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Documentando el Nuevo Mundo: La cultura Maya

Article · February 2016

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Francisco Javier Luengo Gutiérrez


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Documentando el Nuevo Mundo: La cultura Maya

Francisco Javier Luengo Gutiérrez


http://www.temporamagazine.com/documentando-el-nuevo-mundo-la-cultura-maya/

El «descubrimiento» de una cultura, de una sociedad, es siempre un hito


histórico, tanto para los «descubridores» como para los falsamente
«descubiertos». El caso de la cultura maya no es una excepción.
Para todo amante de los estudios antropológicos, en lo directo, como para
los arqueólogos, en lo indirecto, la cultura se ha presentado ante la sociedad de
distintas formas. El enfoque a la hora de analizar, estudiar y registrar la
información sobre ésta ha variado en gran medida a lo largo del tiempo. Así
pues, y fruto de esta idea, uno podría preguntarse ¿cómo ha evolucionado la
documentación desde el punto de vista europeo para una cultura tan rica y
enigmática como la maya?
En esta ocasión, y debido a las grandes dimensiones que puede suponer
un estudio completo de esta temática, únicamente se hará referencia al material
gráfico, en otras palabras: cuándo y cómo se dio la primera documentación
gráfica de la cultura maya, cómo ha evolucionado hasta nuestros días la misma,
y qué está ocurriendo en la actualidad al respecto.
El mundo maya no llega a oídos de Europa hasta el inicio de la Edad
Moderna. Precisamente es con la aparición de América al Viejo Mundo como
muchos investigadores dan comienzo dicho periodo histórico. Sin embargo,
tendríamos que esperar a 1502, unos cuatro años después desde el viaje por
parte del almirante Colón, para que se tuviera noticia por escrito de esta cultura:
«Los nombres maya y suyem fueron las primeras voces que penetraron en la
historia, mucho antes del descubrimiento de Yucatán. Cuando Cristóbal Colón
en su cuarto viaje llegó el 30 de julio de 1502 a la vista de la Isla Guanaja en el
Golfo de Honduras, envió a su hermano Bartolomé a reconocer a ésta y a tomar
posesión de ella con dos canoas. Yendo don Bartolomé a cumplir las órdenes
del Almirante vio venir del lado de occidente una canoa grande que parecía
dirigirse a la isla. Intrigado y queriendo saber cuál era, la esperó y rodeó,
apresándola. Sorprendióse al hallarla ocupada por gente vestida de algodón, que
creyó seda, hombres y mujeres conduciendo mercancías, entre las cuales había
mantas, hachas de cobre, objetos de alfarería y cacao. Y supo así que aquella
gente civilizada venía “de cierta provintia chiamata maiam” y que sus capas se
llamaban suyem, según escribió en Informe publicado por Harisse, en 1866.
Después de admirados por el mismo almirante, fueron dejados en libertad
aquellos hombres que no eran otros sino mayas que venían de la península
(Informamatione de Bartolomeo Colombo)»
Aun así, a partir del primer contacto sólo surgiría una transmisión oral y
escrita, con el consecuente interés, pero no una documentación gráfica. Si se
sigue rastreando las primeras documentaciones se encontrará cómo a comienzos
del siglo XVII se tiene información descriptiva sobre los yacimientos mayas de
Uxmal y Chichén Itzá de manos del historiador Diego López de Cogolludo, sin
embargo, tampoco aparecería documentación gráfica.
Para los primeros dibujos se tendría que esperar hasta los inicios del siglo
XIX, concretamente en la década de 1830, gracias alartista Count Frederic
Waldeck. Por injusto que pueda parecer, a pesar de estos dibujos, le tocaría a
otro aventurero ser recordado como padre de la documentación maya a inicios
del mismo siglo. Se trata de John Lloyd Stephens, explorador, aventurero,
redactor de importantes relatos de viajes, siempre acompañado por el arquitecto
y dibujante Frederick Catherwood. Éste segundo sería el responsable de ilustrar
el diario de Lloyd, y sería una de las piezas fundamentales en el interés
provocado en Estados Unidos y en Europa por el conocimiento de esta cultura
que incluso hoy en día nos sigue cautivando.
Ruinas mayas dibujadas por Count Frederic Waldeck (Fuente)

Ruinas de Uxmal dibujadas por Catherwood (Fuente)

Las exploraciones de Lloyd y Catherwood documentaron ruinas mayas desde


Copán en el sur hasta Chichén Itzá en el norte. De sus obras destacan Incidents of
Travel in Central America, Chiapas and Yucatan (1841) y Incidents of Travel in
Yucatan(1843). Un año después Catherwood publicaría su propio libro de
litografías titulado: Views of Ancient Monuments in Central America, Chiapas and
Yucatan (1844). La civilización maya salió del anonimato definitivamente con
esta última publicación. Hay que destacar, que para sus dibujos, Catherwood
utilizó un dispositivo conocido como camera lucida, el cual proyectaba la
imagen desde la lente sobre el papel. Luego el artista podía dibujar con mayor
precisión gracias a la imagen proyectada. Gracias a esta técnica los dibujos de
Catherwood presentan una calidad extraordinable, y sus dibujos sólo han
recibido la crítica de poseer un considerable estilo romántico. Diez años
después de la que sería su publicación más importante Catherwood fallecería a
los 55 en un accidente de barco y la documentación de la cultura maya pasaría
a depender principalmente de Desire de Charnay a partir de 1857.

Templo de Kukulkán de Chichen Itzá por Désiré Charnay (Fuente)

Con Desire de Charnay se iniciaba la entrada de la fotografía en la


registro de la civilización maya. Para el último cuarto del siglo XIX, en 1876,
comenzarían a darse otros viajes fotográficos que se convertirían en libros, entre
los que habría que destacar los realizados por Teober Mahler. Poco después le
tocaría a Sir Alfred Percival Maudslay, quien en 1891 le aportaría a la
investigación maya un cambio de perspectiva y una profundización mayor en
las excavaciones. Está considerado como el primer investigador
verdaderamente científico tanto excavando, como analizando los conjuntos
mayas. Al mismo tiempo, en torno a1875, se estaría aplicando la fotografía
estereoscópica, que sería introducida por Augustus y Alice Le Plongeon.
A partir de estos años la afluencia de exploradores que deseaban
documentar y fotografiar yacimientos mayas se incrementó considerablemente.
William Holmes documentó Palenque en 1895, mismo año en el que Teobert
Maler registraba Tikal, al igual que Alfred Tozzer. Los equipos de excavación
llegarían en 1923 a Chichen Itza de la mano de Sylvanus Griswold Morley. Dos
años después Franz Bloom haría lo mismo con Palenque. La arqueología
profesional hacia poco a poco aparición y la documentación pasaba a tomar un
papel primordial.
Por último, y acercándonos a finales del siglo XX aparecería en América
la fotogrametría, técnica por la cual se puede documentar un objeto o espacio
tridimensionalmente a partir de fotografías utilizando cálculos trigonométricos.
La primera referencia a uso de fotogrametría arquitectónica en la cultura maya
se corresponde con el registro fotogramétrico de la pirámide de Adivino, en
Uxmal, Yucatán, México, según indica Desmond:

«Que sepamos, la fotogrametría arquitectónica, una técnica bien


desarrollada, no había sido aplicada por los arqueólogos en el área
Maya».

El trabajo consistió en el registro de los lados oeste y norte de la pirámide de


Adivino usando fotografías tomadas desde tierra y desde el aire, para este segundo caso
gracias a un globo de hidrógeno que sostenía la cámara. Así pues la primera fotogrametría
de rango corto data de 1989, y fue pedida por el director del INAH Centro Yucatán, el
arqueólogo Ruben Maldonado al también arqueólogo Lawrence Desmond. Aunque la
pirámide de Adivino ha sido el primero, otros muchos yacimientos han sido
hasta el día de hoy registrados tridimensionalmente ya sea a partir de
fotogrametría concretamente o a partir de escáneres
Lo que se ha presentado aquí es una revisión historiográfica de la
documentación gráfica de la cultura maya a través de los registros bibliográficos
existentes. Pero, se podría plantear la duda de por qué conceder a este análisis,
que podría parecer meramente recopilatorio, un artículo completo. La respuesta
es bastante simple cuando se reflexiona. El registro, y en este caso, el registro
gráfico, sirve para conocer, para analizar, interpretar, y para algo muy
importante, salvaguardar. Con las imágenes podemos obtener representaciones
históricas, de mayor o menor calidad, pero con un gran valor informativo.
Conociendo el desarrollo de la documentación podemos descubrir las carencias,
por motivos técnicos o de otra índole, que nuestros antepasados sufrieron a la
hora de realizar los registro y que nosotros, ayudados por este análisis
historiográfico debemos corregir. Sólo hay que pensar en lo valioso que hubiera
sido poder contar con un registro fotográfico de multitud de edificaciones
históricas que hoy ya no se conservan. Ser conscientes de que el registro está
sesgado por nuestra perspectiva puede hacernos reflexionar no ya en nuestro
trabajo como investigadores sino sobre las generaciones venideras. Pero se ha
de evitar, eso sí, caer en el error de que una nueva tecnología pueda hacer
desaparecer todas las técnicas anteriores. El dibujo arqueológico, tal y como se
entiende hoy día, es una grandísima herramienta de síntesis y abstracción.
La fotografía arqueológica por su parte es una representación bidimensional
realista. Por último, los objetos tridimensionales se ofrecen hoy día como una
magnífica herramienta que nos puede ayudar a interpretar, y sobre todo a
divulgar. Y todos son necesarios, cada uno aportando su formato de información,
hacen de la investigación algo más sencillo.
Tampoco se ha de olvidar que el registro no conserva los edificios, ni las
esculturas, ni las preserva para el futuro. El registro puede ayudar a identificar un
problema arquitectónico, pero nunca subsanarlo por sí mismo. Se debe ser
consciente de que la restauración, ya sea para recuperar o mantener un ente
arqueológico, es necesaria. Sin embargo, no siempre se cuenta con los medios
económicos suficientes y somos testigos de cómo algunos monumentos
representativos se están viendo amenazados por causas naturales del paso del
tiempo como son las provocadas por la vegetación y las lluvias, los
movimientos sísmicos, etc, así como por causas directa o indirectamente
antrópicas. Por suerte, la concienciación a través de la conexión mundial que
brinda internet ha facilitado la creación de proyectos como CyArk, que se han
puesto en marcha ya para poder preservar, aunque seatridimensionalmente
algunos enclaves mayas, como el del templo I de Tikal, así como de otras culturas
alrededor del mundo.
Pincha en la foto para acceder al modelo tridimensional del templo I de Tikal.

Templo I Tikal en 3D. CyArk (Fuente)


Bibliografía|

1. DESMOND, L. “Registro fotogramétrico de la Pirámide del Adivino,


Uxmal, Yucatán, México: Evaluation de campo, 1990”. En: Consejo de
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3. LAWRENCE, D., “A historical overview of recording architecture at the
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280. 1997.
10. WARD, P., La conservación del patrimonio: carrera contra reloj. The
Getty Conservation Institute, Marina del Rey, California. 1986

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