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Winnicott - Stutman U2
Winnicott - Stutman U2
E.Mail.– analiastutman@hotmail.com
A mi parecer, Winnicott al igual que todos los psicoanalistas teóricos y clínicos, está
interesado en conocer los procesos y fenómenos involucrados en la constitución,
desarrollo y funcionamiento que ocurren en el aparato psíquico de un individuo, así
como también sus posibles desviaciones que dan origen a las patologías. Con la
particularidad de que después de recorrer e introducirse en otros caminos teóricos
como los de S. Freud, A: Freud. M. Klein y otros; él se orienta a una opción que
recoge su saber complementario y del cual ya ha podido extraer hipótesis y
enriquecedoras experiencias, que es la pediatría.
Creo que esta doble fuente desde donde nutre su pensar, le dará un sello particular,
su capacidad de observar al niño, pero entendiéndolo como miembro de una
primera unidad indivisible madre – hijo, la que sufrirá cambios a lo largo del
desarrollo, la que luego incluirá al padre como 3°, que además les trae y ofrece la
cultura y la posibilidad de separarse sanamente, siempre que esa díada madre-hijo
haya recorrido de manera suficientemente buena las etapas previas.
El decía, que no existe bebe sin su madre y luego agrega que no hay madre capaz
de cumplir con todos los requerimientos del bebé en sus primeras etapas, si no hay
un padre o 3° que haga la función de contener a esa madre[1]. Es decir, un bebé
atendido por una “madre corriente devota”[2] volcada a él y el padre como
sostenedor de este vínculo desde su inicio[3].
Creo que este es un aporte muy contundente, para el psicoanálisis, que de algún
modo estaba tratando el desarrollo de la mente, como algo entera o
fundamentalmente intra psíquico – por ejemplo con el énfasis que le da M. Klein –
descuidándose o dejando en un plano más secundario el rol del ambiente en la
construcción del aparato psíquico, la dimensión intersubjetiva del desarrollo humano
y el rol específico de los progenitores o sus sustitutos como facilitadores o
inhibidores de un sano desarrollo mental y especialmente emocional.
Tal vez me fue necesaria esta introducción para entrar de lleno en centrar mi
atención en cómo se constituye el sujeto, como una de las preguntas más
importantes que surgen en el trabajo clínico y en ese particular encuentro que allí
ocurre entre dos subjetividades en íntima conexión. Mi apreciación personal, es que
se constituye desde la más temprana y decisiva relación con la madre (o su
sustituta, como Winnicott siempre aclara) y se enriquece en los futuros vínculos y
relaciones.
Es muy probable que mi particular experiencia de trabajar con niños me implique de
manera más contundente en esta mirada, ya no solo teórica sino clínica[4] y
absolutamente cotidiana. Parodiando con mucho respeto a Winnicott, diría que “no
hay niño que pueda avanzar o mejorar (si lo logra) en sus dificultades emocionales,
en terapia, sin sus padres”. Es decir, padres que estén dispuestos a recibir a este
hijo en proceso de cambio, más sujeto de su vida que objeto de ellos, diferenciado,
un poco más seguro, etc. Padres que estén dispuestos a contener los momentos
angustiosos, dispuestos a soportar sus regresiones transitorias, dispuestos a
aceptar una mirada del mundo y de la vida diferente a la de ellos (sobre todo si estos
padres son muy inseguros, paranoides, obsesivos, rígidos, etc), dispuestos a tolerar
sin envidias destructivas sus cambios y mejorías.
Para ir revisando de una manera más ordenada estas ideas que quiero plantear,
me parece útil volver a algunos textos y enunciados que Winnicott propone respecto
a estos temas. Conceptos como la madre suficientemente buena, madre corriente
devota, espacio potencial, ambiente facilitador, preocupación maternal primaria y
las tres funciones maternales o del ambiente[5] serán elementos centrales con los
que iré tratando de proponer una visión que sintetice sus aportes, en relación al rol
de la madre.
La totalidad de estos conceptos los plantea de manera reiterada en gran parte de
su obra, lo que demuestra su total convicción sobre este aspecto del desarrollo del
niño que está profundamente relacionado con su ambiente, especialmente los
primeros objetos, escenas y vivencias en su entorno facilitadas por los padres. Este
aspecto de su pensar no será nunca abandonado a lo largo de toda su obra.
Tareas y funciones que Winnicott asigna a los padres y/o cuidadores de los niños
Desde el inicio de la vida del bebé, Winnicott se refiere a la necesidad de que el
ambiente provea al niño de las condiciones mínimas para que pueda darse tanto su
crecimiento y desarrollo físico como emocional. Desde recién nacido el bebé está
en una relación de dependencia absoluta y requiere de estabilidad y continuidad
ambiental. El primer introyecto de ambiente que hará el bebé – aunque al inicio ni
siquiera lo distinga como tal – será la madre y para esa primera etapa Winnicott ya
nos plantea varias tareas que debe realizar y disposiciones mentales que requiere
tener la madre para favorecer el sano desarrollo de su hijo.
En “El papel del espejo de la madre y la familia en el desarrollo del niño”[6] él plantea
3 funciones específicas que debe cumplir la madre para ayudar al bebé a
subjetivizarse, a habitar su cuerpo, comenzar a conocer para luego reconocer-se,
conocer y reconocer a la madre y todos los objetos que la madre le irá presentando,
en simultaneo a la vivencia de él, de ir creándolos (que es una de la funciones
parentales, a la que luego me referiré).
La primera de las funciones es el Holding, o sea la capacidad de sostener
emocionalmente al niño, en todo momentos y en todos los estados por los que
pueda atravesar su afectividad y su impulsividad. Naturalmente habrá emociones
placidas y otras altamente displacenteras y ahí requerirá que la madre le preste su
capacidad de contención y sostén para que él logre sobrevivir a la intensidad de lo
vivenciado.
Si bien Bion y Winnicott, no se influyeron, ni siquiera contactaron mientras
desarrollaban sus teorías, tienen mucho en común en este punto, ya que Bion (19 )
propone el concepto de Reverie de la madre, como la capacidad de contención
emocional. El diría que se espera que la madre en primera instancia y también el
padre sean capaces de recibir las angustias, molestias y llantos del niño y
transformarlos, devolviéndolos descargados de angustia, de una forma más
apropiada en que sí puedan ser toleradas y recibidas por el niño.
A partir de estas buenas experiencias con su medio el niño aprende a desarrollar
sus primeras concepciones acerca del amor, el bienestar, la comprensión, etc. Es
decir, el niño requi
ere de un estado anímico de los padres, abierto a recibir cualquier vivencia de sus
hijos. En este sentido, el Holding apunta a estas mismas destrezas parentales,
teniendo como meta la capacidad de integración psicológica del bebé[7]. También
el concepto de Preocupación Maternal Primaria, apunta a la necesaria sensibilidad
que la madre debe disponer en las primeras etapas para captar las experincias
inconfortables del bebé y poder actuar para contrarrestarlas.
Antes de referirme a la segunda función, quiero exponer mi permanente doble
lectura sobre estos contenidos en cuanto a las funciones parentales y lo que para
mi serían – salvando las naturales diferencias – las funciones del psicoterapeuta
infantil. Es más, me podrían decir con justa razón que también el de adultos, pero
en el caso del trabajo con niños es increíblemente fuerte el modo en que somos
invitados por los niños a ubicarnos en estos roles de ser capaces de acogerlos,
contenerlos y sostenerlos en sus aspectos más primitivos, regresivos o frágiles.
Esta doble mirada no es creación mía[8], ya lo había trabajado Winnicott por
ejemplo en “la teoría de la relación entre progenitores – infante”, donde él
propondrá al igual que en otros escritos, lineamientos para la clínica a partir de la
observación de las relaciones tempranas padres e hijo.
En mi opinión personal, muchas veces más que la capacidad de dar interpretaciones
verbales de mucha lucidez, los niños necesitan que estemos ahí intactos, sin vernos
dañados por sus agresiones para poder elaborar qué es de ellos y qué es de sus
padres u otros adultos a su cargo, tal vez frágiles o con dificultades para recibir sus
aspectos rabiosos o impulsivos, y poder así discriminar que no es su agresión la
que mata o daña sino que hay veces en que no los han podido contener y eso es lo
que ha distorsionado su autoimagen. En otros casos evidentemente, el trabajo va
en la línea opuesta, ayudarlos a apropiarse de su agresión para así poder controlarla
mejor, sin tener que proyectarla.
“Cuando la madre no cumple su función de sostén del yo, lo que surge es esta
angustia impensable, portadora entonces de una amenaza de anonadamiento
cuyas principales variantes se exponen a continuación: 1) Fragmentarse, 2) Vivir
una impresión de caída sin fin, 3) Sentirse elevado a cumbres infinitas, 4) Carecer
de relación con el propio cuerpo y, por último, de orientación espacio temporal”[9]
(esencia de las angustias psicóticas).
La segunda función es el Handling, se refiere más a los soportes y cuidados
concretos y reales que el niño necesita, al estar sintonizados y atentos a sus
necesidades de manipulaciones de alivio sobre su cuerpo real: mirarlo, tocarlo,
acariciarlo, limpiarlo es decirle “te quiero, me importas, tu vales, mereces, eres
objeto de mi amor” en el lenguaje del cuerpo, dejar de hacerlo es dar el mensaje
contrario. El logro psicológico que permite un buen Handling es la vivencia de
personalización, de habitarse a si mismo (incluida la pulsión), de sentirse una
unidad desde lo psicológico, con el Holding y desde lo corporal con el Handling.
Con respecto a estas dos funciones, Winnicott dirá que al examinar a un niño uno
puede ver si ha sido bien sostenido física y emocionalmente o no. O sea habrá una
confiabilidad garantizada respecto de su desarrollo o no, con la posible presencia
de angustias impensables.
“Esto dividirá el mundo de los bebés en dos categorías: 1.- Los bebés que no han
sido significativamente dejados caer en la infancia y cuya creencia en la
confiabilidad los lleva hacia la adquisición de una confiabilidad personal….Estos
bebés tienen continuidad existencial, conservan la capacidad para avanzar y
retroceder y llega a ser capaces de afrontar todos los riesgos porque están bien
asegurados. 2.- Los bebés que han sido significativamente dejados caer en una
oportunidad o dentro de una pauta de fallas ambientales,…..llevan consigo la
experiencia de una angustia impensable o arcaica. Saben lo que es estar en un
estado de confusión aguda o conocen la agonía de la desintegración. Saben qué
significa que se los deje caer, qué significa la caída perpetua o escindirse en la
desunión psicosomática. En otras palabras han experimentado un trauma….”.[10]
La tercera función, se refiere a la Presentación del objeto, apunta a cualidad
especial que debieran desarrollar las madres y que tiene que ver con la posibilidad
de crear una ilusión el niño. Es decir, el objeto es presentado porque existe, la
madre lo conoce y en el caso puntual del pecho o la mamadera (como 1° objeto),
lo posee: Sin embargo, el asunto consiste en poder presentarlo en sintonía con un
momento en que el niño lo está deseando o necesitando y de esta manera para el
niño, el pecho llega porque él lo creó . Juan David Nasio (1994), dice al respecto:
“Al ofrecer el pecho en el momento aproximadamente oportuno, procura al bebé la
ilusión de que él mismo ha creado el objeto cuya necesidad siente confusamente.
Al darle la ilusión de esta creación, la madre posibilita al bebé una experiencia de
omnipotencia, o sea que el objeto en el momento de ser esperado, adquiere una
existencia real.”[11].
Sobre este punto quisiera detenerme, por la cotidiana y dolorosa experiencia a la
que uno tiene acceso de ver cómo madres, padres, profesores y adultos en general
en nuestra sociedad, transgreden esta función, la pisotean y no acusan recibo del
daño que esto tiene para el menor.
• “Mira mamá!!, magia!!….No hijo eso no es magia, lo tienes debajo de tu
zapato!!”
• “No cierto Miss que yo fui el primero en ocurrírseme hacer un paseo al
museo?…No, Tomás! Raúl ya lo había propuesto antes sólo que tu no
estabas atento”
• “Mira lo que inventé!!…no mientas, no lo inventaste estaba en la revista que
viste cuando fuimos al dentista, te acuerda?”. NO, no solo no se acuerda,
sino que lo registró seguramente en su preconsciente y para apropiárselo, lo
dibuja y prueba su destreza de recrear algo con la ilusión de que lo está
creando. ¿Será esto muy difícil para una mente adulta o es la venganza por
la propia desilusión en la infancia?
BIBLIOGRAFÍA: