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Unidad Educativa Fiscal


“Martha Bucaram de Roldós”

Contabilidad General

Profesor:

Lcdo. Bolívar Espín

Materia:

Historia

Tema:
La Santa Inquisición

Curso:

2do Contabilidad “B”

Cuadro de calificación

Integrantes Diapositivas Carpeta Exposición

Naula Tenelema Diego

Pérez Ponce Evonyk

Silva Menéndez
Natalia

Año Lectivo:

2023 – 2024
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El término inquisición (del latín inquisitio,


"averiguación", "investigación"), en sentido amplio, es
un tribunal religioso que averigua y castiga los delitos
contra la fe. Más específicamente, la Inquisición o Santa
Inquisición hace referencia tanto al proceso legal como
a las instituciones de la Iglesia católica y en varias
ocasiones a la protestante dedicadas a la supresión de
lo que consideraban «herejía».

La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para
combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En ese año el papa Lucio III promulgó la decretal
Ad abolendam en la que ordenó que se establecieran tribunales episcopales en toda la
Cristiandad Latina que se ocuparan de la herejía 1. Era un tribunal refrendado por Federico I
Barbarroja, sin pena de muerte. Ya antes, en 1166, Enrique II de Inglaterra castigó a 30 herejes.
En 1249 se implantó también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en
la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, se extendió a esta con el nombre de
Inquisición española (1478-1834), bajo auspicio de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de
acción se extendió después a los territorios conquistados en lo que se denominaría América:
la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965
Aunque en los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este caso contra
católicos, contra reformadores radicales como los anabaptistas y contra supuestos
practicantes de brujería, los tribunales se constituían en el marco del poder real o local,
generalmente adecuado para cada caso concreto y no constituyeron una institución específica.
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En los comienzos de la Iglesia, la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los
emperadores romanos convierten el cristianismo en religión tolerada en el siglo IV, los herejes
empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento San Agustín aprobó con
reservas la acción del Estado contra los herejes.

Las herejías, que fueron reprimidas con mucha fuerza en los países nórdicos, gozaron en
cambio de cierta tolerancia en los países meridionales, aunque fueron aprobadas algunas
sentencias de muerte contra los herejes más significativos. Esta tolerancia permitió que
algunas de tales herejías se propagaran con suma rapidez, como la de los neomaniqueos, que
se inició en Tolosa, en la Provenza francesa. A medida que ampliaba su radio de acción, la
herejía de los Cátaros, que fue la raíz de otras varias, fue adquiriendo nombres diversos con
los que se designaban sus adeptos en las distintas regiones europeas. En respuesta al
resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el siglo XII en el sur de Francia
un cambio de opinión dirigida contra la doctrina albigense, la cual no coincidía con los puntos
de vista de la Iglesia católica con relación a la salvación, al matrimonio y otras instituciones de
la sociedad. Como reacción, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra los albigenses
promulgando una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los esfuerzos iniciales
destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron ineficaces.
La situación se estaba tornando muy diferente a lo que ocurría en la Iglesia primitiva, cuando
las herejías causaban a lo mucho grandes discusiones teológicas, llegando a ser también una
de las causas del apogeo de la teología y la Escolástica, como anti-movimiento contra el error.
Ahora, los herejes se presentaban como grupos sociales que perturbaban el orden público, y
contra ellos se debían realizar las medidas correspondientes en nombre del Bien común.

Finalmente, las denominaciones cristianas, clasificadas como heréticas, fueron los principales
objetivos de la represión inquisitorial, siendo estos: los amalricenses, los hermanos
apostólicos, las beguinas y begardes, los hermanos y hermanas del Libre Espíritu, los
flagelantes, los fraticelles, los husitas, los joaquinitas, los cátaros (albigenses), los lolardos, los
valdenses, los protestantes (luteranos, calvinistas, anabaptistas, anglicanos), los gnósticos,
entre otros. También se incluyeron los falsos conversos judaizantes/marranos y
mahometizantes (debido a una conducta religiosa dual: públicamente se manifestaban como
católicos, que solo era de nombre, porque de hecho practicaban otra religión abrahámica),
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junto a conversos que cayeran en sincretismo religioso con el paganismo (sobre todo el
hinduismo), además de místicos cristianos que pudieran caer en tendencias esotéricas,
haciéndoles caer en la apostasía o incluso abrazar el satanismo.

Los judíos, los musulmanes y los paganos (personas que no era cristianas ni de ninguna de las
otras grandes religiones monoteístas) estaban excluidos de la Inquisición, en tanto que su
jurisdicción del Santo Oficio era con católicos bautizados, no con los infieles, cuyas consciencias
debían respetarse por estar fuera de su jurisdicción. Esto se debía a que la iglesia enseñaba
que estaba prohibido que las monarquías cristianas impongan a sus súbditos la "profesión de
catolicidad", puesto que era una invasión del ámbito de conciencia del súbdito a-católico, el
cual debía abrazar la fe de manera voluntaria en su consciencia para tener una conversión
sincera; si no, sería un crimen a los derechos naturales de la persona humana, además de hacer
peligrar la salvación de sus almas de los infieles, en tanto podrían sentir una injusta aversión
por el evangelio. Entonces, la inquisición estaba fundamentada en la obligación del legislador
católico para dar leyes católicas a la sociedad católica, no a sociedades fuera de su soberanía
espiritual de la iglesia; de ahí que los ortodoxos, y los protestantes con ciudadanía de un
gobierno protestante, tampoco podían ser procesados (como el caso de Alexander Von
Humboldt), salvo que intentaran propagar sus herejías en sociedades católicas y generando
inestabilidad política. Esto también fue la razón de ser por la cual los Indígenas de América
fueron excluidos de ser procesados por la Inquisición, por su condición de neófitos, ya que
estaban aprendiendo la fe.

Inquisición Medieval
La Inquisición medieval se presentó particularmente en las áreas de lo que hoy es Francia,
Italia, Alemania, Austria, la República Checa y Polonia.

Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica
antigua de la Iglesia católica, la Inquisición episcopal, primera fórmula de la Inquisición
medieval, fue establecida en 1184 mediante la bula del papa Lucio III Ad abolendam, como un
instrumento para acabar con la herejía cátara. El castigo físico a los herejes había sido
dispuesto con anterioridad por Federico II Hohenstaufen, la institución de la Inquisición se dio
para detener los abusos que estos procesos podrían sufrir por parte del poder civil. Mediante
esta bula, se exigía a los obispos que interviniesen activamente para extirpar la herejía y se les
otorgaba la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.

En las siguientes décadas, el proceso de la Inquisición resultó intermitente y contradictorio en


muchas ocasiones. Un ejemplo fue el caso del primer director de la Inquisición de Hungría,
Paulus Hungarus, quien defendió a los chamanes paganos húngaros valiéndose de su influencia
con el papa Inocencio III. Además, aseguró que estos al adorar al sol adoraban al ente supremo
que era el mismo Dios, así que no hallaba razón para condenarlos. Paulus Hungarus fue uno de
los primeros frailes dominicos, quien escribió importantes documentos como la Suma de
poenitentiae, tendiendo las bases de la nueva orden a petición de Domingo de Guzmán. Sin
embargo, Paulus fue destituido y reemplazado por un religioso más estricto cerca de 1232,
después de haberse iniciado propiamente la Inquisición.
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Inquisición Española
La Inquisición real se implantó en la Corona de Castilla
en 1478 por la bula del papa Sixto IV Exigit sincerae
devotionis con la finalidad de combatir las prácticas
judaizantes de los judeoconversos de Sevilla, uno de
cuyos condenados se llamaba: 'Yusif Franco', caso del
que más tarde vieron irregularidades procesales. A
diferencia de la Inquisición medieval, la impulsó
directamente la monarquía, es decir, los Reyes
Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la
Inquisición se extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña, y a
los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de
Indias), y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada, de familia de conversos, el
confesor de Isabel, Espina, había sido rabino. La Inquisición se convirtió en la única institución
común a todos los españoles, con excepción de la propia Corona, a quien servía como
instrumento del poder real: era un organismo policial interestatal, capaz de actuar a ambos
lados de las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que los agentes
ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus respectivos reinos.

Inquisición Española
Al establecerse el Tribunal del Santo Oficio, los primeros
procedimientos consistían en una ceremonia llamada el
"Juramento", en la que, como lo dice el nombre, los
asistentes juraban denunciar a todas las personas que
consideraran sospechosas y prestar al tribunal la ayuda
que pudiesen, pero, además, al concluir esa ceremonia
se solía dar lectura a un edicto de los inquisidores, llamado edicto de gracia, por el cual se
conminaba a quienes se sintieran culpables a denunciarse a sí mismos dentro de un plazo
fijado; a cambio, obtenían por lo general el perdón de la pena de muerte o la prisión perpetua,
así como el de la pena de confiscación de bienes. En el edicto se indicaban con minuciosidad
los hechos considerados punibles, aunque su objetivo final era lograr de los autoinculpados la
identificación de sus cómplices; es decir, el edicto de gracia en era en realidad un mecanismo
para provocar denuncias, convirtiéndose en una trampa que permitía a los inquisidores la
formación de un fichero preliminar de sospechosos. En el edicto general de gracia de 1815 se
dio potestad a los propios confesores para practicar y recibir testimonios de herejía,
prohibiendo a los confesores dar la absolución a los que de algún modo no hubieren cumplido
con aquel mandamiento. Más adelante, el juramento primigenio de delación también adquirió
la forma escrita, siendo leído por el cura a los feligreses una vez al año; esta figura tomó el
nombre de edicto de fe, leyéndose una semana después el edicto de anatema, que declaraba
excomulgado a quien no hubiera denunciado lo que sabía acerca de sus vecinos.
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Inquisición y Brujería
El episodio de la caza de brujas es un evento histórico que ha sido difundido con una leyenda
negra anticatólica en la cultura popular. Se llega a asociar la Inquisición como el principal
responsable de las peores barbaries de la caza de brujas, cuando su participación en la misma
habría sido menor. Historiadores, como Edward Peters y Henry Kamen, llegaron a conclusiones
similares por sus propias investigaciones, concluyendo que los datos históricos sobre la
Inquisición estaban distorsionados en los medios de masa, y que ello sería responsabilidad de
la narrativa hegemónica de historiadores protestantes (como los remonstrantes, anabaptistas,
cuáqueros, unitarios, menonitas, etc de disidentes contra Roma), en tanto que los debates a
fines del siglo XVII, relacionados con la religión y la tolerancia, no sólo fueron monopolizados
por los protestantes, si no que posteriormente también por los liberales de la Ilustración, con
el propósito de desprestigiar a la Iglesia católica por medio de las polémicas sobre la tolerancia
religiosa que libraron los ilustrados del parti philosophique "Cacouac" y los anti-ilustrados del
parti dévot en Francia y en Europa.

Método de tortura empleados

Los acusados eran interrogados, comúnmente, mediante torturas y finalmente castigados si se


les encontraba culpables, requisándose sus bienes durante el proceso para sufragar las costas
judiciales y los gastos de encarcelamiento. Estos también se podían arrepentir de su acusación
y recibir la reconciliación con la Iglesia. A la ejecución de los suplicios asistían el inquisidor, el
médico, el secretario y el verdugo, aplicándose los mismos (excepto en el caso de las mujeres)
sobre el reo completamente desnudo. En el año 1252, la Bula Ad Extirpanda admite la tortura,
pero siempre con un médico de por medio para que se evitara peligrar la vida, y limitó su uso
varios métodos (los cuales eran mortales):
❖ La garrucha o la cuerda: se ataban las manos del
sospechoso por detrás de la espalda y se le alzaba por las
muñecas a varios metros del suelo por un sistema de
poleas. Tras ello, se le dejaba caer sin que tocara el suelo,
quedando descoyuntado de la sacudida. Si no confesaba,
se le quebraban los brazos y las piernas hasta que moría.

❖ El potro: se ataba al preso de manos y pies sobre una mesa. Las cuerdas de los pies se
iban enrollando a una rueda giratoria, y cada vez que daba vueltas esta rueda se iban
estirando las extremidades hasta incluso llegar al desmembramiento.
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❖ La pera: se introducía un instrumento en forma de pera en la boca, vagina o ano de la


víctima, dependiendo de la acusación: oral a predicadores heréticos, vaginal a las brujas
y anal a homosexuales pasivos. Esa pera en el interior se abría con un tornillo mutilando
las cavidades.

❖ La sierra: uno de los más brutales, estaba reservado a las


mujeres acusadas de brujería y de estar embarazadas del
mismísimo Satanás. Se colgaba a la presa boca abajo con
el ano abierto, y con una sierra la cortaban hasta llegar al
vientre. No buscaba tanto la tortura para que confesara,
sino acabar con su vida y con el feto supuestamente
endemoniado.

❖ Los carbones: se aplicaban carbones al rojo vivo a unos 300 grados sobre las zonas más
sensibles de la piel.

❖ El aplasta pulgares: era una herramienta metálica sencilla donde se metían los dedos de
las manos y de los pies, y quedaban destrozados al voltear unos tornillos.

❖ El agua: consistía en introducirle al reo, al que tapaban las fosas nasales, una especie de
embudo en la boca por donde le hacían ingerir grandes cantidades de agua. Esto
provocaba una sensación muy fuerte de ahogamiento y solían morir por ruptura del
estómago.

❖ La cuna de Judas: esta tortura consistía en elevar al preso con un sistema de cuerdas y
poleas y dejarlo caer sobre una pirámide de madera afilada con la precisión suficiente
para que cayera y el aparato le desgarrara el ano, el escroto o la vagina.
❖ La flagelación: también se utilizaba este famoso castigo corporal, en el que se azotaba el
torso desnudo con varas o flagelos hasta sangrar, incluso llegando al desmayo del reo.

❖ La doncella de hierro: una de las torturas más crueles, aunque se piensa que no era muy
común. Se trataba de un sarcófago con forma de cuerpo humano con pinchos metálicos
en su interior, que se clavaban en el cuerpo para desangrarlo poco a poco.

❖ La cabra: una de las torturas más originales, consistía en bañar los pies atados del reo en
agua salada. Tras esto, una cabra lamía con su áspera lengua esta parte del cuerpo
desollando su piel, provocando heridas que en muchas ocasiones se infectaban y
provocaban la muerte.
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Según la Iglesia católica, se adoptó el método de la tortura (lo cual era socialmente aceptado
en el contexto de la época) solo en casos excepcionales. El procedimiento inquisitorial se
regulaba minuciosamente en las prácticas de interrogación.

✓ La tortura no puede poner en peligro la vida de una persona.


✓ La tortura no puede causarle la pérdida de una extremidad.
✓ La tortura solo podía aplicarse una vez, y solo si el acusado parecía estar mintiendo.
✓ Si el inquisidor ya tenía pruebas abrumadoras de la culpabilidad del acusado, estaba
prohibido llevarlos a la sala de tortura.

No todos los métodos de tortura aceptados civilmente eran avalados por la Iglesia católica y
para que un acusado fuese enviado a tortura, debía ser perseguido por un crimen considerado
grave, y el tribunal debía tener también sospechas fundadas de su culpabilidad. Ninguna de
estas fue originada por el Santo Oficio, si no que fueron de uso en la autoridad civil. Lo notable
de la inquisición no era la crueldad, sino la relativa templanza de sus procedimientos:
proporcionándolos a la resistencia del reo, atendiendo y curando a éste después.
A pesar del uso de la tortura, el procedimiento inquisitorial representa un avance en la historia
de la legislación. Por un lado, definitivamente descartó el uso de la ordalía, tradición germánica
condenada hacía mucho por la jerarquía, sin que tomasen medidas disciplinares contra ella,
como medio de obtención de pruebas, reemplazándola por el principio de prueba testimonial,
el cual todavía tiene vigencia en las legislaciones de la actualidad. Por otro lado, se restablece
el principio del Estado como fiscal o parte acusadora. Hasta ese tiempo, era la víctima la que
tenía que demostrar la culpabilidad de su agresor, incluso en los procedimientos criminales
más graves, esto frecuentemente era muy difícil cuando la víctima era débil y el criminal
poderoso. Pero en la Inquisición la víctima no es más que un simple testigo, tal y como sucede
en los países donde se aplica un sistema inquisitivo. Era la autoridad eclesiástica quien ahora
tenía sobre sí la carga de la prueba. El resumen del 'Directorium Inquisitorum', de Nicolás
Aymerich, hecho por Marchena, anota un comentario del inquisidor aragonés: 'Quaestiones
sunt fallaces et inefficaces' -Los interrogatorios son engañosos e inútiles-.

Final
La Santa Inquisición, también conocida como la Inquisición española, llegó a su fin en el año
1834. Durante más de tres siglos, desde su institución en el siglo XV, la Inquisición fue
responsable de perseguir y juzgar a aquellos considerados herejes y enemigos de la fe
católica.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la Inquisición empezó a perder su poder e influencia. El
cambio de mentalidad y los ideales de la Ilustración comenzaron a cuestionar la existencia y
el actuar de este tribunal. A medida que se producían cambios políticos en España, como la
desaparición del Antiguo Régimen y la instauración del liberalismo, la Inquisición fue
perdiendo progresivamente el apoyo y la legitimidad de las autoridades.

Finalmente, en el año 1834, tras la aprobación de la Ley de Desamortización de Mendizábal,


la Inquisición fue oficialmente abolida en España. Esta ley provocó la confiscación de gran
parte de las propiedades de la iglesia y la disolución de muchas instituciones eclesiásticas,
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incluyendo la Santa Inquisición. A partir de ese momento, cualquier actividad que


anteriormente era competencia de la Inquisición pasó a ser responsabilidad del sistema
judicial civil.

Así, con la abolición de la Santa Inquisición, se puso fin a uno de los periodos más oscuros y
represivos de la historia europea. La Inquisición dejó un legado de intolerancia y violencia,
pero también sirvió como punto de quiebre para la toma de conciencia sobre los derechos
individuales y la libertad de expresión y pensamiento. Aunque fue un final importante, los
efectos de la Inquisición se prolongaron durante muchos años y aún hoy en día se estudian
sus consecuencias históricas.

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