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A medida que el público se entera cada vez más del potencial de los programas
preescolares para preparar a los niños, especialmente niños vulnerables, para el éxito en
escuela, la presión en los programas de producir resultados positivos han crecido. Los
legisladores, consejos de educación, y las organizaciones de financiamiento desean estar
seguros de que sus inversiones en programas preescolares valgan la pena y que los niños
estén logrando los estándares esperados. Para los programas Head Start, el Congreso ha
asignado resultados específicos para niños preescolares, y se están utilizando pruebas
estandardizadas para determinar qué programas individuales están alcanzando los
resultados deseados.
En los tiempos en que sabemos mucho más sobre el rol de un plan de estudios
comprensivo y una evaluación continua, relacionados a la planificación curricular, el peligro
es que las pautas para los resultados pueden guiarnos en la dirección incorrecta. Debemos
cuidarnos de usar la evaluación solo para satisfacer pautas, y mantener en mente como la
evaluación continua apoya el aprendizaje de los niños y conduce a un plan de estudios
significativo.
La evaluación continua es el proceso de obtener información en el contexto diario de
actividades para obtener una imagen representativa de las habilidades y el progreso de los
niños. Los investigadores recomiendan evaluar a los niños basándose en observaciones de los
procesos que usan los niños, más que en indicadores o hitos simples, concretos y aislados
(Cicchetti & Wagner 1990, McCune y otros 1990, Hauser-Crane & Shonkoff 1995). La
información debe ser recolectada en distintas formas: observando y documentando lo que
los niños hacen y dicen; recogiendo muestras del trabajo de los niños a través del tiempo;
hablando con los niños para aprender más sobre su manera de pensar; intercambiando
información con las familias. La información que los educadores recogen de la evaluación
continua les permite saber más sobre cada niño, planificar para el aprendizaje de ellos,
seguir la pista al progreso de los niños, y, cuando es requerido, hacer informes de
evaluación. La investigación ha demostrado que cuando los educadores usan un currículo
comprensivo y un sistema de evaluación efectivo, los niños están bien preparados para la
escuela y les va bien en lo académico y lo social (Campbell y otros. 2002, HHS, 2003).
El problema es que el valor de la información entregada por la evaluación se
desvaloriza a menos que los educadores entiendan lo que ésta significa y sepan cómo usarla
para guiar el aprendizaje de los niños. A menudo los resultados de una evaluación son vistos
como un producto final, en vez de un conocimiento que permite aprender de cada niño y
planificar un currículo significativo. Una evaluación continua, basada en la sala de clases,
permite al educador responder importantes preguntas:
¿Qué están pensando y haciendo los niños?
¿Qué debería evaluar?
¿Qué he aprendido?
¿Cómo debería usar lo que he aprendido para planear el currículo?
En este artículo describimos como la evaluación continua puede ser un proceso
manejable y dinámico directamente relacionado a la planificación del currículo que apoye
cada aprendizaje y desarrollo del niño.
En un plan de estudios comprensivo, las metas y los objetivos están dirigidos hacia
todos los aspectos del desarrollo: cognoscitivo, socio-emocional, lenguaje, y físico (NAEYC
& NAECS/SDE 2003). Dentro de cada área de desarrollo hay amplias metas para el
aprendizaje de los niños.
III
II Utiliza letras que
I representan
Escribe letras
sonidos en palabras
Precursores reconocibles,
Utiliza el garabateo escritas
especialmente
para escribir y
Garabatea con aquellas de su nombre
figuras parecidas a
crayones;
letras
experimenta con
materiales de
escritura como
plumones o lápices
Niños que permanecen en este nivel del desarrollo para un objetivo dado pueden tener un
retraso en el desarrollo o simplemente falta de experiencia u oportunidades, como usar
papel y material para escribir en el hogar.
Además, algunos niños pueden estar al otro extremo del espectro y superar ampliamente la
expectativa definida para la mayoría de los niños de tres a cinco años. Todos los educadores
quieren que los niños progresen, no importando en que nivel del desarrollo se encuentren,
siempre hay un siguiente nivel. La esencia de una práctica apropiada al desarrollo es saber
en qué lugar del continuo se encuentran los niños y ofrecerles experiencias desafiantes
pero alcanzables, para así guiarlos.
Los educadores siguen la pista del progreso de un niño por varias razones: para asegurarse
que el aprendizaje y el desarrollo se están llevando a cabo, para hacer visible el progreso de
los niños a sus padres, y para hacer ajustes en sus estrategias educativas. Mantener un
registro del progreso de los niños de una manera sistemática permite además ver la
situación de toda la clase y de cómo un grupo de niños está progresando. Una vez trazado el
desarrollo de un niño o de un grupo de niños en un continuo, se ha completado la mayor parte
del proceso de evaluación. Ahora es tiempo de usar lo aprendido para orientar la enseñanza.
¿Cómo debo usar lo aprendido? Planificar para cada niño y para el grupo
Las decisiones diarias - sobre las actividades, las experiencias planificadas, el contenido
elegido, el contexto en que el aprendizaje se lleva a cabo, los cambios hechos en el entorno
– se basan en el conocimiento que se tiene de cada niño y del grupo. Decidir cómo usar la
información obtenida de la evaluación parece ser una tarea abrumante. Sería agradable
tener un set de fórmulas o reglas que nos dijeran exactamente que hacer después de lograr
el resultado esperado. Sin embargo, los niños no son robots que podemos programar para
una respuesta prefijada. Debemos considerar muchos factores, como la cultura de los niños,
el lenguaje, las fortalezas, los intereses, el temperamento y los estilos de aprendizaje. Es
reconfortante descubrir que, habiendo usado las metas y objetivos regularmente para
observar a los niños y en la planificación semanal, se está ya involucrado en el proceso de
evaluación. Para planificar para cada niño se debe tener la información de la evaluación a
mano para poder recurrir a ella fácilmente. Esto nos recordará las fortalezas de los niños y
nos ayudará a que es lo que cada niño le guste hacer con los materiales y las actividades que
le facilitamos. Con esta información en mente, podemos observar a un niño mientras juega y
responderle apropiadamente. Por ejemplo, la educadora sabe que Jacob usa el garabateo
para escribir y figuras parecidas a letras. Ella reflexionará sobre como puede extender el
aprendizaje de Jacob. ¿Qué hará y dirá para apoyarlo mientras el avanza por el continuo?.
Cuando Jacob trabaje en otras áreas, ella puede ofrecerle materiales para escribir que
pueda usar en su juego: “Jacob, ¿te gustaría hacer un signo de ‘Abierto’‛ para tu
construcción de bloques?”. O cuando él quiera un turno para usar el atril, ella puede pedirle
que escriba su nombre en la hoja de inscripciones.
El proceso de planificación es mucho más manejable cuando los equipos de educadores-
todos aquellos que trabajan con un niño o con un grupo - trabajan juntos. Ellos pueden
estudiar cada niño individualmente, y decidir cuáles son los siguientes pasos lógicos para el
niño. Además, un equipo de educadores puede revisar el perfil de la clase o las hojas de
resumen para tomar decisiones de manera informada, sobre qué es lo que debería pasar con
el grupo. Habiendo usado los objetivos para decidir qué materiales proporcionar y para
planificar actividades de grupo chico y grande, los educadores pueden preparar el ambiente
de aprendizaje para niños con un rango de habilidades teniendo presente las expectativas
diferentes para cada nivel. Vea la siguiente descripción como un ejemplo de cómo esto pasa.
En nuestra reunión semanal de equipo, hablamos sobre la necesidad de los niños de
experimentar más con la escritura de letras y palabras. Nosotras revisamos para estar
seguras de que teníamos suficientes materiales de escritura, no solo en el área de la
biblioteca, si no que en toda la sala: papeles, crayones, lápices, plumones, letras magnéticas,
timbres de letras y tarjetas con los nombres de cada niño. Revisar el continuo para este
objetivo hizo darnos cuenta de que unos pocos niños estarían garabateando con crayones y
haciendo dibujos simples, otros harían garabatos con forma de letras, algunos escribirían
letras reconocibles, especialmente las de su propio nombre, y unos pocos niños usarían
letras que representan sonidos en palabras. Conocer la secuencia para este objetivo nos
hizo estar más concientes de lo que deberíamos buscar cada vez que los niños dibujen o
escriban mientras juegan.
Además podemos anticipar cuál es el próximo nivel que le corresponde a cada niño,
de esta manera podemos ayudar a cada uno a progresar. Por ejemplo, si nos damos cuenta
de que un niño esta comenzando a hacer garabateo con forma de letras, debemos ver si él
está consciente de esto. Si no lo está hacérselo notar: “mira, Tyrone, tu hiciste una raya
que parece una T, igual que la primera letra de tu nombre. ¿Puedes hacer una igual a esa?
De esta manera podemos ayudar a que el niño aproveche más lo que está haciendo. Ahora
tenemos una idea más clara de nuestro rol.
Planificando con los niveles del desarrollo en mente, los equipos de educadores están
más concientes de cómo guiar el aprendizaje de los niños y hacer cumplir hasta la última
meta del currículo. Ellos pueden anticipar las necesidades de los niños y crear o adaptar
materiales para estimular un rango más amplio de habilidades, para un aprendizaje con un
andamiaje de mejor calidad.
Como último paso en el proceso de evaluación, la información que los educadores han
obtenido y utilizado para planificar y guiar el aprendizaje de cada niño, puede ser usada
para informar el progreso del grupo. Como promotores de una práctica adecuada al
desarrollo, es importante para los profesionales de la niñez temprana compartir, lo que los
niños están aprendiendo, con aquellos educadores que no pertenecen a su programa. Esta
información puede ser compartida con muchos personas: administradores, oficiales de
gobierno, organizaciones de financiamiento, familias, y el público en general.
En un programa en el que es requerido informar sobre el progreso de los niños en
algunos indicadores específicos- como el Head Start u otros en algunos estados- es
necesario tener una forma de conectar la evaluación de los niños con estos indicadores. Aun
cuando esto puede ser hecho a mano, puede ser muy tedioso y significar una gran pérdida
de tiempo. Muchos sistemas de evaluación tienen soluciones electrónicas,- ya sea softwares
(programas) o servicios online- para hacer la tarea más sencilla. Por ejemplo, un sistema
online de planificación curricular y de evaluación permite a los educadores crear portafolios
electrónicos, llenos con muestras del trabajo de los niños, el progreso de un niño es
entonces anotado en el continuo online. Esta tecnología basada en Internet, ofrece
actividades apropiadas y estrategias para ayudar al niño a pasar al siguiente nivel.
Un perfil de la clase muestra rápidamente al educador los nombres de los niños que
están en cada nivel del continuo en cada objetivo. Esto hace que la planificación en grupos
pequeños sea más sintonizada a las necesidades de los niños. Las familias pueden compartir
con los educadores observaciones sobre sus hijos online. Informes que resuman el progreso
de los niños son mas fáciles de hacer usando sistemas online de evaluación. Sistemas de
planificación curricular y de evaluación online ayuda a los educadores a orientar su trabajo,
para así poder estar más tiempo con los niños. Y la información de la evaluación genera
informes de resultados automáticamente.
Conclusión
Hemos descrito una forma de hacer la evaluación un proceso natural de observar
que es lo que los niños pueden hacer y de planificar para apoyar su aprendizaje. Los
educadores usan los objetivos del currículo para enfocar sus observaciones hacia lo que los
niños pueden hacer. Habiendo obtenido observaciones fructíferas, los educadores pueden
reflexionar sobre lo que han aprendido y usar esta información para planificar para cada
niño y para el grupo.
Cuando la evaluación es vista como una parte significativa y dinámica del trabajo con
niños pequeños y cuando está relacionada con el currículo, los educadores obtienen
verdaderos beneficios de una evaluación continua. También tienden a encontrar su trabajo
más agradable, gratificante y efectivo.