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“Inquisición”

La Inquisición, también conocida como Santa Inquisición, fue una institución dedicada a la
investigación de enjuiciamiento, condena y castigo de la herejía (creencia religiosa, que entra en
conflicto con el dogma de una doctrina religiosa), que estaba vinculada con la Iglesia católica. Se
extendió desde la Edad Media, cuando en 1184 se inauguró el primer órgano inquisitorial en
Francia, se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que en la
Edad Moderna conocida como:
Inquisición Medieval: Estuvo bajo el mando directo del Papa, y sus orígenes están en la
persecución de los cátaros o albigenses, quienes eran considerados sectarios por criticar los
excesivos lujos de la Iglesia. Con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida con el nombre de:
Inquisición Española: Se denominó el Tribunal del Santo Oficio perseguía a los "judaizantes"
(judíos convertidos al cristianismo que secretamente mantenían sus tradiciones). Ésta, a diferencia
de las demás inquisiciones, estuvo al mando del Estado, comenzó con los Reyes Católicos en 1478
y se disolvió por completo en 1834.
Los procesos de la Inquisición se alejaban del Derecho Romano y del conocido procedimiento
acusatorio (en el que las partes, acusado y perjudicado, presentaban pruebas a un juez y éste
decide en favor de uno o de otro), la mayoría de las veces el Tribunal buscaba que una acusación
tuviera, por lo menos, dos quejas para poder iniciar un proceso. Para entonces ya no solo se
consideraban herejes las órdenes religiosas que se desviaban de la Iglesia oficial, sino también los
judíos, los apóstatas, los excomulgados, los falsos apóstoles, las brujas, los blasfemos, y entre otros.
Todo arzobispo u obispos tenían la potestad de perseguir a los enemigos de la Iglesia y devolverles
al camino correcto, debían inspeccionar detenidamente una o dos veces al año, las parroquias
sospechosas, y lograr que los habitantes eran invitados a purgarse de la sospecha de herejía por
medio de un juramento, y mostrarse en adelante buenos católicos. Por ello, en 1252 el Papa
Inocencio IV permitió oficialmente el uso de la tortura para lograr que aquellos desviados de la
religión oficial, lo que se buscaba mediante la tortura era que, haciendo uso de este dolor, toda esta
inmensa lista de herejes admitieran aquello por lo que eran acusados y pudieran ser castigados por
ello. Había un largo tramo a la hoguera. Generalmente el proceso se podía dividir en seis partes:
 Edicto de fe: La invitación a denunciarse a sí mismos. Este período correspondía a un lapso
entre 30 y 40 días.
 La detención: Después de obtener el informe conocido como “sumaria”, que eran los
testimonios de cargo contra el acusado, se procedía al arresto, y confiscación de los bienes.
 La instrucción: Permanecía aislado en su celda. Después se comprobaba que conociera las
principales oraciones católicas y se le pedía que dijera las razones por las cuales estaba
detenido y que confesara sus pecados.
 La tortura: El proceso anterior se repetía hasta tres veces, sino confesaba, se le llevaba a la
celda de tortura.
 El veredicto: Llegado este punto era imposible declarar a un acusado inocente, era preferible
decir que no había pruebas suficientes. Según el grado de culpabilidad.
 El auto de fe: Se debía realizar un domingo o un día festivo para que los habitantes
participaran. Un predicador pronunciaba un sermón para atacar la herejía, después se hacía
la lectura de las sentencias llevaba a los condenados a los lugares de suplicio;
inmediatamente después se arrojaban los cuerpos a la hoguera para reducir a cenizas los
cadáveres.
Con este objetivo se idearon todo tipo de instrumentos a lo largo de los seis siglos que estuvo
vigente en diferentes países la Inquisición. La abolición definitiva de la Inquisición se produjo por un
Real Decreto de 15 de julio de 1834 por iniciativa del liberal moderado Martínez de la Rosa, que
presidía el Consejo de Ministros en ese momento del inicio de la Regencia de la Reina Gobernadora.

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