.

Por otra parte, de acuerdo al desarrollo del Fundamento Jurídico III.7.5.; la Corte Interamericana de
derechos Humanos en el caso Saramaka vs. Surinam, al realizar el entendimiento y referirse a la
Declaración de la Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas la cual en su Art. 8 considera que “los
pueblos y los individuos indígenas tiene derecho a no ser sometidos a una asimilación forzada ni a la
destrucción de su cultura”, encomendando a los estados establecer los mecanismos eficaces para
evitar todo acto que atente a su integridad como pueblo. Es así que con referencia a la vulneración
del art. 30.II de la CPE, que se encuentra dentro del Capítulo Cuarto de Derechos de las Naciones y
Pueblos Indígena Originario Campesinos, se refiere a dieciocho derechos los cuales en la demanda
de acción popular no fueron desglosados ni desarrollados por la CIPOAP accionante; sin embargo,
por el principio de verdad material establecido en el art. 180.I de la CPE.

Del memorial presentado se evidencia que se refiere al art. 30.II de la CPE: 1. A existir libremente; 2.
A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas y costumbres, y a su propia
cosmovisión; 4. A la libre determinación y territorialidad; 6. A la titulación colectiva de tierras y
territorios; 7. A la protección de sus lugares sagrados; (…) 10. A vivir en un medio ambiente sano,
con manejo y aprovechamiento adecuado de los ecosistemas; (…); 17. A la gestión territorial
indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables
existentes en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos por terceros. La
SCP 1422/2012, en su Fundamento Jurídico III.3.2 desarrollado, al referirse a este artículo de la CPE,
considera que debe ser interpretado “en el marco de los alcances dogmáticos del principio de libre
determinación de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, inserto en el Art. 2 del
texto fundamental”.
En lo referente a la vulneración del art. 31.I y II de la CPE que establece: “Las naciones y pueblos
indígenas originarios en peligro de extinción, en situación de aislamiento voluntario y no
contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida individual y colectiva” y “las
naciones y pueblos indígenas en aislamiento y no contactados gozan del derecho a mantenerse en
esa condición, a la delimitación y consolidación legal del territorio que ocupan y habitan”, por lo cual
en aplicación al presente caso, se advierte del memorial de la acción popular, que el INRA al no
reconocer a las comunidades de Tacana la Selva y Pacahuaras, como pueblos indígenas e indicar que
el saneamiento concluyó en la zona y declarar como tierras fiscales el territorio en los que se
encuentran asentados e intentar desalojarlos, está vulnerando el derecho a ser protegidos y
respetados en sus forma de vida individual y colectiva. Esta institución del Estado no solamente está
incumpliendo, con lo establecido en la Constitución Política del Estado, sino en la Convención 169 de
la OIT, la declaración de las Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas y los informes del Alto
Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos, desarrollados en el Fundamento
Jurídico III.5.

No podemos dejar de referirnos a la situación del pueblo indígena Tacana la Selva, que si bien no es
un pueblo indígena aislado, no contactado o en contacto inicial, se encuentra protegido por la Ley
Fundamental, los tratados y convenios internacionales sobre derechos humanos, por lo tanto las
autoridades llamadas por ley deben velar por que no se les vulneren sus derechos.

Ahora bien, Julio Urapotina Aguararupa, Director Departamental del INRA de Pando, en audiencia
manifestó que los que están asentados en Tacana La Selva no son Tacanas sino Movimas, en todo
caso este último es también un pueblo indígena de acuerdo con el Fundamento Jurídico III.15.
protegido por la Norma Suprema, los tratados y convenios internacionales de derechos humanos.
Es así, que por todos los antecedentes expuestos y habiéndose evidenciado la existencia de estos
pueblos anterior a la invasión colonial española que se encuentran en peligro de extinción y la
vulneración de sus derechos colectivos a la autodeterminación y al territorio, al amparo del art. 1 de
la CPE, el cual establece que Bolivia se constituye entre otras cosas como un Estado de derecho
plurinacional comunitario, intercultural, fundado en la pluralidad y el pluralismo político, económico,
jurídico, cultural y lingüístico, y el art. 2 que dispone: “Dada la existencia precolonial de las naciones
y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se garantiza su
libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía,
al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus
unidades territoriales…”, y habiéndose establecido la vulneración de sus derechos a la
autodeterminación de vivir en aislamiento, no contactados y mantenerse en esa condición y a la
delimitación y consolidación legal del territorio que ocupan y habitan. En ese marco, deberá
respetarse y garantizar los derechos de los pueblos indígena originario campesinos, adecuar las leyes
a los nuevos paradigmas constitucionales como el “vivir bien”; asimismo, sobre la explotación de los
recursos naturales no renovables en el territorio que habitan, la participación en los beneficios de la
explotación de los recursos naturales en sus territorios, la gestión territorial indígena autónoma, y al
uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables existentes en su territorio sin
perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos por terceros, en la búsqueda de una convivencia
pacífica y armónica, habida cuenta que debe haber un equilibrio entre la humanidad y la naturaleza
que son complementarias, conforme al Fundamento Jurídico III.18 de la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional.

El INRA y la ABT deben tener en cuenta el art. 395.I de la CPE, establece: “Las tierras fiscales serán
dotadas a indígena originario campesinos, comunidades interculturales originarias, afrobolivianos y
comunidades campesinas que no las posean o las posean insuficientemente, de acuerdo con una
política estatal que atienda a las realidades ecológicas y geográficas, así como a las necesidades
poblacionales, sociales, culturales y económicas…". Finalmente, “El Estado regulará el mercado de
tierras, evitando la acumulación en superficies mayores a las reconocidas por la ley, así como su
división en superficies menores a la establecida para la pequeña propiedad” (art. 396 de la CPE). De
igual manera, con referencia a Tierra y Territorio, el art. 393 de la CPE dispone “El Estado reconoce,
protege y garantiza la propiedad individual y comunitaria o colectiva de la tierra, en tanto cumpla
una función social o una función económica social, según corresponda”; y, así como en el art. 94.III
“El Estado reconoce, protege y garantiza la propiedad comunitaria o colectiva, que comprende el
territorio indígena originario campesino, las comunidades interculturales originarias y de las
comunidades campesinas. La propiedad colectiva se declara indivisible, imprescriptible,
inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta al pago de impuestos a la propiedad agraria.
Las comunidades podrán ser tituladas reconociendo la complementariedad entre derechos
colectivos e individuales respetando la unidad territorial con identidad”.

Las nuevas leyes y disposiciones forestales y de tierras deben tener en cuenta los arts. 405.4 de la
CPE, destaca “La significación y el respeto de las comunidades indígena originario campesinas en
todas las dimensiones de su vida”, mientras que el 404, establece que el “Servicio Boliviano de
Reforma Agraria, cuya máxima autoridades el Presidente del Estado, es la entidad responsable de
planificar, ejecutar y consolidar el proceso de reforma agraria y tiene jurisdicción en todo el
territorio del país”.

Por su parte, la ABT al haber dado en concesión esos terrenos a la empresa MABET S.A. y otros, sin
tener en cuenta los derechos de los pueblos indígena originario campesinos establecidos en la
Norma Suprema, está vulnerando el derecho que poseen a la autodeterminación de vivir como
pueblos indígenas en aislamiento y no contactados, a la delimitación y consolidación legal del
territorio que ocupan y habitan, correspondiéndole igual derecho a los pueblos indígenas con
territorio insuficiente, como el caso de los pueblos Tacana La Selva y Movima.

Con referencia que las autoridades que al momento de realizar la notificación a los habitantes de la
comunidad Tacana la Selva no tomaron en cuenta el derecho a la defensa y el debido proceso de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos, el cual ha sido desarrollado en el Fundamento
Jurídico III.18 de esta Sentencia Constitucional Plurinacional. Este Tribunal se ha pronunciado en la
SCP 0820/2012 de 20 de agosto, con referencia al derecho a la defensa y al debido proceso,
considerando la Ley Fundamental ha configurado la protección de los derechos fundamentales y
garantías constitucionales de las personas y de las naciones y pueblos indígenas originario
campesinos como uno de los ejes más importantes del Estado; asimismo, nadie puede ser juzgado
sin haber sido oído o juzgado previamente en un debido proceso.

En cuanto al debido proceso y las garantías judiciales, de acuerdo al Fundamento Jurídico III.19, el
Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la referida
organización y la Ley 1257 que eleva a rango de ley el mencionado convenio, en su art. 12 establece
la protección contra la violación de sus derechos, poder iniciar procedimientos legales, sea
personalmente o mediante sus organismos representativos, para asegurar el respeto efectivo a sus
derechos. También “deberán tomarse medidas para garantizar que los miembros de dichos pueblos
puedan comprender y hacerse comprender en procedimientos legales, facilitándoles, si fuese
necesario, intérpretes u otros medios eficaces”.

“El nuevo diseño dogmático de la Constitución Política del Estado, que incorpora como directriz
irradiadora y transversal en todo el texto constitucional al principio del pluralismo, como emergencia
de la cualidad plurinacional del nuevo Estado boliviano, conlleva a la necesidad de asumir la
incorporación de matices propios de esta cualidad en todos los órdenes de su organización política,
administrativa, social, económica, entre otras. Tal exigencia es aún más evidente en el campo
jurídico, y de modo particular en la tramitación de procesos judiciales y procedimientos
administrativos donde se encuentren involucrados las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, ya sea actuando como sujetos colectivos o como personas individuales.

De este modo, tomando en cuenta que el debido proceso es una garantía inherente a cualquier
ciudadano bajo jurisdicción estatal, que debe hacerse efectiva en la tramitación de procesos
judiciales o administrativos, a consecuencia de los cuales pueden verse afectados derechos
fundamentales; en el caso de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, dicha garantía
resulta aún más indispensable puesto que dada su especial condición, como resultado de sus
características propias, condiciones económicas y sociales, sus instituciones representativas y,
normas y procedimientos propios; la eventual afectación de sus derechos y garantías repercute de
modo sensible que si se diera en otros sectores de la población. Más aún cuando dentro de un
proceso administrativo o judicial no se ha garantizado por parte del Estado el derecho a la defensa
que asiste a cualquier ciudadano y peor aún, si como emergencia de ello, se ha deducido una
resolución desfavorable y lesiva de sus derechos fundamentales que les asisten como sujetos
colectivos” (SCP 0645/2012).

Por su parte, el INRA y la ABT, deben enmarcar sus acciones de acuerdo a lo establecido en la
Constitución Política del Estado. Asimismo, consideramos que la Ley Forestal, el DS 24453 de 21 de
diciembre de 1996 (Reglamento a la Ley Forestal), Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma
Agraria de 18 de octubre de 1996 y DS 20215 de 2 de agosto de 2007- Reglamento de la Ley del
Servicio Nacional de Reforma Agraria (modificada por la Ley 3545 De Reconducción Comunitaria de
la Reforma Agraria), ampliamente desarrollado en el Fundamento Jurídico III.20, al haber sido
elaborados antes de la promulgación de la Constitución Política del Estado, por lo cual este Tribunal
considera necesaria una revisión de las leyes agrarias, del INRA y de la ABT.
En consecuencia, el Tribunal de garantías, al haber denegado la tutela solicitada, no ha efectuado
una adecuada compulsa de los antecedentes del proceso.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Liquidadora Transitoria; en virtud de lo previsto


en el art. 20.II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; en revisión, resuelve: REVOCAR la
Resolución 25 de 19 de octubre de 2009, cursante de fs. 233 a 235 vta., pronunciada por la Sala,
Civil, Familiar, Social, de la Niñez y Adolescencia de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora
Tribunal Departamental de Justicia- de Pando; y en consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada
disponiendo:

1° Dejar sin efecto la Resolución Administrativa 214/2009 de 15 de septiembre, que dispuso como
medida precautoria el desalojo de estas comunidades indígena originaria campesinas.

2° El INRA y la ABT deberán tener en cuenta la presente Sentencia Constitucional Plurinacional


en el tratamiento de las peticiones o solicitudes referente a los pueblos indígenas aislados, en
contacto inicial y no contactados; así como de particulares.

3° Se debe ordenar la paralización de los trabajos que se estén realizando en la zona, hasta que se
restablezcan los derechos vulnerados desarrollados en el presente fallo y se adecúen sus actividades
a lo establecido en la Constitución Política del Estado.

4° En cuanto a los daños y perjuicios no se puede establecer en esta instancia.

5° Se remiten antecedentes de las autoridades de la ABT Pando al Ministerio Público, quienes no


remitieron la documentación requerida por este Tribunal, pese a las reiteradas conminatorias.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

No intervienen los Magistrados, Dra. Edith Vilma Oroz Carrasco y Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales,
ambos por ser de voto disidente.

Fdo. Dra. Blanca Isabel Alarcón Yampasi


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Macario Lahor Cortez Chávez


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Carmen Silvana Sandoval Landivar


MAGISTRADA
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 2076/2013
Sucre, 18 de noviembre de 2013

SALA PRIMERA ESPECIALIZADA


Magistrada Relatora: Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez
Acción de amparo constitucional

Expediente: 04151-2013-09-AAC
Departamento: Potosí

En revisión la Resolución 005/2013 de 19 de junio, cursante de fs. 72 a 77 vta.,


pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por
Juan Henry Santos Villca, Lourdes Betty Muñoz Chila y Benita Torrez
contra Irineo Torrez Oña, Principal del Ayllu Andoja, José Achá Copa,
Principal del Ayllu Coroja, Trifilio Callapa Flores, Principal del Ayllu
Pallpa, Héctor Flores, Principal del Ayllu Chhinua, Crispín Quispe,
Principal del Ayllu Coroma, Guillermo Flores Mamani, Kuraka Aransaya
y Zacarías Paco Quispe, Kuraka Urinsaya.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Mediante memoriales presentados el 7 y 14 de junio de 2013, cursantes de fs.


11 a 15 vta. y 17 a 18, los accionantes manifiestan:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

El 23 de febrero de 2013, se presentaron en la comunidad personeros de la


Investigación Social y Asesoramiento Legal Potosí (ISALP) y de Canal 24,
“Católica Televisión” a efectos de solicitar a las autoridades de los Ayllus
Aransaya y Urinsaya del cantón Tolapampa para la realización de un
documental sobre la justicia indígena originario campesina, solicitud que fue
aceptada delegándose en las personas de los ahora accionantes, la labor de
coordinar dicha actividad; b) Continúan refiriendo que en el proceso de la
filmación del referido documental, el cual nunca llegó a concluirse, no se utilizó
ninguna vestimenta o indumentaria ni se realizó cobro alguno de su parte y
tampoco se obtuvo otro tipo de beneficio particular por su participación; y, c)
Finalmente, indican que de manera arbitraria y vulnerando sus derechos, se
emitió la Resolución de Cabildo de Ayllus Originarios de Aransaya Urinsaya de
Tolapampa “CAOAUT N° 005/2013”, se dispuso que en razón de haber hecho
uso indebido de vestimenta originaria sin el conocimiento ni el consentimiento
del actual Consejo de Autoridades Originarias ni de las veintidós comunidades y
sus autoridades: 1) La “EXPULSIÓN” de Lourdes Muñoz Chila, de las veintidós
comunidades, debiendo dejar toda actividad agrícola y actividades dentro de los
Ayllus Aransaya y Urinsaya de Tolapampa; y, 2) “SUSPENSIÓN” de todas las
actividades dentro de la comunidad y los Ayllus de Tolapampa por tres
gestiones a Henry Santos de la comunidad de Tolapampa y a Benita Tórrez de
la comunidad de Sivingani.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

La parte accionante alega la existencia de lesiones a sus derechos: a la


personalidad y el ejercicio de garantías fundamentales, a la integridad psicológica
en base a tratos degradantes y humillantes, al hábitat, a la dignidad, a la libertad
de residencia y locomoción, al trabajo, y al debido proceso, citando al efecto los
arts. 14, 15; 19, 21.2 y 7 y 22, 46 y 115.II de la Constitución Política del Estado
(CPE).

I.1.3. Petitorio

Los accionantes solicitan se conceda la tutela, disponiendo que de manera


inmediata se restauren los derechos vulnerados, anulándose la Resolución de
Cabildo de Ayllus Originarios de Aransaya Urinsaya de Tolapampa “CAOAUT N°
005/2013” de 25 de marzo de 2013, viabilizando la permanencia en sus
comunidades y, finalmente, la condena en costas a los demandados por el
perjuicio ocasionado al no permitírseles el ejercicio normal de sus labores
agrícolas.

I.2. Audiencia y Resolución del Juez de garantías

Celebrada el 19 de junio de 2013, según consta en el acta cursante de fs. 63 a


71, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación de la acción

Los accionantes ratificaron el tenor íntegro del memorial de demanda,


recalcando que si bien los Pueblos Indígena Originario Campesinos tienen el
derecho a su propia justicia ésta debe ser ejercida en el marco del respeto a la
Constitución Política del Estado y los derechos fundamentales de las personas,
sin aportar nuevos elementos de relevancia para la resolución de la presente
causa.

I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

Del informe escrito cursante de fs. 61 a 62 presentado por los demandados, se


extractan las siguientes afirmaciones: i) Que la expulsión a Lourdes Betty Muñoz
Chila, fue producto del análisis considerativo de su situación personal,
habiéndose concluido que la mencionada no es oriunda de ninguna de las
veintidós comunidades, sino de la comunidad de Salinas, además de haber
incurrido en falta al vestir con la indumentaria originaria sin constituirse en
autoridad; ii) En el caso de Juan Henry Santos Villca y Benita Tórrez, conforme
las normas propias y lo previsto en los arts. 11 y ss. del reglamento interno, se
decidió aplicar la sanción de suspensión de todas las actividades tanto de la
comunidad como de los Ayllus de Tolapampa; iii) Aclaran que tal decisión es de
carácter provisional pues puede ser objeto de reconsideración y por
consiguiente, no se han agotado todas las instancias previas incumpliéndose así
el mandato del art. 76 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional (LTCP)
relativo a la subsidiariedad; y, iv) Nunca se coartaron los derechos a la libertad y
a la locomoción de los accionantes, prueba de ello es que estas personas son
libres de vivir dentro de la comunidad.

Los codemandados Guillermo Flores Manani y Héctor Flores, a pesar de su legal


notificación cursante a fs.79, no se hicieron presente.

I.2.3. Intervención de los terceros interesados

El abogado representante de Rolando Cueto Félix, Director de Canal 24 “Católica


Televisión” Potosí, y Marco Antonio Castro Gamarra, Director Ejecutivo de la
ISALP, terceros interesados, ratificándose en las certificaciones cursantes de fs. 4
a 5 (ISALP) y 9 (Canal 24 “Católica Televisión”) manifestó: a) Se solicitó y
obtuvo una autorización expresa para la realización de un documental sobre
justicia comunitaria en la comunidad de Tacopampa; b) Las autoridades del
anterior Consejo de Autoridades Originarias de Tolapampa delegaron a los
comunarios y ex autoridades Benita Tórrez, Lourdes Betty Muñoz Chila Y Juan
Henry Santos Villca, para que coordinen esta actividad con ISALP y Canal 24
“Católica Televisión”; c) Que durante la filmación del documental no se utilizó
vestimenta originaria pues no era necesario; d) Que las personas delegadas no
recibieron beneficio económico o pago alguno por este concepto; y, e) Que el
documental mencionado era parte de un ciclo de programas realizados en
diferentes comunidades y ayllus, el que no se pudo concluir debido a la expulsión
de las personas delegadas para la coordinación del mismo por parte de la
organización comunal.

I.2.4. Resolución

El Juez de Partido Mixto Liquidador y de Sentencia Penal de Uyuni, del


departamento de Potosí, constituido en Juez de garantías, pronunció Resolución
005/2013 de 19 de junio, cursante de fs. 72 a 77 vta., por la que se concede la
tutela impetrada, fundamentando su Resolución que la determinación del Gran
Cabildo, a cuyo resultado se emitió la Resolución “CAOAUT No 005/2013” de 25
de marzo, se ha extralimitado y vulnerado los derechos fundamentales de los
accionantes, entre ellos los arts. 19.I y 15.III de la CPE, y el art. 1 de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas,
además de lo establecido en la SC “0295/2003-R de 11 de marzo”.

II. CONCLUSIONES

De la revisión y compulsa de los antecedentes cursantes en el expediente, se


concluye lo siguiente:

II.1. El 23 de febrero de 2013, representantes de la entidad ISALP, y Canal 24


“Católica Televisión”, sostuvieron una reunión con los comunarios de
Tolapampa, quienes, a la cabeza de las autoridades originarias y el
corregidor, manifestaron de manera conjunta y uniforme su anuencia para
la filmación de un documental sobre justicia comunitaria, delegando para
tal efecto a los ahora accionantes, la labor de coordinación de la actividad
(informes de fs. 4 a 5, 9 y 61 a 62).

II.2. De fs. 50 a 53, cursan actas de una reunión de la comunidad de Tolapampa,


en la que se decide imponer sanciones provisionales por vestirse de
originarios a los ahora accionantes y elevar su tratamiento al cabildo, de
donde emerge el Voto Resolutivo de 23 de febrero de 2013, cursante a fs. 83.

II.3. De fs. 53 a 60, cursa acta del gran Cabildo de los Ayllus de Tolapampa
Aransaya y Urinsaya, Nación Killakas de la provincia Antonio Quijarro del
departamento de Potosí, realizado el 24 de marzo de 2013, en cuya parte
pertinente se resuelve respetar el voto resolutivo de Tolapampa de 23 de
febrero de 2013, a cuya consecuencia se emite la resolución “CAOAUT No
005/2013” de fecha 25 de marzo de 2013.

II.4. Conforme a la Resolución “CAOAUT No 005/2013” de 25 de marzo,


concluyendo que los ahora accionantes incurrieron en uso indebido de
VESTIMENTA ORIGINARIA sin el consentimiento del Actual Consejo de
Autoridades Originarias ni de las 22 comunidades y sus autoridades, se
resolvió: 1) La “EXPULSIÓN” de Lourdes Muñoz Chila, de las 22
comunidades, debiendo dejar toda actividad agrícola y actividades dentro
de los Ayllus Aransaya y Urinsaya de Tolapampa; y, 2) La “SUSPENSIÓN”
de todas las actividades dentro de la comunidad y los Ayllus de Tolapampa
por tres gestiones a Henry Santos de la comunidad de Tolapampa y a
Benita Tórrez de la comunidad de Sivingani (fs. 6 y 7).

II.5. A fs. 4 a 5 y 9, cursan informes de ISALP y Canal 24 “Católica Televisión”,


señalando que: i) Se solicitó y obtuvo una autorización expresa para la
realización de un documental sobre justicia comunitaria en la comunidad
de Tacopampa; ii) Las autoridades del anterior Consejo de Autoridades
Originarias de Tolapampa delegaron a los comunarios y ex autoridades
Benita Tórrez, Lourdes Muñoz Chila Y Juan Henry Santos Villca para que
coordinen esta actividad con ISALP y Canal 24 “Católica Televisión”; iii)
Que durante la filmación del documental no se utilizó vestimenta originaria
pues no era necesario; iv) Que las personas delegadas no recibieron
beneficio económico o pago alguno por este concepto; v) Que el
documental mencionado era parte de un ciclo de programas realizados en
diferentes comunidades y ayllus, el que no se pudo concluir debido a la
expulsión de las personas delegadas para la coordinación del mismo por
parte de la organización comunal.

II.6. Cursa el Reglamento Interno de la Comunidad de Tolapampa en el que se


establecen, entre otras cosas, los aspectos organizacionales, determinándose
las competencias y atribuciones de las autoridades comunales (capítulos I y
II), los derechos y deberes de los comunarios (capítulo III), además de un
régimen disciplinario en el que se tipifican las prohibiciones y las sanciones a
imponerse (capítulo IV). (fs. 45 a 49).
II.7. Mediante memorial presentado el 5 de agosto de 2013, el Consejo de
Autoridades Originarias de Aransaya Urinsaya de Tolapampa Nación
Killakas de la provincia Antonio Quijarro del departamento de Potosí, remite a
este Tribunal, información complementaria en relación a los antecedentes de
los accionantes y el procedimiento que se siguió hasta la emisión de la
Resolución “CAOAUT No 005/2013” (fs. 127 a 130 vta.).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Los accionantes, alegan que a raíz de la emisión de la Resolución “CAOAUT No


005/2013”, se les impusieron sanciones de “EXPULSIÓN” para Lourdes Betty
Muñoz Chila y de “SUSPENSIÓN” para Henry Santos y Benita Tórrez,
lesionándose sus derechos a la personalidad y el ejercicio de garantías
fundamentales, a la integridad psicológica en base a tratos degradantes y
humillantes, al hábitat, a la dignidad, a la libertad de residencia y locomoción, al
trabajo, y al debido proceso.

Contexto en el que corresponde a este Tribunal determinar, en grado de


revisión, si tales afirmaciones son evidentes a fin de conceder o denegar la tutela
solicitada.

III.1. La subsidiariedad como requisito para la activación del amparo


constitucional

El art. 129.I constitucional es claro al disponer que esta acción “…se


interpondrá (…) siempre que no exista otro medio o recurso legal para la
protección inmediata de los derechos y garantías restringidos, suprimidos
o amenazados”.

Esto debe ser “…entendido como el agotamiento previo o la constatación


de la inexistencia de otras vías o recursos legales para la protección
inmediata de los derechos denunciados como conculcados, por cuanto, no
sustituye o remplaza a los recursos o instancias ordinarias prestablecidas
en el ordenamiento jurídico” (SCP 0708/2013 de 3 de junio).

III.2. El debido proceso aplicable a la sustanciación de todo


procedimiento sancionador

El debido proceso está constitucionalmente reconocido en sus tres


dimensiones básicas: 1) como derecho humano (arts. 115.II de la CPE, 8
del Pacto de San José de Costa Rica y 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, ambos parte del bloque de constitucionalidad
conforme al art. 410.II de la Ley Fundamental); y, 2) como garantía
jurisdiccional (arts. 117.I de la CPE); y c) Como principio procesal (Art.
180.I de la CPE).

La jurisprudencia constitucional es uniforme al reconocer que además de


derecho y garantía, el “debido proceso” se constituye también en un
principio. Así, la SC 0902/2010-R de 10 de agosto, indica que: “…el
derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo en el que sus
derechos se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas
generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación
similar (...) comprende el conjunto de requisitos que deben observarse
en las instancias procesales, a fin de que las personas puedan
defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del
Estado que pueda afectar sus derechos' (SSCC 418/2000-R, 1276/2001-R
y 0119/2003-R, entre otras)”.
Su importancia va más allá de su función de garantía procesal, pues es
en su aplicación donde se condensan muchos otros derechos y principios
básicos. En este sentido, la SC 0999/2003-R de 16 de julio, señala que la
importancia de esta figura constitucional “…está ligada a la búsqueda del
orden justo. No es solamente poner en movimiento mecánico las reglas
de procedimiento sino buscar un proceso justo, para lo cual hay que
respetar los principios procesales de publicidad, inmediatez, libre
apreciación de la prueba; los derechos fundamentales como el derecho a
la defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su carácter fundamental
no pueden ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo o excusa
por autoridad alguna, pues dichos mandatos constitucionales son la base
de las normas adjetivas procesales en nuestro ordenamiento jurídico, por
ello los tribunales y jueces que administran justicia, entre sus
obligaciones, tienen el deber de cuidar que los juicios se lleven sin vicios
de nulidad, como también el de tomar medidas que aseguren la igualdad
efectiva de las partes”.

En este sentido, el derecho/garantía/principio del debido proceso excede


en su aplicación el ámbito jurisdiccional y se hace extensivo también al
campo administrativo en cualquier procedimiento en el que deba
determinarse una responsabilidad e imponerse una medida que afecte
derechos, “…resaltando que su carácter de derecho fundamental lo hace
exigible ante cualquier procedimiento, sea público o privado” (SC
0902/2010-R de 10 de agosto).

La jurisprudencia constitucional (SSCC 0082/2001-R, 0157/2001-R,


0798/2001-R, 0925/2001-R, 1028/2001-R, 1009/2003-R, 1797/2003-R,
0101/2004-R, 0663/2004-R, 022/2006-R, entre otras), es uniforme al
identificar al debido proceso como un derecho/garantía/principio de
orden general y complejo, a su vez compuesto por los siguientes otros
derechos y garantías: a un proceso público, al juez natural, a la igualdad
procesal de las partes, a no declarar contra sí mismo, a la defensa
material y técnica, a la comunicación previa de la acusación, a ser
juzgado sin dilaciones indebidas, a la congruencia entre acusación y
condena, a la valoración razonable de la prueba, a la motivación y
congruencia de las decisiones, a la concesión al inculpado del tiempo y
los medios para su defensa y las garantías de presunción de inocencia y
del non bis in idem. Esta lista, conforme al principio de progresividad de
los derechos fundamentales (art. 13 de la CPE), es enunciativa, dado que
puede ser ampliada de acuerdo a su desarrollo normativo, doctrinal y
jurisprudencial en la perspectiva de materializar el valor justicia.
Para el análisis del caso concreto, es preciso profundizar en dos de los
varios elementos que dan cuerpo a este complejo
derecho/garantía/principio:

i) Derecho a la defensa

El art. 117.I de la CPE dispone que: “Ninguna persona puede ser


condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un debido
proceso. Nadie sufrirá sanción penal que no haya sido impuesta por
autoridad judicial competente en sentencia ejecutoriada”,
condicionando el ejercicio de la potestad sancionatoria estatal al
cumplimiento de un procedimiento previamente establecido y en
cuya sustanciación deberá otorgarse al procesado la oportunidad de
una defensa material y técnica lo más amplia posible.

En tal sentido, se entiende que el derecho a la defensa “…precautela


a las personas para que en los procesos que se les inicia, tengan
conocimiento y acceso de los actuados e impugnen los mismos en
igualdad de condiciones conforme a procedimiento preestablecido y
por ello es inviolable por las personas o autoridades que impidan o
restrinjan su ejercicio, por ello en caso de constatarse la restricción al
derecho fundamental a la defensa, se abre la posibilidad de ser
tutelado mediante el amparo constitucional, ahora acción de amparo
constitucional” (SC 1842/2003-R de 12 de diciembre).

Se trata de la: “…potestad inviolable del individuo a ser escuchado


en juicio presentando las pruebas que estime convenientes en su
descargo, haciendo uso efectivo de los recursos que la ley le
franquea. Asimismo, implica la observancia del conjunto de
requisitos de cada instancia procesal en las mismas condiciones con
quien lo procesa, a fin de que las personas puedan defenderse
adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado
que pueda afectar sus derechos” (SC 2777/2010-R 10 de diciembre)

Consiguientemente, el derecho a la defensa se compone de un


conjunto de prerrogativas procesales reconocidas a todo sujeto para
resguardar sus intereses y derechos en el marco de un proceso
previamente normado, oportunamente instaurado y debidamente
sustanciado. Estas prerrogativas o facultades están enumeradas por la
SC 0183/2010-R de 24 de mayo, incluyendo: “…i) Al derecho a ser
escuchado en el proceso; ii) Al derecho a presentar prueba; iii) Al
derecho a hacer uso de los recursos; y, iv) Al derecho a la observancia
de los requisitos de cada instancia procesal…”.
ii) Derecho a la motivación y fundamentación de las resoluciones
El derecho a la motivación de las resoluciones (judiciales o
administrativas) se constituye en un elemento constitutivo del debido
proceso, en tanto exige “…que cada autoridad que dicte una
resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos, realizar la
fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte
dispositiva de la misma. (…) consecuentemente cuando un juez
omite la motivación de una resolución, no sólo suprime una parte
estructural de la misma, sino también en los hechos toma una
decisión de hecho no de derecho que vulnera de manera flagrante el
citado derecho que permite a las partes conocer cuáles son las
razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo
mismo cuál es la ratio decidendi que llevó al Juez a tomar la
decisión” (SC 0752/2002-R de 25 de junio).

Esto significa que las resoluciones deben ser ante todo claras e
inteligibles, más que abundantes, deben informar de manera efectiva al
afectado sobre los aspectos más relevantes de la resolución,
permitiéndole asumir un conocimiento cabal y suficiente acerca de las
razones que sustentan la decisión. Es en este sentido que la SC
1365/2005-R de 31 de octubre, ha determinado: "…que la motivación
no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas legales,
sino que exige una estructura de forma y de fondo. En cuanto a esta
segunda, la motivación puede ser concisa, pero clara y satisfacer
todos los puntos demandados, debiendo expresar el Juez sus
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su
decisión en cuyo caso las normas del debido proceso se tendrán por
fielmente cumplidas. En sentido contrario, cuando la resolución aun
siendo extensa no traduce las razones o motivos por los cuales se
toma una decisión, dichas normas se tendrán por vulneradas".

En este marco, debe entenderse que la aplicación del derecho a la


debida fundamentación y motivación en el caso de las resoluciones
emitidas por la justicia indígena originario campesino no necesitan
regirse por los cánones occidentales, sino conforme a la cosmovisión,
normas y costumbres propias lo que implica un esfuerzo adicional para
identificar en cada caso concreto la normativa interna (sea oral o
escrita) y el paraguas axiológico sobre el cual descansan sus sanciones
de forma que el sancionado y el resto de la comunidad conozcan los
motivos y la proporcionalidad de la sanción.

III.3. Análisis del caso concreto


La parte accionante alega a partir del procesamiento y emisión de la
resolución “CAOAUT N° 005/2013”, se dispone la “EXPULSIÓN” de
Lourdes Betty Muñoz Chila y la “SUSPENSIÓN” por tres años de toda
actividad comunal de Henry Santos y Benita Tórrez, en franca vulneración
a sus derechos a la personalidad y el ejercicio de garantías fundamentales
(art. 14 CPE), a la integridad psicológica en base a tratos degradantes y
humillantes (art. 15 CPE), al hábitat (art. 19 CPE), a la dignidad, libertad
de residencia y locomoción (art. 21.2 y 7 y 22 CPE), al trabajo (art. 46
CPE) y al debido proceso (art. 115.II CPE).

En este marco, de una revisión de los antecedentes procesales, se


concluye respecto a los ámbitos que hacen a la jurisdicción indígena
originaria campesina que:

a) Personal. Los comunarios sancionados, ahora co-accionantes son


miembros de la pueblo, con todos los derechos inherentes a esa
calidad, confirmada por el hecho de haber sido delegados por la
comunidad para coordinar las filmaciones del documental descrito
considerando su calidad de ex autoridades.

Es necesario enfatizar en el caso de Lourdes Betty Muñoz Chila, a la


cual los demandados niegan la calidad de “comunaria originaria”, dado
que en realidad es natural de la comunidad de Salinas y que ingreso a
la comunidad de Tolapamba en razón de su matrimonio con Segundino
López, quién si es originario de la zona. Sobre este punto, siguiendo la
lógica dual del ejercicio de la autoridad; es decir, el “Qhari-Warmi”, es
común que la mujer siga a su marido y se vincule a la comunidad de
éste, adquiriendo todos los derechos y obligaciones inherentes, lo que
en este caso queda comprobado toda vez que la citada accionante llegó
incluso a ostentar el cargo de Mama Kuraka. Por lo tanto, el argumento
de que la sanción no involucra en los hechos una “EXPULSIÓN” por no
tratarse de una comunaria “nacida” en el lugar, no tiene sustento
jurídico.

Bajo este entendimiento y sin entrar en mayores detalles, lo descrito


se constituye en argumento suficiente para considerar que en el
presente caso, los tres comunarios pertenecían a la comunidad de
Tolapamba, enmarcándose por consiguiente en el ámbito personal de
vigencia de la Justicia Indígena Originara Campesina.

b) Material. Las acciones por la que se los sanciona se constituyen en


realidad en actos sancionables bajo el régimen disciplinario comunal
establecido en el capítulo III del reglamento de Tolapampa, los cuales
se encuentran fuera de las excepciones establecidas en el art. art.
10.II de la Ley de Deslinde Jurisdiccional (LDJ), enmarcándose por lo
mismo dentro del ámbito material de vigencia de la Justicia Indígena
Originara Campesina.

Cabe puntualizar que si bien el capítulo IV del “Reglamento Interno de


la Comunidad de Tolapampa” refiere textualmente un “régimen
disciplinario” en el que se tipifican las prohibiciones y las sanciones a
imponerse en caso de incumplimiento, se trata, en los hechos, de un
verdadero sistema sancionador en el que no existe una clara distinción
entre lo estrictamente penal y lo específicamente contravencional,
pero con un denominador común dado su carácter punitivo, el cual, al
enmarcarse dentro del ámbito de aplicación de la jurisdicción indígena
originario campesina, debe desarrollarse ciertamente bajo sus normas
y características procesales propias, pero siempre dentro de los
márgenes establecidos por la Norma Suprema y el respeto a los
derechos fundamentales, conforme se establece en el art. 190.II
constitucional y la uniforme jurisprudencia emitida por este Tribunal.

De esto se desprende, además, que todo proceso sancionador sea


dentro de la Justicia Indígena Originara Campesina o no, debe regirse
por los principios de razonabilidad y proporcionalidad en la aplicación
de las sanciones, como es inherente a todo mecanismo que implique
el ejercicio punitivo del Estado; sin embargo, en el caso de la Justicia
Indígena Originara Campesina éstos deben ser aplicados desde la
perspectiva propia de cada grupo social, siendo lo más adecuado
enfocarlos desde el paradigma del “vivir bien”, entendido como el
límite axiológico que determina un espacio común que permite la
convivencia y el equilibrio entre el individuo y sus intereses, el grupo
en el cual éste se inscribe y la propia naturaleza. Por consiguiente, la
sanción debe propender precisamente a la restauración de ese
equilibrio que fue perturbado por una acción sancionable.

c) Territorial. Las relaciones y hechos jurídicos fueron ejecutados dentro


de la jurisdicción espacial del pueblo indígena originario campesino de
Tolapampa, con efectos directos para sus estantes y habitantes,
cumpliéndose así el ámbito de vigencia territorial.

Por consiguiente, al concurrir simultáneamente los tres ámbitos de


vigencia establecidos en la Constitución Política del Estado y la Ley,
este Tribunal entiende que tanto las autoridades de la comunidad de
Tolapamba, como las autoridades del Consejo de Ayllus Originarios de
Aransaya Urinsaya de Tolapamapa, perteneciente a la Nación Killakas
de la provincia Antonio Quijarro del departamento de Potosí, actuaron
en el marco de la jurisdicción que la Norma Suprema y la Ley le
reconocen para el conocimiento de este caso en concreto.

Ahora bien, bajo una interpretación amplia, considerando la realidad


social, política y cultural de los Ayllus de la zona, de los datos del
cuaderno procesal se evidencia que la comunidad de Tolapampa
cuenta con un procedimiento sancionatorio escrito muy general, en el
que se establece una estructura de autoridad, los derechos y deberes
de los comunarios y un régimen disciplinario, procedimiento que
debido a su amplitud, es complementado por las normas adjetivas y
sustantivas transmitidas oralmente.

Esta combinación entre lo escrito y lo oral responde a un proceso


histórico que ha dejado sus huellas en el sistema de justicia de
Tolapampa, con notables componentes propios de las formas
organizativas campesinas establecidas bajo la figura del sindicato
agrario y de las formas ancestrales pre-coloniales, las cuales han sido
internalizadas en la comunidad y actualmente operan como dispositivos
mixtos de regulación social de la vida comunal, constituyéndose en la
base de su institucionalidad judicial propia (art. 30.II.14 CPE), la cual,
conforme se dispone en el art. 190.I constitucional, debe ser entendida
y respetada como parte de su pre-existencialidad, en los siguientes
términos: “Las naciones y pueblos indígena originario campesinos
ejercerán sus funciones jurisdiccionales y de competencia a través de
sus autoridades, y aplicarán sus principios, valores culturales, normas y
procedimientos propios”.

Ahora bien, en el caso concreto, del análisis de las actas y demás


documentos cursantes en el expediente, se colige que el hecho que
motivó el procesamiento y sanción de los ahora accionantes fue el de
vulnerar una de las atribuciones de la autoridad originaria,
específicamente la establecida en el art. 7 inc. d) del Reglamento
Interno de la Comunidad que indica: “Portar la vestimenta originaria en
acontecimientos importantes, mientras dure la función”, de donde se
colige, que sobre este punto se cumplen los parámetros mínimos
constitucionalmente exigido para la identificación y procesamiento de
un acto que por norma (oral o escrita) se entiende como antijurídica y,
por lo mismo, sancionable (art. 116.II CPE).

Además, debe entenderse que en todo procedimiento sancionador, sea


cual fuere su naturaleza y ámbito de aplicación, debe velarse por el
respeto al debido proceso en todos sus elementos, lo que en el caso
examinado no resulta evidente, puesto que del análisis de los
documentos y las actas correspondientes, no se colige que los ahora
accionantes hayan tenido en alguna etapa procesal la oportunidad de
ejercer su derecho a la defensa, que se traduce en: “i) …derecho a ser
escuchado en el proceso; ii) Al derecho a presentar prueba; iii) Al
derecho a hacer uso de los recursos; y, iv) Al derecho a la observancia
de los requisitos de cada instancia procesal…” (SC 0183/2010-R).

Ahora bien, como se establece en el art. 190.II de la CPE, la Justicia


Indígena Originara Campesina tiene plena libertad para determinar sus
normas, su procedimiento y su institucionalidad judicial, pero siempre en
el marco del respeto a “…la vida, el derecho a la defensa y demás
derechos y garantías establecidos en la presente Constitución”; por
consiguiente, el control de constitucionalidad a los actos de la
jurisdicción indígena debe respetar dicha libertad, sin reparar
demasiado en las formas, las cuales están definidas por procedimientos
e instituciones propios de cada pueblo, pero siempre respetando los
elementos básicos del debido proceso entre los que se encuentra el
derecho a la defensa que se constituye en un límite constitucional
insoslayable según lo dispone en el art. 190.I de la Ley Fundamental,
cuya inobservancia activa los mecanismos protectivos constitucionales.

De la misma forma, ninguna de las resoluciones objetadas como


vulneratorias (Voto resolutivo de la Comunidad de Tolapamapa de 23 de
febrero de 2013 y “CAOAUT No 005/2013)” cumple con una adecuada y
suficiente fundamentación, pues no realiza una descripción cronológica y
coherente de los elementos que configuran el ilícito y que justifica la
imposición de una sanción de tanta gravedad como es la expulsión de la
comunidad, sin establecer una ilación lógica y clara entre: 1) Los hechos
los cuales se encuentran muy escuetamente detallados; 2) La prueba,
que de acuerdo a los datos procesales solo fue aportada por la acusación
sin opción para el procesado de desarrollar argumentos que desvirtúen la
acusación ni de producir y presentar su propia prueba de descargo; y, 3)
La resolución, que impone una sanción que además de no encontrarse
expresamente establecida en la norma escrita (capítulo IV del
Reglamento Interno de la Comunidad de Tolapampa) sin una explicación
que justifique la sanción resulta desproporcionada y excesiva,
imponiendo en un caso la pena de expulsión de la comunidad y en otros
la suspensión por tres años de todas las actividades comunales, lo que
en el segundo caso implica además, dada la generalidad en su redacción,
una suspensión total de los derechos constitucionales que en calidad de
miembros del país y la comunidad de Tolapampa asiste a los
sancionados. Adicionalmente, se deja a los procesados sin los elementos
informativos suficientes que les permita conocer en forma y fondo las
razones exactas que sustentan su punición y, por consiguiente, se limita
también su derecho a la impugnación, lo que además impide a este
Tribunal ingresar al análisis de la determinación.

Finalmente, el supuesto incumplimiento del principio de subsidiariedad


argüido por la parte demandada no fue debidamente acreditado en lo
que a la existencia e idoneidad de otros medios impugnatorios, más al
contrario, se tiene que revisado el Reglamento Interno de la comunidad
de Tolapampa, así como el tenor íntegro de las resoluciones
impugnadas y el contenido de las actas correspondientes, no es posible
concluir la existencia de recursos impugnatorios sobre la Resolución del
“CAOAUT No 005/2013” de fecha 25 de marzo de 2013, que confirma el
Voto resolutivo de la Comunidad de Tolapamapa de 23 de febrero de
2013, más al contrario, se colige que se ha remitido de oficio, ésta
última ante el gran cabildo de Autoridades Originarias, instancia que, a
la manera de un tribunal de segunda y última instancia, confirmó el
voto resolutivo de la comunidad de Tolapampa, sin informar a los
afectados acerca de la existencia de algún recurso impugnatorio más al
cual podrían recurrir para intentar revertir sus efectos.

Téngase en cuenta que al contar con una normativa muy general, es


menester de las autoridades encargadas de aplicar el procedimiento
velando siempre por el respeto del derecho al debido proceso y la
defensa establecidos en la Constitución Política del Estado, lo que no
se tiene constancia conforme a los datos del cuaderno procesal, lo que
lleva a este Tribunal a concluir que además del Gran Cabildo de
Autoridades Originarias de los Ayllus Originarios de Aransaya Urinsaya
de Tolapampa, no existe instancia de impugnación ulterior.

De todo lo analizado, se arriban a las siguientes conclusiones: i) La


Justicia Indígena Originara Campesina de los Ayllus de Tolabamba es
competente para el conocimiento del caso de autos; ii) Que pese a
contar con la jurisdicción y competencia, en la sustanciación del proceso
en cuestión se ha incurrido en vulneraciones al debido proceso; y, iii) No
se tiene evidencia de la vulneración al principio de subsidiariedad alegada
por la parte demandada.

En consecuencia, el Juez de garantías obró correctamente al conceder la tutela


solicitada.

POR TANTO
El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Primera Especializada; en
virtud de la autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional, en revisión, resuelve: CONFIRMAR la Resolución 005/2013 de
19 de junio, cursante de fs. 72 a 77 vta., pronunciada por el Juez de Partido
Mixto, Liquidador y de Sentencia Penal de Uyuni del departamento de Potosí; y,
en consecuencia:

1º CONCEDER la tutela solicitada en relación a la vulneración al debido proceso


en sus elementos defensa y fundamentación;

2° Disponer que las autoridades demandadas emitan una nueva resolución con
la fundamentación y motivación debida, describiendo con claridad los hechos
y justificando la sanción de acuerdo la gravedad de la afectación a la vida
comunal, conforme a su cosmovisión, normas y procedimientos propios,
otorgando a la parte accionante las más amplias facultades en su derecho de
defensa, todo en el marco del debido proceso;

3° Exhortar a las autoridades demandadas a observar los derechos, garantías,


principios y valores constitucionales a tiempo de resolver la presente causa
sometida a su jurisdicción, aclarando también que de incurrirse en nuevas
vulneraciones a derechos, podría interponerse nuevo amparo constitucional
previo agotamiento de instancias jerárquica orgánicas al no haberse revisado
en la presente Sentencia la sanción impuesta.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

Fdo. Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez


MAGISTRADA

Fdo. Efren Choque Capuma


MAGISTRADO
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0323/2014
Sucre, 19 de febrero de 2014

SALA SEGUNDA
Magistrada Relatora: Dra. Mirtha Camacho Quiroga
Acción de amparo constitucional

Expediente: 03359-2013-07-AAC
Departamento: Oruro

En revisión la Resolución de 16 de abril de 2013, cursante de fs. 94 a 98 vta.,


pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por
Egberta Flores Camata vda. de Montoya contra Dani Álvaro Nieto
Flores, Notario de Fe Pública; Bailón Nieto Flores, Cacique; Timoteo
Nieto Ocza y José Montoya Mamani, comunarios; todos del ayllu
Chahuara de la jurisdicción del municipio de Huari del departamento
de Oruro.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memorial presentado el 1 de abril de 2013, cursante de fs. 57 a 63, la


accionante, expone los siguientes fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

No obstante que por escritura pública 06/2007 de 7 de diciembre de “2011”, su


esposo Fermín Montoya Mamani, por voluntad propia y como hermano mayor,
otorgó su testamento, declarando los derechos que le correspondían en favor
tanto de ella como de sus hijos; además de los terrenos que le tocaban a su
hermano José Montoya Mamani, quien debido a su profesión de militar, perdió
las tierras que poseía por no haberlas trabajado; empero, el 5 de junio de
2008, tras el fallecimiento del marido de la accionante, apareció en la
comunidad de Thula, Tía, reclamando las tierras, que ella trabaja hasta el
presente.

Refiere que, José Montoya Mamani -ahora codemandado-, acudió e instó a las
autoridades originarias del ayllu Chahuara del Municipio de Huari, a efecto de
que la presionaran para que la accionante, cediese el 50 % de sus tierras a
favor de éste, las que abarcan aproximadamente más de 150 ha, las cuales
conservó con su trabajo y dedicación junto a sus hijos, manteniendo así a su
familia, sin que en momento alguno el nombrado haya hecho lo más mínimo
para tener derecho sobre dichas tierras y menos haber cumplido con sus
obligaciones naturales con la comunidad. Sin embargo, los codemandados,
principalmente el Cacique y el Notario de Fe Pública, que son hermanos,
instados por su padre Timoteo Nieto Ocza, actuando en conjunto como juez y
parte, el 22 de enero de 2013, bajo el pretexto de ir a ver sus tierras y en
presencia de su cuñado José Montoya Mamani, sin que estuviera presente la
comunidad, le amenazaron diciéndole que si no cedía el 50% de las mismas en
favor de su cuñado, las iban a revertir a la comunidad y que el sembradío de
quinua que había en el lugar lo cosecharían para su propio provecho; además,
que por ser mujer no tenía derecho a esas tierras, de modo que con engaños,
en ejercicio de violencia moral y psicológica, le obligaron a firmar un libro de
actas, por el que estuviese cediendo la mitad de las tierras que le corresponden
a favor del ultimo de los nombrados, sin siquiera permitirle exponer sus
razones, ni leer su contenido o que ellos lo hayan leído.

Arguye que, no obstante que posteriormente, presentó diversos requerimientos


fiscales, cartas notariadas e incluso reclamaciones, para que los
codemandados, le entregaran una copia legalizada, fotocopias o simple copia
del acta en cuestión para tomar sus recaudos o acciones que fueren necesarios,
cada vez que acudía a pedir los prenombrados documentos, sea personalmente
o por intermedio de sus hijas, incluso en presencia de testigos, los
codemandados, se rehusaron totalmente a entregarle las mismas, sin dejar de
reiterarle que “como mujer no tenía derecho… amenazándole con la reversión
de sus tierras y cosecha para la comunidad” (sic).

Finalmente denuncia que, en las reuniones que se celebraron en su ayllu, como


en la realizada el 20 de marzo de 2013, la propia comunidad que nunca estuvo
presente en Thula Tía el 22 de enero del mismo año, aleccionados por los
demandados y José Montoya Mamani, se volcó en su contra rechazando su
presencia, negándole el derecho de participar de la misma, por su condición de
mujer y por no haber accedido a entregar las tierras a su cuñado, echándola
más de una vez de las prenombradas reuniones e incluso amenazándola con
expulsarla de la comunidad, culpándola de generar odio y resentimiento contra
su familia, además de haber acudido a instancias judiciales en reclamo de sus
derechos, lo que constituye para los demandados una afrenta hacia ellos.
Actuaciones con las cuales los demandados, le sometieron a una sentencia de
pérdida de sus tierras, a su reversión a dominio de la comunidad sin
justificativo ni norma alguna, le privaron de su derecho al debido proceso en
cualquier jurisdicción, a ser oída en reclamo de sus derechos, a no ser
condenada sin juicio previo, a tener jueces independientes e imparciales; sin
embargo, llevaron a cabo una justicia por mano propia que se constituye en
una medida de hecho arbitraria que atenta a sus derechos a una vida digna sin
restricciones ni discriminación, al trabajo para sustentar a su familia y que
además le privaron de su derecho de petición, al no otorgarle una respuesta
positiva o negativa a sus numerosas solicitudes de facilitarle una copia del acta
de 22 de enero de 2013, que suscribió a la fuerza, sin la presencia de la
comunidad.

I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados

Denuncia la lesión de sus derechos al debido proceso, “A NO RECIBIR


SANCION ALGUNA SIN HABER SIDO JUZGADA Y OIDA, APLICABLE TAMBIÉN
EN LA JUSTICIA INDÍGENA ORIGINARIA CAMPESINA” (sic), a la vida, al trabajo
y de petición, citando al efecto los arts. 8.I y II; 9.1 y 2; 14.I, II y III; 15.I y II;
24; 46.I.1; 109.I; 110.I, II y III; 115.I y II; 117.I; 119.I y II; 120.I y II; y,
190.I y II de la Constitución Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicita se le conceda la tutela; disponiendo: a) La nulidad o dejar sin efecto ni


valor jurídico alguno, el Acta de 22 de enero de 2013 y todo lo que se vincule
con el mismo, así como las consecuencias conocidas; b) Que los demandados
se abstengan de realizar actos de amenaza, amedrentamiento, acoso o
cualquier género de violencia y disposición en su contra y de su familia
respecto a las tierras de Thula Tía o cualquier otra acción, sin previamente
observar las normas constitucionales y legales, así como las concernientes al
debido proceso incluyendo la jurisdicción indígena originaria campesina y todos
sus componentes; y, c) La condenación de costas y responsabilidad civil en
contra de los demandados.

I.2. Audiencia y Resolución del Juez de garantías

Celebrada la audiencia pública el 16 de abril de 2013, según consta en el acta


cursante de fs. 81 a 94, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La accionante a través de su abogado, ratificó los fundamentos expuestos en el


memorial de la acción de amparo constitucional y en audiencia amplió
señalando lo siguiente: 1) Es comunaria del ayllu Chahuara de la estancia de
Thula Tía, ella y su esposo desde tiempos remotos trabajaron la tierra sin
oposición de ninguna naturaleza, dándole la función social que establece la ley;
sin embargo, el codemandado José Montoya Mamani, hermano de su difunto
esposo, apareció reclamando el 50% de las tierras que trabajaba, sin haberse
ocupado antes de las mismas, ni considerar que la Constitución Política del
Estado, señala que a pesar de tener sucesión hereditaria, declaratoria de
herederos y todo aquello que en materia legal se pueda entender, no tiene
mayor trascendencia legal, cuando una persona no trabaja la tierra; por ello, la
accionante no podía ceder al nombrado, las tierras que trabajaba con esfuerzo
y dedicación para mantener a su familia y a sus hijos, porque éste en ningún
momento cumplió con los deberes en la comunidad ni trabajó un solo pedazo
de aquella tierra que en su momento su hermano le cedió y que podrían
corresponderle, pero que por el ejercicio de su función militar la perdió al no
ejercerla; 2) Respecto a la actuación de Bailón Nieto Flores, Danny Alvarado
Nieto Flores y Timoteo Nieto Ocza como autoridades originarias, debieron
respetar la Constitución Política del Estado, que señala que nadie puede ser
sujeto a sanción sin haber sido oído y juzgado en derecho, no en materia
ordinaria sino de acuerdo a los usos, costumbres, tradiciones y al derecho
indígena, lo que implica el respeto a la dignidad de la persona, sin emitirse una
sanción por mucho que tenga la apariencia de justicia cuando básicamente
amenazaron a la accionante de expulsarla de la tierra, de cosechar su quinua o
cualquier otro producto sino cedía aquel porcentaje a favor del codemandado,
determinación en la cual no se respetó el derecho del juicio previo, ni a ser
escuchada, en el que los tres demandados, padre e hijos participaron, más aún
cuando el demandado Notario de Fe Pública, Dani Alvaro Nieto Flores, que
tiene su ejercicio en el municipio de Huari, autoridad ordinaria que presta
ayuda en la jurisdicción indígena originaria campesina, concurrió a la
suscripción de las actas reclamadas para tratar de darle cierta legalidad a
dichos actos, las cuales aunque no las firmase, su intervención fue como
autoridad fedataria; el art. 16 de la Ley del Notariado (LN), prohíbe que dichos
funcionarios, puedan participar en acto alguno o en la otorgación de
documentos de cualquier índole en los cuales tuviesen participación o interés
sus ascendientes, descendientes y los parientes colaterales, por su relación
consanguínea, bajo responsabilidad; por lo que éste debió excusarse de una
intervención de esta índole en la jurisdicción indígena; sin embargo, participó
junto a su familia en conjunto como autoridades, viciando de nulidad el referido
acto, en el cual las codemandadas autoridades indígena originario campesinas,
que también ejercen el rol de jueces en la garantía de una buena
administración de justicia en la jurisdicción que fuese, afectaron el principio del
juez natural, imparcial e independiente, previsto en el art. 115.I y II de la CPE,
que dimana inclusive del Pacto de San José de Costa Rica, el Convenio 169 y
otras normas de carácter internacional, estableciendo el respeto del derecho al
debido proceso; y, 3) El art. 5 de la Ley de Deslinde Jurisdiccional (LDJ), en su
parágrafo segundo, señala que las jurisdicciones incluyendo la indígena
originaria campesina deben respetar los derechos fundamentales y garantías
constitucionales, ello implica que en cualquier decisión que se tome debe
primar el respeto a los derechos fundamentales, entre ellos el derecho que
tienen todas las mujeres a la participación, decisión y presencia en todo lo que
se refiere el debate comunal, lamentablemente como consecuencia del derecho
ejercido por su persona, al reclamar en justicia que le sean franqueadas copias
de las mencionadas actas, no le fueron respondidas positiva ni negativamente;
asimismo, en reuniones de la comunidad, sus miembros ni siquiera quisieron
escucharla, sino más bien trataron de expulsarla, discriminándola,
manifestándole que por su condición de mujer no tenía derecho ni siquiera de
hablar, afectando a su dignidad.

En uso de la dúplica, el abogado de la accionante, refirió que en la presente


causa, al haberse aplicado vías de hecho no es posible pedir el agotamiento de
otros mecanismos, debido a que las numerosas sentencias constitucionales
señalan que cuando se trata de acciones de hecho, la acción de amparo
constitucional, es la única vía para reclamar la vulneración de derechos, por lo
que no corresponde agotar otras instancias; por otra parte, con relación al
Notario de Fe Pública, éste no podía cumplir otra función que no sea aquella
que le confiere la Ley del Notariado de 5 marzo de 1858; aspecto que
corrobora el que siendo hijo de la autoridad originaria, estaba impedido de
realizarla; además, al actuar como secretario, lo cual no correspondía, por el
ejercicio de su función, debió explicarle a Egberta Flores Camata lo que
entendía, o lo que estaba firmando, respecto a que en la suscripción de las
actas hubo acuerdo de voluntades, no existe un lugar donde diga que la
nombrada, estuvo de acuerdo o por lo menos que se la haya escuchado, en el
acta de 22 de enero insistentemente, reclama sus tierras hasta el último
momento; sin embargo, la autoridad originaria dijo que se dividía, haciéndole
firmar de ésta manera, contexto que da lugar a un acto de violencia física,
psicológica o moral, lo que da cuenta que las autoridades referidas vulneraron
la constitución y la ley, hayan recibido o no beneficio alguno, en el caso, no
cumplieron con la ley como corresponde, por lo que solicita se conceda la tutela
solicitada con las condenaciones de rigor.

I.2.2. Informe de las autoridades originarias y la persona demandadas

Dani Alvarado Nieto Flores, Notario de Fe Pública; Bailón Nieto Flores, Jilaqata
de la comunidad Hiluta Chahaura, Timoteo Nieto Ocza y José Montoya Mamani,
comunarios; todos del municipio de Huari, a través de su abogado en audiencia
manifestaron: i) De la lectura del libro de actas a cargo de Bailón Nieto Flores
-codemandado- autoridad originaria del ayllu Chahuara, se tiene que Egberta
Flores Camata Vda. de Montoya y José Montoya Mamani, comparecieron al
domicilio de éste, para resolver problemas de terrenos, sin haberlos citado,
sino, se presentaron ejerciendo su autonomía de voluntad; quien, oídas las
pretensiones formuladas por ambos, para levantar el acta correspondiente,
requirió del concurso de un secretario e invitó a Danny Alvarado Nieto Flores,
para que se constituya como escribano a efecto de redactar dicho documento,
no para que actúe como juez y parte como lo denunciado por la parte
accionante; ii) Al haber arribado a un acuerdo de voluntades, el Hilacata Bailón
Nieto Flores, señaló otra audiencia, declarando un cuarto intermedio para bajar
al lugar del terreno, además evitando problemas con los colindantes, dispuso
su citación; es decir, el 21 de enero de 2013, ya hubo una reunión anticipada
en el domicilio de la autoridad originaria, para que comparezcan la ahora
accionante y José Montoya Mamani no se ejerció presión física, moral o
psicológica, sino las partes concurrieron voluntariamente, de ahí que en el acta
firmaron simultáneamente ambos; iii) El 22 de enero de 2013, luego de dar
solución a su conflicto, Egberta Flores Camata y el referido codemandado se
constituyeron en el lugar junto con los colindantes, procediéndose a suscribir el
acuerdo al que habían arribado para la división de terrenos, sin que la
autoridad originaria haya sido beneficiada, menos el codemandado Notario de
Fe Pública, al cual llamó para que suscribiese el acta, para luego proceder a la
división de terrenos y como hubo acuerdo de voluntades firmaron las partes,
los testigos Isabel y Silvia Montoya, pruebas documentales que demuestran
fehacientemente, el ejercicio de la autonomía de voluntad, donde no hubo
presión moral, ni psicológica como tampoco vulneración de derechos ni
garantías constitucionales; posteriormente, la accionante, nuevamente suscribió
otra acta de solución voluntaria de conflicto de terrenos, donde firmaron la
accionante y seguramente su hija, además de Isabel Montoya, Silvia Montoya,
José Montoya, Isidro Ocza, Cresencio Arellano y otro testigo, en esta acta no
firman los demandados, Timoteo Nieto y Danny Alvarado Nieto; y, iv) Por otra
parte, el art. 129 de la CPE concordante con el art. 94 de la Ley del Tribunal
Constitucional (LTC), señala que la acción de amparo constitucional podrá ser
interpuesta, siempre y cuando no exista otro medio o recurso legal para la
protección inmediata de los derechos y garantías restringidos, suprimidos o
amenazados, por lo que en cumplimiento a la Ley 1715 y la Ley 3545, la
accionante debió recurrir al Tribunal Agroambiental, al tratarse de terrenos y en
caso de no ser amparada por ésta, recurrir a esta acción constitucional; por lo
que al no haber existido violencia física o psicológica en la firma de las actas en
el que los mencionados ciudadanos estamparon su firma en ejercicio de su
consentimiento, solicita se declare “improcedente” la presente acción de
amparo constitucional.

En uso de la réplica, el abogado de los demandados, reiteró, que la parte


accionante con carácter previo debe agotar todas las instancias que la ley le
franquea, toda vez que la acción de amparo constitucional no constituye un
recurso “constituido”, por lo que solicita se declare “improcedente” el mismo.

I.2.3. Resolución

El Juez de Partido Ordinario de Sentencia Penal, del Trabajo y Seguridad Social,


Niñez y Adolescencia de las provincias Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y
Sebastián Pagador de Challapata del departamento de Oruro, constituido en
Juez de garantías, por Resolución de 16 de abril de 2013, cursante de fs. 94 a
98 vta., concedió la tutela solicitada, con costas y responsabilidad civil a los
demandados a ser cuantificados en ejecución de sentencia, determinando: a)
Dejar sin efecto las actas del 21 y 22 de enero de 2013, que cursan en el libro
de actas puestos de manifiesto en la audiencia de acción de amparo; b)
Mediante Secretaria, se otorgue copias legalizadas a la parte accionante de las
referidas actas, sin perjuicio de la nulidad adoptada; y, c) Remitir antecedentes
a la representación del Consejo de la Judicatura a objeto de que dicha instancia
tome determinaciones contra el Notario de Fe Pública, Álvaro Nieto Flores;
fundamentando su Resolución en los siguientes puntos: 1) El 21 y 22 de enero
de 2013 se realizaron reuniones en presencia de la autoridad originaria Bailón
Nieto en su condición de Jilaqata del Ayllu Chahuara con intervención del
Notario de Fe Pública Dani Álvaro Nieto Flores donde presuntamente se llegó a
un acuerdo de división de terrenos en el 60% para la ahora accionante y el
40% para el codemandado José Montoya, conforme el contenido de las actas
de las fechas señaladas, las mismas que dentro de la jurisdicción indígena
originaria campesina se constituyen resoluciones de las autoridades originarias
que se trasuntan a través de actas, en otros casos a través de resoluciones al
igual que la justicia ordinaria, en las cuales interviene como Secretario o
escribano el demandado Notario de Fe Pública, hecho que no solo invalida el
contenido de las mismas, por no sólo haberse vulnerado derechos y garantías
constitucionales de la ahora accionante, quien a pesar de manifestar que no
estaba de acuerdo, se continuó con la reunión, la cual concluyó con el
amojonamiento de tierra en los terrenos que fueron repartidos, vulnerándose el
derecho al debido proceso, a la defensa; sin considerar que el art. 190.II de la
CPE, señala que la jurisdicción indígena originaria campesina respetará los
derechos a la vida y a la defensa, derechos fundamentales que no debe
descuidarse en ninguna jurisdicción; 2) En materia agraria está vigente, la
norma que señala que tierra es de quien la trabaja, en los últimos años la
bonanza de la producción de quinua, el elevado costo que tiene este producto,
hace que mucha gente vuelva a reclamar terrenos que eran de sus padres, de
sus abuelos, demandando derechos que perdieron, precisamente por realizar
otras actividades, como la del codemandado que es ex militar; 3) La
jurisprudencia constitucional ha establecido que cuando la voluntad es lograda
mediante coacción, violencia, la aparente aceptación o acto consentido no es
válido, cuando de por medio exista como en el caso, cierta presión, violencia
moral, psicológica, en las actas, reiteradamente Egberta Flores Camata Vda. de
Montoya, reclamó para sí los referidos terrenos, señalando que no estaba de
acuerdo , incluso pidió que le den más, por lo que no hubo consentimiento, no
obstante de haber firmado el acta del 22 de enero de 2013; y, 4) La actas
pronunciadas dentro de la jurisdicción indígena originario campesina conforme
lo previene la Ley del Deslinde Jurisdiccional, constituye una sentencia
pronunciada por las autoridades originarias, quienes también como jueces
aplican la justicia de acuerdo a su propio derecho consuetudinario, conforme a
sus usos y costumbres, pero sin vulnerar derechos y garantías constitucionales;
sin embargo, al intervenir una autoridad fedataria, un notario de fe pública, que
tiene sus específicas atribuciones sólo en ámbitos estrictamente señalados por
ley, se vulneró el debido proceso, pues al ser la prenombrada acta, una
sentencia, la accionante estuvo en indefensión al lesionarse su derecho a la
defensa; asimismo, haciéndole ceder el 50 % de sus tierras en la próxima
gestión en favor del codemandado José Montoya Mamani, se vulneró su
derecho al trabajo; consiguientemente, al no existir otro mecanismo de defensa
y al haberse vulnerado derechos fundamentales de la ahora accionante,
corresponde conceder la tutela solicitada.

I.4. Tramite procesal en el Tribunal Constitucional Plurinacional

Se hace constar que por requerir de documentación complementaria se


suspendió el plazo por decreto constitucional de 9 de agosto de 2013,
reanudándose el 7 de febrero de 2014.

II. CONCLUSIONES

De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se


establece lo siguiente:

II.1. Escritura Pública 06/2007 de 7 de diciembre de 2011, relativa a un de


testamento abierto otorgado el 11 de junio de 2007 por Fermín
Montoya Mamani a favor de Egberta Flores Camata -ahora accionante-
e hijos, en Santiago de Huari; mediante el cual legó, instituyó y nombró
como herederos universales de todos sus bienes, acciones y derechos a
futuras sucesiones a su esposa y nueve hijos, de los cuales indicó que a
la fecha señalada tres eran mayores de edad; asimismo, nombró como
albacea y ejecutora testamentaria a la accionante; detallando, en el
punto cuarto, la ubicación y denominación de todas sus propiedades
agrarias, entre estas la de “TOLATIA” (fs. 1 a 4 vta.).
II.2. Acta de reunión de solución de conflicto de terrenos entre la ahora
accionante y el codemandado José Montoya Mamani, de 21 de enero de
2013, efectuada en la casa de Bailón Nieto Flores, Jilaqata de la
comunidad Hiluta Chahuara del municipio de Huari, mediante la cual, la
autoridad originaria, dispuso que la división de las parcelas para esta
gestión se haría en un 60% para Egberta Vda. de Montoya y 40% para
el nombrado y para el siguiente año, la división sería en partes iguales;
es decir, al 50%; se bajaría al lugar del terreno para verificar el acuerdo
entre éstos y que se notificaría a los colindantes para que no haya
conflicto. Acta suscrita por los mencionados, Bailón Flores Nieto
autoridad originaria codemandada, impresión digital de Victoria Flores
Nieto, Mama Thalla; además consta el sello de la Notaría de Fe Pública
de Segunda Clase, a cargo de Danny Álvaro Nieto Flores -hoy
codemandado- (fs. 78).

II.3. Del Acta de inspección de terrenos en conflicto suscrita el 22 de enero


de 2013, se establece que no obstante que el co-demandado Jilaqata,
en coordinación con Dolores Arellano y Rubén Montoya, colindantes y
afectados, señaló que dando solución al problema de tierras entre la
ahora accionante y José Montoya Mamani, efectuarían la demarcación
de terrenos mediante mojones de tierra, correspondiéndole 40 m al
referido co-demandado de norte a sud y los restantes 60 m de norte a
sud a la accionante; sin embargo, ésta manifestó no estar de acuerdo
con la división, pero si era así, que le toque más terreno por sus hijos y
que si bien noche antes entraron de conformidad pero que al año
realizarían el documento, además, que José Montoya Mamani, no se
hizo cargo ni trabajó en la comunidad; a cuyo efecto, el codemandado,
refirió que si se “retira perdemos todos los terrenos y estamos hablando
del cultivo que realizó…” (sic) y que para evitar problemas marquen con
mojones y se respete el acta de convenio de 40% a 60%, para ambas
partes. Documento que fue firmado por las partes en conflicto, además
de los testigos, Isabel Montoya, Silvia Montoya, Isidro Ocza y Bailón
Nieto Flores (fs. 78 y vta. a 79).

II.4. Cursa declaración jurada, prestada el 4 de febrero de 2013, por Waldo


Flores Camata, ante la Notaria de Fe Pública de Segunda Clase de
Challapata; de cuyo tenor se tiene, que el citado comunario refiere que
el 21 de enero de ese año, cuando se encontraba trabajando en los
terrenos de la accionante; Timoteo Nieto y el Cacique Bailón Nieto,
luego de intimidarlo, amenazaron a Egberta Flores Camata
manifestandole que “…le quitarían el terreno de Ki Kanchuri…”(sic)
momento en el que llegó José Montoya Mamani, con el “propósito de
que se iba a repartir el terreno a iguales” (sic) (fs. 54).
II.5. El 19 de febrero de 2013, la ahora accionante, solicitó al Fiscal de
Materia de Challapata, requerir bajo conminatoria que las autoridades
de Huari, “Timoteo Nieto Colque, Bailón Nieto y Danny Alvaro Nieto”,
extiendan en su favor fotocopias legalizadas de actas o documentos
referidos en el memorial de 7 del citado mes y año; en mérito al cual, la
autoridad fiscal, mediante requerimiento de la misma fecha, dispuso
que en el plazo de vinticuatro horas de su legal notificación, las
referidas autoridades, extiendan lo impetrado, requerimiento con el cual
los demandados fueron notificados personalmente el citado día a horas
17:00 (fs. 5 a 7 y vta.).

II.6. Mediante carta notariada de 5 de marzo de 2013, la accionante, solicitó


a Timoteo Nieto Ocza, Bailón Nieto y Danny Alvaro Nieto la extensión
de una copia o fotocopia legalizada del acta de cesión de tierras que le
hicieron firmar bajo presión y a la fuerza el mes de enero del citado año
a favor de José Montoya Mamani (fs. 8 y vta.).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La accionante, estima vulnerados sus derechos al debido proceso, a no recibir


sanción alguna sin haber sido juzgada y oída y de petición; alegando que las
autoridades indígena originarias de su comunidad, Bailón Nieto Flores junto a
Dani Alvaro Nieto Flores, Notario de Fe Pública de Huari, instados por su padre
Timoteo Nieto Ocza, actuando en conjunto como juez y parte, el 22 de enero
de 2013, sin que exista juicio previo y a sola instancia del co-demandado José
Montoya Mamani, hermano de su difunto esposo y sin que estuviera presente
la comunidad le obligaron a firmar un acta, cediendo a favor de éste el 50% de
sus tierras de Thula Tía, que abarcan algo más de 150 h aproximadamente,
bajo presión psicológica amenazándole con revertirlas a dominio de la
comunidad y que el sembradío de quinua que había en el lugar lo iban a
cosechar para su propio provecho; sin considerar que ella las trabajó
permanentemente dándoles una función social como es el mandato de la
Constitución, más aún, sin permitirle exponer sus razones, ni leer el contenido
de la citada acta, indicándole que por ser mujer no tenía derecho a esas tierras,
ni considerar que su cuñado por su profesión de militar abandonó por muchos
años la comunidad perdiendo cualquier derecho sobre la tierra de la
comunidad; y que no obstante de haberles solicitado se le extienda una copia o
fotocopia legalizada del referido documento, éste no le fue entregado; además,
que en la propia comunidad aleccionada por los demandados se le negó el
derecho a participar de sus reuniones por su condición de mujer y por no haber
entregado sus tierras a su cuñado, amenazándole con expulsarla de la
comunidad. En consecuencia, en revisión corresponde establecer si los hechos
denunciados son evidentes, a objeto de conceder o denegar la tutela
impetrada.

III.1. Naturaleza jurídica de la acción de amparo constitucional

La acción de amparo constitucional, consagrada en el art. 128 de la CPE,


se instituye como una acción tutelar de defensa contra actos u omisiones
ilegales o indebidas de los servidores públicos, o de persona individual o
colectiva, que restrinjan, supriman o amenacen restringir o suprimir los
derechos reconocidos por la misma Constitución Política del Estado y la
ley.

De conformidad a la disposición constitucional citada, se infiere que la


acción de amparo constitucional es una acción de defensa de todos los
derechos fundamentales y garantías constitucionales previstos en la
Norma Suprema y en los Pactos y Tratados Internacionales en materia de
Derechos Humanos ratificados por el Estado Plurinacional conforme
previene el art. 410 de la CPE, salvo los derechos a la libertad y a la vida
cuando éste se encuentre vinculado a la libertad, los que están bajo la
protección de una acción especifica cómo es la acción de libertad.

En este entendido, la acción de amparo constitucional tiene carácter


extraordinario, una tramitación especial y sumaria, la inmediatez en la
protección y no reconoce ningún fuero, privilegio ni inmunidad con
relación a las autoridades o personas demandadas.

Ampliando la configuración de esta acción tutelar, la SCP 0975/2012 de 22


de agosto, precisó: “Asimismo, ésta acción constitucional se respalda en
los tratados de derechos humanos que al tenor del art. 410.II de la CPE,
integran el denominado bloque de constitucionalidad, es decir la
Declaración Universal de Derechos Humanos cuyo art. 8, que precisa que:
‘Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales
nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley’, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos cuyo art. 2.3. inc. a),
señala que: ‘Toda persona cuyos derechos o libertades reconocidos en el
presente Pacto hayan sido violados podrá interponer un recurso efectivo,
aun cuando tal violación hubiera sido cometida por personas que actuaban
en ejercicio de sus funciones oficiales’, la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre Americano cuyo art. XVIII, determina
que: ‘Toda persona puede ocurrir a los tribunales para hacer valer sus
derechos. Asimismo debe disponer de un procedimiento sencillo y breve
por el cual la justicia lo ampare contra actos de la autoridad que violen, en
perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente’ y la Convención Americana sobre Derechos Humanos
cuyo art. 25.1, refiere que: ‘Toda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o
tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la
presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas
que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales’.

De la sola lectura de dichos antecedentes normativos se puede extraer


que el diseño del amparo constitucional debe hacer del mismo una acción
idónea para la protección de los derechos fundamentales, así la Corte
Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que debe ser capaz: ‘…de
producir el resultado para el que ha sido concebido…’ (OC 8/87 de 30 de
enero de 1987) aspecto que sin duda no podría lograrse si el fondo de lo
debatido en la acción de amparo constitucional dependiese de las formas
procesales porque en base al principio de verdad material en realidad toda
interpretación de las normas que regulan la tramitación de esta demanda
constitucional debe partir del principio de prevalencia del derecho
sustantivo sobre el derecho adjetivo”.

III.2. Sobre el reconocimiento del pluralismo jurídico en la


construcción del Estado Unitario Social de Derecho
Plurinacional Comunitario

La Constitución Política del Estado, en su primer artículo establece que


Bolivia se funda, entre otros valores y principios, en el pluralismo
jurídico. A este efecto, el art 179.I de la Norma Fundamental determina
que: “La función judicial es única. La jurisdicción ordinaria se ejerce por
el Tribunal Supremo de Justicia, los tribunales departamentales de
justicia, los tribunales de sentencia y los jueces; la jurisdicción
agroambiental por el Tribunal y jueces agroambientales; la jurisdicción
indígena originaria campesina se ejerce por sus propias autoridades;
existirán jurisdicciones especializadas reguladas por ley”. El parágrafo II
del mismo precepto constitucional determina que: “La jurisdicción
ordinaria y la jurisdicción indígena originario campesina gozarán de
igual jerarquía”.

Por su parte el art. 7 de la LDJ, estipula que: “(JURISDICCIÓN


INDÍGENA ORIGINARIA CAMPESINA). Es la potestad que tienen las
naciones y pueblos indígena originario campesinos de administrar
justicia de acuerdo a su sistema de justicia propia y se ejerce por medio
de sus autoridades, en el marco de lo establecido en la Constitución
Política del Estado y la presente Ley”.

Este tema fue desarrollado en la SCP 0790/2012 de 20 de agosto, que


precisó lo siguiente: “Con la promulgación de la Constitución Política del
Estado, ingresamos a un momento fundacional en la historia del Estado
Boliviano: el Estado Plurinacional Comunitario, el que como Tribunal
Constitucional Plurinacional estamos llamados a construir,
profundizando el pluralismo, la interculturalidad y la descolonización.

El Estado Plurinacional Comunitario, como resultado de la fuerza


descolonizadora de los pueblos indígena originarios campesinos, ha
hecho posible la visibilización de éstos, antes excluidos de toda
institucionalidad estatal, reconociéndolos como naciones de pleno
derecho junto a la antigua ‘Nación Única’; por lo que dentro de esta
concepción de Estado Plurinacional Comunitario, la comprensión de los
derechos, deberes y garantías no puede realizarse desde la óptica del
constitucionalismo liberal, sino más bien abrirse a una pluralidad de
fuentes del derecho y de derechos, trascendiendo el modelo de Estado
liberal y monocultural cimentado en el ciudadano individual,
entendiendo que los derechos en general, son derechos de
colectividades que se ejercen individualmente, socialmente y/o
colectivamente, lo cual no supone la negación de los derechos y
garantías individuales, pues el enfoque plurinacional permite concebir a
los derechos, primero, como derechos de colectividades, luego como
derechos que se ejercen individualmente, socialmente y colectivamente
en cada una de las comunidades civilizatorias, luego como una
necesidad de construir, de crear una comunidad de comunidades; es
decir, un derecho de colectividades, un derecho que necesariamente
quiebre la centralidad de una cultura sobre las otras y posibilite
diálogos, espacios políticos de querella discursiva para la generación
histórica y necesaria de esta comunidad de comunidades de derechos.

El reconocimiento y adopción del pluralismo jurídico, hace posible un


diálogo intercultural entre derechos, pues ya no existe una sola fuente
de Derecho y de los derechos; de donde éstos pueden ser interpretados
interculturalmente, lo cual habilita el carácter dúctil y poroso de los
derechos, permitiendo un giro en la comprensión de los mismos,
generando su transformación para concebirlos como práctica de diálogo
entre culturas, entre mundos civilizatorios, en búsqueda de resignificar
constantemente el contenido de los derechos para cada caso concreto.

Por ello, la construcción de la institucionalidad plurinacional parte del


desmontaje de las lógicas de colonialidad, desmistificando la idea de
que impartir justicia es solamente una “potestad”; sino por el contrario,
asumirla como un servicio al pueblo, concebida como
facultad/obligación, pues fruto de la colonialidad antes construida, se ha
estructurado una ‘administración de justicia’ extremadamente formal,
cuasi sacramental, reproductora de prácticas judiciales desde la colonia
y el periodo republicano, fundadas en la señorialidad de esta actividad
bajo la concepción de ‘potestad’ antes que de ‘servicio’, sustentado por
todo un aparato normativo, doctrinal e institucional. Corresponde al
Tribunal Constitucional Plurinacional, romper esas relaciones y prácticas
que se reproducen en lo social, cultural, político e institucional,
constituyéndose en un instrumento destinado a la generación de
espacios de diálogo y relacionamiento de las diferentes concepciones
jurídicas en el marco del Estado Plurinacional Comunitario, aportando al
proceso de interpretación intercultural de los derechos humanos y
fundamentales, así como de las garantías constitucionales, con énfasis
en los derechos colectivos y de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos”.

De lo anterior se concluye que existe un reconocimiento constitucional a


la jurisdicción Indígena Originaria Campesina; en cuya virtud tienen el
derecho fundamental al ejercicio y administración de su justicia en el
marco de sus normas y procedimientos, así lo establece el art. 190.1 de
la CPE, cuando señala que: “Las naciones y pueblos indígena originario
campesinos ejercerán sus funciones jurisdiccionales y de competencias
a través de sus autoridades, y aplicarán sus principios, valores
culturales, normas y procedimientos propios”; por tanto esta
jurisdicción es jerárquicamente idéntica a la jurisdicción ordinaria o a la
jurisdicción agroambiental, por lo que sus determinaciones deberán ser
respetadas. Sin embargo, al ser el Estado Plurinacional de Bolivia, un
Estado Unitario sometido a una Norma Suprema como es la
Constitución Política del Estado, esta jurisdicción también se encuentra
sometida al Sistema Concentrado de Control de Constitucionalidad
ejercido en última instancia por el Tribunal Constitucional Plurinacional;
órgano encomendado en definitiva a controlar el respeto a los derechos
y garantías fundamentales en todas las jurisdicciones disciplinadas en la
norma fundamental, considerando los principios generales de la
atribución de impartir justicia contemplados en el art. 178 de la Ley
Fundamental, entre ellos, el pluralismo jurídico, la interculturalidad y la
equidad; antecedente que justifica la composición plural del Tribunal
Constitucional Plurinacional.

III.3. El derecho al debido proceso en el ámbito de la justicia


indígena originaria campesina
Sobre el tema en particular, la SCP 0645/2012 de 23 de julio, precisó lo
siguiente: “El art. 12 de la Ley 1257, que eleva a rango de ley el
Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes de la OIT, establece que: ‘Los pueblos interesados
deberán tener protección contra la violación de sus derechos, y poder
iniciar procedimientos legales, sea personalmente o bien por conducto
de sus organismos representativos, para asegurar el respeto efectivo de
tales derechos. Deberán tomarse medidas para garantizar que los
miembros de dichos pueblos puedan comprender y hacerse comprender
en procedimientos legales, facilitándoles, si fuese necesario, intérpretes
u otros medios eficaces’.

El nuevo diseño dogmático de la Constitución Política del Estado, que


incorpora como directriz irradiadora y transversal en todo el texto
constitucional al principio del pluralismo, como emergencia de la
cualidad plurinacional del nuevo Estado boliviano, conlleva a la
necesidad de asumir la incorporación de matices propios de esta
cualidad en todos los órdenes de su organización política,
administrativa, social, económica, entre otras. Tal exigencia es aún más
evidente en el campo jurídico, y de modo particular en la tramitación de
procesos judiciales y procedimientos administrativos donde se
encuentren involucrados las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, ya sea actuando como sujetos colectivos o como personas
individuales.

De este modo, tomando en cuenta que el debido proceso es una


garantía inherente a cualquier ciudadano bajo jurisdicción estatal, que
debe hacerse efectiva en la tramitación de procesos judiciales o
administrativos, a consecuencia de los cuales pueden verse afectados
derechos fundamentales; en el caso de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, dicha garantía resulta aún más
indispensable puesto que dada su especial condición, como resultado
de sus características propias, condiciones económicas y sociales, sus
instituciones representativas y, normas y procedimientos propios; la
eventual afectación de sus derechos y garantías repercute de modo
más sensible que si se diera en otros sectores de la población. Más aún
cuando dentro de un proceso administrativo o judicial no se ha
garantizado por parte del Estado el derecho a la defensa que asiste a
cualquier ciudadano y peor aún, si como emergencia de ello, se ha
deducido una Resolución desfavorable y lesiva de sus derechos
fundamentales que les asisten como sujetos colectivos.
Con relación al debido proceso y las garantías judiciales la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Comunidad indígena
Yakye Axa Vs. Paraguay estableció: ‘Los recursos efectivos que los
Estados deben ofrecer conforme al artículo 25 de la Convención
Americana, deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del
debido proceso legal (artículo 8 de la Convención), todo ello dentro de
la obligación general a cargo de los mismos Estados de garantizar el
libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a
toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción. En este sentido, la
Corte ha considerado que el debido proceso legal debe respetarse en el
procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento cuya
decisión pueda afectar los derechos de las personas. En lo que respecta
a pueblos indígenas, es indispensable que los Estados otorguen una
protección efectiva que tome en cuenta sus particularidades propias,
sus características económicas y sociales, así como su situación de
especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres’ (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso
Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 17 de junio de 2005, No. 16, párr. 62 y 63).

La citada jurisprudencia interamericana también ha sido confirmada en


el caso de la comunidad indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay,
señalando: ‘…la Corte recuerda que el debido proceso legal debe
respetarse en el procedimiento administrativo y en cualquier otro
procedimiento cuya decisión pueda afectar los derechos de las
personas. Asimismo, conforme a la jurisprudencia del Tribunal, es
indispensable que los Estados otorguen una protección efectiva que
tome en cuenta las particularidades propias de los pueblos indígenas,
sus características económicas y sociales, así como su situación de
especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres’ (Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006, n,
párr. 82 y 83)” (las negrillas son ilustrativas).

De la jurisprudencia precedentemente citada; se infiere que el


debido proceso está reconocido constitucionalmente como
principio, derecho y garantía constitucional por los arts. 115.II
y 117.I de la CPE, razón por la cual es de aplicación general a la
totalidad de las jurisdicciones disciplinadas por la propia
Constitución Política del Estado, puesto que todas ellas se
hallan comprendidas en los alcances de la Norma Fundamental.
En tal virtud las autoridades encargadas de administrar
justicia, sea en la vía ordinaria, agroambiental o indígena
originaria campesina, tienen la obligación de observar los
procedimientos legales que tienen a su cargo en el marco del
debido proceso, sea que se trate de procesos judiciales,
administrativos, reglamentarios o de cualquier índole.
Aclarando que en el ámbito de la justicia indígena originaria
campesina se debe entender a esta garantía como el derecho
que tiene toda persona o colectividad a un proceso justo donde
se respeten las normas propias y en el que puedan ser
escuchados de manera imparcial, en igualdad de condiciones y
ejerciendo plenamente todos los derechos fundamentales que
se encuentran contenidos como elementos del debido proceso;
en el caso en particular a partir de una interpretación
intercultural.

III.4. Sobre la protección de la mujer en el ámbito de la justicia


indígena originaria campesina

Este aspecto fue desarrollado en la SCP 1624/2012 de 1 de octubre,


cuyos razonamientos relievan la protección reforzada de este sector, al
considerar a la mujer y a la minoridad en contextos intra e inter
culturales como parte de grupos vulnerables, cuando precisa lo
siguiente: “Tal como se señaló en el Fundamento Jurídico VI.5 de la
presente Sentencia, el primer elemento del test del paradigma del vivir
bien, se refiere a la armonía axiomática a la cual deben adaptarse todas
las decisiones emergentes de la jurisdicción indígena originario
campesina; en ese orden, considerando que toda decisión emanada de
esta jurisdicción, en cuanto a sus fines y medios empleados, debe
asegurar la materialización de valores plurales supremos entre los
cuales se encuentran la igualdad, solidaridad y la inclusión, en ese
orden, al encontrarse las mujeres y la minoridad en condiciones de
‘vulnerabilidad material’ razón por la cual, la doctrina constitucional los
considera sectores de atención prioritaria, su protección reforzada, en
mérito a la constitución axiomática, debe estar también asegurada en
contextos intra e inter culturales, por tanto, el paradigma del vivir bien,
en cuanto al análisis del primer elemento del test, implica el ejercicio de
un control plural de constitucionalidad reforzado en relación a estos
grupos vulnerables.

En el marco de lo expresado, la SCP 1422/2012, de manera expresa


señaló: ‘…en circunstancias en las cuales los actos denunciados como
lesivos a derechos de mujeres o la minoridad en contextos intra e
inter-culturales, el control plural de constitucionalidad, deberá asegurar
la consolidación de los principios de igualdad, solidaridad e inclusión, a
través de una ponderación reforzada a la luz de una pauta específica de
interpretación: la interpretación intra-cultural favorable, progresiva y
extensiva para estos sectores, a cuyo efecto, se establece la vigencia
del paradigma de la favorabilidad para las mujeres y minoridad, al cual
debe armonizarse la cosmovisión de todo pueblo y nación indígena
originario campesino’.
Por lo afirmado, se tiene que cualquier decisión de la
jurisdicción indígena originaria campesina que plasme medios
o fines contrarios a los valores plurales supremos referentes a
la igualdad, inclusión, solidaridad u otros y que afecten a estos
sectores de protección prioritaria, deberán ser restituidos por
el Control Plural de Constitucionalidad, en aplicación del
paradigma de favorabilidad para las mujeres y minoridad, en los
términos precedentemente expuestos” (las negrillas son añadidas).

III.5. Sistema de administración de justicia indígena del Ayllu


Chahuara del Municipio de Huari del departamento de Oruro

A objeto de emitir una resolución acorde a la naturaleza de la


problemática planteada, se solicitó informe técnico a la Unidad de
Descolonización del Tribunal Constitucional Plurinacional, del cual en
relación al Sistema de Administración de Justicia Indígena del
lugar donde se originó el caso en análisis, se tiene que: El Ayllu
Chahuara, como parte de la estructura de la marka de Huari, cuenta
con un sistema de administración de Justicia Indígena que regula el
comportamiento de sus miembros; dicho sistema, en la actualidad, está
incluido en el Estatuto vigente. Esta justicia ancestral está orientada
principalmente a la reconciliación entre las partes involucradas, la
compensación de los daños y el restablecimiento de la armonía social,
así como la armonía con la naturaleza; por tanto, está orientada a la
recuperación del equilibrio social roto por la transgresión.

También se advierte que, en caso de que las prácticas tradicionales de


administración de justicia no sean suficientes para solucionar los
problemas emergentes, entonces se acude al Juez Agrario;
demostrando de esta manera que la administración de justicia dentro
del Ayllu, también se complementa con los mecanismos de la justicia
ordinaria.

El Ayllu Hiluta Chahuara, desde su creación, por generaciones, tuvo una


administración de justicia propia, la cual recae en la Autoridad
Originaria del Jilaqata, estrictamente ejercida por el Chacha-Warmi; el
cual es la máxima autoridad representativa y responsable del Ayllu;
además de resguardar, defender y resolver cualquier problema dentro
de la comunidad; ya sean casos de conflictos de terrenos y otros
explícitamente dentro de la comunidad.

Cuenta con un sistema de administración de justicia de acuerdo a sus


usos y costumbres ancestrales milenarias, respetando la jerarquía de
autoridad de menor a mayor jerarquía por conducto regular.

Para comprender la organización de autoridades originarias, es


necesario partir de conceptos de configuración territorial en las que
están inmersas las autoridades originarias. De ahí que, estas entidades
son las siguientes:
JAKISA: Es una entidad territorial ancestral milenaria integrada
territorialmente por las saphis, comunidades, ayllus y markas que
restablecen la antigua organización regional ancestral (Jatun Killakas
Asanajaqi); en la actualidad, es una organización denominada suyu,
cuya población comparte una sola identidad, historia, institucionalidad
territorio, idioma, tradición y cosmovisión y tiene una procedencia
anterior a la invasión colonial española.

MARKA: Es la unidad territorial que aglutina a varios ayllus con


territorio determinado, y ejerce su gobernabilidad territorial a través de
sus propias instituciones, manteniendo el vínculo territorial en función a
la administración de su territorio (en lo social, económico, político y
cultural). Internamente, las markas están divididas en parcialidades
Aransaya y Urinsaya; y los ayllus están configurados en dichas
parcialidades.

AYLLU: Es la agrupación de varias comunidades familiares menores


que tienen una sola raíz cultural y que se desarrollan a partir de una
lengua y tradiciones comunes; mantienen sus propias instituciones de
gobernabilidad territorial, enmarcados en la unidad mayor que es la
marka. El Ayllu es la institución económica productiva, tecnológica,
socio-cultural y política-administrativa de mayor relevancia dentro la
organización territorial de la nación originaria Jatun Killakas Asanajaqi
“JAKISA”.

COMUNIDAD: Es la estructura territorial comunal menor al ayllu;


generalmente, está constituido por varias unidades familiares
consanguíneas que ocupan una territorialidad unitaria como son las
sayañas; entonces podríamos indicar que es la unión de varias sayañas
establecidas en un determinado espacio territorial. La comunidad está
conformada por unos veinte a cuarenta familias aproximadamente;
todas ellas tienen un parentesco común. Su capacidad gobernativa está
determinada por una representación comunal que se circunscribe al
ayllu.

III.5.1. Estructura orgánica de sus autoridades originarias

La estructura orgánica de autoridades originarias, responde a


una lógica de organización territorial basada en una estructura
representativa que parte de la comunidad, ayllu, marka y suyu.

Marka Huari: Es una unidad territorial parte de la “Nación


Originaria Jatun Killakas Asanjaqi” (JAKISA). Como tal, está
estructurado por un Consejo de Gobierno de la Nación
Originaria. Está conformación está basada en las autoridades
denominadas Tata Mallkus; en su representación dual: varón -
mujer (chacha-warmi), los cuales, mediante su autoridad
máxima, viabilizan el manejo de la justicia originaria
enmarcada en los usos y costumbres que permiten restablecer
la armonía y equilibrio en la solución de conflictos,
generalmente de terrenos.

Corregidor: Es la autoridad que representa a toda la marka;


es decir, su rol es superior a los hilacatas de ayllu. Esta
autoridad es quien dirime cualquier conflicto; como por
ejemplo, pone solución a conflictos de terrenos que no pudo
solucionar el Jilaqata; además jerárquicamente, soluciona
conflictos de terrenos comunales que no pudieron ser
solucionados por la autoridad comunal.

Jilaqata “ayllu”: El Jilaqata es la autoridad máxima en su


ayllu; quién asume la responsabilidad del ayllu, y de
administrar la justicia en coordinación con toda la comunidad;
su labor es poner fin a conflictos de terrenos comunales y
otros que fuere necesario, mediante la conciliación entre
partes afectadas, así como la remisión de dicho conflicto al
agotar todas las instancias y posibilidades de solución a la
autoridad superior quien es el corregidor.

III.5.2. Sobre su sistema de normas y sanciones

El Ayllu Hiluta Chahuara, ha establecido sus normas y


sanciones conforme a su cosmovisión y sus patrones culturales
que además proceden de una raíz identitaria aymara-quechua.
En el caso de las faltas graves, se las considera en una
Asamblea Ordinaria, sesión que se lleva a cabo los días 20 de
cada mes. En estos casos, la autoridad, Tata Jilaqata y Mama
Jilaqata, bajo sus normas viabiliza la solución del conflicto; se
sabe que dichas resoluciones son escritas en el libro de actas.
Las faltas y sanciones están establecidas en el Estatuto
orgánico del Ayllu. (Capítulo X, de las faltas y sanciones a los
comunarios/as).

Cabe recalcar que, el sistema de normas y sanciones, en las


comunidades, en los ayllus, en las markas y suyus de las
tierras altas varían, aunque su patrón cultural sigue siendo el
mismo, como por ejemplo, el restablecimiento del equilibrio y
la armonía; sin embargo, cada comunidad, cada ayllu, cada
marka y suyu ya cuentan con sus propias normas, estatutos,
reglamentos internos establecidas y consensuados de acuerdo
a sus propias características culturales y de idiosincrasia. Las
sanciones o castigos, por norma, son proporcionales a la
magnitud de la infracción o conflicto. Tienen como finalidad el
reconocimiento de la falta, el arrepentimiento y la reparación
del daño a través de la reconciliación de partes; su finalidad
última es la de recomponer a la persona y recuperar la
armonía comunal.

Estas directrices normativas son de dominio general en las


tierras Altas; por tanto, las sanciones también pueden ser:

Moral: Cuando alguien quebranta la norma establecida, recibe


el reproche de la colectividad y la desconfianza; es mal visto,
se desprestigia a la familia.

Material: Para reparar el daño ocasionado, se puede imponer


un trabajo en bien de la comunidad; si es en el ayllu, el trabajo
debe ser por el bien del ayllu. Si el daño es ocasionado en la
marka, entonces el trabajo debe ser por el bien de la marka; y,
si es en el Suyu, también por el bien del Suyu.

Económica: Multa en dinero que es aplicada generalmente


por el corregidor. Las sanciones aplicadas son de diversos
tipos, dependiendo de la gravedad del caso, del interés del
afectado y la reincidencia del infractor.

En primer lugar, se debe señalar que en algunos casos se


aplican sanciones de tipo moral; en estos casos, se manifiestan
de dos formas distintas: Por un lado, a través de una llamada
a la reflexión y de atención al infractor hecha por sus padres,
padrinos o la autoridad originaria del ayllu; por otro lado, el
arrepentimiento y reconciliación que deben ser expresadas a
viva voz por el infractor o los intervinientes en conflicto. Por
ejemplo, en el caso de una sanción aplicada producto de un
chisme.

Respecto a los procedimientos de resolución de conflictos en


las comunidades, se tiene que para las autoridades originarias
en la comunidad, todo conflicto debe ser resuelto por
consenso, y por eso, se inicia y se finaliza todo procedimiento
con un ritual. Esto se debe a que al invocar a los espíritus de la
naturaleza y de los comunarios, el ritual también tiene como
objetivo interiorizar en el infractor (de ser el caso) que si sigue
cometiendo la falta por el cual se le procesa, esas fuerzas
“metafísicas” se encargaran de sancionarlo.

III.5.3. En cuanto a su sistema sobre la tierra individual o


colectiva

El Estatuto del Ayllu Chahuara, establece las siguientes


normativas (transcripción inextensa):

Recursos naturales: El espacio territorial de la Comunidad


Ayllu “Hiluta Chahuara” es el lugar donde desarrollan sus
sistemas de organización territorial y utilizan los recursos
naturales según sus usos y costumbres. Los recursos naturales
como el agua, suelo la biodiversidad son aprovechados para
un interés colectivo en el desarrollo de la comunidad. Estos
recursos son de propiedad y dominio directo, indivisible e
imprescriptible de la Comunidad que los administra en función
del interés colectivo según los usos y costumbres de la
Comunidad (arts. 290 II; 297; y, 397 de la CPE).

Propiedad individual y colectiva: Toda persona tiene


derecho a la propiedad individual y/o colectiva, siempre que
ésta cumpla una función social dentro de la comunidad; que
significa conocer, cumplir y hacer cumplir las normas del
Estatuto, respetar, difundir la práctica de los valores y
principios de la comunidad; construir y trabajar según su
capacidad física e intelectual de acuerdo a los usos y
costumbres (art. 56 de la CPE y 5.III de la LDJ).

III.5.4. Sobre la competencia de sus autoridades originarias en


la solución de conflictos

Las competencias y obligaciones del Tata Awatiri y Mama


Awatiri o Tata Jilaqata Mama Jilaqata, y de Tata Jilanku, y los
tipos de conflictos, que se resuelven bajo sus competencias
son múltiples, de las cuales se señalan las siguientes:

La Autoridad Originaria resuelve los conflictos meramente


comunales, ya que el Ayllu Hiluta Chahuara está debidamente
reconocido e inserto en las Tierras Comunitarias de Origen
(TCOs) en ese entendido, el Jilaqata resuelve los casos en que
los terrenos se encuentran en conflictos, limites, problemas
sociales y otros dentro de la comunidad. Estas normativas
están insertos en el Estatuto Comunal Originario “Comunidad
Ayllu Hiluta Chahuara”.

En el caso de otros pueblos ancestrales de las Tierras Altas, la


resolución de conflictos y los tipos de conflictos que se
resuelven, sigue un proceso de fases hasta la resolución del
conflicto; como es el caso del Estatuto de la organización
Jach’a Karangas.

Primero, las Autoridades Originarias en la comunidad, en el


Ayllu, en la Marka y en el Suyu, antes de proceder con la
resolución de conflictos, deben realizar el trabajo de campo
que consiste en ir a visitar al comunario/a demandado como
también al comunario/a demandante, que están considerados
como hijos para la autoridad originaria todos los/as
comunarios/as (wawa-qallus) de indagar, cerciorarse,
informarse de las veracidades (yatjataña, chhiqhataña,
uñakipaniña) donde esta información facilitará el día de la
audiencia de resolución de conflicto de cualquier tipo de mayor
gravedad o de menor gravedad.

Segundo, deben cumplir seriamente con el acto ritual de inicio


y de cierre de administración de la resolución de conflictos.

III.5.5. Sobre la participación de la mujer en la distribución de


la tierra comunitaria e individual
En los ayllus, markas y suyus de las Tierras Altas, existe una
lógica de inclusión de género; es decir, no se excluye a la
mujer, aunque su derecho depende del estado civil que
adquiere; es decir, cuando esta contrae matrimonio con otra
persona de la misma comunidad o de otra comunidad; cómo
podemos apreciar en este pasaje:

“La mujer desde que nace en un determinado territorio de una


comunidad o ayllu tiene derecho al uso de la tierra. En caso de
que la mujer se casa, se va; entonces, se va a contribuir al
terreno de su esposo. Puede volver a su comunidad; cuando
fallece su esposo; entonces sigue teniendo derecho a cultivar
la tierra; pero no como contribuyente o tasero. En el caso de
que no se case, se queda con todos los derechos de cualquier
comunario, siempre y cuando pueda cumplir sus normas
establecidas en la comunidad” (Fuente: Tata Mario; Amawta
del TCP - 2013).

En el caso del Ayllu Chahuara esta participación está sujeta a


su estatuto comunal que acredita tal derecho a toda la familia;
en tal caso, el rótulo dice: “los herederos y herederas” en la
que se advierte la inclusión de la mujer en el derecho
hereditario.

Los herederos y herederas obligatoriamente deberán suscribir


acta de acuerdo familiar con los hermanos en la que se
designará a uno de ellos o ellas como representante de la
familia ante la comunidad para asumir cargos en la comunidad
según usos y costumbres (art. 17.1 del Estatuto Comunal
Originario “Comunidad Ayllu Hiluta Chahuara”).

Cada contribuyente inscrito en el padroncillo del Ayllu tiene su


terreno designado, según se cobija en su Estatuto; y son
terrenos comunales insertos en las TCOs por lo que no existe
terrenos individuales; al contrario, son terrenos meramente
comunales.

Libro de padroncillo: El libro del padroncillo -incluido en el art.


15 del Estatuto referido- es un documento escrito (semejante
a un libro de actas); en la que registran a sus miembros,
otorgándoles el derecho a utilizar los terrenos designados por
la comunidad; este reglamento dice:
“Ser parte del libro padroncillo de la comunidad significa
asumir deberes y obligaciones de acuerdo a sus usos y
costumbres y los procedimientos propios, manteniendo la
unidad familiar y de la comunidad de acuerdo a la Constitución
Política del Estado Plurinacional” (Estatuto del Ayllu Chahuara)

Transferencia de Terrenos: Está prohibido la transferencia


(compra-venta) de terrenos conforme el art. 394.III de la CPE.
Es como un mandato que dice, el Estado reconoce, protege y
garantiza la propiedad comunitaria o colectiva, que comprende
el territorio indígena originario campesino, las comunidades
interculturales originarias y de las comunidades campesinas. La
propiedad colectiva se declara indivisible, imprescriptible,
inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta al
pago de impuestos a la propiedad agraria. Las comunidades
podrán ser tituladas reconociendo la complementariedad entre
derechos colectivos e individuales respetando la unidad
territorial con identidad.

III.5.6. Sobre la situación de las tierras de quienes abandonan


la comunidad

Las tierras que son abandonadas por los comunarios del Ayllu,
como sucede en muchas comunidades de las tierras Altas que
migran por mucho tiempo a los centros urbanos y otros
lugares por razones de trabajo u otros motivos, son previstas
en el Estatuto mencionado cuyo texto determina:

“Ante el abandono de terreno de las familias que migran a los


centros urbanos u otros lugares, la Asamblea o la Reunión
Ordinaria de la comunidad dispondrá:

1. Cuando exista abandono injustificado por 10 años


consecutivos o más sin actividad agrícola o ganadera y sin
previa comunicación, los terrenos pasará a la tutela de la
comunidad.

2. Si la familia afectada de la tenencia de la tierra vuelve


después de 10 años y decide recuperar su terreno lo hará
abonando una suma de dinero determinado por la
Asamblea o Reunión Ordinaria de la comunidad bajo el
compromiso de prestar servicios a la comunidad con
asumir cargo según los usos y costumbres.
3. Por el abandono de más de 15 años consecutivos sin
previa comunicación a las Autoridades Originarias, el o los
dueños pierden definitivamente sus derechos de los
terrenos en la Comunidad Ayllu ‘Hiluta Chahuara’ (art. 20
del Estatuto Comunal Originario “Comunidad Ayllu Hiluta
Chahuara”)”.

III.5.7. Sobre el valor de los testamentos dentro la comunidad

En los registros del Ayllu, no existe la valoración de


testamento; y al presente, no se advierte antecedentes de
testamentos suscritos en el Ayllu; el uso de los testamentos
escritos no es propio del ayllu; ya que en la lógica ancestral de
la sucesión hereditaria de los bienes y terrenos pasa
automáticamente a los hijos cuando fallece el padre y la
madre. En este caso hay un consenso familiar para designar a
uno de los hermanos como representante familiar ante la
comunidad.

En las tierras altas, por lo general, un tasero o contribuyente


puede contribuir con la función social hasta la edad de 60
años, según las normas, estatuto y reglamento comunal del
ayllu; luego, dicho contribuyente debe presentar a su sucesor
como nuevo contribuyente; esta transferencia se legitima con
una lectura de la autoridad originaria en la asamblea general y
en forma pública. En el caso de que el contribuyente tenga la
edad avanzada y no presenta a su sucesor, entonces, vuelve a
empezar nuevamente a contribuir con la función social; esto
implica pasar los cargos, aportes, trabajos comunitarios,
cargos festivos y otros, según las normas establecidas.

Con relación a la sucesión hereditaria, en el ayllu Chahuara, la


orientación se basa por el Estatuto antes indicado que
establece:

“La sucesión hereditaria es una forma de obtener el derecho a


la tierra según la tenencia de nuestros ancestros conforme a
los usos y costumbres de la comunidad, el cual deberá seguir
los siguientes pasos: i) Los herederos y herederas
obligatoriamente deberán suscribir acta de acuerdo familiar
con los hermanos en la que se designará a uno de ellos o ellas
como representante de la familia ante la comunidad para
asumir cargos en la comunidad según usos y costumbres; ii)
Los herederos o herederas deberán presentar su acta de
acuerdo familiar a la Asamblea o Reunión Ordinaria de la
comunidad con el fin de legitimar y validar el acuerdo y evitar
conflictos; iii) La validación comunal del acuerdo familiar debe
inscribirse en el libro de Actas de la Comunidad y se
entregarán copia a todos los interesados e interesadas; iv) El
representante será inscrito en el libro de padroncillo de la
comunidad; sin embargo, el cumplimiento de la función social
(usos y costumbres) será una responsabilidad de todos los
miembros de la familia en función al acuerdo interno familiar.

En este Estatuto no se advierte el uso de testamentos escritos


que permitan viabilizar la sucesión hereditaria. Aunque en
algunas comunidades por la influencia de los patrones
culturales externos es posible que se utilicen los testamentos
escritos. Lo que sí es evidente, en los ayllus y markas, los
abuelos, antes de fallecer hacen las recomendaciones y
previsiones de sucesión de terrenos para las nuevas
generaciones; empero todo esta recomendación se lo hace en
forma oral”.

III.6. Análisis del caso concreto

En el presente caso, la ahora accionante, denuncia la lesión de sus


derechos al debido proceso, “A NO RECIBIR SANCION ALGUNA SIN
HABER SIDO JUZGADA Y OIDA, APLICABLE TAMBIÉN EN LA JUSTICIA
INDÍGENA ORIGINARIA CAMPESINA” (sic), a la vida, al trabajo y de
petición; por cuanto las autoridades originarias de su comunidad, junto
a Dani Álvaro Nieto Flores, Notario de Fe Pública de Huari, a sola
instancia del codemandado José Montoya Mamani, hermano de su
difunto esposo; sin que estuviera presente la comunidad bajo presión le
obligaron a firmar un acta, cediendo a favor de éste el 50% de sus
tierras de Thula Tía, que abarcan algo más de 150 h aproximadamente,
amenazándole con revertirlas a dominio de la comunidad; sin considerar
que ella las trabajó permanentemente dándoles una función social más
aún, sin permitirle exponer sus razones, ni leer el contenido de la
prenombrada acta e indicándole que por ser mujer no tenía derecho a
esas tierras y que no obstante de haberles solicitado se le extienda una
copia del referido documento, éste no le fue entregado; además que en
la propia comunidad aleccionada por los codemandados se le negó el
derecho a participar de sus reuniones por su condición de mujer y por
no haber entregado sus tierras a su cuñado.
Precisados los hechos que motivaron la presente acción tutelar, de los
elementos probatorios que cursan en obrados, se tiene que de acuerdo
al testamento abierto inserto en la Escritura Pública 06/2007 de 7 de
diciembre de “2011”, que cursa de fs. 1 a 4 vta., la ahora accionante
fue nombrada junto a sus hijos, heredera universal de los bienes
acciones y derechos de su esposo Fermín Montoya Mamani, entre cuyos
bienes se encuentra la propiedad agraria ubicada en la comunidad de
Thula Tia Ayllu Chahuara del Municipio de Huari del departamento de
Oruro, propiedad que viene siendo trabajada por la accionante en la
siembra de quinua de acuerdo a las antecedentes adjuntos a la
presente y los propios informes de las autoridades originarias
demandadas.

Asimismo por el acta de reunión de solución de conflicto de terreno,


celebrada el 21 de enero de 2013, en el domicilio del demandado Bailon
Nieto Flores Jilaqata de la comunidad Hiluta Chahuara del Municipio de
Huari cursante a fs. 78, se evidencia que en este actuado la citada
autoridad originaria dispuso la división de la propiedad agraria de la
ahora accionante otorgando un 60% en su favor y el restante 40% en
favor de José Montoya Mamani solo para la gestión 2013 y para la
gestión 2014 la división de parcelas de esta propiedad sería en partes
iguales; por otra parte para consolidar este acuerdo se dispuso una
inspección a la citada propiedad.

Posteriormente, por el acta de inspección de terrenos en conflicto de 22


de enero de 2013, que cursa de fs. 78 vta. a 79, se infiere que las
autoridades originarias ahora demandadas con la intervención del
Notario de Fe Pública de Segunda Clase, Danny Álvaro Nieto Flores,
procedieron a demarcar la división del terreno de la accionante
mediante mojones de tierra en las proporciones antes referidas, pese a
que la accionante reiteradamente manifestó que no estaba de acuerdo
con la división de su terreno porque José Montoya Mamani, no se
hubiera hecho cargo ni trabajo en la comunidad por varios años, a lo
que el citado codemandado manifestó de que si no se suscribía el acta
perderían todos los terrenos y su cultivo. Antecedente que permite
inferir que la accionante suscribió dicho acuerdo bajo presión, hecho
corroborado por la declaración jurada prestada por el comunario Waldo
Flores Camata, que cursa a fs. 54, quien manifiesta que las autoridades
originarias ahora codemandadas amenazaron a la accionante con
quitarle su terreno de Ki Kanchuri si no aceptaba la división de su
terreno.
Establecidos los hechos precedentes, prosiguiendo con el análisis del
caso, en principio cabe manifestar que conforme se concluyó en el
Fundamento Jurídico III.2 de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, si bien existe un reconocimiento constitucional a la
Jurisdicción Indígena Originaria Campesina, en cuya virtud tienen el
derecho fundamental al ejercicio y administración de su justicia en el
marco de sus normas y procedimientos, por lo que sus determinaciones
deberán ser respetadas al gozar de igual jerarquía que la jurisdicción
ordinaria; sin embargo, esta jurisdicción también se encuentra sometida
al Sistema Concentrado de Control de Constitucionalidad ejercido en
última instancia por el Tribunal Constitucional Plurinacional. En este
contexto, también se tiene claro que en el ejercicio de esta jurisdicción,
impera el respeto y observancia de los derechos y garantías
fundamentales consagradas en la Constitución Política del Estado, como
el debido proceso en sus diferentes vertientes o elementos, los cuales
deberán ser valorados en el marco de una interpretación intercultural,
al momento de ejercer el control de constitucionalidad, aspecto
ampliamente desarrollado en el Fundamento Jurídico III. 3 de éste fallo.

Ahora bien, en el marco antes expuesto del desarrollo efectuado en el


Fundamento Jurídico III.5 de ésta Resolución, se advierte que la
Comunidad Ayllu Hiluta Chahuara del Municipio de Huari del
departamento de Oruro, lugar donde se suscitó la problemática ahora
analizada, cuenta con un sistema de administración de justicia propio
que regula el comportamiento de sus miembros orientada
principalmente a la reconciliación entre las partes involucradas, la
compensación de los daños y el restablecimiento de la armonía social,
atribución que recae en la autoridad originaria del Jilaqata ejercida por
el Chacha-Warmi, el cual es la máxima autoridad representativa y
responsable del Ayllu y en caso de que estas prácticas tradicionales de
administración de justicia no sean suficientes para solucionar sus
problemas, acuden al Juez Agroambiental, lo que demuestra que la
administración de justicia dentro este Ayllu, también se complementa
con los mecanismos de la justicia ordinaria.

Respecto a su sistema de normas y sanciones, estás fueron


establecidas conforme a su cosmovisión y sus patrones culturales que
proceden de una raíz identitaria aymara-quechua; de ahí que las faltas
y sanciones que rigen en esta comunidad están establecidas en el
Estatuto Comunal Originario, en tal sentido en caso de faltas graves
estas se las considera en una asamblea ordinaria que se lleva a cabo los
días veinte de cada mes; casos en los cuales la autoridad Tata Jilaqata
y Mama Jilaqata, bajo sus normas viabilizan la solución del conflicto
bajo el criterio que este debe ser resuelto por consenso; resoluciones
que son escritas en un libro de actas bajo las cuales éstas no han sido
cumplidas.

En cuanto al régimen de la tierra individual o comunitaria el Estatuto del


Ayllu Chahuara, establece que toda persona tiene derecho a la
propiedad individual y/o colectiva, siempre que esta cumpla una función
social dentro la comunidad que significa conocer, cumplir y hacer
cumplir las normas del estatuto, respetar difundir la práctica de los
valores y principios de la comunidad, construir y trabajar de acuerdo a
los usos y costumbres. En base a esta concepción la participación de la
mujer en la distribución de la tierra tanto comunitaria como individual
tiene una lógica de inclusión de género; es decir, que no se excluye a la
mujer en el ejercicio de este derecho.

Con relación a la situación de las tierras de quienes abandonan la


comunidad mucho tiempo por migración a los centros urbanos y otros
lugares por razones de trabajo u otros motivos; estos aspectos están
previstos en el Estatuto antes mencionado, de cuyo texto se tiene que
por abandono de más de 15 años consecutivos según los usos y
costumbres, el o los dueños pierden definitivamente sus derechos sobre
los terrenos en la comunidad.

Finalmente en cuanto a la sucesión hereditaria de los bienes y terrenos


en el citado Ayllu se asume la lógica ancestral de que estos bienes
pasan automáticamente a los hijos cuando fallece el padre y la madre;
caso en el que existe un consenso familiar para designar a uno de los
hermanos como representante familiar ante la comunidad por lo que el
uso de los testamentos escritos no es valorado en este ámbito.

De lo anterior se deduce que el sistema de administración de justicia


del Ayllu Hiluta Chahuara, responde a su cosmovisión propia basada en
los principios de respeto, consenso, unidad y armonía en cada uno de
sus procedimientos e instancias; mismos que de acuerdo a las
conclusiones precedentes no fueron observados por las autoridades
originarias ahora codemandadas, por cuanto la decisión adoptada no se
encuentra acorde con las normas, principios y procedimientos
tradicionalmente utilizados en esta comunidad, cuando en un evidente
exceso de poder, de forma unilateral y asumiendo una actitud
discriminatoria por la condición de mujer de la accionante,
determinaron la división de su propiedad agraria otorgando un 40% en
favor su cuñado pretendiendo darle validez a esta actuación obligándola
a suscribir las actas correspondientes de este acuerdo, ejerciendo
presión psicológica en base a amenazas de pérdida de sus terrenos y su
cosecha, conforme se constató de los antecedentes adjuntos a la
presente acción tutelar, vulnerando su derecho constitucional a un
debido proceso, en su vertiente de derecho a la defensa, cuya
observancia también es imperante en la jurisdicción indígena originaria
campesina conforme a los razonamientos expuesto en los Fundamentos
Jurídicos III.3 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional;
razón por la cual corresponde conceder la tutela demandada, máxime si
de acuerdo a la jurisprudencia desglosada en el Fundamento Jurídico
III. 4 de éste fallo, la protección constitucional a la mujer tiene un
componente prioritario en el ámbito de la justicia originaria campesina
al ser considerado un grupo vulnerable.

Con relación a la vulneración del derecho de petición denunciado, de


antecedentes se tiene que la accionante, mediante requerimientos
fiscales y carta notariada (fs. 5 a 7 vta. y 8), solicitó reiterativamente a
los codemandados, le extiendan fotocopias o copias de las actas
efectuadas con motivo del conflicto motivo de la presente acción de
amparo constitucional; petitorio que no fue viabilizado por los
demandados, vulnerando el derecho de petición consagrado por el art.
24 de la CPE, que consiste en que toda persona tiene el derecho
irrestricto a la petición de manera individual o colectiva, sea oral o
escrita, a obtener una respuesta formal y pronta a cualquier solicitud
inherente a sus intereses, por lo tanto corresponde de igual forma
conceder la tutela demandada en relación a este derecho fundamental.

Por lo expresado, la situación planteada se encuentra dentro de las previsiones


y alcances de la acción de amparo constitucional, por lo que el Juez de
garantías al haber concedido la tutela ha efectuado una adecuada compulsa
de los antecedentes y dio correcta aplicación a esta acción tutelar.
POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Segunda, en virtud de la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado Plurinacional de
Bolivia y el art. 44.1 del Código Procesal Constitucional, en revisión resuelve:

1° CONFIRMAR en todo la Resolución de 16 de abril de 2013, cursante de


fs. 94 a 98 vta., pronunciada por el Juez de Partido Ordinario de Sentencia
Penal, del Trabajo y Seguridad Social Niñez y Adolescencia de las provincias
Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y Sebastián Pagador de Challapata del
departamento de Oruro; y, en consecuencia CONCEDER la tutela
solicitada, en los términos pronunciados por el Juez de garantías.
2° Ordenar que por Secretaría General del Tribunal Constitucional
Plurinacional, se haga la difusión de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, en las diferentes Salas de este Tribunal; y los Tribunales
Departamentales de Justicia.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

No interviene la Magistrada, Dra. Soraida Rosario Chánez Chire, por


encontrarse en uso de su vacación anual; razón por la cual se habilitó al
Magistrado suplente, Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales.

Fdo. Dra. Mirtha Camacho Quiroga


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Zenón Hugo Bacarreza


MAGISTRADO
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0572/2014
Sucre, 10 de marzo de 2014

SALA PRIMERA ESPECIALIZADA


Magistrado Relator: Tata Gualberto Cusi Mamani
Acción de amparo constitucional

Expediente: 02889-2013-06-AP
Departamento: Pando

En revisión la Resolución 01/2013 de 14 de febrero, cursante de fs. 41 a 42


vta., pronunciada dentro de la acción popular interpuesta por Duri Mar
Merelis Genaro, Presidente de la Central Indígena de Pueblos
Originarios de la Amazonía de Pando (CIPOAP) en representación sin
mandato de la Comunidad indígena “Takana El Turi Manupare II” contra
Miguel Ruiz Cambero.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memorial presentado el 7 de febrero de 2013, cursante de fs. 6 a 7 vta., la


parte accionante, expone los siguientes fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

La comunidad indígena “Takana El Turi Manupare II”, afiliada a la CIPOAP, fue


objeto de amenazas y amedrentamientos con armas de fuego por Miguel Ruiz
Cambero, quien dice tener derecho sobre más de 4000 ha en el lugar donde se
encuentra asentada dicha comunidad, la misma que, con la finalidad de
resolver el problema y ser escuchada, bloqueó las vías camineras, solicitando la
presencia del Gobernador del departamento de Pando. Luego de una reunión
efectuada entre la Viceministra de Justicia y los dirigentes de las distintas
comunidades indígenas, la organización campesina de Pando que los
representó, logró firmar un documento denominado “Acta de acuerdo y
compromiso de Nanawa”, por el que se convino: a) Conformar una comisión
para el análisis de las tierras en conflicto; b) Acuerdo para la zafra 2012-2013;
y, c) Formar una comisión técnica para la revisión de las concesiones
forestales.

Cuando la comisión se encontraba analizando el “decreto barraquero”, recibió la


llamada de los indígenas de la comunidad “Takana El Turi Manupare II”,
denunciando que Miguel Ruiz Cambero y un grupo de personas armadas,
ingresaron nuevamente al predio en conflicto, conminándoles a salir “por las
buenas”; caso contrario, no responderían de lo que pasara en el predio;
minutos después, recibió una segunda llamada, en la que con gritos de
desesperación sus hermanos indígenas le informaron que los hombres armados
ingresaron a las casas y sacaron sus cosas, temiendo que algo grave pasara.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

La parte accionante alega la lesión de sus derechos al hábitat o el domicilio y al


debido proceso, citando al efecto los arts. 13.I, 14.III, 15, 24, 25.I, 115.II y
135 de la Constitución Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicita se conceda la tutela, disponiendo el cese de cualquier acto de agresión


física y psicológica contra la comunidad indígena “Takana El Turi Manupare II”;
además, pide se remitan antecedentes al Ministerio Público, así como el pago
de daños y perjuicios.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

Celebrada la audiencia pública el 14 de febrero de 2013, según consta en el


acta cursante de fs. 36 a 40, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La parte accionante, por intermedio de su abogado, reiteró los fundamentos


expresados en el memorial de demanda, aclarando: 1) El demandado tiene 500
ha tituladas; además, dice tener “derecho espectaticio” sobre más de 400 ha
que no son de su propiedad, en el lugar donde están asentados los indígenas;
2) El demandado reunió un grupo de personas en Riberalta, a quienes trasladó
al lugar de los hechos donde a “punta de pistolas hacen corretear” a los
indígenas en época de zafra, quemando sus casas para que salgan de esas
tierras; 3) Los indígenas se autoidentifican como descendientes originarios de
la amazonía de Pando, y solicitaron la dotación de tierras fiscales en las que se
encuentran asentados, cumpliendo una función económico y social; además, en
esta época se dedican a la recolección de la castaña; y, 4) El comunario
Rolando Mamani Tari -pidiendo la palabra en audiencia- declaró que catorce
casas, y no simples carpas, fueron quemadas por orden de Miguel Ruiz
Cambero; que el lugar en el que habitan y cosechan castaña se encuentra en
tierras fiscales y no tituladas. Adicionalmente, la comunaria, Diana Fernández,
dijo: “nosotros queremos que todos los problemas se acaben con el Sr. Ruiz, ya
no queremos más peleas, siempre hemos sido amenazados” (sic).

I.2.2. Informe de la persona particular demandada

El demandado Miguel Ruiz Cambero, en audiencia, expresó los siguientes


argumentos: i) Esas personas amedrentaron a más de cincuenta personas,
entre ellas a su esposa que es la que se hace cargo de más de 4000 ha, a
quien le habrían quitado la almendra en el año 2011; ii) Los documentos
emitidos por el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y Autoridad de
Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierras (ABT) le avalan; además que
el fallo de un juez ordenó que se retiren el “27 de abril”; después, hubo
conciliación y pidieron salir el “17 de julio” a lo cual accedió, a sabiendas que
luego querrían quedarse con su propiedad; iii) Los comunarios, contratan a
taxistas y gente de dudosa reputación, “vándalos”, quienes entran y asustan a
la gente que vive en su propiedad, así el “4 de febrero” le robaron doscientos
cajas de castaña; iv) Sentó la denuncia, solicitando se emita un mandamiento
de desalojo contra los indígenas que entraron a sus tierras tituladas, él no
incendió nada, sino que personas borrachas prendieron fuego intencionalmente
con el fin de desacreditarlo; v) Negó que el 6 de febrero hubiera ingresado
armado a su predio titulado; además, en la zona no hay señal de teléfono; vi)
En el Juzgado Agroambiental se tramitó un interdicto de recobrar la posesión y
ellos firmaron un acuerdo para retirarse en el mes de abril, una vez que pase la
época de zafra; vii) Como es posible que se consideren un pueblo indígena
originario, si su existencia no es desde antes de la colonia, recién se asentaron
un año atrás; viii) Él, vive más de veinte años trabajando la tierra, siendo
ilegales los asentamientos en tierras fiscales después de la promulgación de la
Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria; ix) Los accionantes ingresan al
lugar solamente en “época de castaña”, pero no viven en el lugar, si tendrían
una casa habitable, podría darles la razón, pero están atentando contra la
seguridad jurídica y perjudicando su economía; y, x) La parte accionante tenía
que haber demostrado el supuesto daño que se le ha causado; sin embargo, no
ha demostrado nada, ni siquiera sufren una serie de atropellos y
avasallamientos, por eso se acudió al juzgado agroambiental, por lo que pidió
que se “rechace” la acción.

I.2.3. Resolución
La Sala de turno por vacación judicial del Tribunal Departamental de Justicia de
Pando, constituida en Tribunal de garantías, pronunció la Resolución 01/2013
de 14 de febrero, cursante de fs. 41 a 42 vta., por la que concedió la tutela
solicitada, ordenando al demandado Miguel Ruiz Cambero no realizar o ejercer
ningún acto que implique violencia física y psicológica contra la parte
accionante; además del pago de daños y perjuicios, averiguables en ejecución
de sentencia; decisión asumida en base a los siguientes fundamentos: a) De la
prueba cursante en obrados se sabe que Miguel Ruiz Cambero es propietario
del predio “Santa Felicidad”, que tiene un total de 500 ha, entre estos predios
existen 4.412,6497 ha de tierra fiscal no disponible, las que fueron solicitadas
“como” autorización transitoria especial de recursos forestales no maderables
por el demandado, solicitud que se tiene por desistida; b) Al parecer esta
extensión era explotada por Miguel Ruiz Cambero antes del saneamiento,
quedando reducido su derecho propietario a 500 ha; c) Por versión de ambas
partes, se evidenció que los miembros de la comunidad indígena “Takana el
Turi Manupare II”, se encontraban asentados en parte de las 4 412,6497 ha de
tierra fiscal, no disponible, por tanto es un asentamiento ilegal; d) De la
versión expuesta en audiencia, los propios comunarios, indican que el
demandado no fue el que entró al lugar, sino personas contratadas por él, para
trabajar en la “zafra de castaña”, ocasionando un conflicto, que amenaza traer
más violencia; e) Solo la autoridad jurisdiccional puede ordenar el desalojo,
derecho que no le es reconocido a ningún particular porque importaría justicia
por mano propia, más aún en este caso cuando el demandado no ha
demostrado ser el propietario o tener concesión alguna sobre dichas tierras; f)
Mandar a personas a castañear en tierras fiscales no disponibles, donde se
encuentran asentados los accionantes, además de quemar sus casas, para
lograr sus objetivos, implica actos de violencia, que vulneran el derecho a la
seguridad para el desarrollo de las actividades económicas, como la recolección
de castaña, reconocido por el art. 30 de la CPE, si se los considera como
comunidad indígena; y si no, tienen derecho a dedicarse a cualquier actividad
económica lícita siempre que no perjudique al bien colectivo y la recolección de
castaña no perjudica ningún bien colectivo; g) El interés particular del
demandado no puede ser protegido de forma directa, sino por medio de
acciones y recursos legales; y, h) También se vulneró el derecho al debido
proceso, al no permitirles el acceso a la justicia; por cuanto se pretendió, hacer
justicia por mano propia.

I.3. Tramite procesal en el Tribunal Constitucional Plurinacional

Por requerir de mayores elementos para resolver la presente causa, por decreto
de 3 de junio de 2013, a solicitud del Magistrado Relator, la Comisión de
Admisión de este Tribunal solicitó a la Unidad de Descolonización la elaboración
de un informe técnico especializado respecto a la comunidad “Takana El Turi
Manupare II” y su territorialidad ancestral (fs. 45). Asimismo, se solicitó
documentación complementaria al Presidente de la Sala Penal y Administrativa
del Tribunal Departamental de Justicia de Pando, al Director Departamental de
Pando de la ABT, al Director Departamental de Pando del INRA, al Juez
Agroambiental y al Fiscal Departamental, ambos del antedicho departamento;
suspendiéndose el plazo para emitir la Sentencia Constitucional Plurinacional
correspondiente (fs. 50 a 51).

Una vez remitida la documentación complementaria y el informe solicitado a la


Unidad de Descolonización, por decreto de 20 de febrero de 2014, se reanudó
el plazo para pronunciar la presente Sentencia Constitucional.

II. CONCLUSIONES

De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se tiene


lo siguiente:

II.1. El 23 de marzo de 2009, la Prefectura del departamento de Pando


otorgó la personalidad jurídica a CIPOAP, al amparo de la Resolución
Prefectural 55/2009 de la misma fecha (fs. 3).

II.2. Por documento de 25 de enero de 2010, la CIPOAP otorgó “aval” y


reconocimiento a la comunidad indígena “Takana el Turi Manupare II”,
señalando que está afiliada y reconocida por el ente matriz de la
CIPOAP; por lo que solicitaron a las autoridades nacionales,
departamentales, provinciales y comunales, brindar apoyo y
colaboración (fs. 2).

II.3. El 18 de septiembre de 2012, el Responsable de la Unidad Forestal


Municipal-SENA, David Dávalos Ayala, emitió el informe de inspección
al incendio ocurrido en la comunidad indígena “Takana Turi Manupare
II”; inspección realizada por una comisión compuesta por el “sargento
Iturri”, miembro de la Policía Nacional, Francisco Hillcha Justiniano,
Presidente de la Tierra Comunitaria de Origen (TCO), el dirigente de la
comunidad “Turi Manupare II”, David Dávalos y seis comunarios
afectados. De acuerdo al informe, la comisión evidenció la quema de
catorce viviendas nuevas, pertenencias derramadas, ocasionando que
las personas se quedaran sin nada; de las ocho fotografías adjuntas al
informe se observan algunas ollas de aluminio, un motor de luz y
viviendas totalmente quemadas (fs. 18 a 23).

II.4. De la nota de 3 de diciembre de 2012, se advierte que Durimar Merelis


Genaro el 29 de noviembre del citado año, solicitó a la ABT
certificación sobre la situación legal de la Tierra Fiscal no disponible
del predio Santa Felicidad de Miguel Ruiz Morales. De acuerdo a lo
informado, cursa una solicitud de otorgación de “Autorización
Transitoria Especial de Recursos Forestales no Maderables”, para la
barraca Santa Felicidad, de una superficie de 4 412,6497 ha, y que se
encuentra con Auto administrativo DGGJ- 073-2009, “que tiene por
desistida la solicitud presentada, sin que a la fecha se haya definido la
situación jurídica de las solicitudes desistidas, manteniendo su estatus
de tierra fiscal no disponible hasta que se haya definido el marco legal
para estos derechos” (fs. 24).

II.5. Cursa el “Acta de Acuerdo y Compromiso de Nanawa” de 30 de enero


de 2013, donde los tres pueblos “Takanas” y sus comunidades
dispersas, “Pueblo Cavineño y Pueblo Esse Ejjas”, se reunieron con la
Viceministra de Justicia, autoridades del INRA y la ABT, autoridades
campesinas, representantes de mujeres Bartolina Sisa y otros;
arribando a los siguientes acuerdos: 1) Conformar una comisión para
el análisis de un instrumento legal de abrogación o derogación del
Decreto Supremo (DS) 27572, conocido como “Decreto Barraquero”;
2) Sobre la base del acuerdo firmado para la zafra 2012-2013, se dé
cumplimiento al punto 3 de ese documento de conciliación entre
partes para el aprovechamiento de la castaña; y, 3) Conformar una
comisión interinstitucional para la auditoría técnica de las concesiones
forestales maderables, con la participación de organizaciones
campesinas e indígenas (fs. 4).

II.6. De la certificación de 14 de febrero de 2013, emitida por el INRA se


evidencia que el trámite de saneamiento simple a nombre de Miguel
Ruiz Cambero, sobre el predio denominado “Santa Felicidad”, ubicado
en el municipio del Sena, Sección Tercera de la provincia Madre de
Dios del departamento Pando-Polígono 08, se encuentra “TITULADO
con una superficie de 500.0000 has”; predio que cuenta con
Certificación de Tierra Fiscal (DS 27572 de 17 de junio de 2004) y “un
área con derecho expectaticio (Tierra Fiscal no Disponible) de
4412.6497” (SIC)(fs. 30).

II.7. El 14 de febrero de 2013, la ABT emitió informe respecto a la solicitud


de certificación sobre la vigencia del trámite de concesión forestal no
maderable sobre la barraca Santa Felicidad, señalando que: i) Cursa
en la oficina de la ABT la solicitud para la otorgación de la Autorización
Transitoria Especial de Recursos Forestales No maderables a nombre
de Miguel Ángel Ruiz “Morales”, en la superficie de 4 412,6497 ha; ii)
Que a la fecha la ABT no ha otorgado ninguna autorización Transitoria
Especial de Recursos Forestales No Maderable (Ex Concesión Forestal
no Maderable) a ningún solicitante; que ésta se encuentra en la
Oficina Nacional para su evaluación técnico legal; y, iii) Que a la
fecha, la solicitud de referencia se encuentra con Auto administrativo
DGGJ-073-2009 “que se tiene por desistida la solicitud presentada, sin
que a la fecha se haya definido la situación jurídica de las solicitudes
desistidas. En consecuencia, dicha solicitud se encuentra como áreas
con Certificación de Tierra Fiscal No Disponibles Nº 0026-2008 emitida
por el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA Pando) en una
superficie 4412.6497 ha, misma que se encuentra bajo la tutela del
solicitante, lo cual no autoriza de realizar ningún aprovechamiento
forestal maderable, desmontes ni quemas” (sic) (fs. 31, 34).

II.8. De acuerdo a la nota de 4 de marzo de 2011, la Dirección


Departamental de Pando del INRA, en respuesta a la nota presentada
el 4 de junio de 2010, por la cual la comunidad indígena “El Turi”
solicitó la dotación de 4000 ha, para los jóvenes mayores, señaló que
Miguel Ángel Ruiz Cambero tiene como desistida la solicitud de
concesión forestal no maderable, sugiriéndoles que conformen una
nueva comunidad, cumpliendo así con todos los requisitos para que
puedan ser tomados dentro del proceso de distribución de tierras, el
cual estaría ejecutando el INRA de Pando (fs. 32).

II.9. De acuerdo a la documentación complementaria remitida a este


Tribunal por el Director Departamental de Pando de la ABT, mediante
memorial de 10 de septiembre de 2011, Miguel Ruiz Cambero
denunció asentamiento ilegal y tala de árboles en su propiedad,
pidiendo se desaloje de esas personas (fs. 67 a 68 vta.), y por Auto
Administrativo AD-ABT-DDPA-PAS_538/2011 de 26 de octubre de
2011, se dispuso iniciar sumario administrativo contra Hirgen
Cartagena Flores y otros denunciados, por el desmonte de 4 ha (fs. 97
a 101).

II.10. El Director Departamental de Pando de la ABT, remitió el expediente


de solicitud de concesión forestal no maderable (fs. 105 a 198)
formulada por Miguel Ángel Ruiz Morales, predio “Santa Felicidad”, el
6 de abril de 2009. El solicitante argumentó que como producto de la
finalización del proceso de saneamiento desarrollado por el INRA, se
determinó que la superficie 4910,2925 ha., ubicada en el cantón
Bolívar, tercera sección de la provincia Madre de Dios, departamento
de Pando, se constituye en tierra fiscal, “perteneciente al predio
denominado ‘Santa Felicidad”, predio en el cual realiza “de manera
pacífica e ininterrumpida actividades tradicionales de aprovechamiento
de recursos forestales no maderables”(sic), vinculados a la recolección
de la castaña y otros, solicitando con dichos antecedentes se otorgue
en concesión forestal no maderable el área fiscal del predio “Santa
Felicidad” (fs. 106). De acuerdo al Dictamen jurídico de 22 de abril de
2010, suscrito por el Abogado consultor ABT, las observaciones
realizadas a la solicitud de concesión forestal no maderable efectuada
por Miguel Ángel Ruiz Morales no fueron subsanadas, motivo por el
cual “no procede la revisión y análisis de la mismas, al carecer de
documentación mínima para la otorgación de “Concesión Forestal No
Maderable…” (sic), por lo que se sugirió se dictamine por tener
como desistida la solicitud de concesión forestal no maderable
(fs. 195).

II.11. De acuerdo al informe emitido por el Director Departamental de


Pando, ABT, de 17 de junio de 2013, cursa en la oficina una solicitud
para la otorgación de autorización transitoria especial de recursos
forestales no maderables para la Barraca Santa Felicidad, a nombre de
Miguel Ángel Ruiz Morales en una superficie de 4412,6497 ha; que la
ABT no ha otorgado ninguna autorización a ningún solicitante, y que la
solicitud de referencia se encuentra con Auto administrativo DGGJ-
073-2009, que se tiene por desistida la solicitud presentada “sin que
a la fecha se haya definido la situación jurídica de las solicitudes
desistidas” (sic). En consecuencia, “dicha solicitud se encuentra como
área con certificación de tierra fiscal no disponible, que se encuentra
bajo la tutela del solicitante, “lo cual no autoriza realizar ningún
aprovechamiento Forestal Maderable, Desmontes ni Quemas” (sic) (fs.
196 a 197).

II.12. El Director Departamental INRA MDRyT-PANDO, remitió a este


Tribunal e informó sobre la siguiente documentación: a) Antecedentes
de la solicitud de dotación de tierras efectuada por la “Comunidad
Indígena El Turi II”, haciendo constar que dicho trámite se encuentra
paralizado, debido a que la “la comunidad solicitante de dotación se
encuentra sobrepuesta a un predio debidamente titulado (Predio Santa
Felicidad de Propiedad del administrado MIGUEL RUIZ CAMBERO) y a
una solicitud de Concesión Forestal No Maderable efectuada por el
administrado MIGUEL RUIZ MORALES, ante ABT” (sic); b)
Antecedentes de la comunidad indígena El Turi: Mediante Resolución
Administrativa RA-SS N1 0147/05 de 13 de julio de 2005, se dota en
favor de ésta y otras comunidades, las superficies identificadas en el
proceso de saneamiento; asimismo mediante RA RA-SS 0240/2006 de
13 de julio, que modifica el plano de ubicación de la comunidad El
Turi, aclarando que no se encuentra al interior de una Tierra
Comunitaria de Origen (TCO), adjuntándose un listado digitalizado de
las familias beneficiarias; y, c) Copia legalizada del certificado de tierra
fiscal (DDP-CTF- 0026/2008 de 20 de febrero, por el cual el INRA
certifica que la superficie 4 412,6497 ha, se constituye en tierras
fiscales, con la finalidad de someterse al proceso de conversión a
concesión forestal no maderable señalado en el DS 27572, art. 92.II,
Disposición Final Primera, Cuarta y Octava del DS 29215, certificación
emitida en favor del administrado Miguel Ruiz Morales hijo de Miguel
Ruiz Cambero, quien solicitó la concesión forestal no maderable que se
encuentran para la emisión de las resoluciones en la ABT,
encontrándose dicha área bajo la tutela del solicitante (fs. 364 a 822).

II.13. Por nota recibida el 5 de septiembre de 2013, el Director


Departamental a.i. INRA M.D.R. y T-PANDO remitió a este
Tribunal el expediente agrario, en dos cuerpos, del predio privado
Santa Felicidad de propiedad del administrado Miguel Ruiz Cambero
(fs. 1141vta.). Así, en el expediente se encuentra el proceso de
saneamiento simple de oficio, dentro del cual se citó a Miguel Ruiz
Cambero como propietario del predio Santa Felicidad (fs. 863 y ss),
quien suscribió un acta de conciliación el 16 de abril de 2005, con los
representantes de la Federación Sindical Única de Trabajadores
Campesinos, Regional Madre de Dios, representantes de FSUTCP,
representantes de la Subcentral el Sena, de la comunidad campesina
Remanso, sus asesores de CIPCA, entre otros, acordándose que el
predio Santa Felicidad quedaba sin sobreposición para convertirse a
concesión forestal no maderable en cumplimiento del DS 27572 de 17
de junio de 2004 (fs. 1077). Por Resolución Final de Saneamiento de
13 de julio de 2005, se adjudicó el predio “Santa Felicidad” a favor de
Miguel Ruiz Cambero, “clasificado como pequeña propiedad ganadera
en la superficie de 260.000 hectáreas…con Código Catastral
09030301008032, 240.0000 hectáreas (…) con código catastral
09030301008070 ubicado en el cantón Bolívar, sección Tercera,
provincia Madre Dios del Departamento de Pando” (sic) (fs. 1121),
haciendo un total de 500 ha.

II.14. Por nota de 8 de agosto de 2013, el Juez Agroambiental del


departamento de Pando, remitió el expediente 31/2011, sobre un
interdicto de recobrar la posesión seguido por Miguel Ruiz Cambero
contra Hirgen Cartagena Flores (fs. 360) presentado el 8 de noviembre
de 2011 (fs. 248), en el que el demandante adjuntó como prueba la
Resolución Final de Saneamiento (fs. 219 a 234), la certificación del
INRA por la cual se señala que no se tiene emitida ninguna resolución
de autorización a favor de la “Comunidad Indígena Turi II” (fs. 234);
informe técnico elaborado por el Asistente Técnico del INRA de 31 de
octubre de 2011, en el que se sostiene que se constató el
asentamiento ilegal de la comunidad indígena el Turi II dentro de la
propiedad “San Felicidad” (sic), sugiriendo que se socialice a los
integrantes de la comunidad El Turi II que el asentamiento en el que
se encuentran es en áreas no disponibles, “debiendo reubicarse en
otras áreas que se encuentren disponibles”. También se sugirió que
la comunidad indígena El Turi II regularice toda su documentación en
las oficinas de distribución de tierras (fs. 236 a 237).

Por memorial presentado el 22 de noviembre de 2011, Irguen


Cartagena Flores, contestó el interdicto, señalando que no ingresaron
al predio del demandante, sino a tierras fiscales con autorización de
INRA Pando en el mes de mayo de 2010. En la contestación
propusieron términos de conciliación: 1) Que si se encuentran
asentados en los predios titulados de Miguel Ruiz Cambero se
comprometen a salir pacíficamente de los mismos, al predio donde
INRA Pando les titule; y, 2) En caso de aceptarse esos términos, que
el ciudadano antes mencionado se comprometa a no ingresar en esos
predios (fs. 263 a 264).

En la audiencia pública desarrollada el 9 de enero de 2012, se logró la


conciliación de las partes, conforme, entre otras, a las siguientes
cláusulas:

i) Que durante la zafra 2011-2012 los demandados efectuarán el


aprovechamiento de la castaña en calidad de zafreros al interior del
predio “Santa Felicidad” y tierras fiscales no disponibles adjuntas a
dicha barraca, respecto a las cuales existen trámites para
concesión forestal no maderable que ha efectuado la familia Ruiz
ante ABT.
ii) El precio a pagarse por cada caja de almendra será el fijado para
los zafreros de Pando establecido en el contrato de zafreros.
iii) La castaña debe ser vendida exclusivamente a Miguel Ruiz
Cambero, y en caso que se compruebe que algún comunario
vendió castaña de las tierras referidas en la cláusula primera, a
terceros, será retirado del terreno con la ayuda de la fuerza
pública.
iv) Los demandados continuarán en la propiedad “Santa Felicidad”
hasta la conclusión de la zafra de castaña 2011-2012.
v) Los demandados se comprometen a respetar las áreas de tierras
fiscales no disponibles sujetas a trámite de concesión forestal
mientras el mismo sea resuelto, asimismo, Miguel Ruiz Cambero se
compromete a reconocer los derechos que emergieran para la
“Comunidad Indígena El Turi II” en virtud a los trámites efectuados
ante el INRA y ABT.

Dicho acuerdo fue homologado por el Juez Agrario del departamento


de Pando (fs. 302 a 303), y complementado en audiencia de
conciliación de 17 de mayo de 2012, conforme a lo siguiente:

a) Se estableció un nuevo plazo improrrogable e inmodificable para la


desocupación de la propiedad agraria “Santa Felicidad”,
estableciendo el 17 de junio de 2012, como fecha límite.
b) La “Comunidad Indígena Turi II” se compromete a no innovar
dentro de esa propiedad y tierras fiscales no disponibles anexas a
dicha propiedad, existiendo autorización para aprovechar de
manera sustentable los frutos silvestres de dicha propiedad hasta
que se cumpla el plazo y en caso de incumplimiento, se procederá
inmediatamente al desalojo.
c) Que el INRA-Pando viabilice el asentamiento de la comunidad en
tierras fiscales disponibles.

Acuerdo que fue homologado por la autoridad judicial antes referida


(fs. 308); sin embargo, por nota de 28 de mayo de 2012, las
autoridades indígenas de la CIPOAP, señalaron: “Los dirigentes y
Capitanes Grandes de los Pueblos Indígenas, desconocemos el
documento del Acta de Audiencia de conciliación firmada el día
jueves 17 de mayo de 2012 con el Sr. Miguel Ruiz Cambero, y la
comunidad indígena Takana El Turi 2, en el cual no hubo presencia de
los dirigentes de la CIPOAP, por lo tanto este acto jurídico está viciado
de nulidad, por tal motivo solicitamos a su autoridad deje a los
hermanos en la áreas fiscales no disponible, respetando su
áreas tierras tituladas del Sr. Ruiz mientras el INRA
DEPARTAMENTAL aclare y de acuerdo a la Ley 1770 sobre el
DERECHO ESPECTICIO, favoreciendo al sector Indígena” (sic)
(fs. 309).

Por decreto de 29 de mayo de 2012, el Juez Agroambiental del


departamento de Pando, dispuso que al no ser parte del proceso la
CIPOAP, el acta no surte efecto alguno respecto a dicha organización,
que el acuerdo tiene la autoridad de cosa juzgada y es susceptible de
ejecución.

Por memorial presentado el 5 de septiembre de 2012, Miguel Ruiz


Cambero solicitó a la autoridad judicial precedentemente citada emita
mandamiento de desalojo o desapoderamiento en cumplimiento del
acuerdo conciliatorio (fs. 312 y vta.) Por Auto de la misma fecha, la
autoridad judicial libró mandamiento de lanzamiento, comisionando su
cumplimiento a la Policía Nacional o Comando Conjunto Amazónico de
los departamentos de Beni o Pando (fs. 313); mandamiento de
lanzamiento que fue expedido el 6 de septiembre del mismo año (fs.
320) y ejecutado el 15 del citado mes y año, de acuerdo al informe
elaborado por el Instructor de la Capitanía de Puerto “Lino
Echeverría”, que sostiene que Miguel Ruiz Cambero, junto al Juez
Agroambiental y la asesora jurídica del INRA, arribaron a la localidad
de Santa Felicidad el 14 de septiembre de 2012 y luego, al día
siguiente, continuaron su recorrido llegando a una pequeña
comunidad denominada El Turi II “en el lugar se observó 11 cabañas
con techos de motacú, entre ellos 02 quemadas, y aún los troncos
estaban con brasa vida, no se encontró ninguna persona solo algunas
aves de corral, ropa de vestir, utensilios de cocina…” (sic); el
propietario, con el mandamiento de lanzamiento procedió a retirar
todos los materiales “de sapa, ropa de vestir, utensilios de cocina de
las cabañas(…) posteriormente la comisión se retiró del lugar para
volver a la localidad de Santa Felicidad” (sic) (fs. 328 a 329).

Por memorial de 5 de diciembre de 2012, Miguel Ruiz Cambero


nuevamente solicitó al Juez Agroambiental del departamento de
Pando, desalojo de su predio rural y se disponga “el rastrillaje para
expulsar a todos los destructores del Bosque y del medioambiente,
pidiéndole disponga sea con la ayuda del Comando Conjunto de las
Fuerzas Armas -Fuerza Naval- asentada en el Municipio del Sena y
Policía para evitar enfrentamientos con los avasalladores, y lograr que
la medida se cumpla, amparándose de manera efectiva mi derecho
propietario” (sic) (fs. 331 y vta.); solicitud que fue deferida por el
citado Juez por Auto de 7 del mencionado mes y año (fs. 332);
emitiéndose el correspondiente mandamiento de lanzamiento en la
misma fecha (fs. 334). Por nota de esa fecha, el Juez de la causa,
solicitó al Comandante provincial de la Policía de Riberalta proporcione
el número de efectivos necesario para dar cumplimiento al Auto de 7
de diciembre (fs. 344). De acuerdo al informe de 13 de enero de
2013, elaborado por Edyer Maija Aiguana, funcionario de la Fuerza
Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), éste fue designado en la
comisión para la ejecución del mandamiento de lanzamiento, y que el
12 de enero de 2013, a diez minutos de la localidad encontraron a
varias personas que no quisieron identificarse, señalando que no
están habitando la propiedad de Miguel Ruiz desde el momento que
fueron víctimas de incendio, sino otro lugar fuera de su propiedad,
motivo por el cual se resistieron a abandonar dicho terreno (fs. 351).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La parte accionante, considera que se vulneraron los derechos de la comunidad


indígena “Takana El Turi Manupare II”, al hábitat, al domicilio y al debido
proceso; por cuanto no obstante estar asentados en tierras fiscales, el
demandado, arguyendo tener derecho sobre ellas, contrató un grupo de
personas de Riberalta, quemó catorce casas recién construidas, amenazó
“revolver en mano” a los indígenas; por lo que piden el cese de cualquier acto
de agresión física y psicológica en contra de la mencionada comunidad
indígena.

En consecuencia, corresponde en revisión, verificar si tales extremos son


evidentes a fin de conceder o denegar la tutela solicitada; para el efecto,
considerando que se trata de una acción popular en la que alega la lesión a los
derechos al hábitat, domicilio y debido proceso de la comunidad indígena
“Takana El Turi Manupare II”, es imprescindible que esta Sala desarrolle la
siguiente argumentación, a efecto de analizar el caso concreto: 1) El
constitucionalismo plurinacional, comunitario y descolonizador y sus efectos en
la interpretación del derecho y de los derechos; 2) La interpretación de las
normas jurídicas desde y conforme a la Constitución Política del Estado y las
normas contenidas en Pactos internacionales sobre derechos humanos; 3) La
acción popular como vía idónea para la tutela de los derechos de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos y la reconducción procesal de acciones;
4) Los derechos al hábitat y el domicilio desde la perspectiva de los pueblos
indígenas; 5. El debido proceso desde una dimensión colectiva; y, 6. El análisis
del caso concreto.

III.1. Las características del constitucionalismo plurinacional


comunitario y descolonizador

El art. 1 de la CPE, sostiene que: “Bolivia se constituye en un Estado


Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario”; modelo de
Estado que fue el resultado de la fuerza descolonizadora de los pueblos
indígena originario campesinos, quienes plantearon el reto histórico de
dar fin al colonialismo, como sujetos políticos colectivos con derecho a
definir su destino, gobernarse en autonomías y participar en los nuevos
pactos de Estado.
Este nuevo modelo, tiene una inspiración anticolonialista que rompe con
la herencia del constitucionalismo monocultural, que nació a espaldas
de los pueblos indígenas, y del constitucionalismo pluricultural que
introdujo de manera subordinada un reconocimiento parcial a los
derechos de los pueblos indígenas. Nuestra Constitución marca una
ruptura respecto al constitucionalismo clásico y occidental concebido
por las élites políticas; es un constitucionalismo que expresa la voluntad
de las clases populares y los pueblos indígenas, creando una nueva
institucionalidad, transversalizada por lo plurinacional, una nueva
territorialidad, signada por las autonomías, un nuevo régimen político y
una nueva legalidad bajo el paradigma del pluralismo jurídico igualitario
en el marco de la Constitución Política del Estado.

Efectivamente, nuestra Constitución tiene características que la


distinguen e individualizan y dan cuenta de un constitucionalismo que
no tiene precedentes, y cuyos intérpretes deben ser fieles a sus
fundamentos, a los principios y valores que consagra, con la finalidad
de materializar y dar vida a las normas constitucionales, siendo sus
características más importantes, la plurinacionalidad, la descolonización,
el pluralismo jurídico igualitario, la interculturalidad, el carácter
comunitario del Estado y el paradigma del vivir bien como valor y fin del
Estado.
Es bajo ese nuevo marco que, como lo entendió la SCP 0790/2012 de
20 de agosto: “(…) la comprensión de los derechos, deberes y garantías
no puede realizarse desde la óptica del constitucionalismo liberal, sino
más bien abrirse a una pluralidad de fuentes del derecho y de derechos,
trascendiendo el modelo de Estado liberal y monocultural cimentado en
el ciudadano individual, entendiendo que los derechos en general, son
derechos de colectividades que se ejercen individualmente, socialmente
y/o colectivamente, lo cual no supone la negación de los derechos
y garantías individuales, pues el enfoque plurinacional permite
concebir a los derechos, primero, como derechos de colectividades,
luego como derechos que se ejercen individualmente,
socialmente y colectivamente en cada una de las comunidades
civilizatorias, luego como una necesidad de construir, de crear una
comunidad de comunidades; es decir, un derecho de colectividades,
un derecho que necesariamente quiebre la centralidad de una
cultura sobre las otras y posibilite diálogos, espacios políticos
de querella discursiva para la generación histórica y necesaria
de esta comunidad de comunidades de derechos.

El reconocimiento y adopción del pluralismo jurídico, hace posible un


diálogo intercultural entre derechos, pues ya no existe una sola fuente
de Derecho y de los derechos; de donde éstos pueden ser interpretados
interculturalmente, lo cual habilita el carácter dúctil y poroso de los
derechos, permitiendo un giro en la comprensión de los mismos,
generando su transformación para concebirlos como práctica de diálogo
entre culturas, entre mundos civilizatorios, en búsqueda de resignificar
constantemente el contenido de los derechos para cada caso concreto.

Por ello, la construcción de la institucionalidad plurinacional parte del


desmontaje de las lógicas de colonialidad, desmistificando la idea de
que impartir justicia es solamente una ‘potestad’; sino por el
contrario, asumirla como un servicio al pueblo, concebida como
facultad/obligación, pues fruto de la colonialidad antes construida, se
ha estructurado una ‘administración de justicia’
extremadamente formal, cuasi sacramental, reproductora de
prácticas judiciales desde la colonia y el periodo republicano, fundadas
en la señorialidad de esta actividad bajo la concepción de ‘potestad’
antes que de ‘servicio’, sustentado por todo un aparato
normativo, doctrinal e institucional. Corresponde al Tribunal
Constitucional Plurinacional, romper esas relaciones y prácticas que se
reproducen en lo social, cultural, político e institucional, constituyéndose
en un instrumento destinado a la generación de espacios de diálogo y
relacionamiento de las diferentes concepciones jurídicas en el marco del
Estado Plurinacional Comunitario, aportando al proceso de
interpretación intercultural de los derechos humanos y fundamentales,
así como de las garantías constitucionales, con énfasis en los
derechos colectivos y de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos” (el resaltado es nuestro).

Como se ha señalado, una de las características del constitucionalismo


boliviano es la plurinacionalidad que supone la construcción colectiva
del Estado, donde la diversidad de pueblos se vea representada en la
estructura del Estado, y donde se garantice plenamente sus derechos
para la construcción de una sociedad justa y armoniosa, cimentada en
la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena
justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales, conforme
establece el art. 9.1 de la CPE, como fin y función del Estado.

Conforme a lo precedentemente señalado, la descolonización es


entendida por nuestra Constitución como el sustento, el fundamento del
Estado Plurinacional; pues la construcción de éste sólo puede hacerse
realidad a partir de la modificación de las relaciones de poder, de
subordinación que la colonialidad supone.

Y es que un Estado Plurinacional, que se construye a partir de la


diversidad existente, solo puede consolidarse en la medida en los
diferentes pueblos, colectividades y personas se encuentren en una
relación de equilibrio y armonía, donde esté ausente la discriminación
que tiene como fundamento, precisamente, a las relaciones coloniales
de poder, cuya modificación implica, desde la visión de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos, la reconstitución de sus
territorios, sus estructuras, instituciones, formas de vida, saberes, y
conocimientos; pues, solo cuando se consiga esta reconstitución podrá
existir un relacionamiento sobre la base de la igualdad.

El sentido de la descolonización puede encontrarse en el informe


presentado por la Comisión Visión País de la Asamblea Constituyente,
en el que se señala que la descolonización tiene un sentido liberador,
que se traduce en la reparación y el resarcimiento de los daños
ocasionados por el Estado colonial: “Reparar y resarcir a las naciones y
pueblos indígenas, originarios y campesinos, de los daños e injusticias
históricas, garantizando su participación en la construcción de la
institucionalidad del nuevo Estado”; añadiendo que el: “…Estado
Plurinacional es un modelo de organización política para la
descolonización de nuestras naciones y pueblos…”.

Es esta perspectiva descolonizadora la que se encuentra en la base y


fundamento de nuestra Constitución Política del Estado; que está
presente desde el Preámbulo, en el que la denuncia de los pueblos
indígenas se alza con fuerza al señalar: “Dejamos en el pasado el
Estado colonial, republicano y neoliberal. Asumimos el reto histórico de
construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho
Plurinacional Comunitario, que integra y articular los propósitos de
avanzar hacia una Bolivia democrática, productiva, portadora e
inspiradora de la paz, comprometida con el desarrollo integral y con la
libre determinación de los pueblos”.

La descolonización como fin del Estado, se presenta en una doble


perspectiva: la constitución de una sociedad justa, armoniosa y sin
discriminación, eliminando, por tanto las relaciones de subordinación
que encarna la colonialidad del poder en los diferentes ámbitos, entre
ellos el jurídico, y, por otra, la consolidación de las identidades
plurinacionales a través de la reconstitución de los pueblos indígenas,
con la finalidad de lograr un verdadero equilibrio e “igualación” en
dichas relaciones de poder.

III.1.1. La interpretación del derecho a partir de los postulados


de la plurinacionalidad y el pluralismo
En el ámbito de la justicia, el pluralismo supone redimensionar
el sistema jurídico ius positivista, a partir de la experiencia y
prácticas de los sistemas jurídicos indígenas, pero también
implica considerar las prácticas, los principios y los valores de
las naciones y pueblos indígena originario campesinos en el
marco de un interpretación plural de los derechos y garantías
cuando se denuncie su lesión en los supuestos en los que las
naciones y pueblos indígena originario campesinos ejerzan sus
sistemas de justicia, y, finalmente, efectuar ponderaciones
cuando dichos derechos o garantías se encuentren en
conflicto. En síntesis, esta Sala considera que, a partir del
postulado de la descolonización, como fin y función del Estado,
las autoridades administrativas, jueces y tribunales de justicia,
deben asumir una interpretación de las normas jurídicas, de
los derechos y garantías, que atiendan, fundamentalmente a
los siguientes aspectos:

i) La flexibilización de los requisitos formales y la


reconducción procesal de acciones. Se ha señalado que
el sistema jurídico ius postivista, como herencia colonial, se
ancla en formalismos que, lejos de resolver los conflictos,
permite dilatarlos indefinidamente sin obtener justicia, así, en
contrapartida, la plurinacionalidad y el pluralismo supone
pensar y adoptar medidas que permitan dar soluciones
integrales, con celeridad, a los conflictos que se presentan,
desterrando toda práctica dilatoria que únicamente se demora
en cuestiones formales sin tutelar de manera inmediata los
derechos y garantías.

Así, esta Sala considera que, a partir del carácter plural de la


justicia, se deben materializar de manera oportuna e inmediata
los derechos y garantías tanto en su dimensión individual como
colectiva, más allá de los ritualismos procesales y la exigencia
de requisitos propios de un sistema jurídico colonial, que debe
ser redimensionado a partir de los postulados de nuestra
Constitución Política del Estado, lo que implica que dichas
exigencias formales no pueden constituirse en un obstáculo
para un real acceso a la justicia constitucional, cuando
efectivamente se constata la lesión de derechos y garantías
constitucionales.

Lo señalado encuentra sustento, además, en los principios de


prevalencia del derecho sustantivo respecto al formal, justicia
material, principio pro actione y el principio de no formalismo;
los cuales deben ser aplicados con mayor fuerza en la justicia
constitucional y, en especial, tratándose de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos, cuya tradición
jurídica no reconoce las formalidades propias del
sistema occidental y, en ese ámbito, deben
flexibilizarse los requisitos para materializar su
derecho de acceso a la justicia o tutela judicial efectiva.

De lo señalado, esta Sala concluye que es posible flexibilizar


los requisitos que impidan un real acceso a la justicia
constitucional, conforme lo ha hecho el Tribunal Constitucional
Plurinacional en las Sentencias Constitucionales Plurinacionales
0957/2013, 1697/2013, 1784/2013, 1745/2013, 1883/2013,
1977/2013, 2007/2013, 1414/2013, entre muchas otras; en
ese ámbito, también es posible reconducir procesalmente las
acciones tutelares cuando exista una evidente lesión de
derechos y garantías constitucionales, como lo ha venido
haciendo este Tribunal en diferentes Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, como en las 0645/2012,
2271/2012, 0210/2013, 02897/2013, entre otras; reconducción
que se constituye en un deber tratándose de naciones y
pueblos indígena originario campesinos, a partir de las
características de nuestro Estado, pues, como se analizará en
el siguiente punto, de conformidad al art. 8.1) del Convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al
aplicar la legislación nacional a los pueblos interesados
deberán tomarse debidamente en consideración sus
costumbres o su derecho consuetudinario.

ii) El principio de respeto a los derechos humanos y los


criterios constitucionalizados para su interpretación

Además de las características propias, que han sido descritas


en el Fundamento Jurídico III.1.1 de esta Sentencia
Constitucional Plurinacional, como la plurinacionalidad, el
pluralismo, la interculturalidad y la descolonización, el modelo
de Estado boliviano tiene características que lo inscriben
dentro del marco de los Estados Constitucionales actuales, en
los que se apuesta por Constituciones plurales, garantizadas y
normativas, con un amplio catálogo de principios, valores,
derechos y garantías fundamentales, que se encuentran
dotadas de garantías específicas de interpretación, que hacen
que la parte axiológica y dogmática de la Constitución Política
del Estado tenga un peso decisivo no solo en cuanto a su
aplicación directa, sino también porque se constituyen en
fundamento y límites de las diferentes funciones del poder
público.

Efectivamente, los derechos fundamentales y garantías


constitucionales tiene un lugar preeminente en el orden
constitucional, que se ve reflejado no solo en el amplio catálogo
de derechos fundamentales y garantías jurisdiccionales que
consagra nuestra Constitución, sino también en los fines y
funciones esenciales del Estado, siendo uno de ellos el de
“garantizar el cumplimiento de los principios, valores, derechos y
deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución” (art.
9.4 de la CPE), así como en los criterios de interpretación de los
derechos humanos que se encuentran constitucionalizados, los
cuales deben ser utilizados no sólo por el juez constitucional, sino
también por los jueces y tribunales de las diferentes
jurisdicciones previstas en nuestra Ley Fundamental, quienes,
conforme lo entendió la SCP 112/2012 de 27 de abril, se
constituyen en los garantes primarios de la Constitución y de los
derechos y garantías fundamentales.

Así, deben mencionarse a los arts. 13 y 256 de la CPE, que


introducen dos principios que guían la interpretación de los
derechos fundamentales: La interpretación pro homine y la
interpretación conforme a los Pactos internacionales sobre
Derechos Humanos, a los que debe añadirse el principio de
progresividad que se desprende del art. 13 de la CPE y la directa
justiciabilidad de los derechos prevista en el art. 109 de la misma
Norma Suprema; norma que establece que todo los derechos
reconocidos en la Constitución son directamente aplicables y
gozan de iguales garantías para su protección, y que se
constituye en una concreción del carácter normativo de la
Constitución Política del Estado, como otra de las características
fundamentales del Estado Constitucional. El principio de
aplicación directa de los derechos, como sostuvo la SCP
0121/2012 de 2 de mayo, supone la superación formalista del
sistema jurídico y se constituye en un postulado para consolidar
el valor normativo de la Constitución Política del Estado:

“(…) la premisa en virtud de la cual se debe asegurar la eficacia


máxima de los derechos fundamentales, exige en términos de
teoría del derecho, la superación de una concepción
ius-positivista y formalista del sistema jurídico, e implica la
adopción de postulados jurídicos enmarcados en cánones
constitucionales no solamente destinados a limitar el poder, sino
fundamentalmente direccionados a consagrar y consolidar la
vigencia material de los derechos fundamentales.

…el principio de aplicación directa y eficaz de los derechos


fundamentales, constituye un postulado que consolida el valor
normativo de la Constitución, por el cual, los derechos
fundamentales tienen una efectividad plena más allá de un
reconocimiento legislativo o de formalismos extremos que
puedan obstaculizar su plena vigencia, aspecto que caracteriza la
‘última generación del Constitucionalismo’, en el cual, el
fenómeno de constitucionalización del ordenamiento jurídico, se
consagra y alcanza su esplendor a través del principio de
aplicación directa de los derechos fundamentales, el cual se
materializa a través del nuevo rol de las autoridades
jurisdiccionales en su labor de interpretación constitucional
acompañada de una coherente teoría de argumentación jurídica”.

En ese marco, la Constitución Política del Estado introduce


criterios para la interpretación de los derechos y garantías, pero
además establece principios rectores para la función judicial en el
art. 178, al sostener que la potestad de impartir justicia emana
del pueblo boliviano y se sustenta en los principios de
independencia, imparcialidad, seguridad jurídica, publicidad,
probidad, celeridad, gratuidad, pluralismo jurídico,
interculturalidad, equidad, servicio a la sociedad, participación
ciudadana, armonía social y respeto a los derechos.

Conforme se aprecia, la función judicial ejercida por las diferentes


jurisdicciones que componen el órgano judicial, y también por la
justicia constitucional, tiene entre sus principios, el respeto a los
derechos, el cual, se constituye en la base de la administración
de justicia, y así lo reconoce la misma Ley del Órgano Judicial en
el art. 3. Este principio, guarda armonía con la preeminencia que
en nuestro sistema constitucional tienen los derechos
fundamentales y garantías jurisdiccionales, los cuales si bien
tienen como garantes en general a las diferentes jurisdicciones
del Órgano Judicial, encuentran en la justicia constitucional, y en
particular en el Tribunal Constitucional Plurinacional, su máximo
resguardo, protección y órgano de interpretación.
Ahora bien, debe quedar claramente establecido que los
derechos de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos al mismo tiempo son derechos humanos en
su dimensión colectiva y, por ende, en el marco de la
igualdad jerárquica de derechos contenida en el art.
13.III de la CPE, gozan de los mismos principios y pautas
de interpretación que han sido anotados
precedentemente, los cuales deben ser utilizados por las
autoridades y jueces de las diferentes jurisdicciones a
momento de aplicar el derecho; derechos que, además,
deben ser interpretados pluralmente; es decir, de acuerdo
a los criterios que emanan de la propia comunidad.

iii) La interpretación plural del derecho

Esta Sala considera que toda interpretación de las normas


jurídicas, cuando en un proceso judicial o administrativo
intervienen naciones y pueblos indígena originario campesinos,
debe ser efectuada de manera plural, considerando sus
características, sus principios, valores, su cosmovisión, dando
efectividad a lo previsto por el art. 8.1 del Convenio 169 de la
OIT, al que se ha hecho referencia anteriormente.

Efectivamente, debe considerarse que nuestro Estado


Plurinacional se construye a partir de la diversidad existente,
para la construcción de una sociedad justa y armoniosa, sin
discriminación y explotación, siendo la interculturalidad, la
forma en que deben desarrollarse las relaciones entre las
diferentes identidades nacionales, bajo el fundamento del
pluralismo igualitario.

La interculturalidad, por lo tanto, supone el relacionamiento en


equilibrio, armonía, y si se quiere, “igualdad” entre los
naciones y pueblos, que solo podrá conseguirse en la medida
en que se propicien medidas que modifiquen las relaciones de
desigualdad y discriminación; por ello se sostiene que la
interculturalidad es algo por construir, un relacionamiento que
aún no existe; empero, en la medida en que aquéllas se
modifiquen y se logren relaciones de “igualdad”, se podrá
alcanzar la interculturalidad en el relacionamiento entre las
diferentes identidades nacionales.

Efectivamente, la interculturalidad supone el relacionamiento


entre sujetos “similares e iguales”, en términos fácticos; pues
una interculturalidad en la que se mantenga la base de
subordinación y desigualdad no existe; de ahí que el sustento
y el contenido de la interculturalidad se asienta en la
descolonización, y supone ir más allá de la relación de respeto
entre desiguales; pues dichas relaciones difícilmente podrán
construirse si es que materialmente no existe igualdad entre
culturas.

Teniendo esta realidad, que es innegable, la interculturalidad


se replantea de modo particular a la luz de la descolonización,
y tiene como presupuesto la adopción de medidas que
permitan lograr la igualación de quienes se encuentran,
fácticamente, una relación de subordinación, donde la
descolonización opera como un mecanismo de nivelación del
indígena e irradiación hacia lo colonial.

El carácter intercultural del Estado boliviano está reconocido en


el propio art. 1 de la CPE. Por otra parte, se reconoce como
fines y funciones del Estado el fomentar el respeto mutuo, el
diálogo intracultural, intercultural y plurilingüe (art. 9.2 de la
CPE). A ello se añade la declaración de Bolivia como Estado
pacifista que promueva la interculturalidad (art. 10.I) y, entre
otros artículos, se reconoce a la interculturalidad como
principio de la potestad de impartir justicia (art. 178 de
la CPE).

Entonces, la justicia constitucional y las diferentes


jurisdicciones del Órgano Judicial, en el marco del pluralismo,
están obligadas a interpretar el derecho a partir del propio
contexto de la nación y pueblo indígena originario
correspondiente. La interpretación plural del derecho puede
ser comprendida desde una perspectiva general, vinculada a la
consideración de los principios, valores, normas,
procedimientos de los pueblos indígenas cuando se encuentren
como demandantes, demandados, recurrentes, recurridos,
etc., ante las diferentes autoridades administrativas o
judiciales de las diferentes jurisdicciones previstas en la
Constitución Política del Estado y también ante la justicia
constitucional, lo que supone, conforme se ha señalado,
flexibilizar requisitos de admisión y ritualismos procesales,
tomando en cuenta sus procedimientos y normas propias, y
también en el ámbito sustantivo, considerar la forma en que
dichas naciones y pueblos indígena originario campesinos,
conciben el hecho o acto que está siendo sometido a
controversia, para en su caso, establecer los correctivos
necesarios en la aplicación del derecho, que es lo que sucede,
por ejemplo, en el ámbito penal, donde, de acuerdo al art. 391
del Código de Procedimiento Penal (CPP), cuando un miembro
de una nación o pueblo indígena originario campesino sea
imputado por la comisión de un delito y se lo deba procesar en
la jurisdicción ordinaria, tanto los fiscales como los jueces
deben estar asistidos por un perito especializado en
cuestiones indígenas y que antes de dictarse sentencia, éste
debe elaborar un dictamen a los “efectos de fundamentar,
atenuar o extinguir su responsabilidad penal…” o en su caso,
desde una interpretación plural extensiva y favorable, a efecto
que pueda ser juzgado en su propia comunidad, según sus
normas y procedimientos propios.

Por otra parte, la interpretación plural está vinculada, de


manera específica, a la interpretación de derechos y garantías,
en los supuestos en los que existan conflictos entre derechos
individuales y derechos colectivos, supuestos en los cuáles es
indispensable que se analice -fundamentalmente la justicia
constitucional, pero no sólo ella- el derecho o garantía
supuestamente lesionada a la luz de los principios, valores,
derecho, cosmovisión de la nación y pueblo indígena originario
campesina, a efecto de evitar interpretaciones monoculturales.

La interpretación plural de los derechos supone, entonces, que


el carácter universal de los derechos humanos previsto en el
art. 13 de la CPE, sea ser contextualizado en determinado
ámbito, tomando en cuenta las particularidades de la nación y
pueblo indígena originario campesino correspondiente, a
efecto de no imponer una sola visión e interpretación
occidental de los derechos.

Así, bajo esos parámetros, tendrá que analizarse el acto,


decisión o resolución vinculada a la nación o pueblo indígena
originario campesino, a partir de sus propios principios,
valores, derecho y cosmovisión, para posteriormente analizar
su compatibilidad con los principios y valores de nuestra
Constitución Política del Estado, otorgando así una
interpretación plural al derecho o garantía que se encuentra en
conflicto.
Es en ese marco que, en muchos casos, los jueces estarán
obligados a efectuar una ponderación de los derechos
colectivos de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos con los derechos individuales que, conforme se
ha dicho, a partir de lo previsto en el art. 13.III de la CPE, tienen
igual jerarquía; ponderación en la que se deberá analizar si la
medida adoptada, limitadora de un derecho tiene un fin
constitucionalmente legítimo, analizando si dicha medida es
idónea, necesaria y proporcional, los tres principios propios de los
juicios de ponderación: idoneidad, necesariedad y
proporcionalidad, principios que, empero, deben ser interpretados
pluralmente, considerando, se reitera los principios, valores,
normas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos.

III.2. La interpretación de las disposiciones legales desde y conforme


a la Constitución Política del Estado y las normas contenidas en
Pactos internacionales sobre Derechos Humanos

La interpretación de las disposiciones legales deriva del principio de


supremacía constitucional o principio de constitucionalidad, previsto en
el art. 410 de la CPE, que dispone:

“I. Todas las personas, naturales y jurídicas, así como los órganos
públicos, funciones públicas e instituciones, se encuentran sometidos a
la presente Constitución.

II. La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico


boliviano y goza de primacía frente a cualquier otra disposición
normativa. El bloque de constitucionalidad está integrado por los
Tratados y Convenios Internacionales en materia de Derechos Humanos
y las normas de Derecho comunitario, ratificadas por el país…”

Conforme a dicho principio, antes de aplicar las disposiciones legales, se


debe efectuar una interpretación de éstas desde y conforme a la
Constitución Política del Estado, precautelando, en especial, el respeto a
los derechos fundamentales y garantías constitucionales que -como se
tiene señalado- tienen preeminencia en nuestro sistema constitucional
y, por ende, su respeto debe ser la base de las autoridades judiciales o
administrativas.

Debe precisarse que el principio de constitucionalidad no solo alcanza al


texto formal de la Constitución Política del Estado, sino también, a las
normas que forman parte del bloque de constitucionalidad y, en ese
entendido, la interpretación de las disposiciones legales no sólo debe
considerar a la Ley Fundamental, sino también a las normas del bloque
de constitucionalidad; consiguientemente, deberán considerarse las
normas contenidas en pactos internacionales sobre derechos humanos,
así como la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, que también forma parte del bloque de constitucionalidad, de
acuerdo a la SC 0110/2010-R de 10 de mayo.

En ese ámbito, debe hacerse mención a los arts. 13 y 256 de la CPE,


que introducen dos principios que guían la interpretación de los
derechos fundamentales: la interpretación pro homine y la
interpretación conforme a los Pactos internacionales sobre Derechos
Humanos. En virtud a la primera, los jueces, tribunales y autoridades
administrativas, tiene el deber de aplicar aquella norma que sea más
favorable para la protección del derecho en cuestión-ya sea que esté
contenida en la Constitución Política del Estado o en las normas del
bloque de constitucionalidad-y de adoptar la interpretación que sea más
favorable y extensiva al derecho en cuestión; y en virtud a la segunda
(interpretación conforme a los Pactos internacionales sobre Derechos
Humanos), tienen el deber de ejercer el control de convencionalidad,
interpretar el derecho de acuerdo a las normas contenidas en
Tratados e Instrumentos Internacionales en materia de
Derechos Humanos ratificados o a los que se hubiere adherido
el Estado, siempre y cuando, claro está, declaren derechos más
favorables a los contenidos en la Norma Suprema; obligación que se
extiende, además al contraste del derecho con la interpretación que de
él ha dado la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En el marco de lo señalado precedentemente, es evidente que al


momento de aplicar las leyes, los jueces y tribunales tienen la
obligación de analizar la compatibilidad de la disposición legal no sólo
con la Constitución Política del Estado, sino también, como lo señala
nuestra propia Constitución en los arts. 13 y 256 y lo ha entendido la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, están
obligados a efectuar el control de convencionalidad, a efecto de
determinar si esa disposición legal es compatible o no con los
Convenios y Pactos internacionales sobre Derechos Humanos y con la
interpretación que de ellas hubiera realizado la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. En ambos casos, los jueces y tribunales están
obligados a interpretar la disposición legal desde y conforme a las
normas de la Ley Fundamental y las normas contenidas en Pactos
internacionales sobre Derechos Humanos y, cuando dicha interpretación
no es posible, formular, de oficio, la acción de inconstitucionalidad
concreta.

Efectivamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos


estableció en el caso Almonacid Arellanos contra Chile, que son los
jueces y tribunales internos los que deben efectuar el control
de convencionalidad, conforme al siguiente razonamiento: “124. La
Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha
ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado,
también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar por
que los efectos de las disposiciones de la Convención no se
vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto
y fin y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras
palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de ‘control
de convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que
aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en
cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación
que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención Americana” (las negrillas son nuestras).

Este control de convencionalidad que inicialmente debía ser ejercido


solo por el Órgano Judicial, fue posteriormente ampliado a otros
órganos. Así, en el caso Cabrera García y Montiel Flores contra México,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que: “225. (…)
las autoridades internas están sujetas al imperio de la ley y, por ello,
están obligadas a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento
jurídico 332.

Pero cuando un Estado es Parte de un tratado internacional


como la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos
sus jueces, también están sometidos a aquél, lo cual les obliga
a velar por que los efectos de las disposiciones de la
Convención no se vean mermados por la aplicación de normas
contrarias a su objeto y fin” (las negrillas fueron añadidas). En el
mismo sentido, el caso Gelman contra Uruguay.

Entonces, conforme a dicho entendimiento, todas las autoridades, pero


sobre todo los jueces, están obligados a analizar si las disposiciones
legales que aplicarán son compatibles con los Pactos internacionales
sobre Derechos Humanos e, inclusive, con la jurisprudencia emanada
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En ese sentido, tanto el principio de constitucionalidad (art. 410 de la


CPE) como el de convencionalidad (arts. 13.IV y 256 de la CPE) -que en
mérito al bloque de constitucionalidad previsto en el art. 410 de la CPE,
queda inserto en el de constitucionalidad exigen- a las autoridades
interpretar las normas desde y conforme a la Constitución Política
del Estado y a las normas del bloque de constitucionalidad,
precautelando el respeto a los derechos fundamentales y garantías
constitucionales, las cuales, conforme se ha visto, tienen una posición
privilegiada en nuestro sistema constitucional.

Los jueces y tribunales, bajo esa perspectiva, en virtud a las


características de imparcialidad, independencia y competencia, como
elementos de la garantía del juez natural, son quienes deben efectuar
un verdadero control de convencionalidad, garantizando el efectivo
goce de los derechos y las garantías jurisdiccionales previstas en la
Constitución Política del Estado y las normas del bloque de
constitucionalidad, como ya lo anotara la Corte Interamericana en los
casos antes referidos.

III.3. La acción popular como vía idónea para la tutela de los


derechos de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos

Dentro de las acciones tutelares previstas en la Constitución Política del


Estado, se encuentra la acción popular, contemplada en el art. 135 de
la CPE, como un mecanismo de defensa de los derechos e intereses
colectivos relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y
salubridad pública, el medio ambiente y otros de similar naturaleza
consagrados por la Ley Fundamental, tales como los derechos
establecidos por el art. 30 de la citada Norma Suprema, cuyos
titulares son las naciones y pueblos indígena originario
campesinos.

Efectivamente, conforme interpretó la SC 1018/2011-R de 22 de junio,


la acción popular protege: “además de derechos e intereses
colectivos, derechos e intereses difusos -ambos contenidos
bajo el nomen iuris ‘Derechos Colectivos’- y, en ese sentido,
cualquier persona perteneciente a colectividad o comunidad afectada
puede presentar esta acción que, como su nombre indica, es popular”
(las negrillas fueron añadidas) y en ese sentido, las Sentencias
Constitucionales Plurinacionales 0176/2012, 0300/2012 y 0645/2012,
entre otras, señalaron que la tutela de los derechos de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos debía ser efectuada a través de
la acción popular.

La tutela de los derechos de las naciones y pueblos indígena originario


campesinos a través de la acción popular se justifica plenamente si se
consideran las características de esta acción que tiene una amplia
flexibilidad procesal y en la que no están previstas causales de
improcedencia como la subsidiariedad, y no existe un plazo de
caducidad para su interposición; presupuestos configurativos de orden
procesal que fueron desarrollados por la SCP 1158/2013 de 26 de julio,
conforme a lo siguiente:

“…1) La sumariedad, característica en virtud de la cual, este medio de


defensa tiene un procedimiento rápido y oportuno para la tutela de
derechos colectivos y también de derechos difusos tal como se explicará
más adelante; y, 2) La flexibilización procesal, presupuesto configurador
a partir del cual, se establece que este mecanismo de defensa no
tiene un plazo específico de caducidad, sino que podrá ser
utilizado durante el tiempo que subsista la vulneración o
amenaza a los derechos objeto de su tutela, aspecto plasmado en el
art. 136.I de la CPE; de la misma forma, a partir del presupuesto
referente a la flexibilización procesal, debe establecerse también que a
este mecanismo de defensa, no le es aplicable el principio de
subsidiariedad, razón por la cual, de la misma forma, en mérito a
esta característica y por la naturaleza de los derechos objeto de tutela
por esta acción, existe una amplia flexibilización de la
legitimación activa, es decir, de la aptitud legal para activar este
medio de defensa, por eso, el art. 136 de la CPE, en su segundo
parágrafo establece que esta acción podrá ser interpuesta por
cualquier persona, a título individual o en representación de
una colectividad, aspecto en virtud del cual, se tiene que las reglas
de la legitimación activa aplicables a la acción popular, son diferentes a
los presupuestos establecidos para las demás acciones tutelares” (el
resaltado es nuestro).

La flexibilización procesal es una de las características esenciales de


esta acción popular que se manifiesta, conforme a la jurisprudencia
glosada, en la inexistencia de un plazo de caducidad, del principio de
subsidiariedad y la legitimación activa amplia, en la medida en que
puede ser presentada por cualquier persona, a título individual o
colectivo. Además de dichas características, debe señalarse que esta
acción no puede ser rechazada por el incumplimiento de los requisitos
previstos en el art. 33 del Código Procesal Constitucional (CPCo), pues
tiene una naturaleza informal en virtud, precisamente, a la naturaleza
colectiva o difusa de los derechos protegidos.

En el marco de lo anotado, y de las características de nuestro modelo


de Estado, la acción popular es el mecanismo idóneo, para la
tutela de los derechos de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos, frente a actos u omisiones de las autoridades
o personas individuales o colectivas que violen los derechos colectivos
previstos en el art. 30 de la CPE, en el Convenio 169 de la OIT y la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, así como los otros derechos subjetivos previstos
tanto en nuestra Constitución como los Pactos internacionales
sobre derechos humanos, ejercitados colectivamente por las
naciones y pueblos indígena originario campesinos, en el marco
de lo previsto por el art. 1 de la Declaración de las Naciones Unidas
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que establece que: ”Los
indígenas tienen derecho, como pueblos o como individuos, al
disfrute pleno de todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales reconocidos por la Carta de las Naciones
Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y la
normativa internacional de los derechos humanos”; dimensión
colectiva de los derechos que ya se encontraba prevista en el art. 3
del Convenio 169 de la OIT, que señala: “Los pueblos indígenas y
tribales deberán gozar plenamente de los derechos humanos y
libertades fundamentales, sin obstáculos ni discriminación. Las
disposiciones de este Convenio se aplicarán sin discriminación
a los hombres y mujeres de esos pueblos” (el resaltado es nuestro).

III.4. El derecho al hábitat y los recursos naturales

III.4.1. El derecho al hábitat desde la mirada indígena

El art. 19.I de la CPE, señala que toda persona tiene derecho a


un hábitat y vivienda adecuada, que dignifiquen la vida familiar
y comunitaria. El hábitat hace referencia al conjunto de
condiciones ambientales y materiales que permiten la
satisfacción de necesidades vitales y la supervivencia de una
especie. Tratándose de los seres humanos, la definición de
hábitat tiene que considerar, además, factores económicos,
sociales y culturales que faciliten o limiten el acceso a los
bienes y servicios que una sociedad.
Ahora bien, este derecho al hábitat se encuentra
estrechamente vinculado con el art. 30.4 de la CPE, que se
refiere al derecho de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos a la libre determinación y territorialidad,
complementado por el numeral 6 del mismo artículo que hace
referencia al derecho a la titulación colectiva de tierras y
territorios; finalmente el numeral 10 del art. 30 de la CPE,
hace referencia al derecho de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos a “vivir en un ambiente sano, con
manejo y aprovechamiento adecuado de los ecosistemas”.

De dichas disposiciones se infiere el derecho de las naciones y


pueblos indígena originario campesinos a su hábitat, que es
concebido no sólo en el ámbito limitado de la tierra, sino
también del territorio, entendido como el espacio ancestral,
donde se desarrolla la cultura, espiritualidad, historia y forma
de organización social y política los pueblos indígenas, donde
ejercen el control sobre los recursos naturales y se despliegan
todas sus instituciones.

Es que la Constitución Política del Estado señala la especial


relación de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos con la tierra y el territorio; afirmación que, además
ya se encontraba en el Convenio 169 de la OIT, al señalar en
el art. 13 que: “…los gobiernos deberán respetar la
importancia especial que para las culturas y valores
espirituales de los pueblos interesados reviste su relación
con las tierras o territorios o con ambos, según los casos,
que ocupan o utilizan de alguna otra manera y en particular
los aspectos colectivos de esa relación”.

En ese sentido, el mismo artículo del Convenio, en su numeral


2, de manera expresa sostiene que la utilización del término
tierras debe incluir el concepto de territorios, “lo que cubre la
totalidad del hábitat de las regiones que los pueblos
interesados ocupan o utilizan de alguna otra manera”
(las negrillas son agregadas).

Dada la importancia de esta relación y de la ancestralidad del


territorio de los pueblos indígenas, el art. 14 del citado
Convenio señala que los Estados deben reconocer: “…a los
pueblos interesados el derecho de propiedad y de
posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan.
Además, en los casos apropiados, deberán tomarse
medidas para salvaguardar el derecho de los pueblos
interesados a utilizar tierras que no estén
exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que
hayan tenido tradicionalmente acceso para sus
actividades tradicionales y de subsistencia. A este
respecto, deberá prestarse particular atención a la situación de
los pueblos nómadas y de los agricultores itinerantes” (el
resaltado fue añadido).

En ese sentido, el art. 14.2. del Convenio 169 de la OIT,


establece que: “Los gobiernos deberán tomar las medidas que
sean necesarias para determinar las tierras que los pueblos
interesados ocupan tradicionalmente y garantizar la protección
efectiva de sus derechos de propiedad y posesión” y, el
parágrafo 3, que: “Deberán instituirse procedimientos
adecuados en el marco del sistema jurídico nacional
para solucionar las reivindicaciones de tierras
formuladas por los pueblos interesados” (el remarcado es
agregado).

Ahora bien, conforme se ha visto, el término territorio,


comprende a los recursos naturales existentes en él, por ello,
el art. 15 del Convenio 169 de la OIT, establece que los
derechos de los pueblos interesados a los recursos naturales
existentes en sus territorios: “deberán protegerse
especialmente. Estos derechos comprenden el derecho de esos
pueblos a participar en la utilización, administración y
conservación de dichos recurso”.

Estas normas fueron consideradas por la Corte Interamericana


en el caso de la comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni
contra Nicaragua, Sentencia de 31 de agosto de 2001, y
pronunciada en virtud a que los integrantes de la comunidad
Mayagna reclamaron la titularización de sus tierras
tradicionales al Estado de Nicaragua sin obtener respuesta
favorable, surgiendo el conflicto a partir que empresas
transnacionales ingresaron a las tierras de la comunidad para
la explotación de recursos forestales, motivo por el cual la
comunidad hizo sus reclamos en la vía judicial sin resultados
positivos.
La Corte consideró que la comunidad Awas Tingni tiene
derechos colectivos a sus tierras tradicionales, recursos y
medio ambiente, y que la falta de reconocimiento, garantía,
respeto e implementación efectiva de ese derecho estaba en
conflicto con las obligaciones estatales derivadas de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta
Sentencia, la Corte concluyó que: “los miembros de la
Comunidad Awas Tingni tienen derecho de propiedad sobre las
tierras que habitan actualmente”, y que el Estado debía
garantizar el respeto por los derechos territoriales, que incluye
la emisión y el registro de títulos formales y la demarcación
para fijar y hacer conocer los límites del territorio.

Por su parte, la misma Corte, en el Caso del Pueblo Saramaka


contra Surinam, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas, sentencia de 28 de noviembre de 2007, estableció que
“Los integrantes de los pueblos indígenas y tribales tienen el
derecho de ser titulares de los recursos naturales que han
usado (…) y ocupado tradicionalmente durante siglos(…) De
allí la necesidad de proteger las tierras y los recursos que han
usado tradicionalmente: para prevenir su extinción como
pueblo(…) el derecho a usar y gozar del territorio
carecería de sentido en el contexto de los miembros de
los pueblos indígenas y tribales si dicho derecho no
estuviera conectado con los recursos naturales que se
encuentran dentro del territorio” (el resaltado es nuestro).

También debe mencionarse al caso Yakye Axa contra


Paraguay, en el que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos sostuvo que los pueblos indígenas que hubieren
perdido sus tierras por causas ajenas a su voluntad, no han
perdido completamente sus derechos sobre sus territorios
tradicionales, manteniendo su pretensión válida, pues: “Los
Estados …deben tener en cuenta que los derechos territoriales
indígenas abarcan un concepto más amplio y diferente que
está relacionado con el derecho colectivo a la supervivencia
como pueblo organizado, con el control de su hábitat como
una condición necesaria para la reproducción de su cultura,
para su propio desarrollo y para llevar a cabo sus planes de
vida(…) Al desconocerse el derecho ancestral de los miembros
de las comunidades indígenas sobre sus territorios, se podría
estar afectando otros derechos básicos como el derecho a la
identidad cultural y la supervivencia misma de las comunidades
indígenas y sus miembros”.

Así frente a un conflicto entre los derechos de los pueblos


indígenas y la propiedad privada, la Corte se inclina hacia el
reconocimiento de prioridad del derecho de propiedad comunal
indígena, sin perjuicio de la indemnización que pueda
corresponder al propietario de buena fe; aclarando sin
embargo que “Esto no significa que siempre que estén en
conflicto los intereses territoriales particulares o estatales y los
intereses territoriales de los miembros de las comunidades
indígenas, prevalezcan los últimos sobre los primeros”; pues
los Estado pueden verse imposibilitados, por razones concretas
y justificadas a devolver el territorio, supuesto en el cual, los
pueblos indígenas tienen derecho a la “elección y entrega de
tierras alternativa, el pago de una justa indemnización o
ambos”, debiendo los pueblos participar en la elección de las
tierras.

También debe hacerse mención al caso Sawhoyamaxa contra


Paraguay, en el que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, hizo referencia al derecho a la reivindicación de los
pueblos indígenas respecto a sus territorios ancestrales,
señalando que “…la base espiritual y material de la identidad
de los pueblos indígenas se sustenta principalmente en su
relación única con sus tierras tradicionales. Mientras esa
relación exista, el derecho a la reivindicación
permanecerá vigente, caso contrario se extinguirá”;
aclarando que: “Dicha relación puede expresarse de distintas
maneras, según el pueblo indígena del que se trate y las
circunstancias concretas en que se encuentre, y puede incluir
el uso o presencia tradicional, ya sea a través de lazos
espirituales o ceremoniales; asentamientos o cultivos
esporádicos, caza, pesca o recolección estacional o
nómada; uso de recursos naturales ligados a sus
costumbres; y cualquier otro elemento característico
de su cultura” (las negrillas fueron añadidas).

Por su parte, el art. 26 de la Declaración de las Naciones


Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de manera
expresa señala que:

“1. Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras,


territorios y recursos que tradicionalmente han
poseído, ocupado o utilizado o adquirido.
2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer,
utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y
recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u
otra forma tradicional de ocupación o utilización, así como
aquellos que hayan adquirido de otra forma.
3. Los Estados asegurarán el reconocimiento y
protección jurídicos de estas tierras, territorios y
recursos. Dicho reconocimiento respetará debidamente
las costumbres, las tradiciones y los sistemas de
tenencia de las tierras de los pueblos indígenas de que
se trate” (las negrillas son agregadas).

Debe considerarse que las naciones y pueblos indígena


originario campesinos, en la mayoría de los casos, todavía
habitan en su territorio o realizan actividades en él, aunque no
tengan un asentamiento permanente en el territorio que
vivieron sus antepasados y ancestros, siendo para ellos, la
tierra
<http://www.monografias.com/trabajos15/origen-tierra/origen
-tierra.shtml> no un simple bien o un medio de producción
<http://www.monografias.com/trabajos54/produccion-sistema
-economico/produccion-sistema-economico.shtml>, sino parte
de su vivencia, de su ser, de su existencia, concebida como
una integralidad, la casa en la cual vivieron sus antepasados,
el territorio que vio el comienzo de los tiempos, viviendo en
comunidad con sus hermanos, plantas animales y otros seres a
quienes se les llama “achachilas”, “Awichas”, “Waq’as”, etc.

Entonces, el hábitat de los indígenas, comprende no sólo la


tierra, sino también el territorio; es decir, abarca el espacio
ancestral donde se desarrolla sus específicas formas de vida,
donde se desarrolla su cultura, espiritualidad, su organización
social y política, así como sus conocimientos en relación a los
recursos naturales y se despliegan todas sus instituciones.

Así, todo ese espacio geográfico es su casa grande, donde


todas las cosas pertenecen a todos y a nadie en particular,
bajo una comprensión integral, entonces su hábitat, son sus
ríos, cerros, montañas, cascadas, bosques, plantas
<http://www.monografias.com/trabajos14/plantas/plantas.sht
ml>, árboles
<http://www.monografias.com/trabajos15/composicion-follaje/
composicion-follaje.shtml> etc., cada uno en su especie, están
llenos de significados profundos sobre la cosmovisión de estos
pueblos, para ellos el hábitat es el santuario, pues allí está su
medicina, sus alimentos, lo que da vida, lo que mantiene y
alivia el espíritu, es el principio y el fin, es su vida misma, en
conexión con el “multiverso”
<http://www.monografias.com/trabajos7/creun/creun.shtml>
y aún después de la muerte
<http://www.monografias.com/trabajos15/tanatologia/tanatol
ogia.shtml> sus “ajayus” estarán allí, bajo otra forma de
expresión, por ello deben ser preservados y respetados.

El hábitat de las naciones y pueblos indígenas, es fundamental


para su pervivencia y continuidad, por ello es que las
diferentes normas internacionales y la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos reconocen la
importancia fundamental de los derechos territoriales
indígenas, y la necesidad de garantizarlos y establecer los
mecanismos necesarios para su materialización; pues, de no
hacerlo, se atenta contra la existencia misma de estos pueblos.

Los pueblos indígenas tienen prácticas y concepciones propias,


donde la tierra y el territorio son compartidos y heredados de
generación en generación, con un valor
<http://www.monografias.com/trabajos14/nuevmicro/nuevmic
ro.shtml> de uso y no de cambio, dichas concepciones
devienen de una concepción que va más allá del sentido de
“propiedad” o “apropiación”, por cuanto la cosmovisión de las
naciones y pueblos indígenas está vinculada a la
naturaleza, que no es objeto de apropiación sino
también sujeto de derechos. Es la casa grande, donde
cada nación, pueblo y comunidad
<http://www.monografias.com/trabajos910/comunidades-de-h
ombres/comunidades-de-hombres.shtml> indígena tiene el
derecho de usar, gozar, disfrutar y administrar un bien
material o inmaterial, cuya titularidad pertenece a todos y cada
uno de sus miembros y que es fundamental, como se tiene
señalado, para la existencia misma del pueblo indígena.

Conforme a las normas antes referidas y a la jurisprudencia de


la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es evidente
que los pueblos indígenas tienen derecho a la titulación de las
tierras y territorios que tradicionalmente han ocupado; derecho
que se extiende a los recursos naturales que se encuentran en
los mismos. Para la materialización de este derecho tanto el
Convenio 169 de la OIT, como la Declaración de las Naciones
Unidas, establece que los Estados deben adoptar las medidas
necesarias para determinar las tierras de los pueblos
indígenas, garantizando su protección, además de instituirse
procedimientos adecuados para solucionar las reivindicaciones
de tierras formuladas por los pueblos indígenas.

Ahora bien, conforme se ha visto, los proceso de


reconstitución de las tierras y territorios puede ser solicitada
por los pueblos indígenas, debiendo los Estados tomar en
cuentan la naturaleza de los derechos territoriales indígenas,
que tienen un concepto más amplio y diferente, y que se
relacionan con el derecho colectivo de reconstitución de sus
territorios como una condición necesaria para la reproducción
de su cultura, de sus instituciones y plan de vida. Por ello, la
misma Corte se inclinó por la prevalencia de los intereses
territoriales indígenas por sobre los particulares estatales,
aclarando, empero que ello no significa que en todos los casos
se de esta prevalencia, pues pueden existir razones concretas
y justificadas que impidan devolver el territorio, supuesto en el
cual, los pueblos indígenas tienen derecho a elegir y a que se
les entreguen tierras alternativas, el pago de una justa
indemnización o ambos.

III.4.2. Derecho al aprovechamiento de los recursos


<http://www.monografias.com/trabajos4/refrec/refrec.shtml
> naturales

Como se ha señalado en el anterior Fundamento Jurídico, el


derecho al aprovechamiento de los recursos naturales se
encuentra dentro del alcance del derecho a la tierra y al
territorio, y está inserto en el derecho al hábitat, concebido, de
manera integral como el espacio ancestral donde se desarrolla
la vida social, económica, cultural, jurídica y espiritual de la
comunidad, y donde, precisamente se aprovechan y se usan
sosteniblemente los recursos naturales, y así lo reconoce el
art. 15 del Convenio 169 de la OIT, que determina, como ya
se ha señalado, que los pueblos indígenas tienen derecho a
participar en la utilización, administración y conservación de
los recursos naturales. En igual sentido, el art. 26 de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas, que establece el deber de los Estados de
asegurar el reconocimiento y protección no sólo de las tierras y
territorios, sino también de los recursos naturales.

En nuestra Constitución también se reconoce el


aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales en el art.
30.17, norma que establece como derecho de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos: “A la gestión territorial
indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo
de los recursos naturales renovables existentes en su
territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente
adquiridos por terceros” (las negrillas son nuestras).

En ese sentido, debe señalarse que el aprovechamiento de los


recursos naturales en el territorio indígena por parte del
Estado o particulares que hubieren adquirido legítimamente
ese derecho dentro del territorio indígena, se debe desarrollar
sin lesionar la integridad cultural, social y económica de los
mismos, previa información
<http://www.monografias.com/trabajos7/sisinf/sisinf.shtml> y
consulta de las comunidades, naciones y pueblos indígena
originario campesinos, quienes, de conformidad al art. 30.17
de la CPE, tienen derecho preferente sobre el uso y
aprovechamiento de los recursos naturales renovables
existentes en su territorio.

III.4.3. El DS 27572 de 17 de junio de 2004 y las normas


posteriores sobre el aprovechamiento de los recursos
naturales no maderables

Como se ha señalado en los anteriores fundamentos, los


pueblos indígenas tienen derecho a la titulación de las tierras y
territorios que tradicionalmente han ocupado y sobre los
cuales han tenido dominio ancestral; derecho que comprende
a los recursos naturales que se encuentran en ese territorio,
por ello, tanto el Convenio 169 de la OIT, como la Declaración
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, establecen que los Estados deben adoptar las
medidas necesarias para determinar las tierras de los pueblos
indígenas, garantizando su protección, además de instituirse
procedimientos adecuados para solucionar las reivindicaciones
de tierras formuladas por los pueblos indígenas.
En el marco de las consideraciones efectuadas
precedentemente, el art. 3 de la Ley del Servicio Nacional de
Reforma Agraria (LSNRA), bajo el nombre de “Garantías
Constitucionales”, establece en el parágrafo III, que:

“Se garantizan los derechos de los pueblos y comunidades


indígenas y originarias sobre sus tierras comunitarias de
origen, tomando en cuenta sus implicaciones económicas,
sociales y culturales, y el uso y aprovechamiento sostenible de
los recursos naturales renovables…”; añadiendo
posteriormente que: “En la aplicación de las leyes agrarias y
sus reglamentos, en relación a los pueblos indígenas y
originarios, deberá considerarse sus costumbres o derecho
consuetudinario…”.

Ahora bien, con el argumento que “han existido y existen


usuarios tradicionales del bosque, que aprovechan recursos
forestales no maderables, principalmente castaña, que no
están reconocidos por el marco legal vigente” y que, por tal
motivo, deben regularse sus actividades, incorporándolas al
régimen forestal vigente, estableciendo un procedimiento para
su debida calificación y reconocimiento, el DS 27572, regló:
“de manera excepcional la aplicación de la unidad mínima de
dotación por familia, atendiendo las necesidades emergentes
del proceso de saneamiento en el norte amazónico del país, a
fin de garantizar el derecho de propiedad comunal, así como el
derecho de acceso a personas individuales o colectivas
a través de la concesión forestal al aprovechamiento de
los recursos forestales no maderables y al uso
sostenible de los recursos naturales renovables” (el
resaltado fue añadido) (art. 1).

De acuerdo al art. 2 del DS 27572, esta norma tiene dos


finalidades: regular el procedimiento de saneamiento aplicado
en el norte amazónico con el fin del garantizar el derecho de
propiedad agraria de comunidades campesinas e indígenas, y
reconocer “el derecho de acceso al aprovechamiento vía
concesión forestal en el marco de las leyes y normas conexas,
a personas individuales o colectivas, que se benefician de los
recursos forestales no maderables por lo menos cinco (5) años
antes de la promulgación de la Ley Nº 1700
<http://www.lexivox.org/norms/BO-L-1700.html> de 12 de
julio de 1996”.
La segunda finalidad es desarrollada en el Título III del citado
Decreto Supremo, señalando en el art. 21 que las tierras
disponibles en que se ejecuta el procedimiento son aquellas en
las que se hubiere realizado el proceso de saneamiento, cuyo
resultado declare la calidad de tierra fiscal, y el art. 23, bajo el
nombre de derechos de acceso y aprovechamiento, establece
que:
“I. Para fines de reconocimiento legal y preferente a personas
individuales o colectivas, el Estado otorgará los derechos de
acceso y aprovechamiento de los recursos forestales no
maderables en calidad de concesión forestal sin
licitación pública, a través del reconocimiento de los
derechos forestales expectaticios definidos en el presente
Decreto Supremo.

II. Este derecho concesional preferente se constituye sobre


tierra fiscal en concordancia con lo establecido en las Leyes Nº
1700 y Nº 1715” (las negrillas son agregadas).

Respecto a los beneficiarios, el art. 24 señala que: “…son las


personas individuales o colectivas que accedieron de
hecho y de manera pacífica a un área, en el cual
realizan actividades de aprovechamiento de recursos
forestales no - maderables, cuya antigüedad se
encuentre en el plazo estimado en el Artículo 20 del
presente Decreto Supremo” (el remarcado fue añadido).

Ahora bien, el Capítulo II, del Título en análisis, hace


referencia al procedimiento del reconocimiento al
derecho de acceso y aprovechamiento de recursos
forestales no maderables, cuyo art. 25 sostiene que una
vez declarada la tierra fiscal, el beneficiario podrá solicitar a la
Superintendencia Forestal la concesión, bajo un procedimiento
que tiene las siguientes fases:

Primera, deberá formularse la solicitud dentro del plazo de


ciento ochenta días calendario desde la ejecutoria de la
Resolución que dispone la calidad de tierra fiscal, acreditando
la legitimación del solicitante, adjuntando el memorial de
solicitud, fotocopia de cédula de identidad u otro documento
que acredite identificación, declaración jurada señalando el
tiempo de la posesión y los antecedentes; pruebas
documentales de la posesión, mejoras e inversión; certificado
del Gobierno Municipal de su jurisdicción, señalando que se
encuentra en posesión del área solicitada; plano de ubicación
de la posesión elaborado en pericias de campo por el INRA;
certificado de la citada entidad estatal sobre la calidad de
tierra fiscal e Informe de verificación de campo de la Comisión
de Conciliación, Arbitraje y Resolución de Conflictos, en caso
de no haber sido registrado en el proceso de saneamiento.

Segunda, la Superintendencia otorgará, en un plazo de


noventa días calendario de recibida la solicitud, la
concesión en tierras fiscales de disponibilidad cierta,
declaradas como tales mediante el proceso de
saneamiento, sin afectar derechos de terceros agrarios
y forestales legalmente constituidos. Una vez otorgada
la concesión, ésta se regirá por lo establecido en la Ley
Forestal y su reglamento.

Si bien el Decreto Supremo no establece de manera


expresa cuáles son las consecuencias en caso que se
incumplan con los requisitos previstos en la misma
norma, se entiende que, por una parte, que de no
cumplirse con lo previsto por el art. 25 de dicho
Decreto Supremo; es decir, con el procedimiento de
reconocimiento al derecho de acceso y
aprovechamiento de recursos forestales no
maderables, no podrá otorgarse la concesión forestal;
por otra parte, ante la ausencia de un reconocimiento
estatal de dichos derechos, los “beneficiarios” a los que
alude el DS 27572 no pueden quedarse en una
situación de hecho sobre la tierra declarada fiscal no
disponible, alegando la existencia de derechos
expectaticios, y tampoco puede sostenerse que los
mismos tengan un control sobre dicha tierra, o que la
misma esté bajo su tutela; pues ello implicaría
perpetuar en el tiempo una situación irregular, no
cobijada por nuestro ordenamiento jurídico, más aún
cuando existe el reclamo de naciones y pueblos
indígena originario campesinos, que alegan el carácter
ancestral de dichas tierras.

Por otra parte, debe hacerse mención al Título IV del DS


27572, que hace referencia a la Comisión de Conciliación,
Arbitraje y Resolución de Conflictos, conformada, de acuerdo
al art. 26, para la resolución de conflictos emergentes durante
el reconocimiento de derechos en la aplicación del indicado
Decreto Supremo.

De acuerdo al art. 29, esta Comisión -compuesta de acuerdo al


art. 27 por representantes del poder ejecutivo, del sector
campesino, del sector indígena, castañero y de los
concesionarios forestales maderables- tiene, entre otras
atribuciones, la de conciliar las diferencias en los conflictos
emergentes del Decreto Supremo, en sujeción a la
Constitución, leyes y demás normativa aplicable, realizar
audiencias y emitir resoluciones de conciliación y arbitraje.
Conforme al art. 30, dicha Comisión “reconocerá el derecho
preferente de la comunidad campesina o indígena sobre las
concesiones, contratos o autorizaciones de aprovechamiento
forestal, en caso de existir sobreposición de derechos durante
la aplicación de sus funciones establecidas en el Artículo
anterior”.

Finalmente, es necesario hacer referencia al DS 29215 de 2 de


agosto de 2007, que en sus disposiciones finales, vinculadas
al: “Saneamiento, compensación y dotación a comunidades
indígenas y campesinas y regulación del otorgamiento de
derechos forestales no maderables en el norte amazónico de
Bolivia”, establece en la Disposición Final Primera II que dicho
Título tiene, además como objeto: “…regular el otorgamiento
de concesiones forestales de aprovechamiento de recursos
forestales no maderables, vía concesión forestal sin licitación
pública, en aplicación de los precitados Decretos Supremos N°
27572 y N° 28196, con las modificaciones contendidas en el
presente reglamento, garantizando la seguridad jurídica de los
mismos”.

Por su parte, la Disposición Final Cuarta establece que se:


“garantiza el derecho de los usuarios tradicionales a acceder a
las concesiones forestales de aprovechamiento de recursos
forestales no maderables, en el marco de las conciliaciones
realizadas de acuerdo con los Decretos Supremos N° 27572 y
N° 28196 mencionados.

Para efectos de la aplicación de los Decretos Supremos N°


27572 y N° 28196 y el presente Título, para el otorgamiento y
reconocimiento de concesiones forestales de aprovechamiento
de recursos forestales no maderables, se entenderá por
‘Usuario Tradicional’ a aquella persona natural o jurídica, que
bajo la denominación de barraquero se dedica en la actualidad
y desde antes de 1996 a la actividad extractivista de la castaña
y la goma, de manera pacífica y continua, como su medio de
vida, usando y aprovechando los recursos forestales no
maderables de manera sostenible, en beneficio de la sociedad
y el interés colectivo, en el marco del respeto a los derechos
laborales fundamentales, y que, cuenta con inversiones dentro
de una unidad productiva, traducidas en establecimientos y
estructura adecuada para este fin.

El otorgamiento de las concesiones forestales podrá realizarse


de manera simultánea al proceso de titulación de las
comunidades”.

Por último, la Disposición Final Octava referida a las “Nuevas


Comunidades”, establece que tratándose de: “…nuevas
comunidades indígenas y campesinas organizadas
después de la conclusión del saneamiento agrario, que
no hubiesen sido objeto de dotación, tendrán el
derecho preferente a la dotación, luego de haberse
procedido al otorgamiento de concesiones de derechos
de aprovechamiento forestal no maderable.

Los zafreros, para acceder a la dotación de tierras fiscales,


podrán organizarse en comunidades, debiendo constituir
residencia de carácter definitivo en el lugar.

De existir tierras fiscales disponibles, la dotación podrá


realizarse de manera simultánea al otorgamiento de derechos
de aprovechamiento forestal no maderables, respetando la
preferencia establecida precedentemente” (el remarcado es
nuestro).

Conforme a las normas antes glosadas, se concluye que: a) El


DS 27572 reconoce el derecho de acceso al aprovechamiento
vía concesión forestal a las personas individuales y colectivas
que se benefician de los recursos forestales no maderables por
lo menos cinco años antes del 12 de junio de 1996; b) El
reconocimiento de dicho derecho supone un trámite que debe
ser cumplido por los beneficiarios y, ante su incumplimiento,
las solicitudes pierden el derecho, no pudiendo permanecer en
una situación de hecho de manera indefinida; y, c) De acuerdo
a la Disposición Final Octava del DS 27572 las nuevas
comunidades indígenas y campesinas organizadas después de
la conclusión del saneamiento agrario, tendrán el derecho
preferente a la dotación, luego de haberse procedido al
otorgamiento de concesiones de derechos de aprovechamiento
forestal no maderable, debiendo entenderse que el
derecho de las nuevas comunidades se extiende a los
supuestos en que dichas concesiones no fueron
concedidas por incumplimiento de los requisitos
contenidos en el DS 27572.
Adicionalmente a lo señalado, debe considerarse que al
momento de aplicar las disposiciones contenidas en el DS
27572, las autoridades deben efectuar una interpretación a
partir del principio de constitucionalidad contenido en el art.
410 de la CPE que, como se tiene señalado, comprende
también al principio de convencionalidad (art. 256 de la CPE)
y, en ese sentido, corresponde que sean interpretadas desde y
conforme a la Constitución Política del Estado y las normas
contenidas en Pactos internacionales sobre Derechos
Humanos.
Así, las autoridades deben tomar en cuenta el dominio
ancestral sobre los territorios de la nación y pueblo indígena
originario campesinos correspondiente, que desde una
perspectiva integral, comprende el espacio donde desarrollan
todas sus actividades, incluido el uso y aprovechamiento de los
recursos naturales y donde se desenvuelven sus instituciones
sociales, políticas y jurídicas; por ello, de acuerdo al Convenio
169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas, sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas, los Estados deben
adoptar las medidas necesarias para que se determinen y
reivindiquen las tierras de los pueblos indígenas, que desde la
perspectiva de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, implica la reconstitución de sus territorios
ancestrales.

Entonces, considerando todos estos elementos es evidente que


la segunda finalidad del DS 27572 -vinculada a reconocer el
acceso al aprovechamiento vía concesión forestal a personas
individuales o colectivas que se beneficien de los recursos
forestales no maderables por los menos cinco años antes de la
promulgación de la Ley Forestal- debe ser comprendida a
partir de la existencia o no -en el espacio donde se
pretende efectuar el reconocimiento- de territorios
ancestrales de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos, territorios que comprenden,
conforme se ha señalado, los lugares donde
tradicionalmente han usado y aprovechado los recursos
naturales.

En ese sentido, el acceso al aprovechamiento de los


recursos naturales, vía concesión forestal, a las
personas individuales o colectivas no puede desconocer
la ancestralidad del territorio de los pueblos indígenas
ni impedirles el aprovechamiento de los recursos
naturales que se encuentran en esos territorios;
existiendo, en ese sentido, una presunción de
ancestralidad del territorio -con todos los elementos
que lo integran, incluidos los recursos naturales- que,
en todo caso, para futuras dotaciones o concesiones,
deberá ser desvirtuada por los interesados y las
autoridades, debiéndose, además, ineludiblemente,
efectuarse la consulta previa a los pueblos indígenas
del entorno.

Bajo la lógica descrita, las tierras sobre las cuales se


ejecute el procedimiento de reconocimiento al acceso
al aprovechamiento vía concesión forestal a personas
individuales o colectivas, deben ser aquellas que no
correspondan al territorio ancestral de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos.

El razonamiento expuesto es coherente con la obligación del


Estado de instituir procedimientos adecuados para resolver las
reivindicaciones de tierras formuladas por los pueblos
indígenas, conforme se ha señalado precedentemente; pues,
como lo entendió la Corte Interamericana en el Caso Yakye
Axa contra Paraguay, al que se ha hecho referencia, los
pueblos indígenas que hubieren perdido sus tierras por causas
ajenas a su voluntad, no han perdido completamente sus
derechos sobre sus territorios tradicionales, pues éstos
abarcan un concepto más amplio y diferente, vinculado a la
supervivencia como pueblo organizado, con el control de su
hábitat como una condición necesaria para la reproducción de
su cultura, para su propio desarrollo y para llevar a cabo sus
planes de vida.

Conforme a ello, es evidente que, como lo entendió la misma


Corte, y como se ha explicado en el Fundamento Jurídico III.1
de esta Sentencia Constitucional Plurinacional frente a un
conflicto de intereses entre los derechos de los pueblos
indígenas e intereses de terceras personas, que pudiera
surgir en los procesos en trámite en los que se esté
aplicando los Decretos Supremos (DDSS) 27572 y
29215, las autoridades deberán efectuar una
ponderación de derechos, tomando en cuenta la
importancia del territorio y los recursos naturales para los
pueblos indígena originario campesinos, analizando si la
medida a ser adoptada -concesión- limitadora de los derechos
de las naciones y pueblos indígena originario campesinos que
alegan derechos ancestrales sobre el territorio y el uso y
aprovechamiento de los recursos naturales, tiene un fin
constitucionalmente legítimo, si la misma es idónea, necesaria y
proporcional, tomando en cuenta, además, los estándares
establecidos por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, respecto al derecho al territorio y los
recursos naturales de los pueblos indígenas, a los que se ha
hecho referencia en el Fundamento Jurídico III.4.1 de este fallo.
III.5. Derecho al debido proceso

El debido proceso tiene una triple dimensión entendida como: principio,


derecho y garantía constitucional; en el caso presente, se debe
entender como el derecho que tiene toda persona o colectividad a un
proceso justo, equitativo, donde se respeten las disposiciones jurídicas
vigentes, sea en la vía ordinaria, agroambiental o indígena originaria
campesina, en el que puedan ser escuchados de manera imparcial, en
igualdad de condiciones, ejerciendo plenamente su derecho a la
defensa.

En la misma línea la SCP 0645/2012 de 23 de julio, lo definió como:


“…el debido proceso es una garantía inherente a cualquier ciudadano
bajo jurisdicción estatal, que debe hacerse efectiva en la tramitación de
procesos judiciales o administrativos, a consecuencia de los cuales
pueden verse afectados derechos fundamentales; en el caso de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos, dicha garantía
resulta aún más indispensable puesto que dada su especial condición,
como resultado de sus características propias, condiciones económicas
y sociales, sus instituciones representativas y, normas y procedimientos
propios; la eventual afectación de sus derechos y garantías repercute
de modo más sensible que si se diera en otros sectores de la población.
Más aún cuando dentro de un proceso administrativo o judicial no se ha
garantizado por parte del Estado el derecho a la defensa que asiste a
cualquier ciudadano y peor aún, si como emergencia de ello, se ha
deducido una Resolución desfavorable y lesiva de sus derechos
fundamentales que les asisten como sujetos colectivos.

Con relación al debido proceso y las garantías judiciales la Corte


Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Comunidad indígena
Yakye Axa Vs. Paraguay estableció: ‘Los recursos efectivos que los
Estados deben ofrecer conforme al artículo 25 de la Convención
Americana, deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del
debido proceso legal (artículo 8 de la Convención), todo ello dentro de
la obligación general a cargo de los mismos Estados de garantizar el
libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a
toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción. En este sentido, la
Corte ha considerado que el debido proceso legal debe respetarse en el
procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento cuya
decisión pueda afectar los derechos de las personas. En lo que respecta
a pueblos indígenas, es indispensable que los Estados otorguen una
protección efectiva que tome en cuenta sus particularidades propias,
sus características económicas y sociales, así como su situación de
especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres’ (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso
Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 17 de junio de 2005, No. 16, párr. 62 y 63).

La citada jurisprudencia interamericana también ha sido confirmada en


el caso de la comunidad indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay,
señalando: ‘la Corte recuerda que el debido proceso legal debe
respetarse en el procedimiento administrativo y en cualquier otro
procedimiento cuya decisión pueda afectar los derechos de las
personas. Asimismo, conforme a la jurisprudencia del Tribunal, es
indispensable que los Estados otorguen una protección efectiva que
tome en cuenta las particularidades propias de los pueblos indígenas,
sus características económicas y sociales, así como su situación de
especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres’ (Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006, n,
párr. 82 y 83)”.

III.6. Análisis del caso concreto

La parte accionante, considera que se vulneraron los derechos de la


comunidad indígena “Takana El Turi Manupare II”, al hábitat, al
domicilio y al debido proceso; por cuanto no obstante estar asentados
en tierras fiscales, el demandado, arguyendo tener derecho sobre ellas,
contrató un grupo de personas de Riberalta, quemó catorce casas
recién construidas, amenazó “revólver en mano” a los indígenas; por lo
que piden el cese de cualquier acto de agresión física y psicológica en
contra de la mencionada Comunidad Indígena Takana.

Ahora bien, sobre la base de los fundamentos desarrollados


precedentemente y con la finalidad de resolver el caso concreto y dar
una solución integral al problema jurídico planteado, es preciso que
esta Sala Especializada, analice los siguientes aspectos: 1) El derecho
del demandado, Miguel Ruiz Cambero, sobre los territorios y recursos
naturales en conflicto; 2) El carácter ancestral del territorio y de la
recolección de castaña del pueblo indígena Takana II; y, 3) La causa
inmediata del conflicto y la situación actual del territorio donde se
encontraba asentada la comunidad “El Turi Manupare” II; 4) La
resolución, propiamente, del caso concreto.

III.6.1. El derecho alegado por el demandado sobre el territorio


y recursos naturales en conflicto

De acuerdo a los antecedentes cursantes en obrados y los que


fueron solicitados por este Tribunal, por RA RAP-SS 0147/05
de 13 de julio de 2005, pronunciada por el Director
Departamental del INRA, se adjudicó a Miguel Ruiz Cambero el
predio Santa Felicidad, clasificado como pequeña propiedad
ganadera en la superficie de “260.000 ha y 240.000 ha”,
ubicado en el municipio del Sena, sección Tercera, provincia
Madre de Dios del departamento de Pando, haciendo en total
una superficie total de “500.0000 ha”.

Por otra parte, conforme al certificado de tierra fiscal de 20


de febrero de 2008 (DDP-DTF-0026/2008 de 20 de febrero),
otorgado por el Director Departamental a.i. INRA Pando, como
producto del proceso de saneamiento desarrollado en vigencia
de la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria, modificado
por la Ley 3545 y su Reglamento, se determinó que la
superficie de 4412,6497 ha. ubicada en el cantón Asunción,
sección Tercera, provincia Madre de Dios, del departamento de
Pando, se constituye en tierra fiscal, con la finalidad de
someterse al proceso de conversión a concesión forestal no
maderable señalado en el DS 27572, certificación emitida en
favor del administrado Miguel Ruiz Morales, en la que se aclara
que la misma “no constituye la declaración de
reconocimiento de ningún derecho de propiedad
agraria como tampoco implica la regularización de
derecho concesional alguno sobre el área de
referencia”.

De acuerdo al Informe del Director Departamental de Pando


de la ABT de 17 de junio de 2013: i) Cursa en la oficina la
solicitud para la otorgación de Autorización Transitoria Especial
de Recursos Forestales No Maderable (Ex Concesiones
Forestales No Maderables) para la Barraca Santa Felicidad, a
nombre de Miguel Ángel Ruiz Morales, en una superficie de 4
412,6497 ha.; ii) No se ha otorgado ninguna autorización
transitoria especial de recursos forestales no maderables a
ningún solicitante y que “estas se encuentran en la Oficina
Nacional en la Jefatura de Administración de Derechos de
Aprovechamiento y Uso de Bosques y Tierra en proceso de
evaluación técnico legal una vez se tenga la figura legal para
su continuidad”; y, iii) La solicitud de Miguel Ángel Ruiz
Morales se encuentra con” Auto Administrativo
DGGJ-073-2009 que tiene por desistida la solicitud
presentada, “sin que a la fecha se haya definido la
situación jurídica de las solicitudes desistidas” (sic). En
consecuencia, dicha solicitud se encuentra como áreas con
certificación de tierra fiscal no disponibles 0026-2008 emitido
por el INRA Pando en una superficie de 4412,6497 ha, “misma
que se encuentra bajo la tutela del solicitante, lo cual no
autoriza realizar ningún aprovechamiento Forestal Maderable,
Desmontes ni quemas” (sic).

De dichos antecedentes se tiene que: a) El demandado es


titular del predio “Santa Felicidad”, ubicado en el Municipio del
Sena, Sección Tercera de la provincia Madre de Dios del
departamento Pando-Polígono 08, que tiene una superficie de
“500.0000 ha”; b) Miguel Ángel Ruiz Morales solicitó concesión
forestal no maderable ante la ABT para el predio Santa
Felicidad, en una superficie de 4412,6497 ha, con la finalidad
de someterse al proceso de conversión a concesión forestal no
maderable señalada en el DS 27572, art. 92.II, Disposición
Final Primera, Cuarta y Octava del DS 29215; y, c) Que la
indicada solicitud se encuentra con Auto administrativo
DGGJ-073-2009, que tiene por desistida la solicitud
presentada.
De lo anotado se concluye que si bien inicialmente existió una
solicitud por parte del demandado para la concesión forestal
no maderable ante la ABT en la superficie antes señalada y, en
virtud a la misma, se generaron derechos expectaticios de
conformidad al DS 27572; sin embargo, es evidente que, por
una parte, -como lo han señalado las mismas autoridades de la
ABT y del INRA- la solicitud de conversión a concesión forestal
no maderable, no implica en sí misma, la declaración del
reconocimiento de ningún derecho de propiedad agraria ni
regularización de derecho concesional alguno sobre dicha área
y, por otra, a la fecha, dicha solicitud se tiene por desistida;
por ende, no existe ningún derecho regularizado que le
otorgue la tutela y la exclusividad en la explotación de
los recursos naturales existentes en la superficie de
4 412,6497 ha en la que se efectuó la solicitud de
concesión forestal.

III.6.2. El carácter ancestral del territorio del pueblo indígena


Takana y los recursos naturales existentes en él

i) La Comunidad Takana El Turi Manupare II, sus


autoridades y su representación

Antes de analizar el carácter ancestral del territorio reclamado


por la comunidad “Takana El Turi Manupare II”, es necesario
señalar que dicha comunidad es una de las trece comunidades
Takanas que constituyen el pueblo indígena originario
Takana, en el departamento de Pando; el cual posee identidad
cultural, idioma, instituciones, territorialidad y cosmovisión
propias, características que garantizaron la sostenibilidad de su
hábitat y su sobrevivencia.

El pueblo indígena originario Takana, cuenta con una


organización tradicional que se denomina la Capitanía. El Capitán
Grande (Cuaraji), constituye la máxima autoridad del Pueblo
Indígena Originario Takana, representando a las trece
comunidades Takanas de la región.

Cada comunidad cuenta con sus propias organizaciones


comunales, representados por un directorio. Según datos de Ana
Merelis, Capitana Grande de la CIPOAP, cada comunidad cuenta
con su propio directorio, conforme a sus normas y
procedimientos propios. Así, la comunidad “Takana El Turi
Manupare II”, se encuentra organizada por un Presidente,
Vicepresidente y su directiva, compuesta por las Secretarias de
organización, salud, educación, tierra - territorio, conflictos y
vocalías.

Conforme se tiene señalado, el pueblo indígena originario


Takana, cuenta con su propia organización territorial que es la
Capitanía, compuesta por 13 comunidades Takanas,
representadas por el Capitán Grande y su directiva, conformada
por las Secretarias de salud, educación, tierra y territorio,
conflictos y vocalías.

El citado pueblo indígena, forma parte de la CIPOAP, Central que


aglutina a los siguientes pueblos:

“Pueblo Indígena Originario Takana.



Pueblo Indígena Originario Cavineño.

Pueblo Indígena Originario Yaminagua.

Pueblo Indígena Originario Esse Ejja.

Pueblo Indígena Originario Machineri

Pueblo Indígena Originario Pacahuara, estos últimos no

contactados”.

La CIPOAP es un referente muy importante de los pueblos


indígenas originarios que se encuentran en el departamento de
Pando que se fundó en el año 1997. La Elección del Capitán
Grande (Cuaraji) de la CIPOAP, se realiza en un Congreso
Departamental de cinco organizaciones matrices cada cuatro
años (no participa el Pueblo Indígena Pacahuara, por
considerarse pueblo no contactado). Participan los Capitanes
Grandes regionales de los pueblos indígenas y la elección es
realizada de manera rotativa. A partir de la nueva Constitución
Política del Estado, para estos cargos, se aplica la equidad de
género; actualmente una mujer es Capitana Grande de la
organización departamental CIPOAP.

La citada Central indígena, tiene representación departamental y


a nivel nacional se encuentra afiliada a la Confederación Indígena
del Oriente Boliviano (CIDOB).

ii) La territorialidad ancestral del pueblo Takana

La historia sobre la identidad cultural del pueblo indígena Takana,


se remonta hasta el periodo precolonial. Así, se sostiene que ‘“…
el Pueblo hoy conocido como Tacana, durante el periodo
preincaico e incaico, ocupaba parte del territorio correspondiente
al Antisuyu. La investigadora Wentzel (1989) citada por CIPTA
(2001), sostiene la probabilidad de una relación de visitas mutuas
entre los pueblos del Tawantinsuyu y Tacana, con fines de
trueque o de intercambios rituales, más que por una
denominación directa y de tributo. Existen datos que confirman
que la interacción entre las tierras altas y bajas data desde el año
1200 A. de C.”’ (CEJIS, 2003: 151)’”(sic).

La información bibliográfica y oral, ratifica la existencia ancestral


del pueblo indígena originario Takana, con identidad cultural,
idioma, instituciones, territorialidad y cosmovisión, desde el
periodo anterior a la colonia.

Ancestralmente se encontraba gobernado por el Huaraji y el Baba


ecuai como máxima autoridad del territorio Takana: ‘“La máxima
autoridad del Pueblo Takana era el Huaraji”, luego viene el
Cacique y el Capitán Grande en la actualidad’. (Ismael Mayo
Labo, Capitán Grande Takana - Cavineño; 2013)” (sic)

El Huaraji, se constituía en la figura política, espiritual y cultural


del pueblo indígena originario Takana, cuya función principal era
administrar el territorio. El Huaraji y el Baba ecuai eran elegidos
por su fuerza y valentía en las guerras, así como de cualidades y
destrezas de un buen cazador y curandero; antiguamente,
dirigían y guiaban al pueblo Takana.

El pueblo Takana, cuenta con su propia lengua materna que es el


Takana. Las investigaciones desarrolladas sobre el origen de la
lengua Takana, sostienen que la familia lingüística es del mismo
nombre: ‘“… Esta familia forma parte de una rama pano-tacana
que incluye idiomas indígenas del Perú, Bolivia y Brasil
(Ottaviano, 1986:6). Este idioma era hablado por otras tribus o
unidades socio-culturales diferentes, con variantes en el dialecto,
por lo que no supone una sola identidad étnica’”. (CEJIS, 2003:
150) (sic).

Realizada la observación de campo, en relación a los procesos


comunicativos que establece el pueblo Takana, se ha podido
advertir que sus miembros aún conservan la lengua originaria
Takana; aunque también se advierte que existe una fuerte
preferencia por el uso del castellano como medio de
comunicación; esta diglosia se produjo históricamente por los
procesos de colonización ejercida por agentes externos.
La colonia, cambió el sistema de vida tradicional de los pueblos
indígenas originarios Takanas, provocando modificaciones en sus
estructuras de organización política, económica, social y cultural.
Así, los Huarajis y los Baba ecuai fueron sobre puestos por
nuevos cargos coloniales como el Cacique, Corregidor, Capitán,
Sargento, Alcalde y otros:

‘“Para gobernar en las misiones, el Virrey, a veces el mismo Rey,


nombraba Maestres de Campo, quienes a su vez designaban:
Sargentos, Capitanes y otros jefes, por su generalidad a
mestizos. El primer día de enero, se juntaban los indios de cada
pueblo y elegían a su Alcalde Mayor y dos Alcaldes Ordinarios. El
Misionero daba cuenta al Maestre de Campo, quien confirmaba
en su oficio y les daba jurisdicción’ (CEJIS, 2003:152)” (sic).

La creación de la República, legitimó la reestructuración del


territorio en provincias y cantones, impulsando expediciones a la
amazonia boliviana para desarrollar un reconocimiento y
extracción de las riquezas existentes en la región, con la finalidad
de comercializar sus productos al extranjero; este proceso dio
lugar al primer ciclo que se denomina extractivista:

‘“En 1840 comenzó la época de la quina, que trajo a varios


Takanas, quienes salieron de sus pueblos a trabajar en la
recolección de dicho producto. Varios pueblos Takanas estuvieron
a punto de desaparecer por la captación de mano de obra
indígena para su explotación’” (CEJIS, 2003: 155)” (sic).

El segundo ciclo extractivista, corresponde a la explotación de la


goma, recurso natural propio de la región, esta actividad estuvo
ligado al desarrollo del capitalismo mundial:

‘“Durante el auge de la goma, el pueblo Takana, fueron


reclutados por la fuerza para atender las demandas de la mano
de obra. Este proceso provocó la dispersión de los grupos, dando
origen a la formación de pequeñas comunidades sobre las riveras
del rio Madre de Dios, Beni y Manupire’” (CEJIS, 2003:155)” (sic).

La mano de obra de los Takanas, como de otros pueblos como


los Yaminahua, Cavineña, Esse Ejja, Pacahuara y otros, eran
reclutadas por los “enganchadores” y las Autoridades oficiales,
como el Corregidor, para ser enviados a los diferentes lugares
donde se explotaba la goma, la castaña; así también se los
incorporó como barraqueros y otros similares. Muchas de las
personas reclutadas, fueron presa fácil de los compromisos
contraídos con sus “empleadores”; por ejemplo, el
endeudamiento por los alimentos consumidos, la dotación de
herramientas, materiales de trabajo y otros, convirtiéndose en
eternos deudores que no les permitió volver a sus lugares de
origen.

Durante los periodos de la colonia y la república, los pueblos


indígenas fueron dispersados a lo largo y ancho de la amazonía,
siendo sobrepuesta sus formas y estructuras de organización.

Desde la reforma agraria del 52, las comunidades indígenas


Takanas, se fueron independizando de la explotación directa de
la mano de obra. A consecuencia de este proceso independista,
según el Capitán Grande del pueblo Takana, se fueron
constituyendo nuevas comunidades, nuevos asentamientos en las
tierras donde dejaron los patrones.

Sin embargo, con la reforma agraria, continuaron las concesiones


forestales a personas particulares en el departamento de Pando,
y los pueblos indígenas de la amazonia, se organizaron con la
finalidad de lograr mayor incidencia en la atención de sus
demandas (sociales, económicas, políticas y culturales) ante el
Estado.

Para los Takanas, el territorio ancestral es concebido como el


espacio de producción y reproducción de la vida; conforme a su
propia cultura, identidad, costumbres, tradiciones y otros
elementos de acuerdo a su cosmovisión, y en ese sentido, el
territorio donde se encuentra asentada la comunidad El Turi
Manupare II -que está catalogada como tierra fiscal no disponible
y sobre la cual el demandado tiene una solicitud de concesión
forestal- es considerado por sus miembros como territorio
ancestral. Sus habitantes manifiestan que sus abuelos siempre
vivieron y murieron en el territorio, y que la lucha por el
territorio en las comunidades Takanas es un proceso de
afirmación política de su identidad.

La visión de territorialidad para los Takanas representa su medio


de vida -todo el entorno geográfico- como medio de producción y
reproducción de la vida, enraizada en la fe, en la creencia y su
poder. La territorialidad, a partir del entorno geográfico, hace
referencia a la producción y reproducción de la vida social,
política, económica y espiritual.

‘“Para nosotros el territorio es la Tierra Comunitaria de Origen


(TCO), ahora se denomina Territorio Indígena Originaria
Campesina (TIOC), porque reconoce y garantiza nuestros
derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos
indígenas’” (Karen Martínez Carvajal; Presidente de la CIMAP.
2013)”.

Históricamente el pueblo indígena originario Takana, estableció


un sistema de manejo y uso del territorio, basado en la
integración de los elementos físicos y espirituales, que vincula un
espacio de la naturaleza con el pueblo indígena, donde los
animales, las plantas y las aguas tienen voz para el hombre. La
espiritualidad es la relación sagrada y extraordinaria, donde los
seres humanos se reconocen y se relacionan con el mundo
natural y la totalidad cósmica, cuya finalidad consiste en la
búsqueda permanente del equilibrio integral de las existencias,
donde lo material y lo espiritual, el hombre y la naturaleza, todos
los elementos opuestos son capaces de interactuar e
interrelacionarse bajo principios de la reciprocidad,
complementariedad y el consenso universal de las leyes que
regulan la totalidad existencial.

Los recursos naturales son aprovechados para la sobrevivencia de


la comunidad; para tal efecto desarrollan actividades y labores
productivas como la caza, la pesca; la recolección de frutas,
semillas, la castaña y otras especies existentes. Estas
actividades de supervivencia son realizadas de acuerdo a
creencias espirituales; como por ejemplo, las creencias sobre los
amos del monte y los castigos sobrenaturales; esta cosmovisión
les permite tener un control social y ecológico en su contexto.

Los Takanas, por su forma de vida, desarrollaron un sistema de


manejo territorial, similar a los pisos ecológicos, determinado por
territorios de la amazonia alta y amazonia baja. Los Takanas
periódicamente recorren por los diferentes territorios de la
amazonia, según épocas estacionales del año, desarrollando un
control social, productivo, espiritual y cultural, como base de su
organización.

La producción de la castaña en los últimos tiempos, ha cobrado


mayor importancia económica, siendo codiciada por los
castañeros, hecho que ha provocado conflictos territoriales con
los pueblos indígenas originarios Takanas. Una parte de la
castaña recolectada por los indígenas, es utilizada para el
consumo familiar, y otra parte, para la venta y con ello cubrir las
necesidades básicas de la familia. Según Caren Martínez,
Presidenta de la organización de mujeres Takanas de Pando:

“…la época de la cosecha de la castaña se inicia a partir del mes


de octubre y concluye el mes de abril, época en que maduran las
castañas en los bosques selváticos de El Turi Manupare II; esta
actividad de recolección de la castaña les permite a las familias
Takanas, un ingreso económico seguro, permite cubrir las
necesidades básicas, especialmente para la compra de útiles y
vestimentas escolares para los niños y para casos de curación de
enfermedades” (sic).

En el mismo sentido, Duri Mar Merelis sostuvo que la actividad de


la castaña no significa lucro, sino un medio de subsistencia
familiar:

“Mientras los empresarios sólo piensan en comercializar este


producto natural que existe en los territorios de los indígenas
Takanas; los realizan sin ningún sacrificio como los indígenas. Sin
embargo, los Takanas cosechan para la sobrevivencia familiar y
comunal, viven cuidando el medio ambiente sin realizar chaqueos
ni tala de árboles…” (sic).

De dichos datos y testimonios se concluye que el pueblo Takana


tiene dominio ancestral sobre el territorio en el que el
demandado tenía una solicitud -actualmente desistida- de
concesión forestal, y sobre el que el pueblo Takana ejerce el uso
y aprovechamiento de los recursos naturales, en especial la
recolección de castaña; actividades a los que tienen derecho en
su calidad de pueblos indígenas, de conformidad a lo previsto por
el art. 30 de la CPE.

III.6.3. La causa inmediata del conflicto y la situación actual del


territorio donde se encontraba asentada la comunidad El
Turi Manupare II

La Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria fue promulgada


el 18 de octubre de 1996, con la finalidad de reordenar la
tenencia de tierras en todo el territorio del Estado y fue producto
de las marchas y movilizaciones desarrolladas por los pueblos
indígenas de la amazonia boliviana, como por ejemplo la marcha
por el Territorio y la Dignidad realizada hacia la ciudad de La Paz
(1990 - 1996) en defensa de los derechos al territorio ancestral.

El saneamiento de tierras, permitió regularizar el derecho


propietario de los pueblos indígenas, no sólo en la amazonía sino
en todo el país. La Ley estableció, desde su promulgación, un
plazo de diez años para el saneamiento y, en este marco legal, el
departamento de Pando concluyó el saneamiento de sus tierras
en toda su extensión departamental (durante doce años, 1996 -
2008), siendo el primer departamento en el país en sanear sus
tierras.

‘“En 12 años (1996 - 2008) se concluyó el saneamiento de los 6,3


millones de hectáreas que tiene el departamento de Pando,
reconociendo el derecho agrario 2,7 millones de hectáreas para
5.761 beneficiarios, además de establecer la situación legal y
técnica de tierras fiscales, áreas protegidas, concesiones
forestales, áreas urbanas y de dominio público’” (sic).

La conclusión del saneamiento de tierras en el departamento de


Pando, conforme a ley, estableció dos categorías de tierras
fiscales: tierra fiscal disponible y tierra fiscal no disponible;
encontrándose dentro de las segundas, las susceptibles de
compensación por tierra insuficiente para comunidades
campesinas e indígenas y de conversión a concesiones de
aprovechamiento forestales no maderables, en el marco del DS
27572.

A la comunidad “Takana El Turi Manupare II” no le fueron


dotadas tierras en el proceso de saneamiento, pues su solicitud
de dotación, como nueva comunidad, fue efectuada el 4 de
marzo de 2011; sin embargo, dicha solicitud fue observada
debido a que el asentamiento de la comunidad se encontraría en
parte del predio “Santa Felicidad” titulado a favor de Miguel Ruiz
Cambero y en un área de tierra fiscal no disponible
sobre la que cursa un trámite ante la ABT para
concesión forestal de aprovechamiento de recursos
forestales no maderables.

Es precisamente sobre esta última área donde surgieron los


conflictos con el ahora demandado; pues, de conformidad a lo
señalado en el Fundamento Jurídico III.5.1 de este fallo, la
familia de Miguel Ruiz Cambero solicitó la concesión forestal
para el aprovechamiento de los recursos forestales no
maderables, la cual, a la fecha, se encuentra desistida, de
acuerdo al Auto administrativo DGGJ-073-2009.

No obstante que, como se ha concluido en el Fundamento


Jurídico antes referido, el actual demandado no tenía un
derecho regularizado que le otorgue la explotación de los
recursos naturales existentes en la superficie de 4 412,6497 ha
en la que se efectuó la solicitud de concesión forestal, que
además se constituye, conforme se ha señalado, en un
territorio ancestral del pueblo Takana, el demandado inició un
interdicto de recobrar la posesión contra Hirgen Cartagena
Flores, el 8 de noviembre de 2011, adjuntando como prueba,
entre otras, la Resolución Final de Saneamiento, y el informe
técnico elaborado por el Asistente Técnico del INRA de 31 de
octubre de dicho año, que sostiene que se constató el
asentamiento ilegal de la comunidad indígena el Turi II dentro
de la propiedad “San Felicidad”; aspecto que fue negado por el
demandado quien sostuvo en su respuesta que ingresaron en
posesión de tierras fiscales con autorización de INRA Pando en
el mes de mayo de 2010.

El 9 de enero de 2012, se desarrolló la audiencia dentro del


indicado proceso, arribando las partes a una conciliación en la
que pactaron lo siguiente: a) Que durante la zafra 2011-2012
los demandados efectuarían el aprovechamiento de la castaña
en calidad de zafreros al interior del predio “Santa
Felicidad” y tierras fiscales no disponibles adjuntas a
dicha barraca, respecto a las cuales existen trámites para
concesión forestal no maderable que ha efectuado la familia
Ruiz ante ABT; b) Que el precio a pagarse por cada caja de
almendra será el fijado para los zafreros de Pando establecido
en el contrato de zafreros; c) Que la castaña debe ser vendida
exclusivamente a Miguel Ruiz Cambero, y en caso que se
compruebe que algún comunario vendió castaña de las tierras
referidas en la cláusula primera, a terceros, será retirado del
terreno con la ayuda de la fuerza pública; d) Los demandados
continuarán en la propiedad “Santa Felicidad” hasta la
conclusión de la zafra de castaña 2011-2012; y, e) Los
demandados se comprometen a respetar las áreas de
tierras fiscales no disponibles sujetas a trámite de
concesión forestal mientras el mismo sea resuelto,
asimismo, Miguel Ruiz Cambero se compromete a reconocer
los derechos que emergieran para la comunidad indígena “El
Turi II” en virtud a los trámites efectuados ante el INRA y ABT.

Dicho acuerdo, homologado por el Juez Agrario del


departamento de Pando, fue complementado en audiencia de
conciliación de 17 de mayo de 2012, estableciéndose un nuevo
plazo improrrogable para la desocupación de la propiedad
agraria “Santa Felicidad”, señalando al 17 de junio del citado
año, como fecha límite; además, la comunidad indígena “El
Turi II” se comprometió a no innovar dentro de esa propiedad
y tierras fiscales no disponibles anexas a dicha propiedad,
existiendo autorización para aprovechar de manera sustentable
los frutos silvestres de dicha propiedad hasta que se cumpla el
plazo y en caso de incumplimiento, se procedería
inmediatamente al desalojo, y que el INRA viabilizaría el
asentamiento de la comunidad en tierras fiscales disponibles;
acuerdo que también fue homologado por el Juez
Agroambiental del citado departamento.

Los acuerdos antes referidos fueron cuestionados por las


autoridades indígenas de la CIPOAP, señalando que: “Los
dirigentes y Capitanes Grandes de los Pueblos Indígenas,
desconocemos el documento del Acta de Audiencia de
conciliación firmada el día jueves 17 de mayo de 2012 con el
Sr. Miguel Ruiz Cambero, y la comunidad indígena Takana El
Turi 2, en el cual no hubo presencia de los dirigentes de la
CIPOAP, por lo tanto este acto jurídico está viciado de nulidad,
por tal motivo solicitamos a su autoridad deje a los
hermanos en la áreas fiscales no disponibles,
respetando su áreas tierras tituladas del Sr. Ruiz
mientras el INRA DEPARTAMENTAL aclare y de
acuerdo a la Ley 1770 sobre el DERECHO ESPECTICIO,
favoreciendo al sector Indígena” (sic) (fs. 309).

Por decreto de 29 de mayo de 2012, el Juez Agroambiental del


departamento de Pando, dispuso que al no ser parte del
proceso la CIPOAP, el acta no surtía efecto alguno respecto a
dicha organización, que el acuerdo tiene la autoridad de cosa
juzgada y es susceptible de ejecución.

Así, por memorial presentado el 5 de septiembre de 2012,


Miguel Ruiz Cambero solicitó a la citada autoridad judicial
emita mandamiento de desalojo o desapoderamiento en
cumplimiento del acuerdo conciliatorio (fs. 312 y vta.), y por
Auto de la misma fecha, la autoridad judicial antes mencionada
libró mandamiento de lanzamiento, comisionando su
cumplimiento a la Policía Nacional o Comando Conjunto
Amazónico de los departamentos de Beni o Pando (fs. 313), el
cual fue expedido el 6 de septiembre.

Ahora bien, de acuerdo al informe elaborado por el Instructor


de la Capitanía de Puerto “Lino Echeverría”, Miguel Ruiz
Cambero, junto al Juez Agroambiental del antedicho
departamento y la asesora jurídica del INRA arribaron a la
localidad de Santa Felicidad el 14 de septiembre de 2012 y
luego, al día siguiente, continuaron su recorrido llegando a una
pequeña comunidad denominada El Turi II “en el lugar se
observó 11 cabañas con techos de motacú, entre ellos 02
quemadas, y aún los troncos estaban con brasa vida, no se
encontró ninguna persona solo algunas aves de corral, ropa de
vestir, utensilios de cocina…” (sic); el propietario, con el
mandamiento de lanzamiento procedió a retirar todos los
materiales “de sapa, ropa de vestir, utensilios de cocina de las
cabañas… posteriormente la comisión se retiró del lugar para
volver a la localidad de Santa Felicidad” (sic).

De acuerdo al informe antes referido, antes de la ejecución del


mandamiento de lanzamiento, a través de vías de hecho, con
violencia y quemando las casas, se desalojó a los miembros de
la Comunidad Takana “El Turi Manupare II” del territorio en el
que el demandado efectuó su solicitud de concesión forestal, y
que ancestralmente le corresponde al pueblo indígena Takana,
conforme se ha concluido en fundamentos precedentes.

Posteriormente, por memorial de 5 de diciembre de 2012,


Miguel Ruiz Cambero nuevamente solicitó al Juez de la causa
desalojo de su predio rural y se disponga “el rastrillaje para
expulsar a todos los destructores del Bosque y del
medioambiente, pidiéndole disponga sea con la ayuda del
Comando Conjunto de las Fuerzas Armas -Fuerza Naval-
asentada en el Municipio del Sena y Policía para evitar
enfrentamientos con los avasalladores, y lograr que la medida
se cumpla, amparándose de manera efectiva mi derecho
propietario” (sic); solicitud que fue deferida por el Juez por
Auto de 7 de dicho mes y año, emitiéndose el correspondiente
mandamiento de lanzamiento en la misma fecha, así como la
solicitud, por parte de la citada autoridad judicial, al
Comandante provincial de la Policía de Riberalta para que
proporcione el número necesario de efectivos para dar
cumplimiento al Auto de 7 de diciembre de 2012.

De acuerdo al informe de 13 de enero de 2013, elaborado por


Edyer Maija Aiguana, funcionario de la FELCC, éste fue
designado en la comisión para la ejecución del mandamiento
de lanzamiento, y el 12 de dicho mes y año, a diez minutos de
la localidad encontraron a varias personas que no quisieron
identificarse y que señalaron que no están habitando la
propiedad de Miguel Ruiz Cambero, sino otro lugar, motivo por
el cual se resistieron a abandonar dicho terreno.

Por su parte, Ismael Mayo Labo, Capitán Grande


Takana-Cavineño, señaló en su testimonio que: “… los
comunarios fueron desalojados brutalmente por la policía y
personas contratadas por el propietario Miguel Ruiz Cambero,
quienes ingresaron con escopeta, machetes y palos en las manos
en horas de la madrugada; más, no conformes con este hecho,
prendieron fuego y quemaron todas las casas, (techo de hoja de
motacu, las paredes de palo y motacu), mujeres y niños lloraban
al ver las casas quemadas” (sic).

En la actualidad, como producto del conflicto con el demandado


en la presente acción popular, la comunidad Takana de “El Turi
Manupare II” se encuentra fuera de su territorio ancestral. Así,
de acuerdo al relato de Duri Mar Merelis, ex dirigente del pueblo
Takana:

“En la actualidad los indígenas Takanas están fuera de su


territorio, hay familias que están en otras comunidades, otros
están en la localidad de Sena, tres familias están en la sede de la
CIPOAP y un buen número se encuentra con paradero
desconocido, por temor a la represalia que podía realizar el señor
Migue Ruiz Cambero” (sic).

“Los Takanas, desde que fueron desalojados y expulsados de su


territorio, sufren y añoran volver a vivir y ocupar su territorio
ancestral donde han nacido, se han desarrollado y en allí están
enterrados sus seres queridos, hijos, padres y abuelos” (sic).

En palabras de Ismael Mayo Labo, Capitán Grande Takana


Cavineño:
‘“La comunidad Takana de El Turi Manupare II, respecto al
espacio donde se encuentra establecido, es sobre su territorio
ancestral, en el lugar han sido muertos y enterrados sus abuelos
y padres, hoy los hijos continúan viviendo y que sufren atropellos
de los blancos barraqueros asentados en el lugar’”. (Ismael Mayo
Labo, Capitán Grande Takana - Cavineño; 2013)” (sic).

III.6.4. La resolución del caso analizado

De acuerdo a las conclusiones a las que se arribaron en los


puntos precedentes, se tiene que el demandado, de manera
ilegal, amparado en supuestos derechos expectaticios y
una concesión forestal que fue desistida, desalojó a la
comunidad “Takana El Turi Manupare II” del territorio en el
que se encontraba asentada que, como se tiene señalado,
tiene carácter ancestral y sobre el cual el pueblo indígena
Takana ejerce sus derechos de uso y aprovechamiento de los
recursos naturales.

En ese ámbito debe quedar claramente establecido que el


asentamiento de la comunidad “Takana Manupare II”, desde
una interpretación plural del territorio, considerando la
cosmovisión del pueblo indígena Takana, bajo ninguna
circunstancia puede ser considerado ilegal, pues, corresponde
a su territorio ancestral y es coherente con los proceso de
reconstitución de sus territorios ancestrales, el cual, conforme
se ha explicado, es concebido integralmente, como el espacio
de producción y reproducción de vida, en el que vivieron y
murieron sus abuelos, donde encuentran los recursos
necesarios para la vida, y desarrollan sus instituciones sociales,
políticas y económicas. El territorio así concebido, integra a
los elementos físicos y espirituales, a la comunidad humana y
la naturaleza, en una relación que busca el equilibrio, siendo
los recursos naturales aprovechados para la sobrevivencia de
la comunidad y, en especial, la castaña recolectada, les
permite cubrir las necesidades de la familia que es a su vez
parte de su viva digna necesariamente vinculada a su
territorio.

Entonces, el demandado, al desalojar a la comunidad “Takana


Manupare II”, ejerciendo además, violencia sobre los miembros
de dicha comunidad, efectivamente lesionó su territorio ancestral
e impidió que los miembros de la comunidad continuaran usando
y aprovechando los recursos naturales provenientes del mismo.

En ese marco, y toda vez que, además de las vías de hecho


del demandado, existen resoluciones que emanaron del Juez
Agroambiental del departamento de Pando, es preciso analizar
su actuación que, por una parte homologó el acuerdo dentro
del proceso interdicto seguido por el actual demandado,
negando la participación de la CIPOAP y, por otra, emitió el
mandamiento de lanzamiento contra los miembros de la
comunidad “Takana El Turi Manupare II”; pues si bien dicha
autoridad judicial no ha sido demandada, es imprescindible
hacer mención a su actuación, con la finalidad de desvirtuar
una pretendida ejecución de una orden judicial de
lanzamiento.

Así, con relación al acuerdo suscrito, es evidente que la citada


autoridad judicial no consideró los derechos de los pueblos
indígenas al hábitat, al territorio y al uso y aprovechamiento de
los recursos naturales, y tampoco tomó en cuenta la
cosmovisión del pueblo Takana respecto a su territorio al
homologar un documento contrario a sus derechos y ordenar
el desalojo de su territorio ancestral.

Efectivamente, a través del acuerdo, el Juez de la causa actuó


sin precautelar los derechos del pueblo indígena Takana,
homologando una renuncia a su derecho ancestral al territorio
y a los recursos naturales que les correspondían, estableciendo
plazos para el desalojo del territorio, bajo amenazas de usar la
fuerza pública, sobre la base -se reitera- de derechos
expectaticios y una concesión forestal inexistente. Además,
en el acuerdo se imponen condiciones a la actividad de
recolección de la castaña realizada por el pueblo Takana,
estableciendo un precio único y la exclusividad de la venta de
lo recolectado, lo que evidentemente resulta, a todas luces,
desproporcionado y lesivo a sus derecho al uso y
aprovechamiento de los recursos naturales y su derecho a la
libre determinación.

El acuerdo antes anotado fue cuestionado por las autoridades


indígenas de la CIPOAP, debido a que ellas no tuvieron
participaron; sin embargo, la autoridad judicial con un criterio
formalista y desconociendo la organización del pueblo indígena
Takana y sus niveles de representación, negó dicha
participación, señalando que la CIPOAP no era parte en el
proceso y que el acuerdo tenía calidad de autoridad de cosa
juzgada, no obstante las violaciones a los derechos de los
pueblos indígenas; agravando las mismas al disponer, como se
tiene señalado, el desalojo de la comunidad “Takana El Turi
Manupare II”; desalojo que se ejecutó, además, con violencia
hacia los miembros de la dicha comunidad y que derivó -como
señalan los testimonios- en la dispersión de las familias, que
no cuentan con un hábitat y donde vivir, afectando, además,
otros derechos, colectivos e individuales de la comunidad y sus
miembros, como el derecho a la dignidad y a la vivienda.

En definitiva se concluye que las acciones realizadas por el


demandado, que como se ha concluido constituyen vías de
hecho, tampoco encuentran amparo en el lanzamiento
dispuesto por el Juez Agroambiental del departamento de
Pando; pues, dicha decisión, conforme se ha analizado, es
absolutamente lesiva a los derechos del pueblo indígena
Takana y, por ende, no puede ser el sustento ni la legitimación
de acciones que, además de continuar con la vulneración de
derechos, las agrava, al ejercer violencia sobre los miembros
de la comunidad indígena, conforme se constata de los
informes presentados a este Tribunal, donde se informa -como
se ha explicado- que se quemaron catorce viviendas;
información que además se confirma con las fotografías que se
adjuntan al expediente y que demuestran los actos ilegales
cometidos por el demandado.

En conclusión, se reitera que el asentamiento de la comunidad


Takana desde ninguna perspectiva puede ser considerado
ilegal, pues ello implicaría desconocer el proceso de
reconstitución de su territorio ancestral y del aprovechamiento
de los recursos naturales y, en ese ámbito, es evidente que la
comunidad tiene derecho a continuar con sus actividades de
recolección de castaña.

En ese sentido, debe señalarse que en el marco del derecho a


la restitución y reconstitución de los territorios de los pueblos
indígenas, conforme a los lineamientos desarrollados en el
Fundamento Jurídico III.3, de este fallo constitucional la
situación de las tierras que inicialmente fueron solicitadas por
el demandado, debe ser formalmente definida por las
autoridades de la ABT y el INRA, interpretando las
disposiciones legales contenidas en el DS 27572 desde y
conforme a la Constitución Política del Estado y las normas
contenidas en los pactos internacionales sobre derechos
humanos, en el marco de la interpretación desarrollada en el
Fundamento Jurídico III.4.3 de la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional.

Por lo expuesto, es evidente que se ha lesionado el derecho al


hábitat y el domicilio de la comunidad “Takana El Turi
Manupare II”, desde la interpretación efectuada en el presente
fallo, que comprenden su territorio y el uso y aprovechamiento
de los recursos naturales, que representan la base esencial de
su existencia, al privarles del medio para mantener a su familia
y su comunidad, vulnerando derechos conexos como la
dignidad y existir libremente.

Por otra parte, es evidente que también se ha lesionado el


derecho-garantía al debido proceso en su elemento del
derecho a la defensa, toda vez que la expulsión de la
comunidad “Takana El Turi Manupare II” de su territorio fue
realizada a través de vías de hecho, con violencia,
adelantándose a la ejecución de un mandamiento de
lanzamiento, el cual, además, emergió de un procedimiento en
el que la citada comunidad no pudo defenderse de manera
adecuada y a través de sus representantes, atendiendo a sus
formas de organización y autoridades, si se considera que la
autoridad judicial que intervino en el proceso interdicto no
escuchó a las autoridades del CIPOAP y, como se tiene dicho,
no consideró los derechos de la comunidad “Takana El Turi
Manupare II” al homologar el acuerdo y disponer su
lanzamiento de su propio territorio ancestral, lo que demuestra
que no hubo un real ejercicio de su derecho a la defensa; más
aún si se consideran las denuncias efectuadas en la presente
acción en sentido que los actos violentos continuaron
posteriormente, inclusive después de la firma del acta de
acuerdo y compromiso de Nanawa de 30 de enero de 2013,
donde los tres pueblos “Takanas” y sus comunidades
dispersas, Pueblo Cavineño y Pueblo Esse Ejjas, se reunieron
con la Viceministra de Justicia, autoridades del INRA y la ABT,
autoridades campesinas, representantes de mujeres Bartolina
Sisa y otros, en el que acordaron conformar una comisión para
el análisis del DS 27572 y la conformación de una comisión
interinstitucional para la auditoría técnica de las concesiones
forestales maderables.

Por lo expresado precedentemente, la situación planteada se encuentra dentro


de las previsiones y alcances de la acción popular, por lo que el Tribunal de
garantías al haber concedido la tutela , efectúo una adecuada compulsa de los
antecedentes procesales y dio correcta aplicación a esta acción tutelar.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Primera Especializada, en


virtud a la autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia y el art. 12, 7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional, en revisión, resuelve:

1º CONFIRMAR la Resolución 01/2013 de 14 de febrero, cursante de fs. 41 a


42 vta., pronunciada por la Sala de turno por vacación judicial del Tribunal
Departamental de Justicia de Pando; y en consecuencia, CONCEDER la
tutela solicitada, conforme a los fundamentos expuestos en la presente
Sentencia Constitucional Plurinacional, ratificando lo dispuesto por el
Tribunal de garantías, respecto a que el demandado no realice ni ejerza
ningún acto que implique violencia física y psicológica contra la comunidad
indígena “Takana El Turi Manupare II”, ni contra los accionantes, además
del pago de daños y perjuicios.

2º Disponer que la comunidad indígena “Takana El Turi Manupare II”,


retorne a su territorio ancestral, catalogado como “tierra fiscal no disponible”
con una superficie de 4 412,6497 ha, sobre la que el demandado efectuó la
solicitud de concesión forestal y que actualmente se la tiene por desistida.

3º Exhortar a INRA de Pando y a la ABT, que definan la situación del territorio


en conflicto a partir de la interpretación efectuada en el Fundamento
Jurídico III.4.3 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional.

4º Exhortar al INRA de Pando, ABT y Juez Agroambiental del departamento


de Pando, que al momento de aplicar disposiciones legales a los pueblos
indígena originario campesinos, consideren los criterios de interpretación
contenidos en la presente Sentencia Constitucional Plurinacional.

5º Ordenar, la difusión del presente fallo a la ABT, INRA y a la jurisdicción


agroambiental, así como a los diferentes Tribunales Departamentales de
Justicia, y a las organizaciones de los pueblos indígenas.

6º Disponer que la CIPOAP informe a este Tribunal, a través de la Unidad de


Coordinación Departamental de este Tribunal, en el plazo de un mes, sobre
si el proceso de retorno al territorio por parte de la comunidad indígena
“Takana El Turi Manupare II”, ha sido efectuado sin ninguna obstrucción por
parte de la parte demandada, otras personas o instituciones.

7º Disponer que el Tribunal de garantías, efectué el seguimiento


correspondiente al cumplimiento de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, exigiendo los informes pertinentes a la ABT e INRA sobre el
tercer punto dispuesto en este fallo.

8º Disponer que la Unidad de Coordinación Departamental de Pando


de este Tribunal supervise el cumplimiento de la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. Tata Gualberto Cusi Mamani


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Ligia Mónica Velásquez Castaños


MAGISTRADA
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0961/2014
Sucre, 23 de mayo de 2014

SALA TERCERA
Magistrada Relatora: Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez
Acción de amparo constitucional

Expediente: 04216-2013-09-AAC
Departamento: Oruro

En revisión la Resolución 18/2013 de 28 de junio, cursante de fs. 107 a 111 vta., pronunciada dentro
de la acción de amparo constitucional interpuesta por Teófilo Cortez Colque y Alcira Celia, Santiago,
Felicidad, Elmer, María, Sinda y Héctor Iván, todos Cortez Yucra contra Alejandro Rubén Mendoza
Villarroel, Alcalde Policial; Eleuterio López Hidalgo, Corregidor Auxiliar saliente; Luciano Coaquira
López, Corregidor actual; Julio López Coaquira, Secretario General saliente; Germán López Mamani,
Secretario General actual, todos representantes legales de las autoridades originarias del Sindicato
Agrario de la Comunidad de Obrajes; Jaime Navia Camacho Administrador, Ernesto Fricke Bozo y
Silvia Fricke Bozo, propietarios de la empresa “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L.”; Dominga León
Cortez, Presidenta de la Asociación de vendedores de rellenos y otros, en las puertas del balneario
de Obrajes; y, Carlos Rocabado Rocabado, Presidente Ejecutivo y propietario de la empresa minera
GRUMINBOR S.R.L. del departamento de Oruro.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Los accionantes, mediante memoriales presentados el 3 y 11 de junio de 2013, de fs. 37 a 44 y 58 a


59, manifestaron que:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

En su condición de comunarios de Obrajes, perteneciente al cantón Paria del municipio de Soracachi


del departamento de Oruro, alegan que desde el 3 de diciembre de 2012, arbitrariamente los
miembros de su comunidad les suspendieron de toda actividad laboral y comercial, a través de un
voto resolutivo de la misma fecha denominado Resolución de la Magna Reunión Extraordinaria de la
Comunidad de Obrajes del Sindicato Agrario de Obrajes, en la que decidieron la suspensión y
exclusión de sus personas de los siguientes trabajos: a) Trabajo de turno mensual en la mina de la
empresa minera GRUMINBOR S.R.L., de acuerdo al rol que elabora la propia comunidad; b) Trabajo
de venta de arena y agregados del río Obrajes Iruma, en sus turnos mensuales de acuerdo al rol que
elabora la propia comunidad; c) Trabajo de venta de rellenos y comidas en la Puerta del Balneario de
Obrajes en sus turnos mensuales de acuerdo al rol elabora la propia comunidad; y, d) Trabajo en las
Termas de Obrajes, en los turnos mensuales asignado por la propia comunidad, a través de sus
autoridades originarias, consistente en limpieza del balneario, de los baños individuales, atención a
los clientes y del Hostal.

Ante esa situación, realizaron reclamos a las siguientes instancias: 1) Autoridades Originarias ,
mediante el Sindicato Agrario de Obrajes en las asambleas de la comunidad, de manera escrita y oral
sin lograr ser oídos; 2) Dirección Departamental del Trabajo, instancia que el 9 de abril de 2013,
conminó a la empresa minera GRUMINBOR S.R.L., para que los restituya a su trabajo; empero, no
fue cumplido, por el contrario; mediante memorial de 16 del citado mes y año, afirmó que no era
posible aquello, en razón de haber sido la comunidad la que ordenó la suspensión de acuerdo al
convenio que se tenía, debían ser ellos los que dispongan también su restitución a su fuente de
trabajo; y, 3) Ministerio Público a objeto de que en la vía conciliatoria les restituyan a sus trabajos en
la comunidad; sin embargo, las autoridades originarias legalmente citadas no comparecieron,
situación que significó, la no aceptación del acuerdo conciliatorio. Afirman que agotaron esas
instancias en las que no fueron escuchados, pese a existir daño irremediable, debido a que el Voto
Resolutivo de la Asamblea de la Comunidad que los suspendió de la lista de trabajos por tiempo
indefinido, les ha ocasionado que no tengan una fuente de ingresos para sostener a sus familias.

Refieren, que los antecedentes que dieron lugar a la decisión de suspensión de sus trabajos fue un
hecho de discusión y agresión entre Sinda Cortez Yucra -ahora accionante- con Zenobia Cortez Patón
y su hija Lizeth Milvia López Cortez, que dio lugar a un proceso penal por la comisión del delito de
lesiones graves y leves, encontrándose en fase de imputación formal y la imputada con medidas
sustitutivas a la detención preventiva. Luego, ese hecho se hizo conocer en queja ante las
autoridades originarias del Sindicato Agrario de Obrajes que en Asamblea General Extraordinaria de
toda la comunidad, sin la presencia de los accionantes, el 3 de diciembre de 2012, en forma
arbitraria y fuera de toda norma legal o consuetudinaria, injustamente decidieron por la suspensión
de la lista de trabajos aludidos por tiempo indefinido, sin tener en cuenta que el problema fue
únicamente suscitado por Sinda Cortez Yucra -hermana de los ahora accionantes- y que ya estaba
siendo objeto de proceso penal en etapa de investigación preliminar ante el Ministerio Público.

Como se señaló anteriormente, acudieron en reclamo, primero ante las autoridades originarias; sin
embargo, en dicha Asamblea General no se dio lectura a su carta ni se la consideró. Es más, el 16 de
marzo de 2013, las autoridades originarias; a través, de una nota, solicitaron al Gerente de la
empresa minera GRUMINBOR S.R.L., la suspensión de la familia Cortez Yucra, por mal
comportamiento, como si el hecho que generó el proceso penal aludido hubiera sido cometido por
toda la familia, en base a cuya nota el Gerente de dicha empresa les suspendió de todos los trabajos
que venían realizando en la mina que administra en convenio con las autoridades originarias;
ocurriendo lo mismo con los propietarios de la empresa “Termas Obrajes Fricke Bozo S.R.L.” y el
Sindicato de “Transporte 24 de enero Obrajes”. Añaden, que el Ejecutivo Departamental de la
Federación de Transporte Libre de Oruro, fijó una reunión conciliatoria con las autoridades
originarias para el 12 de marzo del referido año, a la que no asistieron. Asimismo, el 19 de marzo del
ya citado año, la Fiscalía también citó a una audiencia conciliatoria, que tampoco prosperó. De lo
que concluyen, que no tienen la mínima intención de restituirlos a sus fuentes de trabajo.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

Los accionantes estiman lesionados sus derechos al trabajo y la inobservancia del principio de
seguridad jurídica, citando al efecto los arts. 9.II, 13.II, 46 de la Constitución Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicitan se les conceda la acción de amparo constitucional y se disponga la restitución a sus fuentes
de trabajo en la mina de la empresa minera GRUMINBOR S.R.L., en las “Termas de Obrajes Fricke
Bozo S.R.L.”; en la venta de rellenos y comidas en la puerta del balneario de Obrajes y la explotación
de la arena y otros agregados en el río Kotochullpa y Jachuma de Obrajes. Asimismo, se deje sin
efecto el Voto Resolutivo de la Asamblea Extraordinaria de 3 de diciembre de 2012.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

Celebrada la audiencia pública el 28 de junio de 2013, según consta en el acta cursante de fs. 91 a
106 vta., se produjeron los actuados que a continuación se detallan:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

El abogado de los accionantes, ratificó y reiteró la acción de amparo constitucional presentada.


Asimismo, la amplió en sentido de que: i) A la mina administrada por la empresa minera
GRUMINBOR S.R.L, a la semana, van seis personas diferentes a trabajar en la explotación, cargado,
etc. y les pagan un salario que asciende más o menos por semana la suma de Bs2000.- (dos mil
bolivianos 00/100) de acuerdo a la explotación a cada uno de los participantes; sin embargo, a raíz
del voto resolutivo de la comunidad, la empresa señaló, que como ya no estaban en las lista de la
comunidad, no podían explotar; ii) En la explotación de agregados en el río de Obrajes, el trabajo
consiste en que una pala mecánica carga a las volquetas y una persona por día de acuerdo al turno
mensual va y tiene que supervisar recibiendo un porcentaje por ese trabajo; iii) Además, de no
permitírseles participar en los trabajos descritos, se los ha sacado de la lista de la comunidad,
impidiéndoles participar incluso en las asambleas que convoca el pueblo, tratándoles como personas
ajenas; iv) Interponen la acción de amparo constitucional, por inminencia de daño irreparable y
perjuicio irremediable, debido a la vulneración de sus derechos al trabajo y su vinculación con los
derechos a la alimentación, educación y salud de sus familias; v) La comisión de un delito es intuito
personae, no puede afectar al resto de la familia; por lo que, incluso en aplicación de la jurisdicción
indígena, conforme lo estipula el art. 190 de la CPE, está prohibido vulnerar los derechos
fundamentales, como es el derecho al trabajo y la “seguridad jurídica”; vi) La decisión de suspensión
de sus trabajos no se refiere a qué reglamento o qué estatuto se hubiere aplicado; vii) María Cortez
Yucra -accionante- es una persona con capacidades diferentes, con tipo de discapacidad física
motora en un porcentaje de 79% debido a que tiene una deficiencia renal crónica, que requiere
diálisis constante para poder vivir, cuyo costo es de Bs1000.- (un mil bolivianos 00/100) por semana;
por lo cual, la suspensión de los trabajos aludidos en este amparo, también han lesionado su
derecho a la salud; viii) Teófilo Cortez Colque -accionante- es una persona de la tercera edad,
circunstancia, que no se tuvo en cuenta en la decisión de suspensión; y, ix) La situación de la familia
ahora accionante es de “muerte civil” en su comunidad, debido a que ya no son parte de la misma,
no participan en ninguna forma, como en el trabajo, tampoco en las asambleas, prácticamente viven
aislados, situación que además es una forma de discriminación y racismo.

I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

El abogado del Sindicato Agrario de Obrajes, en la audiencia pública, a tiempo de presentar su


informe a fs. 95 vta. a 99, solicitó se deniegue la tutela, manifestando lo siguiente: a) Los comunarios
de la Población de Obrajes actuaron en función a sus usos y costumbres; b) Si los accionantes
consideran que la Comunidad actuó en pleno, entonces al ser una colectividad, correspondía en
todo caso una acción popular; c) No obstante ser una comunidad campesina con sus actividades
principales en la agricultura y ganadería, los accionantes no alegaron supresión de esas actividades
cotidianas y naturales; por ello, las otras actividades como la venta de rellenos, el transporte, son
adicionales y más bien vinculadas a la industria y comercio; d) Nunca fueron expulsados de la
Comunidad; e) El Voto Resolutivo de 3 de diciembre de 2012, debe ser leído contextualmente, que
inicia con la frase “Por todos los hechos y antecedentes”, como son: incumplimiento de las funciones
de la Comunidad como en la junta escolar, revender las boletas de entrada en el balneario (por
Mónica Cortez Córdova), agarrar el poncho y tirarlo (según “acta de asamblea del 29 de febrero de
2013”), cuando este es símbolo sagrado de la comunidad, amenazas, golpes a Eleuterio López
Hidalgo, que era corregidor según documento de 25 de julio de 2012, denuncia que fue presentada a
la comunidad de acuerdo a sus usos y costumbres al Alcalde Policial, al Sindicato Agrario y a la
Comunidad de Obrajes; todo esos actos cometidos de manera sucesiva; es decir, la motivación para
emitirlo no fue únicamente la agresión física que inició proceso penal, sino el hecho de que la familia
Cortez Yucra, vino cometiendo una serie de infracciones a los usos y costumbres de la Comunidad;
por lo que, conforme a sus Estatutos y Reglamentos, la asamblea los sancionó de forma temporal de
trabajos accesorios, como las actividades de industria y comercio y no así de su trabajo principal, que
es la agricultura y la ganadería, no siendo culpa de la Comunidad, que los comunarios no quieran
cosechar su tierra o criar su ganado. Asimismo, en apego a la Ley de Deslinde Jurisdiccional, que
prohíbe la expulsión de la comunidad, no se los expulsó no obstante que existe este tipo de sanción
en los Estatutos y Reglamentos de la Comunidad. Por ello, cuando el voto resolutivo en una de sus
cláusulas señaló, que la suspensión era “por tiempo indefinido hasta una solución”, ello era una
cuestión de gramática, porque lo que en realidad se quiso decir, es hasta que dentro de su
comunidad solucionen ese problema y se pueda determinar, cuál va a ser la decisión final, hecho
que está corroborado por el Acta de la Asamblea de 3 de diciembre de 2012, del cual emergió el
Voto Resolutivo, en la que participaron los accionantes. Aclara más adelante, que la sanción fue
“…una suspensión solo de tres meses, no es verdad que les han suspendido de manera indefinida, su
suspensión es temporal de las actividades adicionales y colaterales porque dentro de su actividad
principal no se ha manifestado la asamblea...” (sic). Además, el Voto Resolutivo manifiesta que la
suspensión es para los comunarios Miguel Ramos, Santiago Cortez, María Cortez Yucra, Dámaso
Pacheco, Lizeth Milvia López Cortez y Zenobia Cortez López, también se impuso la sanción a la
víctima del proceso penal abierto por lesiones leves y graves como es Lizeth Milvia López Cortez y
que no es parte de la familia Cortez Yucra; es decir, la Comunidad actuó en justicia, sancionando a
todos por igual; f) No se cumplió con la característica de subsidiariedad que rige a la acción de
amparo, a efectos de peticionar que se revoque o anule una resolución de la Comunidad, porque se
estaría vulnerando derechos de ésta. Además, del libro de actas se desprende que la propia
asamblea señaló que en las próximas sesiones se consideraría el tema, lo que significa que no se
cerró su consideración. También se dijo que acudieron ante el Alcalde Policial de la Comunidad de
Obrajes, evidentemente existe una nota de 21 de diciembre de 2012; empero, está firmada por
algunas personas que no son los accionantes. El 22 de abril de 2013, nuevamente acuden ante el
mencionado Alcalde, pero algunos no son los accionantes; sin que pueda valorarse el hecho que
hubieran acudido ante el Ministerio Público y la Jefatura del Trabajo, debido a que no son parte de la
Jurisdicción Indígena Originaria Campesina; g) Los accionantes, consintieron los actos, no operando
la acción de amparo constitucional contra esos actos, debido a que no acudieron a las próximas
asambleas para hacer ver que si reclamaban y no estaban de acuerdo con la sanción; y h) Los
accionantes, siguen vendiendo sus rellenos en el puesto de comida; es decir, no respetaron el Voto
Resolutivo de la Asamblea de la Comunidad; ocurriendo lo mismo en “Trans 24 de enero Obrajes”,
donde vienen trabajando normalmente; por lo que, es una falta de honestidad afirmar que desde
diciembre no tienen una fuente laboral; e, i) Según el certificado de nacimiento de Lourdes Córdova
de Cortez, se encuentra vinculada a la familia Cortez Yucra, habiendo firmado el domingo 3 de
febrero de 2013, su rol de trabajo en las Termas de Obrajes; por lo cual, no es verdad que toda la
familia hubiere sido marginada.

Asimismo, en ejercicio de su derecho a la dúplica el abogado del Sindicato Agrario de Obrajes, de fs.
101 vta. a 102 vta., expresó: 1) El Convenio 169 sobre los Pueblos Indígenas y Tribales, en su art. 5
inc. a), recomienda y pone en manifiesto que debe ser aplicado al ámbito laboral, por cuanto
revaloriza los usos y costumbres de los pueblos indígenas; 2) Si bien el Estatuto de la Comunidad es
de data posterior al Voto Resolutivo; sin embargo, el art. 190 de la CPE, habla de “usos y
costumbres”, por lo que, sus estatutos son el reflejo de esos usos y costumbres que se practican
desde el origen y ancestralmente en la Comunidad; 3) No es cierto que las tierras de la Comunidad
sean rocosas, existen planicies donde se puede cultivar y ese derecho no les ha sido suprimido; y, 4)
Sobre la supuesta doble sanción, primero hay que aclarar que el proceso penal se encuentra con
imputación formal y ahí no existe todavía sanción; además, dicha imputación es sólo sobre un
miembro de la familia Cortez Yucra.

Por su parte, la empresa minera GRUMINBOR S.R.L., a través de Carlos Rocabado Rocabado,
“Gerente General”, en el informe oral emitido en la audiencia señaló que: i) Según el contrato de
explotación de óxido de hierro suscrito por la empresa minera GRUMINBOR S.R.L. con la
Cooperativa, el Alcalde Policial, el Corregidor auxiliar y el Secretario General de la comunidad de
Obrajes, la relación que tenían los accionantes no era directa sino con la referida Comunidad; es
decir, no eran trabajadores directos de la empresa, por lo mismo, lo único que hizo la referida
empresa, fue cumplir con la resolución de la reunión extraordinaria de la comunidad de Obrajes de 3
de diciembre de 2012, en apego a lo dispuesto en el art. 370.I de la CPE, debido a que el
concesionario minero que refiere que la explotación es conjuntamente la comunidad y no así de
forma unilateral, el art. 47.III de la Norma Suprema, refiere que el trabajo se realiza en comunidad;
ello, sin que quepa análisis alguno de los antecedentes que dieron lugar a dicha decisión de la
Comunidad porque no les compete. Más aún si la misma fue asumida en el ejercicio de la
jurisdicción indígena firmada por el Alcalde Policial, por el Corregidor y por el Secretario General,
dentro del marco de lo establecido en los arts. 190 y 192 de la CPE; y, ii) Es cierto que se llevó este
problema ante la Jefatura Departamental del Trabajo y que esta conminó la reincorporación de los
accionantes; sin embargo, por lo explicado debe tenerse cautela.

Finalmente, corresponde aclarar que de acuerdo al informe, efectuado a través de la Secretaría del
Tribunal de garantías, a la audiencia pública de acción de amparo constitucional, no comparecieron
Dominga León Cortez, Presidenta de la Asociación de Vendedores de rellenos y otros, tampoco
Jaime Navía Camacho, Administrador de la empresa “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L.”, ni su
propietario Ernesto Fricke Bozo. Del mismo modo, se aclaró que Silvana Paz, no podía participar en
la audiencia en representación de la empresa “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L”, por carecer de
poder suficiente, ocurriendo lo propio con la Presidenta de la Asociación de Vendedoras de relleno
Dominga León Cortez.

I.2.3 Resolución

La Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Oruro, constituida en Tribunal de garantías, por
Resolución 18/2013 de 28 de junio, cursante de fs. 107 a 111 vta., concedió la tutela peticionada y
dispuso la nulidad del Voto Resolutivo de la Asamblea Extraordinaria titulada Resolución de Magna
Reunión Extraordinaria de la Comunidad de Obrajes de 3 de diciembre de 2012. Asimismo, la
reincorporación en las fuentes de trabajo que venían desarrollando los ahora accionantes en las
empresas “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L.”, GRUMINBOR S.R.L., en la actividad comercial de
venta de rellenos y comidas, en todos los casos, en las mismas condiciones que desarrollaban su
labor anterior a su suspensión, la que debe ser cumplida en forma inmediata por las autoridades
demandadas.

La resolución se sustenta en los siguientes fundamentos: a) La Resolución de 3 de diciembre de


2012, emitida por la Comunidad de Obrajes, se apartó de lo dispuesto en el art. 10 de la Ley de
Deslinde Jurisdiccional (LDJ), en cuanto al ámbito de vigencia material que excluye a la jurisdicción
indígena originaria campesina para conocer y resolver temas vinculados a las materias penal y
laboral, como ocurrió en el caso, que suspendió de la lista de trabajos por tiempo indefinido a los
ahora accionantes, vulnerando su derecho al trabajo consagrado en la Constitución Política del
Estado, máxime si no se respetaron las garantías del debido proceso, porque no se les permitió
exponer sus pruebas de descargo; es decir, fue una sanción directa y unilateral. Es decir, las
determinaciones de la jurisdicción indígena originario campesina no pueden tener efecto legal
cuando afectan derechos y garantías protegidos por la Norma Fundamental, como es el derecho al
trabajo; y, b) La empresa “Termas Obrajes Fricke Bozo S.R.L.”, al asumir los efectos de la
determinación de 3 de diciembre de 2012, sin realizar un análisis real del contenido de la resolución
y por ende suspender de sus actividades laborales cotidianas a los ahora accionantes, de igual forma
vulneraron su derecho al trabajo; ocurriendo lo propio con relación a la Presidenta de la Asociación
de vendedoras de rellenos y otros que se desarrollan en la puerta del balneario de Obrajes; que
alcanzó no sólo a las accionantes Celia, María, Sinda y Felicidad, todas Cortez Yucra, sino también a
los familiares de estas personas, como son Jenny Rodríguez Cortez, Lourdes Córdova de Cortez y
Felicidad Cortez Yucra, aunque no son accionantes pero resultan ser terceros interesados. Asimismo,
se asumió similar medida por la empresa minera GRUMINBOR S.R.L, representada por Carlos
Rocabado Rocacabo, conforme al documento de 16 de marzo de 2013; es decir, que de acuerdo al
contrato de explotación que suscribió la referida empresa y la comunidad de Obrajes, estaba
compelida a asumir todas las determinaciones de la Comunidad, amparándose en la cláusula quinta
del contrato de explotación, más aún, si el contrato debe cumplirse sobre la base del respeto mutuo
y de existir algún problema, debía solucionarse en el marco del diálogo. Dicha empresa, respondió
en el mismo sentido a la conminatoria del Ministerio del Trabajo, realizada el 9 de abril de 2013,
reiterando no existir contratos individuales con los comunarios, sino a través de la Comunidad en su
conjunto; además, en respeto a la Comunidad de Obrajes y para evitar enfrentamientos entre los
mismos comunarios, asumía la suspensión solicitada por las autoridades originarias.
I.3. Trámite procesal en el Tribunal Constitucional Plurinacional
Mediante Decreto Constitucional de 6 de diciembre de 2013, se ha dispuesto la suspensión del plazo
a efectos de recabar documentación complementaria.
A partir de la notificación con el DC de 14 de mayo de 2014, se reanudó el plazo; por lo que la
presente Sentencia Constitucional Plurinacional, se pronuncia dentro del mismo.
II. CONCLUSIONES

De la debida revisión y compulsa de los antecedentes se llega a las conclusiones que se señalan
seguidamente:

II.1. La Comunidad de Obrajes perteneciente a la Central Condorchinoca, Tercera Sección, Paria


Soracachi, provincia Cercado del departamento de Oruro, en reunión extraordinaria de 3 de
diciembre de 2012, según consta el Acta manuscrita, resolvió suspender de la lista de los trabajos
como son: En las “Termas de Obrajes, Trans 24 de enero, trabajo en mina y venta de comida” (sic),
por tiempo indefinido hasta una solución en las próximas reuniones, a los comunarios Miguel
Ramos, Santiago Cortez Yucra, María Cortez Yucra, Damaso Pacheco, Lizeth Milvia López Cortez y
Zenobia Cortez López. Ello, en consideración a los hechos denunciados de agresiones físicas y
verbales graves perpetrados por Sinda Cortez Yucra -ahora accionante- referidos a un corte en la
cara de Lizeth Milvia López Cortez, con “copa de vidrio”; señalando que por tal hecho -refiriéndose
en plural- debían responder, aclarando que desde tiempo atrás esas personas siempre fueron
agresivas y no respetan y que esa situación es de conocimiento de la comunidad; por lo que,
correspondía “…dar castigo indefinido hasta dar una solución en las próximas reuniones del
Sindicato Agrario de Obrajes, exclusivamente en los trabajos eventuales que gozamos la comunidad
sin afectar a la principal actividad como es la agricultura y ganadería…”(sic) (fs.90).

II.1.1. Por “Resolución del Magno Reunión Extra Ordinario de la Comunidad de Obrajes” (sic), de 3
de diciembre de 2012 (fs.1 vta.), dicha Comunidad, resolvió suspender de la lista de los trabajos
nombrados, por tiempo indefinido hasta una solución, a los comunarios Miguel Ramos, Santiago
Cortez Yucra, María Cortez Yucra, Dámaso Pacheco y su familia, por las mismas razones expuestas en
el Acta, esto es, agresión física y verbal de Sinda Cortez Yucra a Lizeth Milvia López Cortez, así como
amenazas de muerte y su madre Zenobia Cortez López, también en consideración a “…todos los
antecedentes anteriores de estas personas como ser agresión verbal y físicamente al Sr. Corregidor y
esposa Euloterio López en dos oportunidades, de igual manera constante existe agresiones verbales
amenazas de muerte, indicando, que se verá con su pandilla, ante cualquier comunario” (sic). Por lo
que, ante la denuncia de que dichas personas hubieran manifestado que correrían la misma suerte,
de igual forma los vecinos de la comunidad; también se determinó que debían dar garantías a toda
la comunidad y en particular hacer la curación a Lizeth Milvia López Cortez.

II.1.2. Por memorial presentado el 11 de junio de 2013 (fs. 58 a 59), los accionantes, cumpliendo
con la exigencia de acreditar su legitimación activa ante el Tribunal de garantías, enlistaron su
relación de parentesco y relación conyugal, respecto de los familiares suspendidos por la Resolución
de la Comunidad de 3 de diciembre de 2012.

II.2. Existen varias notas de diferentes fechas, por las cuales, las personas ahora accionantes se
dirigieron al Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, Alejandro Rubén Mendoza Villarroel -ahora
demandado-, respecto a la resolución asumida por la Asamblea de la Comunidad de 3 de diciembre
de 2012, como son:

II.2.1. Mediante nota de 21 de diciembre de 2012 (fs. 20); Sinda, Héctor Iván, Elmer, todos Cortez
Yucra -ahora accionantes-, Miguel Ramos y Dámaso Pacheco, aclararon al Alcalde Policial de la
Comunidad de Obrajes, Alejandro Rubén Mendoza Villarroel -ahora demandado-, que la Resolución
de la Comunidad de 3 de diciembre del citado año, no tuvo en cuenta que el problema era entre su
persona y Lizeth Milvia López Cortez; es decir, personal por agresiones mutuas en la que no
participaron Miguel Ramos (esposo de Sinda Cortez Yucra), Santiago Cortez Yucra (hermano), María
Cortez Yucra (hermana), Dámaso Pacheco (cuñado y esposo de Felicidad Cortez Yucra), máxime si el
caso ya está siendo dilucidado en la jurisdicción ordinaria penal, solicitando se dé lectura en
asamblea de “28 de diciembre de 2012” para que sea esa instancia la que levante la injusta sanción
en su contra y de sus familiares, aclarando que caso contrario acudirían a la justicia constitucional
por lesión a su derecho al trabajo.

II.2.2. Por nota de 9 de enero de 2013 (fs. 22), Sinda Cortez Yucra y Lourdes Córdova Aguilar,
aclararon al Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, la misma situación expuesta en la
Conclusión II.2 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, añadiendo que la sanción de
dos años de suspensión de su labor de venta de comidas en el balneario de Obrajes lesionaba su
derecho al trabajo privándoles del sustento a sus familias.

II.2.3. Por notas de 22 y de 29 de abril de 2013 (fs. 21), los nombrados en las conclusiones II.2. y
II.3 de esta Resolución, aclararon a Alejandro Rubén Mendoza Villarroel, Alcalde Policial de la
Comunidad de Obrajes, la misma situación que lo expuesto en la Conclusión II.2. (fs. 4). Esta última
nota se hizo conocer al mencionado Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, a través de la
diligencia realizada por Ascencio Pablo Mita, Jefe Provincial de Policía de Paria, el 30 de igual mes y
año (fs. 5).

II.3. Dentro del proceso penal seguido por el Ministerio Público contra Sinda Cortez Yucra, por
la presunta comisión del delito de lesiones gravísimas, tipificado y sancionado por el art. 270 inc. 4)
con relación art. 20 del Código Penal (CP), se emitió imputación formal en su contra, el 27 de febrero
de 2013 (fs. 30 a 33) y se requirió su detención preventiva (fs. 34 y vta.), habiendo sido señalada la
audiencia pública para el 27 de marzo del mismo año, por el Juez Tercero de Instrucción en lo Penal
del departamento de Oruro (fs. 35).
II.4. Según contrato de 29 de noviembre de 2012, de explotación de óxido de fierro para Sucre,
(Fábrica FANCESA) entre la empresa GRUMINBOR S.R.L. y la Cooperativa y Comunidad de Obrajes, se
acordó: “PRIMERA.- Se encargan de la explotación de óxido de fierro los comunarios de la localidad
de obrajes nominados en grupos determinados de mutuo acuerdo entre ellos” (sic); “SEXTA.- La
comunidad está de acuerdo con la explotación de óxido de fierro desde luego con la participación de
los comunarios como trabajadores” (sic); y “QUINTA.- La cooperativa y comunidad de obrajes y
gruminbor srl. Cumplirán las cláusulas de este contrato imperando el respeto mutuo debiendo
solucionarse cualquier problema con un diálogo sincero y respetuoso” (sic) (fs. 10).

II.4.1. En mérito al tenor de dicho contrato de 29 de diciembre de 2013, no obstante que la Jefatura
Departamental de Trabajo de Oruro, a través de Resolución de Conminatoria 007/2013 de 9 de abril,
conminó a Carlos Rocabado Rocabado, Presidente Ejecutivo de la empresa minera GRUMINBOR
S.R.L., a la inmediata reincorporación de Elmer,Santiago y Héctor Iván, todos Cortez Yucra, Felipe
López Medrano, Teófilo Cortez Colque,, en el plazo máximo de tres días hábiles (fs. 7); por memorial
de 16 de abril de 2013, la empresa minera GRUMINBOR S.R.L. (fs. 8 a 9), señaló a la autoridad
administrativa laboral, lo siguiente: 1) Según el contrato de explotación con la Cooperativa y
Comunidad de Obrajes de 29 de noviembre de 2012, la referida empresa no tiene un contrato de
trabajo con cada de uno de los comunarios, sino con la Comunidad en su conjunto, debido a que de
acuerdo a sus usos y costumbres tienen su propia forma de administración laboral en que la
empresa no tiene injerencia alguna. Además, conforme a la cláusula quinta de dicho contrato deben
sujetarse a las mismas, en el margen del respeto muto; 2) Por ese motivo, manifestó que no podía
reincorporar a nadie, por lo que solicitó cautela en las conminatorias por “…tratarse de incordios de
naturales ajena a temas laborales, y son de otros tratamiento”; y, 3) Solicitó se disponga día y hora
de audiencia para que se solucione el problema entre los miembros de la Comunidad, sin inmiscuir a
su empresa y no se perjudique el normal desenvolvimiento de las relaciones laborales que tiene la
empresa con la Comunidad.

II.4.2. Por nota de 16 de marzo de 2013, el Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, y Germán
López Mamani, Secretario General, solicitaron al Gerente de la empresa minera GRUMINBOR S.R.L.,
la suspensión de la familia Cortez, en mérito a lo dispuesto en asamblea extraordinaria de 3 de
diciembre de 2012 (fs. 6).

II.5. Por memoriales de 1, 11 y 19 de marzo de 2013, Alcira Celia, Santiago, Felicidad, Elmer,
Héctor Iván, todos Cortez Yucra, solicitaron al Fiscal de Materia en lo Penal, se cite a Luciano
Coaquira (Corregidor), Germán López Mamani (Secretario) y Rubén Alejandro Mendoza Villarroel
(Alcalde Policial), debido a su inasistencia reiterada pese a su legal citación por la Policía de Paria,
dentro de la denuncia de que fueron despojados de sus fuentes laborales (fs. 11, 12 y 13).

II.6. Existen certificaciones de: i) “Trans 24 de enero de Obrajes”; y, ii) La Asociación de


Vendedoras de comidas y rellenos, ambos de la Comunidad de Obrajes, que señalan que los
accionantes seguían trabajando.

II.6.1. La Federación Departamental de Transporte Libre Oruro, ante la denuncia de los ahora
accionantes por nota de 1 de marzo de 2013 (fs. 25), sobre la suspensión de la actividad del
transporte, por nota de 7 de marzo de 2013 (fs. 24), convocó a reunión conjunta con el
representante de “Trans 24 de enero de Obrajes, Román Mendoza” (sic), para el 12 de marzo
autodenominándose “árbitro para el Análisis y Solución del problema”; sin embargo, al no haberse
hecho presente se suspendió la misma, haciendo conocer dicha suspensión a Santiago Cortez Yucra,
mediante nota de 29 de mayo de 2013 (fs. 23).

Según Certificación de 27 de junio de 2013 de “Trans 24 de enero de Obrajes”, Santiago,


Héctor Iván y Alcira Celia, todos Cortez Yucra, así como Felipe López Medrano esposo de Alcira Celia
Cortez Yucra, conforme certificado de matrimonio, cursante a fs. 51, actualmente trabajan en la
institución en el servicio en la ruta de Oruro-Obrajes y viceversa. (fs. 68 y 69).

II.6.2. La Presidenta de la Asociación de Vendedoras de comidas y rellenos de la Comunidad de


Obrajes, Zenobia Cortez Patón -madre de Lizeth Milvia López Cortez- a través de certificado de junio
de 2013, afirmó que los ahora accionantes seguían trabajando sin restricción de ninguna naturaleza
(fs. 72).

II.7. De los datos del expediente, dos de los accionantes, son personas de protección reforzada
por pertenecer a grupos de especial vulnerabilidad, como son: a) María Corte Yucra, con número de
Carnet de Discapacidad 03-19720524MCY, por discapacidad física motora en un porcentaje del 79%
(fs. 29), recibiendo terapia de diálisis, conforme consta el certificado de 5 de marzo de 2013 (fs. 27)
emitido por la Trabajadora Social y Responsable del Programa de Salud Renal del Servicio
Departamental de Salud de Cochabamba; y, b) Teófilo Cortez Colque, por ser persona adulta mayor,
conforme consta de su certificado de nacimiento cursante (fs. 49).

II.8. Por Informe de 4 de abril de 2014 (fs. 132 y vta.) el Juez de Instrucción Cautelar Tercero en lo
Penal de Oruro, Julio Huarachi Pozo, informó:

II.8.1. El proceso penal seguido por el Ministerio Público a querella interpuesta por Teófilo Cortez
Yucra y otros contra Alejandro Rubén Mendoza Villarroel, Luciano Coaquira López, Julio López
Coaquira y Germán López Mamani, por el delito de desobediencia a resoluciones en acciones de
defensa e inconstitucionalidad, se encuentra concluido, es decir, se declaró la extinción de la acción
penal al haberse aplicado la salida alternativa de criterio de oportunidad a favor de los mencionados
imputados, por lo que se encuentra archivado.

II.8.2. Dentro del proceso penal seguido por el Ministerio Público a querella interpuesta por Lizeth
Milvia López Cortez contra Cinda Cortez Yucra, por el delito de lesiones gravísimas, el proceso fue
remitido ante el Tribunal de Sentencia Penal 2 del departamento de Oruro, el 21 de enero de 2014,
con acusación pública y el estado actual del proceso se encuentra con señalamiento para juicio oral.

II.9. Según Acta de conciliación de 24 de enero de 2014 (cursante como parte de la


documentación remitida por la Unidad de Descolonización con motivo del peritaje solicitado por el
Magistrado Relator), las autoridades originarias de la comunidad de Obrajes, cantón Paria, tercera
sección del municipio de Soracachi del departamento de Oruro -Alejandro López Huanca, Corregidor
Auxiliar y Oscar López Mendoza, Secretario General y Benigno Mendoza Gutiérrez, Alcalde
Originario- a objeto de dar solución al conflicto penal que sigue Teófilo Cortez “Colque” Yucra y
otros, por el presunto delito de desobediencia a resoluciones se llegó a las siguientes conclusiones,
que se las transcribe in extenso:

“1. Las autoridades originarias del Sindicato Agrario de obrajes garantizan la restitución a sus
fuentes de trabajo de todas las personas que se encuentran afectadas siendo las siguientes
personas, TEOFILO CORTEZ COLQUE con C.I. No. 2753632-Or. ALCIRA CELIA CORTEZ YUCRA con C.I.
No. 2768289. SANTIAGO CORTEZ YUCRA, con C.I. No. 3088970 Or. FELICIDAD CORTEZ YUCRA, con
C.I. 4057224-Or. ELMER CORTEZ YUCRA, con C:I: No. 3524673-Or, MARIA CORTEZ YUCRA, con C.I.
No. 5778836-Or., SINDA CORTEZ YUCRA con C.I. No. 5778784-Or. y HECTOR IVAN CORTEZ YUCRA,
con C.I. No. 5776622-Or, todos mayores de edad y hábiles a los efectos de ley.
2.- Así mismo tanto de parte de las víctimas e imputados se otorgan en forma recíproca las
garantías hasta el segundo grado de afinidad en caso de incumplimiento se acudirá a las vías llamada
por ley.
3.- Las víctimas dentro del presente hecho penal que siguen realizaran el correspondiente
Documento de Transacción y Desistimiento a favor de los Sr. GERMAN LOPEZ MAMANI, con C.I. No.
3082263-Or., JULIO LOPEZ COAQUIRA. Con C.I. No. 2740705-Or., LUCIANO COAQUIRA LOPEZ, con
C.I. No. 2745233-Or. Y ALEJANDRO RUBEN MENDOZA VILLARROEL, con C.I. No. 3106659-Or. todos
mayores de edad y hábiles a los efectos de ley, sea la misma a la brevedad posible” (sic) (fs. 72 de
anexo 1).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Los accionantes, miembros de la familia Cortez Yucra, cuyo padre es Teófilo Cortez Colque y todos
parte de la comunidad de Obrajes perteneciente a la Central Condorchinoca, tercera sección, Paria
Soracachi, provincia Cercado del departamento de Oruro, alegan la vulneración a su derecho al
trabajo, así como de sus familiares, debido a que las autoridades originarias del Sindicato Agrario de
Obrajes, después de la Asamblea Extraordinaria de 3 de diciembre de 2012, emitieron la resolución
por la cual, se les suspendió en forma indefinida de los trabajos en las Termas Obrajes, Transporte
24 de enero, trabajo en mina y venta de rellenos y comidas en la puerta del balneario de Obrajes.
Asimismo, las empresas Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L., GRUMINBOR S.R.L., a solicitud de las
autoridades originarias y en mérito a la Resolución de 3 de diciembre de 2012, los suspendieron en
sus trabajos. Ello, sin tener en cuenta que el problema por el cual emergió la decisión de
suspenderlos, fue a raíz de un hecho de discusión y agresión entre Sinda Cortez Yucra -accionante-
con Zenobia Cortez Patón y su hija Lizeth Milvia López Cortez, que dio lugar a un proceso penal por
la comisión del delito de lesiones graves y gravísimas encontrándose en fase de imputación formal y
la imputada con medidas sustitutivas a la detención preventiva. Ante tal situación, acudieron a varias
instancias como ser: las Autoridades Originarias, la Dirección Departamental del Trabajo, quien
conminó su reincorporación y el Ministerio Público sin ningún resultado.

En consecuencia, corresponde determinar en revisión, si se debe conceder o denegar la tutela


solicitada.

III.1. El debido proceso en contextos interculturales

En el contexto de la Administración de justicia indígena originaria campesina, cabe establecer que el


debido proceso adopta formas particulares que no pueden ser “juzgadas” en términos occidentales,
sino más bien deben ser, en esencia, respetadas, pero también en la medida de lo posible
compatibilizadas con la metafísica dogmática de la Norma Suprema.

Así, la Constitución Política del Estado, al proclamar el pluralismo jurídico (art. 1), establece que se
reconocen las instituciones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, conforme a
esta Constitución y la ley (art. 2 de la CPE), acorde con ello, se reconoce su derecho colectivo al
ejercicio de su sistema jurídico de acuerdo a su cosmovisión (art. 30.II. 14 de la CPE); sin embargo de
ello, la propia Norma Suprema ha establecido como límite inmanente el respeto del derecho a la
vida, del derecho a la defensa y de los demás derechos y garantías establecidos en la presente el art.
190 de la Ley Fundamental. De ahí que se evidencia que la Constitución Política del Estado, si bien ha
determinado un reconocimiento pleno del ejercicio del sistema de justicia indígena originario
campesino; ha determinado un límite en el ejercicio de dicha potestad, que consiste en el respeto de
los derechos a la vida y a la defensa de manera primordial y de manera subyacente al resto de
derechos fundamentales y garantías constitucionales establecidas en la Constitución Política del
Estado; con ello se quiere relevar, que el Constituyente ha establecido una textura de mínima
intervención sobre el derecho indígena originario campesino, que significa que el mismo no puede
ser en esencia sometido a un tipo de control externo, salvo que por la gravedad de una afectación de
derechos fundamentales, este Tribunal Constitucional Plurinacional, debe brindar una tutela con dos
objetivos concretos: 1) Consolidar un ejercicio de la administración de justicia indígena originaria
campesina respetuosa de los derechos fundamentales de las personas; y, 2) Reconocer que las
decisiones asumidas por la justicia indígena originario campesinas se basan en el principio de
intangibilidad, y que su revisión extraordinaria obedece al supuesto excepcional de violación de los
derechos fundamentales establecidos en la Norma Suprema.

De acuerdo a lo señalado, se tiene que el debido proceso no debe ser entendido en términos
occidentales cuando se analiza la tramitación de un proceso sustanciado en la jurisdicción indígena
originaria campesina; pues si bien el debido proceso en el occidente tiene un contenido cultural
construido a partir de la vivencia y experiencia de distintos sistemas jurídicos, se debe establecer
que éste no tiene los mismos componentes que el debido proceso en términos indígena originario
campesino, pues obedece legítimamente a tradiciones jurídicas diferentes, ambas
constitucionalmente reconocidas, en ese ámbito ésta jurisdicción debe considerar que en los casos
que se le presentan sobre aparentes lesiones al debido proceso en la tramitación de un proceso
sometido a la jurisdicción indígena originario campesino, deberá incidir esencialmente en analizar si
la persona ha podido asumir defensa en el proceso y si la sanción que se le ha impuesto no afecta
sus derechos a la vida, a la dignidad y a la integridad física.

III.2. El debido proceso y el derecho a una resolución motivada

La SCP 2076/2013 de 18 de noviembre, estableció sobre los alcances del derecho a una resolución
motivada en comunidades indígenas, que: “El derecho a la motivación de las resoluciones (judiciales
o administrativas) se constituye en un elemento constitutivo del debido proceso, en tanto exige
'…que cada autoridad que dicte una resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos,
realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte dispositiva de la misma. (…)
consecuentemente cuando un juez omite la motivación de una resolución, no sólo suprime una
parte estructural de la misma, sino también en los hechos toma una decisión de hecho no de
derecho que vulnera de manera flagrante el citado derecho que permite a las partes conocer cuáles
son las razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo mismo cuál es la ratio
decidendi que llevó al Juez a tomar la decisión' (SC 0752/2002-R de 25 de junio).

Esto significa que las resoluciones deben ser ante todo claras e inteligibles, más que abundantes,
deben informar de manera efectiva al afectado sobre los aspectos más relevantes de la resolución,
permitiéndole asumir un conocimiento cabal y suficiente acerca de las razones que sustentan la
decisión. Es en este sentido que la SC 1365/2005-R de 31 de octubre, ha determinado: '…que la
motivación no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas legales, sino que exige
una estructura de forma y de fondo. En cuanto a esta segunda, la motivación puede ser concisa,
pero clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiendo expresar el Juez sus convicciones
determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo caso las normas del debido
proceso se tendrán por fielmente cumplidas. En sentido contrario, cuando la resolución aun siendo
extensa no traduce las razones o motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se
tendrán por vulneradas'.

En este marco, debe entenderse que la aplicación del derecho a la debida fundamentación y
motivación en el caso de las resoluciones emitidas por la justicia indígena originario campesino no
necesitan regirse por los cánones occidentales, sino conforme a la cosmovisión, normas y
costumbres propias lo que implica un esfuerzo adicional para identificar en cada caso concreto la
normativa interna (sea oral o escrita) y el paraguas axiológico sobre el cual descansan sus sanciones
de forma que el sancionado y el resto de la comunidad conozcan los motivos y la proporcionalidad
de la sanción”.
III.3. Análisis del caso concreto

En el caso concreto, los accionantes miembros de la familia Cortez Yucra, cuyo padre es Teófilo
Cortez Colque y todos parte de la comunidad de Obrajes, perteneciente a la Central Condorchinoca,
tercera sección, Paria Soracachi, provincia Cercado del departamento de Oruro, alegan la
vulneración a su derecho al trabajo, así como de sus familiares debido a que las autoridades
originarias del Sindicato Agrario de Obrajes, después de la Asamblea Extraordinaria de 3 de
diciembre de 2012, emitieron la resolución por la cual se les suspendió en forma indefinida de los
trabajos en las Termas Obrajes, Transporte 24 de enero, trabajo en mina y venta de rellenos y
comidas en la puerta del balneario de Obrajes. Asimismo, las empresas “Termas de Obrajes Fricke
Bozo S.R.L.”, GRUMINBOR S.R.L., a solicitud de las autoridades originarias y en mérito a la Resolución
de 3 de diciembre de 2012, los suspendieron en sus trabajos. Ello, sin tener en cuenta que el
problema por el cual emergió la decisión de suspenderlos fue a raíz de un hecho de discusión y
agresión entre Sinda Cortez Yucra -accionante- con Zenobia Cortez Patón y su hija Lizeth Milvia
López Cortez, que dio lugar a un proceso penal por el delito de lesiones graves y gravísimas
encontrándose en fase de imputación formal y la imputada con medidas sustitutivas a la detención
preventiva. Ante cuya situación, acudieron a varias instancias como ser las autoridades originarias, la
Dirección Departamental del Trabajo de Oruro, quien conminó su reincorporación y el Ministerio
Público sin ningún resultado.

Ingresando al análisis de los elementos del caso concreto, se tiene que su problemática reside
centralmente, en que los accionantes, miembros de la Comunidad Indígena Originario Campesina de
Obrajes, denuncian que fueron sancionados por sus autoridades originarias de forma
desproporcionada y en plena violación de su derecho fundamental al trabajo; toda vez que
dispusieron la suspensión de forma “indefinida” de toda actividad laboral y comercial, que realizan
todos los miembros de la Comunidad de forma rotativa.

Analizados los datos procesales se tiene que la Resolución de 3 de diciembre de 2012, sólo hace
referencia, como fundamentos de su decisión, a un “amplio informe” emitido por las autoridades
sobre las agresiones físicas y verbales (amenazas de muerte) suscitadas por “Sinda Cortez, esposa de
Miguel Ramos, Lourdes Córdova de Cortez e hijas, Erica Pacheco, hija de Dámaso Pacheco, María
Cortez y su hijo Sergio” contra Lizeth Milvia López Cortez y su madre, Zenobia Cortez López, lo cual
representaría un peligro para todos los integrantes de la Comunidad. De la misma manera, señala
que en la referida reunión, se puso en consideración “todos los antecedentes” de estas personas,
como agresiones verbales y físicas al Corregidor, Eleuterio López y su esposa en dos oportunidades.

Es decir, dicha Resolución se remite al acta de reunión de la misma fecha (Conclusión II.1), que en
esencia tiene el mismo contenido, con ello este Tribunal evidencia, que existe una decisión que
dispone sancionar a los accionantes con suspensión de la lista de trabajos por tiempo indefinido
hasta una solución; sin embargo, ni en la reunión, tampoco en la Resolución se expusieron dos
elementos esenciales tendientes a garantizar el derecho al debido proceso, que son: i) A partir de
qué elementos objetivos y subjetivos era aceptable concluir que los procesados habían sido
efectivamente quienes habían cometido las supuestas agresiones; y, ii) Por qué dichas agresiones
debían ser sancionadas con suspensión de trabajos por tiempo indefinido.

Asimismo, la Resolución que dispone la sanción carece de un mínimo contenido de motivación que
permita que tanto los sancionados como este Tribunal comprendan, cuáles han sido las razones que
llevaron a la Comunidad a disponer una sanción de suspensión, pues si bien dicha motivación podía
ser desarrollada incluso de manera oral en la reunión, ésta debe ser constatable para los sindicados
y para la justicia constitucional, a efectos de poder conocer tres elementos indispensables: a) Cuáles
son las conductas precisas que hubieran cometido los procesados; b) Cuáles son los elementos de
prueba que permiten a la Comunidad concluir que ha existido acciones contrarias a su “Derecho
propio”; y, c) Cuáles son las normas, valores y/o principios que han sido desconocidos, y cuáles son
los efectos para la comunidad, por los cuales es razonable disponer una u otra resolución.

Ahora bien, cabe recordar que los accionantes al interponer su acción de amparo constitucional,
identificaron como vulnerados sus derechos al trabajo y el principio de seguridad jurídica; este
Tribunal encuentra que existe una conexión evidente con el derecho al debido proceso en su
componente motivacional, pues en el fondo la Resolución implica la imposición de una sanción que
limita el derecho al trabajo; por ello, sin poder conocer la razones para su imposición no es posible
analizar la proporcionalidad de la medida asumida de acuerdo a la identidad propia de la
comunidad; por ello, corresponde conceder la tutela en cuanto al derecho a la resolución motivada a
efectos de que la comunidad emita una nueva Resolución debidamente motivada que permita al
accionante conocer adecuadamente cuales fueron los principios, valores y normas de la comunidad
que hubiese violado y por qué es razonable y proporcional la imposición de una sanción de
suspensión.

Finalmente, en virtud del acta de conciliación de 24 de enero de 2014, cabe dimensionar la tutela
constitucional, a efectos de determinar que si por la suscripción de dicha acta de conciliación se ha
pacificado la situación de conflicto entre los accionantes ya no resultará necesario reabrir el
conflicto, por lo que modulando los efectos de la Sentencia Constitucional Plurinacional, se deberá
emitir una nueva Resolución, sólo si la parte accionante considera necesario a sus pretensiones.
Por los fundamentos expuestos, por el Tribunal de garantías al conceder la tutela impetrada, obró
correctamente.
POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Tercera; en virtud de la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Estado, concordante con el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional, en revisión resuelve: CONFIRMAR la Resolución 18/2013 de 28 de junio, cursante de
fs. 107 a 111 vta., pronunciada por la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Oruro, y en
consecuencia, CONCEDER la tutela, en cuanto al derecho al debido proceso en su vertiente derecho
a la resolución fundamentada.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. Dr. Ruddy José Flores Monterrey


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez


MAGISTRADA
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0076/2018-S1
Sucre, 23 de marzo de 2018

SALA PRIMERA
Magistrada Relatora: MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas
Acción de amparo constitucional

Expediente: 21492-2017-43-AAC
Departamento: La Paz

En revisión la Resolución 01/2017 de 5 de octubre, cursante de fs. 288 a 295 vta.


pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por
Raúl Quisisani Mamani, Eusebia Almendra Luna por sí y en representación
de su hijo menor AA; Carlos Leonardo, Ghilda, Raúl Darwin, Henry y María
Cecilia, todos Quisisani Almendra contra Felisidad Arrascayta Ugarte,
Secretaria General; Luis Lázaro Quispe Acaguana, Secretario de
Relaciones y Justicia; Dora Salazar Acuña, Vocal; María Vera Pinedo,
Secretaria de Deporte; Casimira Calle Mamani, Secretaria de Vialidad y
Maribel Mamani Quispe, Secretaria de Actas, todos miembros del
Directorio del Sindicato Agrario de la comunidad Yabalo, municipio de
Irupana, provincia Sud Yungas del departamento de La Paz.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la acción

Por memoriales presentados el 12 y 18 de septiembre de 2017, cursantes de


fs. 59 a 64 vta.; y, fs. 67 a 69 vta., respectivamente, los accionantes
expresan lo siguiente:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

El Directorio del Sindicato Agrario de la comunidad Yabalo, perteneciente al


municipio de Irupana, provincia Sud Yungas del departamento de La Paz, en
coordinación con sus bases, aprovechando que de forma anterior los
desafiliaron, emitieron Voto Resolutivo de 3 de mayo de 2017, por el que
resolvieron de forma arbitraria e ilegal, su expulsión definitiva, obligándolos a
abandonar la referida comunidad en el plazo de noventa días y

1
conminándolos a vender sus propiedades bajo amenazas de ser revertidas
sus tierras a favor de la comunidad, porque serían de uso común.

En varios de los considerandos, se afirmó que serían una amenaza para la


comunidad y que supuestamente maltrataron a la madre de Raúl Quisisani
Mamani, sin comprobar tales afirmaciones y si bien algunos -de los
accionantes- están siendo procesados por supuestos actos de violencia
intrafamiliar; empero, se encuentra en etapa de investigación preliminar, no
pudiendo afirmarse que fueron los autores de las supuestas agresiones para
imponer sanciones sin que exista sentencia ejecutoriada; así como tampoco
se tiene sentencia respecto a las aparentes denuncias de amenazas de
muerte contra sus vecinos.

Una vez cumplido el plazo señalado, fueron notificados con una nueva
Resolución de 9 de agosto de 2017, recordándoles el cumplimiento de dicho
plazo y otorgando uno nuevo de treinta días para ejecutar la sanción
asumida; además, los comunarios a la cabeza de los dirigentes, salieron en
marcha a la localidad de Chulumani el 6 de septiembre del mismo año,
exigiendo su expulsión, existiendo amenazas de destechar su casa el 13 del
mismo mes y año, cuando debía realizarse la inspección ocular dentro del
proceso por supuestos actos de violencia familiar y doméstica.

Asimismo, refieren que los problemas se originaron a raíz de que Eusebia


Almendra Luna denunció agresiones físicas y supuesta violación de su hija y
nieta ante las autoridades correspondientes.

Finalmente indican que, se pudo establecer que el Directorio demandado no


tiene jurisdicción ni competencia para determinar la expulsión de ningún
ciudadano, de ordenar la venta de propiedades o la reversión de sus tierras,
al no ser autoridades jurisdiccionales ni indígenas originarias campesinas que
tengan esa jurisdicción y competencia para sancionar; además la reversión le
compete al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) mediante un
procedimiento administrativo y no al Sindicato demandado; asimismo, el 6 de
septiembre de 2017, con la intención de despojarlos -de su inmueble-,
algunos pobladores en complicidad con autoridades de la comunidad,
ingresaron a su domicilio a sustraer coca seca y tres redes de coca, y al verse
sorprendidos huyeron del lugar, depositando luego lo robado en la policía,
pretendiendo camuflar el allanamiento.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

Los accionantes denuncian la vulneración de sus derechos a la libertad de


residencia y permanencia en cualquier parte del país, a la defensa, al debido
proceso, a ser oído por una autoridad competente, independiente e
imparcial, a la presunción de inocencia y a la propiedad privada, citando al
efecto los arts. 21.7, 56.I y II, 115.II y 120.I de la Constitución Política del
Estado (CPE).

2
I.1.3. Petitorio

Solicitan se conceda la tutela impetrada, disponiendo lo siguiente: a) La nulidad


de la Resolución de 3 de mayo de 2017, emitida por la comunidad Yabalo; b) La
nulidad de la Resolución de 9 de agosto del mismo año, emitida por la misma
comunidad; c) El cese de la amenaza de expulsión, de la conminatoria de venta
de las propiedades privadas y la amenaza de reversión de tierras a favor de la
referida comunidad; d) El pago de costas procesales; y, e) El resarcimiento de
daños.

I.2. Audiencia y Resolución de la Jueza de garantías

La audiencia pública se realizó el 5 de octubre de 2017, según consta en el


acta cursante de fs. 283 a 287 vta., produciéndose los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La parte accionante, a través de su abogado ratificó íntegramente los términos


de su demanda tutelar y ampliándola en audiencia, señaló que, el primer Voto
Resolutivo, jamás les fue notificado personalmente, sino que fue difundido por la
Radio Yungas, donde Raúl Quisisani Mamani fue a solicitar que le den una copia
del mismo; en cuanto al segundo Voto Resolutivo, éste recién fue pegado en la
puerta del domicilio del accionante mencionado.

En audiencia, la Defensoría de la Niñez y Adolescencia -del Gobierno Autónomo


Municipal de Irupana-, en representación del menor AA, manifestó que: 1) Se
emitió un Voto Resolutivo determinando la expulsión de los accionantes, siendo
uno de ellos un menor de quince años; además, se indica que Raúl Quisisani
Mamani constituye una amenaza para la comunidad y no se aclara si el menor
también lo es; 2) Se hace referencia que hubo violencia física y psicológica contra
la abuela del menor, pero no se menciona si esos actos también fueron proferidos
por el menor; 3) En el Voto Resolutivo se justifica la expulsión por los problemas
con los vecinos, pero no señalan si el menor fue parte de esos problemas, y si así
fuese, en que calidad estuvo relacionado; 4) Si bien el menor estudia en la
comunidad de Irupana, ello no es obstáculo para que pueda apersonarse los fines
de semana para compartir con sus familiares; 5) Por los hechos denunciados se
advierte la vulneración de los derechos y garantías del menor, establecidos en el
Código Niña, Niño y Adolescente -Ley 548 de 17 de julio de 2014-, el cual refiere
que los menores de edad también pueden ser oídos ante la emisión de cualquier
resolución; es más, en la eventualidad de que si se habría cumplido esa
determinación tendría que haber soportado la expulsión; 6) Los dirigentes
demandados no pueden investigar, juzgar y castigar a menores de edad, siendo
esa función exclusiva de las autoridades correspondientes; y, 7) Se vulneró su
derecho a su desarrollo integral, pues en una entrevista refirió que se apersona a
la comunidad y tiene apego con su madre, pues se ausenta cinco días de su

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domicilio -por estudio- y siente preocupación ya que en cualquier momento
pueden ingresar a su domicilio y expulsar a sus familiares e incluso pueden sufrir
agresiones y lesiones; en consecuencia, pide se conceda la acción tutelar y se
anulen los Votos Resolutivos.

I.2.2. Informe de las personas demandadas

Felisidad Arrascayta Ugarte, Secretaria General; Luis Lázaro Quispe Acaguana,


Secretario de Relaciones y Justicia; Dora Salazar Acuña, Vocal; María Vera Pinedo,
Secretaria de Deporte; Casimira Calle Mamani, Secretaria de Vialidad; y, Maribel
Mamani Quispe, Secretaria de Actas, todos miembros de la Directiva del Sindicato
Agrario de la comunidad Yabalo, ahora demandados, mediante informe escrito
cursante de fs. 238 a 247 vta. y en audiencia a través de su abogado, indicaron lo
siguiente: i) Los accionantes omiten hacer mención que son sujetos de derecho
y se encuentran regulados internamente por el Estatuto Orgánico y el
Reglamento Interno de la comunidad; ii) Se señala que existieron robos en la
comunidad, que fueron denunciados ante la Policía de Irupana, respecto de los
cuales deberían aperturarse un proceso ante la Fiscalía; iii) La parte
accionante no menciona que existen pruebas fehacientes que demuestran
conductas indecorosas y reprochables; iv) Refieren ser propietarios de un
inmueble respecto del cual no cursa un folio real, titulo ejecutorial ni una
resolución suprema; además, indican que serían poseedores de predios
ubicados en la comunidad de Yabalo, sin demostrar derecho propietario y de
que viven en dicha comunidad hace más de cuarenta años; v) La
documentación presentada en respaldo de la acción tutelar no fue
fundamentada ni individualizada en relación a la vulneración -de derechos- y
el tipo de amenaza que les proferiría, así como cuál es la consecuencia lógica
que tuvo el Voto Resolutivo y la Resolución; vi) Los accionantes expusieron
hechos subjetivos, que a consecuencia de su conducta no merecieron
ejecución, siendo los dirigentes de la comunidad amedrentados, amenazados
y perjudicados en sus funciones y competencias; vii) La comunidad cuenta
con Estatuto y Reglamento Interno, y es sujeto de derechos y obligaciones
como personas colectivas, pudiendo los dirigentes por medio de sus normas
internas administrar justicia, estando facultados para “autodeterminar” cierto
tipo de conductas, que ante todo busca la paz social interna, enmarcando sus
funciones a regular la conducta de sus habitantes a efectos de que puedan
cumplir la norma y desarrollen la vecindad armoniosa entre sus afiliados y
cumplan las decisiones emanadas de sus órganos de gobierno; viii) La
comunidad por intermedio de sus dirigentes, tienen todas las facilidades y
atribuciones de administrar justicia e imponer sanciones leves, graves y muy
graves de acuerdo a su Estatuto, habiéndose emitido un Voto Resolutivo el 3
de mayo de 2017, que indica que los accionantes constituyen una amenaza
para la comunidad tras múltiples problemas, se puso en conocimiento de otras
sub centrales; además, se hizo referencia a la violencia psicológica que data
desde hace tiempo en contra de la madre de Raúl Quisisani Mamani,
ocasionándole agresiones a esta persona de la tercera edad, sumándose su
esposa y sus hijos; asimismo, se consignó que con falsas acusaciones en un
medio televisivo los accionantes mellaron a la comunidad y que éstos tienen
4
constantes problemas con los vecinos, quienes junto con sus dirigentes fueron
amenazados de muerte, especialmente por Carlos Leonardo Quisisani
Almendra, ocasionando que los dirigentes pierdan tiempo en sus rencillas en
lugar de hacer gestión; así también se hizo constar que se les dio más de una
oportunidad para que depongan esas actitudes, por lo que se dispuso su
expulsión de la comunidad; ix) Pasaron cinco meses desde que se emitió el
Voto Resolutivo y los accionantes no cumplieron el mismo, de modo que se
emitió una Resolución el 9 de agosto de 2017, por la cual se les concede
treinta días para cumplir la sanción aplicada y ya pasaron cuarenta y cinco
días, encontrándose la dirigencia atada de brazos al no poder ejecutar la
decisión porque las amenazas de los accionantes son latentes, lo que
demuestra que no quieren cumplir el Estatuto; x) El accionante Raúl Quisisani
Mamani se afilió a la comunidad en 1985 y no así en 1967 como asevera,
según las fotocopias del control de asistencia de nuevos afiliados; xi) Como
antecedentes que derivaron en el Voto Resolutivo, desde el año 1985, entre
otros, se tiene el libro de actas que indica un asunto de Raúl Quisisani Mamani
por tenencia de arma de fuego; otro, donde él y su esposa suscriben un acta
de buena conducta a fin de evitar problemas sociales y no proferirse malos
tratos, además incumplió el primer acta pues hubo una denuncia por haber
hecho uso de su arma de fuego poniendo en peligro a los comunarios, sin
tener autorización para su porte; hubo otra denuncia presentada por Eduarda
Mamani Platero sobre robo de dineros por parte de “sus hijos”, firmándose
acta de buena conducta y se fijó sanciones que fueron incumplidas; existe un
acta de “faltamiento” que señala problemas del mencionado accionante con
sus hermanos, reconociendo éste los malos tratos y agresiones físicas hacia su
madre y en la misma reunión con los dirigentes intentó agredirla a ella y a sus
hermanos, amenazándolos a todos con su arma de fuego; de igual manera
cursa un acta por un cruce de palabras con un comunario, cuya acta de arreglo
no fue firmada por el ahora accionante; así también, se tiene una denuncia
presentada por la madre del prenombrado, por agresiones a ella y sus otros
hijos; asimismo, existen denuncias contra Carlos Leonardo Quisisani Almendra,
por amenazas de agresión y muerte, quien además tendría antecedentes
policiales; del mismo modo, se tiene un certificado médico legal que indica que
la menor AA sufrió intento de violación mientras dormía, hecho del
que fue sindicado como autor su padre Raúl Quisisani Mamani. Toda la
prueba refuerza y fue el desencadenante para la decisión de expulsión asumida
por la dirigencia de la comunidad de Yabalo, contenida en el Voto Resolutivo y
la Resolución mencionada, a efectos de que los accionantes salgan de la
comunidad; xii) Los accionantes presentaron copias de certificados médico
forense respecto a las lesiones sufridas entre familiares e insultos, sobre las
que no tuvo nada que ver la dirigencia; además de constancias de denuncias
con personas ajenas a la comunidad y fotografías de una señora agarrando
un palo que no es demandada dentro de esta acción de defensa ni es
dirigente; xiii) Existe una denuncia contra la Secretaria General y el
Secretario de Justicia de la Directiva, por el supuesto delito de robo, el mismo
que se halla a cargo de la Policía y la Fiscalía; xiv) La parte accionante
pretende forzar cierto tipo de conductas que tomó la dirigencia dentro de sus

5
usos y costumbres, respaldados por el Estatuto y Reglamento Interno,
derivándolo a la acción de amparo constitucional, pretendiendo anular las
decisiones asumidas conforme a sus atribuciones y competencias, siendo que
de acuerdo al art. 12.II de la Ley de Deslinde Jurisdiccional (LDJ), las
decisiones de las autoridades de la jurisdicción indígena originaria campesina
son irrevisables por la jurisdicción ordinaria; además, pide el cese de las
amenazas, siendo que éstas constituyen un delito de acción pública, al igual
que el tipo penal descrito en el art. 153 del Código Penal (CP) susceptible de
denuncia ante el Ministerio Público; y, xv) Los accionantes, pese al
vencimiento de los plazos establecidos, incumplieron las determinaciones
contenidas en el Voto Resolutivo y la Resolución posterior, mismas que no
fueron ejecutadas; consiguientemente, habría cesado la supuesta vulneración a
sus derechos y garantías, toda vez que siguen desempeñando libremente sus
actividades cotidianas en su hogar y en sus trabajos de agricultura,
persistiendo las amenazas contra la dirigencia para no cumplir con las
disposiciones dentro de la comunidad; no habiéndose agotado la
subsidiariedad pues la parte accionante no hizo uso de los recursos ordinarios;
en consecuencia, piden se deniegue la tutela solicitada, más el pago de costas
procesales, la reparación de gastos, daños y perjuicios calificables en ejecución
de la resolución.

I.2.3. Intervención de los terceros interesados

Miriam Arrascayta Iriondo, Secretaria General de Mujeres y Hugo Condori


Ramírez, Secretario General, ambos de la Central Exaltación Laza ahora
terceros interesados, intervinieron mediante informe escrito presentado
conjuntamente con los demandados.

Alberto Mamani Condori, Secretario General de la Sub Central 10 de diciembre


de la Central Exaltación Laza, no se hizo presente en audiencia, ni presentó
informe alguno, pese a su notificación de fs. 153.

I.2.4. Resolución

La Jueza Pública Mixta de Familia, de la Niñez y Adolescencia e Instrucción Penal


Primero de Chulumani del departamento de La Paz, constituida en Jueza de
garantías, mediante Resolución 01/2017 de 5 de octubre, cursante de fs. 288 a
295 vta., denegó la tutela solicitada por Raúl Quisisani Mamani, Eusebia
Almendra Luna y Carlos Leonardo Quisisani Almendra; y, concedió la misma
respecto al menor AA, a tal efecto los miembros del Sindicato Agrario de la
comunidad Yabalo, mediante resolución a ser considerada en magna asamblea de
afiliados, deberán aclarar la situación del menor que nada tiene que ver con los
hechos realizados por sus padres y hermanos, en virtud a que el Estado debe
tutelar los derechos de todos los menores de edad, ya que ellos no pueden ser
responsables por las acciones y actitudes de terceras personas, a ese efecto dicha
aclaración deberá realizársela en un plazo no superior de diez días; sugiriendo al
Sindicato Agrario de la mencionada comunidad, revisar la situación respecto a los

6
demás accionantes, Ghilda, Raúl Darwin y Henry, todos Quisisani Almendra, a
efecto de la determinación de expulsión adoptada por la comunidad, máxime
cuando tampoco se presentó prueba que demuestre hechos contrarios a la
convivencia pacífica que debe tener cada ciudadano dentro de la comunidad, toda
vez que, la determinación de expulsión es una medida extrema, con los
siguientes argumentos: a) Conforme el art. 3 de la CPE, la comunidad de
Yabalo se halla reconocida por dicha norma, y por ende se entiende que
también lo está su estructura interna, que se rige por su Estatuto Orgánico y
Reglamento Interno, aspecto que condice con lo establecido por el art. 410 de
la Norma Suprema; b) Revisado y compulsado el Voto Resolutivo de 3 de
mayo de 2017, se tiene que el mismo fue adoptado conforme a los parámetros
normativos internos que rigen la convivencia dentro la comunidad; además,
teniendo en cuenta los principios constitucionales contenidos en el art. 8 de la
misma norma constitucional, no se puede pretender convivir en un Estado
pacifista si entre nosotros no aprendemos a respetarnos, a vivir conforme a los
principios morales y éticos dejados por nuestros antepasados y reconocidos
por nuestra Constitución Política del Estado; c) De la prueba presentada por
los propios accionantes, se tienen antecedentes sobre violencia física y
psicológica entre los mismos integrantes de su familia, quienes no
comprendieron el alcance normativo constitucional que obliga a respetarnos y
a proporcionarnos buen trato, pues se profirieron agresiones físicas del padre
hacia la madre, del hijo hacia la madre, de los sobrinos a los tíos, de los nietos
a la abuela y viceversa, aspectos respaldados con documentación, consistente
en certificados médico forenses, copias legalizadas de denuncias policiales y
fotografías de lesiones, las mismas que ocasionaron la adopción de la medida
de expulsión por parte del Sindicato Agrario de la comunidad y que revisado el
Voto Resolutivo de 3 de mayo de 2017, se tiene que esa decisión no emanó
únicamente de los dirigentes, sino que fue aprobada por la Asamblea
General -conformada- por miembros afiliados de la comunidad, por lo que
dicha Resolución tiene legitimidad, pues obedeció a la normativa plasmada
en su Estatuto Interno, al haberse calificado tales hechos como muy graves
y al tener una conducta reiterada de violencia ejercida entre sí mismos; d)
De la prueba presentada por los demandados, consistente en el libro de actas,
se tiene un primer antecedente de Raúl Quisisani Mamani de 5 de junio de
1985, que en completo estado de ebriedad disparó reiteradas veces su arma
de fuego, poniendo en peligro a su familia y la comunidad, habiéndose
comprometido a que en caso de reincidencia sería pasible a una multa; esta
primera acta demuestra de forma inequívoca que éste siempre reconoció la
jurisdicción y competencia de las autoridades de su comunidad, caso contrario
nunca se hubiera afiliado, ni hubiera suscrito las actas de buena conducta,
aceptando multas en caso de reincidencia, relacionados con malos tratos hacia
su esposa, agresiones físicas y verbales contra su madre y sus tíos; e)
Asimismo, se tiene un certificado médico forense que hace referencia a que
Mariluz Quisisani Almendra hubiera sufrido intento de violación de parte de
Raúl Quisisani Mamani; de igual forma se tienen denuncias por agresiones
físicas, y pese a que se adoptaron compromisos hicieron caso omiso de los
mismos, habiendo asumido la misma conducta sus hijos, quienes al ver que su

7
progenitor no respeta los usos y costumbres, tampoco respetaron ni procuran
una pacífica convivencia con los demás miembros de la comunidad, tales
apreciaciones de manera alguna constituyen un juzgamiento con fundamento
en la norma sustantiva penal y con arreglo al procedimiento ordinario
establecido para su procesamiento, máxime cuando únicamente se procedió a
realizar una valoración objetiva de los fundamentos contenidos en el referido
Voto Resolutivo, en el que no se evidencia que hubieran subsumido las
conductas de los accionantes en ningún tipo penal, habiéndose circunscrito su
decisión sólo a los antecedentes plasmados en los libros de actas desde el año
1985 a la fecha; f) Si bien el Voto Resolutivo es legítimo; empero, las
conductas son personalísimas, vale decir que en el caso concreto del menor
de edad, no se le puede aplicar sanción por hechos que no fueron cometidos
por su persona, pues no es de quien se describen los actos reprochados por
la comunidad y que constan en las actas; por lo que el Voto Resolutivo debió
diferenciar los hechos cometidos por algunos de los accionantes, respecto de la
situación del menor que nada tiene que ver con los mismos; g) Similar lógica
debe ocurrir con las accionantes Ghilda y María Cecilia Quisisani Almendra,
quienes no figuran en el libro de actas como infractoras; empero, en el caso
que se analiza, la adopción de la medida de expulsión en relación a los otros
accionantes, ameritó una decisión legítima de la comunidad Yabalo en atención
a su ordenamiento interno y a sus usos y costumbres, de tal forma que la
misma no puede ser entendida como arbitraria, toda vez que, a ese efecto se
presentaron los antecedentes que motivaron esa decisión; h) Asimismo, de la
intervención del patrocinante de los accionantes, se tiene que los demandados
otorgaron un plazo para que los ahora accionantes dejen la comunidad,
inclusive se prorrogó el mismo por treinta días; sin embargo, a efectos de su
ejecución y cumplimiento no se adoptaron medidas de hecho, por cuanto la
parte accionante no demostró que los demandados de forma material y
objetiva hubieran pretendido desalojarlos mediante el uso de la fuerza, por el
contrario, se tiene que los accionantes continúan en la comunidad, realizando
sus actividades agrícolas con normalidad, a tal efecto la conculcación de su
derecho a la libertad de residencia no fue probada en forma debida; i) De la
prueba presentada, se tiene que los actos de agresiones físicas y verbales
dentro de la familia Quisisani Almendra y Quisisani Mamani, ocasionaron la
medida adoptada en el Voto Resolutivo, no habiéndose demostrado de forma
idónea que el Sindicato Agrario vulneró su derecho a la defensa, máxime
cuando el accionante Raúl Quisisani Mamani acudió en reiteradas ocasiones a
presentar denuncias ante la Policía Boliviana por agresiones físicas ocurridas
dentro su entorno familiar, y el hecho de que la jurisdicción ordinaria a través
del Fiscal de Materia adscrito a Chulumani no hubiera investigado tales hechos,
se debe a que los propios accionantes no hubieran efectuado el seguimiento
ante esa instancia, la falta de resultados se debe a su propia inoperancia, toda
vez que no fueron los dirigentes los que impidieron ejercitar su derecho de
accionar en la vía penal conforme el Código de Procedimiento Penal; y, j)
Conforme el acta de aclaración de 4 de enero de 2017, presentado por el
Sindicato Agrario, tampoco resulta evidente la vulneración del derecho a la
propiedad privada, pues su trámite de titulación fue ingresado ante el INRA, a

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efectos de que se concrete su titulación, documentación que desvirtúa
objetivamente lo manifestado por los accionantes al respecto, en mérito a lo
cual, se tiene que con el Voto Resolutivo no intentaron despojarle de su
propiedad privada, a cuyo efecto se les concedió un plazo para que puedan
realizar actos de disposición de los mismos y que sólo en caso de
desobediencia se revertiría a la comunidad para uso común.

En la vía de aclaración, enmienda y complementación, solicitada por los


demandados, hicieron mención a una denuncia instaurada por Eduarda
Mamani Platero, quien refiere que habría sido agredida por sus nietos e hijo
Darwin, Henry, Carlos y Ghilda, ahora accionantes, se aclaró que respecto a los
mencionados será la magna Asamblea y los directivos de la comunidad quienes
en virtud a su ordenamiento interno evalúen su situación y determinen si se
puede o no conservar dentro de su grupo social a estas personas.

Con relación a la complementación solicitada por la Defensoría de la Niñez y


Adolescencia, indicó que será la comunidad la que aclare la situación del menor
AA, pues no existe prueba que lo comprometa, restableciéndose todos sus
derechos y garantías, pudiendo participar la referida entidad del menor en la
resolución que se emita al respecto, con la finalidad de precautelar el
cumplimiento de la medida.

Finalmente, respecto al pedido de aclaración de la parte accionante, se señaló


que el art. 7 “del Estatuto Orgánico” establece la “comisión” de faltas en leves,
graves y muy graves, estando dentro de estas últimas, los hechos inmersos en
circunstancias de violaciones, asesinatos, incendio a mayor escala de la
comunidad, robos a domicilio y de cualquier índole; asimismo, se tiene dentro
de las faltas graves, a la agresión física, y respecto a las determinaciones que
se asumen en contra de las mismas, el ordenamiento interno de la comunidad
remite su tratamiento a la Asamblea General para luego llevarlo a la justicia
ordinaria y habiéndose decidido la expulsión por dicha instancia se adecúa a
los parámetros normativos internos. Respecto a que no fueron notificados y
puesto en su conocimiento la decisión asumida, esta situación no fue
demostrada, así como la forma en que se privó su derecho a la defensa,
máxime si las actas en las que se transcriben los hechos que se les atribuyen,
fueron firmados por Raúl Quisisani Mamani, quien no podría alegar
desconocimiento, pues vive en la comunidad.

I.3. Trámite procesal en el Tribunal Constitucional Plurinacional

No habiendo encontrado consenso en la Sala, de conformidad al art. 30.I.6 de


la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional (LTCP), se procedió a convocar
al Presidente del Tribunal Constitucional Plurinacional, a fin de dirimir con su
voto el caso en análisis.

II. CONCLUSIONES

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De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en expediente, se
establece lo siguiente:

II.1. Mediante Acta de Aclaración de 4 de enero de 2017, suscrito por los


miembros del Directorio del Sindicato Agrario de la comunidad Yabalo,
municipio Irupana, provincia Sud Yungas del departamento de La Paz,
ahora demandados, ante la difusión de una noticia por un medio televisivo
realizado por los accionantes Raúl Quisisani Mamani y Eusebia Almendra
Luna, se aclaró que el sistema jurídico de los pueblos indígenas originarios
y comunidades campesinas de acuerdo a la Ley de Deslinde Jurisdiccional
no tienen alcance para conocer delitos como violaciones y asesinatos, los
que son derivados a instancias pertinentes; que las tierras que poseen
individualmente los mencionados, están garantizadas y se encuentran en
trámite de titulación ante el INRA; se encuentran cansados de un sinfín de
problemas desde hace mucho tiempo del afiliado -Raúl Quisisani Mamani-
desde amenazas a las autoridades de la comunidad y problemas con sus
vecinos hasta agresiones físicas y verbales a su anciana madre, -motivos
por los que- la comunidad decidió desafiliarlo de la organización,
declarándolo persona no grata (fs. 187 a 188).

II.2. Cursa el Voto Resolutivo emitido en Asamblea Ordinaria por el Sindicato


Agrario comunidad Yabalo de 3 de mayo de 2017, suscrito por los
miembros del Directorio, ahora demandados, así como por Hugo Condori
Ramírez, Secretario General de la Central Exaltación Laza y Alberto Mamani
Condori, Secretario General de la Sub Central 10 de diciembre de la Central
Exaltación Laza -ahora terceros interesados-, junto a comunarios, en el que
consta que en Asamblea Ordinaria, por acuerdo mayoritario se aprobó la
expulsión de la familia Quisisani Almendra, al constituirse ésta en una
amenaza para la comunidad tras múltiples problemas que sobrepasan
cualquier límite, hecho que es de conocimiento de sus entes matrices,
como la sub Central 10 de diciembre, Central Agraria de Trabajadores
Campesinos Exaltación Laza, Federación “F.R.U.T.C.I y F.R.U.M.C.I.” y la
autoridad Municipal de Irupana. Además, consta que los tratos de violencia
física, psicológica datan de hace mucho tiempo hacia “su Sra. Madre” hasta
hoy; de igual manera consta que hubo falsas acusaciones en un medio de
comunicación masivo “ATB” y también fue mellada la dignidad de la
comunidad y el Municipio, así como los constantes problemas con sus
vecinos, con amenazas hasta de muerte, especialmente Carlos Leonardo
Quisisani Almendra quien se constituye en lastre para los dirigentes,
perjudicando el progreso de la comunidad porque ocupan mayor tiempo en
sus rencillas que en hacer gestión, habiendo dado más de una oportunidad
para que depongan esas actitudes negativas que ya son normales en dicha
familia; circunstancias por las cuales, resuelven por la expulsión definitiva
de la comunidad a la familia Quisisani Almendra, quienes deben abandonar
la misma en el lapso de noventa días, plazo para que puedan disponer de
sus propiedades, caso contrario serían revertidas a la comunidad, por ser
de uso común (fs. 184 a 186).

10
II.3. Consta la Resolución de 9 de agosto de 2017, emitida en Asamblea
Ordinaria de la comunidad, suscrita por los miembros del Directorio, ahora
demandados, así como por Miriam Arrascayta Iriondo, Secretaria General
de Mujeres de Exaltación Laza, ahora tercera interesada, junto a
comunarios, en la que consta que en virtud al Voto Resolutivo de 3 de
mayo del mismo año, recordaron a los accionantes, que el plazo se venció,
por lo que concedieron treinta días para dar cumplimiento a la sanción
extrema determinada por la comunidad (fs. 13 y 189).

II.4. Cursa Estatuto Orgánico y Reglamento Interno del Sindicato Agrario


comunidad Yabalo (fs. 169 a 182).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Los accionantes denuncian la vulneración de sus derechos y los de su


representado a la libertad de residencia y permanencia en cualquier parte del
país, a la defensa, al debido proceso, a ser oído por una autoridad competente,
independiente e imparcial, a la presunción de inocencia y a la propiedad
privada; por cuanto, luego de desafiliarlos de la organización, sin jurisdicción ni
competencia y mucho menos ser autoridades indígena originario campesinas,
emitieron Voto Resolutivo de 3 de mayo de 2017, por el que los expulsaron de
la comunidad, dándoles un plazo para que abandonen la misma,
conminándolos a vender sus propiedades bajo amenaza de reversión, alegando
hechos que no se hallan comprobados y que se encuentran en etapa de
investigación preliminar y no se cuenta con sentencia respecto de aparentes
denuncias de amenazas de muerte contra sus vecinos, sin darles la
oportunidad de defenderse a efectos de contrarrestar las denuncias ante
autoridad jurisdiccional competente; determinación en la que no se especifica
si el menor involucrado también fue parte de los problemas con los vecinos en
los que se sustenta la expulsión. Cumplido el plazo otorgado fueron notificados
con una nueva Resolución que amplió dicho plazo para ejecutar la sanción
asumida por el Directorio.

En consecuencia, corresponde analizar en revisión, si los argumentos son


evidentes a fin de conceder o denegar la tutela solicitada.

III.1. Sobre la jurisdicción indígena originaria campesina

Al respecto, la DCP 0016/2013 de 11 de octubre, sostuvo: “En el


Preámbulo de la Constitución Política del Estado se refleja un elemento
esencial que es la ‘pluralidad’, entendida como la diversidad en [los]
todos los ámbitos que hacen al Estado en convivencia armónica, al
sostener que: ‘El pueblo boliviano, de composición plural, desde la
profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado, en la
sublevación indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas
populares de liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales,

11
en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y
territorio, y con la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo
Estado’, puesto que identifica lo plural, como característica distintiva con
relación a otros modelos de Estado, cuya finalidad consiste no sólo en
reconocer la diversidad de culturas en nuestro país, sino ante todo hacer
efectiva su incorporación y participación efectiva en el marco de la
igualdad en la estructura y organización del Estado.

Asimismo, enuncia los valores y principios sobre los cuales se funda la


construcción del nuevo Estado y el horizonte al cual está dirigido: ‘Un
Estado basado en el respeto e igualdad entre todos, con principios de
soberanía, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad
en la distribución y redistribución del producto social, donde predomine
la búsqueda del vivir bien’; principios ético morales y valores
establecidos en los arts. 8 y 9 de la Norma Suprema; todo, en la
búsqueda del vivir bien; así en lo que concierne a los valores que
sustentan el Estado la solidaridad, complementariedad, armonía,
equilibrio, bienestar común, para construir una sociedad justa y
armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni
explotación, con plena justicia social para consolidar las identidades
plurinacionales. Ese fin último; es decir, ‘la búsqueda del vivir bien’ del
Estado, se logrará sobre la base del: ‘…respeto a la pluralidad
económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes de esta
tierra; en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación,
salud y vivienda para todos’, lo cual refleja el reconocimiento de
derechos de las colectividades y la existencia de diversos sistemas no
sólo jurídicos que conforman el Estado”.

Más adelante la misma Declaración Constitucional Plurinacional, al


referirse a la potestad de impartir justicia e igualdad jerárquica,
estableció que: “En la misma línea y dado que la función judicial es
única, independientemente se ejerza por las jurisdicciones ordinaria,
agroambiental e indígena originaria campesina y por disposición del art.
178.I de la Constitución, la potestad de impartir justicia se
sustenta en los principios constitucionales descritos en el citado
artículo pero ante todo en el respeto a los derechos reconocidos
en la Constitución Política del Estado, encontrándose dichas
jurisdicciones sometidas al referido texto; de ahí, que la justicia
constitucional se ejerce por el Tribunal Constitucional
Plurinacional -art. 179.III de la CPE-, considerando que la
Norma Suprema asigna a dicho órgano la función de resguardar
la supremacía constitucional, ejercer el control de
constitucionalidad y el respeto y vigencia de los derechos y
garantías constitucionales y porque sus decisiones son de
carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio -arts. 196.I y
203 de la Ley Fundamental-.

12
Lo que nos permite concluir que en el marco pluralismo jurídico y dada
la igualdad jerárquica de las jurisdicciones ordinaria e indígena originaria
campesina sus sistemas de justicia están sometidas al control de
constitucionalidad ejercido por el Tribunal Constitucional Plurinacional,
dando lugar a un control plural de constitucionalidad” (lo resaltado fue
añadido).

III.2. La búsqueda de convivencia armónica y equilibrada en la familia


y en la comunidad para llegar a suma qamaña o vivir bien en el
ámbito de la jurisdicción indígena originaria campesina

Las autoridades indígena originaria campesinas, en ejercicio de la


jurisdicción indígena originaria campesina (JIOC), buscan plasmar en
sus decisiones el suma qamaña o vivir bien en la comunidad, la misma
que es posible lograr con la restitución de la armonía y equilibrio en
casos de existir conflictos o controversias, al respecto la SCP
1189/2017-S1 de 24 de octubre, refirió que: “El sistema jurídico de las
naciones originarias restablece permanentemente la armonía y
equilibrio fracturado por el hombre, para alcanzar una vida plena o
plenitud de la vida, que no involucra solamente la existencia física de
las personas, sino que abarca también la vida las plantas, los animales,
el agua, la lluvia, el viento, la tierra, las rocas, etc. En definitiva, el
‘Suma Qamaña’, ‘Sumaj Kawsay’, ‘el vivir bien’ es un iwxa (principio
mandato para la vida)”.

El estado de armonía y equilibrio es lo que se busca mantener en


ejercicio de la JIOC, la misma que se concreta en el suma qamaña “vivir
bien”. Ancestralmente, la comprensión del suma qamaña (vivir bien) se
caracterizó por un estado de armonía y equilibrio que sostenían los
elementos coexistentes en un determinado entorno geográfico, basado
en los principios y valores más que en normas escritas.

Los principios y valores que guían la convivencia comunitaria son las que
están enunciadas en el art. 8 de la CPE, que prescribe: “I. El Estado
Asume y promueve como principios éticos morales de la sociedad plural:
ama qhilla, ama llulla, ama sua (no seas flojo, no sean mentiroso ni seas
ladron), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko
Kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o
vida noble). II. El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad,
inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto,
complementariedad, armonía transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar
común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de
los productos y bienes sociales para vivir bien”.

Este referente de las culturas andinas y amazónicas permitió generar y


reproducir la vida basada en los principios antes enunciados a diferencia

13
de las culturas foráneas occidentales que ocasionaron la pérdida de los
mismos, sustentadas en el equilibrio y la armonía entre los habitantes de
una nación o pueblo indígena originario campesino.

III.3. Los límites de la jurisdicción indígena originaria campesina

El texto constitucional establece de manera imperativa en el art. 190.II,


que: “La jurisdicción indígena originaria campesina respeta el derecho a
la vida, el derecho a la defensa y demás derechos y garantías
establecidos en la presente Constitución”, a partir de ese mandato y en
función al principio de unidad de la función judicial cuyo común
denominador es el respeto a los derechos fundamentales y garantías
constitucionales, la jurisprudencia constitucional que este Tribunal fue
emitiendo se sustentó en dicho precepto constitucional, así la SCP
0041/2014 de 3 de enero, citando la SCP 0300/2012 de 18 de junio,
estableció que: “'…la jurisdicción indígena originaria campesina, al igual
que las demás jurisdicciones, se encuentra limitada por el respeto de los
siguientes derechos a la vida, a la defensa y demás derechos y garantías
establecidas por la Norma Fundamental (art. 190.II de la CPE), debiendo
añadirse, además, a los derechos contenidos en los tratados
internacionales sobre derechos humanos que forman parte del bloque de
constitucionalidad.

Conforme a ello, la Constitución Política del Estado, sobre la base del


carácter plurinacional del Estado y el principio de interculturalidad, ha
diseñado a la justicia constitucional, y en especial al Tribunal
Constitucional Plurinacional, como una institución encargada de
ejercer el control sobre todas las jurisdicciones y, en general
sobre todos los órganos del poder público, a partir del diálogo
intercultural que se entable en este órgano, que tiene la representación
de los dos sistemas de justicia, el ordinario y el indígena originario
campesino.

En ese ámbito, el pluralismo jurídico cobra un nuevo sentido y extensión,


pues se reconceptualiza a partir del relacionamiento e influencia
permanente de ambos sistemas, a partir de la coordinación y cooperación
que debe existir entre las diferentes jurisdicciones que conforman el
Órgano Judicial (ordinaria, indígena originaria campesina, agroambiental y
especializadas); el principio de unidad de la función judicial (art. 179 de la
CPE), por el cual todas las jurisdicciones tienen como denominador común
el respeto a los derechos fundamentales, a las garantías constitucionales
y la obediencia a la Constitución Política del Estado, encontrando la
unidad en la interpretación final que efectúe el Tribunal Constitucional
Plurinacional tanto de los derechos y garantías como de las propias
normas constitucionales, pues, por el carácter vinculante de sus
resoluciones, todos los jueces y autoridades, están vinculados a la

14
interpretación efectuada por este órgano’ (…) (En similar sentido, la SCP
2448/2012 de 22 de noviembre).

De los razonamientos jurisprudenciales expuestos, se concluye entonces


que, si bien la jurisdicción indígena originaria goza de reconocimiento en
la Ley Fundamental, por el reconocimiento plural del Estado Boliviano; el
principio de unidad de la función judicial, implica que todas las
jurisdicciones deban cumplir y respetar los derechos
fundamentales y garantías constitucionales de las personas, en
el marco de la obediencia máxima a la Constitución Política del
Estado, límites que le son impuestos pese a su reconocimiento,
tomando en cuenta la máxima eficacia de los derechos fundamentales y
garantías constitucionales de las personas, así como la materialización
de los principios, valores y fines que fundamentan la Norma Suprema en
defensa del carácter supremo que le atinge.

En ese entendido, tanto la jurisdicción indígena originaria campesina,


como la ordinaria, están sujetas a control de la justicia constitucional, a
través del Tribunal Constitucional Plurinacional, órgano de
constitucionalidad que vela por el respeto a los derechos fundamentales y
garantías constitucionales de los ciudadanos, en ambas jurisdicciones,
considerando los principios generales de la potestad de impartir justicia
instituidos en el art. 178 de la Ley Fundamental, entre ellos, el pluralismo
jurídico y la interculturalidad”.

III.4. La protección de los menores y de sus madres en el ámbito de


la
jurisdicción indígena originaria campesina.

En cuanto al catálogo de derechos fundamentales, referidos a la niñez y


adolescencia; el art. 58 de la CPE, dedica una sección especial a los
mismos, denominada, derechos de la niñez, adolescencia y juventud,
apartado en el que sostiene que: “Se considera niña, niño y adolescente,
toda persona menor de edad, titular de derechos reconocidos en la
Constitución, con los límites establecidos en ella, y de los derechos
específicos inherentes a un proceso de desarrollo, a su identidad étnica,
sociocultural, de género y generacional; y a la satisfacción de sus
necesidades, intereses y aspiraciones”.

Complementando lo anterior, el art. 59 de la misma Norma Suprema,


determina que toda niña, niño y adolescente tiene derecho a su
desarrollo integral. Asimismo, el art. 60 de la CPE, prescribe que: “Es
deber del Estado, la sociedad y la familia, garantizar la prioridad
del interés superior de la niña, niño y adolescente, que
comprende la preeminencia de sus derechos…”. En tal sentido, la
Constitución Política del Estado protege de manera integral y progresiva
los derechos de los niños y adolescentes, bajo el entendido que, de

15
acuerdo a su crecimiento y desarrollo de su personalidad, asumen
progresivamente derechos y obligaciones.

En ese contexto normativo, la SCP 1422/2012 de 24 de septiembre,


estableció que: “…, en circunstancias en las cuales los actos
denunciados como lesivos a derechos de mujeres o la minoridad
en contextos intra e inter-culturales, el control plural de
constitucionalidad, deberá asegurar la consolidación de los
principios de igualdad, solidaridad e inclusión, a través de una
ponderación reforzada a la luz de una pauta específica de
interpretación: la interpretación intra-cultural favorable,
progresiva y extensiva para estos sectores, a cuyo efecto, se
establece la vigencia del paradigma de la favorabilidad para las
mujeres y minoridad, al cual debe armonizarse la cosmovisión
de todo pueblo y nación indígena originario campesino”.

La línea de entendimiento anterior fue mantenida por la SCP 0924/2016-


S1 de 18 de octubre, que señala: “De acuerdo al art. 60 de la Norma
Suprema, es deber del Estado, la sociedad y la familia, garantizar el
respeto y la vigencia del principio del interés superior de la niña, niño y
adolescente. En este marco, todas las autoridades jurisdiccionales y
administrativas, incluidas las autoridades de las NPIOC, tienen la
obligación prioritaria de proteger el ejercicio de los derechos de los
menores de edad. En el presente caso, los dirigentes sindicales de la
comunidad Anacurí, al tomar la decisión de expulsión, no observaron el
respeto del referido principio comprendido como el conjunto de bienes
esenciales para el desarrollo integral físico y psicológico de la persona
menor de edad, que por su condición de tales pertenecen al grupo de
vulnerables, en este caso a AA y BB”.

Así también se tiene la SCP 0003/2015-S1, que establece: “…III.3 de


esta Sentencia Constitucional Plurinacional, se señaló también que en
ese análisis de ejercicio de la justicia indígena originaria campesina y
resguardo de los derechos fundamentales con relación al paradigma del
vivir bien, por lo cual la proporcionalidad, para sanciones graves, deberá
también ponderarse la decisión asumida en relación a la estricta
necesidad de la misma; es decir, para sanciones graves, el test del
paradigma del vivir bien, implicará asegurar que la decisión fue
absolutamente necesaria resguardar bienes jurídicos superiores
amenazados con la conducta sancionada, este aspecto tampoco fue
cumplido en la presente problemática; pues, la decisión afecta a la
cosmovisión de la comunidad en relación a dos grupos en condiciones de
vulnerabilidad, sujetas a una protección reforzada como es el caso de las
mujeres y el de menores (nietos), ya que la sanción de demolición y
expulsión, afecta en todo caso en la convivencia pacífica de los hijos
menores de edad de los accionantes”.

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Conforme los criterios jurisprudenciales descritos en líneas precedentes,
se tiene que la defensa y protección de los derechos de los menores, no
solamente es exigible en las instancias de la jurisdicción ordinaria, sino
también lo es en el ámbito de la JIOC, tomando en cuenta que uno de
los límites de esta conforme al art. 190.II de la CPE, es precisamente la
vigencia y respeto a los derechos fundamentales y con mayor razón los
derechos correspondientes a los menores y de sus madres por
pertenecer ambos a grupos de población vulnerable que necesita de una
protección favorable y reforzada en todas las jurisdicciones
constitucionalmente reconocidas, la misma que debe ser analizado
cuidadosamente por las autoridades de la JIOC de acuerdo a sus normas
y procedimientos propios, sobre todo cuando se trata de imponer las
máximas sanciones.

III.5. Análisis del caso concreto

De los antecedentes remitidos a este Tribunal se tiene que mediante Acta


de Aclaración de 4 de enero de 2017, suscrita por los miembros del
Directorio del Sindicato Agrario comunidad Yabalo, municipio de Irupana,
provincia Sud Yungas del departamento de La Paz, ahora demandados,
por las razones descritas en la Conclusión II.1 de este fallo constitucional,
se determinó desafiliar de la organización a Raúl Quisisani Mamani
además de declararlo persona no grata. Entre los motivos para la toma de
esa decisión cursan desde amenazas a las autoridades de la comunidad,
problemas con vecinos, agresiones físicas y verbales a su anciana madre,
entre otros problemas que cansaron a la comunidad.

Posterior a esa determinación, mediante Voto Resolutivo de 3 de mayo de


2017 pronunciado por la Asamblea Ordinaria del Sindicato Agrario de la
comunidad Yabalo, donde intervinieron los Secretarios Generales de la
Subcentral Agraria 10 de diciembre y de la Central Agraria de Exaltación
Laza, se asumió la decisión de expulsar definitivamente a la familia
Quisisani Almendra por considerarlos como una amenaza para la
comunidad tras múltiples problemas suscitados, disponiendo que
abandonen la comunidad en el lapso de noventa días en cuyo plazo
deberán disponer de sus propiedades caso contrario serían revertidas a la
comunidad por ser de uso común. Al cumplimiento del citado plazo,
también, en Asamblea Ordinaria de la comunidad con la intervención del
Directorio, la Secretaria General de Mujeres de Exaltación Laza y
comunarios se emitió la Resolución de 9 de agosto de 2017,
determinándose que los ahora accionantes tienen el plazo adicional de
treinta días para dar cumplimiento a la sanción impuesta mediante Voto
Resolutivo de 3 de mayo de ese año.

De ese contexto es que los ahora accionantes por sí y en representación


del menor AA plantean la presente acción denunciando la vulneración de
sus derechos a la libertad de residencia y permanencia en cualquier parte
del país, a la defensa, al debido proceso, a ser oído por una autoridad
17
competente, independiente e imparcial, a la presunción de inocencia y a
la propiedad privada, refiriendo como actos lesivos que vulneran los
referidos derechos la decisión asumida por el Directorio demandado
quienes no contarían con jurisdicción ni competencia, tampoco serían
autoridades indígena originaria campesinas, que la decisión se sustentó
en hechos no comprobados, que se encuentran en etapa de investigación
preliminar y sin constancia de las supuestas amenazas de muerte a sus
vecinos, ni darles la oportunidad de defenderse ante autoridad
jurisdiccional competente; además, de no especificar si el menor
involucrado también fue parte de los problemas con los vecinos en los
que se sustenta la expulsión.

En el marco de las problemáticas identificadas u objeto procesal de la


presente acción, cabe dejar establecido que en ejercicio del principio a la
libre determinación las naciones y pueblos indígena originario campesinos
(NPIOC) tienen potestad para impartir justicia en el marco de sus normas
y procedimientos propios, teniendo como límite el respeto a los derechos
fundamentales y garantías constitucionales establecido en el art. 190.II de
la CPE y la jurisprudencia constitucional desarrollada en el Fundamento
Jurídico III.2, III.3 y III.4 de esta Sentencia Constitucional Plurinacional.
Ciertamente el límite a la JIOC es precisamente el respeto a los derechos
fundamentales previstos en la Constitución Política del Estado; empero, a
tiempo de revisar vía acción de amparo constitucional las decisiones de
esta jurisdicción se deberá emplear en todo momento el criterio de la
interculturalidad en razón a que el sistema jurídico de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos, no puede interpretarse bajo los
mismos métodos y técnicas de interpretación desarrollada para las
normas jurídicas que provienen de otra cultura, dado que su sistema
jurídico se sustenta en la lógica o coherencia de la vida comunitaria
orientada por el vivir bien.

La búsqueda de este principio – valor, para el caso concreto, tiene por


finalidad restituir el equilibrio y la armonía en la convivencia entre sus
miembros como parte de la comunidad. Es decir, el hecho de impartir
justicia en la comunidad o ayllu de las NPIOC -al establecer una forma de
solución o una sanción buscan restablecer el equilibrio y la armonía en la
comunidad orientada al vivir bien- se cimenta en el retorno al
equilibro y armonía, que se constituye en el fundamento de su
sistema jurídico.

En ese entendido y de acuerdo a los antecedentes, la comunidad Yabalo


cuenta con un Directorio del Sindicato Agrario, con personalidad jurídica
otorgada por el Gobernador del departamento de La Paz mediante
Resolución Administrativa 867/2015 de 24 de noviembre (fs. 183); así
también, con un Estatuto Orgánico y Reglamento Interno perteneciente a
la Sub Central “10 de diciembre” y a la Central Exaltación Laza (fs. 169 a
182); instrumento normativo que si bien establece la forma de

18
organización de la comunidad bajo la forma de sindicato, empero ello no
define la existencia de dicha comunidad como pueblo o nación indígena
originario campesino. En consecuencia, la personería jurídica no
constituye requisito habilitante para el ejercicio de derechos como pueblos
y naciones indígena originario campesinos, debido a que el ejercicio de
sus derechos no depende del reconocimiento que haga el Estado de su
condición de sujetos de derechos preexistente a la estructura estatal; de
ahí que, sus sistemas de organización sea política, religiosa, cultural e
incluso su sistema jurídico no requiere de ese requisito ni tampoco contar
con un cuerpo normativo que establezca procedimientos o tipifique
conductas como si se tratara de un sistema jurídico positivo, estático y
escrito con fases procesales definidas. Al contrario, si bien los NPIOC
cuentan con Estatutos y Reglamentos, como en el caso presente, empero
ello se hizo como una exigencia para la obtención de personería jurídica y
no como cuerpo legal al que se tengan que sujetar dejando de lado su
sistema jurídico propio y el ejercicio de su justicia a través de lo que en su
momento fueran sus usos y costumbres, ahora normas y procedimientos
propios.

Consiguientemente, dada la forma de organización de la comunidad


Yabalo bajo la forma de un Sindicato Agrario, no significa de modo alguno
que los miembros de su Directorio no ostenten la condición de
autoridades indígena originario campesinas debido a que esa forma de
organización no excluye las características que hacen a una nación o
pueblo indígena originario campesino que al tenor del art. 30.I de la CPE
determina que: “Es nación y pueblo indígena originario campesino toda la
colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma, tradición
histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es
anterior a la invasión colonial española”. En base a esa condición de
autoridades indígena originario campesinas, ahora demandadas no
obstante su conformación u organización como Sindicato Agrario, en
función a sus normas y procedimientos propios resolvieron el conflicto
suscitado entre los accionantes y miembros de la comunidad, quedando
en consecuencia descartada la afirmación de los ahora accionantes de
que las autoridades de la comunidad Yabalo no tenían jurisdicción ni
competencia para conocer y resolver un asunto o conflicto entre los
miembros de su comunidad.

Es más, según se advierte de la revisión de antecedentes cursan actas de


denuncia y/o relatos de comunarios contra los hijos de Raúl Quisisani
Mamani, ahora también accionantes; y con relación a Raúl Quisisani
Mamani, tiene suscritas varias actas de compromiso ante el Secretario
General de la Sub Central 10 de diciembre, entre el nombrado
accionante y sus familiares o en su caso entre los accionantes y los
comunarios, donde se llegó a un “buen arreglo de buen
entendimiento”, sometiéndose incluso a la imposición de una sanción
económica en caso de incumplimiento, (fs. 57); así también cursan

19
actas de buena conducta, de denuncias de agresión en algunos casos
físicas, de reunión ordinaria para tratar el “problema de Raúl Quisisani”,
que datan desde 1985 a 2017 suscritas ante los Secretarios de Justicia y
General, respectivamente, de la comunidad Yabalo del cantón Laza
provincia Sud Yungas del departamento de La Paz (fs. 192 a 234), que
denotan el reconocimiento de la JIOC que cuenta con autoridades que
conocen y resuelven los problemas o conflictos suscitados entre los
miembros de la comunidad, develando a su vez, la existencia de un
sistema jurídico propio, al cual los accionantes se sometieron sin realizar
observación alguna.

En ese entendido y con la finalidad de recuperar la armonía y equilibrio en


la comunidad Yabalo que se vio fracturada por la conducta de la familia
Quisisani Mamani y Quisisani Almendra, las autoridades indígena
originaria campesinas ahora demandadas, observando que las referidas
actas de entendimiento, compromisos de buena conducta firmados por el
accionante Raúl Quisisani Mamani, además de otros antecedentes que
develan la conducta de sus hijos Carlos Leonardo, Guilda, Raúl Darwin,
Henry y María Cecilia, -todos de apellido Quisisani Almendra-, no fueron
idóneos ni eficaces para restituir la armonía y el equilibrio quebrantado en
la convivencia familiar de los accionantes y de estos con la comunidad,
tomaron la decisión de expulsarlos mediante el Voto Resolutivo de 3 de
mayo de 2017, como la última posibilidad de restaurar el suma qamaña o
vivir bien en la nombrada comunidad, además, que estarían cansados con
tanto problema recurrente de esta familia, aspecto que se refleja en uno
de sus considerandos del Voto Resolutivo de 3 de mayo de 2017, cuando
refieren que los accionantes “…se constituyen en lastre para los dirigentes
perjudicando el progreso de la comunidad porque ocupan mayor tiempo
en sus rencillas que hacer gestión” (sic), lo que confirma el desborde del
problema, y ante esa situación recurrieron a emplear la última sanción en
el ámbito de la JIOC que es la expulsión de la comunidad para restablecer
la convivencia armónica y equilibrada entre los miembros de la
comunidad, específicamente en las relaciones familiares de los
accionantes y con los demás comunarios para lograr el vivir bien dentro
de la comunidad Yabalo.

En ese entendido, la decisión asumida por las autoridades del Sindicato


Agrario de la comunidad Yabalo de modo alguno vulneró los derechos
invocados en la presente acción en razón a que dada la configuración del
sistema jurídico indígena, donde las decisiones son asumidas en el marco
de libre determinación, las mismas que ciertamente tienen como límite el
respeto a los derechos y garantías contenidos en la Constitución Política
del Estado, que de acuerdo al art. 190.II del texto constitucional
constituye un mandato a ser observado por la JIOC; de ahí que, en lo
concerniente a la vulneración al derecho a la propiedad, al asumirse la
decisión de expulsión de los ahora accionantes, los demandados no
dispusieron de los bienes de los accionantes, sean estos muebles o

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inmuebles, al contrario se les concedió un plazo para que ellos dispongan
de los mismos, que inicialmente fue de noventa días y luego treinta.
Asumiendo este Tribunal que los accionantes no fueron despojados de
sus bienes, de ahí que no se conculcó el citado derecho.

En ese orden, si bien el efecto de la expulsión es que el expulsado no


permanezca en la comunidad; empero, esa decisión no limita de modo
alguno que los accionantes puedan permanecer o residir en cualquier
parte del país; al respecto, cabe señalar que siendo el sistema jurídico
indígena originario campesino dinámico sin etapas procesales definidas
que hagan que sus decisiones tengan la calidad de cosa juzgada, implica
que la misma es susceptible de ser modificada siempre que las
autoridades ahora demandadas o las que se encuentren en el cargo
consideren que la conducta que quebrantó la armonía y equilibrio en la
comunidad ya no existe.

Con relación a los derechos al debido proceso y a la defensa, invocados


en la presente acción, no corresponde a este Tribunal imponer a la JIOC
qué debe entenderse por debido proceso o defensa en el ámbito de dicha
jurisdicción, en consideración a que la misma se rige esencialmente por
principios y valores que a su interior se constituyen en normas de
conducta que deben ser acatadas por quienes se encuentran bajo esa
jurisdicción. Consiguientemente, al haberse constreñido a los accionantes
en varias oportunidades, concretamente desde 1987 a que encaucen su
conducta a la convivencia armónica y equilibrada tanto en la familia y en
la comunidad no lo hicieron y se obstinaron en mantener una conducta
contraria a los principios y valores generales de convivencia en la
comunidad como el “ñandereko” (vida armoniosa), suma qamaña (vivir
bien) y qhapaj ñan (camino o vida noble), principios que guían las
acciones de los miembros de una comunidad, según las cuales se
configuran la vida pacífica y armónica, implica que tuvieron la oportunidad
de reencausar su conducta, por lo que no podría considerarse la lesión de
los indicados derechos. Es más, su comportamiento no solo devela su
alejamiento de los referidos principios sino también de valores como la
solidaridad, reciprocidad, complementariedad, armonía y equilibrio,
tomando en cuenta que según la cosmovisión de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos el comportamiento o conducta de cada
miembro de la comunidad enmarcada según los principios y valores de
referencia hacen posible la vida comunitaria pacífica y armoniosa, conforme
lo previsto en el art. 8.I y II de la CPE.

En ese entendido, amerita denegar la tutela invocada por cuanto las


autoridades demandadas en ejercicio del principio de libre determinación
cuentan con jurisdicción y competencia para impartir justicia en el marco
de sus normas y procedimientos propios teniendo como límite el respeto a
los derechos fundamentales y garantías constitucionales, que en el

21
presente caso a criterio de este Tribunal no se vulneraron los derechos
invocados como infringidos.

Finalmente y conforme se tiene de las disposiciones constitucionales y


jurisprudencia constitucional citadas en el Fundamento Jurídico III.4 de
esta Sentencia Constitucional Plurinacional, es deber del Estado, la
sociedad y la familia, garantizar la prioridad del interés superior de la
niña, niño y adolescente con la finalidad de lograr la realización de sus
derechos desde una protección reforzada de los mismos que implica una
interpretación favorable, progresiva y extensiva; pero no solo de ese
sector sino también cuando se trate de mujeres con hijos menores de
edad cuyos derechos fueren vulnerados o estuvieran siendo amenazados
de serlo. De ahí que, esa protección reforzada se extiende también a la
JIOC que al momento de impartir justicia conforme a sus normas y
procedimientos propios debe asegurar la consolidación de los principios
de igualdad, solidaridad e inclusión.

En el presente caso, al haberse resuelto la expulsión de la familia


Quisisani Almendra, sin considerar que de por medio se encuentra un
menor de edad y su madre, soslayaron la protección especial de la que
gozan conforme se explicó precedentemente; por cuanto, por una parte
debieron tomar en cuenta la preeminencia de los derechos de los
menores de edad y el interés superior que reviste su protección en todas
las jurisdicciones, garantizando de este modo el acceso a una justicia -
indígena originario campesina, pronta, oportuna y con asistencia de
personal especializado-, a fin de no lesionar sus derechos fundamentales
ni las garantías constitucionales previstas a su favor; y por otra, también
en relación a Eusebia Almendra Luna, esposa del accionante y madre del
menor AA, por pertenecer ambos a grupos vulnerables que en el ámbito
de la JIOC, requieren un tratamiento especial y protección reforzada.

En consecuencia, la Jueza de garantías, al conceder en parte la tutela, aunque


con otros fundamentos, obró correctamente.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional en su Sala Primera, en virtud de la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la
Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional y art. 44.1 del Código Procesal
Constitucional, en revisión resuelve: CONFIRMAR en parte la Resolución
01/2017 de 5 de octubre, cursante de fs. 288 a 295 vta., pronunciada por la
Jueza Pública Mixta de Familia, de la Niñez y Adolescencia e Instrucción Penal
Primera de Chulumani del departamento de La Paz, y en consecuencia:

1º. CONCEDER en parte y en forma provisional la tutela solicitada respecto


del menor AA y de su madre Eusebia Almendra Luna, disponiendo que las
autoridades demandadas las restituyan a la comunidad conforme los

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fundamentos expuestos en el presente fallo constitucional; y,

2º. DENEGAR la tutela con relación a Raúl Quisisani Mamani y Carlos Leonardo,
Guilda, Raúl Darwin, Henry y María Cecilia, todos de apellido Quisisani
Almendra

3º. Exhortar a las autoridades del Directorio del Sindicato Agrario de la


comunidad de Yábalo, municipio de Irupana, provincia Sud Yungas del
departamento de La Paz, a que en aplicación de sus normas y
procedimientos propios, a tiempo de asumir decisiones observen los valores y
principios propios de su comunidad siempre en procura de consolidar el
principio – valor del vivir bien y el respeto a los derechos fundamentales y
garantías constitucionales de los miembros de su comunidad.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

Al no haber existido consenso en Sala dentro del presente caso, dirime el


Dr. Petronilo Flores Condori, Presidente; siendo de Voto Disidente la
Magistrada, MSc. Georgina Amusquivar Moller.

Fdo. Dr. Petronilo Flores Condori


PRESIDENTE

Fdo. MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas


MAGISTRADA

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