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Capítulo LX: El sello

Juan Ramón cuenta su ilusión al recibir un sello personalizado, donde pone su nombre y
también el de su pueblo: Juan Ramón Jiménez-Moguer.

Capítulo LXI: La perra parida

Juan Ramón le cuenta a Platero que una perra del pueblo ha parido cuatro cachorros. Sin
embargo, se los han quitado al poco rato y ella ha acudido como loca a buscarlos y regresarlos
a su hogar.

Capítulo LXII: Ella y nosotros

Juan Ramón recuerda con Platero cómo fue dejar ir, en el tren, a una mujer que entendemos
él ama.

Capítulo LXIII: Gorriones

El autor alaba la libertad y la belleza de los gorriones, que nadie aprecia pero son aves cuya
única preocupación es volar e inspirar a los poetas en cuyas ventanas se posan.

Capítulo LXIV: Frasco Velez

Juan Ramón le explica a Platero que hoy no saldrán a pasear, ya que hay visto un cartel que
dice que todos los perros deben llevar bozal. Esto quiere decir que hay rabia y puede ser
peligroso exponerse a mordiscos.

Capítulo LXV: El verano

El verano ha llegado y ambos protagonistas están cansados del calor y de las picaduras de
mosquito.

Capítulo LXVI: Fuego en los montes

Juan Ramón y Platero están comiendo cuando escuchan las campanas que anuncian el inicio
de un fuego. Desde la calle, observan cómo el monte comienza a arder.

Capítulo LXVII: El arroyo

Juan Ramón describe en una metáfora como el arroyo seco por el verano es una
representación de la vida, que también va «secándole» a él.

Capítulo LXVIII: Domingo

Platero y Juan Ramón han aprovechado la calma de la procesión de la Virgen del Carmen (en
agosto) para subir al monte. Allí uno come mientras el otro lee. Cada cierto tiempo, se miran
compartiendo su complicidad.

Capítulo LXIX: Los grillos

El sonido de los grillos, suave al principio pero fuerte después, es un gran conocido para Juan
Ramón y Platero. El autor lo describe de una manera muy sensorial.

Capítulo LXX: Los toros

Juan Ramón decide ir al campo con Platero, ya que empiezan las fiestas de los pueblos y eso
implica gente borracha, toros, las flores destrozadas…
Capítulo LXXI: Tormenta

Se huele la tormenta y todo el pueblo, incluidos los protagonistas, se resguardan y agradecen


tener un techo.

Capítulo LXXII: La vendimia

La vendimia ha llegado al pueblo (estaríamos por tanto en septiembre), lo que trae felicidad.
Empieza por tanto el trabajo de coger las uvas que están en su punto y pueden ser aplastadas
para hacer vino. Juan Ramón echa en cara desde el cariño a Platero que él no está haciendo
nada mientras el resto de burros. Decide ponerle alguna carga para poder pasar
desapercibidos.

Capítulo LXXIII: Nocturno

El pueblo está de fiesta, lleno de luces, fuegos artificiales… Pero al mismo tiempo, Juan Ramón
siente nostalgia al ver cómo, en contraposición, la oscuridad reina sobre el campo.

Capítulo LXXIV: Sarito

Sarito, el empleado de Rosalina (la novia puertorriqueña de Juan Ramón), andaba buscando al
autor durante la vendimia. La gente miraba a este joven con mala cara, ya que era negro y
estaba desnutrido. Su maldad era tal que incluso un señor se peleó con él. Sarito le cuenta
todo esto mientras pasa su mano, tranquilo, por el pelaje suave de Platero.

Capítulo LXXV: La última siesta

Juan Ramón se despierta deslumbrado por el sol de una siesta bajo su higuera. La mirada de
Platero y el suave movimiento de las hojas lo mecen hasta que vuelve a quedarse dormido. De
una manera bella, el autor compara sus párpado cayendo con el aleteo de una mariposa.

Capítulo LXXVI: Los fuegos

Al acabar septiembre y las fiestas, Juan Ramón sube al monte con Platero para ver desde allí
cómo los fuegos artificiales iluminaban todo.

Capítulo LXXVII: El vergel

Juan Ramón va con Platero al vergel para que conozca (un lugar con una gran cantidad de
flores). Sin embargo, cuando llegan allí no dejan entrar a Platero por ser un burro, por lo que
su amo tampoco entra.

Capítulo LXXVIII: La luna

El autor describe una bonita escena en la que Platero bebe agua de unos cubos donde se
refleja la luna.

Capítulo LXXIX: Alegría

Platero, la perra y la cabra juega y dan saltos animados mientras los niños los animan y
disfrutan de su compañía.

Capítulo LXXX: Pasan los patos

Los patos cruzan el cielo en sus migraciones y los dos protagonistas los observan.

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