Está en la página 1de 20

DE LAS SAGRADAS

ESCRITURAS
(Comentario sobre el primer capítulo de la
Confesión de Fe de Westminster)

David Dickson (1583-1662)


Capítulo I.
DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

I. 1 Aunque la luz de la naturaleza y las obras de creación y


providencia manifiestan la bondad, sabiduría y poder de Dios, de
tal manera que los hombres quedan sin excusa, no son, sin
embargo suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su
voluntad que es necesario para la salvación, por lo que agradó a
Dios, en distintas épocas y de diversas maneras, revelarse a sí
mismo y declarar su voluntad a su iglesia, y además, para
conservar y propagar mejor la verdad, y para el mayor consuelo y
fortalecimiento de la iglesia contra la corrupción de la carne, y
malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esta revelación
por escrito. Por todo lo cual, las Santas Escrituras son muy
necesarias, y tanto más cuanto que han cesado ya los modos
anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su iglesia.

Cuestión I

La luz de la naturaleza y las obras de creación y providencia,


¿es suficiente para dar aquel conocimiento de Dios, y de Su
voluntad, los cuales son necesarios para la salvación?
No (1 Co. 1:21 y 1 Co. 2:13-14).

Pue bien, ¿se equivocan los Socinianos, quienes mantienen que


los hombres que viven de acuerdo a la ley y a la luz de la naturaleza
pueden ser salvos?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque ninguno puede ser salvo, a menos que


nazca por la semilla incorruptible de la Palabra (1 P. 1:23).
Segundo, porque Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida,
y ningún hombre viene al Padre sino por el Hijo (Jn. 14:6).

Tercero, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado entre


los hombres, por el cual podamos ser salvos, sino por el
nombre de Jesús (Hch. 4:12).

Cuarto, porque los hombres no pueden creer en Cristo sin


una revelación sobrenatural, y por lo tanto, no pueden ser
santificados; porque toda justificacion, santificación y
remisión de pecados son por la gracia de Dios y la fe en
Jesucristo (Ro. 3:24-25; Hch. 26:18). Tampoco los hombres
pueden ser salvos por vivir de acuerdo a la luz de la
naturaleza, porque la salvación es prometida solamente a
los creyentes en Cristo (Hch. 16:31; Jn. 3:16).

Quinto, porque todos los que no conocen a Dios serán


castigados eternamente (2 Ts. 1:8). Pero los hombres sin la
revelación sobrenatural no pueden, para salvación, conocer
a Dios (1 Co. 1:21; Mt. 11:27).

Sexto, los hombres destituidos de la revelación sobrenatural


no pueden conocer su propia corrupción y miseria, por el
primer Adán, ni el remedio que es ofrecido por Cristo el
segundo Adán. Ellos están sin Dios, sin esperanza, sin la
promesa, sin la iglesia y el pacto de Dios; y los misterios de
la fe le son ocultos, y desconocido para todos, que perecen
y se pierden (Ef. 2:11-12; Ro. 9:2; 2 Co. 4:3; Mt. 13:11-12;
Mt. 11:25-27).
Cuestión II
“Las Santas Escrituras, ¿son más necesarias para la Iglesia?”
Sí (2 Ti. 3:15; 2 P. 1:19).
Pues bien, ¿se equivoca la iglesia papista, que afirma que la
verdadera iglesia es infalible, en la enseñanza y proponiendo
artículos de fe, ambos sin la Escritura y contra Ella; y que sus
tradiciones no escritas son de autoridad divina e igual con el canon
de la Escritura?
Sí.
¿Se equivocan igualmente los Libertinos y los Cuáqueros, quienes
afirman: que Dios enseña y guía al elegido a toda verdad por el
solo instinto y la luz del Espíritu, sin ninguna palabra escrita en
absoluto?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque las Escrituras son la fundación sobre la cual


la iglesia es construida (Ef. 2:20).

Segundo, porque todas las cosas deben ser examinadas


por la regla de la Palabra, como lo hicieron los nobles
Bereanos (Hch. 17:11-12).

Tercero, porque las tradiciones no escritas están sujetas y


propensas a muchas corrupciones, y son pronto y
rápidamente olvidados.

Cuarto, porque tenemos vida eterna en las Escrituras, por lo


tanto, ellas deben ser necesarias para la iglesia (Jn. 5:39).

Quinto, porque las Escrituras son dados para que el hombre


de Dios pueda ser perfecto, completamente preparado para
toda buena obra (2 Ti. 3:16-17) y las Escrituras son escritas
para que el hombre pueda creer (Jn. 20:31).

Cuestión III

“¿Han cesado ahora estas antiguas formas de revelación de


Dios de Su voluntad a Su pueblo?”
Sí.

Pues bien, ¿se equivocan los Entusiastas y Cuáqueros, quienes


mantienen que el Señor no ha cesado todavía de revelar Su
voluntad como lo hizo antiguamente?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?
Primero, porque Dios, quien en varios tiempos y en diversas
maneras habló en tiempos pasados a los padres por los
profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo
(He. 1:1-2). El apóstol llama el tiempo del Nuevo
Testamento los últimos días, porque bajo el mismo, no hay
más alteración a ser esperado, sino que todas las cosas
deben acatarse sin añadir o quitarlo, como fue enseñado y
ordenado por Cristo hasta el último día; ver también Joel
2:18; Hch. 2:17. Las formas y maneras (de revelación) de
antes fueron:
a) Por inspiración (2 Cr. 15:1; Is. 59:21; 2 P. 1:21).
b) Por visión (Nm. 12:6-8).
c) Por sueños (Job 33:14-15; Gn. 40:8).
d) Por el Urim y el Tumim (Nm. 27:21; 1 S. 30:7-8).
e) Por signos (Gn. 32:24; Éx. 13:21).
f) Por voz audible (Éx. 20:1; Gn. 22:15).

Todo lo que termina en escrito (Éx. 17:17, 14) que es un


camino infalible y más seguro de la revelación de Su
voluntad para Su pueblo.

I.2 Bajo el nombre de “Santas Escrituras” o Palabra de Dios


escrita, se comprenden todos los libros del Antiguo y Nuevo
Testamentos que son:
Antiguo testamento

1. Génesis; 2. Éxodo; 3. Levítico; 4. Números; 5. Deuteronomio; 6.


Josué; 7. Jueces; 8. Rut; 9. I Samuel; 10. II Samuel; 11. I Reyes;
12. II Reyes; 13. I Crónicas; 14. II Crónicas; 15. Esdras; 16.
Nehemías; 17. Ester; 18. Job; 19. Salmos; 20. Proverbios; 21.
Eclesiastés; 22. Cantares; 23. Isaías; 24. Jeremías; 25.
Lamentaciones; 26. Ezequiel; 27. Daniel; 28. Oseas; 29. Joel; 30.
Amós; 31. Abdías; 32. Jonás; 33. Miqueas; 34. Nahúm; 35.
Habacuc; 36. Sofonías; 37. Hageo; 38. Zacarías; 39. Malaquías
Nuevo Testamento
1. Mateo; 2. Marcos; 3. Lucas; 4. Juan; 5. Hechos; 6. Romanos; 7.
I Corintios; 8. II Corintios; 9. Gálatas; 10. Efesios; 11. Filipenses;
12. Colosenses; 13. I Tesalonicenses; 14. II Tesalonicenses; 15. I
Timoteo; 16. II Timoteo; 17. Tito; 18. Filemón; 19. Hebreos; 20.
Santiago; 21. I Pedro; 22. II Pedro; 23. I Juan; 24. II Juan; 25. III
Juan; 26. Judas; 27. Apocalipsis

Todos estos fueron dados por inspiración de Dios para que sean
la regla de fe y de conducta.

Cuestión IV

“Los libros del Antiguo y Nuevo Testamentos, ¿vienen bajo el


nombre de la Santa Escritura y Palabra de Dios?”
Sí.

Pues bien, ¿se equivocan los Cuáqueros, quienes mantienen que


las Escrituras no deben de ser llamadas de Palabra de Dios?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque Cristo dijo: Si llamó dioses a aquellos a


quienes vino la Palabra de Dios, y la Escritura no puede ser
quebrantada (Jn. 10:35). Aquí es evidente que la Palabra de
Dios y las Escrituras son el mismo.

Segundo, porque las predicciones de los profetas son


expresamente llamadas la Palabra de Dios. Mas al primer
año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la
Palabra de Jehová por boca de Jeremías (2 Cr. 36:22). Aquí
vemos que es evidente, que las profecías escritas de
Jeremías, que son partes de las Santas Escrituras, son
llamadas de Palabra de Dios.

Tercero, porque lo que Cristo llama los mandamientos de


Dios, Él lo llama la Palabra de Dios (Mc. 7:9-10) compare
con el v. 13.

Cuarto, porque el apóstol llama la espada del Espíritu, la


Palabra de Dios. Esta espada es la espada del Espíritu
Santo, que Él hizo, por decirlo así, puesto en nuestras
manos, para resistir a Satanás y contra todas sus
tentaciones (Ef. 6:17). Por lo tanto, por la espada del
Espíritu debe ser entendido la Escritura, no el Espíritu
mismo, como los Cuáqueros afirman. Es evidente también,
de Mateo 4 donde Cristo es tentado por el diablo con tres
diferentes tentaciones, que resiste con tres diferentes
lugares de la Escritura. Y siendo preguntado por los
Fariseos, por qué sus discípulos arrancaron espigas en el
día de Sabbath, respondió con las Escrituras (Mt. 12:1-4).
Nos enseña, que las tentaciones de Satanás deben ser
cuidadosamente respondidos, y que por la Escritura, como
el único para superarlo y a sus instrumentos.

Quinto, porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más


cortante que toda espada de dos filos (He. 4:12). Esto no
puede ser entendido de Cristo, porque Pablo, en sus otros
escritos no llama a Cristo por este nombre, y por lo tanto,
debe ser entendido de la palabra del evangelio, el poder del
cual es descrito (Ro. 1:16).

Sexto, vea estos siguientes lugares de la Escritura (Sl.


119:172; 1 R. 16:12 y 2 R. 9:36, 23:16; Is. 28:13; Os. 1:1-2;
Pr. 30:5). Por la Escritura, o la Palabra de Dios, no
entendemos letras vacías, o las varias palabras escritas, de
la Santa Escritura, que los adversarios pueden imaginar,
nosotros la llamamos la Palabra de Dios. Solamente estos
son los vasos que llevan y transmiten aquella luz celestial a
nosotros. Más entendemos así, la doctrina o voluntad de
Dios revelada para criaturas racionales, enseñándolos qué
hacer, creer, o dejar desecho (Dt. 19:29).
Cuestión V

“Las Escrituras dadas por Dios, ¿están para ser la regla de fe


y vida?”
Sí (Lc. 16:29-31; Ef: 2.20; Ap. 20:18-19; 2 Ti. 3:10).

Pues bien, ¿se equivoca la iglesia papista, quien mantiene que sus
tradiciones no escritas son la regla de fe?
Sí.
¿Se equivocan igualmente los Entusiastas y los Cuáqueros,
quienes mantienen que lo que el Espíritu interno enseña al elegido,
es la única regla de fe, y que los dictados de la luz interna son una
gran autoridad como las Escrituras?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque las Escrituras son llamadas una regla (Gá.


6:16).

Segundo, porque nada debe añadirse a las Escrituras (Dt.


4:2, 12:32; Pr. 30:6; Ap. 22:19-20).

Tercero, porque debemos, más bien, seguir las Escrituras


que una voz hablada desde el cielo (2 P. 1:19-21).

Cuarto, porque la Escritura es escrita para que creamos (Jn.


20:31).
Quinto, porque la Escritura es dada para hacer al hombre
de Dios perfecto (2 Ti. 3:17).

Sexto, porque debemos dirigirnos a nosotros mismos a la


ley y al testimonio en todo de la religión (Is. 8:20).

Séptimo, porque Cristo mismo refiere la mayor pregunta que


nunca fue a la Escritura, si Él es el Hijo de Dios o no (Jn.
5:38-39). Escudriñad las Escrituras, dijo Él, porque ellas
testifican de mí.

Octavo, porque el Espíritu Santo nunca dio tal designación


a su propia palabra, como una regla histórica, y letra muerta;
o como algunos Cuáqueros la llaman, no la “fuente principal
de la verdad y conocimiento, ni la primera regla de fe y
maneras”, sino la regla (regula) secundaria, subordinado al
Espíritu; de donde, como ellos afirman, “las santas
Escrituras tienen todo su verdadero valor, excelencia y
certeza: “Mientras Pablo dice expresamente, que la fe viene
por el oír, y el oír por la Palabra de Dios (Ro. 10:14).
Noveno, porque el espíritu no puede ser conocido por
cualquier otra regla sino por la palabra escrita. Es cierto, que
el diablo se transforma como a un ángel de luz (2 Co. 11:14).
Hay un espíritu del mundo (1 Co. 11:12). Un espíritu que
gobierna en los corazones de los hijos de desobediencia (Ef.
2:2). Hay un espíritu de mentira (1 R. 22:22). Y un espíritu
de error y engaño (1 Jn. 4:6). ¿Cómo estos serán conocidos
por ser tales, o el Espíritu (de Dios), que los cuáqueros nos
entrometen, a no ser uno de ellos, sino por la regla de la
Palabra?

I.3 Los libros comúnmente llamados Apócrifos, por no ser


de inspiración divina, no forman parte del Canon de las Santas
Escrituras, y por lo tanto no son de autoridad para la iglesia de
Dios, y no deben aceptarse ni usarse excepto de la misma manera
que otros escritos humanos.

Cuestión VI

“Los libros comúnmente llamados Apócrifos, ¿son de


inspiración divina?”
No (Lc. 24:27, 44; Ro. 3:2; 2 P. 1:21).

Pues bien, ¿se equivocan los papistas, quienes afirman, Que los
libros llamados apócrifos, son de inspiración divina, y de igual
autoridad con la palabra sin duda?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?
Primero, porque ellos nunca fueron escritos en la lengua
Hebrea, ni por ninguno de los profetas.

Segundo, porque ellos nunca están citadas en el Nuevo


Testamento por Cristo, o por cualquiera de los apóstoles,
como libros que son de escrituras canónicas.
Tercero, porque ellos contienen muchas fabulas, doctrinas
e historias impías.

Tobías 5:21. El ángel dijo, que él era Azarías, el hijo


de Ananías. Esto fue una mentira manifiesta, que no
puede ser atribuido a un buen ángel; y por lo tanto,
es Espíritu de Dios no ha dictado esta historia.

Es reportado, Tobías 6:6-17, que el corazón y el


hígado de un pescado era bueno para hacer perfume
para ahuyentar al diablo, si cualquier hombre estaba
turbado con él, o con cualquier espíritu malo. Y es
dicho, Tobías 12:15, por el ángel, “yo soy Rafael, uno
de los siete ángeles santos, que presentan las
oraciones de los santos. Esto es solo propiamente
dicho a Cristo.

Porque el actuar de Simeón y Leví, condenados por


Jacob, actuado por el Espíritu de Dios (Gn. 34:25),
matando a los Siquemitas, es condenado por Judit
9:2-23.

Porque usted leerá de un ofrecimiento para el muerto,


oraciones y reconciliación para el muerto, que ellos
pueden librarse del pecado (2 Macabeos 12:43-45).
Ver qué contradicciones están en comparar juntos, 1
Macabeos 6:8; 2 Macabeos 15:16; 9.5.

I.4 La autoridad de las Santas Escrituras, por la que deben


ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún
hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios
(quien en sí mismo es la Verdad), el autor de ellas, y deben ser
creídas porque son la Palabra de Dios.

I.5 El testimonio de la iglesia puede movernos e inducirnos


a tener por las Santas Escrituras una estimación alta y reverencia,
a la vez que el carácter celestial del contenido de la Biblia, la
eficacia de su doctrina, la majestad de su estilo, la armonía de
todas sus partes, el fin que se propone alcanzar en todo su
conjunto (que es el de dar toda la gloria a Dios), el pleno
descubrimiento que hace del único modo por el cual el hombre
puede alcanzar la salvación, y las otras muchas e incomparables
excelencias, así como su entera perfección, son argumentos por
los cuales se evidencia abundantemente como Palabra de Dios.
Sin embargo, nuestra persuasión y completa seguridad de su
infalible verdad y divina autoridad, provienen de la obra del Espíritu
Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la Palabra de
Dios y por medio de ella.

Cuestión VII

“La autoridad de la Santa Escritura, por lo que debe ser creído


y obedecido, ¿depende del testimonio de cualquier hombre o
iglesia?”
No (2 P. 1:19-21; 2 Ti. 3:16; 1 Ts. 1:13).

Pues bien, ¿se equivocan los escritores papistas, quienes


mantienen, Que la autoridad de las Escrituras, depende del
testimonio de la iglesia, en cuanto a nosotros?
Sí.
¿Poe cuáles razones son refutados?
Primero, porque la Palabra debe ser recibido por nosotros,
no como palabra de hombre, sino como la Palabra de Dios
(1 Ts. 2:13).

Segundo, porque la doctrina de Cristo, a ser recibida por los


creyentes, no depende del testimonio del hombre (Jn. 5:34).

Tercero, porque solo Dios es verdadero e infalible, y todos


los hombres son mentirosos (Ro. 3:4; Hé. 6:18). Él es de
sabiduría incomprensible (Sl. 147.5). De gran bondad (Éx.
18:7; Ro. 11:12; Sl. 34:8). De dominio y poder absoluto (Gn.
17:1; Sl. 50:1-2; He. 6:8). Por lo tanto, se le debe creer en
todas sus narraciones, promesas, amenazas y profecías, y
obedecido en todos sus mandamientos todo el tiempo,
porque Él mismo lo ha dicho así.

I.6 El consejo completo de Dios tocante a todas las cosa


necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida de
hombre, o está expresamente expuesto en las Escrituras, o se
puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia y, a
esta revelación de su voluntad, nada ha de añadirse, ni por nuevas
revelaciones del Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres. Sin
embargo, confesamos que la iluminación interna del Espíritu de
Dios es necesaria para que se entiendan de una manera salvadora
las cosas reveladas en la Palabra, y que hay algunas
circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la
iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben
arreglarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia
cristiana, pero guardando siempre las reglas generales de la
Palabra de Dios que han de observarse siempre.

Cuestión VIII

“Todo el consejo de Dios concerniente a todas las cosas


necesarias para Su propia gloria, la salvación del hombre, fe y
amor, o expresamente establecido en la Escritura o por buena
y necesaria consecuencia, ¿puede ser deducida de ella?”
Sí (2 Ti. 3:15; Gá. 1:8-9; 2 Ts. 2:2).

Pues bien, ¿se equivoca la iglesia papista, quienes mantienen que,


La Escritura es una regla imperfecta, y por lo tanto, puesta en
necesidad de un suministro de tradiciones no escritas?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque toda la Escritura es dado para el el hombre


de Dios sea perfecto, enteramente preparado para todas las
buenas obras (2 Ti. 3:16-17).
Segundo, porque el salmista dijo expresamente que, la ley
de Dios es perfecta, y que convierte al alma (Sl. 19:7-8).

Tercero, porque nada debe ser añadido a la Palabra de Dios


(Dt. 4:2; Pr. 30:6). Por lo tanto, la Escritura debe ser una
regla completa y perfecta de fe, y no una regla imperfecta,
o sino en parte una regla como ellos enseñan.

Cuestión IX
“¿Es una garantía argumentar en artículos, o asuntos de fe,
por consecuencias deducidas de las Escrituras?”
Sí.
Pues bien, ¿se equivocan los Socinianos, los Cuáqueros, los
Anabaptistas y Arminianos, quienes mantienen, que toda materia
de fe están establecidas expresamente y en muchas palabras en
la Escritura, y que ninguna materia de fe, al menos necesario para
la salvación, puede ser construido sobre consecuencias trazadas
de la Escritura?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque Cristo mismo demuestra desde la Escritura,


que los puntos necesarios de la fe, como la resurrección de
los muertos, por una consecuencia (Mt. 23:29-32). Para ser
Dios de cualquiera, esta para dar vida eterna (Sl. 33:12; Sl.
144:15). De donde se sigue, que aquellos patriarcas aún
vivieron con Dios, con respecto a sus almas, lo que los
saduceos negaron (Hch. 23:8) y también deben subir con
respecto a sus cuerpos, y vivir eternamente: viendo que Él
es llamado un Dios, no de una parte de ellos solamente, sino
de todas sus personas. Y en aquel mismo capítulo, verso
43, 45, Cristo demuestra Su deidad por consecuencia de la
Escritura, contra los Fariseos.

Segundo, así Apolos (Hch. 18:28) y Pablo (Hch. 19:22)


demuestran desde el Antiguo Testamento, que Jesús es el
Cristo: pero esto no es expresamente dicho en el Antiguo
Testamento, que Él es el Cristo. ¿No es infaliblemente
verdad lo que necesariamente se sigue desde la Escritura,
contenida en ella implícitamente, e implícitamente revelado
por Dios?
Cuestión X.

“¿Es necesario la iluminación interna del Espíritu de Dios,


para el entendimiento salvífico de tales cosas, como están
reveladas en la Palabra?”
Sí (Jn. 6:45; 1 Co. 2:9-12).

Pues bien, ¿se equivocan los Socinianos y los Arminianos, quienes


mantienen, que los hombres sin la revelación del Espíritu (de Dios)
son capaces para entender las Escrituras para su salvación?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque los discípulos de Cristo no fueron capaces


para entender la Escritura, antes Él abrió sus ojos (Lc.
24:45).

Segundo, los judíos hasta el día de hoy no pueden entender


las Escrituras del Antiguo Testamento, hasta que el velo, por
el Espíritu de Dios, sea quitado (2 Co. 3:14-18).

Tercero, porque el salmista David buscó de Dios, el abrir de


sus ojos, que puede contemplar cosas maravillosas de su
ley (Sl. 119:18).

I.7 Las cosas contenidas en las Escrituras, no todas son


igualmente llanas, ni igualmente claras para todos; sin embargo,
las cosas que necesariamente deben saberse, creerse y guardarse
para conseguir la salvación, se proponen y declaran en uno u otro
lugar de la Escritura, de tal manera que no sólo los eruditos, sino
también los que no lo son, pueden adquirir un conocimiento
suficiente de tales cosas por el debido uso de los medios
ordinarios.
Cuestión XI

“Todas estas cosas, que son necesarias para ser conocidas,


creídas y observadas para la salvación, ¿están tan claramente
propuestas y abiertas en algunos lugares de la Escritura, u
otros, que no solo el aprendido, sino el indocto, en un uso
debido de los medios ordinarios, puede alcanzar un
entendimiento suficiente de ellas, para su salvación?”
Sí (Sl. 119:105, 130).
Pues bien, ¿se equivocan los papistas, quienes mantienen, que las
cosas necesarias para la salvación, están oscuramente y
misteriosamente establecidas en la Escritura; y que sin la ayuda
de las tradiciones no escritas y la exposición infalible de la iglesia,
las Escrituras no pueden ser entendidas?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque la Palabra es lámpara para nuestros pies,


y una luz para nuestros caminos (Sl. 119:105).

Segundo, porque la Escritura es una luz que alumbra en un


lugar oscuro (2 P. 1:19).

Tercero, porque la Escritura ilumina los ojos, y hace al


simple sabio (Sl. 19:7-8).

I.8 El Antiguo Testamento en hebreo (que era la lengua


nativa del pueblo de Dios antiguamente) y el Nuevo testamento
(que en la época en que fue escrito era la lengua más conocida
entre las naciones), siendo inspirados inmediatamente por Dios, y
mantenidos puros a través de los siglos por su especial cuidado y
providencia, son por eso mismo auténticos; y por esa razón la
iglesia debe apelar a los originales en esas lenguas, en última
instancia, en toda controversia religiosa. Pero como dichas
lenguas no son conocidas por todo el pueblo de Dios, que tiene
derecho a las Escrituras e interés por ellas, y tiene ordenado
leerlas y escudriñarlas en el temor de Dios, deben por ello ser
traducidas a la lengua vulgar de toda nación a la que sean llevadas,
para que morando abundantemente la Palabra de Dios en todos,
puedan adorar a Dios de manera aceptable, y así, mediante la
paciencia y consolación de las Escrituras, tengan esperanza.

Cuestión XII
“¿Ha mantenido (guardado) puro el Señor en todos los siglos,
por su singular providencia y cuidado, el Antiguo Testamento
en Hebreo y el Nuevo Testamento en Griego?”
Sí (Mt. 5:18).

Pues bien, ¿se equivocan los papistas, quienes mantienen que, el


Antiguo Testamento en Hebreo y el Nuevo Testamento en Griego,
que son las fuentes, están corrompidas, y que su común versión
latín es auténtica?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque Cristo dijo: que hasta que pasen el cielo y


la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que
todo se haya cumplido (Mt. 5:18).

Segundo, porque no puede haber necesidad urgente


mostrada, porque las fuentes estén corrompidas.

Tercero, si cualquier corrupción habría en la Escritura,


Cristo, sus apóstoles y los padres ortodoxos lo habrían
declarado tanto.

Cuarto, porque ellos nunca han ni pueden manifiesto


cualesquiera corrupciones en las fuentes, sin embargo, la
mayoría de las demostraciones manifiestas e innegables
son dados de las corrupciones de su versión latín, que
hacen auténtica.
Cuestión XIII
“Las lenguas originales, a saber, el Hebreo y el Griego, ¿deben
ser traducidas en el lenguaje vulgar de cada nación a la cual
ellas vengan?”
Sí.

¿Se nos mandó en el temor de Dios a leer y escudriñar las


Escrituras?
Sí (Jn. 5:39; 1 Co. 14:6, 9, 11-12, 14, 24, 27-28).

¿Se equivocan igualmente los Papistas, quienes mantienen que,


no hay necesidad de traducir las lenguas originales, el Hebreo y el
Griego, al lenguaje vulgar de cada nación, en que ellas vienen, sino
más bien un gran riesgo y peligro de errores y herejías?
Sí.
¿Por cuáles son refutados?

Primero, porque las Escrituras fueron dadas desde hace


mucho a los Judíos, en su propia lengua vulgar, para que
ellas puedan ser leídas públicamente y privadamente por
todos (Dt. 31:10-12; Dt. 11:18-20).

Segundo, porque el Nuevo Testamento fue escrita en la


lengua Griega, que en aquel tiempo era generalmente la
más conocida en todas las naciones.

Tercero, porque Cristo ofrece a todos, a escudriñar las


Escrituras (Jn. 5:29).

Cuarto, porque los profetas y apóstoles predicaron sus


doctrinas a las personas y naciones en sus lenguas
conocidas (Jr. 46.15-16; Hch. 2:6).

Quinto, porque inmediatamente después de los tiempos de


los apóstoles, muchas traducciones fueron existentes.

Sexto, porque todas las cosas deben ser hechas en la


congregación para edificación (1 Co. 14:26), pero una
lengua desconocida no edifica.

Séptimo, porque todos son mandados a probar los espíritus


(1 Tes. 5:21; 1 Co. 10:15).
Octavo, porque las Escrituras enseñan el camino de la vida
(Pr. 2.9; Lc. 16.19; Hch. 24.14).

Noveno, porque las Escrituras exponen el deber de cada


hombre en su lugar, y estado de su vida (Dt. 17:8, 19-20; Js.
1:8; Sl. 119:24; 2 Cr. 23:11).

Décima, porque ellas (las Escrituras) son el fundamento de


la fe (Ro. 4:20; 2 Cr. 20:20).

Décima primero, porque ellas son la epístola de Dios que


mandó a su iglesia (Os. 8:12; Ap. 2:1, 8, 12).
Décimo segundo, porque ellas son su Testamento, donde
podemos encontrar qué legados Él nos ha legado (2 Co.
3:14-16; He. 10:16; Jn. 14:16).

Décimo tercero, porque ellas son la espada del Espíritu (Ef.


6:17).

Décimo cuarto, porque siendo abrazada y conocida (las


Escrituras), hacen a un hombre feliz (Sl. 119:97-98; Lc.
10:42; Sl. 1:2; Ap. 1:3).

Décimo quinto, porque cuando las Escrituras son


descuidadas o rechazadas, ellas hunden a los hombres en
toda miseria (He. 2:3; Mt. 22:29; Sl. 50:16).

I.9 La regla infalible de interpretación de la Escritura; y por


consiguiente, cuando hay dificultad respecto al sentido verdadero
y pleno de un pasaje cualquiera (sentido que no es múltiple, sino
único) éste se debe buscar y establecer con la ayuda de otros
pasajes que hablen con más claridad.
Cuestión XIV

“Cuando hay una cuestión acerca del verdadero significado, y


el sentido completo de cualquier Escritura, ¿debe ser
conocido y escudriñado por otros lugares que hablan más
claramente?”
Sí (2 P. 1:21; Hch. 15:15-16).
Pues bien, ¿se equivocan los Papistas, quienes mantienen que, la
Escritura no es un suficiente interprete de sí mismo, y que el
sentido de ella no puede ser reunida infaliblemente, de otros
lugares que hablan más claramente, cuando el texto es dudoso,
sino solamente desde la tradición magistral y opiniones no escritas
de la iglesia de Roma?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?
Primero, porque los nobles Bereanos compararon la
Escritura con la Escritura, para descubrir el sentido
verdadero y seguro de ella (He. 17:11).

Segundo, porque el apóstol Pablo hizo lo mismo (Hch.


28:23).

Tercero, porque los mismo fue hecho por el consejo de los


apóstoles y ancianos (Hch. 15:15-17).

I.10 El juez supremo, por quien deben decidirse todas las


controversias religiosas, y todos los decretos de concilios,
opiniones de antiguos autores, y doctrinas de hombres y espíritus
individuales deben ser examinados, y en cuya sentencia debemos
descansar, no es otro que el Espíritu Santo, que habla en la
Escritura.

Cuestión XV

“¿Es el Espíritu Santo hablando en la Escritura, el juez


supremo por el cual todas las controversias de la religión son
determinadas, todos los decretos de los consejos, opiniones
de escritores antiguos, doctrinas de hombres y espíritus
privados a ser examinados, y en cuya oración estamos para
descansar?”
Sí (Mt. 22:29, 31; Ef. 2:20; Hch. 28:25).

Pues bien, ¿se equivocan los Papistas, quienes mantienen, que la


Iglesia de Roma y el Papa, son los jueces supremos de todas las
controversias de la fe: y que sus decretos y determinaciones están
para ser creídas sin examinación, e implícitamente ser creídas por
todos los creyentes?
Sí.

¿Se equivocan igualmente los Cuáqueros, quienes mantienen, que


la luz interior que enseña al electo, es el único juez de todas las
controversias de la fe?
Sí.
¿Por cuáles razones son refutados?

Primero, porque Dios manda a todos los hombres a ir a la


ley y al testimonio, en asuntos dudosos (Is. 6:16).
Segundo, porque todas las dudas en la religión están para
ser examinadas por la regla de la Palabra (Hch. 17:11; Gá.
6:16).

Tercero, porque Cristo y sus apóstoles siempre disputaron


y razonaron desde las Escrituras contra los enemigos de la
verdad (Mt. 22:31; Gá. 3:13).

Cuarto, porque la iglesia de Dios está fundada sobre los


escritos de los profetas y apóstoles (Ef. 2:20).

Quinto, porque somos mandados a probar todas las cosas,


y a probar los espíritus (1 Ts. 5:2; 1 Jn. 4:1, 6).

Extraído de Truth's Victory Over Error (La


Victoria de la Verdad sobre el Error), escrito
por el Covenanter David Dickson.
Traducido por Julio Cesar C.M.

También podría gustarte