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Escribir sobre el cuerpo del otro.

El palimpsesto
Calibán y la escritura en The tempest

La escritura, al nombrar, impone la ilusión de lo verdadero, rellena


aquel territorio virgen con la magia patente de la letra.

En The tempest, el tema de los libros y la escritura es recurrente, y no


sería ajeno a Shakespeare el tema del poder que la escritura y los libros
representan. La escritura, por encima de todo poder mágico, esa es la
representación más poderosa en The tempest.

Antecedentes históricos

La Inquisición se instauró en España en 1242 y no fue abolida


formalmente hasta 1834. Su actuación más intensa se registra entre 1478
y 1700, durante el gobierno de los Reyes Católicos y los Austrias. El
Índice de libros prohibidos de la Inquisición española (en latín, desde
1612, Index Librorum Prohibitorum et Derogatorum) fue la relación de libros
establecida por la Inquisición española cuya difusión y lectura estaba prohibida
en los territorios de la Monarquía Hispánica. Fue reeditado, corregido y
ampliado en 1559, 1583-1584, 1612, 1632, etc.

Alarmado por la difusión del protestantismo y por su penetración


en Italia, en 1542 el Papa Pablo III hizo caso a reformadores como el
cardenal Juan Pedro Carafa y estableció en Roma la Congregación de la
Inquisición, conocida también como la Inquisición Romana y el Santo
Oficio. En realidad, el Santo Oficio era una institución nueva vinculada a la
Inquisición medieval sólo por vagos precedentes. Mientras la Inquisición
medieval se había centrado en las herejías que ocasionaban desórdenes
públicos, el Santo Oficio se preocupó de la ortodoxia de índole más
académica y, sobre todo, la que aparecía en los escritos de teólogos y
eclesiásticos destacados.
El Santo Oficio no sólo quería controlar la religión de las personas, se
persiguió con igual dureza todo intento de pensamiento libre y crítico, y por
supuesto todo de lo que dudara de la ortodoxia católica. Como consecuencia
se empezó a controlar toda entrada de libros sospechosos desde el
extranjero. El libro empezó a ser considerado un enemigo y propagador
de la “falsa verdad”. Desgraciadamente se hicieron frecuentes la quema de
libros.

Nombrar y escribir

«Todo comienza por el acto de nombrar», escribe Calvet (1974: 56),


refiriéndose a la colonización francesa en África.

Walter Ong dice en su libro Oralidad y escritura (2011: 81): «Más


que cualquier otra invención particular, la escritura ha transformado la
conciencia humana. La escritura establece lo que se ha llamado un
lenguaje “libre de contextos” (Hirsch, 1977, pp. 21-23, 26) o un discurso
“autónomo” (Olson, 1980) que no puede ponerse en duda ni cuestionarse
directamente…»
El Diario de Colón, las relaciones, el compendio de Bartolomé de las
Casas, los escritos del Inca Garcilaso, etc. La escritura es un acontecimiento
radical y duradero. El conquistador escribe al otro, lo describe y narra su
historia con sus palabras, con sus imágenes, con la voz del dios,
plasmándolo para la posteridad, ejerciendo un poder escriturario sobre el
indígena.

Es posible leer algo de esto en The tempest, cuando Calibán hace


mención a la escritura, o más bien a su destrucción, ya que considera que
esa es la magia que ha utilizado Próspero para quitarle su libertad,
apropiarse de su isla y condenarlo como un animal. Porque Calibán está
preso por arte de la escritura, de la magia que está en los libros de
Próspero. En el acto tercero, escena dos:
Why, as I told thee, ´t is a custom with I´th´ afternoon to sleep: there thee mayst brain
him, Having first seized his books; or with a log. Batter his skull, or paunch him a stake. Or cut
his wezand whith thy knife. Remember First to possess his books, for without them He’s but a
sot, as I am, nor hath not. One spirit to command: they all do hate him. As rootled as. I burn but
his books…1

El verbo hecho carne bíblico se repite en el Talmud. Borges, en el Libro


de los seres imaginarios cita: «Si los justos quisieran crear un mundo, podrían
hacerlo. Combinando las letras de los inefables nombres de Dios, Rava
consiguió crear un hombre y lo mandó a Rav Zera. Este le dirigió la palabra,
como; como el hombre no respondía, el rabino le dijo: «—Eres una creación de
la magia; vuelve a tu polvo» (1998: 637).

Dice Derrida en La Farmacia de Platón que en el Fedro, Sócrates


compara con una droga (farmacon) los textos escritos que Fedro ha
llevado, y que ese encantamiento, esa virtud de fascinación, ese hechizo,
pueden ser por turno y simultáneamente benéficos y maléficos. Según la
lectura derridiana, en el Fedro, el dios de la escritura es un tecnócrata, un
subordinado, un segundo. Es interesante como dialoga este conjunto de
ideas con la relación entre Próspero y Calibán, entre el poseedor del
poder, de la escritura y el esclavo, el salvaje. Pues el Próspero poseedor
de la escritura, de los libros, es el que posee el farmacon, el hechizo, la
fascinación, benéfica y maléfica, según la perspectiva. Asimismo, esa
escritura que lo reivindica y fija esa paternidad, también lo vuelve un
tecnócrata, el dueño de una representación en segundo grado, una suerte
de impostor y mago, que, en definitiva es lo que Próspero es.

También en el Libro de los seres imaginarios (1998: 638), Borges


escribe: «Eleazar de Worms ha conservado la fórmula necesaria para construir
un Golem. Los pormenores de la empresa abarcan veintitrés columnas en folio
y exigen el conocimiento de “los alfabetos de las doscientas veintiuna puertas”

1
«Pues, como te decía, acostumbra a dormir la siesta. Por lo cual te será posible romperle el
cerebro, tras apoderarte primero de sus libros, o con un bastón hendirle el cráneo, o
despanzurrarle con una estaca, o cortarle la traquearteria con tu cuchillo. Acuérdate sobre todo
de cogerle los libros, porque sin ellos no es sino un tonto como yo, ni tiene genio alguno que le
sirva. Todos le odian tan profundamente como yo. Quema tan sólo sus libros…».
que deben repetirse sobre cada órgano del Golem. En la frente se tatuara la
palabra “Emet”, que significa “Verdad”. Para destruir la criatura, se borrará la
letra inicial, porque así quedará la palabra “met”, que significa “muerto”».

La escritura y los mapas

En este sentido, Calibán es víctima de la escritura, de su magia.


Próspero borra su naturaleza y le instala su lengua, borra su ingenuidad y
le siembra la desconfianza y el resentimiento. La magia que está en sus
libros inscribe en el cuerpo del natural una sentencia que lo aprisiona,
que sella su suerte, que lo marca como propiedad de su amo, su
conquistador. En esa apropiación podemos leer una reproducción de lo
que más adelante recuperarán de esta obra de Shakespeare, y de su
personaje Calibán, los estudios poscoloniales. La apropiación del
territorio y la geografía indígena por la conquista, por occidente, la forja de
un imaginario leído desde una concepción del mundo europea, marcada por la
impronta del mapa cartográfico y de la escritura.

Los mapas cartográficos, junto con la escritura que los escribas de


la conquista y evangelizadores realizaban para registrar la historia y
delimitar el imaginario del Nuevo Mundo en favor de una historia
perpetrada por occidente, eran una novedad ya en el siglo XVI, y
proyectaban una nueva visión de las periferias de poder y riqueza de los
reinados europeos. Colón fue cartógrafo antes de ser navegante.
Como dice Marshall MacLuhan en La galaxia Gutenberg: «El mapa
presenta inmediatamente un tema principal de El rey Lear, esto es, el
aislamiento del sentido visual como una especie de ceguera: «Entre tanto
expondremos/nuestras más encubiertas intenciones./Dadnos el mapa
aquel./Sabed que dividimos/nuestro reino en tres partes (I, I).

Tommy Garling, en su artículo La metáfora del mapa cartográfico en los


estudios sobre los mapas cognitivos (1989: 23) cita a R.M. Downs, Maps and
mappings as metaphors for spatil representation y luego continúa, al respecto:
El mapa cartográfico es la transformación del entorno en una imagen en la que se
preserva parte de su contenido y propiedades, otra parte se deja a un lado y otra incluso se
distorsiona (Downs, 1981). Así, los mapas según esta definición son modelos del entorno, y la
cuestión fundamental planteada en el debate sobre la metáfora o el mapa cartográfico es qué
tienen en común los modelos mentales del entorno adquiridos por las personas, es decir, los
mapas cognitivos, con los mapas cartográficos.

Lo que se plantea aquí es básicamente el tema de la escritura, y el


poder que se ejerció con esta al momento de forjar los imperios
occidentales en América, en este caso la escritura de los mapas. La
sobrescritura que tiene lugar en el mapa cartográfico, cuando se define el
mapa de América, cuando se escribe sobre el territorio indígena, se
impone una grafía para nombrar lo antes desconocido, para matar lo que
estaba y colonizar a nivel de escritura un imaginario.
En la Historia universal de la destrucción de libros (2005: 113), Fernando
Báez comenta que «Los libros clásicos no solo eran copiados, sino que eran
borrados para ser utilizados en la copia de textos más leídos y mejor pagados.
De este modo nacieron los palimpsestos, es decir, los manuscritos donde el
escrito original era borrado para transcribir un nuevo texto».

Sobre los territorios indígenas de América, recreados por los


mapas, se escribían leyendas, se dibujaban monstruos, símbolos, etc. De
esa forma se establecía un imaginario, un territorio forjado por grafía, por
letra, por escritura, sobre el original virgen, o natural. América era un
territorio escrito por los europeos, representado bajo una iconografía
europea. En The tempest, la isla de Calibán, y Calibán mismo, son
borrados por esa escritura de Próspero, que se apropia de todo con la
magia de la letra y de los libros.

José Rabasa, en su libro De la invención de América (2009: 204):

Literalmente, el Atlas es un palimpsesto. Pero un uso figurativo del término palimpsesto


—tal como lo definió Gerard Genette— abre el Atlas a una lectura alegórica: “Esta duplicidad
del objeto, en el orden de las relaciones textuales, puede ser representado figurativamente con
la vieja imagen del palimpsesto, en el que uno ve, sobre el mismo pergamino, un texto sobre
otro, lo cual de hecho no es ocultado, sino exhibido por transparencia [par transparence]” 2. […].
La trasposición de la imagen del palimpsesto se vuelve una metáfora iluminadora para
entender la geografía como una serie de borraduras y sobrescritos que han transformado el
mundo.

En este mismo sentido que Rabasa exhibe en su libro, proponemos


la lectura de The Tempest de William Shakespeare, especialmente la de su
personaje Calibán, en su cuerpo como territorio sobre el cual se escribe,
geografía salvaje a la cual se le impone una lengua, figura que es descrita
en términos de monstruosidad, que insulta, que hace un uso basto de la
lengua “pura” de su educador, Próspero. Ese es el palimpsesto visible en
el cuerpo de Calibán. Se lo nombra (Calibán) y se lo somete. El mismo
movimiento de conquista que tiene lugar en los mapas cartográficos que
nombramos anteriormente.

En el diálogo de la escena dos del acto primero, podemos ver este


contraste:

Próspero- […] Tengo compasión de ti. Me tomé la molestia de que supieses hablar. A
cada instante te he enseñado una cosa u otra. Cuando tú, hecho un salvaje, ignorando tu
propia significación, balbucías como un bruto, doté tu pensamiento de palabras que lo dieran a
conocer. Pero, aunque aprendieses, la bajeza de tu origen te impedía tratarte con las
naturalezas puras. ¡Por eso has sido justamente confinado en esta roca, aun mereciendo más
que una prisión!
Calibán- Me habéis enseñado a hablar, y el provecho que me ha reportado es saber

cómo maldecir. ¡Que caiga sobre vos la roja peste, por haberme inculcado vuestro lenguaje! 3

El monstruo

Próspero escribe. Calibán no. La palabra de Próspero es la voz del


creador, es permanente, pues está escrita, no se borra. En cambio, en
2
Gerard Genette, Palimpsestos, la literatura en segundo grado (Madrid, 1989).
3
Prospero- I pitied thee, Took pains to make thee speak, taught thee each hour, One thing or
other: when thou didst not, savage, Know thine own meaning, but wouldst gabble like A thing
most brutish, I endow’d thy purposes With words that made them known. But thy vile race,
Though thou didst learn, had that in’t which good natures, Could not abide to be with; therefore
wast thou Deservedly confined in this rock, Who hadst served more than a prison.
Caliban- You taught me language; and my profit on’t, Is I know how to curse. The red plague rid
you for learning me your language!
Calibán, rige una versión desacreditada y volátil del lenguaje, en la que
aparece el insulto, la palabra basta, bastarda, el lenguaje del “caído”, del
hijo de Setebos, que se desvanece en el aire, no queda registrada. Calibán
es el monstruo, el Golem marcado, cuya vida depende de la voluntad de
su creador. La verdad de su existencia está en esas letras que lo
constituyen y que lo aprisionan. Sin ellas no existe para ninguna lectura.

Como menciona Claude Kappler en su libro Monstruos, demonios y


maravillas a fines de la edad media (1986: 140), cuando habla de los
monstruos que carecen de algo esencial, citando a Mandeville, que dice con
respecto a los monstruos sin lengua: «E no tienen lengua, porque no hablan,
salvo que hacen señas unos a otros como mudos, y así se entienden». La
imagen ofídica, bíblica, con relación al lenguaje, es mencionada asimismo por
Mandeville, en pos de alimentar la ilustración del imaginario demoníaco sobre
el salvaje: (1986: 153): «… comen carne de culebras y sierpes, y por cuanto
ellos comen tales viandas, e no fablan nada, mas silban unos en pos de otros,
como sierpes».

Por esto, Calibán, para ser libre, debe robarle el fuego a Próspero,
primero tiene que quitarle la escritura, la magia que radica en la palabra
escrita, deshacer el encantamiento que lo hechiza y que escribe su
historia, su territorio. Por eso sus ansias están puestas en quitarle los
libros. El instrumento de dominación y sometimiento.

Tal vez esa es la tensión que quiere mostrar Shakespeare, tal vez
esos cruces de planos en cuanto a la escritura, los mapas, el territorio y el
cuerpo salvaje son la gran metáfora shakesperiana de The tempest.

«Remembar, first to possess his books»4.

4
Recuerda, primero hay que quitarle sus libros (la traducción es mía).
Bibliografía

BÁEZ, Fernando, Historia universal de la destrucción de los libros, Buenos Aires:


Sudamericana, 2005.
BORGES, Jorge Luis, Obras completas en colaboración, Barcelona: Emecé, 1998.
DERRIDA, Jacques, La diseminación, Caracas: Espiral/Fundamentos, 1975.
GARLING, Tommy, La metáfora del mapa cartográfico en los estudios sobre los mapas
cognitivos urbanos, Anales de Geografía, Nº 9 pp.21-34. Madrid, Universidad Complutense de
Madrid, 1989.
GENETTE, Gerard, Palimpsestos, la literatura en segundo grado, Trad. Celia
Fernández Prieto, Madrid: Taurus, 1989.
KAPPLER, Claude, Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media, Trad.
Julio Rodríguez Puértolas, Madrid: Akal, 1986.
MCLUHAN, Marshall, La galaxia Gutenberg, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1998
ONG, Walter, Tecnologías de la palabra, Trad. Angélica Scherp, Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica, 2011.
RABASA, José, De la invención de América, Trad. Aldo Mazzuchelli, México D.F.:
Ediciones Fractal, 2009.
SHAKESPEARE, William, La tempestad y La doma de la bravía, Trad. y notas de Luis
Astrana Marín, Buenos Aires: Colección Austral, 1945.
SHAKESPEARE, William, The Tempest, New York: Dover Publications Inc., 1999.

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