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2. Oídos Abiertos:
(Isaías 50:4) "Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al
cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los
sabios". Tenemos que oír nuestros mensajes primeramente de sus labios antes que
otros puedan oír con provecho los nuestros. El verdadero siervo del Señor tiene un
oído vivificado, conoce la voz de su Maestro, "El oye la palabra de su boca." Sus
mensajes no son meros razonamientos, ni son juntados de los diarios o de la literatura
religiosa de su tiempo, sino que son ecos de una voz celestial, y detrás de ellos
reconocemos tanto predicadores como oyentes que "así dice el Señor."
Amados siervos, ¿conocemos su voz? ¿Esperamos Sus mensajes, y hablamos como
quienes hemos sido instruidos para "hablar en sazón palabra al cansado"? la ayuda no
está en la multitud de palabras, ni en todo un sermón o mensaje. Tal vez sea una sola
palabra que cae en un corazón. Este es el método que el señor usa para amonestar,
vivificar, convencer, consolar, e inspirar a Su pueblo.
Los que así podemos oír la voz de Dios y transmitir su mensaje somos los verdaderos
profetas en cada siglo. ¡Que Dios nos dé el espíritu profético, oídos y lenguas con
el toque divino del Pentecostés!
Los verdaderos siervos de Dios tienen que ser ciegos a toda cosa que no esté
relacionada con él. Tal como un caballo de tiro cuyos ojos están protegidos por
anteojeras sólo puede mirar hacia delante, así desea Dios que vayamos nosotros con
los ojos concentrados en su obra, en su voluntad. ¿Con cuántas cosas trata nuestro
adversario de desviarnos o distraernos! Las atracciones del mundo, la gente de nuestro
alrededor, las cosas que dicen o que no dicen de nosotros: tenemos que ser ciegos a
todo ello, y nuestro único lema será servir y engrandecer el nombre de Jesús. Que el
Señor nos ayude para ser ciegos a todo aquello que procure distraernos y
hacernos perder de mira nuestro más grande objetivo: "Hacer la obra del que nos
envió"
3. Pies veloces y listos para hacer Su obra:
(Isaías 52:7) "¡Cuan hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres
nuevas!”. El siervo del Señor no sólo tiene que saber cómo hacer las cosas, sino que
debe actuar. Su obra le llamará a los montes, el lugar de duro servicio, pero sus pies
estarán "calzados con el apresto del Evangelio de paz", y dejará siempre, detrás suyo
una huella brillante de hermosura y de luz.
Hay otro excelente pasaje en Isaías acerca de los pies consagrados, (Isaías 32:20):
"Dichosos vosotros los que sembráis sobre todas aguas, y metéis en ellas el pie del
buey y del asno." "Sembrando sobre todas las aguas" se refiere a la siembra de
nuestra semilla donde el agua ha preparado el terreno. Hemos de seguir al Espíritu
Santo cuando El abre el camino y prepara los corazones de los hombres. Los pies "del
buey del asno" son muy sugestivos en lo que se refiere al verdadero servicio cristiano.
El buey es la bestia de trabajo, y el asno lleva la carga, uno trabaja, el otro sufre. El
verdadero siervo del señor está listo para el sacrificio o para el arado, como el Señor lo
ordene. Esto está presentado con gran belleza en el Evangelio de Marcos y nos ofrece
el cuadro de Jesucristo como el Siervo lo vemos primero como el Cristo trabajador y
luego cono el Cristo que sufre.
Siervos, ¿seguimos Sus pisadas, yendo a todas las aguas de amante servicio y
de paciente sufrimiento? Que no nos ocurra similar a Lot, que escogió la
comodidad da la llanura, y perdió su hogar, su familia, sus posesiones, y hasta
su vida espiritual. Que sean hermosos nuestros pies a los ojos del altísimo.
"¿A quién enviaré, y quien nos irá?" y en ese momento la respuesta saltó de sus
labios, "heme aquí, envíame a mí".