Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En revisión la Resolución 25 de 19 de octubre de 2009, cursante de fs. 233 a 235 vta., dentro de la
acción popular interpuesta por Lucio Ayala Siripi, Presidente de la Central Indígena de Pueblos
Originarios de la Amazonía de Pando (CIPOAP) contra Julio Urapotina Aguararupa, Director
Departamental a.i. del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) Pando; Juan Wilder Suárez
Velarde, Director Departamental de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra
(ABT); Heriberto Larrea García, Responsable de la Unidad Operativa de Bosque y Tierra de Riberalta;
Landelino Rafael Bandeira Arze, Prefecto y Comandante a.i. -ahora Gobernador del Departamento-
de Pando; Osvaldo Fernández Zabaleta, representante de la Secretaría de Medio Ambiente, Forestal
de Tierra y Recursos Hídricos y Esteban Molina, Alcalde del ahora Gobierno Autónomo Municipal de
Nueva Esperanza del mismo departamento.
Señaló que el pueblo indígena Pacahuara, se encuentra en peligro de extinción; su territorio se ubica
en el departamento de Pando, provincia Federico Román, cantón Manoa, municipio Nueva
Esperanza; es un pueblo no contactado y en aislamiento voluntario; es nómada que no desea tener
contacto con la civilización, pero piden el respeto de su territorio, su forma de vida individual y
colectiva; además, que en el mismo sector habita la comunidad indígena Tacana la Selva, quienes
viven de la recolección de castaña, palmito y “otros” recursos no maderables, en espera de que se
les consolide su territorio.
Alega que, en el mismo lugar las empresas Maderera Boliviana Etienne (MABET S.A.), URKUPIÑA y
BOLITAL entre “otras”, explotan madera con el fundamento que fueron beneficiadas con la
concesión forestal; en razón a ello cercaron todo el sector, impidiendo el paso de cualquier
particular, especialmente de los indígenas, señalando que son tierras privadas, empezaron a talar
árboles de castaña, realizar apertura de caminos destruyendo toda casa o vivienda de indígenas en
el lugar, construyendo en pleno río Negro en más de 300.- m2, una especie de represa, con esterillas
de troncos de madera de castaña y otras para facilitar el paso de los camiones, que antes lo hacían
en pontones.
Asimismo, indica que con ese actuar de las empresas madereras, se afectan los derechos de los
pueblos indígenas no contactados como ser los Pacahuaras, obligándolos a abandonar su territorio
ancestral de forma indirecta, afectando su forma de vida, sus usos y costumbres; así también se
pone en peligro el medio ambiente con la construcción de la citada represa en pleno río, poniendo
en peligro toda una biodiversidad; toda vez que, las autoridades del departamento de Pando,
quienes debieran proteger los bosques y el territorio, en total desconocimiento a la actual
Constitución Política del Estado, constantemente amenazan con efectuar el desalojo de esas “tierras
fiscales”, a quienes están reconocidos por la CIPOAP, además, sin considerar que al no ser
contactados difícilmente pudieron en su momento pedir el saneamiento de tierras; no obstante, los
indígenas de Tacana la Selva, fueron notificados por funcionarios de la ABT, e INRA de Pando, con
resoluciones administrativas que disponen como medida precautoria el desalojo de esas tierras
fiscales “no disponibles” por ser asentamientos ilegales.
Manifiesta que, con la finalidad de dar solución a ese problema, se conformó una comisión integrada
por el INRA de Pando, ABT, MABET S.A. y CIPOAP para verificar la denuncia tanto de MABET como de
los indígenas Tacanas la Selva, se constituyeron en Riberalta, el 26 y 27 de septiembre de 2009;
empero, no asistieron las autoridades departamentales ni el propietario de la empresa; sin embargo,
se pudo advertir lo denunciado por los indígenas, que el actuar de las empresas madereras, pone en
peligro el medio ambiente con la construcción de puntos de rodeo de madera y represas, tala de
castaña y de árboles, encontrándose en riesgo de extinción a una etnia como son los Pacahuaras,
afectando su espacio y territorio donde desarrollan sus actividades como pueblos nómadas, pese a
que el INRA de Pando conoce de la petición de determinar reserva o territorio indígena en todo el
sector donde se encuentran las empresas madereras, niegan ese derecho, con el argumento que ya
habría concluido el saneamiento de tierras en el referido departamento, y esas son consideradas
tierras fiscales no disponibles y no permiten asentamientos indígenas; por lo que, solicitan el respeto
a su territorio y a su forma de vida, conforme lo establece el art. 31.I de la Constitución Política del
Estado (CPE).
En cuanto al entonces Prefecto, Secretario de Medio Ambiente, Forestal, Tierra y Recursos Hídricos y
al Alcalde de Nueva Esperanza, éstos de acuerdo a la Ley del Medio Ambiente, son responsables del
cuidado y protección de los recursos naturales en el departamento de Pando, esto mediante las
instancias de sus dependencia.
Concluye señalando que, al no tener un medio eficaz para hacer conocer este atropello, acude a la
presente acción popular como medio de defensa que no requiere el agotamiento de la vía judicial o
administrativa, ante el incumplimiento de las obligaciones que tienen las autoridades encargadas de
controlar el medio ambiente, los bosques y la tierra.
Señala como vulnerado el derecho a la petición, citando al efecto los arts. 24, 30.II y 31.I y II de la
CPE.
I.1.3. Petitorio
Instalada la audiencia pública el 9 de octubre de 2009, la misma que fue suspendida, por la
existencia de terceros interesados que no fueron notificados, en ese sentido, Evelyn Salgueiro
Velasco, Vocal de la entonces Corte Superior del Distrito Judicial de Pando, dio un plazo de “tres
días” para que CIPOAP cumpla con dicha observación, señalando el domicilio de los terceros
interesados (fs. 58). Cumplidas las observaciones, se instaló nuevamente la audiencia el 19 de
octubre de 2009, tal cual consta del acta cursante de fs. 230 a 232 vta.
La parte accionante por intermedio de su abogado en audiencia, ratificó in extenso los argumentos
expuestos en su memorial de demanda, puntualizando que no obtuvieron respuesta de la denuncia
que hicieron a la ABT sobre la destrucción del medio ambiente, así como a la solicitud de dotación
de tierras. Asimismo, ampliándola manifestó: 1) Existe una omisión en la falta de cumplimiento,
porque el art. 46 de la Ley Forestal (LF), está siendo mal interpretado, ya que no se ajusta en nada a
los pueblos indígenas que son reconocidos por la CIPOAP; y, 2) Que los asentamientos son legales,
por ese motivo la Resolución de desalojo no se adecúa.
Con el derecho a la réplica, el abogado del accionante, señaló que: i) Las organizaciones de los
pueblos indígenas son recientes; es decir, desde 1998, se fueron consolidando de a poco, pero en
Pando no había una organización fortificada que sepan sus derechos; y, ii) Es cierto que existen
concesiones forestales, pero lo inconcebible es que no puedan convivir con los pueblos indígenas, el
problema no solo atinge a ellos sino a todo el departamento de Pando, ya que no se beneficia en
nada, toda vez, que las empresas tiene su sede en Beni-Riberalta y La Paz y solicitan una pausa
ecológica.
Juan Wilder Suárez Velarde, Director Departamental de Pando de la ABT, a través del informe
escrito, cursante de fs. 70 a 71 vta., señaló lo siguiente: a) Que la comunidad indígena Tacana la
Selva, vive de la recolección de castaña, palmito y “otros” recursos no maderables y se encuentran
esperando se consolide su territorio, es una afirmación incoherente, debido a que la parte
accionante confirma que dichos comunarios no se encuentran legalmente establecidos en el lugar,
más aún si se considera que la concesión MABET S.A, realiza sus operaciones de aprovechamiento
forestal sostenible en un área de concesión forestal otorgada a través de la Resolución
Administrativa (RA) 056/97 de 31 de julio de 1997, emitida en estricto cumplimiento de lo dispuesto
en el art. 29.III de la LF; b) La concesión forestal es un acto administrativo por el cual la extinta
Superintendencia Forestal -hoy ABT- otorga a personas individuales o colectivas el derecho exclusivo
de aprovechamiento de recursos forestales en un área específicamente delimitada de tierras
fiscales, y resulta por demás extraño que luego de más de doce años de otorgada la concesión, dicha
comunidad se encuentre en tierras ancestrales y en situación de aislamiento, pretendiendo paralizar
operaciones legalmente autorizadas; c) Las concesiones están otorgadas sobre tierras fiscales; es
decir, tierras que pertenecen al Estado Boliviano y las mismas están sujetas a los resultados del
proceso de saneamiento a ejecutarse en el departamento de Pando por el INRA, el que está
concluido, afirmación también señalada en el memorial de la presente acción; d) “A la fecha” no se
ha reconocido derecho de titularidad alguna en el área de los supuestos afectados por la autoridad
legal competente (INRA); y, e) De acuerdo a lo establecido en la Ley Forestal es deber de la ABT
supervigilar el cabal cumplimiento del régimen forestal, disponiendo las medidas correctivas y
sanciones pertinentes y conforme al principio que establece de “in dubio pro bosque (la duda
favorece al bosque)” (sic), es necesario precautelar el régimen forestal, en ese sentido la ABT, emitió
la RA RDABTDDA 214/2009 de 15 de septiembre, que dispone como medida precautoria desalojar a
los contraventores y ocupantes ilegales e intimar a abandonar los predios ocupados por la
comunidad indígena Tacana La Selva, ubicada en el municipio Nueva Esperanza.
Julio Urapotina Aguararupa, Director Departamental a.i. del INRA Pando, a través del informe escrito
que cursa de fs. 220 a 226, y en audiencia expresó que: El departamento de Pando se encuentra
saneado y a la “fecha” tiene ciento dieciocho solicitudes de asentamientos y en los que no figura la
demanda de la comunidad Tacana La Selva, sino de Nueva Unión y al no estar identificada dicha
comunidad y no tener autorización de asentamiento, el INRA emitió la resolución de desalojo en
razón a que todas las tierras fiscales son del Estado y el INRA tiene la administración para
distribuirlas, y los asentamientos de ellos son recientes, la comunidad Tacana La Selva se atribuyen
ser Tacanas, pero son de Santa Ana de Yacuma, por tanto serían Movimas, por lo que pide se
desestime esta acción.
Juan Wilder Suárez Velarde, Director Departamental de la ABT, mediante memorial cursante de fs.
70 a 71 vta.; y en audiencia manifestó aclarando: que la construcción de puentes es temporal que se
utiliza para extraer madera y luego se destruyen, las otras imágenes son concesiones que en un 80%
se corta y 20% se deja para semillero, y que no son represas, sino atajados por donde circula el agua
por debajo.
En audiencia, el representante legal del Prefecto -ahora Gobernador- del departamento de Pando,
indicó que no se demostró la legitimación pasiva de su representado, toda vez que la parte
accionante refiere a la ABT y al INRA, más no a la entonces prefectura.
Emil Eduardo Lujan Melazzini, representante legal de la empresa MABET S.A., por informe escrito
cursante de fs. 105 a 121, señaló lo siguiente: i) Por RA 47/2006, la Superintendencia Forestal
resolvió reconocer a la empresa señalada, como titular del derecho forestal de la concesión
otorgada mediante RA 26/1997; ii) El año 2008, les vulneraron su pacífica posesión por la irrupción
en el área de la concesión forestal “San Joaquín” liderados por Armando Paz Arroyo denominados
“Comunidad Nueva Unión”; iii) Por tal motivo la indicada empresa, denunció este hecho al INRA de
Pando y en la vía de conciliación se les otorgó dotación de tierras fiscales contiguas al área asignada
para la concesión forestal; iv) Armando Paz Arroyo, burlando los convenios, en su afán desmedido de
obtener la concesión forestal “San Joaquín” -a pesar de tener dotación de tierras fiscales- creó una
nueva comunidad con el nombre de “La Selva” y para otros hechos la denominó comunidad “La
Brasilera”; v) La mencionada empresa cumpliendo el art. 9 de la LF, denunció dichos hechos ante la
ABT y junto a la Unidad Operativa de Riberalta y la Dirección Departamental de la ABT de Pando,
iniciaron la investigación, por lo que dieron plazo a Armando Paz Arroya para que presente sus
descargos y no habiéndolos presentado conforme a ley dictaron la Resolución Administrativa de
desalojo; vi) La acción popular presentada, a más de una versión errada de los hechos, no señaló con
claridad cuáles son los agravios que han cometido las autoridades demandadas; y, vii) Finalmente
pidió que se declare “improcedente” la presente acción popular.
Waldemar Becerra Becerra, quien se presentó como tercero interesado, empresario maderero de
una empresa concesionaria, aunque no identificó el nombre de la misma, en audiencia señaló
conocer todo el territorio de los Pacahuaras, que nunca conoció un indígena y para poblar esa región
se dio acertadamente concesiones, ya que esas comunidades no se sometieron en su oportunidad al
saneamiento simple de tierras.
I.2.5. Resolución
La Sala Civil, Familiar, Social, de la Niñez y Adolescencia de la Corte Superior del Distrito Judicial -
ahora Tribunal Departamental de Justicia- de Pando, constituida en Tribunal de garantías, mediante
Resolución 25 de 19 de octubre de 2009, cursante de fs. 233 a 235 vta., denegó la tutela solicitada y
también “la improcedencia en cuanto a la Prefectura de Pando y la Secretaría de Medio ambiente de
la misma repartición” (sic), con los siguientes fundamentos: 1) Se advierte que el INRA tiene
predisposición de otorgar tierras previa tramitación, por lo tanto no se pueden desconocer las leyes,
si la parte accionante tiene algún derecho sobre las tierras, debe hacer valer estos derechos ante
dicha institución; 2) El derecho de explotación de las empresas es conforme a la Ley Forestal, por lo
que no se puede ordenar la paralización; 3) No se demostró que las etnias que están asentadas en el
territorio de Tacana la Selva o Pacahuara estén reconocidas por el Estado o que hayan nacido a la
vida jurídica a través de una Organización Territorial de Base (OTB) o una Resolución Prefectural; 4)
En relación a que el INRA, inicie los trámites y gestiones para establecer reserva y tierra indígena,
son incompetentes para determinar dicha situación; 5) En cuanto a ordenar la paralización de
desalojo de los indígenas de Tacana la Selva, se ha demostrado que existe un procedimiento
planteado ante el INRA el que deberá determinar lo que fuere de ley y las partes tienen derecho a
impugnar; y, 6) Respecto a la Prefectura y el Secretario del Medio Ambiente, al no haber participado
en el asunto, ni haber tenido conocimiento del mismo, corresponde declarar la “improcedencia” por
falta de legitimación pasiva.
Por mandato de las normas previstas por el art. 20.I y II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; la
Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional, conformó la Sala Liquidadora Transitoria,
posesionando a los Magistrados de la misma, el 15 de febrero de 2012, a objeto de la liquidación de
las acciones tutelares ingresadas a los Tribunales de garantías hasta el 31 de diciembre de 2011,
modificada por la Disposición Transitoria Segunda del Código Procesal Constitucional vigente desde
el 6 de agosto de 2012. Con la referida competencia, se procedió al sorteo de la presente causa,
dictándose la Resolución dentro de plazo.
Sorteado el expediente en análisis, y ante la ausencia de suficiente literal que le permita a este
Tribunal efectuar un estudio cabal para su resolución, a solicitud de la Magistrada Relatora,
mediante Auto Constitucional 0017/2012-CA/S-L de 15 de mayo, se solicitó documentación
complementaria, reanudándose el plazo mediante Decreto de 21 de enero de 2013; por lo que, la
presente Sentencia Constitucional Plurinacional es pronunciada dentro de plazo.
II. CONCLUSIONES
II.9. Oficio enviado por la CIPOAP a Juan Wilder Suárez Velarde - ABT PANDO, de 22 de
septiembre de 2009, pidiendo “suspensión de desalojo y presencia en dicho acto” (sic) (fs. 208 y
209).
II.10. Nota enviado por la CIPOAP a Julio Urapotina Aguararupa, Director Departamental del INRA
de Pando, el 22 de septiembre de 2009, pidiendo “suspensión de desalojo” (sic) (fs. 210 y 211).
II.11. El 2 de octubre de 2009, la parte accionante, solicitó al Director del INRA de Pando, copia
legalizada de la RA 0005/2009 de 7 de septiembre, dentro del caso MABET-LA SELVA de igual forma
solicitó al Director de la ABT Regional Pando, copia legalizada de la RA RD-ABT-DDPA- 214/2009 de
15 de septiembre, dictada por Juan Wilder Suárez Velarde (fs. 27 y 28).
II.12. Mediante informe, la Dirección General de Saneamiento, Jefatura Región Llanos sobre las
“Demandas de pueblos indígenas Tacana y Pacahuara de Pando” (sic), de 13 de octubre de 2009,
señala: “no se ha identificado demandas de reconocimiento de derechos a favor de pueblos
indígenas. Se destaca que el proceso de saneamiento de la provincia Gral. Federico Román ha
concluido con la Resolución Administrativa RA-SS 0412/2007 de “(…) 29 de junio de 2007, por la que
conforme lo disponía el art. 235 del Reglamento Agrario ahora derogado, se ha declarado área
saneada e identificado Tierras Fiscales, las mismas que han sido puestas a conocimiento de la
Dirección General de Administración de Tierras, lo que significa que cualquier demanda realizada en
forma posterior al saneamiento debe ser de conocimiento de la citada dirección” (sic) (fs. 219).
II.13. Fotocopia del “Estudio de los Pacahuaras Aislados en Pando”. Central Indígena de Pueblos
Originarios de la Amazonia de Pando. CIPOAP. Álvaro Diez Astete, Consultor. Agosto, 2009. Su
importancia se debe a que se trata de uno de los pocos estudios sobre los indígenas que habitan la
zona objeto de la presente acción popular y mapas, cuya importancia es la ubicación de la zona
objeto de la presente acción tutelar (fs. 204 a 207).
Lucio Ayala Siripi, en su condición de Presidente de la CIPOAP, ahora accionante, alega la vulneración
del derecho a petición y de los arts. 30.II y 31.I y II de la CPE, de los pueblos indígenas Pacahuaras y
Tacana La Selva; toda vez que, en el mismo territorio que habitan estos pueblos indígenas, las
empresas MABET S.A., URKUPIÑA y BOLITAL entre “otras”, explotan madera con el argumento que
fueron beneficiadas con concesiones forestales, afectando sus derechos de pueblos indígenas no
contactados, obligándolos a abandonar su territorio ancestral de forma indirecta, su forma de vida,
sus usos y costumbres; así también ponen en peligro el medio ambiente con la construcción de una
represa en pleno río, poniendo en peligro toda una biodiversidad y las autoridades del
departamento de Pando ahora demandadas que debieran proteger los bosques y el territorio, en
total desconocimiento de la actual Constitución Política del Estado, constantemente amenazan con
efectuar el desalojo de esas “tierras fiscales” a los citados pueblos, sin considerar que al no ser
contactados difícilmente pudieron en su momento pedir el saneamiento de tierras; no obstante, los
indígenas de Tacana la Selva, fueron notificados por funcionarios de la ABT e INRA de Pando, con
resoluciones administrativas que disponen como medida precautoria el desalojo de esas tierras
fiscales “no disponibles” por ser asentamientos ilegales. En consecuencia, corresponde en revisión,
verificar si tales argumentos son evidentes a fin de conceder o denegar la tutela solicitada.
La Constitución Política del Estado se funda en la pluralidad y el pluralismo jurídico, cultural, político,
lingüístico y económico con el propósito de lograr que el Estado garantice el bien estar, la seguridad,
el desarrollo y la dignidad de las personas, naciones comunidades y pueblos indígenas que habitan
este Estado; en el cumplimiento de los principios ético-morales, valores y derechos constitucionales
"para vivir bien” (art. 8.II de la CPE). Estos derechos son inviolables, universales, independientes e
indivisibles, por lo cual es deber del Estado protegerlos.
De igual manera, el art. 9 de la CPE, establece como fines y funciones esenciales del Estado “además
de los que establece la Constitución y la ley”, la construcción de una sociedad justa y armoniosa,
cuyas bases sean la descolonización sin discriminación, con plena justicia social para lograr
consolidar las identidades plurinacionales. Siendo necesario preservar como patrimonio la
plurinacionalidad y promover un aprovechamiento responsable y planificado de los recursos
naturales.
Por lo tanto, la acción popular es de las principales innovaciones introducidas en la Norma Suprema,
dentro de las garantías constitucionales como una acción de defensa tutelar, que hace posible la
materialización de los derechos fundamentales, consagrados en la Constitución Política del Estado y
las leyes, cuando violen o amenacen con violar derechos e intereses colectivos o difusos; así, el art.
135 de la CPE, dispuso que: “La Acción Popular procederá contra todo acto u omisión de las
autoridades o de personas individuales o colectivas que violen o amenacen con violar derechos e
intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, el
medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por esta Constitución”.
Asimismo la SC 1018/2011-R de 22 de junio, en su Fundamento Jurídico III.1.2 con referencia a la
naturaleza jurídica de la acción popular, considera que: “…está integrada por una serie de actos de
procedimiento como la demanda, el informe, la audiencia, la resolución y posterior revisión por el
Tribunal Constitucional, que configuran un proceso constitucional autónomo, de carácter
extraordinario, tramitación especial y sumaria, en el que se impugna la lesión de derechos colectivos
o difusos, existe en tal sentido una pretensión, partes discrepantes, un procedimiento específico
conforme al cual se desarrolla la acción, y un juez o tribunal que la resuelve.
Cabe resaltar que esta acción está prevista en nuestra Ley Fundamental como una acción de
defensa, entendiéndola como el derecho que tiene toda persona -individual o colectiva- de solicitar
la protección a sus derechos e intereses colectivos -o difusos-; de ahí que también se configure como
una garantía prevista por la Ley Superior, con una triple finalidad: 1) Preventiva, evitando que una
amenaza lesione los derechos e intereses bajo su protección; 2) Suspensiva, por cuanto tiene como
efecto hacer cesar el acto lesivo a los derechos e intereses tutelado en la acción; y, 3) Restitutoria,
por cuanto se restituye el goce de los derechos colectivos afectados a su estado anterior”.
El art. 136 de la CPE, establece: “I. La Acción Popular podrá interponerse durante el tiempo que
subsista la vulneración o la amenaza a los derechos e intereses colectivos. Para interponer esta
acción no será necesario agotar la vía judicial o administrativa que pueda existir.
II. Podrá interponer esta acción cualquier persona, a título individual o en representación de una
colectividad y, con carácter obligatorio, el Ministerio Público y el Defensor del Pueblo, cuando por el
ejercicio de sus funciones tengan conocimiento de estos actos. Se aplicará el procedimiento de la
Acción de Amparo Constitucional” (las negrillas son nuestras).
La legislación colombiana consigna similares características que la nuestra; es así que el art. 2 de la
Ley 472 de 5 de agosto de 1998 promulgada en dicho país, señala que: ‘Las acciones populares se
ejercen para evitar el daño contingente, hacer cesar el peligro, la amenaza, la vulneración o agravio
sobre los derechos e intereses colectivos, o restituir las cosas a su estado anterior cuando fuere
posible’. Criterio que responde perfectamente a nuestra realidad nacional y por lo tanto aplicable a
los casos concretos” (las negrillas son nuestras).
De esta manera, la acción popular al considerar los derechos e intereses colectivos y difusos puede
ser interpuesta por cualquier persona a título individual o en representación de una colectividad, sin
poder expreso, contra aquella persona natural o jurídica, o contra la autoridad pública cuya
actuación y omisión se considere que amenaza o viola el derecho o interés colectivo; y con carácter
obligatorio debe ser ejercida por el Ministerio Público y el Defensor del Pueblo, cuando en el
desempeño de sus funciones tengan conocimiento de estos actos. Siendo ésta una característica
propia de esta acción tutelar.
Con referencia a la inmediatez, el art. 136 de la CPE, citado, es claro cuando establece: “I. La Acción
Popular podrá interponerse durante el tiempo que subsista la vulneración o la amenaza a los
derechos e intereses colectivos(…)”. No existiendo plazos máximos o mínimos para la interposición
de esta acción. Al respecto, la SC 1971/2011-R de 7 de diciembre, nos dice: ”Conforme ya mencionó
el Tribunal Constitucional, la acción popular tiene particularidades excepcionales respecto a las
demás acciones de defensa, ya que no tiene un plazo de caducidad para ser ejercida, sin embargo, el
plazo para su interposición está estrictamente limitado al tiempo que dure o subsista la violación o
amenaza de los derechos e intereses colectivos”.
En cuanto a la subsidiaridad, el art. 136 de la CPE, claramente establecen la segunda parte del
parágrafo I. “…Para interponer esta acción no será necesario agotar la vía judicial o administrativa
que pueda existir”.
III.3.1. Sobre la representación de los pueblos indígena originario campesinos a la luz del
constitucionalismo plural imperante en el ámbito de la legitimación activa y pasiva
Al respecto, el art. 136.II de la CPE establece: “II. Podrá interponer esta acción cualquier persona, a
título individual o en representación de una colectividad y, con carácter obligatorio, el Ministerio
Público y el Defensor del Pueblo, cuando por el ejercicio de sus funciones tengan conocimiento de
estos actos. Se aplicará el procedimiento de la Acción de Amparo Constitucional” (las negrillas son
nuestras).
El preámbulo de la Constitución, señala que la construcción del nuevo Estado, está basada en el
respeto e igualdad entre todos, dentro de los alcances de los principios de complementariedad,
solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde
predomine la búsqueda del vivir bien, con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política
y cultural de los habitantes de esta tierra y en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo,
educación, salud y vivienda para todos. En ese orden, a partir de estas pautas axiomáticas, el art. 30
de la Constitución, inserto en la parte dogmática de esta Norma Suprema, disciplina los derechos
colectivos de los pueblos indígenas, originarios y campesinos, reconociéndolos como sujetos
colectivos de derechos (art. 30.I de la CPE), disposición constitucional que debe ser interpretada -de
acuerdo al principio de unidad constitucional-, armónicamente con la cláusula estructural del Estado
plasmada en el art. 1 de la CPE, que consolida al pluralismo como el elemento estructurante del
Estado. Asimismo, el art. 30.1 de la Constitución, debe ser interpretado en el marco de los alcances
dogmáticos del principio de libre determinación de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos plasmados en el art. 2 del texto fundamental.
A partir del marco constitucional antes descrito, se tiene que los pueblos y naciones indígenas
originario campesinos son titulares de derechos colectivos, aspecto que consolida la visión propia de
una construcción colectiva del Estado, en ese contexto, el segundo parágrafo del art. 30 de la
Constitución, disciplina el catálogo de derechos, el cual no puede ser considerado como una cláusula
constitucional cerrada, sino por el contrario un listado abierto de derechos al cual, a través de la
interpretación constitucional, podrán incluirse otros derechos de naturaleza colectiva propios de los
pueblos indígenas, originarios y campesinos.
En efecto, entre los derechos colectivos disciplinados por el art. 30.II de la Constitución, se
encuentra el derecho a ‘existir libremente’ (art. 30.II.1 de la CPE), el cual, constituye el postulado
esencial para el ejercicio de la libre determinación de los pueblos y naciones indígenas originario
campesinos.
En efecto, este derecho colectivo asegura la libertad de desarrollo social y cultural a colectividades
cohesionadas por elementos antropológicos y culturales comunes como ser: La identidad cultural;
idioma; organización administrativa; organización territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y
cosmovisión propia, entre otras características de cohesión colectiva.
En el ámbito de lo señalado, en armonía con los elementos de cohesión colectiva antes descritos, la
Constitución Política del Estado reconoce los derechos de los pueblos y naciones indígena originario
campesinas a la identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas, costumbres y a su
propia cosmovisión (art. 30.II.2 de la CPE), elementos a los cuales debe incluirse el derecho a la
territorialidad (art. 30.II.4), para que el principio de libre determinación plasmado en el art. 2
concordante con el art. 30.II.4 de la CPE, tenga un efecto útil a la teleología y esencia del pluralismo,
la interculturalidad y la descolonización como elementos esenciales de la refundación del Estado; en
este marco, los componentes antes descritos, serán los elementos necesarios para la identificación
de los pueblos y naciones indígena originario campesinas en el Estado Plurinacional de Bolivia, para
consagrar así los derechos colectivos referentes al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y
económicos enmarcados en su cosmovisión (art. 30.II.14 de la CPE), consolidando también que sus
instituciones sean parte de la estructura general del Estado (art. 30.II.5 de la CPE), asegurando así el
valor plural supremo referente al vivir bien en un Estado Unitario cuyo diseño responde a los
postulados del pluralismo, la interculturalidad y la descolonización.
Ahora bien, los aspectos antes citados, configuran a los pueblos y naciones indígena originario
campesinas como sujetos colectivos de derecho; en ese orden, por razones de orden socio-
históricas, debe entenderse a este término como un concepto compuesto e inescindible, que
comprende a poblaciones indígenas de tierras altas, tierras bajas y zonas geográficas intermedias
sometidas a un proceso de mestizaje, razón por la cual este concepto se compone de los elementos
indígena-originario-campesino con una semántica socio-histórica indivisible.
En coherencia con lo señalado, debe precisarse además que en el contexto de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, su estructura organizativa por razones también de orden socio-
histórico, podría estar compuesta por organizaciones campesinas, juntas vecinales u otras
modalidades organizativas que reflejen un proceso de mestizaje vivido en el País, en estos casos, el
reconocimiento de derechos colectivos como naciones y pueblos indígena originario campesinos,
responderá a la concurrencia de cualquiera de los elementos de cohesión colectiva descritos supra,
es decir a la existencia de identidad cultural; idioma; organización administrativa; organización
territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y cosmovisión propia, entre otras; por tanto, a pesar
de la influencia de elementos organizativos propios de un proceso de mestizaje, en la medida en la
cual se identifique cualquiera de los elementos de cohesión colectiva antes señalados, la colectividad
será sujeta de derechos colectivos y le será aplicables todos los efectos del art. 30 en sus dos
parágrafos de la Constitución, así como los efectos del principio de libre-determinación inherente a
los pueblos y naciones indígenas originario y campesinos plasmado en el segundo artículo de la CPE.
Asimismo, los miembros de estas colectividades con elementos comunes de cohesión que los
configure como naciones y pueblos indígena originario campesinos, gozarán de derechos
individuales a ser interpretados en contextos interculturales y de acuerdo a valores plurales
supremos…”.
Además, debe aplicarse para esta temática el corpus iure de derecho de los pueblos indígenas
plasmado en el bloque de convencionalidad imperante e inserto en el bloque de constitucionalidad
del Estado Plurinacional de Bolivia, referido en el Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT).
En cuanto a la legitimación pasiva, ésta ha sido entendida por este Tribunal como la coincidencia que
se debe dar entre la autoridad o particular que presuntamente causó la vulneración o la amenaza y
aquella contra quien se dirige la acción, conforme al citado entendimiento y de acuerdo a los arts.
135 de la CPE y 68 del Código procesal Constitucional (CPCo) que dice: “La Acción Popular tiene por
objeto garantizar los derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, espacio,
seguridad y salubridad pública, medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por la
Constitución Política del Estado, cuando ellos por acto u omisión de las autoridades o de personas
naturales o jurídicas son violadas o amenazados”(las negrillas son nuestras).
Por lo anterior, se concluye que cualquier particular o funcionario público de los órganos del Estado
puede ser sujeto pasivo de esta acción.
Con referencia a esta acción tutelar, este Tribunal ha establecido mediante la SC 1018/2011-R de 22
de junio, sobre la protección inmediata en razón a la naturaleza de los derechos protegidos, no
corresponde la regla ni la subregla sobre la legitimación pasiva con referencia a los órganos
colegiados o tribunales que asumieron la resolución o determinación impugnada: “Por otra parte,
este Tribunal, de manera reiterada en las acciones de amparo constitucional, ha señalado que
tratándose de tribunales u órganos colegiados, tienen legitimación pasiva todos los miembros que
asumieron la determinación o resolución impugnada (SSCC 0059/2004-R, 0711/2005-R, 0554/2006-
R, entre otras); sub regla que si bien, a prima facie tendría que ser aplicada también a las acciones
populares; sin embargo, atendiendo al carácter informal de la acción popular -que puede ser
presentada sin agotar los medios de impugnación existentes- y en virtud a la naturaleza de los
derechos protegidos que requieren protección inmediata, se concluye que en la acción popular no es
posible denegar la tutela por dicha sub regla que, además fue creada dentro del recurso -ahora
acción- de amparo constitucional.
Dicho entendimiento, por otra parte, resulta coherente con lo establecido en el art. 98 de la LTCP,
que entre los requisitos de la acción popular, al hacer referencia a la parte demandada, señala:
‘Indicar el nombre y domicilio de la parte demandada o de su representante legal’; no siendo
imprescindible, por ende, identificar a todos los que componen el órgano colegiado”’ (las negrillas
fueron añadidas).
Del contexto previsto en el art. 135 de la CPE, se tiene que la acción popular, se encuentra destinada
a la protección de los derechos e intereses colectivos relacionados con el patrimonio, el espacio, la
seguridad y salubridad pública, el medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por la
Constitución.
Al referirnos a los derechos colectivos o intereses difusos, éstos trascienden al individuo, nos
referimos a los denominados derechos de tercera generación, que protegen ya no los derechos e
intereses del individuo sino de un grupo humano, que habita un lugar determinado y que sufre la
violación de sus derechos e intereses, lo cual le otorga carácter difuso.
Al respecto, Mauro Capelletti, principal impulsor de la doctrina de los derechos e intereses colectivos
y difusos, se refiere al problema social que surge a la luz de los nuevos derechos y busca “asegurar el
acceso a la justicia para estos grupos de personas no organizadas”; “los derechos sociales se refieren
a vastas categorías de personas y solamente un sistema procesal distinto del tradicional estará en
grado de asegurar una protección eficaz… “; debiéndose tener en cuenta a los grupos vulnerables de
la sociedad, por razones de sexo, religiosas, étnicas u otros. Más adelante, sostiene que “los
intereses colectivos o difusos no pertenecen exactamente al derecho público, poseen características
sui géneris. Se encuentran- en cierto sentido-en la mitad del camino de los derechos privados y los
públicos. En otras palabras, son públicos solamente en el sentido de que se refieren a las categorías
o grupos de personas, pero que por lo demás son y permanecen como ciudadanos privados”.
Por su parte, María del Pilar Hernández Martínez nos dice: “caracterizamos comprensivamente
como difusos aquellos intereses que pertenecen a todos y cada uno de los que conforman una
colectividad humana que se nuclean en torno a un bien de la vida y que, siendo lesionados, carecen
de vías de tutela en función al desconocimiento real de aquellos que han sido afectados o conocidos
por falta de legitimación procesal del colectivo para hacer valer el interés particular”.
Asimismo, Crescencio Martínez Geminiano, los define como: “aquellos que corresponden a un
número indeterminado de personas que no está agrupadas o asociadas para la defensa de sus
intereses comunes, sino que forman conglomerados dispersos, como son los integrados por los
consumidores, las víctimas de contaminación ambiental, los interesados en defender el patrimonio
artístico y cultural y otros".
Ahora bien, se debe plantear las diferencias y similitudes existentes entre los intereses y derechos
colectivos; y, los intereses y derechos difusos. En ese sentido, este Tribunal ha establecido en la SCP
0276/2012 de 4 de junio, señala: “Al respecto, la SCP 0176/2012 de 14 de mayo, siguiendo el
razonamiento de la SC 1018/2011-R de 22 de junio, ha establecido que ‘De la interpretación
teleológica, gramatical (art. 196. II de la CPE) y sistemática (art. 6.II de la LTCP), que facultan a este
tribunal, de las normas referidas, puede extraerse que la acción popular otorga protección a lo
siguiente:
En este sentido, el concepto de derecho colectivo latu sensu incorpora e implica a los derechos
colectivos propiamente tales y a los derechos difusos, así la SC 1018/2011-R de 22 de junio, sostuvo
que: 'Como se ha señalado la Constitución Política del Estado sostiene que la acción popular procede
contra actos u omisiones que amenacen violar o violen derechos e intereses colectivos, sin hacer
referencia a los intereses difusos; sin embargo, dicha norma debe ser interpretada sistemáticamente
y, en ese sentido, debe tenerse en cuenta que el mismo art. 135 de la CPE, hace referencia, como
derechos e intereses protegidos, al patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, los
cuales, con base en la distinción efectuada en el punto anterior, son específicamente considerados
difusos y no así colectivos.
Consiguientemente, a partir de una interpretación sistemática del art. 135 de la CPE, se debe
concluir que la acción popular protege, además de derechos e intereses colectivos, derechos e
intereses difusos -ambos contenidos bajo el nomen iuris 'Derechos Colectivos'.
(…)
ii) Derechos o intereses difusos, que corresponden a una pluralidad de personas que no pueden
determinarse, lo que puede suceder por ejemplo cuando la distribución de un medicamento dañado
amenaza a todo potencial usuario. Asimismo, por la naturaleza de estas circunstancias no existe la
posibilidad de concebir que la pluralidad de sujetos estén organizados mediante mecanismos de
coordinación de voluntades y menos que tengan una relación orgánica entre sí;
En ese sentido, se puede colegir que los derechos o intereses colectivos en sentido estricto y los
derechos o intereses difusos que en esencia son transindividuales e indivisibles y necesariamente
requieren una solución unitaria y uniforme, son tutelables por la acción popular, mientras que los
derechos o intereses individuales homogéneos al tratarse de derechos subjetivos donde se busca el
resarcimiento no se tutelan a través de la acción popular, puesto que en el derecho comparado se
protegen por las acciones de grupo (Colombia) donde la sentencia determinará diferentes grados de
afectación y de reparación económica’.
b) Otros derechos de similar naturaleza; es decir, de carácter colectivo o difuso -diferentes a los
explícitamente enunciados- contenidos en normas que integren en bloque de constitucionalidad
(art. 410.II de la CPE) o incluso en normas legales de características similares a los referidos e
indispensables para el vivir bien, en su carácter colectivo, lo que concuerda con el concepto de
progresividad que rige a los derechos, como sucede con el derecho al agua, que se constituye en un
derecho autónomo y con eficacia directa que en su dimensión colectiva como derecho difuso y
colectivo, encuentra protección por la acción popular.
c) Otros derechos incluso subjetivos por estar relacionados o vinculados con los derechos
expresamente referidos por el art. 135 de la CPE o con los implícitos referidos por la cláusula abierta
contenida en la misma norma constitucional en virtud al principio de interrelación de los derechos
fundamentales contenido en el art. 13.I de la CPE, que instrumentalicen o hagan efectivos a los
mismos.
Ello mismo provoca reconocer el fenómeno de la conexidad, así si bien el legislador constituyente,
diferenció la acción de amparo constitucional para la tutela de derechos subjetivos y la acción
popular para la protección de los derechos e intereses colectivos, es posible que una misma causa,
afecte tanto a derechos subjetivos como a derechos colectivos; de forma que, la tutela del derecho
subjetivo mediante el amparo constitucional eventualmente e indirectamente puede alcanzar a la
tutela del derecho colectivo y la tutela que otorga la acción popular puede incluir a derechos
subjetivos.
El bloque de constitucionalidad establecido en el art. 410 de la CPE, al tutelar los derechos humanos
reconoce los derechos de tercera generación, derechos de los pueblos o derechos de la solidaridad
de los pueblos, que están consagrados en disposiciones de algunas convenciones internacionales
sobre derechos humanos, entre los que se encuentran: derecho a la libre determinación, derecho a
la independencia económica y política, derecho a la identidad nacional y cultural, derecho a la paz,
derecho a la coexistencia pacífica, derecho al entendimiento y confianza, la cooperación
internacional y regional, la justicia internacional, el uso de los avances de las ciencias y la tecnología,
la solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos y ecológicos, el medio ambiente,
el patrimonio común de la humanidad, el desarrollo que permita una vida digna. El Estado debe
velar por el efectivo disfrute de estos derechos y realizar las acciones necesarias para
salvaguardarlos porque representan las más altas aspiraciones del ser humano.
De igual manera, el art. 13.IV de la CPE establece que: “Los tratados y convenios internacionales
ratificados por la Asamblea Legislativa Plurinacional que reconocen los derechos humanos y
prohíben su limitación en los Estados de Excepción prevalecen en el orden interno. Los derechos y
deberes consagrados en esta Constitución se interpretarán de conformidad con los Tratados
internacionales de derechos humanos ratificados por Bolivia”.
Por otra parte, el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos y Sociales y el Convenio 169 de la OIT, además de referirse a la libre determinación de
los pueblos, establecen derechos inherentes a los pueblos indígenas, que en Bolivia se denominan
naciones y pueblos indígena originario campesino.
Los derechos de los pueblos indígenas, incluidos los pueblos en aislamiento y en contacto inicial, son
objeto de protección por parte de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Por lo
tanto se cuenta con un primer marco jurídico de derechos humanos genérico, centrado en los
instrumentos internacionales.
En este contexto, el art. 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), establece
que: “En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a las
personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en común con los
demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia
religión y a emplear su propio idioma”. Además de los derechos establecidos en el citado artículo,
aplicables a los pueblos indígenas, incluidos los que se encuentran en aislamiento y en contacto
inicial, existen otros derechos como el derecho a la vida, a la salud o la autodeterminación
igualmente reconocida por el derecho internacional de los derechos humanos.
Los derechos de los pueblos indígenas han sido desarrollados por la jurisprudencia emanada de los
diferentes órganos de vigilancia de los tratados internacionales, fundamentalmente del Comité de
Derechos Humanos y el Comité contra la Discriminación Racial. El Comité de Derechos Humanos,
sobre la base del art. 27 del PIDCP, ha desarrollado la interdependencia entre los derechos culturales
de los pueblos indígenas y otros derechos como el derecho a la autodeterminación, a los territorios y
recursos naturales, a la cultura y a las prácticas religiosas.
Por último, ha de prestarse una especial atención a las recomendaciones emitidas por estos Comités
en relación a los derechos que establecen los tratados internacionales y para garantizar el
reconocimiento de diversos derechos importantes para los pueblos indígenas, más concretamente
los pueblos en aislamiento y contacto inicial como los derechos territoriales, culturales o a la salud.
Entre todas estas recomendaciones que han sido planteadas por los diversos Comités podemos
destacar las observaciones generales del Comité de Derechos Humanos 23*, sobre el derecho de las
minorías (art. 27 del PIDCP), y 27 sobre la libertad de circulación (art. 12 del citado Pacto)**.
También es importante la observación general 14*** del Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales sobre el derecho al más alto nivel posible de salud (art. 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y la Recomendación general 23 del Comité para la
Eliminación de la Discriminación Racial (CERD)**** relativa a los derechos de los pueblos indígenas.
El Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la Naciones Unidas, durante su quinta sesión
de reuniones, recomendó:
“1. Los pueblos indígenas en aislamiento voluntario o en contacto inicial tienen derecho a
permanecer en dicha condición y de vivir libremente y de acuerdo a sus culturas.
2. Los Estados adoptarán medidas y políticas adecuadas, con conocimiento y participación de los
pueblos y las organizaciones indígenas, para reconocer, respetar y proteger las tierras, territorios,
medio ambiente y culturas de estos pueblos, así como su vida e integridad individual y colectiva.
3. El Foro recomienda que los Estados presten especial atención a la situación de los pueblos
indígenas con los que no se haya entrado en contacto, los pueblos que se hayan aislado
voluntariamente y los pueblos que se encuentren en localidades aisladas distantes, así como los
pueblos desplazados de comunidades indígenas. El Foro recomienda que el Relator Especial sobre la
Situación de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas preste
especial atención en sus informes anuales a la situación de esos pueblos.
El Foro también considera que la situación de esos pueblos debe ser el tema de una reunión
internacional especial durante el Segundo Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del
Mundo”. Y en mayo de 2006 volvió a recomendar:
“El Foro Permanente reitera la recomendación que formuló en su cuarto período de sesiones acerca
de los pueblos indígenas que se han aislado voluntariamente o semivoluntariamente y aquellos con
los que no se haya entrado en contacto, e insta a los gobiernos, las organizaciones de los pueblos
indígenas, las organizaciones no gubernamentales y los órganos multilaterales a que tomen nota de
la aplicación de la Declaración de Belém sobre los pueblos indígenas aislados del Amazonas y el Gran
Chaco, así como del Convenio 169 de la OIT, la legislación nacional y las órdenes de los tribunales
que protegen y mantienen los derechos de esos pueblos indígenas y sus territorios designados en
todo el mundo a vivir aislados si así prefieren. El Foro Permanente insta a los gobiernos, al sistema
de las Naciones Unidas, la sociedad civil y las organizaciones de los pueblos indígenas a que
cooperen para garantizar inmediatamente la prohibición efectiva de la injerencia externa, la
agresión, la asimilación forzosa y los actos y procedimientos de genocidio. Las medidas de
protección deberían comprender la salvaguardia de su entorno natural y sus medios de vida, y
servicios móviles de atención sanitaria que sean invasivos al mínimo y se presten con sensibilidad
cultural”.
El art. 1.1.(b) del Convenio 169 de la OIT dispone que dicho tratado se aplicará a los pueblos en
países independientes, considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que
habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista
o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea
su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y
políticas, o parte de ellas.
El art. 1.2 del mismo Convenio establece: “La conciencia de su identidad indígena o tribal deberá
considerarse un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las
disposiciones del presente Convenio.”
Por su parte, Raquel Irigoyen, considera que sobre la identificación de los pueblos indígenas” en
primer lugar, cabe aclarar a qué sujeto nos referimos. El derecho internacional identifica como
pueblos indígenas aquellos pueblos que pre- existen a los estados actuales (hecho histórico),
conservan en todo o en parte sus instituciones sociales , políticas, culturales, o modos de vida
(vigencia actual), y que tienen autoconciencia de su ‘propia identidad’ (criterio subjetivo).
En relación con el derecho de propiedad indígena, los órganos del sistema interamericano han usado
expresamente las disposiciones del Convenio 169 de la OIT tal y como ha explicado la Corte
Interamericana, “al analizar el contenido y alcance del artículo 21 de la Convención, en relación con
la propiedad comunitaria de los miembros de comunidades indígenas, la Corte ha tomado en cuenta
el Convenio 169 de la OIT, a la luz de las reglas generales de interpretación establecidas en el
artículo 29 de la Convención, para interpretar las disposiciones del citado artículo 21 de acuerdo con
la evolución del sistema interamericano, habida consideración del desarrollo experimentado en esta
materia en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”.
Para la CIDH, el Convenio 169 de la OIT “es el instrumento internacional de derechos humanos
específico más relevante para los derechos de los indígenas”, por lo cual es directamente pertinente
para la interpretación del alcance de los derechos de los pueblos indígenas y tribales y sus
miembros, en particular bajo la Declaración Americana.
Con el fin de salvaguardar los derechos esenciales del hombre en el continente americano, la
Convención instrumentó dos órganos competentes para conocer de las violaciones a los derechos
humanos: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos fue creada por resolución de la Quinta Reunión
de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en Santiago de Chile en 1959. La CIDH fue
formalmente establecida en 1960, cuando el Consejo de la Organización aprobó su Estatuto. Su
Reglamento, sancionado en 1980, ha sido modificado en varias oportunidades, la última de ellas en
2006.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos es uno de los dos órganos del Sistema
Interamericano responsables de la promoción y protección de los derechos humanos. Está integrada
por siete miembros, elegidos por la Asamblea General, quienes ejercen sus funciones con carácter
individual por un período de cuatro años, reelegibles por una sola vez.
Con sede en San José Costa Rica, es una institución judicial autónoma de la Organización de los
Estados Americanos cuyo objetivo es la aplicación e interpretación de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y de otros tratados concernientes al mismo asunto y fue establecida en
1979.
Mediante la publicación “Derechos de los Pueblos Indígenas y Tribales sobre sus Tierras Ancestrales
y Recursos Naturales-Normas y jurisprudencia del Sistema Interamericano de Derechos Humanos”,
de 2010, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, considera que: “Los pueblos indígenas y
tribales tienen formas de vida únicas, y su cosmovisión se basa en su estrecha relación con la tierra.
Las tierras tradicionalmente utilizadas y ocupadas por ellos son un factor primordial de su vitalidad
física, cultural y espiritual. Esta relación única con el territorio tradicional puede expresarse de
distintas maneras, dependiendo del pueblo indígena particular del que se trate y de sus
circunstancias específicas; puede incluir el uso o presencia tradicionales, la preservación de sitios
sagrados o ceremoniales, asentamientos o cultivos esporádicos, recolección estacional o nómada,
cacería y pesca, el uso consuetudinario de recursos naturales u otros elementos característicos de la
cultura indígena o tribal.” Continúa, “Como lo ha señalado la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, ‘para las comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión
de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente,
inclusive para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras. La garantía del
derecho a la propiedad comunitaria de los pueblos indígenas debe tomar en cuenta que la tierra
está estrechamente relacionada con sus tradiciones y expresiones orales, sus costumbres y lenguas,
sus artes y rituales, sus conocimientos y usos relacionados con la naturaleza, sus artes culinarias, el
derecho consuetudinario, su vestimenta, filosofía y valores. El Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial también ha concluido que los derechos territoriales de los pueblos indígenas
son únicos, y abarcan una tradición y una identificación cultural de los pueblos indígenas con sus
tierras que ha sido generalmente reconocida”.
“El derecho a la propiedad bajo el artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
tiene, por ende, una importancia singular para los pueblos indígenas y tribales, porque la garantía
del derecho a la propiedad territorial es una base fundamental para el desarrollo de la cultura, la
vida espiritual, la integridad y la supervivencia económica de las comunidades indígenas. Es un
derecho al territorio que incluye el uso y disfrute de sus derechos naturales. Se relaciona
directamente, incluso como un pre‐requisito, con los derechos a la existencia en condiciones dignas,
a la alimentación, al agua, a la salud, a la vida, al honor, a la dignidad, a la libertad de conciencia y
religión, a la libertad de asociación, a los derechos de la familia, y a la libertad de movimiento y
residencia. A lo largo de las Américas, los pueblos indígenas y tribales insisten en que el Estado ‘les
garantice en forma efectiva su derecho a vivir en su territorio ancestral y poder así no sólo realizar
sus actividades tradicionales de subsistencia, sino también preservar su identidad cultural” (las
negrillas son nuestras).
“De tiempo atrás, los órganos del sistema interamericano han prestado una particular atención al
derecho de los pueblos indígenas y tribales a la propiedad comunal sobre sus tierras y recursos
naturales, como un derecho en sí mismo, y en tanto garantía del disfrute efectivo de otros derechos
básicos. Para la CIDH, ‘la protección del derecho a la propiedad de los pueblos indígenas sobre sus
territorios ancestrales es un asunto de especial importancia, porque su goce efectivo implica no sólo
la protección de una unidad económica sino la protección de los derechos humanos de una
colectividad que basa su desarrollo económico, social y cultural en la relación con la tierra’. La Corte
Interamericana; a su vez, ha subrayado que los derechos territoriales de los pueblos indígenas se
relacionan con “el derecho colectivo a la supervivencia como pueblo organizado, con el control de su
hábitat como una condición necesaria para la reproducción de su cultura, para su propio desarrollo y
para llevar a cabo sus planes de vida”(las negrillas son nuestras).
Asimismo, una materia central de la cuestión indígena ha sido el tema de la tierra, concepto
comprensivo del derecho a la tierra, su uso y conservación. Al respecto, la Corte Interamericana tuvo
la oportunidad de resolver sobre esta materia en “el caso Comunidad Mayagna (Sumo) AwasTingni,
en el cual se alegaba que “el Estado de Nicaragua no había demarcado las tierras comunales de la
Comunidad Awas Tingni, ni había tomado medidas efectivas que aseguraran los derechos de
propiedad de dicha Comunidad en sus tierras ancestrales y recursos naturales. También se alegaba
que el Estado había otorgado una concesión en las tierras de la Comunidad sin su consentimiento y
no había garantizado un recurso efectivo para responder a las reclamaciones de la Comunidad sobre
su derecho de propiedad. La sentencia de la Corte se hizo cargo del tema del derecho a la propiedad
garantizado en el artículo 21.1 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos interpretándolo
a la luz de las especiales características del derecho de propiedad de la tierra para los indígenas. En
primer lugar, determinó que, conforme a las normas interpretativas aplicables (artículos 21 y 29.b de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, además de los trabajos preparatorios de la
Convención y la propia legislación interna de Nicaragua), la Corte podía comprender dentro de la
protección del artículo 21 el derecho a la propiedad en el marco particular del derecho de
“propiedad comunal” consagrado en la legislación interna de Nicaragua. Este es un primer punto
que merece ser destacado, ya que la Corte realizó una interpretación progresiva del derecho de
propiedad, en cuanto lo utilizó a la luz de las necesidades del caso concreto, ampliando el contenido
tradicional del derecho de propiedad, es decir, como un derecho típicamente individual a una
concepción que permitiera comprender dicho derecho a la luz de las instituciones indígenas sobre el
derecho de propiedad, como un derecho de ejercicio colectivo y con implicaciones culturales
particulares. Una vez determinado el campo conceptual sobre el que se aplicaría el análisis, la Corte
pasa a realizar algunas consideraciones respecto de la especial naturaleza del derecho de propiedad
de las comunidades indígenas, aplicables a toda la realidad del continente. Destaca la Corte que
“entre los indígenas existe una tradición comunitaria sobre una forma comunal de la propiedad
colectiva de la tierra, en el sentido de que la pertenencia de ésta no se centra en un individuo sino
en el grupo y su comunidad. Los indígenas por el hecho de su propia existencia tienen derecho a vivir
libremente en sus propios territorios; la estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra
debe de ser reconocida y comprendida como la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual,
su integridad y su supervivencia económica. Para las comunidades indígenas la relación con la tierra
no es meramente una cuestión de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del
que deben gozar plenamente, inclusive para preservar su legado cultural y transmitirlo a las
generaciones futuras”. Vale la pena destacar dos cuestiones que claramente establece la Corte que
deben considerar los Estados en materia de propiedad indígena. La primera, el reconocimiento de la
propiedad colectiva de la tierra en el marco del art. 21.1 de la CADH, fijando como núcleo del
derecho la titularidad grupal y comunitaria sobre la tierra, acorde con los criterios generales
desarrollados internacionalmente en esta materia. Segundo, la Corte va más allá de la sola fijación
del contenido del derecho de propiedad y hace un vínculo directo entre la cultura indígena y el
derecho a la tierra, como base para el desarrollo cultural y la preservación del legado y su
transmisión a las generaciones futuras, recogiendo una nueva visión del derecho a la tierra, no sólo
como un derecho de propiedad, sino como una manifestación cultural. En definitiva, ambos criterios
debieran estar presentes en las políticas públicas que implementen los Estados en materia de
propiedad indígena para los efectos de cumplir con sus obligaciones internacionales emanadas de la
CADH: reconocimiento de la propiedad colectiva de la tierra y su vinculación con los aspectos
culturales y de sobrevivencia de los grupos indígenas” (las negrillas son nuestras).
Por su parte, la Corte también entra al análisis de un tema central en la propiedad indígena, cual es,
cómo acreditar el dominio. Al efecto “la Corte recurre al derecho consuetudinario como el elemento
definitorio, reconociendo que ‘producto de la costumbre, la posesión de la tierra debería bastar para
que las comunidades indígenas que carezcan de un título real sobre la propiedad de la tierra
obtengan el reconocimiento oficial de dicha propiedad y el consiguiente registro’. Es decir, el
derecho consuetudinario servirá para determinar el goce y ejercicio del derecho de propiedad, así
como criterio de prueba de la titularidad en caso de conflicto, primando por sobre la legislación
estatal (título real). El Estado deberá reconocer oficialmente la propiedad de la tierra acreditada
mediante el derecho consuetudinario y deberá proceder a registrarla de acuerdo a su derecho
interno”.
La Corte se hace cargo del problema de la efectividad y seguridad en el goce del derecho de
propiedad. Aún en el caso de que el Estado reconozca la propiedad indígena, si no toma las medidas
adecuadas para su delimitación y demarcación, el derecho no se goza plenamente, manteniéndose a
las comunidades en un estado de incertidumbre e inseguridad que el Estado debe reparar. No actuar
de esta forma genera una situación de inseguridad y permite acciones del propio Estado que son
violatorias de los derechos que emanan de la propiedad de la tierra, como el otorgamiento de
concesiones mineras a terceros” (las negrillas son nuestras).
Por último, “la Corte hace un vínculo interesante entre el respeto del derecho de propiedad del
artículo 21.1 y la obligación general de respeto y garantía del art. 1.1 de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos en materia de atribución de responsabilidad internacional al Estado. La
responsabilidad de organizar el aparato público tomar medidas adecuadas para garantizar el goce y
ejercicio del derecho de propiedad indígena es de todo el Estado y sus agentes, de forma tal que “la
acción u omisión de cualquier autoridad pública, independientemente de su jerarquía, constituye un
hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la
Convención Americana”. De esta forma, comprometen la responsabilidad del Estado todas aquellas
autoridades que no toman las medidas adecuadas para garantizar el derecho a la propiedad de las
comunidades indígenas; las que no hacen primar las normas consuetudinarias acerca del goce del
derecho, como de su reconocimiento en la legislación interna y en la administración y registro de la
tierra; las que omiten tomar las medidas para delimitar y marcar dichos territorios; las que conceden
su explotación a terceros, o permiten que esto ocurra. Es decir, cualquier actividad del Estado y sus
agentes, ya sea de acción u omisión, que no permita el libre goce y ejercicio del derecho a la tierra
sobre la base de las particularidades de la cultura indígena hace incurrir al Estado en responsabilidad
internacional” (el resaltado nos corresponde).
La Convención Americana de Derechos Humanos, más conocida como Pacto de San José de Costa
Rica, firmada en febrero de 1993, en vigencia internacional desde el 22 de noviembre de 1969,
aprobada en Bolivia por Ley No. 1430 con el debido depósito de la Ratificación ante la Secretaría
General de la Organización de Estados Americanos (OEA), forma parte del Sistema Jurídico
Internacional y Nacional de los Derechos Humanos (DDHH). Fue suscrita después de realizarse la
Conferencia Especializada Interamericana de Derechos Humanos. Constituye una de las bases del
Sistema Interamericano.
Hace algunos años los órganos del sistema interamericano han comenzado a dar mayor atención al
derecho de los pueblos indígenas y tribales, a la propiedad comunal sobre sus tierras y recursos
naturales, como un derecho en sí mismo, y en tanto garantía del disfrute efectivo de otros derechos
básicos. Para la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso ya citado suscitado en
Nicaragua, “la protección del derecho a la propiedad de los pueblos indígenas sobre sus territorios
ancestrales es un asunto de especial importancia, porque su goce efectivo implica no sólo la
protección de una unidad económica sino la protección de los derechos humanos de una
colectividad que basa su desarrollo económico, social y cultural en la relación con la tierra”.
Asimismo, la Corte Interamericana, a su vez, ha subrayado que los derechos territoriales de los
pueblos indígenas se relacionan con “el derecho colectivo a la supervivencia como pueblo
organizado, con el control de su hábitat como una condición necesaria para la reproducción de su
cultura, para su propio desarrollo y para llevar a cabo sus planes de vida”.
III.7.5. El Sistema Interamericano de Derechos Humanos- Caso Saramaka vs. Surinam, sentencia de
28 de noviembre de 2007, Corte Interamericana de Derechos Humanos
A la luz del caso de autos, es imperante estudiar los fundamentos del Sistema Interamericano de
Protección de Derechos Humanos, a cuyo efecto, en principio, debe señalarse que éste es un
conjunto de herramientas normativas y jurisdiccionales cuyo diseño cohesiona armoniosamente la
dogmática y esencia de derechos considerados inherentes al ser humano por su naturaleza óptica,
con instituciones cuya activación garantizan un respeto efectivo de estos derechos. En mérito a lo
expuesto, se tiene que la sistematicidad del mismo, hace que el contenido de sus herramientas
normativas y las decisiones emanadas de sus mecanismos institucionales, se enraícen de tal manera
en el orden interno de los países miembros, que sus postulados no solamente forman parte de este
precepto, sino que se constituyen en informadores del régimen interno, el cual, se sujeta y
subordina en cuanto a su contenido a éste, armonizándose de esta manera el orden nacional con el
orden supranacional de los Derechos Humanos, siendo por tanto esta ‘sistematicidad’ el
fundamento y la razón de ser de esta ingeniería supranacional destinada a la protección real y
efectiva de Derechos Humanos.
En mérito a lo expuesto, se tiene que los elementos normativos y las decisiones jurisdiccionales que
emanen de este sistema no son aislados e independientes del sistema legal interno, de hecho, la
efectividad en cuanto a la protección de los derechos fundamentales, solamente está garantizada en
tanto y cuanto el orden interno asuma en lo referente a su contenido los alcances y efectos de estas
normas y decisiones emergentes del Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos.
En efecto, la doctrina del bloque de constitucionalidad reconocida por el art. 410 de la CPE,
contempla como parte del mismo a los Tratados Internacionales referentes a Derechos Humanos,
entre los cuales inequívocamente se encuentra el Pacto de San José de Costa Rica, denominado
también Convención Interamericana de Derechos Humanos, ratificado por Bolivia mediante Ley
1599 de 18 de octubre de 1994, norma que por su esencia y temática se encuentra amparada por el
principio de supremacía constitucional, postulado a partir del cual, se sustenta el eje estructural de
la jerarquía normativa imperante en el Estado Plurinacional de Bolivia.
En efecto, el Pacto de San José de Costa Rica, como norma componente del bloque de
constitucionalidad, está constituido por tres partes esenciales, estrictamente vinculadas entre sí: la
primera, conformada por el preámbulo, la segunda denominada dogmática y la tercera referente a
la parte orgánica. Precisamente, el Capítulo VIII de este instrumento regula a la CIDH Interamericana
de Derechos Humanos, en consecuencia, siguiendo un criterio de interpretación constitucional
‘sistémico’, debe establecerse que este órgano y por ende las decisiones que de él emanan, forman
parte también de este bloque de constitucionalidad.
Esto es así por dos razones jurídicas concretas a saber: 1) El objeto de la competencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos; y, 2) La aplicación de la doctrina del efecto útil de las
sentencias que versan sobre Derechos Humanos.
En efecto, al ser la CIDH el último y máximo garante en el plano supranacional del respeto a los
Derechos Humanos, el objeto de su competencia y las decisiones que en ejercicio de ella emanan,
constituyen piedras angulares para garantizar efectivamente la vigencia del ‘Estado Constitucional’,
que contemporáneamente se traduce en el Estado Social y Democrático de Derecho, cuyos ejes
principales entre otros, son precisamente la vigencia de los Derechos Humanos y la existencia de
mecanismos eficaces que los hagan valer, por eso es que las Sentencias emanadas de este órgano
forman parte del bloque de constitucionalidad y fundamentan no solamente la actuación de los
agentes públicos, sino también subordinan en cuanto a su contenido a toda la normativa infra-
constitucional vigente.
Asimismo, otra razón para sustentar, en el orden interno, la jerarquía constitucional de las
Sentencias emanadas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es la llamada doctrina del
efecto útil de las Sentencias que versan sobre Derechos Humanos, la misma que fue desarrollada por
la propia Corte Interamericana. En efecto, las Sentencias emitidas luego de una constatación de
vulneración a Derechos Humanos, generan para el Estado infractor responsabilidad internacional,
premisa a partir de la cual, el estado asume obligaciones internacionales de cumplimiento
ineludibles e inexcusables.
Desde la óptica del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el cumplimiento de estas
obligaciones internacionales, responde a un principio esencial que sustenta el propio Sistema
Intermericano de Protección de Derechos Humanos, que es el de ‘buena fe’, llamado también ‘pacta
suntservanda’, en virtud del cual, los Estados deben atender sus obligaciones internacionales,
fundamento por demás sustentado para argumentar que los estados miembros de este sistema, no
pueden por razones de orden interno dejar de asumir esta responsabilidad internacional.
Por lo expuesto, se puede afirmar que es precisamente el principio de buena fe, el que reviste a las
Sentencias de la CIDH el efecto útil o de protección efectiva, siendo por tanto plenamente
justificable la ubicación de estas Sentencias dentro del llamado bloque de constitucionalidad.
En el marco del panorama descrito, se colige que inequívocamente las Sentencias emanadas de la
CIDH, por su naturaleza y efectos, no se encuentran por debajo ni de la Constitución Política del
Estado tampoco de las normas jurídicas infra-constitucionales, sino por el contrario, forman parte
del bloque de constitucionalidad y a partir del alcance del principio de supremacía constitucional
que alcanza a las normas que integran este bloque, son fundamentadoras e informadoras de todo el
orden jurídico interno, debiendo el mismo adecuarse plenamente a su contenido para consagrar así
la vigencia plena del ‘Estado Constitucional’ enmarcado en la operatividad del Sistema
Interamericano de Protección a Derechos Humanos”.
a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre
los derechos de toda persona que interponga el recurso;
c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya
estimado procedente el recurso”.
Asimismo, en el entendimiento 89, sostiene que: “la estrecha vinculación de los pueblo indígenas
con sus tierras tradicionales y los recursos naturales ligados a su cultura que ahí se encuentren , así
como los elementos incorporales que se desprendan de ellos, deben ser salvaguardados por el Art.
21 de la Convención Americana”.
En el entendimiento 132 de la Sentencia, reconoce la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, que fue aprobada por la ONU el año 2007, con lo cual dicha
Declaración es aplicable a Bolivia en el ámbito del Art. 410 de la CPE.
La Declaración, afirma que “todos los pueblos contribuyen a la diversidad y riqueza de las
civilizaciones y culturas, que constituyen el patrimonio común de la humanidad”; reconoce “la
urgente necesidad de respetar y promover los derechos intrínsecos de los pueblos indígenas, que
derivan de sus estructuras políticas, económicas y sociales y de sus culturas, de sus tradiciones
espirituales, de su historia y de su filosofía, especialmente los derechos a sus tierras, territorios y
recursos y también, “la urgente necesidad de respetar y promover los derechos de los pueblos
indígenas afirmados en tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos con los Estados”; así como
“el respeto de los conocimientos, las culturas y las prácticas tradicionales indígenas contribuye al
desarrollo sostenible y equitativo y a la ordenación adecuada del medio ambiente”. Considera,
además, “que los derechos afirmados en los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos entre
los Estados y los pueblos indígenas son, en algunas situaciones, asuntos de preocupación, interés,
responsabilidad y carácter internacional” y que “los tratados, acuerdos y demás arreglos
constructivos, y las relaciones que representan, sirven de base para el fortalecimiento de la
asociación entre los pueblos indígenas y los Estados”.
“Artículo 1. Los indígenas tienen derecho, como pueblos o como individuos, al disfrute pleno de
todos los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos en la Carta de las Naciones
Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos 4 y las normas internacionales de derechos
humanos.
Artículo 7.2. Los pueblos indígenas tienen el derecho colectivo a vivir en libertad, paz y seguridad
como pueblos distintos y no serán sometidos a ningún acto de genocidio ni a ningún otro acto de
violencia, incluido el traslado forzado de niños del grupo a otro grupo.
El Artículo 8
1. Los pueblos y los individuos indígenas tienen derecho a no ser sometidos a una asimilación
forzada ni a la destrucción de su cultura.
a) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia privarlos de su integridad como pueblos distintos
o de sus valores culturales o su identidad étnica;
b) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia desposeerlos de sus tierras, territorios o recursos;
c) Toda forma de traslado forzado de población que tenga por objeto o consecuencia la violación o el
menoscabo de cualquiera de sus derechos;
Los pueblos y los individuos indígenas tienen derecho a pertenecer a una comunidad o nación
indígena, de conformidad con las tradiciones y costumbres de la comunidad o nación de que se
trate. Del ejercicio de ese derecho no puede resultar discriminación de ningún tipo.
Artículo 11
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres
culturales. Ello incluye el derecho a mantener, proteger y desarrollar las manifestaciones pasadas,
presentes y futuras de sus culturas, como lugares arqueológicos e históricos, objetos, diseños,
ceremonias, tecnologías, artes visuales e interpretativas y literaturas.
2. Los Estados proporcionarán reparación por medio de mecanismos eficaces, que podrán incluir la
restitución, establecidos conjuntamente con los pueblos indígenas, respecto de los bienes culturales,
intelectuales, religiosos y espirituales de que hayan sido privados sin su consentimiento libre, previo
e informado o en violación de sus leyes, tradiciones y costumbres.
Artículo 25
Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y fortalecer su propia relación espiritual con las
tierras, territorios, aguas, mares costeros y otros recursos que tradicionalmente han poseído u
ocupado y utilizado y a asumir las responsabilidades que a ese respecto les incumben para con las
generaciones venideras.
Artículo 26
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han
poseído, ocupado o utilizado o adquirido.
2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras,
territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otro tipo tradicional de
ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.
Artículo 27
Los Estados establecerán y aplicarán, conjuntamente con los pueblos indígenas pertinentes, un
proceso equitativo, independiente, imparcial, abierto y transparente, en el que se reconozcan
debidamente las leyes, tradiciones, costumbres y sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos
indígenas, para reconocer y adjudicar los derechos de los pueblos indígenas en relación con sus
tierras, territorios y recursos, comprendidos aquellos que tradicionalmente han poseído u ocupado o
utilizado. Los pueblos indígenas tendrán derecho a participar en este proceso
Artículo 28
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a la reparación, por medios que pueden incluir la restitución
o, cuando ello no sea posible, una indemnización justa y equitativa por las tierras, los territorios y los
recursos que tradicionalmente hayan poseído u ocupado o utilizado y que hayan sido confiscados,
tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo e informado.
2. Salvo que los pueblos interesados hayan convenido libremente en otra cosa, la indemnización
consistirá en tierras, territorios y recursos de igual calidad, extensión y condición jurídica o en una
indemnización monetaria u otra reparación adecuada.
Artículo 29
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a la conservación y protección del medio ambiente y de la
capacidad productiva de sus tierras o territorios y recursos. Los Estados deberán establecer y
ejecutar programas de asistencia a los pueblos indígenas para asegurar esa conservación y
protección, sin discriminación.
(…)
Artículo 33
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar su propia identidad o pertenencia conforme a
sus costumbres y tradiciones. Ello no menoscaba el derecho de las personas indígenas a obtener la
ciudadanía de los Estados en que viven.
2. Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar las estructuras y a elegir la composición de sus
instituciones de conformidad con sus propios procedimientos.
(…)
Artículo 37
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a que los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos
concertados con los Estados o sus sucesores sean reconocidos, observados y aplicados y a que los
Estados acaten y respeten esos tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos.
(…)
Artículo 43
Los derechos reconocidos en la presente Declaración constituyen las normas mínimas para la
supervivencia, la dignidad y el bienestar de los pueblos indígenas del mundo.
Artículo 44
Todos los derechos y las libertades reconocidos en la presente Declaración se garantizan por igual al
hombre y a la mujer indígenas”.
Al respecto es claro el art. 24 de la CPE, cuando establece: “Toda persona tiene derecho a la petición
de manera individual o colectiva, sea oral o escrita, y a la obtención de respuesta formal y pronta.
Para el ejercicio de este derecho no se exigirá más requisito que la identificación del peticionario”
(las negrillas son nuestras).
La Sentencia T-301/98 dela Corte Constitucional de Colombia define: “El derecho de petición, es una
garantía constitucional que le permite a los ciudadanos formular solicitudes respetuosas a las
autoridades y obtener consecuentemente una respuesta pronta, oportuna y completa sobre el
particular, la cual debe necesariamente ‘ser llevada al conocimiento del solicitante’, para que se
garantice eficazmente este derecho. Desde este punto de vista, el derecho de petición involucra no
solo la posibilidad de acudir ante la administración, sino que supone, además, un resultado de ésta,
que se manifiesta en la obtención de una pronta resolución. Sin este últimoelemento, el derecho de
petición no se realiza, pues es esencial al mismo” (las negrillas son nuestras).
La acción popular supone la protección de derechos colectivos y difusos; sin embargo, por su propia
característica goza del principio de informalidad, por lo cual, cualquier persona perteneciente a una
comunidad o grupo afectado puede acudir ante el juez para defender dicha colectividad,
obteniendo, simultáneamente, la protección del propio interés.
‘…una vez planteada la petición, cualquiera sea el motivo de la misma, la persona adquiere el
derecho de obtener pronta resolución, lo que significa que el Estado está obligado a resolver la
petición. Sin embargo, el sentido de la decisión dependerá de las circunstancias de cada caso en
particular y, en esa medida podrá ser positiva o negativa’”.
“Artículo 30.II. En el marco de la unidad del Estado y de acuerdo con esta Constitución las naciones y
pueblos indígena originario campesinos gozan de los siguientes derechos:
1. A existir libremente.
(…)
(…)
(…)
10. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovechamiento adecuado de los
ecosistemas.
(…)
16. A la participación en los beneficios de la explotación de los recursos naturales en sus territorios.
17. A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos
naturales renovables existentes en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente
adquiridos por terceros.
(…)
Artículo 31.I. Las naciones y pueblos indígena originarios en peligro de extinción, en situación de
aislamiento voluntario y no contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida
individual y colectiva. II. Las naciones y pueblos indígenas en aislamiento y no contactados gozan del
derecho a mantenerse en esa condición, a la delimitación y consolidación legal del territorio que
ocupan y habitan” (las negrillas son nuestras).
Es necesario realizar un mejor entendimiento del problema planteado en la presente acción tutelar,
por lo cual debemos conocer los antecedentes del
mismo para alcanzar una adecuada ponderación del presente caso.
Hace menos de una década que la ONU, de la cual el Estado boliviano es miembro, ha considerado
en el ámbito de la defensa de los derechos humanos, un tema de mucha importancia como ser la
protección de los pueblos indígenas del mundo, mediante el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, que, en cooperación con la AECID, GINEBRA, mayo 2012, indica:
“El 16 de diciembre de 2005, la Asamblea General de la Naciones Unidas, aprobó el Programa de
Acción para el Segundo Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, en el cual se
hacen dos recomendaciones específicas relativas a pueblos indígenas en aislamiento y en contacto
inicial.
A nivel nacional se recomienda “la adopción de un marco de protección especial para los pueblos
indígenas que viven aislados voluntariamente y que los gobiernos establezcan políticas especiales
para asegurar la protección y los derechos de los pueblos indígenas que tienen pequeñas
poblaciones y corren riesgo de extinción" (las negrillas son nuestras).
Entendiendo que “los pueblos en aislamiento son pueblos o segmentos de pueblos indígenas que no
mantienen contactos regulares con la población mayoritaria y que además suelen rehuir todo tipo
de contacto con personas ajenas a su grupo. También pueden ser grupos pertenecientes a diversos
pueblos ya contactados que tras una relación intermitente con las sociedades envolventes deciden
volver a una situación de aislamiento como estrategia de supervivencia y rompen voluntariamente
todas las relaciones que pudieran tener con dichas sociedades. En su mayoría, los pueblos aislados
viven en bosques tropicales y/o zonas de difícil acceso no transitadas, lugares que muy a menudo
cuentan con grandes recursos naturales. Para estos pueblos el aislamiento no ha sido una opción
voluntaria sino una estrategia de supervivencia. Es preciso establecer una distinción entre ambos
grupos; el nivel de vulnerabilidad de los grupos que no han sido nunca contactados es mayor al de
aquéllos que si bien han desarrollado relaciones sociales con la sociedad mayoritaria, han decidido
volver a su situación de aislamiento. Asimismo, y por dicha razón, la necesidad de protección es
mayor en el caso de los no contactados”.
“Si bien no existe consenso sobre el término que debe utilizarse para denominar a estos pueblos, en
este contexto se puede interpretar el aislamiento como aquella situación en la que un pueblo
indígena o parte de él no ha desarrollado relaciones sociales sostenidas con los demás integrantes
de la sociedad nacional o que habiéndolas desarrollado, han optado por descontinuarlas”.
“En algunos países se los conoce como inter alia, pueblos libres, no contactados, ocultos, invisibles o
en aislamiento voluntario. A pesar de las formulaciones diferentes, todas ellas hacen referencia al
mismo concepto” (las negrillas son nuestras).
Finalmente, considera que en un Estado Social de Derecho, los deberes de las autoridades “no se
circunscriben a los derechos llamados de segunda generación. Por el contrario, en determinadas
circunstancias el goce efectivo del derecho a la vida en condiciones de dignidad y de otras libertades
básicas puede depender de acciones positivas de las autoridades para garantizar la dimensión
prestacional de tales derechos y libertades. Tales acciones positivas, cuando están dirigidas a
responder a las necesidades de muchas personas, pueden desarrollarse progresivamente para
garantizar la efectividad de la faceta programática y prestacional de un derecho constitucional,
siempre que los mínimos de satisfacción hayan sido asegurados a todos”.
Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, al referirse a
los pueblos no contactados, recomienda que en aquellas situaciones en las que se requiera
identificar la existencia de estos pueblos, como por ejemplo la demarcación de tierras o la
delimitación de zonas de amortiguamiento, las únicas acciones que deben ser emprendidas para su
identificación son las acciones indirectas, para lo cual “los Estados deberán realizar estudios previos
de reconocimiento, que incluirán un análisis antropológico que contenga estudios sobre la tradición
oral en la zona de influencia, las relaciones de parentesco con posibles comunidades cercanas y las
evidencias físicas con un período de registro no mayor de tres años encontradas por un equipo
técnico de trabajo de campo que sustenten la existencia de un pueblo en situación de aislamiento o
en situación de contacto inicial” (las negrillas son nuestras).
De igual manera, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos considera
que el estudio previo de reconocimiento, “debe identificar al pueblo e indicar un estimado de su
población y de las tierras que habitan. Para la realización de estos estudios previos de
reconocimiento, los Estados deberán contar con la participación de las organizaciones indígenas
nacionales y regionales y locales y de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan por la
protección de los pueblos en aislamiento” (negrillas añadidas).
Un aspecto que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, considera
importante, es que el principio de no contacto ha de ser siempre asumido como una condición
fundamental al realizar estas acciones. Sin embargo, el no contacto no deberá ser en ningún caso
considerado como prueba de la inexistencia de estos pueblos, más bien se pueden tener en cuenta
diferentes pruebas como ser campamentos o enseres abandonados, relatos de contactos contados
por pueblos cercanos y/o testimonios de indígenas que por una u otra razón abandonaron la
condición de aislamiento u otros.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sobre el tema nos dice en
su informe que: “Los pueblos en contacto inicial son pueblos que mantienen un contacto reciente
con la población mayoritaria; pueden ser también pueblos que a pesar de mantener contacto desde
tiempo atrás, nunca han llegado a conocer con exactitud los patrones y códigos de relación de la
población mayoritaria. Esto puede deberse a que estos pueblos mantienen una situación de semi
aislamiento, o a que las relaciones con la población mayoritaria no son permanentes, sino
intermitentes. Los pueblos ‘en contacto inicial’ son pueblos que previamente permanecían ‘en
aislamiento’ y que bien forzados por agentes externos, bien por decisión del grupo o por factores de
otro tipo, entran en contacto con la población mayoritaria. De esta manera podríamos hablar bajo la
categorización de pueblos en contacto inicial de pueblos en contacto intermitente, en contacto
permanente, en peligro de extinción y pueblos extinguidos”.
Según el citado informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,
“A pesar de la gran diversidad y heterogeneidad que presentan estos pueblos, se pueden identificar
algunas características generales comunes a todos ellos:
a) Son pueblos altamente integrados en los ecosistemas en los que habitan y de los cuales forman
parte, manteniendo una estrecha relación de interdependencia con el medio ambiente en el que
desarrollan sus vidas y su cultura. Poseen un profundo conocimiento de su medio ambiente, lo que
les permite vivir de manera autosuficiente generación tras generación, razón por la cual el
mantenimiento de sus territorios es de vital importancia para todos ellos.
b) Son pueblos que no conocen el funcionamiento de la sociedad mayoritaria y que, por lo tanto, se
encuentran en una situación de indefensión y extrema vulnerabilidad ante los diversos actores que
tratan de acercarse a ellos, o que tratan de acompañar su proceso de relación con el resto de la
sociedad, como en el caso de los pueblos en contacto inicial.
c) Son pueblos altamente vulnerables, que en la mayoría de los casos se encuentran en grave peligro
de extinción. Su extremada vulnerabilidad se agrava ante las amenazas y agresiones que sufren sus
territorios que ponen en peligro directamente el mantenimiento de sus culturas y de sus formas de
vida, debido a que generalmente, los procesos de contacto vienen acompañados de impactos
drásticos en sus territorios que alteran irremediablemente sus relaciones con su medio ambiente y
modifican, a menudo radicalmente, las formas de vida y las prácticas culturales de estos pueblos. La
vulnerabilidad se agrava, aún más, ante las violaciones de derechos humanos que sufren
habitualmente por actores que buscan explotar los recursos naturales presentes en sus territorios y
ante la impunidad que generalmente rodea a las agresiones que sufren estos pueblos y sus
ecosistemas” (las negrillas nos corresponden).
III.9.4. Derechos humanos que se deben tener en cuenta para la protección de estos pueblos
Por otra parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, considera
que “al hablar de los derechos humanos de los pueblos en aislamiento y en contacto inicial, un
primer factor primordial a tener en cuenta es que se trata de personas que deben gozar de todos los
derechos humanos contenidos en los estándares internacionales.
Los derechos humanos han de ser leídos atendiendo a la particularidad del no contacto o del
contacto reciente de estos pueblos, sin olvidar las amenazas o problemas que enfrentan, desde el
punto de vista del ejercicio de los derechos humanos y su situación de particular vulnerabilidad. En
esta lectura se pueden mencionar algunos derechos como el derecho a la vida, a la integridad física,
psíquica y moral, a la autodeterminación, a las tierras, territorios y recursos, a la cultura, al
mantenimiento de sus prácticas tradicionales y ancestrales, a definir sus modelos de desarrollo y al
consentimiento previo, libre e informado. Y sobre todo a una interpretación que asegure la
implementación de los derechos de estos pueblos, tales como libre determinación, derecho al
territorio y derecho al manteniendo de sus propias culturas.
El derecho al territorio, referido en los arts. 10, 26, 27, 28, 29, 30 y 32 de la Declaración de la ONU
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas resulta fundamental, ya que en el caso de los pueblos
indígenas en aislamiento y en contacto inicial la interdependencia con el medio ambiente es total y
esta les permite mantener sus vidas y culturas, gracias a los conocimientos profundos que tienen
sobre los usos, aplicaciones y cuidados de su entorno. Esto significa que el respeto de su decisión de
mantenerse en aislamiento requiere que se garantice y respete el ejercicio de sus derechos
territoriales, ya que cualquier agresión ambiental que sufran significaría una agresión a sus culturas y
la puesta en riesgo del mantenimiento de su aislamiento.
III.10. La Constitución Política del Estado: Los pueblos indígena, originario campesinos y los
pueblos aislados
La Constitución Política del Estado, reconoce la existencia desde tiempos inmemoriales de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos y el dominio ancestral sobre sus territorios,
garantizando su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho
a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la
consolidación de sus entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la ley (art. 2 de la CPE).
Asimismo, establece como oficiales los idiomas del Estado el castellano y los idiomas de los pueblos
indígena originario campesinos asentados en territorio boliviano (art. 5 de la CPE).
En el art. 8.II de la CPE, establece que: “El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad,
inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía,
transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación,
bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y
bienes sociales para vivir bien”.
El art. 9 de la Norma Suprema considera que: “Son fines y funciones esenciales del Estado, además
de lo que establece la Constitución y la ley:
1. Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin
discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades
plurinacionales.
3. Reafirmar y consolidar la unidad del país, y preservar como patrimonio histórico y humano la
diversidad plurinacional.
(...)”.
De igual manera, en el art. 14 de la CPE, establece que: “I. Todo ser humano tiene personalidad y
capacidad jurídica con arreglo a las leyes y goza de los derechos reconocidos por esta Constitución,
sin distinción alguna.
II. El Estado prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en razón de sexo, color, edad,
orientación sexual, identidad de género, origen, cultura, nacionalidad, ciudadanía, idioma, credo
religioso, ideología, filiación política o filosófica, estado civil, condición económica o social, tipo de
ocupación, grado de instrucción, discapacidad, embarazo, u otras que tengan por objetivo o
resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de
los derechos de toda persona.
III. El Estado garantiza a todas las personas y colectividades, sin discriminación alguna, el libre y
eficaz ejercicio de los derechos establecidos en esta Constitución, las leyes y los tratados
internacionales de derechos humanos.
(...)”.
El Capítulo Cuarto de la Ley Fundamental, establece los derechos de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos. Al respecto, el art. 30.I. define el concepto de nación y pueblo indígena
originario campesino como “…toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma,
tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a la
invasión colonial española” (las negrillas son nuestras).
Más adelante, el parágrafo II del mismo artículo establece que “En el marco de la unidad del Estado
y de acuerdo con esta Constitución las naciones y pueblos indígena originario campesinos gozan de
los siguientes derechos:
1. A existir libremente.
3. A que la identidad cultural de cada uno de sus miembros, si así lo desea, se inscriba junto a
la ciudadanía boliviana en su cédula de identidad, pasaporte u otros documentos de identificación
con validez legal.
9. A que sus saberes y conocimientos tradicionales, su medicina tradicional, sus idiomas, sus rituales
y sus símbolos y vestimentas sean valorados, respetados y promocionados.
10. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovechamiento adecuado de los
ecosistemas.
11. A la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y conocimientos, así como a su
valoración, uso, promoción y desarrollo.
13. Al sistema de salud universal y gratuito que respete su cosmovisión y prácticas tradicionales.
18. A la participación en los órganos e instituciones del Estado” (las negrillas son nuestras).
En el parágrafo III del mismo artículo constitucional, establece que “El Estado garantiza, respeta y
protege los derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos consagrados en esta
Constitución y la ley”.
En cuanto a las naciones y pueblos indígenas en aislamiento y no contactados, art. 31.I. establece
que aquellos que se encuentran en “…peligro de extinción, en situación de aislamiento voluntario y
no contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida individual y colectiva”; II. dice
que “…gozan del derecho a mantenerse en esa condición, a la delimitación y consolidación legal del
territorio que ocupan y habitan” (las negrillas son nuestras).
El Capítulo Quinto, de los Derechos Sociales y Económicos, en la Sección I sobre el Medio Ambiente,
en el art. 33 de la CPE, establece que “Las personas tienen derecho a un medio ambiente saludable,
protegido y equilibrado. El ejercicio de este derecho debe permitir a los individuos y colectividades
de las presentes y futuras generaciones, además de otros seres vivos, desarrollarse de manera
normal y permanente”.
En cuanto a las Relaciones Internacionales, el art. 255.I de la citada Norma Suprema considera que
“Las relaciones internacionales y la negociación, suscripción y ratificación de los tratados
internacionales responden a los fines del Estado en función de la soberanía y de los intereses del
pueblo”; y, de acuerdo al art. 257.I, “Los tratados internacionales ratificados forman parte del
ordenamiento jurídico interno con rango de ley”.
Con referencia a tierra y territorio, mediante el art. 393 de la CPE, señala: “El Estado reconoce,
protege y garantiza la propiedad individual y comunitaria o colectiva de la tierra, en tanto cumpla
una función social o una función económica social, según corresponda”, y; así como en el art. 394.III
“El Estado reconoce, protege y garantiza la propiedad comunitaria o colectiva, que comprende el
territorio indígena originario campesino, las comunidades interculturales originarias y de las
comunidades campesinas. La propiedad colectiva se declara indivisible, imprescriptible,
inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta al pago de impuestos a la propiedad agraria.
Las comunidades podrán ser tituladas reconociendo la complementariedad entre derechos
colectivos e individuales respetando la unidad territorial con identidad” (las negrillas son nuestras).
Sobre la auto identificación, el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes en su art. 1 señala:
3. La utilización del término ‘pueblos’ en este Convenio no deberá interpretarse en el sentido de que
tenga implicación alguna en lo que atañe a los derechos que pueda conferirse a dicho término en el
derecho internacional”.
En concordancia con lo referido, Aguilar Cavallo señala que “el concepto de indígena está basado
también en la identificación colectiva que el propio pueblo indígena pueda hacer de sí mismo, y, por
lo tanto, de cada uno de sus miembros. El auto reconocimiento, es decir, el derecho de la
comunidad a definir sus propios miembros, es un ejercicio de identidad colectiva indígena. En
definitiva, lo que define a un pueblo indígena y determina su visión holística del mundo es la
identidad que él tiene de sí mismo en cuanto comunidad que forma parte de la naturaleza, de ‘lo
creado’. En consecuencia, sólo los propios indígenas pueden determinar quiénes comparten sus
valores cosmogónicos”.
Por su parte, Rodolfo Stavenhagen, Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos y
libertades fundamentales de los indígenas, observó que: "en lo que respecta a la pertenencia
individual, las comunidades indígenas suelen aplicar sus propios criterios, y, si bien algunos Estados
reglamentan la pertenencia individual, se acepta cada vez más que el derecho a decidir quién es o no
es indígena pertenece exclusivamente a los propios indígenas".
Esta es la visión adoptada por el Convenio 169 de la OIT, el cual en su art. 1.2, establece que: “La
conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio fundamental para
determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente Convenio. Al mismo
tiempo, ésta es la posición asumida por la Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los
Pueblos Indígenas, la que no obstante no contiene una definición de estos últimos, por el contrario,
reconoce el derecho de autoidentificación de los pueblos indígenas, en su art. 33.1. (Op. Cit).
En virtud de lo anterior, las comunidades indígenas ostentan un derecho a: i) ser reconocidas por el
Estado y la sociedad como tales, en virtud de una conciencia de identidad cultural diversa, y; ii) a que
no se pueda negar arbitrariamente la identidad real de la comunidad y de sus miembros”. Corte
Constitucional de Colombia
III.12. Las Tierras Fiscales, Tierras Comunitarias de Origen, Constitución Política del Estado en el
ordenamiento jurídico
Juan Pablo Chumacero, investigador de la Fundación Tierra, considera que el concepto de tierra
fiscal como el término que se emplea para denominar aquellos espacios que forman parte del
territorio nacional de un país y que no tienen asignados derechos propietarios a favor de una
persona natural o jurídica, razón por la cual deben ser administrados por el Estado. Así, tierras
fiscales son los terrenos baldíos, las concesiones forestales, los parques nacionales, las reservas
naturales, las zonas de dominio público y las tierras disponibles para asentamientos humanos. Al
respecto el art. 395.I de la CPE establece: “Las tierras fiscales serán dotadas a indígena originario
campesinos, comunidades interculturales originarias, afrobolivianos y comunidades campesinas que
no las posean o las posean insuficientemente, de acuerdo con una política estatal que atienda a las
realidades ecológicas y geográficas, así como a las necesidades poblacionales, sociales, culturales y
económicas…”. Finalmente, “El Estado regulará el mercado de tierras, evitando la acumulación en
superficies mayores a las reconocidas por la ley, así como su división en superficies menores a la
establecida para la pequeña propiedad” (art. 396 de la CPE) (las negrillas son nuestras).
Asimismo, la Constitución Política del Estado señala en su art. 403.I “Se reconoce la integralidad del
territorio indígena originario campesino, que incluye el derecho a la tierra, al uso y aprovechamiento
exclusivo de los recursos naturales renovables en las condiciones determinadas por la ley; a la
consulta previa e informada y a la participación en los beneficios por la explotación de los recursos
naturales no renovables que se encuentran en sus territorios; la facultad de aplicar sus normas
propias, administrados por sus estructuras de representación y la definición de su desarrollo de
acuerdo a sus criterios culturales y principios de convivencia armónica con la naturaleza. Los
territorios indígena originario campesinos podrán estar compuestos por comunidades”. De igual
manera, el parágrafo II, dice: “El territorio indígena originario campesino comprende áreas de
producción, áreas de aprovechamiento y conservación de los recursos naturales y espacios de
reproducción social, espiritual y cultural. La ley establecerá el procedimiento para el reconocimiento
de estos derechos”.
Por otra parte, el art. 405.4 de la CPE, destaca: “La significación y el respeto de las comunidades
indígena originario campesinas en todas las dimensiones de su vida”, mientras que el art. 404,
establece que “el Servicio Boliviano de Reforma Agraria, cuya máxima autoridades el Presidente del
Estado, es la entidad responsable de planificar, ejecutar y consolidar el proceso de reforma agraria y
tiene jurisdicción en todo el territorio del país”.
Asimismo, Juan Pablo Chumacero afirma que en Bolivia, luego de quince años de saneamiento y
regularización del derecho propietario agrario, la cantidad de tierras fiscales identificadas es
importante y están siendo reclamadas por diversos movimientos sociales rurales que demandan más
tierras, para su sector. Finalmente, la Constitución Política del Estado, en el art. 394.I, garantiza
“…los derechos legalmente adquiridos por propietarios particulares cuyos predios se encuentren
ubicados al interior de territorios indígena, originario campesinos” (las negrillas son nuestras).
Con referencia a las Tierras Comunitarias de Origen, el art. 293 de la Norma Suprema establece: “I.
La autonomía indígena basada en territorios indígenas consolidados y aquellos en proceso; una vez
consolidados, se constituirá por la voluntad expresada de su población en consulta en conformidad a
sus normas y procedimientos propios como único requisito exigible”. Complementando en la
Disposición Transitoria Séptima: “A efectos de la aplicación del parágrafo I del artículo 293 de esta
Constitución, el territorio indígena tendrá como base de su delimitación a las Tierras Comunitarias
de Origen. En el plazo de un año desde la elección del Órgano Ejecutivo y Legislativo, la categoría de
Tierra Comunitaria de Origen se sujetará a un trámite administrativo de conversión a Territorio
Indígena Originario Campesino, en el marco establecido en esta Constitución”.
De igual manera, art. 41.I de la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria (LSNRA), respecto a la
clasificación y extensiones de la propiedad agraria nos dice que: “Solar Campesino, Pequeña
Propiedad, Mediana Propiedad, Empresa Agropecuaria, Tierras Comunitarias de Origen y
Propiedades Comunarias.
5. Las Tierras Comunitarias de Origen son los espacios geográficos que constituyen el hábitat
de los pueblos y comunidades indígenas y originarias, a los cuales han tenido tradicionalmente
acceso y donde mantienen y desarrollan sus propias formas de Organización económica, social y
cultural, de modo que aseguran su sobrevivencia y desarrollo. Son inalienables, indivisibles,
irreversibles, colectivas, compuestas por comunidades o mancomunidades, inembargables e
imprescriptibles; y,
II. Las características y, si fuere el caso, las extensiones de la propiedad agraria, sin afectar el
derecho propietario de sus titulares, serán objeto de reglamentación especial considerando las
zonas agroecológicas, la capacidad de uso mayor de la tierra y su productividad, en armonía con los
planes y estrategias de conservación y protección de la biodiversidad, manejo de cuencas,
ordenamiento territorial y desarrollo económico” (las negrillas son nuestras).
Las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), es una modalidad de propiedad agraria reconocida por la
Constitución de 1994, donde pueblos campesinos y comunidades indígenas desarrollan sistemas de
organización económica, social y cultural comunitarios.
La Constitución Política del Estado, reconoce la existencia precolonial de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos y el dominio ancestral sobre sus territorios, en este marco reconoce
en su art.5 como idiomas oficiales del Estado el castellano y todos los idiomas de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos incluido el idioma “Pacawara”. De acuerdo al informe
emitido por la Unidad de Descolonización de la Secretaria Técnica de este Tribunal, en Bolivia existen
treinta y tres etnias o formaciones etnosociales distintas, reconocidas oficialmente como tales, entre
la cuales podemos encontrar a la etnia Pacawara, también conocida como Pacahuara (actualmente
conformada por once personas contactadas y un número no definido de no contactadas), clasificada
por antropólogos entre los pueblos con alta vulnerabilidad de tierras bajas debido a su extinción
física y condiciones de vida extremadamente crítica.
• Vulnerabilidad demográfica. Este criterio se refiere a cuando un pueblo tiene una población cerca
del umbral crítico para su reproducción biológica.
• Vulnerabilidad geopolítica. Se aplica a los pueblos que se encuentran ubicados en las fronteras
internacionales y por ellos enfrentan más amenazas.
• Vulnerabilidad por migración. Bajo este criterio se califican las reducciones forzadas hacia otros
territorios distintos de su espacio tradicional. También es la salida del territorio original debido a
emigración económica, migraciones laborales estacionales, migración forzada CAMACHO, Nassar
Carlos; Entre el Etnocidio y la Extinción, Pueblos Indígenas Aislados, en contacto inicial e
intermitente en las tierras bajas de Bolivia; Informe 6- IWGIA 2010. Pag.12, “Los 17 ó 18 Pakawara
pertenecen a la familia lingüística pano. Su hábitat es el extremo norte del departamento de Beni y
partes del departamento de Pando. Se menciona frecuentemente la existencia de Pakawara
silvícolas, pero las informaciones son poco concretas. En las últimas décadas, Bolivia ha legalizado
una serie de grandes parques nacionales y otros territorios protegidos, que se encuentran
naturalmente en regiones que al tiempo de su formación presentaban medio ambientes vírgenes y
con muy reducida población. A partir del año 1994 el Gobierno boliviano introdujo el concepto de
TCO, abriendo paso a la formación de extensos territorios comunales de los diferentes pueblos
indígenas, ante todo de las Tierras Bajas de Bolivia. También las TCO se formaron en zonas con
medio ambientes vírgenes y con poca presencia de terceros. Estas especies de territorios protegidos
abren y garantizan espacios legales, donde pueblos y grupos indígenas sin contacto pueden existir
con relativa tranquilidad. Y son estos parques, regiones protegidas y TCO los que albergan a los
últimos grupos indígenas sin contacto. Pero las grandes dimensiones de estas regiones protegidas
dificultan un control eficiente de sus linderos. Son pan de cada día las denuncias sobre saqueadores
de recursos naturales y también colonos en busca de tierras para cultivar, que penetran en parques
y territorios indígenas. Los asentamientos y chaqueos de colonos sin tierra sólo podrán ser frenados
cuando el Gobierno logre arreglar el problema de la tierra y liberar grandes cantidades de zonas sin
trabajar para una reestructuración de la tenencia de tierras. La legislación existe, faltó la voluntad
política. El peligro más grande para los pueblos aislados lo constituyen los saqueadores de los
recursos naturales, que en posibles encuentros pueden cometer atrocidades contra ellos. El actual
Gobierno ha comenzado a resolver y regular el problema de la tierra y dar pasos para resguardar
mejor las áreas protegidas y sus reservas naturales, una obra gigantesca que todavía requiere
muchos esfuerzos”.
Este mismo estudio señala que en la actualidad quedan seis hablantes, en un grupo étnico de
cuarenta y seis miembros. Asimismo, afirma que la mayoría de los Pacahuaras viven hoy en la ciudad
de Cobija. Constata la existencia de unas ocho familias Pacahuaras sin contacto, dispersas entre los
ríos Negro y Pacahuara, en la provincia de Federico Román, departamento de Pando.
Por otra parte refiere a los Pacahuaras que se ha asimilado lingüísticamente al Chácobo, que residen
en la comunidad de Tujuré, enclave en territorio Chácobo señalando textualmente que los niños
asisten a una escuela de Alto Ivón en el cual la educación se da en Chácobo y en castellano. Lo cual
implicaría la paulatina a culturización y paulatina desaparición de su lengua nativa.
La base de la información disponible sobre los Pacahuara la brindan los datos etnográficos recogidos
por los exploradores de la Amazonía durante el siglo XIX. A través de ellos, se sabe que los Pacahuara
eran una sociedad de cazadores y recolectores, aunque también cultivaban maíz, yuca, plátano, ají y
camote.
Eran hábiles navegantes y usaban canoas fabricadas en madera; Armentia avistó una de doce varas
de largo y tres cuartas de ancho, donde cabían ocho personas; sus remos eran de forma de
cucharones.
Los Pacahuaras de Tujuré tienen acceso a la misma tierra que los Chácobos para cazar, pescar o
recolectar castaña y palmito. También siembran una parcela, actividad que realizan muy de vez en
cuando desde que fueron trasladados, pues la costumbre cazadora aún recolectores aún influye
mucho en el contexto de sus hábitos.
III.14.1. Su Territorio
Para describir los territorios donde habitaban y habitan actualmente los Pacahuaras, es necesario
referirse a su etnohistoria, de donde se concluye que este pueblo ha transitado por diferentes zonas
de Beni y Pando, resultado de este proceso histórico la situación actual del pueblo Pacahuara se
clasifica en dos zonas: Pacahuaras contactados en una TCO compartida con el pueblo Chácobo en el
municipio de Riberalta, en la provincia beniana Vaca Díez del Departamento de Beni; un segundo
grupo de Pacahuaras aislados o no contactados en la provincia de Nicolás Suarez del departamento
de Pando.
Dentro la bibliografía consultada, diversos autores coinciden en señalar que los Pacahuaras fueron
numerosos, el Antropólogo Pablo Cingolani afirma que este pueblo históricamente vivía en un
inmenso territorio que más o menos se encuentra delimitada por los ríos Acre y Abuná, al norte; el
río Madera y la confluencia del Iténez con el río Mamoré, por el este, hasta alcanzar, por el sur el
lago Rogaguado que actualmente forma parte de los departamentos bolivianos de Pando y Beni.
Los primeros contactos con ellos se dieron en 1678. Fue el padre Francisco Simón José de Souza, en
1785, que fundó las misiones de Cavinas; con Cavinas, Pacahuaras y Tiriguas. En 1796, religiosos de
la Misión de Exaltación de Cayubaba lograron incorporar a unos cuantos indígenas Pacahuara y
Sinabo a su reducción, pero éstos pronto escaparon.
En el auge del caucho y la goma significó el etnocidio de este pueblo; muchos murieron como
esclavos o fueron eliminados en su intento de huir de aquella esclavitud. Algunos fueron llevados a
la refundada Misión de Cavinas para ser preservados, pero otros fugaron hacia el interior de los
bosques para librarse de los abusos y de los atropellos del hombre blanco.
Según Pablo Cingolani, en su libro Amazonia Blues, durante el siglo XX, en los años veinte, se
tuvieron noticias de la existencia de grupos Pacahuaras en el arroyo del mismo nombre, afluente del
río Negro; a su vez, tributario del Abuná, y algunos en el río Orthon, en el departamento de Pando,
así como otros que se encontraban en el río Jenejoya, cerca del Biata, en el departamento de Beni.
Asimismo, Cingolani señala que las causas de esta progresiva disminución de su población se debe
principalmente a:
1 . Empieza la decadencia del grupo, fue, en la época del caucho (1880 1914).
2 . Los Pacahuara fueron diezmados, sea por genocidio, sea por ser forzados a trabajar en los
gomales.
3 . Pero si algo caracterizó a estos indígenas, y aquí también las crónicas convergen, fue un
indomable espíritu de libertad y de defensa de su autodeterminación. Por eso, fueron muchos
también los que fugaron y se internaron en la selva y por los ríos menores, lejos de la muerte segura
que traían consigo los caucheros.
5. De allí, que los Pacahuara hoy viven en Tujuré, Municipio de Riberalta, Departamento del Beni.
Varias fuentes citan la existencia de un grupo de familias Pacahuaras no contactados entre los ríos
Negro, Pacahuaras y Abuná, en la localidad de Santa Rosa de Abuná, del cantón rio Negro del
municipio de Nueva Manoa, Primera Sección de la provincia Federico Román del departamento de
Pando.
Pablo Cingolani, en su libro Amazonia Blues presenta un informe de la expedición realizada por el
equipo de investigación del Foro Boliviano de Medio Ambiente y desarrollo (FOBOMADE),
coordinado por el mismo autor y a través de informe de labores campo,nos expone en torno a la
existencia de grupos o individuos del pueblo indígena Pacahuara en condición de aislamiento en el
Departamento de Pando, mismo que es presentado ante la Directiva de la CIPOAP, en noviembre de
2009.
La expedición ha sido realizada en los territorios atravesados por el río Negro, río arriba, desde su
desembocadura en el río Abuná; estos territorios corresponden administrativamente al Cantón Río
Negro del municipio de Nueva Manoa, primera sección de la provincia Gral. Federico Román, en el
extremo oriental del departamento de Pando y limitan al norte con el estado de Rondônia de la
República Federativa del Brasil. Próxima a la zona se encuentra la localidad y centro turístico de
Fortaleza do Abuná. Del lado boliviano, solo se ubica la capitanía de Puerto Menor. En esta
expedición buscaron al dirigente campesino Carlos Chupinavi, el único testimoniante del informe de
Álvaro Díez Astete que asevera haber visto personalmente a un pacahuara aislado. Al mismo que no
pudieron contactar personalmente.
“De acuerdo a los testimonios recogidos, se procedió a la grabación de varios testimonios con
informaciones sobre la presencia de pacahuaras al interior de la selva. En síntesis, estos testimonios
apuntan todos en la misma dirección: cada zafra (recolección) anual de castaña en el monte, hecho
que ocurre en la época de lluvias entre noviembre y febrero, cientos de personas ingresan a
territorios formalmente deshabitados y vacíos a cumplir esa labor. Cada vez, se reportan hallazgos
de huellas, cortes de rama en senderos y de señales de advertencia (palos cruzados). Ellos atribuyen
esas evidencias a la presencia de pacahuaras “libres”. En la mente de los trabajadores de la castaña,
parte del proletariado agrario del Norte Amazónico, existe la convicción firme en la existencia de
pacahuaras al interior de la selva. Desde ya, es obvio decir que ellos son los mejores conocedores de
la geografía de esos territorios. Todos están conscientes también de que ese era el hábitat histórico
del pueblo pacahuara y que si grupos o familias siguen habitando allí, es una necesidad protegerlos”.
“José Destre Postigo, ex alcalde de Riberalta (…) trabaja en contacto permanente con el pueblo
Chacobo, en los ríos Yata, Benicito e Ivón, en cuyo territorio habitan los últimos miembros del
pueblo Pacahuara, trasladados allí por el Instituto Lingüístico de Verano (hoy Misión Nuevas Tribus).
Ellos descartan la existencia de grupos de pacahuaras aislados en el territorio contiguo del
departamento de Pando; sin embargo, no descartan que un grupo haya cruzado al Brasil y cuyo
destino es completamente incierto. A la vez, Destre apoyó este testimonio con exploraciones
encabezadas en el Departamento de Pando desde Riberalta, a través del sector del Río Negro, hasta
el Río Abuná…”.
Por otra parte, tanto Álvaro Díez Astete en Pueblos Indígenas de las Tierras Bajas como Ana María
Lema en su Pueblos Indígenas de la Amazonía boliviana, hacen referencia, además de los grupos
aislados, a la existencia de otro grupo de Pacahuaras que vive mezclado con los indios Karipuna o
Kawahiha (Caripunas en Bolivia) en el territorio que poseen situado en el estado brasileño de
Rondônia, próximo a la frontera oriental del departamento de Pando con la República de Brasil.
Aparte de pertenecer al mismo grupo lingüístico Pano, la historia de los Caripuna es similar a la de
los Pacahuaras: fueron diezmados durante la época del caucho (Nicolás Suárez, el Rey del Caucho
boliviano, se jactaba de haber exterminado a los caripunas que impedían el paso seguro a través de
las cachuelas del Río Madera). Diversas fuentes brasileñas confirman que los sobrevivientes
Caripunas son entre 14 y no más de 25 pero ninguna menciona la existencia de Pacahuaras entre
ellos.
Es un grupo étnico prácticamente desestructurado como tal. Muy pocos de ellos aún viven por el rio
Abuná (Pando), y otros 6 familias radican cerca de las comunidad de San Matías de Pacahuara, a
donde fueron “corridos” por los brasileros que explotan castaña en el bolsón de Rapi-Ran (Pando).
(Análisis sociodemográfico: población nativas, La Paz: INE, según Prada es 6 familias existentes en el
territorio de Beni y Pando, que esto siendo un pueblo indígena no contactado solo acercamiento es
válida hasta un momento ya sea testificado).
El año 1965, algunos Pacahuaras de la provincia Federico Román (Pando) fueron trasladados por el
Instituto Lingüístico de Verano a Tujuré, comunidad de los Chacobo (Beni), donde actualmente sólo
son nueve personas, en proceso de “chacobizaje”.
Pacahuaras contactados en Alto Ivon, de la provincia Vaca Diez del departamento de Beni
Según Álvaro Díez Astete, la evangelización a la que fueron forzados los indígenas que habitan en
Tujuré, primero por los misioneros del ILV y luego por la Misión Evangélica Suiza, no ha logrado sus
propósitos.
Por lo cual es evidente que 1) El pueblo indígena Pacahuara es pre-existente al Estado. Por su
situación de extinción debido al etnocidio histórico y desplazamiento territorial al que fue sometido
es considerado un pueblo de alta vulnerabilidad.2)La situación actual del pueblo Pacahuara se
clasifica en dos zonas: Pacahuaras contactados en una TCO compartida con el pueblo Chácobo en el
municipio de Riberalta, en la provincia Vaca Díez del departamento de Beni; un segundo grupo de
Pacahuaras aislados o no contactados en la provincia de Nicolás Suárez del departamento de Pando,
este último se encuentra confirmado por su territorio ancestral; y, 3) Constituye de vital importancia
reconstituir los derechos del pueblo indígena Pacahuara, reconocerlo en sus territorios ante la
presunción de su existencia y realizar estudios antropológicos más profundos para resguardar sus
derechos de manera eficiente.
Desde tiempos ancestrales, se ubica al pueblo Tacana o Takana en el norte de La Paz, entre los ríos
Beni, Madre de Dios, Madidi y Tuichi, y que su territorio se extendía -según la relación de D. Juan
Álvarez Maldonado- por el río Magno o Madrede Dios, hasta el río de Parabre (Pando o Tambopata),
abarcando los actuales territorios de Bolivia, Brasil y Perú en sus áreas limítrofes.
De acuerdo al documento publicado por USAID, “Pueblo indígena Tacana, Consolidación y gestión
territorial”, sus ancestros tradicionalmente mantuvieron contactos culturales y relaciones de
intercambio de productos, a través del trueque, con los pueblos de las tierras altas. Sin embargo,
existieron enfrentamientos por territorio.
“En 1617 se crea la misión de Trinidad del Yariapu, organizada por los Franciscanos, y en 1713 se
traslada a la actual Tumupasha. Posteriormente, se formaron en esta zona las misiones de Ixiamas y
San José de Uchupiamonas con grupos de diferentes pueblos, como los Tacanas, Pamainos,
Saparunas, Toromonas, Araonas, Marcanis, Chiyulos (Chilluvos), Huacayanas y Guarisas. Es así, que
estos grupos de misionados, de la misma familia lingüística de los ocupantes originarios, constituyen
el antecedente más inmediato de las comunidades que actualmente se encuentran en la TCO Tacana
II, Puerto Pérez, Las Mercedes, El Tigre y Toromonas.
Durante la República se originó el auge de la quinua y más tarde, hacia finales del siglo XIX, el auge
de la goma, dando lugar a la llegada de colonizadores a la región y a cambios en nuestro sistema de
vida. Estos cambios económicos significaron también la pérdida de nuestro territorio ancestral que,
con el tiempo y la llegada de los nuevos colonizadores, éste se fue reduciendo aún más y perdiendo
valores naturales debido a la extracción irracional de los recursos naturales, como ocurrió con la
explotación y el saqueo de la madera a partir de los años setenta del siglo XX.
Al haber sido mencionados en la presente acción tutelar no podemos dejar de aclarar que se trata
de un pueblo indígena muy numeroso. Tradicionalmente, su territorio se extendía desde los
márgenes del río Mamoré hasta la zona de San Borja (departamento de Beni) y al este hasta los
lugares ocupados por los Kayuvaba.
“El primero que consiguió un contacto con los Movimafue el padre Gregorio de Bolívar, que se
encontró con ellos el año 1621. A inicios del siglo XVIII, el padre Altamirano los vuelve a contactar,
dando cuenta de la existencia de unos 20.000 indígenas que se encontraban en “80 poblaciones
pequeñas”. La primera misión entre los Movimafue la de San Lorenzo, fundada por el padre Baltasar
Espinoza en 1708; a esta fundación siguieron las de San Luis, San Pablo, San Borja y Reyes. Cuando
en San Lorenzo el padre Altamirano fue muerto por los Movima, se abandonó la Misión, que fue
trasladada a Santa Ana de Yacuma y fundada de nuevo bajo este nombre. En los años treinta del
siglo XIX, Alcides D'Orbigny encontró a los Movima expandidos en el centro del Beni, colindando con
los pueblos Kayuvabaal norte, Kanichanaal este y los Mojeñosal sur y sureste.
Durante el primer auge de la goma, los Movima fueron forzados, mediante el ‘enganche’, a trabajar
en los gomales. Durante este tiempo muchos perecieron por enfermedades desconocidas. Las
comunidades se quedaron desintegradas, y gran parte de su territorio despojado de gente.
Entre los Movima sigue vigente el respeto frente a los amos de las esferas de la naturaleza y de los
animales, una cosmovisión que convive con las creencias cristianas que influyen de gran manera
entre la población. Los médicos tradicionales o curanderos conocen innumerables plantas
medicinales y son llamadas desde lejos para atender enfermos. Sigue, aunque en el secreto, el
chamanismo, que se ocupa de varias enfermedades que no se curan en el hospital.
El pueblo Movima está organizado en torno a la Central de Pueblos Étnicos del Beni.”
“En lo referente a tierra y territorio el acceso a su territorio es limitado, debido a que los dueños de
las haciendas han alambrado sus terrenos, lo que dificulta a los indígenas el acceso a los recursos
naturales. Las comunidades que habitan dentro del territorio multiétnico cuenta con título de Tierra
Comunitaria de Origen, otorgado en el marco de la Ley 1715, el año 2003.”
III.17. Organización Política y Social, la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB)
como ente integrador, incluye la CIPOAP
Los Pacahuaras contactados están representados por la Subcentral Chácobo, afiliada a la CIRABO y,
por consiguiente, a la CIDOB.
Es necesario aclarar que la CIPOAP, representa a los pueblos indígenas de Pando y la CIRABO a los
pueblos indígenas de la región amazónica, incluyendo el Departamento del Beni.
III.18. El derecho a la defensa y el debido proceso de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos
Para hacer efectivos estos derechos y no queden los mismos como simples enunciados, se ha
instituido la acción de amparo constitucional (antes instituida como ‘recurso de amparo
constitucional’), así como, por otra parte, el Tribunal Constitucional Plurinacional, como el Órgano
llamado a precautelar el respeto y vigencia de los derechos y garantías constitucionales.
Con relación al debido proceso, la Constitución Política del Estado en el Capítulo Primero de las
Garantías Jurisdiccionales, del Título IV de la Primera Parte, en el art. 115.II señala que ‘El Estado
garantizará el derecho al debido proceso…’ así como en el art. 117.I prevé que: ‘ninguna persona
puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un debido proceso...’”.
Por otra parte, la SC 1422/2012 de 24 de septiembre, establece en su Fundamento Jurídico “IV. (…)
Ahora bien, en mérito al objeto y causa de la presente acción de tutela, con la finalidad de
desarrollar una coherente argumentación jurídico-constitucional, este fallo desarrollará las
siguientes problemáticas jurídico-constitucionales: a) Los alcances de la refundación del Estado
Plurinacional de Bolivia a la luz de los principios del pluralismo, la interculturalidad y la
descolonización; b) Las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos. Alcances y elementos
configuradores a la luz del régimen constitucional imperante; (…) e) La interpretación de derechos
fundamentales en contextos inter e intra culturales.
(…)
IV.1. Los alcances de la refundación del Estado Plurinacional de Bolivia a la luz del pluralismo, la
interculturalidad y la descolonización
El Estado Plurinacional de Bolivia, fue refundado a partir de la Constitución aprobada por Referendo
Constitucional de 25 de enero de 2009 y promulgada el 7 de febrero del mismo año.
Esta refundación, implica el diseño de un nuevo modelo de Estado, el cual se estructura a partir del
‘pluralismo’ como elemento fundante del Estado; en ese orden, la cláusula estructural de la
Constitución plasmada en su primer artículo, consagra el pluralismo como el eje esencial de la
reforma constitucional, diseño que se encuentra en armonía con el preámbulo de esta Norma
Suprema.
En base al pluralismo como elemento estructurante del nuevo modelo de Estado, la función
constituyente, en mérito a factores históricos, sociológicos y culturales, consolida la protección y
efectivo reconocimiento constitucional de las naciones y pueblos indígena originario campesinos,
asegurando una real materialización del pluralismo, con la consagración taxativa del principio de
‘libre determinación’ plasmada en el art. 2 del texto constitucional, postulado que asegura una real
inclusión de estas colectividades en la estructura del modelo estatal bajo criterios de
interculuralidad, complementariedad y a la luz de la doctrina de la ‘descolonización’.
En efecto, a partir de la concepción del pluralismo como elemento fundante del Estado, el modelo
de Estado, se estructura sobre la base de derechos individuales y también derechos con incidencia
colectiva, pero además, la concepción del pluralismo y la interculturalidad, configuran un diseño de
valores plurales rectores destinados a consolidar el vivir bien, en ese orden y al abrigo de la
estructura axiomática plasmada en el Preámbulo de la Constitución la interculturalidad, asegura que
los valores plurales supremos, se complementen en una sociedad plural e irradien de contenido
todos los actos de la vida social, incluidos aquellos procedimientos o decisiones emanadas de los
pueblos y naciones indígenas originarios campesinos.
En base a estos dos aspectos y en armonía con los postulados propios del pluralismo y la
interculturalidad, se colige que el sistema jurídico imperante, está compuesto por normas de
carácter positivo y también por normas no necesariamente positivizadas, las cuales configuran lo
que en teoría constitucional contemporánea se conoce como inter-legalidad, concepto en virtud del
cual, se entiende que las fuentes jurídicas plurales son autónomas pero interdependientes
axiomáticamente en aplicación al principio de complementariedad, el cual a su vez encuentra razón
de ser en la interculturalidad y el pluralismo como elementos fundantes del Estado; en ese orden, a
partir de los alcances de los elementos teóricos descritos, se establece que precisamente el
pluralismo jurídico y la inter-legalidad, son conceptos que sustentan en el marco del principio de
unidad jurisdiccional y a la luz del pluralismo y la interculturalidad como elementos estructurantes
de la refundación del Estado, el diseño del ejercicio tripartito de la jurisdicción ordinaria; la
jurisdicción agroambiental y la jurisdicción indígena originaria campesina.
IV.2. Las naciones y pueblos indígena originario campesinos. Alcances y elementos configuradores a
la luz del régimen constitucional imperante
El preámbulo de la Constitución, señala que la construcción del nuevo Estado, está basada en el
respeto e igualdad entre todos, dentro de los alcances de los principios de complementariedad,
solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde
predomine la búsqueda del vivir bien, con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política
y cultural de los habitantes de esta tierra y en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo,
educación, salud y vivienda para todos. En ese orden, a partir de estas pautas axiomáticas, el art. 30
de la Constitución, inserto en la parte dogmática de esta Norma Suprema, disciplina los derechos
colectivos de los pueblos indígenas, originarios y campesinos, reconociéndolos como sujetos
colectivos de derechos (art. 30.I de la CPE), disposición constitucional que debe ser interpretada -de
acuerdo al principio de unidad constitucional-, armónicamente con la cláusula estructural del Estado
plasmada en el art. 1 de la CPE, que consolida al pluralismo como el elemento estructurante del
Estado. Asimismo, el art. 30.1 de la Constitución, debe ser interpretado en el marco de los alcances
dogmáticos del principio de libre determinación de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos plasmados en el art. 2 del texto fundamental.
A partir del marco constitucional antes descrito, se tiene que los pueblos y naciones indígenas
originario campesinos son titulares de derechos colectivos, aspecto que consolida la visión propia de
una construcción colectiva del Estado, en ese contexto, el segundo parágrafo del art. 30 de la
Constitución, disciplina el catálogo de derechos, el cual no puede ser considerado como una cláusula
constitucional cerrada, sino por el contrario un listado abierto de derechos al cual, a través de la
interpretación constitucional, podrán incluirse otros derechos de naturaleza colectiva propios de los
pueblos indígenas, originarios y campesinos.
En efecto, entre los derechos colectivos disciplinados por el art. 30.II de la Constitución, se
encuentra el derecho a ‘existir libremente’ (art. 30.II.1 de la CPE), el cual, constituye el postulado
esencial para el ejercicio de la libre determinación de los pueblos y naciones indígenas originario
campesinos.
En efecto, este derecho colectivo asegura la libertad de desarrollo social y cultural a colectividades
cohesionadas por elementos antropológicos y culturales comunes como ser: La identidad cultural;
idioma; organización administrativa; organización territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y
cosmovisión propia, entre otras características de cohesión colectiva.
En el ámbito de lo señalado, en armonía con los elementos de cohesión colectiva antes descritos, la
Constitución Política del Estado reconoce los derechos de los pueblos y naciones indígena originario
campesinas a la identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas, costumbres y a su
propia cosmovisión (art. 30.II.2 de la CPE), elementos a los cuales debe incluirse el derecho a la
territorialidad (art. 30.II.4), para que el principio de libre determinación plasmado en el art. 2
concordante con el art. 30.II.4 de la CPE, tenga un efecto útil a la teleología y esencia del pluralismo,
la interculturalidad y la descolonización como elementos esenciales de la refundación del Estado; en
este marco, los componentes antes descritos, serán los elementos necesarios para la identificación
de los pueblos y naciones indígena originario campesinas en el Estado Plurinacional de Bolivia, para
consagrar así los derechos colectivos referentes al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y
económicos enmarcados en su cosmovisión (art. 30.II.14 de la CPE), consolidando también que sus
instituciones sean parte de la estructura general del Estado (art. 30.II.5 de la CPE), asegurando así el
valor plural supremo referente al vivir bien en un Estado Unitario cuyo diseño responde a los
postulados del pluralismo, la interculturalidad y la descolonización.
Ahora bien, los aspectos antes citados, configuran a los pueblos y naciones indígena originario
campesinas como sujetos colectivos de derecho; en ese orden, por razones de orden socio-
históricas, debe entenderse a este término como un concepto compuesto e inescindible, que
comprende a poblaciones indígenas de tierras altas, tierras bajas y zonas geográficas intermedias
sometidas a un proceso de mestizaje, razón por la cual este concepto se compone de los elementos
indígena-originario-campesino con una semántica socio-histórica indivisible.
En coherencia con lo señalado, debe precisarse además que en el contexto de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, su estructura organizativa por razones también de orden socio-
histórico, podría estar compuesta por organizaciones campesinas, juntas vecinales u otras
modalidades organizativas que reflejen un proceso de mestizaje vivido en el País, en estos casos, el
reconocimiento de derechos colectivos como naciones y pueblos indígena originario campesinos,
responderá a la concurrencia de cualquiera de los elementos de cohesión colectiva descritos supra,
es decir a la existencia de identidad cultural; idioma; organización administrativa; organización
territorial; territorialidad ancestral; ritualidad y cosmovisión propia, entre otras; por tanto, a pesar
de la influencia de elementos organizativos propios de un proceso de mestizaje, en la medida en la
cual se identifique cualquiera de los elementos de cohesión colectiva antes señalados, la colectividad
será sujeta de derechos colectivos y le será aplicables todos los efectos del art. 30 en sus dos
parágrafos de la Constitución, así como los efectos del principio de libre-determinación inherente a
los pueblos y naciones indígenas originario y campesinos plasmado en el segundo artículo de la CPE.
Asimismo, los miembros de estas colectividades con elementos comunes de cohesión que los
configure como naciones y pueblos indígena originario campesinos, gozarán de derechos
individuales a ser interpretados en contextos interculturales y de acuerdo a valores plurales
supremos tal como se explicará infra.
(…)
A partir de la concepción del pluralismo como elemento fundante del Estado, el modelo de Estado,
se estructura sobre la base de derechos individuales y también derechos con incidencia colectiva,
pero además, la concepción del pluralismo y la interculturalidad, configuran un diseño de valores
rectores en mérito de los cuales se concibe una Constitución axiomática.
En efecto, el pluralismo como elemento fundante del Estado Plurinacional de Bolivia, implica el
reconocimiento de una pluriculturalidad y por ende un pluralismo axiomático, que postula valores
plurales supremos insertos en el Preámbulo de la Constitución y también en su art. 8.
Así, se puede destacar que entre los valores plurales supremos que guían al Estado Plurinacional de
Bolivia, se encuentran la igualdad, la complementariedad, la solidaridad, reciprocidad, armonía, la
inclusión, transparencia, igualdad de condiciones, bienestar común, responsabilidad, entre otros, los
cuales, a su vez, en el marco de la interculturalidad, se complementan con los valores ético-morales
plasmados en el art. 8.1 de la Constitución, como ser el ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas
flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón); suma qamaña (vivir bien); el ñandereko (vida armoniosa);
tekokavi (vida buena); ivimaraei (tierra sin mal) y qhapajñan (camino o vida noble) entre otros, los
cuales, al encontrarse insertos en la parte dogmática de la Constitución, irradiarán de contenido a la
inter-legalidad desarrollada en el Fundamento Jurídico IV. 1 de la presente Sentencia Constitucional,
para consolidar así el valor esencial y fin primordial del Estado Plurinacional de Bolivia, que es el
‘vivir bien’.
En el orden de ideas expresado, se tiene que el paradigma del vivir bien, somete a sus postulados a
todas las decisiones emergentes del ejercicio de la jurisdicción indígena originario campesina, por lo
que en el supuesto de activarse el control tutelar de constitucionalidad a través de acciones de
defensa como ser la acción de libertad, las decisiones de la jurisdicción indígena originaria
campesina denunciadas como lesivas a derechos fundamentales en contextos interculturales, en el
ejercicio del control plural de constitucionalidad, deberán analizarse en el marco de los siguientes
parámetros de axiomaticidad proporcional y razonable propios del paradigma del vivir bien: a)
armonía axiomática; b) decisión acorde con cosmovisión propia; c) ritualismos armónicos con
procedimientos, normas tradicionalmente utilizados de acuerdo a la cosmovisión propia de cada
nación y pueblo indígena originario campesina; y, d) Proporcionalidad y necesidad estricta”.
III.19.El debido proceso y las garantías judiciales en el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos
indígenas
El art. 12 de la Ley del Estado 1257, que eleva a rango de ley el Convenio 169 de la OIT sobre
Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la referida organización, establece que:
“Los pueblos interesados deberán tener protección contra la violación de sus derechos, y poder
iniciar procedimientos legales, sea personalmente o bien por conducto de sus organismos
representativos, para asegurar el respeto efectivo de tales derechos. Deberán tomarse medidas para
garantizar que los miembros de dichos pueblos puedan comprender y hacerse comprender en
procedimientos legales, facilitándoles, si fuese necesario, intérpretes u otros medios eficaces” (las
negrillas son nuestras).
“El nuevo diseño dogmático de la Constitución Política del Estado, que incorpora como
directriz irradiadora y transversal en todo el texto constitucional al principio del pluralismo, como
emergencia de la cualidad plurinacional del nuevo Estado boliviano, conlleva a la necesidad de
asumir la incorporación de matices propios de esta cualidad en todos los órdenes de su organización
política, administrativa, social, económica, entre otras. Tal exigencia es aún más evidente en el
campo jurídico, y de modo particular en la tramitación de procesos judiciales y procedimientos
administrativos donde se encuentren involucrados las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, ya sea actuando como sujetos colectivos o como personas individuales.
De este modo, tomando en cuenta que el debido proceso es una garantía inherente a
cualquier ciudadano bajo jurisdicción estatal, que debe hacerse efectiva en la tramitación de
procesos judiciales o administrativos, a consecuencia de los cuales pueden verse afectados derechos
fundamentales; en el caso de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, dicha garantía
resulta indispensable dada su especial condición, como resultado de sus características propias,
condiciones económicas y sociales, sus instituciones representativas y, normas y procedimientos
propios; la eventual afectación de sus derechos y garantías repercute de modo más sensible que si
se diera en otros sectores de la población. Más aún cuando dentro de un proceso administrativo o
judicial no se ha garantizado por parte del Estado el derecho a la defensa que asiste a cualquier
ciudadano y peor aún, si como emergencia de ello, se ha deducido una Resolución desfavorable y
lesiva de sus derechos fundamentales que les asisten como sujetos colectivos.
Con relación al debido proceso y las garantías judiciales la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay estableció: ‘Los recursos efectivos
que los Estados deben ofrecer conforme al artículo 25 de la Convención Americana, deben ser
sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal (artículo 8 de la Convención),
todo ello dentro de la obligación general a cargo de los mismos Estados de garantizar el libre y pleno
ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a toda persona que se encuentre bajo su
jurisdicción. En este sentido, la Corte ha considerado que el debido proceso legal debe respetarse en
el procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento cuya decisión pueda afectar los
derechos de las personas. En lo que respecta a pueblos indígenas, es indispensable que los Estados
otorguen una protección efectiva que tome en cuenta sus particularidades propias, sus
características económicas y sociales, así como su situación de especial vulnerabilidad, su derecho
consuetudinario, valores, usos y costumbres’ (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso
Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de
junio de 2005, No. 16, párr. 62 y 63).
El art. 388 de la CPE, señala que: “Las comunidades indígena originario campesinas situadas dentro
de áreas forestales serán titulares del derecho exclusivo de su aprovechamiento y de su gestión, de
acuerdo con la ley”. Sin embargo, con referencia a los recursos naturales, el art. 349.II establece que
“El Estado reconocerá, respetará y otorgará derechos propietarios individuales y colectivos sobre la
tierra, así como derechos de uso y aprovechamiento sobre otros recursos naturales” (las negrillas
son nuestras).
Con referencia a la Norma Forestal, al tratar jurídicamente las ocupaciones de hecho, en su art. 14.III
de la LF establece: “Cualquiera que a partir de la vigencia de la presente ley ocupe de hecho tierras
de protección, áreas protegidas o reservas forestales, o haga uso de sus recursos sin título que lo
habilite, será notificado por la autoridad administrativa competente para que desaloje las mismas.
La resolución administrativa contendrá necesariamente las medidas precautorias a que se refiere el
art. 46. La resolución podrá ser impugnada por la vía administrativa”; a su vez, el
parágrafo V del mismo artículo es claro cuando se refiera a: “Las áreas efectivamente trabajadas en
tierras de protección en virtud de dotaciones legalmente otorgadas con anterioridad a la vigencia de
la presente ley, estarán sujetas a las limitaciones y prácticas especiales de manejo a establecerse en
el reglamento, debiendo mantenerse intacta la cobertura arbórea de las áreas aún no convertidas,
bajo causal de reversión del Área total dotada, sin perjuicio de las medidas precautorias establecidas
en el Artículo 46”; el parágrafo IV regula: “Sin perjuicio de las disposiciones legales del caso, las áreas
ocupadas de hecho en tierras de protección con anterioridad a la vigencia de la presente ley en
ningún caso podrán ser ampliadas, quedando sujeta cualquier ampliación a lo dispuesto en el
parágrafo III del presente artículo. En caso de reincidencia, el desalojo se producirá respecto del
total del área ocupada”; finalmente, el parágrafo VI dice que: “No se reputarán ocupaciones de
hecho las áreas de asentamiento tradicionalmente ocupadas por los pueblos indígenas, así como las
tierras sobre las que hayan tenido inveterado acceso para el desarrollo de su cultura y subsistencia”
(las negrillas son nuestras).
Los derechos de aprovechamiento forestal sólo se adquieren por otorgamiento del Estado conforme
a ley y se conservan en la medida en que su ejercicio conlleve la protección y utilización sostenible
de los bosques y tierras forestales, de conformidad con las normas y prescripciones de la materia.
(…)
(…)
I. La autorización de utilización forestal en tierras de propiedad privada sólo puede ser otorgada a
requerimiento del propietario o con su consentimiento expreso y está sujeta a las mismas
características de la concesión, excepto las que no le sean aplicables. El titular de la autorización
paga la patente mínima sobre el área intervenida anualmente según el Plan de Manejo aprobado.
No está sujeto al impuesto predial por las áreas de producción forestal y de protección. Es revocable
conforme a la presente ley.
II. Se garantiza a los pueblos indígenas la exclusividad en el aprovechamiento forestal en las tierras
comunitarias de origen debidamente reconocidas de acuerdo al artículo 171º de la Constitución
Política del Estado y a la Ley Nº 1257 que ratifica el Convenio Nº 169 de la Organización
Internacional del Trabajo. El área intervenida anualmente está sujeta al pago de la patente de
aprovechamiento forestal mínima. Son aplicables a estas autorizaciones las normas establecidas en
el parágrafo IV del artículo anterior.
III. No requiere autorización previa el derecho al uso tradicional y doméstico, con fines de
subsistencia, de los recursos forestales por parte de las poblaciones rurales en las áreas que ocupan,
así como de los pueblos indígenas dentro de sus tierras forestales comunitarias de origen. Asimismo
se garantiza a los propietarios este derecho dentro de su propiedad para fines no comerciales. La
reglamentación determinará los recursos de protección contra el abuso de este derecho” (las
negrillas son nuestras).
Por otra parte, el Decreto Supremo (DS) 24453 de 21 de diciembre de 1996, reglamentó a la Ley
Forestal en su Capítulo II, establece:
“CLASES DE DERECHOS
ARTICULO 78°.-
(…)
VI. Para los contratos subsidiarios que se celebren con pueblos y comunidades indígenas rigen,
además, las siguientes condiciones:
a) La decisión de celebrar el contrato debe ser del total conocimiento y de la entera disposición
del pueblo o la comunidad en su conjunto. Asimismo, no debe contravenir las normas que exigen sus
usos y costumbres.
b) Para el plan de manejo se tomarán en cuenta las exigencias establecidas por el presente
reglamento con respecto a los aspectos sociales.
c) La agrupación debe tener una participación en los organismos ejecutores del contrato que
tienen capacidad de decisión.
f) El titular del contrato subsidiario deberá contratar mano de obra exclusivamente del pueblo
o comunidad, y desarrollar procesos de calificación de mano de obra.
(…)”.
(…)
DISPOSICION FINAL DÉCIMO PRIMERA (APOYO A COMUNIDADES DOTADAS CON TIERRAS FISCALES).
El Estado apoyará técnica y económicamente a las comunidades campesinas, indígenas y originarias,
beneficiadas con dotación de tierras fiscales, para el efectivo desarrollo de sus potencialidades
productivas, conforme al uso sostenible de la tierra, de conformidad con el artículo 168 de la
Constitución Política del Estado”.
Por su parte, el Reglamento de la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria, modificada por la Ley
3545, de Reconducción Comunitaria de Reforma Agraria, aprobado a través del DS 29215 de 2 de
agosto de 2007, establece:
(…)
(…)
Sin perjuicio de lo señalado, las personas que estuvieren involucradas, no podrán acceder bajo
ningún título a nuevos procesos de distribución de tierras en ninguna parte del territorio de la
República”.
De igual manera, el DS 29215, en el Título XIV referente a los desalojos, en el Capítulo I establece el
procedimiento a seguir en el desalojo de asentamientos y ocupaciones de hecho en tierras fiscales
de la siguiente manera:
Los desalojos que se dispongan en ejecución del régimen agrario, de acuerdo a lo previsto en la Ley y
este Reglamento son independientes de los que se ejecuten en aplicación de la Ley Nº 1700,
Forestal.”
Al respecto y conforme a los nuevos lineamientos de la Constitución Política del Estado la SCP
0645/2012 de 23 de julio, estableció: “Los alcances del control de constitucionalidad en relación al
sistema de control tutelar implementado en el marco del nuevo orden constitucional y que a su vez
responde a una nueva concepción axiológica que la guía, ha incorporado -especialmente- dos nuevas
acciones de defensa como es el caso de la acción de cumplimiento y la acción popular, cuyo ámbito
de tutela encuentra una diferencia sustancial con el tradicional amparo constitucional, el hábeas
corpus -ahora acción de libertad- y el hábeas data -ahora acción de protección de privacidad-, que si
bien tienen como objetivo la protección directa de derechos fundamentales subjetivos, esta tarea no
se halla ligada a la afectación o incidencia directa en una colectividad, como sucede en el caso de la
acción de cumplimiento y la acción popular, constituyendo precisamente ésta una de sus cualidades
esenciales, que las diferencian de las primeras y a partir de las cuales se definen sus requisitos de
contenido y sus específicos procesos de tramitación y resolución.
Ahora bien, tal implementación, como ya se dijo, se configura en el marco de un nuevo orden
constitucional, cuya realización efectiva aún se encuentra en un periodo de ‘transición
constitucional’, por el cual no se puede exigir a las partes el cumplimiento cabal de los requisitos de
procedencia de dos nuevas acciones de defensa, cuyas condiciones de admisibilidad aún
permanecen en construcción a través de la jurisprudencia constitucional, sobre todo con relación a
la acción de cumplimiento, cuya naturaleza procesal y ámbito de protección aún permanece en
discusión y sujeta a interpretaciones distintas; situación contraria acontece con relación a la acción
popular, puesto que debido a la configuración flexible de sus requisitos de contenido guiadas por el
principio de informalismo, no ofrece mayores inconvenientes a la hora de resolverse, lo que por
supuesto no significa que su desarrollo jurisprudencial haya concluido.
Sin embargo, ésta es una razón sustancial -pero no la única- por la cual se justifica que frente a una
acción presentada, el intérprete advierta que los contenidos de la demanda se acomodan más a la
tramitación de otra acción de defensa (acción de libertad, de protección de privacidad, amparo
constitucional, acción popular) y de esta manera pueda, al amparo de los principios de eficacia de los
derechos fundamentales, economía procesal, prevalencia del derecho sustantivo sobre el derecho
adjetivo, pro actione y iura novit curia, reconducir la tramitación de la acción de cumplimiento a un
proceso de acción de libertad, de protección de privacidad, amparo constitucional o acción popular,
atendiendo ciertos requisitos a ser desarrollados por la jurisprudencia constitucional en el caso
específico, donde se advierta la necesidad de reconducir su tramitación a otro proceso
constitucional.
Precisamente son los principios antes mencionados que constituyen la razón primordial por la cual
debe operarse la reconducción del proceso constitucional; así se tiene que, no obstante las acciones
de defensa tienen delimitados sus requisitos de admisibilidad así como un procedimiento específico
y que en su tramitación, según la naturaleza de la acción de defensa invocada, deben exigirse la
concurrencia de formalismos que ayudan a preservar su naturaleza excepcional, ello no significa que
deba darse prioridad a estas formalidades, entendidas como una unidad, por encima de la esencia
misma del sistema de control tutelar cuyo fin primordial es el resguardo de derechos fundamentales
y garantías constitucionales, por lo cual deberá extenderse la comprensión del alcance de
exigibilidad de estos requisitos, a fin de garantizar la tutela constitucional efectiva y la esencia de los
procesos constitucionales.
c) No se modifiquen el petitorio ni los hechos que sustentan la demanda, por cuanto supondría que
el juzgador sustituya al accionante, alterando su naturaleza imparcial.
d) Se preserve el derecho a la defensa de la parte demandada, es decir, que la misma haya tenido la
oportunidad de contraponerse a la pretensión de la parte demandante; ejerciendo de modo
sustancial su derecho de defensa, puesto que en ningún caso se puede habilitar la tutela de un
derecho fundamental dejando desprotegido a otro de la misma clase.
e) Exista riesgo de irreparabilidad del o los derechos o intereses colectivos o difusos; es decir, la
reconducción sólo será posible si existe una necesidad apremiante de evitar la ocurrencia de un
daño irreparable en los derechos fundamentales involucrados, aspecto que guarda relación con el
principio de economía procesal y tutela judicial efectiva.
Es preciso establecer que la reconducción de la tramitación de una acción de cumplimiento a una
acción popular deberá producirse siempre a favor y nunca en perjuicio de la parte accionante.
Esta figura es admisible en el derecho comparado; tal es el caso del Tribunal Constitucional de Perú,
que establece la ‘conversión’ de una acción de cumplimiento a una acción de amparo constitucional
en base al principio iura novit curia, que en el Expediente 2763-2003-AC/TC, sostuvo que: ‘…el
objeto de la demanda no es tanto demandar el cumplimiento de la Ley N.° 27550, sino más bien
cuestionar un comportamiento lesivo de derechos constitucionales, y que por ello la vía idónea para
resolver la controversia no es la acción de cumplimiento, sino el amparo. Aunque en aplicación del
principio de suplencia de la queja deficiente, previsto en el artículo 7.° de la Ley N.° 23506, se podría
declarar la nulidad del procedimiento seguido y devolver los actuados al juez competente a efectos
de que la pretensión sea tramitada como amparo, este Tribunal considera innecesaria la aplicación
de tal principio, habida cuenta de la urgencia de restituir los derechos reclamados y de la correlativa
necesidad de que el presente proceso se resuelva de forma oportuna y efectiva, de modo que se
pronunciará de inmediato sobre el fondo de la controversia…’ procediéndose en su parte resolutiva
a “Declarar FUNDADA la demanda interpuesta, la que debe entenderse como acción de amparo”.
En el caso de autos, se evidencia que Lucio Ayala Siripi acude a esta acción popular en su condición
de Presidente de la CIPOAP accionante, institución que aglutina a los pueblos originarios del
departamento de Pando, invocando la vulneración del derecho a la petición conforme los arts. 24,
30.II y 31.I y II de la CPE, al no dar curso a su solicitud el Director Departamental del INRA de Pando,
de determinar reserva o territorio indígena en todo el sector donde se encuentran las empresas
madereras MABET S.A, URKUPIÑA y BOLITAL, territorio donde se encuentra la comunidad Tacana La
Selva y Pacahuaras.
Previo al ingreso del análisis de la problemática planteada es preciso establecer la naturaleza jurídica
de la acción popular a objeto de determinar el cumplimiento o incumplimiento de algunos
presupuestos como son el de legitimación activa y pasiva, principio constitucional de subsidiariedad
e inmediatez; es en ese entendido, conforme se ha desarrollado en el Fundamento Jurídico III.1. la
Constitución Política del Estado se funda en el pluralismo jurídico y la pluralidad cultural para lograr
un Estado que garantice “el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad,
complementariedad, solidaridad, armonía”; así como el bienestar, el desarrollo y la dignidad de las
personas que conforman comunidades y pueblos indígenas que habitan este Estado. Estos derechos
son inviolables, universales, independientes e indivisibles, por lo cual es deber del Estado
protegerlos, para el “vivir bien”.
De igual manera, el art. 9 de la CPE, establece como fines y funciones esenciales del Estado “además
de los que establece la Constitución y la ley”, la construcción de una sociedad justa y armoniosa,
cuyas bases sean la descolonización sin discriminación, con plena justicia social para lograr
consolidar las identidades plurinacionales. Siendo necesario preservar como patrimonio la
plurinacionalidad y promover un aprovechamiento responsable y planificado de los recursos
naturales.
Asimismo, la acción popular es una de las principales innovaciones de la Norma Suprema, que en el
art. 135 la establece como una acción tutelar que procede: “…contra todo acto u omisión de las
autoridades o de personas individuales o colectivas que violen o amenacen con violar derechos e
intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, el
medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por esta Constitución”. Norma que tiene
como objetivo la defensa de los derechos e intereses colectivos. Por lo cual, en cuanto a la
legitimación activa puede ser presentada de manera individual o colectiva, personal o en
representación de una colectividad; no precisando poder notarial expreso para tal representación,
conforme el desarrollo del Fundamento Jurídico III.3.1. la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional ha sido interpuesta por el Presidente de la Central Indígena de Pueblos Amazónicos de
Pando (CIPOAP) que representa a los pueblos indígenas del departamento de Pando.
Con referencia a la legitimación pasiva, cumple con lo establecido en la Norma Suprema, ya que se
plantea la acción contra autoridades que mediante la omisión de respuesta a la petición presentada
al INRA Pando de determinar” reserva o territorio indígena” en el territorio donde actualmente
existen concesiones madereras y que históricamente son territorios ancestrales de los indígenas
Pacahuaras; en el presente caso se evidencia que fue planteado contra los Directores
Departamentales del INRA y de la ABT de Pando, el Responsable de la Unidad Operativa del Bosque
y Tierra, el Prefecto y Comandante a.i. -ahora Gobernador del Departamento de Pando, el
representante de la Secretaría de Medio Ambiente, Forestal de Tierra y Recursos Hídricos y el
Alcalde de Gobierno Autónomo Municipal de Nueva Esperanza, quienes efectuaron el saneamiento
de tierras en ese sector y dieron en concesión a favor de las empresas madereras MABET S.A.,
URKUPIÑA y BOLITAL, para la explotación de madera, por lo que, se determina que la presente
acción cumple con la legitimación pasiva, ya que son esas autoridades, las que presumiblemente se
encuentran violando los derechos colectivos de estos pueblos indígenas. Activándose, de esta
manera la legitimación pasiva.
Ahora bien, una vez desvirtuada la posible improcedencia de la presente acción popular por
incumplimiento de alguno de los presupuestos o principios constitucionales, ingresaremos al análisis
de fondo de la problemática planteada; es así, que en primera instancia analizamos los derechos
impugnados, que son el derecho a la petición y los art. 30.II y 31.I y II de la CPE. En cuanto al derecho
a la petición dispuesto en el art. 24 la misma dispone: “Toda persona tiene derecho a la petición de
manera individual o colectiva, sea oral o escrita, y a la obtención de respuesta formal y pronta. Para
el ejercicio de este derecho no se exigirá más requisito que la identificación del peticionario”; al
respecto, la Sentencia T-301/98 de la Corte Constitucional de Colombia, considera que este derecho
no solo involucra la posibilidad de acudir ante la administración, sino que supone la obtención de
pronta resolución.
De lo anterior se puede evidenciar que con referencia a lo expuesto por la parte accionante,
explicando cómo se vulneraron estos derechos, al no ser considerada su petición por las autoridades
demandadas, quienes sin justificar tal actitud no contestaron a la solicitud realizada a nombre del
pueblo Pacahuara, más bien mediante informe escrito Juan Wilder Suárez Velarde, Director
Departamental de la ABT expresó que “A la fecha no se ha reconocido derecho de titularidad alguna
en el área de los supuestos afectados por la autoridad competente (INRA)” (sic); al igual que Julio
Urapotina Aguararupa, Director del INRA Pando, quien mediante informe escrito expresó: “El
departamento de Pando se encuentra saneado y a la fecha tiene 118 solicitudes de asentamientos y
en los que no figura la demanda de la comunidad Tacana La Selva, sino de Nueva Unión y al no estar
identificada dicha comunidad y no tener autorización de asentamiento, el INRA emitió la resolución
de desalojo en razón de que todas las tierras fiscales son del estado y el INRA tiene la administración
de ellos para distribuirlas, y los asentamientos son recientes, la comunidad La Selva se atribuyen ser
Tacanas, pero son de santa Ana del Yacuma, por tanto serían Movimas” (sic). Realizando un análisis
de lo expuesto, podemos evidenciar violación al art. 24 de la CPE, que establece el derecho de toda
persona a la petición de manera individual o colectiva , sea oral o escrita, y a la obtención de
respuesta formal y pronta para el ejercicio de este derecho no se exigirá más que el requisito de
identificación del peticionario” (ya se aclaró sobre la personalidad del peticionante en el caso de los
pueblos indígenas, especialmente de los pueblos indígenas aislados, no contactados o en contacto
inicial); sin embargo, de los informes presentados en audiencia por las autoridades demandadas es
evidente que no han dado respuesta a la petición de la institución accionante porque ni siquiera la
tienen registrada, demostrando franca negligencia, ya que dicha petición puede ser formulada de
manera escrita u oral.
Con referencia a los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, el Convenio 169 de la OIT
considera que “son aquellas etnias que por decisión propia han decidido mantenerse al margen del
contacto con otros pueblos y vivir en su territorio de acuerdo a sus costumbres ancestrales”.
Por otra parte, de acuerdo al desarrollo del Fundamento Jurídico III.7.5.; la Corte Interamericana de
derechos Humanos en el caso Saramaka vs. Surinam, al realizar el entendimiento y referirse a la
Declaración de la Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas la cual en su Art. 8 considera que “los
pueblos y los individuos indígenas tiene derecho a no ser sometidos a una asimilación forzada ni a la
destrucción de su cultura”, encomendando a los estados establecer los mecanismos eficaces para
evitar todo acto que atente a su integridad como pueblo. Es así que con referencia a la vulneración
del art. 30.II de la CPE, que se encuentra dentro del Capítulo Cuarto de Derechos de las Naciones y
Pueblos Indígena Originario Campesinos, se refiere a dieciocho derechos los cuales en la demanda
de acción popular no fueron desglosados ni desarrollados por la CIPOAP accionante; sin embargo,
por el principio de verdad material establecido en el art. 180.I de la CPE.
Del memorial presentado se evidencia que se refiere al art. 30.II de la CPE: 1. A existir libremente; 2.
A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas y costumbres, y a su propia
cosmovisión; 4. A la libre determinación y territorialidad; 6. A la titulación colectiva de tierras y
territorios; 7. A la protección de sus lugares sagrados; (…) 10. A vivir en un medio ambiente sano,
con manejo y aprovechamiento adecuado de los ecosistemas; (…); 17. A la gestión territorial
indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables
existentes en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos por terceros. La
SCP 1422/2012, en su Fundamento Jurídico III.3.2 desarrollado, al referirse a este artículo de la CPE,
considera que debe ser interpretado “en el marco de los alcances dogmáticos del principio de libre
determinación de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, inserto en el Art. 2 del
texto fundamental”.
En lo referente a la vulneración del art. 31.I y II de la CPE que establece: “Las naciones y pueblos
indígenas originarios en peligro de extinción, en situación de aislamiento voluntario y no
contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida individual y colectiva” y “las
naciones y pueblos indígenas en aislamiento y no contactados gozan del derecho a mantenerse en
esa condición, a la delimitación y consolidación legal del territorio que ocupan y habitan”, por lo cual
en aplicación al presente caso, se advierte del memorial de la acción popular, que el INRA al no
reconocer a las comunidades de Tacana la Selva y Pacahuaras, como pueblos indígenas e indicar que
el saneamiento concluyó en la zona y declarar como tierras fiscales el territorio en los que se
encuentran asentados e intentar desalojarlos, está vulnerando el derecho a ser protegidos y
respetados en sus forma de vida individual y colectiva. Esta institución del Estado no solamente está
incumpliendo, con lo establecido en la Constitución Política del Estado, sino en la Convención 169 de
la OIT, la declaración de las Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas y los informes del Alto
Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos, desarrollados en el Fundamento
Jurídico III.5.
No podemos dejar de referirnos a la situación del pueblo indígena Tacana la Selva, que si bien no es
un pueblo indígena aislado, no contactado o en contacto inicial, se encuentra protegido por la Ley
Fundamental, los tratados y convenios internacionales sobre derechos humanos, por lo tanto las
autoridades llamadas por ley deben velar por que no se les vulneren sus derechos.
Ahora bien, Julio Urapotina Aguararupa, Director Departamental del INRA de Pando, en audiencia
manifestó que los que están asentados en Tacana La Selva no son Tacanas sino Movimas, en todo
caso este último es también un pueblo indígena de acuerdo con el Fundamento Jurídico III.15.
protegido por la Norma Suprema, los tratados y convenios internacionales de derechos humanos.
Es así, que por todos los antecedentes expuestos y habiéndose evidenciado la existencia de estos
pueblos anterior a la invasión colonial española que se encuentran en peligro de extinción y la
vulneración de sus derechos colectivos a la autodeterminación y al territorio, al amparo del art. 1 de
la CPE, el cual establece que Bolivia se constituye entre otras cosas como un Estado de derecho
plurinacional comunitario, intercultural, fundado en la pluralidad y el pluralismo político, económico,
jurídico, cultural y lingüístico, y el art. 2 que dispone: “Dada la existencia precolonial de las naciones
y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se garantiza su
libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía,
al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus
unidades territoriales…”, y habiéndose establecido la vulneración de sus derechos a la
autodeterminación de vivir en aislamiento, no contactados y mantenerse en esa condición y a la
delimitación y consolidación legal del territorio que ocupan y habitan. En ese marco, deberá
respetarse y garantizar los derechos de los pueblos indígena originario campesinos, adecuar las leyes
a los nuevos paradigmas constitucionales como el “vivir bien”; asimismo, sobre la explotación de los
recursos naturales no renovables en el territorio que habitan, la participación en los beneficios de la
explotación de los recursos naturales en sus territorios, la gestión territorial indígena autónoma, y al
uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables existentes en su territorio sin
perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos por terceros, en la búsqueda de una convivencia
pacífica y armónica, habida cuenta que debe haber un equilibrio entre la humanidad y la naturaleza
que son complementarias, conforme al Fundamento Jurídico III.18 de la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional.
El INRA y la ABT deben tener en cuenta el art. 395.I de la CPE, establece: “Las tierras fiscales serán
dotadas a indígena originario campesinos, comunidades interculturales originarias, afrobolivianos y
comunidades campesinas que no las posean o las posean insuficientemente, de acuerdo con una
política estatal que atienda a las realidades ecológicas y geográficas, así como a las necesidades
poblacionales, sociales, culturales y económicas…". Finalmente, “El Estado regulará el mercado de
tierras, evitando la acumulación en superficies mayores a las reconocidas por la ley, así como su
división en superficies menores a la establecida para la pequeña propiedad” (art. 396 de la CPE). De
igual manera, con referencia a Tierra y Territorio, el art. 393 de la CPE dispone “El Estado reconoce,
protege y garantiza la propiedad individual y comunitaria o colectiva de la tierra, en tanto cumpla
una función social o una función económica social, según corresponda”; y, así como en el art. 94.III
“El Estado reconoce, protege y garantiza la propiedad comunitaria o colectiva, que comprende el
territorio indígena originario campesino, las comunidades interculturales originarias y de las
comunidades campesinas. La propiedad colectiva se declara indivisible, imprescriptible,
inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta al pago de impuestos a la propiedad agraria.
Las comunidades podrán ser tituladas reconociendo la complementariedad entre derechos
colectivos e individuales respetando la unidad territorial con identidad”.
Las nuevas leyes y disposiciones forestales y de tierras deben tener en cuenta los arts. 405.4 de la
CPE, destaca “La significación y el respeto de las comunidades indígena originario campesinas en
todas las dimensiones de su vida”, mientras que el 404, establece que el “Servicio Boliviano de
Reforma Agraria, cuya máxima autoridades el Presidente del Estado, es la entidad responsable de
planificar, ejecutar y consolidar el proceso de reforma agraria y tiene jurisdicción en todo el
territorio del país”.
Por su parte, la ABT al haber dado en concesión esos terrenos a la empresa MABET S.A. y otros, sin
tener en cuenta los derechos de los pueblos indígena originario campesinos establecidos en la
Norma Suprema, está vulnerando el derecho que poseen a la autodeterminación de vivir como
pueblos indígenas en aislamiento y no contactados, a la delimitación y consolidación legal del
territorio que ocupan y habitan, correspondiéndole igual derecho a los pueblos indígenas con
territorio insuficiente, como el caso de los pueblos Tacana La Selva y Movima.
Con referencia que las autoridades que al momento de realizar la notificación a los habitantes de la
comunidad Tacana la Selva no tomaron en cuenta el derecho a la defensa y el debido proceso de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos, el cual ha sido desarrollado en el Fundamento
Jurídico III.18 de esta Sentencia Constitucional Plurinacional. Este Tribunal se ha pronunciado en la
SCP 0820/2012 de 20 de agosto, con referencia al derecho a la defensa y al debido proceso,
considerando la Ley Fundamental ha configurado la protección de los derechos fundamentales y
garantías constitucionales de las personas y de las naciones y pueblos indígenas originario
campesinos como uno de los ejes más importantes del Estado; asimismo, nadie puede ser juzgado
sin haber sido oído o juzgado previamente en un debido proceso.
En cuanto al debido proceso y las garantías judiciales, de acuerdo al Fundamento Jurídico III.19, el
Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la referida
organización y la Ley 1257 que eleva a rango de ley el mencionado convenio, en su art. 12 establece
la protección contra la violación de sus derechos, poder iniciar procedimientos legales, sea
personalmente o mediante sus organismos representativos, para asegurar el respeto efectivo a sus
derechos. También “deberán tomarse medidas para garantizar que los miembros de dichos pueblos
puedan comprender y hacerse comprender en procedimientos legales, facilitándoles, si fuese
necesario, intérpretes u otros medios eficaces”.
“El nuevo diseño dogmático de la Constitución Política del Estado, que incorpora como directriz
irradiadora y transversal en todo el texto constitucional al principio del pluralismo, como emergencia
de la cualidad plurinacional del nuevo Estado boliviano, conlleva a la necesidad de asumir la
incorporación de matices propios de esta cualidad en todos los órdenes de su organización política,
administrativa, social, económica, entre otras. Tal exigencia es aún más evidente en el campo
jurídico, y de modo particular en la tramitación de procesos judiciales y procedimientos
administrativos donde se encuentren involucrados las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, ya sea actuando como sujetos colectivos o como personas individuales.
De este modo, tomando en cuenta que el debido proceso es una garantía inherente a cualquier
ciudadano bajo jurisdicción estatal, que debe hacerse efectiva en la tramitación de procesos
judiciales o administrativos, a consecuencia de los cuales pueden verse afectados derechos
fundamentales; en el caso de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, dicha garantía
resulta aún más indispensable puesto que dada su especial condición, como resultado de sus
características propias, condiciones económicas y sociales, sus instituciones representativas y,
normas y procedimientos propios; la eventual afectación de sus derechos y garantías repercute de
modo sensible que si se diera en otros sectores de la población. Más aún cuando dentro de un
proceso administrativo o judicial no se ha garantizado por parte del Estado el derecho a la defensa
que asiste a cualquier ciudadano y peor aún, si como emergencia de ello, se ha deducido una
resolución desfavorable y lesiva de sus derechos fundamentales que les asisten como sujetos
colectivos” (SCP 0645/2012).
Por su parte, el INRA y la ABT, deben enmarcar sus acciones de acuerdo a lo establecido en la
Constitución Política del Estado. Asimismo, consideramos que la Ley Forestal, el DS 24453 de 21 de
diciembre de 1996 (Reglamento a la Ley Forestal), Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma
Agraria de 18 de octubre de 1996 y DS 20215 de 2 de agosto de 2007- Reglamento de la Ley del
Servicio Nacional de Reforma Agraria (modificada por la Ley 3545 De Reconducción Comunitaria de
la Reforma Agraria), ampliamente desarrollado en el Fundamento Jurídico III.20, al haber sido
elaborados antes de la promulgación de la Constitución Política del Estado, por lo cual este Tribunal
considera necesaria una revisión de las leyes agrarias, del INRA y de la ABT.
En consecuencia, el Tribunal de garantías, al haber denegado la tutela solicitada, no ha efectuado
una adecuada compulsa de los antecedentes del proceso.
POR TANTO
1° Dejar sin efecto la Resolución Administrativa 214/2009 de 15 de septiembre, que dispuso como
medida precautoria el desalojo de estas comunidades indígena originaria campesinas.
3° Se debe ordenar la paralización de los trabajos que se estén realizando en la zona, hasta que se
restablezcan los derechos vulnerados desarrollados en el presente fallo y se adecúen sus actividades
a lo establecido en la Constitución Política del Estado.
No intervienen los Magistrados, Dra. Edith Vilma Oroz Carrasco y Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales,
ambos por ser de voto disidente.
Expediente: 04151-2013-09-AAC
Departamento: Potosí
I.1.3. Petitorio
I.2.4. Resolución
II. CONCLUSIONES
II.3. De fs. 53 a 60, cursa acta del gran Cabildo de los Ayllus de Tolapampa
Aransaya y Urinsaya, Nación Killakas de la provincia Antonio Quijarro del
departamento de Potosí, realizado el 24 de marzo de 2013, en cuya parte
pertinente se resuelve respetar el voto resolutivo de Tolapampa de 23 de
febrero de 2013, a cuya consecuencia se emite la resolución “CAOAUT No
005/2013” de fecha 25 de marzo de 2013.
i) Derecho a la defensa
Esto significa que las resoluciones deben ser ante todo claras e
inteligibles, más que abundantes, deben informar de manera efectiva al
afectado sobre los aspectos más relevantes de la resolución,
permitiéndole asumir un conocimiento cabal y suficiente acerca de las
razones que sustentan la decisión. Es en este sentido que la SC
1365/2005-R de 31 de octubre, ha determinado: "…que la motivación
no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas legales,
sino que exige una estructura de forma y de fondo. En cuanto a esta
segunda, la motivación puede ser concisa, pero clara y satisfacer
todos los puntos demandados, debiendo expresar el Juez sus
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su
decisión en cuyo caso las normas del debido proceso se tendrán por
fielmente cumplidas. En sentido contrario, cuando la resolución aun
siendo extensa no traduce las razones o motivos por los cuales se
toma una decisión, dichas normas se tendrán por vulneradas".
POR TANTO
El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Primera Especializada; en
virtud de la autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional, en revisión, resuelve: CONFIRMAR la Resolución 005/2013 de
19 de junio, cursante de fs. 72 a 77 vta., pronunciada por el Juez de Partido
Mixto, Liquidador y de Sentencia Penal de Uyuni del departamento de Potosí; y,
en consecuencia:
2° Disponer que las autoridades demandadas emitan una nueva resolución con
la fundamentación y motivación debida, describiendo con claridad los hechos
y justificando la sanción de acuerdo la gravedad de la afectación a la vida
comunal, conforme a su cosmovisión, normas y procedimientos propios,
otorgando a la parte accionante las más amplias facultades en su derecho de
defensa, todo en el marco del debido proceso;
SALA SEGUNDA
Magistrada Relatora: Dra. Mirtha Camacho Quiroga
Acción de amparo constitucional
Expediente: 03359-2013-07-AAC
Departamento: Oruro
Refiere que, José Montoya Mamani -ahora codemandado-, acudió e instó a las
autoridades originarias del ayllu Chahuara del Municipio de Huari, a efecto de
que la presionaran para que la accionante, cediese el 50 % de sus tierras a
favor de éste, las que abarcan aproximadamente más de 150 ha, las cuales
conservó con su trabajo y dedicación junto a sus hijos, manteniendo así a su
familia, sin que en momento alguno el nombrado haya hecho lo más mínimo
para tener derecho sobre dichas tierras y menos haber cumplido con sus
obligaciones naturales con la comunidad. Sin embargo, los codemandados,
principalmente el Cacique y el Notario de Fe Pública, que son hermanos,
instados por su padre Timoteo Nieto Ocza, actuando en conjunto como juez y
parte, el 22 de enero de 2013, bajo el pretexto de ir a ver sus tierras y en
presencia de su cuñado José Montoya Mamani, sin que estuviera presente la
comunidad, le amenazaron diciéndole que si no cedía el 50% de las mismas en
favor de su cuñado, las iban a revertir a la comunidad y que el sembradío de
quinua que había en el lugar lo cosecharían para su propio provecho; además,
que por ser mujer no tenía derecho a esas tierras, de modo que con engaños,
en ejercicio de violencia moral y psicológica, le obligaron a firmar un libro de
actas, por el que estuviese cediendo la mitad de las tierras que le corresponden
a favor del ultimo de los nombrados, sin siquiera permitirle exponer sus
razones, ni leer su contenido o que ellos lo hayan leído.
I.1.3. Petitorio
Dani Alvarado Nieto Flores, Notario de Fe Pública; Bailón Nieto Flores, Jilaqata
de la comunidad Hiluta Chahaura, Timoteo Nieto Ocza y José Montoya Mamani,
comunarios; todos del municipio de Huari, a través de su abogado en audiencia
manifestaron: i) De la lectura del libro de actas a cargo de Bailón Nieto Flores
-codemandado- autoridad originaria del ayllu Chahuara, se tiene que Egberta
Flores Camata Vda. de Montoya y José Montoya Mamani, comparecieron al
domicilio de éste, para resolver problemas de terrenos, sin haberlos citado,
sino, se presentaron ejerciendo su autonomía de voluntad; quien, oídas las
pretensiones formuladas por ambos, para levantar el acta correspondiente,
requirió del concurso de un secretario e invitó a Danny Alvarado Nieto Flores,
para que se constituya como escribano a efecto de redactar dicho documento,
no para que actúe como juez y parte como lo denunciado por la parte
accionante; ii) Al haber arribado a un acuerdo de voluntades, el Hilacata Bailón
Nieto Flores, señaló otra audiencia, declarando un cuarto intermedio para bajar
al lugar del terreno, además evitando problemas con los colindantes, dispuso
su citación; es decir, el 21 de enero de 2013, ya hubo una reunión anticipada
en el domicilio de la autoridad originaria, para que comparezcan la ahora
accionante y José Montoya Mamani no se ejerció presión física, moral o
psicológica, sino las partes concurrieron voluntariamente, de ahí que en el acta
firmaron simultáneamente ambos; iii) El 22 de enero de 2013, luego de dar
solución a su conflicto, Egberta Flores Camata y el referido codemandado se
constituyeron en el lugar junto con los colindantes, procediéndose a suscribir el
acuerdo al que habían arribado para la división de terrenos, sin que la
autoridad originaria haya sido beneficiada, menos el codemandado Notario de
Fe Pública, al cual llamó para que suscribiese el acta, para luego proceder a la
división de terrenos y como hubo acuerdo de voluntades firmaron las partes,
los testigos Isabel y Silvia Montoya, pruebas documentales que demuestran
fehacientemente, el ejercicio de la autonomía de voluntad, donde no hubo
presión moral, ni psicológica como tampoco vulneración de derechos ni
garantías constitucionales; posteriormente, la accionante, nuevamente suscribió
otra acta de solución voluntaria de conflicto de terrenos, donde firmaron la
accionante y seguramente su hija, además de Isabel Montoya, Silvia Montoya,
José Montoya, Isidro Ocza, Cresencio Arellano y otro testigo, en esta acta no
firman los demandados, Timoteo Nieto y Danny Alvarado Nieto; y, iv) Por otra
parte, el art. 129 de la CPE concordante con el art. 94 de la Ley del Tribunal
Constitucional (LTC), señala que la acción de amparo constitucional podrá ser
interpuesta, siempre y cuando no exista otro medio o recurso legal para la
protección inmediata de los derechos y garantías restringidos, suprimidos o
amenazados, por lo que en cumplimiento a la Ley 1715 y la Ley 3545, la
accionante debió recurrir al Tribunal Agroambiental, al tratarse de terrenos y en
caso de no ser amparada por ésta, recurrir a esta acción constitucional; por lo
que al no haber existido violencia física o psicológica en la firma de las actas en
el que los mencionados ciudadanos estamparon su firma en ejercicio de su
consentimiento, solicita se declare “improcedente” la presente acción de
amparo constitucional.
I.2.3. Resolución
II. CONCLUSIONES
Las tierras que son abandonadas por los comunarios del Ayllu,
como sucede en muchas comunidades de las tierras Altas que
migran por mucho tiempo a los centros urbanos y otros
lugares por razones de trabajo u otros motivos, son previstas
en el Estatuto mencionado cuyo texto determina:
Expediente: 02889-2013-06-AP
Departamento: Pando
I.1.3. Petitorio
I.2.3. Resolución
La Sala de turno por vacación judicial del Tribunal Departamental de Justicia de
Pando, constituida en Tribunal de garantías, pronunció la Resolución 01/2013
de 14 de febrero, cursante de fs. 41 a 42 vta., por la que concedió la tutela
solicitada, ordenando al demandado Miguel Ruiz Cambero no realizar o ejercer
ningún acto que implique violencia física y psicológica contra la parte
accionante; además del pago de daños y perjuicios, averiguables en ejecución
de sentencia; decisión asumida en base a los siguientes fundamentos: a) De la
prueba cursante en obrados se sabe que Miguel Ruiz Cambero es propietario
del predio “Santa Felicidad”, que tiene un total de 500 ha, entre estos predios
existen 4.412,6497 ha de tierra fiscal no disponible, las que fueron solicitadas
“como” autorización transitoria especial de recursos forestales no maderables
por el demandado, solicitud que se tiene por desistida; b) Al parecer esta
extensión era explotada por Miguel Ruiz Cambero antes del saneamiento,
quedando reducido su derecho propietario a 500 ha; c) Por versión de ambas
partes, se evidenció que los miembros de la comunidad indígena “Takana el
Turi Manupare II”, se encontraban asentados en parte de las 4 412,6497 ha de
tierra fiscal, no disponible, por tanto es un asentamiento ilegal; d) De la
versión expuesta en audiencia, los propios comunarios, indican que el
demandado no fue el que entró al lugar, sino personas contratadas por él, para
trabajar en la “zafra de castaña”, ocasionando un conflicto, que amenaza traer
más violencia; e) Solo la autoridad jurisdiccional puede ordenar el desalojo,
derecho que no le es reconocido a ningún particular porque importaría justicia
por mano propia, más aún en este caso cuando el demandado no ha
demostrado ser el propietario o tener concesión alguna sobre dichas tierras; f)
Mandar a personas a castañear en tierras fiscales no disponibles, donde se
encuentran asentados los accionantes, además de quemar sus casas, para
lograr sus objetivos, implica actos de violencia, que vulneran el derecho a la
seguridad para el desarrollo de las actividades económicas, como la recolección
de castaña, reconocido por el art. 30 de la CPE, si se los considera como
comunidad indígena; y si no, tienen derecho a dedicarse a cualquier actividad
económica lícita siempre que no perjudique al bien colectivo y la recolección de
castaña no perjudica ningún bien colectivo; g) El interés particular del
demandado no puede ser protegido de forma directa, sino por medio de
acciones y recursos legales; y, h) También se vulneró el derecho al debido
proceso, al no permitirles el acceso a la justicia; por cuanto se pretendió, hacer
justicia por mano propia.
Por requerir de mayores elementos para resolver la presente causa, por decreto
de 3 de junio de 2013, a solicitud del Magistrado Relator, la Comisión de
Admisión de este Tribunal solicitó a la Unidad de Descolonización la elaboración
de un informe técnico especializado respecto a la comunidad “Takana El Turi
Manupare II” y su territorialidad ancestral (fs. 45). Asimismo, se solicitó
documentación complementaria al Presidente de la Sala Penal y Administrativa
del Tribunal Departamental de Justicia de Pando, al Director Departamental de
Pando de la ABT, al Director Departamental de Pando del INRA, al Juez
Agroambiental y al Fiscal Departamental, ambos del antedicho departamento;
suspendiéndose el plazo para emitir la Sentencia Constitucional Plurinacional
correspondiente (fs. 50 a 51).
II. CONCLUSIONES
“I. Todas las personas, naturales y jurídicas, así como los órganos
públicos, funciones públicas e instituciones, se encuentran sometidos a
la presente Constitución.
POR TANTO
SALA TERCERA
Magistrada Relatora: Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez
Acción de amparo constitucional
Expediente: 04216-2013-09-AAC
Departamento: Oruro
En revisión la Resolución 18/2013 de 28 de junio, cursante de fs. 107 a 111 vta., pronunciada dentro
de la acción de amparo constitucional interpuesta por Teófilo Cortez Colque y Alcira Celia, Santiago,
Felicidad, Elmer, María, Sinda y Héctor Iván, todos Cortez Yucra contra Alejandro Rubén Mendoza
Villarroel, Alcalde Policial; Eleuterio López Hidalgo, Corregidor Auxiliar saliente; Luciano Coaquira
López, Corregidor actual; Julio López Coaquira, Secretario General saliente; Germán López Mamani,
Secretario General actual, todos representantes legales de las autoridades originarias del Sindicato
Agrario de la Comunidad de Obrajes; Jaime Navia Camacho Administrador, Ernesto Fricke Bozo y
Silvia Fricke Bozo, propietarios de la empresa “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L.”; Dominga León
Cortez, Presidenta de la Asociación de vendedores de rellenos y otros, en las puertas del balneario
de Obrajes; y, Carlos Rocabado Rocabado, Presidente Ejecutivo y propietario de la empresa minera
GRUMINBOR S.R.L. del departamento de Oruro.
Ante esa situación, realizaron reclamos a las siguientes instancias: 1) Autoridades Originarias ,
mediante el Sindicato Agrario de Obrajes en las asambleas de la comunidad, de manera escrita y oral
sin lograr ser oídos; 2) Dirección Departamental del Trabajo, instancia que el 9 de abril de 2013,
conminó a la empresa minera GRUMINBOR S.R.L., para que los restituya a su trabajo; empero, no
fue cumplido, por el contrario; mediante memorial de 16 del citado mes y año, afirmó que no era
posible aquello, en razón de haber sido la comunidad la que ordenó la suspensión de acuerdo al
convenio que se tenía, debían ser ellos los que dispongan también su restitución a su fuente de
trabajo; y, 3) Ministerio Público a objeto de que en la vía conciliatoria les restituyan a sus trabajos en
la comunidad; sin embargo, las autoridades originarias legalmente citadas no comparecieron,
situación que significó, la no aceptación del acuerdo conciliatorio. Afirman que agotaron esas
instancias en las que no fueron escuchados, pese a existir daño irremediable, debido a que el Voto
Resolutivo de la Asamblea de la Comunidad que los suspendió de la lista de trabajos por tiempo
indefinido, les ha ocasionado que no tengan una fuente de ingresos para sostener a sus familias.
Refieren, que los antecedentes que dieron lugar a la decisión de suspensión de sus trabajos fue un
hecho de discusión y agresión entre Sinda Cortez Yucra -ahora accionante- con Zenobia Cortez Patón
y su hija Lizeth Milvia López Cortez, que dio lugar a un proceso penal por la comisión del delito de
lesiones graves y leves, encontrándose en fase de imputación formal y la imputada con medidas
sustitutivas a la detención preventiva. Luego, ese hecho se hizo conocer en queja ante las
autoridades originarias del Sindicato Agrario de Obrajes que en Asamblea General Extraordinaria de
toda la comunidad, sin la presencia de los accionantes, el 3 de diciembre de 2012, en forma
arbitraria y fuera de toda norma legal o consuetudinaria, injustamente decidieron por la suspensión
de la lista de trabajos aludidos por tiempo indefinido, sin tener en cuenta que el problema fue
únicamente suscitado por Sinda Cortez Yucra -hermana de los ahora accionantes- y que ya estaba
siendo objeto de proceso penal en etapa de investigación preliminar ante el Ministerio Público.
Como se señaló anteriormente, acudieron en reclamo, primero ante las autoridades originarias; sin
embargo, en dicha Asamblea General no se dio lectura a su carta ni se la consideró. Es más, el 16 de
marzo de 2013, las autoridades originarias; a través, de una nota, solicitaron al Gerente de la
empresa minera GRUMINBOR S.R.L., la suspensión de la familia Cortez Yucra, por mal
comportamiento, como si el hecho que generó el proceso penal aludido hubiera sido cometido por
toda la familia, en base a cuya nota el Gerente de dicha empresa les suspendió de todos los trabajos
que venían realizando en la mina que administra en convenio con las autoridades originarias;
ocurriendo lo mismo con los propietarios de la empresa “Termas Obrajes Fricke Bozo S.R.L.” y el
Sindicato de “Transporte 24 de enero Obrajes”. Añaden, que el Ejecutivo Departamental de la
Federación de Transporte Libre de Oruro, fijó una reunión conciliatoria con las autoridades
originarias para el 12 de marzo del referido año, a la que no asistieron. Asimismo, el 19 de marzo del
ya citado año, la Fiscalía también citó a una audiencia conciliatoria, que tampoco prosperó. De lo
que concluyen, que no tienen la mínima intención de restituirlos a sus fuentes de trabajo.
Los accionantes estiman lesionados sus derechos al trabajo y la inobservancia del principio de
seguridad jurídica, citando al efecto los arts. 9.II, 13.II, 46 de la Constitución Política del Estado (CPE).
I.1.3. Petitorio
Solicitan se les conceda la acción de amparo constitucional y se disponga la restitución a sus fuentes
de trabajo en la mina de la empresa minera GRUMINBOR S.R.L., en las “Termas de Obrajes Fricke
Bozo S.R.L.”; en la venta de rellenos y comidas en la puerta del balneario de Obrajes y la explotación
de la arena y otros agregados en el río Kotochullpa y Jachuma de Obrajes. Asimismo, se deje sin
efecto el Voto Resolutivo de la Asamblea Extraordinaria de 3 de diciembre de 2012.
Celebrada la audiencia pública el 28 de junio de 2013, según consta en el acta cursante de fs. 91 a
106 vta., se produjeron los actuados que a continuación se detallan:
Asimismo, en ejercicio de su derecho a la dúplica el abogado del Sindicato Agrario de Obrajes, de fs.
101 vta. a 102 vta., expresó: 1) El Convenio 169 sobre los Pueblos Indígenas y Tribales, en su art. 5
inc. a), recomienda y pone en manifiesto que debe ser aplicado al ámbito laboral, por cuanto
revaloriza los usos y costumbres de los pueblos indígenas; 2) Si bien el Estatuto de la Comunidad es
de data posterior al Voto Resolutivo; sin embargo, el art. 190 de la CPE, habla de “usos y
costumbres”, por lo que, sus estatutos son el reflejo de esos usos y costumbres que se practican
desde el origen y ancestralmente en la Comunidad; 3) No es cierto que las tierras de la Comunidad
sean rocosas, existen planicies donde se puede cultivar y ese derecho no les ha sido suprimido; y, 4)
Sobre la supuesta doble sanción, primero hay que aclarar que el proceso penal se encuentra con
imputación formal y ahí no existe todavía sanción; además, dicha imputación es sólo sobre un
miembro de la familia Cortez Yucra.
Por su parte, la empresa minera GRUMINBOR S.R.L., a través de Carlos Rocabado Rocabado,
“Gerente General”, en el informe oral emitido en la audiencia señaló que: i) Según el contrato de
explotación de óxido de hierro suscrito por la empresa minera GRUMINBOR S.R.L. con la
Cooperativa, el Alcalde Policial, el Corregidor auxiliar y el Secretario General de la comunidad de
Obrajes, la relación que tenían los accionantes no era directa sino con la referida Comunidad; es
decir, no eran trabajadores directos de la empresa, por lo mismo, lo único que hizo la referida
empresa, fue cumplir con la resolución de la reunión extraordinaria de la comunidad de Obrajes de 3
de diciembre de 2012, en apego a lo dispuesto en el art. 370.I de la CPE, debido a que el
concesionario minero que refiere que la explotación es conjuntamente la comunidad y no así de
forma unilateral, el art. 47.III de la Norma Suprema, refiere que el trabajo se realiza en comunidad;
ello, sin que quepa análisis alguno de los antecedentes que dieron lugar a dicha decisión de la
Comunidad porque no les compete. Más aún si la misma fue asumida en el ejercicio de la
jurisdicción indígena firmada por el Alcalde Policial, por el Corregidor y por el Secretario General,
dentro del marco de lo establecido en los arts. 190 y 192 de la CPE; y, ii) Es cierto que se llevó este
problema ante la Jefatura Departamental del Trabajo y que esta conminó la reincorporación de los
accionantes; sin embargo, por lo explicado debe tenerse cautela.
Finalmente, corresponde aclarar que de acuerdo al informe, efectuado a través de la Secretaría del
Tribunal de garantías, a la audiencia pública de acción de amparo constitucional, no comparecieron
Dominga León Cortez, Presidenta de la Asociación de Vendedores de rellenos y otros, tampoco
Jaime Navía Camacho, Administrador de la empresa “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L.”, ni su
propietario Ernesto Fricke Bozo. Del mismo modo, se aclaró que Silvana Paz, no podía participar en
la audiencia en representación de la empresa “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L”, por carecer de
poder suficiente, ocurriendo lo propio con la Presidenta de la Asociación de Vendedoras de relleno
Dominga León Cortez.
I.2.3 Resolución
La Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Oruro, constituida en Tribunal de garantías, por
Resolución 18/2013 de 28 de junio, cursante de fs. 107 a 111 vta., concedió la tutela peticionada y
dispuso la nulidad del Voto Resolutivo de la Asamblea Extraordinaria titulada Resolución de Magna
Reunión Extraordinaria de la Comunidad de Obrajes de 3 de diciembre de 2012. Asimismo, la
reincorporación en las fuentes de trabajo que venían desarrollando los ahora accionantes en las
empresas “Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L.”, GRUMINBOR S.R.L., en la actividad comercial de
venta de rellenos y comidas, en todos los casos, en las mismas condiciones que desarrollaban su
labor anterior a su suspensión, la que debe ser cumplida en forma inmediata por las autoridades
demandadas.
De la debida revisión y compulsa de los antecedentes se llega a las conclusiones que se señalan
seguidamente:
II.1.1. Por “Resolución del Magno Reunión Extra Ordinario de la Comunidad de Obrajes” (sic), de 3
de diciembre de 2012 (fs.1 vta.), dicha Comunidad, resolvió suspender de la lista de los trabajos
nombrados, por tiempo indefinido hasta una solución, a los comunarios Miguel Ramos, Santiago
Cortez Yucra, María Cortez Yucra, Dámaso Pacheco y su familia, por las mismas razones expuestas en
el Acta, esto es, agresión física y verbal de Sinda Cortez Yucra a Lizeth Milvia López Cortez, así como
amenazas de muerte y su madre Zenobia Cortez López, también en consideración a “…todos los
antecedentes anteriores de estas personas como ser agresión verbal y físicamente al Sr. Corregidor y
esposa Euloterio López en dos oportunidades, de igual manera constante existe agresiones verbales
amenazas de muerte, indicando, que se verá con su pandilla, ante cualquier comunario” (sic). Por lo
que, ante la denuncia de que dichas personas hubieran manifestado que correrían la misma suerte,
de igual forma los vecinos de la comunidad; también se determinó que debían dar garantías a toda
la comunidad y en particular hacer la curación a Lizeth Milvia López Cortez.
II.1.2. Por memorial presentado el 11 de junio de 2013 (fs. 58 a 59), los accionantes, cumpliendo
con la exigencia de acreditar su legitimación activa ante el Tribunal de garantías, enlistaron su
relación de parentesco y relación conyugal, respecto de los familiares suspendidos por la Resolución
de la Comunidad de 3 de diciembre de 2012.
II.2. Existen varias notas de diferentes fechas, por las cuales, las personas ahora accionantes se
dirigieron al Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, Alejandro Rubén Mendoza Villarroel -ahora
demandado-, respecto a la resolución asumida por la Asamblea de la Comunidad de 3 de diciembre
de 2012, como son:
II.2.1. Mediante nota de 21 de diciembre de 2012 (fs. 20); Sinda, Héctor Iván, Elmer, todos Cortez
Yucra -ahora accionantes-, Miguel Ramos y Dámaso Pacheco, aclararon al Alcalde Policial de la
Comunidad de Obrajes, Alejandro Rubén Mendoza Villarroel -ahora demandado-, que la Resolución
de la Comunidad de 3 de diciembre del citado año, no tuvo en cuenta que el problema era entre su
persona y Lizeth Milvia López Cortez; es decir, personal por agresiones mutuas en la que no
participaron Miguel Ramos (esposo de Sinda Cortez Yucra), Santiago Cortez Yucra (hermano), María
Cortez Yucra (hermana), Dámaso Pacheco (cuñado y esposo de Felicidad Cortez Yucra), máxime si el
caso ya está siendo dilucidado en la jurisdicción ordinaria penal, solicitando se dé lectura en
asamblea de “28 de diciembre de 2012” para que sea esa instancia la que levante la injusta sanción
en su contra y de sus familiares, aclarando que caso contrario acudirían a la justicia constitucional
por lesión a su derecho al trabajo.
II.2.2. Por nota de 9 de enero de 2013 (fs. 22), Sinda Cortez Yucra y Lourdes Córdova Aguilar,
aclararon al Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, la misma situación expuesta en la
Conclusión II.2 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, añadiendo que la sanción de
dos años de suspensión de su labor de venta de comidas en el balneario de Obrajes lesionaba su
derecho al trabajo privándoles del sustento a sus familias.
II.2.3. Por notas de 22 y de 29 de abril de 2013 (fs. 21), los nombrados en las conclusiones II.2. y
II.3 de esta Resolución, aclararon a Alejandro Rubén Mendoza Villarroel, Alcalde Policial de la
Comunidad de Obrajes, la misma situación que lo expuesto en la Conclusión II.2. (fs. 4). Esta última
nota se hizo conocer al mencionado Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, a través de la
diligencia realizada por Ascencio Pablo Mita, Jefe Provincial de Policía de Paria, el 30 de igual mes y
año (fs. 5).
II.3. Dentro del proceso penal seguido por el Ministerio Público contra Sinda Cortez Yucra, por
la presunta comisión del delito de lesiones gravísimas, tipificado y sancionado por el art. 270 inc. 4)
con relación art. 20 del Código Penal (CP), se emitió imputación formal en su contra, el 27 de febrero
de 2013 (fs. 30 a 33) y se requirió su detención preventiva (fs. 34 y vta.), habiendo sido señalada la
audiencia pública para el 27 de marzo del mismo año, por el Juez Tercero de Instrucción en lo Penal
del departamento de Oruro (fs. 35).
II.4. Según contrato de 29 de noviembre de 2012, de explotación de óxido de fierro para Sucre,
(Fábrica FANCESA) entre la empresa GRUMINBOR S.R.L. y la Cooperativa y Comunidad de Obrajes, se
acordó: “PRIMERA.- Se encargan de la explotación de óxido de fierro los comunarios de la localidad
de obrajes nominados en grupos determinados de mutuo acuerdo entre ellos” (sic); “SEXTA.- La
comunidad está de acuerdo con la explotación de óxido de fierro desde luego con la participación de
los comunarios como trabajadores” (sic); y “QUINTA.- La cooperativa y comunidad de obrajes y
gruminbor srl. Cumplirán las cláusulas de este contrato imperando el respeto mutuo debiendo
solucionarse cualquier problema con un diálogo sincero y respetuoso” (sic) (fs. 10).
II.4.1. En mérito al tenor de dicho contrato de 29 de diciembre de 2013, no obstante que la Jefatura
Departamental de Trabajo de Oruro, a través de Resolución de Conminatoria 007/2013 de 9 de abril,
conminó a Carlos Rocabado Rocabado, Presidente Ejecutivo de la empresa minera GRUMINBOR
S.R.L., a la inmediata reincorporación de Elmer,Santiago y Héctor Iván, todos Cortez Yucra, Felipe
López Medrano, Teófilo Cortez Colque,, en el plazo máximo de tres días hábiles (fs. 7); por memorial
de 16 de abril de 2013, la empresa minera GRUMINBOR S.R.L. (fs. 8 a 9), señaló a la autoridad
administrativa laboral, lo siguiente: 1) Según el contrato de explotación con la Cooperativa y
Comunidad de Obrajes de 29 de noviembre de 2012, la referida empresa no tiene un contrato de
trabajo con cada de uno de los comunarios, sino con la Comunidad en su conjunto, debido a que de
acuerdo a sus usos y costumbres tienen su propia forma de administración laboral en que la
empresa no tiene injerencia alguna. Además, conforme a la cláusula quinta de dicho contrato deben
sujetarse a las mismas, en el margen del respeto muto; 2) Por ese motivo, manifestó que no podía
reincorporar a nadie, por lo que solicitó cautela en las conminatorias por “…tratarse de incordios de
naturales ajena a temas laborales, y son de otros tratamiento”; y, 3) Solicitó se disponga día y hora
de audiencia para que se solucione el problema entre los miembros de la Comunidad, sin inmiscuir a
su empresa y no se perjudique el normal desenvolvimiento de las relaciones laborales que tiene la
empresa con la Comunidad.
II.4.2. Por nota de 16 de marzo de 2013, el Alcalde Policial de la Comunidad de Obrajes, y Germán
López Mamani, Secretario General, solicitaron al Gerente de la empresa minera GRUMINBOR S.R.L.,
la suspensión de la familia Cortez, en mérito a lo dispuesto en asamblea extraordinaria de 3 de
diciembre de 2012 (fs. 6).
II.5. Por memoriales de 1, 11 y 19 de marzo de 2013, Alcira Celia, Santiago, Felicidad, Elmer,
Héctor Iván, todos Cortez Yucra, solicitaron al Fiscal de Materia en lo Penal, se cite a Luciano
Coaquira (Corregidor), Germán López Mamani (Secretario) y Rubén Alejandro Mendoza Villarroel
(Alcalde Policial), debido a su inasistencia reiterada pese a su legal citación por la Policía de Paria,
dentro de la denuncia de que fueron despojados de sus fuentes laborales (fs. 11, 12 y 13).
II.6.1. La Federación Departamental de Transporte Libre Oruro, ante la denuncia de los ahora
accionantes por nota de 1 de marzo de 2013 (fs. 25), sobre la suspensión de la actividad del
transporte, por nota de 7 de marzo de 2013 (fs. 24), convocó a reunión conjunta con el
representante de “Trans 24 de enero de Obrajes, Román Mendoza” (sic), para el 12 de marzo
autodenominándose “árbitro para el Análisis y Solución del problema”; sin embargo, al no haberse
hecho presente se suspendió la misma, haciendo conocer dicha suspensión a Santiago Cortez Yucra,
mediante nota de 29 de mayo de 2013 (fs. 23).
II.7. De los datos del expediente, dos de los accionantes, son personas de protección reforzada
por pertenecer a grupos de especial vulnerabilidad, como son: a) María Corte Yucra, con número de
Carnet de Discapacidad 03-19720524MCY, por discapacidad física motora en un porcentaje del 79%
(fs. 29), recibiendo terapia de diálisis, conforme consta el certificado de 5 de marzo de 2013 (fs. 27)
emitido por la Trabajadora Social y Responsable del Programa de Salud Renal del Servicio
Departamental de Salud de Cochabamba; y, b) Teófilo Cortez Colque, por ser persona adulta mayor,
conforme consta de su certificado de nacimiento cursante (fs. 49).
II.8. Por Informe de 4 de abril de 2014 (fs. 132 y vta.) el Juez de Instrucción Cautelar Tercero en lo
Penal de Oruro, Julio Huarachi Pozo, informó:
II.8.1. El proceso penal seguido por el Ministerio Público a querella interpuesta por Teófilo Cortez
Yucra y otros contra Alejandro Rubén Mendoza Villarroel, Luciano Coaquira López, Julio López
Coaquira y Germán López Mamani, por el delito de desobediencia a resoluciones en acciones de
defensa e inconstitucionalidad, se encuentra concluido, es decir, se declaró la extinción de la acción
penal al haberse aplicado la salida alternativa de criterio de oportunidad a favor de los mencionados
imputados, por lo que se encuentra archivado.
II.8.2. Dentro del proceso penal seguido por el Ministerio Público a querella interpuesta por Lizeth
Milvia López Cortez contra Cinda Cortez Yucra, por el delito de lesiones gravísimas, el proceso fue
remitido ante el Tribunal de Sentencia Penal 2 del departamento de Oruro, el 21 de enero de 2014,
con acusación pública y el estado actual del proceso se encuentra con señalamiento para juicio oral.
“1. Las autoridades originarias del Sindicato Agrario de obrajes garantizan la restitución a sus
fuentes de trabajo de todas las personas que se encuentran afectadas siendo las siguientes
personas, TEOFILO CORTEZ COLQUE con C.I. No. 2753632-Or. ALCIRA CELIA CORTEZ YUCRA con C.I.
No. 2768289. SANTIAGO CORTEZ YUCRA, con C.I. No. 3088970 Or. FELICIDAD CORTEZ YUCRA, con
C.I. 4057224-Or. ELMER CORTEZ YUCRA, con C:I: No. 3524673-Or, MARIA CORTEZ YUCRA, con C.I.
No. 5778836-Or., SINDA CORTEZ YUCRA con C.I. No. 5778784-Or. y HECTOR IVAN CORTEZ YUCRA,
con C.I. No. 5776622-Or, todos mayores de edad y hábiles a los efectos de ley.
2.- Así mismo tanto de parte de las víctimas e imputados se otorgan en forma recíproca las
garantías hasta el segundo grado de afinidad en caso de incumplimiento se acudirá a las vías llamada
por ley.
3.- Las víctimas dentro del presente hecho penal que siguen realizaran el correspondiente
Documento de Transacción y Desistimiento a favor de los Sr. GERMAN LOPEZ MAMANI, con C.I. No.
3082263-Or., JULIO LOPEZ COAQUIRA. Con C.I. No. 2740705-Or., LUCIANO COAQUIRA LOPEZ, con
C.I. No. 2745233-Or. Y ALEJANDRO RUBEN MENDOZA VILLARROEL, con C.I. No. 3106659-Or. todos
mayores de edad y hábiles a los efectos de ley, sea la misma a la brevedad posible” (sic) (fs. 72 de
anexo 1).
Los accionantes, miembros de la familia Cortez Yucra, cuyo padre es Teófilo Cortez Colque y todos
parte de la comunidad de Obrajes perteneciente a la Central Condorchinoca, tercera sección, Paria
Soracachi, provincia Cercado del departamento de Oruro, alegan la vulneración a su derecho al
trabajo, así como de sus familiares, debido a que las autoridades originarias del Sindicato Agrario de
Obrajes, después de la Asamblea Extraordinaria de 3 de diciembre de 2012, emitieron la resolución
por la cual, se les suspendió en forma indefinida de los trabajos en las Termas Obrajes, Transporte
24 de enero, trabajo en mina y venta de rellenos y comidas en la puerta del balneario de Obrajes.
Asimismo, las empresas Termas de Obrajes Fricke Bozo S.R.L., GRUMINBOR S.R.L., a solicitud de las
autoridades originarias y en mérito a la Resolución de 3 de diciembre de 2012, los suspendieron en
sus trabajos. Ello, sin tener en cuenta que el problema por el cual emergió la decisión de
suspenderlos, fue a raíz de un hecho de discusión y agresión entre Sinda Cortez Yucra -accionante-
con Zenobia Cortez Patón y su hija Lizeth Milvia López Cortez, que dio lugar a un proceso penal por
la comisión del delito de lesiones graves y gravísimas encontrándose en fase de imputación formal y
la imputada con medidas sustitutivas a la detención preventiva. Ante tal situación, acudieron a varias
instancias como ser: las Autoridades Originarias, la Dirección Departamental del Trabajo, quien
conminó su reincorporación y el Ministerio Público sin ningún resultado.
Así, la Constitución Política del Estado, al proclamar el pluralismo jurídico (art. 1), establece que se
reconocen las instituciones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, conforme a
esta Constitución y la ley (art. 2 de la CPE), acorde con ello, se reconoce su derecho colectivo al
ejercicio de su sistema jurídico de acuerdo a su cosmovisión (art. 30.II. 14 de la CPE); sin embargo de
ello, la propia Norma Suprema ha establecido como límite inmanente el respeto del derecho a la
vida, del derecho a la defensa y de los demás derechos y garantías establecidos en la presente el art.
190 de la Ley Fundamental. De ahí que se evidencia que la Constitución Política del Estado, si bien ha
determinado un reconocimiento pleno del ejercicio del sistema de justicia indígena originario
campesino; ha determinado un límite en el ejercicio de dicha potestad, que consiste en el respeto de
los derechos a la vida y a la defensa de manera primordial y de manera subyacente al resto de
derechos fundamentales y garantías constitucionales establecidas en la Constitución Política del
Estado; con ello se quiere relevar, que el Constituyente ha establecido una textura de mínima
intervención sobre el derecho indígena originario campesino, que significa que el mismo no puede
ser en esencia sometido a un tipo de control externo, salvo que por la gravedad de una afectación de
derechos fundamentales, este Tribunal Constitucional Plurinacional, debe brindar una tutela con dos
objetivos concretos: 1) Consolidar un ejercicio de la administración de justicia indígena originaria
campesina respetuosa de los derechos fundamentales de las personas; y, 2) Reconocer que las
decisiones asumidas por la justicia indígena originario campesinas se basan en el principio de
intangibilidad, y que su revisión extraordinaria obedece al supuesto excepcional de violación de los
derechos fundamentales establecidos en la Norma Suprema.
De acuerdo a lo señalado, se tiene que el debido proceso no debe ser entendido en términos
occidentales cuando se analiza la tramitación de un proceso sustanciado en la jurisdicción indígena
originaria campesina; pues si bien el debido proceso en el occidente tiene un contenido cultural
construido a partir de la vivencia y experiencia de distintos sistemas jurídicos, se debe establecer
que éste no tiene los mismos componentes que el debido proceso en términos indígena originario
campesino, pues obedece legítimamente a tradiciones jurídicas diferentes, ambas
constitucionalmente reconocidas, en ese ámbito ésta jurisdicción debe considerar que en los casos
que se le presentan sobre aparentes lesiones al debido proceso en la tramitación de un proceso
sometido a la jurisdicción indígena originario campesino, deberá incidir esencialmente en analizar si
la persona ha podido asumir defensa en el proceso y si la sanción que se le ha impuesto no afecta
sus derechos a la vida, a la dignidad y a la integridad física.
La SCP 2076/2013 de 18 de noviembre, estableció sobre los alcances del derecho a una resolución
motivada en comunidades indígenas, que: “El derecho a la motivación de las resoluciones (judiciales
o administrativas) se constituye en un elemento constitutivo del debido proceso, en tanto exige
'…que cada autoridad que dicte una resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos,
realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte dispositiva de la misma. (…)
consecuentemente cuando un juez omite la motivación de una resolución, no sólo suprime una
parte estructural de la misma, sino también en los hechos toma una decisión de hecho no de
derecho que vulnera de manera flagrante el citado derecho que permite a las partes conocer cuáles
son las razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo mismo cuál es la ratio
decidendi que llevó al Juez a tomar la decisión' (SC 0752/2002-R de 25 de junio).
Esto significa que las resoluciones deben ser ante todo claras e inteligibles, más que abundantes,
deben informar de manera efectiva al afectado sobre los aspectos más relevantes de la resolución,
permitiéndole asumir un conocimiento cabal y suficiente acerca de las razones que sustentan la
decisión. Es en este sentido que la SC 1365/2005-R de 31 de octubre, ha determinado: '…que la
motivación no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas legales, sino que exige
una estructura de forma y de fondo. En cuanto a esta segunda, la motivación puede ser concisa,
pero clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiendo expresar el Juez sus convicciones
determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo caso las normas del debido
proceso se tendrán por fielmente cumplidas. En sentido contrario, cuando la resolución aun siendo
extensa no traduce las razones o motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se
tendrán por vulneradas'.
En este marco, debe entenderse que la aplicación del derecho a la debida fundamentación y
motivación en el caso de las resoluciones emitidas por la justicia indígena originario campesino no
necesitan regirse por los cánones occidentales, sino conforme a la cosmovisión, normas y
costumbres propias lo que implica un esfuerzo adicional para identificar en cada caso concreto la
normativa interna (sea oral o escrita) y el paraguas axiológico sobre el cual descansan sus sanciones
de forma que el sancionado y el resto de la comunidad conozcan los motivos y la proporcionalidad
de la sanción”.
III.3. Análisis del caso concreto
En el caso concreto, los accionantes miembros de la familia Cortez Yucra, cuyo padre es Teófilo
Cortez Colque y todos parte de la comunidad de Obrajes, perteneciente a la Central Condorchinoca,
tercera sección, Paria Soracachi, provincia Cercado del departamento de Oruro, alegan la
vulneración a su derecho al trabajo, así como de sus familiares debido a que las autoridades
originarias del Sindicato Agrario de Obrajes, después de la Asamblea Extraordinaria de 3 de
diciembre de 2012, emitieron la resolución por la cual se les suspendió en forma indefinida de los
trabajos en las Termas Obrajes, Transporte 24 de enero, trabajo en mina y venta de rellenos y
comidas en la puerta del balneario de Obrajes. Asimismo, las empresas “Termas de Obrajes Fricke
Bozo S.R.L.”, GRUMINBOR S.R.L., a solicitud de las autoridades originarias y en mérito a la Resolución
de 3 de diciembre de 2012, los suspendieron en sus trabajos. Ello, sin tener en cuenta que el
problema por el cual emergió la decisión de suspenderlos fue a raíz de un hecho de discusión y
agresión entre Sinda Cortez Yucra -accionante- con Zenobia Cortez Patón y su hija Lizeth Milvia
López Cortez, que dio lugar a un proceso penal por el delito de lesiones graves y gravísimas
encontrándose en fase de imputación formal y la imputada con medidas sustitutivas a la detención
preventiva. Ante cuya situación, acudieron a varias instancias como ser las autoridades originarias, la
Dirección Departamental del Trabajo de Oruro, quien conminó su reincorporación y el Ministerio
Público sin ningún resultado.
Ingresando al análisis de los elementos del caso concreto, se tiene que su problemática reside
centralmente, en que los accionantes, miembros de la Comunidad Indígena Originario Campesina de
Obrajes, denuncian que fueron sancionados por sus autoridades originarias de forma
desproporcionada y en plena violación de su derecho fundamental al trabajo; toda vez que
dispusieron la suspensión de forma “indefinida” de toda actividad laboral y comercial, que realizan
todos los miembros de la Comunidad de forma rotativa.
Analizados los datos procesales se tiene que la Resolución de 3 de diciembre de 2012, sólo hace
referencia, como fundamentos de su decisión, a un “amplio informe” emitido por las autoridades
sobre las agresiones físicas y verbales (amenazas de muerte) suscitadas por “Sinda Cortez, esposa de
Miguel Ramos, Lourdes Córdova de Cortez e hijas, Erica Pacheco, hija de Dámaso Pacheco, María
Cortez y su hijo Sergio” contra Lizeth Milvia López Cortez y su madre, Zenobia Cortez López, lo cual
representaría un peligro para todos los integrantes de la Comunidad. De la misma manera, señala
que en la referida reunión, se puso en consideración “todos los antecedentes” de estas personas,
como agresiones verbales y físicas al Corregidor, Eleuterio López y su esposa en dos oportunidades.
Es decir, dicha Resolución se remite al acta de reunión de la misma fecha (Conclusión II.1), que en
esencia tiene el mismo contenido, con ello este Tribunal evidencia, que existe una decisión que
dispone sancionar a los accionantes con suspensión de la lista de trabajos por tiempo indefinido
hasta una solución; sin embargo, ni en la reunión, tampoco en la Resolución se expusieron dos
elementos esenciales tendientes a garantizar el derecho al debido proceso, que son: i) A partir de
qué elementos objetivos y subjetivos era aceptable concluir que los procesados habían sido
efectivamente quienes habían cometido las supuestas agresiones; y, ii) Por qué dichas agresiones
debían ser sancionadas con suspensión de trabajos por tiempo indefinido.
Asimismo, la Resolución que dispone la sanción carece de un mínimo contenido de motivación que
permita que tanto los sancionados como este Tribunal comprendan, cuáles han sido las razones que
llevaron a la Comunidad a disponer una sanción de suspensión, pues si bien dicha motivación podía
ser desarrollada incluso de manera oral en la reunión, ésta debe ser constatable para los sindicados
y para la justicia constitucional, a efectos de poder conocer tres elementos indispensables: a) Cuáles
son las conductas precisas que hubieran cometido los procesados; b) Cuáles son los elementos de
prueba que permiten a la Comunidad concluir que ha existido acciones contrarias a su “Derecho
propio”; y, c) Cuáles son las normas, valores y/o principios que han sido desconocidos, y cuáles son
los efectos para la comunidad, por los cuales es razonable disponer una u otra resolución.
Ahora bien, cabe recordar que los accionantes al interponer su acción de amparo constitucional,
identificaron como vulnerados sus derechos al trabajo y el principio de seguridad jurídica; este
Tribunal encuentra que existe una conexión evidente con el derecho al debido proceso en su
componente motivacional, pues en el fondo la Resolución implica la imposición de una sanción que
limita el derecho al trabajo; por ello, sin poder conocer la razones para su imposición no es posible
analizar la proporcionalidad de la medida asumida de acuerdo a la identidad propia de la
comunidad; por ello, corresponde conceder la tutela en cuanto al derecho a la resolución motivada a
efectos de que la comunidad emita una nueva Resolución debidamente motivada que permita al
accionante conocer adecuadamente cuales fueron los principios, valores y normas de la comunidad
que hubiese violado y por qué es razonable y proporcional la imposición de una sanción de
suspensión.
Finalmente, en virtud del acta de conciliación de 24 de enero de 2014, cabe dimensionar la tutela
constitucional, a efectos de determinar que si por la suscripción de dicha acta de conciliación se ha
pacificado la situación de conflicto entre los accionantes ya no resultará necesario reabrir el
conflicto, por lo que modulando los efectos de la Sentencia Constitucional Plurinacional, se deberá
emitir una nueva Resolución, sólo si la parte accionante considera necesario a sus pretensiones.
Por los fundamentos expuestos, por el Tribunal de garantías al conceder la tutela impetrada, obró
correctamente.
POR TANTO
SALA PRIMERA
Magistrada Relatora: MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas
Acción de amparo constitucional
Expediente: 21492-2017-43-AAC
Departamento: La Paz
1
conminándolos a vender sus propiedades bajo amenazas de ser revertidas
sus tierras a favor de la comunidad, porque serían de uso común.
Una vez cumplido el plazo señalado, fueron notificados con una nueva
Resolución de 9 de agosto de 2017, recordándoles el cumplimiento de dicho
plazo y otorgando uno nuevo de treinta días para ejecutar la sanción
asumida; además, los comunarios a la cabeza de los dirigentes, salieron en
marcha a la localidad de Chulumani el 6 de septiembre del mismo año,
exigiendo su expulsión, existiendo amenazas de destechar su casa el 13 del
mismo mes y año, cuando debía realizarse la inspección ocular dentro del
proceso por supuestos actos de violencia familiar y doméstica.
2
I.1.3. Petitorio
3
domicilio -por estudio- y siente preocupación ya que en cualquier momento
pueden ingresar a su domicilio y expulsar a sus familiares e incluso pueden sufrir
agresiones y lesiones; en consecuencia, pide se conceda la acción tutelar y se
anulen los Votos Resolutivos.
5
usos y costumbres, respaldados por el Estatuto y Reglamento Interno,
derivándolo a la acción de amparo constitucional, pretendiendo anular las
decisiones asumidas conforme a sus atribuciones y competencias, siendo que
de acuerdo al art. 12.II de la Ley de Deslinde Jurisdiccional (LDJ), las
decisiones de las autoridades de la jurisdicción indígena originaria campesina
son irrevisables por la jurisdicción ordinaria; además, pide el cese de las
amenazas, siendo que éstas constituyen un delito de acción pública, al igual
que el tipo penal descrito en el art. 153 del Código Penal (CP) susceptible de
denuncia ante el Ministerio Público; y, xv) Los accionantes, pese al
vencimiento de los plazos establecidos, incumplieron las determinaciones
contenidas en el Voto Resolutivo y la Resolución posterior, mismas que no
fueron ejecutadas; consiguientemente, habría cesado la supuesta vulneración a
sus derechos y garantías, toda vez que siguen desempeñando libremente sus
actividades cotidianas en su hogar y en sus trabajos de agricultura,
persistiendo las amenazas contra la dirigencia para no cumplir con las
disposiciones dentro de la comunidad; no habiéndose agotado la
subsidiariedad pues la parte accionante no hizo uso de los recursos ordinarios;
en consecuencia, piden se deniegue la tutela solicitada, más el pago de costas
procesales, la reparación de gastos, daños y perjuicios calificables en ejecución
de la resolución.
I.2.4. Resolución
6
demás accionantes, Ghilda, Raúl Darwin y Henry, todos Quisisani Almendra, a
efecto de la determinación de expulsión adoptada por la comunidad, máxime
cuando tampoco se presentó prueba que demuestre hechos contrarios a la
convivencia pacífica que debe tener cada ciudadano dentro de la comunidad, toda
vez que, la determinación de expulsión es una medida extrema, con los
siguientes argumentos: a) Conforme el art. 3 de la CPE, la comunidad de
Yabalo se halla reconocida por dicha norma, y por ende se entiende que
también lo está su estructura interna, que se rige por su Estatuto Orgánico y
Reglamento Interno, aspecto que condice con lo establecido por el art. 410 de
la Norma Suprema; b) Revisado y compulsado el Voto Resolutivo de 3 de
mayo de 2017, se tiene que el mismo fue adoptado conforme a los parámetros
normativos internos que rigen la convivencia dentro la comunidad; además,
teniendo en cuenta los principios constitucionales contenidos en el art. 8 de la
misma norma constitucional, no se puede pretender convivir en un Estado
pacifista si entre nosotros no aprendemos a respetarnos, a vivir conforme a los
principios morales y éticos dejados por nuestros antepasados y reconocidos
por nuestra Constitución Política del Estado; c) De la prueba presentada por
los propios accionantes, se tienen antecedentes sobre violencia física y
psicológica entre los mismos integrantes de su familia, quienes no
comprendieron el alcance normativo constitucional que obliga a respetarnos y
a proporcionarnos buen trato, pues se profirieron agresiones físicas del padre
hacia la madre, del hijo hacia la madre, de los sobrinos a los tíos, de los nietos
a la abuela y viceversa, aspectos respaldados con documentación, consistente
en certificados médico forenses, copias legalizadas de denuncias policiales y
fotografías de lesiones, las mismas que ocasionaron la adopción de la medida
de expulsión por parte del Sindicato Agrario de la comunidad y que revisado el
Voto Resolutivo de 3 de mayo de 2017, se tiene que esa decisión no emanó
únicamente de los dirigentes, sino que fue aprobada por la Asamblea
General -conformada- por miembros afiliados de la comunidad, por lo que
dicha Resolución tiene legitimidad, pues obedeció a la normativa plasmada
en su Estatuto Interno, al haberse calificado tales hechos como muy graves
y al tener una conducta reiterada de violencia ejercida entre sí mismos; d)
De la prueba presentada por los demandados, consistente en el libro de actas,
se tiene un primer antecedente de Raúl Quisisani Mamani de 5 de junio de
1985, que en completo estado de ebriedad disparó reiteradas veces su arma
de fuego, poniendo en peligro a su familia y la comunidad, habiéndose
comprometido a que en caso de reincidencia sería pasible a una multa; esta
primera acta demuestra de forma inequívoca que éste siempre reconoció la
jurisdicción y competencia de las autoridades de su comunidad, caso contrario
nunca se hubiera afiliado, ni hubiera suscrito las actas de buena conducta,
aceptando multas en caso de reincidencia, relacionados con malos tratos hacia
su esposa, agresiones físicas y verbales contra su madre y sus tíos; e)
Asimismo, se tiene un certificado médico forense que hace referencia a que
Mariluz Quisisani Almendra hubiera sufrido intento de violación de parte de
Raúl Quisisani Mamani; de igual forma se tienen denuncias por agresiones
físicas, y pese a que se adoptaron compromisos hicieron caso omiso de los
mismos, habiendo asumido la misma conducta sus hijos, quienes al ver que su
7
progenitor no respeta los usos y costumbres, tampoco respetaron ni procuran
una pacífica convivencia con los demás miembros de la comunidad, tales
apreciaciones de manera alguna constituyen un juzgamiento con fundamento
en la norma sustantiva penal y con arreglo al procedimiento ordinario
establecido para su procesamiento, máxime cuando únicamente se procedió a
realizar una valoración objetiva de los fundamentos contenidos en el referido
Voto Resolutivo, en el que no se evidencia que hubieran subsumido las
conductas de los accionantes en ningún tipo penal, habiéndose circunscrito su
decisión sólo a los antecedentes plasmados en los libros de actas desde el año
1985 a la fecha; f) Si bien el Voto Resolutivo es legítimo; empero, las
conductas son personalísimas, vale decir que en el caso concreto del menor
de edad, no se le puede aplicar sanción por hechos que no fueron cometidos
por su persona, pues no es de quien se describen los actos reprochados por
la comunidad y que constan en las actas; por lo que el Voto Resolutivo debió
diferenciar los hechos cometidos por algunos de los accionantes, respecto de la
situación del menor que nada tiene que ver con los mismos; g) Similar lógica
debe ocurrir con las accionantes Ghilda y María Cecilia Quisisani Almendra,
quienes no figuran en el libro de actas como infractoras; empero, en el caso
que se analiza, la adopción de la medida de expulsión en relación a los otros
accionantes, ameritó una decisión legítima de la comunidad Yabalo en atención
a su ordenamiento interno y a sus usos y costumbres, de tal forma que la
misma no puede ser entendida como arbitraria, toda vez que, a ese efecto se
presentaron los antecedentes que motivaron esa decisión; h) Asimismo, de la
intervención del patrocinante de los accionantes, se tiene que los demandados
otorgaron un plazo para que los ahora accionantes dejen la comunidad,
inclusive se prorrogó el mismo por treinta días; sin embargo, a efectos de su
ejecución y cumplimiento no se adoptaron medidas de hecho, por cuanto la
parte accionante no demostró que los demandados de forma material y
objetiva hubieran pretendido desalojarlos mediante el uso de la fuerza, por el
contrario, se tiene que los accionantes continúan en la comunidad, realizando
sus actividades agrícolas con normalidad, a tal efecto la conculcación de su
derecho a la libertad de residencia no fue probada en forma debida; i) De la
prueba presentada, se tiene que los actos de agresiones físicas y verbales
dentro de la familia Quisisani Almendra y Quisisani Mamani, ocasionaron la
medida adoptada en el Voto Resolutivo, no habiéndose demostrado de forma
idónea que el Sindicato Agrario vulneró su derecho a la defensa, máxime
cuando el accionante Raúl Quisisani Mamani acudió en reiteradas ocasiones a
presentar denuncias ante la Policía Boliviana por agresiones físicas ocurridas
dentro su entorno familiar, y el hecho de que la jurisdicción ordinaria a través
del Fiscal de Materia adscrito a Chulumani no hubiera investigado tales hechos,
se debe a que los propios accionantes no hubieran efectuado el seguimiento
ante esa instancia, la falta de resultados se debe a su propia inoperancia, toda
vez que no fueron los dirigentes los que impidieron ejercitar su derecho de
accionar en la vía penal conforme el Código de Procedimiento Penal; y, j)
Conforme el acta de aclaración de 4 de enero de 2017, presentado por el
Sindicato Agrario, tampoco resulta evidente la vulneración del derecho a la
propiedad privada, pues su trámite de titulación fue ingresado ante el INRA, a
8
efectos de que se concrete su titulación, documentación que desvirtúa
objetivamente lo manifestado por los accionantes al respecto, en mérito a lo
cual, se tiene que con el Voto Resolutivo no intentaron despojarle de su
propiedad privada, a cuyo efecto se les concedió un plazo para que puedan
realizar actos de disposición de los mismos y que sólo en caso de
desobediencia se revertiría a la comunidad para uso común.
II. CONCLUSIONES
9
De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en expediente, se
establece lo siguiente:
10
II.3. Consta la Resolución de 9 de agosto de 2017, emitida en Asamblea
Ordinaria de la comunidad, suscrita por los miembros del Directorio, ahora
demandados, así como por Miriam Arrascayta Iriondo, Secretaria General
de Mujeres de Exaltación Laza, ahora tercera interesada, junto a
comunarios, en la que consta que en virtud al Voto Resolutivo de 3 de
mayo del mismo año, recordaron a los accionantes, que el plazo se venció,
por lo que concedieron treinta días para dar cumplimiento a la sanción
extrema determinada por la comunidad (fs. 13 y 189).
11
en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y
territorio, y con la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo
Estado’, puesto que identifica lo plural, como característica distintiva con
relación a otros modelos de Estado, cuya finalidad consiste no sólo en
reconocer la diversidad de culturas en nuestro país, sino ante todo hacer
efectiva su incorporación y participación efectiva en el marco de la
igualdad en la estructura y organización del Estado.
12
Lo que nos permite concluir que en el marco pluralismo jurídico y dada
la igualdad jerárquica de las jurisdicciones ordinaria e indígena originaria
campesina sus sistemas de justicia están sometidas al control de
constitucionalidad ejercido por el Tribunal Constitucional Plurinacional,
dando lugar a un control plural de constitucionalidad” (lo resaltado fue
añadido).
Los principios y valores que guían la convivencia comunitaria son las que
están enunciadas en el art. 8 de la CPE, que prescribe: “I. El Estado
Asume y promueve como principios éticos morales de la sociedad plural:
ama qhilla, ama llulla, ama sua (no seas flojo, no sean mentiroso ni seas
ladron), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko
Kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o
vida noble). II. El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad,
inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto,
complementariedad, armonía transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar
común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de
los productos y bienes sociales para vivir bien”.
13
de las culturas foráneas occidentales que ocasionaron la pérdida de los
mismos, sustentadas en el equilibrio y la armonía entre los habitantes de
una nación o pueblo indígena originario campesino.
14
interpretación efectuada por este órgano’ (…) (En similar sentido, la SCP
2448/2012 de 22 de noviembre).
15
acuerdo a su crecimiento y desarrollo de su personalidad, asumen
progresivamente derechos y obligaciones.
16
Conforme los criterios jurisprudenciales descritos en líneas precedentes,
se tiene que la defensa y protección de los derechos de los menores, no
solamente es exigible en las instancias de la jurisdicción ordinaria, sino
también lo es en el ámbito de la JIOC, tomando en cuenta que uno de
los límites de esta conforme al art. 190.II de la CPE, es precisamente la
vigencia y respeto a los derechos fundamentales y con mayor razón los
derechos correspondientes a los menores y de sus madres por
pertenecer ambos a grupos de población vulnerable que necesita de una
protección favorable y reforzada en todas las jurisdicciones
constitucionalmente reconocidas, la misma que debe ser analizado
cuidadosamente por las autoridades de la JIOC de acuerdo a sus normas
y procedimientos propios, sobre todo cuando se trata de imponer las
máximas sanciones.
18
organización de la comunidad bajo la forma de sindicato, empero ello no
define la existencia de dicha comunidad como pueblo o nación indígena
originario campesino. En consecuencia, la personería jurídica no
constituye requisito habilitante para el ejercicio de derechos como pueblos
y naciones indígena originario campesinos, debido a que el ejercicio de
sus derechos no depende del reconocimiento que haga el Estado de su
condición de sujetos de derechos preexistente a la estructura estatal; de
ahí que, sus sistemas de organización sea política, religiosa, cultural e
incluso su sistema jurídico no requiere de ese requisito ni tampoco contar
con un cuerpo normativo que establezca procedimientos o tipifique
conductas como si se tratara de un sistema jurídico positivo, estático y
escrito con fases procesales definidas. Al contrario, si bien los NPIOC
cuentan con Estatutos y Reglamentos, como en el caso presente, empero
ello se hizo como una exigencia para la obtención de personería jurídica y
no como cuerpo legal al que se tengan que sujetar dejando de lado su
sistema jurídico propio y el ejercicio de su justicia a través de lo que en su
momento fueran sus usos y costumbres, ahora normas y procedimientos
propios.
19
actas de buena conducta, de denuncias de agresión en algunos casos
físicas, de reunión ordinaria para tratar el “problema de Raúl Quisisani”,
que datan desde 1985 a 2017 suscritas ante los Secretarios de Justicia y
General, respectivamente, de la comunidad Yabalo del cantón Laza
provincia Sud Yungas del departamento de La Paz (fs. 192 a 234), que
denotan el reconocimiento de la JIOC que cuenta con autoridades que
conocen y resuelven los problemas o conflictos suscitados entre los
miembros de la comunidad, develando a su vez, la existencia de un
sistema jurídico propio, al cual los accionantes se sometieron sin realizar
observación alguna.
20
inmuebles, al contrario se les concedió un plazo para que ellos dispongan
de los mismos, que inicialmente fue de noventa días y luego treinta.
Asumiendo este Tribunal que los accionantes no fueron despojados de
sus bienes, de ahí que no se conculcó el citado derecho.
21
presente caso a criterio de este Tribunal no se vulneraron los derechos
invocados como infringidos.
POR TANTO
22
fundamentos expuestos en el presente fallo constitucional; y,
2º. DENEGAR la tutela con relación a Raúl Quisisani Mamani y Carlos Leonardo,
Guilda, Raúl Darwin, Henry y María Cecilia, todos de apellido Quisisani
Almendra
23