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CAPITULO I
ONTOGENESIS

DEL

LENGUAJE

CONTENIDO:

1.1. DESARROLLO DEL LENGUAJE EN EL PLANO FILOGENÉTICO.

1.2. RELACIONES ENTRE EL LENGUAJE Y EL DESARROLLO COGNITIVO.

1.3. ONTOGÉNESIS DEL SÍMBOLO EN EL NIÑO.

1.4. EL LENGUAJE COMO MÁXIMA CAPACIDAD DE APRENDIZAJE EN EL SER


HUMANO

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CAPÍTULO I: ONTOGÉNESIS

La comunicación y el lenguaje no deben entenderse en términos absolutos, como sinónimos totales. La


comunicación es un término más general que engloba al de lenguaje, aunque éste puede ser
considerado como la forma más importante de comunicación. Pero la comunicación humana no se
limita a la lengua hablada y escrita: existen diversos códigos como el gestual, proxémico, kinésico.

La comunicación puede utilizar cualquiera de nuestros sentidos. Resulta evidente nuestro potencial
comunicativo a través de gestos, expresiones faciales y corporales. Tampoco podemos olvidar
otras dimensiones comunicativas como la táctil, olfativa y gustativa. Pero de un modo más amplio
podemos concluir que el principal medio de comunicación es el verbal-auditivo.

Existen diversos conceptos de lenguaje, entre los cuales encontramos el lenguaje entendido como
una función compleja que permite expresar y percibir estados afectivos, conceptos, ideas, signos
acústicos o gráficos. El lenguaje está fundado en la asociación de un significado (contenido semántico) y
un significante (imagen acústica). Por lo tanto, para poder establecer la comunicación, se necesita de
un hablante y oyente que acepten los mismos símbolos para los mismos objetos y que la combinación de
estos símbolos se efectúe según las reglas. Lo que nos lleva a considerar la necesidad de admitir la
aceptación de una norma.

Para que la comunicación pueda producirse, es necesaria la existencia de un emisor, un receptor, un


mensaje y un acuerdo entre los interlocutores respecto a la utilización de un código. Por tal motivo analizaremos
como se va desarrollando el lenguaje en sus diversas fases: desde el plano filogenético hasta llegar al
lenguaje como máxima capacidad de aprendizaje en el ser humano, lo cual se abordará en este primer
capítulo.

1.1. DESARROLLO DEL LENGUAJE EN EL PLANO FILOGENÉTICO.

Desde la psicología comparada, es un hecho universalmente aceptado que existen grandes similitudes
entre el hombre y los mamíferos superiores en lo que respecta a sus facultades superiores. La
conducta del hombre y la de los primates es semejante en muchos aspectos. Un perro, un caballo, un
mono, e incluso animales que ocupan niveles más bajos en la escala evolutiva, pueden aprender a
responder de forma específica cuando se les da una orden, o a reproducir una secuencia ordenada de
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acciones. De acuerdo a esto, se podría creer que algunos animales estén capacitados para la
comunicación verbal, a tal grado que muchos psicólogos se han empeñado en demostrar tal
hipótesis.

Para comprender el fenómeno de la evolución del lenguaje es necesario no perder de vista que la
competencia lingüística que podemos observar es el resultado de diversos procesos en diferentes
niveles genéticos y temporales.

El lenguaje como producto de la evolución genética

a) Nivel filogenético:

Todo individuo que desarrolla y


hace uso de un sistema lingüístico
forma parte de la única especie
capaz de hablar. La capacidad de
los humanos para adquirir un
sistema lingüístico es universal, se
manifiesta de forma espontánea en
los niños de todas las culturas.

El carácter exclusivo de esta


capacidad ha conducido a la
psicología a suponer la existencia de algún comportamiento innato en el que se fundamenta esta
destreza, componente que habría surgido y evolucionado en la historia filogenética de la especie
humana en respuesta a la adaptación a determinadas condiciones de vida.

El funcionamiento psicológico cuenta como mecanismo básico de adaptación al medio, con la


capacidad para establecer asociaciones entre los fenómenos que se producen alrededor del sujeto, así
como con la capacidad para hacer uso de tales asociaciones con fines comunicativos.

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En función del tipo de relación establecido entre los acontecimientos podemos distinguir entre
señales e índices. Las señales son estímulos que el animal percibe relacionados con otros estímulos o
acontecimientos en función de un patrón temporal o espacial. Los índices son estímulos asociados a
otros en virtud de la relación causa-efecto que mantienen entre sí. Tales asociaciones no necesitan ser
aprendidas, puesto que las especies llegan a contar con conductas innatas. Los animales pueden
anticipar, por lo que se les puede comunicar determinados acontecimientos mediante los signos con los
que están relacionados. Muchas especies cuentan con códigos de comunicación.

El carácter decisivo del funcionamiento psicológico humano radica más allá de la capacidad de
asociar, en la capacidad de construir representaciones mentales de la realidad, representaciones a las
que asignamos signos o significantes. Una representación mental no es una copia literal de lo
representado; las representaciones mentales no son simétricas y selectivas, puesto que en su
construcción no se incluye todo aquello que tiene que ver con lo representado.

A diferencia de los animales, los humanos podemos evocar representaciones mentales de la


realidad en ausencia de indicios, es decir, sin que sea necesaria la presencia en el ambiente de algún
signo al que estuviera asociada la huella sensorial de los referentes. Mientras que el sistema
psicológico animal funciona mediante signos presentacionales, el sistema psicológico humano funciona
mediante signos representacionales.

La capacidad de representación sustenta la aparición del lenguaje, que constituye el instrumento de


representación mental más elaborado e independiente de la realidad externa que se conoce.

La dependencia de los estímulos inmediatos, es una condición previa para la aparición del lenguaje
que parece formulada en el genoma humano. Esta capacidad cognitiva, precursora del lenguaje, se
encuentra además acompañada de otras predisposiciones. Parecen claramente demostradas las
siguientes:

• La capacidad de discriminación de todos los sonidos que componen las lenguas humanas.

• La capacidad de los órganos de la fonación para producir los sonidos de cualquier lengua.

• La capacidad de diferenciar segmentos que componen una frase.

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• La capacidad de identificar las reglas gramaticales de una lengua concreta a partir de la


exposición a una muestra reducida de input lingüístico.

• Las capacidades intersubjetivas de acceso a la mente de los demás que permiten el


intercambio comunicativo.

Es evidente la dependencia madurativa de estos procesos, pues la edad a la que se producen es


constante en todos los individuos. Los procesos socio históricos han dado lugar a concreciones
culturales diferentes del lenguaje a las que denominamos lenguas. Cada lengua incluye un conjunto
particular de representaciones para organizar mentalmente la realidad externa, un sistema propio de
reglas que rigen su combinación y uso. Las concreciones particulares de cada lengua, obviamente, no
se heredan genéticamente, sino que se transmiten socioculturalmente.

b) Nivel ontogenético.

En cada individuo concreto se reproduce el proceso de adquisición del lenguaje. Todos los niños
alcanzan sin grandes esfuerzos, e incluso en ocasiones sin un apoyo especial, y en el periodo de
tiempo relativamente breve comprendido entre dos y siete años, la competencia de comunicarse con los
miembros de su especie y su cultura mediante un sistema lingüístico compartido.

Para comprender el fenómeno del desarrollo del lenguaje hemos de


considerar la condición del hombre como miembro de una especie y
de una cultura; la primera condición garantiza los requisitos para
desarrollar lo que de universal tiene el lenguaje con independencia de
la cultura; la segunda condición explica el hecho de que la
competencia lingüística se manifieste en la adquisición de la
lengua con una lengua concreta: la lengua materna o propia de la
comunidad del hablante en la que se produce la crianza del niño.

El lenguaje comienza a desarrollarse hacia la segunda mitad


del segundo año de vida. La interacción entre el niño y los
hablantes expertos se caracteriza por la simetría, que va
reduciéndose hasta llegar a compartir por completo el mismo
código lingüístico, lo que ocurre hacia los siete años.

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Es necesario que el niño participe desde que nace en situaciones de interacción social con
adultos; el niño recibe el input de la lengua materna y se ve sometido a la necesidad de acceder, y de
llegar a utilizar, el mismo sistema de representaciones de los demás y el sistema de reglas que las
sustentan. Los cuidadores habituales del niño desempeñan un papel fundamental, pues se adaptan a su
nivel de comprensión y de comportamiento lingüístico y lo guían en sus progresos.

Cuando el niño adquiere el lenguaje, sus funciones psicológicas se distancian de las otras especies,
mientras que el funcionamiento psicológico de un bebé es presentacional, el de un niño mayor de dos
años es representacional.

Para comprender un poco más acerca de ese aspecto del desarrollo del lenguaje desde el plano filogenético leamos
el siguiente artículo del Dr. Andres Roselli Quijano acerca de la evolución neurológica de la palabra.

Evolución neurológica de la palabra. Dr. Andrés Rosselli Quijano2

El lenguaje no se inicia en el ser humano con la palabra; la palabra es la culminación de lo que hace el
hemisferio izquierdo. Si buscamos la filogenia del lenguaje encontramos que la forma de comunicación
del ser humano empieza mucho antes que la formación o la creación de la palabra. La palabra
lenguaje es difícil de definir. En los diccionarios se encuentran páginas enteras dedicadas a definir
qué es el lenguaje.

Hace la defensa del hemisferio derecho, que siempre ha figurado como la parte no dominante del
cerebro. Si se mutilan partes del hemisferio derecho, el sujeto pierde grandes aspectos de su
personalidad.

No encontramos filogenia del lenguaje en los animales, si nos referimos al lenguaje verbal, por- que
ningún animal tiene la capacidad de simbolizar. Capacidad que si tiene el hombre al crear las
palabras. Sin embargo, al buscar la filogenia del lenguaje en otras formas de comunicación, las más
primitivas, encontramos la forma del lenguaje gestual o lenguaje mímico, forma primitiva de
comunicación que tiene un alto desarrollo en los primates y que se trasmite especialmente por
herencia.

2
www. evolución neurológica de la palabra, Dr. Andrés Rosselli Quijano

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La expresión global del comportamiento motor, como expresión primaria de las emociones y como
algo implícito en las especies, puesto que es automático, es universal entre el hombre y los
animales. Hay una manifestación también automática del lenguaje instintivo de las estructuras
profundas del sistema límbico del cerebro.

La asimetría facial que controla el hemisferio derecho y que se proyecta en la mitad izquierda de la cara
nos habla de la mayor influencia emocional del hemisferio derecho. Estas estructuras profundas están
interviniendo en el sistema límbico que después se trasforma en su principal promotor a lo largo de
todo el hemisferio derecho. El paso del lenguaje, de los gestos o de la mímica al lenguaje vocal de
sonidos fue un proceso adaptativo y fue posible en el desarrollo de los movimientos de la cara. Los
sonidos de la mayoría de los animales expresan ya estados emocionales. Estos atributos mímicos
antiguos de la personalidad emocional son de las primeras manifestaciones que tiene el ser humano
para mostrar lo profundo de su personalidad, que está involucrada en las partes profundas del
cerebro.

Hoy se considera que la evolución del lenguaje evidentemente ha pasado por etapas muy largas: la
gestual, la vocal y finalmente la verbal, que es la que realmente hace el hemisferio izquierdo, cuando
por compromiso evolutivo el cerebro se vio en la necesidad de comunicarse por medio de símbolos, lo
cual representa un adelanto muy grande y que aparentemente sólo el ser humano, con su hemisferio
izquierdo, lo ha logrado.

Los antropólogos calculan que del lenguaje gestual al lenguaje vocal pasaron más o menos
500.000 años. Algunos antropólogos se atreven a afirmar que si comparamos el hueso temporal
izquierdo del cráneo, que indica cierto desarrollo de las áreas del hemisferio izquierdo, tendría
anterior desarrollo la potencialidad del hemisferio para formar un lenguaje.

El lenguaje gestual mímico, autonómico e inconsciente, transmitido por el hemisferio derecho es


distinto del lenguaje sígnico, el lenguaje que aprenden los sordos. Esta forma de lenguaje es también
asunto del hemisferio izquierdo. Es bien conocido que los sordomudos que tienen un lenguaje signal con
los brazos y la mímica de la cara, si tienen una lesión del hemisferio izquierdo pierden también esa
posibilidad del lenguaje que ha sido aprendido, lo cual nos señala que el hemisferio ha sido diseñado
para aprender un lenguaje simbólico, no importa la vía por la cual lo hayamos adquirido. Normalmente
adquirimos el lenguaje a través del oído, y por eso tiene ciertas características cerebrales. Es lenguaje

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de gestos, de mímica, requiere estructuras neurológicas en el hemisferio derecho y el lenguaje vocal en


el izquierdo.

Recordemos que la organización cortical del cerebro implica que todas las funciones sensoras o
motoras son cruzadas y relativamente equivalentes pero en la medida en que se va encefalizando el
cerebro y llegando a funciones mucho más complejas, como el lenguaje y todas las funciones
intelectuales superiores, se produce la asimetría cerebral, en que cada hemisferio se perfecciona y
se hace más hábil en funciones mentales que aparentemente son complementarias pero muy distintas.
Tanto el lenguaje verbal como el lenguaje escrito y el leído son funciones claramente asimétricas en
que cada hemisferio cerebral participa con potencialidades diferentes para construir una forma
integrada de elementos cognitivos y vivenciales; éstos últimos son principalmente los emocionales, los
cognitivos y los intelectuales, que hacen la palabra en el hemisferio izquierdo, especializado en los
símbolos y, por lo tanto, es el que comanda tanto el lenguaje verbal, oral y escrito.

La localización del lenguaje se inició en el cerebro con Broca en el año de 1861 y ha continuado
perfeccionándose hasta nuestros días con los diversos aportes, especialmente de las neuroimágenes.
Pero a pesar de que hemos avanzado mucho desde entonces, aún advertimos que no se conocen todos los
aspectos de comunicación del cerebro y que lo último conocido es lo que hacen las partes más antiguas
del mismo, las del hemisferio derecho, las cuales trabajan en un rincón oscuro de nuestra personalidad
cerebral, y a la vez se confunden con los mecanismos inconscientes de que hablaba Freud.

La razón de las asimetrías funcionales del cerebro radica en la


diferencia de codificación de los estímulos con relación a las dos
variantes que no podemos modificar si es que queremos sobrevivir; el
tiempo y el espacio. Parece ser que el espacio es modificado
principalmente sobre el hemisferio derecho y el tiempo sobre el
izquierdo, y que por eso las habilidades que han desarrollado uno y otro
tienen cierta relación profunda con esa capacidad específica y esa
habilidad. Por lo cual el hemisferio derecho es espacial y el hemisferio
izquierdo es verbal, con una secuencia en el tiempo de los sonidos que
hacen que el tiempo sea la principal variante sobre la cual se han
edificado las grandes habilidades del hemisferio izquierdo.

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El hemisferio derecho es el que se encarga de las emociones primarias, mal elaboradas, más
primitivas, pero más esenciales en la supervivencia, como son: la ira, el desagrado, el temor, la
ansiedad, la melancolía. Las emociones más elaboradas se maduran especialmente en el hemisferio
izquierdo: la felicidad, la euforia, las emociones sociales, la culpa, la vergüenza, etc.

El lenguaje del hemisferio derecho ha sido conocido durante


las últimas tres décadas. Se refiere especialmente a esa forma
primitiva del lenguaje, de la mímica y de la pantomima; es un
lenguaje que precede al semántico porque aparece muchísimo
antes, es automático, inconsciente y transmitido por la
herencia.

Es interesante anotar cómo el hemisferio derecho se debe


tener en cuenta como la forma primitiva de comunicarnos, en
donde ese hemisferio se encarga de lo emocional, que
simultáneamente representa la base de lo bello, de lo poético,
de lo musical, en lo cual este hemisferio tiene ventaja sobre el
izquierdo.

Se podría decir que el hemisferio izquierdo es el inventor de la palabra. Desde que Broca dijo
―hablemos con el hemisferio izquierdo‖ se empezó a conocer y se dio la base neuropsicológica moderna.
Nos mostró cómo las funciones de la corteza cerebral son las encargadas de llevar a cabo las
funciones mentales que nos permiten comprender. Aunque pensamos que la mentalidad es algo global
e indivisible, sin embargo, cuando se estudian las funciones cerebrales o el lenguaje se advierte que
todo es separable en pequeños fragmentos, que el lenguaje se puede ubicar en sus diversas partes en
muchas áreas distintas del cerebro, en el hemisferio izquierdo.

Analizando este articulo relacionado con el desarrollo del lenguaje, encontramos cómo desde sus inicios
se va formando o desarrollando el lenguaje desde sus fases más primitivas hasta el lenguaje como tal;
donde intervienen una diversidad de factores: neurológicos, hereditarios, psicológicos, motores, etc.
Concluimos diciendo que el lenguaje y la cultura nos unen y nos separan. Hay 5000 lenguas y otras tantas

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culturas pero solamente la aparición del lenguaje pudo romper la prisión en que se encierra la experiencia
inmediata de cada persona, liberándola hacia una libertad infinita en el tiempo y espacio.

1.2. RELACIONES ENTRE EL LENGUAJE Y EL DESARROLLO


COGNITIVO.

En la actualidad nos encontramos que a lo largo de nuestra vida vamos realizando complejos procesos
de pensamientos que de alguna manera proceden o tienen su origen en el lenguaje. Éste nos ubica en
la realidad en que vivimos, la cual está en constante cambio y nos impide tener una visión completa de
ella; sin embargo, mediante el lenguaje, a través de signos y símbolos podemos representar nuestros
pensamientos y ordenar nuestra realidad.

El interés de los psicólogos por el proceso de adquisición y desarrollo del lenguaje en los niños es
relativamente reciente: a partir de las investigaciones inspiradas en los trabajos de Chomsky, se
comienza a investigar y reflexionar sobre estos procesos y sobre su importancia dentro del desarrollo
humano. A partir de este momento, y de una gran proliferación de estudios e investigaciones, se
adoptan posturas teóricas distintas respecto a los mecanismos subyacentes que actúan en este
proceso. Por tal motivo surge la polémica genetistas contra ambientalistas que, ligada a las distintas
posiciones teóricas de las relaciones ente el lenguaje y el desarrollo cognitivo, han propiciado un
espectacular avance en las investigaciones. Los planteamientos, sin embargo, son distintos según el
paradigma psicológico en el que se sustentan.

La corriente conductista considera que el proceso de adquisición del lenguaje y el desarrollo


cognitivo transcurren bajo las leyes del condicionamiento, atendiendo que existe una posición de
identidad entre el habla y el pensamiento.

Una oposición innatista, opuesta radicalmente a la anterior, cuyo principal representante es Chomsky, define
la independencia total entre el lenguaje y el pensamiento y, por tanto, entre ambos procesos de
desarrollo. Según esta concepción, existe un ―Dispositivo para la Adquisición del lenguaje‖ (LAD), innato
en el hombre, gracias al cual es posible la aparición y desarrollo del lenguaje en el niño.

Desde una posición genetista, aunque no coincidente con la chomskiana, Piaget considera que existe
dependencia entre ambos procesos: el desarrollo lingüístico depende del desarrollo cognitivo.
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El pensamiento es anterior al lenguaje y condiciona su adquisición y desarrollo.

Estas posturas descritas anteriormente son las tesis del determinismo cognitivo; sin embargo
también encontramos tesis del determinismo lingüístico de Sapir-Whorf que también consideran
dependientes ambos procesos, pero en sentido inverso a las teorías piagetianas: el lenguaje que
adquiere un individuo condiciona su forma de pensar, su manera de comprender el mundo.

Una postura menos estricta derivada de las tesis anteriores la constituye el relativismo lingüístico, el cual
propugna que la existencia de ciertas palabras o construcciones gramaticales en una lengua propicia (no
condiciona) la expresión de ideas con mayor facilidad, frente a aquellas que no las poseen.

En los últimos tiempos se ha observado, pese a la gran


diversidad de posiciones teóricas, una gran convergencia
respecto a un punto: el reconocimiento de la estrecha
relación que existe entre el pensamiento y lenguaje, sin llegar a
su identificación, y de la complejidad de esta interrelación.
Teniendo este último punto un gran impulso por las
aportaciones de la psicología soviética, personalizada en
Vigotsky y Luria principalmente.

Esta posición interaccionista mantiene que el pensamiento y el lenguaje no se desarrollan en una


correspondencia lineal, sino que ciertos aspectos del lenguaje en su proceso de desarrollo dependen del
desarrollo cognitivo, al tiempo que el lenguaje se desarrolla de manera autónoma en ciertos aspectos,
de igual manera que puede influir en la construcción de las categorías cognitivas.

Dentro de la teoría de la génesis de las funciones superiores de Vigotsky, el lenguaje cobra una
especial relevancia ya que interviene desde los primeros años en el proceso de desarrollo del niño a través
de la comunicación con los adultos. Cuando el niño adquiere el sistema lingüístico inicia una
reorganización de todos los procesos mentales, ya que la palabra da forma a toda su actividad mental,
perfecciona la representación de la realidad y crea nuevas formas de atención, memoria, imaginación y
pensamiento, llegando a ser un potente regulador de la acción, primero de manera externa a través de la
palabra de los adultos, para convertirse finalmente en una forma de regulación consciente y voluntaria.

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Así, el lenguaje resulta esencial para el desarrollo semántico, y los conceptos que lo integran junto
con las imágenes, son esencialmente bloques constitutivos del pensamiento (Garnham y Oakhill, 1994-
1996)3 . Pero resulta un poco confuso decidir qué tipo de relación hay entre el lenguaje y la
cognición: de subordinación, de interacción o de independencia.

Referente a este aspecto existen distintas teorías que nos hablan sobre la relación existente entre
cognición y lenguaje; las cuales fueron desarrolladas anteriormente y que se clasifican en cuatro
principalmente:

a) Determinismo cognitivo: Se refiere a que el único responsable de la adquisición del lenguaje es el


conocimiento (Piaget)
b) Determinismo lingüístico: Nos menciona que el lenguaje es el que influye sobre el pensamiento.
(Whortg).
c) Este modelo muestra que el conocimiento precede al lenguaje, pero sin embargo existe
una influencia sobre las estructuras lingüísticas (Vigotsky).
d) En este último cada uno de los aspectos (cognitivo-lenguaje) son independientes y pueden
ejercer influencia sobre el otro pero de una manera muy reducida (Chomsky).

Sin embargo hasta el momento no se ha podido demostrar cuál de ellas es la correcta, quizá esto
depende del enfoque que cada uno de los expertos decida emplear.

3
PERALBO Uzquiyan, Manuel: Desarrollo del Lenguaje y Cognición. Edit. Pirámide, P. 18.

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Veamos a continuación un esquema sobre los modelos de la relación entre conocimiento y


lenguaje.

1.3. ONTOGÉNESIS DEL SÍMBOLO EN EL NIÑO.

Para aplicar de manera gráfica este paso del gesto, actividad instrumental, a la palabra, actividad
simbólica, leamos unos ejemplos que nos ilustran este proceso:

―El bebé realiza el movimiento-intento de tomar un objeto; cuando su madre acude a ayudarlo y él se
da cuenta que su movimiento está indicando algo. El hecho de señalar se convierte en gesto para los
demás. Su fracaso en tomar un objeto ha provocado una reacción, no del objeto en sí, sino de otra
persona. En el momento en que el niño es capaz de establecer una relación entre su intento de tomar
y la reacción de su madre, desarrolla una función nueva, superior, simbólica, una función

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comunicativa, en la que la conducta instrumental de tomar


se ha transformado en significativa por mediación de la
relación con los demás.‖

―Cuando un bebé está en presencia de un ser humano,


sus conductas no son, simplemente, reflejadas por éste en
términos de sus características físicas, sino que son
procesadas a través de un filtro subjetivo de interpretación
humana, según el cual algunas, pero sólo algunas de sus
conductas son juzgadas como coherentes y relevantes en
términos humanos, bien como movimientos nacidos de una
intención o como comunicaciones (o comunicaciones
potenciales) des- tinadas a otro individuo socialmente investido. Precisamente porque las madres
asignan significados a las conductas de sus hijos, éstas terminan por construirse en acciones
significativas para los propios niños‖.

Analizando los dos anteriores ejemplos podemos decir, que los padres, pues, hacen interpretaciones
simbólicas de los actos de los niños dentro del contexto interactivo, mucho antes de la aparición
simbólica de éstos...

Bruner y Wallon han insistido en la necesidad de situar todas las acciones simbólicas en un contexto de
interacción, señalando que el acto de referencia (requisito de simbolización) no emerge en el vacío, sino
como acto social. Resulta evidente que el núcleo de la acción simbólica en el niño es el acto, el gesto; las
acciones del niño le proporcionan los primeros materiales de construcción de significados.

Pero este tránsito de la acción al símbolo, del gesto a la palabra, por el que transcurre el desarrollo
cognitivo puede concebirse en términos del predominio relativo de uno de estos tres modos de
representación: representación enactiva, icónica o simbólica, identificando, en gran parte, estas últimas
con el lenguaje. Siguiendo con esta argumentación de la conducta simbólica en el niño y su evolución
hasta el estadío superior, la simbolización a través del lenguaje, hemos de delimitar el instrumento
utilizado en cada etapa del desarrollo.

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En las primeras representaciones el niño se sirve de la acción; son las representaciones enactivas.
Posteriormente, las imágenes le permiten liberarse de las trabas impuestas por la acción, por ejemplo,
de su carácter secuencial e irreversible. Lo consigue por el uso de las representaciones icónicas. Por
último, las representaciones simbólicas, el lenguaje, hacen posible descontextualizar la acción,
convirtiéndose en un poderoso instrumento de desarrollo cognitivo.

No quiere esto decir que el desarrollo atraviese una serie de estadíos sucesivos; mas bien consiste en un
progresivo enriquecimiento del individuo con los distintos modos de representación con un mundo, modos
que suelen estar en conflicto, creando así los dilemas que estimulan el desarrollo cognitivo.

Ejemplo claro de estas situaciones conflictivas lo construyen las típicas tareas piagetianas pro-
puestas para explorar el nivel de adquisición de las operaciones mentales, tales como la conservación
de la cantidad, el volumen, la reversibilidad.

Hay estudios realizados con niños en la etapa preoperacional que confirman cómo a través de un
entrenamiento lingüístico en palabras que designan a operadores (más, tanto como, menor, etc.,) han
acelerado su desarrollo cognitivo, convirtiéndose en conservadores en mayor medida que los niños que
no recibieron este tipo de entrenamiento.

Trabajos realizados con niños de tres años de edad mostraron que eran capaces de hacer
clasificaciones de mariposas cuando se les daba una palabra referida a ―rayas‖, ―puntos‖, etc., como
claves o criterios orientadores de dicha clasificación. Los niños que no se apoyaban en el lenguaje no
eran capaces de dirigir su atención hacia las características pertinentes o criterios de clasificación.

1.4. EL LENGUAJE COMO MÁXIMA CAPACIDAD DE APRENDIZAJE EN


EL SER HUMANO.

Existen diversas investigaciones acerca de la evolución del desarrollo del lenguaje en el ser humano. A
través de los años se ha descubierto que los seres humanos desde el punto de vista biológico constituye
una sola especie, la llamada Homo Sapiens, la única superviviente del género Homo4 . Refiriéndonos
a la etimología, sapiens significa sabio o capaz de conocer, es decir, hablamos del hombre racional. El

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cual tiene la capacidad de realizar a través de su lenguaje utiliza signos y símbolos para expresar ideas,
pensamientos y así existe la representación mental; lo cual lo distingue de otras especies. Así mismo
podemos encontrar otro aspecto que nos habla sobre la capacidad del aprendizaje, que es el aumento
en el tamaño y complejidad del cerebro (sistema nervioso central).

Un ejemplo que podemos citar para destacar esta máxima capacidad lo encontramos en las
danzas de las abejas, en la cual la obrera exploradora señala a sus compañeras que han encontrado un
fuente de polen, la distancia a la que se encuentra la misma, y hasta la dirección del vuelo para llegar a
ella. Aquí podemos ver que su comportamiento es dirigido a producir un cambio conductual en las
demás abejas, mas no podemos decir que se trate de una comunicación, tal como en el ser humano. La
diferencia es su carácter exclusivamente instintivo, convencional y por lo tanto carece de intencionalidad,
uno de los principales aspectos para llamarla comunicación.

Ciertos autores afirman que el lenguaje como tal, de manera articulada, no comenzó hasta el
momento de la creación de las pinturas rupestres, cuando los antepasados ya habían logrado una
representación centralizada del espacio y pudieron actuar en un espacio imaginado. Además podemos
observar un factor también determinante que fue cuando se logró la postura erecta, ya que ésta trajo
consigo diversos cambios necesarios para una comunicación verbal.

A lo largo de la evolución del hombre se ha demostrado que existen similitudes ente el hombre y ciertos
animales, respecto a sus facultades superiores. Sin embargo, el hombre es el único ser vivo capaz
de producir y utilizar símbolos. Esta facultad fue indudablemente puesta en existencia por el
proceso natural de la evolución orgánica. Toda conducta humana se origina en el uso de símbolos,
consiste en su uso o depende de él, hasta el punto de que la conducta humana, o es simbólica, o no
puede considerarse humana en sentido estricto.

El origen de esta nueva capacidad en una especie de los seres vivos está en el cerebro: el
tamaño del cerebro humano, en términos absolutos y relativos, es superior al de cualquier mono. Pero
la capacidad de simbolización no la adquiere el hombre como resultado de esta diferencia cuantitativa por
sí misma; es consecuencia de un salto cualitativo.

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White afirma que la aparición de una


nueva clase de función en el cerebro
humano es el resultado de un salto
cualitativo provocado por variaciones
cuantitativas, a semejanza de lo que le
ocurre al agua, que se transforma en
vapor por efecto de cantidades
adicionales de calor; o a la
transformación que sufre un medio de
locomoción, el avión, que se transforma
en aéreo por un momento de fuera y
velocidad.

En conclusión podemos decir que el inicio del lenguaje en el individuo se da desde muy
temprana edad, el cual es un conjunto de signos y símbolos donde es necesario que exista un
significado y significante ya que estos se interrelacionan para establecer un complejo de
comunicación, el cual solamente se presenta en el ser humano por su capacidad de realizar
representaciones mentales.

Para que el hombre desarrollara la capacidad del lenguaje desde nuestro antepasados podemos
ver como fue desarrollando características y/o cambios en su evolución, tales como estar
erguido, tener una estructura social, desarrollo del aparato fonoarticulador, desarrollo del
pulgar en forma prensil, desarrollando la mayor capacidad de aprendizaje (pensamiento
estructurado) llevando así al lenguaje.

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