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CAUSALES DE LA NULIDAD RELATIVA

Generalmente el precio por los vicios ocultos de la cosa vendida, raíz o mueble, llamados redhibitorios”. En
igual error incurre el artículo 1860, que dice: “Los vicios redhibitorios dan derecho al comprador para exigir o
la rescisión de la venta o la rebaja del precio, según mejor le pareciere”.

2. Enumeración de las causales de nulidad relativa.

A continuación, nos ocuparemos de cada una de las siguientes causales de nulidad relativa en particular.

1) Vicios del consentimiento.

Existe voluntad jurídica cuando concurren los requisitos internos: discernimiento, intención y libertad, y el
requisito externo: la declaración o manifestación. Como el acto o negocio jurídico es manifestación de
voluntad, esta debe estar sanamente formada, libre de error o dolo que afecte la intención, o de violencia o
intimidación que afecte la libertad. Estos vicios son defectos congénitos que determinan la invalidez de los
actos jurídicos que los padecen.

El error, el dolo, la violencia y la intimidación son los tradicionalmente denominados vicios de la


voluntad que perjudican las condiciones subjetivas para un correcto ejercicio de la autonomía de la voluntad
privada, impidiendo que el sujeto actúe de manera coherente con sus intereses, por alteración del
procedimiento de valoración y toma de decisión, por lo que afecta la validez del acto jurídico en la
modalidad de anulabilidad. El acto jurídico anulable por estos vicios es provisionalmente eficaz, mientras no
se declare judicialmente su nulidad.

Los vicios de la voluntad, al igual que la incapacidad de ejercicio, alteran el desarrollo normal del proceso de
valoración y toma de decisión del sujeto para celebrar un acto jurídico, lo que impide el ejercicio racional y
razonable de su autonomía privada que le permita comportarse de acuerdo con sus intereses, de ahí su
conveniencia de liberarse de la relación jurídica no deseada.

Un sector de la doctrina se refiere a los «vicios de la voluntad» con la expresión «vicios del consentimiento».
Sobre la base de los actos jurídicos bilaterales o plurilaterales está el consentimiento que es la confluencia
de las voluntades singulares de los que celebran el acto. También se entiende por consentimiento a la
voluntad de una de las partes dirigida al acuerdo con la otra parte.
Los vicios de la voluntad no afectan al consentimiento como acuerdo, sino a la voluntad de una de las partes
otorgantes, razón por la cual la nulidad de un acto anulable se pronunciará a petición de la parte afectada
por el vicio resultante del error, dolo, violencia o intimidación (arts. 221 y 222). Por consiguiente, la
expresión correcta es «vicios de la voluntad» y no «vicios del consentimiento».

Sobre la incidencia de los vicios de la voluntad en la validez del acto jurídico, la teoría de la voluntad y la
teoría de la declaración se disputan la supremacía del querer interno o de la voluntad declarada; la primera
choca contra la buena fe confianza y la seguridad en los negocios; y la segunda, contra el criterio de justicia
al hacer prevalecer la declaración que no corresponde a la voluntad real debidamente comprobada. En el
Derecho romano clásico el acto es válido si se ha celebrado observando los formalismos ritualistas, sin
importar si la voluntad fue bien o mal formado; el dolo y la violencia eran delitos, y no vicios de la voluntad,
pero luego el pretor concedió la anulación del acto realizado por error, dolo o violencia. El Code
Napoleón proclamó el principio de la autonomía de la voluntad y se admitió ampliamente la nulidad del
contrato por vicios de la voluntad. El Código alemán de 1900 adoptó la teoría de la declaración, admitiendo
en forma restrictiva los vicios de la voluntad.

2) Lesión

Rivera, Julio Cesar sostiene que la lesión es el defecto del acto jurídico que consiste en una desproporción
injustificada de las prestaciones, causada por el aprovechamiento del victimario del estado de inferioridad de
la otra parte 59 . Este jurista, aplica la lesión a todos los actos jurídicos, sin distinguir. Continua diciendo que
consiste en una desproporción injustificada de las prestaciones, no señala la dimensión que debe tener esa
desproporción, (evidente, notable, grosera, desmesurada, de más del 50%), pero específica que debe ser
injustificada. Nos dice que debe ser originada en el aprovechamiento por una de las partes, (elemento
necesario en la figura de la lesión). En cuanto a los estados de inferioridad de la otra parte, no establece
cuáles son esos estados en forma detallada, de tal forma se podría invocar otros estados de inferioridad
además de los tradicionales. Este concepto tiene un enfoque objetivo-subjetivo. Cifuentes, Santos define la
figura diciendo que es una anomalía del negocio jurídico que consiste en un perjuicio patrimonial que se
provoca a una de las partes cuando, en un acto jurídico oneroso y bilateral, se obtiene de ella prestaciones
desproporcionadas a través del aprovechamiento de su necesidad, ligereza o inexperiencia” 60 , no nos
proporciona un concepto cabal de la figura. Ossipow, Paul sostiene que la lesión es el perjuicio económico
que experimenta una de las partes, en el momento de conclusión del contrato, y que consiste en la
desproporción evidente de las prestaciones intercambiadas, determinada por la explotación de la miseria,
ligereza o inexperiencia de ella 61. Este concepto es muy completo, consagra los dos elementos: a) el
elemento objetivo, es decir, la desproporción evidente de las prestaciones y, b) el elemento subjetivo
integrado por: 1) la explotación de la víctima de lesión y, 2) las situaciones de inferioridad que puede sufrir la
víctima de lesión: la miseria, ligereza e inexperiencia del lesionado. Limita en su definición los estados
subjetivos de la lesionada. Señala que el perjuicio económico debe ser valuado “…en el momento de la
conclusión del contrato”. Hay legislaciones que establecen que debe tenerse en cuenta el perjuicio sufrido en
el momento de celebrarse el contrato definitivo, otros sistemas legislativos coinciden con la postura
abordada por el autor. Es el único autor que en su definición menciona la época en que debe producirse el
vicio. La desproporción debe ser evidente para este jurista.

3) Actos de los relativamente incapaces

Un acto jurídico es nulo cuando no cumple con los supuestos de validez del artículo 140° del código civil, que
son: agente capaz, objeto física y jurídicamente posible, fin lícito; y, observancia de la forma prescrita bajo
sanción de nulidad.

Asimismo, las causales de nulidad del acto jurídico se encuentran reguladas en el artículo 219° del código
civil, las cuales desarrollamos a continuación:

El artículo 42 del Código Civil peruano establece la presunción de la capacidad de ejercicio para aquellas
personas que hubiesen cumplido 18 años de edad, no obstante, existen excepciones reguladas en el artículo
43° y 44° del código civil, sobre incapacidad absoluta y relativa. El inciso 2) del art. 43° del código sustantivo
expresa que son absolutamente incapaces «los que por cualquier causa se encuentren privados de
discernimiento».  Asimismo, en caso que el acto sea realizado por un incapaz este será declarado nulo, según
lo establecido en el numeral 2) del artículo 219° del Código Civil.

Las personas privadas permanentemente de discernimiento son incapaces absolutos. En el supuesto de falta
de discernimiento, no hay voluntad jurídica, por esta razón, se le sanciona con la nulidad absoluta (art. 219.2
del Código Civil).

Consideramos, siguiendo a Fernández (2010: 1679)[7] que  el código civil cuando hace referencia a la nulidad
de acto jurídico por incapacidad del agente, no precisa alguna específica causa, de allí que se considere que
“la falta de discernimiento puede deberse no solo por enfermedad mental, sino que puede ser ocasionado
por cualquier causa, siendo lo relevante que el agente no pueda discernir”.

Como señala Espinoza (2012: 907)”[8] “discernir jurídicamente es diferenciar entre hacer o no hacer algo y
conocer si ese “algo” es bueno o malo”; o “distinguir entre el bien y el mal, lo lícito o lo ilícito, lo que está o
no permitido, lo que beneficia o es perjudicial” (Torres 2015: 988)[9].
En los casos de falta de discernimiento, la persona no puede expresar su verdadera voluntad, lo que se
realiza es un acto carente de una valoración subjetiva. Es por eso que el derecho protege este tipo especial
de sujetos (Espinoza 2008:28).[10]

En el caso expuesto, la Corte Suprema considera que la señora Alpaca al momento de suscribir el contrato
de compra venta carecía de facultad de discernimiento, puesto que en el expediente aparecen los siguientes
documentos:

i) Historia Clínica del Ministerio de Salud del Hospital San José, en la que se acredita que la señora Ciriaca
Alpaca se atendió entre los años 1995 a 2013.

ii) Informe Médico Psiquiátrico emitido por el Hospital San José del año 2001, en el que se diagnostica a la
paciente: trastorno orgánico cerebral, demencia senil.

iii) Informe Médico que da cuenta que fue ingresada al servicio de hospitalización en enero de 1996 por
hipertensión arterial severa más mareos y cefalea catalogados con encefalopatía hipertensiva. Reingresando
al servicio de hospitalización de medicina en febrero de 2001 con los diagnósticos de crisis hipertensiva y
accidente de cerebro vascular tipo isquémico.

Asimismo, la Corte Suprema considera que además de los medios probatorios presentados, se aprecian los
siguientes sucedáneos de los medios probatorios:

i) En la escritura pública de fecha diez de mayo de dos mil tres se hace constar que Ciriaca Alpaca Villar, se
encuentra imposibilitada físicamente de firmar.

ii) El testigo Viterbo Espejo Tello señala que presenció delante del notario que el cónyuge de la demandada
compradora, contó el dinero materia de transferencia, y no la propia vendedora o quien la haya
representado

Como se aprecia, de la valoración de las pruebas del proceso, la otorgante en el contrato de compraventa,
se encontraba privada de discernimiento. Asimismo, es importante señalar que la Corte Suprema
anteriormente también ha emitido sentencias, en el sentido que no es necesario que previamente exista
una sentencia que declare la interdicción de la persona para que el acto celebrado sea declarado nulo, pues
lo que debe considerarse es la falta de discernimiento; en ese sentido, ha señalado:
“Para que exista voluntad jurídica se requiere de la concurrencia de elementos internos (discernimiento,
intención y voluntad) y externos (manifestación); que, con los elementos internos queda formada la
voluntad, la misma que para producir efectos jurídicos requiere que sea manifestada; que, la voluntad
declarada es la voluntad exteriorizada por medio de declaraciones y comportamientos y, es la única que
puede ser conocida  por  el destinatario” (Casación 1772-98, Apurímac).

“La incapacidad absoluta a la que alude el artículo 219.2 del Código Civil se encuentra vinculada con lo
expuesto en el artículo 43 del mismo cuerpo legal, fundamentalmente, en este caso, con su inciso segundo,
que prescribe que es incapaz absoluto quien se encuentra privado por cualquier causa de discernimiento; 2.
conforme, reiterada doctrina ha señalado, discernir jurídicamente es diferenciar entre hacer o no hacer algo
y conocer si ese “algo” es bueno o malo, o distinguir entre el bien y el mal, lo lícito o lo ilícito, lo que está o
no permitido, lo que beneficia o es perjudicial. (..). En esa perspectiva, para que exista dicha incapacidad no
es necesario que previamente exista declaración de interdicción, pues lo que se tiene en cuenta es la falta
de discernimiento y no la interdicción declarada” (Casación 4673-2015, Arequipa).

Por lo tanto, al acreditarse mediante los medios probatorios la falta de discernimiento de la vendedora, nos
encontramos de acuerdo con la sentencia emitida por la Corte Suprema, en cuanto declara Nulo el acto
jurídico, pues consideramos que para alegarse la incapacidad no es necesario que previamente exista una
sentencia de declaración de interdicción, pues lo que se tiene en cuenta es la falta de discernimiento y no la
interdicción declarada.

4) Infracción a las limitaciones en la administración de bienes asociadas al régimen de bienes de la familia,


y Omisión de otras formalidades habilitantes.

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