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G237 Historia del Tiempo Presente.

Módulo 7. América Latina.

- La democracia en América Latina


▪ La oleada democratizadora
▪ La oleada populista
▪ El limitado desarrollo económico
▪ Crecimiento demográfico y conflictividad social
▪ Procesos de integración
▪ La geopolítica latinoamericana
▪ Inseguridad y crimen organizado como amenazas a la
gobernabilidad
- Evolución política de los países latinoamericanos.
▪ México
▪ Brasil
▪ Argentina
▪ Chile
▪ Colombia
▪ Venezuela

América Latina es una región del mundo que ocupa un subcontinente y medio, y habiendo
sido durante la mayor parte de su historia un área fundamentalmente complementaria del
mundo occidental, y en la búsqueda de su posición en el mundo, ha ido adquiriendo una
mayor relevancia y mayor presencia de la que podríamos esperar.
“América Latina” es una expresión adquirida sobre todo por la Academia Francesa con
el objetivo de que todo el mundo la entienda como la América no anglosajona, incluyendo
también a los territorios de habla francesa (como Haití o la Guayana Francesa).
América Latina es un territorio mucho menos homogéneo de lo que parece a simple vista.
Las configuraciones sociales y territoriales, así como las culturas existentes en ellos, son
muy diversas. La principal diferencia en este sentido que podemos encontrar allí, que
sería un gran área que algunos historiadores denominan “el otro Occidente”, es la
presencia de altos contingentes de población indígena. Esta población indígena, que desde
un punto de vista demográfico y cultural fue muy perjudicada por la llegada de los
europeos (aunque debe tenerse cuidado de no caer en la Leyenda Negra), hace que la
población de estos países presente grandes diferencias culturales, étnicas, sociales… entre
las comunidades descendientes de los europeos y las descendientes de los indígenas,
incluso en la actualidad. Existen países muy homogéneos tanto en lo demográfico y lo
cultural, como Argentina o Chile. Sin embargo, cuando nos acercamos al Ecuador, vamos
encontrando países con mayores contingencias demográficas y culturales entre la
población.
Dentro de esa diversidad que podemos señalar para la trayectoria de América Latina en
los últimos 30 años, existen varias características válidas para el conjunto de estos países:

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- Ha tenido lugar un relevo bastante exitoso de los sistemas totalitarios que


caracterizaron a muchos de estos países en el siglo XX, por regímenes
democráticos. Pese a todo, aún no podemos considerar que la mayor parte de los
países gocen de una democracia plena, a excepción de Chile (que sí tiene una
mayor calidad demográfica). Se han dado muy pocas experiencias de carácter
involucionista (lo que es bueno), aunque sí se han experimentado revueltas de
carácter social (lo cual indica que no están plenamente consolidadas).
- Se ha dado una mejora económica. América Latina muestra las ventajas y
desventajas de las políticas del liberalismo ortodoxo. Se ven aún hoy las
consecuencias de la Década Perdida (una crisis entre finales de 1980s y la década
de 1990s en la que América Latina hizo caso de los organismos internacionales y
empeoró; hoy en día han ido mejorando poco a poco gracias a medidas más
proteccionistas). En términos comparativos, son economías que han mejorado la
posición económica relativa de la región en el panorama internacional. Esto ha
estado relacionado también por la subida de precios de las materias primas; como
estas regiones no han dejado de depender económicamente de la exportación de
sus bienes naturales, esto permitió una rápida recuperación de las balanzas
comerciales, la consecuente mejora de la balanza de pagos y finalmente un
crecimiento económico. La mayor debilidad desde el punto de vista del
crecimiento económico es lo que podemos denominar la “regularización del
crecimiento económico”: igual a un año de rápido crecimiento le sucedía uno de
depresión. Sin embargo, este crecimiento económico no se ha traducido en una
sustancial mejora de las condiciones sociales y de vida de la población. Las
desigualdades sociales siguen siendo un problema sustancial en la población
latinoamericana. Esto probablemente se relaciona también con el hecho de que
estos países tienen aún grandes debilidades en el proporcionamiento de servicios
educativos al conjunto de la población.
- Al mismo tiempo, es un área que se ha modernizado enormemente, viviendo en
la modernidad social propia de Occidente. El asociacionismo, la movilización
social, la defensa de los derechos humanos y la defensa y reconocimiento de las
distintas identidades… que se dan en América Latina muestran la existencia de
una sociedad moderna. Que haya grandes problemas y desigualdades sociales no
quiere decir que este continente no viva en nuestro mismo tiempo, en nuestro
mismo mundo y con nuestros mismos problemas.
Lo que caracteriza desde un punto de vista político a la Latinoamérica de las últimas
décadas es la “Oleada democratizadora”. En el siglo XX se generalizó una gama muy
variada de sistemas dictatoriales y totalitarios; en la década de 1970, había muy pocos
países ordenados con un sistema democrático. Entre las más largas dictaduras que ha
habido en la Historia están la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989);
la de la Familia Somoza en Nicaragua (1934-1979); Hugo Banzer Suárez en Bolivia (en
dictadura entre 1971 y 1978, pero realmente gobernó también, saliendo por elecciones,
entre 1997 y 2001)… en general, Centroamérica ha sido siempre un territorio de
dictaduras. La fórmula autoritaria, que se había legitimado sobre una doble base (evitar
el posible triunfo de los comunistas y las estrategias revolucionarias en estos países; y
garantizar el crecimiento económico) perdió la posibilidad de la legitimación sobre estas
dos bases a lo largo de los años 1980s y, fue sobre todo el fracaso económico el que frenó

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un cambio de tendencia que facilitó que estas dictaduras fueran cayendo y comenzaran a
crearse regímenes democráticos en todos los países de la región, antes o después. Este
fenómeno forma parte de lo que se conoce como la “Tercera ola de la democratización”.
La mayor parte de los casos, además, teniendo todos estos países muy presente la
experiencia española. Se llevó a cabo un traspaso de poderes y competencias a los nuevos
gobernantes, se llevó a cabo una recuperación institucional, se celebraron elecciones
libres y se establecieron nuevos ordenamientos constitucionales, empezando así a
funcionar estos países bajo un determinado sistema de partidos políticos que se
presentaban libremente a las elecciones. En ningún país el cambio tuvo lugar a partir de
un golpe popular. A pesar de que se produjeron de manera sincrónica, las motivaciones
en cada país tuvieron razones diferentes. En líneas generales, lo que ocurrió es que los
gobiernos militares, por distintas razones en cada caso, se encontraron en la imposibilidad
de poder seguir gobernando estos territorios. En Centroamérica, la razón fundamental fue
la persistencia de las guerrillas, a las que finalmente hubo que incluir en el panorama
político, ante la necesidad de alcanzar acuerdos de paz. En Brasil fue la propia Junta
Militar la que, en un determinado momento, decidió iniciar un proceso que terminó en la
instauración de un régimen democrático en 1985. En Argentina, el hecho que precipitó el
fin de la dictadura militar de Videla fue la derrota que experimentó el ejército argentino
contra los británicos en la guerra por el archipiélago de las Malvinas (los ingleses las
llaman Falkland Islands). En Chile, derivó del fracaso del intento de Pinochet para poder
cronificarse en el poder. Para ello se valió de una consulta (un “sondeo”) que perdió, y
que le obligó a realizar una transición tutelada hacia un régimen democrático.
Es importante tomar nota de que las democracias se van a consolidar, pero se van a
consolidar a pesar de las fuertes tensiones a las que a estas sociedades les sometieron los
efectos sociales y el mal desempeño económico que finalmente tuvo esta política de rigor
fiscal, déficit 0, liberalización del mercado de trabajo e inserción en un mercado
internacional. Todos estos cambios pudieron quebrarse en cualquier momento, ya que las
medidas de corte ortodoxamente liberal que se estaban tomando en el período derivaron
a América Latina a una crisis que se conoce como la Década Perdida. No se detuvo el
funcionamiento de las elecciones y el pluralismo político, pese a que sí existió una alta
inestabilidad política en varios países (por ejemplo, Ecuador).
En Argentina ocurrió lo mismo cuando acabó el mandato de Carlos Menem (1989-1999),
que fue sucedido en dos semanas por tres presidentes – cada uno más curioso que el
anterior – en 2001: Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde (entre
medias de esos presidentes hay otros, pero Ochoa ha decidido que esos dan igual. El orden
sería Carlos Memen, Fernando de la Rúa, Federico Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá,
Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde). En líneas generales, la identificación de los
peronistas con el mantenimiento de este tipo de políticas de rigor fiscal y comercial,
deterioró las posibilidades electorales, en aquel momento, del movimiento peronista.
En Bolivia, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada tuvo que abandonar la presidencia
y huir del país en el año 2003; y su sucesor, Carlos Mesa, que compitió en las elecciones
del año pasado, tuvo que dejar el cargo ante el inicio de todas las movilizaciones de
carácter sindical y de carácter indígena que lideraba Evo Morales – que muy poco tiempo
después se convertiría en el presidente del país.

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En 2009 tiene lugar un golpe de Estado en Honduras; cuando para conseguir la salida de
la presidencia de un presidente de perfil liberal, Manuel Zelaya, tuvo lugar un golpe de
Estado por parte del Parlamento. Es llamativo porque normalmente, cuando pensamos en
un golpe de Estado, pensamos automáticamente en uno realizado por el ejército; sin
embargo, en este caso, es el Parlamento quien expulsa al presidente, aunque de manera
anticonstitucional. Esto colocó a Honduras fuera de las relaciones internacionales durante
bastantes años.
En cualquier caso, siempre, lo que ha habido detrás de la buena, mejor o peor marcha de
la vida bajo regímenes representativos, ha sido que haya tenido lugar crecimiento
económico, y sobre todo que este crecimiento haya garantizado mejores condiciones de
vida a los sectores más populares de la población. El descrédito alcanzado por éstos ante
el crecimiento económico liberal proporcionó un apoyo social sin precedentes, a
comienzos del siglo XXI, a un conjunto de propuestas políticas que han sido englobadas
bajo el concepto de Nueva Izquierda, que tuvieron un perfil marcadamente populista, pero
que lo que intentaban y lo que capitalizaban era este masivo descontento social, bajo una
gobernabilidad democrática que tenía mucho de formal, pero poco de democrática. En la
legitimación del Estado del Derecho y de la Democracia Parlamentaria, a través de la
provisión de desarrollo de igualdad social, y de bienestar. Esta prioridad de la búsqueda
de la mejora de la situación económica y, a través de ella, de la situación social, es la que
explica que la larga historia que en la Latinoamérica contemporánea tiene el populismo
como fenómeno político. Esta política de desarrollo y bienestar, poniendo en segundo
plano la formalidad democrática – aunque manteniendo los regímenes democráticos y las
elecciones libres, y priorizando la distribución social.
Esta prioridad de la mejora de la situación económica y social es la que explica la larga
Historia del populismo en el territorio Latinoamericano. Ejemplo de esto es Hugo Chávez,
que en todos sus discursos decía que quien gobernaba Venezuela era el pueblo, y que el
Partido Socialista de Venezuela era solo la herramienta a través de la cual gobernaba el
pueblo: en teoría, los dirigentes sólo eran una correa de transmisión entre lo que el pueblo
quería y la toma de decisiones en el país. Esto también lo decían los Partidos Comunistas
del siglo XX. Se basaba en la personalización a través del lenguaje de una categoría, el
“pueblo”. El populismo es un tema interesantísimo, es uno de los rasgos de la política de
nuestro tiempo, no solamente es una cuestión que podamos conservar en el mundo
Latinoamericano; con todo, sí podemos ver que Latinoamérica ha sido el escenario en el
que el populismo ha tenido más desarrollo histórico del siglo XX. Es una promesa de
satisfacción prioritaria de las demandas sociales de las clases populares, a través de un
procedimiento que hace atajos en el funcionamiento de la institucionalidad representativa
o del Estado de Derecho, a través, normalmente, de una autoridad indiscutida, un líder.
En general se extendió por toda Latinoamérica, llevando a un conjunto de líderes
renovadores al poder, que, desde un perfil socialdemócrata, han llevado a una notable
mejora a los países latinoamericanos. El populismo en la política del Tiempo Presente se
traduce también a un modo de practicar el poder que se ha extendido en todo el espectro
político del mundo. Se dirigen directamente al sector más bajo de la población (las clases
populares), estableciendo una dicotomía, una sociedad binaria, entre élites y clases
populares. Se desarrolla principalmente no tanto a través de las estructuras formales de
los partidos políticos, sino como un ejercicio de comunicación política directa, desde el

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liderazgo hasta las clases populares. Por eso ha sido muy propio que controlaran los
medios de comunicación, y dispusieran de programas de televisión.
Hay formas muy diversas, pero en general se extendió en toda Latinoamérica, llevando a
un conjunto de líderes al poder que, como resultado de sus políticas de perfil
socialdemócrata, han conseguido, a lo largo de la primera década del siglo XXI, una
mejora sustancial de la situación social, económica y cultural de los países
latinoamericanos.
El populismo, como signo de la política de nuestra época, sobre todo entrado el siglo XXI,
no solo se manifiesta a través de estas formas de reorganización del poder político, sino
también a un modo de practicar el ejercicio del poder que se ha extendido a todo el
espectro político y a todos los países, en líneas generales, de nuestro tiempo.
Después de la Primera Oleada Populista (la socialdemócrata de la que hemos hablado
antes), que tuvo lugar a mediados del siglo XX, y cuyos principales exponentes fueron
Juan Domingo Perón (Argentina) y Getúlio Vargas (Brasil); hubo una Segunda Oleada
Populista a finales del siglo XX, y los principales exponentes han sido Carlos Menem
(Argentina), y Alberto Fujimori (Perú). Este populismo, que es claramente de derechas
desde un punto de vista ideológico, fue sustituido a principios de este siglo por un
populismo de izquierdas, que ha reivindicado el nacionalismo económico, la intervención
del Estado en la economía, los procesos colonizadores, los efectos dañinos de estas
políticas sobre las poblaciones originarias, que ha extendido la prestación de servicios del
Estado al conjunto de la población, y que ha conseguido un incremento de la credibilidad
institucional; muchas de las clases populares han visto llegar la presencia benéfica del
Estado al conjunto de su sociedad. Aunque ha habido giros en la política latinoamericana,
se ha aumentado la estabilidad institucional, las condiciones de vida… de los países
latinoamericanos, con lo que podemos entender la popularidad que tienen estos
populismos.
Las cuestiones de desarrollo económico se han resuelto por medio de una oscilación entre
el liberalismo económico seguido en los años 1990s, y el giro a un mayor proteccionismo
seguido con posterioridad. Aunque han tenido lugar crisis en el Tiempo Presente por la
debilidad del aparato económico latinoamericano, el crecimiento ha sido sustancial, hasta
el nivel de que el único país realmente pobre es Haití. El problema para este tipo de
economías es la fuerte dependencia de la demanda exterior, lo que hace que oscile mucho
la competitividad de sus divisas respecto del dólar (lo que genera inestabilidad
económica).
La desigualdad en América Latina constituye un problema estructural, y la producen
varios factores:
- La muy dificultosa tarea de resolver la desigualdad social que viene del siglo XIX.
- La muy lenta extensión de los servicios educativos y los servicios sociales,
derivada de la inexistencia por mucho tiempo de Estados verdaderamente reales
(con instituciones reales; esas las han traído los populistas de izquierdas).
- La dinámica demográfica y territorial. Ha sido brutal la transición campo-ciudad.
Hay grandes bolsas de población desatendidas; sin recibir servicios públicos, y al
mismo tiempo, ocupando posiciones marginales en el mercado laboral. Aunque

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allí se ha ido haciendo una transición del régimen demográfico tradicional al


moderno, y ha descendido mucho la natalidad, sin embargo, el crecimiento
demográfico es el más dinámico de la realidad internacional, salvo algunos países
asiáticos. La población urbana ha crecido muchísimo, y ese proceso descontrolado
ha hecho que en Latinoamérica encontremos algunos de los principales ejemplos
de lo que son las macro-urbes de nuestro tiempo. El problema de esto es la
imposibilidad, pro mucho que los servicios públicos mejoren, de atender las
necesidades de integración, de educación, laborales… que permitan sostener la
vida cotidiana de una buena parte de la población que se encuentra viviendo en
estas condiciones – esto es el origen de que, cada cierto tiempo, haya estallidos
sociales (aunque no es la única causa de conflictividad social en la región).
Estos países, al mismo tiempo que se han consolidado políticamente en torno a formas de
gobierno de cariz democrático, han consolidado sus sistemas económicos, aunque estas
economías están muy lejos de completar la transición a lo que conocemos como
economías del mundo moderno. Sin embargo, el gran crecimiento demográfico que tiene
lugar allí aún hoy, y en una población en la que existe todavía un éxodo rural muy
importante, impiden que el crecimiento económico se transforme en desarrollo social.
Estos países, en el tiempo en el que se han consolidado políticamente en torno a formas
de gobierno representativo y democrático, han mejorado también su consistencia
económica – aunque pasando también por momentos de crisis y por procesos expansivos.
Estas economías están muy lejos todavía de completar la transición para poder ser
consideradas economías propias del mundo actual. El crecimiento demográfico de la
región presenta un problema en esta situación; este fenómeno hace posible que haya
crecimiento económico en estos países, pero no desarrollo social.
Al mismo tiempo que en el conjunto de la región se han desarrollado varios procesos de
integración política y económica en los últimos años (como por ejemplo Mercosur), se ha
mantenido, en líneas generales, un grado todavía no del todo superado de conflictividad
entre todos estos países.
La geopolítica latinoamericana es un poco diferente, y tiene dos vectores fundamentales:
- La influencia que viene ejerciendo la economía de EEUU sobre el conjunto de la
región, desde el siglo XIX.
- La desconfianza que todavía tienen muchos países latinoamericanos hacia sus
vecinos. Es un territorio todavía no completamente pacificado.
Dentro de esa situación de ejercicio permanente por parte de EEUU de un control más o
menos exitoso de las políticas de todos estos países, se ha atenuado desde que entramos
en esta época, ganando Latinoamérica autonomía en sus movimientos (se debe al fracaso,
tras el fin de la Guerra Fría, de EEUU para implantar su influencia y poder en todo el
mundo). De manera que, cuando hablamos de relaciones internacionales, hablamos más
de las relaciones interamericanas (latinoamericanas), de proyectos muy distintos por parte
de los países de la región de su proyección exterior. De manera, han ocurrido en las
últimas décadas numerosos conflictos y enfrentamientos entre países relacionados con
diferencias históricas y tradicionales; lo que ha provocado que haya existido la inversión
de muchos centros, de que la principal amenaza es el país vecino. Por lo tanto, a pesar de

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que, a pesar de que se haya extendido la democracia como forma de gobierno, se haya
incrementado el gasto militar en todos los países.
Desde luego, la gran potencia latinoamericana en materia de política exterior es Brasil,
con una gran solidez económica, siendo el país más poblado y con más recursos naturales
susceptibles de ser explotados económicamente, y un PIB más alto. Por esto, es quien
encabeza los procesos de cooperación interestatal, algo que hace protegiendo su soberanía
de forma muy celosa. Frente a ese liderazgo brasileño – normalmente no norteamericano
– se levantaron las propuestas de un carácter internacionalista americano, encarnadas por
Hugo Chávez en Venezuela, y Evo Morales en Bolivia.
México es un país que ha sido incapaz de generar desarrollo y eliminar su desigualdad en
su territorio, pero es muy poderoso. También tiene gran importancia a nivel internacional.
Durante toda su Historia, ha estado muy influido por EEUU; aunque siempre ha intentado
lograr un crecimiento económico y alinearse estratégicamente con el resto de
Latinoamérica. Se firma en 2001 el Plan Puebla Panamá (dirigido a que su área de
desarrollo no sea el de la frontera, sino un tratado de libre comercio) para convertir a
prácticamente el norte de América en un área de libre comercio (entiendo que se refiere
al norte de América Latina). El Plan Puebla Panamá surgió como iniciativa de México,
con el objetivo de brindar a los habitantes de su país mejores oportunidades de progreso;
se integran unos diez países centroamericanos, con el objetivo de facilitar la gestión y
ejecución de proyectos orientados a la extracción de recursos naturales de Mesoamérica,
así como implantar vías marítimas que interconectasen el Mar Caribe y el océano
Atlántico con el océano Pacífico (esta explicación es de internet, no del profe).
Menos exitosa ha sido la superación de proyección exterior desarrollada por Argentina.
Su gran capacidad exterior hasta mediados del siglo XX desapareció a partir de entonces,
y ha sido intentada con más pena que gloria.
Finalmente, Venezuela ha sido por ejemplo respecto de Brasil (sobre todo entre los
gobiernos de Lula da Silva y Hugo Chávez) alternativamente aliado y ocasionalmente
rival, pero tenían unos grandes niveles de cooperación económica, y actuaban
conjuntamente en la búsqueda de mercado.

Respecto al funcionamiento interno de los países, es importante destacar la lucha con el


respeto a la soberanía territorial; con la búsqueda de la elección de la soberanía sobre
territorios que se han reivindicado históricamente (esto es a lo que se llama nacionalismo
irredentista), han dado efectividad a una necesidad de disponer de ejércitos que les
permitan llevar a cabo determinadas operaciones. Aunque los ejércitos latinoamericanos
se han integrado recientemente en las operaciones internacionales que muchas veces se
encuentran en distintas partes del mundo, fundamentalmente están destinados a resolver
los problemas de sus propios países. En Latinoamérica, es destacable la importancia que
las instituciones militares tienen en la vida pública, debido a sobre todo la persistencia de
estas modernidades territoriales tradicionales (o eso he entendido) y de la necesidad de
su uso para combatir el crimen organizado.
En Latinoamérica ha habido, en los últimos 30 años, más de una guerra internacional
entre Estados limítrofes, donde ha habido enfrentamientos entre ejércitos organizados.

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Por ejemplo, en 1994-1995 hubo una guerra entre Perú y Ecuador, que es la Guerra del
Cenepa, causada por la disputa territorial de un territorio situado en norte de Perú, que
Ecuador ocupó en 1994, generándose el conflicto en enero y febrero de 1995.
En marzo de 2008 tiene lugar la Operación Fénix. Las fuerzas armadas de Colombia, el
ejército colombiano, bombardearon y penetraron en un territorio de Ecuador donde había
escondidos guerrilleros colombianos; y la respuesta de Ecuador fue la de movilizar a su
ejército hacia la frontera, dándose una crisis diplomática entre ambos países. La
Venezuela de Hugo Chávez otorga su apoyo a Ecuador, movilizando a su ejército hacia
la frontera con Colombia.
También se han dado muchos otros momentos de tensión y conflictos, en los últimos
años, entre los distintos países de Latinoamérica. Algunos se han resuelto exitosamente,
como el que mantuvieron históricamente Chile y Argentina por la reivindicación del
territorio del Sur de la Patagonia, lo que se denomina “Campos de Hielo” – que tienen
muchas reservas en el subsuelo que son ambicionados por los dos países y se encuentran
en una región con muchos accidentes geográficos. Este conflicto se resolvió a través de
un acuerdo entre los dos países.
Sin embargo, esto no ha ocurrido nunca entre Chile y Bolivia (la última frase del himno
de Bolivia es “y muera Chile”). Esto deriva de la no aceptación por parte de Bolivia de
los resultados de la Guerra del Pacífico (1969-1974), que llevó a que Chile extendiera sus
dominios territoriales hacia el Norte, haciéndose con la salida que Bolivia tenía al mar, y
continuando con una provincia del sur de Perú que estaba en el Desierto de Atacama. Esto
todavía es motivo de tensión entre los dos países.
Otra razón por la cual hay operaciones militares en la región es la constante necesidad
por parte de los ejércitos de combatir no solamente a las guerrillas, sino también a los
ejércitos privados de quienes se dedican al narcotráfico. Esto acerca a Colombia en las
relaciones con sus vecinos.
Otro diferendo sobre límites jurisdiccionales es la herencia de unas independencias
hechas en su momento sobre las capitales de las capitanías, las intendencias… españolas
en el territorio, pero sin la existencia previa de una nacionalidad definida, que ha hecho
que haya tardado muchísimo tiempo en poder cerrarse el panorama político. Por ejemplo,
hay un diferendo no resuelto entre Nicaragua y Venezuela, por las islas de San Andrés y
las Islas Providencia (situadas en el Mar Caribe). Caracas reclama a Guayana la región
de la Esequiba; y la población que vive en Trinidad y Tobago mantiene una tradicional
preocupación porque no han descartado nunca una posible invasión por parte de
Venezuela (está que se sale Venezuela). Brasil, que es el país que tiene más fronteras con
el resto de Estados latinoamericanos, fue por su mayor potencial militar tradicional
arrebatador de territorios de sus vecinos a lo largo del siglo XIX. Aunque esos fueron
ocasionales durante el siglo XX y no ha habido ninguno más durante el siglo XXI, aún
hay conflictos no resueltos. Reclaman la isla situada dentro del río Uruguay, situada en
un lugar estratégico.
Todo esto ha hecho que en Latinoamérica siga muy vigente el nacionalismo irredentista;
y esta reivindicación histórica de territorios contra los países vecinos, es un instrumento
que sigue utilizándose para la expansión del nacionalismo hacia dentro, pero sobre todo

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como una herramienta a la que periódicamente acuden los gobiernos ante situaciones
políticas críticas o delicadas, para lograr el respaldo de la población a su gobierno.
El caso más paradigmático de este tipo de reivindicación política para ganar popularidad
en situaciones delicadas fue el que se dio en la Argentina de los años 1980. Pero estas
reclamaciones territoriales, en la medida que existen, siguen siendo utilizadas para los
mismos fines. En este sentido, el escenario más preocupante se encuentra entre Bolivia y
Paraguay. Bolivia y Paraguay mantuvieron una guerra entre 1932 y 1935, la Guerra del
Chaco, por la zona más meridional del Chaco; pero hasta más de 70 años después de este
conflicto, aún sigue teniendo repercusiones, e incluso se ha agravado en los últimos años
por el hecho de que a los lados de lo que son las fronteras estatales viven las mismas
comunidades étnicas, que operan muchas veces conjuntamente, como si fueran una
nación, contra los Estados que ocupan – desde su punto de vista – ilegítimamente su
territorio.
Los problemas de todos estos países y de la gran presencia en su vida pública de sus
ejércitos, tienen que ver con dos principales factores:
- El terrorismo. Fundamentalmente por la acción de unas guerrillas de presencia
histórica, pero que se han convertido en parte de redes de narcotráfico y de
delincuencia organizada.
- Algunos casos de descomposición institucional que han generado fenómenos
propios del Estado fallido. Latinoamérica presenta uno de los casos más
paradigmáticos, que es el caso de Haití. Un país desgraciado donde los haya,
donde se ha desarrollado la acción de cooperación entre ejércitos
latinoamericanos.
En cualquier caso, este fenómeno del Estado fallido no se remite, no se reduce solo al
caso de Haití, sino que también se da en algunas de las repúblicas centroamericanas,
fundamentalmente en Guatemala y Honduras; donde han sido frecuentes las muestras de
inestabilidad, incapacidad institucional, sobre todo para frenar la inestabilidad que
producía el crimen organizado.
En general, el conjunto de Latinoamérica presenta unos muy elevados niveles de
inseguridad, con muy limitada presencia del poder público en la vida social, motivados
por unos niveles de crimen organizado y de delincuencia común, que son el origen de que
al final exista un gran ejército social de reserva, para que las organizaciones que se
dedican a los tráficos transnacionales de distintas actividades ilícitas, puedan encontrar
bases de colaboración local y, de esta manera, tengan mucho éxito en el tráfico de drogas,
de armas y de personas. Estas riquezas que han generado todos estos comercios ilícitos
han logrado ser absorbidos por las instituciones financieras y, a través de ese control del
dinero, han podido descender su poder mediante la producción de las instituciones y los
gobernantes. Al final, es un factor que genera inestabilidad política, y eso se debe tener
en cuenta para entender la esencia de la precariedad de las democracias de estos países
latinoamericanas.

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En líneas generales, la Historia Reciente de América Latina es la historia de la sustitución


de dictaduras militares por democracias parlamentarias que, poco a poco, se han ido
consolidando.
Se ha dado también un creciente avance hacia un sistema de partidos similar al que ha
triunfado en las democracias más antiguas (sobre todo europeas), un sistema pluralista en
el que hay una sucesión en el ejercicio del poder ejecutivo por parte de partidos de nueva
izquierda y nuevos partidos derechistas.
México es uno de esos países socioeconómicamente atrasados, en el que un partido único
gobernó desde 1929 hasta el año 2000. El problema de la corrupción se convirtió en objeto
de dominio público. A partir de los años 1980s, el gobernante de este país fue recibiendo
un apoyo popular cada vez menor. Para ir haciendo frente a la crisis que todos los países
latinoamericanos vivieron durante la Década Perdida, México tuvo que establecer la
sucesión de numerosos gobernantes de perfil socialdemócratas, que fueron implantando
sus medidas. Después de la firma del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y Canadá,
México logra un crecimiento económico. El partido que estaba en el poder sufre una
debacle en el año 2000, perdiendo el poder. Llegó a ejercer su poder en el gobierno de
México el Partido de Acción Nacional, con Vicente Fox al frente, un partido conservador
(en cuestiones morales) y de perfil liberal (en cuestiones económicas) que volvió a ganar
las elecciones en 2006, con Felipe Calderón al frente. Redujo la autonomía de los Estados,
el gasto social del país… El problema de la economía mexicana es que al estar tan
vinculado a los mercados nacionales de los países vecinos, fue muy vulnerable a la crisis
económica de 2008. En un contexto en el que México tenía menos recursos por la crisis,
se da un aumento de la criminalidad, y el Partido Revolucionario Institucional (el partido
único) vuelve al poder gobernar en 2012.
Desde el poder, se hace una de las reformas más significativas del período: la pérdida por
parte de la empresa estatal Petrex (monopolizaba el petróleo) del monopolio del petróleo.
Fue el desencanto con este partido y el estallido de un escándalo político lo que impediría
que Peña Nieto pudiera volver a gobernar. Fue destacable la matanza de Ayotzinapa (la
desaparición forzada de Iguala de 2014), una serie de episodios de violencia ocurridos en
septiembre de 2014 en México, cuando la policía municipal de Iguala, la policía estatal y
militares persiguieron a estudiantes de Iguala que pretendían llevar a cabo una
movilización social (e iban a secuestrar un autobús). En esta situación hubo 43
desaparecidos, 9 muertos y numerosos heridos, estudiantes, lo que puso de manifiesto la
incapacidad de Peña Nieto de deponer a los cargos que se saltaban las leyes.
En 2018, el candidato vencedor resultó ser un político que encarnaba el rechazo a las
políticas de Peña Nieto y al abandono de la calidad institucional, que llevaba a la
formación de redes paralelas de todas las instituciones. Es entonces cuando llega al poder
López Obrador, un político populista de izquierdas. Lideraba un partido popular llamado
Morena, representativo de la nueva izquierda. Ha reestablecido los programas sociales
para la población más desfavorecidas, pero también ha tenido medidas más
controvertidas.
Otro de los grandes países del continente es Brasil. En Brasil hubo bastante inestabilidad
política durante los años centrales del siglo XX, y desde el año 1964 estuvo liderado por

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una dictadura militar, con la que se pusieron fin a las experiencias comunistas de perfil
revolucionario que había practicado anteriormente Getúlio Vargas. Las fuerzas armadas,
desde finales de los años 1970, quisieron llevar a cabo una transición pacífica hacia una
democracia parlamentaria, después de que en 1974 hubiera un movimiento popular a
favor de la celebración de unas elecciones directas; y una vez celebradas elecciones de
este carácter al año siguiente, accedió a la presidencia del país Tancredo Neves, que fue
rápidamente sustituido por su lugarteniente José Sarney. En cualquier caso, después de
ese momento no ha habido ninguna interrupción de la democracia en Brasil. Sarney sentó
las bases del nuevo régimen político, con una Asamblea Constituyente… En Brasil
existen fuerzas políticas cuya apelación tienen una carga más nacional que ideológica.
Fernando Collor de Mello, del Partido de Reconstrucción Nacional, gana las elecciones
en 1990, teniendo que dimitir en 1992 por casos de corrupción. Asume el poder Itamar
Franco.
El principal problema de Brasil era la enorme inflación. Se introdujo la moneda actual en
el país, y se llevó a cabo una recuperación económica del país. Fernando Henrique
Cardoso (presidente entre 1995 y 2002) iba a dar estabilidad al programa económico del
país. Brasil tenía una hiperinflación (se multiplican los precios).
En el año 2003 llega al poder Lula da Silva, como líder del Partido de los Trabajadores.
La población tenía miedo de que pudiera gobernar el país un miembro de la coalición
obrera. Brasil es un país culturalmente muy católico, donde la sociedad funciona con unos
preceptos fuertemente moralistas. Como ha ocurrido tantas veces en las alternancias del
ejercicio del poder, el Partido Socialdemócrata de Brasil propuso una desaceleración
económica, el crecimiento de algunos estados por parte de miembros de su gobierno, y se
dio una crisis sinergética.
Al gobierno de Lula da Silva le caracterizó el desarrollo de una política muy efectiva de
reparto de la riqueza, sin interrumpir el crecimiento económico. También fue muy eficaz
su política exterior, convirtiéndose Brasil en una de las potencias más importantes de la
América Latina, liderando los proyectos en común (como Mercosur). A pesar de que
comenzaron a hacerse conocidos algunos problemas de corrupción que había, su victoria
en el año 2006 volvió a producirse, y se mantuvo como presidente del país hasta el año
2010. En este segundo mandato es en el que consumó este cambio cualitativo que
convirtió a Brasil en lo que hemos empezado a ver en el siglo XXI. Para esto, consolidó
una economía muy potente que ha hecho de Brasil la octava potencia económica mundial,
aumentar la producción industrial, al mismo tiempo que redujo drásticamente las
desigualdades sociales. Esto fue lo que hizo que, cuando llegó a la presidencia, lo hiciera
con los mayores índices de popularidad de la historia del país. Esto fue lo que permitió
que el Partido de los Trabajadores se mantuviera en el poder hasta el año 2016, en su
segunda fase liderado por Dilma Rousseff (2011-2016).
Entonces, casi inmediatamente, se inició un verdadero calvario político para el Partido de
los Trabajadores brasileños. Las consecuencias de la crisis 2008 se comenzaron, poco a
poco, a dejar mella en la población del país.
Probablemente como fruto de intereses políticos, los focos se centraron, principalmente,
en la figura de Lula da Silva, convocando Comisiones Parlamentarias para depurar todos
estos procesos de corrupción. Uno de los jueces logró el encarcelamiento del antiguo

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presidente. Después de estar huido de la justicia durante un tiempo, entró en la cárcel en


2018, siendo privado de presentarse a elecciones.
Tras Dilma Rousseff, Michel Temer (Partido Movimiento Democrático Brasileño) fue
quien asumió la presidencia, entre 2016 y 2018. Tras él, Jair Bolsonaro, del Partido
Liberal, ha asumido al poder del país, encarnando un populismo ultraconservador.
Así, la ideología de Bolsonaro y la de Trump no son tan distintas: defender sus posiciones
ultraconservadoras, defender la legitimidad de la dictadura militar de 1964, por sus
críticas hacia las izquierdas, por sus críticas a los homosexuales… por muchas otras
declaraciones controvertidas que le llevaron a recibir muchas críticas.

Argentina ha conocido un peligro muy parecido a Brasil. Accede a los prolegómenos del
Tiempo Presente saliendo de una dictadura militar que había durado 8 años y que había
establecido un sistema de gobierno muy curioso, porque las propias fuerzas armadas se
habían constituido en la institución política del Senado. Esta dictadura desencadenó en
una represión brutal, y originó algunos de los episodios más traumáticos de lo que
podemos llamar el ejercicio del poder de las dictaduras latinoamericanas.
El modo de salir de un descrédito creciente en el que se encontraba el país (condenado
por muchas Cancillerías internacionales y democracias) fue señalar a un enemigo exterior
y, a partir de ahí, emprender una guerra. Lo que suele ocurrir en estos casos por parte de
la población de dicho país es una movilización alrededor del régimen establecido, en
defensa de la nación; es una manera de ganar popularidad, y de salir de una crisis. Sin
embargo, a la Junta presidida por el general Jorge Rafael Videla, le salió el tiro por la
culata, ya que se produjo una derrota militar en el conflicto, que se había dado contra
Reino Unido (la Guerra de las Malvinas). Entonces, se ven obligados a dar pasos hacia
una transición que, lejos de ser controlada, moderada… en este caso fue más imprevista.
Esta transición hacia la democracia del sistema político argentino la llevó a cabo el primer
presidente del primer gobierno democrático, Raúl Ricardo Alfonsín, que se convirtió en
una figura de proyección internacional, porque tuvo que gestionar, al mismo tiempo, no
solo la democratización del Estado, sino también las dificultades económicas que el país
estaba atravesando; y la depuración de las responsabilidades de todos aquellos que
participaron en las Juntas Militares o colaboraron con ellas, y que estaban por tanto
implicados no tanto en el mantenimiento del régimen, como en las prácticas de
persecución de la oposición, violando los Derechos Humanos. Alfonsín no pudo resolver
exitosamente estos problemas, y se facilitó la llegada al poder a un partido que llevaba
muchísimo tiempo esperando a volver al gobierno: así, finalmente logró volver a poder
el Partido Peronista, de la mano de Carlos Saúl Menem (que es de origen libanés); pero
con una política de la que difícilmente se podían reconocer los signos de identidad del
peronismo histórico. El peronismo tiene elementos que son de extrema derecha, y tiene
elementos que son de extrema izquierda.
Los peronistas llegaron al poder, aplicando políticas rigurosamente liberales, que
mejoraron indudablemente los datos macroeconómicos, pero empeoraron
extraordinariamente la situación social del país. La política argentina está muy marcada
por la política económica. Es el país del mundo en el que el debate público está más

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centrado en el éxito o el fracaso de las políticas económicas aplicadas. Siempre ha estado


muy condicionada por la inevitabilidad de la exportación de bienes y, por tanto, por la
evolución de los mercados internacionales (que es de los que depende la exportación de
bienes). Esto fue lo que ocurrió a Argentina en los años 1990. La mejora de los datos
macroeconómicos le llevó a tomar una política de competitividad, equiparándose el peso
(la moneda argentina) y el dólar; cosa que incrementó extraordinariamente el valor de los
productos, un encarecimiento de los precios. Eso fue la causa de la alternancia en el
ejecutivo. Finalmente se aprobó, por parte del Parlamento, que otro peronista se hiciera
cargo del poder. Se devaluó el peso, volviendo a una política muy proteccionista en
Argentina. Salir de esta situación fue muy difícil, y esto es lo que produjo que en 2003 se
llevar a cabo un cambio político dentro del propio Partido Peronista. El Partido Peronista
sigue en el poder, pero sus valores han cambiado. El peronismo gobernó
ininterrumpidamente desde el año 2003 hasta el 2016, y fue uno de los máximos
exponentes de los gobiernos de izquierdas. Se produjo también una consolidación
institucional, una consolidación económica de argentina… A esta izquierda que
representaba el peronismo le va a sustituir una derecha liberal-conservadora.

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