¿En qué consiste la teoría del andamiaje de Bruner y Vigotsky?
La teoría del andamiaje —Scaffolding Theory en inglés— forma parte de
la Psicología Evolutiva. Es decir, aquella centrada en el estudio del crecimiento, desarrollo, progreso y madurez de las personas a lo largo de su vida. Parte de la suma importancia de la enseñanza y el aprendizaje en el citado desarrollo y del conocimiento que se tenga del proceso evolutivo para intervenir, en consecuencia, sobre él. La Pedagogía, por su parte, plantea este concepto como una atención temprana con la que ayudar al niño a construir sus propios procesos de aprendizaje, ya desde su primera infancia. Esta teoría encuentra sus raíces en la teoría de la Zona de Desarrollo Próximo de Vigotsky. En ella el psicólogo plantea que el concepto de “Zona” hace referencia a la distancia entre el nivel de Desarrollo Real (lo que el niño es capaz de realizar por sí solo) y el nivel de Desarrollo Potencial (lo que puede llegar a hacer con ayuda de los demás). Consiste en ir planteándole al menor diferentes retos fragmentados, de forma que la superación de uno suponga pasar al siguiente nivel. Los docentes irán proporcionándole al alumno pequeñas pistas o llaves que permitan la consecución de dichos retos, convirtiéndose así en guías del proceso de enseñanza-aprendizaje. Bruner tomó esta premisa para plantear su teoría del andamiaje. Esta teoría se presenta en forma de metáfora en la que los maestros van a proporcionar al alumnado los “andamios” necesarios para que estos vayan consiguiendo los conceptos u objetivos planteados en cada actividad. Una vez que esos “andamios” cumplen su propósito educativo, se dejan de utilizar progresivamente, logrando así que los niños lleguen a ser capaces de realizar las tareas propuestas de manera autónoma. En este sentido, el andamiaje permite que un niño pueda realizar una tarea o alcanzar una meta que no lograría sin recibir ayuda. “El andamiaje consiste en una estructura provisional aportada por el docente o los pares más capacitados, que sirve de apoyo al estudiante en la construcción de los nuevos aprendizajes y que es retirada una vez que el estudiante es capaz de funcionar de manera independiente.” (Delmastro, 2008) ¿Cómo aplicar la teoría del andamiaje en el aula? Ejemplos Para que la teoría del andamiaje esté integrada en la metodología de enseñanza de las aulas es necesario emplear recursos y herramientas que partan de la cooperación entre los grupos de iguales. Dichas herramientas también deben promover la investigación, la autonomía y la experimentación por parte del alumnado. Algunos de los recursos utilizados en esta metodología son: los proyectos, los talleres, el thinking-based learning… Este último no solo va a permitir trabajar el lenguaje, sino que también propiciará el ejercicio de la libertad de opinión y de pensamiento, algo fundamental para un mejor desarrollo personal y evolutivo de los alumnos. Todo ello llevado a la práctica supondría proponer un tema de trabajo de investigación, por ejemplo: “Los países”. En este caso concreto mientras el alumnado en grupos cooperativos de trabajo investiga sobre el tema, la orientación (andamios) iría encaminada hacía ir dejando pequeñas pistas sobre cómo dirigir el proyecto: búsqueda de las capitales, costumbres. Se continuaría observando la información, debatiéndose en gran grupo los temas… hasta llegar al producto final del proyecto. En una clase: 1. Apela a los conocimientos previos Pídele a los estudiantes que compartan sus experiencias e ideas sobre el concepto a estudiar y haz que lo relacionen con sus propias vidas. Algunas veces puede que necesiten pistas o sugerencias, pero ayudándolos a establecer esas conexiones, lo lograrán. Iniciar el aprendizaje desde los conocimientos previos de tus alumnos, y usarlos como marco para el desarrollo de la temática, dice Rebecca, no sólo significa utilizar un andamiaje, significa también, enseñar bien. 2. Dales tiempo de hablar Todos necesitamos tiempo para procesar nuevas ideas, incluídos los alumnos. Ellos necesitan tiempo para dar sentido y articular verbalmente su aprendizaje en el marco de una comunidad de aprendizaje comprometida con la misma experiencia. Las discusiones funcionan mejor si son guiadas, independientemente del nivel de madurez de los alumnos. Para lograr esto, deberías utilizar estrategias de conversación estructurada, como conversaciones en parejas o en grupos. 3. Preparar el vocabulario Algunas veces definido como “front-loading”, o pre-alimentación, se trata de una estrategia que los profesores no usamos muy a menudo. Muchos de nosotros enviamos a nuestros alumnos para que lean textos complejos, y allí ellos quedan atrapados con el vocabulario y pierden interés. Lo que debe hacer el profesor entonces es: 1. Introducir los términos de vocabulario en imágenes, y en contexto con cosas que ellos conocen, vinculadas a sus intereses. 2. Usar analogías, metáforas, e invitar a los alumnos a crear un símbolo o un dibujo para cada palabra. 3. Ofrecer tiempo para discutir las palabras. Sólo después de eso deberían aparecer los diccionarios, los cuales servirán solo para comparar las definiciones que han construido ellos mismos. Con esa docena de términos “pre- alimentados” los alumnos están listos para abordar los textos complejos. 4. Muestra y cuenta Muchos profesores piensan: una persona puede aprender más cuando ve algo y no solo cuando escucha. Así que cada vez que puedas, muestra o demuestra a tus estudiantes exactamente lo que ellos esperan. Por ejemplo, si les pides un ensayo o un proyecto, deberías antes proporcionar un modelo ejemplo junto a algunas orientaciones y los puntos a evaluar. 5. Usa ayudas visuales Organizadores gráficos, fotografías y esquemas, pueden servir como andamiajes y ayudar a los estudiantes a representar sus ideas y organizar información. Estas ayudas no deberían ser “el producto” o “la tarea” como tal, sino simplemente ayudas que estructuren el pensamiento de los alumnos. Algunos de ellos serán capaces de sumergirse en una discusión, la escritura de un ensayo o en la construcción de una hipótesis sin necesidad de usar una ayuda visual, pero la mayoría de ellos sacarán provecho de su uso para afrontar dificultades en la lectura o en la incorporación de información nueva. 6. Pausa, preguntar, pausa, revisar Es una buena idea para comprobar la comprensión mientras los estudiantes leen un texto difícil o aprenden un nuevo concepto. Funciona así: se comparte una idea nueva, se hace una pausa (dando tiempo para pensar) y se formula una pregunta estratégica y luego se hace otra pausa. Tienes que pensar la pregunta con tiempo para que sea específica, estructurada y no concluyente. Mantén a tus estudiantes activos en la escucha, preguntando a alguno de ellos que identifique el quid de la cuestión de lo que se acaba de discutir, descubrir o preguntar. Si la clase parece atascada por las preguntas, ofréceles la oportunidad de discutir entre compañeros.