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Eliot
Marcelo Damonte
Universidad de la República (UdelaR)
Montevideo-Uruguay
INTRODUCCIÓN
Esta imagen temprana que vincula —en torno al tema de la velocidad, el espacio
y el tiempo— los progresos en la tecnología de los medios de transporte y
comunicación, la entropía geopolítica y cultural de la modernidad industrial y el caos
europeo de posguerra con la energía expansiva de las galaxias (la potencia de la
naturaleza en sí misma) induce la lectura del tema que va a proponer este trabajo.
EL MODERNISMO
Por su parte, T.S. Eliot, nacido estadounidense, al igual que Pound (pero en
Missouri), también convertido al mundo europeo desde 1914, participa de ese
movimiento de la lírica moderna que cierne su foco en el lenguaje e integra elementos
disímiles, insólitos, aparentemente inconexos a su cuerpo artístico. En The Waste Land
(La tierra baldía) Eliot incorpora a su poesía y su lenguaje, visiblemente
contemporáneos, por momentos estimulados por el argot ciudadano, fragmentos
procedentes de textos latinos, recurrencias medievales y latinas, alusiones bíblicas,
parodias a clásicos (en la acepción de “canto paralelo”) como Shakespeare, por ejemplo,
y perversiones varias en torno al lenguaje y a lo literario. En ese sentido, el lenguaje en
Eliot es herramienta multiplicadora de significados. y también territorio de pluralidades
y rarezas estéticas (CASTRO 1973). Las metáforas escapan a las asociaciones más
utilitarias y comunes y se vuelcan a un mapa de vínculos más extremos o dispares.
«Cada unidad expresiva, cada verso, cada pasaje desafían al lector, obligándolo a
reconsiderar una sección entera y a asociar cuidadosamente los elementos cuyo vínculo
apenas es perceptible. […] Uno puede elegir el significado que parezca más viable
atendiendo al contexto, pero siempre queda la sospecha de que podría ser otro» (1973:
55).
La galaxia posmoderna
LA METÁFORA GALÁCTICA
Emmánuel Lizcano (2006: 67) dice: «Por oposición a las metáforas muertas o
zombis, podemos hablar de metáforas vivas, aquéllas que establecen una conexión
insospechada entre dos significados hasta entonces desvinculados, aquellas que,
abruptamente, ofrecen una nueva perspectiva sobre algo familiar y nos hacen verlo con
nuevos ojos (o saborearlo con un paladar aún sin estrenar)». Es desde ese lugar que
vamos a analizar algunos aspectos a nuestro entender relevantes del poema de Eliot.
Desde el prisma de las metáforas de las ciencias físicas y la cosmología, también
asociadas, a modo de palimpsesto, con algunas de las tensiones inherentes al
posmodernismo. Por este motivo es que vamos a hablar desde un principio de
“metáforas galácticas”, en cuanto a aquellas que evocan imágenes astronómicas
(específicamente las que refieren al paradigma de las galaxias), interponiéndose a la
interpretación de un imposible significado último del poema, para guiarlo hacia “una”
lectura especial. En ese sentido, nuevamente al decir de Lizcano: «en la emergencia y
consolidación colectiva de nuevas metáforas se expresa, y se recrea, la autonomía del
imaginario para rehacerse a sí mismo, para alterarse bajo configuraciones nuevas (2006:
68).
De ese modo, la fuerza centrífuga tiende, aparentemente, a alejar los objetos del
eje de rotación, como en el poema de Eliot, donde los personajes aparecen para luego
fugarse y desaparecer; es el caso de Madame Sosostris, que aparece en la primera parte
de Tierra baldía, con sus cartas de tarot que disparan hacia el futuro y prefiguran un
final, y esos personajes que giran en círculo y evidencian, incluso, el eje de rotación que
los lanzará muertos, más adelante, hacia la niebla que cubre el puente de Londres en “El
funeral de los muertos” (1973: 121):
La teoría del Big Bang (gran explosión), por su parte, supone un universo en un
estado de muy alta densidad inicial que luego se expandió. Después de la expansión, el
universo se habría enfriado lo suficiente como para permitir la formación de partículas
subatómicas y luego los átomos. Nubes gigantes de estos elementos primordiales se
unieron a través de la gravedad para formar estrellas y galaxias. Georges Lemaître
observó por primera vez, en 1927, que un universo en permanente expansión debería
remontarse en el tiempo hasta un único punto de origen. En 1929, Edwin Hubble
concluyó que las galaxias se estaban distanciando, una prueba consistente con la
hipótesis de un universo en expansión.
El término «centrípeta», por otra parte, proviene de las palabras latinas centrum,
«centro» y petere, «dirigirse hacia», y se llama fuerza centrípeta a la fuerza que actúa
sobre un objeto en movimiento sobre una trayectoria curvilínea, dirigida hacia el centro
de curvatura de la trayectoria. Asimismo, en ese universo inestable y caótico fraguado
por el propio Eliot, existe una mecánica que a la vez que arruina, enmudece fuga y
desaparece a los personajes y a las cosas, a las geografías, convirtiendo en despojos y
delirio el mapa arquitectónico y humano del poema, parece que pretendiese «tragarse» o
atraer hacia su imán, en un remolino ávido e inclaudicable, el universo entero que
compone La tierra baldía, para convertir de ese modo el poema, la mente del lector, en
un yermo habitado por huellas o fragmentos de acontecimientos y memorias
evanescentes. Esta metáfora de lo centrípeto y de la succión, de esos desperdicios o
fragmentos que parecen imantados, podría considerarse como otra de las perspectivas de
lectura del poema de Eliot; en apariencia, opuesta a la metáfora de la dispersión, pero
esencialmente complementaria (o suplementaria). Esta imagen queda ilustrada con
bastante claridad en la cuarta parte del poema, “Muerte por agua” (1973: 134):
De esta manera se hunden los personajes, las cosas, las arquitecturas, los vivos y
los muertos en el vórtice de Tierra baldía. El movimiento: «multitud de gente que
camina en círculo» (121), la «débil luz» en la que «nadaba un delfín grabado» (124), El
sonido de: «El viento debajo de la puerta» que hace «Nada. Otra vez nada» (124), el
cuerpo de Flebas el fenicio que se sumerge en el vórtice, «la luz roja de las antorchas en
rostros sudorosos» (135) y el «silencio helado en los jardines» (135) agonizando en la
«zona pétrea», la selva inclinada «sumida en el silencio» (138), las «voces que
anunciaban cisternas vacías y pozos exhaustos» (137), el puente de Londres
desplomándose, «Le Prince d’Aquitaine à la tour abolie», los fragmentos son tragados
por ese punto de masa infinita, por ese agujero negro que es el poema de Eliot.
TENSIONES POSMODERNAS
[…] la era de la revolución, del escándalo, de la esperanza futurista, inseparable del modernismo, ha
concluido. La sociedad posmoderna es aquella en que reina la indiferencia de masa, donde domina el
sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se
acoge como lo antiguo, donde se banaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila ya a un progreso
ineluctable. […] la sociedad posmoderna no tiene ni ídolo ni tabú, ni tan solo imagen gloriosa de sí
misma, ningún proyecto histórico movilizador, estamos ya regidos por el vacío, un vacío que no
comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis.
Referencias bibliográficas
DE MICHELI, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza
Editorial. 1993.
ELIOT, T.S. La tierra baldía. Trad. Octavio Castro López. México D.F.:
Universidad Autónoma de México. 1973.
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LIPOVETSKY, Gilles. La era del vacío. Trad. Joan Vinyoli y Michèle Pendanx.
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Recuperado 10.07.2015.
LYOTARD, Jean F. La posmodernidad (explicada a los niños). Trad. Enrique
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