Está en la página 1de 5

¿Cómo se define la sexualidad?

Como definición, 'la sexualidad es la forma en la que cada persona vive, siente y
se expresa como persona sexuada, con un cuerpo sexuado'. Por lo tanto,
hablamos de todo lo que tiene que ver con: el cuerpo y sus reacciones, con la
afectividad y la expresión de emociones, con el placer y el deseo, con la
necesidad de vinculación con las demás personas, con la autoaceptación y la
autoestima, con la comunicación y con el desarrollo integral y sano de las
personas.

¿Cómo podemos explicar la sexualidad a los niños?

La educación sexual no es únicamente dar información sobre los órganos


sexuales, la reproducción o los anticonceptivos, sino que es hablar también de
comunicación, de afectividad, de responsabilidad y de placer. A los niños y niñas
se les puede explicar que la sexualidad es una de las formas que tenemos las
personas para comunicarnos, darnos cariño y placer, y divertirnos juntas. Como
padres y como madres tenemos que saber, que sexos hay dos, hombre y mujer,
pero hay muchas maneras de construirse como hombre y como mujer.

¿Para qué queremos hacer Educación sexual?, ¿cuáles son los objetivos?

El objetivo es que nuestros hijos e hijas aprendan a conocerse, a aceptarse y a


expresar su erótica de modo que sean felices.

1. Que aprendan a conocerse: significa algo más que conocer que es la


menstruación o las poluciones nocturnas. Implica conocer cómo somos y cómo
funcionamos. Cómo reaccionamos ante las cosas, qué emociones tenemos y
cómo las expresamos… También incluye conocer a los demás, y no sólo a los del
sexo contrario sino conocer más del mío propio.

2. Que aprendan a aceptarse: que estén a gusto con su cuerpo y su forma de ser
y actuar. Que sientan que no hay nadie mejor o peor que ellos o que ellas en este
aspecto. Que en sexualidad todo el mundo es único y peculiar y que todos los
hombres son verdaderos hombres y todas las mujeres verdaderas mujeres.

3. Hay muchas formas de expresar nuestros deseos y el afecto: palabras, miradas,


abrazos, caricias, achuchones, halagos, mordisquitos. La erótica va variando a lo
largo de las etapas de la vida. El coito es una forma más de expresar nuestros
deseos, pero no la única.
4. Que sean felices, puede parecer un objetivo ambicioso, pero creo que como
padres y madres, no podemos, ni queremos aspirar a menos.

Esta concepción de la sexualidad supone trabajar por lo que se quiere conseguir,


no sólo por lo que se pretende evitar.

¿En qué nos equivocamos los padres a la hora de hablar de sexualidad con los
hijos?

En primer lugar, todos los padres y madres están capacitados para hacer
educación sexual. Para hacer educación sexual de calidad desde el papel de la
familia no hay que ser sexólogos o sexólogas. El principal error que pueden
cometer los padres y madres es interpretar con ojos de adulto las manifestaciones
infantiles de la sexualidad. La sexualidad infantil está poco diferenciada y poco
organizada con relación a la de la persona adulta. No hay unas sensaciones
estrictamente eróticas como en la persona adulta. Ni es una sexualidad centrada
en lo genital y en la procreación, por supuesto. Como es lógico, si no parecen
claros los deseos, mucho menos la posible orientación de éstos.

¿Podemos verlo más claro con un ejemplo?

Imaginemos una madre o un padre que tiene la costumbre de masajear a su bebé


tras el baño. Lo hace con todo mimo y cariño, y el bebé disfruta. Todo va bien
hasta que un día la persona adulta observa como los genitales del niño responden
a la estimulación con una erección. La realidad es que los genitales del bebé niño
o niña están inervados, que tienen sensibilidad y capacidad para transmitir
sensaciones agradables, que pueden responder ¡de manera mecánica! a ciertos
estímulos. Pero de ahí a considerar que hay algo parecido a la erótica adulta, va
un abismo.

¿Qué es lo que no debe faltar en una buena educación sexual?

- Reconocer y expresar emociones: apego, cariño, afecto… hay muchas formas de


demostrarlo.

- Hablar de sexualidad como algo cotidiano. Y mostrar disponibilidad para el


diálogo.

- Naturalidad, autenticidad. Hay tantas sexualidades como personas. Respeto.


- Asumir que somos modelos de comportamiento, referentes para nuestros hijos e
hijas.

- Saber que educamos generando valores, actitudes… y preparamos para futuras


etapas, porque la construcción de la persona empieza en el nacimiento y continua
a lo largo de toda la vida. Es recomendable pensar y compartir en pareja y/o con
otros adultos sobre nuestra concepción de la sexualidad, nuestras dudas, nuestros
miedos.

Educación sexual de los niños

La presencia de manifestaciones y de deseos sexuales en los niños, desde la más


temprana infancia, fue una de las más importantes polémicas levantadas por
Sigmund Freud, el Padre de psicoanalisis, hace casi un siglo. ¡Imagina el
escándalo de esa tesis para la sociedad de la época! A partir de ahí, los estudios
sobre el tema no pararon y, hoy en día, la educación sexual ocupa espacios en
muchas escuelas y familias.
El desarrollo de la sexualidad humana empieza con el contacto físico, cuando los
bebés son sostenidos y acariciados. Eso es necesario y natural que ocurra. No se
debe privar al bebé de contactos corporales. Es necesario reconocer al niño como
ser sexuado, en relación consigo mismo y con otros, para que se construya una
identidad sexual propia.

La identidad sexual del niño


La sexualidad infantil es una de las puertas a través de la que el niño desarrolla su
personalidad y sus relaciones con la afectividad. La sexualidad es un aspecto
natural en los seres humanos, una función de la persona como comer, caminar,
leer, estudiar, etc. Y como tal, debe ser un tema tratado con naturalidad,
honestidad, cariño, y debe tener su propio espacio dentro del proceso educativo
del niño.

La educación sexual y los padres


Los caminos que llevan al conocimiento de su propio cuerpo y de sus sensaciones
no siempre son los más adecuados para los niños. Hoy día, las interferencias en
este proceso de aprendizaje hacen que el niño esté, cada vez más temprano,
expuesto a unas manifestaciones severas, y en muchos casos incomprensibles,
de la sexualidad. El culto a la belleza, al físico y a la seducción, en los medios de
comunicación, no distinguen la edad de su publico. Hay un abuso de las
manifestaciones sexuales, a las que los niños están indiscriminadamente
expuestos. Los contenidos sexuales pueden acelerar las manifestaciones de los
niños en el tema de la sexualidad, considerando que ellos aprenden imitando lo
que ven de sus padres, de la televisión, out-doors, de bailes y ropas eróticas de
moda, etc.
Las malas influencias conceden nociones equivocadas y perjudiciales al niño. De
una forma general, lo único que puede evitar estas malas interferencias es la
familia. Son los adultos, los padres, los que deben ejercer el papel de filtro de las
informaciones. Es necesario crear y mantener un canal abierto de comunicación
con los hijos, espacios de discusión y de intervención sobre lo que es correcto y lo
que no, relacionados a todos los temas, y en especial a la sexualidad. Es
conveniente vigilar de muy cerca el entorno y las actividades del niño, para
orientarle cuando crea necesario. En la medida de lo posible, no se debe perder
ninguna oportunidad para entablar conversación sobre sus dudas e intereses.

(Guiainfantil.com Mónica Poblador Fernández Psicóloga 26 de enero de 2015)


Breve historia de la sexualidad
La sexualidad ha ido evolucionando junto con la mentalidad del ser humano. En la
Prehistoria era una simple satisfacción del impulso reproductivo. Es probable que
la preocupación por la sexualidad no contara demasiado en las primeras
Comunidades cavernarias debido a la vida totalmente insegura de los primeros
hombres. La persecución de la caza y la búsqueda de frutos obligaba a un
constante cambio de refugios.
La sexualidad pasa a ocupar un lugar importante en la civilización con el
descubrimiento de la agricultura, pues permitió a las tribus establecerse por
períodos prolongados
en territorios fijos, con lo que hombres y mujeres pudieron por fin conocer el placer
de reproducirse. En ese momento, la humanidad identifica a la mujer (da vida) con
la tierra (da frutos). Asi nace un culto a la sexualidad femenina que sólo
relegarían, las religiones judaica, cristiana e islámica.
En las culturas helénica y latina el acto sexual llegó a ser una manifestación
religiosa. Las orgías dedicadas a Dionisio o Baco, divinidad masculina de la
sexualidad, fueron al principio verdaderos rituales del amor. En ellos se ofrecía a
los dioses un presente para propiciar sus favores, en forma de fertilidad femenina
y terrestre. Con el correr del tiempo esta creencia perdió su base religiosa y se
transformó en exceso hedonista. Es especialmente famoso el caso de las
orgías romanas, que llegaron a dimensiones monstruosas durante ciertos períodos
de su historia imperial.

También podría gustarte