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UN UNIVERSO CREADO CON SU ALIENTO

La humanidad durante toda su existencia ha intentado explicar la creación del universo y cuál es el
rol del hombre en medio de todo el cosmos; los teólogos, filósofos, físicos y astrónomos se han
cuestionado si el hombre es el centro de la creación o si es el mundo, siendo el ser humano un
resultado de la creación.

El astrónomo Brandon Carter en 1974, sugirió un precepto denominado el “Principio Antrópico”,


indicando que todas las constantes de las que depende la estructura y el dinamismo del universo solo
pueden adoptar valores acotados por la circunstancia de que existe el hombre; es decir que cada
aspecto del universo como lo conocemos tiene como objetivo aportar de manera directa o indirecta
al desarrollo y hábitat del ser humano, debido a que la existencia del hombre requiere de
condiciones ambientales tan específicas y precisas que no se lograrían si la creación que cobija a las
personas no estuviera minuciosamente ordenada como lo está.

Al respecto la Biblia nos narra en el libro de Génesis el desarrollo de la creación teniendo como autor
principal a Dios. La orden con la que Él concibe cada aspecto del universo fue, “y dijo Dios sea y fue
echo”; ¿Qué elemento utilizó Jehová para crear los cielos y la tierra?, en realidad ninguno, solo fue
Su poder manifestado en su aliento, es decir en su Palabra.
Dios creó todo el universo para el hombre y para que éste tenga el poderío y dominio de todo lo
creado, “Les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del
mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Génesis 1:28

Sin embargo, aunque vemos el amor de Dios manifestado para con toda la humanidad, debemos
vivir siendo conscientes que nuestro paso por la tierra es tan efímero como la propia creación, tal y
como dice en Mateo 24:35 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”

¿En qué debes sustentar tu existencia?; en el amor y salvación de Cristo, reconociéndolo a Él como el
centro de tu vida, confiando en que lo que Él te ofrece no es temporal, es trascendental. “Yo les doy
vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano.” Juan 10:28

Apreciado lector, determínate a creer y vivir para Jesús y no morirás

Lcdo. Héctor Montiel C.

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